Teorias Del Concepto de Identidad (Cultura Universitaria)

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Universidad Nacional Experimental De Guayana

Vicerrectorado Académico
Coordinación General De Pregrado

Proyecto De Carrera: Ingeniería Industrial


Semestre: I Sección: 1
Materia: Orientación y Cultura Universitaria

Teorías del concepto de identidad

Profesora:
Isabel Ontiveros

Bachiller:
Iverson Lezama
C.I.28.627.872

Guasipati, Julio del 2020


INTRODUCCIÓN

La identidad como objeto de estudio en las Ciencias Sociales vive un momento de


auge. Recibe atención desde distintas disciplinas, perspectivas y enfoques teóricos,
desde la identidad nacional hasta la identidad individual. Sin embargo, no hace
demasiado tiempo, Levi-Strauss (1.976, 1.995,) afirmaba que la identidad era un tópico
pasado de moda, quizás tras la avalancha provocada por los trabajos de Erik JI. Erikson
en los años 60. Pero hemos de tener en cuenta también toda la producción sobre
conceptos afines o cercanos a la identidad, como el yo y el ‘self’, tan propios a algunos
enfoques de la Psicología y de la Psicología Social.

Desde nuestro punto de vista, la identidad, o cualquiera de sus variantes conceptuales,


es un asunto llamado a tener un lugar predominante en las Ciencias Sociales, pero sobre
todo en la Psicología Social. Este concepto atraviesa una polaridad clave para la
disciplina, como es lo individual frente a lo social, las formas en que individuo y
sociedad quedan ligados. No en vano la identidad es un constructo cognitivo en tanto la
persona ha de reconocerse en una concepción auto referida, en una serie de relatos de
identidad; y a la vez no se puede entender la identidad sin la participación de las otras
personas con las que interactúa el individuo .como tampoco sin el concurso de las
posibilidades de ser presentes en cada sociedad. Por tanto, tratar de entender la
identidad en sus contenidos y procesos supone hacerse cargo tanto del marco social
como de los individuos concretos que viven en su seno, en un movimiento, doble y
difícil hacia la individualidad y la socialidad-influencia social.

Estos contenidos de la identidad toman forma en una serie de relatos que giran en
tomo a concepciones, estereotipos, etc., de raíz marca da mente social. La persona no
puede escapar de su medio para construir una identidad propia e intercambiable. Por
tanto, habíamos de acceder a esos relatos identitarios e identificar en ellos los
significantes con los que reconocen y son reconocidos nuestros sujetos, así como los
significados que se asocian a ellos.

En el presente trabajo se inicia con un breve recorrido todo sobre las teorías de la
identidad, junto con la descripción del contexto en que surge y se desarrolla. Tras una
sucinta explicación del concepto se da paso a la presentación de los artículos que
componen este monográfico, cuyo objetivo principal es mostrar algunos de los trabajos
que se están desarrollando en la actualidad bajo el marco teórico de la Identidad,
aplicados a diversos ámbitos de la psicología social como, por ejemplo, el
organizacional o el político.
CONCEPTO DE IDENTIDAD

“La identidad es la fuente de significado y experiencia para las personas.” Manuel


Castells (1997) define el concepto de identidad bajo un concepto social, como el
proceso de construcción del significado en base a atributos culturales. La definición de
identidad será estudiada bajo un enfoque social para los propósitos de esta tesis. Las
identidades pueden originarse a partir de instituciones dominantes y se convierten en
identidades solo cuando los actores sociales las hacen internas y construyen su
significado alrededor de esta internación.

Desarrollo de la Teoría de identidad social

La Teoría de identidad social (TIS) fue desarrollada por Henri Tajfel y John Turner en
1979. Dicha teoría contiene tres ideas centrales: categorización, identificación y
comparación.

A) Categorización: Las personas tienden a categorizar objetos para entenderlos, de


manera similar el ser humano categoriza a las personas y de esta manera poder
comprender nuestro entorno social. Dichas categorías pueden ser blanco, negro,
australiano, cristiano, musulmán, estudiante, obrero, etc... Al categorizar a los
individuos, uno mismo puede encontrar la categoría a la que pertenece; tomando
actitudes propias de nuestra categoría.

