9 Teoria y Técnica Del La Entrevista Ii
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Una característica propia es que en México no importan los individuos aislados sino éstos
en términos de la familia a la cual pertenecen. Por eso aparentan ser individualmente
inseguros pero se sienten muy seguros como miembros de una familia.
La familia cumple un papel muy relevante, incluso en las clases sociales más bajas se
acentúan algunos rasgos, por ejemplo, es más fuerte la actitud de obediencia hacia el
padre.
Los mexicanos perciben que el tiempo pasa más lentamente que en sujetos de otras
nacionalidades, lo que parece explicar su tardanza tradicional y esa sensación de que hay
tiempo para todo.
La cultura se compone del conjunto de valores, normas, hábitos que prevalecen en un
país o grupo social. Díaz Guerrero plantea en el caso mexicano que hay aspectos de la
cultura que han evolucionado. Particularmente, existen dos profundos conceptos y
comportamientos relacionados, en que el desconcierto es el más grande obstáculo para
que los mexicanos como individuos y la sociedad como nación alcancen su mejor
desarrollo: amor y poder. Se define operativamente de la siguiente manera:
Amor es cualquier tipo de comportamiento cuya consecuencia hace que las personas se
acerquen más unas a las otras, sea esto físicamente, en forma emocional, de manera
cognitiva, en forma social, o espiritualmente….El poder, por otra parte, es cualquier tipo
de comportamiento a través del cual hacemos que otros hagan lo que nosotros, como
individuos, deseamos que se realice…..Al poder no le importa si en su accionar las
personas se acercan más entre sí o se alejan.
En la cultura mexicana hay una terrible confusión entre el ejercicio del poder y el amor.
Esto produce graves problemas individuales, familiares y sociales. Dicha confusión
empieza cuando la madre y el padre mexicanos buscan la satisfacción personal o el
dominio y no el desarrollo óptimo de los hijos. Díaz-Guerrero también compara la cultura
mexicana y la de EUA, en temas como el respeto y la posición social. Muestra la clara
tendencia de la cultura mexicana hacia la supremacía del hombre y el autosacrificio de la
mujer. Los estudiantes varones de ambos países respetan altamente a los hombres de
edad avanzada, pero esto es más intenso en México. A los jóvenes en México se les da
un respeto medio y en EUA alto. La gente rica es más respetada en México que en EUA.
Los varones mexicanos indican en forma más definitiva que los de EUA a quien se debe
respetar, en cambio, las mujeres de EUA aventajan en esto a las mexicanas.
Sin embargo, en México pesan más las tradiciones que lo que una persona haya hecho
para decidir si merece o no respeto. En fin, ambas culturas parten de premisas distintas,
no siempre verbalizadas y concientizadas, sino aprendidas del medio social, que se
presentan como hipótesis a comprobar: creencia en la superioridad del hombre sobre la
mujer, sentimiento de que la madre es el ser más querido, etc. Una síntesis de
características comparativas de ambas culturas muestra que:
Los estadounidenses tienden a ser más activos que los mexicanos en su de
confrontar problemas y desafíos.
Los mexicanos tienden a estar más centrados en la familia y los estadounidenses
en el individuo.
Los estadounidenses tienden a ser más complejos y diferenciados en estructura
cognoscitiva que los mexicanos.
Los mexicanos tienden a ser más cooperativos y los estadounidenses,
competitivos.
Los mexicanos tienden a ser más pesimistas y fatalistas en sus perspectivas sobre
la vida que los estadounidenses
Los mexicanos son en general más abnegados que en otros países.
Las actitudes son los sentimientos y creencias que determinan en gran medida la manera
en que los empleados perciben su ambiente de trabajo. También han sido definidas como
declaraciones evaluativas o juicios (favorables o desfavorables) relativos a objetos,
personas o hechos. Una actitud tiene un componente cognoscitivo (opinión o creencia) y
otro afectivo (emoción, sentimientos) que se traducen en un comportamiento o intención
de comportarse de cierta manera hacia algo o alguien. La satisfacción en el trabajo es una
de ellas. Otros ejemplos son: el involucramiento con el puesto, el compromiso
organizacional, etc. En el contexto norteamericano parecería lógico pensar que los
sistemas de incentivos económicos pueden provocar una modificación de actitudes en el
sentido deseado. Así funcionan los programas de premios por desempeño, por no faltar,
por no llegar tarde, no desperdiciar materia prima, etc.
