Rusalki (Liburna) PDF

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2016
Aceptado: 2.2.2017

La Vida Amorosa de las Rusalki


The Love Life of the Rusalki

Francisco Molina Moreno*

Las rusalki (plural de rusalka) son personajes femeninos sobrenaturales de


la tradición oral de los pueblos eslavos orientales. En los relatos protagoni-
zados por las rusalki, las emociones predominantes son el temor (por parte
de los humanos hacia ellas) y el resentimiento (por parte de las rusalki hacia
los humanos). Muy escasas son, en cambio, las historias de amor entre las
rusalki y los hombres. En este artículo, estudiamos algunas de esas historias,
atestiguadas en el siglo xxi, y proponemos una hipótesis interpretativa de la
rareza con la que ese motivo se documenta en las fuentes.
Palabras clave: Rusalki, amor, tradición oral, folklore eslavo oriental.

Rusalki (plural of rusalka) are supernatural female beings of Eastern Slavic


folklore. In narratives in which they appear, the dominant emotions are fear
(on the part of human beings towards the rusalki) and resentment (on the
part of the rusalki towards human beings). Love stories between rusalki and
human beings are very rare. This paper studies some of those stories, recor-
ded in the twenty–first century, and proposes a tentative interpretation as to
why love between a rusalka and a man is such an uncommon motif in the
sources consulted.
Keywords: Rusalki, love, oral tradition, Eastern Slavic folklore.

A la memoria de Marga Gil Roësset (1908–1932)

* Acis & Galatea”, Facultad de Filología. Universidad Complutense de Madrid.


Correspondencia: Plaza de Menéndez Pelayo, s/n. 28040 Madrid. España.
e-mail: [email protected]

Lıburna 10 [Mayo 2017], 101–142, ISSN: 1889-1128


Francisco Molina Moreno

I. INTRODUCCIÓN

L
as rusalki (plural de rusalka) son personajes femeninos del fo-
lklore eslavo oriental, que comparten algunas características
con las ninfas y con las sirenas de la mitología clásica, y que
aparecen en la semana siguiente o anterior a la Trinidad (7 semanas
después de Pascua), en los campos de cereal, en los bosques y jun-
to al agua, en forma de mujer de largos cabellos sueltos que puede
ahogar en el agua o hacer cosquillas a las personas hasta matarlas. Así
podemos resumir, siguiendo una de las más recientes y autorizadas
publicaciones (Виноградова 2009: 495), los rasgos de las rusalki que
se atestiguan de forma más recurrente en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

Fig. 1: Rusalka (1934) por Iván Jakóvlevič Bilibin


(1876–942), tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/
Archivo:Rusalka_Bilibin.jpg (7 de marzo de 2012).

¿Es posible una relación afectiva entre esas criaturas imaginarias y se-
res humanos reales? Tal vez esa pregunta no tuviera sentido, desde el
punto de vista de los portadores de la tradición oral eslava oriental,
de la que aquí vamos a ocuparnos. Decimos que tal vez no tuviera

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sentido porque, para quienes creen en las rusalki, estas no son criatu-
ras imaginarias, y, aunque pertenezcan a un mundo sobrenatural, más
allá de aquel en el que se supone que habitamos, también frecuen-
tan, en las épocas indicadas en el párrafo anterior, eso que llaman el
mundo real. Más aún: desde el punto de vista de los eslavos orientales
(tanto de los portadores y transmisores de la tradición oral como de
quienes la investigan), la mayoría de los relatos acerca de las rusalki y
otros personajes afines a ellas no se consideran cuentos. Para designar
dichos relatos se emplean dos términos que, en el estado actual de
nuestros conocimientos, carecen de equivalente exacto en la termi-
nología española de los géneros literarios de tradición oral: esos tér-
mins son «быличка» (bylička) y «бывальщина» (byvál’ščina). Ambos
términos contienen la raíz del verbo «быть» (byt’), e. d., «ser, existir»,
por lo que podríamos traducirlos aproximadamente como «cosillas que
fueron» o bien «sucedidos» (agradecemos a Jesús Antonio Cid, de la
Universidad Complutense de Madrid, la sugerencia de traducir por
“sucedidos”, en su correo electrónico del 9 de enero de 2013). Pero
hay que especificar algo más: las bylički (plural de bylička, en ruso) son
relatos sobre encuentros con lo que en ruso se denomina «нечистая
сила» (nečístaja sila, literalmente «fuerza impura»), e. d., con persona-
jes como las rusalki o los espíritus del bosque, del agua, etc., y lo más
importante es que el protagonista de los encuentros narrados en dichos
relatos es el mismo narrador, o bien un conocido o familiar del narra-
dor (vid. Kолпакова, 1935, 52; Зиновьев, 1974; Померанцева, 1975,
82; Ушаков, 1996, 5; Левкиевская, 2008, y los http://ru.wikipedia.
org/wiki/Быличка y /Бывальщина, consultados el 27 de enero de
2012). En ese sentido, se trata de supuestos testimonios oculares: se-
gún la folklorista Irina Valer’jánovna Karnaúchova, sus informantes
insistían en que tales relatos no eran cuentos, sino «verdad verdadera»
(Карнаухова, 1928, 91).
Así pues, las rusalki no son, desde el punto de vista de los portadores
de la tradición oral eslava oriental, seres imaginarios; pero, en cual-
quier caso, son criaturas sobrenaturales. Entonces, cabe plantear la
cuestión en otros términos: ¿es posible una relación afectiva entre los
seres humanos y los sobrenaturales? Según las fuentes de la tradición

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oral eslava oriental, ¿qué sentimientos se manifiestan en la interacción


entre las rusalki y los humanos? Por parte de las rusalki hacia los hu-
manos, cabe observar una mezcla de resentimiento, desprecio y aver-
sión, aunque nuestras protagonistas también manifiestan una cierta
benevolencia, complicidad o incluso, muy raramente, amor. En cuanto
a lo que sienten los humanos hacia las rusalki, es obvio que predomina
el temor; a veces, la compasión (Померанцева, 1970, 311, y 1975,
79, y Виноградова, 2012, 648–54, con los paralelos indicados en el
índice temático, ibid., 768). Y, como en el caso de las rusalki hacia
los humanos, también es muy raro que estos sientan por ellas amor
o deseo (Померанцева, 1970, 313, y 1975, 81). Parece que la base
emotiva, si podemos llamarla así, sobre la cual surgieron las rusalki en
la imaginación de los eslavos orientales no fue el amor, sino el miedo.
Las rusalki no son el oscuro objeto de deseo de hombres insatisfechos,
en lo cual creemos que hay una diferencia bien notoria con respec-
to a las ninfas de la mitología clásica (Larson, 2001, 65–9 y 87–9).
En ese sentido, dice Pomeránceva que las rusalki inspiran temor no
por su deformidad o fealdad (cosa, por lo demás, rara), sino por su
relación con el más allá, por su perfidia y su carácter seductor y peca-
minoso (Померанцева, 1975, 81; creemos, por cierto, que el último
calificativo no es del todo adecuado a las rusalki, pues, como señaló
Кузьмичев, 1990, 199, los espíritus de la naturaleza, en las creencias
populares eslavas, hacen daño o favorecen sin ser conscientes de ello,
sin intención, como los elementos naturales con los que se asocian).
Sea ello lo que fuere, en este trabajo nos ocuparemos de esas infre-
cuentes historias de amor entre las rusalki y los hombres.
Suele decirse que tales historias se deben a la influencia de la literatura
escrita. En opinión de Vinográdova, «la imagen de la bella rusalka que
seduce a los hombres, que se convirtió en marchamo literario peculiar
de la obra de los escritores románticos rusos, ucranianos y polacos, se
atestigua bastante raramente en las creencias populares. Según los es-
pecialistas, los pocos testimonios existentes en el ámbito eslavo oriental
muestran huellas de influencia libresca; relatos como el de «Marina, la
rusalka» o «La rusalka enamorada», según Pomeránceva, suenan a “li-
teratura barata”» (Виноградова, 2000, 228–9, y Виноградова, 2012,

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575–6, que remite a Померанцева, 1975, 85–6). También menciona


Vinográdova testimonios recogidos por estudiantes de la Universidad
de Hómel’ (Bielorrusia), en los que se atestigua frecuentemente el mo-
tivo del amor entre rusalki y marinos o pescadores; pero dice que pue-
den ser testimonios poco fiables, quizá por haber sido recogidos en un
medio urbano juvenil, que hubiera asimilado ideas sobre las rusalki,
procedentes de la literatura escrita (Виноградова, 2012, 575; cf., en
efecto, Новак, 2009, esp. 240–50, 256–6 y 263). Estudiaremos esos
testimonios más adelante.
Parecería, pues, que ese motivo del amor entre las rusalki y los hom-
bres constituye una innovación, propia de la literatura escrita, que lue-
go tuvo alguna fortuna, aunque no mucha, en el folklore. En nuestra
opinión, también cabría considerar la hipótesis de que ese motivo es-
tuviera ya presente en la tradición oral, y luego se desarrollase más y
mejor en la literatura escrita; para comprobar esa hipótesis habría que
empezar por observar en qué ámbito se atestigua primero el motivo
que nos ocupa. Ante esa sospecha acerca del origen literario de esos
relatos, cabe preguntarse qué testimonios literarios tenemos de ese
motivo, y emprender una comparación detallada entre los textos de
tradición oral y los literarios, comparación que desbordaría los lími-
tes de este artículo. Por lo pronto, en un buen estudio sobre diversos
tratamientos del personaje de la rusalka en la literatura escrita, no
hemos encontrado referencias al motivo del amor, aunque sí se afirma
que la emoción predominante, en las rusalki literarias, es la nostalgia
(Некрылова, 1998, 633–43, esp. p. 637). Cabe preguntarse si esa nos-
talgia se debe a un amor perdido o imposible, no solo en la literatura
escrita, sino en la tradición oral. Responder a esa cuestión puede dar-
nos, a su vez, una clave para responder a otras dos:
a) ¿Cuál es la emoción dominante en las historias de amor entre
las rusalki y los hombres?
b) ¿Por qué son tan raras esas historias?
Esperamos hallar la respuesta a dichos interrogantes en los testimonios
del motivo del amor entre las rusalki y los hombres, en la tradición
oral eslava oriental de los siglos xx y xxi, que presentaremos en este

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trabajo. Procederemos por orden cronológico de la publicación de los


textos; a su vez, ordenaremos el material publicado en cada año, se-
gún su procedencia geográfica (de oeste a este y de sur a norte del
territorio eslavo oriental). A continuación, propondremos una posible
respuesta a las cuestiones planteadas.

Fig. 2: Mapa de Rusia (de http://ru.wikipedia.org/wiki/Файл:Map_


of_ Russia__Bryansk_Oblast_(2008–03).svg, 7 de marzo de 2012,
completado y rotulado por el autor de este trabajo), donde se
señalan las regiones de procedencia de los relatos estudiados.

