Intersticios 52. Descolonización y Transmodernidad
Intersticios 52. Descolonización y Transmodernidad
Intersticios 52. Descolonización y Transmodernidad
ISSN 1665-7551
ISSN 1665-7551
1665-7551 MÉXICO
MÉXICO
MÉXICO • •ENERO-JUNIO
2020 2015
ENERO-JUNIO
· ENERO-JUNIO · AÑO•25
2015 AÑO
• AÑO2020
· NÚM.• NÚM.
•52 4242
NÚM.
Violencia Descolonización
Violenciacontra
contra las
lasmujeres
mujeres
yygrupos vulnerables
y transmodernidad
grupos vulnerables
ntersticios
FILOSOFÍA • ARTE • RELIGIÓN
La revista Intersticios del programa académico de Filosofía, Instituto Intercontinental de Misionología, de la Universidad Inter-
continental, es un proyecto editorial que se interesa en fomentar el encuentro y la profundización de las ideas que nos antece-
den, así como en producir y desarrollar nuevas vertientes de pensamiento y discusión. Cada uno de sus volúmenes recorre y
suscita las zonas de encuentro de la filosofía (sección monográfica), el arte y la religión (tercera sección) consigo mismos y entre
sí, al tiempo que busca no sólo la convivencia entre la filosofía de la cultura, la hermenéutica filosófica, el pensamiento de inspi-
ración cristiana y la tradición clásica (Dossier), sino también un nuevo resultado teórico irreductible a cada una de las líneas por
separado. Éste es nuestro perfil teórico, que insiste en el tema principal de la apertura al decir del otro, como reto común a estas
mismas expresiones teóricas que así contienen en su propio estatus discursivo la múltiple determinación de los intersticios: los
mismos que la revista en su conjunto reconoce como la marca tensional de los tiempos de hoy, y para la que la filosofía, el arte
y la religión no pueden menos que promover un plus de sentido y creatividad.
ntersticios
FILOSOFÍA • ARTE • RELIGIÓN
Intersticios es una publicación semestral de la UIC Universidad Intercontinental A.C. / Editor responsable: Camilo de la Vega Membrillo /
Número de certificado de la reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2003-031713005200-102 /Número de
Certificado de Licitud de Título: 12786 / Número de Certificado de Licitud de Contenido: 10358 Asignación del ISSN: 1665-7551/ Domi-
cilio: Insurgentes Sur núm. 4135 y 4303, Santa Úrsula Xitla, C.P. 14420, Tlalpan, México, D.F. /Distribuidor: UIC, Universidad Intercontinental
A.C., Insurgentes sur 4135 y 4303, Santa Úrsula Xitla, C.P. 14420, Tlalpan, México, D.F. / Imprenta: Ultradigital Press, SA de CV, Centeno
195, Col. Valle del Sur, Alcaldía Iztapalapa, Ciudad de México. La edición de este número consta de 500 ejemplares, que se terminaron de
imprimir en enero de 2020.
Índice
Presentación
Katya Colmenares Lizárraga 7
I. DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
II. DOSSIER
V. CARPETA GRÁFICA
Vivimos tiempos nuevos. El siglo xxi nace inaugurando una nueva época
en la historia de la humanidad. 2020 será recordado como el cierre de un
ciclo que comenzó hace más de 500 años, en 1492, con el inicio de la
modernidad y el proceso de la globalización, cuando Europa se aventuró a
cruzar el Atlántico en busca de una nueva ruta para conectarse con el centro
del mercado mundial, situado en la China y la región del Indostán.
En 1492, Europa comenzó una aventura inédita y un mundo que-
dó atrás. Con la conquista del Abya Yala, que supuso la apropiación de
incalculables riquezas naturales y la acumulación originaria —como ex-
tracción gratuita de valor a partir de la fuerza de trabajo negra e indígena
en condiciones de esclavitud—, pudo financiar su despegue, desarrollar
su pretensión de dominio y consolidarse como centro del mercado y po-
tencia mundial.
Nuestro continente era “descubierto”1 como colonia y era encubierto
como un enorme territorio habitado por innumerables culturas que habían
1
Solamente se puede hablar de “descubrimiento de América” si uno se sitúa de lado de
los conquistadores, de lado de los que llegaron y no conocían este continente. Para los pue-
blos originarios no se trató entonces de un “descubrimiento”, sino de una “invasión” y una
“conquista”. Cfr. E. Dussel, 1492. El encubrimiento del otro, La Paz-Bolivia, Plural-Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1994. Hablar de descubrimiento es absurdo
e implica ignorar completamente la existencia de los pobladores originarios que no sólo
sabían de su propia existencia, sino que habían desarrollado una forma de vida completa.
Esta pequeña acotación nos revela una manera completamente colonial de relacionarnos
con la historia, asumiendo el punto de vista el conquistador como horizonte objetivo. En
el camino de la descolonización, iremos aprendiendo a llamar las cosas de una manera más
verdadera, más allá de los prejuicios que hemos adoptado a partir del fenómeno colonial del
que somos fruto y que es necesario superar.
8 PRESENTACIÓN
2
Franz Hinkelammert, Hacia una economía para la vida, Cartago, Editorial Tecnoló-
gica de Costa Rica, 2006.
10 PRESENTACIÓN
3
F. Hinkelammert, “Utopía y proyecto político. La cultura de Ja posmodernidad”,
Nueva Sociedad “Desafíos al socialismo”, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
uca, núm. 91, septiembre-octubre, 1987 [en línea], http://hdl.handle.net/11674/3141
4
Cfr. idem.
PRESENTACIÓN 11
Resumen Sostenemos las siguientes tesis. 1) Es necesario afirmar que toda la hu-
manidad ha expresado siempre ciertos “núcleos problemáticos univer-
sales” que se presentan en todas las culturas. 2) Las respuestas raciona-
les a esos “núcleos” adquieren primeramente la forma de narraciones
míticas. 3) La formulación de discursos categoriales filosóficos es un
nuevo desarrollo en la racionalidad humana, que no invalida todas las
narrativas míticas.
Estos discursos filosóficos se han dado en todas las grandes cul-
turas urbanas neolíticas (aunque sea en un nivel muy inicial). 4) La fi-
losofía moderna europea confundió el dominio económico político de
su cultura y la crisis derivada de las otras filosofías regionales con una
eurocéntrica pretensión de universalidad que debe cuestionarse. 5) De
cualquier manera, hay aspectos formales universales en los que todas
las filosofías regionales pueden coincidir, y responden a los “núcleos
problemáticos” en un nivel abstracto. 6) Todo ello impulsa a entrar en
una nueva Edad de diálogo interfilosófico, respetuoso de las diferen-
cias y aprendices de los descubrimientos útiles de las otras tradiciones.
7) Habría que formular un proyecto que, superando la Modernidad
eurocéntrica filosófica, intente un pluriverso transmoderno, mundial, a
partir del desarrollo de los recursos propios, de las filosofías periféricas,
subalternas, poscoloniales, “desechados” por la Modernidad.
Abstract This paper argues the following points: 1) It is necessary to affirm that
all of humanity has always sought to address certain “core universal
problems” that are present in all cultures. 2) The rational responses to
*
Departamento de Filosofía de la División de Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México.
18 DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
Palabras clave
Transmodernidad, historia de la filosofía, crítica al eurocentrismo, diálogo intercultural
Keywords
Transmodernity, history of philosophy, critique of eurocentrism, intercultural dialogue
I
ntentaremos pensar un tema que creo deberá
ocupar buena parte del siglo xxi: la aceptación
por parte de cada una de las tradiciones regio-
nales filosóficas del planeta (europea, norteamericana, china, hindú, árabe,
africana, latinoamericana, entre otras) del sentido de sus temáticas, del va-
lor y de la historia de las otras tradiciones filosóficas. Sería la primera vez en
la historia de la filosofía que las diversas tradiciones filosóficas se someterían
a un auténtico y simétrico diálogo, gracias al cual aprenderían muchos as-
pectos desconocidos o más desarrollados en otras tradiciones.
Además, sería la clave para la comprensión del contenido de las otras
culturas, hoy presentes en la vida cotidiana de toda la humanidad, por los
gigantescos medios de comunicación que permiten, al instante, recibir no-
ticias de otras culturas de las que no se tiene un mínimo conocimiento.
Será un proceso de mutuo enriquecimiento filosófico que exige situarse
éticamente, reconociendo a todas las comunidades filosóficas de otras tra-
1
Met. i, 2, 982, b. 17-18.
2
Paul Ricoeur, “Civilization universelle et cultures nacional”, Histoire et Verité, París,
Seuil, 1964, pp. 274-288.
todos los mitos porque algunos siguen teniendo sentido, como bien lo ano-
ta Ernst Bloch en su obra El principio esperanza.3
3
Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung, Fráncfort, Suhrkamp,1959, vol. 1-3.
4
Vid. Paul Ricoeur, La symbolique du mal, París, Aubier, 1963.
5
Enrique Dussel, The Invention of the Americas. Eclipse of the “Other” and the Myth of
the Modernity, Nueva York, Continuum, 1995, § 7. 1.
6
Raúl Fornet-Betancourt, Crítica intercultural de la Filosofía Latinoamericana actual,
Madrid, Trotta, 2004.
7
Paulin Hountondji, Sur la philosophie africaine. Critique de l´ethnophilosophie, París,
Maspero, 1977.
8
Placide Tempels, La philosophie Bantue, París, Présence Africaine, 1949. Cabe desta-
car semejanza con el libro de Miguel León Portilla, Filosofía Náhuatl, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1979.
15
Edmund Husserl, Philosophy as Mankind´s Self-Reflection; the Self-Realization of Rea-
son, en The Crisis of European Sciences, Evanston, NorthWestern University Press, 1970, pp.
338-339 (§ 73 of Die Krisis der europäischen Wissenschaften, Nijhoff, Haag, 1962, Husserlia-
na vi, p. 273), es el mismo texto que aparece en The Crisis of European Sciences, § 8, p. 21,
ff. (en el original alemán, pp. 18 ff.). Debe pensarse, al contrario, que el llamado teorema
de Pitágoras lo formularon los asirios en el año 1000 a. C. (Vid. G. Semerano, La favola
dell´indoeuropeo, Milano, Bruno Mondadori, 2005).
16
David Sobrevilla, Repensando la tradición de Nuestra América, Lima, Banco Central
de Reserva del Perú, 1999, p. 74.
17
Vid., por ejemplo, el Lexique de la Langue Philosophique D´Ibn Sina (Avicenne), edit-
ada por A. M. Goichon, París, Desclée de Brouwer, 1938. Los 792 términos analizados por
el editor, en 496 páginas de gran formato, nos dan una idea de la precisión terminológica
de la falasafa (filosofía) árabe. La última es: “792: Yaqini, certain, connu avec certitude,
relatif à la connaissance certaine […]”, y siguen 15 líneas de explicación con las expresiones
árabes, en escritura árabe, en margen derecho.
18
Sobre Bartolomé de las Casas y los sacrificios humanos, vid. E. Dussel, Política de la
Liberación, vol. l, Madrid, Trotta, 2007, pp. 203 y ss.
19
Vid. P. Ricoeur, La symbolique du mal, París, Aubier, 1963.
20
Kenneth Pommeranz, The Great Divergence. China, Europe and the Making of the
Modern World Economy, Princeton, Princeton University Press, 2000.
21
Friedrich Hegel, “Die Vernunft in der Geschichte, Zweiter Entwurf (1830)”, en J.
Hoffmeister (ed.), Sämtliche Werke, Hamburg, Meiner, 1955, p. 243. Versión inglesa: F. He-
gel, Lectures on the Philosophy of World History, Introduction: Reason in History, H. B. Nisbet
(tr.), Cambridge, Cambridge University Press, 1975, p. 197.
22
F. Hegel, “Die Vernunft in der Geschichte…”, p. 210; Lectures on the Philosophy…,
p. 171; F. Hegel, “Vorlesung über die Philosophie der Geschichte”, Sämtliche Werke, vol.12,
Fráncfort, Suhrkamp, 1970, p. 413; F. Hegel, The Philosophy of History, Nueva York, Colo-
nial Press, 1900, p. 341.
23
F. Hegel, “Vorlesung über die Philosophie der Geschichte”, p. 413; The Philosophy of
History, p. 341.
ríamos con I. Wallerstein.24 Pero esa pretensión termina cuando los filósofos
de las otras tradiciones filosófico-culturales toman conciencia de su propia
historia filosófica, y del valor situado de las mismas.
24
Immanuel Wallerstein, The Modern World-System, vol. l-3, Nueva York, Academic
Press, 1980-1989.
25
Karl-Otto Apel, Die Transformation der Philosophie, vol. 1-2, Fráncfort, Surhkamp,
1973.
blemente en alguna cultura, pueden, sin embargo, dialogar con las obras
por medio de los núcleos problemáticos comunes y las respuestas de los
discursos categoriales filosóficos, en cuanto humanos, y por ello universales.
26
¿En qué consiste el Occidente? Es sólo Europa occidental. Entonces, ¿qué sería Rusia
que ciertamente forma parte de la cultura del antiguo Imperio bizantino oriental? ¿Su origen
está en Grecia?, pero para Grecia Europa era tan bárbara como otras regiones en el norte de
Macedonia.
27
R. Collins, op. cit.
28
Mohammed Abed Al-Yabri, Crítica de la razón árabe, Barcelona, Icaria-Antrazyt,
2001.
29
Mohammed et al., El legado filosófico árabe, Madrid, Trotta, 2001.
estudiar los libros de dichos filósofos antiguos, para que, si todo lo que en
ellos dicen lo encontramos razonable, lo aceptemos, y si algo hubiere irrazona-
ble, nos sirva de precaución y advertencia.30
30
Mohammed Abed Al-Yabri, Crítica de la razón…, pp. 157-158.
31
Ibidem, p. 159.
el diálogo interfilosófico (no sólo con Europa, también con América Latina,
la India, la China o la filosofía africana), en vista de una filosofía mundial
futura pluriversa, y por ello transmoderna —lo que supondría, igualmente,
ser transcapitalista en el campo económico—.
Por mucho tiempo, quizá siglos, las diversas tradiciones filosóficas se-
guirán su propio camino, sin embargo, en el horizonte se abre un proyecto
mundial analógico de un pluriverso transmoderno —que no es simplemente
universal, ni posmoderno—. Ahora “otras filosofías” son posibles, porque
“otro mundo es posible” —como lo proclama el Movimiento Zapatista de
Liberación Nacional de Chiapas en México—.
*
Facultad de Filosofía, Universidad del Claustro de Sor Juana, México.
1
Esta reflexión es parte del resultado de investigación de la autora que culminó con la
tesis doctoral titulada Elementos para una filosofía latinoamericana de la justicia comunitaria.
36 DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
Palabras clave
Justicia comunitaria, política, crítica, praxis
Keywords
Community justice, politics, critique, praxis
H
emos construido esta reflexión siguiendo
el análisis que la Filosofía Política dusse-
liana hace del proceso político dividién-
dolo en tres configuraciones o momentos: el acontecimiento originario de
la Totalidad, un momento abstracto que sirve para elucidar los criterios y
principios a partir de los cuales la Totalidad se organiza; otra entendida
como crítica, en la que es necesario un nuevo horizonte político desde las
propias víctimas de la Totalidad y, por último, aquella que da cuenta de
la construcción positiva de una Totalidad nacida del derrumbamiento de la
antigua y basada en los alcances críticos de la segunda configuración.2
Para la política de la liberación, el poder está fundado en la voluntad
de vida de una comunidad política, entendida ésta en el reconocimiento del
Otro como persona y en la responsabilidad por la justicia. Dicha comuni-
dad política podemos —y así se ha venido haciendo— abordarla de manera
abstracta y circunscribiéndola a una territorialidad política que funda su
existencia en un nivel macro, nacional.
Aunque no negamos la pertinencia de este camino teórico, que esta-
blece desde la filosofía política situada en América Latina una serie de prin-
cipios y estrategias para contravenir la fetichización del Estado moderno a
partir de un mandar obedeciendo y de la configuración del pueblo como el
actor mesiánico que se enfrenta a la Totalidad dominadora, sí sostenemos
la necesidad de dirigir también la mirada hacia una territorialidad distinta,
más micro, más local, en la que se suceden experiencias de profundas im-
plicaciones para la filosofía política, ya que las comunidades constituyen, a
su vez, otras totalidades y exterioridades que dan cuenta de una dimensión
distinta de la liberación, que no deja de ser popular, pero que se juega en un
terreno con límites y potencialidades que también necesitan ser pensadas.
Cuando la política de la liberación se dedica a comprender el nivel
geopolítico latinoamericano que mantiene viva la lucha contra el imperia-
lismo estadounidense y, por supuesto, contra el neoliberalismo, se articula
2
Para mayor detalle, vid. “Las tres configuraciones del proceso político”, texto inédito
que ha servido de base para la redacción colectiva del tercer tomo de la Política de la Libera-
ción, ahora en proceso de edición.
taria como fundamento del orden que se ha dado a sí misma; es decir, como
potentia y como potestas, en diferentes esferas y con distintos principios.
3
Compartimos con Rivera Lugo la perspectiva de que la fuerza material de la nor-
matividad comunitaria “no está en una objetivación o formalización como norma, sino en
su capacidad para producir una nueva realidad y constituir la subjetividad correlativa. La
norma se materializa por medio de sus efectos y en virtud de la reiteración de las prácticas
comunes que le confieren, al fin y a la postre, efectividad. Carlos Rivera Lugo, “La normati-
vidad societal de lo común”, El derecho y el Estado, Argentina, clacso, 2016, p. 35.
4
Rivera Lugo, en “Derecho de lo común”, sostiene: “la soberanía no le pertenece al
Derecho, sino al pueblo concreto, según encarnado en lo común. Lo determinante no es
hoy, pues, la legalidad sino la legitimidad de cualquier acto. Y la legitimidad se determina
crecientemente desde el bien común”. Vid. Carlos Rivera Lugo, “Derecho de lo común”,
Crítica Jurídica. Revista Latinoamericana de Política, Filosofía y Derecho, Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, 2010, núm. 29, p.139.
5
En otro momento nos detendremos a considerar el momento negativo al interior
de la propia Totalidad comunitaria y las exterioridades que ella misma genera, que son las
que permiten el cuestionamiento de las relaciones de poder y dominación que padecen. El
caso de las mujeres, de los niños y las niñas, es un ejemplo, pero también el de familias de
religiones diversas a la hegemónica en la comunidad.
6
Al respecto, Jaime Martínez Luna señala: “Mediante la comunalidad poco a poco
vamos resolviendo los problemas locales, pero los que tenemos regionalmente están ahí, en
manos de quienes siempre nos han sujetado. Un ejemplo de esto es la explotación de los
bosques, donde algunas comunidades han logrado empresas forestales, pero los problemas
de mercado, de caminos, etc., debemos enfrentarlos todos. No es posible encarar obstáculos
mayores desde la localidad. Tenemos la necesidad de una unión mayor y de una mejor de-
finición del futuro.” Eso que llaman comunalidad, México, Culturas populares, Conaculta/
Secretaría de Cultura, 2010, p. 93.
7
“La parte de los sin parte” como la llamó Rancière en El desacuerdo, sujetos de
litigio “con su propia lógica política que es el resultado del anudamiento singular del efecto
de igualdad con la lógica desigualitaria de los cuerpos sociales que constituye lo propio de
la política”. Jacques Rancière, El desacuerdo, Política y Filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión,
1996, p. 96.
Conclusiones
Abstract The paper aims to present the relevance of a key element of a decolo-
nized policy towards a possible transmodernity: Messianism. Follow-
ing the suggestions of Enrique Dussel, as he presented in Filosofías del
Sur. Descolonización y Transmodernidad, where Messianism occupies a
very relevant place of a Politics of Liberation. Messianism appears as
paradigmatic logic that is in the background of a decolonized Politics.
*
Universidad Autónoma Metropolitana, México.
52 DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
Palabras clave
Descolonización, transmodernidad, política, mesianismo
Keywords
Decolonization, transmodernity, politics, messianism
F
rente a la espera de los lectores y estudiosos
del pensamiento de E. Dussel por concebir
el desenlace de lo que desde 2007 el autor
anunciaba como una Política de la Liberación, después de su Historia mun-
dial crítica (tomo i) y su Arquitectónica (tomo ii), varios textos contenidos
en Filosofías del sur lanzan luminosos destellos, intuiciones y temas que
constituirían parte de una política descolonizada. En primer lugar, quiero
detenerme en la composición general de la obra, de la cual parte nuestra
reflexión. Ésta se compone de tres apartados: “La Filosofía de la Liberación
ante otros pensamientos contemporáneos”; “Hacia una política descoloni-
zada”, y “La Transmodernidad”.
Finalmente, se nos regala un epílogo que relanza dos disciplinas que,
actualmente, aun en sus formulaciones más críticas y contemporáneas, se
ven ya limitadas y comienzan a oxidarse. Se trata de la política y la econo-
mía a través de una crítica de la teología. Nuestra propuesta es leer Filosofías
del sur por medio de su segundo capítulo, que trata de la política descolo-
nizadora, ya que es donde ciertos temas y categorías presentes en el primer
y tercer capítulo entran totalmente en juego, como la filosofía mundial, la
transmodernidad y la descolonización.
Mi hipótesis es que estos nuevos conceptos con los que Dussel quiere
enunciar y pensar en el comienzo de la superación de la Modernidad, de la
colonialidad, la universalidad eurocéntrica y el signo de la opresión de los
regímenes político-económicos que marca esta edad del mundo en la que
vivimos, tienen un antecedente que les sirve de paradigma para ir más allá
de estas condiciones: el mesianismo. Éste, como es pensado por nuestro filó-
sofo en su lógica transteológica, política y económica, tiene una constitución
muy particular que lo diferencia de la actual propuesta de la teología política
occidental, desde C. Schmitt, hasta Badiou, Zizek y G. Agamben.
Curiosamente, el hecho de que actualmente en la filosofía occidental
se esté recuperando la teología para hacer cierta crítica a la política contem-
poránea, pareciera mostrar un deseo de intentar superar una cierta secula-
rización y recuperar un elemento que, en palabras de Dussel, fue invertido
como un pensamiento colonizante y un universalismo excluyente.
1
Enrique Dussel, El dualismo en la antropología de la Cristiandad, Buenos
Aires, Guadalupe, 1974.
2
E. Dussel, Política de la liberación. Historia mundial y crítica, vol. i., Madrid,
Trotta, 2007.
3
E. Dussel, Humanismo semita. Estructuras intencionales radicales del pueblo de Israel y
otros semitas, Buenos Aires, Eudeba, 1969.
Llega Pablo y dice: “aquí está el mesías”. Tienen ellos que saber que ha muer-
to en la cruz, porque el rumor ha corrido por todos lados. Era una muerte
4
E. Dussel, Filosofías del sur. Descolonización y transmodernidad, México, Akal, 2015,
p. 111.
5
En el esquema habitual dusseliano, tenemos: 1) un orden dado, dominador (posi-
tivo), 2) una ruptura revolucionaria (negatividad); se vislumbra un nuevo orden liberador
(¿positivo-negativo?).
infamante. ¡El hijo de David está colgado de la cruz […] cuelga ahí, exclui-
do de la comunidad, como un maldito […] Esto es algo que trastorna por
completo y monstruosamente los valores del pensamiento romano y los del
judío6 […] El imperator no es el nomos, sino el clavado por el nomos en la
cruz. Es una enormidad en cuya comparación son nada todos los aprendices
de revolucionarios.7
6
Jacob Taubes, La teología política de Pablo, Madrid, Trotta, 2007, p. 24.
7
Ibidem, p. 39.
8
E. Dussel, 2015, Filosofías del sur…, p. 123.
ciso violar la ley desde la víctima misma, que es quien la padece. Éste es uno
de los núcleos que el cristianismo mesiánico ha heredado al pensamiento
crítico y que la cristiandad intentó siempre neutralizar. La ruptura mesiáni-
ca contra la ley que se vuelve contra la justicia y la vida, produce un nuevo
criterio de justificación. La transgresión de la ley no es simplemente una
actividad destructiva, sino que curiosamente el acto de destrucción, la críti-
ca, conlleva íntimamente una particular creación en la que el levantamiento
destituyente del mesianismo es, al mismo tiempo, criterio constitutivo.
Éste es el meollo mismo de la política, que consiste en un despliegue
del evento liberador desde su mismo carácter destructivo. Al mesianismo le
incumbe un tipo particular de destrucción, de negatividad, pues no aparece
como una negatividad transitoria, sino que en su persistencia funge como la
posibilidad misma de una nueva creación, pues éste es el elemento mismo
de una nueva justificación. Desde los oprimidos por la ley y el orden puede
ponerse en cuestión el orden mismo, pero más aún cuando se manifiesta un
término que logra expresar una praxis de justicia que entra en contradic-
ción con la ley positiva (principio de justificación del orden dominador),
esto es, la figura del mesías:
9
Ibidem, p. 119.
