TPBLL
TPBLL
TPBLL
2005
INSTITUCIÓN PATROCINANTE
Universidad de Chile
Facultad de Ciencias Sociales
Carrera de Psicología
ACADEMICO PATROCINANTE
Ps. Isabel Margarita Fontecilla Silva
ASESOR METODOLÓGICO
Ps. Andrés Antivilo Bruna
INVESTIGADORES RESPONSABLES
Katherine Girardi Mac-Taggart
Alejandro Pool Burgos
RESUMEN
1
PALABRAS CLAVES
2
“Los niños sí saben, pero no tienen un lenguaje… para comunicarlo”.
Maltz y Colman
“…son los niños, con sus palabras y sus cuerpos, los que informan detalladamente
lo ocurrido. (…)Sin embargo, casi siempre, las víctimas cuentan los hechos a
través de sus comportamientos, aunque los adultos no llegamos a captar y
decodificar estos mensajes”
Intebi
3
Dedico este trabajo a mi familia por haberme apoyado constantemente a lo largo
de toda mi carrera y por haber confiado en mí y en que este momento finalmente
llegaría.
A mis padres. Caminos tan distintos, que han sembrado unidos para que llegara
con éxito y alegría a este momento.
“No solo el amor y el apoyo, sino el creer que siempre vamos a intentar dar lo
mejor a quien queremos”…por esto y mucho más agradezco a Pablo.
4
AGRADECIMIENTOS
Damos las gracias a la Escuela Violeta Parra de La Pintana, que nos abrió
las puertas y nos facilito el acceso a la muestra para el grupo de control.
Por último, agradecemos a todos los niños y niñas que contribuyeron con
sus dibujos a la realización de esta investigación.
5
ÍNDICE
Página
I. INTRODUCCIÓN............................................................................................... 9
6
6.1. Antecedentes generales del proceso de evaluación psicológica
infantil. ....................................................................................................... 97
6.2. Desarrollo evolutivo del niño ............................................................. 97
6.3. Evaluación clínico – pericial en niños víctimas de agresiones
sexuales. ................................................................................................. 100
6.3.1. Indicadores físicos específicos ........................................... 109
6.3.2. Indicadores físicos inespecíficos ........................................ 109
6.3.3. Indicadores psicológicos específicos.................................. 110
6.3.4. Indicadores psicológicos inespecíficos ............................... 112
6.3.5. Indicadores psicológicos y estadios evolutivos................... 112
7. Las pruebas gráficas en la evaluación de víctimas de agresiones sexuales
infantiles .........................................................................................................116
7.1. Antecedentes generales de las pruebas gráficas ........................... 116
7.2. Pruebas gráficas en la evaluación de niños víctimas de agresiones
sexuales .................................................................................................. 118
7.3. Desarrollo evolutivo de los dibujos.................................................. 121
7.4. Indicadores gráficos evolutivos ....................................................... 123
7.5. La Prueba Persona Bajo La Lluvia.................................................. 125
7.5.1. Indicadores gráficos asociados a agresiones sexuales en la
Prueba de Persona Bajo la Lluvia ................................................... 126
1. Objetivo General.......................................................................................130
2. Objetivos Específicos ...............................................................................130
3. Hipótesis...................................................................................................130
V. RESULTADOS...............................................................................................140
7
3. Resultados obtenidos en el grupo de control. ..........................................144
4. Resultado comparativo entre grupo de estudio y grupo de control...........147
8
I. INTRODUCCIÓN
1
Aun cuando el término abuso sexual es más común en la literatura para referirse al conjunto de atentados
sexuales, se ha preferido emplear la denominación de agresiones sexuales, debido a que en nuestro país,
jurídicamente el primero de ellos se refiere al delito expresado en al artículo 366 del Código Penal, y
comprende aquellos actos de significación sexual que pueden o no implicar un contacto corporal con la
víctima, pero sin penetración peneal. Por otra parte la denominación de agresiones sexuales conserva la
amplitud de referirse a cualquier transgresión de los límites corporales en el ámbito de lo sexual.
9
gran mayoría de las agresiones sexuales infantiles son cometidas por un familiar o
conocido de la víctima, así como que el delito de abuso sexual es el que aparece
con mayor prevalencia, en comparación con el de violación y otras agresiones
sexuales.
10
salud, entidades legales y de educación que trabajan en esta temática. Por lo
anterior, esta investigación presenta también implicancias prácticas, pues se
contribuye dotando de mayor precisión al análisis de la PBLL, la cual como se ha
mencionado previamente forma parte de las herramientas utilizadas en la
detección, evaluación y diagnóstico de las agresiones sexuales, así como también
de los procesos reparatorios de éstas. Por otra parte, este trabajo reviste un valor
teórico al contribuir al esclarecimiento de cómo las producciones gráficas de niños
que han sido expuestos a agresiones sexuales pueden verse afectadas por estas
vivencias.
11
análisis, por el contrario, estos indicadores deben situarse en el contexto más
amplio de una evaluación psicológica integral (Montero, Navarro, Atria & Narr,
2001; Miranda & Sanza, 2004).
12
II. MARCO TEÓRICO
13
convenciones de los derechos humanos, de la mujer y de los niños, y su posterior
ratificación por gran parte de los países (Finkelhor, 1992).
14
o haga peligrar su integridad corporal o su desarrollo, ya sea físico, emocional,
intelectual o moral y cuyas manifestaciones son el descuido y/o las lesiones
físicas, mentales o sexuales provocadas por un miembro de la familia o por un
adulto que está a cargo del niño” (Del Río, Maida & Molina, 2000, p. 57).
15
es positivo y las secuelas psicológicas limitadas. Los actores muestran
preocupación y voluntad para superar la violencia.
16
ocupa la posición alta tiene una conciencia de la violencia y de su
culpabilidad mínima.
17
educacionales de distinto nivel socio-económico, arrojó que un 77,5% (1994) y un
73,6% (2000) de estos niños han sufrido algún tipo de violencia (SENAME, 2001).
Maltrato físico
VISIBLE Negligencia
Agresiones sexuales con lesiones físicas
Maltrato psicológico
INVISIBLE Abandono
Agresiones sexuales sin lesiones físicas
18
c) Negligencia: es el descuido negligente o intencionado que pone en peligro
la integridad física y psicológica del niño/a. Las necesidades físicas
(alimentación, higiene, protección, vigilancia y cuidados médicos) no son
atendidas por ningún miembro del grupo que convive con él o ella. También
implica aquellas situaciones en que los niños/as no reciben el afecto, el
amor, la estimulación, el apoyo y la protección necesarios para su
desarrollo óptimo. Incluye la privación afectiva o de estimulación cognitiva.
19
discapacidad física o mental, alguna patología crónica, patrones de sueño y
alimentación difíciles, trastornos en la vinculación, hospitalización precoz
prolongada, trastornos del desarrollo o de la conducta que implican
comportamientos de difícil manejo, como hiperactividad, enuresis-
encopresis, etc. Por otra parte, un niño no escolarizado, inasistente, con
bajo rendimiento o fracaso escolar, o baja autoestima presenta también
mayor probabilidad de ser víctima de maltrato.
20
indiferencia, un deficiente cuidado y una inasistencia persistente a
controles; embarazo de alto riesgo biológico, y depresión post-parto.
Las creencias que avalan las prácticas violentas, tanto a nivel del agresor,
las víctimas y los terceros, como a nivel macro, contribuyen a legitimar y perpetuar
transgeneracionalmente este tipo de actos. Algunas de ellas son mencionadas a
continuación (SENAME, 2004):
21
Los niños/as fantasean y mienten acerca de ser abusados sexualmente.
Es más frecuente que los niños/as sean abusados por extraños.
Sólo ocurre en familias pobres y sin educación.
El abusador es, en general, un hombre mayor, alcohólico, loco u
homosexual.
El abuso sexual no daña
Los niños son seductores, provocan el abuso.
22
psicosociales, asociadas a una alta autoestima, desarrollo de la creatividad,
asertividad, resolución de conflictos, desarrollo y reconocimiento de habilidades,
etc. (Ministerio de Salud [MINSAL], 1998).
23
c) Indicadores de maltrato emocional
Conductas y actitudes como temor, silencio, desconfianza,
retraimiento, agresividad, alejamiento físico del adulto que
acompaña, actitud permanente de resguardo, actitud de excesivo
apego al profesional, tristeza, sentimientos de culpa, vergüenza.
Verbalizaciones del niño como “soy tonto”, ”soy torpe”, ”por mi
culpa”.
24
2. Aspectos generales de las agresiones sexuales
infantiles
25
Entre los aspectos considerados de relevancia para el entendimiento de las
agresiones sexuales infantiles se encuentran:
26
diferenciando esta decisión del actuar producto de dinámicas propias de las
relaciones abusivas, en las que aparece un supuesto consentimiento por
parte de la víctima. Desde la ley esta dado claramente el límite, pero desde
una óptica psicosocial y cultural, hay variaciones, por ejemplo frente a un
individuo con un desarrollo psicosexual por sobre lo esperado a su edad.
27
2. Agresión sexual intrafamiliar: Se refiere a cuando el agresor forma
parte del núcleo familiar del niño.
28
(1994) afirma que la víctima aprende su rol al interactuar con su victimario o con
personas de su entorno social inmediato. Así, la víctima será impelida a su rol, y
terminará por acostumbrarse a él, autodefiniéndose como víctima, y haciendo por
tanto más probable su re-victimización (Schneider, 1994, p. 49).
29
parte en un programa de tratamiento, habían sido víctimas de agresiones sexuales
y que muchas de sus familias registraban historias de abuso físico y agresiones
sexuales intergeneracionales (CCJA Bulletin, Sept. 15 citado en Fattah).
30
constituía un sistema cerrado hacia el exterior, por lo que los conflictos que
ocurrían en su interior tenían el carácter de privados. “En este contexto, de
manera histórica, se fue aceptando tácitamente variadas formas de violencia que
ocurrían entre los miembros. Más aún, la tradición y cultura, en algún modo, fue
aprobando los golpes a menores, la intimidación de la mujer y otras formas
encubiertas de agresión” (Escaff & Sagüés, 1996, p. 2).
A continuación (ver tablas Nº 2.1, 2.2, 2.3) se presentan una síntesis de las
pericias clínicas de sexología forense realizadas por el Instituto Médico Legal de
Santiago durante el año 2000 según las conclusiones médico-legales (tipo de
agresión), grupo de edad y sexo de las víctimas (SML, 2001):
31
Tabla Nº 2-1: Pericias clínicas SML en hombres año 2000
32
Tabla Nº 2-3: Pericias clínicas SML en ambos sexos año 2000
33
Tabla Nº 2-4: Estadísticas SML según relación víctima/victimario.