B) Identificación: Nosotros nos identificamos con grupos a los que creemos pertenecer.
La identificación lleva consigo dos significados. Parte de quienes somos está regido por
el grupo al que pertenecemos, algunas veces pensamos como “nosotros” y algunas otras
como “yo”. De esta manera, a veces pensamos en nosotros como miembros de algún
grupo y otras en nosotros como individuos únicos. Lo importante de tal afirmación es
que al pensar en nosotros como miembros de un grupo se le define como identidad
social. Al pensar en nosotros como individuos se le llama identidad personal.

C) Comparación: De alguna forma, nosotros nos vemos igual que los demás, es decir,
tratamos a los miembros de nuestro grupo de manera similar. Como ejemplo ponemos
el caso de las guerras; los miembros del grupo opuesto son tratados de manera distinta
al grupo interno, pero a todos los miembros del grupo opuesto se les considera
idénticos. Esta es la idea de la comparación social, idea que argumenta que para auto-
evaluarnos nos comparamos con otros similares a nosotros.
Desde una perspectiva más global, Turner señala que los miembros del grupo
comparan a su grupo con otros grupos para poder definir a su grupo dentro de un
concepto positivo y del mismo modo definirse ellos mismos de forma positiva. Dos
ideas se derivan de la comparación social: la primera, es que los miembros del grupo se
ven motivados al ver su grupo relativamente mejor que otros grupos; esta es la
distinción positiva. La segunda idea es la distinción negativa en donde los grupos
tienden a minimizar las diferencias entre los grupos para poder ver de manera favorable
al propio. Dentro de este concepto, entra la comparación social de la población alemana
siendo la región Occidental la que contiene la distinción positiva y la región oriental la
distinción negativa.

Teoría de la identidad social

En esencia, esta teoría sugiere que las personas tienden a maximizar su autoestima
mediante la identificación con todos aquellos grupos sociales específicos a los que
pertenecen e intentando además que sean valorados de forma positiva, en comparación
con los otros grupos. En particular, de acuerdo con Gómez (2006), dentro de esta teoría
juega un papel imprescindible el concepto de la categorización, entendido éste como un
proceso de simplificación y orden de la realidad social. Es la tendencia a dividir el
mundo social en dos categorías más bien separadas: nuestro endogrupo (“nosotros”) y
varios exogrupos (“ellos”). Y es a través de dicho proceso como los individuos
construyen su identidad social, haciendo más sencilla su percepción de la realidad
social. El proceso de la categorización, a su vez, acentúa las diferencias entre categorías
distintas e incrementa las semejanzas entre los miembros que pertenecen a una misma
categoría, es decir, minimiza las diferencias dentro de esa categoría.

La identidad social se forma entonces por la pertenencia a un grupo; que sea positiva
o negativa dependerá de la valoración que el individuo haga de su grupo en
comparación con otros grupos. De ahí la importancia del proceso de comparación
social, por el cual las personas tiende a compararse a sí mismos con otros. Por tanto,
aquí la comparación social no sólo implica ser diferente, sino también que hay que
buscar ser mejor.

Como consecuencia, los grupos tienden a competir por una identidad social positiva a
través de una diferenciación con otros grupos en la cual salgan beneficiados. Y en el
supuesto de que los individuos no se encuentren satisfechos con su identidad social,
tienen tres posibles alternativas para lograr una valoración más positiva: la movilidad
individual, la creatividad social o la competición social. Ahora bien, la identidad social
positiva en una comparación social se puede alcanzar por una distinción positiva del
propio grupo ante otros, sin que se produzca necesariamente una discriminación
negativa hacia el exogrupo (Gómez, 2006).La Teoría de la identidad social, en realidad,
se desarrolla a partir de la investigación del Paradigma del Grupo Mínimo (Tajfel,
Flament, Billing y Bundy, 1971), que puso de relieve la tendencia al favoritismo hacia
el propio grupo, como una tendencia de comportamiento intergrupal para conseguir una
identidad social positiva en las comparaciones entre grupos (Huici y Gómez Berrocal,
2004).
Este paradigma demuestra que la mera categorización, aunque se deba a criterios
arbitrarios, produce favoritismo endogrupal. Así, los experimentos pusieron de relieve
que las personas se preocupan por crear la mayor diferencia posible en el reparto de
recursos entre su grupo y el exogrupo, lo cual supone una discriminación social de este
otro grupo. Lo sugerente de sus resultados es que esto se producía incluso cuando el
criterio para clasificar a las personas en dos grupos había sido trivial, no existía
interacción ni dentro del endogrupo, ni con el exogrupo y, además, lo que se repartían
eran puntos (Gómez, 2006).