Como ya comenté, Díaz-Guerrero le restaba importancia al incremento salarial como
forma de motivar al mexicano, sin embargo, creo que en la actualidad es relevante.
También hay otras formas de modificar actitudes, en especial, la satisfacción en el trabajo,
como puede ser metas más claras, supervisores más comprensivos, participación en el
empleo, capacitación, mejor ambiente de trabajo. Incluso una plática o la aplicación de
una encuesta pueden permitir un desahogo emocional que produzca un cambio de
actitud.
La cultura del mexicano: sus orígenes
Para empezar recordaremos que se ha dicho que el mexicano tiene un complejo de
inferioridad. Al respecto, los estudios muestran que lo que a primera vista parecía un
complejo de inferioridad, es solo una actitud propia del mexicano que consiste en no
saber valorar la importancia del individuo. Ya que lo importante en
México no es cada persona, sino la familia que éste forme, se ha demostrado, por
ejemplo, que mientras los norteamericanos sostienen que pelearían por los derechos del
individuo, los mexicanos dicen que pelearían por los derechos de la familia.
Así, pues lo que sucede es que Juan o Pedro, como personas aisladas, son poco
importantes, pero Juan y Pedro, como miembros de la familia Rodríguez o de la familia
González, son importantes.
Esto es interesante porque, considerando que el mexicano tuviera un complejo de
inferioridad, se pensaría también que los mexicanos serian muy inseguros. Sin embargo,
los estudios han mostrado que los niños y adolescentes mexicanos emocionalmente
hablando, se sienten tan seguros de si mismos, o más, que los de otras nacionalidades.
Los mexicanos se sienten seguros como miembros de una familia, pues en la familia
todos tienden a ayudarse entre si. Este es un aspecto positivo que no debe perder la
familia mexicana, cada uno de sus miembros está, casi siempre bien dispuesto a ayudar a
otros de la familia, lo que es importante en la familia mexicana y no el hecho de que sea
grande o pequeña.
¿De dónde surge el hecho de que en México, y en otras sociedades parecidas, la familia
tenga más importancia que el individuo? Todos los estudios realizados indican que esta
característica de los mexicanos, como muchas otras, proviene de la filosofía de vida,
propia de su cultura, es decir de las formas de pensar acerca de nosotros y de los demás,
acerca de cómo vivir mejor la vida, etc. que va pasando de generación a generación.
Todos estos descubrimientos, y muchos otros, nos hicieron pensar más y más que la
psicología del mexicano estaba originada, fundamentalmente, en su cultura, es decir, por
todas esas afirmaciones, dichos, proverbios que seguimos como reglas para convivir,
sobre todo dentro de la familia.
A partir de esto empezamos a hacer estudios cada vez mas serios sobre lo que llamamos
los efectos de la cultura sobre la personalidad del mexicano, es decir, hasta qué punto
estar de acuerdo y vivir de acuerdo con muchos de los dichos y maneras de pensar de los
mexicanos tiene que ver con la manera en que somos y nos conducimos.
El primer estudio importante que hicimos para relacionar la cultura mexicana con la
personalidad del mexicano es muy reciente, pero nos ha dado muchas sorpresas.
Los resultados nos han indicado que cuando menos hay ocho tipos de mexicanos y,
además, mezclas de estos tipos. Lo más importante es que estos tipos resultan del grado
en que los mexicanos aceptamos la cultura mexicana.
Hay unos que aceptan, al parecer, todos o casi todos los dichos y proverbios así como las
reglas tradicionales de la cultura mexicana, pero hay otros que se rebelan a casi todos los
dichos, proverbios y formas de pensar de la cultura mexicana. En medio de estos
extremos hay muchos otros que, en distintos grados, mezclan el hecho de estar de
acuerdo con la cultura tradicional mexicana y de rebelarse a ella.
