Bosquejos Estudio de Cristalización de Jeremías
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Bosquejos Estudio de Cristalización de Jeremías
estudio de cristalización
Jeremías
y
Lamentaciones
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timiento escrito de la Editorial.
ISBN 978-1-5360-0913-2
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BOSQUEJOS DEL ESTUDIO DE CRISTALIZACIÓN
Mensaje uno
Jeremías, el profeta de tierno corazón
del Dios de tierno corazón
Lectura bíblica: Jer. 1:1, 4-8, 10, 18-19; 4:19; 9:1, 10; 13:17
I. Jeremías era sacerdote por nacimiento, pero fue llamado
por Dios para ser un profeta no solamente para la nación de
Israel, sino también para todas las naciones; por tanto, él era
un sacerdote-profeta—Jer. 1:1, 4-8.
II. Jehová puso a Jeremías sobre las naciones y sobre los reinos,
para arrancar y para derrocar, para destruir y para derribar,
y para edificar y para plantar—v. 10:
A. Arrancar, derrocar y destruir denotan que Jehová derriba, mien-
tras que edificar y plantar denotan que Jehová exalta.
B. Esto corresponde a los dos significados del nombre Jeremías:
“Jehová exalta” y “Jehová derriba”.
III. Jehová puso a Jeremías por ciudad fortificada, por columna
de hierro y por muros de bronce contra toda la tierra, los
reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la
tierra; ellos pelearían contra él, pero no prevalecerían con-
tra él—vs. 18-19:
A. Sobre la tierra se libra permanentemente una guerra entre Dios
y aquellos que se oponen a Él y combaten contra Él—Ef. 6:12.
B. Dios no combate directamente por Sí mismo, sino por medio de
Sus siervos que han sido enviados por Él—1 Ti. 1:18; 6:12; 2 Ti.
4:7.
C. Dios envió Su ejército —un joven llamado Jeremías— a comba-
tir contra aquellos que se oponían a Dios:
1. Jeremías fue equipado por Dios al grado que llegó a conver-
tirse en una ciudad fortificada, en columna de hierro y en
muros de bronce—Jer. 1:18.
2. Aquellos que pelearon contra Jeremías —el ejército de Jehová
conformado por una sola persona— en realidad peleaban con-
tra Jehová—v. 19a.
3. Nadie habría de derrotarlo debido a que Jehová estaba con
él—v. 19b.
IV. Jeremías fue un vencedor que habló por Dios—vs. 9-10; 2:1-2:
A. En la era de la tipología, los vencedores fueron los profetas; todos
los profetas genuinos fueron vencedores.
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Mensaje dos
El núcleo del libro de Jeremías
Lectura bíblica: Jer. 2:13; 17:9; 13:23; 23:5-6; 33:16; 31:33-34
I. El núcleo del libro de Jeremías incluye tres asuntos: lo que
Dios desea de nosotros, lo que somos en nuestra condición
caída y lo que Cristo es para nosotros; a fin de ver estas tres
cosas necesitamos “quebrar” la cáscara de Jeremías y con-
centrarnos en el núcleo que está adentro, el cual es la ense-
ñanza completa de toda la Biblia.
II. Lo que Dios desea de nosotros se menciona principalmente en
Jeremías 2:13, donde se revela que nuestro Dios es la fuente
de aguas vivas:
A. La intención de Dios en Su economía es ser la fuente, el origen, de
aguas vivas, y así satisfacernos para nuestro disfrute; Él quiere
que lo tomemos como el origen, la fuente, de nuestro ser; la única
manera de tomar a Dios como fuente de aguas vivas consiste en
beber de Él día tras día—v. 13; 1 Co. 12:13; Ro. 11:36:
1. Esto requiere que invoquemos al Señor continuamente (dando
gracias, regocijándonos, orando y alabando) y que saquemos
con gozo aguas de Él, quien es la fuente de aguas vivas—Is.
12:3-4; Jn. 4:10, 14; Ro. 10:12; 1 Ts. 5:16-18; 4:3a.
2. Isaías 12:3 nos muestra que la manera en que podemos reci-
bir a Dios como nuestra salvación consiste en sacar aguas de
los manantiales de salvación, esto es, beber de Él—Sal. 36:8;
Jn. 4:14; 7:37; 1 Co. 12:13; Ap. 22:17; 1 Cr. 16:8; Sal. 105:1;
116:1-4, 12-13, 17:
a. Fue con el propósito de ser nuestra salvación que el Dios
Triuno pasó por un proceso a fin de llegar a ser el Espí-
ritu vivificante en calidad de agua viva, el agua de vida; en
términos prácticos, la salvación de Dios es el propio Dios
Triuno procesado, como agua viva—1 Co. 15:45; Jn. 7:37-39;
Ap. 7:17; 21:6; 22:1, 17.
b. La fuente es el origen, el manantial es lo que mana de la
fuente, su fruto, y el río es la corriente que f luye; la expre-
sión los manantiales de salvación implica que la salvación
es el origen, esto es, la fuente; Dios como nuestra salva-
ción es la fuente (Is. 12:2), Cristo es los manantiales de sal-
vación que nosotros disfrutamos y experimentamos (Jn.