Como se desprende de lo expuesto, Tajfel hace hincapié en los aspectos meramente


cognitivos y presta escasa atención al papel de las claves emocionales. Este olvido
resulta curioso, dado que el objetivo último de la identidad social es maximizar la
autoestima y ésta se conceptualiza en estas perspectivas como la dimensión evaluativa-
afectiva del Yo.

Teoría de la Autocategorización

La Teoría de la identidad social continuó su desarrollo con la Teoría de la


Autocategorización de Turner et al. (1987). Tal como ocurría en la teoría de la
identidad, la autocategorización supone, prioritariamente, un proceso cognitivo y sus
aportaciones respecto de aquella se describen también en términos cognitivos. No
podemos afirmar que esta teoría rechace los componentes emocionales en la identidad
social, en realidad, no los menciona.

Teoría de la Autocategorización

La Teoría de la identidad social continuó su desarrollo con la Teoría de la


Autocategorización de Turner et al. (1987). Tal como ocurría en la teoría de la
identidad, la autocategorización supone, prioritariamente, un proceso cognitivo y sus
aportaciones respecto de aquella se describen también en términos cognitivos. No
podemos afirmar que esta teoría rechace los componentes emocionales en la identidad
social, en realidad, no los menciona.

De acuerdo con Morales (2007), tres son las aportaciones más innovadoras de esta
teoría. La primera es el proceso de despersonalización, que emerge al categorizarse la
persona a sí misma como miembro de su grupo. Cuando esto ocurre, deja de percibirse
como alguien único y diferente al resto y se considera igual que el conjunto de personas
de su grupo, similar a ellas. La segunda aportación tiene que ver con su distinción de
tres niveles de categorización del Yo (interpersonal, intergrupal e interespecies) cuyo
funcionamiento es antagónico, es decir, cuando uno de los niveles está operativo, los
otros dos quedan inhibidos.

Asimismo, los autores señalan que, en el caso del nivel intergrupal, una dimensión de
comparación únicamente estará operativa cuando las personas piensan que la
comparación que se establece tiene sentido en esa situación concreta.
Además, el contexto influye en los niveles de categorización; de forma que si un
contexto hace saliente un grupo al que pertenece la persona, se activa el nivel
intermedio, y la persona deja de pensar en sí misma como ser individual y pasará a
verse como miembro de ese grupo; esto es, la identidad social prevalecerá sobre la
personal. La última aportación significativa es el concepto de prototipo, entendido como
la persona que mejor representa la posición del grupo en alguna dimensión relevante
para el grupo. Así, de acuerdo con esta teoría, se define a las personas del propio grupo
o de otros grupos en términos del prototipo. En la medida en que los miembros del
grupo se acerquen más o menos a esa posición, más o menos respetados e influyentes
serán.

La Identidad de Género desde la Psicología

Existen muy diversas formas de definir o entender lo qué es la identidad de una


persona. Dentro del campo de la Psicología, Erickson (1968) fue uno de los pioneros al
hablar de identidad, refiriéndose a ésta como una afirmación que manifiesta la unidad de
identidad personal y cultural de un individuo. Bajo tal perspectiva el desarrollo de la
identidad es una tarea larga que inicia en la infancia, adquiere gran importancia en la
adolescencia y continúa a lo largo de la vida. Erickson (1968) propuso que la identidad
se daba como resultado de tres procesos: biológico, psicológico y social. Sin embargo,
aún cuando su modelo del desarrollo de la identidad fue llamativo y generó controversia
en distintos campos, las diversas connotaciones alrededor del término hicieron que este
constructo fuese difícil de investigar.

Tomando en cuenta las consideraciones anteriores, es posible ahora adentrarse en la


conceptuación y desarrollo de una identidad peculiarmente trascendental en la vida de
las personas indistintamente de su etnia, clase o credo, una identidad que se forja en el
entramado de un cuerpo biológicamente diferente y un conglomerado de valores y
significados en torno a éste; la identidad de género. Tal como la identidad general, la
configuración de la identidad de género implica diversas variables y procesos.
Conceptuar el constructo de identidad de género no ha sido sencillo, entre otras cosas
por la confusión conceptual que acompaña al término género. De acuerdo con
Hawkesworth (1977) este término en principio tiene al menos 25 usos diferentes,
algunas ocasiones se utiliza como un atributo o características de los individuos, en
otras, como características de las relaciones interpersonales o bien, como un tipo de
organización social e incluso una especie de simbolismo o ideología de la sociedad.

