Formas Juridicas Administartivas
Formas Juridicas Administartivas
Formas Juridicas Administartivas
Sumario:
1.- Las funciones Jurídicas del Estado. 2.- Definición de acto administrativo. 3.-
Distinción con otras formas jurídicas administrativas o actuaciones administrativas 4.-
Caracteres del acto administrativo. 4.1.-Presunción de legitimidad 4.2.- Estabilidad del
acto 4.3.-Impugnabilidad del acto 4.4.- Ejecutividad del acto.
Previamente a dar una definición de acto administrativo es menester aclarar lo que debe
entenderse por función administrativa, ya que ésta se caracteriza o materializa a través
de los actos administrativos, entre una de las formas jurídicas administrativas o
actuaciones administrativas como llama el artículo 89 del Código Orgánico
Administrativo.
Por “función” ha de entenderse la actividad que desarrollan los distintos órganos del
Estado, como tarea que le es inherente y que solo en el ejercicio del Poder Público
pueden cumplirse. Las diversas funciones del Estado son sólo las diversas formas a
través de las cuales se manifiesta la actividad estatal; y ellas no están atribuidas en
forma exclusiva a los órganos del Estado1.
1
Montesquieu habla de poderes del Estado. Montesquieu, “Del Espíritu de las Leyes” 2013 Editorial
Porrúa. México .
2
Deberes primordiales y generales según los Arts. 3 y 277 de la Constitución de la República del
Ecuador.
1
propio del mismo, sino por el interés de la colectividad que es la base del Estado: Las
funciones del Estado consideradas en conjunto representan el ejercicio pleno del poder
del Estado, pero aparecen vinculadas, ya que la actividad de todo órgano estatal no
puede rebasar los límites que le han sido señaladas y que derivan de su competencia.
Las funciones deben ejercerse con las modalidades que requieren los correspondientes
intereses públicos que ha de tutelar3.
Actualmente estas funciones como tareas inherentes a los órganos del Estado pueden
reducirse a las siguientes: la función normativa o legislativa, la función política o de
gobierno, la función judicial, la función de control y la función administrativa. Estas
funciones, realizadas en ejercicio del Poder Público por los órganos estatales, no están
encomendadas con carácter exclusivo a diferentes órganos, sino que se ejercen por
relación con los particulares, como sujeto de derecho, gestor del interés público.
Inclusive la personalidad jurídica del Estado se concretiza en el orden jurídico, cuando
sus órganos ejercen la función administrativa.
La vigente Constitución de la República del Ecuador4, prevé las siguientes funciones:
Legislativa, Ejecutiva, Judicial y Justicia Indígena, de Transparencia y Control Social y
Electoral5.
1.2.- Las funciones jurídicas del estado desde el punto de vista material u objetivo:
La Función Legislativa ha sido definida por la doctrina desde el punto de vista material
diciendo que es una actividad estatal y tiene por objeto la creación de normas jurídicas
3
Art. 226 CRE
4
Registro Oficial No. 449 de 20 de octubre de 2008
5
Monstesquieu decía “Cuando el poder legislativo y el poder ejecutivo se reúnen en la misma persona o
el mismo cuerpo, no hay libertad; falta la confianza, porque puede temerse que el monarca o el Senado
hagan leyes tiránicas y las ejecuten ellos mismos tiránicamente.
No hay libertad si el poder de juzgar no está bien deslindado del legislativo y del poder ejecutivo. Si no
está separado del poder legislativo, se podría disponer arbitrariamente de la libertad y la vida de los
ciudadanos; como que el juez sería legislador. Si no está separado del poder ejecutivo, el juez podría tener
la fuerza de un opresor.
Todo se habría perdido si el mismo hombre, la misma corporación de próceres, la misma asamblea del
pueblo ejerciera los tres poderes: el de dictar las leyes; el de ejecutar las resoluciones públicas y el de
juzgar los delitos o los pleitos entre particulares. En casi todos los reinos de Europa, el Gobierno es
moderado; porque el rey ejerce los dos primeros poderes dejándoles a sus súbditos el ejercicio del tercero.
En Turquia reúne el sultan los tres poderes, de lo cual resulta un despostismo espantoso. ” (2013:146)
2
generales. Se distingue así de la Función Ejecutiva y de la Judicial que producen actos
concretos. En este supuesto habrá que pensar que la actividad reglamentaria del Órgano
Ejecutivo que tiene carácter general implicaría el ejercicio de funciones legislativas y
que los acuerdos o resoluciones emanados de la Asamblea Nacional con contenido
individual no serían actividades legislativas6.
Podemos definir la Función Judicial diciendo que interviene cuando hay una
controversia en materia jurídica, la que es resuelta por medio de un tercero
independiente de las partes cuyas decisiones se impone a las mismas y tienen la fuerza
de verdad legal. En el ejercicio de la Función Judicial el Estado asegura que la voluntad
legislativa sea observada e impone su voluntad a las partes. Se dice que la Función
Legislativa se ocupa principalmente del futuro mientras que la Judicial es retrospectiva,
actúa sobre el pasado.
La actividad judicial continúa y completa la legislativa: mientras que la Legislativa
establece el ordenamiento jurídico, la justicia asegura su conservación y observancia. La
actividad judicial se realiza respecto de actos concretos, en los cuales la ley ha sido
violada o se pretende que ha sido violada.
De lo que antecede surgen los caracteres de la actividad judicial, que serán los
siguientes: a) una controversia jurídica entre partes; b) un órgano independiente de las
mismas, es decir, un tercero que hará de resolverla. Este órgano se sustituye y se
impone a la voluntad de las partes; c) una decisión que tenga la fuerza de verdad legal,
es decir que haga cosa juzgada.
6
La Asamblea Nacional aprobará como leyes las normas generales de interés común (Art 132 CRE)
7
Para Bonnin: El gobierno es el pensamiento que dirige y la Administración es el brazo
que ejecuta.
3
La administración, que sería la principal actividad del Órgano Ejecutivo, podría
definirse, desde el punto de vista material, como la actividad práctica (función
eminentemente realizadora y operativa) que el Estado desarrolla para satisfacer de modo
inmediato los intereses públicos que asume como propios. Dijimos que la
administración satisface los intereses públicos de un modo inmediato. Esto no puede
decirse de la legislación ni de la justicia que actúan en forma mediata. En la legislación
el Estado establece cómo determinados intereses deberán ser satisfechos pero no los
satisface directamente. Crea entes a los cuales confía el cumplimiento directo de
algunos fines. En el ejercicio de la Función Judicial el Estado aplica la norma dictada
por el legislador, exigiendo su cumplimiento y sustituye su voluntad a la de las partes.
En el ejercicio de la Función Legislativa el Estado no satisface de un modo inmediato
los intereses en juego sino que dirige, limita y condiciona la conducta de los particulares
a que se refieren esas disposiciones. En la actividad administrativa el Estado ejerce una
acción propia, análoga a la de los otros sujetos, sean personas físicas o jurídicas, que
viven dentro del ordenamiento.
4
1.3.- Las Funciones Jurídicas del Estado desde el punto de vista Orgánico o
Subjetivo:
Al hablar del estudio de las funciones desde el punto de vista orgánico o subjetivo
repetimos lo que dijéramos anteriormente: que tal estudio se relaciona con la teoría de la
división de poderes expuesta por Montesquieu.
Es la que desarrolla el Órgano Legislativo. Desde este punto de vista toda actividad
legislativa es la que desarrolla el Órgano Legislativo 8. Esta idea no puede aceptarse
porque la tripartición de órganos no coincide con la tripartición de funciones. De allí
entonces, que el Órgano Legislativo no realice solamente funciones legislativas, sino
que, en ocasiones, realice también funciones administrativas y en otras realice funciones
judiciales9. Pero es indudable que la ley formal emana de la Asamblea Nacional y que
sus miembros no están sometidos al principio de la subordinación ya que no dependen
jerárquicamente de las autoridades de la Asamblea Nacional.
Para caracterizar el órgano que realiza esta función hay que estudiar la situación jurídica
del mismo, en su relación con órganos del mismo complejo orgánico10. La organización
de la justicia es un complejo orgánico que se caracteriza por la coordinación. La
coordinación significa independencia orgánica, significa que el órgano judicial, no está
subordinado a ningún otro órgano judicial. La independencia judicial implica la
inobligatoriedad de la instrucción de servicio relativa a la actividad judicial, aunque esa
instrucción provenga de un juez de más categoría.
8
Art. 118 y 125 de la CRE
99
Art. 120 de la CRE
10
Art. 178 de la CRE
5
funcionarios, cuando adquiere libros para su biblioteca, cuando celebra contratos para la
reparación de sus edificios, etc.
11
Art. 141 de la CRE
12
Art. 147 de la CRE
6
En la época del Estado policial todos los poderes estaban en manos del príncipe. Con
posterioridad se desprende la justicia, que comienza a funcionar como poder
independiente, y el príncipe mantiene en sus manos la administración y la legislación.
Después la legislación seguirá el camino de la justicia y entonces aparecen en la
Organización del Estado los tres órganos Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Los órganos
Legislativo y Judicial se ha ido formando con las competencias que han quitado de
manos del príncipe, antiguo monarca absoluto, al que le quedó únicamente la función
ejecutiva, una vez realizadas las anteriores sustracciones. De allí el carácter residuario
del Órgano Ejecutivo y por ello que las funciones que desempeña no sean homogéneas.
Ahora bien, al igual que lo que sucede con la función normativa o legislativa, política o
de gobierno y judicial, la función administrativa, tampoco está atribuida con carácter de
exclusividad a alguno de los órganos del Estado. Por ello, si bien la función
administrativa puede considerarse como función propia del órgano ejecutivo,
concretizada a través de actos administrativos, ello no significa que la ejerza con
carácter exclusivo y excluyente. Al contrario, todos los otros órganos del Estado
también ejercen la función administrativa: La Asamblea Nacional, al autorizar diversos
actos de los órganos ejecutivos o al dictar actos relativos a su personal o servicios
administrativos realizan la función administrativa, y los órganos que ejercen el Poder
Judicial realizan la función administrativa al dictar actos concernientes a la
administración del personal o de los servicios de los órganos, o al imponer sanciones.
La función administrativa, por tanto, si bien es una “función propia” del órgano
ejecutivo, no es una función privativa y exclusiva de él, pues los otros órganos estatales
13
Diez Manuel María (1974:110) La Administración Pública. Tomo I. Buenos Aires-Madrid: Ciudad
Argentina. Plus Ultra
7
también la ejercen dentro del ámbito de sus respectivas competencias constitucionales y
legales.
Entonces, la asignación de funciones propias, por tanto, no implica que cada uno de los
órganos del Estado siempre tenga el ejercicio exclusivo de alguna función estatal
específica. Todos los órganos del Estado, en una u otra forma ejercen todas las
funciones del Estado, lo que conduce al principio del ejercicio inter-orgánico de las
funciones del Estado.
“En los Estados constitucionales del siglo XXI, el principio de división de poderes y
todo el derecho público, se deben edificar sobre las nociones de flexibilidad,
complementariedad, equilibrio dinámico, interrelación, interdependencia y correlación.
Todas ellas son categorías indispensables para decodificar un derecho público y un
principio de división de poderes cuántico al servicio de los derechos fundamentales y de
la dignidad humana”.14
14
Corvalán, Juan G. (2016:40). Derecho admnistrativo en transición . Buenos Aires: Astrea S.R.L.
8
2.- Definición de acto administrativo
Es necesario analizar varias definiciones para arribar a una que convenga a la realidad
legislativa ecuatoriana.
Según estos autores el acto administrativo sólo puede producirse por una
Administración Pública en sentido formal y no por ningún órgano público que no esté
15
Funcional y objetivamente el Derecho Administrativo es una institución francesa. Sus tribunales, o
mejor sus jueces, han creado en Francia por vía pretoriana o jurisprudencia, el conjunto de principios,
normas y reglas que objetivamente se conoce como Derecho Administrativo, sistema enteramente
contrapuesto al inglés que ha originado también un derecho administrativo particular (Administrative
Law).
9
integrado en una Administración como persona (judiciales, legislativos), sea cual sea la
materia de tales actos, ni por ningún particular (fuera de los supuestos excepcionales
más atrás indicados, quedando, pues, al margen, todos los actos del administrado). Sin
embargo le excepcionan al reglamento.
El chileno Alwin Azocar Patricio, citado por Urzúa Carlos (1971:3), define al acto
administrativo como “la declaración unilateral de la voluntad de la administración en el
ejercicio de sus potestades administrativas que produce efectos particulares o
subjetivos”.
El autor mexicano Acosta Romero Miguel, (1997:811) dice: “el acto administrativo es
una manifestación unilateral y externa de voluntad, que expresa una decisión de una
autoridad administrativa competente, en ejercicio de la potestad pública.”.
Por mucho tiempo imperó la noción orgánica del acto administrativo, pero que en la
actualidad no calza en la realidad administrativa de las legislaciones contemporáneas.
“El carácter orgánico o formal propio de la función administrativa, que da origen al acto
administrativo propiamente tal; o sea que desde el punto de vista jurídico la materia
administrativa deriva su esencia de tal no de su contenido material sino de su origen, es
decir, del sujeto u órgano que realiza la actividad o produce el acto. El acto es
administrativo porque emana de la administración.
10
Empero, dado que la división tripartita del poder público no envuelve la idea de tres
bloques funcionalmente cerrados, cada uno negado e impenetrable al tipo de actividad o
función que desempeñan los otros dos, sino susceptible de evidentes promiscuidades
funcionales que la doctrina ha dado en llamar “atemperaciones del poder”, también
surge en la temática actual del derecho público la figura de la función y su objeto
tomados desde el punto de vista autónomo , “per se”, sin atención a su origen formal u
orgánico, esto es examinados desde el punto de vista de su contenido material. El
reglamento representa el ejemplo por excelencia. Como acto-regla, preventivo,
impersonal y abstracto, por los caracteres de su estructura material o contenido
participa de la naturaleza de la ley; pero por el órgano que lo expide es un acto
administrativo. Sin embargo, como el reglamento a más de constituir “un atributo
propio del ejecutivo,”, según Kelsen, o, en otras palabras, una atribución natural de la
administración en sentido lato, es una especie o categoría normativa cuyo uso es de
rigor en las demás ramas del poder, pues tanto el legislativo como el jurisdiccional a
veces requieren su empleo (v. y gr. Los reglamentos internos de las Cámaras legislativas
o de los tribunales de justicia), es en este último caso donde realmente se observa el
fenómeno de la “atemperación”. Esta se manifiesta en que cada órgano o rama del poder
no se limita a sólo realizar los actos naturalmente emanados de su función específica,
sino que suele incursionar en las funciones de los demás y realizar actos que
específicamente se reputan propios de la naturaleza de estos. Muestras del legislativo
que juzga o administra, del ejecutivo que legisla o juzga, y del judicial que administra o
legisla (por lo menos a través de reglamentos que son leyes en sentido material), no son
cosa extraordinaria en las constituciones y leyes, ni en la práctica de la actividad
estatal.”
En efecto, los tratadistas argentinos Dromi y Cassagne dan un giro a este concepto,
sobre la base de que todos los órganos del Estado realizan función administrativa como
manifiesta Vélez García Jorge.
Por ello es que, en otro sentido, el argentino Dromi Roberto, (2004:354) dice: “El acto
administrativo es toda declaración unilateral efectuada en el ejercicio de la función
administrativa que produce efectos jurídicos individuales en forma directa”
11
En la práctica, la actividad administrativa la realiza inclusive los órganos legislativo y
judicial, porque no existe un sistema riguroso de separación de funciones, o como se
dijo “la tripartición de funciones no coincide con la tripartición de órganos”
Con más precisión el también argentino Cassagne Juan Carlos, (2006:110) manifiesta:
“La noción de acto administrativo comprende toda declaración proveniente de un
órgano estatal, emitida en ejercicio de la función materialmente administrativa y
caracterizada por un régimen administrativo, propio y típico del Derecho Público, que
genera efectos jurídicos individuales directos con relación a los administrados
destinatarios del acto.”
12
caso carácter sub legal. El artículo 196 de la Constitución Política de la República de
1998, ratificaba este aserto cuando establecía: “Los actos administrativos generados por
cualquier autoridad de las otras funciones e instituciones del Estado, podrán ser
impugnados ante los correspondientes órganos de la función judicial, en la forma que
determina la ley”. La nueva Constitución de la República en su artículo 173 ratifica este
principio cuando dice: “Los actos administrativos de cualquier autoridad del Estado
podrán ser impugnados, tanto en la vía administrativa como ante los correspondientes
órganos de la Función Judicial.
Analicemos esta definición de acto administrativo con la ayuda de este mismo autor.
(2004:355-357).
13
Administración en ejercicio de una potestad...” explica que “Se trata, en primer
término, de una declaración intelectual, lo que excluye las actividades puramente
materiales. Esto no obstante, por declaración no ha de entenderse únicamente la que
formalmente se presenta como tal (aunque esto será lo común en la actividad
administrativa como consecuencia de su procedimentalización y de su expresión escrita
ordinaria) o declaración expresa, sino también la que se manifiesta a través de
comportamientos o conductas que revelan concluyentemente una posición intelectual
previa declaración o acto tácito...” En otra parte dice que: “La declaración puede ser de
voluntad, que será lo normal, en las decisiones o resoluciones finales de los
procedimientos, pero también de otros actos intelectuales: de juicio, de deseo, de
conocimiento como es hoy pacíficamente admitido en la teoría general del acto
administrativo.” (Curso de Derecho Administrativo, Tomo I, Editorial Civitas S.A.
Madrid, 1997, pp. 536 y 537). Ismael Ferrando y Patricia R. Martínez, al referirse a los
actos tácitos manifiestan: “Como acto tácito: según esta perspectiva la administración
pública puede manifestar su voluntad en forma expresa o tácita. Expresa cuando
mediante ella quede de manifiesto directa o concretamente el objeto del acto; Tácita o
explícita, cuando de la declaración se pueda deducir inequívocamente, por vía de
interpretación, el alcance de la voluntad de la Administración Pública.” (Manual de
Derecho Administrativo, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 165). De estas
enseñanzas, fácilmente se concluye que para que exista acto administrativo no se
requiere necesariamente que la declaración de voluntad del administrador aparezca
“materialmente”, dicho de otro modo, conste en un documento; puede existir actos
administrativos que la doctrina los denomina tácitos, cuando del comportamiento, de la
conducta, de la actitud, lleva, en forma inequívoca, a la conclusión de que un
funcionario público ha hecho una declaración de voluntad unilateral, que produce
efectos jurídicos individuales y directos.” 18.
Analizaremos este tema con más profundidad al referirnos a la voluntad administrativa,
como elemento del acto administrativo.
18
Sentencia 298.04, juicio 284-2003, Registro Oficial Nº 37 de 13 de junio de 2005
14
la declaración no es necesaria para la existencia del acto, la concurrencia de la voluntad
del particular, aunque ésta pueda ser considerada como una “voluntad concurrente o
coadyuvante”, así se expresa Dromi: “El acto es unilateral, aunque se necesite de la
“voluntad concurrente o coadyuvante”. El hecho de que ciertos actos unilaterales
necesiten de la solicitud, notificación, aceptación, asentimiento o adhesión del particular
para producir sus efectos, no les quita su calidad de tales. Tampoco dejan de ser
unilaterales por el hecho de que la voluntad administrativa se forme mediante la
intervención de dos o más órganos administrativos, en cuyo caso se denominan “actos
complejos”.
La voluntad del administrado no interviene en la preparación del acto; puede ser causa
de su formación, por ejemplo, una petición, que sólo vale como requisito de eficacia del
acto administrativo, pero sin que tal voluntad integre el acto. La voluntad del
administrado no es elemento esencial del acto, ni presupuesto básico de él.
Lo mismo ocurre con el permiso de uso del dominio público u otorgamiento de un retiro
por jubilación voluntario. Son actos administrativos unilaterales en sus efectos y
también en su formación, pues la voluntad del administrado no integra el acto. El hecho
de que el particular solicite, provoque o acepte una declaración de voluntad
administrativa, no significa que el administrado integre con su voluntad el acto.
En materia de control de la utilización de los recursos estatales, todos los Órganos del
Estado, están sujetos a la Contraloría General del Estado, por así disponerlo el artículo
211 de la actual Constitución de República del Ecuador y artículo 2 de la Ley Orgánica
de la Contraloría General del Estado. (Suplemento del Registro Oficial No. 595 de 12
de junio de 2002).
15
Así mismo, para la adquisición o arrendamiento de bienes, ejecución de obras y
prestación de servicios, incluidos los de consultoría, todos los organismos y
dependencias de las Funciones del Estado se sujetan a la Ley Orgánica del Sistema
Nacional de Contratación Pública. (Suplemento del Registro Oficial No. 395 de 04 de
agosto del 2008).
Efectos jurídicos directos.- Los efectos jurídicos del acto administrativo son directos
porque nacen de éste, no requieren de otro acto posterior para crear o producir por si sus
efectos o consecuencias jurídicas respecto del administrado, consecuentemente no
pueden integrar el concepto de acto administrativo aquellos actos que no producen
efectos jurídicos (por ejemplo felicitaciones, invitaciones) así como los que producen en
forma indirecta y requieren de otro para producir efectos (por ejemplo los informes,
dictámenes) estos últimos preparan la emisión de un acto principal. Este acto principal
es el acto administrativo, mediante el cual se expresa la voluntad de la administración
hacia el exterior de la misma y produce sus efectos jurídicos directos con relación a
terceros.
Los otros actos que hemos dicho son indirectos y agotan sus efectos en el interior de la
Administración se los conoce en la doctrina como “Actos de la Administración, criterio
que ha sido recogido por nuestro ordenamiento jurídico a través del “Estatuto”, que los
denomina como “Actos de Simple Administración”. La clasificación que propone
Cassagne, sobre los efectos del acto, para el a más de los actos de simple
administración, existen otros a los que denomina actos inter orgánicos y actos inter
administrativos, en razón de que tienen un régimen jurídico peculiar.
16
ello es que se excluye al reglamento del acto administrativo, porque éste último,
produce efectos jurídicos de carácter general. En igual sentido Dromi, dice:
“Característica fundamental del acto es que produce efectos jurídicos subjetivos,
concretos de alcance sólo individual, a diferencia del reglamento, que produce efectos
jurídicos generales”. “Se entiende, que el acto es general cuando la declaración que lo
constituye mira abstractamente a una pluralidad de personas o casos indeterminados o
indeterminables. Se entiende que el acto es especial o individual si la declaración mira
a una o más personas o casos individualmente determinados o determinables.
Existen algunos criterios para explicar la generalidad del acto administrativo. Solamente
me referiré al criterio ordinamentalista que es compartido por diversos autores
modernos, entre los que se encuentran Eduardo García de Enterría, Tomás Ramón
Fernández y Agustín Gordillo.
19
Registro Oficial Nº 31 Segundo Suplemento, de viernes 7 de Julio de 2017
17
Sostiene García de Enterría y Tomas Ramón Fernández que “el acto administrativo, sea
singular o general su círculo de destinatarios, se agota en su simple cumplimiento, se
consume en este; para un nuevo cumplimiento habrá que dictar eventualmente un nuevo
acto (una nueva convocatoria, un nuevo anuncio de licitación o de información pública,
una nueva orden general). En cambio, la norma ordinamental no se consume con su
cumplimiento singular, antes bien se afirma, se consolida, se mantiene y es susceptible
de una pluralidad indefinida de cumplimientos; sigue la vida social desde su
superioridad”
18
3.- Distinción con otras formas jurídicas administrativas o actuaciones
administrativas.
3.1.- Los actos de simple administración.- También llamados ínter orgánico son
aquellas que resultan de la relación de dos o más órganos de un mismo ente
administrativo o persona pública estatal, estos “órganos” carecen de personalidad
jurídica propia, puesto que las relaciones que se producen entre entidades estatales o
públicas no estatales son denominadas por la doctrina como actos ínter administrativo.
Entre éstos tenemos las propuestas y los dictámenes, según Dromi.
El artículo 70 del Estatuto, refiriéndose a los actos de simple administración dice: “son
toda declaración unilateral interna o ínter orgánica, realizada en ejercicio de la función
administrativa que produce efectos jurídicos individuales de forma indirecta en vista de
que solo afectan a los administrados a través de los actos, reglamentos y hechos
administrativos, dictados o ejecutados en su consecuencia”.
