El Perú y La Comunidad Sudamericana de Naciones
El Perú y La Comunidad Sudamericana de Naciones
El Perú y La Comunidad Sudamericana de Naciones
CICLO: V II
MARINO
NACIONES
Fue lanzada por 12 países de la región en la ciudad peruana de Cusco. Está integrada por
los países miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), por los países
miembros de la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela),
junto con Chile, Guyana y Surinam.
Se buscaba una forma de alcanzar la integración lograda por comunidades como la Unión
Europea.
En el caso de IIRSA, uno de los logros más recientes ha sido la firma –con ocasión de la
Cumbre de Cuzco- de los compromisos financieros por parte de Perú y Brasil para hacer
posible la carretera transoceánica que conectará el interior de Brasil con los puertos del
sur peruano. Los países sudamericanos han completado la etapa
de diseño y planificación de los diez grandes Ejes de Integración y Desarrollo
Sudamericanos. Dentro de los trescientos cincuenta proyectos que componen
el programa, se han identificado treinta y dos "proyectos ancla" (es decir, los proyectos
básicos para estructurar los ejes troncales), a ser ejecutados en un lapso de cinco
años.(www.integraciónydesarrollo/721.3.bra.com)
El gobierno de Luis Ignacio "Lula" Da Silva, que tomó posesión el 1 de enero de 2003,
retomó con entusiasmo la idea de un bloque sudamericano, en parte
como estrategia para conducir conjuntamente desde una posición de mayor fuerza ante
Washington las negociaciones de libre comercio .
También podemos observar este apoyo a la continuidad del sistema por parte de los
Países Miembros de la Comunidad Andina. En este sentido, el 20 de agosto de 2004 el
Secretario General de la CAN, Allan Wagner, expuso ante el Comité Jurídico
Interamericano en Río de Janeiro la "necesidad de impulsar la pronta creación de una
Comunidad Sudamericana de Naciones, a través de la convergencia progresiva entre la
Comunidad Andina y el MERCOSUR y Chile, a fin de impulsar el desarrollo de la región y su
inserción internacional". Según Wagner, la Comunidad Sudamericana de Naciones está
llamada a ser una potencia en el plano internacional dadas sus cifras macroeconómicas.
Observamos que son cuatro son los pilares sobre los cuales reposa la construcción
comunitaria sudamericana: a) cooperación política; b) integración comercial y
complementación productiva; c) integración energética; d)
infraestructura, competitividad y desarrollo.
Pero no se trata sólo de la interconexión para un intercambio del producto final, sino de
aunar esfuerzos y establecer una infraestructura y mecanismos de convergencia que
hagan que el potencial energético pueda ser utilizado no sólo con provecho comercial,
sino ante todo para la promoción del desarrollo de los países, y de las regiones menos
favorecidas. Los diversos circuitos energéticos interconectados que podrían construirse en
Sudamérica constituyen sin duda otra de las bases de su competitividad futura en el
mundo. Aquí también el realismo político está imperando por sobre planteamientos
retóricos, como en su momento lo hizo Europa al estructurar su núcleo de integración
alrededor de la Comunidad del Carbón y del Acero.
• La verdadera integración – que representa mucho más que libre comercio - requiere -
como bien lo comprendieron los europeos en su momento- de condiciones que hagan
posible la complementación económica, el desarrollo territorial y la interconexión física
entre países y a lo largo de las regiones involucradas en un proceso de integración. La
mayor debilidad de los proyectos de integración, y aun del desarrollo económico y social
en buena parte del continente americano, radica precisamente en la pobre infraestructura
vial, portuaria y de comunicaciones en general. El programa IIRSA (Iniciativa para la
Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana ) que hemos mencionado
anteriormente recoge los proyectos de interconexión vial de Sudamérica, otorgando
prioridad absoluta a una treintena de ellos, a fin de lograr la interconexión básica y
necesaria entre estos países, no solo en el sentido Norte-Sur, sino también en el sentido
Este-Oeste. Con el transcurso del tiempo, parece que buena parte de estos países
latinoamericanos han empezado a comprender también que, a lo largo y ancho de los
grandes Ejes de Integración y Desarrollo de Sudamérica, pueden y deben promoverse
modos de desarrollo económico y social desconcentrado y descentralizado..
Para todos, en general, se trata de ganar posibles mercados para sus propios productos, y
sin duda también, de ganar fuerza política en escenarios multilaterales y frente a algunos
actores mundiales.