II. LOS TESTIMONIOS


II. 1. La época pre–revolucionaria
II. 1. 1. Zabajkal’e (Siberia), 1904
El primer testimonio que conocemos, dentro de la época que nos ocu-
pa, fue registrado en 1904, entre los cosacos de la región de Zabajkal’e
(literalmente “más allá del Bajkal’”), en Siberia, y trata de una
čertovka, personaje cuyo nombre está relacionado etimológicamente
con čert (= «diablo»), pero que comparte algunas características con las
rusalki, según vemos en nuestra fuente:

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«Чертовка, по народному поверью (за Байкалом), есть водяная


женщина; она может быть красивой или некрасивой, доброй или
злой, часто же безразличной. Живет она в воде и только изредка
выходит на берег чесать золотым или медным гребнем свои
прекрасные, черные как смоль и длинные волосы. В это время
можно подкрасться к ней и выхватить гребень, который имеет
магическую силу <…> Иногда чертовка имеет сожительство с
охотниками в лесу и беременеет от их, но ребенка, прижитого ею
от человека, она разрывает при самом рождении его» (Зеленин,
1916 б, 145–6, que remite a Логиновский, 1904, 8; cf. también
Новичкова, 1995, 615, s. v. «чертовка»).
«Una čertovka, según la creencia popular (de más allá del Bajkal), es
una mujer de las aguas; puede ser hermosa o fea, buena o mala; a
menudo, ni una cosa ni otra. Vive en el agua y solo raras veces sale
a la orilla a peinar, con un peine de oro o cobre, sus largos y ma-
ravillosos cabellos, negros como la pez. En esos momentos uno se
puede acercar furtivamente a ella y quitarle el peine, que tiene un
poder mágico. […] A veces, la čertovka cohabita con los cazadores en
el bosque y queda encinta; pero al niño que tiene con un ser humano
lo descuartiza en cuanto nace».
El hábitat acuático y el hecho de que salga a la orilla a peinar sus
cabellos con un peine que tiene propiedades mágicas aproximan a
este personaje a las rusalki (sobre el hábitat acuático, vid. Зеленин,
1916 б, 166–70, 173 y 179, entre otros muchos testimonios; so-
bre el peinado, Зеленин, 1916 б, 146 [que remite, por error, a
Зеленин, 1916 a, 1101, mientras que la cita está en Зеленин, 1916
a, 1011], 160 y 173). En cuanto al tema que nos ocupa, podemos
observar ya el carácter destructivo de la relación entre la čertovka y
los seres humanos, que se manifiesta en el hecho de que los niños
nacidos de tales uniones sean descuartizados por la čertovka. Más
adelante volveremos a encontrar esa conducta contraria a cualquier
instinto maternal.
II. 1. 2. Vladímir (Rusia central), 1914
Nuestro siguiente testimonio fue publicado en 1914 y quizá proceda
de la región de Vladímir, en la Rusia europea. Dice así:

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«В д. Мальцевой Вязниковского у. [во Владимирской губ.?] мне


рассказывали даже о двух случаях, когда на русалках женились
деревенские парни, причем священник будто бы через крещение
сделал их предварительно людьми [Завойко, 1914, 102]» (Зеленин,
1916 б, 161).
«En la aldea Mal’cévaja, en el distrito Vjaznikóvskij [¿en el gobierno
de Vladímir?], me contaron incluso dos casos en los que chicos de la
aldea se casaron con rusalki, para lo que el cura, al parecer, las hizo
previamente humanas, mediante el bautismo».
Aquí no hay ningún rastro de desenlace trágico, lo cual se debe, con
toda probabilidad, a que las rusalki habían dejado de ser tales, gracias
a la intervención del cura que las bautizó y, de ese modo, las hizo
humanas (la cruz, en general, sirve de protección contra las rusalki,
de lo que encontramos testimonios, p. e., en Зеленин, 1916 б, 156
y 210; además, el bautismo post mortem evita que un niño muer-
to sin bautizar se convierta en una rusalka, según Воропай, 1966,
166–7, que remite a Петров, 1871, 36, aunque, en realidad, se trata
de Петров, 1871, 35).
II. 2. La época soviética
II. 2. 1. Arkhángel’sk (Rusia septentrional), 1941
Y de 1914 tenemos que saltar hasta 1941, año de la publicación de
un texto en el que, aunque no se desarrolla explícitamente el mo-
tivo del amor entre una rusalka y un ser humano, sí encontramos
un indicio de que la cultura tradicional rusa no consideraba viables
esas relaciones. En 1941, como decíamos, fue publicado el segun-
do volumen de una colección de byliny (plural de bylina) o poemas
épicos de tradición oral, en las versiones de una cantora–recitadora
llamada Marfa Semënovna Krjukova (1876–1954). La bylina pro-
tagonizada por el músico Sadkó de Nóvgorod, según la versión de
Krjukova, narra cómo el protagonista se vio obligado a descender
al reino submarino del zar del mar, que le hizo tocar para él (vv.
444–52) y le ofreció la posibilidad de elegir esposa entre sus hijas
(vv. 596–8). La bylina no dice explícitamente que las hijas del zar
del mar fueran rusalki; pero lo que nos interesa en este momento es

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que, cuando Sadkó dijo a su esposa que no podía quedarse a vivir


siempre con ella en el fondo del mar, ella se lamentó ante su padre,
diciéndole (vv. 717–25):
«Уж ты ой еси, рóдной батюшка,
Уж ты, царь морьской, отець жо мой,
Моё замужество не посчастливило!
Садко не хоцет жить во морюшке,
Он жалат итти да в славный Новгород,
У его есть, наверно всё зазнобушка,
вот зазнобушка, крáсна дéвица, –
Нас, морских царевн, опасаются,
Нас считают всё русалками.» (Крюкова, 1941, 192).
«―¡Oh, tú, padrecito querido,
oh, tú, zar del mar, padre mío!
¡Mi boda no ha sido feliz!
Sadkó no quiere vivir en el mar,
a Nóvgorod glorioso quiere ir;
del todo seguro es que tiene una bienamada,
sí, una bienamada, una hermosa doncella,
y a nosotras, las zarevnas del mar, nos temen,
y creen siempre que somos rusalki».
Es decir, la hija del zar del mar no se considera a sí misma una ru-
salka; pero supone que Sadkó sí la tiene por tal y que por eso no
quiere permanecer con ella. Parece, pues, que los portadores de la
tradición oral rusa no consideran que el amor entre una rusalka y
un hombre tenga buenas perspectivas, creencia que puede explicar
la rareza del motivo que estudiamos en este trabajo. Más adelante
encontraremos otros testimonios que apuntan en ese mismo sentido.
II. 2. 2. Vladímir (Rusia central), 1970
El primer artículo monográfico sobre las rusalki, publicado en época
soviética, es de 1970. En dicho artículo leemos que, no mucho antes
de su publicación, también en la región de Vladímir (de la que proce-
día nuestro penúltimo testimonio; cf. II. 1. 2.), unos etnógrafos habían
anotado el relato de un anciano que, en su juventud, habría cohabitado
con una rusalka (Померанцева, 1970, 303).

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II. 3. ÉPOCA POST–SOVIÉTICA


II. 3. 1. Samara (Rusia central), 1995
Tras la caída del régimen soviético, la bibliografía sobre las rusalki ha
vuelto a ser muy abundante, y en ella encontramos bastantes testimo-
nios del motivo del amor entre nuestras protagonistas y los hombres.
El primero fue publicado en 1995, y la autora lo presenta como un
relato contado por una mujer a propósito de una tía suya, que había
sido una rusalka, según la informante. Por lo que se dice en el relato
mismo, este parece proceder del gobierno de Samara; no consta el
nombre de la informante, ni la fecha ni el lugar en los que fue anotado;
pero la referencia al gobierno de Samara permite inferir que el relato
remonta a antes de 1929, año en el que la división administrativa en
«gobiernos», que remontaba a la época de Pedro el Grande, fue susti-
tuida por la división en regiones. El relato dice así:
“Мой двоюродный дядя Максим ходил смолоду на Волгу –
матросом на барке. Вот однажды утром пошел он умываться, вдруг
видит: около мостков стоит девка, красива–на–красива. «Эх–ма,
– бает дядька, – за этой кралей и прихлестнуть не мешало бы.
Если бы она меня полюбила, я и жениться не прочь», – a он в ту
пору был холостой. Сказал так, да и забоялся чего–то, ужас напал
на него. Стоит и думает: куда деться? Тут девка ему и говорит:
«Что ты, добрый молодец, боишься меня? Коли сказал, что я люба
тебе, да хочешь меня замуж взять, так я от тебя не отстану, бери
меня с собой!» Дядя стал молитву творить – ничего не помогает,
согласился взять ее к себе.
Прожил он с ней на барке две недели и совсем затосковал.
Товарищи заметили, что он по ночам с кем–то разговаривает. «С
кем, – бают, – ты по ночам беседуешь? На тебе и лица–то нет!» Он
им рассказал, в чем дело. Товарищи посоветовали ехать домой, так
и сделал. Приезжает домой, а она с ним. Отвел он ее в клеть и стал
ходить к ней спать по ночам. Когда приходилось дяде Максиму
отлучаться из дому, русалка все плакала взаперти. Родные Максима
заметили: плачет кто–то в клети, заглянули – нет никого, спросили
у Максима, что за диво? Пришлось ему рассказать, что с барки
увязалась за ним девка и никакими судьбами отделаться от нее не
может: «Пообещался на ней жениться, да боюсь спросить вашего

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благословения». Старики ему в ответ: «Вот что, Максимушко,


