Rey Bebe

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REY BEBÉ

DEL CONOCIMIENTO NACE EL AMOR

La palabra clave para entender la personalidad adicta, la de aquel o aquella persona


que en algún momento de su vida llega a depender de sustancias psicoactivas (alcohol,
marihuana, tranquilizantes, inhalantes, etc...) Es la de INMADUREZ.

Esta es una característica tanto del hombre como de la mujer adictos, y no tiene
sentido desconocer que durante toda su vida tendrán que luchar en contra de esta peculiar
forma de ser o lo que es igual: Su inmadurez siempre será un obstáculo para que logren
vivir sobrios y libres de la influencia de las drogas. Se puede abandonar la bebida hacer de
lado la cocaína o la marihuana, excluir de tajo los tranquilizantes y borrar todo deseo de
ingerir cualquier sustancia psicoactiva, pero eso no va a garantizar tranquilidad, ni paz, ni
sobriedad, ni vida satisfactoria, ni mejoría en nuestras vidas. Aún más podemos conocer y
practicar los programas de los doce pasos (A.A. y N.A.), tener la aceptación de la
enfermedad, haber sufrido en carne propia lo que significa la verdadera derrota y
finalmente caer en cuenta de que hay un enemigo interno que va a impedir el crecimiento
tan necesario para cada adicto, y tan divulgado y ofrecido en los programas de los grupos
de autoayuda.

¿CUÁL ES EL ENEMIGO INTERNO?

En este folleto encontrará y descubrirás de manera sencilla y paulatina, la naturaleza


exacta, los alcances y proporciones de un enemigo que lleva a cuestas y que es un
compañero indeseable, así no te tomará por sorpresa.

¿Una persona que no sabe agradecer lo que recibe de los demás, aunque sea
compañía o amistad, será inmadura?

RESPUESTA: Por supuesto que sí.

Y así podemos seguir, la lista puede resultar interminable y también aburrida. Lo


importante aquí es descubrir los signos de inmadurez, es decir, todas aquella características
y rasgos de la personalidad que por alguna razón nos hace sentir y conducirnos como niños
a pesar de ya no serlo podemos concluir que la inmadurez es un conjunto de sentimientos,
emociones y actitudes que no concuerdan con la edad que se tiene, la sociedad en la que
vivimos espera que nos comportemos de acuerdo a la edad que tenemos y si por ejemplo,
tenemos 15 años ya no somos niños y no nos podemos comportar como si lo fuéramos.
Nuestra familia, amigos, compañeros, esperan de nosotros conductas adecuadas y acordes a
la edad que tenemos. Cuando nos respondemos como se espera que lo hagamos, podemos
ganarnos con todo el derecho el apodo de inmaduros.
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Esto significa que no hemos crecido emocionalmente, y una parte de nuestra


personalidad se quedó trabada, ya no se desarrolló, ya no siguió creciendo al mismo ritmo y
velocidad que nuestro cuerpo, y como pasa con todo en este mundo, este crecimiento
truncado trae como consecuencias ciertos costos que hay que pagar por ello, pero también
ciertos beneficios o ganancias.

SU MAJESTAD EL BEBÉ.

Desde antes de nacer, el bebé está rodeado de comodidades y atenciones:


normalmente la madre responsable se cuida para que su producto esté protegido, el padre
también lo cuida dando seguridad, ternura y los cuidados necesarios. Los dos aman con
pasión al nuevo ser y lo colman de atenciones para que su vida prenatal se inicie bien.
Podemos decir que la pareja se olvida de sí mismo para poner su atención en el ser que se
está formando, volviéndose el centro de atención de sus vidas.

Eso es normal y es lo que se espera que haga toda pareja de padres. El bebé por
nacer acapara aún sin saberlo, atención, sueños, esperanzas y deseos. Los padres esperan
que nazca saludable, sueñan que llegue a ser un gran hombre o una gran mujer, desean lo
mejor para ella y para él, y al hacerlo se olvidan de sí mismos en una entrega casi absoluta,
dando lo mejor de sí para preparar lo que será el Rey o Reina del hogar. Esto es muy claro
con el primer hijo, pero la misma experiencia se repita con los que siguen, si los hay, así se
espera que sean los padres, y generalmente así son.

