Rusalki (Liburna) PDF
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2016
Aceptado: 2.2.2017
I. INTRODUCCIÓN
L
as rusalki (plural de rusalka) son personajes femeninos del fo-
lklore eslavo oriental, que comparten algunas características
con las ninfas y con las sirenas de la mitología clásica, y que
aparecen en la semana siguiente o anterior a la Trinidad (7 semanas
después de Pascua), en los campos de cereal, en los bosques y jun-
to al agua, en forma de mujer de largos cabellos sueltos que puede
ahogar en el agua o hacer cosquillas a las personas hasta matarlas. Así
podemos resumir, siguiendo una de las más recientes y autorizadas
publicaciones (Виноградова 2009: 495), los rasgos de las rusalki que
se atestiguan de forma más recurrente en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
¿Es posible una relación afectiva entre esas criaturas imaginarias y se-
res humanos reales? Tal vez esa pregunta no tuviera sentido, desde el
punto de vista de los portadores de la tradición oral eslava oriental,
de la que aquí vamos a ocuparnos. Decimos que tal vez no tuviera
sentido porque, para quienes creen en las rusalki, estas no son criatu-
ras imaginarias, y, aunque pertenezcan a un mundo sobrenatural, más
allá de aquel en el que se supone que habitamos, también frecuen-
tan, en las épocas indicadas en el párrafo anterior, eso que llaman el
mundo real. Más aún: desde el punto de vista de los eslavos orientales
(tanto de los portadores y transmisores de la tradición oral como de
quienes la investigan), la mayoría de los relatos acerca de las rusalki y
otros personajes afines a ellas no se consideran cuentos. Para designar
dichos relatos se emplean dos términos que, en el estado actual de
nuestros conocimientos, carecen de equivalente exacto en la termi-
nología española de los géneros literarios de tradición oral: esos tér-
mins son «быличка» (bylička) y «бывальщина» (byvál’ščina). Ambos
términos contienen la raíz del verbo «быть» (byt’), e. d., «ser, existir»,
por lo que podríamos traducirlos aproximadamente como «cosillas que
fueron» o bien «sucedidos» (agradecemos a Jesús Antonio Cid, de la
Universidad Complutense de Madrid, la sugerencia de traducir por
“sucedidos”, en su correo electrónico del 9 de enero de 2013). Pero
hay que especificar algo más: las bylički (plural de bylička, en ruso) son
relatos sobre encuentros con lo que en ruso se denomina «нечистая
сила» (nečístaja sila, literalmente «fuerza impura»), e. d., con persona-
jes como las rusalki o los espíritus del bosque, del agua, etc., y lo más
importante es que el protagonista de los encuentros narrados en dichos
relatos es el mismo narrador, o bien un conocido o familiar del narra-
dor (vid. Kолпакова, 1935, 52; Зиновьев, 1974; Померанцева, 1975,
82; Ушаков, 1996, 5; Левкиевская, 2008, y los http://ru.wikipedia.
org/wiki/Быличка y /Бывальщина, consultados el 27 de enero de
2012). En ese sentido, se trata de supuestos testimonios oculares: se-
gún la folklorista Irina Valer’jánovna Karnaúchova, sus informantes
insistían en que tales relatos no eran cuentos, sino «verdad verdadera»
(Карнаухова, 1928, 91).
Así pues, las rusalki no son, desde el punto de vista de los portadores
de la tradición oral eslava oriental, seres imaginarios; pero, en cual-
quier caso, son criaturas sobrenaturales. Entonces, cabe plantear la
cuestión en otros términos: ¿es posible una relación afectiva entre los
seres humanos y los sobrenaturales? Según las fuentes de la tradición
para no aburrirse). Pero del texto se deduce que esa relación se consi-
dera propia de hombres muy especiales («tontorrón, vivía solo»), que,
además, enloquecen a causa de ella.