коли ты обещал взять ее за себя – бери. А когда ляжешь с ней
спать, надень на нее, на сонную, крест».
Дядя Максим все сделал так, как научила его мать. Утром родители
приходят, видят, что в клети он не один, а с ним какая–то девка
нагая. Дали ей сарафан, выспроcили: «Чья ты будешь, девушка?»
Она им отвечает: «Я дальняя, Самарской губернии. Меня мать
прокляла, я пошла и утопилась с горя. Совсем не утонула, а
стала жить в воде. Три года была русалкой. Спасибо вашему сыну
Максиму, что он меня выручил, всю жизнь за него Бога молить
буду». Вскоре дядя Максим женился на ней, и больно уж жили
гожо. Лет сорок назад померла тетка Клавдия, а через три года
после нее и дядя Максим”» (Новичкова, 1995, 488–9).
«Mi tío segundo Maksim iba de joven al Volga, trabajaba en una barca-
za. Y una vez, por la mañana, fue a lavarse, y he aquí que ve que por las
pasarelas ronda una muchacha, linda relinda. “―Ahí va ―se dijo mi
tío―, por esa diosa no me importaría que me arrastraran. Si me qui-
siera, yo estaría dispuesto a casarme con ella» (pues él en aquella época
estaba soltero). Dijo eso, y le entró miedo de algo, un horror que se
apoderó de él. Se queda allí parado y piensa: “¿Dónde me meto?” Y
entonces la chica le dice: “―¿Por qué me tienes miedo, buen mucha-
cho? Si has dicho que te gusto y que quieres casarte conmigo, yo no
te rechazo. Llévame contigo”. Mi tío se puso a rezar; pero de nada le
sirvió: aceptó llevársela consigo.
Estuvo con ella en la barcaza dos semanas y se llenó de añoranza.
Sus compañeros notaron que por las noches conversaba con alguien.
«―¿Con quién hablas?» ―le dicen― «¡Has perdido el color!». Él les
contó de qué se trataba. Los compañeros le aconsejaron ir a su casa,
y así lo hizo. Llega a casa, y ella con él. Él la llevó a la despensa, e
iba a dormir con ella por las noches. Cuando el tío Maksim tenía que
ausentarse de su casa, la rusalka siempre lloraba, encerrada. La familia
de Maksim notó que alguien lloraba en la despensa; miraron: no había
nadie. Preguntaron a Maksim qué cosa tan rara era aquella. Tuvo que
explicarles que, desde que trabajaba en la barcaza, había una chica
que iba con él, y que no podía deshacerse de ella de ninguna mane-
ra: «―He prometido casarme con ella; pero me da miedo pediros la
bendición». Los viejos le dijeron: «―Mira, Maksimuško, si se lo has

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prometido, tómala. Y, cuando vayas a dormir junto a ella, cuando esté


dormida, ponle una cruz».
El tío Maksim lo hizo todo como se lo había enseñado su madre.
Por la mañana llegan sus padres, y he aquí que en la despensa él no
está solo, que con él hay una chica desnuda. Le dieron un sarafán,
le preguntaron: «―Tú ¿de quién eres, muchacha?» Ella les responde:
«―Yo soy de tierras lejanas, del gobierno de Samara. Mi madre me
maldijo, y yo fui a ahogarme, desesperada. Pero no llegué a ahogar-
me, empecé a vivir en el agua. Por tres años fui una rusalka. Gracias a
vuestro hijo Maksim, que me socorrió, toda la vida rezaré a Dios por
él». Pronto el tío Maksim se casó con ella, y vivieron en muy buena
armonía. Hace unos cuarenta años murió la tía Klávdija, y tres años
después de ella, el tío Maksim».
El entorno acuático es típico de las rusalki (vid. Черепанова, 1996, 55,
núm. 172, y 56, núm. 179; Лопатин, 2007, 285, núm. 46; Самоделова,
2007, 274, núm. 50; Пухова, 2008, 254, núm. 661). También cabe
destacar que la rusalka en cuestión lo fuera por haber intentado suici-
darse a causa de una maldición materna (Зеленин, 1916 б, 148 y 150
de la ed. de 1995). Pero lo que más nos interesa en este momento es
que el protagonista masculino, al principio, sintiera miedo ante aquella
misteriosa muchacha e intentara protegerse rezando. Y, por último,
es del mayor interés que, como ocurrió en el relato de la región de
Vladímir, de 1914 (cf. II. 1. 2.), el amor entre la rusalka y el hombre
sea posible gracias a la cristianización de la rusalka: en el relato de la
región de Vladímir, mediante el bautismo; en el que ahora nos ocupa,
simplemente poniéndole a la rusalka una cruz mientras está dormida.
II. 3. 2. Grumant (islas Spitzbergen, Océano Glacial Ártico), 1995
Sin embargo, no todas las relaciones entre las rusalki y los hombres
acaban tan bien como la del apartado precedente. El primer testi-
monio que presentábamos, publicado en 1904, decía que las čertovki
descuartizan a los niños que tienen con los hombres, y, en el mismo
Diccionario demonológico ruso, del que procede el anterior relato sobre
la rusalka que luego fue una tía de la informante, leemos lo siguiente
sobre una vodjanaja deva (= «doncella de las aguas»):

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La Vida Amorosa de las Rusalki

«Много рассказов о водяных женщинах пришло в русский


фольклор с Груманта – островов Шпицберген, куда русские
промышленники вместе с норвежскими отправлялись на лов
тюленей, бой китов. Некоторые промысловики даже жили
здесь постоянно, по нескольку лет, иные приезжали только для
промысла. О прожившем долго на Груманте говорили, что он
слюбился с водяной царицей, был случай, когда водяница бросила
в лодку милому, отправившемуся назад, на Большую землю,
прижитых с ним детей» (Новичкова, 1995, 90).
«Muchos relatos sobre mujeres de las aguas llegaron al folklore ruso
desde Grumant (islas Spitzbergen), adonde cazadores rusos y norue-
gos iban a capturar focas y ballenas. Algunos cazadores incluso vivían
allí permanentemente, varios años; otros iban solo a cazar. De uno que
vivió largo tiempo en Grumant decían que se enamoró de una zarina
de las aguas, y que una vez la vodjanica arrojó a la barca de su amado,
que volvía a Bol’šaja Zemlja, a los niños que había tenido con él».
Grumant fue un asentamiento ruso en territorio noruego, fundado
en 1912 y abandonado en 1965 (según https://en.wikipedia.org/wiki/
Grumant al menos, consultado el 21 de julio de 2016). Esas fechas
permiten delimitar aproximadamente la cronología del relato. En este
caso, a diferencia de los de Vladímir (II. 1. 2.) y Samara (II. 3. 1.), cabe
observar que nadie había bautizado ni puesto una cruz a esa zarina de
las aguas, por lo que, desde el punto de vista de la cultura tradicional
rusa, seguía siendo una representante de la llamada «fuerza impura», y
por eso su relación con un hombre había sido inviable.
II. 3. 3. Nóvgorod (Rusia septentrional), 1996
La misma falta de instinto maternal, la misma actitud destructiva hacia
la propia descendencia, quizá fruto del despecho, por parte de una
rusalka, se manifiesta en un relato anotado en 1990 en Khoroševo
(distrito de Stáraja Russa, región de Nóvgorod, N.O. de Rusia) y pu-
blicado en 1996:
«Рассказывали служил один какой–то в флоте, а она [русалка]
выходила, песни пела. И так она ему понравилась, что влюбился.
А любовь у ей настоящая. И ребенка нажили. А что моряку делать,
как ее с собой привезти, ведь она не умеет говорить, и ребенок не

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Francisco Molina Moreno

умеет говорить. И переслали его на другой корабль. Она приходит,


смотрит, где он. А ей показывают: уехал. Тосковала горазд. А
потом разорвала ребенка и бросилась в воду». (Черепанова, 1996,
56; un relato parecido a este, procedente de la región de Arkhángel’sk,
N. de Rusia, puede hallarse en Власова, 1998, 454–5).
«Contaban que uno servía en la flota, y ella, una rusalka, salía, cantaba
canciones. Y a él le gustó tanto, que se enamoró. Y ella lo quería de
verdad. Tuvieron un niño. Pero ¿qué podía hacer el marinero, cómo
podía llevarla consigo? Si ella no sabe hablar, y el niño no sabe hablar.
Y lo destinaron a otro barco. Llega ella, mira: ¿dónde está? Le hacen
una señal: se fue. A ella le entró una añoranza muy grande. Y luego
destrozó al niño y se arrojó al agua».
II. 3. 4. Brjansk (Rusia meridional), 2007
Siguiendo el orden cronológico, llegamos a un testimonio anotado en
1999 (aunque publicado en 2007), en el que se atribuye a las rusalki
un papel que podríamos definir como de acosadoras de los chicos que
les gustan; en otras palabras, según ese texto, las rusalki son sensibles
a la atracción. En efecto, en 1999, Paraskeva Antónovna Gribanova,
nacida en 1920, de la aldea de Verkhliči (distrito Krasnogórskij, región
de Brjansk, Rusia), dijo al investigador Gennádij Isaákovič Lopatin:
«I русалкі калышацца. І была так, што любіліся. Палюбя парня, і
да цех пор будзя яго вадзіць, пака не забярэ. І эта была, праўда, не
на маём узросце. Ну, расказывалі» (Лопатин, 2007, 281, núm. 19).
«Las rusalki se columpian. Y ocurría que se querían. Como le guste un
chico, no dejará de acosarlo mientras no se lo lleve. Y eso, la verdad,
no pasaba en mi tiempo. Bueno, lo contaban».
Hemos traducido literalmente el original «любіліся» por «se querían»,
aunque el contexto sugiere que la informante quiso decir «ўлюбіліся»,
e. d., «se enamoraban».
II. 3. 5. Hómel’ (Bielorrusia), 2009
En el año 2009 fueron publicados bastantes relatos de tradición oral
recogidos en la región bielorrusa de Hómel’ (cf. mapa núm. 5) por es-
tudiantes de la universidad de dicha región. En ellos, hallamos amplia-
mente atestiguado el motivo del amor entre las rusalki y los hombres.

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La Vida Amorosa de las Rusalki

La misma frecuencia de ese motivo, en esos textos, ha hecho sospechar


a Vinográdova que el material puede proceder de un medio urbano ju-
venil, que hubiera asimilado ideas populares de origen libresco, sobre
las rusalki (cf. Виноградова, 2012, 575). Sin embargo, como veremos
cuando vayamos presentando los textos, ninguno de los lugares en los
que fueron anotados alcanza los 100.000 habitantes; los informantes
fueron personas nacidas entre la segunda y la cuarta décadas del siglo
xx, y el año de recogida, cuando consta, se sitúa en la primera década
del siglo xxi. Por tanto, no parece sostenible la hipótesis del medio
urbano juvenil de procedencia de los relatos en cuestión.
Para empezar, hay bastantes testimonios de la creencia en que las ru-
salki atraen a los hombres con su belleza, de entre los que selecciona-
remos dos. El primero fue anotado en 2003, en Jakimava Slabada, dis-
trito Svetlagorski, región de Hómel’, Bielorrusia, por la estudiante V.
Novik, informada por Valiancina Cichanaŭna Novik, nacida en 1933
(Новак, 2009, 250). Según los datos que hemos podido encontrar,
Jakimava Slabada es un pueblo de 1.057 habitantes en 2004 (con-
sulta 6 de agosto de 2016, https: //ru.wikipedia.org/wiki/Якимова_
Слобода_(Светлогорский_район). El relato dice así:
«От адзін мужык дурнаваты ў нас быў, бабылем жыў, дык любіў
хадзіць на возера ўвечары позна. Казалі, шо яго русалка заваражыла,
ўлюбіла ў сябе, дык ён кожны вечар да яе хадзіў, а потым вяртаўся
не ў сaбе: вочы блішчалі, мармытаў пад нос. Людзі яго бояліся, бо
тады ён памешаны быў» (Новак, 2009, 249).
«He aquí que había en nuestro pueblo un campesino tontorrón, vivía
solo y le gustaba ir al lago, por la noche, tarde. Decían que una rusalka
lo había hechizado, lo había hecho enamorarse de ella, así que él iba a
verla cada tarde, y luego volvía fuera de sí: le brillaban los ojos, farfu-
llaba entre dientes [la expresión hecha en bielorruso y en ruso es, lite-
ralmente “bajo la nariz”]. La gente le temía, porque en esas ocasiones
estaba como chiflado».
A la vista de este breve relato, parece, por fin, posible una relación
amorosa entre una rusalka y un hombre, en la que la rusalka seduce
al hombre (cf. otros ejemplos de ese motivo, en Новак, 2009, 240–1,
246, 256–7: las rusalki atraen a los chicos para que sean sus novios, o