10
Ibidem, p. 114.
11
Ibidem, pp. 206-207.
12
En Pablo, el evento mesiánico se despliega como una irrupción que causaría una
“alteración” en las culturas y de la identidad; por ejemplo, cuando Pablo refería: “En efecto,
todos los bautizados en el mesías os habéis revestido del mesías: ya no hay judío ni griego, ni
esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos son uno en el mesías”. Gal 3, 27-28.
13
E. Dussel, 2015, Filosofías del sur…, p. 137.
14
Ibidem, p. 328.
por los criollos desde el siglo xvii, después como estandarte contra los espa-
ñoles en la guerra de Independencia, luego en la revolución mexicana […]
y siempre presente en la vida de los oprimidos y los vencidos.”15
Esta recuperación de lo mesiánico del cristianismo articulado a otros
elementos de las culturas deviene crítica de la modernidad. De esa mesia-
nicidad que los pueblos adoptan, junto con la sabiduría ancestral como una
visión del cuidado de la naturaleza, tiene radiaciones transmodernas. La
transmodernidad se afirma como la deposición del universal europeo y es-
tadounidense, pero tampoco descansa en el esencialismo cultural, sino que
parte de los excluidos y las culturas desechadas por la Modernidad misma.
En la nueva edad del mundo, según Dussel, lo universal será depues-
to por el pluriversal, en el que las identidades y las culturas no podrán
ser una homogénea, sino la articulación de muchas culturas. Pero en este
pluriversal, el mesianismo aparece como una actitud ética y política que
ocupa un lugar más que relevante, pues corresponde a la constitución del
actor mismo que puede encaminarse en esta praxis, la convocatoria de todo
pueblo a constituirse pueblo para-sí, para liberarse y transformarse, como
afirma Dussel: “Una Nueva Edad del mundo, más allá de los supuestos de
la modernidad, del capitalismo, del eurocentrismo y del colonialismo. Una
edad donde los requerimientos de la existencia de la vida en la tierra habrán
exigido cambiar la actitud ontológica ante la existencia de la naturaleza, del
trabajo, de la propiedad, de las otras culturas”.16
Finalmente, nuestra pregunta sobre el mesianismo como elemento
fundamental para una política descolonizada tuvo la intención de enten-
der por qué en el pensamiento de Dussel ocupa un lugar importante en
su crítica a la modernidad y su propuesta de una política descolonizada
está llena de aspectos mesiánicos, siendo que el cristianismo ha sido el
pilar de la modernidad y la colonialidad. La propuesta de Dussel respecto
de la descolonización intenta deshacerse de los elementos que histórica-
mente nos han constituido como latinoamericanos, principalmente del
cristianismo, a partir del 1492, para replegarse en algo como una cultura
“plenamente originaria”.
Por el contrario, se trata de redescubrir y realizar el mesianismo (inscri-
to en fondo del cristianismo colonial) de forma ética y política, en cuanto
éste es la llamada a la transformación de la subjetividad hacia la comunidad.
En esta convocatoria de la transformación de la subjetividad desde los opri-
midos, toda cultura se expresa de diferentes modos y con sus particularida-
des; pero toda subjetividad política, mesiánica, de liberación, está siempre
por construirse más allá de la identidad cultural e incluyéndola.
15
Ibidem, pp. 315-316.
16
Ibidem, p. 100.
Palabras clave
América Latina, descolonización, liberación, sesenta, 68, alteridad
Keywords
Latin America, decolonization, liberation, sixties decade, 68, alterity
L
os sesenta marcan el punto de refracción del
siglo xx. Fue entonces que diversos sectores,
pueblos enteros, aprendieron a observar que
el mundo de la posguerra, de la Guerra Fría, era en realidad el de una nueva
guerra por diferentes medios y que las víctimas no eran precisamente los in-
tegrantes de las grandes potencias, sino los ciudadanos de todo el mundo. La
dominación colonial en Asia, África y América Latina fue al fin enfrentada
por los diversos movimientos de liberación nacional; los estudiantes advir-
tieron la falsedad de la paz armada, de la carrera armamentista, y llenaron
las calles de protesta. Por su parte, los movimientos feministas exhibieron los
intrincados mecanismos patriarcales y protagonizaron acaso el más exitoso
movimiento de los muchos que habían surgido. Aquellos años que cambia-
ron al mundo lo hicieron particularmente con América Latina. Entonces en
ella se cuestionó como nunca su papel en la cultura occidental, su relación de
dependencia con el imperialismo estadounidense, su forma de hacer política;
su lugar en la literatura, la historia, la filosofía, e incluso, en la teología.
En el presente trabajo revisaremos brevemente algunos de los puntos
nodales surgidos en los años sesenta que conformaron lo que llamaremos
la reconstrucción crítica de América Latina. La hipótesis que nos conduce
sustenta que los sesenta demandaron una nueva interpretación del papel de
América Latina en el concierto mundial, en la que se observa su necesidad
de comportarse como una alteridad;1 es decir, una otredad, entendida no
sólo como una diferencia, sino como una realidad ignorada, incógnita, ca-
paz de exhibir el carácter excluyente del mundo dominante y la necesidad
de construirse en un nuevo horizonte de comprensión. Para ello trabaja-
remos sobre tres ejes en los que se construyen, desde entonces, diversas
formas de entender su alteridad: el político, el histórico y el filosófico.
2
Ernesto Guevara, Obra revolucionaria, México, Era, 1989, p. 480.
3
Ibidem, p. 519.
4
Ibidem, pp. 519-520.
1987, p. 45.
6
Así puede apreciarse en Lecciones sobre filosofía de la historia universal, de Hegel.
7
Enrique Dussel, 20 tesis de política, México, Siglo xxi, 2006.
8
E. Dussel, Filosofía de la Liberación.
9
F. Fanon, Los condenados…, p. 287.
Ibidem, p. 289.
10
ción de América.
12
Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de Nuestra América?, México, Siglo XXI,
1992, pp. 89-90.
Auténtica ha tenido que ser la filosofía que ha puesto en duda la validez de esa
interrogación deshumanizante, como la que se ha esforzado por demostrar
nuestra humanidad, la que se pregunta por la posibilidad de la existencia de
una cultura igualmente nuestra y de una filosofía originada entre nosotros
[…] La filosofía tendrá como función no sólo hacernos consciente nuestra
condición de subordinación, sino también la forma de superar esta condición
[…] De esta filosofía es ya expresión en los pueblos subdesarrollados Frantz
Fanon […] los escritos de Camilo Torres , y por supuesto, la obra escrita del
Che Guevara.14
13
Leopoldo Zea, Filosofía de la historia americana, México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1977, p. 12.
14
Ibidem, pp. 115, 118 y 119.
15
E. Dussel, Materiales para una Política de la Liberación, México, Plaza y Valdés Edi-
tores, 2007, p. 75.
16
Escuelas de educación media superior.
17
Carlos Monsiváis, El 68: La tradición de la resistencia, México, Era, 2008, pp. 15-22.
18
Ibidem, p. 11.
Idem.
19
Nos referimos a la fetichización del poder político señalada por Enrique Dussel en 2006.
20
Aquello de las “viejas generaciones” refiere algo más que una mera lu-
cha intergeneracional: es el cuestionamiento al grupo en el poder, que solía
basar su legitimidad en la evocación de la “revolución mexicana”, con mi-
núsculas y entrecomillada por el propio Revueltas para enfatizar que lo que
demandó el movimiento se encontraba entonces tergiversado, traicionado,
convertido en una ramplona ideología que merecía el descrédito total del
estudiante y el intelectual transido por la crítica. Del mismo modo había de
hacerse con el régimen constitucional y el sistema de garantías, que pretendían
señalar el respeto a la ley. Nada de eso era cierto. El autoritarismo gober-
nante no permitía la libertad de reunión (los estudiantes lo estaban pade-
ciendo), ni la libertad de expresión (casi todos los medios de comunicación
estaban controlados), ni la libertad de asociación (lo habían comprobado
los ferrocarrileros y los médicos) y los campesinos no habían dejado de
vivir en la miseria (materia de algunos guiones cinematográficos del propio
Revueltas). La enajenación, la hipocresía y la mentira eran, en realidad,
las verdaderas bases del sistema político mexicano que, como vimos, había
conseguido que se le percibiera en la antesala del mundo desarrollado.
Más allá de la crítica, del momento negativo, el movimiento perfiló,
al menos, los derroteros de sus propuestas, el momento positivo. Los estu-
diantes se asumieron como el sector social vanguardista capaz de desnudar
la naturaleza autoritaria del régimen gobernante; de comportarse como la
cuña crítica que al menos en parte podría dar inicio a revertir el sistema de
enajenación que hacía que el común de la población aceptara la situación
imperante como una fatalidad soportable. Se trataba de transformar de fon-
do la realidad política y social, de crear una revolución propiamente dicha.
Ésta no se refería, por supuesto, a un movimiento armado. Tal demanda
hubiera sido absolutamente inaceptable en el proyecto trazado. Se trataba
de vislumbrar una nueva forma de ejercicio político, donde los ciudadanos,
la sede originaria del poder, la potentia,22 fuera capaz de revertir la naturale-
za autoritaria del poder político mexicano.
Como es sabido, la respuesta al cuestionamiento se tradujo en radicali-
zación de la represión. El 2 de octubre, 10 días antes del inicio de los Juegos
Olímpicos, los estudiantes fueron víctimas de una celada urdida en la Plaza
de Tlatelolco por el Gobierno Federal con la participación del propio Ejér-
cito. El número de muertos jamás se sabrá con precisión, aunque algunos
José Revueltas, México 68: Juventud y Revolución, México, Era, 1978, pp. 51-52.
21
los calculan entre 250 y 350.23 Pretendieron dar una lección ejemplar al
movimiento estudiantil y en general a la sociedad civil mexicana, para lo
cual argumentaron una conjura comunista que pretendía desprestigiar a
México y poner en riesgo los Juegos Olímpicos. En realidad, lo que bus-
caban salvar era al gobierno represor, el surgido del pri, partido fundado
en 1946 al calor de la posguerra, de la aceptación acrítica de la hegemonía
estadounidense, que en ese entonces mostró de manera burda y trágica.
¿Quién ganó y quién perdió? La respuesta es evidente. El autoritarismo
priista de entonces, y el de hoy, cuenta con un profundo descrédito nacio-
nal e internacional. El 68 se recuerda mucho más por la represión que por
los Juegos Olímpicos. Y los objetivos planteados por los estudiantes como
utopía son hoy una tarea que a diario busca cumplirse en la vida cotidiana
de México.
Conclusiones
23
C. Monsiváis, op. cit., p. 188.
Abstract While the Critical Theory of the first Fráncfort School -located in
Europe and the United States for much of the twentieth century-
managed to perceive, in the face of modernity, a significant range of
issues to discuss regarding the excesses in a way Rationality, we find
that under the epistemological sieve of a Latin American decolonial
interpretation shows a deep Eurocentric localism. In the case of Max
Horkheimer, creator of the term Critical Theory and director of the
Institute of Social Research, some of his philosophical presuppositions
are questioned, mainly, his anthropological vision of modern, enlight-
ened and bourgeois roots.
Palabras clave
Ilustración, modernidad, teoría crítica, civilizado, indígena, propiedad, racismo
Keywords
Illustration, modernity, critical theory, civilized, aborigine, property, racism
Frantz Fanon
D
entro de la historia de la filosofía y de
las ciencias sociales, el nombre de Max
Horkheimer es reconocido por su per-
tenencia a la primera Escuela de Fráncfort y por sus vínculos con la de-
nominada Teoría crítica (kritische Theorie). Quizá sea menos público que,
como director honorario del Instituto de Investigaciones Sociales (Institut
für Sozialforschung, ifs), por un periodo de casi tres décadas (1931 a 1959),
logró mantener cohesionado a un selecto grupo de investigadores hasta el
periodo de exilio en Estados Unidos y hasta su regreso a Alemania después
de la caída del nacionalsocialismo y el fin de la Segunda Guerra Mundial,
siendo responsable, en gran medida, de que ya para los sesenta se hablara
en múltiples círculos académicos de la Escuela de Fráncfort y de la riqueza
de sus investigaciones sociales.1
Aquella primera generación de la Escuela2 —heredera de lo mejor del
marxismo occidental— fue integrada por Max Horkheimer, Theodor W.
1
El sugestivo nombre de escuela, a decir de Rolf Wiggershaus (La Escuela de Fráncfort,
México, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 9) y Martin Jay (La imaginación dialéctica,
Madrid, Taurus, 1989, p. 14) es tardío; comenzó a usarse en Estados Unidos en los sesenta,
después de retornar del exilio a Alemania.
2
La segunda generación de la Escuela aglutinó a pensadores como Karl-Otto Apel,
Jürgen Habermas, Alfred Schmidt y Albrecht Wellmer, entre otros, a la cual le continuó una
tercera generación integrada hasta hoy por Axel Honneth y Helmut Dubiel, principalmente.
Lo evidente es que los contenidos de la Teoría crítica, disímiles en cada generación, han sido
expresión del contexto desde el cual se enuncian.
3
Considérese que Walter Benjamin nunca fue miembro formal del ifs. Aun cuando
tuvo algunas contribuciones en la Zeitschrift für Sozialforschung (revista de investigación so-
cial), órgano de difusión del Instituto, fue marginado por Horkheimer debido a diferencias
teóricas. Benjamin se quita la vida en Portbou (España) entre el 26 y el 27 de septiembre de
1940, bajo la angustia de ser tomado preso por paramilitares franquistas y ser deportado a
Francia, nación en aquel momento tomada por los nazis. Por otro lado, el afamado psicoa-
nalista Erich Fromm permanecería poco tiempo con el grupo, hasta 1938 por desacuerdos
teóricos con Marcuse.
4
Sobre el término kritische Theorie, vid. su conocido ensayo de 1937, “Teoría tradicio-
nal y teoría crítica”, en Max Horkheimer, Teoría crítica, Buenos Aires, Amorrortu, 1974, pp.
223-271.
5
En “La situación actual de la filosofía social y las tareas de un Instituto
de Investigación Social”, Horkheimer destaca la extraordinaria labor de Grün-
berg, director previo del Institut, acerca de sus investigaciones sobre la historia del
movimiento obrero, ya que, señala, “ha sido posible reunir, además de archi-
vos ricos en materiales, una biblioteca especializada y única de cerca de 50 000
volúmenes”. M. Horkheimer, Between Philosophy and Social Science. Select Early
Writings, Massachusetts, The mit Press, 1993, p. 10.
6
Vid. R. Wiggershaus, op. cit., p. 15.
7
De Lukács, vid. su clásica Historia y conciencia de clase, principalmente el ensayo
titulado “La cosificación y la consciencia del proletariado”; de Korsch, su obra Marxismo y
filosofía.
8
M. Horkheimer, Between Philosophy and Social Science. Select Early Writings, p. 11.
Las cursivas son mías. ¿A qué cultura se refiere Horkheimer? La pregunta en el desarrollo de
este ensayo será fundamental.
9
Vid. I. Kant, “¿Qué es la Ilustración?”, en Filosofía de la historia, México, Fondo de
Cultura Económica, 1981, pp. 25-27.
10
Vid. Enrique Dussel, Materiales para una política de la liberación, México, Plaza y
Valdez, 2007, pp. 335-340; también, Ética de la liberación en la edad de la globalización y de
la exclusión, Madrid, Trotta, 1998, pp. 326-341.
11
“Lugar de enunciación”, es decir, la plataforma epistemológica desde la cual se expre-
sa un discurso filosófico, su significado y sentido.
a la Ilustración tiene por objeto preparar un concepto positivo de ésta, que la libere
de su cautividad en el ciego dominio.12
12
M. Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta,
2006, pp. 55-56. Las cursivas son mías.
13
No me refiero al aspecto histórico temporal, sino a su contenido como proyecto
civilizatorio.
14
Ibidem, p. 53.
15
Idem. Las cursivas son mías.
16
Vid. E. Dussel, 1492 El encubrimiento del Otro. Hacia el origen del “mito de la Moder-
nidad”, La Paz, Plural Editores, 1994, p. 208.
17
M. Horkheimer, Crítica de la razón instrumental, Buenos Aires, Sur, 1973, p. 9.
18
M. Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica, Barcelona, Paidós, 2000, p. 83.
19
La versión castellana aparece en 1968, bajo el título El hombre unidimensional.
20
Vid. T. Adorno, “Aldous Huxley y la utopía”, Crítica, cultura y sociedad, Madrid,
Sarpe, 1984, pp. 95-127.
21
R. Wiggershaus, op. cit., p. 10.
22
Sobre este tema, vid. el trabajo de Bolívar Echeverría, “La americanización de la
modernidad”, en B. Echeverría (comp.) La americanización de la modernidad, México, Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, 2008.
23
M. Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica, p. 82.
24
En el sentido de algo evidente en sí mismo que no requiere demostración, pues se
reconoce como válido y verdadero de facto.
25
E. Dussel, 1492 El encubrimiento del Otro…, pp. 175-176. Las cursivas son mías.
26
Eclipse of Reason tiene su versión alemana hasta 1967, titulada Zur Kritik der instru-
mentellen Vernunft (Crítica de la razón instrumental).
Por vivir en los placeres y en las carencias del momento, sólo parece tener una
vaga conciencia de que, como individuo, debería prepararse para hacer frente
a las contingencias del mañana. Tal situación de atraso —apenas falta decir-
lo— explica en parte la opinión general de que esta gente es perezosa o men-
tirosa; un reproche que presupone en los inculpados precisamente el sentido
de identidad del que ellos carecen. Estas características, que se encuentran
en forma extrema entre los pueblos oprimidos, como los negros [Negroes], se
manifiesta también como tendencia entre personas de clases sociales oprimi-
das a las que les falta la base económica de la propiedad heredada [inherited
property) [sic].28
27
M. Horkheimer, Eclipse of Reason, Nueva York, Oxford University Press, 1947, pp.
128-129. La traducción es mía. Versión castellana, M. Horkheimer, Crítica de la razón
instrumental. Madrid, Trotta, 2002, p. 143. ¿Por qué afirmar que los pueblos originarios
carecen de identidad? Desde la antropología cultural, se puede sostener lo opuesto. A más de
500 años del proceso de conquista por parte de las metrópolis centroeuropeas, los pueblos
indígenas conservan y recrean una identidad propia, principalmente por medio de su len-
gua, otra respecto del sujeto moderno occidental.
28
Ibidem, p. 129. Y continúa señalando “Así, por ejemplo, se encuentra una individua-
lidad atrofiada entre la población pobre del sur norteamericano”. Versión Castellana, p. 144.
Las cursivas son mías.
29
Vid. Javier Malagón y José Capdequi, Solórzano y la política indiana, México, Fondo
de Cultura Económica, 1965, pp. 57.
30
Vid. Ulrich Duchrow y Franz Hinkelammert, La vida o el capital. Alternativas a la
dictadura global del capital, México, Dríada, 2004, pp. 69-70.
31
“La primera frase del libro primero, capítulo uno, de Dos tratados sobre el gobierno
civil (1690), de Locke, afirma inequívocamente: ‘La esclavitud es un Estado del hombre tan
vil y miserable, tan directamente opuesto al generoso temple y coraje de nuestra Nación que
apenas puede concebirse que un inglés, mucho menos un Gentleman, pueda estar a favor
de ella’. Pero la indignación de Locke contra las ‘Cadenas de la Humanidad’ no fue una
protesta contra la esclavitud de los negros africanos en las plantaciones del Nuevo Mundo,
y mucho menos en las colonias británicas. La esclavitud fue más bien una metáfora para la
tiranía legal, tal como generalmente se la utilizaba en los debates parlamentarios británicos
sobre teoría constitucional”. Susan Buck-Morss, Hegel y Haití. La dialéctica amo-esclavo: una
interpretación revolucionaria, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005, p. 20.
32
G. W. F. Hegel, Filosofía del derecho, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1985, §44, p. 66.
el filósofo repitió cada dos años, hasta 1830, mientras incorporaba mayor
información histórica y cultural “universal”, en su cátedra en la universidad
de Berlín. El gran pensador murió en noviembre de 1831, por lo que la
publicación de sus últimas lecciones sería póstuma. Así, en la sección “La
conexión de la naturaleza o el fundamento geográfico de la historia uni-
versal”, en el apartado “El nuevo mundo”, el filósofo comenta, en general,
sobre el continente americano y, en particular, sobre su fauna y sus habi-
tantes: “De América y su cultura, especialmente de México y Perú tenemos
noticias, pero simplemente eso, pues, como culturas naturales tuvieron que
perecer (untergehen) cuando el espíritu europeo se acercó a ellas. América se
ha mostrado y aún hoy se muestra física (physisch) y espiritualmente (geistig)
impotente (ohnmächtig).33
La impotencia o incapacidad de un supuesto Nuevo Mundo, natural,34
siempre en referencia dialéctica u oposición dicotómica a un pretendido
Alte Welt (Viejo Mundo) bien acabado, será para Hegel un enunciado axio-
mático. El punto de partida es, en cualquier sentido, una “discriminación
geográfica” que se desarrolla categórica y constante a lo largo de su obra.
Más adelante, extendiendo su argumento señala:
33
G. W. F. Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, Hamburgo, Hoffmeister, Verlag Félix
Meiner, 1955, p. 200. Versión castellana: G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la
historia universal, Madrid, Tecnos, 2005, p. 266.
34
Para Hegel, lo natural hace referencia a una “alteridad”, lo que está fuera de una totalidad.
35
Mismo argumento que Horkheimer en su comprensión del europeo y del indígena.
La tradición antropológica del francfortiano es evidente.
36
G. W. F. Hegel, op. cit., pp. 200-2002; versión castellana, pp. 266-267. Las cursivas
son mías.
Cuando los jesuitas y los sacerdotes católicos quisieron habituar a los indígenas
a la cultura y moralidad europea […] fueron a vivir entre ellos y les impusie-
ron, como a menores de edad (Unmündigen), las ocupaciones diarias, que ellos
ejecutaban —por perezosos (träge) que fueran— por respeto a la autoridad de
los padres. Construyeron almacenes y educaron a los indígenas en la costumbre
de utilizarlos y cuidar previsoramente del porvenir. Esta manera de tratarlos es,
indudablemente, la más hábil y propia para elevarlos; consiste en tomarlos como
a niños (Kinder) […] Así pues, los americanos viven como niños, que se limitan a
existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados.38
37
Ibidem, p. 275.
38
Ibidem, p. 202. Versión castellana, p. 268. Las cursivas son mías. Ya en el siglo xx,
Horkheimer coincide con los elementos del prejuicio antropológico hegeliano. Ante el eu-
ropeo, el indígena es inmaduro, inferior, improductivo, entre otros.
39
Antonello Gerbi, La disputa del nuevo mundo, México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 1960, p. ix.
40
Sobre el racismo antropológico de Kant, vid. el excelente trabajo de Chukwudi Eze,
“El color de la razón: La idea de ‘raza’ en la antropología de Kant”, 2008, pp. 21-82, en Ch.
Eze, P. Henry y S. Castro-Gómez, El color de la razón: racismo epistemológico y razón imperial,
Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2008.
41
Su Histoire Naturelle publicada en París entre 1749 y 1788 se compone de 36 vo-
lúmenes que compendian todo el saber ilustrado de la época referente a las ciencias de la
naturaleza. En castellano, vid. Buffon, Del Hombre: Escritos Antropológicos, México, Fondo
de Cultura Económica, 1986.
42
En su obra de 1768: Recherches philosophiques sur les Americains (Investigaciones filosó-
ficas sobre los americanos), De Pauw difunde sus prejuicios antropológicos de exclusión en
sentido antiamericano.
43
A. Gerbi, op. cit., p. 9.
44
Idem.
45
Ibidem, p. 29. Las cursivas son mías. Ya desde 1955, en la primera edición de su
clásica obra La disputa del Nuovo Mondo (La disputa del nuevo mundo), el historiador italia-
no, a manera de crítica al pensamiento ilustrado, es claro al señalar elementos estructurales
constitutivos del eurocentrismo.
46
I. Kant, Filosofía de la historia..., p. 25.
47
Hegel, Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, iv, 3, 3. Apud E. Dussel, 1492
El encubrimiento del otro…, p. 19.
48
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Colofón, 2007,
p. 9
49
E. Dussel, “Más allá del eurocentrismo: el sistema-mundo y los límites de la moder-
nidad”, en Santiago Castro-Gómez, Óscar Guardiola-Rivera y Carmen Millán de Benavides
(eds.), Pensar los intersticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial, Bogotá, ceja, 1999, pp.
