El Tiempo Del Catecumenado
El Tiempo Del Catecumenado
El Tiempo Del Catecumenado
Y SUS RITOS
103. Durante los años que dura el catecumenado a partir del primer grado
catequético, los pasos de un grado a otro, por los que van ascendiendo
progresivamente los catecúmenos, pueden simbolizarse o significarse a veces con
algunos ritos. Según lo aconsejen las circunstancias, se pueden adelantar la
<<traditio>> o entrega del Símbolo, y también de la oración dominical, y el rito
<<Ephpheetha>>, para los cuales, tal vez, falte tiempo si se deja todo para la última
etapa (nn. 125-126). Según la utilidad y el deseo local, se puede organizar con tiempo
la unción con el óleo de los catecúmenos (Cfr. nn. 127-132).
104. Durante este tiempo los catecúmenos preocupasen de buscar los padrinos que
les han de presentar a la Iglesia el día de la <<elección>> (Cfr. Observaciones generales
previas a la Iniciación Cristiana, nn. 8-10 y el n. 43).
105. A veces, durante el año, para algunas celebraciones del catecumenado, y para
el rito de la transición (cfr. nn. 125-132), convóquese de toda la comunidad a los que
tienen alguna relación especial con la iniciación de los catecúmenos, a saber,
presbíteros, diáconos, catequistas, padrinos de catecumenado, padrinos (propiamente
dichos), amigos y familiares.
EXORCISMOS MENORES
112. Nada impide que las formulas asignadas para los exorcismos menores, pueden
repetirse en diversas circunstancias.
Oraciones del exorcismo
113. Oremos.
Oh Dios omnipotente y eterno,
que por tu Hijo Unigénito
nos prometiste el Espirito Santo,
te rogamos humildemente
por estos catecúmenos, que se ofrece a ti:
aparta de ellos todo espíritu maligno
y toda acción errónea pecaminosa,
para que merezcan ser templos del Espíritu Santo.
Confirma nuestras palabras, llenas de fe,
y haz que no sean vanas,
sino llenas del poder y de la gracia
Con tu Unigénito libro al mundo del mal.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
114. Oremos.
Señor, Dios nuestro,
Por quien nos descubre la vida verdadera,
Se anula la corrupción,
Se fortalece la fe,
Se despierta la esperanza
y se inculca la caridad,
te rogamos en el nombre de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
y por la virtud del Espíritu Santo,
que alejes de estos siervos tuyos
la incredulidad y la duda
(el culto de los ídolos y la magia,
Los encantamientos y el espiritismo),
el ansia de dinero y los halagos de las pasiones,
las enemistades y las discordias
y cualquier forma de maldad.
Y puesto que le has llamado
Para que sean santos y sin pecado
En tu presencia,
infunde en ellos el espíritu de fe y de piedad,
de paciencia y de esperanza,
de moderación y de pureza,
de caridad y de paz.
Por Jesucristo nuestro señor.
Todos:
Amen.
115. Oremos.
Señor, Dios Todopoderoso,
Que creaste al hombre a tu imagen y semejanza
En la santidad y en la justicia,
y, que, sin abandonar el pecador,
Sabiamente preparaste su salvación
por la encarnación de tu Hijo,
salva a estos siervos tuyos
y líbralos con tu poder todos los males
y de la esclavitud del enemigo;
arranca de ellos el espíritu de la mentira,
de la codicia y de la maldad.
Recíbelos en tu reino,
ábreles los ojos a tu Evangelio,
Para que, como hijos de la luz,
sean miembros de tu santa Iglesia,
den testimonio de la verdad
y practiquen, según tus mandamientos,
las obras de misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
116. Oremos.
Señor Jesucristo,
que en el sermón de la Montaña
quisiste apartar del pecado a tus discípulos
y revelar las bienaventuranzas del reino de los cielos,
haz que estos siervos tuyos,
que oyen la palabra del Evangelio,
se conserven inmunes del espíritu de codicia y avaricia,
de sensualidad y de soberbia.
Como fieles discípulos tuyos,
se consideran dichosos,
cuando sean pobres y hambrientos,
misericordiosos y limpios de corazón;
trabajen por la paz
y soporten con alegría las persecuciones,
para que se hagan participes de tu reino,
y así consigan la misericordia prometida,
y experimenten el gozo de ver a Dios en los cielos.
Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos.
Amen.
117. Oremos.
Dios Padre,
creador y salvador de todos los hombres
que has llamado a estos catecúmenos
a quienes creaste por amor
y acogiste con misericordia;
tu que sondeas sus corazones,
míralos hoy en espera de tu Hijo;
consérvalos con tu presencia
y realiza en ellos
tu amoroso designio de salvación;
para que, unidos firmemente a Cristo,
sean contados entre sus discípulos
aquí en la tierra
y puedan alegrase de ser reconocidos
por El en el cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos.
Amen.
118. Oremos.
Oh Dios, que escrutas las intenciones
y recompensas las obras,
mira benigno los trabajos
y el aprovechamiento de tus siervos.
Asegura sus pasos,
auménteles la fe,
acepta su penitencia,
y, descubriendo abiertamente tu justicia
y tu bondad,
concédeles que merezcan participar
de tus sacramentos en la tierra,
y gozar de tu compañía eterna en el cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
121. Oremos
Concede, Señor, a nuestros catecúmenos
que, iniciados en los santos misterios,
pueden renovados en la fuente del bautizo
y sean contados entre los miembros de la Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
122. Oremos.
Oh Dios, que por tus santos profetas
Exhortaste a los que se acercan a ti:
<< ¡Lavaos y purificaos!>>,
y dispusiste por medio de Cristo
la regeneración espiritual;
mira ahora estos siervos tuyos,
que se disponen con diligencia al bautismo:
bendíceles, y, fiel a tus promesas,
prepáralos y santifícalos,
para que, bien dispuestos a recibir tus dones,
merezcan la adopción de hijos
y la entrada en la comunión de la Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
123. Oremos.
Señor, Dios omnipotente, mira a tus siervos,
que están instruyéndose en el evangelio
de Cristo:
haz que te conozcan y te amen
para que todo corazón
y con ánimo gozoso
cumplan siempre tu voluntad.
Dígnate guiarlos en su marcha hacia ti;
Agrégalos a tu Iglesia,
para que participen de tus ministerios
en esta vida y en la eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
124. Oremos.
Oh Dios que,
Por la venida de tu Hijo Unigénito Jesucristo,
libraste providentemente al mundo del error,
escúchanos y da a tus catecúmenos
inteligencia, perfección,
firmeza en la fe
y conocimiento seguro de la verdad,
para que progresen día a día en toda virtud,
reciban en el momento oportuno la regeneración
para el perdón de los pecados
y glorifiquen tu nombre con nosotros.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
Otras oraciones para la bendición en el n. 374.
126. La ceremonia hágase del modo descrito más abajo: la <<entrega del símbolo>>
en los nn. 183-187; <<entrega de la oración dominical >> en los nn. 188-192.
Hecha la <<entrega>> la ceremonia puede concluir con el rito <<effeta>> (Cfr. nn 200-
202),
a no ser que durante el <<rito de la transición>> se entregue el símbolo (cfr. nn.194-199)
que comienza con el rito <<ephphetha>>. En estos casos cuídese que las formulas no se
usen para la palabra <<elegido>>; dígase sencillamente <<catecúmeno>>.
127. Si parece oportuno que los catecúmenos sean favorecidos con la primera unión,
Adminístrela un sacerdote o un diacono.
128. La unción, que se confiere al final de la celebración de la palabra de Dios,
Se da a todos los catecúmenos. Por razones peculiares se puede conferir a cada uno en
privado. Además, en casos razonables, se puede ungir varias veces a los catecúmenos.
129. en ese rito se emplea el Óleo de los catecúmenos, bendecido por el Obispo en la
misa crismal, o, por razones pastorales, por el sacerdote inmediatamente antes de la
unión (1).
Rito de la unión
Catecúmenos:
Amen
cada uno de los catecúmenos es ungido con el Óleo de los catecúmenos en el pecho, o
en ambas manos, o también en otras partes del cuerpo, si parece oportuno. Si fuera
muy numerosos los catecúmenos, pueden llamarse a varios ministros.
131. Pero si el Oleo ha de ser bendecido por el sacerdote, entonces él mismo lo
Bendice, diciendo esta oración:
Todos:
Amen.
Catecúmenos:
Amen.
Cada uno de los catecúmenos es ungido con el Óleo de los catecúmenos en el pecho,
O en ambas manos, o también otras partes del cuerpo, si se parece oportuno. Si
fueran muy numerosos los catecúmenos puede llamarse a varios ministros.
SEGUNDO GRADO
136. Entonces los padrinos, escogidos antes por los catecúmenos de acuerdo con el
sacerdote y, en cuanto sea posible, aceptados por la comunidad local, comienzan a
ejercitar públicamente su oficio: se les llama al principio del rito y se acercan con los
catecúmenos (n. 143), en favor de estos pronuncian su testimonio ante la comunidad
(n. 144), y, según la oportunidad, inscriben su nombre con ellos (n. 146).
137. Para evitar una realización rutinaria del rito litúrgico, conviene que antes se
tenga alguna deliberación sobre la idoneidad de los candidatos por aquellos que les
atienden, o sea, en primer lugar, los que dirigen la formación del catecumenado,
presbíteros, diáconos, catequistas, más los padrinos y delegados de la comunidad
local; incluso, si es preciso con la participación del grupo de catecúmenos. Esta
deliberación puede adoptar diversas formas, según las condiciones de cada región y
principios pastorales.
El resultado de la deliberación lo dará a conocer el celebrante durante el rito litúrgico.
138. Es oficio del celebrante, es decir del Obispo o del que haga sus veces, aunque su
participación en la deliberación previa se remota o próxima, manifestar en la homilía
o en el curso del rito cuál es la índole religiosa y eclesiástica de la <<elección>>. Él es,
pues, quien debe exponer ante los presentes a la decisión de la Iglesia, y del mismo
modo oír,
según lo pidan las circunstancias, la opinión de los presentes, averiguar la voluntad
personal de los catecúmenos, y efectuar, por último, en nombre de Cristo y de la
Iglesia, la admisión de los <<elección>>. Además, abra a todo el divino misterio, que se
contiene en la vocación de la Iglesia y en su celebración litúrgica; y exhorte a los fieles
para que juntamente con los <<elección>>, a los que deben dar ejemplo, se preparen
para las solemnidades pascuales.
140. El rito se hará en la iglesia, o, por alguna necesidad, en otro lugar conveniente
y apropiado. Celébrese durante la misa del primer domingo de Cuaresma, después de
la homilía.