34
En un estudio realizado por el CAVAS en 1993 se realizó una descripción
de los casos que atendió dicha institución durante el primer semestre de ese año.
Esta investigación arrojó los siguientes resultados (Escaff & Sagüés, 1996): Las
víctimas correspondieron a un 82% de mujeres. La edad modal para ambos sexos
oscila entre los 10 y 15 años; en un 72,72% de los casos, la víctima tenía una
edad inferior a los 15 años. El análisis de la muestra en relación al tipo de agresión
y sexo, arrojó que en 20 víctimas femeninas existió acceso carnal y/o anal y en 7
abusos deshonestos, en cuanto a los hombres, 2 de ellos fueron violentados vía
anal y 4 correspondieron a abusos deshonestos. Es importante señalar que en
relación con la incidencia del delito en otros miembros de la familia de las víctimas,
un tercio había sufrido una agresión sexual a lo largo de su vida. En cuanto al tipo
de relación entre el agresor y la víctima, un 50% correspondió al padre, un 21% al
padrastro (conviviente o pareja actual de la madre o pareja legal de ella) y cerca
de un 10% correspondió a tíos. Por otra parte la generalidad de las agresiones se
llevó a cabo cuando la víctima estaba a cargo el agresor y la madre estaba
trabajando fuera del hogar o se hallaba enferma.
35
entre los padres, relaciones pobres entre padres e hijos, métodos de
crianza basados en malos tratos y actos punitivos, padres con creencias
relacionadas a la obediencia de los niños, a la subordinación de la mujer,
etc. A nivel de contexto se encuentran las situaciones de riesgo que facilitan
la ocurrencia, el aislamiento social y la falta de interacciones protectoras.
36
c) Crear una figura especial, el abuso sexual hiperagravado. Se crea una
figura simple de Favorecimiento a la prostitución y se sanciona al cliente de
ésta.
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a) Libertad sexual: Derecho de todo ser humano de aceptar o rechazar
mantener relaciones sexuales.
Violación
Estupro
Abuso sexual
El Código Penal Art. 361 señala que comete violación el que accediere
carnalmente, por vía vaginal, anal o bucal, a una persona mayor de catorce años
en alguno de los siguientes casos:
38
c) Cuando se abusa de la enajenación o trastorno mental de la víctima.
39
c) Se abusa del grave desamparo en que se encuentra la víctima.
En esta figura penal el autor, al igual que en la violación, sólo puede ser un
hombre. En este delito la víctima ha consentido, pero en un contexto de
desvalimiento o dependencia, por lo que existe una falta de capacidad para
consentir válidamente la realización del acceso carnal (Castiglioni et al., 2004).
a) Abuso sexual hiperagravado: Esta figura se crea con la ley 19.927 de 2004
y se ubica en el Art. 365 bis C. P. Se refiere a la introducción de objetos
(pudiendo ser éstos partes del cuerpo del agresor u objetos del medio
circundante) en el ano, vagina o boca, y la utilización de animales para fines
sexuales. Se observa cuando concurren las modalidades de la violación o
del estupro.
b) Abuso sexual propio o directo: Art. 366, 366 bis, 366 ter C. P. Se define
como cualquier acto de significación sexual (excluye el acceso carnal) y de
relevancia realizado mediante una aproximación (contacto) con la víctima, o
que haya afectado los genitales, el ano o la boca de la víctima, aún cuando
no hubiera contacto corporal con ella.
40
2. Ver o escuchar material pornográfico o presenciar espectáculos del
mismo carácter.
41
Generalmente las víctimas “no se confunden en cuanto a la responsabilidad
de su abusador, y que a pesar de la culpabilidad secundaria que pueden
presentar, se reconocen como víctimas” (Barudy, 1998, p.190). Lo descrito
anteriormente cobra gran relevancia en términos del pronóstico y daño producido,
sin embargo no sólo el reconocimiento por parte de la víctima, del agresor como
victimario y de sí misma como víctima es el único factor que predispone un nivel
de sufrimiento menor y a su vez un nivel de confianza y seguridad mayor hacia los
adultos y la sociedad, pues también contribuye la plasticidad de la estructura
familiar, así como la calidad de ayuda que reciba la víctima.
42
3.2. Agresiones sexuales extrafamiliares por conocido
Este tipo de agresión sexual ocurre a manos de una persona conocida por
el niño y que pertenece al círculo social de la familia. El agresor tiene acceso a los
niños al ocupar un lugar social que se lo permite, contando con la confianza de los
padres, ya sea que se infiltre en la familia, que se dependa en algún grado de él, o
que desde un rol social obtenga poder y contacto; ejemplos de agresores
conocidos son: profesores, monitores, sacerdotes o pastores, vecinos, amigos,
padres de los amigos de los niños, cercano que otorgue algún tipo de ayuda o
favor, como un apoyo financiero por ejemplo, etc. Caracteriza este tipo de abuso,
a diferencia del perpetuado por desconocido, que el modo de acercarse a la
víctima no es a través de la fuerza, sino a través del aprovechamiento de su
posición social de autoridad y de la confianza depositada en él, por medio de la
utilización del cariño, persuasiones, mentiras o presiones psicológicas. Se observa
que el agresor busca mostrar a su víctima una relación protectora y afectiva,
adoptando un rol de pseudoparentalidad, por lo que en general tendería a buscar
víctimas con carencias sociopsicoafectivas, que pertenezcan a ambientes poco
estructurados, atribuyendo a sus actos una actitud altruista. Barudy plantea un
proceso de vampirización, en donde tanto el menor como su familia son víctimas
de la influencia y manipulación el agresor, el que posiblemente también haya sido
víctima de este proceso en su infancia. Esta actitud genera gran confusión acerca
de la relación y de las acciones abusivas que el agresor lleva a cabo en la víctima
y su familia, siendo presentadas como naturales y protectoras en la relación
adulto-niño/a; particularmente, a partir de lo anterior, el/la menor receptor de estas
conductas puede sentir sensaciones placenteras, tanto corporales como
emocionales, no percatándose de la situación abusiva impuesta, lo que dificulta
que se identifique así misma como víctima. Por otra parte, es posible que la familia
reaccione, frente a la acusación de algún tercero o del propio niño, con negación
del hecho y poca credibilidad a lo relatado (Barudy, 1998).
43
3.3. Agresiones sexuales intrafamiliares e incestuosas
Con respecto a las primeras, éstas son cometidas por un agresor que no
ocupa un rol parental para la víctima, mientas que las segundas corresponden a
un agresor que efectivamente ocupa un rol parental e implican “un fenómeno
relacional con raíces transgeneracionales que se relaciona con las experiencias de
abandono, maltrato y carencias afectivas tempranas de los adultos involucrados
(agresor y madre), y cuya forma de expresión y resolución no está ajena a la
dinámica de pareja” (Navarro & Salinas, 1999).
44
que regulan la sexualidad al interior de este núcleo (Barudy, 1998). Intebi (1998)
señala que en estas familias los límites intergeneracionales resultan esfumados,
observándose parentalización de los hijos, así como que los progenitores
involucran a sus éstos en sus conflictos.
45
presentaron incesto existe una mayor disfunción donde prevalecen reglas
confusas respecto a las labores de protección y cuidado, donde se evidencia la
tendencia a sobreimplicar a los niños y jóvenes en funciones parentales que
comprometen su desarrollo. Los padres presentan dificultades en el
empoderamiento de su rol parental, resultando poco congruentes en las funciones
normativas y de protección a sus hijos.
Por otra parte y en relación a las fronteras del sistema familiar (capacidad
de los sistemas de regular y entablar relaciones de negociación con el medio
extrafamiliar), un 66,7% presenta un patrón de intercambio abierto con el mundo
(permeable). Un 33,3% presentó fronteras impermeables.
46
Por otra parte, se reporta que el agresor incestuoso del hijo varón, suele
tener fuertes problemas con su propia madre que lo ha rechazado en la infancia.
Suelen tener rechazo hacia la mujer y tener impulsos homosexuales, los que
muchas veces vividos con hermanos, primos, tíos o el propio padre. La ingesta de
alcohol suele estar presente en los episodios incestuosos (Padilla, 2002).
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el infante, niño o niña, al cual venera como un objeto puro e ideal. Estos
individuos son solitarios, presentan comportamientos fóbicos y aversión a la
sexualidad adulta. Estos ofensores han sido testigos impotentes de las
relaciones extraconyugales de sus parejas, por lo que sustituyen y
compensan el abandono y la ausencia de sus parejas con sus propias hijas.
Aparece como un hombre inocente, al que el niño se ligará fuertemente
para protegerlo de la madre, que es violenta con el padre, lo desprecia o lo
abandona. Cuando la madre abandona la familia, la hija se acerca al padre.
Este seduce a la hija desde esta posición. Este tipo de victimario se une
fuertemente a su víctima, sin frecuentar otras personas. Su objeto de deseo
es el niño/a, y las relaciones sexuales conyugales o extraconyugales son
escasas o inexistentes. Cuando existe una psicopatología real y verificable,
situación que no es la más frecuente, este perfil corresponde al de la
paidofilia o pedofilia.
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teoría del apego, el desarrollo evolutivo, patrón vincular, ideas y vivencias en
relación a la agresión sexual incestuosa, e identidad personal de madres de niños
que presentaron este tipo de agresión. Las autoras mencionadas arriban a las
siguientes conclusiones (Navarro & Salinas):
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de la disolución del conflicto, la reinstauración de la relación de pareja, y
con ella el sentido de continuidad vital de la madre. Cuando este
mecanismo se ha instaurado como patrón previo al develamiento del abuso
se habla de “relaciones consolidadas”, que implican un patrón de tolerancia
frente a los actos de traición de confianza, que sienta las bases para la
recurrencia de la dinámica incestuosa. Navarro y Salinas encontraron que la
mayoría de las madres entrevistadas seguían este patrón, por lo que para
ambos miembros de la pareja era posible prever la crisis asociada al
incesto: primero una sobrerreacción de la madre como intento de
demarcación de la situación, la actitud de enojo y negación del agresor, la
desconfianza de la madre de sus propias percepciones y el pseudo-
arrepentimiento del agresor, que reestablecerá la relación, que no
asegurará la sensación de seguridad, pero evitará la pérdida de aquello que
da sentido a la propia existencia.
50
b) Presentan una selección automática y pensamiento reduccionista en
relación a los sucesos familiares. Estas madres pueden negar, olvidar y
quitar valor informativo a un hecho preocupante.