El siguiente relato fue anotado en Čačėrsk (distrito Čačėrski, región de
Hómel’, Bielorrusia), por la estudiante I. Šauko, informada por Ljubov
Cimaŭna Damaskanava, nacida en 1931. Čačėrsk es una ciudad que te-
nía 7.991 habitantes en 2009, según la página, consultada el 11 de agos-
to de 2016, https://be–tarask.wikipedia.org/wiki/Чачэрск. No consta
el año en el que fue anotado ese testimonio; pero otros de los que esta-
mos estudiando en este apartado fueron anotados en los primeros años
del siglo xxi. Esta vez es la rusalka la que se enamora de un hombre:
«Была ў нас хатка старэнькая, а ў ёй ужо ніхто даўно ні жыў, яна была
пустая. Дык там жыла русалка. Яна ўлюбілася ў суседа. Яе ніхто не
бачыў і не чуў, а Пятро бачыў яе, разгаварываў. Яна яго на гулянку
праважала і з гульні страчае. Яна шла, потым лажыцца з ім спаць. Ён
так і не ажаніўся, бо жыў з той русалкай» (Новак, 2009, 263).
«Había en nuestro pueblo una casa vieja, en ella hacía tiempo que ya
no vivía nadie, estaba vacía. Y he aquí que allí vivía una rusalka. Se
había enamorado de un vecino. Nadie la veía ni la oía; pero Piatró la
veía, hablaba con ella. Ella se lo llevaba de juerga y se encuentra con
él a su vuelta. Ella iba y se acostaba a dormir con él. Así que él no se
casó, porque vivía con la rusalka aquella».
Es muy interesante observar que, según algunos testimonios, el interés
de las rusalki por los hombres es maligno; obedece a un deseo de ven-
ganza, porque fue por culpa de otros hombres por lo que ellas se con-
virtieron en rusalki. Así lo vemos en un breve texto publicado en 2009
y anotado en Rėčyca (distrito Rėčyc, región de Hómel’, Bielorrusia)
por M. Dubroŭska, informada por Uljana Aliakseeŭna Saldacenka, na-
cida en 1916. El lugar en el que se anotó este testimonio tenía 64.731
habitantes en 2009, según https://be–tarask.wikipedia.org/wiki/
Рэчыца (6 de agosto de 2016). El texto dice así:
«Казалі, што русалкі больш заманьвалі хлопцаў маладых, бо з–за
іх жа і зрабіліся яны такія» (Новак, 2009, 242).
«Decían que las rusalki atraen más a los chicos jóvenes porque por su
causa se convirtieron en rusalki».
https://be.wikipedia.org/wiki/Вёска_Лапічы,_Буда–Кашалёўскі_раён,
consultada el 6 de agosto de 2016. El testimonio en cuestión dice así:
«Русалки ўсе маладыя, прыгожыя, з дліннымі валасамi, але справы
ў іх нядобрыя, патаму шта яны дапамагаюць вадзяніку людзей
губіць. Ведзь калісь іх таксама і пагубілі, вось яны зараз і мсцяць
усім, усім тым, хто жыве на зямлі» (Новак, 2009, 244).
«Las rusalki son todas jóvenes, bellas, con largos cabellos; pero sus
acciones son malas, porque ayudan al vadzjanik a acabar con la gente.
Como una vez también acabaron con ellas, pues ellas ahora se vengan
de todo todito el que vive en la Tierra».
El siguiente testimonio fue anotado en Saltanaŭka, distrito Žlobinski,
región de Hómel’, Bielorrusia, en 2003, por las estudiantes A.
Cimakhoŭcava y A. Tkačova, informadas por Hanna Ramanaŭna
Batura, nacida en 1935 (el lugar en el que se anotó el texto tenía
290 habitantes en 2004, según la página http://www.wikiwand.com/
be–x–old/Салтанаўка_ (Жлобінскі_раён) consultada el 6 de agosto
de 2016). El texto dice así:
«Русалка была памочніца вадзяніка. Любілі яны і мсціць за сваё
неўдалае жыццё» (Новак, 2009, 246).
