Ciudadania y Democracia

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La ciudadanía y la democracia son dos conceptos que, en la actualidad, conforman

el centro del pensamiento político; por esta razón, se encuentran estrechamente


vinculados. Teniendo en cuenta el sentido común, se puede establecer que sin la
existencia de la democracia tampoco sería posible la existencia de la ciudadanía.

Ciudadanía: La ciudadanía es la condición de pertenencia de un individuo (ciudadano) a una


sociedad o comunidad organizada.
Democracia: En cuanto a la democracia, esta también surge durante el siglo V a. C. La etimología de
esta palabra quiere decir “gobierno del pueblo”, lo que indica que se trata de un gobierno que es
controlado y dirigido por el pueblo.
Nacionalidad: La nacionalidad es un elemento fundamental en la vida del individuo, en tanto en
cuanto le permite pertenecer a un grupo, identificarse con éste y, a la vez, le otorga la protección del
Estado y la posibilidad del ejercicio de sus derechos conforme a las normas jurídicas del mismo
Valores patrios: Es el sentimiento que tiene un ser humano por la tierra natal o adoptiva a la que se
siente ligado por unos determinados valores, cultura, historia y afectos. Sentido de pertenencia: Es
sentirse parte de un grupo, una sociedad o de una institución, esto tiene su origen en la familia ya que
es el primer grupo al que pertenecemos.
Origen de ciudadanía: El origen de la ciudadanía —como concepto y como hecho histórico— se
remonta a la antigua Grecia, específicamente a partir del siglo V a. C., momento en el cual surgió el
primer modelo de gobierno democrático.
Responsabilidad: Ejercer los derechos de una ciudadanía democrática implica que se debe actuar
de manera responsable; por lo tanto, los ciudadanos deben participar en la búsqueda y el
entendimiento del interés colectivo.
Además, los ciudadanos demócratas deben velar por el cumplimiento tanto individual como
colectivo de algunas metas básicas que contribuyen a conseguir el desarrollo de la sociedad. Por
ejemplo, los individuos deben velar por la educación tanto propia como la de sus hijos.

Derecho al voto: Uno de los elementos fundamentales que caracteriza a la ciudadanía


democrática es que los ciudadanos demócratas deben ejercer su derecho al voto a partir de la
mayoría de edad (que puede variar dependiendo de las leyes de cada país).
También poseen el derecho a participar en los asuntos políticos del Estado y pueden postularse
para cargos que son de elección popular.

Instauración de diálogos: Una ciudadanía democrática ideal también se caracteriza por permitir el
diálogo, creando un espacio en el que se gesta la tolerancia pero que también permite la
realización de un debate plural.
En este caso, el diálogo permite que se lleven a cabo las acciones conjuntas necesarias que
contribuyan a las mejoras colectivas. A su vez, los ciudadanos ejemplares deben mostrar respeto
por la opinión de los demás. Una ciudadanía democrática ejercida sabiamente refuerza los valores
patrios y demuestra la dignidad de cada individuo.

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