Los artículos 123 y 124 del COA determinan el alcance y el contenido del dictamen o
informe, respectivamente.
19
El COA en el artículo 121 dice Instrucción, orden de servicio o sumilla. “Los órganos
administrativos pueden dirigir las actividades de sus órganos jerárquicamente
dependientes a través de una instrucción, orden de servicio o sumilla claras, precisas y
puestas en conocimiento de la persona destinataria.
Pueden constar insertas en el mismo documento al que se refieren o por separado. Para
su instrumentación se puede emplear cualquier mecanismo tecnológico.
Según el artículo 72 del ERJAFE el dictamen exigía que solo se emita una opinión, por
su parte el COA exige que deba contener, de forma inequívoca, la conclusión,
pronunciamiento o recomendación.
20
La Constitución Política de la República de 1998, se refería en varias disposiciones a
“los actos”, sean o no considerados como actos administrativos: los artículos 20, 22,
26, 95, 130 numeral 8, 272 y 278, estarían refiriéndose indistintamente a los actos
administrativos y a los actos de simple administración; mientras que en los artículos 196
y 276 numeral 2 si se refería concretamente a los actos administrativos.
20
Acción como sinónimo de acto, no como el derecho que se tiene a pedir una cosa o la forma legal de
ejercitarlo.
21
Registro Oficial Nº 99 de 2 de julio de 1997
22
Registro Oficial Nº 52 de jueves 22 de octubre de 2009
21
ejerce una función administrativa. Los contratos administrativos se rigen por el
ordenamiento jurídico específico en la materia.
Los hechos administrativos, contrarios al acto administrativo presunto que resulte del
silencio administrativo positivo, conforme con este Código, son ilícitos. Las personas
afectadas por hechos administrativos pueden impugnar las actuaciones de las
administraciones públicas mediante reclamación o requerir las reparaciones a las que
tengan derecho, de conformidad con este Código.
Dentro de los hechos administrativos más comunes están, por ejemplo, las inspecciones
o peritajes a un bien que se realiza, aunque sus resultados son traducidos a escrito, ello
no significa que no han existido las actividades prácticas como la medición de objetos,
la observación ocular, recoger muestras, etc.
22
Podemos citar otros ejemplos como la entrega-recepción de bienes, la baja de bienes
que no vayan a destinarse al público en general que tienen que incinerarse, cómo
proceder en caso de accidentes de vehículos públicos, etc.
Como se puede notar son actos materiales o físicos que, en caso de ocurrir, deben ser
actuados de conformidad con ciertas normas y tiene una repercusión jurídica, como por
ejemplo, el artículo 85 del Reglamento de Bienes del Sector Público señala que en caso
de bienes que no sirvan para la venta ni para el público en general, tendrán que ser
quemados (hecho administrativo), en presencia del Jefe Financiero y del servidor a cuyo
cargo se encuentren las especies. De esto se debe dejar constancia por escrito y
rubricada por todos los funcionarios mencionados. Si un hecho administrativo no se
hace de esta manera, éste derivaría en nulidad y produciría como consecuencia una
posible sanción al funcionario que no obró de tal forma, sin perjuicio de otras
responsabilidades a las que haya lugar. (Aguirre Marco, 200:46)
23
El Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva, en su artículo
80 por su parte define a los actos normativos como “toda declaración unilateral
efectuada en ejercicio de la función administrativa que produce efectos jurídicos
generales, objetivos de forma directa” 23
De conformidad con la Constitución corresponde al Presidente de la República el
ejercicio de la potestad reglamentaria. Un acto normativo no deja de ser tal por el hecho
de que sus destinatarios puedan ser individualizados, siempre que la decisión involucre
a la generalidad de los diversos sectores. En efecto, según el artículo 147 numeral 13 de
la Constitución de la República, es atribución de la Presidenta o Presidente de la
República “Expedir los reglamentos necesarios para la aplicación de las leyes, sin
contravenirlas ni alterarlas, así como los que convengan a la buena marcha de la
administración”. Así lo ratifica el Art. 129 del Código Orgánico Administrativo.
23
Registro Oficial Nº 536 de 18 de marzo de 2002
24
secundarias necesarias para el eficiente, efectivo y económico funcionamiento de sus
instituciones24.
3.5.- Los actos políticos, de gobierno o de dirección política, son las decisiones de
trascendencia para toda la comunidad que adopta el Presidente de la República en su
calidad de jefe de gobierno (Art. 141 de la Constitución de la República). Estas
decisiones se reflejan en las políticas públicas que se dictan para orientar y hacer
efectivos el buen vivir y todos los derechos y se formularán a partir del principio de
solidaridad (art. 85 Constitución). Y según el Art. 279 de la misma Constitución el
Consejo Nacional de Planificación tendrá por objetivo dictar los lineamientos y las
políticas que orienten al Sistema Nacional Descentralizado de Planificación
Participativa y aprobar el Plan Nacional de Desarrollo, y será presidido por el Presidente
de la República.
24
Suplemento del registro Oficial Nº 594 de 12 de junio de 2002
25
4.- Caracteres del acto administrativo
Para que el acto administrativo tenga la presunción de legitimidad debe ser perfecto, es
decir, debe haberse cumplido con todos los requisitos o elementos que se necesitan para
su validez, conforme al procedimiento y forma establecidos; esto es, teniendo en cuenta
la competencia, la voluntad que integran el procedimiento y que constituye distintas
etapas, hasta que se agote y el acto jurídico llegue a ser definitivo, es decir, no
susceptible de recurso administrativo alguno que haga pendiente el acto de una posterior
confirmación, modificación, renovación, etc., ya que el acto perfecto puede ser
impugnado por recursos administrativos por tratarse de acto injusto o inconveniente que
adolezca de una ilegalidad de fondo o de forma o porque se haya incurrido en cualquier
vicio de la voluntad, cosa que suele ocurrir en las mejores administraciones. Así que un
acto administrativo, cuando no adolezca de vicio alguno, cuando es “perfecto”, es
porque se ha cumplido con todos los requisitos para su validez y eficacia y en tal estado
produce la “presunción de legitimidad” y se transforma en un acto ejecutivo.
26
Este atributo consiste en que los actos de la administración se presumen ajustados al
ordenamiento jurídico; este rasgo, muy peculiar del acto administrativo, se fundamenta
en la necesidad de confianza que demanda la administración a la comunidad jurídica.
Pero lo anterior no quiere decir, de ninguna manera, que este beneficio que usufructúa el
acto administrativo no se puede desvirtuar; todo lo contrario, ello sucede cuando se da
alguna de las causales que la ley consagra como de aquellas con suficiente razón para
anularlo.
27
de que fue emitido conforme a derecho no es absoluta, sino simple, pudiendo ser
desvirtuada por el interesado demostrando que el acto controvierte el orden jurídico.
28
Por consiguiente, dice Altamira Pedro Guillermo (1989:392) un acto administrativo
viciado produce efectos jurídicos propios de su naturaleza pese a que puede encontrarse
viciado, lo cual significa que puede transformarse en definitivo si el acto no es válido.
25
Registro Oficial Nº 559 de 19 de abril de 2002
26
La ex Corte Suprema de Justicia hace referencia a la competencia, formalidades, contenido y
motivación como elementos esenciales del acto administrativo.
29
considerado el administrativista de mayor autoridad doctrinaria, a quien muchos le
atribuían ser el creador de las principales instituciones del Derecho Administrativo
argentino, manifestando que la actividad de la Administración Pública se dirige, según
su objeto a la satisfacción de las necesidades públicas, a la protección de los intereses
colectivos. (Citado por Cassagne Juan Carlos, 2006:362)
Sin embargo, como reacción contra el autoritarismo que entrañaba la tesis del acto
unilateral esencialmente revocable, surgió una suerte de protección contra la posibilidad
de extinguir ciertos actos en la Administración Pública, dando origen a la institución
denominada “cosa juzgada administrativa” que se impuso a pesar de que su régimen no
fuera enteramente similar al de la cosa juzgada judicial.
Pero lo cierto es que por influencia especialmente de los teóricos alemanes, entre ellos
Mayer Otto, (Citado por Cassagne Juan Carlos, 2006:363) la tesis de la “cosa juzgada
administrativa” fue ganando adeptos sin que se advirtieran mayormente las
transformaciones que se operaban, en forma contemporánea, en el campo del Derecho
Administrativo.
30
Si el principio es entonces el de la estabilidad, el planteo clásico de la “cosa juzgada
administrativa” pierde toda consistencia, ya que no corresponde examinar las
condiciones que deben darse para que un acto pueda ser revocado – sino a la inversa –
los requisitos que, constituyendo una excepción al principio de la inmutabilidad, deben
configurarse para que proceda su extinción en sede administrativa.
Sobre el tema, dice la Ex Corte Suprema de Justicia del Ecuador 27 “el régimen jurídico
ecuatoriano reconoce dos causas para la extinción de los actos administrativos: (a) por
razones de legitimidad; y (b) por razones de oportunidad (En este sentido, el artículo 90
del Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva). La
legitimidad, que constituye una de las causas para la extinción de los actos
administrativo, está referida a su validez. En el ámbito administrativo se prevén dos
grados de invalidez, a saber: la nulidad de pleno derecho (nulidad absoluta o radical)
descrita principalmente en el artículo 59 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa y los artículos 94 del Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la
Función Ejecutiva (y actualmente, también, en el artículo 129 íbidem); y, la
anulabilidad (o nulidad relativa) descrita principalmente en el artículo 95 del Estatuto
del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva (y actualmente, también,
en el artículo 130 íbidem). De conformidad con el artículo 95 ibídem, todos los actos
administrativos que no se encuentren incursos en los supuestos de nulidad de pleno
derecho, previstos en el artículo 94 ibídem, pero que de cualquier modo infrinjan el
ordenamiento jurídico, son actos administrativos anulables.- Por otro lado, la
oportunidad (conveniencia y mérito), que constituye la otra razón para extinguir actos
administrativos está referida a la justificación fáctica del acto. Cuando existen razones
27
Sentencia Nº 90 -2007, Juicio 125-2004, edición especial Nº 10 del Registro Oficial de 16 de enero de
2008, pág. 27
31
de orden público, la administración está autorizada a declarar la extinción de un acto
administrativo en razón de su oportunidad (conveniencia y mérito). En este supuesto,
no existen infracciones al ordenamiento jurídico que deban ser acusadas en el acto
administrativo (en este sentido, el artículo 91 del Estatuto del Régimen Jurídico
Administrativo de la Función Ejecutiva.)”.
Pero, si del acto administrativo regular (“no anulable”, en los términos del artículo 97
del Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva) se
desprenden derechos para el administrado, su extinción no podrá ser efectuada, si es que
no media la declaración de lesividad (artículo 97 ibídem) y el subsecuente ejercicio de
la acción de lesividad ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa (letra d) del
artículo 23 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa). 28
El artículo 115 del Código Orgánico Administrativo trata sobre la revocatoria de los
actos favorables manifestando que, previo a proponer la acción de lesividad ante el
Tribunal Distrital de lo Contencioso Administrativo competente, las máximas
autoridades de las respectivas administraciones públicas deberán, de oficio o a petición
de parte declarar lesivos para el interés público los actos administrativos que generen
derechos para la persona a la que el acto administrativo provoque efectos individuales
de manera directa. La declaratoria de lesividad y la consecuente revocación del acto no
pueden efectuarse si han transcurrido tres años desde que se notificó el acto
administrativo. Esta declaración se efectuará siguiendo el procedimiento administrativo
ordinario del COA.
Por otra parte, en cualquier momento, las administraciones públicas pueden revocar el
acto administrativo desfavorable para los interesados.
28
Derogada por el Código Orgánico General de Procesos COGEP
32
4.3.- Impugnabilidad del acto
33
extraordinario de revisión cabe, exclusivamente respecto del acto administrativo que ha
causado estado en vía administrativa en los supuestos previsto en el COA; 3. Se
considera innecesaria la obligatoriedad de agotar la vía administrativa antes de
interponerse la impugnación en sede judicial; 4. El error en la denominación del recurso
no es obstáculo para su tramitación; y, 5. Los actos de simple administración no son
propiamente impugnables.
Según el artículo 218 del Código Orgánico Administrativo, el acto administrativo causa
estado en vía administrativa cuando: 1.Se ha expedido un acto administrativo producto
del recurso de apelación; 2. Ha fenecido el plazo para interposición del recurso de
apelación y no se ha ejercido el derecho; y, 3. Se ha interpuesto acción contenciosa
administrativa respecto del acto del que se trate.
Por otra parte el mismo artículo señala que el acto administrativo es firme cuando no
admite impugnación en ninguna vía. Sobre el acto administrativo, que ha causado
estado, cabe únicamente, en vía administrativa, el recurso extraordinario de revisión o
en su caso, la revisión de oficio, regulados en este Código.
Como manifesté en sede administrativa existen solo dos recursos: apelación y recurso
extraordinario de revisión, correspondiendo su conocimiento y resolución a la máxima
autoridad administrativa de la administración pública en la que se haya expedido el acto
impugnado.
Según el artículo 219 inciso tercero, el acto expedido por la máxima autoridad
administrativa, solo puede ser impugnado en vía judicial. El recurso de reposición
derogado por el Código Orgánico Administrativo, hubiese permitido al administrado la
revisión del acto por la misma autoridad que lo dictó.
34
Los requisitos formales del escrito de impugnación se encuentran señalados en el
artículo 220 del Código Orgánico Administrativo y tiene concordancia con el artículo
142 del Código Orgánico General de Procesos.
El artículo 223 del Código Orgánico Administrativo fija el principio que la resolución
de la impugnación en ningún caso podrá agravar la situación inicial de la persona
interesada, esto en observancia de los principios indubio pro administrado e indubio pro
actione.
Según el inciso tercero de este mismo artículo, la resolución del recurso declarará su
inadmisión, cuando no cumplan con los requisitos exigidos para su interposición; pero
manifiesto siempre y cuando se haya observado previamente lo dispuesto en el artículo
221 del Código Orgánico Administrativo en cuanto a la subsanación.
En cuanto a la suspensión del acto administrativo, el artículo 229 del COA señala que
por regla general los actos administrativo regulares se presumen legítimos y deben ser
ejecutados luego de su notificación. Con la interposición de cualquier recurso
administrativo no se suspenderá su ejecución, salvo que la persona interesada lo solicite
en el término de tres días.
35
difícil reparación; y, 2. Que la impugnación se fundamente en alguna de las causas de
nulidad de pleno derecho, previstas en este Código o las normas que rijan el respectivo
procedimiento especial.
Para los casos de suspensión del acto administrativo, su resolución se la dicará previa
ponderación motivada sobre los daños que puedan causar tanto su suspensión o su
ejecución, tanto al administrado, al interés público o a terceros. La falta de resolución al
pedido de suspensión expresa, se entenderá como una negativa tácita; y de estas
negativas no cabe recurso alguno.
Según el artículo 232 del COA, el recurso extraordinario de revisión se puede interponer
dentro del plazo de un año siguiente a la fecha de la notificación de la resolución
impugnada cuando al dictarlos se ha incurrido en evidente y manifiesto error de hecho,
que afecte a la cuestión de fondo, siempre que el error de hecho resulte de los propios
documentos incorporados al expediente. En los demás casos se podrá interponer en un
término de veinte días contados desde la fecha en que se tiene conocimiento de los
documentos de valor esencial o desde la fecha en que se ha ejecutoriado o quedado
firme la declaración de nulidad o falsedad. Y estos casos son:
2. Que al dictarlos se haya incurrido en evidente error de derecho, que afecte a la
cuestión de fondo; 3. La aparición de nuevos documentos que evidencia el error de la
resolución impugnada, siempre que haya sido imposible para la persona interesada su
aportación previa al procedimiento; 4. Que en la resolución haya influido actos
declarados nulos, documentos o testimonios declarados falsos, antes o después de la
resolución; en el primer caso siempre y cuando el interesado desconociera de la
declaración de nulidad o falsedad cuando han sido estos actos, documentos o
testimonios; y,5. Que la resolución se haya dictado como consecuencia de una conducta
punible y ha sido declarada así en sentencia judicial ejecutoriada.
36
Transcurrido el término de veinte días desde la interposición del recurso, sin haberse
dictado y notificado la admisión, se entenderá desestimado, según lo dispone el artículo
233 del COA; o, una vez admitido debe ser resuelto en el plazo de un mes a cuya
finalización en caso de que no se haya pronunciado la administración de manera expresa
se entiende desestimado. El término para la impugnación en la vía judicial se tomará en
cuenta desde la resolución o desestimación de este recurso según el artículo 234 del
COA.
En sede judicial, el acto administrativo puede ser impugnado a través de las acciones y
recursos propios del proceso administrativo, previstos en Código Orgánico General de
Procesos (Arts. 326 a 331), como son el Recurso de Plena Jurisdicción o Subjetivo y el
Recurso de Anulación, Objetivo o por Exceso de Poder, Lesividad y otras especiales.
En este orden de ideas, se entiende por ejecutorio aquello que ya no se puede impugnar,
consideramos que el acto administrativo no tiene esa característica puesto que, en
general, puede ser modificado, bien en ejercicio del poder de revisión, o por algunos
innumerables medios de impugnación que constituye los recursos y procesos
administrativo y los procesos judiciales.32
31
El acto administrativo es firme cuando no admite impugnación en ninguna vía según lo dispuesto por el
inciso quinto del artículo 218 del COA. Entendemos que es ni en vía administrativa ni en vía judicial.
32
Art. 173 de la CRE
37
Son raros los ejemplos de actos que no se pueden impugnar, pero existen y creemos que
son la excepción que confirma la regla.33
Según Manuel María Diez (1976:277), la doctrina habla de la ejecutividad del acto, ya
que el término ejecutoriedad no figura en el diccionario de la lengua española. Sin
embargo ese autor se inclina más por el término de ejecutoriedad, queriendo decir que
debe cumplirse y que la administración tiene a su disposición, en ciertos casos, los
medios necesarios para hacerlo por medio de la coacción. Por lo demás, la ejecutividad
es sinónimo de la eficacia del acto, vale decir que el acto una vez perfecto produce
todos sus efectos sin que se difiera su cumplimiento.
Según Sayagués Laso (1974:490-491) “En principio el acto administrativo una vez
perfeccionado produce todos sus efectos y por lo mismo, cuando requiere ser llevado a
los hechos, puede y debe ser ejecutado. Es la regla general. Esta peculiar característica
del acto administrativo se denomina ejecutividad.
33
El acto administrativo expedido por la máxima autoridad administrativa solo puede ser impugnado en
vía judicial, según lo dispone el inciso tercero del Art. 219 del COA. Manifiesto, una vez más, que aquí se
debió aplicar el recurso administrativo de reposición derogado por este mismo cuerpo legal.
38
Según Gabino Fraga, (1981:282) cuando se trata de resoluciones administrativas
dictadas dentro de la esfera del derecho público, la solución doctrinal es contraria a la
que preside en la vida civil, y consiste, por lo tanto, en admitir que la Administración
está capacitada para proceder en forma directa, esto es, sin intervención de los
Tribunales, a la ejecución de sus propias resoluciones. Esta posibilidad de acción
directa constituye lo que en la doctrina se conoce con el nombre de carácter ejecutorio
de las resoluciones administrativas y se funda en la necesidad de que las atribuciones
del Estado que la legislación positiva ordena se realicen en forma administrativa no
estén sujetas a las trabas y dilaciones que significarían la intervención de los tribunales
y el procedimiento judicial. Reposa además sobre la presunción de legitimidad de las
resoluciones dictadas por los órganos del Estado dentro de la esfera de su competencia.
Según Acosta Romero (1997:813-814), debe entenderse por acto ejecutivo, el acto
administrativo que tiene en sí, la potestad necesaria para su realización fáctica coactiva,
en caso de que el sujeto pasivo no la cumpla voluntariamente. Y que, además, su
ejecución pueda ser llevada a cabo por la propia Administración Pública, sin necesidad
de acudir al Poder Judicial para ello.
“La función jurídica del acto declarativo es de hacer desaparecer los requisitos
necesarios para que pueda surtir efectos”
39
Ejemplos de actos ejecutivos lo tenemos en: el acto de cobro de impuestos, la
expropiación, el decomiso, un apercibimiento, una clausura, la revocación de un
permiso, o de una concesión, el cese de un empleado, etc.
Ejemplos de actos declarativos, que no entrañan ejecución, es: una licencia de manejar,
una licencia para establecer un comercio, un registro, una certificación, una acta de
nacimiento, de matrimonio o de defunción, etc.
El acto, para tener ejecutividad, debe ser regular y estar notificado. El acto
administrativo regular es ejecutivo y su cumplimiento es exigible a partir de la
notificación. Excluyese los actos irregulares, es decir, los nulos absolutos o
inexistentes, según la calificación que el ordenamiento jurídico utilice.
34
Ratifica lo que manifiesta Manuel María Diez
40
Para Cassagne Juan Carlos (2006:327), una de las dificultades que plantea el estudio de
la ejecutoriedad, en función de la doctrina existente en otros países, radica en la
presencia de diferentes terminologías que, aunque traducen muchas veces idénticos
contenidos conceptuales pueden ser fuente de discrepancias meramente semánticas.
Por su parte, Waline, citado por Cassagne (2006:328) designa a la acción de oficio bajo
la denominación de action d’office ou préalable confundiendo ambas situaciones. En
realidad, como lo señala el propio Waline, la confusión proviene de Hauriou, quien
pretendió destacar que, en tales supuestos, la Administración prescinde de la
intervención previa del juez.
41
Por el contrario en la doctrina italiana existe en general acuerdo acerca del concepto y
su terminología considerando que la ejecutoriedad constituye una particular
manifestación de la eficacia del acto administrativo, por cuyo mérito, cuando impone
deberes y restricciones a los particulares puede ser realizado aun contra su voluntad, sin
que sea necesaria la intervención previa de los órganos judiciales, es decir, “la
posibilidad para la Administración de realizar el contenido del acto con el uso inmediato
de los medios coercitivos”
Abona este criterio lo dispuesto en el artículo 68 del Estatuto del Régimen Jurídico
Administrativo de la Función Ejecutiva: los actos administrativos se presumen legítimos
y deben cumplirse desde que se dicten y, de ser el caso, se notifiquen, salvo los casos de
suspensión previstos en este Estatuto; y complementa lo que decía el artículo 76 de la
Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa: en ningún caso se suspenderá la
ejecución o cumplimiento del acto administrativo, excepto en los casos previstos en el
artículo 75 de esta ley.
Según el Art. 229 del Código Orgánico Administrativo los actos administrativos
regulares se presumen legítimos y deben ser ejecutados luego de su notificación. La
interposición de cualquier recurso administrativo o judicial no suspenderá la ejecución
42
del acto impugnado, salvo que la persona interesada lo solicite dentro del término de
tres días, petición que será resuelta en un término igual. Esto en el procedimiento
administrativo ordinario.
El Título V del Libro Segundo del COA trata sobre la ejecución de los actos
administrativos. Cuando el destinatario del acto administrativo no cumpla
voluntariamente con la obligación derivada del mismo se emplearán los medios de
ejecución forzosa y son:
35
El Art.218 del COA señala las condiciones para que el acto administrativo cause estado en vía
administrativa.
43
CAPÍTULO II
VOLUNTAD ADMINISTRATIVA
Sumario:
1.- La teoría de los elementos del acto administrativo 2.- Voluntad Administrativa 2.1.
Silencio Administrativo.
Giannini Massimo, citado por Cassagne Juan Carlos (2006:179), sostiene que el acto
administrativo, como todo acto jurídico, se individualiza por un conjunto de
articulaciones lógicas que se denominan elementos. La construcción de una teoría sobre
los elementos del acto administrativo, que aparece necesaria en el plano lógico a raíz de
su carácter de acto jurídico, cobra una esencial importancia con respecto a todas las
cuestiones referentes a la validez del acto, puesto que deben analizarse los vicios en
relación con los elementos, para poder determinar la existencia y entidad de un defecto
susceptible de provocar la invalidez del acto.
44
A mayores elementos o requisitos del acto existe más control legal de la actividad
administrativa de los órganos estatales.