148-149.
50
Vid. Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en
Edgardo Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, Buenos
Aires, clacso, 2000, pp. 201-246.
para la Teoría crítica es que llega a un punto en que sus análisis sociales no
pueden liberarse del corsé de una epistemología hegemónica colonial, la
cual termina por hacerla caer en contradicción al pensar bajo la exclusión
de una lógica binaria donde la premisa mayor es civilización o barbarie, con
todo y las consecuencias políticas y sociales que de esto deriva.
Lo cierto es que, según hemos comentado, el proyecto francfortiano
nunca conectó el tema de la modernidad con el imperialismo colonial y,
menos aún, con la decolonialidad de sus víctimas. Descubrimos ahora
que es éste uno de sus huecos principales. En Dialéctica de la Ilustración,
se hace referencia a los orígenes de la civilización occidental a partir de
los relatos homéricos con la figura de Odiseo como prototipo del sujeto
moderno, en el que en ciernes se encuentra ya la razón instrumental,
cuyo objetivo es controlar la naturaleza y someter sus fuerzas irracionales,
pues amenazan con devastar al ser humano.51 Es esencialista pensar que
la astucia de la razón, propia de la condición humana y no sólo del sujeto
occidental, pudiese devenir indefectiblemente la razón moderna instru-
mental controladora o medio-fin.
La racionalidad es una facultad humana universal, preeuropea, premo-
derna, preilustrada y preoccidental. Pensar la razón humana como moderna
es caminar sobre una falacia local convertida ideológicamente en univer-
sal con la correspondiente justificación de aniquilar todo aquello que no
se ciña a su paradigma. La falacia consiste, pues, en identificar la razón
humana en general con la razón moderna particular. Los relatos míticos
de todo pueblo civilizatorio, occidental y no occidental, desde los más re-
motos orígenes, incorporan en lo común elementos en los que aparece la
astucia racional humana como característica positiva hacia la conservación
y fomento de la vida humana en comunidad en coexistencia con la natu-
raleza. El problema no es la razón en sí misma, sino el sentido respecto a
su funcionamiento, algo así como el contenido subjetivo-cultural en el que
acontece y se desarrolla.
La modernidad construye, también, un nuevo mito, el mito colonia-
lista de la alta cultura europea. De Kant a Habermas,52 la modernidad ha
sido vista como un acontecimiento histórico que maximiza, de forma na-
tural, el genio europeo, como la glorificación del ser humano auténtico y
universal sin considerar otredades diversas. Horkheimer cae también en la
falacia. Con todo y sus grandes virtudes, la kritische Theorie muestra en
este particular su punto de quiebre; queda encerrada en la ontología que
ella misma criticó. En Dialéctica de la Ilustración se lee: “La Ilustración es
51
Vid. M. Horkheimer y T. Adorno, Dialéctica de la Ilustración…, pp. 97-128.
52
De este último, vid. su conocido ensayo titulado “Modernidad: un proyecto incomple-
to”, en Nicolás Casullo, El debate modernidad posmodernidad, Buenos Aires, Punto Sur, 1989.
53
M. Horkheimer y T. Adorno, Dialéctica de la Ilustración…, p. 62.
54
E. Dussel; Ética de la liberación…, p. 394.
Resumen A partir de la primera mitad del siglo xx, se encuentra una abundante
literatura que escudriña los componentes de la desigualdad sexual bajo
la lupa de la categoría de género. Desde diversos posicionamientos
teórico-políticos, esta categoría fue tomando fuerza hasta posicionarse
dentro de la academia anglosajona y, desde allí, pudo migrar a los
centros de investigación de las periferias globales. Sin embargo, no
es en el registro del debate del feminismo blanco donde se pueden
encontrar los límites que esta categoría encierra, sino en la producción
intelectual y la acción política de mujeres racializadas que evidencia-
ron que las desigualdades entre los sexos se articulan y/o estructuran
con otras desigualdades, como la étnica, racial o de clase, etcétera. Así,
en este ensayo se muestra que la producción de mujeres racializadas
es la que apunta a trascender los paradigmas del feminismo occidental
y estadounidense que centralizan su mirada a una sola dimensión de
la realidad, es decir, que reconocen en el sistema de género el único
referente para explicar “la opresión” que pesa sobre la mujer.
Abstract From the first half of the twentieth century is an abundant literature
that refers to the components of sexual inequality under the magnify-
ing glass of the category of gender. From various theoretical-political
positions, this category was gaining strength to position itself within
academy of the global north; and from there he was able to migrate
*
Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco,
México.
100 DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
Palabras clave
Género, mujeres racializadas, intersección entre el sistema de dominación: racis-
mo, sexismo, capitalismo
Keywords
Gender, racialized women, intersection between the system of domination: racism,
sexism, capitalism
T
al como señala Gayle Rubin en el inicio de
su artículo, Tráfico de mujeres: notas sobre la
economía política del sexo, publicado origi-
nalmente en Nueva York, en 1975, “la literatura sobre las mujeres —tanto
feminista como antifeminista— es una larga meditación sobre la naturaleza
y génesis de la opresión y subordinación […] de las mujeres. No es una
cuestión trivial, puesto que las respuestas que se le den condicionan nues-
tras visiones del futuro”.1
Por ello, hacer un intento de genealogía del debate que se gestó alrede-
dor de la subordinación de las mujeres, y que llevó a la configuración de la
categoría de género y sexo/género (esta última acuñada por Rubin) es una
tarea fundamental por la importancia de los argumentos que se esgrimen
en relación con el origen de la opresión de las mujeres. Pero también es
fundamental, porque nos ayuda a entender —como dice Rubin— los con-
dicionamientos que determinan nuestras miradas no sólo de futuro, sino
sobre las “otras”.
Gayle Rubin, “El tráfico de mujeres: notas sobre la ‘economía política’ del sexo”, en
1
Marta Lamas (comp.), El género: La construcción cultural de la diferencia sexual (trad. Claudia
Lucotti), México, unam-Porrúa, 1997, pp. 35-96.
Razones de género
2
Vid. Jill K. Conway, Susan C. Bourque y Joan W. Scott, “El concepto de género”, en
Marta Lamas, op. cit., pp. 21-33.
3
En el estudio realizado en tres comunidades de Nueva Guinea, Mead analiza los
motivos de las “diferencias conductuales y de ‘temperamento”, concluyendo que “éstas son
creaciones culturales y que la naturaleza humana es increíblemente maleable” en M. Lamas,
“La antropología feminista y la categoría de género”, op. cit., p. 99.
4
M. Lamas, “La antropología feminista y la categoría ‘género’”, El género…, p. 100.
5
Idem.
6
Ibidem, p. 9.
7
John Money, por ejemplo, es uno de los primeros autores que —en el artículo “La ter-
minología del género y el sexo”, publicado en 1955— utiliza el término papel genérico, “gender
role”; aunque es Robert Stoller, en Sex and Gender, publicado en 1968, quien expresamente
usa la expresión identidad genérica. Desde los cincuenta, Money se dio a la tarea de estudiar las
diferencias entre mujeres y hombres; en su estudio sobre los trastornos de la “identidad sexual”,
Stoller avala que la asignación y adquisición de las identidades sexuales son más determinantes
que la carga biológica y genética. Vid. M. Lamas, “La antropología feminista…”
8
Celia Amorós, “Simone de Beauvoir: un hito clave de una tradición”, en Amelia
Valcárcel y Rosalía Romero (eds.), Pensadoras del siglo xx, t. II, Andalucía. Hypatia/ Instituto
Andaluz de la Mujer, 2001, p. 108.
9
M. Lamas, “La antropología feminista…”, p. 109.
10
C. Amorós, op. cit., p. 109.
11
G. Rubin, op. cit., p. 37.
12
M. Lamas, El género…, p. 14.
13
Ibidem, p. 44.
14
G. Rubin, op. cit.
15
Ibidem, p. 58.
16
Vid. G. Rubin, op cit., p. 47. Sin embargo, vale decir aquí que la propues-
ta analítica de Rubin, y el concepto de género no se han salvado del cuestionam-
iento teórico. Judith Butler, quien se inscribe dentro de la corriente posestructur-
alista y está fuertemente influida por el pensamiento foucaultiano, desde el cual se
considera que el sexo, lejos de ser algo natural e inamovible, se construye desde el conjunto
de “dispositivos discursivos y de poder” (C. Amorós, op. cit.), rechaza el supuesto que diferen-
cia sexo y género —en tanto el segundo como construcción cultural—, pues, dice la autora, si
“el cuerpo se convierte en un nexo peculiar de cultura y elección, y ‘existir’ el propio cuerpo
se convierte en una forma personal de asumir y reinterpretar las formas de género recibidas”,
entonces el sexo y el género son “cuestiones completamente culturales” (J. Butler, apud. C.
Amorós, op. cit., p. 111). Para Amorós, el principal problema en los postulados de Butler es-
triba en pensar al género como una construcción cultural a la vez que una elección, pues —se
pregunta Amorós— “¿qué sentido tendría elegir lo que ya somos?” Pero deja una ventana
abierta. Pues a la luz de la definición que Sartre hace de la libertad, “quizá la paradoja de Butler
se disuelva: el género como condición y situación objetiva ‘es lo que han hecho de nosotras’, y
el género, en cuanto identidad subjetiva, es lo que nosotras hacemos, dentro de un margen de
maniobra dado […] de lo que han hecho de nosotras” (C. Amorós, op. cit., p. 114).
Ibidem, p. 115.
18
19
Estas preguntas de carácter antropológico son formuladas por Conway, Bourque y
Scott en op. cit., pp. 21-33.
20
Conway, Bourque y Scott, op. cit., p. 29.
21
Cristina Sánchez Muñoz, “La ciudadanía de las mujeres; las hijas espúreas [sic] de
Hannah Arendt”, en A. Valcárcel y R. Romero (eds.), op. cit., p. 48.
22
Vid. Mary O’Brien, The Politics of Reproduction, Londres, Routledge & Kegan Paul,
1981, s. p.
23
Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en Marta
Lamas (comp.), El género. La construcción cultural de la diferencia sexual, Programa Univer-
sitario de Estudios de Género-Miguel Ángel-Porrúa, México, 2013, pp. 265-302. (También
vid. Mary O’Brien, op. cit.).
24
Idem.
25
Ibidem, p. 274.
26
Carol Pateman, El contrato sexual (trad. de María Luisa Femerías), México, Anthro-
pos/uam-i, 1995, p. 51.
27
J. W. Scott, op. cit., p. 275.
28
Idem.
29
La influencia de la obra de Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el
Estado, es innegable, pese a los severos sesgos en los principales postulados de dicho pen-
sador, uno de los cuales es considerar que la condición femenina es resultado exclusivo de
un proceso histórico en el que pasaron de condiciones igualitarias a la dependencia (subor-
dinación), esto a raíz de la aparición o surgimiento de la propiedad privada, sin reflexionar
siquiera sobre el problema de la división de los espacios por consideraciones relativas a los se-
xos. Rosalía Romero, en el texto “La división sexual del trabajo en el pensamiento feminista:
evolución y retos”, Los desafíos del feminismo ante el siglo xxi. Andalucía, Junta de Andalucía,
Instituto Andaluz de la Mujer (eds.), 2000, aporta interesantes reflexiones sobre la evolución
de dicho debate desde el pensamiento feminista.
30
La principal exponente de este planteamiento fue Eli Zaretzky, en su libro Familia y
vida personal en la sociedad capitalista (trad. de Celia Novoa), Barcelona, Anagrama, 1978.
31
J. W. Scott, op. cit., p. 275.
32
Entendido éste como el sistema de relaciones de dominación de género, donde lo
femenino está subordinado a lo masculino. Desde la perspectiva que aquí se expone, la re-
producción del sistema patriarcal estaría situada en el ámbito de la reproducción de la familia,
mientras la del sistema capitalista estaría ubicada en el ámbito de la producción.
33
“Se considera que un primer esbozo de la formulación de la teoría Dual System lo hizo
Juliet Mitchell. En su obra Woman’s State, Mitchell sostiene que la condición de la mujer no
puede ser derivada de la economía (Engels) ni identificada simbólicamente con la sociedad
(joven Marx). Más bien ha de completarse como una estructura específica que resulta de unión
de determinados elementos” En A. Valcárcel y R. Romero (eds.), op. cit., p. 59. Para obtener
un amplio panorama sobre el problema en cuestión, vid. C. Sánchez Muñoz, op. cit., y J. W.
Scott, op. cit., pp. 265-302.
34
C. Sánchez Muñoz, op. cit., p. 48.
35
Cristina Molina Petit, Dialéctica feminista de la ilustración, Barcelona, Anthropos,
1994, p. 23.
36
Vale considerar que, en el siglo xx, la incorporación de las mujeres al ámbito productivo
tuvo un fuerte impulso —tendencia que ha ido en ascenso en los últimos años—. Así pues, la
constitución de lo público y lo privado sigue sostenida sobre la base de la división de ambas
esferas, y la atribución de las mujeres a lo doméstico o a la esfera de las necesidades; es decir,
pese a que las mujeres forman parte de la fuerza de trabajo incorporada a múltiples sectores
productivos, las labores de la crianza —biológicas y sociales—, así como las domésticas, siguen
Gloria Jean Watkins —mejor conocida como bell hooks—, en su texto Mu-
jeres negras: dar forma a la teoría feminista, sintetiza parte de la crítica y los
planteamientos que dieron origen a las teorías de la interseccionalidad, las cua-
les estipulan que los diferentes sistemas de opresión (raza, género, clase, etc.)
no operan de forma separada, sino desde múltiples y diversas articulaciones.
Al referirse al libro de Betty Friedan, La mística de la feminidad, bell
hooks afirma que la escritora estadounidense “hizo de su situación, y de la
situación de las mujeres blancas como ella, un sinónimo de la condición
38
Mercedes Jabardo (ed.), Feminismos negros. Una antología (trad. de Mijo Miquel et
al.), Madrid, Traficantes de Sueños, 2012, p. 34.
39
Idem.
40
El presente apartado forma parte del texto de Karina Ochoa, “Una mirada crítica a
la perspectiva de género, retos para la Ciudad de México”, en K. Ochoa y Jorge Mercado
(coords.), La Ciudad de México y los retos legislativos actuales, t. I, México, aldf, 2013.
41
bell hooks, Mujeres Negras: Dar forma a la teoría feminista [en línea], en http://www.
marxists.org/espanol/tematica/mujer/autores/hooks/1984/001.htm Fuente de la edición:
bell hooks, “Mujeres negras: dar forma a la teoría feminista”, Otras inapropiables, Madrid,
Traficantes de Sueños, 2004, s/p. Las cursivas son nuestras.
42
Idem.
43
Idem, s/p. Las cursivas son nuestras.
44
Idem. Las cursivas son nuestras.
45
Idem.
46
Idem.
Reflexión final
Son varias las dimensiones que encierra el debate crítico en torno a la catego-
ría y perspectiva de género, pues su impacto no se reduce a la dimensión aca-
démica; su impronta política, ética nos obliga a resaltar los supuestos ontoló-
gicos que se desdoblan en una dimensión epistémica que les dota de sentido.
El impacto político de la incorporación de la categoría al ámbito social
y académico en Latinoamérica y El Caribe, así como la imposición de las
políticas de transversalidad o perspectivas de género en el espacio guberna-
mental, fue denunciado desde los noventa del siglo pasado por las llama-
das feministas autónomas, quienes comunicaron la pérdida de brújula de las
organizaciones y colectivos feministas frente a la imposición de la agenda
de género impulsada por financiadoras internacionales en pleno auge del
neoliberalismo global.
Y como hemos visto en el apartado anterior, activistas e intelectuales
feministas no blancas o racializadas abonaron en la formulación de una
crítica a la categoría de género desde diversas existencias y experiencias de
dominación colonial, que hicieron del hecho de ser mujeres negras, de co-
lor, indígenas, mestizas racializadas, un marcaje que quedaba invisibilizado
y encubierto en una concepción del “ser mujer” —blanca, metropolitana,
universitaria de clase media y alta—, basada en una ontología política de la
dominación racial.
En este sentido, vale sugerir que la categoría de género en aislado no
sólo invisibiliza el proceso de imbricación o coconstitución de opresiones
por condición de raza, etnia, clase, edad, orientación sexual y demás, —que
organiza la matriz de opresión que da sentido a las jerarquías y desigualda-
des sociales—, sino que además valida y fortalece una mirada occidentali-
zante con pretensión universalista, asociada a la supremacía blanca y me-
tropolitana de mujeres que aspiran a tener los mismos derechos de dominio
que sus congéneres varones; es decir, que exigen la condición de igualdad
en relación con los varones blancos, pero son incapaces de explosionar los
patrones de dominación colonial-racial que, finalmente, son los garantes
de la posibilidad de alcanzar ciertos privilegios equiparables a los de los
varones blancos. En el fondo del problema, encontramos que la perspectiva
de género acuñada desde los feminismos hegemónicos da continuidad a la
cosmopolítica de la dominación colonial.
Resumen El clamor de los excluidos se muestra en los ritos de sanación que per-
sisten, resisten y sobrellevan las quejas y anhelos presentes en sus ex-
presiones y vivencias poco entendibles para algunos sectores sociales;
pero, para el pueblo, especialmente para quienes se aferran a la vida en
situaciones vulnerables, es una alternativa de esperanza y de futuro. El
culto al Niño Fidencio es una de las expresiones a las que la gente más
vulnerable acude en casos de extrema necesidad.
En el presente aporte se trata de exponer las diferentes formas de
expresar la fe, desde situaciones de vulnerabilidad humana y desde una
institución organizada por una burocracia encargada de velar por el
apego a un cuerpo dogmático. La lucha por la sobrevivencia de los ex-
cluidos consiste no sólo en conseguir el sustento material diario, sino
en interpretar el sentido de su existencia y lucha por la vida; por medio
de la resignificación de las más variadas prácticas y símbolos que dan
sentido a sobrellevar los momentos críticos donde corre riesgo su vida.
Esta reinterpretación o relectura de la vida es una característica que los
pueblos excluidos han realizado a lo largo de la historia para sobrevivir
a condiciones adversas, como lo muestra la práctica de fe de nuestros
pueblos, llamada religión popular o religiosidad popular.
*
Universidad Johannes Gutenberg, Alemania, y Universidad Iberoamericana,
México.
116 DESCOLONIZACIÓN Y TRANSMODERNIDAD
Palabras clave
Religiosidad popular, devoción popular, milagros, fundamentalismos, mesianismo
Keywords
Popular religiosity, popular devotion, miracles, fundamentalism, messianism
JJ
osé Fidencio de Jesús Constantino Síntora na-
ció el 13 de noviembre de 1898, hijo de Soco-
rro Constantino y María del Tránsito Síntora.
Aunque nació en el pueblo de Las Cuevas, municipio de Iránuco, Guana-
juato, vivió en diferentes lugares hasta que se instaló en El Espinazo, Nuevo
León. Fidencio tuvo dotes especiales que lo distinguieron desde temprana
edad. Se destacó por ser un fiel devoto católico; fue monaguillo en Acám-
baro, donde se hizo amigo del señor cura; les adivinaba el futuro a los niños
de su edad, motivo por el cual padecía violencia de sus compañeros; estudió
hasta el tercer año, y muy pronto se dedicó al trabajo. En la familia del ex
general villista López de la Fuente trabajó en varios oficios; sin embargo,
Carlos Monsiváis afirma que le gustaba más el trabajo de la cocina, ayudar
en los partos y lavar las ropas de las parturientas. En 1927, la familia del ex
general se trasladó a El Espinazo y ahí desplegó sus cualidades de sanación
y consuelo a los desahuciados. Su muerte en 1930 originó una leyenda de
su resurrección, pero el hecho de que no ocurriera al tercer día, como lo
esperaban sus seguidores, no fue ocasión para que su culto disminuyera, al
contrario, esto dio pie a la institucionalización de los ritos de sanación por
medio de la iglesia fidencista.
1
Cfr. Carlos Monsiváis, Los rituales del caos, México, Era, 1995, pp. 93-108.
Foto 8. Aniversario luctuoso del Niño Fidencio en Espinoza, Nuevo León, México.
Autor: Moisés Quintana Guerrero.
2
Franz Hinkelammert, “La crítica de la religión neoliberal del mercado y los derechos
humanos”, Grupo pensamiento crítico, Costa Rica [en línea], http://www.pensamientocri-
tico.info/index.php/articulos/articulos-de-franz-hinkelammert/espanol/391-la-crisis-de-la-
religion-neoliberal-del-mercado-y-los-derechos-humanos
3
F. Hinkelammert, “La ética de la religión del mercado y el ser supremo del ser huma-
no”, Grupo Pensamiento crítico, Costa Rica, 2016 [en línea], http://www.pensamientocritico.
info/index.php/articulos/articulos-de-franz-hinkelammert/espanol/410-la-etica-de-la-reli-
gion-del-mercado-y-el-ser-supremo-para-el-ser-humano-como-marx-lo-ve-la-dimension-
de-un-nuevo-proyecto-de-investigacion
4
En el ámbito latinoamericano, especialmente en la tradición de la filosofía y la teo-
logía de la liberación, entre otras disciplinas, se ha afirmado la realidad de los pueblos del
continente al mantener su fe y tradiciones en convivencia, a pesar de la pobreza generada
por la modernidad; no hay un abandono de la fe en condiciones de marginación, sino todo
lo contrario. Para el mundo europeo, Habermas afirma que después de los atentados en
Nueva York, lo religioso está más que presente en el debate público, con lo que entramos a
una época postsecular. Vid. Jürgen Habermas, “Creer y saber”, en El futuro de la naturaleza
humana ¿Hacia una eugenesia liberal?, Barcelona, Paidós, pp. 128-146.
5
En su propuesta de análisis de la religiosidad popular, Renée de la Torre afirma
el “entre-medio” de lo institucional y lo individual, como un espacio para desafiar la
institucionalización de la religión por medio de las nuevas prácticas de creyentes, pero
a título individual. En todo su análisis se muestra que sus categorías están arraigadas en la
modernidad. Vid. Renée de la Torre, “La religiosidad popular como `entre-medio´ entre
la religión institucional y la espiritualidad individualizada”, Civitas. Revista de Ciências Soci-
ais, Brasil, vol. 12, núm. 3, septiembre-diciembre, 2012, pp. 506-521.
6
El tema de la minoría de edad apareció, de manera contundente, con la Ilustración,
cuando Kant y otros indicaron que las naciones deben alcanzar la mayoría de edad, superan-
do la ingenuidad de los prejuicios adquiridos en la cristiandad. Pero era un tema ya presente
en el debate sobre la humanidad de los pueblos amerindios con el fin de cristianizarlos o
ser mano de obra esclava en el proyecto civilizatorio del “nuevo mundo”. En el momento
culmen de la modernidad, Hegel hablará de madurez geográfica como inseparable de la ma-
durez intelectual; con ello, se consolida el discurso de superioridad de Europa sobre el resto
de los pueblos y civilizaciones. Vid. Abdennur Prado, Genealogía del monoteísmo. La religión
como dispositivo colonial, Barcelona, Akal, 2018, p. 46.
7
Los estudios de la teología fundamental en autores clásicos como Karl Rahner o
Bernard Lonergan o en autores latinoamericanos en la teología de la liberación afirman el
hecho de fe como una experiencia personal y, con ello, las categorías modernas de persona,
experiencia o conciencia acotadas por el concepto de sujeto moderno. Algunos autores, tal
es el caso de Raúl Cervera, Juan Bautista Libanio o Enrique Dussel, afirman la experiencia
de fe como una experiencia comunitaria. Vid. Karl Rahner, Curso fundamental sobre la fe,
Barcelona, Herder, 2003, p. 535; Juan Bautista Libanio, Teología de la fe. Yo creo, nosotros
creemos, México, Dabar, 2000, p. 572; Enrique Dussel, Ética comunitaria, Madrid, Edi-
ciones Paulinas, 1988, p. 285.
Foto 15. Fe en la comunidad Espinoza, Nuevo León, en el aniversario luctuoso del Niño
Fidencio. Autor: Moisés Quintana Guerrero.
8
Sobre estos aspectos Vid. Alejandro Castillo Morga, Sabiduría indígena y ética social
cristiana, México, Comunidades Eclesiales de Base, Educa-Flor y Canto-Serapaz, 2016, p.
478, caps. 2, 3, 4 y 6.
encuentra trata de reflejar que el Niño Fidencio es una expresión del culto
guadalupano presente en el catolicismo popular. La petición del equilibrio,
en situaciones críticas, es una constante entre los devotos fidencistas que
plasman en el Niño Santo todas virtudes de ternura y compasión, las cuales
tienen su raíz en la devoción del Tepeyac, Santa María de Guadalupe.