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Francisco Molina Moreno

para no aburrirse). Pero del texto se deduce que esa relación se consi-
dera propia de hombres muy especiales («tontorrón, vivía solo»), que,
además, enloquecen a causa de ella.
El siguiente relato fue anotado en Čačėrsk (distrito Čačėrski, región de
Hómel’, Bielorrusia), por la estudiante I. Šauko, informada por Ljubov
Cimaŭna Damaskanava, nacida en 1931. Čačėrsk es una ciudad que te-
nía 7.991 habitantes en 2009, según la página, consultada el 11 de agos-
to de 2016, https://be–tarask.wikipedia.org/wiki/Чачэрск. No consta
el año en el que fue anotado ese testimonio; pero otros de los que esta-
mos estudiando en este apartado fueron anotados en los primeros años
del siglo xxi. Esta vez es la rusalka la que se enamora de un hombre:
«Была ў нас хатка старэнькая, а ў ёй ужо ніхто даўно ні жыў, яна была
пустая. Дык там жыла русалка. Яна ўлюбілася ў суседа. Яе ніхто не
бачыў і не чуў, а Пятро бачыў яе, разгаварываў. Яна яго на гулянку
праважала і з гульні страчае. Яна шла, потым лажыцца з ім спаць. Ён
так і не ажаніўся, бо жыў з той русалкай» (Новак, 2009, 263).
«Había en nuestro pueblo una casa vieja, en ella hacía tiempo que ya
no vivía nadie, estaba vacía. Y he aquí que allí vivía una rusalka. Se
había enamorado de un vecino. Nadie la veía ni la oía; pero Piatró la
veía, hablaba con ella. Ella se lo llevaba de juerga y se encuentra con
él a su vuelta. Ella iba y se acostaba a dormir con él. Así que él no se
casó, porque vivía con la rusalka aquella».
Es muy interesante observar que, según algunos testimonios, el interés
de las rusalki por los hombres es maligno; obedece a un deseo de ven-
ganza, porque fue por culpa de otros hombres por lo que ellas se con-
virtieron en rusalki. Así lo vemos en un breve texto publicado en 2009
y anotado en Rėčyca (distrito Rėčyc, región de Hómel’, Bielorrusia)
por M. Dubroŭska, informada por Uljana Aliakseeŭna Saldacenka, na-
cida en 1916. El lugar en el que se anotó este testimonio tenía 64.731
habitantes en 2009, según https://be–tarask.wikipedia.org/wiki/
Рэчыца (6 de agosto de 2016). El texto dice así:
«Казалі, што русалкі больш заманьвалі хлопцаў маладых, бо з–за
іх жа і зрабіліся яны такія» (Новак, 2009, 242).
«Decían que las rusalki atraen más a los chicos jóvenes porque por su
causa se convirtieron en rusalki».

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La Vida Amorosa de las Rusalki

En efecto, de cómo una chica se volvió rusalka a causa de un amor


desgraciado, encontramos un ejemplo en lo que la misma informante
contó a la misma recopiladora del testimonio anterior:
«Баба мая яшчэ казала. Дзеўка маладая была ў іх, батрачыла ў пана.
А ў таго быў сын малады, палюбіліся яны. А што яму тая любоў,
у таго такіх дзевак, як мух. Дык шчэ гэтая з прастога люду. Ну,
ён папорціў–та дзеўку, ды й кінуў. А тая ад яго дзіцём займелася,
а нікому казаці не магла, акрамя яго. А пан малады той ій чуці
нічога ні чуў, як і чужая яна яму сталася. Бедная дзеўка з гора таго
і пайшла на возера, ды й утопла ў ім цяжарная. Казалі, што слёзы
яна лье ў тое возера кожну ночку, та і возера тое ад яе горкіх слёз
за ноч папаўняецца, а з раніцы падсыхае» (Новак, 2009, 242–3).
«Mi abuela contaba algo más. Había en su pueblo una chica joven, tra-
bajaba de bracera en las tierras de un señor. Y este tenía un hijo joven,
se enamoraron. Y qué le importaba el amor, a él iban las chicas como
si fueran moscas. Y además esta, que era de gente sencilla. Bueno, pues
él corrompió a la chica y la abandonó. Y ella concibió de él un niño, y
no podía decírselo a nadie más que a él. Y el joven señor no quiso saber
nada, como si ella hubiera dejado de ser algo para él. Y la pobre chica,
desesperada, fue a un lago y se ahogó en él, encinta. Decían que ella
vertía sus lágrimas en el lago cada noche, y durante la noche el lago se
llenaba con sus amargas lágrimas y por la mañana se secaba».
Pero luego no se nos cuenta si esa misma chica, una vez que fue ru-
salka, intentó ahogar al chico que la había abandonado, secuencia ar-
gumental que encontraremos en un relato de la región de Vorónež
(vid. Пухова, 2009, 256), del que nos ocuparemos más adelante.
Del maligno afán vengativo de las rusalki tenemos otros testimo-
nios, procedentes también de la región de Hómel’. Antes de pre-
sentarlos debemos advertir que un personaje mencionado en ellos,
el vadzjanik (en plural, vadzjaniki), es el espíritu masculino de las
aguas, en el folklore bielorruso. El primer texto que ahora nos in-
teresa fue anotado en 2004, en Lapičy, distrito Buda–Kašalëŭski, re-
gión de Hómel’, Bielorrusia, por la estudiante Ju. Veličkevič, infor-
mada por Ala Ŭladzimiraŭna Lapicka, nacida en 1932. El lugar de
procedencia del texto tenía 126 habitantes en 2004 según la página

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https://be.wikipedia.org/wiki/Вёска_Лапічы,_Буда–Кашалёўскі_раён,
consultada el 6 de agosto de 2016. El testimonio en cuestión dice así:
«Русалки ўсе маладыя, прыгожыя, з дліннымі валасамi, але справы
ў іх нядобрыя, патаму шта яны дапамагаюць вадзяніку людзей
губіць. Ведзь калісь іх таксама і пагубілі, вось яны зараз і мсцяць
усім, усім тым, хто жыве на зямлі» (Новак, 2009, 244).
«Las rusalki son todas jóvenes, bellas, con largos cabellos; pero sus
acciones son malas, porque ayudan al vadzjanik a acabar con la gente.
Como una vez también acabaron con ellas, pues ellas ahora se vengan
de todo todito el que vive en la Tierra».
El siguiente testimonio fue anotado en Saltanaŭka, distrito Žlobinski,
región de Hómel’, Bielorrusia, en 2003, por las estudiantes A.
Cimakhoŭcava y A. Tkačova, informadas por Hanna Ramanaŭna
Batura, nacida en 1935 (el lugar en el que se anotó el texto tenía
290 habitantes en 2004, según la página http://www.wikiwand.com/
be–x–old/Салтанаўка_ (Жлобінскі_раён) consultada el 6 de agosto
de 2016). El texto dice así:
«Русалка была памочніца вадзяніка. Любілі яны і мсціць за сваё
неўдалае жыццё» (Новак, 2009, 246).
«Una rusalka era la ayudante del vadzjanik. Les gustaba vengarse por
el fracaso de su vida».
Otro testimonio de interés, en este contexto, fue anotado en Sjalec
(distrito Buda–Kašalëŭski, región de Hómel’, Bielorrusia), por la es-
tudiante I. Kuračkina, informada por Lisa Ivanaŭna Mjaškova, nacida
en 1931 (no hemos conseguido datos estadísticos sobre el lugar de
recogida). Dice así:
«Русалка – ента прыгожая дзяўчына. Яна – дачка вадзяніка.
Кажуць, шо ента aбычная дзяўчына, якая трапіла ў сеці вадзяніка.
У яе сінія валасы, доўгія вейкі і маленькія губачкі.
Русалкі заманьваюць маладых хлопцаў у свае сеці. Так яны
загубліваюць жыццё хлопцаў. Русалкі зачароўваюць іх, паентаму
хлопцы губляюць свае галовы. Русалкі заманьваюць іх у возера,
дзе яны становяцца жэртвамі вадзяніка. Потым ентыя хлопцы
становяцца вадянікамі. Яны заманьваюць у свае сеці маладых

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La Vida Amorosa de las Rusalki

дзевак, якія становяцца русалкамі. Яны становяцца дачкамі


вадзяніка. Потым яны пачынаюць заманьваць другіх хлопцаў и
г.д.» (Новак, 2009, 248).
«Una rusalka es una chica bonita. Es la hija del vadzjanik. Dicen que
es una chica normal, que cayó en las redes del vadzjanik. Tiene los
cabellos azules, largas pestañas y la boquita pequeña.
Las rusalki atraen a los chicos jóvenes a sus redes. Así acaban con la
vida de los chicos. Las rusalki los hechizan, y por eso los chicos pier-
den la cabeza. Las rusalki los atraen a los lagos, donde se convierten
en víctimas del vadzjanik. Después, esos chicos se convierten en va-
dzjaniki [plural de vadzjanik]. Atraen a su red a chicas jóvenes, que se
convierten en rusalki. Se convierten en hijas del vadzjanik. Luego estas
empiezan a atraer a otros chicos, y así sucesivamente».
En general, según otro testimonio, «las rusalki siempre están afligi-
das, están resentidas con la gente que vive en la Tierra» (cf. Новак,
2009, 245: «Русалкі ўсягда таскуюць, яны завідуюць людзям, што
жывуць на зямле», anotado en Byval’ki, distrito Loeŭski, región de
Hómel’, Bielorrusia, por la estudiante A. Kilaš, informada por Hanna
Jafimaŭna Pikas, nacida en 1928; ese lugar tenía 802 habitantes en
1998, según https://be.wikipedia.org/wiki/Вёска_Бывалькі, 6 de
agosto de 2016).
En esos textos, nada se dice del desarrollo posterior de la relación entre
las rusalki y los hombres, salvo que es catastrófico; quizá la misma ma-
lignidad de las rusalki es un motivo por el que las relaciones entre ellas
y los hombres son poco frecuentes y no parecen una opción deseable.
II. 3. 6. Vorónež (Rusia meridional), 2009
También en 2009, como los testimonios bielorrusos que acabamos de es-
tudiar, fue publicado un relato de tradición oral de la región de Vorónež
(Rusia meridional), en el que, como adelantábamos más arriba, podemos
ver cómo una rusalka intenta atraer a un muchacho, Mit’ka (diminuti-
vo de Dmítrij, en ruso) por cuya causa se había convertido en rusalka.
Es decir, el intento de seducción del ser humano por parte de una ru-
salka obedece a un afán vengativo. El texto fue anotado en Vorónež, en
2000, por T. A. Ivannikova, informada por N. P. Khlobystina, nacida en