Por otra parte, Barudy (1998) también describe ciertas características de las
madres de las familias sexualmente abusivas, las que en términos generales no
logran cumplir una función maternal respecto a sus hijos. En éstas observa que
tienden a identificarse más con el rol de esposa que con el de madre, priorizando
su pertenencia al subsistema conyugal por sobre el parento-filial. Este proceso no
permite asegurar los cuidados y protecciones maternales más adecuados,
relacionándose con sus hijas “de una manera ambigua y ambivalente; a veces las
considera sus aliadas, otras sus rivales, llegando a vivirlas como verdaderas
cargas, origen de sus preocupaciones y problemas” (Barudy, p.242). En general
también hay una dinámica en donde subordina sus necesidades a las de la pareja.
Este autor describe tres tipos de madres que a su vez forman parte de dinámicas
conyugales particulares:
51
puede ocurrir que tiendan a sentir una necesidad de ser perfectas,
poderosas y protectoras. Esta tendencia está dada, según Barudy, por una
intención inconsciente de reparar las fallas de sus madres frente a los
maltratos que recibieron por parte de su figura paterna, emergiendo hacia
ellas sentimientos ambivalentes, que van desde percibirlas como víctimas
de sus propios cónyuges hasta dirigir su rabia y rencor hacia ellas, pues no
las supieron proteger; por otra parte se sienten culpables producto de los
procesos de abuso y de las dinámicas ya descritas en las que éstos se
instauran.
52
se le atribuye el papel de salvadora de su familia mediante el silencio y aceptación
de la situación incestuosa. La hija acepta ser sacrificada porque se cree culpable
con respecto a la familia y crece con una madurez forzada (seudomadurez), con lo
que queda privada de su infancia. El sacrificio a que se somete la hermana mayor
sirve también para proteger a sus hermanos. La hija mayor es por lo general quien
será victimizada, y la posibilidad de que las agresiones sexuales se extiendan a
sus hermanos puede motivarla a la develación.
53
c) Características de las dinámicas conyugales:
54
3.2. Padre abusador sumiso, esposa dominante, hija dominada:
como ya se ha mencionado anteriormente, la mujer que aparece
como dominante en este tipo de familias, ha vivido tempranas
situaciones de abandono y negligencia, debiendo asumir roles
parentales que en la adultez las muestran como fuertes, pero
psicoafectivamente frágiles, entregándole a su pareja la ilusión
de estar protegidos. El abusador por su parte buscará en la
relación incestuosa compensar sus insatisfacciones en relación
al poder y control.
Con respecto a este último punto, Miotto (2001) sostiene que la tendencia al
incesto en uno de los padres es sostenida por la actitud del otro cónyuge, de modo
que existe una coalición inconsciente o cooperación entre los adultos, en donde
sólo uno ejerce el rol activo.
a) La familia clásica: no suele ser detectada por las agencias de control social
y se mantiene perfectamente aislada de las demás familias. Tienen muchos
niños, los que no presentan problemas de comportamiento. Se dan pocos o
ningún episodio extramatrimonial. El padre ejerce un control rígido y
55
restrictivo a través del miedo y limita los contactos de la familia con el
exterior.
Por otra parte, para Perrone (1997) existen ciertas características familiares
indicadoras de la posibilidad de que se trate de familias con interacciones
transgeneracionales disfuncionales y agresivas:
56
pueden hacer sufrir a los distintos miembros o incluso destruir la estructura
familiar. También se considera una traición el que el adolescente trate de
vincularse con pares exteriores al sistema familiar. El predominio del padre
se acompaña del borramiento de la madre, que no ve, no oye y niega lo
evidente. Esto posibilita que padre e hija compartan todos los roles: la hija
es pareja, hija, esposa y amante.
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a) Relación complementaria: Se caracteriza por la desigualdad de los distintos
miembros familiares. Acá toda la energía es utilizada en mantener este
status relacional, lo que conlleva una tendencia a la inmovilidad. En esta
dinámica relacional el padre está seguro de conservar el poder porque su
puesto es inatacable. El niño/a no es sino lo que su padre quiera que sea.
Esta tendencia paraliza la relación, excluye las escapatorias y cierra las
salidas, por lo que a la víctima le cuesta imaginar salidas a su situación, que
es vista como una fatalidad.
b) Relación desigual: El poder es empleado por el padre para dominar y
controlar al niño/a para su propio provecho.
58
angustia y el sufrimiento que podrían ocasionarles sus actos. La ley sólo
rige a los otros, ya que para el victimario ésta es una especie de moral
extraña y sin significación. La ley privada de la familia se opone a la ley
general e igualitaria, dejando al niño/a sin puntos de referencia y sin
protección.
59
las relaciones no consolidadas, existe la tendencia a mantener la relación, pero el
patrón tolerante no alcanza a instalarse a resultas de la presión externa que lleva
a la madre a asumir una actitud protectora con su hija.
3.5. La Pedofilia
Capponi (2002) distingue entre los pedófilos ocasionales, que viven esta
tendencia con mucha culpa, luchando permanentemente con ella, pero cayendo
finalmente durante crisis depresivo-melancólicas o durante episodios con altos
niveles de angustia. Son los menos dentro de la población de pedófilos y los
únicos rehabilitables. En el otro grupo se encuentran los que actúan con mayor
frecuencia su patología, son egosintónicos y en casos extremos se agrupan y
conforman redes. Su pronóstico es malo pues no les interesa cambiar su
conducta.
los pedófilos románticos: se sienten enamorados de los niños, los tratan con
cariño y están convencidos de aportarles mucho beneficio y amor. Tienen
60
un acercamiento amoroso a los niños, pero sin llegar al contacto sexual.
Debido a su carácter solapado se hace difícil pesquisarlos y denunciarlos.
Los pedófilos sádicos: no buscan sólo el placer sexual, sino que además
persiguen el ejercicio del poder a través de su capacidad de asustar,
humillar, degradar y hacer sufrir al niño.
61
Siguiendo con el planteamiento de Ludwig (2001), existe un segundo grupo
de especialistas que cree que el problema de las agresiones sexuales es una
responsabilidad familiar, y no un problema que atañe sólo al ofensor sexual. En el
caso de las agresiones sexuales incestuosas es la relación patológica entre los
adultos, en donde la figura del padre busca la satisfacción sexual con los niños. La
madre participa pasivamente en el abuso, porque está informada de la situación
incestuosa y permite su cronificación.
62
El hechizo se caracteriza por una relación bipersonal donde una persona
ejerce influencia sobre la otra sin que ésta lo sepa. La relación de dominio no está
claramente anunciada. El hechizo no es un simple abuso de poder, sino que
además es una suerte de fascinación. En el hechizo, “se observa una colonización
del espíritu de uno por el otro. Se trata de una suerte de invasión de territorio, una
negación de la existencia, del deseo, de la alteridad y la “extranjeridad” de la
víctima” (Perrone & Nannini, 1997, p. 124). El abusador no toma en cuenta para
nada los deseos de la víctima, ella es lo que él quiere que sea.
Perrone (Perrone & Nannini, 1997) refiere que las agresiones sexuales
incestuosas suceden luego de una “preparación”, destinada a paralizar
psicológicamente a la víctima. Cuando no es una amenaza o violencia directa es
una especie de ceremonia o ritual que anuncia al abuso. Este ritual es conocido
por la víctima, y es utilizado por el abusador a modo de prólogo. Sirve además
para fortalecer el poder del abusador y debilitar la capacidad de resistencia de la
víctima.
“Los rituales son un soporte que organizan las relaciones y mediatizan los
contactos personales. Sirven para elevar, modelar y crear estados de conciencia
particulares y modificados” (Perrone & Nannini,1997, p.122). Como consecuencia
del ritual se produce un trance, es decir un estado de conciencia alterado que se
caracteriza por la disminución del umbral crítico y una focalización de la atención.
El trance modifica las actitudes corporales, las percepciones, las sensaciones y la
conciencia. El estado de trance es común a prácticas culturales distintas de orden
63
individual, bipersonal o colectivo, espontáneas o provocadas. El trance puede ser
producto de la hipnosis, del hechizo y de otras prácticas culturales.
64
súplica, la amenaza con el pedido, etc. Como resultado de lo anterior, la
capacidad para descodificar los mensajes del entorno se ve perturbada y
los niños presentan un profundo agotamiento y el progresivo abandono de
todo deseo de comprender, junto con la automatización corporal, las
perturbaciones emocionales y el bloqueo cognitivo.
65
más intensa. Por el contrario, en la amenaza se explicita que habrá
represalias contra quien realice una acción prohibida, y se define quien
ejercerá el castigo. El abusador emplea ambos tipos de mensajes.
66
perplejidad y confusión. Por otro lado, la intensidad de la mirada es
también un parámetro decisivo para interpretarla, ya que sobrepasado
cierto umbral la mirada se vuelve incontenible, penetra en el
destinatario y viola las áreas normalmente prohibidas. Según Perrone
y Nannini (1997) existen varios factores que hacen que la mirada
funcione como instrumento de captación y anulación de las defensas
del otro, lo que conlleva la erosión de la hermeticidad personal, todo
lo cual se constituye en una experiencia temible para la víctima. Estos
factores son a saber: la carga (el peso del deseo sexual expresado),
la incongruencia, la incontenibilidad, la imprevisibilidad, la falta de
escapatoria, y el crimen que lleva implícito. “Para la víctima, el
mensaje que pasa a través de la mirada es ‘indecible’ y al mismo
tiempo inevitable, porque anuncia el paso al acto y excluye las
escapatorias. Estas miradas, descritas como ‘ilegibles’, imposibles de
descodificar, confunden las fronteras entre la ternura, el amor, el
deseo sexual y el crimen” (Perrone & Nanni, p. 129). Por otra parte,
las escenas de desnudez, sexo, coito o las películas pornográficas
que son expuestas a los niños quedan profundamente ancladas en su
memoria, lo que lleva a que estos últimos caigan más rápidamente en
la trampa de la relación abusiva.
67
carácter sexual, sin que la víctima se dé cuenta del momento en que
se traspasó la frontera. Los contactos que se establecen tienen una
intensidad sensorial desconcertante, y se acompañan de mensajes de
trivialización (“jugar”), protección o afecto (“dormir juntos”), cuidado
(“revisar el cuerpo”), etc. Ante este tipo de situaciones, el niño al no
poder distinguir entre la legitimidad o ilegitimidad de tales gestos,
queda sumido en el malestar, la confusión y la parálisis. La víctima
está a merced de algo irreversible, y será progresivamente despojada
de su propio cuerpo.
68
comprender, aunque intuya que lo que le dice su padre es anormal,
ya que se arriesga a la pérdida de sus objetos amados: su familia,
incluyendo al padre.
69
estimulaciones sensoriales, o lo hace, pero a expensas de una
disociación imposible. Por otra parte, la víctima no puede transferir su
excitación a un objeto sexual de su medio social, puesto que si lo
intenta experimentará el rechazo y reprobación de sus pares y de los
adultos. Paradójicamente la catarsis es sólo posible con el abusador,
con lo que se crea la repetición.