Tiempo después llega el nacimiento, la alegría inmensa, la euforia que no cabe en la


cara de los padres, y el recién nacido llora porque tiene que hacerlo para respirar, aunque
algunos han llegado a pensar que llora porque empieza a extrañar el vientre materno tan
cómodo, tan cálido, tan seguro, tan protector...

Sin embargo, la protección va a continuar, ya que el niño no puede hacer nada por sí
mismo. Va a seguir existiendo la ternura de la madre, los cariños y todo lo que acompaña
al recién nacido.

No está solo, no puede estarlo, no lo soportaría, se le satisface de inmediato


cualquier demanda: hambre, sed, sueño, salud, tranquilidad, compañía, seguridad. Lo que
pide se le otorga al momento, como en los cuentos infantiles donde el rey pide, y todo el
mundo obedece inmediatamente.

Si no se le satisfacen sus necesidades, llora, se enferma, grita, está intranquilo, y


muestra su inconformidad de alguna manera. Esta manera de comportarse es normal en un
niño. A medida que crezca va a aprender que sus necesidades no pueden ser satisfechas en
el momento que él quiera, ni en el lugar que quiere, ni con la persona que él desee.

Va a ir aprendiendo que hay lugares en los que encontrará satisfacción a ciertas


necesidades, que hay momentos para hacerlo y que existen algunas personas que pueden
satisfacer muchas de ellas, pero no todas y no siempre, y no cualquier persona.
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Así va aprender que los alimentos se toman en la cocina o en el comedor, que hay
lugares en donde la gente duerme, que en la habitación de los padres no pueden entrar con
facilidad, que la casa de los vecinos no es suya. También aprende que aunque tenga
hambre hay horas para comer, la noche es para dormir, y que si se siente mal puede acudir
con sus padres para que lo atiendan, no con cualquier persona. A todo esto lo llamamos
maduración.

Después puede aprender que hay normas que debemos respetar, que hay un dios,
que hay ciertas cosas que no se deben hacer porque son malas y que hay otras buenas que
traen beneficios a los que las hacen.

El rey de la casa, el bebé, empieza a perder privilegios y a ganar madurez, pierde


dependencia, gana omnipotencia, y gana humildad. Puede moverse, hablar, pensar y hacer
muchas cosas por sí solo, sin ayuda de los padres. Todo esto es la madurez: perder
privilegios, comodidad, perder la oportunidad de que otros hagan todo por nosotros y ganar
capacidad de decisión, seguridad, autoestima y valor para enfrentar el mundo, la vida en
general con todos sus compromisos, las necesidades personales que ya no las satisfacen los
padres ni de forma inmediata, sino otras gentes y aprendiendo a esperar el momento
adecuado, escogiendo el lugar y la persona o personas idóneas.

ETERNO BEBÉ: CARACTERÍSTICAS.

La persona inmadura o “eterno bebé” va a intentar de muchas maneras obtener lo


mismo que el niño recién nacido, o aún más, el que vivía en el seno materno, va a luchar
por la misma seguridad que daban los padres sin hacer esfuerzo, si esto continúa al ir
creciendo ya esa protección empieza a ser sobreprotección.

La persona crece físicamente, su cuerpo aumentó de tamaño y grosor, le cambió la


voz, camina, hace travesuras, tiene amigos, va a la escuela, a la universidad, trabaja, se
enamora, se casa y continúa funcionando con los mismos sentimientos y actitudes que tenía
cuando era un bebé: Quiere que le satisfagan sus necesidades “Aquí y Ahora”, sigue
sintiéndose omnipotente y espera que a una señal o ante un gesto la gente entienda y le
sirva.

Los eternos bebés muestran una serie de características muy amplias y complejas.
No tienen que poseer todas, pero es fácil reconocer algunas o muchas de ellas, vamos a
señalar las más importantes.