El carácter de ius in fieri que tiene el Derecho Administrativo ha contribuido a que los
tratadistas incurran en discrepancias en cuanto a la determinación de sus elementos.
36
Con la entrada en vigencia de las Constituciones materiales de posguerra, cuyo contenido normativo se
encuentra recargado de valores y principios, la necesidad de motivar y argumentar toda decisión jurídica
se volvió un imperativo para todos los poderes públicos.
37
Constitución de la República: Art. 76.- Garantías Básicas al Debido Proceso.- En todo proceso en el
que se determinen derechos y obligaciones de cualquier orden, se asegurará el derecho al debido
proceso que incluirá las siguientes garantías básicas: 7. El derecho de las personas a la defensa incluirá
las siguientes garantías: l) Las resoluciones de los poderes públicos deberán ser motivadas. No habrá
motivación si en la resolución no se enuncian las normas o principios jurídicos en que se funda y no se
explica la pertinencia de su aplicación a los antecedentes de hecho. Los actos administrativos,
resoluciones o fallos que no se encuentren debidamente motivados se consideraran nulos. Las servidoras
o servidores responsables serán sancionados.
38
Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa: Art. 59.- Son causas de nulidad de una resolución
o del procedimiento administrativo: a) La incompetencia de la autoridad, funcionario o empleado que
haya dictado la resolución o providencia. b) La omisión o incumplimiento de las formalidades legales
que se deben observar para dictar una resolución o iniciar un procedimiento, de acuerdo con la ley cuya
violación se denuncia, siempre que la omisión o incumplimiento causen gravamen irreparable o influyan
en la decisión. Esta Ley fue derogada por el Código Orgánico General de Procesos.
45
expide. También el artículo 129 número 1 del Estatuto del Régimen Jurídico
Administrativo de la Función Ejecutiva, señalaba otros casos de nulidad39.
39
Estatuto del Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Ejecutiva: Art 129 número 1.- Nulidad
de pleno derecho. 1. Los actos de la Administración Pública son nulos de pleno derecho en los casos
siguientes: a. Los que lesionen, de forma ilegítima, los derechos y libertades consagrados en el artículo
24 de la Constitución Política de la República; b. Los dictados por órgano incompetente por razón de la
materia, del tiempo o del territorio; c. Los que tengan un contenido imposible; d. Los que sean
constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta; e. Los dictados prescindiendo
total y absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las normas que contienen las reglas
esenciales para la formación de la voluntad de los órganos de la administración, sean colegiados o no; f.
Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren facultades o
derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición; y, g. Cualquier otro que se
establezca expresamente en una disposición de rango legal.
40
Según Manuel María Diez (1976:263-264) “La voluntad no es un elemento del acto administrativo.
Todos los elementos del acto administrativo contribuyen a formar la estructura del mismo: así la forma,
la causa, el fin, etc. La voluntad no contribuye a formar la estructura del acto y, en consecuencia, no es
un elemento del acto. Pero la voluntad está ínsita en los elementos del acto”.
41
La voluntad buena.- Según Kant (1724-1804), el ser humano pertenece simultáneamente a un mundo
sensible y a un mundo inteligible. En el primero está sometido a las leyes de una causalidad externa, y a
las presiones de los apetitos, las pasiones y el azar; en el segundo es un ser racional y libre, se rige por
una voluntad buena y es capaz de promulgar e imponerse a sí mismo máximas y principios morales
universales. Una acción moral consiste en aplicar en el mundo sensible las máximas y los principios
creados por la libertad y la racionalidad en el mundo inteligible. El acatamiento y cumplimiento por la
voluntad de las máximas y principios universales promulgados por la razón constituyen la dignidad del
ser humano.
La voluntad de vivir.- Por su parte Schopenhauer (1788-1860) se opone a este enfoque racionalista. No
tenemos representación de la voluntad, sino que la experimentamos al querer: cada vez que queremos
sentimos la fuerza de la voluntad. Al ejecutar una acción (ocultar el rostro en la palma de las manos,
andar, rascarnos la cabeza) no obramos después de recibir una orden de voluntad, sino que manifiesta
inmediatamente en nosotros la voluntad que es la esencia de esa acción y no está antes o fuera de ella. No
silbo porque estoy contento ni estoy contento porque silbo, pues todo es una y la misma cosa: no hay por
qué, no hay causalidad. Cada acción de la voluntad es inmediatamente, una acción del cuerpo.
La voluntad no está solo en todas las acciones del cuerpo, sino en todas sus pasiones. Cada vez que
sentimos miedo, atracción o repulsión, hambre, deseo sexual, anhelo y cualquier otra pasión fuerte, la
voluntad se manifiesta con intensidad en nosotros. Esta mantiene un grado inferior de intensidad en las
funciones vegetativas del organismo, respiración, circulación, digestión, excreción, pero es voluntad
igualmente. Incluso la acción deliberada, impulsada en un nivel consciente por los motivos (razones) en el
46
La jurisprudencia española (sentencia de 7 de mayo de 1979) citada por García de
Enterría y Fernández (2006:550) ha precisado “que es esencia del acto administrativo
–concepto básico del sistema y ordenamiento jurídico de la Administración Pública-,
constituir una especie de acto jurídico emanado de un órgano administrativo en
manifestación de voluntad creadora de una situación jurídica. Estas notas excluyen de
aquel concepto cualquier otra declaración o manifestación que, aunque provenga de
órganos administrativos, no sea por sí misma creadora o modificadora de situaciones
jurídicas, es decir, carezca de efectos imperativos o decisorios. Así, no pueden merecer
el calificativo de actos impugnables, los dictámenes o informes, manifestaciones de
juicio, que siendo meros actos de trámite provienen normalmente de órganos
consultivos, ni tampoco las contestaciones a consultas de los administrados”
La voluntad es un impulso ciego y universal que solo quiere. No tiene conciencia ni conocimiento, es
puro ímpetu. No tiene fundamento alguno porque el hecho básico, lo que carece de cualquier otro hecho
antes, detrás, debajo o dentro. No obedece a reglas ni leyes porque es una fuerza arrolladora universal. No
tiene más finalidad que la satisfacción de querer pulsional, o, dicho de otro modo, solo se quiere a sí
misma y su supervivencia o conservación. La voluntad es, en cada particular y en todo, una fuerza ciega
sin conocimiento, un querer “que no sabe lo que quiere, sino que solo quiere, precisamente porque es
voluntad y no otra cosa”. El sujeto individual se engaña en cada momento de su vida creyendo que quiere
algo concreto. Lo cierto y esencial es que quiere, siempre quiere. El objeto concreto de su querer en todos
los instantes no es más que la ocasión circunstancial de su querer esencial.- Juan Solé,
SCHOPENHAUER, El pesimismo se hace filosofía, la fuerza de la voluntad (2015:88)
La voluntad de poder.- Según Nietzche (1844-1900) , la voluntad de poder se define como una
tendencia al incremento y al desarrollo, una “lucha por ser más y mejor”. No se trata únicamente de una
“voluntad de vivir”, como la Voluntad de Schopenhauer, ni de un mero instinto de conservación o
supervivencia como el que guía la evolución según Darwin. Nietzsche cree que en todos los seres –en una
hiedra que se despliega, en una araña que teje una red, en un ser humano que escribe un libro- late el
impulso de crecer y expandirse. Con la otra palabra de la expresión, “poder”, Nietzsche rompe también
con el significado habitual. La voluntad de poder no es una voluntad de dominio. Los seres vivos no
quieren ejercer o tener el poder, sino afirmarse a sí mismos, “descargar su fuerza”, expresar su diferencia
individual. Su poder es el poder de autotrascenderse, de llegar en cada instante hasta las últimas
consecuencias. Este es el secreto que la vida le confía a Zaratustra: “yo soy “lo que tiene que superarse
siempre a sí mismo”.
47
habrán de referirse, por ello, a la situación personal de dichos individuos. En segundo
término, habrá de tenerse en cuenta que la actividad jurídico-administrativa es una
actividad de ejecución legal, mediante el mecanismo que ya conocemos, lo que quiere
decir que si el contenido del acto se acomoda a la Ley será normalmente indiferente
investigar sobre vicios de la voluntad o estado psicológico del agente expresado en el
acto. Esta observación común en la doctrina, plantea el problema en términos
completamente singulares respecto del mismo tema en cuanto al principio privado de
autonomía de la voluntad porque en este último caso de lo que se trata es de evitar que
se cree la regulación singular vinculante que del negocio surge si la voluntad no se ha
expresado con absoluta libertad y consciencia. Pero el argumento de la singularidad de
la posición de la Administración sólo vale en tanto se trate de un acto reglado, cuyo
contenido se limita a singularizar en el caso concreto el efecto agotadoramente
predeterminado por la Ley, pero no en cuanto incorpore un plus de libertad estimativa
de la administración (acto discrecional), porque entonces los efectos creativos
conectables al ejercicio de dicha libertad no podrán admitirse si la situación psicológica
que en el acto se expresa no ha sido plenamente libre y consciente.”
Más adelante (Dromi 2004:371) dice: “La voluntad administrativa debe ser libre y
conscientemente emitida, sin que medie violencia física o moral. No se admite a ningún
efecto el acto simulado. Además, la voluntad del órgano administrativo no debe ser
inducida a error, ni puede ser viciada de dolo.42
42
Elementos subjetivos (intelectivos de los órganos-individuos)
48
ejemplo, un indulto que se refiere a una persona distinta de la que el Poder Ejecutivo
Nacional tuvo voluntad de indultar.43
El error debe ser “esencial”, es decir, que hubiere significado que “la voluntad de la
Administración resultare excluida.44
El acto está viciado por el dolo administrativo. En este caso, no se trata de una mera
omisión o error culposo del administrado, sino de dolo; además, se requiere que tal dolo
sea previo a la emisión del acto administrativo y que hay6a sido determinante para la
adopción de la decisión. El dolo puede ser del funcionario e inclusive puede mediar
connivencia dolosa del funcionario y del administrado, producto del soborno o cohecho.
Para el tratadista argentino Cassagne Juan Carlos (2006:181) “la voluntad “constituye
siempre la construcción racional de una realidad psíquico-física” la cual existe tanto en
los órganos cuyo titular es un individuo como en los órganos de carácter colegiado,
admitiéndose su configuración en forma implícita o por silencio”.
43
Un nombramiento basándose en datos equivocados también constituye error en cuanto vicio de la
voluntad.
44
Según Sayagués Lasso (1974:434-435) “La voluntad administrativa puede verse afectada por error,
violencia o dolo.
El error que aquí encaramos se refiere al objeto inmediato del acto, v. gr.: la administración designa
funcionario a una persona creyendo que tiene determinada especialización técnica y luego resulta que
carece totalmente de ella; si dicha especialización fue razón determinante del nombramiento, el acto está
viciado por error. En cambio, el error en la apreciación de las circunstancias de hecho que determinaron a
la administración a dictar el acto, se relaciona con la teoría de la causa o motivos.
49
contener el acta: nómina de los miembros asistentes, el orden del día, lugar y fecha,
aspectos principales de los debates y de deliberación y decisiones adoptadas con la
respectiva responsabilidad prevista en el ordenamiento jurídico.
Es importante señalar, según este autor, que las formas de manifestarse la voluntad son
las siguientes:
45
Este tratadista hace una clasificación muy amplia de los vicios de la voluntad.
50
y nombrar a un nuevo empleado para desempeñar el mismo cargo, conforme lo
preceptúa al artículo 107, inciso 2º, del Decreto 1950 de 1973, al decir: “En los empleos
de libre nombramiento y remoción la designación de una nueva persona implica la
insubsistencia del nombramiento de quien lo desempeña”.
El caso anterior es un ejemplo típico de voluntad tácita. El hecho concluyente es el que
no podría tener otra significación si faltara la voluntad, es decir el incompatible con una
voluntad contraria a la que de él aparece. El valor jurídico de la voluntad tácita es el
mismo que el de la voluntad expresa, salvo que la ley exija que se exteriorice de modo
expreso para generar el acto jurídico o producir el efecto deseado por su autor.46
46
Si la administración impide el ingreso a la institución a un servidor público, a través de un guardia de
seguridad o le retiran la tarjeta de asistencia al trabajo, significa una declaración tácita de cesación de
funciones.
51
d) El silencio como manifestación de la voluntad.- El silencio no es manifestación de
voluntad ni expresa, ni tácita. Por consiguiente, cuando la ley le atribuye al silencio la
eficacia de una manifestación real de voluntad, en sentido positivo o negativo, nos
encontramos en presencia de una voluntad presunta por ministerio de la ley, que no se
ha manifestado, pero que produce efectos en derecho....”.47
Ya vimos que la declaración de voluntad puede ser expresa o tácita, pero hay
situaciones que la Administración en ocasiones incurre en pasividad o en un silencio
negligente ante las peticiones, o reclamos de los administrados. Es lo que se conoce
como silencio administrativo.
47
La ex Corte Suprema de Justicia (hoy Corte Nacional de Justicia) ha mantenido, en sus diferentes
sentencias el criterio de que el silencio administrativo es un acto presunto.
52
Silencio Administrativo
El Art. 32 del Código Orgánico Administrativo ratifica este derecho cuando dice:
“Derecho de petición. Las personas tienen derecho a formular peticiones, individual o
colectivamente, ante las administraciones públicas y a recibir respuestas motivadas, de
forma oportuna”. Para ejercer este derecho el art. 136 establece formularios de uso
obligatorio determinando los modelos de solicitudes, reclamos, recursos y, en general, de
cualquier tipo de petición.
De esta manera, la obligación de resolver por parte de las instituciones y organismos del
Estado fue elevada al rango de norma constitucional.
53
honradez y eficiencia”, y es que no puede hablarse de eficiencia, si la Administración
Pública a través de sus funcionarios y empleados no cumplen con su elemental obligación
de, ante una petición, pronunciarse expresamente dentro del plazo establecido.
48
Art. 227.- La administración pública constituye un servicio a la colectividad que se rige por los
principios de eficacia, eficiencia, calidad, jerarquía, desconcentración, descentralización, coordinación,
participación, planificación, transparencia y evaluación.
Art. 233.- Ninguna servidora ni servidor público estará exento de responsabilidades por los actos
realizados en el ejercicio de sus funciones, o por sus omisiones, y serán responsables administrativa, civil
y penalmente por el manejo y administración de fondos, bienes o recursos públicos.
49
Derecho de Petición y Efecto Legal del Silencio Administrativo: una solución modesta, Diario La Hora,
Revista Judicial, D2, 15 de diciembre de 2003.
54
respectivo término se entenderá por el silencio administrativo, que la solicitud o pedido
ha sido aprobada o que la reclamación ha sido resuelta en favor del reclamante. ”.
El Art. 207 del Código Orgánico Administrativo, por su parte, establece que: “Los
reclamos, solicitudes o pedidos dirigidos a las administraciones públicas deberán ser
resueltos en el término de treinta días, vencido el cual, sin que se haya notificado la
decisión que lo resuelva se entenderá que es positiva.”
El Código Tributario en el artículo 132 fija el plazo de 120 días hábiles para la
expedición de la resolución, contados desde el día hábil siguiente al de la presentación
del reclamo, o al de la aclaración o ampliación que disponga la autoridad administrativa.
50
Registro Oficial Suplemento 219 de 26 de noviembre de 2003. 2.- Registro Oficial No.- 733 de 27 de
diciembre de 2002.
51
Registro Oficial Suplemento No. 337 de 18 de mayo de 2004.
55
El trámite para la presentación, discusión y aprobación de estos proyectos será el
ordinario, excepto en cuanto a los plazos anteriormente establecidos. Mientras se discuta
un proyecto calificado de urgente, la Presidenta o Presidente de la República no podrá
enviar otro, salvo que se haya decretado el estado de excepción.
Hay que resaltar que la Administración, no solo está obligada a resolver, sino, inclusive a
notificar en los términos previstos en los artículos 66 del Estatuto del Régimen Jurídico y
Administrativo de la Función Ejecutiva.
La seguridad jurídica, sobre todo, la buena administración exigen que todo procedimiento
deba terminar y la mejor forma, obviamente, es la resolución expresa y pertinente, que
según Guillermo Cabanellas (Tomo III, 1976:293) es lo adecuado, oportuno, conducente
al pleito.
52
Registro Oficial No. 272 de 22 de febrero de 2001. Esta ley fue sustituida por la Ley Orgánica del
Sistema Nacional de Contratación Pública (Suplemento del Registro Oficial No. 395 de 04 de agosto del
2008).
53
Ley No. 72, Registro Oficial No.589 del 04 de junio de 2002.
56
peticiones sean infundadas, caprichosas, arbitristas y sencillamente disparatadas o sobre
materias que no sean de competencia de esa Administración, etc., pues ni la obligación de
resolver se fundamenta en lo acertado de la solicitud ni el derecho a dirigirse a la
Administración, a la que sustenta mediante la contribución de todos los ciudadanos, está
condicionado al mérito de la petición”.
Las administraciones públicas no pueden negarse a recibir los escritos que la persona
interesada presente, salvo el caso en que no se haya consignado el lugar de la
notificación, según lo dispone el inciso final del Art. 138 del COA.
Así mismo, según lo dispuesto por el Art. 141 inciso final del COA en los supuestos de
solicitudes de reconocimiento de derechos no previstos en el ordenamiento jurídico o
manifiestamente carente de fundamento, la administración pública puede resolver, de
forma motivada, su inadmisión a trámite en el plazo de 10 días contados a partir de su
recepción.
Sucede, sin embargo, que este saludable deseo de eficiencia, no se produce y que por el
contrario la Administración omite cumplir con esta obligación, deja fenecer los plazos o
términos establecidos por la ley, sin que de su parte exista un pronunciamiento expreso a
las pretensiones, peticiones, recursos, etc., planteadas por los administrados.
De otro lado, los poderes jurídicos dados a la Administración tienen como objeto
permitirle cumplir eficientemente sus cometidos. Por lo tanto sus órganos están en la
obligación de proceder conforme a las necesidades del servicio. De ahí deriva, como
principio general, el deber de pronunciarse sobre las cuestiones que se plantean. La
declaración de voluntad de un acto administrativo debe ser expresa, exteriorizándose a
través de la palabra oral o escrita o por símbolos o signos. La voluntad expresa es la
regla.
57
2.1.3. Concepto de Silencio Administrativo
La figura misma del silencio administrativo, se creó, entre otras razones, como un
remedio para evitar que la Administración Pública, continúe dejando transcurrir el tiempo
sin pronunciarse expresamente a las peticiones de los administrados, es decir, evitar que
ésta deje de cumplir con su obligación de resolver en los procedimientos iniciados por
parte del administrado, se busca, en definitiva, brindar protección al administrado del
perjuicio que le significa el silencio que mantiene la Administración.
Es más, los modernos tratadistas están acordes en sostener que cumplido el plazo
señalado por la ley para que un órgano administrativo resuelva un caso, este pierde
competencia para resolverlo, de tal forma que, cualquiera resolución posterior a la
conclusión del plazo o término que tenía por ley para resolver un asunto sometido a su
atribución adolece de nulidad absoluta por falta de competencia del funcionario
administrativo autor del acto o resolución, dice la Corte en el fallo 37-03, juicio 05-02.54
54
Registro Oficial No. 114 de 30 de junio del 2003.
58
El COA en su Art. 210 inciso primero establece que en los casos de silencio
administrativo positivo, la resolución expresa, posterior a la producción del acto, solo
puede dictarse de ser confirmatoria.
De modo que esta certificación constituía el instrumento público para iniciar la acción de
ejecución correspondiente. Sin embargo quedaba en la facultad de este funcionario el
considerar desde cuándo (dies a quo) y hasta cuándo (dies ad quem) se debe contar el
plazo para la tramitación y resolución de un procedimiento. Pero es necesario resolver
como se dijo, anteriormente, que no se puede admitir como el límite de plazo para
resolver, la fecha en que la Administración resolvió, por la inseguridad jurídica que esto
conlleva al administrado, que podía eventualmente estar sujeto a arbitrariedades de parte
de la administración y porque un acto administrativo, aunque valido no tiene eficacia
jurídica frente al administrado, mientras no se notifique el mismo, además que, la
obligación de resolver y notificar la resolución expresa está atribuida jurídicamente a la
administración, pues es absurdo pensar que el administrado deba estar obligado a
peregrinar a los órganos pertinentes de la Administración, con el fin de saber si resolvió o
no la Administración dentro del plazo.
59
mismo funcionario negligente quien debe certificar este particular, estaría auto
incriminándose, posibilidad que no está permitida en nuestra legislación, por lo que dicha
certificación se tornaba inconstitucional al tenor de lo dispuesto en el numeral 9 del
artículo 24 de la Carta Magna de 1998, que textualmente rezaba: “Nadie podrá ser
obligado a declarar en juicio penal contra su cónyuge o parientes hasta dentro del
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, ni compelido a declarar en
contra de si mismo, en asuntos que puedan ocasionar su responsabilidad penal”.
La Ex - Corte Suprema de Justicia, en el juicio No. 93/02, Resolución 358, seguido por
Gloria Juárez Lucero en contra del Prefecto Provincial del Azuay 57 ; Juicio 93-02,
Resolución No. 382 que siguió Galo Calderón Coronel en contra del Ministro de
Desarrollo Urbano y Vivienda58; resolución 271, juicio; 235-0259 ; en este mismo sentido
se ratifica la Ex - Corte Suprema en Resolución No. 183-06, juicio 278-200360.
57
Registro Oficial No. 23 de 17 de febrero de 2003, página 31.
58
Registro Oficial No. 49, de 27 de marzo del 2003, Pág. 7
59
Registro Oficial 249 de 12 de enero de 2004, p. 20.
60
Registro Oficial No. 24 de 16 de febrero de 2007, p. 19.
60
Ministerio de Energía y Minas; resolución No. 195-99, dentro del juicio No. 168-98; y,
en la resolución No. 217-99, dentro del juicio No. 169-9861, se ha pronunciado en el
sentido de que “mediante el silencio administrativo positivo, se da un efecto práctico a la
garantía o derecho de petición y oportuna respuesta y que, el efecto de tal silencio, no
admite prueba en contrario, sino presunción de derecho que da origen a un accionar
procesal autónomo”.
61
Gaceta Judicial serie XVI No.15 correspondientes a los meses de mayo a agosto de 1999, páginas
4208-4209.
62
Vencido el respectivo tèrmino se entenderá por el Silencio Admisnitrativo, que la solicitud o pedido ha
sido aprobada o que la reclamación ha sido resuelta en favor del reclamante.
61
Criterio anterior ratificado en resolución No. 358, juicio 93-02; resolución No. 382, juicio
29-02; resolución 271, juicio 235-02 y resolución No. 183-06, juicio 278-200363.
El efecto positivo del silencio administrativo esta constante en el inciso primero del Art.
207 del Código Orgánico Administrativo: “Los reclamos, solicitudes o pedidos dirigidos
a las administraciones publicas deberán ser resueltos en el término de treinta días,
vencido el cual, sin que se haya notificado la decisión que lo resuelva se entenderá que es
positiva.”
Ahora, para obtener el derecho por el silencio administrativo, la solicitud debe ser
dirigida a autoridad competente para aceptar o negar lo solicitado, y que lo solicitado de
haber sido aprobado de manera expresa, no habría sido afectado por nulidad absoluta,
concluye la Ex -Corte Suprema en la Resolución No. 358, juicio 93-02; Resolución No.
382, juicio 29-02; Resolución No. 271, juicio 235-02; Resolución No. 183-06, juicio 278-
200365.
63
Registro Oficial No. 23 de 17 de febrero de 2003, Registro Oficial No. 49 de 27 de marzo de 2003,
Registro Oficial No. 249 de 12 de enero de 2004 y Registro Oficial No. 24 de 16 de febrero de 2007,
respectivamente.
64
Registro Oficial No. 366, de 29 de julio de 2004.
65
Registro Oficial No. 23 de 17 de febrero de 2003, pág. 31; Registro Oficial No. 49 de 27 de marzo de
2003; Registro Oficial No. 249 de 12 de enero de 2004, pág. 19; y, Registro Oficial No. 24 de 16 de
febrero de 2007, pág. 19.