Sin embargo, los autores Money y Ehrdardt (1972) explica que la identidad de género
se define como “la igualdad a sí mismo, a la unidad y a la persistencia de la propia
individualidad como varón, como mujer o ambivalente”. Bajo dicha postura, la
identidad se refiere a cuanto una persona dice y hace para indicar a los demás o a sí
misma, el grado en que es varón o mujer. Por tanto la relación entre la identidad y el rol
de género es muy estrecha debido a que la identidad de género se convierte en última
instancia en la experiencia personal del rol de género y éste último constituye la
expresión pública de la identidad.

En una visión más integrativas, Rossan (1987) hace referencia a la identidad global,
pero en su conceptuación bosqueja la primera noción del género como parte de ésta.
Bajo su propuesta, la identidad es definida como “el complejo conjunto, más o menos
integrado de actitudes que la persona tiene sobre sí misma”. Está conformada por sub-
identidades, rasgos generalizados y un sentido de sí mismo (sentimientos o emociones).
De acuerdo con la autora, las sub-identidades surgen como resultado de los diferentes
roles que los individuos juegan en la sociedad. Estas sub-identidades cambian a través
de los contextos y el periodo de vida, sin negar el sentido de continuidad que emerge de
los otros componentes. Aunado a ello, dichas sub-identidades son significativas de
acuerdo con la posición específica, es decir, “ser padre” es más significativo que “ser de
la clase media”, en la medida en la que el primer rol requiere de la presencia de un hijo
o hija, con quien se interactúa. El segundo componente se refiere a los rasgos, es decir,
las características del individuo que están asociadas con un rol específico, pero que son
comunes en sus múltiples roles. Finalmente, el tercer elemento se refiere a la parte más
profunda de la identidad, un sentido de sí mismo, que se traduce en los sentimientos y
emociones asociadas a estos roles y características.

El Desarrollo de la Identidad Personal

    Erik Erikson (1968) transforma profundamente las fases del desarrollo propuestas
por Freud. En primer lugar, afirma que el desarrollo no se detiene hacia los 20 años,
sino que dura toda la vida. En cada etapa, el individuo se enfrenta con una tarea
específica, siendo el resultado un logro o un fracaso. Fracasar en una tarea compromete
todas las demás. En segundo lugar, las tareas se realizan dentro del medio social,
favorecidas o dificultadas por éste.

La identidad personal, la más elemental de las cuatro identidades, fue iniciada por los
psicólogos sociales (SSP) estadounidenses, particularmente Sheldon Stryker (1980).
Los SSP enfatizan cómo los factores demográficos, sociales y culturales afectan la
interacción social humana. La identidad personal es lo que hace que cada persona sea
única, definiéndola a través de sus biografías específicas (por ejemplo, nombre, lugar de
nacimiento), características únicas (por ejemplo, inteligente, atlética), identidades de rol
(por ejemplo, hija, empleada) y una combinación particular de público y privado.

La identificación de roles, también promovida por los SSP estadounidenses, en


particular George J. McCall (1966) y J. L. Simmons (1968), está inspirada en el
lenguaje de la dramaturgia. La identidad de rol se define como el rol (o carácter) que
desempeñan las personas cuando ocupan posiciones sociales específicas en grupos. Es
relacional, ya que las personas interactúan entre sí a través de sus propias identidades de
rol.
Identidad social, iniciada por psicólogos sociales psicológicos europeos, particularmente
Henri Tajfel y John C. Turner (1986) , enfatiza cómo la cognición, el afecto y los rasgos
de personalidad de una persona afectan las interacciones sociales inmediatas de persona
a persona y viceversa. Es la parte del autoconcepto de un individuo formado a través del
conocimiento de su membresía en grupos y organizaciones sociales significativos. En
resumen, es a través de nuestro ser público que podemos simplificar el mundo que nos
rodea mediante el uso de categorizaciones para inferir nuestras similitudes y diferencias
a otras personas.