El celebrante responde:
Acérquese los han de ser elegidos, acompañados por sus padrinos (madrinas)
Entonces se les va llamando a todos por su nombre, y cada uno con su padrino
(madrina) se adelanta y se queda de pie ante el celebrante. Si fueran muy numerosos,
hágase la presentación de todos a la vez, v.gr., cada catequista presente a su grupo; es
de aconsejar que estos catequistas en la celebración previa llamen por su nombre a
cada uno de sus candidatos, antes de que acudan al rito común.
Padrinos:
- Si, la han escuchado finalmente.
Celebrante:
- Han comenzado a caminar ante Dios, guardando la
palabra recibida?
Padrinos:
- Si, han comenzado.
Celebrante:
- ¿Están unidos fraternalmente a la comunidad
y a sus oraciones?
Padrinos:
- Si, están unidos.
Padrinos:
146. Entonces el celebrante, mirando a los catecúmenos, los exhorta e interroga con
estas o parecidas palabras:
Catecúmenos:
- Si, queremos.
Celebrante:
- Decid, pues, vuestros nombres, por favor.
Admisión o elección.
Catecúmenos:
- Demos gracias a Dios.
El celebrante prosigue:
Y los invitan a que pongan sus manos sobre los hombros de los candidatos,
a los que adopten, o hagan otro gesto del mismo significado.
148. después la comunidad hace las suplicas con estas o parecidas palabras:
Celebrante:
Queridos hermanos, preparándonos a los misterios
Salvíficos de la Pasión y resurrección, emprendemos
hoy el camino cuaresmal. Los elegidos, a quienes
conducimos con nosotros a los sacramentos pascuales, se
fijan en el ejemplo de nuestra renovación. Rogamos,
pues, por ellos y por nosotros al Señor, para que moví-
dos por nuestra mutua conversión, nos hagamos dignos
de las gracias pascuales.
Lector:
Lector:
Lector:
Por sus padrinos, para que les manifiesten a los catecúmenos la practica
Continua del Evangelio en la vida privada y en el trato social, roguemos al
Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
Por sus familias, para que, no poniéndoles ningún impedimento, les ayuden
más bien a seguir la inspiración del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
Por nuestra asamblea, para que en este tiempo cuaresmal brille con la
plenitud de la caridad y con la perseverancia en la oración, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
Por todos los que todavía dudan, para que fiándose de Cristo lleguen
Con decisión a la unión de nuestra fraternidad, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
149. El celebrante, extendiendo las manos sobre los elegidos, concluye las suplicas
con esta oración:
150. después el celebrante despide a los elegidos con esta o parecida monición:
Elegidos:
Amen.
Los elegidos salen. Pero si por graves razones no salen de la iglesia (cfr.
observaciones generales previas, n.19, 3) y deberán permanecer con los fieles,
cuídese que, aunque asistan a la celebración eucarística, no participen al modo de
los bautizados.
Pero si no se celebra la Eucaristía, añádase algún canto a propósito y
despídase a los fieles y a los catecúmenos.
Celebración de la Eucaristía
151. después de que hayan salido de la Iglesia los elegidos, se celebra la Eucaristía.
Se empieza por la oración universal pidiendo por las necesidades de la Iglesia y de
todo el mundo. Luego se dice el Credo (si el rito litúrgico lo pidiese), y se hace la
preparación de los dones. Sin embargo, por razones pastorales, se pueden omitir la
oración universal el Credo.
EL TIEMPO DE LA PURIFICACION
Y DE LA ILUMINACION
ESCRUTINIOS Y ENTREGAS
I. ESCRUTINIOS
159. Los escrutinios se hacen en las Misas de los escrutinios, que se celebran los
domingos terceros, cuarto y quinto de la Cuaresma; léanse las lecturas del ciclo
<<A>> con sus cantos, según están asignadas en el leccionario de la Misa (Ordo
lectionum Missae, nn. 745,746, 747). Pero si en estos domingos, por razones
pastorales, no se pueden hacer, elijasen otros domingos de la Cuaresma, o de los días
entre semana más convenientes. Sin embargo, la primera Misa de los escrutinios
debe ser siempre la Misa de la Samaritana; la segunda, la del ciego de nacimiento, y
la tercera, la de Lázaro.
PRIMER ESCRUTINIO
160. El primer escrutinio se celebra el tercer domingo de la Cuaresma, ampliando
las formulas señaladas tanto en el misal como el leccionario (cfr. también nn. 376-
377)
Homilía
Oración en silencio
162. después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de
pie delante del celebrante.
Este, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos,
pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de
los hijos de Dios.
Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y
los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal. Ya
sea inclinados o arrodillados. Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:
163. mientras se hacen las suplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas
apoyan su mano derecha sobre el hombro de su elegido.
Celebrante:
Lector:
Lector:
Lector:
Lector:
Lector:
Lector:
Lector:
Exorcismo
164. después de las suplicas, el celebrante, vuelto hacia los elegidos, dice con las
manos juntas:
Oremos.
Oh Dios, que nos distes como salvador a tu Hijo,
concédenos que estos catecúmenos, que desean
sacar agua viva como la Samaritana,
Todos:
Amen.
Todos:
Amen.
SEGUNDO ESCRUTINIO
167. El segundo escrutinio se celebra el cuarto domingo de la cuaresma, empleando
las formulas señaladas en el Misal y en el Leccionario (cfr. también nn. 380-381).
Homilía
Oración en silencio
169. Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie
delante del celebrante.
Este, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos,
pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de los
hijos de Dios.
Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y
los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal. Ya sea
inclinados o arrodillados. Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:
Elegidos de Dios, inclinad la cabeza (o: arrodillaos) y orad.
Entonces los elegidos se inclinan o se arrodillan. Y todos oran en silencio
durante unos momentos. Después, si se juzga oportuno, todos se levantan.
170. Mientras se hacen las suplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan
su mano derecha sobre el hombro de su elegido.
Celebrante:
Oremos por estos elegidos, a los que llamo el Señor
para que permanezcan santos en él y den testimonio
vigoroso de las palabras de vida eterna.
Lector:
- Para que ellos, fiándose de la verdad de Cristo,
consigan la libertad de la mente y del corazón
y la conserven para siempre, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que, contemplando la sabiduría de la cruz,
puedan gloriarse a Dios, que confunde la
sabiduría de este mundo, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que, liberados con la virtud del Espíritu
santo, pasen del temor a la confianza, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que, transformados en hombres espirituales
traten de gustar lo que es justo y santo,
roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que todos los que sufren persecución por el
nombre de Cristo, sean ayudados por el mismo
Cristo, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que las familias y los pueblos, que encuentren
Trabas para abrazar la fe, alcancen la libertad de
Creer en el Evangelio, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que nosotros, experimentados en el conocimiento
Del mundo, permanezcamos fieles al espíritu evangélico,
roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que el mundo entero, amado por el Padre,
pueda acercarse a la Iglesia a la plena libertad
espiritual, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Variadas las circunstancias, se pueden acomodar a ellas tanto la monición del
celebrante y las invocaciones de las suplicas. Añádase la acostumbrada petición por
las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo, si después de despedidos los elegidos,
se omitirá la oración universal en la Eucaristía (cfr. n. 173)
Otras fórmulas de las suplicas <<ad libitum>> en el n. 382.
Exorcismo
171. después de las suplicas, el celebrante, vuelto hacia los elegidos, dice con las
manos juntas:
Oremos.
Padre clementisimo,
Que concediste al siego de nacimiento
que creyera en tu Hijo,
y que por esta fe alcanzara la luz de tu reino,
haz que tus elegidos, aquí presentes,
se vean libres de los engaños que les ciegan,
y concédeles que,
firmemente arraigados en la verdad,
se transformen en hijos de la luz,
y así pervivan por los siglos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
Todos:
Amen.
Elegidos:
Amen.
Salen los elegidos. Pero si por graves razones no pudieran salir de la iglesia, hágase
como se dijo en el rito de entrada en el catecumenado, n. 96.
Pero si no se celebra Eucaristía, añádase, si parece oportuno, algún canto
apropósito, y despídase a los fieles juntamente con los elegidos.
Celebración de la Eucaristía
TERCER ESCRUTINIO
Oración en silencio
176. Después de la homilía, los elegidos con sus padrinos y madrinas se ponen de pie
delante del celebrante.
Este, vuelto primero hacia los fieles, los invita a orar en silencio por los elegidos,
pidiendo el espíritu de penitencia y el sentido del pecado y la verdadera libertad de los
hijos de Dios.
Después, vuelto hacia los catecúmenos, los invita igualmente a orar en silencio, y
los exhorta a mostrar su disposición de penitencia aun con su postura corporal. Ya sea
inclinados o arrodillados. Finalmente concluye con estas o parecidas palabras:
Elegidos de Dios, inclinad la cabeza (o: arrodillaos) y orad.
Entonces los elegidos se inclinan o se arrodillan. Y todos oran en silencio
durante unos momentos. Después, si se juzga oportuno, todos se levantan.
177. Mientras se hacen las suplicas por los elegidos, los padrinos y madrinas apoyan
su mano derecha sobre el hombro de su elegido.
Celebrante:
Oremos por estos siervos a los que Dios ha elegido, para que, unidos a la
muerte y resurrección de Cristo, puedan superar con la gracia de los
sacramentos la amarga condición mortal.
Lector:
- Para que fortalezcan con la fe contra cualquier clase de engaños del
mundo, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que se muestren agradecidos a la elección divina por la que
pasaron de ignorar la esperanza de la vida eterna a emprender el
camino de la salvación, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que con el ejemplo y la intercesión de los catecúmenos que
derramaron su sangre por Cristo, se animen a esperar la vida eterna,
roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que todos se aparten con aversión del pecado, que despoja de la
vida, roguemos Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para los que se afligen con la muerte de los suyos, encuentren en Cristo
el consuelo, roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que nosotros mismos, al celebrar una vez más las solemnidades
pascuales, nos afirmemos en la esperanza de resucitar con Cristo,
roguemos al Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Lector:
- Para que el mundo entero, creado por designio amoroso de Dios,
alcance nueva vida con el progreso de la fe y la caridad, roguemos al
Señor.
R. Escúchanos, Señor.
Variadas las circunstancias, se pueden acomodar a ellas tanto la monición del
celebrante y las invocaciones de las suplicas. Añádase la acostumbrada petición por
las necesidades de la Iglesia y de todo el mundo, si después de despedidos los elegidos,
Exorcismo
178. después de las suplicas, el celebrante, vuelto hacia los elegidos, dice con las
manos juntas:
Oremos.