1. Tienen una profunda necesidad de ser aceptados y muchas veces pierden su


identidad al esforzarse por caerle bien a todo el mundo.
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2. No soportan que se les critique ni que se les señalen sus errores, inmediatamente
se ofenden y se enojan con la persona que se atreve a señalarles algo.
3. Comúnmente son personas muy solitarias a pesar de que mucha gente los quiere
y los busca.
4. Son muy quejumbrosos y acostumbran culpar a los demás por lo que les sale
mal.
5. Juzgan la vida en términos absolutos y extremosos: O es negro O es blanco, o
esta bien o está mal.
6. Viven en el pasado y con mucho miedo al futuro.
7. Sueñan con grandes proyectos en su vida (amorosos, económicos, sociales, etc.),
pero tienen una gran incapacidad para realizarlos.
8. Se obsesionan por el dinero y por las cosas materiales.
9. No toleran estar enfermos, ni que sus seres queridos sufran alguna dolencia o
enfermedad.
10. Creen firmemente que las reglas, normas y leyes son para todo el mundo, no
para ellos.
11. Muchas veces se vuelven adictos a las emociones fuertes, les gusta la vida llena
de riesgos, y no están a gusto a menos que estén causando problemas a los que
los rodean.
12. Tienen una muy baja capacidad para tolerar la frustración que les produce el que
las cosas no salgan como ellos quieren.
13. Tienen capacidad para ser muy buenos actores y mostrar toda la gama de
sentimientos y emociones posibles, sin vivirlos realmente.
14. De alguna manera tratan siempre de ser el centro de atención en cualquier lugar,
incluyendo el hogar familiar.
15. Casi siempre sienten que sus padres trataron mejor algún hermano o hermana, y
no a ellos.
16. Normalmente son impredecibles y no se sabe como van a reaccionar.
17. Tienen muchas dificultades para expresar sus verdaderos sentimientos y una
gran habilidad para ocultarlos o transformarlos.
18. Son muy celosos y posesivos.
19. Son muy sensibles para detectar los verdaderos sentimientos de los demás. No
es fácil engañarlos.
20. Les desagrada aceptar y entender que sus actitudes tienen consecuencias sobre sí
mismos y los demás.
21. Aprenden poco o casi nada de sus propias experiencias.
22. No tienen metas claras en su vida y se les dificulta trazarlas.
23. Cuando tienen problemas, los niegan, les sacan la vuelta, o se burlan de ellos.
24. No saben esperar.
25. Normalmente son envidiosos.
26. Son egoístas.
27. Son crueles con las personas que más quieren.
28. Son dependientes de los demás y no les agrada aceptarlo
29. Pregonan cosas sobre sí mismos que poco o nada tienen que ver con su realidad
(que son muy valientes, sexualmente muy potentes, o cosas así).
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EL PROBLEMA CENTRAL.

Las personas que son adictas o dependientes a una o varias sustancias psicoactivas
sufren debido a su inmadurez a causa de eterno infante, egoísta y demandante que lleva
consigo. La inmadurez constituye un enemigo implacable y no obstante tienen que
conocerlo a fondo si quieren derrotarlo, si quieren sobrevivir.

Conviene insistir y subrayar que la inmadurez es un enemigo poderoso tan activo e


incansable como un niño de 4 años cuya vitalidad no parece tener límites y cuyas demandas
son tan grandes que nada ni nadie puede satisfacerlo del todo.

Hay que recordar también que todos de alguna manera llevamos un niño dentro y
ocasionalmente aflora y llega a mostrarse. Su exhibición sin embargo no dura mucho pues
la mente madura de nuestra personalidad lo controla y consigue regresarlo a su lugar. Eso
en circunstancias normales porque en el caso contrario cuando una sustancia psicoactiva
afecta nuestra personalidad, sucede un extraño fenómeno: La parte madura se debilita y la
parte infantil adquiere con el alcohol o la droga, un poder casi absoluto, poder que emplea
en reclamar el mal trato que se le dio; en exigir atención mediata y exclusiva; en manipular
las culpas de quienes no tomaron en cuenta o de la manera en que él quería, en organizar su
vida de acuerdo a los vaivenes de sus caprichos. Por ello se dice que en muchos adictos el
eterno infante es consecuencia del efecto que la sustancia activa ejerce sobre la
personalidad y que es ella la que lo crea o lo hace nacer de ahí también que a medida que
pasa el tiempo y aumenta el nivel de intoxicación, la madurez desaparezca gradualmente,
dejando el camino franco para que el eterno infante imponga sus absurdas e irracionales
demandas e implante su reino de inmadurez, egoísmo, envidia y destrucción. Y lo más
grave es que ese niño terrible ya no es del todo un niño: tiene un cuerpo más fuerte y posee
más conocimientos y habilidades de las que tenía en sus primeros años de vida. Su
resistencia es también mucho mayor y regresa poderoso, seductor, inteligente y bello. Es
así casi tan poderoso como un dios.