70
1. Secreto: Debido a la naturaleza transgresora e insólita del abuso
sexual, se hace necesario que éste quede encapsulado al interior del
espacio comunicacional de la familia, pues resulta inconfesable,
aunque impregnado de certidumbres o evidencias que no se pueden
verificar. La regla impuesta es el silencio, que por un lado organiza la
relación y por el otro garantiza la supervivencia del sistema familiar. El
secreto es una de las instrucciones más notables y tenaces. El
secreto tiene el carácter de compromiso implícito, a diferencia del
pacto.
71
4. Fatalidad: Actualmente con la información y sensibilización respecto a
la temática de las agresiones sexuales, las víctimas tienden a sentirse
menos encerradas en el deshonor, rechazo, segregación y
marginalización que antaño. También contribuye a esto el que los
vínculos familiares no sean indisolubles. Sin embargo, la víctima vive
con la convicción de que haga lo que haga será despreciable,
marginada por el carácter reprensible de su experiencia. La familia
por su parte suele confirmar esas aprensiones, pues a menudo
designa a la víctima como responsable de los problemas, por lo que
la marginan de su red. La programación logra así activar las
imágenes de aislamiento y soledad para perpetuar el abuso.
Las agresiones sexuales incestuosas son entendidas por Barudy como “un
proceso relacional complejo que se desarrolla en el tiempo...que emerge de
dinámicas familiares que forman parte de una cultura familiar singular. Los abusos
incestuosos pueden considerarse como modalidades homeostáticas, es decir,
72
estrategias del sistema familiar construidas a lo largo de las generaciones para
mantener un sentido de cohesión y de pertenencia” (Barudy, 1998, p. 208). Las
familias en donde ocurre este tipo de agresión, las denomina familias sexualmente
abusivas o incestuosamente abusivas, caracterizándose en general por un alto
grado de control que el agresor ejerce en la víctima y por la dependencia que ésta
tiene sobre él, siendo las experiencias extremas el goce sexual o alimento afectivo
sexualizado, la manipulación de los lazos afectivos, mensajes falsos y
culpabilizantes, y la imposición del secreto. Estas características se instauran en el
tiempo, siendo categorizadas en dos períodos:
73
cabo aproximaciones con algún elemento, el propio cuerpo o
genitales a la zona genital, anal y bucal del menor, o solicitud de que
el menor masturbe al agresor; finalmente se concretará la penetración
digital o con algún objeto, para luego concluir en una violación,
vaginal, anal y/o bucal.
74
encontrado y mantenido por el grupo familiar. También implica una crisis en
el sistema social.
75
4.3. Modelo de las precondiciones de Finkelhor
Finkelhor (1980) postula que para llegar a cometer una agresión sexual, el
agresor debe superar cuatro precondiciones. Este planteamiento resulta aplicable
a los distintos tipos de agresiones sexuales, es decir, permite describir tanto las
agresiones extrafamiliares como las intrafamiliares.
76
5. El daño producido por las agresiones sexuales
infantiles
77
incremento de las vivencias traumáticas al patentizar el recuerdo y reactualizar la
experiencia anómala.
78
el síndrome de acomodación a la victimización reiterada no constituye un cuadro
psicopatológico definido en el DSM-IV-TR.
79
D. Evitación acusada de estímulos que recuerdan el trauma (p. ej.
pensamientos, sentimientos, conversaciones, actividades, lugares,
personas).
80
campo visual con tal intensidad que escapan del control voluntario. Las víctimas
afectadas por este trastorno “evitan de manera persistente los estímulos
relacionados con el trauma, eluden los pensamientos y sentimientos asociados,
esquivan las conversaciones sobre el tema y rehuyen las actividades, situaciones
o personas que puedan hacer aflorar los recuerdos” (Intebi, 1998, p.179). Además
se presenta indiferencia y distanciamiento con respecto al mundo externo, que
coexiste con una actitud sumamente alerta, a la defensiva de posibles ataques del
ambiente. Se agregan trastornos del sueño (insomnio y pesadillas) y alteraciones
de la memoria, junto con dificultades para ejecutar las tareas habituales. En el
caso de niños pueden agregarse comportamientos desestructurados y agitados.
81
(2) sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen
malestar. Nota: en los niños puede haber sueños terroríficos de
contenido irreconocible
(3) el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento
traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo
la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de
flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse).
Nota: los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento
traumático específico
(4) malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o
externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento
traumático
(5) respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos
que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
82
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes
del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
(1) dificultades para conciliar o mantener el sueño
(2) irritabilidad o ataques de ira
(3) dificultades para concentrarse
(4) hipervigilancia
(5) respuestas exageradas de sobresalto
Especificar si:
Agudo: si los síntomas duran menos de tres meses
Crónico: si los síntomas duran tres meses o más
Especificar si:
De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los
síntomas han pasado como mínimo 6 meses.
83
c) Atrapamiento y acomodación: derivados del aprendizaje de la acomodación
a la realidad del abuso sexual sostenido.
84
leve-moderado (trastorno de estrés agudo, trastorno adaptativo y aquellos cuya
sintomatología no permite configurar un cuadro).
c) Baja autoestima
85
f) Dificultades conductuales: pasividad, toxicomanías, trastornos de la
alimentación, promiscuidad autodefinida, prostitución, victimización
repetida, impulsividad, automutilación, intentos suicidas, aislamiento,
hipervigilancia, adicción al trabajo, esfuerzos extremos, problemas crónicos
pare relacionarse, perfeccionismo, responsabilidad excesiva y/o
insuficiente, protección excesiva a los hijos, abuso de los hijos,
egocentrismo, desconfianza, pensamientos o intentos suicidas.
Por otra parte, Poblete y Varas (1994) describen y sistematizan los efectos
a largo plazo en víctimas de agresiones sexuales en la infancia, específicamente
en mujeres chilenas. Estos autores refieren los siguientes síntomas:
86
dañadas, relaciones sado-masoquistas y conductas autodestructivas. Entre
un 30% a 100% de las víctimas han hecho al menos un episodio depresivo
en sus vidas. El cuadro es más severo en los casos de abuso crónico.
87
y plástica. La frecuencia de las víctimas con estos trastornos oscila
alrededor de un 20%.
88
drogodependencia, comprar compulsivo y sentimientos constantes de
desesperación.
89
agresiones, diferenciándolo de otros traumas como el producido por la separación
de los padres. Estas dinámicas alteran la orientación emocional y cognitiva del
niño hacia el mundo, y crean una distorsión del autoconcepto, visión de mundo y
capacidad afectiva. Cada una de las distintas dinámicas traumatogénicas se
asocia con un conjunto de síntomas, aunque algunos síntomas pueden deberse a
dos o más de estas dinámicas. A continuación se pasará revista a las cuatro
dinámicas traumatogénicas (Finkelhor & Browne):
90
en la prostitución. Puede existir confusión de la identidad sexual y de las
normas y estándares sexuales, por ejemplo los/las menores que han
recibido afecto por el trato sexual, pueden creer que esto es una vía normal
para obtener afecto. También pueden asociarse connotaciones negativas al
sexo, como apartamiento, miedo, rabia, sentimiento de indefensión, etc.
91
espacio corporal del/la menor son repetidamente invadidos contra la
voluntad de éste/a. Esta dinámica se ve exacerbada cuando existe coerción
o manipulación. La indefensión es reforzada cuando la víctima ve que sus
intentos de detener el abuso son frustrados. El que no se crea en su relato
tras la develación crea también un gran monto de indefensión.
92
vergüenza y culpa. La estigmatización es reforzada por las actitudes que
infiere u oye de personas de la familia o la comunidad. El guardar el secreto
de haber sido víctima de abuso sexual puede incrementar el sentimiento del
estigma, mientras que por el contrario, cuando los niños saben que su
experiencia es compartida por otros pares, la estigmatización se ve aliviada.
93
comportamientos abusivos, con su contenido paradójico, producen el cambio de
un contexto de cuidados e intercambios familiares hacia uno abusivo sexualizado”
(Barudy, 1998, p. 246). Lo anterior produce una serie de fenómenos en la víctima,
que en términos generales apuntan a la pérdida del equilibrio habitual, y que son
denominados por Barudy como manifestaciones de un proceso traumático
biopsicosocial de carácter sexual, destacándose:
94
g) Temor de repetición: el/la menor vivirá con el miedo de que el abusador
vuelva a acercarse a él/ella, aumentando sus niveles de angustia, estrés y
desprotección. Por otra parte el niño/a también revivirá las escenas de
abuso, por ejemplo en pesadillas.
95
se observan trastornos de la memoria y de concentración, evitación
fóbica, y depresión, autodestrucción.
96
6.1. Antecedentes generales del proceso de evaluación
psicológica infantil
97
En relación al desarrollo socio-emocional, Erik Erikson (1959) plantea una
teoría psicosocial para comprenderlo. En ella postula que lo que impulsa el
desarrollo y las conductas de las personas son motivaciones y necesidades
psicosociales, relacionadas con la familia, la sociedad y la historia. Propone ocho
estadios de desarrollo, y en cada uno de ellos la persona tiene una tarea que
resolver, relacionada con una crisis psicosocial que es característica de un
momento evolutivo; según este planteamiento la persona, al ir pasando de una
etapa a otra, puede adquirir una identidad positiva, producto del dominio de la
tarea que en un momento debe resolver. Este proceso comprende toda la vida,
pues constantemente se estaría buscando un sentido de identidad, resolviendo
conflictos creados por factores biológicos, psicológicos, en donde se incluye el
cómo ha resuelto las crisis anteriores, y sociales, culturales e históricos (Rice,
1997). Las etapas que plantea son (Erikson):
98
nuevas exigencias. En este sentido el niño aprende a dedicarse a tareas y
habilidades determinadas, y a ganar reconocimiento produciendo cosas. El poder
llegar a concluir una actividad se relaciona con una mayor capacidad de control de
impulsos, así como de una mayor perseverancia y placer por llegar a finalizar el
trabajo. El peligro que surge es el sentir que las capacidades y herramientas
personales no son las suficientes como para poder llevar a cabo una actividad, es
decir, el sentirse inferior e inadecuado (Erikson, 1959).
99
potenciales. Por lo anterior presentan dificultades si tienen que partir desde una
proposición hipotética o contraria a su experiencia. Operaciones mentales
características son: lograr clasificaciones jerárquicas (arreglar objetos en
categorías de acuerdo con su nivel), comprender las relaciones de inclusión de
clase (inclusión de objetos en diferentes niveles de jerarquía al mismo tiempo), de
seriación (arreglar los objetos en una jerarquía de clases, es decir, mostrar un
ordenamiento serial), los principios de simetría y reciprocidad, y el principio de
conservación (reconocer que las propiedades de las cosas no son alteradas al
modificar su forma). El niño puede comprender las relaciones que se dan entre las
partes y el todo, y viceversa, y entre las partes mismas, concluir que una
propiedad que se da para un grupo también puede darse en los miembros o
elementos de otro grupo; expandir la extensión de sus conocimientos a partir de la
categorización, realizar inferencias inductivas, que les permite establecer
suposiciones, hacer predicciones y generalizar a partir de lo conocido (Rice,
1997).