4:14), y el Espíritu es la corriente de esta salvación que
f luye en nosotros (7:38-39).
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III. Otro aspecto del núcleo del libro de Jeremías es que deja
al descubierto lo que nosotros somos en nuestra condición
caída:
A. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, ⁄ e incurable; ⁄
¿quién lo conocerá?”—17:9:
1. Incluso lo dicho aquí con respecto al engañoso e incurable co-
razón del hombre guarda relación con la economía de Dios y
Su impartición; aunque el corazón del hombre es corrupto
y engañoso y su condición es incurable, incluso tal corazón
puede convertirse en una tabla en la cual Dios escribe Su ley
de vida—31:33; cfr. 2 Co. 3:3.
2. Esto revela que Dios tiene la manera de impartirse en el hom-
bre; una vez que Dios ha entrado en el hombre, Él se exten-
derá del espíritu del hombre a su corazón; ésta es la manera
de proceder de Dios, conforme a Su economía, al tratar con el
corazón del hombre caído.
B. “¿Podrá cambiar el cusita su piel, ⁄ o el leopardo sus manchas? ⁄
Entonces también podríais vosotros hacer el bien, ⁄ quienes es-
táis acostumbrados a hacer el mal”—Jer. 13:23:
1. Habiendo abandonado a Dios, que es el origen, la fuente de
aguas vivas (2:13), Israel se tornó malvado, teniendo una natu-
raleza pecaminosa e inalterable, como la piel del cusita y como
las manchas del leopardo, las cuales no pueden ser cambiadas;
esto pone en evidencia la verdadera condición del hombre
caído.
2. Como seres humanos caídos, en nosotros mismos, por nosotros
mismos y con nosotros mismos somos incurables e inaltera-
bles—Ro. 7:18; Mt. 12:34-35; 15:7-11, 18-20; 1 Cr. 28:9; cfr. Ez.
36:26-27; Jer. 32:39-40.
C. Todo aquel que verdaderamente ve una visión del Señor en Su
gloria es iluminado en su conciencia con respecto a su propia
inmundicia; cuánto comprendemos de nosotros mismos depende
de cuánto vemos al Señor—Is. 6:5; Jn. 12:41; Job 42:5-6; cfr. Lc.
5:8:
1. Cuanto más vemos al Señor y somos puestos al descubierto,
más somos lavados; nuestra comunión con el Señor necesita
ser mantenida por el lavamiento constante de la sangre del
Señor—1 Jn. 1:7, 9.
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Mensaje tres
Los dos males del pueblo de Dios
y la fidelidad de Dios en llevar a cabo Su economía
Lectura bíblica: Jer. 2:13; Sal. 36:8-9;
Jn. 4:10, 14; 7:37-39; 1 Co. 10:4; 12:13
I. Jeremías, un libro que habla abundantemente sobre el pe-
cado de Israel así como sobre la ira de Dios, Su disciplina y
Su castigo, revela que la intención de Dios en Su economía es
ser la fuente, el origen, de aguas vivas a fin de impartirse en
Su pueblo escogido para satisfacción y gozo de ellos, con la
meta de producir la iglesia, el complemento de Dios, en cali-
dad de aumento, agrandamiento, de Dios para que ella llegue
a ser la plenitud de Dios a fin de ser Su expresión; el núcleo
de la revelación divina consiste en que Dios nos creó y nos re-
dimió con el propósito de forjarse en nosotros para ser nues-
tra vida y nuestro todo—2:13; Sal. 36:8-9; Jn. 3:29-30; 4:10, 14;
7:37-39; Ap. 7:17; Ef. 3:16-19:
A. Cristo, la roca viva y espiritual, fue herido por la autoridad de la
ley de Dios para que el agua de vida en resurrección pudiera fluir
de Él y entrar en Su pueblo redimido para que ellos beban—Éx.
17:6; 1 Co. 10:4.
B. El hecho de que bebamos de un solo Espíritu en resurrección nos
hace miembros del Cuerpo, nos edifica como Cuerpo y nos prepara
para ser la novia de Cristo—12:13; Ap. 22:17.
II. “Dos males ha cometido Mi pueblo: ⁄ me han abandonado a
Mí, ⁄ fuente de aguas vivas, ⁄ a fin de cavar para sí cisternas, ⁄
cisternas rotas, ⁄ que no retienen agua”—Jer. 2:13:
A. Israel debió haber bebido de Dios, la fuente de aguas vivas, a fin
de convertirse en Su aumento, que es Su expresión, pero en lugar
de eso, ellos cometieron dos males:
1. Abandonaron a Dios como su fuente, su origen, y se volvieron
a otra fuente que no era Dios mismo; estos dos males rigen
todo el libro de Jeremías.