62
La Ex - Corte Suprema de Justicia ha ido delimitando los efectos del silencio
administrativo; así se obtiene todo lo pedido “con la única excepción de que la
autorización o aprobación así ganados no adoleciesen de vicios esenciales determinantes
de su nulidad de pleno derecho”66.
Es obvio suponer que la petición debe ser dirigida hacia una autoridad competente para
aceptar o negar lo solicitado, o que así mismo lo solicitado no deberá ser afectada por
nulidad absoluta o esté prohibido por la ley: Resolución No. 358, juicio 93-0267.
También en la Resolución No. 234-04; juicio 313-0268.
El doctor Néstor Arboleda Terán71, exige tres requisitos para ello: En primer lugar, es
necesario que exista una base de derecho para el pedido. En segundo lugar, es necesario
que el pedido se dirija a instituciones u organismos competentes y; en tercer lugar, que la
vía escogida sea la prevista en la ley; y se fundamenta en la resolución del Tribunal
66
Gaceta Judicial No. 11 Serie XVII, p. 3660.
67
Registro Oficial No. 23 de 17 de febrero de 2003.
68
Registro Oficial No. 495 de 03 de enero de 2005.
69
328-2003; Gaceta Judicial, septiembre- diciembre 2004. p. 284.
70
Registro Oficial No. 253, de 19 de abril del 2006.
71
En su artículo Procedencia de Silencio Administrativo, Internet .
63
Constitucional que dijo: “Que, no cabe aplicar el silencio administrativo para actos que
no contempla el artículo 28 de la Ley de Modernización, pues, bastaría que un buen
número de personas pidan sumas de dinero y si el Presidente no avanza a contestar dentro
del plazo previsto, tendrían derecho a cobrar, mediante amparo, sin que se haya
establecido la procedencia del requerimiento. ”72.
En otro caso, el Tribunal resolvió para que el silencio administrativo sea efectivo, el acto
que se genere a favor del administrado, no puede ser contrario a derecho, debe
corresponder a lo que por ley hubiera sido concedido por la autoridad y debe ser posible
de realizar física y jurídicamente73.
Según lo dispuesto por el Art. 207 inciso segundo del COA para que se produzca el
silencio administrativo, el acto administrativo presunto que surja de la petición no debe
incurrir en ninguna de las causales de nulidad prescritas por este código
72
Resolución No. 128-2000-TP de 24 de julio de 2000, caso 1119 de Amparo Constitucional.
73
Resolución, No. 0390-2004-RA de 24 de enero de 2005 la Segunda Sala del Tribunal Constitucional.
74
Resolución No. 0457-2004-RA de 24 de febrero de 2005. Segunda Sala del Tribunal Constitucional.
75
Suplemento del Registro Oficial No. 145 de 09 de agosto de 2007.
76
Registro Oficial No. 48 de 22 de marzo del 2007.
64
contratos sin contar con la expresa voluntad de la otra, lo que, además, rompería la
igualdad”
1.- Cuando la petición del administrado ha sido dirigida y presentada ante autoridad
incompetente; esto es cuando a dicha autoridad la Constitución y la ley no le han
entregado derechos para que pueda expresar la voluntad pública relativa al caso puesto en
conocimiento.
77
R. O. 559 Abril 6 del 2005.
65
4.- Tampoco procede cuando los particulares peticionan derogatorias, reformas,
interpretaciones o revocatorias de actos de efecto erga omnes, por razón de que el
silencio administrativo solo tiene efectos individuales o concretos y no es mecanismo
para modificar el ordenamiento jurídico; lo cual se aplica también para el caso
precedente.
5.- Cuando el administrado no tiene una legitimación activa del derecho reclamado; esto
es, cuando el peticionario no esté en idoneidad jurídica para beneficiarse de la incuria
administrativa por la falta de vinculación real de éste frente al obrar administrativo que se
pretende. 78
La respuesta depende, dice Wilber Moreno 79 que si el reclamo, solicitud o petición están
bajo la disponibilidad del administrado o de la administración.
78
Este caso se dio en el juicio 01-2001, cuyas resoluciones están publicadas en la Gaceta Judicial serie
XVII, No.7, página 2191.
79
Tesis Doctoral, El Silencio Administrativo en la Legislación Administrativa del Ecuador, 2000, pág.
123.
66
por el ministerio de la ley. Garcia Ernesto - Trevijano Garnica (1996) confirma lo
anterior: “es indudable que el silencio positivo resultaría más cómodo para el particular,
pero ello no significa que le proporcione una mayor garantía, es decir, con valor
estimatorio ¿Cómo es posible obligar a la administración que ejecute este acto
administrativo tácito? Si la administración se ha resistido a resolver la petición del
particular, más se resistirá a ejecutarlo un acuerdo que no ha adoptado.”
80
Registro Oficial No. 23 de 17 de febrero de 2003, página 32.
81
Sentencia 128, publicada en el Registro Oficial No. 605 de 26 junio del 2002
67
un recurso en la vía contencioso administrativa que se haya dictado previamente un acto
administrativo en el que se negaba las pretensiones del actor, tal limitación
evidentemente desapareció con la expedición de la Ley de Modernización del Estado,
cuyo Art. 38 dispone: “Los tribunales distritales de lo Contencioso – Administrativo
reconocerán y resolverán de todas la demandas y recursos derivados de actos, contratos,
hechos administrativos y reglamentos, expedidos, suscritos o producidos por las
Instituciones del Estado”, por lo cual, en consecuencia los tribunales distritales tienen
plenitud de competencia para conocer de las acciones dirigidas a obtener el cumplimiento
de los derechos adquiridos mediante silencio administrativo.” Dice en la Resolución No.
271, juicio 235-0282.
Pero el administrado, una vez operado el silencio administrativo, tiene un plazo dentro
del cual puede y debe solicitar la ejecución de su derecho, vencido el cual operará
inexorablemente la caducidad, “En consecuencia el administrado demandará
directamente la ejecución; no la declaración del derecho, dentro del término de 90 días
que determina el artículo 65 inciso 1 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, de lo contrario su derecho caducará.” manifiesta la Corte Suprema de
Justicia en la Resolución No. 46, juicio 179-0183. Problema a dilucidar es desde cuando
comienza a transcurrir el tiempo para que opere la caducidad: desde cuando se venció el
término para dar respuesta a la petición, solicitud o reclamo o desde cuando el Tribunal
Distrital de lo Contencioso Administrativo correspondiente requirió la respectiva
certificación, siempre tomando en cuenta como hemos dicho que no se pretende, por el
silencio administrativo, el reconocimiento de un derecho caducado por el transcurso del
tiempo.
82
Registro Oficial No. 249 de 12 de enero de 2004, pág. 19-20.
83
Registro Oficial No. 587 de 31 de mayo de 2002.
68
“OCTAVO: La pretensión concreta de la actora es que se declare en sentencia que se ha
producido el silencio administrativo a su favor por la falta de contestación oportuna a su
petición contenida en su oficio de 2 de febrero de 2005, por lo que considera que por tal
efecto: 8.1. El artículo 23 numeral 15 de la Constitución Política de la República, vigente
a la fecha, garantizaba a los ciudadanos el derecho a dirigir quejas y peticiones a las
autoridades y a recibir la atención a las respuestas pertinentes, en el plazo adecuado;
derecho desarrollado en el artículo 28 de la Ley de Modernización del Estado, el cual
establece que todo reclamo, solicitud o pedido a una autoridad pública debe ser resuelto
en un término no mayor a quince días, contados a partir de la fecha de su presentación,
salvo que una norma legal expresamente señale otro distinto, para lo cual dicha norma
prevé que, en todos los casos vencido el respectivo término se entenderá por el silencio
administrativo, que la solicitud o pedido ha sido aprobado o que la reclamación ha sido
resuelta a favor del reclamante, siendo que el funcionario competente de la institución del
Estado tiene la obligación de entregar a pedido del interesado, bajo pena de destitución,
una certificación que indique el vencimiento del término antes mencionado, que servirá
como instrumento público para demostrar que el reclamo, solicitud o pedido ha sido
resuelto favorablemente por el silencio administrativo, a fin de permitir al titular el
ejercicio de los derechos que correspondan.- 8.2. El silencio administrativo por su parte,
es una ficción jurídica cuyo efecto, de producirse, es la generación de un acto
administrativo presunto afirmativo a favor del peticionario sobre las pretensiones por él
deducidas, el cual surge como la consecuencia de la falta de pronunciamiento de la
administración que no dio contestación oportuna sobre el asunto que debió generar un
pronunciamiento. Entonces, esta figura jurídica si bien procede ipso jure, dicho efecto
bajo ninguna circunstancia enerva la posibilidad de que el Tribunal analice si en el
presente caso ha operado o no el silencio administrativo, toda vez que es necesario
constatar en el presente caso la concurrencia de ciertos elementos como lo son, que la
petición o reclamo haya sido dirigida al órgano de la administración competente, que la
pretensión no sea contraria a derecho, que el órgano de la administración pública no haya
atendido el reclamo y que la petición o pedido no se haya contestado dentro del término
que establece la Ley; tal y como se ha pronunciado en este sentido la Sala de lo
Contencioso Administrativo de la ex Corte Suprema de Justicia cuando señala que:… “Es
de advertir que tanto en los fallos de triple reiteración la Sala de lo Contencioso
Administrativo de la Corte Suprema de Justicia, condiciona el contenido de la petición
para que se produzca el silencio administrativo positivo, que la solicitud sea dirigida al
69
funcionario que tenga competencia para otorgar la petición del administrado, amén de
que es requisito inexcusable que la petición no contenga ningún disparate o sea contraria
a derecho, pues así lo testifica la resolución dictada por ése Órgano Jurisdiccional, en la
sentencia que está publicada en el R.O. No. 646 de 22 de agosto de 2002… ” (Juicio No.
19-05, Resolución No. 414-07 Gaceta Judicial Serie 5 XVIII, septiembre de 2007-
octubre 2008).- En el presente caso analizado como ha sido el documento por el cual la
accionante señora ROCIO DEL PILAR BÁEZ JATIVA ejercitó su derecho de petición
ante el DIRECTOR NACIONAL DE DEFENSA CIVIL, de cuyo contenido consta que la
base de su reclamación versa sobre una afección asma bronquial, determinada por la
accionante como enfermedad profesional, razón por la que solicitó en dicha misiva “… se
dispongan realicen los trámites correspondientes, para llegar a obtener mi
INDEMNIZACIÓN POR ENFERMEDAD, como lo dispone el artículo 126 de la Ley
Orgánica de Servicio Civil y Carrera Administrativa.”.- 8.3 El artículo 126 de la citada
norma, vigente a la fecha de la petición, establecía: “Art. 126.- Indemnización por
accidente de Trabajo o enfermedad.-En caso de accidente de trabajo o por enfermedad
profesional, ocasionada como consecuencia del desempeño de su función, que provoque
el fallecimiento o incapacidad total o permanente, el servidor o trabajador de las
entidades y organismos contemplados en el artículo 102 de esta Ley Orgánica serán
indemnizados de acuerdo con los límites y cálculo establecidos para el caso de la
supresión de puestos.”.- Del texto del artículo transcrito se evidencian que los supuestos
de hecho que deben producirse para que proceda la indemnización prevista en la misma
norma, es que el servidor o trabajador haya sufrido o bien un accidente de trabajo o
enfermedad profesional, los cuales además de acuerdo con el contexto de la disposición
en análisis, deben ser consecuencia del desempeño de su función que provoque además
su fallecimiento o incapacidad total o permanente.- Para el caso concreto, debía
previamente a proceder a cualquier indemnización por parte de la entidad demandada, a
determinar fehacientemente que la enfermedad consistente, según documentos que
apareja a fojas 74, en un asma bronquial, que padece la actora ROCIO DEL PILAR
BÁEZ JATIVA, habría sido producido con ocasión del desempeño de sus funciones y si
la misma además le provocó una incapacidad total o permanente..- Del proceso obra que
el pedido efectuado en oficio de 2 de febrero de 2005, por parte de la señora ROCIO DEL
PILAR BÁEZ JATIVA, si bien por una parte internamente recibió algún tipo de atención
para viabilizar el mismo, conforme se desprende de la hoja de trámite de documentos No.
447 de 3 de febrero de 2005, por el cuál elevo el pedido ante la máxima autoridad, esto
70
es, al Secretario General del Consejo de Seguridad Nacional, quien fue puesto en
conocimiento del particular con oficio No. CSN-DNDC-ADM 0227 de 16 de febrero de
2005, por parte del Director Nacional de Defensa Civil, dicho trámite se habría dejado sin
efecto por parte de la entidad demandada, conforme consta del oficio No. 2005-236-
CSN-DPTO.RR.HH., de 14 de junio de 2005, suscrito por el Jefe de Departamento de
RR.HH., en razón de que, de acuerdo al texto de dicho oficio, se habría presentado por
parte de la actora ROCIO DEL PILAR BÁEZ JATIVA el oficio s/n de 18 de febrero de
2005, por el cual la actora habría efectuado una solicitud de supresión de partida; pero
por otra parte, no recibió respuesta alguna por parte de la entidad demandada respecto del
pedido constante en su primer oficio de 2 de febrero de 2005, dentro del término que le
otorgaba la Ley de Modernización del Estado (15 días término), siendo que la misma no
fue atendida sino con oficio No. . 2005-265-CSN-DPTO.RR.HH de 12 de julio de 2005,
suscrita por el Director Nacional de Defensa Civil y el Jefe del Departamento de
Recursos Humanos.- NOVENO: Es incontrovertible que la cosa que se litiga es el hecho
de establecer la verdad jurídica, si se produjo o no el silencio administrativo positivo
alegado por el accionante como fundamento de su reclamación. El artículo 28 de la Ley
de Modernización del Estado cuyo texto dice: “DERECHO DE PETICIÓN.- Todo
reclamo, solicitud o pedido a una autoridad pública deberá ser resuelto en un término no
mayor a quince días contados a partir de la fecha de su presentación, salvo que una norma
legal expresamente señale otro distinto… En ningún órgano administrativo se suspenderá
la tramitación ni se negará la expedición de una decisión sobre las peticiones o
reclamaciones presentadas por los administrados. En todos los casos vencido el
respectivo término se entenderá por el silencio administrativo, que la solicitud o pedido
ha sido aprobado o que la reclamación ha sido resuelta a favor del reclamante. Para este
efecto, el funcionario competente de la institución del Estado tendrá la obligación de
entregar a pedido del interesado, bajo pena de destitución, una certificación que indique
el vencimiento del término antes mencionado que servirá como instrumento público para
demostrar que el reclamo, solicitud o pedido ha sido resuelto favorablemente por el
silencio administrativo”; por lo que mal pudo haber dilucidado la autoridad demandada
que la petición de oficio de 2 de febrero de 2005, quedó sin efecto tácitamente por la
presentación de un pedido posterior de supresión de partida efectuado por la actora
ROCIO DEL PILAR BÁEZ JATIVA, produciendo en consecuencia que la actora quede
sin contestación oportuna a su pedido.- No obstante lo señalado y como se ha expuesto en
el presente fallo, de acuerdo a lo afirmado por la actual corriente de la jurisprudencia
71
administrativa que admite, la procedencia del silencio administrativo a más de haber
remitido a la autoridad competente y que el pedido no haya sido atendido dentro del
término legal; que las pretensiones del administrado constantes en la petición o reclamo
no son contrarias a derecho estableciendo de este modo un freno a pretensiones
arbitrarias o infundadas. Eduardo García de Enterría, señala que: “El problema mayor, y
prácticamente único, que el silencio positivo planteaba era el de precisar el contenido
concreto de la aprobación o autorización obtenidas por ese medio en los supuestos en que
la pretensión ejercitada por el particular o ente público que instó el procedimiento no
fuese conforme a Derecho. Tres líneas jurisprudenciales distintas se fueron perfilando al
respecto: una primera entendió, en obsequio a la siempre necesaria seguridad jurídica,
que, producido el silencio, el proyecto quedaba aprobado en sus propios términos como si
hubiese recaído un acto expreso en ese sentido…; una segunda, más sensible a la
legalidad que la seguridad jurídica, consideró, en cambio, que, siendo el silencio creación
de la Ley, difícilmente podía aceptarse que por esa vía pudiera obtenerse lo que la Ley
prohibía, por lo que concluyó que el silencio suple, en efecto, al acto expreso, pero solo
dentro de los límites de la Ley y hasta dónde ésta permita…; finalmente, una tercera, en
fin, encontró un punto intermedio entre las dos anteriores, aceptando, en principio, la
obtención por silencio de todo lo pedido con la única excepción de que la autorización o
aprobación así ganadas adoleciesen de vicios esenciales determinantes de su nulidad de
pleno derecho…; (Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, “Curso de
Derecho Administrativo”, Tomo I, Civitas, octava edición, Madrid, 1997, pp. 589 y 590).
Por lo tanto, no todo lo pedido puede ser aprobado en virtud del silencio administrativo,
al efecto la jurisprudencia contencioso administrativa ha buscado equilibrar la seguridad
jurídica con un efectivo control de legalidad y por ello ha manifestado, en cuanto a los
requisitos materiales del acto administrativo presunto derivado del silencio administrativo
que: “… para la intervención de los Tribunales Distrital dirigida a hacer efectivos los
actos administrativos presuntos, derivados del silencio administrativo con efectos
positivos, se ha de cuidar que se cumplan determinados requisitos formales y
sustanciales. En lo que respecta a los requisitos sustanciales, el acto administrativo
presunto, que se derive del silencio administrativo, debe ser un acto administrativo
regular. Siguiendo la concepción de los actos administrativos regulares, afianzada en la
doctrina y la legislación comparada, entendemos por acto administrativo regular aquél
merecedor de la protección jurídica que se desprende de la presunción de legitimidad por
no contener vicios inconvalidables, que ordinariamente se han de presentar de manera
72
manifiesta. Por exclusión, son actos administrativos regulares aquellos respecto de los
cuales no se puede sostener una causa de nulidad prevista en la Ley. En este sentido y a
manera de ejemplo, no son regulares, los actos administrativos presuntos derivados del
silencio administrativo que se entenderían expedidos por autoridad incompetente o
aquellos cuyo contenido se encuentra expresamente prohibido en la Ley. El sentido de la
revisión de este requisito material se justifica por la aplicación del régimen jurídico de la
extinción de los actos administrativos, en razón de su legitimidad: En efecto, sin perjuicio
de la intervención de los Tribunales Distritales en la materia, la Administración, en
ejercicio de su potestad de auto tutela, es competente para dejar sin efecto cualquier acto
administrativo nulo de pleno derecho (actos irregulares), explícito o presunto, aun cuando
de éste se pueda sostener que se han generado derechos para el administrado, pues, es
evidente que los actos nulos de pleno derecho no se pueden consentir, porque afectan el
orden público, algo que trasciende al mero interés del destinatario del acto administrativo.
Así, en lo que respecta a los actos administrativos presuntos derivados del silencio
administrativo con efectos positivos, no se puede sostener razonablemente que la omisión
de la Administración puede trasformar lo que originalmente es ilícito en lícito…”
(Sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de
Justicia, dictada el 31 de enero de 2007, publicado Gaceta Judicial. Año CVIII. Serie
XVIII, No. 3. Página 1104). De lo analizado se concluye entonces que, para que opere el
silencio administrativo positivo, de conformidad con lo dispuesto en el Art. 28 de la ley
de Modernización del Estado se requiere la existencia de estos requisitos: 1.- Que la
solicitud sea planteada ante la autoridad competente; 2.- Que el objeto materia del
reclamo esté amparado por el ordenamiento jurídica; y, 3.- Que el órgano de la
administración pública no haya atendido el reclamo, petición o pedido dentro del término
que establece dicha norma …En consecuencia no es posible aceptar que mediante la
institución del silencio administrativo, la actora pueda adquirir su derecho a una
indemnización por enfermedad profesional, por cuanto la misma como ha quedado
señalada no ha sido probada bajo los presupuestos establecidos en el artículo 126 de la
Ley Orgánica de Servicio Civil Carrera Administrativa, vigente a la fecha,
incumpliéndose también otro presupuesto para que opere el silencio administrativo
positivo a favor de la accionante, cual es, que el objeto materia del reclamo esté
amparado por el ordenamiento jurídico.”
73
2.2.0 Ejecución del Silencio Administrativo según el COA
El Art. 207 incisos tercero y cuarto manifiestan al respecto: “El acto administrativo
presunto que resulte del silencio, será considerado como título de ejecución en la vía
judicial. Al efecto, la persona interesada incluirá en su solicitud de ejecución una
declaración, bajo juramento, de que no le ha sido notificada la decisión dentro del
término previsto. Además acompañará el original de la petición en la que aparezca la
fe de recepción.
La ejecución del silencio administrativo está previsto en el Art. 370 del Código Orgánico
General de Procesos, reformado por el Código Orgánico Administrativo que dice: “ Si se
trata de la ejecución de un acto administrativo presunto, la o el juzgador convocará a
una audiencia en la que oirá a las partes.
74
CAPÍTULO TERCERO
LA COMPETENCIA
Sumario:
3.1. Diferencias entre competencia del derecho público y la capacidad del derecho
privado 3.2. Nociones conceptuales 3.3. Razones de competencia 3.4. Dislocación
competencial 3.5. Estatuto del Régimen Jurídico Administrativo de la Función
Ejecutiva 3.6. Código Orgánico Administrativo
3.1. Diferencias entre competencia del derecho público y la capacidad del derecho
privado
De la misma manera que los actos jurídicos de la vida civil requieren una capacidad
especial para ser realizados, así, tratándose de los actos del Poder público es necesaria la
competencia del órgano que los ejecuta.
A pesar de ese idéntico significado, existen entre la competencia del derecho público y
la capacidad del derecho privado las diferencias sustanciales que a continuación vamos
a exponer:
En primer término, la competencia requiere siempre un texto expreso de la ley para que
pueda existir. Mientras que en el derecho privado la capacidad es la regla y la
75
incapacidad la excepción en el derecho administrativo rige el principio inverso; es decir,
que la competencia debe justificarse expresamente en cada caso.
En el primer caso basta que concurran las condiciones de hecho previstas por la ley para
que la Administración deba ejercitar los actos jurídicos cuyo cumplimiento establece la
misma ley. En el segundo caso, la libertad de apreciación queda subordinada a la
atención de los intereses públicos o a la eficacia de los servicios que preste la
Administración, sin que puedan móviles personales o motivos diferentes influir para
decidir sobre el uso de la competencia autorizada.
76
acto jurídico intervienen varios de ellos. La garantía para el buen funcionamiento de la
Administración pública exige la intervención de diversos órganos, que recíproca y
mutuamente se controlen y que eviten que el interés particular de alguno de los titulares
de esos órganos pueda ser el motivo para una actuación que afecte derechos de
particulares.
Según este mismo autor DROMI (2004:362) La competencia del acto administrativo
reúne los siguientes principios:
77
debe limitarse a su ejercicio, en los términos que la norma respetiva establezca. La
delegación surge en caso de que la propia ley lo consienta. El Código Orgánico
Administrativo en sus artículos 69 al 73 desarrolla este principio.
Dromi llama clases de competencia y dice que el acto administrativo debe emanar de
órgano competente según el ordenamiento jurídico, que ejerce las atribuciones
conferidas en razón de la materia, el territorio, el tiempo y el grado.
Por la materia se refiere a las actividades o cometidos asignados a los distintos órganos.
78
ejercicio por el órgano <<que la tenga atribuida como propia>> aunque la misma
norma pueden prever supuestos de dislocación competencial (delegación, sustitución,
avocación, que suponen traslados de competencia de unos a otros órganos; sin la
previsión legal expresa esos traslados no son posibles).
Finalmente, la competencia puede limitarse por razón del tiempo, bien en términos
absolutos, bien relativos; ha de tenerse en cuenta que normalmente el señalamiento de
un plazo para resolver no implica de manera necesaria, salvo que otra cosa resulte del
precepto, la definición de una competencia en tiempo circunscrito.
