Tema 1 - Prehistoria. Concepto, Metodología y Práctica
Tema 1 - Prehistoria. Concepto, Metodología y Práctica
Tema 1 - Prehistoria. Concepto, Metodología y Práctica
El término “Prehistoria” apareció por primera vez en 1851 y fue empleado por Wilson en
una obra llamada Anales de Arqueología y Prehistoria de Escocia. Poco a poco ese
término fue siendo empleado por distintos autores y se popularizó cuando apareció en
publicaciones como el periódico “Times” en 1888 y la revista “Nature” en 1902.
Desde la antigüedad el ser humano se ha preguntado por su origen. Todas las culturas
cuentan con mitos de creación propios y esta necesidad común se explica porque casi
ninguna sociedad piensa que ha existido desde siempre. En las primeras explicaciones
sobre los orígenes de la Humanidad aparecían concepciones míticas y alegóricas donde la
presencia de divinidades, espíritus, héroes o tótems aparecen como impulsores de la
creación. En el mundo grecorromano se plantearon diversos modelos de explicación sobre
el origen del ser humano y de la Tierra. Estas teorías se pueden agrupar en dos bloques:
por un lado los que ofrecen una visión del origen y evolución de la humanidad como un
proceso de degeneración, y las que presentan una constante progresión o evolución del ser
humano. Entre los primeros se encuentra Hesiodo, que en el siglo VIII a.C., en sus obras
“Teogonía” y los “Trabajos y días”, presenta al ser humano creado en una edad de oro que
fue cayendo sucesivamente a las edades de plata, bronce y hierro por su propia
degeneración. Entre los segundos encontramos a Lucrecio, un escritor romano que en su
obra “De rerum natura”, anticipa el modelo de las tres edades al señalar que el ser humano
por su innato afán de progreso evolucionó por tres edades sucesivas: la edad de piedra, la
edad de bronce y la edad de hierro.
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Durante la Edad Media la tesis catastrofista de la Biblia condicionó las explicaciones
sobre el pasado del hombre. En estos siglos sabemos que se recuperaron por parte de
campesinos útiles líticos, especialmente hachas pulimentadas que no eran atribuidas al
hombre, sino que se le otorgaban un origen celestial, denominándolas “piedras del rayo”,
al creerse que se hundían en la tierra al caer los rayos y apareciendo al cabo de cierto
tiempo. A estos útiles se les atribuía ciertas propiedades mágicas. Durante el
Renacimiento, el interés por el pasado grecolatino animó a la realización de excavaciones
con el objeto de recuperar restos de este periodo. El espíritu crítico de la época llevó a
muchos investigadores a preguntarse de nuevo por el origen del ser humano y de sus
obras. El naturalista Aldrovandi afirmará que los objetos denominados “piedras del rayo”
no tenían un origen celestial, pues en realidad eran herramientas elaboradas por los
pueblos antiguos antes de los descubrimientos de los metales.