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Francisco Molina Moreno

Ostrogožsk (distrito Ostrogožski, región de Vorónež, Rusia meridional),


y se conserva en el archivo del Departamento de Teoría de la Literatura
y Folklore de la Universidad de Vorónež. Dice así:
«Рассказывают, что в одном селе утопилась красивая девушка.
Все ее жалели, девушка была добрая и работящая. А парня, из–
за которого она утопилась, ругали да корили: он был гулякой и
пьяницей. С тех пор на озере стали видеть красивую русалку.
Однажды Митька рыбачил на озере, по обычаю, взяв с собой
водочки. Незаметно наступил вечер, вышла луна. И тут он увидел
ее, по лунной дорожке подплыла она близко к лодке и стала звать
его к себе красивыми полупрозрачными руками: «Иди ко мне, я
скучаю по тебе» – сказала русалка. Дмитрий испугался и стал
говорить ей, что она сама виновата, что он пошутил, когда гулял
с другой девушкой. Русалка взялась руками за лодку и стала ее
раскачивать. Митька бросил в нее бутылку недопитой водки и
сильно заработал веслами. Опомнился, только когда добежал до
дома. И с тех пор пьяных на озере никто не видел» (Пухова,
2009, 256, Nº 667).
«Cuentan que en un pueblo se ahogó una linda muchacha. Todos la
compadecieron, era una chica buena y trabajadora. Y del chico por el
que se ahogó todos hablaban mal y lo criticaban: era un juerguista y un
borracho. Desde entoncs, en el lago, empezaron a ver a una bella ru-
salka. Una vez, Mit’ka estaba pescando en el lago; según su costumbre,
se había llevado una botella de vodka. Antes que quisiera darse cuenta,
anocheció, salió la luna. Y entonces él la vio; siguiendo el reflejo de la
luna en el agua, ella se aproximó a nado a la barca y empezó a llamarlo
con sus hermosas manos, casi transparentes: ‘―Ven conmigo, te echo
de menos’ ―dijo la rusalka―. Dmítrij se asustó y se puso a decirle
que ella tenía la culpa, que él no iba en serio, cuando salía con otra
chica. La rusalka se aferró a la barca con ambas manos y se puso a za-
randearla. Mit’ka le tiró la botella de vodka que no había terminado y
remó con denuedo. Solo volvió en sí cuando llegó corriendo a su casa.
Desde entonces nadie vio a un borracho en el lago».
II. 3. 7. Olónec (Rusia septentrional), 2011
En este momento, debemos mencionar un cuento publicado en
2011, aunque anotado por I. V. Karnaúkhova e I. M. Levina mucho

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La Vida Amorosa de las Rusalki

antes, entre los días 22 y 26 de junio de 1926, en Sennaja Guba (zona


Velikogúbskaja, distrito Petrozavódskij, gobierno de Olónec, ac-
tual República de Carelia, norte de Rusia); la informante fue Anna
Egorovna Potapova, de edad desconocida. Por su extensión, no pode-
mos reproducir y traducir aquí el cuento en su totalidad (el texto origi-
nal puede hallarse en Bласова, 2011, 27–30); pero sí podemos ofrecer
una sinopsis en la que destaquen los momentos más pertinentes para
el tema de este trabajo. Un joven héroe vio llegar volando una bandada
de cisnes que, al posarse a orillas del mar, se transformó en un grupo
de doncellas. Estas se desvistieron para bañarse. Siguiendo los conse-
jos de una anciana, el héroe escondió los vestidos de una de las chicas,
que se había desvestido aparte de las demás. Esta, entonces, dijo al
héroe que bajara al fondo del mar, donde encontraría doce palacios;
el suyo sería el que tuviera un haz de ramas, sin hojas, en el tejado.
Luego, él tendría que presentarse al zar de las aguas; este le encargaría
trabajos, que ella llevaría a cabo. Por último, el zar de las aguas lo invi-
taría a elegir esposa entre sus doce hijas; ella indicó al héroe que podría
identificarla porque tendría un pie más hacia adelante que el otro.
En ese cuento no se dice en ningún momento que la protagonista sea
una rusalka; pero su relación con el medio acuático y, muy en espe-
cial, su metamorfosis en ave acuática y el hecho de que sea hija del zar
del mar son rasgos que la asemejan a las rusalki (en cuanto al medio
acuático de las rusalki, cf. Зеленин, 1916 б, 166–70, 173 y 179; sobre
las metamorfosis en ave acuática, vid. Зеленин, 1916 б, 178 у 183;
hasta ahora, no hemos encontrado textos, de la época en la que se
anotó el cuento que comentamos, según los cuales las rusalki fueran
hijas del zar del mar; cf., sin embargo, nuestro apartado II. 3. 5; sí hay
testimonios de que son las esposas del zar del mar: cf., p. e., Зеленин,
1916 б, 150). El factor diferencial entre la protagonista de ese cuento
y las rusalki estriba en que la primera no procede de una chica muerta
prematuramente: tal vez sea por eso por lo que no se le da el nombre
de rusalka. Y quizá también sea ese el motivo por el que, aunque en
ningún momento se hable de amor, el matrimonio de ese personaje
femenino con el héroe puede tener lugar, a diferencia de lo que hemos
visto en la mayoría de los relatos presentados hasta ahora.

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Francisco Molina Moreno

II. 3. 8. Poles’e, 2012


Llegamos ahora a una vasta comarca llamada Poles’e, que abarca partes del
sudeste de Polonia, sur de Bielorrusia y Rusia, y norte de Ucrania (imáge-
nes núms. 3–5). La delimitación más precisa de qué regiones de esos paí-
ses se incluyen en el Poles’e es objeto de discusión (vid., p. e., Krz., 1887,
esp. 579–80; Н. К., 1890–1907, http://ru.wikipedia.org/wiki/Полесье
y también http://en.wikipedia.org/wiki/Polesia, 7 de marzo de 2012).
Nosotros, en este trabajo, nos ceñiremos a las regiones exploradas por
Nikita Il’ič Tolstój y sus colaboradores (vid. Виноградова, 2000, 394–8);
por lo que se refiere a los materiales sobre las rusalki, éstos proceden de
las regiones de Brest y Hómel’, en Bielorrusia (vid. imagen núm. 5); de
Volýn’, Rivne, Žytómyr, Kýїv y Černíhiv (más conocidas entre nosotros
por sus nombres rusos, Kíev y Černígov), en Ucrania (vid. imagen núm.
4), y Brjansk y Kaluga, en Rusia (vid. imagen núm. 2).

Fig. 3: Mapa del Poles’e (en consulta del 14 de diciembre de 2011: http://
be.wikipedia.org/wiki/Выява:Ukraine_Polissya_depression_en.jpg).

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Kýïv
Volýn’ (Kiev)
Rivne
La Vida Amorosa de las Rusalki

Fig. 4: El Poles’e (Полıсся) sobre un mapa de Ucrania, donde se señalan


las regiones pertenecientes al Poles’e (tomado el 7 de marzo de 2012
de http://id.wikipedia.org/wiki/Polesia, completado por el autor)

Fig. 5: Mapa de Bielorrusia, señaladas las regiones pertenecientes al


Poles’e (http:// uk.wikipedia.org/wiki/Файл:Belarus_provinces_blank.
svg, 7 de marzo de 2012, completado y rotulado por el autor)

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Francisco Molina Moreno

En esa comarca, denominada Poles’e, en 1974, el académico Nikita


Il’ič Tolstój (sobrino nieto del autor de Guerra y paz), junto con sus
colaboradores del Instituto de Eslavística y Balcanística de la Academia
de Ciencias de la U. R. S. S., emprendió una serie de expediciones fo-
lklorísticas y dialectológicas, que se prolongaron hasta 1989. Los tex-
tos sobre las rusalki, anotados en dichas expediciones, fueron publica-
dos en 2012 (cf. Виноградова, 2012, 466–698; algunos relatos habían
sido ya publicados por Виноградова, 1986 y 2000, 363–93). También
entre ellos encontramos unas pocas muestras de este raro motivo del
amor entre las rusalki y los hombres (siete relatos sobre un total de 941
testimonios). En primer lugar, mencionaremos un texto que atestigua
simplemente el hecho de que las rusalki atraen a los chicos, para aho-
garlos; en dicho texto, no hay el menor indicio de atracción erótica,
aunque ese es el marco en el que puede manifestarse la atracción o el
amor que sí se atestiguan en otros testimonios (en los textos que si-
guen, indicamos las vocales tónicas en cursiva):
«Русалка – это топляница. Такие красивенные дзеўки. Все
топленники – то дзеўки. Дзеўки есьли топяцца, то выходзяць этые
дзеўки на бераг и гуляюць аны, и парней завлекаюць в воду. Да
тых пор будзе парень хадзиць, шчо утопицца. [Она его] забярэ з
сабой. Тожа русалками звали етых дзевок, тожа русалки. Маладые
дзеўки, так як пад вянец. Косы такие распушчаныя. Як дзеўки,
як бяспуптные дзеўки. И крычаць па–дикому. Могут полякаць»
(anotado en Dubrovka, distrito Dobruški, región de Hómel’, Bielo-
rrusia, en 1982, por A. V. Gura, informado por Nadeżda Ivánovna
Gerasimovič, nacida en 1930; cf. Виноградова, 2012, 477, Nº 4).
«Una rusalka es una chica que se ahogó. Son chicas muy bellas. Todos
los ahogados que vuelven son chicas. Esas chicas, cuando se ahogan,
salen a la orilla, se divierten, atraen a los chicos al agua. Tantas veces
irá el chico, que se ahogará. Ella se lo llevará consigo. A esas chicas
también las llaman rusalki, también son rusalki. Son chicas jóvenes,
casaderas. Llevan el pelo suelto. Son como chicas, como chicas desca-
rriadas. Y gritan como salvajes. Pueden dar miedo».
Dice Vinográdova que, en la Ucrania occidental, el motivo que nos
ocupa es más frecuente entre las mavki, variedad de las rusalki (cf.
Виноградова, 2012, 575; Воропай, 1966, 168, que remite, a su vez,