Oh padre de la vida eterna,
que no eres Dios de muertos sino de vivos,
y que enviaste a tu Hijo como mensajero de la vida,
para arrancar a los hombres del reino de la muerte
y conducirnos a la resurrección,
te rogamos que liberes a estos elegidos
de la potestad del espíritu maligno,
que arrastra a la muerte, para que puedan recibir
la nueva vida de Cristo resucitado
y dar testimonio de ella.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
Todos:
Amen.
Elegidos:
Amen.
Salen los elegidos. Pero si por graves razones no pudieran salir de la iglesia, hágase
como se dijo en el rito de entrada en el catecumenado, n. 96.
Pero si no se celebra Eucaristía, añádase, si parece oportuno, algún canto
apropósito, y despídase a los fieles juntamente con los elegidos.
Celebración de la Eucaristía
180. Después de que hayan abandonado la iglesia los elegidos, se celebra la
Eucaristía, siguiendo inmediatamente la oración universal por las necesidades de la
Iglesia y de todo el mundo. A continuación, se dice el Credo y se hace la presentación
de los dones: sin embargo, por razones pastorales, se pueden omitir la oración
universal y el Credo. En la plegaria eucarística hágase mención de los elegidos y sus
padrinos (cfr. N. 377).
II. ENTREGAS
181. Si las << entregas>> no se hubieran hecho antes (cfr. nn. 125-126), se celebran
después de los <<escrutinios>>. Con las << entregas>>, una vez completada la
preparación doctrinal de los catecúmenos, o al menos, comenzada en el tiempo
oportuno, la Iglesia les entrega con amor los documentos que desde la antigüedad
construyen un compendio de su fe y de su oración.
182. Es desear que las << entregas>> se hagan en presencia de la comunidad de los
fieles, después de la liturgia de la palabra de la Misa ferial, con lecturas que sean
apropiadas a la ceremonia de la << entregas>>.
183. La primera << entregas>> que se hace es la << entregas de símbolo>>, que los
elegidos se aprenderán de memoria, y después pronunciarán públicamente (cfr. nn.
194-199), antes de que según ese Símbolo proclamen su fe en el Bautismo.
Lecturas y homilía
185. En lugar de las lecturas asignadas a la feria, léanse lecturas a propósito, v.gr.:
Lectura I. Deut 6, 1-7: << Escucha, Israel: amaras al Señor con todo el corazón>>.
Hablo Moisés al pueblo y dijo: son los preceptos…
O bien: 1 Co 15, 1-8 (extensa) o 1-4 (breve): <<El Evangelio os está salvando, si es que
conserváis el Evangelio que os proclame>>.
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio… 8 por ultimo, se me apareció también a
mí.
Versículos antes del Evangelio: Jn 3, 16: tanto amo Dios al mundo que entrego a su
Hijo
Único; todos los que creen en el tienen la vida eterna.
Evangelio: Mt 16, 13-18:<<Sobre esta piedra edificare mi Iglesia>>.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo…
O bien: Jn 12, 44-50:<<Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no
quedará en tinieblas>>
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando…
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso.
Desde allí, ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y
la vida eterna. Amén.
187. Después el celebrante invita a los fieles a orar con estas o parecidas palabras:
Te suplicamos, Señor
fuente de luz y d verdad,
que tu eterna y justísima piedad.
Descienda sobre estos siervos tuyos N. y N.:
Purifícalos y santifícalos;
dales la verdadera ciencia,
firme esperanza y santa doctrina,
para que se hagan dignos de acercarse
a la gracia de Bautismo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
Lecturas y cantos
Lectura I. Os 11, 1b. 3-4. 8c-9:<< Con correas de amor les atraía>>
Esto dice el Señor: cuando Israel era niño…
O bien: Gal 4, 4-7: << Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo,
Que gritaba: ¡Abba! ¡Padre!
Hermanos: cuando se cumplió el plazo…
Versículo antes del Evangelio: Rom 8, 15: No recibisteis un espíritu que os haga
esclavos y os vuelva al temor; recibisteis mi Espíritu que os hace hijos y que nos
permite gritar: ¡Abba! ¡Padre!
Evangelio
192. Después el celebrante invita a los fieles a orar con estas o parecidas palabras:
Todos:
Amen.
193. Donde puedan congregarse el Sábado santo los elegidos, para disponerse con el
recogimiento espiritual y la oración a recibir los sacramentos, pueden seguirse, según
lo aconsejan las circunstancias, en todo o en parte los ritos siguientes.
194. Con este rito se preparan los elegidos para la profesión bautismal de la fe y se
les instruye sobre el deber de anunciar la palabra del Evangelio.
195. Si por alguna dificultad no se hubiera podido entregar el Símbolo a su debido
tiempo (cfr. nn. 183-187), se omitirá este rito de la recitación o emisión.
Lecturas y homilía
196. Para empezar se entona algún canto a propósito. Después se lee una de las
lecturas siguientes, o bien otra apropiada:
Mt 16, 13-17:<< Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo>>.
Jn 6,35. 63-71: << ¿A quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna>>.
Mc 7, 31-37: <<Effeta, esto es: ábrete>>. (solamente si se celebra unido al rito del
<<Effeta>>.)
198. Con las manos extendidas ante el pecho, el celebrante dice la oración siguiente:
Oremos
Te rogamos, Señor
que concedas a nuestros elegidos,
que ha recibido la fórmula que resume
el designio de la caridad
y los misterios de la vida de Cristo,
que sea una misma fe que confiesen los labios
y profesa el corazón,
y así cumplan con las obras de voluntad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amen.
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo, Nuestro Señor,
En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.
que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre
Todopoderoso.
Desde allí, ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y
la vida eterna. Amén.
Lectura
202. entonces el celebrante toca con el pulgar los oídos derecho e izquierdo de cada
uno de los elegidos, y la boca, sobre los labios serrados, mientras dice:
203. En este momento se puede imponer el nuevo nombre (si no se hubiera dado
antes según la norma del n. 88), ya sea un nombre cristiano, ya un nombre según el
uso civil de la región, con tal que pueda asumir sentido cristiano. A veces, si la
circunstancia lo permiten y los elegidos son pocos, bastara que se le explique al elegido
la significación cristiana del nombre recibido anteriormente de sus propios padres.
Lecturas
204. Después de un canto apropiado, si lo aconsejan las circunstancias, se puede
tener una lectura, que el celebrante glosara brevemente, v, gr.:
205. El celebrante interroga a cada elegido acerca del nombre que haya escojido
cada uno. Después, si es oportuno (cfr. n. 203), dice:
Elegidos:
Todos:
Amen.
Elegidos:
Amen.
213. Antes de empezar las letanías los que van a bautizarse con sus
padrinos y madrinas se acercan a la fuente bautismal, ante la cual se
detienen, sin impedir la visón de los fieles. Pero si son muchos los que van a
ser bautizados, pueden trasladarse a la fuente bautismal mientras cantan las
letanías.
El celebrante se dirige a los presentes, y les hace esta o parecida monición:
Letanías
214. Después se cantan las letanías, en las que se pueden añadir algunos nombres
santos, especialmente el Titular de la Iglesia o de los Patronos del lugar, y de los
Patronos de los que van a ser bautizados.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Todos:
Amén.
Fórmula A
Elegidos:
– Sí, renuncio.
O bien:
Fórmula B
- ¿Renuncias a Satanás?
Elegidos:
- Si, renuncio
Celebrante:
- ¿y a todas sus obras?
Elegidos:
- Si, renuncio.
Celebrante:
- ¿y a todas sus deducciones?
Elegidos:
- Si, renuncio.
Fórmula C
Elegidos:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Renunciáis a las seducciones del mal, para que no domine en
vosotros el pecado?
Elegidos:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Elegidos:
– Sí, renuncio.
218. Si se hubiera hecho ya la unción con el Óleo de los catecúmenos, durante los
ritos para la preparación inmediata (nn. 206-207), el celebrante dice:
Elegidos:
Amén.
Cada uno de los elegidos son ungidos con el Óleo de los catecúmenos en el
pecho o en ambas manos o también en otras partes del cuerpo, si parece oportuno.
Si fueran muy numerosos los elegidos, puede llamarse a varios ministros.
Esta unción puede omitirse a juicio de la Conferencia Episcopal.
Profesión de fe
Elegidos:
– Sí, creo.
Celebrante:
Celebrante:
– ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la
comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección
de la carne y en la vida eterna?
Elegidos:
– Sí, creo.
220. Si el Bautismo se hace por inmersión de todo el cuerpo de la cabeza nada más,
hágase con pudor y decorosamente.
El celebrante, tocando al elegido, le sumerge todo o solo la cabeza por tres veces
consecutivas, y sacándole otras tantas veces, le bautiza invocando una sola vez a la
Santísima Trinidad:
y del Hijo
y del Hijo
222. Cuando son muchos los elegidos que van a bautizarse, si hubiera varios
sacerdotes o diáconos, pueden distribuirse entre los distintos ministros que los
sumergen o vierten el agua sobre ellos, pronunciando mientras tanto cada uno de los
ministros la formula en singular.
Mientras se realiza el rito, es de desear que se entone algún canto por el pueblo.
También se puede hacer una lectura, o guardar un religioso silencio.
RITOS EXPLANATIVOS
223. Después del Bautismo, se desarrollan a continuación los ritos explanativos (nn.
224-226). Acabados estos, de ordinario se celebra la Confirmación (nn. 227-231); en
este caso se omita la unción después del Bautismo.
Bautizados:
Amén.
Bautizados:
Amén.
A las palabras Recibid, pues, la blanca vestidura los padrinos o madrinas imponen a
los neófitos la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro
color más a propósito.
Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.
226. Después la celebrante toma, o al menos toca, con las manos el cirio pascual,
diciendo:
Bautizados:
Amén.
CELEBRACION DE LA CONFIRMACION
227. Entre el Bautismo y la Confirmación se puede entonar por la asamblea, si se
juzga oportuno, un canto a propósito.
La Confirmación puede celebrarse en el presbiterio o en el baptisterio, según lo
aconsejen las condiciones del local.
Después el celebrante (teniendo junto a sí a los presbíteros que le asisten), de pie y con
las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:
R/. Amén.
231. Entonces un ministro ofrece al celebrante el santo Crisma, y los que van a
confirmarse se acercan uno a uno al celebrante; o si se prefiere, el mismo celebrante se
acerca a ellos. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del
neófito, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí
mismo.
El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el Crisma, hace la
señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:
El confirmado:
Amén.
El celebrante añade:
La paz sea contigo.