CONCLUSIÓNES
El Pacto Andino fue en gran medida expresión de una estrategia de "crecimiento hacia
dentro" que abogaba por crear un mercado más grande para superar el obstáculo que el
reducido tamaño del mercado nacional suponía para la industrialización y evitar, a
través de la planificación económica, que los países desarrollaran las
mismas industrias o aplicaran medidas proteccionistas entre ellos. La creación del
MERCOSUR y la refundación del Pacto Andino en Comunidad Andina respondieron a un
contexto bien distinto.
El deseo de superar la llamada "década perdida" llevó a una redefinición de los procesos
de integración hacia una estrategia de "crecimiento hacia fuera": ya no sólo se buscaba
potenciar el comercio intrarregional sino también elaborar estrategias comunes de
inserción en los mercados internacionales con el fin de adaptarse a las nuevas
tendencias de regionalización económica.
Sin embargo, todos los acuerdos cuentan con una larga lista de excepciones y excluyen
diversos ámbitos de aplicación, con lo que podemos hablar únicamente de uniones
aduaneras imperfectas. Ello representa uno de los principales obstáculos para su plena
consolidación, si bien a lo largo de nuestra exposición hemos señalado otros muchos: la
existencia de ciertas duplicidades (al pertenecer algunos de sus Estados Miembros a
otros procesos de integración económica), las fuertes carencias institucionales, la
influencia de los problemas políticos y económicos internos de los Países en la buena
marcha de la integración, la incompatibilidad entre sus políticas macroeconómicas, la
vulnerabilidad frente a las crisis económicas internacionales, etc. A ello habría que
añadir los escasos medios que los Países Miembros ponen para alcanzar la "ansiada"
integración.
Además, un elemento esencial para llevar a buen puerto un proceso integrador es que
los Estados participantes estén adecuadamente estructurados, no sean débiles y
respondan eficazmente a los desafíos modernos, tanto "ad intra" como "ad extra", lo
cual están muy lejos de conseguir los países iberoamericanos. En definitiva, ambos
procesos se han caracterizado, en general, por la distancia entre la retórica
integracionista y el carácter demasiado ambicioso de los objetivos, por un lado, y los
resultados concretos, por otro. En su futuro un factor de gran influencia será, sin duda,
las relaciones con la Unión Europea: una conclusión exitosa de las negociaciones entre la
UE y el MERCOSUR para el establecimiento de una zona de libre comercio operaría sin
lugar a dudas como un importante revulsivo para su desarrollo; del lado andino, por su
parte, la UE ha puesto como condición indispensable para el inicio de negociaciones un
mayor desarrollo de la integración.
Hemos dividido el desarrollo de las negociaciones emprendidas con este fin en dos
etapas fundamentales: una primera etapa, entre 1995 y 1999, marcada por el desarrollo
de los Acuerdos de Preferencias Arancelarias bilaterales que los distintos países
miembros habían ya firmado con anterioridad en el marco de la ALADI, y en el intento
de conformar un marco unificado y global de acuerdo; y una segunda, a partir del año
2000, cuya evolución se entreteje con el proyecto brasileño de creación de una
Comunidad Sudamericana de Naciones definida a través de las, hasta el momento, tres
Cumbres Sudamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno.
En un principio, los demás países vieron las cumbres sudamericanas de Cardoso como
un proyecto personal, que estaba destinado a morir tras la salida del ex presidente. Sin
embargo, el nuevo gobierno de Lula retomó con entusiasmo la idea de un bloque
sudamericano. Bajo su presidencia se celebró la III Cumbre que tuvo como resultado
la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Se trata éste de un
proyecto que, como hemos señalado, pretende conformarse a partir de una
convergencia entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR ampliada al resto de países
sudamericanos, acompañada de una adaptación de sus respectivas estructuras
institucionales a la nueva situación.
La iniciativa es vista por varios de los países participantes y por diversos analistas con
escepticismo, como un proyecto ambicioso que corre el riesgo de no responder a las
expectativas creadas. Se señala que hay fuertes compromisos con otros países o bloques
que pueden actuar de freno, a la vez que subsisten profundas diferencias políticas,
económicas e institucionales. Asimismo, la falta de una consolidación de la Comunidad
Andina y el MERCOSUR como uniones aduaneras plenas podría operar como un
importante obstáculo; es decir, dicho de una manera simple, resulta necesario "poner
primero la casa en orden" antes de aventurarse en proyectos de mayor envergadura.
REFERENCIAS BIOGRAFICAS