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La Vida Amorosa de las Rusalki

a Терещенко, 1848, 181, y Гнатюк, 2000, 127 y 129, que remite,


respectivamente, a Kolberg, 1963, 99, y a Онищук, 1909, 59). En
efecto, estas frases fueron anotadas en Červona Voloka, Starosel’e,
distrito Lugínskij, región de Žytómyr, Ucrania, en 1984, por M. M.
Gončarenko, de boca de Marija Gerasimovna Kírij, nacida en 1892:
«Дивчына, котора утопылась – то маўка. Маўкы – то русалки,
красыва дивчына, шо завлекае хлопцов» (Виноградова, 2012, 576,
Nº 438).
«Una chica que se ahogó es una maŭka. Las maŭki son rusalki, una
chica bonita que atrae a los chicos».
En la región de Černíhiv, distrito Gorodnjánskij, en un pueblo llama-
do Chorobiči, en 1980, Evdókija Filíppovna Sedjuki (nacida en 1910)
contó a A. B. Ključévskij:
«Русалки в белых платьях, косы распущенные, влюбляются в
парней. Они мертвые. Один парень пришел из армии, повел батька
его молотить, а там [на краю поля] некрещеные дети закопаны.
Заглянул хлопец, а там девка красивая. Батька стал его искать,
а они сидят пообнявшись, она парня целует. Батька стал читать
«Воскресную молитву», и хлопец стал живой, а она стала мертвой.
А он поначалу стал сохнуть, сохнуть [из–за длительных встреч
с русалкой], а потом поправился…» (Виноградова, 2012, 576, Nº
439).
«Las rusalki llevan vestidos blancos, los cabellos sueltos; se enamoran
de los chicos. Están muertas. Un chico volvió del ejército, su padrecito
lo llevó a trillar, y allí (en la linde del campo) estaban enterrados niños
no bautizados. Miró el muchacho, y había allí una chica bonita. Su
padrecito se puso a buscarlo, y helos allí sentados, abrazándose; ella
besaba al chico. Su padrecito empezó a rezar la “plegaria del domin-
go”, y el muchacho quedó vivo, y ella quedó muerta. Y él al principio
empezó a consumirse, a consumirse (a causa de sus largos encuentros
con la rusalka), y luego se recuperó…»
Aunque solo al final del relato se da al personaje femenino el nombre
de rusalka, mucho antes hay ya un indicio claro de que la «chica bo-
nita» que había visto el muchacho era una de nuestras protagonistas:
el hecho de que se hallara en la linde del campo, donde habían sido

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Francisco Molina Moreno

enterrados niños no bautizados (Зеленин, 1916 б, 174 y 241 de la ed.


de 1995; cf. Виноградова, 2012, 512, Nº 177, y 546, Nº 315). Pero
lo sorprendente de este relato es que el encuentro entre la rusalka y
el muchacho se vea interrumpido por una plegaria que da lugar a que
ella quedara muerta, y el muchacho, vivo: esa afirmación sugiere que
el encuentro amoroso entre ambos solo era posible en una especie de
tierra de nadie, en la que ni ella estaba muerta (a pesar de proceder de
un niño que murió antes de recibir el bautismo), ni él estaba vivo (a
pesar de estarlo en este mundo). Quizá esta bylička contenga una clave
sobre por qué el amor entre una rusalka y un hombre es tan raro: por-
que el límite entre la vida y la muerte no se puede transgredir.
De Choromsk (distrito Stolínskij, región de Brest, Bielorrusia),
procede el siguiente relato, aún inédito, anotado en 1984 por T.
A. Agápkina y A. L. Toporkov, informados por Rajsa Vasíl’evna
Čurilóvič (nacida en 1924):
«Русалка — гэто, говораць, така деўчына, которую заручыли и
вона заручана помэрла. Ў одного богатого чоловека была дочка,
вэльми хорошая, богатая, радная. Полюбиў ее бедный хлопец,
и ее родители не хотели ее оддаць за ёго, бо вон бедный. А як
бедный, то непочотный, неслаўный. И, ўроде, бацька ее заручыў
ее з богатым хлопцэм. А вона вэльми не хотела идти за гэтого
богатого. Ну, и ўроде, сама себя отравила, заручона. Ну, и ее
похоронили. Гэтот бедный хлопець ходиў на ее могилу, ўсё плакаў
за нею. Ўроде, ёму прыснилось, шчо вона прыйшла к ёму да на
ёго и кажэ, шчо раскопай мене, и мы будом ўсегда ўстрэчацца с
тобой. Ну, и вун пошоў на моглица у двенаццать часоў ночы — гэто
сама поўноч — раскопаў ее, выняў и занёс ў жыто, сховаў. Ну, и
вона ў двенаццать часоў дня ожывала, ўроде, и с йим ўстрэчалас.
Распушчаные косы у ее, так як вона одета была [при похоронах], у
белом. И ў жыце воны ўстрэчались. И с той поры стали говорыть,
шчо русалкы ў жыце» (este texto se halla en el archivo del Polesie,
entre los materiales inéditos que la profesora Vinográdova, a quien
aprovechamos para agradecer su generosidad, nos facilitó en el verano
de 2008; pero luego, por error, no fue recogido en la edición, según
mensaje de la profesora Vinográdova, del 17 de septiembre de 2014).

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La Vida Amorosa de las Rusalki

«Una rusalka, dicen, es una chica a la que prometieron en matrimonio


y, prometida, murió. Un hombre rico tenía una hija muy buena, rica,
alegre. Un muchacho pobre se enamoró de ella, y sus padres no que-
rían dársela por esposa, porque él era pobre. Y, como pobre que era,
no gozaba de respeto ni fama. Conque el padre de ella la desposó con
un muchacho rico. Pero ella no quería por nada del mundo casarse con
el rico. Bueno, conque se envenenó a sí misma, estando ya prometi-
da. Y le dieron sepultura. El muchacho pobre iba a su tumba, lloraba
siempre por ella. Conque soñó que ella iba a casa de él a verlo y le
decía que “desentiérrame, y yo siempre me encontraré contigo”. Bue-
no, y fue él al cementerio a las doce de la noche, a la medianoche en
punto, la desenterró, la sacó y la llevó al centeno, la escondió. Bueno,
y ella a las doce del mediodía revivía, como que se encontraba con él.
Llevaba las guedejas sueltas, como la habían vestido para enterrarla, de
blanco. Y se encontraban en el centeno. Desde entonces empezaron a
decir que hay rusalki entre el centeno».
También en Bielorrusia, junto a la región de Brest, está la de Hómel’,
en cuyo distrito Lel’čicki está Zamošče, donde, en 1983, Felina
Petrovna Bogdanóvič (nacida en 1918), contó a E. M. Nazarova la
siguiente bylička:
«Колись росказвали у нас баба. На етом тыжне [на Русальной
неделе] она пошла полоть лён. И выйшла вона на поле, поглядела,
говорыць — идуць деўчата. Семь девочок иде. Она, ка: «Девочки,
куда ж вы пойдете? Ходите ко мне полоть лён». Кали, ка, она
побачыла: у них косы таки распушчэны, лицо, ка, таке ж хмурое.
А мне, ка, припомнилос, што ето ж Русалны тыждень. Ето идуть
русалки, семь. И, ка, ужэ сховаласа и не пошла полоть лён. Так
она сховаласа, а ёни ж пошли — там быў дуб — к тому дубу и
под тым дубом ешчо к ним пришло семь хлопцэў. И от они, ка,
одне там гуляли–гуляли, хохотали, пищали, не разбереш што.
Дотуль они были, пока солнейко на полдень. А як на полдень —
ужэ их не стало. Деўки ў белом. То ж наражвали [обряжали при
похоронах], закапвали, як бы замуж иде. А парни ў костюмах и
ўсё» (Виноградова, 2012, 613).
«A veces nos lo contaban. Una mujer que vivía en nuestro pueblo.
En esa semana fue ella a escardar lino. Y salió al campo, miró, dice,
y vienen unas chicas. Vienen siete chicas. Y ella les dice: ‘―Chicas,

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¿adónde vais? Venid conmigo a escardar el lino.’ Las miró, dice: tenían
el pelo suelto, y la cara, dice, hosca. Y entonces, dice, me acordé de
que era la semana de las rusalii. Esto es que vienen las rusalki, siete. Y
ya, dice, se metió en su casa y no fue a escardar el lino. Ella se metió
en su casa, y ellas se fueron ―había un roble allí― al roble, y bajo el
roble fueron siete chicos más adonde estaban ellas. Y míralos, dice, allí
divirtiéndose, riendo, chillando, que no entenderás qué decían. Estu-
vieron hasta que el sol llegó al mediodía. Y a mediodía ya no estaban.
Unas chicas de blanco. Las habían vestido, las habían enterrado como
si fueran a casarse. Y los chicos iban de traje y todo».
Más inquietante es la siguiente bylička, anotada en 1982 en Čelkhov
(distrito Klimóvskij, región de Brjansk, Rusia), por L. M. Ivleva, in-
formada por Matrena Mikhájlovna Mel’ničenko, nacida en 1906. En
cursiva y entre corchetes hemos añadido, en nuestra traducción, algu-
nas acotaciones que nos parecen necesarias:
«Коля в бане попариўся. Сестра каже: [Не уходи ночью] «Ночуй
дома, ночуй». Ночью, може в двенаццать, може в час. [Но он
пошел.] Иду я, каже, тропинкою. Выходе ў белом женщина,
волос до земли тягнется, а лицо некрепко бачил. «Куда идёшь?»
– «Домой» – «Я тебя проводжу. Я не думала, что ты будешь так
итить». – «А я хорошо иду». Приходим, каже, до речки: «А як же
ты пойдешь?» Я иду по кладце, а она рядом: не то по воде, не
то как. Тут, каже, я и сдрейфил. Перешли речку, а она ему: «Я
думала пабачить тебя не ў таком виде. Я тебя ишче поцалую». –
«А як же ты будешь целовать?» [Лица у нее не было.] Тут собака
гавкне два раза – и где она делась. Это якась русалка, что косы по
самой земле тянутся. Это ж внук мне рассказывал. Это ў суботу
на Гряной неделе [случилось]» (Виноградова, 2012, 554, Nº 354).
«Kolja [diminutivo de Nikoláj] tomó un baño de vapor. Su hermana le
dice: “―No salgas por la noche. La noche…, la noche pásala en casa”.
Era por la noche, quizá a las doce, quizá a la una. Pero él fue. “―Voy
yo” ―dice― “por una vereda. Sale una mujer de blanco, el pelo que le
arrastra hasta la tierra, y la cara no se la vi bien. ‘―¿Adónde vas?’ [ha-
bla la mujer de blanco] ‘―A casa’. ‘―Yo te acompaño. No pensaba que
fueras a ir así’. ‘―Pero si yo voy bien’. Llegamos, dice, a un riachuelo:
‘―¿Qué? ¿Cómo vas?’ Yo voy por el tablón, y ella al lado, no por el
agua, eso de ninguna manera. Entonces, dice, me dio miedo. Pasaron