Pasemos, pues, a la enumeración de los ocho tipos de mexicanos. Los nombres de estos
tipos son:
El tipo de mexicano pasivo, obediente y afiliativo (afectuoso)
El tipo de mexicano rebelde activamente auto afirmativo
El tipo de mexicano con control interno activo
El tipo de mexicano con control externo pasivo
El tipo de mexicano cauteloso pasivo
El tipo de mexicano audaz activo
El tipo de mexicano activo autónomo y finalmente
El tipo de mexicano pasivo independiente
Es importante señalar que estos tipos de mexicanos existen tanto en hombres como en
mujeres. De los ocho tipos hasta ahora descubiertos, cuatro son los más frecuentes y los
que ahora, a muy grandes rasgos, descubriremos.
El mexicano afiliativo y obediente, el mexicano activamente auto afirmativo o rebelde, el
mexicano con control interno activo o “íntegro” y el mexicano de control externo pasivo o
“corrupto”
Si tomamos en cuenta toda la república, el mexicano mas frecuente es el obediente
afiliativo. La gran mayoría de los mexicanos son obedientes, afectuosos y complacientes
hasta los doce años de edad, esto es lo normal en nuestra cultura. Niños con ese tipo
muestran señales de salud emocional e intelectual. Sin embargo, si a los 15 años siguen
siendo igualmente obedientes, mostrarán un retraso en varios aspectos intelectuales
respecto de sus coetáneos; sus madres empiezan a pensar que sus hijos no lograrán
mucho y se acentúan los aspectos de pasividad e interdependencia con los padres. A los
18 años estos niños muestran más síntomas de pasividad y dependencia de los padres y
de la sociedad: son de buenas maneras, piensan que es mejor saber obedecer que
mandar, etc. Estos sujetos funcionarán bien dentro de la sociedad si tienen el apoyo de
sus familias y no llegan a enfrentarse solos a los duros problemas de la vida.
El tipo de mexicano actualmente auto-afirmativo, el rebelde a la cultura es frecuentemente
entre los jóvenes que van a la secundaria, preparatoria y normales, y son éstos,
generalmente, quienes realizan estudios superiores. Es más frecuente encontrarlos en las
clases medias y altas que en las clases bajas.
Ese tipo se caracteriza por ser, ya desde los doce años, mucho menos obediente que sus
coetáneos ante las órdenes de sus padres y maestros; su desarrollo intelectual y su
habilidad para la lectura es mayor que la de sus coetáneos, pero su relación con sus
padres es difícil. Muchos de estos niños son considerados ingobernables, por sus padres;
además, son más agresivos, dominantes e impulsivos que sus coetáneos y sufren algo
más de ansiedad que ellos. A los 15 y
18 años siguen siendo fuertemente rebeldes ante la autoridad y rebasan a sus coetáneos
en capacidad intelectual y nivel de lectura. Son, a menudo, los líderes estudiantiles.
Muchos de los profesores de enseñanza media y superior poseen, probablemente, este
tipo de personalidad, así como muchos políticos. Estos sujetos irán mas fácilmente a las
actividades estatales que a las privadas;
Los tipos extremos se convertirán en políticos radicales de izquierda y aun en anarquistas
o guerrilleros y hasta en delincuentes comunes.
Al tipo de mexicano con control interno activo, el íntegro, es menos común que los
anteriores, parece integrar dentro de sí todas las cualidades de la cultura mexicana, y
puede ser obediente, afectuoso y complaciente cuando esto sea lo adecuado, pero
rebelde si es necesario. Lo más interesante es que este tipo se da con la misma
frecuencia en las clases altas, medias y bajas, y que sucede lo mismo en mujeres y
hombres. Ya a los doce años estos sujetos presentan las características que la socio
cultura mexicana considera ideales: son afectuosos con todos, complacientes y corteses
con padres maestros y adultos, menos agresivos e impulsivos que sus coetáneos, más
ordenados, disciplinados, limpios, metódicos y reflexivos. Estos niños son optimistas
acerca de la capacidad del hombre para resolver los problemas del mundo, piensan que
las metas se alcanzan estudiando y trabajando, están en contra de los compadrazgos y
cualquier forma de corrupción social, etc. Son, además, mas inteligentes, leen mas rápido
y con mayor comprensión que su coetáneos, son aplicados y buenos estudiantes.