El confirmado:
Y con tu espíritu.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
234. Conviene que los neófitos pueden recibir la sagrada Comunión bajo ambas
especies, juntamente con los padrinos, madrinas, padres y cónyuges más los
catequistas seglares.
Antes de la Comunión, o sea antes del Ecce Agnus Dei (Este es el Cordero de
Dios), el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es
la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana.
EL TIEMPO DE LA «MYSTAGOGIA»
235. Para que los primeros pasos de los neófitos sean seguros, es de desear que en
todas estas circunstancias sean ayudados con interés y amistad por la comunidad de
los fieles, por sus padrinos y pastores. Póngase todo empeño en conseguir su plena y
gustosa integración en la comunidad.
236. Durante todo el tiempo pascual, en las Misas dominicales, resérvese un sitio
entre los fieles, especial para los neófitos. Estos han de procurar asistir a las Misas con
sus padrinos. En la homilía y, según la oportunidad, también en la oración universal,
téngase en cuenta su presencia.
238. En el aniversario del Bautismo sería de desear que los neófitos se reunieran de
nuevo para dar gracias a Dios, y para cambiar entre sí sus experiencias personales y
para renovar las energías espirituales.
239. Para comenzar su trato pastoral con los nuevos miembros de su Iglesia, cuide
el Obispo, especialmente si no hubiera podido presidir en persona los sacramentos de
la iniciación, que al menos una vez al año, en cuanto sea posible, se reúna con los
neófitos últimamente bautizados y presida la celebración de la Eucaristía, en la cual
puede darles la comunión bajo ambas especies.
CAPÍTULO II
FORMA SIMPLIFICADA DE
LA INICIACIÓN DE UN ADULTO
241. Antes de ser bautizado el candidato, que habrá elegido un padrino (o madrina)
(cfr. ibi., nn. 12 y 19, § 2), conviene que sea instruido y preparado en el tiempo
oportuno para que se decanten y purifiquen mejor las razones por las que haya
pedido el Bautismo y pueda madurar su
conversión y su fe.
RITO DE ADMISIÓN
Candidato:
– La fe.
Celebrante:
– ¿Qué te otorga la fe?
Candidato:
– La vida eterna.
También puede hacer las preguntas el celebrante con otras palabras, y aceptar
respuestas libres y espontáneas del candidato: v. gr., después de la primera
interrogación: – ¿Qué pides? – ¿Qué quieres? – ¿Para qué?, se puede responder: – La
gracia de Cristo, – La entrada en la Iglesia, o bien: – La vida eterna, u otra respuesta
conveniente, a las cuales el celebrante acomodará sus preguntas sucesivas.
Candidato:
– Sí, lo he cumplido.
Celebrante:
Padrino:
– Estoy dispuesto.
Oremos.
Te damos gracias, Padre misericordioso, por N.
a quien ayudaste de muchas maneras
para que te buscara,
y hoy, ante la Iglesia, responde a tu llamada.
Concédele, pues, benignamente,
que logre llegar con alegría
a la plena realización
de tu designio de amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Entrada en la Iglesia
251. Después el celebrante invita al candidato con estas o parecidas palabras:
N. entra en la iglesia
para que tengas parte con nosotros
en la mesa de la palabra de Dios.
LITURGIA DE LA PALABRA
252. Cuando el candidato con su padrino (madrina) hayan llegado a sus puestos, y
el celebrante al presbiterio, omitidos los ritos iniciales de la Misa, comienza la liturgia
de la palabra.
Lecturas y homilía
253. Las lecturas con los salmos responsoriales y los versículos antes del Evangelio
se eligen de entre los que se indican en el n. 388; se pueden tomar también las lecturas
del domingo o festividad del día. Después se tiene la homilía.
Oremos por este querido candidato, que pide los sacramentos de Cristo, y
también por nosotros pecadores, para que, acercándonos a Cristo con
corazón creyente y penitente, caminemos sin desmayo en la renovación de la
vida.
Lector:
Para que los que hemos muerto al pecado por el Bautismo, salvados por
Cristo, podamos mostrar su gracia, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Para que este siervo, que confía en la misericordia de Dios con corazón
arrepentido, se disponga a salir al encuentro de Cristo Salvador, roguemos al
Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Para que, siguiendo a Cristo, que quita el pecado del mundo, sane del
contagio de este pecado y rompa todas sus ataduras, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Para que sea purificado por el Espíritu Santo y bajo su guía sea dirigido a
la santidad plena, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Para que, con sepultado con Cristo por el sacramento del Bautismo, muera
al pecado y siempre viva para Dios, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Lector:
Para que el mundo entero, en favor del cual el Padre entregó a su amado
Hijo, crea en su amor y a él se convierta, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Todos:
Amén.
Todos:
Amén.
Todos:
Amén.
Todos:
Amén.
Renuncia
Fórmula A
Candidato:
– Sí, renuncio.
O bien:
Fórmula B
– ¿Renuncias a Satanás?
Candidato:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Y a todas sus obras?
Candidato:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿y a todas sus seducciones?
Candidato:
– Sí, renuncio.
O bien:
Fórmula C
Celebrante:
– ¿Renunciáis a las seducciones del mal, para que no domine en ti el
pecado?
Candidato:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Candidato:
– Sí, renuncio.
Las conferencias Episcopales, con justo motivo, pueden acomodar estas tres fórmulas,
especialmente donde sea necesario que el elegido renuncie a supersticiones, presagios
y sortilegios (cfr. n. 80).
Profesión de fe
Candidato:
– Sí, creo.
Celebrante:
– ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa
María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está
sentado a la derecha del Padre?
Candidato:
– Sí, creo.
Celebrante:
– ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de
los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en
la vida eterna?
Candidato:
– Sí, creo.
y del Hijo
Le sumerge por segunda vez
Después del Bautismo, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer una breve
aclamación (cfr. n. 390).
RITOS EXPLANATIVOS
Bautizado:
Amén.
Bautizado:
Amén.
265. Después la celebrante toma, o al menos toca, con las manos el cirio pascual,
diciendo:
Bautizado:
Amén.
CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN
268. El celebrante habla brevemente al neófito, que está ante él, con estas o
parecidas palabras.
Después el celebrante, de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a este siervo tuyo
y lo libraste del pecado, escucha nuestra oración
y envía sobre él el Espíritu Santo Paráclito;
llénalo de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
El confirmado:
Amén.
El celebrante añade:
El confirmado:
Y con tu espíritu.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
271. Omitido el Símbolo, inmediatamente se hace la oración universal, en la que
participa el neófito por primera vez.
El neófito lleva las ofrendas al altar.
273. Conviene que el neófito reciba la sagrada Comunión bajo ambas especies,
junto con el padrino, madrina, padres y cónyuge, más los catequistas seglares.
Antes de la comunión, o sea antes del Ecce Agnus Dei (Este es el Cordero de Dios),
el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la
culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana.
entonces es mejor que, con permiso del Obispo, al rito abreviado se le añadan uno o
varios elementos del Ritual completo.
276. Las acomodaciones, que los pastores han de hacer razonablemente, se pueden
determinar
combinando elementos del rito abreviado y otros del rito más completo, del modo
siguiente:
1. Añadiendo sencillamente otros ritos: v.gr. ritos del tiempo del catecumenado
(nn. 106-132), «entregas» (nn. 183-192).
2. Dividiendo y ampliando, ya el rito de la admisión (nn. 245-251), ya la liturgia
de la palabra (nn. 252-256). En el rito de la admisión, los nn: 245-247 se pueden
aumentar al modo del rito de entrada en el catecumenado (nn. 73-97);
quitando, si parece oportuno, los nn. 246-247, los números posteriores (248-
249) pueden dar paso al rito de la elección. En la liturgia de la palabra, los nn.
253-255 se pueden adaptar a uno u otro escrutinio (nn. 160-179), etc.
3. Empleando parte de este rito sencillo en lugar de otros ritos del Ritual común o
completo; o bien, cuando se recibe a los «fautores» (vulgarmente
«simpatizantes») (cfr. Observaciones previas, n. 12 § 3), juntando el rito para
la entrada en el catecumenado (nn. 73-97) y el de la elección (nn. 143-151).
278. Al que se encuentra en peligro próximo de muerte, sea catecúmeno o no, se le puede
bautizar con el rito breve que viene a continuación en los nn. 283-294, con tal de
que pueda oír las preguntas y responda a ellas.
279. Si ya ha sido recibido como catecúmeno, debe prometer que, una vez recuperada la
salud, acabará la catequesis acostumbrada. Si no es catecúmeno, conviene que dé
señales claras de la conversión a Cristo y de la renuncia a los cultos paganos, y no
esté ligado con obstáculos morales en su vida (v.gr. poligamia «simultánea», etc.),
además ha de prometer que después de recobrar la salud, seguirá todo el curso de
la iniciación que le corresponda.
280. Este rito se adapta especialmente para que lo dirijan catequistas y seglares.
Sin embargo, también el presbítero y el diácono, en caso de necesidad urgente, lo
pueden utilizar; pero, de ordinario, el presbítero y el diácono es mejor que utilicen el
rito que hemos llamado sencillo (nn. 240-273), introduciendo los cambios necesarios al
lugar y al tiempo.
Así el presbítero que bautiza, y tenga a mano el sagrado Crisma, si hay tiempo
suficiente, no omita, después del Bautismo, conferir también la Confirmación,
omitiendo en este caso la crismación después del Bautismo (n. 263).
Igualmente, si es posible, lo mismo el presbítero que el diácono, y en su caso, el
catequista o seglar que tenga facultad de distribuir la sagrada comunión, no dejen de
administrar la Eucaristía al neófito. En este caso, se puede llevar el sacramento antes
de la celebración del rito, y durante la ceremonia se coloca respetuosamente el
sacramento sobre una mesa cubierta con un mantel blanco.
282. Para aquellos que estén, sea en peligro próximo, sea en el momento de la muerte,
procúrese que, si recobran la salud, sean instruidos con la debida catequesis, y que
recibidos en la iglesia en el tiempo oportuno, se les den los otros sacramentos de la
iniciación. En este caso, guárdense con las debidas acomodaciones los principios
que se establecen en los nn. 295- 305.
Rito inicial
Diálogo
285. Después, volviendo al enfermo, el ministro le interroga de nuevo con estas o
parecidas palabras:
Enfermo:
– Sí, lo sé.
Ministro:
– Pero juntamente con la fe en Jesucristo, también te será necesario que
quieras cumplir sus mandamientos, como hacen los cristianos: ¿también
sabes esto?
Enfermo:
– Sí, también lo sé.