La raíz cultural indoeuropea sintetizada en el núcleo ético-mítico es el
Alma. La tradición del centro de Asia fue un crisol para la conjunción de
elementos culturales de diferentes pueblos. La combinación de elementos
culturales apuntó a expresar la diversidad del equilibrio de la vida. La sín-
tesis de ese equilibrio es el alma, que es el núcleo ético mítico aprendido
por los griegos en la India. En la adopción del alma dentro de la filosofía
griega se radicalizó el sentido de la pureza. Se dio importancia a lo más ele-
vado y abstracto en detrimento del cuerpo, el cual era la cárcel del alma, y,
también, se aspiraba a cosas elevadas y perfectas, puesto que era la vía hacia
una ética de las virtudes. La filosofía griega adoptada por el mundo latino
(romano) y luego en el mundo de la cristiandad se asemejó a la búsqueda
de la vida con Dios, como la vida del alma, y en la necesidad de superar y
reprimir todo lo que fuera deseo de la carne o deseos del mundo.
Fue la fragmentación entre cuerpo-alma, sagrado-profano, cielo-tierra,
gracia-pecado el resultado de la adopción de la filosofía griega y latina den-
tro del paradigma de la cristiandad. Esta manera de comprender la vida
cristiana dominó en el mundo occidental y trajo serias consecuencias y
contradicciones en el cristianismo de origen semita (judío), incluso en el
cristianismo indígena, pues este dualismo fue la manera como occidente
quiso colonizar a todas las culturas del mundo. Pero también fue la opor-
tunidad de diálogo intercultural que nuestros pueblos aprovecharon para
redimensionar sus mitos antiguos y reposicionarlos en la nueva situación,
predominando la resistencia a pesar de la colonización.
En el culto al Niño Fidencio, se le atribuyen virtudes curativas a él y
sus seguidores gracias a la vida de pureza que deben llevar para ser autén-
ticos sanadores de los males. Dicha dimensión dualista se combina con la
búsqueda de salud para el cuerpo, aunque predomine el sentido de pureza
que se considera como una de las virtudes principales del Niño Fidencio,
razón por la cual se tiene la imagen de que siempre permaneció niño; su voz
y sus maneras delicadas fueron la prueba de su pureza y santidad.
El mesianismo en la fe popular
9
Michael Löwy, “The historical meaning of Cristianity of Liberation in Latin Ame-
rica”, Coloniality at Large. Latin America in the Poscolonial Debate, Durham, NC, Duke
University Press-Durham & London, 2008, pp. 350-359.
10. Todo fetiche crea su discurso mesiánico; es decir, todo ídolo crea su
discurso salvador como lo expresa la modernidad. En la elaboración
de una teoría crítica hay que descubrir que muchas ideas y prácticas
afirman a un “dios”, pero no se trata del “Dios” de la tradición de la jus-
ticia. Matar a nuestros dioses es dejar el culto que mata la vida, a la co-
munidad, con el fin de afirmar al dios de la vida presente en los relatos
de los evangelios y de las prácticas que afirman la vida, como retribuir a
la Madre Tierra que con ternura nos alimenta y rige o, también, en las
prácticas de petición de la salud de los enfermos desahuciados —como
es el caso del culto al Niño Fidencio—.
Conclusión
*
Universidad Intercontinental, México.
136 II. DOSSIER
Palabras clave
San Agustín, miseria, dispersión, felicidad, Dios
Keywords
St. Augustine, misery, dispersion, happiness, God
A
ntes que una doctrina o un discurso, el cris-
tianismo es una religión, cuyo origen, senti-
do y propósito último es la experiencia del
amor que Dios es. Lo que hace cristiano al hombre no es el conocimien-
to teórico —filosófico ni teológico— de las Sagradas Escrituras, sino el
encuentro transformador con Cristo Crucificado y Resucitado, de quien
procede la salvación.
El conocimiento de Dios al que todo cristiano está llamado no es de
orden metafísico. El dios-concepto de la metafísica se define como causa sui
y causa eficiente del ente creado. A la luz de tal reducción, Dios es concebi-
do como “el ente supremo que en el campo de un discurso sobre el ser del
ente (ontología, metaphysica generalis), se encarga a la vez de concentrar la
perfección ejemplar (ens realissimum, causa sui, ipsum esse, etc.) y de asegu-
rar causalmente la coherencia del mundo”.1 Al dios metafísico, “el hombre
no puede rezarle ni hacerle sacrificios. Ante la causa sui el hombre no puede
caer temeroso de rodillas, así como tampoco puede tocar un instrumento
ni bailar”.2
Conocer a Dios no es estar en posesión de un concepto metafísico
—en el que no está contenida referencia alguna a la trascendencia ni al mis-
terio divinos—, sino llegar a ser uno con lo conocido; es vivir en Cristo. En
el contexto de la experiencia religiosa cristiana, “conocer es ser”, puesto que
“quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”.3
Para san Agustín, el fin último del hombre es el conocimiento de Dios.
Por ello, en diversos lugares de su obra, en diálogo con Dios, expresa su más
caro deseo: “Que yo te conozca, conocedor mío, que yo te conozca como tú
1
Jean-Luc Marion, El ídolo y la distancia. Cinco Estudios, Salamanca, Sígueme, 1999,
p. 45.
2
Martin Heidegger, “La constitución ontoteológica de la metafísica”, Identidad y Di-
ferencia, Barcelona, Anthropos, 1988, p. 153.
3
1 Jn 4, 8.
me conoces, Virtud de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas
y poseas sin mancha ni arruga”.4
El propósito de este artículo es contribuir a la comprensión del cris-
tianismo, entendido como modo de ser-en-el-mundo, adoptado de manera
libre y consciente, que surge como respuesta existencial positiva, de absolu-
ta disponibilidad, a la manifestación elusiva del misterio de Dios. A fin de
realizar dicho propósito, en primer lugar, se muestra que la corporalidad,
en tanto que condición de posibilidad de la apertura del hombre al mundo
y al prójimo, entraña un riesgo de alienación. Posteriormente, se ofrece una
descripción fenomenológica de la dispersión que la presenta como causa del
olvido de sí en favor del cuidado de los bienes mundanos. Una vez aclarado
lo anterior, se analiza el fenómeno de tentación. A continuación, se explica
que la concupiscencia es la tendencia antropológica que, al desarrollarse,
hace la vida del hombre miserable, por cuanto despierta en éste el deseo
desordenado de los bienes finitos. Finalmente, la meditación se orienta al
análisis fenomenológico del olvido de sí, derivado del encuentro con Dios
en Cristo.
La tesis a demostrar es que, mientras el olvido de sí que causa la dis-
persión conduce al hombre a una vida miserable, el olvido de sí por amor a
Dios es el camino a la vida feliz, por la que todo hombre suspira.
La interpretación de la obra agustiniana que se ofrece al lector en las
páginas siguientes está guiada tanto por las directrices metodológicas pro-
puestas por Heidegger para la interpretación de los testimonios místico-
religiosos, como por sus estudios en torno a la mística medieval. Tal es la
perspectiva desde la cual se pretende arrojar luz sobre el cristianismo, a
través de la descripción esencial de dos posibles modos de habitar el mundo
a los que san Agustín caracteriza como extravío y concentración amorosa
en Dios.
La relevancia existencial de este análisis filosófico consiste en que, aun
cuando todo hombre desea ser feliz, eso no significa que sepa cuál es el
modo de existencia capaz de conducirlo a la felicidad, y cuál es el que,
de forma irremediable, lo condena a una vida miserable, marcada por la
insatisfacción y la inautenticidad.
4
Confesiones, x, 1, 1.
5
La metafísica es ontología por cuanto su propósito es el estudio de “lo que es, en
tanto que algo que es, y qué-es, y los atributos que le pertenecen en tanto que algo que es”
(Metafísica, vi, 1026a31-33). Idea que el estagirita reafirma al decir que “hay una ciencia
que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le perte-
necen” (Aristóteles, Metafísica, iv, 1003a 19-20).
6
Naturaleza y origen del alma, iv, 6, 7.
7
Ibidem.
8
El espíritu y el alma, 18.
9
De las costumbres de la Iglesia católica y de las costumbres de los maniqueos, i, 27, 52.
10
Dicha comprensión es del todo congruente con la descripción paulina del hombre
como sôma (sustrato material), psiché (vida sensible) y pneuma (intelecto o Nous).
11
Sermones sobre el Evangelio de San Juan, Hechos y Cartas de los apóstoles, 150, 5.
12
La ciudad de Dios, xiii, 24, 2.
13
La ciudad de Dios, i, 13.
14
“En el Nuevo Testamento aparecen dos términos griegos para designar el cuerpo hu-
mano: sôma y sarx, que no mantienen unas significaciones consolidadas y constantes, sino
que, a menudo, muestran unas notables oscilaciones de un vocablo al otro” (Lluís Duch y
Joan-Carles Mèlich, Escenarios de la corporeidad. Antropología de la vida cotidiana 2/1, Ma-
drid, Trotta, 2012, p. 94). En términos generales, puede afirmarse que el término sôma alude
al cuerpo viviente, mientras que sarx se refiere a la carnalidad.
15
Confesiones, x, 10, 17.
16
Rom 1, 20.
17
La trinidad, xii, 5, 5.
18
La trinidad, xi, 1, 1.
19
La trinidad, xii, 12, 17.
20
En este punto, es importante no perder de vista que “El pensamiento órfico-platóni-
co, que considera el cuerpo como la prisión o la tumba del alma (sôma-sema), es extraño
e, incluso, completamente contrario al mensaje del Nuevo Testamento y, al menos teórica-
mente, a la posterior tradición cristiana. A partir de aquí resulta evidente que también lo será
la identificación maniquea del cuerpo con el mal y los ‘deseos mundanos’” (L. Duch y J.-C.
Mèlich, op. cit., p. 90).
21
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 11.
22
La trinidad, xii, 10, 15.
23
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 11.
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 11.
25
26
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 12a.
27
Martin Heidegger, Introducción a la fenomenología de la religión, México, Fondo de
Cultura Económica, 2006, p. 42.
28
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín, Madrid, Encuentro, 2001, p. 93.
29
Tratados sobre el Evangelio de San Juan, ii, 11.
30
M. Heidegger, Estudios de mística medieval, Madrid, Siruela, 1997, p. 91.
31
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 12.
32
Diego Rosales, “El deseo de lo absoluto. La fenomenología de Lacoste desde Heide-
con el mundo —puesto que el deseo tiene el poder de igualar al amante con
la realidad amada— el hombre se torna mundano.
Cada uno es semejante al objeto de su amor: quien ama al mundo se
hace mundo; quien ama a Dios, por la acción de la gracia, deviene Dios
por participación. De ahí la exhortación. “No améis al mundo ni las cosas
que están en el mundo […] Porque todo lo que hay en el mundo es concu-
piscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y ambición mundana.”35
Por lo que hace a la primera modalidad de la dispersión, la interpre-
tación fenomenológica pone al descubierto que, a diferencia de la corpo-
ralidad, la “carne” no es una estructura fundamental del ser del hombre,
sino una tendencia de su ser que, al desarrollarse, da origen a un modo de
habitar el mundo que se contrapone a la búsqueda de la salvación. En rela-
ción con lo anterior, san Pablo admite: “Bien conozco que nada de bueno
hay en mí, quiero decir, en mi carne. Pues aunque hallo en mí la voluntad
para hacer el bien, no hallo cómo cumplirla, por cuanto no hago el bien
que quiero; antes bien el mal que no quiero [...] Veo otra ley en mis miem-
bros, que lucha contra la ley de mi mente y me sojuzga a la ley del pecado,
que está en los miembros de mi cuerpo”.36 Con ello, da a entender que
quien se deja arrastrar por la concupiscencia de la carne habita el mundo
tomando como criterio último de su acción “la delectación de todos los
sentidos y voluptuosidades”.37
Como ya se ha señalado, los sentidos pueden ser una vía remota para el
encuentro con Dios. En la satisfacción de las necesidades relativas a la cor-
poralidad se halla un placer natural. El desorden de la voluntad inherente
a la concupiscencia de la carne, entendida como “amor desordenado de los
placeres de los sentidos”,38 aparece cuando el placer constituye el fin último
de la acción y no una consecuencia accidental del obrar. En este contexto,
es preciso situar la confesión agustiniana “no tengo peor enemigo que este
mi cuerpo en quien vivo, que siempre es mi daño, como un león destro-
zado que tiene costumbre de hacerme pedazos por todas partes como una
pestilencial enfermedad”.39
Es decisión del hombre vivir conforme a los dictados de la carne o
del espíritu. El núcleo central del mensaje evangélico de san Pablo consiste
en un llamado a que los cristianos abandonen la vida “según la carne” y
adopten la libertad de la vida “según el espíritu”. ¿Cómo evitar que la satis-
35
1 Jn 2, 15-16.
36
Rom 7, 18-19.
37
Confesiones, x, 35, 54.
38
Adolph Tanquerey, Compendio de teología ascética y mística, Madrid, Palabra, 1990,
p. 136.
39
Suspiros, xix.
40
Meditaciones, xxvi.
41
Homilías sobre la Primera Carta de San Juan a los Partos, ii, 12.
42
Confesiones, x, 35, 54.
43
Confesiones, i, 15, 24.
44
Confesiones, x, 35, 54.
45
A. Tanquerey, op. cit., p. 139.
46
Confesiones, vi, 8, 13.
47
Confesiones, x, 36, 59.
48
Sal 82, 6.
49
Tratados sobre el Evangelio de San Juan, i, 4.
Concupiscencia y miseria
50
Ochenta y tres cuestiones diversas, 35, 1
51
Confesiones, i, 6, 7.
52
Confesiones, ii, 5, 10.
53
Del libre albedrío, I, 14, 30.
54
Sermón 125, 11.
55
Confesiones, iii, 1, 1.
56
Rowan Williams, Sobre San Agustín. Un enfoque renovado y vivificador del pensamien-
to agustiniano, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2016, p. 23.
57
Sermón 142, 3.
58
Tratados sobre el evangelio de San Juan, xxvi, 1.
59
Confesiones, iii, 6, 10.
60
Confesiones, vi, 11, 20.
61
Confesiones, i, 15, 24.
62
Suspiros, xiii.
63
Sermón, 142, 3.
64
Soliloquios del alma a Dios, i.
65
Meditaciones, ix.
Conclusión
66
Confesiones, iii, 6, 11.
67
Confesiones, ii, 1, 1.
68
Miguel García-Baró, “Más yo que yo mismo. Un ensayo fundamental de la filosofía de
la mística”, en Juan Martín Velasco (ed.), La experiencia mística. Estudio Interdisciplinar, Madrid,
Trotta-Ayuntamiento de Ávila-Centro Internacional de Estudios Místicos, 2004, p. 300.
69
M. Heidegger, Introducción a la fenomenología de la religión, p. 114.
70
San Agustín, Meditaciones, xxxv.
71
San Agustín, Confesiones, ii, 4, 14.
72
R. Williams, op. cit., p. 30.
73
Meditaciones, i.
Tristano Volpato*
Abstract The aim of the article is discussing three core concepts for the recog-
nition of the African population of Mexico: Afro-Mexican, Afro-des-
cendant and black. The paper presents a theoretical-empirical critique
of the model used by Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi) for the 2015 Intercensal Survey and the recent constitutional
recognition of the Afro-Mexican presence at the national level.
Palabras clave
Afromexicano, identidad, metodología
Keywords
Afro-Mexican, identity, methodology
E
l método empleado por el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi) para el le-
vantamiento de la pregunta sobre “autodeter-
minación afrodescendiente”, en la Encuesta Intercensal 2015, muestra errores
fundamentales en el registro cualitativo de percepción y autopercepción.
El cuestionario del Instituto se compone de 90 preguntas. De éstas,
cinco recopilan información etnocultural (condición de indigenismo)2 y
una busca la autodeterminación de los afrodescendientes.3 En este caso, el
error de medición es múltiple.
Al emplear la fórmula “se considera negra(o), es decir”, el texto sugiere
que los conceptos incluidos en la pregunta tienen el mismo significado, por
lo que al responder sí o no, los entrevistados confirman identificarse con las
tres categorías por las que se está preguntando o, por el contrario, con
ninguna de ellas. De esa forma, en lugar de ofrecer opciones de respuesta a
los entrevistados, el interrogante, apriorísticamente, excluye categorías con las
cuales las personas se hubieran identificado. Además, al considerar el término
negro como un sinónimo de afromexicano y afrodescendiente, la pregunta
indirectamente impone un criterio nacional, no local, de reconocimiento.
En este sentido, el método que se empleó para la encuesta destinada
a la Costa Chica de Oaxaca, acerca del proceso de autodeterminación de
afrodescendencia, demuestra que no fue diseñada para obtener informa-
1
Frantz Fanon, Black Skin, White Masks, Londres, Pluto Press, 2008.
Pregunta 10: De acuerdo con su cultura ¿(Nombre) se considera indígena?; preg. 13:
2
¿(Nombre) habla algún dialecto o lengua indígena?; preg. 14: ¿Qué dialecto o lengua indígena
habla?; preg. 15: ¿(Nombre) habla también español?; preg. 16: ¿(Nombre) entiende algún
dialecto o lengua indígena? Inegi, Encuesta Intercensal 2015. Síntesis metodológica y conceptual,
México, Inegi, 2015b, pp. 197, 198.
3
La pregunta es: De acuerdo con su cultura, historia y tradiciones, ¿(Nombre) se con-
sidera negra(o), es decir, afromexicana(o) o afrodescendiente? Vid. sección iii del “Cuestio-
nario para viviendas particulares habitadas y población”; Encuesta Intercensal 2015…, Inegi,
pp. 193-203.
ción acerca de lo que las personas consideran que sea el grupo de perte-
nencia con el que más tienen afinidad, sino para registrar a la población
bajo una definición que, en última instancia, resulta institucionalmente
conveniente. La “condición de afrodescendencia” derivada de la observa-
ción de las comunidades y sus criterios para detectar su propia identidad
colectiva, dispone de un abanico de matices socioculturales lo suficiente-
mente amplio para garantizar estatus y equidad para la población residen-
te en los asentamientos estudiados.
Esto significa que las comunidades ya cuentan con los elementos so-
cioculturales que les permite determinar parámetros de reconocimiento de
su propia identidad, faltando, en cambio, un criterio metodológico que
permita reunir tales percepciones en un índice que defina unívocamente
un “concepto clave” para la autodeterminación. Así, los parámetros que
definen la adscripción colectiva de los pobladores a sus respectivos grupos
culturales difieren profundamente de la definición que el Inegi decidió im-
plementar para la identificación de la población objetivo.
Si se definen los conceptos de afrodescendiente, afromexicano y ne-
gro, de manera separada, éstos ocultan significados teórico-empíricos muy
distintos entre sí, como el origen territorial asociado a la memoria colec-
tiva, la nacionalidad combinada con las raíces africanas subsaharianas y la
percepción estética de los individuos, convirtiéndose éste en un criterio de
selección al estilo estadounidense (one drop blood, “una gota de sangre”)4
que no responde a las necesidades culturales locales. Entonces, más allá de
no medir correctamente la identidad local, dicha metodología de estudio
tampoco resulta adecuada para captar la elección colectiva de los actores
acerca del autoreconocimiento comunitario.
Específicamente, los tres conceptos no sólo se distinguen el uno del otro
por su etimología lingüística (determinante, al momento de entender el ori-
gen de cada término y su implicación teórica específica), también por su re-
levancia contextual; pues existe una diferencia radical entre la determinación
del estatus social construido sobre los derechos de la minoría, sobre la deter-
minación de la ciudadanía o los orígenes culturales, o a partir de un factor
propiamente estético. En el primer caso, la centralidad de la jurisprudencia es
clave. En el segundo, la interacción del modelo multicultural con el contexto
determina la tipología de inclusión y/o integración de las minorías en el teji-
do sociocultural nacional. En el tercero, el racismo y el prejuicio determinan
los roles sociales y el comportamiento colectivo dominante.
Según el principio de “una gota de sangre”, una persona que cuente con, por lo
4
De la ciudadanía mexicana
5
John M. Levine, Richard L. Moreland, Carey S. Ryan, “Group socialization and
intergroup relations”, en John Schopler Constantine Sedikides, Intergroup Cognition and
Intergroup Behaviour, Nueva Jersey, Lawrence Erlbaum Associates Inc., 1998, pp. 283-308.
6
Leon Festinger, “Informal social communication”, Psychology Review, vol. 57, núm.
5, 1950, pp. 271-282; L. Festinger, Stanley Schachter, Kurt W. Back, Social Pressure in Infor-
mal Groups, Nueva York, Harper, 1950; Albert J. Lott, Bernice E. Lott, “Group cohesiveness
as interpersonal attraction”, Psychological Bulletin, núm. 64, 1961, pp. 259-309.
7
Kurt Lewin, Field Theory in Social Science: Selected Theoretical Papers, Nueva York,
Harper and Brothers, 1951, p. 346.
8
“[Takes] priority over religion, ethnic origin, education and training, socio-economic
class, occupation, language, values, beliefs, morals, lifestyles, geographical location, and all
other attributes that hitherto provided all groups and individuals with a sense of who they
[are]”; Audrey Smedley, “‘Race’ and the construction of human identity”, American Anthro-
pologist, vol. 100, núm. 3, 1998, p. 695.
9
John C. Turner, Redescubrir el grupo social. Una teoría de la categorización del Yo,
Madrid, Morata, s. a., 1990.
10
David Miller, “Community and citizenship”, en Shlomo Avineri, Avner de-Shalit
(eds.), Communitarianism and individualism, Oxford, Oxford University Press, 1992, pp.
85-100.
11
Juan C. Feres, Un sistema de indicadores para el seguimiento de la cohesión social
en América Latina, Santiago de Chile, Naciones Unidas, 2007; Marino Bonaiuto, Miril-
ia Bonnes, “Social-psychological approaches in environment-behaviour studies. Identity
theory and the discursive approach”, en Saymour Wapner, Jack Demick, Takiji Yamamoto,
Hiroufmi Minami (eds.), Theoretical perspectives in environment-behaviour research, Nueva
York, Kluwer Academic/Plenum Publishers, 2000, pp. 67-78; Bernardo Hernández, M.
Carmen Hidalgo et al., “Place attachment and place identity in natives and non-natives”,
Journal of Environmental Psychology, vol. 27, núm. 4, 2007, pp. 310-319; M. C. Hidalgo,
B. Hernández, “Place attachment: Conceptual and empirical questions”, Journal of Environ-
mental Psychology, vol. 21, núm. 3, 2001, pp. 273-281.
12
La referencia es la teoría del campo de K. Lewin, cuyos elementos básicos son la con-
ducta (c), y la función (f ) de un actor, individual o colectivo (p), en un cierto entorno (a). Si
queremos interpretar la relación que determina la capacidad de integración o desintegración
de un actor en el contexto, tendremos que descifrar su entorno, como primer elemento,
luego su capacidad de interrelación y, finalmente, su conducta. Lewin resume tal dinámica
con la fórmula c = f (p, a), en la que cada persona define su propio espacio vital, permitiendo
determinar una geometría representacional topológica, construida a partir del contexto en
el que los individuos viven y crean sus propios parámetros de reconocimiento con el grupo
—identidad afromexicana— y con el entorno —nación—. Vid. K. Lewin, Dynamic Theorv
of Personality, Nueva York, McGraw-Hill Book Co. 1935; K. Lewin, Principles of Topological
Psychology, Nueva York, McGraw-Hill Book Co., 1936.
13
Patricia L. Nemetz, Sandra L. Christensen, “The challenge of cultural diversity: Har-
nessing a Diversity of Views to Understand Multiculturalism”, The Academy of Management
Review, vol. 21, núm. 2, 1996, pp. 434-462.
14
Gonzalo Aguirre Beltrán, “The slave trade in Mexico”, Hispanic American Historical
Review, vol. xxix, 1944 pp. 412-431; G. A. Beltrán, “Tribal origins of slaves in Mexico”,
Journal of Negro History, vol. xxxi, 1946, pp. 269-352.
15
Álvaro Ochoa Serrano, “Los africanos en México antes de Aguirre Beltrán (1821-
1924)”, Publication of the Afro-Latin/American Research Association, núm. 2, 1998, pp. 79-83.
16
Luis Emilio González Manrique, “¿Quiénes somos?: Multiculturalismo y relaciones
interétnicas en América Latina”, Ómnibus, vol. 12, núm. 3, 2006 [en línea] http://www.
omnibus.com/
17
Idem.
18
Idem.