Reúnen, en suma, lo mejor de la sociocultura mexicana y se rebelan a sus defectos. El
medio social machista y frecuentemente delincuente y corrupto de la secundaria,
preparatoria es particularmente difícil para ese tipo de mexicano.
Algunos se convierten en los pocos líderes estudiantiles íntegros, pero la mayoría se
aíslan de los grupos y se convierten en buenos estudiantes. Como adultos forman
nuestros mejores profesionistas, catedráticos, científicos, empresarios y políticos.
El tipo de control externo pasivo es la cara opuesta de la medalla: es el individuo pasivo,
pesimista y fatalista, siempre dispuesto a vender al mejor postor; Es obediente por
conveniencia y por carácter, ¿Será el tipo servil descrito por Octavio Paz? Se desarrolla
en el medio machista, violento y corrupto de muchas secundarias y preparatorias y es el
que, probablemente, ha hecho de los mexicanos, en general, piensen que toda política es
corrupta.
Lo importante de esta caracterología es que por fin se demuestra que hay varios tipos
diferentes de mexicanos que resultan de la misma historia-sociocultura mexicana y que,
obviamente, los escritores de argumento para el cine, las fotonovelas y la televisión han
abusado, presentando con demasiada frecuencia los tipos más negativos de la
caracterología mexicana, en los que, por desgracia, han sido ayudados por científicos
extranjeros como Oscar Lewis.
El mexicano integro y el rebelde ante la cultura también existe, lo mismo que el
excesivamente pasivo y complaciente pero no necesariamente corrupto y mucho menos
violento.
Los rasgos culturales del mexicano actual
Todos los que dedican sus vidas a desentrañar y comprender la mente y el
comportamiento humano, tarde o temprano quedan fascinados por su aparente enorme
complicación. Esta aparente enorme complicación permite que el novelista construya
tramas a lo infinito, que el poeta versifique miradas de emoción, sentimientos,
inclinaciones, apetitos y pensamientos, y que los seres humanos se sientan aturdidos
ante tanta complejidad.
A nadie le cabe la menor duda de que el potencial de pensamientos y comportamientos
humanos es infinito. Un objetivo de la psicología, particularmente de la psicología de la
persona, ha sido el de buscar establecer un orden, intentar clasificar los pensamientos y
las acciones, establecer las maneras más constantes de este pensar y de los
comportamientos, determinar las relaciones entre unos y otros, diferenciar entre las
causas y los efectos, el de distinguir entre aquellas formas de pensar y de comportarse
que ayudan al individuo a satisfacer mejor sus necesidades, a vivir mejor y las que no; a
distinguir las maneras de conducirse y de pensar que le permitirán alcanzar sus objetivos,
de aquellas que no lo harán; a diferenciar entre comportamientos que lo satisfacen pero
interfieren en la satisfacción de otros; y a destacar aquellos comportamientos que no sólo
lo satisfacen a él sino que ayudan a los demás. La confusión, el desorden y el trastorno
suceden particularmente si el individuo y la sociedad actúan sin limitaciones, es decir,
obedeciendo exclusivamente a los impulsos o a la necesidad de los momentos, sin tener
jamás en consideración las consecuencias, en mediano o largo plazo, de los
comportamientos impulsivos o de las decisiones que satisfarán inmediatamente
necesidades individuales o sociales.
En el transcurso de su historia natural la humanidad ha descubierto que al actuar sin
limitaciones primeramente para satisfacer las necesidades inmediatas, resulta
catastrófico. Es así como nace lo que los científicos sociales llaman la cultura. En ella
poco a poco se van conformando una serie de prescripciones, un conjunto en realidad de
limitaciones de la manera de pensar y particularmente de comportarse, que permite que el
individuo sobreviva físicamente y mentalmente, pero, en especial, que el grupo, la tribu, la
sociedad, sobrevivan.