«Una rusalka era la ayudante del vadzjanik. Les gustaba vengarse por
el fracaso de su vida».
Otro testimonio de interés, en este contexto, fue anotado en Sjalec
(distrito Buda–Kašalëŭski, región de Hómel’, Bielorrusia), por la es-
tudiante I. Kuračkina, informada por Lisa Ivanaŭna Mjaškova, nacida
en 1931 (no hemos conseguido datos estadísticos sobre el lugar de
recogida). Dice así:
«Русалка – ента прыгожая дзяўчына. Яна – дачка вадзяніка.
Кажуць, шо ента aбычная дзяўчына, якая трапіла ў сеці вадзяніка.
У яе сінія валасы, доўгія вейкі і маленькія губачкі.
Русалкі заманьваюць маладых хлопцаў у свае сеці. Так яны
загубліваюць жыццё хлопцаў. Русалкі зачароўваюць іх, паентаму
хлопцы губляюць свае галовы. Русалкі заманьваюць іх у возера,
дзе яны становяцца жэртвамі вадзяніка. Потым ентыя хлопцы
становяцца вадянікамі. Яны заманьваюць у свае сеці маладых
Fig. 3: Mapa del Poles’e (en consulta del 14 de diciembre de 2011: http://
be.wikipedia.org/wiki/Выява:Ukraine_Polissya_depression_en.jpg).
¿adónde vais? Venid conmigo a escardar el lino.’ Las miró, dice: tenían
el pelo suelto, y la cara, dice, hosca. Y entonces, dice, me acordé de
que era la semana de las rusalii. Esto es que vienen las rusalki, siete. Y
ya, dice, se metió en su casa y no fue a escardar el lino. Ella se metió
en su casa, y ellas se fueron ―había un roble allí― al roble, y bajo el
roble fueron siete chicos más adonde estaban ellas. Y míralos, dice, allí
divirtiéndose, riendo, chillando, que no entenderás qué decían. Estu-
vieron hasta que el sol llegó al mediodía. Y a mediodía ya no estaban.
Unas chicas de blanco. Las habían vestido, las habían enterrado como
si fueran a casarse. Y los chicos iban de traje y todo».
Más inquietante es la siguiente bylička, anotada en 1982 en Čelkhov
(distrito Klimóvskij, región de Brjansk, Rusia), por L. M. Ivleva, in-
formada por Matrena Mikhájlovna Mel’ničenko, nacida en 1906. En
cursiva y entre corchetes hemos añadido, en nuestra traducción, algu-
nas acotaciones que nos parecen necesarias:
«Коля в бане попариўся. Сестра каже: [Не уходи ночью] «Ночуй
дома, ночуй». Ночью, може в двенаццать, може в час. [Но он
пошел.] Иду я, каже, тропинкою. Выходе ў белом женщина,
волос до земли тягнется, а лицо некрепко бачил. «Куда идёшь?»
– «Домой» – «Я тебя проводжу. Я не думала, что ты будешь так
итить». – «А я хорошо иду». Приходим, каже, до речки: «А як же
ты пойдешь?» Я иду по кладце, а она рядом: не то по воде, не
то как. Тут, каже, я и сдрейфил. Перешли речку, а она ему: «Я
думала пабачить тебя не ў таком виде. Я тебя ишче поцалую». –
«А як же ты будешь целовать?» [Лица у нее не было.] Тут собака
гавкне два раза – и где она делась. Это якась русалка, что косы по
самой земле тянутся. Это ж внук мне рассказывал. Это ў суботу
на Гряной неделе [случилось]» (Виноградова, 2012, 554, Nº 354).
«Kolja [diminutivo de Nikoláj] tomó un baño de vapor. Su hermana le
dice: “―No salgas por la noche. La noche…, la noche pásala en casa”.