2. Cavar cisternas retrata el esfuerzo de Israel en su labor hu-
mana para hacer algo (los ídolos) que reemplace a Dios.
3. Que las cisternas estén rotas y no puedan retener agua indica
que aparte de Dios mismo impartido en nosotros como agua
viva, nada puede saciar nuestra sed y hacer de nosotros el
aumento de Dios para ser Su expresión—Jn. 4:13-14.
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2 Co. 11:30-33; Col. 1:24; 2 Co. 1:5; Fil. 3:10; Ap. 1:9; 2 Ti.
2:10; 3:12.
4. Cuando creímos en el Señor Jesús, tal vez teníamos la expec-
tativa de gozar de paz y bendiciones externas, pero en lugar
de ello quizás tuvimos muchos problemas y perdimos nuestra
seguridad, nuestra salud o nuestros bienes; cuando algunos
cristianos experimentan tales cosas, ellos tal vez cuestionen
la fidelidad de Dios y se pregunten por qué Él no impidió que
tales tribulaciones les sobrevinieran—Hch. 14:22; 1 Ts. 3:2-5.
5. Necesitamos comprender que al permitir que tengamos pro-
blemas, Dios es fiel en Su propósito en cuanto a volvernos de
los ídolos y traernos de regreso a Sí mismo; nuestra paz, segu-
ridad, salud y posesiones pueden llegar a ser ídolos para noso-
tros, pero Dios es fiel en cuanto a quitar esas cosas a fin de
que podamos beber de Él como fuente de aguas vivas.
6. Por ejemplo, si nuestra casa o nuestros bienes se convierten
en ídolos para nosotros, bebemos de estas cosas y no de Dios;
la fidelidad de Dios consiste en tomar medidas con respecto
a tales ídolos y en hacer que bebamos de Él—Sal. 36:8.
7. Dios es fiel en conducirnos a entrar en Su economía (1 Co. 1:9;
1 Ts. 5:23-24), y Su economía consiste en que nosotros beba-
mos a Cristo, comamos a Cristo, disfrutemos a Cristo, absor-
bamos a Cristo y asimilemos a Cristo, para que Dios pueda
obtener Su aumento con nosotros a fin de llevar a cabo Su
economía.
8. Necesitamos ver que nosotros no somos mejores que Israel;
todo puede convertirse en un ídolo para nosotros, pero Dios
es fiel en llevar a cabo Su economía; en Su fidelidad Él toma
medidas con respecto a nuestros ídolos a fin de que podamos
beber de Él; todos necesitamos beber de Dios como fuente de
aguas vivas, recibiendo a Cristo en nuestro ser y asimilán-
dolo, de modo que Él pueda aumentar para el cumplimiento
de la economía de Dios a fin de que obtenga Su expresión por
medio de nosotros como Su complemento—Jn. 3:29-30.
B. Si nos damos cuenta de que hemos sido infieles a Dios, nos pode-
mos arrepentir y llorar, pero luego deberíamos comenzar a beber
de las aguas vivas, alabando a Dios, dándole gracias por todo y
disfrutándolo (1 Ts. 5:16-18); esto es lo que Dios quiere; Dios no
está interesado en nada más que nuestro disfrute de Cristo:
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Mensaje cuatro
Las palabras de Dios:
el suministro divino como alimento
Lectura bíblica: Jer. 15:16; Dt. 8:3; Mt. 4:4;
Jn. 5:39-40; 6:50-51, 57, 63; Col. 3:16
I. “Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí”—Jer. 15:16a:
A. En la Biblia primero tenemos a Dios y luego tenemos el hablar
de Dios, la palabra que sale de Su boca—Gn. 1:1, 3; Mt. 4:4.
B. Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios; por tanto, las
palabras en las Escrituras son las palabras que salen de la boca
de Dios—2 Ti. 3:16.
C. La Biblia, la Palabra de Dios, es la corporificación de Dios, Cristo,
el Espíritu y la vida—Jn. 1:1, 4; 6:63; 14:6,17, 20; 15:7; 1 Jn. 1:1;
Ro. 8:2.
D. La Biblia, la Palabra de Dios, está compuesta de tres elementos:
Cristo, la muerte de Cristo y la resurrección de Cristo—Fil. 1:20-21;
2:16; 3:10-11; 4:13.
E. Las palabras habladas por el Señor Jesús son espíritu y son
vida— Jn. 6:63:
1. Las palabras que el Señor habla son la corporificación del
Espíritu de vida—Ro. 8:2.