Con el paso de tiempo algunas de las prescripciones se convierten en religión, otras en
gobierno y otras más en tradiciones populares.
Para que estas prescripciones, mandatos, órdenes, reglamentos, normas y leyes sean
acatadas por encima de las satisfacciones inmediatas de los impulsos, los deseos y las
necesidades individuales y las de grupo, se tenía que desarrollar un sistema de castigo y
de recompensa.
En la religión, esto está fundamentalmente representado por el cielo y el infierno, en el
gobierno, en donde la única recompensa por observar las leyes es evitar las sanciones
civiles y penales, no existe la esperanza de una recompensa tan profunda como la
religiosa (la felicidad eterna). Respecto de las tradiciones populares, la recompensa es la
aprobación de los miembros de la sociedad y el castigo, su reconvención, su repudio, su
reproche. Religión, gobierno, tradiciones populares todos estos aspectos de la cultura han
ido evolucionando de manera natural a través de la historia, pero la humanidad presente,
como la humanidad de los tiempos de los griegos, con frecuencia no tienen otras maneras
institucionales de enfrentarse a la complicada conducta de los individuos, de los grupos y
de las sociedades.
Por eso, a partir de creencias, preceptos y leyes buscan, a través de recompensas
sanciones y castigos, dirigir y mejorar los diversos comportamientos para ampliar la
calidad de vida individual y de la convivencia humana.
Sólo recientemente y aún de manera vacilante, empiezan a intervenir, sin
institucionalizarse, los conocidos psicólogos para la educación de los hijos en el hogar y
en la escuela; para mejorar la comunicación social; para ayudar a prevenir la enfermedad
y, desde hace un tiempo, para mejorar la salud. Y no se les impulsa a pesar de que
diversos conocimientos psicológicos, incluidos en el proceso de la educación desde la
primaria, podrían mejorar significativamente, el comportamiento individual, el de los
grupos y el social.
La cultura se compone del conjunto de valores, normas, hábitos que prevalecen en un
país o grupo social. A título de ejemplo, algunos rasgos de la cultura estadounidense
incluyen el localismo y el etnocentrismo. El primero corresponde a una visión reducida del
mundo consistente en la incapacidad para reconocer que otros pueden tener formas
diferentes de vivir y trabajar; el segundo, se refiere a la creencia de que los valores y usos
culturales de uno son superiores a los de los demás. Otros estudios los caracterizan como
informales, directos, competitivos, realizadores, independientes e individualistas,
inquisitivos, les disgusta el silencio, aprecian la puntualidad y la limpieza.
A efectos de estudiar con mayor profundidad las diferencias culturales, se han elaborado
algunos marcos teóricos de análisis como el de Kluckhohn – Strodtbeck y el de Hofstede.
El primero identifica seis dimensiones culturales básicas: la relación con el ambiente
(dominación, armonía o subyugación), la orientación en el tiempo (pasado, presente o
futuro), la naturaleza de la gente (buena, mixta o mala), la orientación a la actividad (ser,
controlar, hacer), en enfoque de responsabilidad (individualista, de grupo o jerárquica) y el
concepto de espacio (privado, mixto o público).
Con base en este marco, EUA se caracteriza con los siguientes valores: dominación,
presente, mixta, hacer, individualista y privado. En el marco de Hofstede, las diferencias
se presentan en cuatro dimensiones:
Individualismo - cooperativismo: preocupación de la gente por sí misma y su
familia vs. un marco más amplio de interés y confianza social
Distancia al poder: grado en que una sociedad acepta que el poder y la riqueza de
las instituciones, organizaciones y personas esté distribuido de manera desigual.
Evasión de la incertidumbre: grado en que una sociedad se siente amenazada por
situaciones inciertas y ambiguas y trata de evitarlas.
Cantidad en comparación con calidad de vida: asertividad y materialismo vs.
relaciones sociales y preocupación por los demás.