Finalmente, no basta con que el acto proceda de una Administración y se dicte a través
del órgano competente; es menester también que la persona o personas físicas que
actúen en la correspondiente declaración como titulares de ese órgano ostenten la
investidura legítima de tales (nombramiento legal, toma de posesión, situación de
79
actividad o ejercicio, suplencia legal en su caso), no tengan relación personal directa o
indirecta con el fondo del asunto de que se trate, esto es, mantengan íntegra su
situación abstracta de imparcialidad por no estar incursos en los deberes legales de
abstención y recusación y procedan en las condiciones legales prescritas para poder
actuar como tales titulares del órgano (lo cual es especialmente importante en los
órganos colegiados: convocatoria regular, orden del día, quórum de constitución,
quórum de votación). Son otras tantas normas del Derecho de organización, que
condicionan la imputación de la declaración psicológica de la persona física titular del
órgano al órgano mismo y, a través suya, al ente del cual el órgano es instrumento.”
Por su parte para GORDILLO Agustín (2013: 310-315) “La competencia es el conjunto
de facultades que un órgano puede legítimamente ejercer, en razón de la materia, el
territorio, el grado y el tiempo.
El acto puede estar viciado de incompetencia en razón del grado en dos hipótesis
esenciales: a) Cuando al órgano le ha sido conferida antijurídicamente una
competencia determinada; en este caso, aunque el órgano no se salga de la
competencia que le ha sido conferida, el acto puede, no obstante, estar viciado en razón
de que dicha competencia es ilegítima; b) cuando, siendo legítimo el otorgamiento de
competencia al órgano, éste se excede de la misma.
La competencia en razón del tiempo, por último, se refiere a los casos en que un órgano
tiene determinadas facultades concedidas sólo durante un lapso determinado84.
Con todo, no debe pensarse que siempre que el orden jurídico establece un término
dentro del cual debe o puede producirse determinado acto, la consecuencia de dictarlo
fuera de él sea necesariamente la nulidad o inexistencia del acto. Hay actos
procedimentales, por ejemplo, que de realizarse fuera de término son igualmente
válidos, sin perjuicio de la responsabilidad del agente; tal es el caso del envío de las
actuaciones al superior a pedido de parte, cuando el órgano rechaza la
reconsideración.
84
Ejemplo: Art. 92 inciso segundo de la LOSEP. Igualmente prescribirán en el término de noventa días
las acciones de la autoridad para interponer las sanciones disciplinarias que contempla esta Ley y las
sanciones impuestas en cada caso, término que correrá desde la fecha en que la autoridad tuvo
conocimiento de la infracción o desde que se impuso la sanción.
El artículo 245 del Código Orgánico Administrativo es otro ejemplo de competencia en razón del tiempo
cuando establece la prescripción del ejercicio de la potestad sancionadora.
81
si el plazo es a favor del administrado —en cuyo caso se repite la situación anterior—,
el acto es de todos modos válido sin perjuicio de la responsabilidad pertinente.85
a.- Delegación.- Todo órgano puede transferir el ejercicio de sus competencias propias
a sus inferiores jerárquicos, salvo norma legal o reglamentaria en contrario.
La delegación debe ser expresa y contener, en el mismo acto, una clara y concreta
enunciación de las tareas, facultades y deberes que comprenden la transferencia de
competencia. El delegado es responsable por el ejercicio de la competencia transferida
frente al ente público y a los administrados. Sus actos son impugnables, ante el mismo
órgano y ante el delegante. El delegante puede, el cualquier tiempo, revocar total o
parcialmente la delegación, debiendo disponer expresamente en el mismo acto si resume
el ejercicio de la atribuciones delegada o las transfiere a otro órgano, sin perjuicio de la
facultad de avocarse al conocimiento y decisión de un asunto concreto.
85
Ya vimos que si la autoridad no da contestación a las peticiones, reclamos o quejas en el plazo o
término previsto en la Ley, la autoridad pierde competencia para dar su respuesta.
82
b.- Avocación.- El órgano superior puede asumir el ejercicio de las competencias
propias de sus órganos inferiores jerárquicos, avocándose al conocimiento y decisión de
cualquier cuestión concreta, salvo norma legal o reglamentaria en contrario.
e.- Suplencia.- Las ausencias temporales o definitivas de agentes públicos deben ser
cubiertas por el suplente previsto por el ordenamiento jurídico. A falta de previsión
normativa asumen la competencia el superior jerárquico inmediato o agente público que
este designe.
El suplente sustituye al titular para todo efecto legal, y ejerce las competencias del
órgano con la plenitud de facultades y deberes que a ellas contienen.
83
y por cuenta propia, bajo el control del poder ejecutivo. Por ejemplo, las universidades
nacionales. La desconcentración tiene lugar cuando a través de una ley, un órgano de la
administración central confiere regular y permanentemente atribuciones a órganos
inferiores, dentro de su misma organización. El órgano así desconcentrado carece de
personalidad jurídica y patrimonio propio. Es el caso de la Policía de las provincias, la
Policía Federal, el Ejército Argentino, etcétera.
Muy parecido a lo que manifiestan los tratadistas, las razones de la competencia están
previstas en el Art. 85.- La competencia administrativa se mide en razón de: a) La
materia que se le atribuye a cada órgano, y dentro de ella según los diversos grados; b)
El territorio dentro del cual puede ejercerse legítimamente dicha competencia; y, c) El
tiempo durante el cual se puede ejercer válidamente dicha competencia.
86
Art. 51.- DE LA DESCENTRALIZACION.- Mediante la descentralización administrativa se transfieren
de manera definitiva funciones que desempeñan órganos de la Administración Central a favor de
entidades de Derecho Público de la Administración Publica Institucional (descentralización funcional) o
del Régimen Seccional Autónomo (descentralización territorial).
Art. 54.- DESCONCENTRACION.- La titularidad y el ejercicio de las competencias atribuidas a los
órganos administrativos podrán ser desconcentradas en otros jerárquicamente dependientes de aquellos,
cuyo efecto será el traslado de la competencia al órgano desconcentrado. La desconcentración se hará
por Decreto Ejecutivo o Acuerdo Ministerial.
Art. 55.- LA DELEGACION DE ATRIBUCIONES.- Las atribuciones propias de las diversas entidades y
autoridades de la Administración Pública Central e Institucional, serán delegables en las autoridades u
órganos de inferior jerarquía, excepto las que se encuentren prohibidas por Ley o por Decreto. La
delegación será publicada en el Registro Oficial.
Los delegados de las autoridades y funcionarios de la Administración Pública Central e Institucional en
los diferentes órganos y dependencias administrativas, no requieren tener calidad de funcionarios
públicos.
Nota: Artículo reformado por Decreto Ejecutivo No. 2772, publicado en Registro Oficial 616 de 11 de
Julio del 2002.
84
3.6. Código Orgánico Administrativo
Delegación (Art. 69) Los órganos administrativos pueden delegar el ejercicio de sus
competencias, incluida la de gestión, en: 1. Otros órganos o entidades de la misma
administración pública, jerárquicamente dependientes. 2. Otros órganos o entidades de
otras administraciones. 3. Esta delegación exige coordinación previa de los órganos o
entidades afectados, su instrumentación y el cumplimiento de las demás exigencias del
ordenamiento jurídico en caso de que existan. 4. Los titulares de otros órganos
dependientes para la firma de sus actos administrativos. 5. Sujetos de derecho privado,
conforme con la ley de la materia. La delegación de gestión no supone cesión de la
titularidad de la competencia.
Avocación (Art. 78) Los órganos superiores pueden avocar para sí el conocimiento de
un asunto cuya resolución corresponda, ordinariamente o por delegación, a sus órganos
Art. 56.- Salvo autorización expresa, no podrán delegarse las competencias que a su vez se ejerzan por
delegación.
Art. 57.- La delegación podrá ser revocada en cualquier momento por el órgano que la haya conferido y
se extinguirá, en el caso de asuntos únicos, cuando se haya cumplido el acto cuya expedición o ejecución
se delegó.
Art. 58.- INDELEGABILIDAD.- En ninguna circunstancia serán delegables las competencias
constitucionales del Presidente y Vicepresidente de la República.
Art. 59.- RESOLUCIONES POR DELEGACION.- Cuando las resoluciones administrativas se adopten
por delegación, se hará constar expresamente esta circunstancia y se considerarán dictados por la
autoridad delegante, siendo la responsabilidad del delegado que actúa.
Art. 60.- DE LA AVOCACION.- Los organismos administrativos jerárquicamente superiores podrán
avocar para sí el conocimiento de un asunto cuya resolución corresponda por atribución propia o por
delegación a los órganos dependientes, cuando lo estimen pertinente por motivos de oportunidad técnica,
económica, social, jurídica o territorial.
Art. 61.- OPORTUNIDAD Y REQUISITOS.- Si la avocación deja sin efecto la competencia delegada, se
requerirá notificar al órgano inferior. Si no es este el caso, la notificación no será necesaria y el
avocante podrá adoptar las decisiones particulares que estime pertinentes.
El acto de avocación no será susceptible de recurso de impugnación, pero podrá hacérselo cuando se
impugne la resolución administrativa expedida.
Nota: Artículo reformado por Decreto Ejecutivo No. 2772, publicado en Registro Oficial 616 de 11 de
Julio del 2002.
Art. 62.- SUSTITUCION.- El superior jerárquico podrá sustituir al inferior en el cumplimiento de los
actos administrativos de competencia de éste.
Art. 63.- SUPLENCIA.- En caso de vacancia o ausencia temporal los titulares de los órganos
administrativos serán sustituidos por quienes designe el órgano nominador y si éste no le hiciere en el
plazo de cinco días deberá hacerlo, transitoriamente, el órgano administrativo inmediato superior.
87
Guarda relación con los Art. 226 y 151 incisos 2 de la Constitución de la República del Ecuador.
85
administrativos dependientes, cuando circunstancias de índole técnica, económica,
social, jurídica o territorial lo hagan conveniente o necesario. La avocación se notificará
a los interesados en el procedimiento, con anterioridad a la expedición del acto
administrativo.
Suplencia (art. 81) Las competencias de los órganos administrativos pueden ser
suplidas en caso de ausencia temporal. La suplencia se regula a través de los
instrumentos de organización, funcionamiento y procesos de la respectiva
administración pública.
88
Art.105 numeral 3.- En igual sentido prescribía el ERJAFE en el Art. 129 numeral 1 literal b).
86
CAPÍTULO CUARTO
OBJETO O CONTENIDO
Sumario:
4.1. Objeto y características 4.2. Definición y características 4.3. Vicios del objeto
4.4. Código Orgánico Administrativo
Según los españoles García de Enterría Eduardo y Fernández Tomás (2006: 562) “El
objeto de la declaración de la Administración puede ser un comportamiento del
administrado, de otra Administración, de otro órgano, del titular del órgano (dar,
hacer, padecer, no hacer); un hecho (que se documenta, que se certifica, que se
aprecia, que se califica) un bien (fungible—como el dinero: declaración o liquidación
de deudas de cantidad—o infungible, que se expropia, que se califica –-declaración de
ruina, de monumento artístico, de finca mejorable, calificaciones urbanísticas--, que se
transfiere o subroga –reparcelación, concentración parcelaria--, que se registra, cuyos
precios se tasan, etc.); una situación jurídica (interpretarla, calificarla, revisarla); su
propia organización; o bien mixturas de esos objetos típicos, en cuanto sean propuestos
por el ordenamiento como término final de la actividad jurídica de la Administración.
87
La determinación del objeto no suscita problemas especiales, a ella se equipara su
determinabilidad per relationem, aunque guardando en todo caso un principio de
certeza (por ejemplo: convocatoria a oposición o concurso de las vacantes existentes en
la plantilla más <<las que puedan producirse hasta que finalice el plazo de
presentación de instancias>>.
En fin, la exigencia de que el objeto sea posible tiene una sanción especialmente
enérgica al establecer la nulidad de pleno derecho de los actos cuyo contenido sea
imposible.”89
Más adelante, estos autores dicen que “En general se admiten las cláusulas particulares
sólo dentro de los márgenes permitidos por la tipicidad del acto, no en cuanto las
mismas puedan romper el marco legal típico y llevar a una libre configuración
administrativa de la decisión. Por ejemplo: no cabría nombrar un funcionario de
carrera con plazo resolutorio, o tampoco una autoridad académica podría aprobar a
un alumno o expedir un título bajo condición suspensiva o con el gravamen de un modo
de ejercicio, etc.”
El objeto comprende: las materias que necesariamente forman parte del acto y sirven
para individualizarlo (Contenido Natural); las cuestiones mandadas a contener por
imperio de la ley (Contenido Implícito), y las cláusulas que la voluntad estatal pueda
introducir adicionalmente en forma de condición, término y modo (Contenido
Eventual).
89
Art. 105 numeral 5 del Código Orgánico Administrativo. En igual sentido señalaba el Art. 129 número
1 letra c del ERJAFE.
88
Por su parte, en cuanto a sus requisitos, el objeto tiene que ser lícito, cierto posible y
determinado. El objeto no debe ser prohibido por el orden normativo. La ilegitimidad
del objeto puede resultar de la violación a la Constitución, ley reglamento, circular,
contrato, acto administrativo anterior estable e inclusive a la moral y las buenas
costumbres. El acto inmoral es nulo y su vicio insanable. La exigencia de que la validez
de todo acto jurídico –sea de Derecho privado, sea de Derecho público- tenga una base
ética, moral, constituye un verdadero principio general de Derecho. De modo que el
acto administrativo carente de sustrato moral, en cualquiera de sus aspectos –moral
stricto sensu, buenas costumbres o buena fe-, es un acto viciado.
Además, el acto no debe ser discordante con la situación de hecho reglada por las
normas. Por ejemplo, para imponer a un agente público una sanción disciplinaria, debe
darse el antecedente previsto en la norma para la aplicación de aquélla; y
produciéndose el hecho tipificado, debe adjudicarse la consecuencia –sanción- que
surge de la norma y no otra.
El objeto debe ser cierto, preciso, determinado y posible. El acto debe ser determinado
o determinable. Es decir, que se pueda precisar la disposición adoptada por la
autoridad administrativa. Es necesario saber de que especie de acto se trata, a que
personas o cosas afecta, en que tiempo y lugar habrán de producirse los efectos
queridos.
La precisión y certeza físico- jurídica del objeto deben ser “razonables y posibles de
hecho”.
89
una persona fallecida; 2) sustrato material, si la cosa a que se refiere el acto ha
desaparecido y 3) sustrato jurídico, como la aplicación de una sanción disciplinaria
que no prevé el ordenamiento jurídico, v.gr., a quien ya no es funcionario público
Por otra parte, según el argentino Gordillo Agustín (2013:298-309) “El objeto o
contenido del acto es aquello que el acto decide, certifica u opina. Puede estar viciado: a)
Por ser prohibido por la ley; b) por no ser el objeto determinado por la ley para el caso
concreto, o ser un objeto determinado por la ley para otros casos que aquel en que ha
sido dictado (apartamiento de las facultades regladas); c) por ser impreciso u obscuro; d)
por ser imposible de hecho; e) por ser irrazonable (contradictorio, desproporcionado,
absurdo, ilógico); f) por ser inmoral o no ético.
Según el artículo 99 del Código Orgánico Administrativo “el objeto es uno de los
requisitos de validez del acto administrativo; y, según el art.105 numeral 5 es nulo el
Acto Administrativo que determine actuaciones imposibles.” 90
90
Ya vimos que la imposibilidad de hecho puede darse por falta o inexistencia de sustrato personal,
sustrato material o sustrato jurídico.
90
CAPÍTULO QUINTO
Sumario:
Existen varios fines para los actos Administrativos que señalan la Ley y,
específicamente, la Constitución de la República, que veremos a continuación.
Se ha caracterizado el fin legítimo del acto administrativo como “el resultado que se
busca o se persigue a través del efecto jurídico inmediato del acto”
91
Presupuesto de legalidad según Dromi Roberto.
91
Así, entonces, el fin legítimo es un requisito que concreta, en un sistema de derecho, la
juricidad del acto en cuanto a lo que podemos llamar la intencionalidad del mismo. En
efecto, el acto, objetivamente, tiene determinados efectos, los que se producen con su
dictación; sin embargo, la ley quiere que lo que se tenga en vista a la dictación de éste
sea lo que la ley propone y no otra cosa.
En la actividad reglada aparece mucho más nítido el conocimiento del fin legítimo; sin
embargo, no debe creerse por ello que éste no existe en la actividad discrecional (en
realidad aquí su trascendencia es mayor). Es posible que en algunos casos no aparezca
con nitidez en la ley la intencionalidad del acto, más en ningún caso el fin puede ir más
allá, ya de lo preceptuado en la Constitución, ya de las respectivas leyes orgánicas y,
en general, deberá entenderse como servicio al bien común92, meta suprema de la
actividad administrativa. Así, entonces, el interés personal del agente siempre será
vicio del acto, como finalidad reñida con los fundamentos de la actividad
administrativa, como también lo serán los intereses particulares, servidos a través de la
actividad administrativa. La legitimidad del fin es piedra básica en la edificación de un
Estado de Derecho.
92
El Art 119 de la Constitución Política de 1998 prescribía lo siguiente: “Las instituciones del Estado, sus
organismos y dependencias y los funcionarios públicos no podrán ejercer otras atribuciones que las
consignadas en la Constitución y en la ley, y tendrán el deber de coordinar sus acciones para la
consecución del bien común”. En igual sentido se refería los Arts. 56 y 97 Num. 4 ibidem.
El bien común, como concebía Platón y Aristóteles, es del Estado (polis) mas no de los ciudadanos. “en
la general prosperidad y buena administración del Estado, cada una de las clases podrá participar de la
felicidad en la medida en que la naturaleza se lo conceda”. Aristóteles considera superior el Estado, por
encima de los ciudadanos, de ahí que el bien de este sea a su vez más importante y noble que el bien
particular de cada individuo.
92
administrativo, pues ello implicaría la súbita eliminación de una de las bases del
Estado de Derecho, cual es la juricidad de los actos de la Administración.
“La ilegitimidad del acto administrativo, en cuanto al fin, se produce cuando la
autoridad que lo ejecuta lo hace con un fin distinto al querido por la ley
A este respecto anota el prof. Aylwin, citado por Urzúa Carlos “a veces la ley señala
expresamente el fin del acto, pero lo corriente es que éste vaya implícito en la ley.
Ejemplo: cuando una ley dé atribuciones al Servicio Nacional de Salud para imponer
sanciones o para autorizar o negar el funcionamiento de determinados establecimientos
comerciales, lo hace para velar por la salud pública y la tranquilidad colectiva, en lo
que se refiere a la salud y, aunque no lo diga, ésa será la finalidad de todos los actos
que la ley autoriza ejecutar a este Servicio”.
“La ilicitud en cuanto al fin se produce, entonces, cuando no se ejecuta para cumplir
con el fin querido por la ley, sino que se utiliza como un medio para satisfacer
finalidades personales o ajenas al Servicio”.
“Si el Director del Servicio Nacional de Salud ordenare la clausura de una farmacia,
no teniendo en vista la salud pública, sino una venganza de orden político en contra del
dueño de ella, este acto sería ilegítimo en cuanto al fin, porque para su ejecución se
tuvo en vista un fin distinto al querido por la ley”.
“Esta materia, que en el plano teórico es fácil concebir, sin embargo, en la práctica,
con frecuencia, resulta difícil determinar el vicio que afecta al fin del acto, porque,
como es obvio, éste no resalta en forma tan clara como en el ejemplo que hemos
transcrito, utilizándose una serie de artimañas para ocultar la ilegitimidad.”.
El uruguayo Sayagués Laso Enrique, (1974: 448-449) ratifica que “los órganos de
administración se encuentran en una situación de deber, para cumplir la cual el
derecho les asigna determinados poderes jurídicos. Por lo tanto, al ejercer dichos
poderes han de guiarse por el fin propio del servicio a su cargo, prescindiendo de toda
idea extraña que pueda desviarlos de su línea de conducta natural. De ahí que todo
acto administrativo deba tener una finalidad propia del servicio y que ese requisito
constituya un elemento esencial del acto.
93
No puede darse una fórmula genérica acerca de lo que es el fin de la actividad
administrativa, pues varía de un servicio a otro. La determinación debe hacerse en
cada caso, de conformidad con las reglas establecidas por el legislador. 93
La afirmación del fin como elemento esencial del acto administrativo ha sido una de
las conquistas más grandes del derecho público moderno, pues contribuyó eficazmente
a eliminar el concepto autoritario de gobierno.”
Para Dromi Roberto (2004:369): “EL fin del acto administrativo debe enraizarse e
integrarse con el fin último que la ley se propuso al otorgar la potestad en cuyo
ejercicio aquél se dictó, y en tal sentido debe precisarse que el fin del acto es un
presupuesto de legalidad. Es por ello que la desviación de poder se configura siempre
que el órgano administrativo persiga con el acto que dicta, un fin distinto al señalado
por el legislador”
93
También se refiere al presupuesto de legalidad.
94
En la primera parte de este mandato constitucional se configura el presupuesto de legalidad.
94
2.- Interés General, Interés de la Colectividad e Interés Público
Según Hana Arent96 el término “interés” significa, literalmente, algo que inter est, que
se encuentra entre las personas y, por lo tanto, puede relacionarlas y unirlas.
Según García de Enterría y Fernández Tomás. (2006: 556) “Al configurar la potestad,
la norma, de manera explícita o implícita, le asigna un fin específico, que por de pronto
es siempre un fin público (<< la Administración Pública sirve con objetividad los
intereses generales 97>>), pero que se matiza significativamente en cada uno de los
sectores de actividad o institucionales como un fin específico (por ejemplo, en la
potestad de policía, la seguridad pública; en las potestades sanitarias, la salubridad,
etc.). El acto administrativo, en cuanto es ejercicio de una potestad, debe servir
necesariamente a ese fin típico, e incurrirá en vicio legal si se aparta de él o pretende
servir una finalidad distinta aun cuando se trate de otra finalidad pública (por ejemplo,
una finalidad recaudatoria utilizando un poder de policía, supuesto muy normal en la
jurisprudencia a propósito de las tasas municipales de inspección de aparatos e
instalaciones industriales, inspección sólo justificable en efectivas razones de seguridad
y no en un fin fiscal)”
95
El análisis del filósofo Hume viene determinado por su concepción del individuo y por dos
circunstancias que se encuentran en los objetos externos (naturales o artificiales). Por una parte, están el
egoísmo y la generosidad limitada de todos los hombres; el hecho evidente de que en multitud de
ocasiones no actuamos moralmente, de que en su comportamiento las personas prueban bien a las claras
que se aman más a sí mismas que a otros, y de que en su amor por los demás reservan el mayor afecto
para sus parientes y conocidos. En resumidas cuentas, como ya mencionamos en otro momento, que lo
razonable es asumir el predominio del interés privado como motivo de actuación de las personas.
(Gerardo López Sastre, HUME: 2015:111,112).
Según el filósofo Arthur Schopenhauer “el egoísmo no se sacia ni colma jamás, no encuentra un término
en el que descansar y librarse de sí mismo; la serenidad y el sosiego le están vedados al egoísta. El
egoísmo le lleva a la crueldad más intolerable: << en general, el comportamiento de los hombres unos con
otros manifiesta injusticia, una iniquidad extrema, dureza y hasta crueldad: lo contrario es la excepción>>
(MVR2, 663)”.
96
SANCHEZ Cristina, Arendt-Estar (políticamente) en el mundo, 2015, pag.83
97
En el Ecuador, según el artículo 227 de la Constitución de la República (2008), la administración
pública constituye un servicio a la colectividad.
95
Para el tratadista argentino Diez Manuel María (1976:261-262) “el fin del acto
administrativo consiste en la satisfacción del interés público. La administración actúa
guiada por este fin de satisfacción del interés público. Si la ley ha previsto el fin que
debía perseguir la administración al dictar el acto y el funcionario lo dictó con un fin
distinto, habrá desviación de poder.
96
La teoría que hemos señalado dice entonces que si la administración resolviera revocar
el acto, no se trataría entonces de una revocación por razones de legitimidad, sino por
razones de mérito o conveniencia, circunstancias que ha de tener en cuenta el
administrado para solicitar una justa indemnización.
98
Para este autor el fin del acto administrativo es el interés público como sinónimo de interés general y de
interés de la colectividad; sin embargo cada uno de ellos tiene connotaciones diferentes como veremos
más adelante.
97
En consecuencia, el acto no puede perseguir otra finalidad directa o encubierta que el
interés público que prescriba la norma en ejercicio de una actividad reglada o del que
surja de la confrontación con la función administrativa que el órgano cumple, si la
pertinente actividad fuere discrecional.