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La Vida Amorosa de las Rusalki

el riachuelo, y ella le dice: ‘―No pensaba verte así. Todavía te daré un


beso’. ‘―Pues ¿cómo me vas a besar?’ (Ella no tenía cara). Entonces
ladra un perro dos veces, y ella ¿dónde se ha metido? Era una rusalka,
que las guedejas le arrastran por la tierra”. Eso me lo contaba mi nieto.
Eso pasó el sábado de la semana de los juegos».
Lo que, en nuestra traducción, hemos llamado «la semana de los jue-
gos» (гряная неделя, grjanaja nedelja, en el original) es otra denomi-
nación de la llamada «semana de las rusalii» (la siguiente o anterior
a la fiesta de la Trinidad, que se celebra siete semanas después de la
Pascua de Resurrección; sobre la fecha de celebración de la Trinidad,
cf. Виноградова, 1995 б: 375, у 2000: 168–9, así como http://
ru.wikipedia.org/wiki/Пасха, 21 de marzo de 2009; entre otros mu-
chos testimonios, vid. Виноградова, 2012, 524, Nº 231; sobre las de-
nominaciones equivalentes de «semana de las rusalii», «semana ver-
de», «semana del Espíritu Santo», «semana de los juegos», vid. Даль,
1882, s. v. «Дух»; Зеленин, 1915, 584, y Зеленин, 1916 б, 189 y 241).
Según otros testimonios, también procedentes de la región rusa de
Brjansk, es en esa semana de los juegos cuando puede verse a las rusal-
ki (Свитова, 1966, 48, y Виноградова, 2012, 525, Nº 233 y 234; ibid.,
554, Nº 355; ibid., 569, Nº 414; ibid., 593, Nº 495; ibid., 604, Nº 532;
ibid., 611, Nº 562; ibid., 642, Nº 662; ibid., 648, Nº 679; ibid., 669, Nº
796; ibid., 671, Nº 801). La historia, presentada como un hecho verí-
dico vivido por el nieto de la narradora, contiene un erotismo apenas
insinuado en el propósito de la rusalka de besar al protagonista; pero
ese propósito se ve desbaratado por el ladrido de un perro.
Un argumento muy parecido puede hallarse en otra bylička anotada
en los mismos lugar y fecha que la anterior, así como por la misma
investigadora, informada esta vez por Evdókija Dmítrievna Gruzdova,
nacida en 1920. Como en la anterior, hemos incluido en nuestra tra-
ducción, en cursiva y entre corchetes, algunas acotaciones necesarias:
«Мого сына гоняла русалка. Прошлый год на Гряной неделе. В
бане были. Как раз 12 часов. На бугор вошёл, и она явилась, лица
не бачил, руки холодные–холодные, сама длинная–предлинная.
«Вот мы с тобой и подгульнём», ― каже. «Да хто ж ты такая?» Она
и каже: «Ты ж от меня не утекёшь, я тебе догоню». Остановился

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он курить. Закурил, пошли. Дошли до кладки [моста]. Я, каже,


по одной, она по другой иде. Перешёл кладку, а она говорит: «Я
с тобой сейчас не совладею, а потопила бы, кабы пьяный был».
Дошли дo лавочцы, а тут собака загавкала, и она исчезла. Там
русалкина улочка е, кадолбина такая, русалкина *сажелка. Вот и
причепилась она к ему там. Да так и шла. А был бы пьяный, так и
ўтопила бы» (Виноградова, 2012, 554, Nº 355).
«A mi hijo lo persiguió una rusalka. El año pasado, en la semana de los
juegos. Estuvieron en una sauna. Justo a las 12 de la noche. Subió a un
montículo, y apareció ella; él no le vio el rostro; ella tenía las manos
frías, frías, y era larga, requetelarga. ‘―Mira, tú y yo nos vamos a diver-
tir’ ―dice [la ‘rusalka’]―. ‘―Y ¿quién eres tú?’ Y ella dice: ‘―Tú de mí
no te escapas, yo te alcanzo’. Él se paró a fumar. Empezó a fumar, se fue-
ron. Llegaron a un puente. ‘―Yo ―dice― voy por un lado; ella, por el
otro’. Cruzó el puente, y ella dice:‘―Yo ahora no puedo contigo; pero te
habría ahogado, si hubieras estado borracho’. Llegaron a un tenducho,
y allí ladró un perro, y ella desapareció. Allí hay un caminito de rusalki,
un socavón [«кадолбина», en el texto original, que probablemente sea una
deformación de «колдобина» = «bache, socavón, hondonada» o bien «zona
más profunda, en una masa de agua» (agradecemos la sugerencia a nuestra
colega Svetlana Mal’jávina, de la Universidad Complutense de Madrid)],
un estanque de rusalki. Bueno, y allí se le agarró ella. Y así se fue. Y, si
hubiera estado borracho, lo habría ahogado».
La interacción entre la rusalka y el protagonista masculino parece em-
pezar como un intento de seducción por parte de la rusalka (obsér-
vense sus primeras palabras: «―Mira, tú y yo nos vamos a divertir»).
Más adelante se descubren las aviesas intenciones de la rusalka, que no
llegan a consumarse, gracias, en parte, a que el muchacho se encuentra
sobrio, y, en parte, al ladrido de un perro.
II. 3. 9. 2015, Nížnij Nóvgorod
Los testimonios más recientes que podemos presentar han sido publica-
dos en 2015 por la profesora Elena Júr’evna Ljubova, de la Universidad
de Nížnij Nóvgorod (Rusia central), tras ser recogidos por ella misma
y sus alumnos a partir de 1996 (según mensaje de la profesora Ljubova,
del 5 de marzo de 2016). Así, de Madaevo (distrito Počinkóvskij, re-
gión de Nížnij Nóvgorod), procede esta breve información:

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La Vida Amorosa de las Rusalki

«Говорят, что русалки–то это молодые девушки, что утонули.


Одиноко им, вот они ищут себе пару. Они больно любят молодых
парней, всё их к себе заманивают» (Любова, 2015, 113).
«Dicen que eso de las rusalki… son chicas jóvenes que se ahogaron.
Se sienten solas, así que buscan pareja. Les gustan mucho los chicos
jóvenes, siempre los atraen hacia ellas».
En Azrapino, otro pueblo del mismo distrito y región del anterior, se
cuenta:
«В реке русалка живёт. У нас бают, она сама топит тех, кто ей
нравится» (Любова, 2015, 114).
«En el río vive una rusalka. Aquí se dice que ahoga a los que le gustan».
En el mismo sentido, en Abramovo (distrito Arzamásskij, región de
Nížnij Nóvgorod), según datos recogidos por la profesora Ljubova y
sus alumnos,
«Рассказывали, русалки утягивали в воду, с собой заманивали.
Понравится русалке человек, она его заманит, и он вроде как
утонет, а по приметам – русалка его затянула» (Любова, 2015, 114).
«Contaban que las rusalki arrastraban a la gente al agua, la atraían para
llevársela consigo. Como uno le guste a una rusalka, ella lo atrae, y él
es como que se ahoga, y, según se cree, es que una rusalka lo arrastró».
Es decir, parece como si el motivo por el que las rusalki atacan fuera una
perversa atracción erótica, potenciada a su vez por la soledad y el resen-
timiento, y que se manifiesta en formas sádicas. Por otra parte, libre de
toda esa perversidad se halla un breve texto anotado en Revezén’ (distri-
to Perevózskij, región de Nížnij Nóvgorod), según el cual el nombre del
lago Komarovo se debe a que el tatarabuelo de Komárov (no sabemos
a quién se refiere) encontró en ese lago a una rusalka, con la que se
casó (Любова, 2015, 113: «Прапрадед Комарова в этом озере русалку
нашёл и женился на ней, вот озеро Комаровым и назвали»).
III. ENSAYO DE INTERPRETACIÓN
Hemos podido ver, en las páginas que preceden, que el motivo del
amor entre las rusalki y los hombres se atestigua muy raramente, y

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Francisco Molina Moreno

que, además, en muchos casos, más que de amor cabría hablar de un


deseo veladamente sexual y bastante perverso, por parte de las rusalki,
hacia los hombres; si decimos «bastante perverso» es porque parece
como si el fin último de ese deseo fuera el de matar al hombre, lo cual
es fruto, a su vez, de la soledad y del resentimiento. Ese resentimiento
se manifiesta también en los casos en los que las rusalki descuartizan
a los hijos que tienen con los hombres (relatos de Zabajkal’e, en II.
1. 1.; de Grumant, en II. 3. 2.; de Nóvgorod, en II. 3. 3.). Tales pare-
cen ser las emociones dominantes en esos relatos, y esa secuencia de
emociones (sentimiento de soledad, resentimiento, afán de venganza,
deseo velada o aparentemente sexual) se ve con especial claridad en
los relatos anotados por los estudiantes de la Universidad de Hómel’
(cf. II. 3. 5.), y en uno procedente de Vorónež (II. 3. 6).
Existen, por otra parte, algunos casos, muy raros, en los que el amor
entre una rusalka y un hombre es posible, gracias a la cristianización
de la rusalka: así lo vemos en un relato de Vladímir, de 1914 (II. 1. 2.),
según el cual algunos chicos se casaron con rusalki, para lo cual el cura
«las hizo humanas, mediante el bautismo», o bien en otro relato de
Samara, de 1995 (II. 3. 1.), según el cual el novio de la rusalka le puso
una cruz al cuello; sin embargo, hay un relato en el que el rezo de una
plegaria pone fin a un encuentro amoroso entre una rusalka y un mu-
chacho (Виноградова, 2012, 576, Nº 439, en II. 3. 8.). También son
posibles las relaciones entre las rusalki y hombres poco convenciona-
les, que, además, enloquecen a causa de esas relaciones, como vemos
en un relato de Hómel’, de 2009 (cf. II. 3. 5.). El amor entre un hom-
bre joven y una rusalka también puede consumir al primero, según un
relato de la región de Černíhiv (Виноградова, 2012, 576, Nº 439, en
II. 3. 8.). El único caso en el que una rusalka y un hombre se aman
sin necesidad de cristianizar de algún modo a la primera, y sin que ese
amor sea destructivo para el hombre, está en un relato de la región de
Brest, aún inédito, que hemos traducido en nuestro apartado II. 3. 8.
Para intentar explicar ese panorama de las difíciles relaciones entre las
rusalki y los hombres, podemos empezar por preguntarnos si, en el fo-
lklore eslavo oriental, es posible, en general, el amor entre seres so-
brenaturales y humanos. En principio, tal posibilidad no se excluye:

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La Vida Amorosa de las Rusalki