Conceptos
Uno de los capítulos más interesantes de Díaz-Guerrero, vinculado al tema, es el de
motivaciones del trabajador mexicano, misma que se considera explicada por múltiples
variables (fuerzas, motivos, necesidades, deseos, impulsos, instintos, etc.), no por una
sola como han sostenido muchos psicólogos.
Parte de la revisión de algunas de las expresiones del mexicano acerca de los tópicos del
trabajo que indicarían que el mexicano no está muy motivado por trabajar son: “el trabajo
embrutece”, “trabajar de balde ni a tu padre”, “la ociosidad es la madre de una vida
padre”, etc., para posteriormente profundizar en lo que se esconde detrás de estas
expresiones.
Retoma el modelo de Maslow y sus prioridades en las necesidades que indican que no
pasamos a una de orden superior hasta haber satisfecho la de orden inferior (necesidades
fisiológicas, de conservación, de afecto, autoestima y realización). Muestra que si algo
tiene en exceso el mexicano de niño es amor y de adulto amistad, por lo que debería
estar satisfecho al respecto. Sin embargo, su necesidad de amigos y de hablar
continuamente sigue siendo desusadamente intensa. También se muestra excesivamente
intensa la necesidad de sentirse capaz y valioso, por lo que se le dedica mucho tiempo y
energía a satisfacerla por cualquier camino, lícito o no, si tenemos dudas de nosotros
mismos, la otra posibilidad de llenar la necesidad es que otros nos atribuyan capacidad,
poder, inteligencia, simpatía, belleza, etc. También puede sustituirse con criterios de
posición social o simplemente de disposición de dinero.
Si esta satisfacción es bloqueada en todas sus variantes, los individuos presentan
sentimientos de inferioridad, de inseguridad personal y hasta debilidad y desesperanza,
pudiendo incluso desembocar en el pesimismo crónico o la completa apatía. Una
tendencia ya francamente anormal para compensar la falta de autoestima es fanfarronear,
tratando de engañarnos a nosotros mismos. La falta de satisfacción de esta necesidad
provoca que rara vez pueda satisfacer la siguiente (autorrealización) en nuestro contexto.
También agrega que hay necesidades aprendidas, entre las cuales las más importantes
son las socioculturales, como el machismo. A continuación presenta un perfil hipotético
del trabajador con base en la importancia atribuida a una serie de necesidades,
calificadas en una escala de 0 a 10. Ellas son las siguientes, listadas con dos
calificaciones, las primeras son del autor y las segundas son de un grupo de 11
ejecutivos. A continuación se explica la fundamentación de la primera:
Hambre: 5 y 6. Casi todos los mexicanos han sufrido hambre, aguda o parcial, pero sin
alcanzar su máxima intensidad.
Salud: 5 y 3. El mexicano es un poco hipocondríaco pero al mismo tiempo la cuestión de
vivir o morir no parece tener mucho valor.
Sexualidad: 10 y 9. Alcanza su máxima calificación como compensación de lo que el
mexicano no tiene, por eso gusta fanfarronear sobre sus éxitos.
Dinero: 10 y 8. Símbolo y compensación de muchas otras cosas, tanto por su valor real
como simbólico. Por eso los aumentos de salario mejoran la eficiencia sólo
temporalmente.
Temor a perder el empleo: 5 y 4. Tal temor debería ser alto por su vinculación con el
hambre, sin embargo, los trabajadores rotan mucho de empleo, lo que se explica por el
papel que cumple al respecto la familia mexicana.
Seguridad personal: 3 y 2. No parece preocuparle mucho al mexicano por lo que no
aprecian las medidas de seguridad en el trabajo.
Amor y ternura: 1 y 4. Considera que la madre mexicana sofoca con su ternura a los
niños, por lo que no cree que sea un aspecto importante.
Propia estima: 10 y 9.5. La autoestima del mexicano está bajísima, aunque la evidencia
externa parece desmentirlo porque él trata de negar su complejo de inferioridad y se
protege en el fanfarroneo
En la familia se abusa de los conceptos de autoridad (padre), respeto, en la inconsistencia
entre lo que se enseña y lo que se hace Y en el trato del niño. Tampoco la situación
económica ayuda a su autovaloración. El trabajador mexicano está hambriento de
desarrollar su autoestima. Este es un importantísimo aspecto para motivar al trabajador,
más que la mejoría irreal de salarios, si siente que lo que hace sirve a otros y contribuye
al progreso de su país.