100
La evaluación clínico-pericial del niño victimizado sexualmente, debe
realizarse en un contexto previo a la intervención (reparación del daño psicosocial)
a fin de establecer un diagnóstico de cuales son las áreas que han sido más
dañadas y cuales están más indemnes, con lo que se puede elaborar un plan de
tratamiento y un pronóstico de recuperabilidad. Por otra parte, la evaluación
clínico-pericial de daño psicosocial del niño es una actividad indispensable para
permitir la implementación de otras metodologías periciales, como por ejemplo el
CBCA (Criteria Based Content Analysis), que se inserta dentro del Análisis de la
Validez de la Declaración (SVA) que intenta establecer la credibilidad del relato del
niño abusado sexualmente.
101
b) Diagnóstico: Esta etapa consiste en la evaluación acabada de la situación
abusiva que ha vivido la víctima, de las variables asociadas a su ocurrencia
y de los recursos y necesidades específicas del caso. El tiempo aproximado
de duración de esta etapa es de 2 meses, aunque si bien constituye una
etapa es un proceso que se mantiene durante todo el tratamiento. El
diagnóstico consta de los siguientes niveles:
102
familiar (cohesión, tipología y nivel de disfuncionalidad del sistema,
estilo de crianza, capacidad de adaptación al cambio, recursos
protectores, dinámicas, capacidad de resolución de conflictos, etc.).
Paralelamente se debe revisar antecedentes que puedan dar cuenta
de negligencia, lesiones o sintomatología asociada a situaciones de
maltrato paralelas.
103
c) Etapa de Intervención o Tratamiento: en esta etapa se busca
operacionalizar y materializar las acciones propuestas en el PTI, basándose
en un apoyo psicológico/psiquiátrico, social y orientación legal.
104
persona o una institución distinta del evaluado. Por otra parte el clínico,
debe su responsabilidad a sus pacientes, ya realiza evaluaciones y
tratamientos para los niños abusados y sus familias.
105
c) Confrontación y cierre: resumen de lo dicho y verificación de posibles dudas
o inconsistencias. Cierre en el que se le agradece al niño o niña su
participación.
106
Para lograr lo anterior el psicólogo cuenta con una serie de técnicas y
herramientas de las que puede disponer y seleccionar para un caso determinado.
Ya se ha mencionado que las principales son la entrevista y observación clínicas,
y la aplicación de pruebas psicológicas. Específicamente en la evaluación de niños
victimizados sexualmente, la entrevista psicológica puede girar en torno a las
características de la situación abusiva y sus factores contextuales, la presencia de
síntomas y efectos derivados del trauma, el contexto de la develación y reacción
del entorno, y antecedentes generales que poco a poco serán indagados con
mayor profundidad. Es importante que el psicólogo tenga claridad respecto a la
existencia o no de condiciones y recursos para el trabajo terapéutico, el lugar de
centralidad o periferia que ocupa la temática abusiva en el niño y su familia, y la
determinación de las personas significativas y protectoras para la víctima.
107
para aquellos casos en que no hay relato de la víctima, principal indicador de la
ocurrencia de agresiones sexuales, o cuando la agresión sexual no es el motivo
de consulta, ya sea porque no se tiene conocimiento de que ocurren esos hechos
o porque se está intentando mantener el secreto.
a) Por lo general sucede en el mayor de los secretos, por lo que sólo pueden
dar cuenta de él el niño y el ofensor
b) El abusador por lo general niega firmemente los relatos del niño o las
sospechas de otro adulto. Por otro lado, el grupo familiar apoya al abusador
debido a los aspectos positivos que este último muestra en el hogar. A esto
se suma el que el abusador llegue incluso a cuestionar la salud mental de la
víctima.
108
físicos o psicológicos están estrechamente relacionados con las agresiones
sexuales, se habla de indicadores específicos. Por otro lado, cuando los
indicadores pueden acompañar a otros trastornos, se denominan indicadores
inespecíficos.
109
6.3.3. Indicadores psicológicos específicos
110
i) Desconfianza, en especial hacia figuras significativas
m) Temor exacerbado hacia los hombres (en los casos en que la víctima es
una niña y el perpetrador, un hombre)
n) Conductas seductoras con los hombres (en los casos en que la víctima es
una niña y el perpetrador, un hombre)
q) Conductas regresivas
r) Retraimiento
s) Depresión clínica
t) Ideación suicida
111
gran monto de agresividad y características transgresoras. Por otro lado, están los
niños con menor capacidad externalizante, que se caracterizan por ser
silenciosos, retraídos, hipermaduros o pseudoadaptados, depresivos, pasivos y
con manifestaciones somáticas. Este autor señala que debido a los patrones
socio-culturales, los niños varones tienden a la externalización, mientras que las
niñas a la internalización.
112
ansiedad frente a la separación y conductas seductoras hacia los adultos. En
casos en que el niño/a ya controle el esfinter vesical, es posible encontrar enuresis
secundaria. Por otra parte, se observa hiperactividad, alteraciones en el ritmo de
sueño, manifestación de temores y fobias intensos, y conductas compulsivas.
En los niños entre los cuatro y cinco años, es normal que se observe interés
en preguntar por las diferencias anatómicas, y respecto al nacimiento y formación
de los bebés. También se presentan juegos sexuales a través de la masturbación
y el acercamiento a otros pares en los que investigan las sensaciones asociadas a
zonas erógenas. Esto sólo se constituye en motivo de preocupación si el niño
ocupa la mayor parte de su tiempo en estos juegos, prefiriéndolos a otras
actividades, y si el niño no puede dejar de masturbarse aún en la presencia de una
figura que podría censurarlo, ya que sería indicador de una erotización prematura,
que sugeriría la presencia de abuso sexual. En estos casos se observan
conductas totalmente inapropiadas para la edad: investigar los genitales-sobre
todo el recto- de animales, intentar introducir objetos en sus orificios, obligar a
otros niños con coerción física o psicológica en sus juegos sexuales. También es
posible observar que los niños sexualmente traumatizados proponen juegos con
representaciones concretas de actividades sexuales de sexo oral, vaginal o anal,
inserción de objetos en agujeros genitales o masturbación mutua. Es importante
tener en cuenta que los detalles de las relaciones sexuales no tienen por qué ser
conocidos por los pequeños, de modo tal que si un niño refiere (ya sea a través
del relato, juegos con amigos o muñecos), por ejemplo los movimientos
copulatorios, las sensaciones que acompañan a la penetración o la eyaculación;
es dable pensar que ese niño pudo haber sufrido abuso sexual. También es
necesario investigar los juegos sexuales cuando quienes juegan presentan una
diferencia de edad de cinco años o cuando están en distintos momentos
evolutivos. Por último, los acercamientos físicos permiten ayudar a detectar el
abuso sexual: cuando se producen conductas como querer tocar u oler los
genitales de un adulto, acomodación sobre un adulto en la cama o simulación de
movimientos copulatorios, etc. También puede observarse en este periodo
113
evolutivo: hiperactividad, enuresis o encopresis secundarias, alteraciones en el
sueño, temores y fobias, conductas compulsivas, trastornos en el aprendizaje,
intensa ansiedad frente a la separación y conductas seductoras hacia los adultos.
114
la larga los reiterados fracasos en el ámbito amoroso pueden llevar a una elección
de pareja homosexual.
115
figurativo, su comportamiento será dual, considerándolo como totalmente
bueno o totalmente malo y sin una simbolización o formalización abstracta
de la falta cometida en su contra.
116
Las pruebas gráficas puede usarse para distintos fines: evaluación de las
características y grado de desarrollo, del funcionamiento habitual, y las conflictivas
presentes en el mundo psíquico. Sin embargo también es relevante mencionar
que no solo tienen un fin de evaluación, sino también pueden considerarse como
una técnica terapéutica.
117
7.2. Pruebas gráficas en la evaluación de niños víctimas de
agresiones sexuales
118
cuerpo. De echo, algunos tienen daño físico debido al abuso sexual, mientras que
otros repentinamente se despreocupan de su cuerpo y presentan problemas de
higiene” (SENAME, 2004b, p. 40).
Otros hallazgos son los precisados por Soto (s/f citado en Molina & Navarro,
2004) en la prueba HTP aplicada a niños victimas de agresiones sexuales. Estos
indicadores son: dibujo de figura de sexo opuesto, uso de corazones como parte
del cuerpo, figuras de palos (palotes), cabezas sin cuerpo y estilización de la
persona. Por otra parte, Miranda y Sanza (2004), en la misma prueba gráfica,
hallaron que la separación excesivamente enfatizada de las piernas también se
presentaba en gran número de niños agredidos sexualmente.
119
preocupaciones y actitudes del niño, y no con el nivel evolutivo del éste. Éstos
indicadores gráficos deben ser inusuales (menos del 16% de los casos de un nivel
de edad); y presentar una frecuencia que no aumente en proporción al aumento
de la edad (Koppitz, 2002).
120
Es de considerar que los estudios sobre indicadores gráficos asociados a
las experiencias de agresiones sexuales es un tema que genera polémica, pues
los indicadores no son exclusivos a las producciones gráficas de niños que han
vivido estos traumas. Se ha visto que indicadores relacionados a un desarrollo
psicosexual alterado, asociado a abusos sexuales (por ejemplo dibujo de
genitales), también se presentan en niños con experiencias médicas como la
circuncisión, o con un interés, a modo de ejemplo, del proceso de
amamantamiento de un hermano (SENAME, 2004b).
121
a) Garabateo (entre los 2 a 3 años): en un primer momento identifica el dibujo
de trazos con un lápiz por el simple placer de la expresión motriz;
posteriormente describe trazos más deliberados y trabajos imitativos;
finalmente identifica el garabateo localizado, en donde el niño intenta
reproducir partes determinadas de un objeto.
122
de la expresión por otros medios, etc. Es muy común observar dibujos de
representaciones geométricas y decorativos.
Muchas de las pruebas gráficas tienen como eje el dibujo de una o más
figuras humanas, como es el caso de la PBLL. Por esta razón es que se ha
querido integrar información respecto a indicadores gráficos evolutivos en la
prueba Dibujo de la Figura Humana (DFH), basados en el estudio realizado por
Koppitz en 1966 en EE.UU. La investigación contó con una muestra de 1.856
niños y niñas entre 5 a 12 años de edad, a los cuales se les solicitó un DFH, para
posteriormente verificar una serie de ítemes o indicadores evolutivos y
emocionales, previamente seleccionados (Koppitz, 2002).