2. Cristo ahora es el Espíritu vivificante en resurrección, y el
Espíritu se halla corporificado en Sus palabras—1 Co. 15:45;
2 Co. 3:17; Jn. 1:1, 4; 6:63.
3. Cuando recibimos Sus palabras al ejercitar nuestro espíritu,
obtenemos el Espíritu, quien es vida—5:39-40.
F. La palabra de Dios es el suministro divino como alimento que
nos nutre—Dt. 8:3; Mt. 4:4:
1. El concepto divino en cuanto a la palabra de Dios es que ésta
es alimento por el cual somos nutridos—1 Co. 3:1-2a; He.
5:12-14.
2. La palabra de Dios es Dios mismo como nuestro alimento—
Jn. 1:1, 4, 14; 6:33, 51, 57.
3. El Señor Jesús tomó la palabra de Dios contenida en las Es-
crituras como Su pan y vivió por ella—Mt. 4:4.
4. Toda palabra que sale de la boca de Dios es alimento espiri-
tual que nos nutre; éste es el alimento por el cual debemos
vivir—Jn. 6:51, 57.
5. Por medio de la palabra como nuestro alimento, Dios imparte
Sus riquezas en nuestro ser interior a fin de que seamos cons-
tituidos de Su elemento.
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Mensaje cinco
Dios como nuestro Alfarero soberano
nos hizo Sus vasos, Sus recipientes,
para que lo contuviéramos a Él
Lectura bíblica: Jer. 18:1-10; Is. 64:8;
Ro. 9:15-16, 19-23; Hch. 9:15; 2 Co. 4:6-7
I. Dios, nuestro Alfarero soberano, tiene el derecho absoluto
sobre nosotros, Su objeto de alfarería; es crucial que veamos
una visión de la soberanía de Dios—Jer. 18:1-10; Is. 64:8; Dn.
4:3, 34-35; Ro. 9:19-23:
A. La soberanía se refiere a la autoridad, el poder y la posición ili-
mitados de Dios—Ap. 4:11; 5:13:
1. Como Aquel que es soberano, Dios está por encima de todo,
detrás de todo y en todo—1 R. 22:19.
2. Dios tiene la plena capacidad de llevar a cabo lo que Él quiere
conforme al deseo de Su corazón y conforme a Su economía
eterna—Dn. 4:34-35; Ef. 1:4-5, 9-11.
B. Romanos 9:19-23 se refiere a la soberanía de Dios:
1. “¿Quién resiste a Su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién
eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el objeto moldeado
al que lo moldeó: Por qué me has hecho así?”—vs. 19b-20:
a. Necesitamos darnos cuenta de quiénes somos; somos cria-
turas de Dios, y Él es nuestro Creador—Is. 42:5.
b. Por ser Sus criaturas, no deberíamos resistir a Su propó-
sito ni altercar con Él, el Creador—Ro. 9:20.
2. “¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro, para hacer de
la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?”—
v. 21:
a. Dios es nuestro Alfarero, y nosotros somos el barro en Sus
manos; Dios, nuestro Alfarero, es soberano—Jer. 18:1-6;
Is. 64:8.
b. Como nuestro Alfarero, Dios tiene el derecho absoluto sobre
nosotros; con respecto a nosotros, Él tiene derecho a hacer
todo lo que Él desee; si Dios quiere, Él puede hacer un vaso
para honra y otro para deshonra—Jer. 18:6; Is. 29:16; 64:8;
Ro. 9:21.
C. La soberanía de Dios es la base de Su elección; Su elección depende
de Su soberanía—vs. 11, 18; 11:5, 28.
II. Dios, nuestro Alfarero, nos ha creado soberanamente como
Sus vasos, Sus recipientes, para contenerlo a Él mismo según
Su predestinación—2 Co. 4:6-7; Ef. 4:6; 3:19b; Fil. 2:13; He.
13:20-21; 1 Ti. 3:16; 2 Ti. 2:20-21; Ef. 1:5, 11:
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Mensaje seis
El principio de ser uno con Dios según se revela
en el libro de Jeremías
Lectura bíblica: Gn. 2:8-9, 16-17;
Jer. 2:13; 15:16, 19; 23:5-6; 31:31-34; 40:5-6, 13-14
I. El deseo que Dios tiene de ser uno con el hombre y que el
hombre sea uno con Él puede ser visto en el parecido que
existe entre Dios y el hombre en cuanto a imagen y semejanza:
A. No hubo una “especie humana” creada por Dios en la creación
que Él efectuó; más bien, lo que Dios creó fue según Su propia
especie, es decir, la especie de Dios; Dios creó al hombre con el
aliento de vida para que tuviera un espíritu con el cual el hom-
bre pueda contactarle y recibirle—Gn. 1:24-26; 2:7.