Ministro:
– ¿Quieres, pues, vivir como los cristianos?
Enfermo:
– Sí, quiero.
Ministro:
– Promete, pues, que después de que recobres las fuerzas, emplearás el tiempo
necesario para conocer mejor a Cristo, y que seguirás el curso de la
instrucción cristiana.
Enfermo:
– Lo prometo.
286. Entonces, vuelto al padrino y a los testigos, el ministro les interroga con estas o
parecidas palabras:
– Tú, que has oído su promesa (o bien: la promesa de N.) como padrino,
¿prometes que se la recordarás y le ayudarás para que aprenda la doctrina
de Cristo, para que frecuente la comunidad y se haga buen cristiano?
Padrino:
– Lo prometo.
Ministro:
– y vosotros, que estáis como testigos ¿os hacéis fiadores de su promesa?
Testigos:
– Sí, nos hacemos fiadores.
Súplicas
– En favor de este enfermo, que pide la gracia del Bautismo, por su padrino, y
por toda su familia y amigos, invoquemos la misericordia de Dios
omnipotente.
Todos:
Amén.
Renuncia y profesión de fe
Enfermo:
– Sí, renuncio.
Según las circunstancias el ministro puede utilizar la fórmula más extensa (cfr. n.
217) y la acomodación de que trata el n. 80. Y continua:
Enfermo:
– Sí, creo.
Ministro:
– ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa
María Virgen, murió, fue sepultado, ¿resucitó de entre los muertos y está
sentado a la derecha del Padre?
Enfermo:
– Sí, creo.
Ministro:
– ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de
los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la
vida eterna?
Enfermo:
– Sí, creo.
Rito de la Confirmación
Después, si es oportuno, invita a los presentes para que oren en silencio algunos
momentos. Acabada la oración; el presbítero, imponiendo las manos sobre el que va a
confirmarse, dice:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu
Santo, a este siervo tuyo
y lo libraste del pecado, escucha nuestra
oración y envía sobre él el Espíritu Santo
Paráclito; llénalo de espíritu de sabiduría y de
inteligencia, de espíritu de consejo y de
fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad, y
cólmalo del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
El confirmado:
Amén.
El presbítero añade:
El confirmado:
Y con tu espíritu.
En caso de necesidad urgente, basta que se haga la crismación con las palabras
Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo, anteponiendo, si es posible, la
imposición de manos con la oración Dios todopoderoso.
Después de la Confirmación se puede dar al neófito la sagrada Comunión, con el
rito descrito en el n. 294. En otro caso, la ceremonia concluye con el rezo de la
Oración dominical.
Sagrada Comunión
El Cuerpo de Cristo.
Y el neófito responde:
Amén.
Todos:
Amén.
295. Las sugerencias pastorales que siguen se refieren a los adultos que recibieron el
Bautismo cuando eran muy niños, y después no recibieron ninguna instrucción
catequética ni, por tanto, han sido admitidos a la Confirmación y a la Eucaristía.
Pueden, sin embargo, equiparse a casos similares, especialmente al caso del adulto que
haya sido bautizado en peligro de muerte o ya moribundo.
Aunque tales adultos nunca hayan oído hablar del misterio de Cristo, sin embargo,
su condición difiere de la condición de los catecúmenos, puesto que aquéllos ya han
sido introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el Bautismo. Por tanto, su
conversión se funda en el Bautismo ya recibido, cuya virtud deben desarrollar
después.
296. Por la misma razón que en el caso de los catecúmenos, la preparación de estos
adultos requiere tiempo prolongado (cfr. Observaciones previas, n. 21), para que la fe
infundida en el Bautismo pueda crecer, llegar a la madurez y ser grabada plenamente
por medio de la formación pastoral que se les proporciona; y conviene que su vida
cristiana sea confirmada por la oportuna enseñanza que se les propone, por la
catequesis adecuada a ellos, por el trato con la comunidad de los fieles y por la
participación en algunos ritos litúrgicos.
299. Los adultos son presentados a la comunidad por un fiador. Pero en el tiempo
de su formación cada uno de ellos elige, con la aprobación del sacerdote, su padrino,
que como delegado de la comunidad actuará junto a él, y tendrá para con él los
mismos deberes que el padrino para su catecúmeno (cfr. Observaciones previas, n.
43). Por cierto, que el padrino elegido en este tiempo, puede ser el que lo fue del
Bautismo, con tal de que realmente sea capaz de cumplir este oficio.
302. Para significar la acción de Dios en esta obra de preparación, sería muy
oportuno emplear algunos de los ritos propios del catecumenado, que respondan a la
condición especial de estos adultos ya su provecho espiritual, como son las «entregas»
del Símbolo, de la Oración dominical y también de los Evangelios.
306. Este Ritual está destinado a los niños que, habiendo sido Bautizados en la
infancia, y llegados a la edad de la discreción y de la catequesis, vienen para la
iniciación cristiana, ya traídos por sus padres o tutores, ya espontáneamente, pero con
su permiso. Estos niños ya son idóneos para concebir y alimentar una fe propia, y
tienen en sí mismos algún sentido del deber de conciencia. Sin embargo, todavía no
pueden ser tratados como adultos, puesto que poseen una mentalidad infantil,
dependen de los padres o tutores y se dejan influir excesivamente por los compañeros
y por el ambiente.
a) Puesto que los niños que han de ser iniciados pertenecen generalmente a algún
grupo de compañeros de su edad, bautizados ya de tiempo atrás, que se preparan
en la catequesis para la Confirmación y la Eucaristía, la iniciación que reciben
avanza progresivamente, y se apoya sobre la base del mismo grupo catequético.
b) Pero es de desear también que esos niños reciban, además, en cuanto sea posible, la
ayuda y el ejemplo de sus padres, cuyo permiso se requiere para comenzar la
iniciación y para llevar en el futuro la nueva vida cristiana. Por otra parte el
tiempo de la iniciación proporcionará ocasiones oportunas a la familia para tratar
con los sacerdotes y catequistas.
309. Según las circunstancias, ayudará no poco el reunir a varios niños, que se
hallen en la misma situación, para las ceremonias de cada etapa, a fin de que con el
ejemplo mutuo se ayuden a caminar en el catecumenado.
310. En lo que toca al tiempo de las celebraciones, sería de desear que, en cuanto sea
posible, el último tiempo de la preparación coincidiera con la Cuaresma, y que los
sacramentos se celebren en la Vigilia Pascual (cfr. Observaciones previas, n. 8). Pero
antes de que los niños que sean admitidos a los sacramentos en las fiestas pascuales,
hay que asegurarse bien de que están capacitados, y de que el tiempo litúrgico
corresponda al grado de la formación catequética en que los candidatos a los
sacramentos de la iniciación se acerquen a ellos al mismo tiempo que sus compañeros,
bautizados ya de tiempo atrás, son admitidos a la Confirmación y a la Eucaristía.
311. Las ceremonias deben celebrarse con participación activa de algún grupo, que
se componga de un número conveniente de fieles, entre los que deben estar los padres
y parientes, así como los compañeros de estudios catequéticos y algunos adultos
allegados a los interesados. Porque, hablando en general, no es deseable la presencia
de toda la comunidad parroquial, basta con que esté representada, cuando se inician
los niños de esa edad.
312. Este Ritual aquí elaborado, puede recibir las acomodaciones y adiciones que
juzguen oportunas las Conferencias Episcopales, para que respondan a las
necesidades y circunstancias de cada región y a sus peculiares circunstancias
pastorales. Se puede introducir, adaptado a la edad de los niños, el rito de las
«entregas» que se usan para los adultos (cfr. nn. 103, 125, 181-192). Además, cuando
este «Ordo» se traduzca a las lenguas vernáculas, hay que cuidar que las moniciones,
súplicas y oraciones se acomoden a la mentalidad de los niños. Si se juzga oportuno,
cuando alguna oración del Ritual Romano se traduzca a la lengua del lugar, se puede
aprobar por la
Conferencia Episcopal otra oración, que proponga las mismas ideas, pero de modo
más apropiado a los niños (cfr. Observaciones previas acerca de la iniciación
cristiana, n. 32).
313. Los ministros que empleen este Ritual, usen con libertad y sensatez de las
facultades y atribuciones que se les conceden en las Observaciones generales previas
(nn. 34 y 35), en las Observaciones previas particulares del Ritual del Bautismo de los
niños (n. 86) y de la iniciación de adultos (n. 67).
PRIMER GRADO
314. Este rito debe celebrarse ante una asamblea poco numerosa, pero activa, para
que no se turben los niños con la muchedumbre (cfr. n. 311). Asistan, en cuanto sea
posible, los padres o tutores de los candidatos. Pero si no pudieran venir, manifiesten
el consentimiento dado a los niños, y en su lugar haya «fiadores» («sponsores») (cf. n.
42), a saber, fieles idóneos para hacer las veces de los padres en este acto, y para
presentar a los niños.
315. La celebración hágase en la iglesia, o en un local lo más apto posible, para que,
según la edad y capacidad de los niños, se favorezca la vivencia íntima de la admisión.
La primera parte o rito de la introducción hágase según las circunstancias del lugar,
ya a la entrada de la iglesia, ya en otro local; la segunda parte o liturgia de la palabra
en la misma iglesia o en un local elegido para esto.
RITO DE ADMISIÓN
316. El celebrante, revestido con las vestiduras litúrgicas, se acerca al lugar en que
están reunidos los niños con sus padres o tutores, o también, si el caso lo requiere, con
los «fiadores» («sponsores»). Y saluda con afabilidad y sencillez a los niños y a los
presentes.
Monición previa
317. Después les dirige la palabra a los candidatos y a sus padres, mostrándoles el
gozo y la satisfacción de la Iglesia. A continuación, les invita, como también a los
«fiadores», si los hay, para que se acerquen a él.
Diálogo
318. Luego el celebrante interroga a cada niño, a no ser que sean muy numerosos,
con estas o parecidas palabras:
Niño:
– Quiero hacerme Cristiano.
Celebrante:
– ¿Por qué quieres hacerte cristiano?
Niño:
– Porque creo en Cristo.
Celebrante:
– Y la fe en Cristo, ¿qué te otorga?
Niño:
– La Vida eterna.
El celebrante puede hacer las preguntas con otras palabras y admitir las
respuestas espontáneas de los niños: Quiero hacer la voluntad de Dios, Quiero seguir la
palabra de Dios, Quiero bautizarme, Quiero la fe, Quiero ser amigo de Jesús, Quiero
entrar en la familia de los cristianos, etc.
Pero si los niños son muy numerosos, el celebrante puede interrogarlos a todos a la
vez y suscitar las respuestas de algunos, y después preguntar a los demás si están de
acuerdo.