19
Jeremy Waldron, “Cultural identity and civic responsability”, en Will Kymlicka, Wayne
Norman (eds.), Citizenship in Diverse Societies, Nueva York, Oxford University Press, 2000, pp.
155-174; Michael Walzer, “Membership”, en Shlomo Avineri, Avner de-Shalit (eds.), Commu-
nitarianism and Individualism, Oxford, Oxford University Press, 1992, pp. 65-84; Iris Marion
Young, Justice and Politics of Difference, Princeton, Princeton University Press, 1990.
20
W. Kymlicka, W. Norman (eds.), Citizenship in Diverse Societies…, p. 2.
21
Héctor Díaz Polanco, Elogio de la diversidad. Globalización, multiculturalismo y et-
nofagia, México, Siglo xxi, 2006; Patzi Félix, “Etnofagia estatal. Modernas formas de vio-
lencia simbólica (una aproximación al análisis de la reforma educativa)”, Bulletin de l’Institut
Francais d’Etudes Andines, vol. 28, núm. 3, 1999, pp. 535-559; Giovanni Sartori, Pluralis-
mo, multiculturalismo e estranei. Saggio sulla società multietnica, Milano, Rizzoli, 2000; G.
Sartori, La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Madrid, Taurus,
2001; Slavoj Žižek, “Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional”,
en F. Jameson, S. Žižek, Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo, Buenos
Aires, Paidós, 1998, pp. 137-188.
22
Naciones Unidas, Informe de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discri-
minación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, Durban, 31 de agos-
to-8 de septiembre 2001 [en línea] http://www.un.org/spanish/comun/docs/?symbol=A/
CONF.189/12
23
Naciones Unidas, 2015-2024 Decenio Internacional para los Afrodescendientes 2015-
2024 [en línea], http://www.un.org/es/events/africandescentdecade/
24
Idem.
25
Idem.
26
Idem.
27
Idem.
28
Ibidem, p. 16.
29
Ibidem, p. 5.
30
Idem.
31
“That goes beyond a simple principle of diversity aimed at defining the presence of
sociocultural subcategories which are more or less defined and that, by contrast, involve a
certain degree of independence of the in-group from the widespread sociocultural context”,
Tristano Volpato, Social Exclusion and the Negotiation of Afro-Mexican Identity in the Costa
Chica of Oaxaca, Mexico, Verona, Casa Editrice Mazziana, 2015, p. 195.
32
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, art. 2, ap. C; file:///C:/Users/
Asus/Desktop/Constitución México-agosto-2019.pdf
33
Este punto ha sido aclarado en T. Volpato, “Una aproximación analítica a la estruc-
tura de la monografía Del negro mexicano y su identidad. Una propuesta teórico-empírica
para el reconocimiento”, Intersticios, Filosofía, Arte, Religión, Publicación Semestral de Filo-
sofía de la Universidad Intercontinental, México, año 23, núm. 50-51, 2019.
34
Félix Gaffiot, en la definición de niger, añade: “diverso da ater, v. tale voce” [‘diferente
de ater, vid. este vocablo’] Dizionario illustrato latino-italiano, Padova, Piccin Editore, 1973,
p. 945.
35
El color negro, al ser considerado opaco, era, simbólicamente, peyorativo para la
identificación del concepto de negritud, por lo que, en la tradición, lo negro se ha trans-
formado en el símbolo de la oscuridad y del mal. Esto radica en los orígenes de la Pal-
abra, cuyos textos bíblicos parecen haber favorecido la invisibilización del negro en su his-
toria. Ésta es la postura de algunos teóricos que discutiremos a lo largo del ensayo, pues
“a veces los blancos se sienten amenazados por el hecho de ser tomada su tradición etnocén-
trica [...] Pero las raíces bíblicas antiguas por otro lado no son blancas...”. Por otra parte,
“la presencia negra en la Biblia no es evidentemente, porque el proceso interpretativo ha
invisibilizado esta presencia. Existen dos hipótesis para ignorar la presencia: metodológica-
mente, porque no se puede colocar la pregunta por causa de los límites del paradigma y
etnocéntricamente”; cfr. Maricel Mena López, “Las raíces afro-asiáticas en el mundo bíblico.
Desafíos para la exégesis y hermenéutica latinoamericana”, Revista de Interpretación Bíblica
Latinoamericana, Costa Rica, vol. 54, núm. 2, 2006, pp. 17-33. Otras referencias “clásicas”
son al Génesis (1: 2, 4, 9: 25, 26), especialmente acerca de la creación del mundo, en referen-
cia a la separación entre luz y tinieblas. En el texto bíblico: “And the earth was without form,
and void; and darkness was upon the face of the deep” [“y la tierra no tenía forma y estaba
vacía; y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo”], Gn, 1: 2; “And God saw the light, that
it was good: and God divided the light from the darkness” [‘Dios vio la luz, que era buena:
y Dios separó la luz de la oscuridad’], Gn, 1: 4.
36
F. Gaffiot: ater, tra, trum (contrapp. a lucidus e ad albus) [‘contrapuesto a lucidus y
albus]. Ibidem, p. 173.
37
Ibidem, albus, bianco opaco (opposto ad ater; invece candidus, bianco candido, opp. a
niger), [‘albus...blanco mate opuesto a ater; en cambio candidus, blanco lúcido, opuesto
a niger’].
38
Michel Pastoureau, Diccionario de los colores, Barcelona, Paidós, 2009, p. 17.
por motivos económicos y/o por ideologías religiosas.39 Éstas han permea-
do las estructuras culturales y han desempeñado un papel fundamental en
la divulgación, en la comprensión y en la permanencia de las ideas que la
tradición judeocristiana exportó globalmente.40 En este sentido, las pro-
porciones y la divulgación de la ideología religiosa, a través de los siglos,
han permitido, en todos sus aspectos, la interpretación del mal y del bien
(frente a la vida y a la conducta humana) y han determinado la definición
del papel de una entidad superior para la explicación de los orígenes, de los
seres humanos y de su relación con lo desconocido.
De esa forma, cada cultura ha desarrollado sus propias percepciones de
“lo oscuro, objeto de fascinación y de temor”,41 y ha construido socialmen-
te la capacidad de aceptar un número indefinido de fuerzas (inexplicables
y poderosas) responsables de la creación y la destrucción de todas las cosas;
una suerte de πάντα πλήρη θεών —panta plere theón: “todo está lleno de
dioses”— cuyo significado cultural personifica la naturaleza y sus elementos
en divinidades que producen y desintegran la vida material e inmaterial de
los hombres, hipotetizando lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, lo
justo y lo injusto.
En este contexto, lo negro ha representado, al mismo tiempo, “la
muerte y la matriz de los orígenes, el silencio absoluto de la desaparición
y el resonar tumultuoso que acompaña todo el nacimiento. El color negro
está lleno de fecundas contradicciones”,42 sobre todo durante los siglos i
a. c-v d. c —época de dominio del Imperio romano de Occidente— o la
Edad Media (476-1492). En estos casos “el negro bueno y el negro malo
convivieron: por una parte, el color se asociaba con la humildad, la tem-
planza, la autoridad o la dignidad; por la otra, éste remitía al mundo de
los muertos y de las tinieblas, a los tiempos de aflicción y penitencia, a los
pecados y a las fuerzas del Mal”.43
Finalmente, desde el siglo ix, el negro “humilde y de penitencia” se
convertirá en el color de las órdenes religiosas, perdurando, como tradición,
hasta nuestros días. En cambio, será a partir de la alta Edad Media que el
color negro perderá totalmente su dimensión positiva y se transformará en
39
Emile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Akal, 2007, p.
426.
40
Sobre cristianismo y su relación con la construcción de la doctrina religiosa asociada
al color como forma de determinación étnica, vid. Hans Küng, El Cristianismo. Esencia e
historia, Madrid, Trotta, 2006, p. 954.
41
Anne Varichon, Colores: historia de su significado y fabricación, Barcelona, Gustavo
Gili, 2009, p. 221.
42
Idem.
43
M. Pastoureau, Negro, historia de un color, Madrid, 451 Editores, 2008, p. 46.
el color del Diablo,44 cuya imagen, creada a lo largo de los siglos vi y xi,45
se empleará como una suerte de filtro sociocultural por medio del cual la
cristiandad impulsará la dicotomía entre luz y tinieblas, en la concepción
del bien y del mal, como forma de conducta y equilibrio en el universo.46
Tal concepción alimentó un sinnúmero de interpretaciones —una es-
peculación humana, antes que una interpretación científica— que atribu-
yen al texto bíblico la responsabilidad de una cierta selección divina entre
buenos y malos que tiene base en un supuesto sistema de prejuicios cons-
truido a partir de la estética. Esta afirmación, ampliamente discutida por
los académicos, ha sido controversial en la interpretación de los textos bí-
blicos y arroja informaciones imperfectas acerca de los orígenes de las razas
humanas y de su posición sociocultural en el mundo moderno.
La idea refiere a la interpretación de Goldenberg y Haynes,47 quienes
afirman que existe una correlación histórica entre la marca de Caín y la
44
Interesante el origen del concepto diablo asociado al negro. Etimológicamente, la
palabra deriva del griego διαβάλλειν (diabállein), “separar”, “calumniar”; en Henry G. Lid-
dell, Robert Scott, Dizionario illustrato greco-italiano, Firenze, Felice Le Monnier, 1975;
porre attraverso, “meter algo en el medio”, o mettere in contrasto, “meter en contra”, y se asocia
al concepto moderno de Diablo sólo después del siglo i, pues el significado oscuro atribuido al
concepto ha sido creado por la teología del cristianismo. En realidad, el término existía ya
en la antigüedad, entre los griegos y, sucesivamente, entre los romanos (diabŏlus), signifi-
cando la acción de “separar dos cosas” o de “arrojar algo entre dos cosas”. Con las primeras
traducciones al griego antiguo del texto hebreo-arameo del Tanaj (Biblia hebrea) en la Biblia
Septuaginta, así nombrada por los 70 traductores que trabajaron en los textos originales, el
término hebreo Satán (שָּׂטָּׂן, “adversario”) fue sustituido por Diábolos. Acerca de los orígenes
del concepto y su significado relativo a la oscuridad, vid. las primeras dos traducciones de
la Biblia en español, por obra de Casiodoro de Reina —la Biblia del Oso (1569)— y de
Cipriano de Valera —la Biblia del Cántaro (1602)— y María Dolores Alonso Rey, “Los
emblemas de las Biblias del Oso y del Cántaro. Hipótesis interpretativa”, en imago. Revista
de Emblemática y Cultura Visual, núm. 4, 2012, pp. 55-61, sobre la simbología empleada
para sus frontispicios, el oso y el cántaro. Un interesante y reciente análisis interpretativo
acerca de la simbología de las figuras reportadas en estas biblias, en Giancarlo Volpato “La
Biblia del Oso e la Biblia del Cántaro. Alcune riflessioni sulle prime Bibbie tradotte in
castigliano”, Teca, núm. 13,14, pp. 9-39, 2018. Como curiosidad histórica, los volúmenes
corresponderían a dos diferentes versiones del texto bíblico. La primera, impresa en Basilea
por Thomas Guarin, es la primera biblia completa traducida al español. La segunda, impresa por
Lorenzo Jacobi, en Ámsterdam, es su revisión. Ambas se caracterizan por las emblemáticas
representaciones de la fe, del espíritu cristiano y de sus simbologías correspondientes —la
miel, el árbol, el agua, entre otras— y representan la primera forma de divulgación global de
la Palabra cristiana protestante en idioma español.
45
M. Pastoureau, Breve historia de los colores, Barcelona, Paidós, 2006, pp. 126.
46
H. Küng, op. cit.
47
David M. Goldenberg, The Curse of Ham: Race and Slavery in Early Judaism, Chris-
tianity, and Islam, Princeton, Princeton University Press, 2003; Stephen R. Haynes, Noah’s
Curse: The Biblical Justification of American Slavery, Oxford, Oxford University Press, 2002.
48
En el texto original: “in regard to Noah’s curse, four factors were at play during the
first six or seven centuries of the Common Era: explanation–an attempt to make sense of
the Bible; error–a mistaken recollection of the biblical text [that Ham was cursed]; environ-
ment–a social structure in which the Black had become identified as slave; and etymology–a
mistaken assumption that Ham meant ‘black, dark’. The combination of these factors was
lethal: Ham, the [assumed] father of the black African, was cursed with eternal slavery. The
Curse of Ham was born”; D. M. Goldenberg, The Curse of Ham…, p. 167.
49
Gn, 4, 5.
50
“His countenance fell”, en Gn, 4:5, según el texto bíblico de King James de 1769.
51
D. M. Goldenberg, op. cit.
52
“And Ham, the father of Canaan, saw the nakedness of his father, and told his two
brethren without”, [“Y Cam, el padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y se lo dijo a
sus dos hermanos”] en Gn, 9, 22.
53
“And Shem and Japhet took a garnment, and laid it upon both their shoulders, and
went backward, and covered the nakedness of their father; and their faces were backward,
and they saw not their father’s nakedness” [“Y Sem y Jafet tomaron una prenda, y la pusie-
Este evento será suficiente para que Cam, representante de la raza ne-
gra en el mundo, recibiera un castigo, una maldición según el libro del
Génesis,54 que lo condenó, absurdamente, a ser negro,55 afectando hasta sus
generaciones futuras. De esa manera, se “justificó” la ideología hegemónica
europea acerca de la inferioridad del negro56 y se determinaron, errónea-
mente, las cualidades intrínsecas a la población africana subsahariana. A
partir de los siglos xv, xvi, cuando Europa emprendió los primeros viajes de
exportación de la población negra hacia el continente americano, esta con-
ron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre; y sus
caras estaban —volteadas— hacia atrás, y no vieron la desnudez de su padre”], en Gn, 9, 23.
54
“And he said, cursed be Canaan; a servant of servants shall he be unto his brethren”
[“Y dijo: Maldito sea Canaán; un siervo de siervos será él para sus hermanos”] en Gn, 9,25;
“Blessed be the Lord God of Shem; and Canaan shall be his servant…” [“Bendito sea el
Señor de Sem; y Canaán será su sirviente”] en Gn, 9, 26.
55
Ésta es la interpretación de Fidel Castro, Cien horas con Fidel. Conversaciones con
Ignacio Ramonet, La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006. En
cambio, según Ariel Álvarez Valdés, la maldición de Cam es claramente una construcción
simbólica que remite al pecado del incesto, ejemplificado por Cam que “ve la desnudez de
Noé”, interpretada por Álvarez Valdés como una relación sexual que Cam tuvo con la mujer
de su padre. El libro del Levítico trae, aproximadamente, 30 veces esta frase y la emplea
para referirse a las relaciones sexuales con una persona. Por ejemplo, dice: “No descubrirás
la desnudez de la mujer de tu padre”, Lv, 18, 8, (es decir, no tendrás relaciones con la mujer
de tu padre). “No descubrirás la desnudez de tu hermana”, Lv, 18, 9, (es decir, no tendrás
relaciones con tu hermana. “No descubrirás la desnudez de tu nieta”, Lv, 18, 10, (es decir,
no tendrás relaciones con tu nieta). “No descubrirás la desnudez de tu tía”, Lv, 18, 12, (es
decir, no tendrás relaciones con tu tía). “No descubrirás la desnudez de tu nuera”, Lv, 18,
15, (es decir, no tendrás relaciones con tu nuera). A. Álvarez Valdés, “¿Por qué Noé maldijo
a su hijo Cam que lo vio desnudo?”, Ecclesia, vol. xix, núm. 1, 2005, pp. 97, 100, 101, 105.
La interpretación de Álvarez Valdés explica, entonces, que Cam, aprovechando la borrachera de
su padre, tuvo relaciones sexuales con la esposa de Noé; es decir, con su propia madre. Al
descubrir que Cam había cometido incesto, Noé maldijo sus generaciones futuras y así a los
hijos de Canaán. La referencia bíblica es, además, de tipo histórico-política, pues “cuando
Israel se apoderó de la Tierra Prometida (que entonces se llamaba Canaán), pudo derrotar a
sus principales habitantes (los cananeos) y esclavizarlos. Pero en Canaán hubo también un
pueblo al que jamás logró dominar ni someter: los filisteos. Dios había dispuesto que los
filisteos también se apoderaran de una parte de la Tierra Prometida, así como los israelitas
se adueñaron del resto. Únicamente a los cananeos había que esclavizar y someter, por los
pecados aberrantes que cometían [la práctica del incesto]. Por eso imaginaron este relato,
con finalidad didáctica, en el que Noé ya al principio del mundo aparece profetizando lo que
en realidad ellos descubrieron más tarde en la historia: ‘que Canaán (es decir, los cananeos)
sea maldito, y sea el sirviente de sus dos hermanos. Que Sem (es decir, los israelitas) sea ben-
dito y que Canaán sea esclavo suyo. Que Jafet (es decir, los filisteos) se extienda y habite en
medio de los campamentos de Sem, y que Canaán sea esclavo suyo’ (vv. 25-27)”; A. Álvarez
Valdés, “¿Por qué Noé maldijo…?”, pp. 102-103. Vid. Kebra Nagast. The Queen of Sheba and
Her Only Son, Londres, Humphrey Milford, 2000, p. 6.
56
D. M. Goldenberg, op. cit.
Se producirá algunas veces en tales seres […] [y esa será la] […] razón por la
cual el mal se encuentra en las cosas; como también el proceso de destrucción
o de corrupción, porque la corrupción misma es un cierto mal […] La per-
fección del universo […] [entonces] […] exige que haya desigualdad en las
cosas, para que todos los grados de ser o de bondad sean llenados. Ahora bien,
hay un grado de bondad que tiene de propio que lo que está en él colocado
57
Una perspectiva interesante, en Läpple, quien desmiente la perspectiva de una especu-
lación bíblica de tipo racial. “El escritor sacro, a quien le interesa la historia de la salvedad,
no pretende afirmar que Noé, con su familia, haya sido el fundador de todas las razas an-
tiguas y modernas de la humanidad. La tesis, según la cual los tres hijos de Noé, Sem, Cam
y Jafet hubieran sido los fundadores de los europeos blancos, de los mongoles amarillos y de
los negros, es insostenible. La pretensión de sacar informaciones de carácter biológico de las
Sagradas Escrituras, que no propone absolutamente dicha tarea, y de suponer el comienzo de
las razas con el diluvio universal, es entonces inadmisible”. En el texto original: “Lo scrittore
sacro, a cui interessa la storia della salvezza, non pretende affatto di affermare che Noè sia
stato con la sua famiglia il capostipite di tutte le razze antiche e moderne dell’umanità. La
tesi, secondo la quale i tre figli di Noè, Sem, Cam e Jafet sarebbero i capostipiti degli europi-
di bianchi, dei mongolidi gialli e dei negridi neri, è insostenibile. La pretesa di ricavare delle
informazioni di carattere biologico dalla Sacra Scrittura, la quale non si propone affatto un
simile intento, e di far cominciare la differenziazione delle razze solo col diluvio è quindi
inammissibile”; Alfred Läpple, Messaggio biblico per il nostro tempo: manuale di catechesi
biblica, Módena, Paoline, 1969, pp. 119-120.
58
Y. Ahroni, M. Avi-Yonah, The Modern Bible Atlas, Londres, George Allen & Unwin,
1979, p. 15, mapean los territorios referentes a las generaciones de los hijos de Noé, en refe-
rencia a la subdivisión bíblica reportada en la Crónicas (1: 4-23). Cfr. New American Bible,
Nueva York, Book Publishing Co., 1970, p. 5, en la que se reporta el mapa de las naciones
conocidas hasta entonces. Vid. mapas en “Anexos”, de T. Volpato, Del negro mexicano..., pp.
169-189.
sea bueno a punto tal, que no pueda jamás decaer del bien. Y hay otro grado
de bondad que tiene de propio que lo que está colocado en él sea bueno de tal
suerte que pueda decaer del bien.59
59
Summa Theologicae, vol. l, México, Fondo de Cultura Económica, 2011, p. 2.
60
Milan Hrabovský, “The concept of ‘blackness’ in theories of race”, Asian and African
Studies, vol. 22, núm. 1, Bratislava, 2013, pp. 65-88.
61
Ibidem, p. 75.
62
Etimológicamente, la palabra melancolía proviene del griego antiguo μελαγκολία,
que a su vez es un concepto compuesto por μελαινή (negra) χολή (bilis), en referencia al
sentimiento de rabia y la enfermedad. Sobre este punto, es interesante la teoría de los cuatro
humores de Hipócrates, escrita entre los siglos v y iv a. C. en dialecto jónico. Hipócrates,
Tratados hipocráticos ii. sobre los aires, aguas, y lugares. Sobre los humores. Sobre los flatos; Pre-
dicciones i; Predicciones ii. Prenociones de Cos, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 2008.
63
La referencia es a la Ilíada y a los Tratados hipocráticos.
64
Vid. La Ilíada, i, 103: “μενεος δε μεγα φρενες αμφιμελαιναι Πιμπλαντ’” (trad.:
‘su corazón estaba negro de rabia’). La concepción de la dicotomía entre luz y tiniebla no
nace con la cristiandad que, sin embargo, se encargó de expandir y afirmar este pensami-
ento a lo largo de los siglos, sino con la mitología de los griegos cuyos rezagos culturales se
mantuvieron vigentes a través de los romanos y, finalmente, gracias a las creencias religiosas
del cristianismo. Una referencia a la estética negra, de hecho, existe ya en el mito de Fae-
tón (Φαέθων, ‘brillante’), hijo de Helios y Clímene, y sugiere que la piel negra nació “por
accidente”, pues Faetón, al volar demasiado cerca de la tierra con la carreta que su padre
usaba para transportar el sol, quemó la piel de algunas personas, dejando en ellas una marca
indeleble. Con la ayuda del mito, los griegos empezaron a suponer que la piel negra era
consecuencia de las condiciones climáticas, como la intensidad del sol o del calor a ello
asociado. Sucesivamente, a través de los siglos, la etimología del término se fue modificando
y, “gracias” a la influencia del anglosajón (a partir del siglo xvi, este término se usa para
referirse a todos los aspectos de la historia inglesa temprana, incluyendo el idioma, la cul-
tura y la población), los ingleses empezaron a implementar expresiones como blæc o bla-
kaz (“quemado”) y blac (“negro”, “oscuro”), asociado al término latino flagro (“quemar”,
“flamear”) para identificar despectivamente al africano. Cfr. Peter S. Baker, Introduction
to Old English, Edimburgo, Edimburgh University Press, 2002, pp. 1-12; Richard Hogg,
David Denison, A history of the English Language, Cambridge, Cambridge University Press,
2003; Roger Lass, The shape of English: Structure and history, Londres, J. M. Dent & Sons
Ltd., 1987; Cesar L. Barber, The English Language: a historical introduction, Cambridge,
Cambridge University Press, 1993, entre otros.
65
M. Hrabovský, op. cit.
66
La teoría de los humores explica el porqué de ciertas conductas humanas. Un indi-
viduo que se caracterizaba por un humor “sanguíneo” era una persona en la cual confiar,
era positivo y audaz; el “flemático” era reflexivo, justo, e incorruptible; el “colérico” (carac-
terizado por bilis amarilla), ambicioso y perseverante; el “melancólico” (gobernado por bilis
negra), inquieto e inestable. Aunque hoy, probablemente, poco afín a la metodología de
estudio de las enfermedades y del comportamiento humano, en sus principios esta teoría
gozó de tan amplio reconocimiento que su relevancia científica perduró hasta mediados
del siglo xix, siendo parcialmente preminente en el campo de la psicología actual, Charles
Volcy, “Historia de los conceptos de causa y enfermedad: paralelismo entre la Medicina
y la Fitopatología”, Iatreia, vol. 20, núm. 4, 2007, pp. 407, 413, 421. Acerca del Corpus
Hippocraticum, vid. Juan C. Alby, “La concepción antropológica de la medicina hipocráti-
ca”, Enfoques, vol. xvi, núm. 1, 2004, pp. 5-29; Rod A. Martin, The Psychology of Humor:
An Integrative Approach, Cambridge, Elsevier Academic Press, 2007, y la sección “Teoría
humoral” de C. Volcy, “Historia de los conceptos de causa y enfermedad…”, pp. 412-413.
67
James Longrigg, Greek Rational Medicine: Philosophy and Medicine from Alcmaeon to
the Alexandrians, Nueva York, Taylor & Francis e-Library, 2003; László F. Földényi, Melan-
choly, Bratislava, Kalligram, 2001.
68
Eva Heller, Psicología del color: cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón,
Barcelona, Gustavo Gili, 2004, p. 48.
69
Ibidem.