B. En Génesis 18:2-13, tres varones se le aparecieron a Abraham;
uno de estos varones era Cristo —Jehová— y los otros dos eran
ángeles (19:1); esto significa que dos mil años antes de Su encarna-
ción, Dios se manifestó como hombre cuando visitó a Su amigo
Abraham—2 Cr. 20:7; Is. 41:8; Jac. 2:23.
C. El Ángel de Dios (Dios, Jehová, un varón de Dios, Cristo) se le apa-
reció a Manoa y a su mujer antes de la encarnación de Cristo—
Jue. 13:3-6, 22-23.
D. Daniel vio una visión de Cristo como Hijo del Hombre antes de
la encarnación de Cristo; según Daniel 7:13-14, Daniel vio al Hijo
del Hombre que venía con las nubes de los cielos, e incluso Él
llegó hasta el Anciano de Días —el Dios de la eternidad— y le
hicieron acercarse delante de Él; a Él le fue dado dominio, gloria
y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvie-
ran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y Su reino
es uno que no será destruido.
E. Adán constituyó un tipo, una prefigura, de Cristo—Ro. 5:14.
F. Cristo es la imagen del Dios invisible—Col. 1:15.
G. La Palabra (Dios) se hizo carne (Jn. 1:14), viniendo en semejanza
de carne de pecado (Ro. 8:3) y sin tener el pecado de la carne (2 Co.
5:21; He. 4:15).
H. Cristo, quien existe en forma de Dios, tomó la forma de esclavo,
haciéndose semejante a los hombres y hallado en Su porte exte-
rior como hombre, en Su encarnación—Fil. 2:6-8.
I. Esteban vio los cielos abiertos y al Hijo del Hombre —Cristo—
a la diestra de Dios (Hch. 7:56); esto indica que después de la
ascensión de Cristo a los cielos, Él continúa siendo el Hijo del
Hombre (véase Himnos, #68).
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uno con nuestro Dios, quien no sólo está entre nosotros, sino
también en nuestro ser, lo cual nos hace hombres que tienen
a Dios: Dios-hombres:
A. Por ser Dios-hombres, debemos poner en práctica ser uno con el
Señor, andar con Él, vivir con Él y hacer que todo nuestro ser
esté con Él (Ro. 8:4; 2 Co. 2:10; Gá. 5:16, 25); ésta es la manera
de andar como cristianos, combatir como hijos de Dios y edificar
el Cuerpo de Cristo; si tenemos la presencia del Señor al ser uno
con Él, tendremos sabiduría, discernimiento, previsión y el cono-
cimiento intrínseco de las cosas; la presencia del Señor lo es todo
para nosotros.
B. La terquedad de los hijos de Israel obstinados en pecar contra
Dios se debía a que no eran uno con Dios (Jer. 42:1—43:2); si ellos
hubieran sido uno con Dios, habrían recibido la palabra de Dios
y habrían conocido Su corazón, Su naturaleza, Su mente y Su pro-
pósito; más aún, ellos espontáneamente habrían vivido a Dios y
habrían sido constituidos de Él a fin de ser Su testimonio sobre
la tierra.
C. Los que no son uno con Dios no acatan Su voluntad y beneplá-
cito, sino que expresan sus opiniones y van en pos de sus prefe-
rencias; hacer esto es abandonar a Dios como el origen, la fuente,
de aguas vivas y cavar cisternas rotas que no pueden retener
agua—2:13.
V. A fin de ser uno con Dios, necesitamos que Cristo como
Renuevo de David sea nuestra redención y justificación; esto
introduce al Dios Triuno en nosotros para que sea nuestra
vida, nuestra ley interior de vida, nuestra capacidad y nues-
tro todo a fin de impartirse a Sí mismo en nuestro ser para
llevar a cabo Su economía; éste es el nuevo pacto (31:33); al
final, conoceremos a Dios, viviremos a Dios y llegaremos a
ser Dios en vida y naturaleza, mas no en la Deidad, para que
podamos ser Su expresión corporativa como la Nueva Jeru-
salén—23:5-6; 31:31-34; Ap. 21:2.
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Mensaje siete
Conocer a Jehová, el Dios eterno,
en Su benevolencia amorosa,
Sus compasiones y Su fidelidad
Lectura bíblica: Jer. 2:19; 10:10a; 11:20;
20:12; Lm. 3:22-25; 5:19
I. Jeremías a menudo se dirigió a Dios como Jehová de los
ejércitos—Jer. 2:19; 5:14; 6:9; 7:21; 9:7, 15, 17; 11:17; 20:12:
A. “Jehová es el Dios verdadero; ⁄ Él es el Dios vivo y el Rey eter-
no”—10:10a:
1. Jehová significa “Yo soy el que soy”, lo cual indica que Jehová
es el Eterno, Aquel que era en el pasado, que es en el presente,
y que será en el futuro por siempre—Éx. 3:14; Ap. 1:4:
a. Jehová es el Dios que existe por Sí mismo y para siempre;
Él existe eternamente, pues no tiene principio ni fin—Éx.