123
con la edad y maduración del niño y no con su aptitud artística, aprendizaje
escolar, la consigna dad, o el instrumento del dibujo” (Koppitz, 2002. p. 27).
Niñas Niños
Cabeza, ojos, nariz, boca, Cabeza, ojos, nariz, boca,
ITEMES ESPERADOS cuerpo, piernas, brazos, cuerpo, piernas, brazos, pies,
cabello, pies, brazos brazos bidimensionales, piernas
Aparecen en más del 86% de bidimensionales, piernas bidimensionales.
los DFH. bidimensionales, cuello. Cabellos, Brazos hacia abajo y
Su ausencia se considera Brazos hacia abajo sólo es Cuello sólo son considerados
significativa. considerado en esta categoría en esta categoría para los niños
para las niñas de 10 y 11 años. de 10 y 11 años.
Dedos, manos, cejas, pupilas, Dedos, manos, brazos unidos a
pies bidimensionales, brazos los hombros, orejas, cejas,
ITEMES COMUNES unidos a los hombros. pupilas, pies bidimensionales,.
Brazos hacia abajo (9 años). Cabello, Brazos hacia abajo y
Aparece entre en 51% y 85% Cuello (9 años).
de los DFH. Buena proporción (11 años).
Cuatro o más prendas de vestir Cejas (10 y 11 años).
(11 años). Cinco dedos (11 años).
Orejas, cinco dedos, fosas
Cinco dedos, buena proporción,
nasales, dos labios, codos, dos
ITEMES BASTANTE a tres prendas de vestir. perfil, ninguna a cuatro prendas
COMUNES de vestir.
Una o ninguna prenda de vestir
Fosas nasales, Codos (10 y 11
Aparecen entre el 16% y el 50% (9 años). años).
de los DFH. Cuatro o más prendas de vestir
Dos labios (11 años).
(9 y10 años).
ITEMES Rodillas.
Perfil, rodillas.
EXCEPCIONALES Fosas nasales y Codos (9
Una o ninguna prenda de vestir años).
Aparecen en menos del 15% de (10 y 11 años).
los DFH. Dos labios (9 y 10 años).
124
7.5. La Prueba Persona Bajo La Lluvia
Los antecedentes históricos del test PBLL pueden rastrearse hasta 1924,
en que H.M. Fay elabora y aplica un test cuya consigna es “Dibuje una mujer que
pasea por la calle, llueve”. Este test exigía la comprensión y representación de
cinco elementos: la persona (de sexo femenino); el elemento dinámico (el paseo),
representado por el movimiento de piernas, brazos o cuerpo; representación del
ambiente (calle, árboles, etc.); la lluvia; y por último la vestimenta de protección.
De acuerdo con la edad existía un puntaje o baremo esperado. Su aplicación fue
tanto individual como colectiva en niños a partir de los seis años (Querol &
Cháves, 1997).
125
b) Análisis del dibujo mismo, que incluye orientación (espacial) de la persona,
posturas, borrados en el dibujo, repaso de líneas, tachaduras líneas
incompletas, detalles accesorios y su ubicación, vestimenta, paraguas como
defensa, reemplazo del paraguas por otros elementos, partes del cuerpo,
identidad sexual, y el dibujo de un personaje y no de una persona.
126
Para la evaluación de la prueba gráfica PBLL se analizaron 227
indicadores, a través de la prueba estadística t.
127
En las conclusiones de su investigación, Barilari et al (2000) mencionan 10
indicadores como altamente significativos, desde el punto de vista estadístico y
clínico, de la posibilidad de que el niño evaluado sea víctima de algún tipo de
maltrato infantil. Estos indicadores son: uso del doble, ausencia de manos,
ausencia de paraguas, lluvia sectorizada, nubes espesas y rayos que caen sobre
la cabeza, ausencia de pies, cabeza deteriorada, rigidez corporal y en el trazo,
pobreza de detalles, y dimensión pequeña.
La segunda investigación contó con una muestra de 173 niños/as
victimizados por algún tipo de maltrato, y con 173 niños/as de la población
general. Esta investigaciones se formó a partir de la colaboración e información
procedente de muestras tomadas por distintas personas en Argentina, tanto en el
ámbito público como privado, y en niños/as tanto institucionalizados como aquellos
que vivían con sus familias.
Las edades de los sujetos van desde los 5 hasta los 18 años. Se dividió la
muestra en 3 grupos etáreos, uno entre los 5 y los 7 años, otro entre los 8 y los 11
años, y finalmente uno entre los 12 y los 18 años. La selección de los indicadores
fue en función de los estipulados en la primera investigación. A diferencia del
primer estudio, se tuvo en cuenta tanto la edad de los niños y su consiguiente
desarrollo madurativo, como las problemáticas puntuales que los afectaban. De
esta manera reportan, además de los indicadores gráficos asociados a las
situaciones de maltrato y agresiones sexuales infantiles, una serie de indicadores
hallados de acuerdo a la edad de los sujetos (ver Anexo 2).
128
Las conclusiones generales del estudio reportan que los siguientes
indicadores aparecen como asociados a maltrato y agresión sexual infantil en la
prueba PBLL:
129
III.OBJETIVOS E HIPÓTESIS
1. Objetivo General
2. Objetivos Específicos
3. Hipótesis
130
IV. METODOLOGÍA
1. Definición de variables
Indicadores gráficos
131
a) Definir operacionalmente aquellos indicadores que no contaban con una
definición, es decir, que solo se enunciaban. Estas definiciones fueron
revisadas por tres jueces expertos en la materia a fin de entregar a dichos
indicadores validez de contenido. A estas personas se les solicitó
formalmente su colaboración por medio de una carta documentada por la
Universidad de Chile (Anexo 4). Estos jueces fueron:
132
comprender a parejas de los padres y a allegados a la familia (Del Río, Maida &
Molina, 2000).
2. Población y Muestra
133
psicológica, sin embargo sólo tres de ellos contaban con dibujos de PBLL de niños
y niñas entre 9 y 11 años de edad víctimas de algún tipo de agresión sexual.
a) Variables de muestreo
2
Por fase inicial de atención se entiende el período de diagnóstico en el que se procede a evaluar al niño de
acuerdo a los objetivos y motivo de consulta por el que llega. Se determinó un tiempo máximo de 3 meses,
considerando los modelos de intervención de algunos centros nacionales (CAVAS, 2004; SENAME 2004).
134
Los niños y niñas de ambos grupos no deben presentar un diagnóstico de
retraso mental. De este modo, solamente se seleccionaron fichas de
niños/as que no presentan en algún grado este trastorno.
4. Instrumentos
135
colores que quedan a disposición del evaluado, pudiendo ser el examinador tanto
personal auxiliar como el propio profesional a cargo. El tiempo de evaluación
depende de las características de cada niño en la elaboración del dibujo, no
habiéndose delimitado un tiempo de ejecución (Querol & Chaves, 1997).
136
En el caso del grupo de niños víctimas de agresiones sexuales, se debió
acceder a las producciones gráficas realizadas previamente por ellos en el
contexto de evaluación psicológica de los centros de atención. Cada centro se
organizó para hacer entrega a los investigadores de los dibujos de PBLL a
analizar. Este análisis fue llevado a cabo en el mismo establecimiento, por lo que
la confidencialidad de los antecedentes de cada caso permaneció resguardada.
Debido a esta razón, es que no fue posible obtener detalles con respecto al tipo de
agresión sexual, frecuencia, agresor, etc., que permitirían describir distintos
niveles de estratificación de la muestra en la presente investigación.
Por otro lado, tampoco fue posible exponer en este trabajo las producciones
gráficas de los niños/as de ambos grupos. En el caso de los niños/as
victimizados/as sexualmente, esta prueba no fue solicitada para el fin de la
presente investigación; tampoco se contó con el consentimiento de ellos ni de sus
padres. Además, estos dibujos constituyen material confidencial, tanto clínica
como jurídicamente. Por otra parte, no se solicitó por escrito la autorización a los
padres del grupo de niños/as de control para que permitieran la inclusión de los
dibujos en esta investigación.
137
5. Análisis de datos
Tabla Nº 5-1
Indicador X Grupo Control Grupo Estudio
Aparece A B A+B
No Aparece C D C+D
A+C B+D
Fuente: Siegel (1970)
138
La fórmula a aplicar es la siguiente:
P=
( A + B )!(C + D )!( A + C )!(B + D )!
N ! A! B!C! D!
139
V. RESULTADOS
1. Descripción de la muestra
140
alguna entidad del Estado, y reciben en su mayoría a niños de este nivel (CAVAS,
2004).
9 años 10 4 14
10 años 6 6 12
11 años 11 2 13
TOTAL 27 12 39
Fuente: Elaboración propia
9 años 10 4 14
10 años 6 6 12
11 años 11 2 13
TOTAL 27 12 39
Fuente: Elaboración propia
141
A partir de las tablas anteriores, se aprecia que el número de niñas
(69,23%) definido para el grupo estudio es mayor que el número de niños
(30,77%). Esta diferencia no es de extrañar puesto que son las niñas las que
mayormente son víctimas de agresiones sexuales (CAVAS, 2004; SML, 2001).
142
Indicador % de aparición % de no aparición
18. Ausencia de vestimenta 2,6 97,4
19. Ausencia de cabello 10,3 89,7
20. Figura incompleta 23,1 76,9
21. Ausencia de manos 30,8 69,2
22. Ausencia de elementos de protección 5,1 94,9
23. Ausencia de pies 15,4 84,6
24. Borrado 25,6 74,4
25. Repaso 10,3 89,7
26. Cabeza grande 15,4 84,6
27. Ausencia cinturón 5,1 94,9
28. Cuello largo 43,6 56,4
29. Ausencia entorno 64,1 35,9
30. Trazo entrecortado 2,6 97,4
31. Lluvia torrencial 18 82
32. Figura dividida 0 100
33. Presencia de nubes espesas 5,1 94,9
34. Manos grandes 5,1 94,1
35. Separación excesiva de piernas 7,7 92,3
36. Dibujo figura del sexo opuesto 20,5 79,5
37. Uso corazones 2,6 97,4
38. Dibujo de palos 0 100
39. Cabeza sin cuerpo 0 100
40. Piernas juntas y tensas 28,2 71.8
41. Ausencia Boca 2,6 97,4
42. Ausencia Cuello 15,4 84,6
43. Trasparencias 0 100
44. Fig. inclinada 0 100
45. Brazos cortos 35,9 64,1
Fuente: Elaboración propia
143
gráficos estipulados para el presente estudio, por lo que llama la atención que sólo
uno de ellos aparezca en un porcentaje superior a la frecuencia de no aparición,
es decir, en más del 50% de los casos. Dicho indicador corresponde a Ausencia
de entorno.
