Teorias Del Concepto de Identidad (Cultura Universitaria)
Teorias Del Concepto de Identidad (Cultura Universitaria)
Teorias Del Concepto de Identidad (Cultura Universitaria)
Vicerrectorado Académico
Coordinación General De Pregrado
Profesora:
Isabel Ontiveros
Bachiller:
Iverson Lezama
C.I.28.627.872
Estos contenidos de la identidad toman forma en una serie de relatos que giran en
tomo a concepciones, estereotipos, etc., de raíz marca da mente social. La persona no
puede escapar de su medio para construir una identidad propia e intercambiable. Por
tanto, habíamos de acceder a esos relatos identitarios e identificar en ellos los
significantes con los que reconocen y son reconocidos nuestros sujetos, así como los
significados que se asocian a ellos.
En el presente trabajo se inicia con un breve recorrido todo sobre las teorías de la
identidad, junto con la descripción del contexto en que surge y se desarrolla. Tras una
sucinta explicación del concepto se da paso a la presentación de los artículos que
componen este monográfico, cuyo objetivo principal es mostrar algunos de los trabajos
que se están desarrollando en la actualidad bajo el marco teórico de la Identidad,
aplicados a diversos ámbitos de la psicología social como, por ejemplo, el
organizacional o el político.
CONCEPTO DE IDENTIDAD
La Teoría de identidad social (TIS) fue desarrollada por Henri Tajfel y John Turner en
1979. Dicha teoría contiene tres ideas centrales: categorización, identificación y
comparación.
B) Identificación: Nosotros nos identificamos con grupos a los que creemos pertenecer.
La identificación lleva consigo dos significados. Parte de quienes somos está regido por
el grupo al que pertenecemos, algunas veces pensamos como “nosotros” y algunas otras
como “yo”. De esta manera, a veces pensamos en nosotros como miembros de algún
grupo y otras en nosotros como individuos únicos. Lo importante de tal afirmación es
que al pensar en nosotros como miembros de un grupo se le define como identidad
social. Al pensar en nosotros como individuos se le llama identidad personal.
C) Comparación: De alguna forma, nosotros nos vemos igual que los demás, es decir,
tratamos a los miembros de nuestro grupo de manera similar. Como ejemplo ponemos
el caso de las guerras; los miembros del grupo opuesto son tratados de manera distinta
al grupo interno, pero a todos los miembros del grupo opuesto se les considera
idénticos. Esta es la idea de la comparación social, idea que argumenta que para auto-
evaluarnos nos comparamos con otros similares a nosotros.
Desde una perspectiva más global, Turner señala que los miembros del grupo
comparan a su grupo con otros grupos para poder definir a su grupo dentro de un
concepto positivo y del mismo modo definirse ellos mismos de forma positiva. Dos
ideas se derivan de la comparación social: la primera, es que los miembros del grupo se
ven motivados al ver su grupo relativamente mejor que otros grupos; esta es la
distinción positiva. La segunda idea es la distinción negativa en donde los grupos
tienden a minimizar las diferencias entre los grupos para poder ver de manera favorable
al propio. Dentro de este concepto, entra la comparación social de la población alemana
siendo la región Occidental la que contiene la distinción positiva y la región oriental la
distinción negativa.
En esencia, esta teoría sugiere que las personas tienden a maximizar su autoestima
mediante la identificación con todos aquellos grupos sociales específicos a los que
pertenecen e intentando además que sean valorados de forma positiva, en comparación
con los otros grupos. En particular, de acuerdo con Gómez (2006), dentro de esta teoría
juega un papel imprescindible el concepto de la categorización, entendido éste como un
proceso de simplificación y orden de la realidad social. Es la tendencia a dividir el
mundo social en dos categorías más bien separadas: nuestro endogrupo (“nosotros”) y
varios exogrupos (“ellos”). Y es a través de dicho proceso como los individuos
construyen su identidad social, haciendo más sencilla su percepción de la realidad
social. El proceso de la categorización, a su vez, acentúa las diferencias entre categorías
distintas e incrementa las semejanzas entre los miembros que pertenecen a una misma
categoría, es decir, minimiza las diferencias dentro de esa categoría.
La identidad social se forma entonces por la pertenencia a un grupo; que sea positiva
o negativa dependerá de la valoración que el individuo haga de su grupo en
comparación con otros grupos. De ahí la importancia del proceso de comparación
social, por el cual las personas tiende a compararse a sí mismos con otros. Por tanto,
aquí la comparación social no sólo implica ser diferente, sino también que hay que
buscar ser mejor.
Como consecuencia, los grupos tienden a competir por una identidad social positiva a
través de una diferenciación con otros grupos en la cual salgan beneficiados. Y en el
supuesto de que los individuos no se encuentren satisfechos con su identidad social,
tienen tres posibles alternativas para lograr una valoración más positiva: la movilidad
individual, la creatividad social o la competición social. Ahora bien, la identidad social
positiva en una comparación social se puede alcanzar por una distinción positiva del
propio grupo ante otros, sin que se produzca necesariamente una discriminación
negativa hacia el exogrupo (Gómez, 2006).La Teoría de la identidad social, en realidad,
se desarrolla a partir de la investigación del Paradigma del Grupo Mínimo (Tajfel,
Flament, Billing y Bundy, 1971), que puso de relieve la tendencia al favoritismo hacia
el propio grupo, como una tendencia de comportamiento intergrupal para conseguir una
identidad social positiva en las comparaciones entre grupos (Huici y Gómez Berrocal,
2004).