LAS DOS CARAS DEL ETERNO INFANTIL:

La sustancia psicoactiva de la que el adicto depende, va a mostrar que el adicto tiene


dos caras. Por norma general una oculta a la otra, es decir: Una es una mascara y la otra es
real. Si el adicto se muestra débil lo más seguro es que sea más fuerte. Lo mismo sucede
con la seguridad, la ternura, la confianza, en el fondo seguramente encontraremos todo lo
contrario.

Estas dos caras no las puede ver tan fácilmente el adicto, aún y cuando no esté
intoxicado. Con le fin de protegerse de los demás y proteger su droga, el adicto va a
crearse un personaje, una máscara que va a mostrar a los demás y que generalmente
encubre exactamente lo contrario de lo que aparenta. Con ejemplos vamos a entender esto:

EL POPULAR
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Cara falsa.- Si soy agradable, atractivo, magnético y la crema de las fiestas, todo mundo va
a querer ser mi amigo(a).

Cara verdadera.- Realmente no soy atractivo, más bien feo (o fea) es muy cansado estarle
sirviendo a todo el mundo. Al final se van a dar cuenta de todo.

EL AUTORITARIO

Cara falsa.- Sí me obedecen ciegamente y se dejan guiar por mí, yo les voy a enseñar como
enfrentar y solucionar problemas.

Cara verdadera.- Realmente no sé mandar ni obedecer, tampoco me gusta hacer ninguno de


estos papeles, pero prefiero que me obedezcan, que cumplan mis deseos sobre todo cuando
se trata de que me consigan alguna sustancia. Me enojo fácilmente si no lo hacen.

EL AMANTE IDEAL

Cara falsa.- Nadie se me resiste, la gente del sexo opuesto está irremediablemente a
admirarme y desearme. Gran parte de mi atractivo consiste en que no los o las respeto y
eso les gusta, si les preguntan dirán que como hombre o mujer soy lo máximo.

Cara verdadera.- La verdad es que soy inseguro (a) con los demás, además de que soy
incapaz de mantener una relación duradera y estable. A medida que pasa el tiempo, mi vida
sexual se vuelve tediosa y nada gratificante tanto para mí como para mis parejas.

EL O LA REBELDE SIN CAUSA

Cara falsa.- Siempre me gusta hacer las cosas a mi manera, no me agrada oír consejos de
nadie. Las regla fueron hechas para los demás no para mí que soy tan diferente. Que a
nadie se le ocurra decirme lo que debo hacer ,eso me ofende y provoca que finalmente lo
haga a pesar de que este prohibido.

Cara verdadera.- Todo lo que me interesa es ser el centro de atención de los demás.
Necesito que la gente me acepte y creo que solamente enojándose conmigo me toman en
cuenta.

LA VÍCTIMA

Cara falsa.- Me intoxico con sustancias porque de niño me trataron mal. Mi vida ha estado
llena de sufrimientos y congojas, nadie me ha comprendido. Pobre de mí. Si muestras que
tienes pena de mí, realmente me quieres.

Cara verdadera.- La realidad es que confundo amor y pena; prefiero sufrir para que los
demás traten de salvarme, que esforzarme en amar a alguien además caso todo el mundo
muerde el anzuelo cuando ven a alguien que ha sufrido tanto, y quieren comprender los
verdaderos motivos de mi adicción.
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EL PERFECCIONISTA

Cara falsa.- No cometo errores, soy un excelente hijo, hermano, padre, madre, trabajador.
Mi vida es ejemplar y la gente, mi familia debería de fijarse en mi e imitarme. En todo lo
que hago, soy el mejor de eso no hay duda.

Cara verdadera.- Mi perfección es tan grande y notoria que nadie se da cuenta. No soporto
que nadie me gane ni que mi familia o mi pareja quieran a otros más que a mi.