Finalmente, la identidad colectiva, también desarrollada por los psicólogos sociales y


psicológicos europeos, especialmente Alberto Melucci (1986), es el yo en acción. Las
identidades colectivas son especialmente importantes para los participantes de
movimientos sociales, activistas políticos y otros que se unen para luchar a favor o en
contra del cambio social al trabajar en objetivos y planes de acción compartidos. En
resumen, es un proceso mediante el cual un conjunto de individuos interactúa para crear
un sentido compartido de identidad o conciencia grupal.
CONCLUSION

La mirada propuesta apunta a diferenciarse de diversos estudios que realizan un


análisis más coyuntural de la acción política de las organizaciones, dejando de lado los
procesos de constitución de identidades. Lo que aquí se propone en contraposición es la
reflexión en torno a la posibilidad de observar a partir de un en-tramado teórico la
heterogeneidad de distintas trayectorias que confluyen a partir de operaciones
discursivas diferentes.

La profundización en el recorrido histórico implica una búsqueda que trascienda las


identificaciones coyunturales de las organizaciones en el presente. Aquí es central
recuperar la concepción experiencial que propone Grimson (2004: 181), que destaca que
una identidad se conforma a partir de las experiencias históricas “marcantes” que son
constitutivas de modos de imaginación, cognición y acción. Las experiencias históricas
que las organizaciones comparten sedimentan articulando y conformando sus
identidades como resultado de un proceso histórico social.

La recuperación de las trayectorias políticas de las organizaciones y las experiencias


previas posibilitó reconstruir las tradiciones, las instancias de decisión, reactivación y
sedimentación para comprender las diversas articulaciones de los movimientos en la
disputa por la hegemonía. Cada nueva instancia decisoria por la que atravesaron las
organizaciones implicó un proceso en donde estas identidades reconfiguraron sus
cadenas de significación. Estos desplazamientos de los elementos constitutivos de las
identidades se dieron en lo que denominamos coyunturas, que se caracterizan por ser
períodos en donde las organizaciones evalúan las posibilidades de

En ese sentido, el proceso de articulación y reconfiguración de las identidades no


puede pensarse por fuera de las experiencias históricas ni tampoco rehuyendo del
espacio de libertad-creación que los actos de identificación generan en las identidades.
Ese espacio de creación debe analizarse en su confluencia con lo sedimentado en
tradiciones y matrices que estructuran un espacio de posibilidades de reactivación. En
este aspecto el análisis de la dinámica política a partir del concepto de identidad
desarrollado permite reconocer y explicar las acciones.
REFERENCIAS

Gómez, B. (2006) Teoría de la identidad social [Documento en Línea]. Disponible:


http://www.amdel.cl/archivos/6_Identidad%20Territorial%201.pdf[Consultado:
2020, Julio 08]

Billig, M. y Tajfel, H. (1973) Categorización social y similitud en el comportamiento


intergrupal.[Documento en Línea]. Disponible:
https://www.redalyc.org/pdf/2710/271020873006.pdf[Consultado: 2020, Julio
08]

Erikson, Erik (1968) Identidad, juventud y crisis. [Documento en Línea]. Disponible:


file:///C:/Users/chiqui/AppData/Local/Temp/DialnetRepensandoElConceptoDeI
dentidadPoliticaEnLaArgenti-6780051.pdf [Consultado: 2020, Julio 08]

Melucci, Alberto (1989) Nómadas del presente. Movimientos sociales y empollones


individuales en la sociedad contemporánea, Londres, Hutchinson. [Consultado:
2020, Julio 08]

Grimson, Alejandro (2004): “La experiencia argentina y sus fantasmas”, en Grimson,


Alejandro (comp.) La cultura en las crisis latinoamericanas, Buenos Aires,
CLACSO, pp. 177-193. [Consultado: 2020, Julio 08]

Giménez, Gilberto (1997): “Materiales para una teoría de las identi-dades sociales”. En:
Frontera Norte Nº 18, julio-diciembre, México, El Colegio de la Frontera Norte,
pp. 9-28. [Consultado: 2020, Julio 08]

Giménez, Gilberto (2004): “Cultura e identidades”, en Revista Mexica-na de


Sociología, México, Año 66, Nº especial. [Consultado: 2020, Julio 08]

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