Era por la noche, quizá a las doce, quizá a la una. Pero él fue. “―Voy
yo” ―dice― “por una vereda. Sale una mujer de blanco, el pelo que le
arrastra hasta la tierra, y la cara no se la vi bien. ‘―¿Adónde vas?’ [ha-
bla la mujer de blanco] ‘―A casa’. ‘―Yo te acompaño. No pensaba que
fueras a ir así’. ‘―Pero si yo voy bien’. Llegamos, dice, a un riachuelo:
‘―¿Qué? ¿Cómo vas?’ Yo voy por el tablón, y ella al lado, no por el
agua, eso de ninguna manera. Entonces, dice, me dio miedo. Pasaron
1914, en II. 1. 2.; Samara, 1995, en II. 3. 1.), hemos podido observar
que el objetivo de las rusalki, cuando intentan atraer a un hombre, es
ahogarlo o hacerle cosquillas hasta matarlo, tras lo cual puede ocul-
tarse una sexualidad infecunda y destructiva (Пропп, 1963, 141–2 de
la ed. de 1995; Moyle, 1987, esp. pp. 231–2, y Кабакова, 2012, 593).
Pero, como muy bien ha observado Vinográdova, según las creencias
populares, las rusalki atraen y persiguen por igual a hombres, mujeres
y niños, lo que sugiere que nuestras protagonistas no atacan movidas
por el deseo sexual o por el amor (Виноградова, 2000, 228; de hecho,
no hemos encontrado en las rusalki el menor indicio de inclinacio-
nes lésbicas o pedofílicas). En cambio, lo que sí hemos podido notar
es que ese perverso afán de las rusalki es producto del resentimiento
por su muerte prematura (fenómenos muy parecidos se daban en las
creencias sobre las áōrai o mujeres muertas prematuramente, en la an-
tigua Grecia; cf. Iles Johnston, 1999, 165 y 174–5).
A ese resentimiento cabe añadir otro, derivado de ciertas ideas y acti-
tudes acerca de la mujer, en la sociedad de los países eslavos orientales.
Natalie K. Moyle, en su artículo sobre las rusalki, de 1987, ya estudió
la relación entre las creencias relativas a las rusalki y las ideas acerca
de la mujer; en particular, señaló que, en los países eslavos orientales
se considera la maternidad como la cima de la feminidad y el más alto
ideal al que aspira cualquier mujer, que no se siente verdaderamente
completa ni realizada mientras no haya sido madre. Durante nues-
tras estancias en Rusia y Ucrania, hemos podido comprobar sobre el
terreno que estas ideas siguen vigentes en nuestros días, en los que
al anhelo de realización personal se ha añadido una agudísima con-
ciencia colectiva de crisis demográfica: da la impresión de que, en
la Rusia actual, tener hijos se percibe no sólo como una satisfacción
personal, sino además como un deber patriótico. Si tenemos en cuenta
esas actitudes, es fácil entender que morir sin descendencia es una de
las desgracias más temidas en los países eslavos orientales, tanto en el
plano personal como de cara a la sociedad. Y ya sabemos que muchas
rusalki proceden de chicas jóvenes muertas antes de haber sido esposas
y madres, por lo que, al dolor de la muerte prematura, se añade la frus-
tración personal de no haber tenido descendencia, y el resentimiento
por haber sufrido el ostracismo por parte de una sociedad cuyas exi-
gencias no fueron satisfechas (Iles Johnston, 1999, 174–5 y 192–3, y
Кабакова, 1999 б, 38).
Cuanto hemos expuesto puede explicar por qué las rusalki son pe-
ligrosas (como lo son, en general, las criaturas de lo que en ruso se
llama нечисть, néčist’, e. d., «impureza», o нечистая сила, nečístaja
sila, «fuerza impura»). Su misma belleza, que atrae y hechiza, las hace
aún más peligrosas (Померанцева, 1970, 312). Así podemos enten-
der también que una relación con una rusalka no sea verdaderamente
deseable, y que, por tanto, las historias de amor entre rusalki y seres
humanos sean tan raras en la tradición oral de los eslavos orientales.
L L L1
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