T. Movimientos Estereotipados
T. Movimientos Estereotipados
T. Movimientos Estereotipados
Para empezar, se hace importante recordar que existen cuatro características que deben
estar presentes en cualquier conducta, para que esta pueda ser considerada “estereotipada”:
a) ser repetitiva y rítmica; b) ser invariable en topografía; c) ser rara y excesiva en
frecuencia, tasa y amplitud en relación con el contexto medioambiental o social en el que
ocurren, y d) no tener una función aparente o una consecuencia medioambiental (Caballo &
Simón, 2001).
Pese a la creencia “popular”, los movimientos estereotipados que le acarreen a la persona
consecuencias negativas (riesgo de muerte o lesión), no son clasificados como un trastorno
de movimientos estereotipados, sino que se les da el nombre de “Trastorno del movimiento
estereotipado con conducta autolesiva”.
Para explicar los orígenes y el trascurso de este trastorno, se han desarrollado diferentes
teorías que buscan explicar desde diversos campos (biológico, conductual) y de manera
adecuada los factores que envuelven este trastorno. Para empezar, las teorías biológicas del
TME lo implican con síndromes orgánicos cerebrales, alteraciones neuroquímicas y un
cierto descontrol de la homeostasis corporal. En cambio, las teorías conductuales relacionan
los movimientos estereotipados con respuestas operantes mantenidas por reforzamiento, ya
sea positivo o negativo.
Para poder realizar el diagnóstico del TME se hace necesario emplear una evaluación en
dos “pasos”, primero se evalúa la conducta problema y su función, para después pasar a los
factores responsables del mantenimiento de las estereotipias o de las autolesiones. Existen
diferentes cuestionarios para evaluar el TME, como por ejemplo el cuestionario para
conductas estereotipadas de Gutermuth, e incluso la observación de los movimientos
estereotipados en ciertas situaciones consideradas estratégicas puede aportar al diagnóstico
del trastorno.
Por último, y para concluir este “resumen” es imprescindible tratar de enunciar los posibles
tratamientos, los cuales se pueden dividir entre los tratamientos biológicos y conductuales.
Si bien los avances en la creación y aplicación de tratamientos biológicos para este
trastorno son avanzados, siguen predominando en el tratamiento de este las técnicas
conductuales, ya que con estas no se tiene un riesgo de intoxicación o sobredosis. Algunas
técnicas conductuales aplicadas son: La sobrecorrección, la extinción, el reforzamiento
diferencial.