Amistad: 9 y 9. La cara amiga y el gesto comprensivo y sin críticas son necesarios para el
fanfarroneo viril. Los amigos constituyen la audiencia cooperativa. Sólo cuando gana la
risa hay una posibilidad sana de salvación frente a esta conducta.
Es una necesidad parcialmente consciente, semiconsciente e inconsciente.
Desarrollo integral: 7 y 7.5. Cuando se presenta suele hacerlo como compensación,
incluso puede serlo la actividad artística. El mexicano siempre ha sido creativo.
Mejor ambiente físico: 1 y 4. No lo valora por lo que significa en términos de salud y
eficiencia sino como reconocimiento de su valor personal.
Mejoría técnica: 5 y 5.5. Esta necesidad debería ser máxima, pero si al mexicano se le
indica como hacer mejor las cosas, es probable que se sienta insultado. La mejoría
encontrará resistencia provocada por la susceptibilidad.
Pertenecer a un grupo: 1 y 6. Para el mexicano no es la fábrica el principal lugar de
socialización, como Brown y Fromm postulan. El mexicano socializa en todas partes,
sobre todo en la familia, no requiere tanto de amor ni considera que la soledad es una
desgracia. Octavio Paz la describe como su “mero mole”.
Necesidad de diversión: 10 y 9.5. Para distraerse de sí mismo, olvidar lo que lo afecta, el
mexicano tiene una alta necesidad de diversión. También porque necesita la sensación de
bienestar que la diversión le genera, la oportunidad de soñar, de fantasear. Siente en
algunos espectáculos que al fin va a tomar parte en grande en la actuación. De ahí los
gritos ingeniosos, el aplauso, las carcajadas, etc. en el cine se identifica con los
personajes, vive otras vidas. En fin, este aspecto combina varias necesidades
insatisfechas.
Formación de cambio de actitudes
Las actitudes son los sentimientos y creencias que determinan en gran medida la manera
en que los empleados perciben su ambiente de trabajo. También han sido definidas como
declaraciones evaluativas o juicios (favorables o desfavorables) relativos a objetos,
personas o hechos. Una actitud tiene un componente cognoscitivo (opinión o creencia) y
otro afectivo (emoción, sentimientos) que se traducen en un comportamiento o intención
de comportarse de cierta manera hacia algo o alguien. La satisfacción en el trabajo es una
de ellas. Otros ejemplos son: el involucramiento con el puesto, el compromiso
organizacional, etc.
En el contexto norteamericano parecería lógico pensar que los sistemas de incentivos
económicos pueden provocar una modificación de actitudes en el sentido deseado. Así
funcionan los programas de premios por desempeño, por no faltar, por no llegar tarde, no
desperdiciar materia prima, etc. Como ya comenté, Díaz-Guerrero le restaba importancia
al incremento salarial como forma de motivar al mexicano, sin embargo, creo que en la
actualidad es relevante.
También hay otras formas de modificar actitudes, en especial, la satisfacción en el trabajo,
como puede ser metas más claras, supervisores más comprensivos, participación en el
empleo, capacitación, mejor ambiente de trabajo. Incluso una plática o la aplicación de
una encuesta pueden permitir un desahogo emocional que produzca un cambio de
actitud.
La pirámide de Maslow, o jerarquía de las necesidades humanas, es una
teoría psicológica propuesta por Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la
motivación humana (en inglés, A Theory of Human Motivation) de 1943, que
posteriormente amplió, obtuvo una importante notoriedad, no sólo en el campo de la
psicología sino en el ámbito empresarial del marketing o la publicidad. Maslow formula en
su teoría una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen
las necesidades más básicas (parte inferior de la pirámide), los seres humanos
desarrollan necesidades y deseos más elevados (parte superior de la pirámide).
Bibliografía