70
M. Pastoureau, Breve historia de los colores, s. p.
71
Aleš Hrdlička, “Las razas del hombre”, en Herbert Spencer Jennings, C.A. Berger et
al., Aspectos científicos del problema racial, Buenos Aires, Losada, 1953, pp. 161-192; Robert
Harry Lowie, “Perfeccionamientos intelectuales y culturales de las razas humanas”, Aspectos
científicos del problema racial, pp. 193-251.
72
Claudia Zapata y Elena Oliva, Aimé Césaire desde América Latina. Diálogos con el
poeta de la negritud, Santiago de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad
de Chile, 2010.
73
Léopold Sédar Senghor, Libertad, negritud y humanismo, Madrid, Tecnos, 1970.
74
Idem.
75
En este caso, la referencia es a Aimé Césaire, Retorno al país natal, La Habana, Unión
de Escritores y Artistas de Cuba, 2011.
76
El texto de consulta dice: “In contrast to the classic European, the Negro African
does not draw a line between himself and the object, nor does he merely look at it and analy-
ze it [...] Immediately, he is moved, going centrifugally from subject to object on the waves
of the Other [...] Thus the Negro African [literally] sympathizes, abandons his personality
to become identified with the Other, dies to be reborn in the Other. He does not assimilate.
He is assimilated”; L. S., Senghor, On African Socialism, Nueva York, Praeger, 1964, p. 73.
77
F. Fanon, Black Skin…
78
Idem.
79
La referencia es a la teoría clásica del multiculturalismo. Ésta se refiere a una situación
muy específica que considera características lingüístico-culturales propias de minorías que
han sido casi totalmente integradas en la estructura social canadiense. Dicha posición teóri-
ca, que cuenta con una trayectoria de más de 20 años, y que ha sido pionera en el proceso
de desarrollo de lo que Charles Taylor, en su momento, nombró política del reconocimiento,
ha impulsado el uso y la divulgación del modelo liberal en muchas de las áreas sociales,
culturales, jurídicas o económicas de la mayoría de los países occidentales, y representa
un debate teórico todavía prolífico para el pensamiento filosófico-político multicultural
actual. Cfr. J. Waldron, “Cultural identity…”; Charles Taylor, “Quel principe d’identite
collective”, en Jacques Lenoble, Nicole Dewandre, L’Europe au soir du siècle: Identité et
démocratie, París, Esprit, 1992a, pp. 59-66; C. Taylor Multiculturalism and ‘The Politics of
Recognition’, Princeton, Princeton University Press, 1992b.; León Olivé, Multiculturalismo y
pluralismo, México, Paidós, 1999; David Miller, Sobre la nacionalidad. Autodetermina-
ción y pluralismo cultural, Barcelona, Paidós, 1997; Will Kymlicka, Multicultural Citizen-
ship: A Liberal Theory of Minority Rights, Oxford, Oxford University Press, 1995; Chris-
tine Inglis, Multiculturalism: New Policy Responses to Diversity, París, Unesco, Most Policy
Papers, núm. 4, 1996; Daniel Gutiérrez Martínez (comp.), Multiculturalismo. Desafíos y
perspectivas, México, Siglo xxi, 2006; Xabier Etxeberria, Sociedades multiculturales, Bilbao,
Mensajero, 2004; T. Volpato, “Para una teorización del concepto de multiculturalismo lati-
noamericano”, Visioni LatinoAmericane, núm. 7, 2012, pp. 7-29.
80
F. Fanon, Black Skin, White Masks…, p. 157.
81
Idem.
82
“In the white man’s world, the man of color encounters difficulties in the develop-
ment of his bodily schema. Consciousness of the body is solely a negating activity. It is a
third-person consciousness”; Ibidem, p. 83.
83
“A peculiar sensation [aimed at] looking at one’s self through the eyes of [feeling his
own twoness] two unreconciled strivings”; William Edward Burghardt Du Bois, The Souls of
Black Folk, Chicago, Mc Clurg & Co., 1903, pp. 16-17.
84
F. Fanon, Black Skin, White Masks.
85
La referencia original es más explicativa, pues, a diferencia del español, el inglés
separa los conceptos de black y nigger, cuya connotación es evidentemente mucho más
peyorativa y excluyente. En el pensamiento de Fanon esto se cristaliza todavía con mayor
fuerza, expresando la expectativa del otro cargándola de exotismo y prejuicio. “The white
world, the only honorable one, barred me from all participation […] I was expected to
behave like a black man –or at least like a nigger”; F. Fanon, Black Skin, White Masks, p. 86.
86
Sobre el tema, vid. la referencia al concepto de doble consciencia, propuesto por W. E.
B. Du Bois, The Souls of Black Folk.
87
L. S. Senghor, Libertad, negritud y humanismo…, p. 211.
88
La referencia de Fanon de la “pérdida” del pasado se sintetiza en el sincretismo racial y
explica a la perfección la realidad de las comunidades negras en la Costa Chica de Oaxaca. El
mestizaje, si bien demuestra la ausencia de un “negro puro” en la sociedad mexicana actual,
lo mismo demuestra la presencia de lo negro como uno de los elementos clave de la mezcla
nacional. “Sin un pasado de negro y sin un futuro de negro, para mí fue imposible vivir
la negritud. Todavía no blanco, ya no totalmente negro, estaba condenado”, vid. F. Fanon,
Black Skin, White Masks, p. 106.
89
W. E. B. Du Bois, The Souls of Black Folk.
90
Sobre lengua, cfr. L. S. Senghor, Libertad, negritud y humanismo…, pp. 167-179.
91
Ana María Alonso, “Conforming Disconformity: ‘Mestizaje’, Hybridity, and the
Aesthetics of Mexican Nationalism”, Cultural Anthropology, vol. 19, núm. 4, 2004, pp. 459-
490; Carolyn Dean, Dana Leibsohn, “Hybridity and its discontents: Considering visual
culture in colonial Spanish America, Colonial Latin American Review, vol. 12, núm. 1, 2003,
pp. 5-35; Juan E. Castro, Mestizo Nations: Culture, Race, and Conformity in Latin American
Literature, Tucson, University of Arizona Press, 2002.
primitiva o el erotismo pasan de ser unos clichés que durante siglos han
marcado la diferencia entre el negro y el no-negro, a representar un con-
junto de elementos que, de facto, sumados unos con otros, dan vida a un
universo simbólico per sé, con características propias y con similitudes
con una “cultura dominante”.
Hoy, la “evolución” de la raza92 ha transformado los parámetros de
autopercepción y la forma mentis del “negro colonizado”, permitiendo la
mutación sociocultural necesaria para que un “nuevo negro” asuma el papel
de un actor independiente, un individuo que es parte integrante del con-
texto y que contribuye con su acción a la creación, la deconstrucción o la
modificación de este.
En este “nuevo” contexto sociocultural, los denominados negros re-
presentan un género particular de personas que “por su apariencia física,
sus usos y costumbres y su manera de estar en el mundo […] da [n] cuen-
ta de la diferencia en su manifestación más brutal —somática, afectiva,
estética e imaginaria— […] [y que] […] por su diferencia óntica, repre-
sentan hasta la caricatura del principio de exterioridad, por oposición al
principio de exclusión”.93
La conducta del negro es, entonces, una forma de entender al otro,
aunque no sólo como un objeto de nuestra dominación, sino como un
objeto de autoignorancia, Mbembe dixit, en la que “el sujeto negro habría
sufrido una experiencia de muerte civil caracterizada por la negación de la
dignidad, la dispersión y el tormento del exilio”.94 Lo negro representa el
símbolo de la identificación estética, aunque contribuye a determinar una
suerte de autoconsciencia sobre la relación que la cultura occidental ejerció
históricamente sobre lo afro.
Tal dinámica ha impulsado un proceso de autoexclusión social pro-
tagonizada por el negro, quien, a lo largo de los siglos, ha empezado a
interiorizar el estatus de autoinferiorización y de prejuicio y ha “legitimado”
la especulación occidental sobre una hipotética sumisión “voluntaria” del
africano frente a la ideología dominante.
Un ejemplo lo ilustra, nuevamente, la Biblia, en el Cantar de los Canta-
res. Ahí, Makeda —conocida como la reina de Saba— explica su exclusión
de los bienes familiares y el enojo de sus hermanos a causa del color de su
piel.95 A saber, “no me mires, porque soy negra, porque el sol me miró; los
desconocida. No obstante, existe la hipótesis de que pudo extenderse entre el sur de la pe-
nínsula arábiga (Yemen actual) y Somalia, o cubrir ambos territorios. En el Kebra Nagast se
narra la historia de Ĕtĕyê Azêb (reina del Sur), quien, junto a uno de sus oficiales, se dirigió
a la corte del rey Solomón; Kebra Nagast…, p. lii. Para ingresar a la residencia del rey, al
llegar a Jerusalén, Ĕtĕyê Azêb se hizo anunciar como el rey de Abisinia (Kebra Nagast…, p.
lii), demostrando así la proveniencia territorial de la reina de Saba y justificando su resigni-
ficación como mujer negra.
96
En el texto original: “Look not upon me, because I am black, because the sun hath
looked upon me: my mother’s children were angry with me; they made me the keeper of the
vineyards; but mine own vineyard have I not kept”, en Song of Solomon, 1: 6.
97
En el Kebra Nagast se relata el momento en el que Salomón descubre que Makeda
y su acompañante son mujeres —quienes pudieron entrar a su residencia identificándose
como el rey de Abisinia y su séquito— y se une a ambas. Antes de despedir a sus huéspe-
des, Salomón ofrece un anillo de plata a cada una de ellas, indicándoles que, si una de las
dos hubiera dado a luz un varón, éste hubiera tenido que regresar a su corte, mostrando el
anillo donado por el rey. Esto habría garantizado respeto y poder para su hijo legítimo. His-
tóricamente, el hijo de Makeda y de Salomón será Menelik i, primer rey de Etiopía; Kebra
Nagast…, p. liii.
98
Una representación pictórica que retrata la relación de Makeda con el rey Salomón
se encuentra en Hans Vintler, Die Pluemen der Tugent, Tirol, Österreichische Nationalbi-
bliothek, Cód. 13567 fol. 6r., 1411, p. 41. En la ilustración del código manuscrito aparecen
la reina de Saba y Salomón adorando al Diablo. Cfr. imagen en “Anexos”, de T. Volpato, Del
negro mexicano..., p. 169-189.
99
“I am black, but comely, O ye daughters of Jerusalem, as the tents of Kedar, as the
curtains of Solomon” [“Soy negra, pero hermosa, oh hijas de Jerusalén, como las tiendas de
Cedar, como las cortinas de Salomón”], Song of Solomon, 1: 5.
100
Recopilación de textos antiguos de Etiopía escrita, aproximadamente, durante el
siglo iv d. c. El Kebra Nagast, libro sagrado de los etíopes, relata la historia y las empresas
de los reyes de Etiopía, reconstruyendo su línea genealógica hasta Menelik i, primer rey de
Etiopía (Abisinia) e hijo de la reina de Saba y del rey Solomón. El texto sirve de referencia
para entender el valor que, históricamente, cobró la población negra local frente a los even-
tos relatados en la Biblia cristiana. El Kebra Nagast tiene relevancia, entonces, por el papel
que éste desarrolla en la reconstrucción de la idea de negro frente al mundo, devolviendo dig-
nidad y respeto a la cultura africana. Como curiosidad histórica, la primera versión del Kebra
Nagast estaba escrita en ge’ez, —lengua hoy extinta que además de ser parte de las lenguas
semíticas meridionales, es raíz del amhárico etíope; ésta última, lengua oficial del noreste y
centro de Etiopía—; Javier de Goitia, El Cristianismo roto. Génesis y evolución de las grandes
Iglesias (i), Cuadernos de Teología Deusto, vol. 12, Bilbao, Universidad de Deusto, 1996.
101
No estamos afirmando la responsabilidad histórica del cristianismo en la estigmati-
zación de la negritud a nivel global. En cambio, estamos aportando una visión alternativa a
las hipótesis discutidas hasta este momento. De hecho, atribuir una culpa determinística de la
estigmatización del negro a las Sagradas Escrituras sería una especulación subjetiva y un error
de interpretación de los textos bíblicos. A comprobación de lo mencionado, la Biblia es muy
clara en afirmar que “No hay judíos ni griegos, no hay esclavos ni libres, no hay hombre ni
mujer: porque todos ellos son uno en Cristo Jesús.” En Ga, 3:28.
102
A. Mbembe, op. cit.
103
F. Fanon, Los condenados de la tierra, México, Fondo de Cultura Económica, 1983,
p. 161.
104
Paráfrasis del texto original: “la operación se invierte, una implacable lógica lo lleva-
rá hasta la descolonización” en F. Fanon, Los condenados…, p. 161.
105
A. Mbembe, op. cit.
106
“The ability of individuals to see their political and social selves critically” en Leigh
K. Jenco, Making the Political: Founding and Action in the Political Theory of Zhang Shizhao,
Cambridge, Cambridge University Press, 2010, p. 137.
negro; esto es, lo que algunos multiculturalistas han definido con el con-
cepto de “diversidad profunda”.107
Este principio, por un lado, establece la necesidad de diferir de un alter
generalizado; por el otro, impone una práctica política de reconocimien-
to que llamamos “justicia compartida”.108 En ambos casos, el concepto de
negro pasará a representar una construcción de la identidad local directa-
mente condicionada por una dinámica de inclusión-exclusión que no sólo
permite a los actores locales de identificar al “no-negro” como una “exter-
nalidad heterogénea” y condicionante, sino también como un símbolo de
una colectividad homogénea con la que el mismo actor puede tener más o
menos afinidad, dependiendo de su propio grado de afiliación, necesidades,
deseos o disposición emocional.
En este sentido, el valor atribuido al principio estético representará
sólo uno de los elementos por los que el negro se reconocerá, eventualmen-
te, como miembro de un cierto grupo de proveniencia, empezando, por el
contrario, a determinar un principio de similitud dentro del grupo cuyo
principio “natural”, Wright dixit, creará una dinámica comunitaria perfec-
ta.109 Una forma de uniformidad cultural —o una unión espiritual, unidad
institucional y unificación material— en el grado más alto posible; subje-
tivamente, un proceso con el que los miembros se asemejan estrechamente
en evaluaciones, propósitos, entendimientos, apreciaciones, prejuicios, apa-
riencias y otras características que cualquiera de ellos considera importante.
Todos están en contacto continuo con el sentimiento del grupo, lo que
contribuye a la política de grupo y las decisiones grupales’.110
107
Jürgen Habermas, “Citizenship and National Identity: some Reflections of Future
of Europe”, en R. Beiner, Theorizing Citizenship, Albany, State University of New York
Press, 1995, pp. 255-282; Charles R. Beitz, Political Equality, Princeton, Princeton Uni-
versity Press, 1989; W. Kymlicka, W. Norman, “El retorno del ciudadano. Una revisión de
la producción reciente en teoría de la ciudadanía”, Cuadernos del claeh, vol. 20, núm. 75,
1996, pp. 81-112.
108
John Rawls, A Theory of Justice, London, Oxford University Press, 1971; J. Rawls,
“Justice as Fairness: Political not Metaphysical”, en Shlomo Avineri, Avner de-Shalit (eds.),
Communitarianism and Individualism, Oxford, Oxford University Press, 1992, pp. 186-
204; J. Rawls, Justice as Fairness: A Restatement, Cambridge, Belknap Press, 2001; Ch. Ta-
ylor, Multiculturalism…
109
Quincy Wright, A study of War, Chicago, University of Chicago Press, 1964.
110
“A perfect community is objectively one which manifests cultural uniformity, spi-
ritual union, institutional unity, and material unification in the highest possible degree
and subjectively one with which the members resemble one another closely in evaluations,
purposes, understandings, appreciations, prejudices, appearances, and other characteristics
which any of them consider important. They are all in continuous contact with group
sentiment, contributing to group policy and group decisions”; Q. Wright, op. cit., p. 204.
111
Stephen L. Darwall, “Two Kinds of Respect”, Ethics, vol. 88, núm. 1, 1977, pp.
36-49.
112
“Justice as Fairness” en J. Rawls, A Theory of Justice…; J. Rawls, Ronald Dworkin,
Los derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1984; Joseph Raz, “Multiculturalism: A liberal Per-
spective”, Dissent, Oxford, Oxford University Press, 1994, pp. 67-79.
113
S. L. Darwall, op. cit.
114
Marcela Gleizer Salzman, Identidad, subjetividad y sentido en las sociedades complejas,
México, Juan Pablos Editor, 1997, p. 186.
115
Jorge Larraín, Identity and Modernity in Latin America, Cambridge, Polity Press,
2000, p. 264.
116
L. S. Senghor, Libertad, negritud y humanismo, p. 367.
117
Ibidem, p. 368.
118
J. Larraín, “La identidad latinoamericana. Teoría e historia”, Dialnet. Estudios Públi-
cos, Chile, núm. 55, 1994, pp. 31-64.
119
A. Césaire, “El colonialismo, fruto de una civilización enferma”, Pensamiento políti-
co, vol. xix, núm. 73, 1975, s.l., pp. 103-112.
120
H. Díaz Polanco, op. cit. T. Volpato, Social Exclusion…
121
Inegi, Encuesta Intercensal 2015, p. 35.
122
Inegi, Principales resultados de la Encuesta Intercensal 2015. Estados Unidos Mexica-
nos, México, Inegi, 2015, p. 77.
123
Vid. nota 35 de este trabajo.
124
Conapred, Inegi, inah, Minuta ejecutiva. Mesa de trabajo sobre la incorporación de
la pregunta afrodescendiente en la encuesta Intercensal 2015, México, Secretaría de Goberna-
ción-Conapred-Inegi-Conaculta/inah, 2015, punto iv.
125
Ibidem, punto xii.
126
Ibidem, punto xiii.
127
Correo electrónico de un representante del pumc-unam de Oaxaca (20 de marzo de
2017). Información confidencial.
128
Profesor Reyes Larrea, líder de África a. c., Oaxaca. Agosto 19, 2017.
La afirmación se refiere a que, en México, el Estado reconoce como ab origine sólo a
los grupos culturales cuyos nexos intergrupales refieren a un sentimiento de pertenencia
alimentado, preponderantemente, por una lengua común. El Estado atribuye un derecho de
identidad étnica —a lo que localmente se le llama “usos y costumbres”— a partir del grado
de intensidad, con el cual el grupo vive su propia etnicidad y reconoce su identidad colectiva
por la existencia de un lenguaje común hablado por los miembros de la minoría. Por lógica,
los grupos que no cuentan con una lengua propia no tienen derecho al nombramiento de
“pueblo originario” y son automáticamente excluidos de los programas de atención para las
minorías nacionales. En cambio, para los grupos étnicos ab origine, la legislación mexica-
na contempla, formalmente, derechos de minoría “por usos y costumbres”, pues el Estado
respeta las normas comunitarias sin intervención o castigo en el caso de que éstas no sean
Palabras finales
131
El instrumento de investigación se presentará, de manera sucesiva, en los números
de la revista Intersticios, de la Universidad Intercontinental.
132
Harry Best, “The Melting Pot in the United States”, Social Forces, vol. 14, Carolina
del Norte, núm. 4, 1936, pp. 591-596; Philip Gleason, “The Melting Pot: Symbol of fusion
or confusion?”, American Quarterly, California, vol. 16, núm. 1, 1964, pp. 20-46; Howard
Palmer, “Mosaic versus Melting Pot? Immigration and Ethnicity in Canada and the United
States”, International Journal, s.l., vol. 31, núm. 3, 1976, pp. 488-528; Sudipta Das, “Life
in a Salad Bowl! Marriage, Family Life, and Economic Choices in Asian-American Com-
munities in the United States”, Race, Gender and Class. A Potpourri in Psychology, s. l., vol.
13, núm. 1/2, 2006, pp. 248-272; Phillip Richards, “Model Minorities”, The Massachusetts
Review, Massachusetts, vol. 37, núm. 1, 1996, pp. 137-147.
∗
Facultad de Teología, Universidad Católica Lumen Gentium, México.
194 II. DOSSIER
Palabras clave
Virtud, felicidad, fin, ideal, humanidad, astucia, corrupción
Keywords
Virtue, happiness, end, ideal, humanity, astuteness, corruption
A
ctualmente nos encontramos en una cul-
tura que se ha olvidado por completo de
las virtudes, se piensa en ellas como lo que
un hombre ejemplar debería poseer. Si un hombre se esfuerza o pone su
empeño en algo, es para llegar a un fin deseado y no para ser constante en
dicho esfuerzo. Se entrena con constancia para llegar a la meta de una ca-
rrera y cuando se cumple el objetivo, la vida vuelve a su rutina pasiva. El
hombre posmoderno, atrapado por la sensibilidad, no puede perseverar en
ninguno de sus compromisos, incluso fácilmente se justifica el abandonar
proyectos de muchos años con el pretexto de que ya no es lo mismo que
al principio. Los empleos ya no tienen duración, los matrimonios ya no son
fieles y la vida está hecha para disfrutarse, nunca para sobrellevar dificulta-
des. Por lo que el hombre posmoderno necesita replantearse sus alcances y
su fin último.
Las virtudes son el ejercicio de buenos hábitos que hacen al individuo
ser dueño de sí mismo. Por ello, el presente artículo pretende exponer una
ética que ha ayudado como sostén para hablar de la naturaleza virtuosa del
hombre: la ética aristotélica. De igual forma, se realizará un análisis sobre
un pensador que tiene mucha actualidad en nuestro tiempo, ya que, para
él, el hombre más virtuoso es el que sabe tomar mayor ventaja del otro
(Maquiavelo). Finalmente, se hace un breve recorrido sobre un pensador
que ha puesto el fin último del hombre en una cima bastante alta: Tomás
de Aquino.
La ética de Aristóteles
1
Ética a Nicómaco, i, 5, 26.
2
Ibidem, 1094, a. 1-3.
3
Alejandro Gustavo Vigo, Estudios aristotélicos, Pamplona, eunsa, 2006, p. 105.
4
Ética a Nicómaco, i, 3.
empírica y todo porque los hombres no son máquinas que repiten un pro-
ceso cíclico. Al contrario, se trata de proponer —y defender— dialéctica-
mente, desde la consideración vivencial y comúnmente admitida del modo
propio de ser del hombre, aquello que podría constituir su último fin.5
De este modo, propone la siguiente definición de la felicidad: “El bien
humano consiste en una actividad según la virtud, y si las virtudes son
múltiples, según la más excelente y más perfecta”.6 De tal definición, que
Aristóteles justifica y precisa a lo largo de su tratado, se puede ya obtener
una primera conclusión: existe un fin último objetivo y único, que es la
actividad de la virtud mejor y más perfecta.
5
Ibidem, i, 6.
6
Ibidem, i, 6, 1098, a. 16-18.
7
Ética a Nicómaco, ii, 1-6.
8
Ibidem, ii, 4.
9
Ibidem, ii, 1, 1103, a. 34, b. 2.
10
Ibidem, ii, 6.
11
A. G. Vigo, op. cit., p. 112.
12
Mauricio Beuchot, Ensayos Marginales sobre Aristóteles, México, Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, 2004, p. 42.
13
Ética a Nicómaco, vi, 13, 1144, b. 30-32.
14
Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, vi, 2, 1139, a. 30; vi, 12, 1144, a. 20.
En efecto, somos en cierto modo causa de nuestros hábitos, y por ser como
somos nos proponemos un fin determinado”.15 Por lo tanto, el hombre es
capaz de ejercitarse mediante las virtudes para llegar a un fin más alto que
supere sus expectativas.
15
Ética a Nicómaco, iii, 7, 1114, b. 16-25.
16
Javier Echegoyen Olleta, Historia de la Filosofía. Filosofía Medieval y Moderna, vol.
2, Madrid, Edinumen [en línea], https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/
Filosofiamedievalymoderna/SantoTomas/Virtud.htm
17
S. T., i-ii, 2,3, a-d. 1, artículo 56.
18
Ibidem, artículo 57.
Hasta ahora se han definido varios tipos de virtudes, en las cuales coinci-
den, en esencia, Aristóteles y Santo Tomás de Aquino; sin embargo, este
último pone especial énfasis en las virtudes teologales.
El hombre está llamado a una bienaventuranza sobrenatural que ex-
cede por completo sus esfuerzos humanos. Las virtudes teologales son un
auxilio que proviene de Dios para acercarnos más a Él. Las tres virtudes
teologales son la fe, la esperanza y la caridad, que son dones otorgados si-
multáneamente, pero distintos en su ejercicio cotidiano, pues la fe precede
a la esperanza y la esperanza a la caridad. En orden a la perfección, la cari-
dad es la primera, porque en ella la fe y la esperanza reciben su perfección.