En síntesis, se puede decir que por sobre el 50% de los dibujos PBLL de
niños y niñas víctimas de agresiones sexuales hay ausencia de entorno, en otras
palabras, en más de la mitad de los dibujos no se aprecian elementos del contexto
o entorno en el cual se sitúa la persona dibujada.
144
Tabla Nº 3-1: Resultados del grupo de control entregados en porcentajes
Indicador % de aparición % de no aparición
1. Dimensión pequeña 43.6 54,4
2. Emplazamiento inferior izquierdo 53,9 46,1
3. Rigidez en el trazo 12,8 87,2
4. Cabeza deteriorada 0 100
5. Ojos vacíos 7,7 92,3
6. Figura amorfa 0 100
7. Presencia de elementos Fálicos 0 100
8. Detalle zona genital 2,6 97,4
9. Uso del doble 12,8 87,2
10. Ausencia de piso 7,7 92,3
11. Sonrisa maníaca 0 100
12. Lluvia sectorizada 5,1 94,9
13. Ausencia de paraguas 12,8 87,2
14. Pupilas fijas 48,7 51,3
15. Brazos cruzados 10,3 51,3
16. Manos manopla 7,7 92,3
17. Pies pato 0 100
18. Ausencia de vestimenta 2,6 97,4
19. Ausencia de cabello 7,7 92,3
20. Figura incompleta 38,5 61,5
21. Ausencia de manos 23,1 76,9
22. Ausencia de elementos de Protección 7,7 92,3
23. Ausencia de pies 10,3 89,7
24. Borrado 18 82
25. Repaso 0 100
26. Cabeza grande 0 100
27. Ausencia de cinturón 2,6 97,4
28. Cuello largo 46,2 53,8
29. Ausencia de entorno 33,3 66,7
30. Trazo entrecortado 0 100
31. Lluvia torrencial 20,5 79,5
32. Figura dividida 0 100
33. Presencia de nubes espesas 12,8 87,2
145
Indicador % de aparición % de no aparición
34. Manos grandes 0 100
35. Separación excesiva de piernas 5,1 94,9
36. Dibujo figura del sexo opuesto 23,1 76,9
37. Uso corazones 0 100
38. Dibujo de palos 0 100
39. Cabeza sin cuerpo 2,6 97,3
40. Piernas juntas y tensas 20,5 79,5
41. Ausencia de boca 10,3 89,7
42. Ausencia de cuello 20,5 79,5
43. Trasparencias 0 100
44. Figura inclinada 0 100
45. Brazos cortos 15,4 84,6
Fuente: Elaboración propia
A partir del cuadro anterior, cabe mencionar que sólo un indicador aparece
por más del 50% de los casos. Dicho indicador corresponde a Emplazamiento
inferior izquierdo, por lo que en un 53,9% de los dibujos de los niños y niñas del
grupo de control se encuentra la figura humana graficada en el extremo inferior
izquierdo de la hoja. Dentro de las frecuencias que siguen en aparición, en un
rango que va desde el 35% al 49%, se encuentra que en un 48,7% los ojos de la
figura humana son representados por dos puntos o círculos rellenos; en un 46,2%
el cuello de la figura humana es superior a 1/5 del tamaño de la cabeza; y en un
38,5% la figura humana graficada presenta ausencia de alguno de los siguientes
elementos: cabeza, tronco, piernas, brazos, ojos, boca, nariz.
146
relacionados a un contenido sexual (presencia de elementos fálicos y detalle en
zona genital). Por otra parte también se deben mencionar aquellos relacionados a
los accesorios de la figura humana (ausencia de vestimenta, ausencia de cinturón)
y otros como dibujos con baja frecuencia de aparición de corazones y repasos.
147
palabras, se expondrán los indicadores gráficos que aparecen como asociados a
la variable ex post facto (niños y niñas víctimas de agresiones sexuales).
148
Tabla Nº 4-2: Resultados comparativos grupo estudio y control
Cabe destacar que en los dibujos del grupo de control no aparece ninguna
vez el indicador sonrisa maníaca.
d)
149
Indicador 4: Ausencia de paraguas
150
Tabla Nº 4-5: Resultados comparativos grupo estudio y control
g)
151
Indicador 7: Brazos cortos
152
VI. CONCLUSIÓN Y DISCUSIÓN
153
vergüenza y estigmatización que a ello se asocia. En los casos de las agresiones
intrafamiliares e incestuosas se agrega además la presencia del secreto que
impone el ofensor y la retractación de la víctima (Barudy, 1998; Escaff, s/f).
154
suma el hecho de que no existen suficientes investigaciones que den cuenta de
cómo se manifiesta este fenómeno en nuestra realidad nacional, lo cual puede
redundar en intervenciones poco efectivas e incluso iatrogénicas. Por todo ello
resulta fundamental contar con el respaldo de investigaciones científicas
nacionales, que cumplan con requerimientos metodológicos adecuados.
155
propuesto por distintos investigadores respecto a que el daño psicosocial sufrido a
resultas de las agresiones sexuales infantiles debiera manifestarse en las
producciones gráficas que los niños realicen (Barilari et al., 2000; 2004; Capella et
al., 2003; CAVAS, 2004; Miranda & Sanza, 2004).
156
brazos cortos. De los 6 indicadores seleccionados sobre la base de las
investigaciones realizadas por Soto (s/f citado en Molina & Navarro, 2004),
Miranda y Sanza (2004), y Hibbard y Hartman (1990 citados en Miranda y Sanza,
2004), ninguno de ellos aparece como significativo. Una variable que puede dar
cuenta de que los indicadores gráficos reportados por Soto, Miranda y Sanza, y
Hibbard y Hartman no hayan aparecido como significativos en el presente trabajo,
se relaciona con el hecho de que estos indicadores no han sido descritos
específicamente para la prueba PBLL sino que para la prueba H-T-P y el DFH.
157
diagnósticas, tales como la entrevista clínico-pericial, la evaluación clínica de daño
psicosocial y el uso de distintas pruebas y escalas (Capella et al., 2003; CAVAS,
2004; SENAME, 2001; 2004).
158
d) Cifra negra: debido a que en la problemática de las agresiones sexuales
existe una alta cifra negra, es dable pensar que en el grupo control puedan
encontrase niños victimizados sexualmente, a pesar del intento por parte de
los investigadores de controlar esta variable.
159
Al ser este un estudio descriptivo-relacional, los resultados entregados no
corresponden a una apreciación independiente de los resultados del grupo de
niños/as víctimas de agresiones sexuales, como sería el caso de un estudio
solamente descriptivo, cuyo análisis se basaría en las frecuencias de aparición de
las variables en estudio y no en un proceso comparativo con un grupo de control.
Por otra parte, es fundamental tener presente que los indicadores gráficos
estipulados para la investigación se deben considerar en relación a la definición
operacional dada para cada uno de ellos en el presente estudio. Y por tanto los
resultados obtenidos deben situarse dentro este marco.
160
Otro punto a investigar es si existen otros indicadores que se asocien a las
agresiones sexuales infantiles. Una posible línea de investigación a futuro es la
realización de un estudio representativo sobre indicadores gráficos en los dibujos
de PBLL en niños/as y también en menores que han sido victimizados
sexualmente.
Por otra parte, sobre la base de las variables mediadoras del impacto de las
agresiones sexuales infantiles, se podría estudiar la posible presencia de
indicadores gráficos diferenciales en niños/as víctimas de abuso sexual
incestuoso, intra y extrafamiliar, ya que cada tipo de agresión sexual entraña una
fenomenología particular, donde el vínculo, tipo de delito, síntomas del niño/a,
percepción de daño, autorreferencia de las figuras significativas, cronicidad,
frecuencia, y reacción ante la develación serán diferentes (Barudi, 1998 ; CAVAS,
2004; Huerta, Maric, & Navarro, 2002; Castiglioni, Escaff & Salinas 2004).
También se podrían efectuar investigaciones más específicas, en donde se
homogenicen todas estas variables a excepción de una, a fin de observar el
comportamiento de esa variable específica. Finalmente, se puede comparar los
resultados de la presente investigación con los de otras investigaciones que
tengan a la base el estudio de indicadores asociados a agresiones sexuales en
otras pruebas gráficas, como el H-T-P, DFH, el Dibujo de la Familia, etc.
161
vulnerados sexualmente y sus familias, logran mitigar su dolor y ofrecer
posibilidades de curación.
162
VII. BIBLIOGRAFÍA
5. Antivilo, A & Castillo, D. (2004). Estudio del test de apercepción infantil CAT-
A para la detección de delitos sexuales en menores entre 5 10 años,
institucionalizados, victimas y no víctimas de agresión sexual
intrafamiliar Memoria para optar al Título de Psicólogo, Escuela de
Psicología, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
163
8. Barilari, Z., Beigbeder, C. & Colombo, R. (2004). Abuso y Maltrato infantil.
Indicadores en “Persona bajo la lluvia”. Buenos Aires: Paidós.
11. 11. Becar, C. & Ibaceta, F. (2000). Abuso sexual incestuoso y sistema
judicial: ¿Obligatoriedad de la denuncia o estrategia y opción de
intervención psicolegal?. Memoria para optar al Título de Psicólogo,
Escuela de Psicología, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
12. Cantón, J. & Cortés, M. (2000). Guía para la evaluación del abuso sexual
infantil. Madrid: Pirámide.
14. Capella, C., Contreras, L., Guzmán, L., Miranda, J., Núñez, L. & Vergara, P.
(2003). Una aproximación clínica a las producciones gráficas de
niños(as) víctimas de agresión sexual. Anales V Congreso
Iberoamericano de Psicología Jurídica (pp. 267-278). Santiago, Chile.
164
16. Carrasco, E. (2002). Terapia familiar como psicoterapia infantil: algunas
pistas teóricas y prácticas. Revista De Familias y Terapias, 16, 5-39.
17. Castiglioni, P., Escaff, E. & Salinas, M. (2004). Agresiones sexuales: una
aproximación comprensiva para un diseño de intervención y evaluación
pericial. Apunte de clases del Curso de Actualización de Post-título,
Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Santiago, Chile.
22. Corsi, J. (s/f). La violencia hacia las mujeres como problema social. Análisis
de las consecuencias y de los factores de riesgo. Documento de apoyo
de la Fundación Mujeres (pp. 1-12).
165
24. Del Pozo, M. & Vaisman, K. (1998). Abuso sexual infantil. Víctimas y familias.
Revista Terapia Psicológica, 29 (7), 35-40.
25. Del Río, M., Maida, M. & Molina, M. (2000). Abuso sexual en los niños. ¿Es
posible evaluar en forma reparatoria?. Revista de Familias y Terapias,
12, 56-66.