3:14.
b. Yo soy denota a Aquel cuyo ser no depende de nada que
no sea Él mismo—Jn. 8:24, 28, 58.
2. Jehová es el único que es, y debemos creer que Él es—He.
11:6.
3. Como el Yo Soy, Jehová es Aquel que es todo-inclusivo, la rea-
lidad de toda cosa positiva y de todo cuanto necesite Su pue-
blo—Jn. 6:35; 8:12; 10:14; 11:25; 14:6.
4. Aparte de Jehová, todo lo demás es nada; Él es el único que
es, el único que tiene la realidad de ser—He. 11:6.
B. “Oh Jehová de los ejércitos, que juzgas con justicia, ⁄ Tú, que
pruebas las partes internas y el corazón”—Jer. 11:20:
1. El título Jehová de los ejércitos indica que Jehová Dios es el
Poderoso, el Señor de todo el ejército celestial, el Comandante
de todo el ejército—20:12; 30:8; 48:1; 50:18; 1 R. 22:19.
2. Jehová de los ejércitos es el Rey de gloria, Aquel que es fuerte
y valiente; Él es Jehová de los ejércitos—Sal. 24:8, 10.
3. El Rey de gloria, Jehová de los ejércitos, es el Dios Triuno
consumado que está corporificado en el Cristo victorioso y
venidero.
4. Por ser el Cristo encarnado, crucificado y resucitado, el Rey
de gloria viene a poseer la tierra y tomarla como Su reino:
a. Jehová de los ejércitos hace cesar las guerras hasta los
fines de la tierra; Él será exaltado entre las naciones y Él
será exaltado en la tierra—46:9-10.
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Mensaje ocho
La economía de Dios con Su impartición
en el libro de Jeremías
Lectura bíblica: Jer. 2:13; 15:16; 17:7-8, 19-27;
23:5-6; 31:31-34; He. 8:8-12
I. Jeremías 17:7-8 dice: “Bendito el varón que confía en Jehová, ⁄
y cuya confianza es Jehová. ⁄ Será como árbol trasplantado
junto a las aguas, ⁄ que echa sus raíces junto a la corriente, ⁄ y
no temerá cuando llegue el calor; ⁄ porque sus hojas esta-
rán frondosas, ⁄ y en el año de la sequía no se inquietará ⁄ ni
dejará de dar fruto”:
A. Estos versículos pueden entenderse de dos maneras diferentes:
conforme al entendimiento natural o conforme a la economía de
Dios; estos versículos no se relacionan con algo superficial en
cuanto a confiar en Dios a fin de recibir bendiciones materiales;
en realidad, estos versículos se refieren a la economía de Dios
que se lleva a cabo por medio de Su impartición:
1. La revelación aquí muestra que, conforme a la economía de
Dios, aquel que confía en Dios es como árbol trasplantado
junto a las aguas, las cuales representan a Dios mismo como
fuente de aguas vivas (2:13a); nosotros no sólo confiamos en
Dios, sino que Dios mismo es nuestra confianza en Él.
2. El árbol junto a las aguas crece al absorber en su interior
todas las riquezas del agua; éste es un cuadro de la imparti-
ción de Dios; a fin de recibir la impartición divina, nosotros,
los árboles, tenemos que absorber a Dios, el agua viva que se
imparte en nuestro ser a fin de llegar a ser nuestro propio
elemento constitutivo.
B. El pensamiento aquí es el mismo que en 1 Corintios 3:6, donde
Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado
Dios”; regar tiene como fin que el árbol absorba, y absorber equi-
vale a recibir la impartición de Dios:
1. El árbol crece al tener a Dios como Suministrador y suminis-
tro; el suministro es las riquezas del Dios que suministra, las
cuales son impartidas en nosotros, las plantas, para que poda-
mos crecer a la medida de Dios; finalmente, las plantas y Dios,
Dios y las plantas, llegan a ser uno, ya que tienen el mismo
elemento, esencia, elemento constitutivo y apariencia—Col.
2:19.
2. Todos necesitamos ver el significado crucial de absorber a
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Mensaje nueve
El juicio de Dios sobre Egipto y Babilonia
Lectura bíblica: Jer. 46:2-28; 50:1, 8-16;
51:6-9, 24-25, 28-37, 44-45, 58-64
I. El libro de Jeremías nos presenta un cuadro de la venida de
Dios para castigar y juzgar a las naciones, las cuales tipifican
aspectos del mundo—46:2; 47:1; 48:1; 49:1, 7, 23, 28, 34; 50:1:
A. Al hablar sobre las naciones, Jeremías menciona primero a Egipto
(46:2-28) y por último a Babilonia (caps. 50—51):
1. Esto indica que, según la perspectiva de Dios, el mundo es
primero egipcio y después babilónico.