Este paradigma demuestra que la mera categorización, aunque se deba a criterios
arbitrarios, produce favoritismo endogrupal. Así, los experimentos pusieron de relieve
que las personas se preocupan por crear la mayor diferencia posible en el reparto de
recursos entre su grupo y el exogrupo, lo cual supone una discriminación social de este
otro grupo. Lo sugerente de sus resultados es que esto se producía incluso cuando el
criterio para clasificar a las personas en dos grupos había sido trivial, no existía
interacción ni dentro del endogrupo, ni con el exogrupo y, además, lo que se repartían
eran puntos (Gómez, 2006).
Teoría de la Autocategorización
Teoría de la Autocategorización
De acuerdo con Morales (2007), tres son las aportaciones más innovadoras de esta
teoría. La primera es el proceso de despersonalización, que emerge al categorizarse la
persona a sí misma como miembro de su grupo. Cuando esto ocurre, deja de percibirse
como alguien único y diferente al resto y se considera igual que el conjunto de personas
de su grupo, similar a ellas. La segunda aportación tiene que ver con su distinción de
tres niveles de categorización del Yo (interpersonal, intergrupal e interespecies) cuyo
funcionamiento es antagónico, es decir, cuando uno de los niveles está operativo, los
otros dos quedan inhibidos.
Asimismo, los autores señalan que, en el caso del nivel intergrupal, una dimensión de
comparación únicamente estará operativa cuando las personas piensan que la
comparación que se establece tiene sentido en esa situación concreta.
Además, el contexto influye en los niveles de categorización; de forma que si un
contexto hace saliente un grupo al que pertenece la persona, se activa el nivel
intermedio, y la persona deja de pensar en sí misma como ser individual y pasará a
verse como miembro de ese grupo; esto es, la identidad social prevalecerá sobre la
personal. La última aportación significativa es el concepto de prototipo, entendido como
la persona que mejor representa la posición del grupo en alguna dimensión relevante
para el grupo. Así, de acuerdo con esta teoría, se define a las personas del propio grupo
o de otros grupos en términos del prototipo. En la medida en que los miembros del
grupo se acerquen más o menos a esa posición, más o menos respetados e influyentes
serán.
Sin embargo, los autores Money y Ehrdardt (1972) explica que la identidad de género
se define como “la igualdad a sí mismo, a la unidad y a la persistencia de la propia
individualidad como varón, como mujer o ambivalente”. Bajo dicha postura, la
identidad se refiere a cuanto una persona dice y hace para indicar a los demás o a sí
misma, el grado en que es varón o mujer. Por tanto la relación entre la identidad y el rol
de género es muy estrecha debido a que la identidad de género se convierte en última
instancia en la experiencia personal del rol de género y éste último constituye la
expresión pública de la identidad.
En una visión más integrativas, Rossan (1987) hace referencia a la identidad global,
pero en su conceptuación bosqueja la primera noción del género como parte de ésta.
Bajo su propuesta, la identidad es definida como “el complejo conjunto, más o menos
integrado de actitudes que la persona tiene sobre sí misma”. Está conformada por sub-
identidades, rasgos generalizados y un sentido de sí mismo (sentimientos o emociones).
De acuerdo con la autora, las sub-identidades surgen como resultado de los diferentes
roles que los individuos juegan en la sociedad. Estas sub-identidades cambian a través
de los contextos y el periodo de vida, sin negar el sentido de continuidad que emerge de
los otros componentes. Aunado a ello, dichas sub-identidades son significativas de
acuerdo con la posición específica, es decir, “ser padre” es más significativo que “ser de
la clase media”, en la medida en la que el primer rol requiere de la presencia de un hijo
o hija, con quien se interactúa. El segundo componente se refiere a los rasgos, es decir,
las características del individuo que están asociadas con un rol específico, pero que son
comunes en sus múltiples roles. Finalmente, el tercer elemento se refiere a la parte más
profunda de la identidad, un sentido de sí mismo, que se traduce en los sentimientos y
emociones asociadas a estos roles y características.
Erik Erikson (1968) transforma profundamente las fases del desarrollo propuestas
por Freud. En primer lugar, afirma que el desarrollo no se detiene hacia los 20 años,
sino que dura toda la vida. En cada etapa, el individuo se enfrenta con una tarea
específica, siendo el resultado un logro o un fracaso. Fracasar en una tarea compromete
todas las demás. En segundo lugar, las tareas se realizan dentro del medio social,
favorecidas o dificultadas por éste.
La identidad personal, la más elemental de las cuatro identidades, fue iniciada por los
psicólogos sociales (SSP) estadounidenses, particularmente Sheldon Stryker (1980).
Los SSP enfatizan cómo los factores demográficos, sociales y culturales afectan la
interacción social humana. La identidad personal es lo que hace que cada persona sea
única, definiéndola a través de sus biografías específicas (por ejemplo, nombre, lugar de
nacimiento), características únicas (por ejemplo, inteligente, atlética), identidades de rol
(por ejemplo, hija, empleada) y una combinación particular de público y privado.
Giménez, Gilberto (1997): “Materiales para una teoría de las identi-dades sociales”. En:
Frontera Norte Nº 18, julio-diciembre, México, El Colegio de la Frontera Norte,
pp. 9-28. [Consultado: 2020, Julio 08]