Más adelante, Juan Carlos Cassagne (2006:295-296) concluye que “la interpretación
acerca de la finalidad de interés público que persigue el acto debe juzgarse con sentido
dinámico y adecuarse a los fines sociales y económicos que presiden constantemente
los grandes cambios en el Estado contemporáneo.
Ello no implica una crisis en cuanto a la “desviación de poder”, sino una adaptación
de la teoría al plano de la realidad que modifica el contenido del concepto, lo cual no
es de extrañar, ya que las teorías e instituciones jurídicas se adaptan continuamente a
la realidad.
El mismo autor Diez Manuel María (1979: Tomo III, 351-352) refiriéndose al interés
general, cuando habla de los servicios públicos, manifiesta: “El interés general no es
interés de la administración. Se dice que el interés general es la suma de la mayoría de
los intereses individuales coincidentes. Sólo hay interés general cuando de entre una
mayoría de individuos cada uno puede escindir del mismo su interés individual. No hay
interés general sino en el supuesto en que cada individuo pueda encontrar e identificar
98
en él su proporción concreta de interés individual, interés que debe ser personal y
directo.”.99
En el mismo Diccionario, por otra parte, el interés colectivo se refiere a lo que es útil a
un grupo de individuos.100 Siguiendo el pensamiento de Diez Manuel María, el interés
colectivo sería la suma de la mayoría de los intereses individuales coincidentes de ese
grupo de individuos.
Gordillo, citado por el mismo Manuel María Diez (1979: Tomo III, 352-353) sostiene
que: “interés público debía concebirse tan solo como una conveniencia material y
económica, pero es que con el interés público se trata de asegurar no solamente los
valores seguridad y conveniencia sino también y primordialmente el valor justicia. Por
ello el interés público conveniencia es contrario al interés público justicia y por lo
tanto un falso interés público” 101
99
El Art. 85 número 2 de la CRE, prevé que en la formulación, ejecución, evaluación y control de las
políticas públicas y servicios públicos, prevalecerá el interés general sobre el interés particular.
La Constitución de la República en el Art 213, refiriéndose a las Superintendencias, prescribe que “son
organismos técnicos de vigilancia, auditoria, intervención y control de las actividades económicas,
sociales y ambientales, y de los servicios que prestan las entidades públicas y privadas, con el propósito
de que estas actividades y servicios se sujeten al ordenamiento jurídico y atiendan al interés general…”
También se refiere al interés general el Art. 18 número 1 de la Constitución.
100
Según el Art. 17 número 1 de la Constitución, el Estado precautelará que la utilización de frecuencias
del espectro radioeléctrico y de bandas libres de redes inalámbricas prevalezca el interés colectivo
101
Según los artículos 400 y 409 de la Constitución de la República, la conservación de la biodiversidad y
la conservación del suelo son declarados de interés público. En igual sentido trata el Art. 28 inciso 1
ibídem, refiriéndose a la educación.
99
ellos. El mundo se vuelve humano solo cuando se ha convertido en el objeto del
discurso, cuando se ha convertido en el contenido de nuestros intereses102”
Según Adam Smith, citado por Gerardo López Sastre, en su obra “Hume, cuando saber
ser escéptico” (2015:117) “en el comercio todas las partes ganan, y eso que cada una
solo mira por su interés propio. Como expone en su conocido ejemplo a muy pequeña
escala, no es de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que
esperamos nuestra cena, sino de la consideración de los mismos por su propio interés. Y
aquí es donde entra en juego una famosa metáfora, porque estos actores o cualesquiera
otros se preocupan solo de su beneficio, pero en este como en otros muchos casos, son
conducidos por una mano invisible a promover un fin (el interés público) que no era
parte de su intención”.103
102
Para esta autora el interés común es sinónimo de interés público; y, en el mismo sentido trata la
constitución en el Art. 132 cuando define la ley como normas generales de interés común.
103
El objetivo de Rousseau fue cuadrar el círculo entre el interés personal y el público, a saber,<<
encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con toda la fuerza común la persona y los
bienes de cada asociado, y merced a la cual cada uno al unirse a todos no obedezca sino así mismo, de
suerte que queda tan libre como antes>>.
104
Como referencia, en el Reglamento General a la Ley Orgánica de Comunicación publicada en el
Suplemento del Registro Oficial Nº 170 en el artículo 8, cuando habla de la información de relevancia o
interés público manifiesta: “Es información de relevancia pública la que puede afectar positiva o
negativamente los derechos de los ciudadanos, el orden constituido o las relaciones internacionales, que
se difunde a través de los medios de comunicación social.”
105
Ningún tratadista se refiere al interés social como fin o finalidad del acto administrativo.
100
Cristina Sánchez, en su obra “Arendt - Estar (políticamente) en el mundo”, dice:
“Para Arendt, el crecimiento de esta esfera conlleva que los interese privados
adquieran significado público. Lo social pasa a ser el espacio donde se produce
la acumulación de capital, y donde << la forma en que la mutua dependencia
en beneficio de la vida y nada más adquiere público significado>>. Este
ascenso de lo social implica además que la economía, como <<ciencia de lo
social>>, que se ocupa de la <<administración doméstica colectiva>>, se
adueñe del lugar de la política. De acuerdo con ello, serán los asuntos de la
administración económica lo que ahora se muestren como <<públicos>>,
mientras que las cuestiones realmente <<públicas>> (como plantearse <<
¿quién decide las cuestiones de la administración económica nacional?>>) no
tienen ya sentido en este nuevo escenario de auge de lo social y
desmoronamiento de lo público. Pero además, la aparición de esta nueva esfera
no solo afecta a la esfera pública, sino también a la esfera privada, pues ocupa
ahora los intereses privados. ¿Qué queda entonces realmente privado?
Únicamente <<la intimidad del corazón>>, dice Arendt. Lo íntimo será
entonces el último reducto de la esfera privada”. (Sánchez, 2015, pág. 85)
De igual forma el Art. 313 de la norma suprema establece que el Estado se reserva el
derecho de administrar, regular, controlar y gestionar los sectores estratégicos, que por
su trascendencia y magnitud tienen decisiva influencia económica, social, política o
ambiental, y deberán orientarse al pleno desarrollo de los derechos y al interés social; y,
Art. 375.- El Estado, en todos sus niveles de gobierno, garantizará el derecho al hábitat
101
y a la vivienda digna, para lo cual el numeral cinco prescribe que “Desarrollará planes y
programas de financiamiento para vivienda de interés social”.106
Según el Art. 416 de la Constitución “Las relaciones del Ecuador con la comunidad
internacional responderá a los intereses del pueblo ecuatoriano, al que le rendirán
cuenta sus responsables y ejecutores…”
Para Ramiro Borja y Borja (1985: 21) “Siendo el derecho un sistema de regulación de la
conducta humana, su contenido se constituye por dicha conducta. El Pueblo del Estado
es un conjunto de hombres cuya conducta constituye el contenido de su orden jurídico.
El concepto de pueblo es un concepto jurídico, cualidad que se corresponde con la
esencia del Estado y que lo diferencia del de población.”107
Nos preguntamos. ¿Será el interés general, el interés público o el interés social? ¿Será el
interés relacionado con los ciudadanos que gozan de los derechos políticos?
5.-Interes Nacional
106
Sin duda, la estatización completa como contrapuesta al mercado total no es una solución satisfactoria,
como las experiencias socialistas del pasado lo comprobaron. Existe una multitud de formas de control
colectivo, desde las cooperativas hasta las asociaciones de ciudadanos.
107
Borja y Borja Ramiro, “Teoría General del Derecho Administrativo”, Editorial Depalma.
102
excepcionalmente a petición fundamentada de la Presidencia de la República y previa
declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea Nacional.108
Consideramos que no puede darse una fórmula genérica acerca de lo que es el fin de
la actividad administrativa, pues varía de un servicio a otro. La determinación debe
hacerse en cada caso de conformidad con las reglas establecidas por el legislador. 110
Dentro de los elementos del acto administrativo se encuentra el fin o finalidad del
mismo. Han dicho los tratadistas que en relación con la finalidad del mismo, existen las
siguientes reglas:
108
No tenemos la definición de interés nacional, interés social ni interés colectivo a los que se refiere la
Constitución.
109
El Art. 124 del Código de Planificación y Finanzas Pública limita el techo de endeudamiento del
Estado, sin embargo el gobierno propone incrementar este techo, con la autorización de la Asamblea
Nacional por tratarse de un tema de interés nacional, que sería la construcción y terminación de la
Refinería del Pacífico.
110
Presupuesto de legalidad.
103
interés público y dentro de la competencia del agente, no puede perseguirse sino por
medio de los actos que la ley ha establecido al efecto111.
Cuando el agente persigue un fin distinto al que la ley señala incurre en la llamada
desviación de poder, que se encuentra sancionada en nuestro derecho administrativo
con la nulidad del acto. El acto administrativo puede haber sido dictado por el órgano
competente, cumpliendo reglas de fondo y de forma, siendo por lo tanto correcto en
apariencia; pero si la administración perseguía un fin que no era el debido, el acto es
invalido por desviación de poder “
El buen servicio público, que habla este autor, se asimilaría con el servicio a la
colectividad previsto en el Art. 227 de la Constitución de la República, que dice: “La
administración pública constituye un servicio a la colectividad que se rige por los
principios de eficacia, eficiencia, calidad, jerarquía, desconcentración,
descentralización, coordinación, participación, planificación, transparencia y
evaluación.”
111
Es igual para este autor el interés general y el interés público.
112
Es el único artículo de la Constitución que se refiere al bienestar colectivo.
104
El bienestar dice Cabanellas, es la “Comodidad o satisfacción resultante de contar con
bienes suficientes para vivir con holgura, de poseer buena salud uno y los suyos y de
carecer de preocupaciones espirituales. Como función del Estado moderno se señala la
del bienestar público o social, en el sentido de procurar a todos los habitantes de su
territorio ( o al menos a los nacionales) la protección encaminada a conseguir los
medios bastantes económicos, sanitarios, intelectuales y de cualquier índole
conducentes a una existencia digna, segura y cómoda para quienes trabajan, para los
impedidos de hacerlo o para los que hayan alcanzado la edad merecedora de
descanso.”113
113
Abelardo PACHANO, al respecto considera que, en el caso del Ecuador en los últimos tiempos, la
pérdida de competitividad, la contracción monetaria, el desfinanciamiento de la balanza de pagos, el
déficit fiscal, están triturando el bienestar de la sociedad. (El Comercio, viernes 235 de septiembre de
2015).
114
Inclusive, mediante Decreto Ejecutivo Nro. 30, de 19 de junio de 2013, se creó una Secretaría de la
iniciativa Presidencial para la construcción de la Sociedad del Buen Vivir, adscrita a la Presidencia de la
República, con jerarquía de Ministerio, que impulsa un proceso de transformación del ser humano
mediante la práctica de valores y virtudes para alcanzar una vida consciente y el mayor grado de
felicidad. Este Buen Vivir tiene marcos legales rígidos, especialmente en el Código Monetario y
Financiero y en el Código Integral Penal. El Plan Nacional para el Buen Vivir (2013-2017), le asigna al
sumak kawsay (Buen Vivir) la capacidad de fortalecer la cohesión social, los valores comunitarios, la
participación activa de individuos y colectividades “para la construcción de su propio destino”, la llave de
105
El inciso segundo del Art.82 de la Ley Orgánica de Servicio Público complementa el
principio constitucional cuando dice: “La carrera del servicio público garantizará la
estabilidad, ascenso y promoción de sus servidoras y servidores de conformidad con las
aptitudes, conocimientos, capacidades, competencias, experiencia, responsabilidad en
el desempeño de sus funciones y requerimientos institucionales, sin discriminación a las
personas con discapacidad mediante procesos de evaluación e incentivos económicos,
para cumplir con el rol social de atender con eficiencia y oportunidad las necesidades
sociales para el desarrollo del Buen Vivir como responsabilidad del Estado.”
Como se podrá apreciar, la Carrera del Servicio Público debe cumplir con el rol social
de atender con eficiencia y oportunidad las necesidades sociales para el desarrollo del
Buen Vivir. Se encarga a los servidores públicos la responsabilidad de ejecutar el buen
vivir, obviamente, con los recursos del Estado.
Hay voces contrarias al buen vivir: Silvia Rivera Cusicanqui, en reciente entrevista
(http://www.paginasiete.bo/nacional/2015/9/29) habla abiertamente: “Por el momento el
“vivir bien” es una palabra hueca…es la parte de la Constitución que es un saludo a la
bandera y no se cumple para nada”; “retroceso radical de todo lo que dice la
Constitución Política del Estado y la Ley de derechos de la madre tierra”; “La
destrucción de lo común o el mal vivir del proceso de cambio”; “riesgos de una
reelección presidencial”…”no se asume que el poder es rotatorio y es alternado, que no
se busca la reelección perpetua”…115
Urzúa Carlos recalcó que cuando no aparezca con nitidez en la ley la intencionalidad del
acto deberá entenderse que, en general, el bien común es la finalidad del acto. 116
la felicidad individual y colectiva, la salvación del medio ambiente y de la vida en armonía con la
naturaleza.
El Sumak Kawsay, para los habitantes de Sarayaku, significa tener un aire sin contaminación, una tierra
productiva y abundante de recursos naturales que aseguren la soberanía alimentaria.
115
Historiadora con gran presencia ética, académica y política no solo en Bolivia, sino en América Latina.
El Comercio, sábado 03 de octubre de 2015, Milton Luna Tamayo, Crece el descontento
116
Creería que la finalidad del acto administrativo debe tener su orientación en el interés público.
106
El mexicano Acosta Romero Miguel, (1997: 827-828) manifiesta: “Fin es la meta que
se pretende alcanzar con una actividad o con una conducta. La finalidad del acto
administrativo ha sido considerada en forma unánime por los autores en el sentido de
que debe perseguir el interés general o el bien común, de acuerdo con las finalidades
que a su vez tenga el Estado. Es conveniente precisar que la finalidad no coincide con
lo que hemos estimado como objeto mediato del acto, pues este último es el
cumplimiento de una potestad que, en sí, es distinta a la finalidad perseguida con
ello.117
La persecución, por parte del titular del órgano administrativo, de finalidades distintas
o personales, ha dado lugar a la elaboración de una teoría que llama a esa falta de
coincidencia en la finalidad del acto “desviación de poder”, siendo causa de
anulación del acto cuando se plantea ante los tribunales administrativos.”
Por otra parte, Cassagne Juan Carlos, (2006:209) sobre el tema, manifiesta: “El
elemento finalidad configura otro requisito esencial del acto administrativo que se
relaciona con el aspecto funcional del acto representado en el fin concreto de interés
público o bien común que por él se persigue.118
117
Para este autor, interés general o bien común son los fines del acto administrativo.
118
En cambio según este autor interés público o bien común son los fines del acto.
119
El Comercio, viernes 05 de septiembre de 2014, página 7.
120Ex Profesor de la Escuela de Sociología, de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del
Ecuador.
107
común es el resultado superior y consecuente de los fines que persigue el derecho:
primarios (justicia y seguridad jurídica) y secundarios (orden y paz)”.
Monseñor Julio Parrilla, recalca que “El bien no lo marcan las utilidades de la
empresa, ni los intereses del partido, ni los discursos políticamente correctos. El bien
lo marcan la virtud, la ética, las necesidades de los pobres, los sueños de los jóvenes,
la promoción y el desarrollo de hombres y pueblos que aspiran a construir un mundo
mejor, justo, libre, incluyente, digno”121
Para García Álvarez Santiago, el futuro del sumak kawsay, su perspectiva es aquella
que se alinea con los planteamientos de pensadores como Francois Houtart, quién en
varios de sus trabajos encuentra estrecha relación entre el “bien común de la
humanidad” y el buen vivir, es decir con el sumak kawsay. Por tanto, este vínculo
posiblemente refuerce al sumak kawsay como alternativa universalizable a tomar en
cuenta. El Foro Social Mundial viene empujando una interesante alternativa que se
denomina “la declaración del bien común de la humanidad”, que es una propuesta que
pretende ser discutida en el sistema de Naciones Unidas, y que debería tener el mismo
nivel que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dice García. 122
108
CAPÍTULO SEXTO
Sumario
1.- Ilegitimidad en cuanto al motivo. 2.- Causa, motivo y presupuestos del acto
administrativo. 3.- Clasificación de los presupuestos. 4.- Distinción de la causa o motivo
con el fin del acto 5.- Distinción entre causa y motivo del acto. 6.- Motivo y motivación. 7.- La
causa del acto 8.- El presupuesto de hecho y el acto administrativo según García de
Enterría y Fernández Tomás. 9.- Legislación ecuatoriana.
AYLWIN A. Patricio, citado por URZÚA RAMÍREZ Carlos Fernando (1971 - 86-87),
manifiesta, “Existe ilegitimidad en los motivos cada vez que el acto se realiza sin existir
el motivo que la ley ha previsto o cuando se ejecuta con motivos distintos a los
señalados por ella”.
“Si la ley ha señalado los motivos del acto, supone el hecho que debe ser su
fundamento y si la autoridad los ejecuta sin que exista este hecho o fundamento, el acto
es ilegítimo”.
Existe entre ambas categorías de actos otra que participa de ellas, y se da en aquellos
casos en que la ley confiere a la Administración la oportunidad de escoger, entre varias
posibilidades, la medida que considere oportuna.
Anota el prof. AYLWIN que “la ilegitimada en cuanto al motivo es posible en los actos
reglados y desaparece en los actos discrecionales. Si la ley deja al arbitrio de la
autoridad el poder de actuar cuando le parezca conveniente, lo que así haga no puede
ser ilegítimo en cuanto a los motivos.”
Isaac RUBIO GODOY, citado por Carlos Fernando URZÚA RAMIREZ (1971:87),
señala que los presupuestos de un acto administrativo “consisten en las causas o
pretextos que han servido de base, a un órgano de administración, para proceder a la
dictación de una resolución administrativa, entendiendo por causa el origen y
fundamento del acto terminal...”
No obstante, para Urzúa Carlos, existen varios matices que permiten diferenciarlos.
Hemos tratado de demostrar dice, como operan estos distintos elementos de la
legitimidad, ignorando el concepto de presupuesto, señalando, en cambio, que los
motivos vinculan con la causalidad del acto, con su origen, que es también la idea
central del presupuesto.
Continúa el autor manifestando que no basta que exista una causa, sino que se requiere
una determinada por la ley o la naturaleza de la administración. Creemos encontrar aquí
la raíz de los presupuestos del acto administrativo: Aquellas determinadas causas que
fundamentan la dictación del mismo. Es una postura enteramente objetiva.
En atención a este último factor, falta total o parcial de realidad presupuestal, éste tipo
de presupuestos puede sub clasificarse en dos especies: la de los presupuestos
simulados y la de los presupuestos disimulados.
Respecto de los presupuestos simulados, anota el autor citado, son aquellos “en los que
falta enteramente la realidad. En ellos la administración o, en términos amplios, un
sujeto jurídico, finge o imita una determinada situación con el propósito de que sirva de
base, y al mismo tiempo de justificación, a la posterior emisión del acto, sin que exista,
en el hecho, circunstancia alguna que autorice la dictación de la medida.”
Acerca de los presupuestos nominales disimulados, anota que son aquellos en los que se
falta sólo en parte a la verdad, y agrega “es dable observar, en esta clase de
presupuestos, que existe un antecedente real y verdadero, que puede llevar a ser apto o
hábil como justificativo de un acto terminal, pero tal antecedente, sea con el objeto de
alcanzar la dictación de una acto distinto al que normalmente se originaría, sea con
otra intención cualquiera, se encuentra disfrazado, desfigurado, en virtud de artificios-
esto es, de una actitud astuta e insincera- que lo presentan diferente a lo que es”.
El autor uruguayo SAYAGUÉS LASO (1974: 445-448) sobre la materia dice: “Al revés de lo
que ocurre con los particulares, que se mueven bajo el principio de libertad y deciden como
quieran mientras no vulneren una norma jurídica prohibitiva, los órganos de administración
111
actúan para el cumplimiento de los fines que el derecho objetivo establece y de conformidad
con las reglas de fondo y de forma. Los órganos de administración están, pues, en una
situación de deber, para cumplir la cual el derecho les asigna determinados poderes jurídicos.
De ahí deriva que la administración no puede actuar caprichosamente, sino que debe hacerlo
tomando en consideración las circunstancias de hecho y de derecho que correspondan. En las
actividades fundamentalmente regladas, sus actos están casi totalmente determinados de
antemano; en cambio, en las actividades discrecionales la administración tiene un margen mas
o menos amplio para decidir, pero debiendo tomar en cuenta aquellas circunstancias, así como
los fines propios del servicio a su cargo.
Las circunstancias de hecho o de derecho que en cada caso llevan a dictar el acto
administrativo, constituyen la causa de este o, con la terminología que preferimos a fin de
evitar equívocos, el motivo.
Un ejemplo contribuirá a precisar los conceptos y a distinguir la causa o motivo del fin: la
administración impone una sanción disciplinaria a un funcionario por una falta en que ha
incurrido; la causa o motivo de la sanción, es decir, la circunstancia que justifica el acto, es la
falta cometida; el fin del acto es asegurar el orden en la administración, que resultaría
comprometido si los funcionarios culpables de actos indebidos no fueran sancionados
adecuadamente.
La diferencia entre el motivo y el fin se aprecia todavía mas claramente cuando uno u otro
elemento adolecen de algún vicio.
112
Asimismo puede darse el caso de que el fin perseguido con el acto se invoque como motivo del
mismo. Ello ocurriría si el jerarca expresara como razón (motivo) de la sanción disciplinaria,
la enemistad personal o la animosidad política. Casos como este se producen muy rara vez
porque los jerarcas procuran esconder sus intenciones ilícitas. Pero es fácil que esto suceda
cuando el fin ilegítimo no es personal, sino de carácter público. Esa situación se configuraría,
por ejemplo, si la administración retirase la autorización dada con carácter precario para
instalar un comercio (siempre que legalmente ello fuese posible), expresando como fundamento
que en esa forma la indemnización a pagar por el comercio en la expropiación en trámite será
más reducida. El retiro de la autorización sería lícito si existiese razón que lo justificase; no lo
es si el motivo en que se funda es llegar por vía indirecta a una menor indemnización.”.
Entendemos que el motivo es la razón particular que ha tenido el órgano administrativo para
dictar el acto y que no puede, en consecuencia, confundirse con la causa. Por ejemplo, si la
administración decide, en determinadas circunstancias, que conviene que el servicio público lo
exploten los particulares por medio de una concesión de servicio público, ya que ella no se
encuentra en condiciones técnicas o financieras para realizarlo. El motivo serían esas
circunstancias especiales que tiene la administración para no explotar el servicio en forma
directa, lo que, desde ya, no configura la causa del acto. Por ello entendemos que no
corresponde hablar de causa o motivo, ya que se trata de dos palabras con significado
diferente.123 Aceptada entonces la causa como elemento del acto administrativo para
determinar su concepto, se han sostenido dos doctrinas: la objetiva y la subjetiva. La teoría
objetiva fue desarrollada por Hauriou al comentar la jurisprudencia del Consejo de Estado
francés. Consideraba la causa como antecedente o circunstancia de hecho o de derecho que
lleva en cada caso a dictar el acto. Esos antecedentes o circunstancias de hecho deben existir al
tiempo de emitirse el acto.
123
Este tratadista realiza una distinción muy sutil entre causa y motivo
113
La teoría subjetiva sostiene que causa es la apreciación subjetiva del interés público hecha por
la administración. Evidentemente, esta teoría subjetiva no puede aceptarse, ya que la
valoración que haga el funcionario del interés público se vincula con el fin del acto y responde
a la pregunta ¿para qué se dictó el acto? Para satisfacer el interés público, tarea esencial de la
administración. La idea de causa se refiere al porqué se dictó el acto, es decir a los
antecedentes de hecho y de derecho que ha de tener en cuenta la administración para dictarlo.