2. Según el cuadro en el libro de Jeremías, la última nación en
ser juzgada es Babilonia; cuando Dios juzgue a Babilonia, Su
juicio sobre las naciones se habrá completado.
B. Para el cumplimiento de la economía de Dios, la iglesia, el pue-
blo elegido de Dios en el Nuevo Testamento, debe estar separado
del mundo en todos sus aspectos—Jn. 17:14, 16; Ro. 12:2; 1 Jn.
2:15-17.
II. Jeremías 46:2-8 habla del juicio que Dios ejerce sobre Egipto:
A. Egipto tipifica al mundo en lo referido a ganarse el sustento y
obtener disfrute, con lo cual Satanás —el príncipe de este mundo,
tipificado por Faraón, el gobernador de Egipto— ocupa y usurpa
al pueblo que Dios escogió con miras a Su economía—Gn. 12:10;
41:57—42:3; Nm. 11:4-6; He. 11:25; Jn. 12:31:
1. La nación de Egipto representa el reino de las tinieblas, la
autoridad de las tinieblas—Col. 1:13; Mt. 12:26.
2. El mundo no es una fuente de disfrute; es un lugar de tiranía,
y cada aspecto del mundo es una forma de tiranía—Gá. 4:8.
3. En el mundo, Satanás mantiene al pueblo escogido de Dios,
aquellos destinados para el cumplimiento del propósito de
Dios, bajo su mano usurpadora—Ef. 2:2; Lc. 13:11-12:
a. Una cosa es existir, pero otra cosa es existir para el pro-
pósito divino—Ro. 8:28; Ef. 1:11; 3:11; 2 Ti. 1:9.
b. Satanás ha usurpado a las personas de modo que sólo se
preocupan por su propia existencia, no por el propósito de
Dios en la existencia de ellos—Mt. 6:25, 31-33.
4. Un aspecto del propósito por el cual Dios nos llamó consiste
en usarnos para sacar a otros de la usurpación y tiranía de
Satanás y el mundo—Hch. 26:18; Ef. 3:9.
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Mensaje diez
La promesa, la profecía, el remanente y el recobro
Lectura bíblica: Jer. 25:11; 29:10-11, 14;
30:1-3, 10-11, 16-19; 31:1-9, 11-13; 33:6
I. Dios escogió a los hijos de Israel e hizo de ellos Su pueblo
como un tipo de la iglesia—Ro. 9:11-13; Hch. 7:38:
A. Los hijos de Israel, como pueblo escogido de Dios, constituyen el
tipo colectivo más importante de la iglesia—1 Co. 10:1-11.
B. En este tipo podemos ver que la iglesia es escogida y redimida por
Dios, disfruta a Cristo y al Espíritu como su suministro de vida,
edifica la morada Dios, hereda a Cristo como su porción, cae en
degradación y es llevada en cautiverio, es recobrada y espera la
venida de Cristo.
II. Jehová prometió que haría volver de la cautividad a Israel y
que los llevaría de regreso a su tierra—Jer. 16:15; 30:1-3, 10-11,
16-19; 31:1-9, 11-13:
A. “Sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, declara Jehová,
pensamientos de paz y no de mal, para daros un porvenir y una
esperanza”—29:11.
B. “Con amor eterno ciertamente te he amado; ⁄ por eso, te he
atraído con benevolencia amorosa”—31:3.
C. “Os haré volver de vuestra cautividad, y os juntaré de todas las
naciones y de todos los lugares adonde os expulsé, declara Jehová,
y os haré regresar al lugar de donde os envié al destierro”—29:14.
D. “Te edificaré de nuevo, y serás edificada, ⁄ oh virgen de Israel. ⁄
Una vez más te adornarás con tus panderos, ⁄ y saldrás a las
danzas de los que se divierten”—31:4.
E. “Vendrán y cantarán en lo alto de Sion, ⁄ y af luirán a la bondad
de Jehová […] ⁄ y su alma será como huerto regado, ⁄ y nunca
más languidecerán”—v. 12.
F. “Cambiaré su duelo en alegría, ⁄ los consolaré y los alegraré des-
pués de su tristeza”—v. 13.
III. Jeremías profetizó que el cautiverio de Israel en Babilonia
sería por setenta años—25:11:
A. Lo dicho en cuanto a los setenta años fue un consuelo para Jere-
mías, asegurándole que la situación miserable de su país y su
pueblo, del templo y de la ciudad, duraría solamente setenta
años—29:10; Zac. 7:5.