Estas últimas palabras de Cristo, las pueden repetir los niños si parece oportuno,
para mostrar así su asentimiento.
320. Luego el celebrante habla de nuevo a los niños y les ruega que pidan el
consentimiento a sus padres o a sus «fiadores», que les presentan. Lo cual se puede
hacer del modo siguiente, o de otro modo parecido:
Los niños van a sus padres o «fiadores», y vuelven con ellos delante del celebrante,
que prosigue:
Queridos padres, vuestros hijos, N. y N., piden que les preparemos para el
Bautismo. ¿Les dais el consentimiento que ellos Desean?
Padres:
Celebrante:
Padres:
– Sí, estamos dispuestos.
321. Después el celebrante interroga a todos los presentes con estas palabras u otras
semejantes:
Como para proseguir el camino que hoy empiezan estos niños necesitan del
auxilio de nuestra fe y de nuestra caridad, os pregunto también a vosotros,
amigos y compañeros de los niños: ¿estáis dispuestos a colaborar para que
lleguen gradualmente al Bautismo?
Todos:
Signación
En seguida el celebrante, pasando ante los niños, hará la señal de la cruz sobre la
frente de cada uno, sin decir nada.
Si es oportuno (cfr. n. 323), invita a los padres y catequistas a que, también ellos,
en silencio hagan la señal de la cruz sobre la frente de los niños:
También vosotros, padres de estos niños y catequistas (N. y N.), puesto que
sois de Cristo, signadlos con la señal de Cristo.
323. Si parece oportuno, a los niños, especialmente a los que son todavía muy
pequeños, se les puede signar también en alguna otra parte del cuerpo. Lo cual
solamente hará el sacerdote diciendo estas palabras:
El celebrante dice, mientras signa los oídos:
Te signo con la señal de la cruz en los oídos, para que oigas las palabras de
Cristo.
Te signo con la señal de la cruz en los ojos, para que veas las obras de
Cristo.
Te signo con la señal de la cruz en los labios, para que hables a imitación de
Cristo.
Niño:
Amén.
324. Después el celebrante invita a los catecúmenos a que se acerquen, con estas o
parecidas palabras:
Ahora, pues, podéis ocupar vuestro lugar entre los cristianos reunidos.
Venid, pues, para oír al Señor, que nos habla a nosotros, y para orar con
nosotros.
Oído esto, los niños se acercan a la asamblea y ocupan su puesto, o con sus padres
(«fiadores») o con sus compañeros, de modo que en todos quede claro que ellos tienen
ahora parte con la asamblea.
Entre tanto se canta el salmo 94, o bien el 121, o bien se entona otro canto
apropiado.
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas y homilía
o bien:
327. Se recomienda algún tiempo de silencio, en el que los niños, invitados por el
celebrante, oren en su corazón. Sigue algún canto a propósito.
Súplicas
329. Después, con estas o parecidas palabras, se hacen las siguientes súplicas:
Celebrante:
Oremos por estos queridos niños, que son vuestros hijos o vuestros
compañeros y amigos, y que ahora se acercan a Dios.
Lector:
– Que aumentes más cada día su deseo de vivir con Jesús:
R/. Te lo pedimos, Señor.
Lector:
– Que, viviendo en la Iglesia, encuentren en ella la felicidad:
R/. Te lo pedimos, Señor.
Lector:
– Que, en la preparación del Bautismo, les concedas fortaleza y perseverancia:
R/. Te lo pedimos, Señor.
Lector:
– Que les libres con bondad de la tentación del temor y del desaliento:
R/. Te lo pedimos, Señor.
Lector:
– Que les des con largueza la alegría de recibir el Bautismo, la Confirmación y
la Eucaristía:
R/. Te lo pedimos, Señor.
Todos:
Amén.
330. Estos ritos penitenciales, que señalan el paso entre las diversas etapas del
catecumenado, pertenecen al género de los escrutinios, que tienen lugar en el Ritual
de la iniciación de los adultos (nn. 152-180). Por tanto, como tienen una finalidad
similar, se pueden utilizar y acomodar las normas que se establecen para los
escrutinios (nn. 25-1, 154-159).
332. Estos ritos, en los que participan a una con los catecúmenos sus padrinos
(madrinas) y sus compañeros de catequesis, son apropiados para todos los asistentes,
de modo que se conviertan en celebraciones penitenciales también para los que no son
catecúmenos. En realidad, durante esta ceremonia, algunos niños ya bautizados de
tiempo atrás, y pertenecientes al grupo catequístico, pueden ser admitidos por
primera vez al sacramento de la Penitencia. En tal caso, procúrese que en la
celebración se añadan oportunamente las moniciones, intenciones de la oración y los
actos que requieran estos niños.
333. Los ritos penitenciales se celebran en Cuaresma, si los catecúmenos han de ser
iniciados en las solemnidades pascuales; en otro caso, se celebran en el tiempo que
parezca más oportuno. Téngase por lo menos un rito penitencial. Si cómodamente se
puede tener otro, mejor. Su esquema será similar al primero; para las súplicas y para
la oración del exorcismo, se emplean los textos de los nn. 164, 171, 178, conveniente-
mente acomodados.
Rito de entrada
Oremos.
Dios clemente y misericordioso, que
revelas tu bondad perdonando y te
llenas de gloria al santificarnos,
dígnate lavarnos de nuestras manchas
a los que reconocemos nuestros
pecados, y restablece la vida en
nuestros corazones.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
O bien:
Lecturas y homilía
Súplicas
338. Después de algún tiempo de silencio, que aprovechan todos para prepararse a
la constricción del corazón, el celebrante invita a la asamblea a la oración.
Lector:
– Para que traigamos a la memoria con sinceridad nuestras ligerezas y
pecados, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
– Para que con la sencillez de los hijos de Dios confesemos nuestra fragilidad y
nuestras culpas, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
– Para que desahoguemos ante Cristo nuestro dolor por los pecados que
hemos cometido, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Lector:
Lector:
– Para que aprendamos de nuestro Padre celestial que su amor divino supera
todos los pecados de los hombres, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Se pueden acomodar, según las circunstancias, la monición del celebrante y las
intenciones, usando con las adaptaciones apropiadas los formularios de los números
378, 382 y 386.
Exorcismo
339. Después el celebrante con las manos extendidas sobre los niños, hace la oración
siguiente:
Oremos.
Padre de las misericordias,
que entregaste a tu amado
Hijo para dar al hombre,
oprimido con la esclavitud del pecado,
la libertad de tus hijos, escucha a estos siervos
tuyos, que ya han experimentado las tentaciones
y reconocen sus propias culpas, y mira con
clemencia su esperanza. Concédeles pasar de las
tinieblas a la luz que no se apaga, limpiarse de
los pecados, y, llenos de paz, marchar ilesos bajo
tu protección por el camino de la vida. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Todos:
Amén.
Niños:
Amén.
Todos son ungidos con el Óleo de los catecúmenos en el pecho o en las dos manos o
también, si parece oportuno, en otras partes del cuerpo.
A juicio de la Conferencia Episcopal, esta unción se puede omitir o diferir para el
día de la celebración del Bautismo (cfr. n. 218). En tal caso el celebrante les dice a
todos los catecúmenos:
Niños:
Amén.
Niños:
Demos gracias a Dios.
O bien los envía a sus puestos, y los niños no salen de la Iglesia. En ese caso el
celebrante dice:
343. Para mostrar la índole pascual del Bautismo, se aconseja celebrar este
sacramento en la Vigilia pascual o en un domingo, pues en ellos la Iglesia conmemora
la resurrección del Señor (cfr. Orientaciones doctrinales y pastorales del Rito del
Bautismo de los niños, n. 46), teniendo en cuenta lo que se dice en el n. 310.
344. El Bautismo se celebra en la Misa, en la cual participan por primera vez los
neófitos. En esta misma celebración se confiere la Confirmación por el Obispo o por el
presbítero que administra el Bautismo.
345. Si el Bautismo se celebra fuera de la Vigilia o del día de Pascua, se dice la Misa
del día o la Misa ritual de la iniciación cristiana. Se eligen las lecturas de entre las que
se proponen en el n. 388, pero también se pueden leer las lecturas del domingo o de la
festividad.
347. Reunidos los niños catecúmenos con sus padres (tutores), padrinos (madrinas),
compañeros y amigos y los demás fieles, comienza la Misa y se hace la liturgia de la
palabra con las lecturas anteriormente indicadas.
Sigue la homilía.
Monición del celebrante
348. Después de la homilía, los catecúmenos con sus padres y padrinos se acercan a
la fuente bautismal. El celebrante habla a la familia, a los compañeros y a todos los
fieles presentes, empleando esta monición u otra similar:
Profesión de fe
Profesión de fe de la comunidad
Creo en Dios
Padre Todopoderoso,
creador del cielo y de
la tierra. Creo en
Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los
infiernos,
al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está
sentado a la derecha de Dios
Padre Todopoderoso.
Desde allí, ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la
santa Iglesia católica, la comunión de los
santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
352. El celebrante, vuelto hacia los niños catecúmenos, les habla brevemente, con
estas o parecidas palabras:
Formula A
Niños:
– Sí, renuncio.
O bien:
Fórmula B
Niños:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Renunciáis a las seducciones del mal, para que no domine en vosotros
el pecado?
Niños:
– Sí, renuncio.
Celebrante:
– ¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Niños:
– Sí, renuncio.
Unción con el Óleo de los catecúmenos
Niños:
Amén.
Todos los niños son ungidos con el Óleo de los catecúmenos en el pecho o en las dos
manos o también, si parece oportuno, en otras partes del cuerpo.
Si fueran bastante numerosos los elegidos, pueden intervenir varios ministros.
Profesión de fe
355. Después el celebrante, informándose a tiempo del nombre de los que van a ser
bautizados, por medio del padrino (madrina), interroga a cada uno:
Niño:
– Sí, creo.
Celebrante:
– ¿Crees en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa
María Virgen, murió, fue sepultado, ¿resucitó de entre los muertos y está
sentado a la derecha del Padre?
Niño:
– Sí, creo.
Celebrante:
– ¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión
de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y
en la vida eterna?
Niño:
– Sí, creo.
y del Hijo
El padrino o la madrina impone la mano derecha sobre el hombro derecho del que se
bautiza.
357. Si los neófitos van a ser confirmados inmediatamente, se omite la unción del
Crisma que sigue al Bautismo (n. 358) y se hacen a continuación los otros ritos
explanativos (nn. 359 y 360).
RITOS EXPLANATIVOS
Bautizados:
Amén.