Vinográdova ha estudiado, con la excelencia que la caracteriza, las


creencias en los llamados «espíritus amantes» que, curiosamente, son
siempre masculinos: se trata de los novios o esposos difuntos, que vuel-
ven a visitar a sus novias o esposas (Виноградова, 2000, 316–27; un
ejemplo de esos motivos aparece en Власова, 2011, 296–7, núm. 17, y
353–4, núm. 62). Es decir, se trata de la prolongación de una relación ya
establecida, e incluso legitimada, en la sociedad humana. En el ámbito
eslavo propiamente dicho, según Vinográdova, las creencias en el espí-
ritu–amante proceden de la convicción de que los difuntos siguen te-
niendo necesidades sexuales, como los vivos (Виноградова, 2000, 323).
Entonces, ¿por qué es tan raro que las rusalki desempeñen ese papel de
espíritu amante? Para responder a esa cuestión, hay que preguntarse si,
visto el conjunto de rasgos de las rusalki, visto su carácter, tiene sentido
imaginar relaciones sentimentales entre ellas y los hombres. Hay que
tener en cuenta, para empezar, que, según una creencia muy extendida,
las rusalki son chicas que murieron antes del matrimonio (vid., p. e.,
Bиноградова, 2012, 486–92, entre otros muchos testimonios). En ese
sentido, Vinográdova menciona un testimonio de la creencia en que,
para evitar que una chica muerta antes de casarse se convirtiera en ru-
salka, había que proporcionarle un novio, aunque fuera simbólico: «Un
hombre, cuya hija, ya prometida, murió, la ató a un pilar y les puso co-
ronas de novios a la difunta y al pilar, para que ella no se convirtiera en
rusalka» (Виноградова, 2000, 325: «Oдин мужик, у которого умерла
дочь–невеста, привязал ее к столбу и «обвенчал» покойницу со
столбом, для того, чтобы она не стала русалкой»; cf. Страхов, 2014,
165, nº 4, donde se indica que ese texto fue anotado en Choromsk, dis-
trito Stolínskij, región de Brest, Bielorrusia, en 1976, por R. A. Ageeva,
informada por Raisa Vasíl’evna Čurilovič, nacida en 1926).
Cuanto hemos expuesto podría servir de motivo para que las rusalki
intentaran seducir hombres, según el principio que, según Zelenin,
gobierna lo que se cuenta sobre la vida cotidiana de nuestros persona-
jes: parece como si tuvieran que completar, en la otra vida, la que no
llegaron a vivir en este mundo. En opinión de Zelenin, es como si las
rusalki, al proceder de mujeres que fallecieron de muerte prematura y
no natural, debieran continuar en el otro mundo su vida terrena, hasta

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completarla (Зеленин, 1916 б, 214–5). Esa opinión de Zelenin sigue


confirmándose a la vista de testimonios recogidos en las expedicio-
nes de Nikita Il’ič Tolstój y sus colaboradores; especialmente explícito
es este texto, anotado en Ščedrogor (distrito Ratnóvskij, región de
Volýn’, actual Ucrania), en 1985, por A. A. Archipov, informado por
Akúlina Víktorovna Seredjuk:
«Русалки… У бабы у одной умерла дочка–невеста. И пошла [та баба]
льону полоть. И приходит до нее [умершая дочь], каже: «Мамо,
слава Богу». Та каже: «Навеки! То ты, моя дитинонько, Насточко,
пришла?». Та каже: «Е!» ―«Що же вы там роблете?» Каже: «Toe
самое, що и тут». ―«И добре вам там?» Каже: «Дюже добре. Хто
молодым умре, той молодый вин виком буде, а як старый умре,
то и буде старый. Вы, ―каже― вже, мамо, долго не будете». А
баба пытае: «Ты того и того бачиши?» Та каже: «Всих видем, вси в
Русальный тыждень в поле выходимо. Только нам, ка, недобре, як
дошч иде, бо мы мокрые по житам ходимо». И пийшла, а та баба
за дви нидили и померла. Каже, пришла нивиска и забрала бабу»
(Виноградова, 2012, 574, Nº 433).
«Las rusalki… A una mujer se le murió su hijita, que se iba a casar.
Y fue [la mujer] a escardar el lino. Y se le acerca [la hija que había
muerto], dice: ‘―Mamá, bendito sea Dios’. Y ella dice: ‘―¡Y lo sea
por los siglos! ¿Eres tú, mi niñita, Nástočka, que has venido?’ Dice
la otra: ‘―¡Ya ves!’ ‘―¿Qué hacéis allí?’ Dice: ‘―Lo mismo que aquí’.
‘―Y ¿os va bien allí?’ ‘―Muy bien. Quien muera joven, será joven
para siempre, y, como muera viejo, será viejo. Usted ―dice―, mamá,
ya no estará mucho aquí’. Y la mujer le pregunta: ‘―¿Tú ves a este y
a aquel?’ Y ella dice: ‘―A todos los vemos, todas salimos al campo en
la semana de las rusalki. Solo nos va mal cuando llueve, porque vamos
mojadas por entre los cereales’. Y se fue, y la mujer aquella, al cabo de
dos, se murió. Dice: vino la novia y se llevó a la mujer».
Pero, curiosamente, por lo que se refiere al amor, eso pasa muy raras
veces, quizá porque, en la cultura tradicional rusa, que las chicas to-
men la iniciativa amorosa puede entenderse como un comportamiento
impúdico (Кабакова, 1999 а).
También cabe preguntarse para qué intentan las rusalki atraer a los
hombres. Salvo en los casos en los que se las “cristianiza” (Vladímir,

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1914, en II. 1. 2.; Samara, 1995, en II. 3. 1.), hemos podido observar
que el objetivo de las rusalki, cuando intentan atraer a un hombre, es
ahogarlo o hacerle cosquillas hasta matarlo, tras lo cual puede ocul-
tarse una sexualidad infecunda y destructiva (Пропп, 1963, 141–2 de
la ed. de 1995; Moyle, 1987, esp. pp. 231–2, y Кабакова, 2012, 593).
Pero, como muy bien ha observado Vinográdova, según las creencias
populares, las rusalki atraen y persiguen por igual a hombres, mujeres
y niños, lo que sugiere que nuestras protagonistas no atacan movidas
por el deseo sexual o por el amor (Виноградова, 2000, 228; de hecho,
no hemos encontrado en las rusalki el menor indicio de inclinacio-
nes lésbicas o pedofílicas). En cambio, lo que sí hemos podido notar
es que ese perverso afán de las rusalki es producto del resentimiento
por su muerte prematura (fenómenos muy parecidos se daban en las
creencias sobre las áōrai o mujeres muertas prematuramente, en la an-
tigua Grecia; cf. Iles Johnston, 1999, 165 y 174–5).
A ese resentimiento cabe añadir otro, derivado de ciertas ideas y acti-
tudes acerca de la mujer, en la sociedad de los países eslavos orientales.
Natalie K. Moyle, en su artículo sobre las rusalki, de 1987, ya estudió
la relación entre las creencias relativas a las rusalki y las ideas acerca
de la mujer; en particular, señaló que, en los países eslavos orientales
se considera la maternidad como la cima de la feminidad y el más alto
ideal al que aspira cualquier mujer, que no se siente verdaderamente
completa ni realizada mientras no haya sido madre. Durante nues-
tras estancias en Rusia y Ucrania, hemos podido comprobar sobre el
terreno que estas ideas siguen vigentes en nuestros días, en los que
al anhelo de realización personal se ha añadido una agudísima con-
ciencia colectiva de crisis demográfica: da la impresión de que, en
la Rusia actual, tener hijos se percibe no sólo como una satisfacción
personal, sino además como un deber patriótico. Si tenemos en cuenta
esas actitudes, es fácil entender que morir sin descendencia es una de
las desgracias más temidas en los países eslavos orientales, tanto en el
plano personal como de cara a la sociedad. Y ya sabemos que muchas
rusalki proceden de chicas jóvenes muertas antes de haber sido esposas
y madres, por lo que, al dolor de la muerte prematura, se añade la frus-
tración personal de no haber tenido descendencia, y el resentimiento

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por haber sufrido el ostracismo por parte de una sociedad cuyas exi-
gencias no fueron satisfechas (Iles Johnston, 1999, 174–5 y 192–3, y
Кабакова, 1999 б, 38).
Cuanto hemos expuesto puede explicar por qué las rusalki son pe-
ligrosas (como lo son, en general, las criaturas de lo que en ruso se
llama нечисть, néčist’, e. d., «impureza», o нечистая сила, nečístaja
sila, «fuerza impura»). Su misma belleza, que atrae y hechiza, las hace
aún más peligrosas (Померанцева, 1970, 312). Así podemos enten-
der también que una relación con una rusalka no sea verdaderamente
deseable, y que, por tanto, las historias de amor entre rusalki y seres
humanos sean tan raras en la tradición oral de los eslavos orientales.
L L L1

LLL Para la transliteración de las palabras en ruso, ucraniano y bie-


lorruso (salvo en los topónimos “Bielorrusia”, “Carelia”, “Moscú”,
“Rusia”, “Siberia” y “Ucrania”, en los que hemos conservado la forma
habitual en español), empleamos el sistema propuesto por Alvarado
Socastro (2003: 63 y 27–9); por nuestra parte, indicamos el acento
gráfico según la norma española. Para facilitar la lectura a los lectores
no eslavistas, indicamos a continuación las correspondencias entre los
caracteres cirílicos, la transliteración al alfabeto latino propuesta por
Alvarado Socastro (2003) y la transcripción fonética según el alfabeto
fonético internacional:
Ruso: а = a = /a/; б = b = /b/; в = v = /v/; г = g = /g/ (también ante «e, i»); д =
d = /d/; е = e = /je/; ё = ë = /jo/ (siempre acentuado); ж = ž = /ʐ/; з = z = /z/; и
= i = /i/; й = j = /j/; к = k = /k/; л = l = /l/; м = m = /m/; н = n = /n/; о = o
= /o/ (/ə/ en posición átona); п = p = /p/; р = r = /r/; с = s = /s/; т = t = /t/; у =
u = /u/; ф = f = /f/; x = ch = /x/; ц = c = /ts/; ч = č = /tɕ/; ш = š = /ʂ/; щ = šč
= /ɕː/; ъ = “ = /–/; ы = y = /ɨ/; ь = ‘ (o bien tilde sobre la consonante precedente)
= /j/; э = ė = /ε/; ю = ju = /ju/; я = jа = /ja/.
Ucraniano: Vale lo dicho para el ruso, con la salvedad de que г = h = /ɦ/; ґ = g =
/g/; e = e = /ε/; є = je = /je/; i = i = /i/; и = y = /ı/; ї = ï = /ji/; al signo ъ del
cirílico ruso lo sustituye ‘, en ucraniano, que transliteramos como “; ь = ‘ (o bien tilde
sobre la consonante precedente) = /j/.
Bielorruso: Vale lo dicho para el ruso, así como lo relativo a las grafías г, ґ, i, ъ y
ь en ucraniano; además, ў = /w/ = ŭ, y, en lugar de la letra щ rusa, el bielorruso
emplea шч = šč = /ɕː/.

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