La caridad da la forma sobrenatural a todas las virtudes.19
La virtud que predispone al bien prescrito por la ley divina sin la
intervención de la razón humana no puede provenir de los actos huma-
nos, sino solamente de la acción divina. Las virtudes adquiridas pueden dar-
se por la repetición constante de actos buenos; las virtudes infusas son
dadas por Dios y preparan al hombre para acciones no solamente buenas
sino, sobrenaturales.20
La virtud es el justo medio y esto no quiere decir mediocridad, al con-
trario, es un ejercicio de autoridad soberana de la razón sobre las potencias
inferiores. Sin embargo, para las virtudes teologales no hay justo medio,
porque respecto a Dios, que es su objeto, no hay un punto de exceso. La
única medida sería el crecimiento progresivo que vamos dándole a cada una
de estas virtudes; es decir, quien no ejerce la caridad, no podrá crecer en
ella, aunque ésta haya sido infundida por Dios.21 De esta forma, las virtudes
no pueden existir sin la caridad, puesto que esta virtud sobrenatural y teolo-
gal predispone a todas las virtudes a su fin último, que es Dios.22
Maquiavelo en su contexto
Una vez analizada la ética de Aristóteles, que tiene como fin último la feli-
cidad, y la filosofía de Santo Tomás de Aquino, que define como el más alto
fin a Dios, nos proponemos estudiar la ética en la visión de Maquiavelo;
pero es importante, primero, conocer el contexto histórico de su época para
comprenderla mejor.
19
Ibidem, artículo 62.
20
Ibidem, artículo 63.
21
Ibidem, artículo 64.
22
Ibidem, artículo 66.
23
Cfr. Benito Jerónimo Feijoo, “La Política más fina”, Teatro crítico universal, t. l, Pro-
yecto Filosofía en español, 1726 [en línea], http://www.fgbueno.es/edi/feijoo1.htm
La antropología de Maquiavelo
24
http://www.biblioteca-antologica.org/es/wp-content/uploads/2019/09/FEIJOO-
Teatro-CríticoUniversal-I.pdf
25
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, Barcelona, Austral, 2016, p. 78.
26
Ibidem, p. 81.
27
Antonio Leal, “Maquiavelo y la política moderna”, Poder y Liderazgo, 2016, s. l. [en
línea], https://www.poderyliderazgo.cl/maquiavelo-la-politica-moderna/
28
Liz Choreño, “El príncipe de Maquiavelo”, Teoría Jurídica Contemporánea ll, s. l. [en
línea], http://lizchoreno.blogspot.com/2010/05/el-principe-de-maquiavelo.html
29
Maquiavelo, op. cit., p. 81.
que puede ser frenada, pero no curada y sanada radicalmente. Es más, es in-
capaz de llegar a alcanzar su perfeccionamiento en la vía del mal, a pesar de
su innata tendencia a él: “Y además no debe preocuparse de incurrir en la
infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el estado,
porque, si se examina todo atentamente, se encontrarán cosas que parecen
virtudes y sin embargo le llevarían a la ruina, y otras que parecen vicios, de
los que por el contrario nacerán su seguridad y su bienestar”.30
Por otra parte, Maquiavelo constata que los hombres no saben ser ho-
norablemente malos o perfectamente buenos, poniendo como ejemplo de
su afirmación a Gian Paolo Baglioni, señor de Perugia, sanguinario y sin
escrúpulos, quien pudo cumplir una acción de perenne recuerdo en la his-
toria cuando el Papa Julio ii entró desarmado en su ciudad y, no obstante,
se sometió a él.
Como tal, el hombre se halla limitado negativamente al carecer de las
dotes de libertad e imprevisión de comportamiento; en consecuencia, está
obligado a la continua repetición de los mismos hechos y errores. Ésta es la ra-
zón de que tanto el hombre, como su acción a lo largo de los siglos puedan
constituir el objeto de la nueva ciencia: la política. Dicha uniformidad y
repetibilidad de comportamiento es consecuencia de los defectos que carac-
terizan su naturaleza.
El hombre es, para Maquiavelo, malvado y vil, egoísta y atento al pro-
pio provecho; estas convicciones hacen brotar de sus escritos un sentimiento
amargo y pesimista que es, como afirma Croce,31 lo que lo diferencia de
su amigo Francesco Guicciardini y de su concepto del particular: “Porque de
los hombres se puede decir en general lo siguiente: que son desagradecidos,
volubles, simuladores y disimuladores, fugitivos de los peligros, ávidos de ga-
nancias, y mientras les haces el bien, son todo tuyo, te ofrecen la sangre, sus
propiedades, su vida, sus hijos, como más arriba dije, cuando la necesidad es
lejana; pero cuando la necesidad se acerca te abandonan.32
Con todo, en este capítulo se puede concluir que el bien del Estado no
se subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningún caso
y que su fin se sitúa absolutamente por encima de todos los fines particu-
lares por más sublimes que se consideren. Asimismo, el sentido de la vida
y de la historia no acaba para los hombres si ellos prosiguen con la tarea
de perfeccionar la sociedad sobre bases racionales que los trasciendan más
allá del simple plano individualista o de atomización social en el que viven
dentro de las sociedades contemporáneas de finales del siglo xx. La perma-
nente transformación de la política, como la soñó Maquiavelo, puede ser
30
Ibidem, p. 116.
31
Benedetto Croce, Etica e Politica, Bari, Laterza, 1931, p. 252.
32
Maquiavelo, op. cit., xvii.
Visión actual
33
Gilles Lipovetsky, El Crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos de-
mocráticos, Barcelona, Anagrama, p.16.
Es importante hablar de las virtudes porque éstas han sufrido cambios fuer-
tes desde la edad moderna, no son cambios que existan en la concepción
de sí mismas, sino en el enfoque que se les ha dado. El hombre actual es,
muchas veces, incapaz de reflexionar; esto significa que el individuo vive
sumergido en el rush, como lo llaman pensadores actuales, que le impide
detenerse, incluso, cinco minutos a pensar en su acontecer, en su existencia
y en su porvenir. Esta incapacidad de reflexión lleva al hombre a vivir al día;
es decir, trabaja porque, de lo contrario, no habrá comida para llevar al ho-
gar; el dinero que llega a ganar lo gasta en tecnología que lo va a endeudar
durante más tiempo del que el aparato le va a durar y no existen planes o
proyectos a futuro.
El autor llama a esta realidad la cultura de las masas, cultura que ya no
quiere tener lo mejor, sino lo más placentero; se intercambian los valores, ya
no se vende un libro por su profundidad, sino por el espectáculo que pueda
tener. El cine es la gran industria de nuestro siglo porque no pide ningún
esfuerzo del espectador; las noticias no venden por su calidad, sino por su
amarillismo en noticias llamativas. ¿En dónde se encuentra actualmente la
virtud? ¿Quién es el hombre virtuoso actualmente?
Si hoy en día todo pierde fácilmente credibilidad, es necesario encon-
trar una base que pueda darnos dirección en esta gran confusión de ideas en
la que todos tienen derecho a expresar su opinión, todas las opiniones son
igualmente válidas, la tolerancia existe siempre y cuando no se metan con
nuestras ideas y las virtudes son un ideal que se observa como inalcanzable.
34
Ibidem, p. 49.
Sobre su vida
Mi familia era de clase media, tradicional, muy religiosa. Recuerdo con mu-
cha alegría los años de infancia y juventud. Tuve una hermana —que ya fa-
lleció— y un hermano, y yo fui el mayor. Tengo 87 años, pienso llegar a
los 90 y, si es posible, hasta los 100. Vivimos en la colonia San Rafael, aun-
¿Conserva usted algún recuerdo de infancia que ya presagiara lo que serían sus
futuras investigaciones sobre el mundo náhuatl?
¿Cómo fue que se interesó primero por la filosofía occidental —francesa— antes
de comenzar con el pensamiento náhuatl?
2
Se refiere al Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Nacional Au-
tónoma de México.
3
Esta tesis se presentó en 1951, en Loyola University, una universidad jesuita de
Los Ángeles.
sacrificio y ante Dios creo que obro bien”. Así fue. Todos estos hechos de
Bergson siempre me han conmovido y atraído.
Después estudié la filosofía náhuatl, porque por esos años cayeron en
mis manos unos trabajos del padre Garibay; se trataba de una obra pequeña
que se llama Poesía indígena de la altiplanicie. La leí y me quedé pasmado
por los cuestionamientos filosóficos que se parecen a los que hicieron los
presocráticos. Desde ese momento, quise estudiar náhuatl. Fui a hablar
con Gamio y le dije: “Quiero conocer a este padre Garibay”. Me respondió:
“Lo conozco, porque, cuando fue el cuarto centenario de la unam, nos die-
ron un doctorado honoris causa a él y a mí”. Me dio su número telefónico
y le llamé a la Villa. Le dije: “Padre, quiero hablar con usted”. “Ya está ha-
blando”, contestó. Respondí: “El doctor Gamio me sugirió que le hablara,
¿puedo ir a verlo?” “Mire usted,” indicó, “venga el viernes a las seis de la
tarde y si no viene me da igual” Yo pensé: “Este padre debe de ser un poco
ogro”. Y sí, allí en La Villa, donde era canónigo, le tenían miedo, porque
les decía a sus compañeros: “Ustedes y el Abad usan el dinero de la Virgen
en viajes y cosas”.
Con el tiempo, hicimos una gran amistad, porque él vio que iba en
serio. Vi al padre Garibay a lo largo de 16 años, una o dos veces por semana,
tres o cuatro horas.
La filosofía náhuatl
Por una parte, yo reconocía que es muy difícil dar una definición de la
filosofía náhuatl. La filosofía marxista, la filosofía escolástica, la filosofía
existencialista, por ejemplo, son muy diferentes. Pero yo creo que un ras-
go común entre ellas es que se plantean problemas que la gente común
generalmente no ve, o si los ve no les presta atención. Y yo vi que esos
planteamientos se encontraban en los textos que estaban a mi alcance.
Hace poco, editamos tres volúmenes de Cantares mexicanos, a partir de
un manuscrito de la Biblioteca Nacional. Ahí hay una enorme cantidad
de textos con cuestionamientos importantes. Por ejemplo: ¿Podemos decir
palabras verdades en la tierra? ¿Es posible dar un rumbo a nuestro corazón,
a mi acción? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Podemos entrever quién es el
dador de la vida? Son preguntas como las que se hicieron hace muchos años
Heráclito y Parménides, filósofos presocráticos. El hombre náhuatl piensa
que el universo en que vive ha existido otras veces. Eso también lo piensan
hoy en la India, como las kalpas, o como otros, sobre todo los orientales.
El hombre náhuatl también sabe que este universo puede acabarse.
Y eso lo conocemos ahora mejor que nunca. Una de mis hijas me decía:
“Papá, desde la bomba atómica, ya no podemos dormir tranquilos; porque,
por ejemplo, Irán sigue trabajando en energía nuclear y Estados Unidos e
Israel se oponen ferozmente a eso, pues ven que sería un peligro. Entonces,
no es inverosímil pensar que podríamos acabar con el planeta.”
Así, los nahuas piensan que el sol, dador de vida, también peligra si no
tiene fuerzas para continuar, y creen que el líquido que nos da vida a
nosotros, la sangre, debe ser ofrecida al dador de la vida. Alguien diría: “un
ritual repugnante y odioso”. Yo digo que no. Si lo entendemos bien, no es
ni repugnante ni odioso. Porque ¿qué es en el fondo el cristianismo? Es la
creencia central de que Dios determinó que su Hijo unigénito se hiciera
hombre para redimirnos del pecado con un sacrificio de sangre. No sem-
brando plantas ni dando lecciones, sino con un sacrificio de sangre. Y Jesús,
en la última cena, tomó el cáliz y dijo del pan: “Éste es mi cuerpo”. Y del
vino: “Ésta es mi sangre que será ofrecida por la redención del mundo”.
Hay un gran paralelismo, ¿no? Cuando dije esto en una conferencia en Es-
tados Unidos, todos se quedaron sorprendidos, nadie chistó. Otra vez que
lo dije en España, alguien me dijo: “Eso que usted dice es una blasfemia”.
Yo respondí: “¿Dónde está la blasfemia? ¿Dónde? Se trata de un proceso
mental en cierto modo paralelo el creer que el mal se lava con sangre.”
Recuerdo otro suceso, con un gran maestro de la Universidad de Yale,
George Kubler, amigo de México. Cuando se descubrió el Templo Mayor,
se hizo una exposición en el National Gallery of Art, de Washington. Un
profesor dijo: “Se está profanando el santuario de arte de Estados Unidos con
objetos de los bloody Aztecs (‘sangrientos aztecas’).” Kubler contestó: “Efecti-
vamente, los aztecas creían que con el sacrificio fortalecían al Sol e impedían
el fin de la humanidad. Pero nosotros [los estadounidenses], desde que ter-
minó la Segunda Guerra Mundial, hemos estado metidos en guerras: la de
Corea, la de Vietnam, etc.” Y agregó: “Es posible que obremos exactamente al
revés de los mexicas: en vez de fortalecer la existencia humana, puede ser que
acabemos con ella.” Pienso que estuvo bien lo que dijo.
La visión azteca del mundo no debe darnos horror. Hay quienes sostie-
nen que no hubo sacrificios humanos, que eso lo inventaron los frailes. Sin
embargo, yo pienso que, si quitamos esa idea, no entendemos a la cultura
náhuatl. En náhuatl, el ser común se llama macehual; macehualli viene de la
raíz macehua, que quiere decir “hacer penitencia”. Un texto náhuatl declara:
“Porque los dioses por nosotros hicieron penitencia, merecimiento, tim ma-
cehualli; por eso somos merecidos por el sacrificio.” Había una idea profun-
da por la que mataban en aquella época y no era algo simbólico. Tampoco
con Jesucristo fue simbólico que Él muriera. Más aún, ese sacrificio se repite en
cada misa. Porque se dice que en ella se reactualiza el sacrificio; no en
forma sangrienta, pero se reactualiza. Incluso el Concilio de Trento afirma:
“El que no crea eso es anatema”. Es decir, hay excomunión.
Creo que es una idea bonita la visión del mundo del hombre de aquel
tiempo: ser un colaborador de los dioses. Este mundo está amenazado y se
divide en tres planos: El supramundo, que está sobre nosotros; Tlaltícpac,
que está sobre la superficie de la tierra, y Mictlán, la región de los muertos.
El inframundo tiene cuatro grandes sectores con un lugar central y todo
está rodeado por aguas inmensas. Allí existimos los seres humanos y allí
tenemos que hacer merecimientos. Además, los aztecas tenían un cómpu-
to calendárico muy exacto, fruto de muchas observaciones. Y ese cómputo
cuenta con la presencia e influencia divina, de tal manera que no hay tiem-
po vacío. En el cristianismo, tampoco debe existir ningún tiempo vacío.
Está el tiempo de adviento, el de pentecostés; todo el tiempo es sagrado. En
todas las religiones, el espacio y el tiempo —sobre todo, en las grandes
religiones— es sagrado. El destino va llegando con el tiempo —ésta es otra
idea de los nahuas— y uno tiene que asimilar ese destino; si yo nazco en
determinadas fechas, estaré predestinado para ser guerrero, o para ser artis-
ta, o para ser juez. Y debo atender a mi destino, porque, si no lo atiendo,
destruyo mi rostro y destruyo mi corazón.
¿Qué quiere decir rostro y corazón? Quiere decir “ser persona”. Yo tengo
que echarle raíz a mi corazón y tengo que darle fisonomía a mi rostro. Ése
es el papel del Tlamatini, del maestro. Él nos enseñará a ser rostros sabios y
corazones firmes; entonces, surge toda una teoría del arte.
Finalmente, tenemos los Huehuetlatolli, los consejos de la Antigua Pa-
labra, de la gran sabiduría que pueden guiarnos en la existencia humana,
por las diferentes edades del hombre. Son los consejos que se dan a la mu-
jer que da a luz; después se dan cuando el hijo crece, cuando lo ofrecen a
la escuela, cuando entra a la escuela, cuando ya es mayorcito, cuando ya
se va a casar, cuando se casa y hasta cuando está muerto. Eso es sabiduría.
La visión de los vencidos (1959) es uno de sus libros más conocidos. Se trata de
los testimonios de habitantes de México-Tenochtitlan, apenas unos años después
de la caída del imperio (1521), y fue escrito en colaboración con su maestro,
Ángel María Garibay. ¿Cuál es la idea principal que quisieron transmitir al
recopilar y traducir esos textos de los siglos xvi y xvii?
No fue una, sino dos ideas. La primera, que los vencidos también pueden
escribir la historia; se dice que sólo los vencedores hablan y no es cierto.
También los vencidos escriben la historia. Además, este libro, como la obra
de Bernal Díaz del Castillo, es un canto épico, un “poema épico de la na-
La religión prehispánica
Los franciscanos fueron los que más se esforzaron por comprender la re-
ligión prehispánica. Fray Bernardino de Sahagún a eso dedicó su vida,
sus 60 años; hizo transcribir centenares de folios en náhuatl que aún se
conservan. Yo coordino un seminario sobre lo que se conoce como Código
Florentino, tres gruesos tomos en náhuatl que hizo transcribir fray Ber-
nardino de Sahagún. Tenemos los testimonios del Libro de los Coloquios,
donde aparecen frailes recién llegados discutiendo de temas religiosos con
sabios indígenas; a los indígenas les sorprendió mucho la presencia de estos
frailes; no sabían quiénes eran, pero les sorprendió que Hernán Cortés se
hincara y les besara las manos. El conquistador se hincaba ante estos hom-
bres que venían con huaraches, que no les interesaba el oro, que no tenían
mujeres, era cosa rara ¿verdad?
Hay un indio que dice: “Éstos han de estar locos, pues no es posible
que unas gentes bien sanas se abstengan de tomar vino, se levanten en la
noche dizque a cantar, que hacen penitencia, no tienen mujeres. Deben
estar mal de la cabeza”. Y es que los indios sí hacían penitencia. A los frailes
les disgustaban los sacrificios humanos, pero se dieron cuenta de la enorme
religiosidad que tenían. Fray Bartolomé de las Casas, el gran defensor de los
pueblos indígenas, dice: “No he visto pueblo más religioso que este pueblo
mexicano”. Hasta hoy día, el pueblo mexicano es muy religioso; si lo du-
dan, vayan el 12 de diciembre a la Basílica de Guadalupe. Ignacio Manuel
Altamirano, un liberal de siglo xix, decía en un escrito muy bello que se
llama La fiesta de Guadalupe: “Si algún día México pierde su devoción hacia
la Virgen de Guadalupe, ese día México dejará de existir”. Eso lo escribió
Altamirano, un indígena náhuatl nacido en Tixtla, Guerrero —un pueblo
a 40 kilómetros de Chilpancingo—, un indio que después se distinguió
como orador, como tribuno, que estuvo en París, representó a México en
varios momentos. Él escribió esto.
Yo creo que hubo una cierta transición religiosa, sobre todo, gracias
a los franciscanos; los dominicos menos. Fray Diego Durán, por ejemplo,
veía idolatrías por todos lados. Pero, en cambio, los frailes franciscanos ad-
mitían cosas: así, había una manera de confesión, de comunión prehispáni-
ca; había también rituales de matrimonio; o rituales para poner el nombre
del niño junto a Tláloc, el Dios de la lluvia, en el bautismo.
Otro fraile, Juan de Torquemada, autor de Monarquía indiana, una
obra monumental [en mi seminario, preparamos una edición crítica que
salió en ciertos tomos], dice: “Esta gente era tan supersticiosa que en todo
metía la religión”. Eso quiere decir que tenían integrada una visión del
mundo. Nosotros, hoy en día, no tenemos una visión integrada del mundo.
La mayoría de los mexicanos sí son religiosos cuando van a la iglesia o cuan-
do se acuerdan de la virgen de Guadalupe; pero el resto del día, mientras
están trabajando, no piensan absolutamente que su trabajo pueda tener un
sentido religioso. Los indios, en cambio, sí creían eso. Nosotros tenemos
como grietas en nuestro comportamiento. Torquemada se admira de que
los nahuas tenían ideas muy profundas; “todo está teñido por sus ideas re-
ligiosas”, decía. Otro fraile, Andrés de Olmos, recoge textos de los consejos
que daban los padres y comenta: “Hay muchísima sabiduría en ellos, y les
aprovechan muchos de ellos más que nuestros sermones en las iglesias”.
Precisamente, entre los primeros defensores y estudiosos del mundo nahua, va-
rios religiosos rescataron elementos culturales mexicanos. Por ejemplo, fray Ber-
nardino de Sahagún, fray Andrés de Olmos y Bartolomé de las Casas. ¿Cómo
explica usted que algunos españoles supieron apreciar y reconocer la sabiduría
y humanidad de los habitantes del llamado nuevo mundo mientras que otros
las negaron?
Yo pienso que, como en todo, hay gente culta que piensa, que profundiza, y
gente más bien bruta. Hoy en día también es así la cosa, ¿no? Vaya a decirle
a un narco que por qué no lee los Huehuetlatolli; capaz que no sale usted
vivo de ahí. Pues así entre estos frailes: algunos eran humanistas, habían
sido maestros en Salamanca o en la Sorbona de París. Y vieron aquí otra
manera de humanismo, el mesoamericano, y se enamoraron de él. Sahagún
también dice que los Huehuetlatolli, los consejos que los ancianos daban en
diversas circunstancias, aprovechaban más a los jóvenes que sus sermones
¿Qué piensa del caso particular de la Virgen de Guadalupe y del mensaje del
Nican Mopohua? Es un tema que usted trabaja en su libro Tonantzin Guada-
lupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua.
Pienso que hacen muy bien, dado que tenemos allí un manantial de sím-
bolos, una riqueza enorme; es magnífico que acudan a ella para enriquecer
su pensamiento. En este sentido, estoy de acuerdo, siempre que tampoco
se exagere. He visto algunos que lo hacen; quieren, por ejemplo, que en
el manto de la Virgen de Guadalupe haya 260 estrellas, porque dicen es el
Tonalpohualli, y dicen que son 189 las que se ven, pero las otras están atrás.
Eso ya es exageración. Pero realmente sí me parece muy interesante la teo-
logía indígena.
opino que esto habría que decirlo el primer día que toman posesión los go-
bernantes para que se asusten un poco, ¿no? Los discursos a los nuevos
señores, a los nuevos tlatoanis, son importantísimos.
Cuando va a nacer un niño, también le dicen a su madre como debe
educarlo. “Aquí hay una sabiduría —dice el padre Las Casas—; sabiduría
que ni Platón ni Aristóteles tuvieron”. Yo siempre he pensado —y a ver si
lo intento ya— decir al regente o jefe de gobierno de la Ciudad de México
que pongan pequeños letreros en los vagones del metro y para que se lean
esos textos y que la gente se entere de la riqueza de nuestros antepasados.
Tenemos libros prehispánicos, los códices. Somos tierra de libros; tuvimos
libros con escritura prehispánica y luego fuimos el primer país en el con-
tinente con una imprenta. Tenemos todo eso, pero lo que nos falta son
lectores, es lo triste. Entonces, hay que impulsar la lectura. Porque la lectu-
ra no es otra cosa que acercarnos al pensamiento de gente que se esfuerza
por expresar lo que quiere comunicar en su conocimiento. Si usted escribe
un libro es porque ha pensado sobre eso; no va a escribir cuatro tonterías;
como dicen no hay libro malo. Entonces, si yo platico con el libro del
padre Francisco Xavier Sánchez es platicar con una forma de saber que
él tiene acumulada y que me va a transmitir, y yo la voy a captar a mi ma-
nera, porque nadie puede leer dos veces el mismo libro, ni hay dos personas
que lean el mismo libro, pues cada uno lo lee vaciando esos conceptos en
las vivencias propias. Si yo leo, por ejemplo, que Moisés llegó al monte
Sinaí, y leo que había un pozo con un brocal, me imagino un pozo que he
visto en la realidad; yo no vi el pozo de Moisés —quién sabe cómo sería—;
cada quien lo hace a partir de la experiencia que ha tenido; en ese sentido, cada
quien lee un libro distinto. Y los clásicos son aquellos que están hechos de
tal manera que a todos les significan algo importante y que, además, en una
época significan algo, y en otra significan otra cosa y siguen significando;
eso es un clásico.
Para nuestros antepasados, la formación de una identidad propia tenía que ver
con la adquisición de un rostro (ixtli) y un corazón (yóllotl). Esto me recuerda a
filósofos contemporáneos que critican la razón fría occidental —en palabras de
Carlos Díaz— y reivindican la importancia de los sentimientos en la formación
del yo. Es un tema particularmente tratado en la Biblia. No sólo somos seres de
razón, sino sobre todo de relación con los otros. ¿Puede usted explicarnos más el
tema de la personalidad en el mundo náhuatl?
