FINAL DE NATANAEL
D“ que lo mas Brave, lo que perturbé definitiva-
mente su trayectoria profesional, fue el experimen-
to de los suefios superpuestos, practicado por Natanael en un
momento en que ya el mundo de las pesadillas guardaba para
él muy escasos secretos.
La cosa empezo cuando Natanael se esforzé por sofiar que
estaba sofiando. La cuestién asi planteada, resultaba de una in-
comparable diafanidad. Se acosté bien temprano, realizé todos
los preparativos para que nada interrumpiera su suefio, y no
transcurrié mucho tiempo antes de que Natanael se encontra-
rasofiando que estaba sofando en una habitacién exactamente
igual a la suya. Natanael, con su adiestrada pupila de sofiador
profesional, inspecciond el ambiente y comprendis, todavia sin
despertar, que su experimento se movia en el alto universo de
la perfeccién.
Al dia siguiente dificilmente pudo asistir a la oficina. Lo
embargaba la venerable emoci6n de estar discurriendo en un
mundo desconocido por quienes le rodeaban, de estar partici-
pando de una satisfacci6n que muy pocos humanos habian lo-
grado experimentar. Esa noche, sin comer siquiera, se retir6 a
la cama y repitié el suefio. Otra vez fue diafano, perfecto: soiid
que estaba sofiando. Y en la madrugada, se dio 4nimos para una
-185-Dario Jaramillo Agudelo
a sofiando, que estaba so-
nueva incursién para sofar que estab: ! :
| aspiraba a transitar por
fiando, que estaba sofiando. Natanae'
tres suefios superpuestos.
No hubo ningtin accidente en Jos dias posteriores, cuan-
do Natanael se arriesgé del tercer suefio al cuarto; del cuarto al
quinto; del quinto al sexto; del sexto al séptimo, y hasta del sép-
timo al octavo. En una semana. Natanael habia logrado ascen-
der hasta un décimo suefio interior, en una galeria de imagenes
de sf mismo, que iba desde una realidad de sofiador estudioso,
hasta una décima irrealidad, después de haber pasado por nue-
ve irrealidades idénticas. Y Natanael sofio que estaba sofiando,
que estaba sofiando... diez veces, como si bajo su almohada
reposara el secreto del hombrecillo de la lata de avena.
Asi estuvieron las cosas hasta que un dia en que Natanael
ten{a que levantarse mds temprano que de costumbre y prepa-
16 el despertador. Cuando oyé sonar la campanilla, estaba paci-
ficamente reclinado en el décimo suefio. Y obedeciendo a un
proceso que ya le era familiar, empez6 a despertar del décimo
suefio al noveno; del noveno al octavo; del octavo al séptimo...
jAlli ocurrié el accidente! Cuando Natanael estaba en el cuar-
to suefio y se preparaba para despertar al tercero, el desperta-
dor dejé de sonar y el dormidor qued6é desorientado. Sin em-
bargo, siguié despertando, del tercero al segundo; del segundo
al primero y, finalmente, del primero a la realidad. ¢Pero era
aquélla la realidad? Natanael se encontré en una habitacion
exactamente igual a las diez que acababa de abandonar. gCémo
podria saber si ésa era ya la realidad o apenas el segundo, acaso
el primer suefio? 8 :
—-186—Antologia de lecturas amenas
Desconcertado, siguis despertando. Despertando indefi-
nidamente, hasta cuando descubrid que la galeria no tenia fin.
Entonces volvid a dormirse, otra vez en busca de Ja realidad en
sentido inverso. Y estuvo asi, paseando de sueiio en suefio, du-
rante horas y horas, sin encontrar ninguna diferencia, ningan
signo que le indicara cual era la realidad y cuales los suefios
idénticos a ella.
Cuando Ilamaron a la puerta, Natanael estaba despierto.
Todos en la casa creen que estaba despierto porque lo vieron dar
las gracias, vestirse y salir apresuradamente. Pero desde enton-
ces Natanael empezo a entristecer. Y anda por la calle como un
sondmbulo, tratando de despertar a cada instante; por si acaso.
Gabriel Garcia Marquez