EL SIEMPRE FELIZ

Cara falsa.- Como todo me sale bien en esta vida, en las reuniones o fiestas a todo mundo
divierto, siempre soy el alma de los convivios. Siempre me invitan para levantarles el
ánimo. Todo mundo me quiere y admira mi buen humor.

Cara verdadera.- Siempre estoy esforzándome para aparentar que estoy libre de tensiones y
depresiones profundas. No me agrada que me vean triste, tengo miedo de que me rechacen,
aún que esto me cuesta mucho esfuerzo y me cansa. En realidad soy muy pesimista.

EL DEMANDANTE.

Cara falsa.- A veces de manera muy clara y explícita con palabras y también con gesto
obligo a la gente a satisfacer algunas de mis necesidades, muchas veces cosas triviales,
relevantes pero yo quiero que me complazcan, si no lo hacen es prueba que no me quieren.

Cara verdadera.- En realidad las cosas que hace por mí o para mí me satisfacen muy poco
o casi nada porque no son necesidades, son puras demandas irracionales cuyo único
objetivo es tener a las personas cerca de mí, no me gusta sentirme solo.

EL COSTOSO ESPECTÁCULO DE LAS CARETAS.

Tarde o temprano, según el caso, la gente que rodea la alcohólico o adicto se da


cuenta del juego de las representaciones y termina por no prestarle atención; por no dejarse
manipular; por rehuirle para no involucrarse. Si ama a la persona enferma, quizá se
quedará a su lado, más aunque su afecto esté bien cimentado muy a menudo termina por
apartarse o cuando menos, por reducir su relación al mínimo.

Muchos adictos afirman que el principal motivo u origen de us problema es o fue la


soledad. Hay que ser cuidadosos con esta afirmación, la verdad es que ellos(as) mismos la
provocaron empujando a la gente a alejarse.
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Esta soledad les sirvió en muchas ocasiones como excusa excelente para intoxicarse.
Pero hay un momento en que el alcohólico o adicto siente el rechazo o abandono de sus
seres queridos o de los que le rodean. Esto produce frustración, tristeza, enojo,
resentimiento, etc. constituyéndose como una excusa magnífica para beber o drogarse,
surgiendo un círculo vicioso sin fin que obliga a pagar su precio muy alto por partida doble:
las drogas o el alcohol alejan a las personas queridas, y su lejanía constituye una excusa
para seguir en la dependencia de sustancias.

LA COMBINACIÓN EXPLOSIVA Y MORTAL

La soledad tramposa en la que el alcohólico y adicto se encierran, los va a privar de


la calidez y la ternura de sus seres queridos que prefieren abstenerse de expresar sus nobles
sentimientos y se vuelven fríos o distantes. El eterno infante necesita verdaderamente estos
afectos básicos y va a proceder a buscarlos por otros lados, con otra gente, pero con
idénticos resultados. La sensación de placer, confort, y alivio de su soledad los disfraza con
el alcohol o drogas, cualesquiera que estas sean.

Con el tiempo este sentimiento de abandono, más la sustancia que entra al


organismo resultara en una combinación satisfactoria para el eterno infante que recurrirá a
la fórmula mágica que le llenará el vacío interior que le atormenta.

Al cerrarse el círculo, las consecuencias pueden ser fatales.

AQUÍ NO PASA NADA

El bebé, hasta casi los 4 años de edad, no tiene problemas, los padres se los
resuelven y hasta adivinan los que podrían presentársele. Esto es un hecho real y necesario
hasta cierto momento. Pero nuestro eterno infante que ya creció físicamente y que se
intoxica con sustancias frecuentemente, también se va a comportar de igual manera. Sus
problemas no existen , la gente tiene la obligación de velar por el o ella, y arreglarse sus
conflictos, solucionarle las tareas y obligaciones que le corresponden, o aquellas que se
echó a cuestas por sentirse muy poderosos y capaz. Así y de manera insidiosa va
desarrollándose la negación.