Buena parte de los grandes estudiosos del mundo prehispánico son de origen ex-
tranjero. ¿Considera que ha aumentado –en parte gracias a su trabajo– el amor
por el estudio de nuestros antepasados? ¿Cómo ve la formación que nuestras
escuelas dan sobre el conocimiento de nuestra propia cultura?
R
ecién ordenado sacerdote Misionero de
Guadalupe (mg) y de haber presentado mi
tesis de licenciatura de teología en la Uni-
versidad Intercontinental,1 fui nombrado junto con otros dos sacerdotes
mg para abrir la Misión de Brasil en la prelatura de Itacoatiara, Estado del
Amazonas donde permanecí 10 años (1988-1998).
Aunque me había ilusionado en ser misionero en África, fui nom-
brado para colaborar en la tarea evangelizadora de la Iglesia a orillas del
río Amazonas, un proyecto intercongregacional con misioneros de varios
países. Esta experiencia me impactó de sobremanera. La incipiente expe-
riencia misionera en la sierra del estado de Hidalgo (México) había signi-
ficado apenas una probadita de lo que sería una vida misionera itinerante
recorriendo el hemisferio sur del planeta. La novedad de ésta no radicaba en la
hidrografía, fauna y flora selvática, sino en su gente profundamente enrai-
zada en la tierra e intercomunicada por las aguas de aquel enorme pulmón
que oxigena el mundo, hoy víctima de las llamas provocadas por quienes
tienen otros intereses ajenos a los pueblos originarios.
*
Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras, México.
1
Raúl Nava Trujillo, Rasgos proféticos en la acción de Bartolomé de las Casas, tesis de
licenciatura en Teología, Universidad Intercontinental, México, 1997.
228 III. ARTE Y RELIGIÓN
2
La misión es una película británica de 1986, dirigida por Roland Joffé, interpretada
por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn en los papeles principales y
ganadora de varios premios cinematográficos internacionales. Un largometraje que tiene como
telón de fondo el Tratado de Madrid (1750), entre España y Portugal, por el que se dirimió
momentáneamente la disputa por la Colonia del Sacramento —en la desembocadura de Río
de la Plata— y la lucha entre las monarquías absolutas europeas y el poder detentado por
la Iglesia hasta la época centrado en la Compañía de Jesús.
La película comienza junto a las cataratas del Iguazú, donde los misioneros
jesuitas intentan atraer a la fe y la civilización a los guaraníes que vivían en la selva. Tras el
martirio de algunos misioneros de la Compañía de Jesús al ser arrojados a las cataratas por
los indígenas, el padre Gabriel (Jeremy Irons) encabezará la labor pastoral en solitario acom-
pañado de la Biblia y un oboe. Poco a poco su labor va adquiriendo cuerpo hasta que pasa-
do el tiempo —apoyado por otros sacerdotes y hermanos jesuitas— logra crear las reduc-
ciones o misiones en la zona. Estas fueron una especie de comunidades autosuficientes
donde los indios eran evangelizados —apartándolos de sus temores e instruidos en
las destrezas técnicas y culturales europeas en el uso de herramientas para la agricultura, la
música, etcétera. además de protegerlos de los tratantes de esclavos. Esta última práctica
estaba prohibida por las Leyes de Indias. “La Misión” Wikipedia [en línea], https://es.wikipe-
dia.org/wiki/La_misi%C3%B3n
3
Eclo 34,18-22.
4
Cfr. R. Nava Trujillo, Rasgos proféticos…, pp. 1-28.
7
Cfr. “Hélder Câmara”, Wikipedia [en línea], https://es.wikipedia.org/wiki/
H%C3%A9lder_C%C3%A2mara
8
Cfr. Solinet, “Don Helder Cámara: profeta de la noviolencia”, Solidaridad.net, 2003
[en línea], https://solidaridad.net/don-helder-camara-profeta-de-la-noviolencia689/
Fue una gran bendición de Dios el haber sido invitados los Misioneros de
Guadalupe a colaborar en la tarea evangelizadora de la Iglesia en el corazón
de la selva del Amazonas (Brasil). La novedad de esta colaboración consistió
en ser un proyecto intercongregacional de evangelización con la participación
de tres Sociedades de vida apostólica (Scarboro Foreign Mission Society, de
Canadá; el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, de Colombia, y
el Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras, de
México) coordinado por monseñor Dom Jorge Eduardo Marskell, sfm, un
obispo y gran pastor de la prelatura de Itacoatiara comprometido con la causa
de los pobres.
Mis papás nos despidieron en el aeropuerto de la Ciudad de México
con una gruesa de claveles rojos cultivados por los agricultores de Villa
Guerrero, la cuna de las flores. Así que nuestra misión inició repartiendo
flores a las azafatas y algunos pasajeros en pleno vuelo rumbo a Manaos, la
capital del estado del Amazonas.
Recientemente, Brasil había superado los 20 años de dictadura militar
y ensayaba la construcción de otro mundo posible mucho más democráti-
co, fraterno y justo. También, la prelatura y una Iglesia joven y dinámica,
interpelada por el Concilio Vaticano ii; por su parte, Medellín celebraba su
aniversario 25 de fundación. Ella no caminaba sola, sino de manos dadas
con la Iglesia hermana de la Arquidiócesis de Sâo Paulo, cuyo pastor era
el cardenal Paulo Evaristo Arns, “un franciscano que enfrentó la dictadura
que levantándose de su cómodo sillón del arzobispado denunció las tortu-
ras, las desapariciones y las prisiones arbitrarias e incluso simpatizó con el
movimiento civil Diretas Já cuya presión serviría, entre otros factores, para
concluir en 1985 ese periodo oscuro de la dictadura brasileña.”9 ¡Qué gran
servicio de acompañamiento en comunión eclesial puede ofrecer una Igle-
sia del centro hermanada con otra excluida en la periferia!
Itacoatiara era una Iglesia pequeña en medio de aquella planicie sel-
vática donde los agentes de evangelización laicos encontraban un espacio
favorable para el ejercicio de su vocación. Era una Iglesia estructurada a
partir de las Comunidades Eclesiales de Base (ceb)10 que cada tres años
se reunían en asamblea11 con su obispo para juntos, y bajo el impulso del
Cfr. Carlos Meneses Sánchez, “Paulo Evaristo Arns: el franciscano que enfrentó la dictadura”,
9
participación de representantes de todas las 238 ceb, las cuales llevaban los resultados de la
situación después de un discernimiento evangélico emanada de las preasambleas en las áreas
misioneras.
12
Juan José Tamayo, Francisco es el primer papa que coloca en el centro de sus preo-
cupaciones la ecología, 2019, s. d. [en línea], https://www.religiondigital.org/opinion/para-
digma-ecologico-catolicismo-panamazonico-socioambiental-religion-iglesia-papa-francis-
co_0_2172982698.html
13
Cfr. “Waimiri-Atroarí language”, Wikipedia, [en línea], https://en.wikipedia.org/
wiki/Waimiri-Atroar%C3%AD_language
La prelatura era una Iglesia pequeña, pero crítica y atrevida ante los grandes
proyectos extractivistas ya instalados en la Amazonía: empresas madereras
que diezmaban la selva; 14 construcción de hidroeléctricas, como Balbina;15
empresas de extracción mineral, como la Paranapanema, la cual afectaban
la cultura, el hábitat y la biodiversidad de los indígenas, 16 y empresas pes-
queras que arrasaban con el alimento básico (pescado) de las comunidades
situadas en la orilla de los ríos y lagos provocando hambruna.
La presencia de algunas grandes empresas multinacionales, además
de extraer los recursos naturales muchas veces de manera ilegal,17 también
contaminaba el medio ambiente, sepultando en pleno corazón de la selva
residuos tóxicos y radioactivos transportados desde Japón en complicidad
con los gobiernos locales y convirtiendo el jardín de Dios en un basurero
mortal. Era una tarea eclesial que no se limitaba a la denuncia en los espa-
cios donde se generaban las decisiones, como las cámaras de regidores y dipu-
tados, pues también participaba activa y creativamente en la búsqueda de
fuentes alternativas y permanentes de vida inspirados por el Evangelio.18 En
ocasiones nos sentíamos como David frente a Goliat o como hormiguitas
frente a un elefante a quien no conseguíamos ni hacerle cosquillas, pero nos
animaba el dicho del pueblo africano: las hormigas asustan a los elefantes.19
Las pequeñas comunidades cristianas misioneras eran un espacio pri-
vilegiado para la escucha y celebración de la Palabra de Dios que ilumina la
realidad y el caminar de aquellos pueblos; un lugar y plataforma privilegia-
do para la missio ad gentes y el discernimiento comunitario donde la gente se
confrontaba con la voluntad de Dios y su misión en la historia. Eran cons-
cientes de llevar un tesoro en vasijas de barro con la tarea de ser guardianes
y cultivadores de la creación, salvaguardando los espacios vitales (tierra, agua,
árboles, animales, alimentos) para garantizar una vida plena y digna para
14
Cfr. “La Amazonía y los proyectos de explotación minera”, Nodal, 2019 [en línea],
https://www.nodal.am/2019/08/la-amazonia-y-los-proyectos-de-explotacion-minera/
15
Cfr. “Desvelan los drásticos efectos de la represa de Balbina en la biodiversidad de
la selva tropical”, iagua, s. d. [en línea], https://www.iagua.es/noticias/brasil/ep/15/07/02/
desvelan-drasticos-efectos-represa-balbina-biodiversidad-selva-tropical
16
Cfr. Redacción, “La invasión minera de una reserva del Amazonas en Brasil que dejó
un indígena muerto”, bbc News, 2019 [en línea], https://www.bbc.com/mundo/noticias-
america-latina-49150493
17
Cfr. Yvette Sierra Praeli, “Minería ilegal: la peor devastación en la historia de la
Amazonía”, Mongabay Latam, 2019 [en línea], https://es.mongabay.com/2019/01/mapa-
mineria-ilegal-amazonia/
18
Jn 10, 10.
19
Cfr. “Las hormigas asustan a los elefantes”, Muy Interesante, s. d. [en línea], https://
www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/las-hormigas-asustan-a-los-elefantes
20
2 Cor 4,1-12.
21
R. Nava Trujillo, “Remando al ritmo de la canoa del pueblo”, Boletín mg, Misioneros
de Guadalupe, México, 2018.
22
R. Nava Trujillo, “La nueva evangelización”, Boletín mg, año 16, núm. 182, diciem-
bre, México 2013, pp. 2-3 [en línea], https://issuu.com/mgmx/docs/bolet__ndiciembre13
23
Maloca: “casa comunal ancestral utilizada por los indígenas del Amazonas; espacio
sagrado concebido como el vientre de formación del ser, mujer de sabiduría o casa del Uni-
verso”. Toda maloca es construida con faenas de la comunidad y representa la vida misma.
Allí, en extrema sencillez, en perfecta orientación cardinal, a través de los elementos ritua-
les masculinos y femeninos, se recrea el orden del cosmos. En la maloca se reúnen todas las
noches los caciques, ancianos, gobernadores, sabedores, mujeres, niños, jóvenes y adultos,
la comunidad en general. En ella se recrea la palabra de vida y unidad, el consejo espiritual,
la palabra dulce que es el mismo padre-madre (cosmos-tierra). La comunidad se expresa y
entre todos se desdeña la envidia, la maldad, el engaño, los celos, los malos pensamientos, la
mala palabra, todo aquello que cause malestar y desarmonía en la convivencia y el entorno. En
la maloca se limpia colectivamente el corazón y se libera el espíritu; se transmiten oralmente
las historias, mitos, ritos, usos y costumbres; se ofrece consejo a los niños, jóvenes y adultos;
se enseña la forma de trabajar la huerta, la lengua materna, la caza, las artesanías; se analiza
y se reflexiona acerca de los aspectos positivos y negativos del trabajo de cada día; se
planifica, se organiza y se comparte la sabiduría; se sana el cuerpo, la mente y el espíritu de las
personas y del medio ambiente; se legisla y se imparte justicia restaurativa. En su parte estruc-
tural, las columnas y vigas —representa el esqueleto de la Madre Ancestral—, construida con
madera de eucalipto, los amarres son de bejuco (venas de la Madre Ancestral); la palma real
(piel de la Madre Ancestral) utilizada para la cubierta, entre otros. Cfr. “Maloca”, Wikipedia
[en línea], https://es.wikipedia.org/wiki/Maloca
24
Gotinha: “agua blanda, en piedra dura, tanto la golpea hasta la que la agujera”.
25
Fui coordinador de la pastoral de la Tierra (cpt) en el Amazonas de 1995 a 1996, lo
cual me permitió ser miembro del Consejo Nacional de la cpt.
Los cristianos sabemos que estamos llamados a vivir y hacer realidad el pro-
yecto de Jesús en la historia: ser una comunidad alternativa que pone a Dios
en el centro, que integra lo disperso, que vive en condición de diáspora,
siendo levadura y semilla de un mundo donde reine la armonía con Dios,
con la naturaleza y con la humanidad. No una comunidad cerrada, ensi-
mismada, de gente perfecta y mucho menos de gente mediocre. Estamos
llamados a vivir una diferencia en la cualidad de las relaciones, llegando a
ser realmente una comunidad alternativa que, en una sociedad connotada
por las relaciones frágiles y conflictivas exprese la posibilidad de relaciones
gratuitas, fuertes y duraderas cimentadas en la aceptación mutua y el per-
dón recíproco. Somos llamados a ser una comunidad profética que habita
en el mundo sabiéndose extranjera y peregrina, que dialoga y crea lazos de
fraternidad universal en las diferencias.
La Lineamenta del Sínodo de los Obispos sobre La Nueva Evangeliza-
ción para la Transmisión de la fe cristiana27 nos enseña que la transmisión de
la fe no es una empresa individualista y solitaria, sino un evento comunita-
rio y eclesial, pues la infecundidad de la evangelización hoy es un problema
eclesiológico que se refiere a la capacidad o incapacidad de la Iglesia de con-
figurarse como real comunidad, como verdadera fraternidad y no como una
empresa. La Iglesia es misionera y evangelizadora, pues juega el papel de
actor, de sujeto de la proclamación y también el rol reflexivo de la escucha y
del discipulado —discernimiento ad intra— ante un mundo caracterizado
por grandes cambios y transformaciones.
La nueva evangelización no significa reevangelización, sino una evan-
gelización nueva; pues la nueva evangelización no es una duplicación de la
primera o repetición, sino que consiste en el coraje de atreverse a transitar
por nuevos senderos frente a las nuevas condiciones —cambios y grandes
transformaciones—, en las cuales la iglesia está llamada a vivir hoy el anun-
cio del Evangelio. La nueva evangelización es sinónimo de misión, ya que
exige la capacidad de partir nuevamente, de atravesar los confines, de am-
Cfr. “Ação da Cidadania contra a Fome, a Miséria e pela Vida”, Wikipedia [en línea],
26
https://pt.wikipedia.org/wiki/A%C3%A7%C3%A3o_da_Cidadania_contra_a_Fome,_a_
Mis%C3%A9ria_e_pela_Vida
27
Cfr. xiii Asamblea General Ordinaria, Sínodo de los Obispos, “Instrumentum Laboris”,
Ciudad del Vaticano, 2012 [en línea], http://www.vatican.va/roman_curia/synod/docu-
ments/rc_synod_doc_20120619_instrumentum-xiii_sp.html
A manera de conclusión
28
La Santa Sede, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium del santo padre Francisco a
los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos sobre el anun-
cio del Evangelio en el mundo actual, s. d. [en línea], http://w2.vatican.va/content/francesco/
es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-
gaudium.html
29
R. Nava Trujillo, “La Iglesia siempre está sobre andamios”, Apuntes sobre la Misión,
Comisión de Reflexión de la Misión Ad Gentes, núm. 2, México, 2017, pp. 5-6.
30
Cfr. Mc 2, 1-12.
31
Is 65,17-25.
32
Cfr. Mt 13, 51.
33
Misioneros de Guadalupe, Conclusiones, Mandatos y Recomendaciones del x Capítulo
General, México 2015, p. 13-15.
34
Cfr. Instrumentum Laboris de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del
Sínodo de Obispos (6-27.06.2019), La Santa Sede, s. d. [en línea], https://press.vatican.va/
content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2019/06/17/ins.html
35
“Documento final del Sínodo Amazónico: la Iglesia se compromete a ser aliada de
la Amazonía”, en Jesuitas, 2019 [en línea], https://jesuitas.lat/es/noticias/1666-documento-
final-del-sinodo-amazonico-la-iglesia-se-compromete-a-ser-aliada-de-la-amazonia
ACERCA DE
LA MÚSICA CALLADA DE QUE ENAMORA,
DE LUCERO GONZÁLEZ SUÁREZ
L
ucero González Suárez, doctora en Filosofía
(con mención honorífica) por la Universidad
Nacional Autónoma de México, es autora de
más de 30 artículos publicados en revistas de teología y filosofía arbitradas e
indexadas, de España, México, Colombia, Chile y Brasil; asimismo, es can-
didata a investigadora del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología de su país.
*
Universidad Nacional Autónoma de México, México.
250 IV. RESEÑAS Y NOTICIAS
1
p. 59.
2
p. 85.
3
p. 105.
4
pp. 111-112.
5
p. 122.
6
p. 155.
7
p. 161.
8
San Juan de la Cruz, “Cántico Espiritual B”, canciones 14-15, párrafo 26.
9
p. 200.
10
p. 213.
E
n México, desde 2018, pero en particular en
2019, se retoma la discusión sobre concep-
tos fundamentales en la vida social y política
nacional: laicidad y secularización, así como sus implicaciones en la acción
gubernamental y en las relaciones de poder al interior del Estado.
En particular, la discusión se ha abierto debido a las distintas de-
claraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como a sus
acercamientos con distintos grupos religiosos. Sin importar la postura que
se asuma frente al actuar del presidente, en algo se coincide, es apremiante
la discusión sobre la laicidad y la secularización, por ser un asunto que con-
figurará un precedente para la organización social presente y futura.
Para especialistas en el tema como Bernardo Barranco y Roberto
Blancarte, dichos conceptos no han sido lo suficientemente discutidos; in-
cluso, en algunos casos, soslayados, por considerarlos vinculados a temas
del orden religioso y de la teología.
Desafortunadamente, la discusión, en la mayoría de los casos, se
ha caracterizado por el desconocimiento y la simplificación de procesos
históricos que nos han llevado al punto en el que estamos. Es importante
darle la importancia al tema, ya que, desde posiciones de izquierda y de de-
recha, se ha optado por ignorar su relevancia, tanto por ignorar los aspectos
centrales de la discusión, como por no darle importancia.
*
Universidad Campesina Indígena en Red (Ucired) Zautla, Puebla del Centro de Estu-
dios para el Desarrollo Rural-Promoción y Desarrollo Social AC (Cesder-Prodes), México.
254 IV. RESEÑAS Y NOTICIAS
A
partir del pensamiento de Byung-Cul Han
en El aroma del tiempo y de Richard Sennet,
en El artesano, hago una reflexión sobre el
tiempo y la paciencia que implica tejer, el resultado es una serie (aún en
proceso) que refleje conceptos centrales sobre la manera en que percibimos
el tiempo, pero también cuestionando a partir de la técnica lo que tardamos
en hacer “labores en el tiempo”.
*
Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda.
!
3 de 53
!
Quien noQuien
puedenomorir
puede a su debido
morir tiempo
a su debido perece
tiempo perece a destiempo. Crochet. 50x50 cm.
a destiempo.
Crochet, 50 x 50 cm
4 de 53
!
El El infierno
infierno de lode lo igual. Crochet. 30x25 cm.
igual.
Crochet, 30 x 25 cm
5 de 53
ntersticios
FILOSOFÍA • ARTE • RELIGIÓN
Bases
6. Las notas a pie de página deberán re-
1. Los artículos deberán considerar el perfil gistrarse indicando: Nombre y apellido
de cada sección que conforma la revista: (no abreviados) del autor, título de la
• Monográfica: Epistemología y natura- obra, lugar, editorial, año y número de
lismo. página(s).
• Dossier: en relación con cuatro líneas 7. Cada trabajo —excepto reseñas— de-
de pensamiento: Filosofía de la cultura, berá incluir resumen del artículo, no
Hermenéutica filosófica, Pensamiento mayor de 7 líneas, y palabras clave —no
de inspiración cristiana y Tradición clá- incluidas en el título— ambos en espa-
sica. El artículo puede versar sobre una ñol y en inglés.
sola de estas líneas, sobre la confluen- 8. Los artículos deberán enviarse a Inters-
cia de dos, tres o bien las cuatro. ticios, Universidad Intercontinental, In-
• Arte y religión: incluye textos relacio- surgentes Sur 4303, Santa Úrsula Xitla,
nados con esta temática. 14420, por internet, a intersticios@uic.
• Reseñas: pueden ser expositivas o de edu.mx. Debe incluirse nombre del au-
comentario; deberán versar sobre libros tor, departamento/escuela e institución/
de filosofía, arte o religión de no más de universidad a que pertenece, y país.
tres años de haber sido publicados. 9. Los artículos se someterán a doble arbi-
2. Sólo se aceptará un artículo inédito por traje ciego del Consejo Editorial de la re-
autor. vista y, una vez publicados, serán propie-
3. Sólo se aceptarán artículos en español; dad de la Universidad Intercontinental.
los textos que incluyan pasajes en un 10. En caso de ser aceptado, el artículo se
idioma distinto deberán presentar tam- someterá a corrección de estilo y, una
bién la traducción al español. vez publicado, el autor recibirá un ejem-
4. No se reciben ensayos o artículos sin plar del número en el que aparezca.
aparato crítico. 11. Los artículos que no cumplan con lo se-
5. Los artículos deberán tener una exten- ñalado en los puntos 3, 4, 5 y 6 de esta
sión mínima de 10 cuartillas y máxima convocatoria serán devueltos y se acep-
de 20, escritas por una sola cara en Times tarán sólo hasta cubrir todos los requisi-
New Roman 12, a renglón y medio. En el tos indicados.
caso de las reseñas, la extensión será 12. Cualquier situación no contemplada en
entre 3 y 4 cuartillas si es expositiva, y la actual convocatoria quedará al juicio
entre 8 y 10 si es de comentario. del Consejo Editorial.
ÏNDICE
ÍNDICE
Presentación
Katya Colmenares Lizárraga 7
Presentación
María Teresa Muñoz Sánchez
I. Descolonización y transmodernidad 7
I. VIOLENCIA CONTRA
Hacia una historia LAS MUJERES
transmoderna Y GRUPOS
de la filosofía VULNERABLES
Enrique Dussel A. 17
Construcción discursiva de la violencia
contra las mujeres
La justicia versusUn
comunitaria: deconstrucción feminista
acercamiento desde la filosofía política dusseliana
Ivonne
AliciaAcuña Murillo
Hopkins Moreno 15
35
El problema
II. Dossier de la fundamentación de los derechos humanos:
reflexiones desde la filosofía moral y jurídica
Juan Antonio
Olvido Gómez
de sí, García
miseria y felicidad en la antropología de san Agustín 123
Lucero González Suárez 135
Personajes y violencia en la vida nocturna de la ciudad de México, 1940
Gabriela
MéxicoPulido
negro.Llano
Un desafío sociocultural para el reconocimiento 137
Tristano Volpato 155
III. ARTE Y RELIGIÓN
Las virtudes en el hombre: ¿estamos hechos para un fin más alto?
Sab, de Gertrudis
Pedro Gómez de Avellaneda, y el oscuro fondo de la libertad
Sánchez Acosta 193
Begoña Pulido Herráez 153
Entrevista a Miguel León Portilla. “Vieron aquí otra manera de humanismo”
La Francisco
mujer enXavier
el mundo indígena
Sánchez mexicano a partir
Hernández 211
de las fuentes coloniales y la poesía indígena contemporánea
Ramiro Alfonso
III. Arte Gómez Arzapalo Dorantes
y religión 181
IV. De
Reseñas y noticias
una Iglesia de conquista al cristianismo liberador
Raúl Nava Trujillo 227
Hannah Arendt: Más allá de la filosofía. Escritos sobre cultura, arte y literatura
María José García
IV. Reseñas Castillejos
y noticias 215
Acerca dede
Acerca Amistad y felicidad
La música en Aristóteles.
callada que enamora, de¿Por quéGonzález
Lucero necesitamos amigos?,
Suárez
de Víctor
Héctor ZagalCoronel Piña
Ignacio 249
Jorge Luis Ortiz Rivera 221
Acerca de Genealogía del Monoteísmo. La religión como dispositivo colonial,
IV. de
Carpeta gráfica
Abdennur Prado
Oscar Isidro Bruno 253
El juego sexista: la violencia
Lucía Revuelta 227