Después, en silencio, el celebrante unge con el santo Crisma a cada niño en la parte
superior de la cabeza.
Pero si los bautizados son muy numerosos y están presentes varios sacerdotes o
diáconos, cada uno puede ungir con el Crisma a varios bautizados.
Bautizados:
Amén.
A las palabras Recibid, pues, la blanca vestidura los padrinos (o madrinas) imponen
a los neófitos la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro
color más a propósito.
Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.
360. Después la celebrante toma, o al menos toca, con las manos el cirio pascual,
diciendo:
Bautizados:
Amén.
CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a estos siervos tuyos y los libraste del pecado,
escucha nuestra oración y envía sobre ellos el
Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de
sabiduría y de inteligencia, de espíritu de
consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y
de piedad,
y cólmalos del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
365. Entonces un ministro ofrece al celebrante el santo Crisma, y los que van a
confirmarse se acercan uno a uno al celebrante; o si se prefiere, el mismo celebrante
se acerca a ellos. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del
neófito, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí
mismo.
El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el Crisma, hace la
señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:
El confirmado:
Amén.
El celebrante añade:
La paz sea contigo.
El confirmado:
Y con tu espíritu.
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
368. Los neófitos pueden recibir la sagrada Comunión bajo ambas especies,
juntamente con los padres, padrinos, madrinas, y los catequistas seglares.
Antes de la Comunión, o sea antes del Ecce Agnus Dei (Este es el Cordero de Dios),
el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la
culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana. Como es lógico, el
celebrante también atiende a los que, bautizados de tiempo atrás, se acercan por
primera vez a la mesa divina para comulgar.
EL TIEMPO DE LA «MYSTAGOGIA»
370. Al n. 76: Fórmulas de monición antes de la primera adhesión del candidato que
se hace catecúmeno:
1
Celebrante:
Dios nos creó a nosotros los hombres y al mundo y en él se mueven todos los
vivientes. El ilumina nuestras mentes para que le conozcamos y le demos culto.
Él nos envió a su testigo fiel, Jesucristo, para que nos anunciara a nosotros lo
que él vio, celeste y terrestre.
Para vosotros, que os alegráis de la venida de Cristo, ha llegado el tiempo
de escucharle, para que le conozcáis con nosotros, para que améis a vuestro
prójimo, y así obtengáis la vida celeste. ¿Estáis dispuestos a abrazar esta vida
con la ayuda de Dios?
Candidatos:
2
Celebrante:
Candidatos:
Candidatos:
¡Lejos de nosotros el servir a otros señores fuera del Dios verdadero!
Celebrante:
No abandonéis a Cristo Jesús, Señor de los vivos y de los muertos, que
impera sobre todos los espíritus y sobre los demonios, para venerar de nuevo a
N. (aquí se nombra a las deidades, veneradas con ritos falsos, v.gr.: «fetiches»).
Candidatos:
¡Lejos de nosotros!
Celebrante:
No abandonéis a Cristo Jesús, el único que puede proteger a los hombres,
para volver a procuraros (o bien: a llevar, a emplear) N. (aquí se nombran los
objetos que se utilizan supersticiosamente, v. gr., los amuletos).
Candidatos:
¡Lejos de nosotros!
Celebrante:
No abandonéis a Cristo Jesús, que es la verdad única, para acudir de nuevo
a los hechiceros, adivinos y magos.
Candidatos:
¡Lejos de nosotros!
Salmo responsorial
O bien (22): Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de
ti.
372. A los nn. 113-118: Otras oraciones «ad libitum» para los exorcismos:
1
Oremos.
Señor Jesucristo,
que amas y redimes a los hombres,
puesto que es necesario que todos se
salven en tu nombre, ante el cual se
dobla toda rodilla en el cielo, en la
tierra y en los abismos,
te rogamos humildemente por estos
siervos tuyos, que te adoran como a
Dios verdadero:
mira sus corazones e ilumínalos; arranca de
ellos las envidiosas tentaciones del enemigo;
líbralos de sus pecados y debilidades, para
que sepan discernir lo que es tu voluntad, lo
que te agrada, lo perfecto, obedezcan con
perseverancia a tu Evangelio y se hagan
dignos templos del Espíritu Santo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Oremos.
Señor Jesucristo,
que, enviado por el Padre y
ungido por el Espíritu Santo, quisiste cumplir en
la Sinagoga el oráculo del profeta, proclamando
la liberación a los cautivos y anunciando el
tiempo aceptable a Dios,
te rogamos humildemente por estos siervos
tuyos, que vuelven hacia ti sus oídos y su
corazón:
concédeles que reciban un tiempo oportuno de
gracia.
Que no permanezca angustiada su alma,
ni, agitados por los deseos de la carne,
sean privados de la esperanza de las promesas,
ni escuchen el espíritu que siembra la duda,
sino que, creyendo en ti,
a quien el Padre sometió toda la creación y
constituyó sobre toda criatura,
se sometan al Espíritu de fe y de gracia,
a fin de que conservando la esperanza
a que fueron llamados,
consigan la dignidad del pueblo sacerdotal
y se alegren con el gozo incontenible de la
nueva Jerusalén.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Oremos.
Señor Jesucristo,
que además de apaciguar la tempestad
y librar a los endemoniados,
llamaste al publicano Mateo, para
que se transformara
en ejemplo de tu misericordia
y recordara por los siglos
tu mandamiento de enseñar a todas
las naciones, te rogamos
humildemente por estos siervos
tuyos, que se reconocen pecadores.
Dígnate refrenar la adversa
potestad del enemigo, y concede
a tus siervos que, al experimentar tu
misericordia, sanen de las llagas del
pecado y encuentren la paz del corazón,
se alegren con la novedad del Evangelio
y sigan con toda su alma tu llamamiento.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Oremos.
Dios de infinita sabiduría,
que llamaste al apóstol San Pablo,
para que diera la buena noticia de tu
Hijo a los gentiles, te rogamos
humildemente por estos siervos tuyos,
que desean el santo Bautismo:
Oremos.
Oh Dios, fundador y redentor
de tu pueblo santo, que has traído
a ti a estos catecúmenos con
un amor admirable, míralos hoy, y
purifica sus corazones, completa
en ellos la donación generosa de tu
misterio, para que, siguiendo a Cristo de
todo corazón, merezcan beber el agua de la
salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
374. A los nn. 121-124: Otras oraciones para la bendición de los catecúmenos.
Oremos.
Señor Dios nuestro,
que habitas en las alturas
y no te olvidas de lo insignificante,
y que enviaste a tu Hijo,
nuestro Dios y Señor Jesucristo,
para la salvación del género
humano, mira a los catecúmenos,
siervos tuyos, que se inclinan
humildemente ante ti:
hazlos dignos del Bautismo de la
regeneración del perdón de los
pecados y de la vestidura de la
incorrupción; agrégalos a tu Iglesia
santa, católica y apostólica, para
que glorifiquen tu nombre en nuestra
compañía.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Oremos.
Oh Dios, Señor de todos,
que destruiste a Satanás por tu Hijo unigénito
y, soltando sus cadenas,
libraste a los hombres cautivos,
te damos gracias por estos catecúmenos,
que has llamado:
Oremos.
Oh Dios,
que quieres que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad,
infunde benignamente la fe en los corazones
de los que se preparan para el Bautismo
y agrégalos compadecido a tu Iglesia santa,
para que se hagan dignos del don de la
inmortalidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Oremos.
Señor Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
mira con clemencia a estos siervos tuyos:
Oremos.
Mira, Señor, a tus siervos,
que se adhieren a tu santo
nombre e inclinan su cabeza
ante ti: ayúdalos en toda obra
buena:
despierta sus corazones, para
que, acordándose de tus obras y
mandamientos, se apresuren gozosos a abrazar lo
que es tuyo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
ORACIÓN COLECTA
– Para que, acudiendo a ti con frecuencia en la oración, vivan cada vez más
unidos a ti:
R/. Te rogamos, óyenos.
– Para que, abnegando su amor propio, atiendan más a los otros que a sí
mismos:
R/. Te rogamos, óyenos.
– Para que trasmitan a los demás la alegría que han conseguido con la fe:
R/. Te rogamos, óyenos.
Lectura II. Rm 5, 1-2. 5-8. «El amor de Dios inunda nuestros corazones por el Espíritu
Santo que se nos ha dado».
Hermanos: Justificados por la fe, estamos en paz con Dios...
Versículo antes del Evangelio. Jn 4, 42 y 15: Señor, tú eres de verdad el Salvador del
mundo; dame agua viva; así no tendré más sed.
Evangelio. Jn 4, 5-42 (texto completo) o bien 5-15. 19b-26. 39a. 40-42 (texto
breve); «Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría...
ORACIÓN COLECTA
Concede, Señor, a estos elegidos llegar digna y
conscientemente a la confesión de tu nombre, a
fin de que el poder de tu gloria les alcance la
primitiva dignidad perdida por la culpa
original. Por nuestro Señor Jesucristo.
378. Al n. 163: Otra fórmula «ad libitum» de las súplicas para el primer
escrutinio:
– Para que se vean libres del espíritu de desconfianza, que separa los pasos de
los hombres del camino de Cristo nuestro Señor, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que, esperando el don de Dios, anhelen de todo corazón el agua viva
que brota para la vida eterna, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que puedan acercarse al Evangelio de Cristo todos los pobres del
mundo que carecen de la palabra de Dios, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que todos seamos enseñados por Cristo y, amando la voluntad del
Padre, llevemos a cabo con amor la obra de Dios, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Oremos.
Oh Padre de las misericordias,
que por medio de tu Hijo te compadeciste
benignamente de la Samaritana
y movido por la misma paterna
solicitud
ofreciste la salvación a todos los
pecadores, mira con extraordinario
amor a estos elegidos, que desean
recibir la adopción de los hijos por
los sacramentos:
Lectura I: I S 16, lb. 6-7. 10-13a: «David es ungido rey de Israe1». En aquellos días,
dijo el Señor a Samuel: Llena tu cuerno de aceite...
6 Cuando se presentó vio a Eliab...
Lectura II: Ef. 5, 8-14: «Levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz».
Hermanos: En otro tiempo erais tinieblas...
Versículo antes del Evangelio. Jn 8, 12b: Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien
me sigue tendrá la luz de la vida.
Evangelio. Jn 9, 1-41 (texto largo) o bien 1. 6-9. 13-17. 34-38 (texto
breve): «Fue, se lavó y volvió con vista».