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Mensaje once
Pastores según el corazón de Dios
Lectura bíblica: Jer. 2:8; 3:15; 10:21; 23:1-4; Is. 40:11;
Ez. 34:11-31; Jn. 10:11; He. 13:20-21; 1 P. 2:25; 5:2, 4; Ap. 7:16-17
I. Jehová habló por medio del profeta Jeremías acerca de los
pastores, los gobernantes—Jer. 2:8; 10:21:
A. Los pastores, los gobernantes, transgredieron contra Jehová; ellos
no buscaron a Jehová, y su ganado, su rebaño, fue dispersado—
2:8; 10:21.
B. Los pastores destruyeron y dispersaron las ovejas de los pastos
de Jehová—23:1-2.
C. Jehová prometió que recogería el remanente de Su rebaño y lo
haría volver a sus pastos, y que levantaría sobre ellos pastores que
los pastorearían, y ellos serían fructíferos y se multiplicarían—
vs. 3-4.
D. Jehová prometió darle a Israel pastores según Su propio corazón;
tales pastores le darían al pueblo de Dios el debido conocimiento
y entendimiento de Dios—3:15.
II. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento reve-
lan a Cristo como el Pastor según el corazón de Dios—Is. 40:11;
Ez. 34:11-31; Jn. 10:11; He. 13:20-21; 1 P. 2:25; 5:4; Ap. 7:16-17:
A. Como el Poderoso, Aquel que gobierna y juzga, Cristo viene para
ser un Pastor; Él cuida de Su rebaño al regir y corregir Sus ovejas
y al apacentar Su rebaño, al recoger a los corderos en Su brazo,
al llevarlos en Su seno y al conducir a las que están criando—
Is. 40:10-11; Mt. 2:6; 9:36.
B. Ezequiel 34:11-31 profetiza que el propio Señor vendrá como
Pastor para ir en pos de Sus ovejas y buscarlas:
1. El Señor, como Pastor, reunirá a Su pueblo, Sus ovejas,
sacándolos de las naciones y llevándolos de regreso a la tie-
rra de Canaán, la cual tipifica al Cristo todo-inclusivo como
porción asignada al pueblo de Dios, a fin de que ellos habiten
en los montes altos, que representan al Cristo resucitado y
ascendido—vs. 11, 14.
2. Cuando el Señor Jesús viene a nosotros como Pastor a fin de
cuidarnos, Él también viene como Rey a fin de gobernar-
nos; el resultado del cuidado que el Señor nos prodiga como
nuestro Pastor es que le obedecemos como nuestro Rey y nos
sujetamos a Su reinado y a Su trono que está en nuestro inte-
rior—vs. 23-24.
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Mensaje doce
Experimentar y disfrutar el contenido del nuevo pacto
conforme a nuestra experiencia espiritual
para el cumplimiento de la economía de Dios
Lectura bíblica: Jer. 31:31-34; He. 8:8-12; Ro. 8:2, 28-29; 12:1-2
I. Con base en el hecho de que Jeremías profetiza sobre el nuevo
pacto, el libro de Jeremías puede considerarse un libro del
Antiguo Testamento que también es un libro del Nuevo Testa-
mento; necesitamos ver y apropiarnos del contenido del nuevo
pacto como los legados que Dios nos ha dado—Jer. 31:31-34;
He. 8:8-12:
A. En el nuevo pacto se nos prometen cuatro bendiciones:
1. La propiciación por nuestras injusticias y el olvido (el perdón)
de nuestros pecados—v. 12.
2. La impartición de la ley de vida mediante la impartición de la
vida divina en nosotros—v. 10a.
3. El privilegio de tener a Dios como nuestro Dios y de ser Su
pueblo—v. 10b.
4. La función de vida que nos capacita para conocer a Dios de la
manera interna propia de la vida—v. 11.
B. Puesto que el perdón de pecados es sólo un procedimiento por el
cual se logra el propósito de Dios, este pasaje de la Escritura ubica
el perdón de pecados justo al final; sin embargo, conforme a nues-
tra experiencia espiritual, primero obtenemos el lavamiento que
procede del perdón; luego, disfrutamos a Dios como la ley de vida,
llegamos a ser el pueblo de Dios en la ley de vida y poseemos un
conocimiento más profundo de Dios de manera interna—cfr. v. 12.
II. “Seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de
sus pecados”—v. 12; Jer. 31:34b:
A. Cristo hizo propiciación por nuestros pecados para apaciguar la
justicia de Dios, para reconciliarnos al satisfacer las exigencias
propias de la justicia de Dios—He. 2:17.
B. La sangre preciosa y completamente eficaz de Cristo resuelve
todos nuestros problemas para que podamos permanecer cons-
tantemente en comunión con Dios a fin de disfrutar continua-
mente Su salvación orgánica—1 Jn. 1:7-9; 2:1-2:
1. Delante de Dios, la sangre redentora del Señor nos limpió una
vez para siempre y eternamente (He. 9:12, 14), y no es nece-
sario repetir la eficacia de ese lavamiento.
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