166
33. Finkelhor, D. & Browne, A. (1985). The traumatic impact of child abuse: A
conceptualization. American Journal of Orthopsychiatry, 55 (4), pp. 530-
541.
34. Fulmer, J. F. (1992). La presentación oculta de los adultos supervivientes de
incesto u otras agresiones sexuales en la infancia. En Stiht, S.,
Williams, M. & Rosen, K. (Eds.), Psicosociología de la violencia en el
hogar. Estudios, consecuencias y tratamiento. (pp. 257-285). Barcelona:
Descleé de Brouwer.
39. Huerta, S.; Maric, V. & Navarro, C. (2002). Factores que intervienen en el
impacto del abuso incestuoso sobre la víctima. Revista Terapia
Psicológica, 38 (2),
167
41. Ibaceta F., & Becar, C. (2004). Abuso sexual incestuoso: ¿obligatoriedad de
la denuncia o estrategia de intervención psicosocial?. Manuscrito no
publicado.
42. Intebi, I. (1998). Abuso sexual infantil. En las mejores familias. Barcelona:
Granica.
168
51. Miranda, J. & Sanza, V. (2004). Estudio descriptivo comparativo del test HTP
en niños abusados sexualmente y niños sin sospecha de abuso sexual.
Manuscrito no publicado.
58. Perrone, R. & Bak, F. (1999). Secuelas del abuso sexual en el desarrollo del
pensamiento. Revista Terapia Psicológica, 7 (3), 131-136.
169
59. Perrone, R. & Nannini, M. (1997). Violencia y abusos sexuales en la familia.
Un abordaje sistémico y comunicacional. Buenos Aires: Paidós.
63. SAVE THE CHILDREN. (2004). Abuso sexual infantil: manual de formación
para profesionales [versión electrónica].
65. Servicio Médico Legal. (2001). Anuario Estadístico Servicio Médico Legal
2000. [versión electrónica].
170
69. Servicio Nacional de Menores. (2004a). Maltrato Infantil. [versión electrónica].
171
ANEXO 1
Delito de incesto
El Código Penal Art. 375 lo define como: “El que conociendo las relaciones
que lo ligan cometiere incesto con un ascendiente o descendiente por
consanguinidad o con un hermano consanguíneo, será castigado con reclusión
menor en sus grados mínimo a medio”. La doctrina chilena entiende que el incesto
se refiere al coito vaginal, por lo que no incluiría comportamientos homosexuales
ni heterosexuales diferentes del señalado. Supone la ejecución voluntaria de la
conducta. En relación con la protección del bien jurídico, éste es el de orden de las
familias, con lo que se pretende establecer una limitante de la función sexual en
consideración a los efectos que dicha actividad pueda tener en las relaciones
jurídicas y en las resultantes biológicas o eugenésicas que de ella se derivan
(Chocair, 1997).
172
En las agresiones sexuales incestuosas/intrafamiliares quedan tipificadas
como delitos los que atentan contra la libertad sexual, la integridad sexual y la
indemnidad sexual, variando el hecho punible según sea el caso particular. Sin
embargo, la ley en materia de delitos sexuales especifica como agravante la
relación incestuosa, ya que el componente de abuso de poder o autoridad y de la
confianza es aún más marcado dada la posición de adulto del abusador.
Favorecimiento a la prostitución
173
Si se vale del desamparo de la víctima.
Si existe habitualidad.
El Art. 372 bis sentencia que “El que con ocasión de la violación cometiere
además homicidio en la persona de la víctima, será castigado con presidio
perpetuo a presidio perpetuo calificado”.
174
ANEXO 2
175
2. Indicadores gráficos en la prueba PBLL
176
3. Indicadores hallados por edad en la prueba PBLL
177
Indicador 5 a 7 años 8 a 11 años 12 a 18 años
Ausencia de vestimenta X
Cuello largo X X X
Ausencia de detalles X X X
Figura infantil X X X
Ausencia de entorno X X
Fuente: Bariliari et al., 2004.
178
ANEXO 3
179
Este indicador ha sido asociado a los dibujos PBLL de niños/as
víctimas de agresiones sexuales y maltrato infantil por Barilari et al. (2004),
quienes lo definen operacionalmente como “el trazo es totalmente recto sin
curvas (después de los 7 años)” (Barilari et al., 2004, p. 49). La definición
propuesta por los autores es tomada de la definición que dan Barilari et al.
del indicador trazo en ángulos que ha sido eliminado en el análisis de la
presente investigación.
6. Figura amorfa: “Figura sin ningún atributo de persona esperable (no hay
piernas, el cuerpo es una especie de bolsa, etc.)” (Barilari et al., 2004, p.
49).
9. Uso del doble: “Dibujar dos personas cuando se le pide una” (Barilari et al.,
2004, p. 49).
10. Ausencia de piso: Falta de una base de apoyo sobre la que se sitúa el
dibujo, ya sea por la falta de una raya que indique piso o base dada por
otros elementos (charcos, apoyo del dibujo sobre el borde de la hoja, etc.).
180
Este indicador ha sido asociado a las reproducciones gráficas en la
prueba PBLL de niños/as víctimas de agresiones sexuales y maltrato infantil
por Barilari et al. (2004). Lo definen operacionalmente como “falta una raya
que indique piso o el dibujo no está apoyado en el borde de la hoja” (Barilari
et al., 2004, p. 49). Para fines de la presente investigación los autores han
optado por especificar la ausencia de otros elementos que den cuenta de
una base sobre la que se sitúa el dibujo.
11. Sonrisa maníaca: “Una sonrisa grande con las comisuras hacia arriba que
ocupan gran parte del rostro” (Barilari et al., 2004, p. 49).
14. Pupilas fijas: Son dos puntos fijos sin redondel ocular o círculos rellenos
del mismo color con que se enmarcan.
181
Este indicador ha sido asociado a las reproducciones gráficas en la
prueba PBLL de niños/as víctimas de agresiones sexuales y maltrato infantil
por Barilari et al. (2004), quienes lo definen operacionalmente como “Son
dos puntos fijos sin redondel ocular” (Barilari et al., 2004, p. 49). Para fines
de la presente investigación los autores han optado por agregar a la
definición los círculos rellenos del mismo color con que son enmarcados.
16. Manos manopla: Mano, una o ambas, sin dedos o que formen una figura
ovalada o redondeada sin un contorno irregular.
17. Pies pato: “Pie en forma ovalada que excede los 2/3 de la medida de la
pierna” (Barilari et al., 2004, p. 50).
18. Ausencia de vestimenta: “No hay indicio de estar vestido, ninguna raya en
brazos, cuello o cintura” (Barilari et al., 2004, p. 50).
182
20. Figura incompleta: A la figura humana le faltan una o más de las
siguientes partes: cabeza, tronco, piernas, brazos, ojos, boca, nariz.
183
23. Ausencia de pies: “Pie amputado, seccionado, inexistente”. (Barilari et al.,
2004, p. 50).
26. Cabeza grande: “Cabeza superior a 1/3 del cuerpo, respeta la redondez”
(Barilari et al., 2004, p. 50).
184
Bariliari et al. (2004) describen este indicador como asociado a las
reproducciones gráficas en la prueba PBLL de niños/as víctimas de
agresiones sexuales y maltrato infantil. Lo definen operacionalmente como
“Ausencia de un cinturón o línea en la cintura” (Barilari et al., 2004, p.50).
Para fines de la presente investigación los autores han optado por
especificar que en el caso de un dibujo de la figura humana con vestido no
se puntea como ausencia de cinturón si no hay una línea o cinto a la altura
de la cintura.
28. Cuello largo: “Un cuello que excede 1/5 del tamaño de la cabeza” (Barilari
et al., 2004, p. 50).
185
fines de la presente investigación se propone la definición enunciada
anteriormente.
31. Lluvia torrencial: Dibujo de rayas cortas y/o formas ovaladas, que ocupan
gran parte de la hoja (la mitad o más de la hoja en posición normal, y que
son remarcadas o intensificadas (pintadas o achuradas) por el niño.
32. Figura dividida: Figura humana seccionada en una o más partes, y que por
tanto aparece como separada del conjunto.
33. Presencia de nubes espesas: Expresión gráfica que simbolice nubes cuya
característica es estar ennegrecidas o achuradas y que se presenten
formando una masa de nubes de más de 2 cm. de grosor.
186
34. Manos grandes: Expresión gráfica en que al menos una de las dos manos
sea de igual o mayor tamaño que la cabeza.
37. Uso de corazones como parte del cuerpo: Expresión gráfica donde
aparezcan dos o más corazones como elementos con los cuales se
constituye el dibujo del cuerpo de la persona humana.
Soto (s/f citado en Molina & Navarro, 2004) asocia este indicador a
las gráficas de H-T-P de niños/as victimizados/as sexualmente. Al no
especificarse una definición operacional para dicho indicador, los autores
han debido plantear la enunciada anteriormente.
187
38. Figura de palos (palotes): Expresión gráfica en que la figura humana es
realizada en base a segmentos, tanto para representar el tronco como las
extremidades.
39. Cabeza sin cuerpo: Expresión gráfica en que aparece sólo la cabeza, sin
el resto del cuerpo.
188
42. Ausencia de cuello: Indicador gráfico emocional en que se omite la
representación de cuello en la figura humana en el Dibujo de la Figura
Humana. (Koppitz, 2002).
189
ANEXO 4
UNIVERSIDAD DE CHILE
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
FACULTA
CARRERA DE PSICOLOGÍA
190
ANEXO 5
Santiago, ()
SR/TA. ()
COORDINADOR/A CENTRO DE ATENCION ()
PRESENTE
191
ANEXO 6
192
GRUPO CONTROL GRUPO ESTUDIO Prob. Test
INDICADOR
de Fisher
Aparece No Aparece Aparece No Aparece
28. Cuello largo 18 21 17 22 0,18
29. Ausencia de entorno 13 26 25 14 0,00
30. Trazo entrecortado 0 39 1 38 0,5
31. Lluvia torrencial 8 31 7 32 0,22
32. Figura dividida 0 39 0 39 1
33. Presencia de nubes espesas 5 34 2 37 0,16
34. Manos grandes 0 39 2 37 0,25
35. Separación exc. De piernas 2 37 3 36 0,32
36. Dib. Fig. sexo opuesto 9 30 8 31 0,21
37. Uso corazones 0 39 1 38 0,5
38. Dibujo de palos 0 39 0 39 1
39. Cabeza sin cuerpo 1 38 0 39 0,5
40. Piernas juntas y tensas 8 31 11 28 0,15
41. Ausencia de boca 4 35 1 38 0,15
42. Ausencia de cuello 8 31 6 33 0,20
43. Trasparencias 0 39 0 39 1
44. Figura inclinada 0 39 0 39 1
45. Brazos cortos 6 33 14 25 0,02
193