Es, en consecuencia, por estas razones que aceptamos la teoría objetiva desechando la
subjetiva. Nos lleva a esta solución, además, el derecho positivo, ya que el decreto-ley
19.549/72 dice que el acto debe sustentarse en los hechos y antecedentes que le sirvieron de
causa y en el derecho aplicable (art.7º inc. b). Por consiguiente, entonces, nuestro derecho
positivo acepta la teoría objetiva que expusimos y en tal merito la causa son los hechos y
antecedentes que toma en cuenta la administración para dictar el acto.”124
Según FRAGA Gabino (1981:270) el motivo del acto “es el antecedente que lo provoca, es la
situación legal o de hecho prevista por la ley como presupuesto necesario de la actividad
administrativa.”.
“Íntimamente ligado con el concepto del motivo se encuentra el de la motivación, que sin
embargo son diferentes, puesto que esta última viene hacer el juicio que forma la autoridad al
apreciar el motivo y al relacionarlo con la ley aplicable.
En el derecho administrativo, dice, Juan Carlos CASSAGNE (2006: 191), “De acuerdo
con un sector de la doctrina, el derecho positivo vigente en el orden nacional y la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la causa consiste en las
circunstancias y antecedentes de hecho y de derecho que justifican el dictado del acto
administrativo.125
124
El articulo 76 numero 7 letra l) de la Constitución de la República dice: “Las resoluciones de los
poderes públicos deberán ser motivadas. No habrá motivación si en la resolución no se enuncian las
normas o principios jurídicos en que se funda y no se explica la pertinencia de su aplicación a los
antecedentes de hecho. Los actos administrativos, resoluciones o fallos que no se encuentren
debidamente motivados se consideraran nulos. Las servidoras o servidores responsables serán
sancionados.”
125
En igual criterio de Diez Manuel María.
114
La teoría de la causa, en su formulación objetiva, nada tiene de común con las distintas
teorías elaboradas en el Derecho Privado. En el Derecho Administrativo, lo que
interesa en realidad, a los efectos de mantener la juridicidad del acto, es la razón de
ser “objetiva”, que justifica su emisión, aunque en el fondo constituya también una
respuesta al porque de su dictado.
Según estos autores (2006: 555-560) “El Derecho Administrativo no ha estado exento de la
compleja polémica privatista, heredada de la jurisprudencia escolástica, sobre el concepto y
función de la causa como requisito del acto o negocio jurídico.
Advierte que sin ningún ánimo de mediar en esa polémica en cuanto a su significado general,
resulta indispensable, no obstante, para comprender el instrumento técnico que es el acto
administrativo, establecer unas cuantas precisiones en relación con los problemas prácticos
que la teoría de la causa intenta resolver.
a) En primer término, deben aislarse lo que son presupuestos de hecho propuestos por la
norma para que el acto pueda y deba ser dictado por la Administración. No hay aquí ningún
misterio o complejidad técnica, sino un fenómeno sumamente simple. Si la Administración
<<ejecuta>> la ley, en el sentido que hemos visto (esto es, en cuanto a la Ley otorga a la
Administración potestades de obrar), resulta que la Ley como imperativo abstracto conecta una
cierta consecuencia jurídica a un tipo de hecho específico, precisamente, y no a cualquiera,
indeterminadamente; tal es la estructura necesaria de toda proposición normativa 126, como es
bien conocido, supuesto de hecho y consecuencia jurídica, y por tanto esta estructura se
126
Según Rafael Hernández Marín citado por Baquerizo Minuche Jorge y Leuschner Luque Erick
(2011:59) “desde el prisma ontológico, una cosa son los enunciados normativos (proposición normativa)
escritos en los textos legales, y otra cosa son las normas jurídicas. Una norma jurídica es el significado de
un (os) enunciado(s) normativo (s), o mejor dicho, el significado extraído del texto jurídico.”
115
prorroga necesariamente en las potestades de que resulta investida la Administración para la
aplicación de dicha noma. Como, a su vez, el acto administrativo no es más que el ejercicio de
una potestad, resulta que el mismo sólo puede dictarse en función del presupuesto de hecho
tipificado por la norma de cuya aplicación se trata. Ese presupuesto puede ser una situación
material perfectamente objetivable (existencia de la vacante para poder dictar el acto de
nombramiento; requisitos de titulación, edad, etc., para admitir a un aspirante a unas pruebas
de selección; cumplimiento de la edad para jubilar al funcionario; antigüedad del funcionario
en cuanto al reconocimiento de trienios en el régimen de retribuciones., etc.) 127, pero puede ser
también, como ya conocemos, una situación más compleja, o más ambigua, cuya apreciación
exija utilizar conceptos de valor o de experiencia, o incluso otras calificaciones jurídicas
previas, según la técnica, ya estudiada, de los conceptos jurídicos indeterminados (por ejemplo,
urgencia, peligro, ruina, idoneidad, alteración del orden público, hecho imponible; artículo 20
LGT, que formula una definición de posible interés general:<< presupuesto fijado por la Ley
para configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento de la obligación
tributaria principal>>).
La valoración política del presupuesto de hecho podrá eventualmente ser objeto de una
apreciación discrecional, si la Ley así lo autoriza, pero no la realidad misma del supuesto. Un
caso especialmente significativo de presupuesto de hecho legitimador se da en el procedimiento
administrativo, en el cual la concatenación de los actos hace que el acto precedente sea
presupuesto necesario del sucesivo (GIANNINI); la infracción de ese orden sucesivo supone,
por tanto, un vicio legal por ese motivo. 128
127
Igual podríamos decir de la necesidad de presentar una renuncia libre y voluntaria para la sui generis
compra y venta de renuncia con indemnización, que por excepción, existe en pocos países.
128
El artículo 31 de la Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación de Servicios
Públicos por parte de la Iniciativa Privada decía: “Todos los actos emanados de los órganos del
Estado, deberán ser motivados. La motivación debe indicar los presupuestos de hecho y las razones
jurídicas que han determinado la decisión del órgano, en relación con los resultados del procedimiento
previo. La indicación de los presupuestos de hecho no será necesaria para la expedición de actos
reglamentarios”
116
b) Distinto del presupuesto de hecho es el fin que la norma creadora de la potestad asigna a ésta
como objetivo a perseguir. Al configurar la potestad, la norma, de manera explícita o implícita,
le asigna un fin específico, que por de pronto es siempre un fin público (<< la Administración
Pública sirve con objetividad los intereses generales 129>>), pero que se matiza
significativamente en cada uno de los sectores de actividad o institucionales como un fin
específico (por ejemplo, en la potestad de policía, la seguridad pública; en las potestades
sanitarias, la salubridad, etc.). El acto administrativo, en cuanto es ejercicio de una potestad,
debe servir necesariamente a ese fin típico, e incurrirá en vicio legal si se aparta de él o
pretende servir una finalidad distinta aun cuando se trate de otra finalidad pública (por ejemplo,
una finalidad recaudatoria utilizando un poder de policía, supuesto muy normal en la
jurisprudencia a propósito de las tasas municipales de inspección de aparatos e instalaciones
industriales, inspección sólo justificable en efectivas razones de seguridad y no en un fin fiscal)
c) Pero hemos avanzado ya algo sobre lo que conviene detenerse con alguna atención: el acto
debe servir al fin en consideración al cual la norma ha configurado la potestad que el acto
ejercita; a la efectividad de ese servicio al fin normativo concreto por el acto administrativo
debe reservarse, justamente, el concepto y el nombre de causa en sentido técnico. El párrafo 2
del artículo 53 de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común LPC autoriza esa conclusión <<El contenido de los
actos se ajustará a lo dispuesto por el ordenamiento jurídico y será determinado y adecuado a
los fines de aquéllos130. >> El artículo 6 RSCL corrobora este principio <<El contenido de los
actos de intervención será congruente con los motivos y fines que lo justifiquen.>> Esa
adecuación o congruencia efectiva a los fines propios de la potestad que se ejercita es la causa
para los actos administrativos.
Más adelante estos autores dan el siguiente ejemplo: La presencia de la causa en una
expropiación ha de referirse al destino (físico o jurídico) que a la cosa expropiada en
particular se dé en servicio de esos fines de utilidad pública o interés social calificados
abstractamente por la Ley, como viene a decir correctamente el artículo 3 LEF (<<utilidad
pública o interés social del fin a que haya de afectarse el objeto expropiado>>); es esa
efectividad del cumplimiento por el acto expropiatorio singular del fin legal abstracto lo que
enuncia exactamente la causa expropiandi y lo que regula su eventual juego ulterior.
129
En el Ecuador, según el artículo 227 de la Constitución de la República (2008), la administración
pública constituye un servicio a la colectividad.
130
En idéntico sentido expresaba el artículo 121 número 2 del Estatuto del Régimen Jurídico y
Administrativo de la Función Ejecutiva
117
La Constitución de la República en el artículo. 76, número 7, letra l) se refiere a los
antecedentes de hecho como las causas o motivos de una resolución; y el Código Orgánico
Administrativo en su Art, 100 numeral 2, manda que en la motivación del Acto administrativo
se observara la calificación de los hechos relevantes para la adopción de la decisión, sobre la
base de la evidencia que conste en el expediente administrativo. 131
131
La Ley de Modernización, Privatizaciones y Prestación de Servicios Públicos por Parte de la Iniciativa
Privada en el artículo 31 los llamaba presupuestos de hecho; el Reglamento General de la Ley de
Modernización del Estado, en el artículo 20 los denominaba antecedentes o presupuestos de hecho; el
ERJAFE en el artículo 122 por su parte, a la causa o motivo los denominaba hechos particulares; y, solo
el Reglamento para el control de la Discrecionalidad en el artículo 4 se refería en forma específica a los
motivos que deben constar en la motivación
118
CAPÍTULO SÉPTIMO
Sumario
La motivación es, dice Dromi Roberto (2004:376) “la declaración de las circunstancias
de hecho y de derecho que han inducido a la emisión del acto. Está contenida dentro
de lo que usualmente se denominan “considerandos”. La constituyen, por tanto, los
“presupuestos” o “razones” del acto. Es la fundamentación fáctica y jurídica de él, con
lo que la administración sostiene la legitimidad y oportunidad de su decisión.
La motivación de acto, es decir, las razones de hecho y de derecho que dan origen a su
emisión, aclaran y facilitan la recta interpretación de su sentido y alcance, por constituir
un elemento esencial del mismo.
119
momento de emitirse; de lo contrario, estará viciado por falta de causa o motivo. La
causa o motivo constituye un elemento esencial del acto administrativo.
La motivación es una exigencia del Estado de Derecho; por ello es exigible, como
principio, en todos los actos administrativos. La Procuración del Tesoro de la Nación
(Argentina) reafirma el criterio de que la necesidad de la motivación es inherente a la
forma republicana de gobierno.
Debe ser una auténtica y satisfactoria explicación de las razones de la emisión del acto.
No se trata de un mero escrúpulo formalista, ni tampoco se admite una fabricación ad
hoc de los motivos del acto. “... con ello no se busca establecer formas por las formas
mismas, sino presentar valores sustantivos y aparece como una necesidad tendiente a la
observancia del principio de legalidad en la actuación de los órganos estatales y que
desde el punto de vista del particular o administrado traduce una exigencia fundada en
la idea de una mayor protección de los derechos individuales. De su cumplimiento
depende que el administrado pueda ya conocer de una manera efectiva y expresa los
antecedentes y razones que justifiquen el dictado del acto”.
120
Así, la motivación comprende la exposición de las razones que han llevado al órgano a
emitirlo y, en especial, la expresión de los antecedentes de hecho y de derecho que
preceden y justifican el dictado del acto.
La motivación debe efectuarse en el propio texto del acto administrativo ya que este
requisito integra el elemento forma. Es por ello que no resultan aceptables aquellas
posturas que sostienen que la motivación es suficiente si obran informes o antecedentes
que permitan conocerla. Para justificar esta doctrina –motivación in aliunde-- se ha
121
dicho que los expedientes administrativos deben ser considerados en su totalidad, y no
en forma aislada, ya que se trata de un mismo procedimiento.
122
aún cuando esa autotutela se presenta en la forma reduplicativa o en segunda potencia
que ya conocemos: resolución de recursos y vías previas, sanciones). 132
Son muy expresivas al respecto, dicen estos autores, las Sentencias de 27 y 31 de enero,
2 de febrero, 12 de abril y 21 de junio de 2000 y 29 de mayo de 2001, en las que, a
propósito de la motivación de las resoluciones que deciden concursos y pruebas
selectivas, se afirma que la exigencia de motivación <<no puede ser suplida por la
simple fijación de puntuaciones>>, pues <<la Administración ha de expresar las razones
que la inducen a otorgar preferencia a uno de los solicitantes frente al resto de los
concursantes, haciendo desaparecer así cualquier atisbo de arbitrariedad y permitiendo,
al mismo tiempo, que el no beneficiario pueda contradecir, en su caso, las razones
132
La Ley de régimen Jurídico de las Administraciones públicas y del Procedimiento Administrativo es
pañol señala en sus artículos 54 y 111los actos que deben ser motivados.
123
motivadoras del acto y el órgano judicial apreciar si se ha actuado o no dentro de los
límites impuestos a la actividad de los poderes públicos>>. Vid. en el mismo sentido y
a propósito de los servicios mínimos en caso de huelga la Sentencia de 20 de mayo de
2001 y sus abundantes referencias.
“Una aplicación manifiestamente arbitraria- por no razonada- de una norma supone una
vulneración de la tutela judicial efectiva y permite la intervención del TC mediante el
recurso de amparo.
” Ahora bien, ¿qué es una aplicación manifiestamente arbitraria? El Diccionario de la
Real Academia Española define la arbitrariedad como ‘acto o proceder contrario a la
justicia, la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho’.
124
” Una resolución puede ser arbitraria no sólo porque no sea motivada y por tanto no
ponga de manifiesto la razón de la misma, sino también porque, aun siendo
aparentemente motivada, tal motivación sea claramente impertinente, no tenga nada que
ver con lo que se está cuestionando, no sea jurídicamente atendible o no merezca el
nombre de tal”.
125
Como dice IHERING: “Toda disposición arbitraria o injusta emanada del poder público
es un atentado contra el sentimiento legal de la Nación y, por consecuencia, contra su
misma fuerza.”
133
Registro Oficial N. 295 de 11 de octubre de 1999
126
más de los conceptos doctrinarios constantes en la sentencia, uno cuya absoluta claridad
saca de toda duda y que tiene además la virtud de representar la corriente actual del
pensamiento administrativista: “Motivar un acto administrativo es reconducir la
decisión que en el mismo se contiene a una regla de derecho que autoriza tal decisión o
de cuya aplicación surge. Por ello motivar un acto obliga a fijar, en primer término, los
hechos de cuya consideración se parte y a incluir tales hechos en el supuesto de una
norma jurídica; y, en segundo lugar, a razonar como tal norma jurídica impone la
resolución que se adopta en la parte dispositiva del acto.” (Eduardo García de Enterría
y Tomás Ramón Fernández; “Curso de Derecho Administrativo”; Tomo I, Editorial
Civitas; Madrid, 1997, p556).”
134
La Corte Suprema en el fallo 297-2001, juicio 217-00 resalta la importancia de la
motivación cuando dice:
“La trascripción de estas disposiciones evidencia que la motivación del acto debe
constar de la resolución correspondiente. Claramente el texto constitucional dice que
no habrá motivación si en la resolución no se enunciaren las normas y principios en
que haya fundado; y en la Ley de Modernización del Estado se dice que la motivación
debe indicar los presupuestos de hecho y las razones jurídicas que han determinado la
decisión del órgano en relación con los resultados del procedimiento. De modo que no
puede, ni aún realizando una interpretación extensiva, que en el caso no sería aceptable
por tratarse de derecho público, admitir que la motivación conste en documento aparte
de la resolución. La motivación es parte esencial del documento en el cual consta la
resolución. ”
134
Registro Oficial N. 552 de 10 de abril de 2002
135
Registro Oficial N. 338 de 21 de agosto de 2006
127
genera la nulidad de la resolución dictada por el poder público, como ha aducido el
actor en el caso sub judice y que ha sido aceptado por el Tribunal a quo en el fallo
recurrido, en el cual se realiza un exhaustivo examen del proceso y de las piezas
procesales que entrañan tanto los fundamentos de hecho como los de derecho.”
136
Registro Oficial N. 49 de 23 de marzo de 2007
137
Registro Oficial N. 48 de 22 de marzo de 2007
138
Registro Oficial Edición Especial N.10 de 16 de enero de 2008
139
Suplemento del Registro Oficial N. 70 de 24 de abril de 2007
128
para asegurar el debido proceso, en la regla 13 del Art. 24 de la Constitución Política en
vigencia, y se le impone como una manera de controlar su actividad intelectual frente al
caso concreto con el fin de comprobar que su decisión es un acto reflexivo nacido del
estudio de las circunstancias particulares y no un acto discrecional de su voluntad
autoritaria, más aún, una resolución o una sentencia sin motivación deja a las partes sin
el más elemental de sus derechos, por esta razón el Juzgador debe tener en cuenta que
para que la motivación de su resolución sea válida debe ser: expresa, clara, completa,
legítima y lógica.
Motivación expresa, ya que puede suplírsela por la remisión a otros actos del mismo
proceso, o a otra sentencia, o la jurisprudencia o la doctrina; esto es el Juez o la
Autoridad pública, tiene deber de consignar las razones que lo deciden, expresando sus
propios argumentos con relación al caso juzgado.
La motivación debe ser clara, de modo que el pensamiento del Juzgador sea
aprehensible, comprensible y examinable, y no deje lugar a dudas sobre las ideas que
expresa, por esta razón me permito sugerirles a ustedes Jueces y autoridades públicas,
que en las sentencias o resoluciones deben utilizar lenguaje llano, que permita la clara
expresión de su pensamiento, para que este pueda ser aquilatado y comprendido por
cualquier ciudadano de este país; además así se cumple el principio procesal de
PUBLICIDAD.
La motivación debe ser completa, esto implica que debe abarcar los hechos y el
derecho. Respecto de los hechos, debe contener las razones que llevan a una conclusión
afirmativa o negativa sobre la existencia de los datos procesales presentados por las
partes y para ello tiene que emplear las pruebas incorporadas al proceso,
mencionándolas y sometiéndolas a la sana crítica; en resumen, para motivar la
resolución en los hechos el Juez o autoridad pública debe demostrarlos. El Juez o
autoridad pública además debe consignar las conclusiones de hecho de la resolución,
pues esto constituye la base de aplicación de la norma jurídica, esto es la descripción
fáctica, que es el presupuesto de la aplicación de la Ley y por tanto un requisito de la
motivación y para fundar el derecho el Juez o autoridad pública debe describirlos.”.
129
Con el neo constitucionalismo se da creciente importancia de los principios y de los
valores jurídicos sustantivos en la conceptualización, interpretación y aplicación del
derecho. Los principios, según la terminología de L. Ferrajoli, se denominan normas
téticas. La norma tética o principio no se puede aplicar de forma automática en una
sentencia o resolución; la norma tètica requiere convertirse, en el caso concreto, en una
regla a través de un proceso complejo de argumentación jurídica.
Como dicen Baquerizo Minuche Jorge y Leuschner Luque Erik (2011:79) “La
aplicación del Derecho no es tan unívoca como se pretendía; el razonamiento jurídico
silogístico, clave en el formalismo, se denuncia insuficiente en la actualidad. El
Derecho, con la contemporánea configuración de valores y principios constitucionales,
complica la actividad aplicativa del operador jurídico; de aquella idealizada subsunción
y sencillo silogismo jurídico, migamos a una era urgida de motivación y argumentación
jurídica.”.
Sobre este aspecto, afirma el maestro ATIENZA, citado por los autores anteriormente
mencionados (2011:81) que “a diferencia de lo que ocurría en el Estado legislativo, en
el Estado Constitucional el poder del legislador y de cualquier órgano estatal es un
poder limitado y que tiene que justificarse en forma más exigente. No basta con la
referencia a la autoridad (al órgano competente) y a ciertos procedimientos, sino que se
requiere también (siempre) un control en cuanto al contenido. El Estado constitucional
supone así un incremento en cuanto a la tarea justificativa de los órganos y, por tanto,
una mayor demanda de argumentación jurídica (que la requerida por el Estado
legislativo de derecho). En realidad, el ideal del Estado constitucional (la culminación
del Estado de Derecho) supone el sometimiento completo del poder al Derecho, a la
razón: la fuerza de la razón frente a la razón de la fuerza. Parece por ello bastante lógico
que el avance del Estado constitucional haya ido acompañado de un incremento
cuantitativo y cualitativo de la exigencia de justificación de los órganos públicos.”.
130
Art. 76.- Garantías Básicas al Debido Proceso.- En todo proceso en el que se determinen
derechos y obligaciones de cualquier orden, se asegurará el derecho al debido proceso
que incluirá las siguientes garantías básicas: 7. El derecho de las personas a la defensa
incluirá las siguientes garantías: l) Las resoluciones de los poderes públicos deberán ser
motivadas. No habrá motivación si en la resolución no se enuncian las normas o
principios jurídicos en que se funda y no se explica la pertinencia de su aplicación a los
antecedentes de hecho. Los actos administrativos, resoluciones o fallos que no se
encuentren debidamente motivados se consideraran nulos. Las servidoras o servidores
responsables serán sancionados.
La Constitución de 1998 prescribía lo siguiente: en el Art. 24 numero 13 “Las
resoluciones de los poderes públicos que afectan a las personas deberán ser motivadas y
no habrá tal motivación si en la resolución no se enunciaren normas o principios
jurídicos en que se haya fundado, y si no se explicare la pertinencia de su aplicación a
los antecedentes de hecho. Al resolver la impugnación de una sanción, no se podrá
empeorar la situación del recurrente”.
131
Antes de esta disposición constitucional y de la del C.O.A. existían otras normas al
respecto; así: Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación de
Servicios Públicos por Parte de la Iniciativa Privada.-
Art. 31.- MOTIVACION.- Todos los actos emanados de los órganos del Estado,
deberán ser motivados. La motivación debe indicar los presupuestos de hecho y las
razones jurídicas que han determinado la decisión del órgano, en relación con los
resultados del procedimiento previo. La indicación de los presupuestos de hecho no será
necesaria para la expedición de actos reglamentarios.
132
contra el acto las alegaciones y pruebas que correspondan según lo que resulte de dicha
motivación que, si se omite, puede generar la arbitrariedad e indefensión prohibidas por
la Constitución.
Art. 122.- Motivación. 1. La motivación de los actos que pongan fin a los
procedimientos se realizará de conformidad con lo que dispone la Constitución y la ley
y la normativa aplicable. La falta de motivación entendida ésta como la enunciación de
las normas y de los hechos particulares, así como la relación coherente entre éstas y
aquellos produce la nulidad absoluta del acto administrativo o resolución. El acto deberá
ajustarse a lo dispuesto en el Reglamento para el Control de la Discrecionalidad de los
Actos de la Administración Pública.
140
Determinación del enunciado normativo o proposición normativa, pero fundamentalmente el
razonamiento o explicación de cómo encajan los antecedentes de hecho probados (verdaderos, ciertos y
existentes) con la estructura del enunciado normativo, esto es, con los presupuestos de hecho o
consecuencia jurídica previstos en el texto legal. Exteriorización del fin que se persigue con el dictado del
acto.
133
La motivación, en síntesis, siguiendo a Cassagne, debe contener cuatro aspectos
importantes, a saber: a) La enunciación de normas o principios jurídicos, que deben
contener los presupuestos de hecho o como hemos llamado la causa o motivo del acto;
b) Los antecedentes de hecho, debidamente calificados, relevantes y verdaderos con
evidencias, esto es, prueba de cargo y de descargo y que deben constar en el expediente;
c) La explicación o razonamiento de la pertinencia entere las dos anteriores, esto es, del
régimen jurídico invocado en relación con los hechos determinados; y, d) El fin o
finalidad que persigue el acto administrativo.
141
Cruceta José A. Escuela Nacional de la Judicatura de la Republica Dominicana, Argumentación
Jurídica, Modulo I, Pag. 83.
134
CAPÍTULO OCTAVO
Sumario
1.- Razones para que la forma del acto sea escrita 2.- Definición y requisitos de la
forma del acto 3.- Requisitos de la forma del acto según el COA 4.- Ley Orgánica para
la Optimización y Eficiencia de Trámites Administrativos (Registro Oficial Suplemento
353 de 23-oct.2018) 5.- Ley de Comercio Electrónico, Firmas Electrónicas y Mensajes
de Datos (Ley No. 2002-67, R.O. 735de 31 de Diciembre del 2002).