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso,
acrecienta tu familia santa,
dirígela según tu voluntad,
mantenla siempre unida a ti y
gobiérnala con tu amor
incesante, para que alcance la
salvación. Por Jesucristo
nuestro Señor.
– Para que, disipadas las tinieblas, Dios mismo ilumine los corazones de
nuestros elegidos, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que Dios mismo los conduzca benigno a Cristo, hecho luz del mundo,
roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que al abrir sus corazones nuestros elegidos confiesen que Dios es el
Señor de la luz y el testigo de la verdad, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que sal vados por el que quita el pecado del mundo, se vean libres del
contagio y de la opresión de este pecado, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que iluminados por el Espíritu Santo profesen sin cesar el Evangelio de
la salvación y lo comuniquen a los demás, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
Oremos.
Oh Dios, luz que no se apaga y padre de las luces,
que por la muerte y resurrección de Cristo
disipaste las tinieblas de la mentira
y del odio
y derramaste la luz de la verdad y del
amor sobre la familia humana,
te rogamos que tus elegidos,
a los que llamaste para formar parte de
tus hijos de adopción,
puedan pasar de las tinieblas a la claridad,
y, liberados del poder del príncipe de las
tinieblas, permanezcan sin cesar
como hijos de la luz.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Lectura II: Rm. 8, 8-11: «El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros».
Hermanos: Los que están en la carne no pueden agradar a Dios...
Versículo antes del Evangelio. Jn 11, 25a. 26: Yo soy la resurrección y la vida, dice el
Señor; el que cree en mí no morirá para siempre.
Evangelio Jn 11, 1-45 (texto largo) o bien 3-7. 17. 20-27. 33b-45 (texto breve): «Yo soy
la resurrección y la vida». En aquel tiempo un cierto Lázaro... había caído
enfermo... (Texto breve): En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro, le
mandaron recado a Jesús, diciendo...
33 Jesús sollozó...
ORACIÓN COLECTA
– Para que estos elegidos reciban la fe con la que han de confesar que Cristo
es la resurrección y la vida, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que, desatados con la penitencia de los vínculos del pecado, se hagan
conformes a Cristo por el Bautismo, y, muertos al pecado, vivan siempre
para Dios, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Para que, con la esperanza del Espíritu vivificante, se dispongan
resueltamente a la renovación de la vida, roguemos al Señor.
– R/. Escúchanos, Señor.
Oremos.
Oh Padre, fuente de toda vida,
que buscas tu gloria en el hombre que vive y
Señor Jesucristo,
que mandaste a Lázaro salir vivo del
sepulcro, y que con tu resurrección
liberaste de la muerte a todos los
hombres, te rogamos humildemente
por tus siervos, que se apresuran al
agua de la regeneración y a la cena de la
vida:
No permitas que queden detenidos por
el imperio de la muerte, los que por su
fe han de tener parte en la victoria de tu
resurrección.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
388. A los nn. 253 y 345: Lecturas bíblicas para la iniciación cristiana fuera
de la vigilia pascual:
SALMOS RESPONSORIALES
1. Jn 3, 16
2. Jn 8, 12
3. Jn 14, 6
4. Ef 4, 5-6
5. Col 2, 12
6. Col 3, 1
7. 2 Tm 1,10b
8. l Pe 2, 9
EVANGELIOS
1. Mt 16, 24-27
2. Mt 28, 18-20
3. Mc 1, 9-11
4. Mc l0, 13-16
5. Mc 16, 15-16. 19-20
6. Lc 24, 44-53
7. Jn 1, 1-5. 9-14. 16-18
8. Jn 1, 29-34
9. Jn 3, 1-6
10. Jn 3, 16-21
11. Jn 12, 44-50
12. Jn 15, 1-11
389. A los nn. 215, 216, 258, 349: Otras fórmulas para la bendición del agua:
1
Celebrante:
Bendito seas, Dios Padre Todopoderoso, porque has creado el agua que
purifica y da la vida.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor (u otra aclamación apropiada).
Celebrante:
Bendito seas, Dios Hijo único del Padre, Jesucristo, porque de tu costado
abierto hiciste brotar agua con la sangre, para que de tu muerte y resurrección
naciera la Iglesia.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor.
Celebrante:
Bendito seas, Dios Espíritu Santo, porque ungiste a Cristo bautizado en las
aguas del Jordán, para que nosotros seamos bautizados en ti.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor.
Celebrante:
* Escúchanos, Señor, Padre único, y santifica esta agua, criatura tuya, para
que los bautizados en ella queden limpios de pecado y renazcan a la vida de
hijos de Dios.
Todos:
Escúchanos, Señor (u otra invocación apropiada).
Celebrante:
Santifica esta agua, criatura tuya, para que los bautizados por ella en la
muerte y resurrección de Cristo, respondan a la imagen de tu Hijo.
Todos:
Escúchanos, Señor.
Santifica esta agua, criatura tuya, para que el Espíritu Santo dé la vida
nueva a tus elegidos y sean miembros de tu pueblo santo.
Todos:
Escúchanos, Señor.
Todos:
Amén.
2
Celebrante:
Te bendecimos, Padre misericordioso, porque de
la fuente del bautismo hiciste brotar en nosotros la
nueva vida de hijos de Dios.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor (u otra aclamación apropiada).
Celebrante:
Te bendecimos, Padre misericordioso, porque reúnes
en un solo pueblo, por el agua y el Espíritu Santo,
a todos los bautizados en tu Hijo Jesucristo.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor.
Celebrante:
Te bendecimos, Padre misericordioso,
porque nos haces libres para gozar de tu
vida con el Espíritu Santo que infundes en
nuestros corazones.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor.
Celebrante:
Te bendecimos, Padre misericordioso, porque
envías a los bautizados para que anuncien con
gozo a todos los pueblos el Evangelio de Cristo.
Todos:
Bendito seas por siempre, Señor.
celebrante:
Todos:
Amén
* Siempre que haya a mano agua bautismal ya bendecida, se
omite la invocación Bendice, ahora, Señor. En su lugar el
celebrante dice:
Todos:
Amén.
c) En la plegaria Eucarística IV
Después de las palabras de cuantos aquí reunidos hacen esta oblación se añade:
Niños:
Hemos oído las palabras de Jesús y las queremos seguir.
Celebrante:
Se esfuerzan en verdad por vivir como tus hijos, pero
saben que esto es laborioso.
Niños:
Sí, Padre, queremos hacer siempre lo que te agrada,
pero sentimos en nosotros una inclinación contraria.
Celebrante:
Padre clementísimo,
libera a estos niños de la cobardía y del espíritu
del mal,
y concédeles que caminen siempre en la estela de tu
luz.
Niños:
Queremos caminar con Jesús,
que entregó su vida por
nosotros: Padre, ayúdanos.
Celebrante:
Si alguna vez caen en el camino,
haciendo lo que te desagrada, dales
providente el refuerzo de tu gracia,
para que puedan levantarse de nuevo:
entonces otra vez caminarán hacia ti,
con Jesucristo nuestro Señor.
Niños:
Danos, Padre, tu gracia.
APÉNDICE
OBSERVACIONES PREVIAS
1 Cfr. Conc. Vat. II, Const. de sacra Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 69b;
Decreto de oecumenismo Unitatis redintegratio, n. 3; Secr. ad unitatem Christianorum
fovendam, Directorium, n. 19 A.A.S. 59 (1967), p. 581.
rito latino, está elaborado de modo que para restablecer la comunión y la unidad no
se impongan más requisitos de los necesarios2 (cfr. Ech 15,28).
12. El rito de admisión puede acomodarse, según las diversas circunstancias, por
las Conferencias Episcopales, de acuerdo con la Constitución de la Sagrada Liturgia
(n. 63). También el Ordinario del lugar, atendiendo a las peculiaridades de las
personas y lugares, puede adaptar el mismo rito a las circunstancias, ampliándolo o
abreviándolo según sea oportuno7.
15. Entonces el que va a ser admitido junto con los fieles presentes recita el
símbolo Niceno-Constantinopolitano (cf. p. 91), que en esta Misa siempre se dice.
Después el que espera la admisión, invitado por el celebrante, añade él solo estas
palabras:
Creo y profeso todo lo que como revelado por Dios cree, enseña y anuncia la
santa Iglesia católica.
16. Entonces el celebrante impone la mano derecha sobre la cabeza del candidato,
a no ser que la Confirmación siga inmediatamente, diciendo:
21. Seguidamente continúa la Misa. Conviene que en ella el recién admitido y los
otros, de que se habla en el n. 11, reciban la Santísima Eucaristía bajo ambas especies.
CAPITULO II
22. Si la admisión, por causa grave, se celebra fuera de la Misa, téngase una
liturgia de la palabra.
27. Entonces el padrino («sponsor») y todos los presentes (si son pocos los
que asisten al rito) saludan amistosamente, según la oportunidad, al recién
admitido. Hecho esto, todos se retiran en paz.
CAPITULO III
I. LECTURAS BÍBLICAS
1. Rm 8, 28-39
2. 1 Co 12, 31-13, 13
3. Ef 1, 3-14
4. Ef 4, 1-7.11-13
5. Flp 4, 4-8
6. 1 Ts 5, 16-24
SALMOS RESPONSORIALES
EVANGELIOS
1. Mt 5, 2-12a
2. Mt 5, 13-16
3. Mt 11, 25-30
4. Jn 3, 16-21
5. Jn 14, 15-23. 26-27
6. Jn 15, 1-6
– Por nuestro hermano, al que hoy hemos recibido entre nosotros, para
que, con la ayuda del Espíritu Santo, persevere fielmente en su propósito,
roguemos al Señor. R/. Escúchanos, Señor.
– Por todos los que creen en Cristo y por sus comunidades, para que
lleguen a la perfecta unidad, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Por todos los que ya están inflamados en el deseo de la gracia celeste, para
que sean conducidos a la plena verdad en Cristo, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Por los que todavía no creen en Cristo, el Señor, para que, iluminados por el
Espíritu Santo, puedan emprender también ellos el camino de la salvación,
roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Por todos los hombres, para que, liberados del hambre y de la guerra, vivan
continuamente en paz y tranquilidad, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
– Por nosotros mismos, para que, en la fe, que hemos recibido gratuitamente,
perseveremos hasta el fin, roguemos al Señor.
R/. Escúchanos, Señor.
ORACIÓN
Oh Dios todopoderoso y eterno,
escucha las preces que te
dirigimos, para que te sirvamos
continuamente con una entrega
que te sea agradable.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
Celebrante:
Unamos nuestras preces,
queridos hermanos, y
recemos como nuestro
Señor Jesucristo nos
enseñó a orar.
Todos:
Padre nuestro...