EL TORTUOSO CAMINO DE REGRESO

A medida que pasa el tiempo y que las intoxicaciones aumentan en frecuencia, la


persona adicta al alcohol o a las drogas va a Involucionar, es decir, va a comportarse cada
vez más como un adolescente o como un niño, según sea el caso. Su mente emprenderá un
camino hacia el pasado, hacia la vida infantil, aunque su cuerpo y necesidad de intoxicarse
sigan creciendo (es lo único que realmente evoluciona). No es posible que haya
crecimiento o enriquecimiento de la personalidad si hay de por medio abuso o dependencia
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de alcohol o drogas. Decimos que sucede lo contrario a las leyes naturales del desarrollo
humano.

Este camino de regreso en algunos casos ya no ofrece otra salida más que la de
destrucción total de la persona adicta. El tiempo que va a tomar el recorrerlo es
desconocido. A algunas personas les toma algunos meses a otras muchos años, por
desgracia no es un camino que se recorre solo (ya que el eterno infante, al igual que el niño
no soporta la soledad), sino que se acompaña de personas queridas, cercanas, interesadas en
salvarlo y que por estar emprendiendo esta lucha titánica de rescate se olvidan de sí
mismos, sumergiéndose en el torbellino sin fin de esta enfermedad que no tiene fondo.

EL TRIÁNGULO PERFECTO.

Abandonar la sustancia, asistir a juntas de grupos de autoayuda, A.A. y N.A., y el


autoconcerse son los puntos básicos los elementales y necesarios para encerrar al eterno
infante en un lugar que no dé tantos problemas (en lo más recóndito de tu alma), y así
facilitar el crecimiento al que nos empuja la vida. Si algún adicto no completa las 3 fases
de este movimiento hacia la supervivencia, lo más probable es que no crezca.

Se puede trazar uno solo de los ángulos y el resultado será siempre insatisfactorio.
Hay gente que cree que el puro autoconocimiento va a salvarlo (este es un tipo de persona
que se cree Dios), o que el solo hecho de dejar de beber o drogarse le va a permitir manejar
su vida, también existe el que deja de usar su sustancia tóxica favorita, asiste a los grupos
de autoayuda pero no le interesa conocerse ¿Qué puede pasar si no se completa el
triángulo? La respuesta es sencilla: la persona sigue deseando intoxicarse y por desgracia,
lo hará tan pronto haya un problema que no pueda enfrentar o tolerar.

Si realmente se quiere mejorar, vivir una vida más tranquila y crecer en serio, es
necesario completar el triángulo, cerrarlo, repasarlo día con día, sin treguas. Para esto de
las adicciones no existe descanso ni excusa alguna. La compulsión, la necesidad imperiosa
de volver a beber, a fumar marihuana, cocaína, a inyectarse, tomar o inhalar cualquier
sustancia psicoactiva, es enorme, tiene la fuerza del mar embravecido y no es nada fácil
detenerlo. Este triángulo es como una barca de salvación en donde protegerse o asirse
cuando la tempestad arrecia.

Una de las tres caras del triángulo es el que hoy nos ocupa: El conocerse a sí
mismo. La tarea tiene que ser constante, volverse un hábito, practicarlo todos los días
desde que amanece. En este lado del crecimiento hay personas capacitadas que pueden
ayudar (sacerdote, consejeros, psicólogos, terapeutas, psiquiatras, etc.) señalando las caras
de la inmadurez, en los grupos de autoayuda existen los padrinos.

Resumiendo: Hay varias maneras de crecer, varios métodos, hasta aquí hemos
mencionado tres muy concretos, cada uno de los cuales implica un esfuerzo no mayor que
el de vivir bien. Si se decide a recorrer el arduo camino de regreso hacia la madurez –
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camino que no se recorre solo -, no olvide que este proceso estará lleno también de
compañías cálidas, afectuosas y comprensivas.

El alcohólico o el adicto activo que quiere dejar de serlo no está solo. Siempre
encontrarán a su lado a un familiar o amigo capaz de entender el problema porque también
sufre, y un Poder Superior que ama al hijo descarriado y lo perdona. En fin, el crecimiento
es una obligación de cualquier ser vivo, es posible, no es una ilusión o una tarea que
requiera esfuerzos sobrehumanos.

Para el que quiere crecer siempre habrá una mano abierta, tendida muy cerca del
remolino de la enfermedad y pisando tierra firme. Es sólo cuestión de pedir ayuda, lo
demás poco a poco, irá apareciendo.

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