La forma del acto administrativo es normalmente la escrita (art. 55 LPC) por algunas
razones específicas: porque, en el caso normal de los actos recepticios, deben notificarse
o publicarse (arts. 57 y sigs. LPC), notificación o publicación que sólo mediante forma
escrita, con determinados requisitos formales, puede realizarse; porque, en la medida en
que el acto expresa una declaración con autotutela ejecutoria, y más aún cuando dicha
autotutela expresa una innovación en el mundo jurídico (creación, modificación o
extinción de situaciones jurídicas), la certeza y la seguridad jurídica, y también las
eventuales necesidades de la propia ejecución de oficio (art. 95 LPC), exigen una
constancia indubitada de tales efectos declaratorios y constitutivos y de su alcance
concreto, lo cual sólo la forma escrita proporciona; porque, tratándose de actos de
procedimiento (informes, propuestas, alegaciones, audiencias, actos de control, etc.)
especialmente cuando suponen la intervención de órganos o sujetos diversos, sólo la
forma escrita puede asegurar la certidumbre de su producción y de la observancia del
orden procedimental establecido, lo que viene a constituir el llamado <<expediente>>
(arts. 74 y sigs. LPC, y 48 LJ; el art. 164 del Reglamento de Organización,
Funcionamiento y Régimen Jurídico de 28 de noviembre de 1986 ensaya una
135
definición:<<constituye expediente el conjunto ordenado de documentos y actuaciones
que sirven de antecedente y fundamento a la resolución administrativa, así como las
diligencias encaminadas a ejecutarla>>); porque resulta inexcusable en todos los
supuestos en que es exigible legalmente el requisito de su motivación, a que
inmediatamente aludiremos; porque la ordenación de los diversos actos producidos en
relación con una determinada materia exige con completa frecuencia la registración o el
archivo de antecedentes, procedimientos y resoluciones; porque la impersonalidad de la
organización administrativa no puede hacer depender la constancia y la memoria de un
acto de la subsistencia o la continuidad de un titular concreto, etc.
Por lo pronto, no hay que confundir la forma escrita de producción con la forma escrita
de constancia, así, por ejemplo, todos los órganos colegiados producen sus acuerdos,
salvo excepciones muy singular , en forma verbal, sólo que tales acuerdos han de
hacerse constar seguidamente con un acta levantada por el Secretario y aprobada por el
colegio /art. 27LPC); es ésta también la fórmula de los actos dictados bajo la forma de
actos <<de orden de>>, regulados en el artículo 55.2 LPC: la autoridad decide y el
subordinado ante quien la decisión se expresa verbalmente la recoge en forma escrita y
la comunica o notifica. Esta forma escrita de constancia basta para cumplir las
finalidades antes expuestas, debiendo notarse que la formalización de la constancia es
virtualmente definitiva, porque sólo muy excepcionalmente podrá investigarse la
discrepancia entre la decisión y su reflejo escrito.
Finalmente, en el orden de las relaciones de policía, las órdenes verbales (por ejemplo,
la disolución de una reunión), incluso mediante signos acústicos o visuales, no
expresados en palabras, admiten una aplicación ordinaria, o bien por la inmediatez de la
situación de peligro que intenta corregirse, o bien por la circunstancia de tratarse de
136
órdenes muy simples que son dirigidas para ser inmediatamente cumplidas a una serie
indeterminada de personas, de forma que ganan una eficacia necesaria con su reducción
a una fórmula gráfica o acústica imperativa.
Se notará, de todos modos, que esos tres supuestos constituyen propiamente (fuera del
caso de los actos colegiados, impuestos por la naturaleza de éstos) verdaderas y simples
excepciones al principio general de la forma escrita, supuestos genéricamente aludidos
por el artículo 55.1 LPC (actos en los que <<su naturaleza o circunstancia no exijan o
permitan otra forma –distinta de la escrita—de expresión y constancia>>). A estas
excepciones deben añadirse las ya notadas más atrás a propósito de los actos tácitos o
manifestados en conductas expresivas.
Si bien no existen formas especiales genéricas para los actos administrativos-salvo los
casos en que están previstas legalmente- parece indiscutible, como principio general,
142
Nosotros creemos que la notificación es una formalidad complementaria muy importante que
trataremos en el punto siguiente.
137
que deben constar por escrito. Esta regla admite unas pocas excepciones que han de
interpretarse restrictivamente.
En los órganos colegiados se labrará un acta de cada sesión, que deberá contener: 1)
tiempo y lugar de sesión; 2) indicación de las personas que hayan intervenido; 3)
determinación de los puntos principales de la deliberación y 4) forma y resultado de la
votación. El acta y los acuerdos se documentarán por separado, debiendo ser firmados
por todos los miembros intervinientes.
Cuando haya de emitirse una serie de actos administrativos (actos plurales) de la misma
naturaleza, éstos podrán redactarse en un único documento, especificándose las
circunstancias personales y materiales que individualicen cada uno de los actos.143
Puede admitirse en algunos casos que el acto no se documente por escrito, sino que se lo
exprese verbalmente. Por ejemplo, órdenes de agentes de policía, órdenes comunes de
los superiores a los funcionarios públicos relativas al desempeño diario de sus tareas,
etcétera.
143
La legislación española señala los siguientes requisitos de la forma del acto administrativo, aunque no
constituyen propiamente en su conjunto un verdadero requisito sacramental de validez: encabezamiento,
con indicación de la autoridad que emite el acto; preámbulo que suele referir los actos preparatorios
(instancias, informes, propuesta) y las normas legales de competencia y en su caso de fondo, en que el
mismo se funda; la Ley hace obligatorio indicar si se ha consultado al Consejo de Estado y si la
resolución sigue o no su dictamen, esta última fórmula indicando el disentimiento o disconformidad;
motivación, en su caso, parte dispositiva o resolución propiamente dicha, que ha de corresponder a lo
planteado por las partes y a lo suscitado por el expediente; lugar, fecha y firma (ésta original o por
delegación); en fin, indicaciones propias de la notificación, en su caso, que veremos más adelante.”.
138
urgencia o imposibilidad práctica de emplear la forma escrita; por ejemplo, la orden de
disolución de un grupo de personas por motivos de seguridad pública. La manifestación
oral puede tener también carácter solemne, como la toma del juramento, la declaración
de clausura de una sesión de cuerpo colegiado, la proclamación de un funcionario
elegido por un cuerpo para presidirlo, etcétera.
Para que la voluntad humana sea captada por el derecho y se traduzca en un acto
jurídico es preciso, dice CASSAGNE (Pag 195) que se opere la exteriorización de la
misma al mundo externo. La exteriorización de la voluntad al plano jurídico recibe el
nombre de forma, la cual constituye el elemento aglutinante de dicha voluntad en el acto
administrativo, en miras a la consecución de un objeto determinado a través de una
finalidad de interés público.
144
Personalmente no estoy de acuerdo con ésta última excepción.
145
El procedimiento administrativo o formalidades constituye un elemento autónomo al de forma.
139
3.- Requisitos de la forma del acto según el COA.
146
Debió decir forma
140
4.- Ley Orgánica para la Optimización y Eficiencia de Trámites Administrativos
(Registro Oficial Suplemento 353 de 23-oct.2018)
Art. 2.- Ámbito.- Las disposiciones de esta Ley son aplicables a todos los trámites
administrativos que se gestionen en:
1. Los organismos y dependencias de las funciones Ejecutiva, Legislativa, Judicial,
Electoral, Transparencia y Control Social, en la Procuraduría General del Estado y la
Corte Constitucional;
2. Las entidades que integran el régimen autónomo descentralizado y regímenes
especiales;
3. Las empresas públicas;
4. Las entidades que tienen a su cargo la seguridad social;
5. Las entidades que comprenden el sector financiero público;
6. Los organismos y entidades creados por la Constitución o la ley para el ejercicio de la
potestad estatal, para la prestación de servicios públicos o para desarrollar actividades
económicas asumidas por el Estado;
7. Las personas jurídicas creadas por acto normativo de los gobiernos autónomos
descentralizados y regímenes especiales para la prestación de servicios públicos; y,
8. Las personas naturales o jurídicas del sector privado que sean gestoras delegadas o
concesionarias de servicios públicos.
Título II
DE LAS FIRMAS ELECTRÓNICAS, CERTIFICADOS DE FIRMA ELECTRÓNICA,
ENTIDADES DE CERTIFICACIÓN DE INFORMACIÓN, ORGANISMOS DE
PROMOCIÓN DE LOS SERVICIOS ELECTRÓNICOS, Y DE REGULACIÓN Y
CONTROL DE LAS ENTIDADES DE CERTIFICACIÓN ACREDITADAS
Capítulo I
DE LAS FIRMAS ELECTRÓNICAS
Art. 13.- Firma electrónica.- Son los datos en forma electrónica consignados en un
mensaje de datos, adjuntados o lógicamente asociados al mismo, y que puedan ser
utilizados para identificar al titular de la firma en relación con el mensaje de datos, e
indicar que el titular de la firma aprueba y reconoce la información contenida en el
mensaje de datos.
142
Art. 14.- Efectos de la firma electrónica.- La firma electrónica tendrá igual validez y se
le reconocerán los mismos efectos jurídicos que a una firma manuscrita en relación con
los datos consignados en documentos escritos, y será admitida como prueba en juicio.
Art. 15.- Requisitos de la firma electrónica.- Para su validez, la firma electrónica reunirá
los siguientes requisitos, sin perjuicio de los que puedan establecerse por acuerdo entre
las partes:
a) Ser individual y estar vinculada exclusivamente a su titular;
b) Que permita verificar inequívocamente la autoría e identidad del signatario, mediante
dispositivos técnicos de comprobación establecidos por esta Ley y sus reglamentos;
c) Que su método de creación y verificación sea confiable, seguro e inalterable para el
propósito para el cual el mensaje fue generado o comunicado.
d) Que al momento de creación de la firma electrónica, los datos con los que se creare
se hallen bajo control exclusivo del signatario; y,
e) Que la firma sea controlada por la persona a quien pertenece.
143
destinatario conociere de la inseguridad de la firma electrónica o no hubiere actuado con
la debida diligencia;
f) Notificar a la entidad de certificación de información los riesgos sobre su firma y
solicitar oportunamente la cancelación de los certificados; y,
g) Las demás señaladas en la Ley y sus reglamentos.
Art. 18.- Duración de la firma electrónica.- Las firmas electrónicas tendrán duración
indefinida. Podrán ser revocadas, anuladas o suspendidas de conformidad con lo que el
reglamento a esta ley señale.
144
CAPÍTULO NOVENO
Sumario:
1.- Aspectos que regula el Procedimiento Administrativo 2.- Concepto y requisitos del
Procedimiento Administrativo 3.- Distinción entre forma y formalidades del acto
administrativo 4.- Clasificación de las Formalidades 5.- Bases fundamentales de todo
procedimiento administrativo
1.- Aspectos que regula el Procedimiento Administrativo
Resulta para nosotros relevante que el acto administrativo no puede ser producido de
cualquier manera, a voluntad del titular del órgano a quien compete tal producción, sino
que ha de seguir para llegar al mismo un procedimiento determinado. Tal procedimiento
regula simultáneamente:
145
--- en segundo término, la participación de una pluralidad de sujetos o de órganos (así;
informes, propuestas, dictámenes obligatorios o facultativos; informaciones públicas,
actos de fiscalización financiera, autorizaciones o aprobaciones de tutela), cada uno con
la función de iluminar un aspecto determinado, o todos ellos, de la cuestión a decidir;
--- tercero, la necesidad de adoptar unas ciertas formas de actuación (por ejemplo, regla
de la licitación pública en la contratación o de las pruebas públicas competitivas para la
selección del personal, o sesiones publicas en las sesiones de las Corporaciones Locales
o de la aprobación previa de planes o proyectos para acordar la realización de obras,
orden del día en los órganos colegiados, etc.);
--- cuarto, y con relevancia jurídica especial, la participación de las personas que tienen
la condición formal de <<partes>> en el procedimiento distintas de la Administración
actuante (exigencia de iniciativa de las partes –en todos los procedimientos o actos
rogados--, garantías en cuanto a la posibilidad de participar en la prueba o de ser oídos
respecto del fondo –audi alteram partem, o principio de audiencia --, o de representar
alegaciones, o de estar informado o de recibir las notificaciones de los actos que les
afectan, etc.), lo que en el procedimiento judicial o <<proceso>> se llama una
<<relación jurídico-procesal>> desde VON BULOW, en virtud de la cual el
procedimiento no se limita a ser una mera ordenación técnica que establece una
sucesión externa en la acción administrativa que se desarrolla a través del
procedimiento, sino que constituye un vínculo jurídico, de naturaleza dinámica y
evolutiva, desarrollado en derechos, obligaciones y cargas, vínculo que se mantiene
entre la Administración y quien es <<parte>> del procedimiento a través de las distintas
fases cronológicas del mismo y que concluye con la decisión de éste.
146
De este modo, el procedimiento administrativo aparece como una ordenación unitaria de
una pluralidad de operaciones expresadas en actos diversos realizados
heterogéneamente (por la función, por la naturaleza) por varios sujetos u órganos,
operaciones y actos que, no obstante su relativa autonomía, se articulan en orden a la
producción de un acto decisorio final. Aparece, pues, en el procedimiento una distinción
fundamental entre decisión final o resolución (art. 89 LPC) y actos procedimentales, los
cuales adoptan una posición instrumental respecto de aquella. Unos y otros son actos
administrativos, aunque con función y régimen diversos, y los actos procedimentales o
de trámite gozan, no obstante estar ordenados a la producción final de la resolución, de
singularidad y de la relativa autonomía (producen efectos procedimentales propios,
tienen sus reglas propias de validez, incluso, en ocasiones, subprocedimientos
específicos para se producción, tienen causa propia, pueden ser anulados
independientemente, etc.).147
Se rechaza así la llamada concepción <<sustancial>> del procedimiento, que intenta ver
en éste (por ejemplo, GARRIDO FALLA) la simple formación gradual de la voluntad
administrativa como la resultante o integración de las voluntades de todos aquellos
sujetos y órganos (ya hemos visto que no todos expresan voluntades necesariamente)
que han participado en la operación procedimental. El procedimiento administrativo no
es la expresión de un supuesto acto complejo unitario, desenvuelto a través del tiempo y
en el cual participan sujetos y órganos diversos; no es una <<forma de integración>> de
una sola voluntad administrativa que se nutriese de diferentes procedencias, no es un
acto compuesto. No es, en efecto, un acto complejo, es más bien un complejo de actos,
todos ellos instrumentales o auxiliares del acto final resolutorio o conclusivo, sin
mengua de su sustantividad jurídica independiente.
147
Están refiriéndose a los actos de simple administración
148
En igual sentido prescribe el artículo 121 del ERJAFE “Los actos administrativos, normativos o de
simple administración que dicte la Administración Pública Central, bien de oficio o a instancia del
interesado, se producirán por el órgano competente ajustándose al procedimiento establecido”
147
Administración y los derechos de los particulares afectados por los actos
administrativos.”.
“El acto administrativo no surge por floración espontánea, sino que es el fruto del
esfuerzo coordinado de varios órganos que tienden a la consecución del mismo fin. El
acto administrativo surge como consecuencia de una sucesión o una cadena de actos de
distinto alcance y contenido, que sería los actos de trámite que conducen al último
eslabón de aquélla, que es el acto final en el que se contiene la voluntad de la
administración. La realización de cada una de las funciones del Estado no se agota en un
solo acto sino que se completa en una serie de actos que se combinan entre sí por un
efecto jurídico único. Los actos administrativos han de seguir antes de su nacimiento un
camino previamente determinado por el derecho. Este conjunto de trámites y
formalidades es el procedimiento administrativo. Se podrá decir, entonces, que el
procedimiento administrativo es el conjunto de reglas que rigen la elaboración de los
actos administrativos.
El procedimiento administrativo debe reunir una serie de requisitos a) Que cada uno de
los actos combinados conserve íntegramente su individualidad. b) Que la conexión de
los actos radique en una unidad de efectos jurídicos. En el procedimiento todos los actos
están encaminados a producir un efecto jurídico, que es el que le da unidad. Es el efecto
lo que da unidad a este conjunto de actos. c) Que los actos estén vinculados causalmente
entre sí de modo que cada uno supone el anterior y el último supone el grupo entero. El
efecto pertenece al último acto pero éste no se produciría si no estuviese precedido por
los otros, cuyos efectos singulares están precisamente encaminados a la preparación de
aquel acto; a este efecto se procede del primero al último de los actos coordinados y de
ahí que a la coordinación se le haya dado desde mucho tiempo el nombre de
procedimiento. Se dice, entonces, que el procedimiento es una combinación de actos
cuyos efectos jurídicos están causalmente vinculados entre sí.
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El procedimiento es un modo de sucesión, una orden, una forma de proceder; es una
ruta que debe seguirse para alcanzar resultados prácticos. Es lógico que el acto
administrativo se forme a través de un procedimiento, ya que, por una parte, siendo la
administración una persona moral, su voluntad se forma mediante la actuación de una
serie de voluntades correspondientes a los titulares físicos de sus órganos. Por otro lado,
se tiende cada vez más a que la administración actúe dentro del marco del derecho.
El procedimiento puede ser considerado desde dos puntos de vista: como garantía
jurídica y como instrumento de eficacia.
Hay que distinguir con el elemento forma que consiste en el aspecto exterior de algo,
mientras que las formalidades nos vinculan a la idea ritualidad.
En efecto forma y formalidad son dos ideas distintas que si bien convergen en un mismo
pensamiento, se dan en el mundo jurídico administrativo con diversa amplitud de esfera:
mientras la forma abarca un punto preciso, fácilmente advertible e identificable, la
formalidad se diluye en complejas figuras a lo largo de toda la vida del acto
administrativo.
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En Ecuador el Código Orgánico Administrativo COA, se pública en el Registro Oficial, segundo
suplemento Nº 31 de viernes 07 de julio de 2017.
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GAETANO, citado por URZUA RAMIREZ, Carlos Fernando (1), distingue entre forma
y formalidad. Señala que formalidad es cualquier hecho, aunque sea ritual, cuya
producción exija la ley para la formación o manifestación de la voluntad administrativa;
en cambio la forma corresponde al modo por el que se manifiesta la voluntad
administrativa.
En derecho público las formalidades impregnan el acto desde la formación misma de el.
Así, pues, cuando la ley impone un modo determinado para su exteriorización, nos
encontramos en presencia de una formalidad más, entre las tantas que se dan en el acto
administrativo. La noción de formalidad es más amplia que la de forma, ya que
comprende los requisitos legales para la formación de la voluntad.
El acto administrativo requiere normalmente para su formación estar precedido por una
serie de formalidades y otros actos intermedios que dan al autor del propio acto la
ilustración e información necesaria para guiar su decisión al mismo tiempo que
constituyen un a garantía de que la resolución se dicta, no de un modo arbitrario, sino de
acuerdo con las normas legales.
“A diferencia de lo que ocurre en Derecho Privado, donde los actos jurídicos son por lo
general “consensúales”, vale decir, se perfeccionan por la simple manifestación de la
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voluntad, sin que ésta se deba sujetar a formas o requisitos especiales, en Derecho
Público la regla general es que los actos sean formales o solemnes. Todo acto está
sujeto a determinadas formas, que son garantías de juridicidad del mismo destinadas a
proteger el interés y el derecho de los administrados”
150
Ley derogada por el Código Orgánico General de Procesos.
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El profesor PATRICIO AYLWIN ofrece una clasificación de las formalidades
atendiendo a la importancia de éstas, según sus efectos y también las clasifica según la
oportunidad en que deben prestarse. Respecto de esto último las clasifica en: a)
Formalidades previas o preparatorias al acto b) Formalidades coetáneas al acto y c)
Formalidades posteriores al acto.
Formalidades esenciales.- son aquellas “sin las cuales el acto administrativo no existe”
las formalidades substanciales dicen relación, ya no con la existencia del acto, sino con
su validez. De faltar éstas el acto sería nulo. Las últimas se vinculan con sus efectos “El
acto existe, es válido, pero no obliga a terceros”
Respecto de las segundas señala: “Por virtud del mismo principio, si una resolución sólo
puede ser tomada por un determinado número de miembros de un cuerpo
administrativo, y lo es por un número menor que el mínimum legal requerido, tal
resolución no es válida, porque falta para su validez requisito substancial…” y acerca de
las últimas, agrega, “si para la integración del acto es necesaria aprobación como la
autorización son propiamente formas integrales. El acto no se ha perfeccionado”
Creemos que la formalidad en caso alguno puede dar existencia al acto. Su naturaleza es
garantizar el recto ejercicio de la actividad administrativa. Las formalidades consisten
en el resguardo que exige la ley para que la manifestación de voluntad orgánica sea
ajustada a derecho.
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Creemos que significan, propiamente, las formalidades en el acto administrativo.
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“El objetivo, el fin, la integración del acto administrativo, se logra, se concreta, se
produce desde el momento en que el interesado a quien va dirigido toma conocimiento
(que es el fin de la notificación). Es entonces cuando el acto administrativo adquiere
eficacia, no antes ni después, y no desde la fecha de su emisión”
“Luego de notificados, los actos administrativos operan como verdaderos títulos de los
derechos que ellos reconocen”
Las notificaciones se podrán hacer indistintamente por alguno de los siguientes medios:
a) acceso directo del interesado al expediente, dejando constancia expresa de ello; b)
préstamo del expediente; c) recepción de copias; d) presentación espontánea del
interesado de la que resulta estar en conocimiento fehaciente del acto respectivo; e)
cédula; f) telegrama con aviso de entrega o carta documento; g) edictos; h) oficio
impuesto como certificado expreso con aviso de recepción; i) por los medios que
indique la autoridad postal, a través de sus permisionarios; j) casillero judicial; k)
domicilio; etc.
En tal sentido “es forzoso señalar que tanto los procedimientos especiales como el
general, si bien contienen disposiciones que pueden diferir en la previsión de las formas
y medios idóneos de notificación, se inspira en el mismo elemental principio de la
relación de la Administración con los particulares: el anoticiamiento de éstos sobre los
actos administrativos que los afectan tiene un fin en sí mismo, debe ser en general
íntegro e irrestrictito; y a todo evento que genere dudas, la Administración debe dirigir
su obrar hacia tal objeto, aunque sea informalmente, es decir, sin atarse a posturas de
rígido y ritual reglamentarismo , pues sólo la notificación eficaz confiere efectos
jurídicos plenos a los actos comunicados, siendo la consecuencia normativa inmediata,
el inicio del cómputo de los plazos de impugnación”
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Es admisible la notificación verbal sólo cuando el acto válidamente no esté
documentado por escrito. Además, si la voluntad administrativa se exterioriza por
señales o signos, su conocimiento o percepción importaría notificación.
El acto administrativo no notificado por impulso de la Administración puede llegar a ser
eficaz mediante la invocación de sus efectos por parte del interesado. No ocurre lo
mismo con el reglamento; éste, si no es publicado, no puede ser invocado por los
particulares que tengan conocimiento de él, porque ello violaría la igualdad ante la ley,
es necesario que el reglamento se aplique a la generalidad de los individuos a quienes
sus disposiciones contemplan, sin hacerse distinciones no establecidas en él.
Es cierto que no en todos los casos la función administrativa afecta a los particulares, ya
que dentro de ella quedan comprendidas múltiples actividades de orden material o bien
actividades jurídicas que no tienen carácter imperativo, como son las relacionadas con
la gestión de parte del patrimonio del Estado; pero, excluyendo ese radio de la actividad
administrativa, el procedimiento adquiere una importancia grande cuando el acto que se
va a realizar tiene un carácter imperativo y afecta situaciones jurídicas de los
particulares.
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La notificación según el Código Orgánico Administrativo será analizada mas adelante.
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necesidades que ella tiene que satisfacer, reconociendo así que el procedimiento para ser
útil y eficaz debe ser impuesto por los objetivos especiales de la actividad
administrativa.
Entre estos procedimientos especiales, podemos señalar los establecidos para concesión
de aguas, minas, adjudicación de tierras, registro de patentes, destitución de servidores
públicos, etc.
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