El Principito
El Principito
El Principito
Unidad
Educativa
Fisco
Misional
“Juan
XXIII”
Tema
El Principito
Nombre
Camilo
Zambrano
Basantes
Materia
Lengua y
Literatura
Docente
Lcda. Milena
Tenorio
Curso
Noveno “B”
Año lectivo
2019 - 2020
La historia inicia con los recuerdos del Aviador, personaje desde cuyo punto de
vista se narra la acción. Se trata de un personaje que desde niño ha sentido que
no encaja con el mundo formal y pragmático que han creado los adultos. Sus
puntos de vista son distintos: donde el veía un elefante dentro de una serpiente,
los demás veían un sombrero.
Ya de adulto, el Aviador prefiere dar largos vuelos en avión antes que la
compañía de sus contemporáneos. Durante uno de estos vuelos, su avión sufre
un desperfecto y se ve obligado a descender en el desierto del Sahara, en el cual
se encuentra con el Principito. El Principito es un niño que aparenta ocho años
de edad, rubio y vestido con ropas propias de su rango. En cuanto traba amistad
con el Aviador, le pide que le pinte un cordero. Dudando de sus cualidades
como dibujante, el Aviador dibuja el elefante dentro de la serpiente de su niñez,
el cual es reconocido por el Principito, quien insiste en que le haga el dibujo de
un cordero. Tras algunos vanos intentos, el Aviador dibuja una caja con
agujeros, indicándole al Principito que el cordero se encuentra dentro. El
Principito aprueba el dibujo y se queda con él.
Durante el tiempo que tarda el Aviador en reparar su avión, recibe las visitas del
Principito, quien le revela que proviene de otro planeta, al que describe como
muy pequeño.
El planeta del Principito es identificado por el Aviador como el asteroide B 612.
Precisa que este dato está dirigido a las personas mayores, quienes entienden
las cosas a partir de las cifras. Con la mención al número del asteroide, el
Aviador considera que cumple con demostrar la verdad de su existencia.
El Principito le cuenta al Aviador que en su planeta crecen unos baobabs, árbol
que en la Tierra alcanza proporciones descomunales, pero que en el planeta del
Principito no son sino meros arbustos. El Principito revela así para qué necesita
al cordero: para que se coma las hojas de los baobabs y estos no acaben con su
planeta.
El Aviador recuerda otros aspectos de la personalidad del Principito, entre ellos,
su soledad, su melancolía y su gusto por ver puestas de sol, sobre todo cuando
se siente triste.
El Principito manifiesta su preocupación respecto a lo que comen los corderos.
Sobre todo, desea saber si además de arbustos, pueden comer flores. El Aviador
responde con fastidio ante estas preguntas, dado que se encuentra ocupado en
la tarea de reparar su avión. El Principito entonces le recrimina por ser como las
personas mayores, por su carencia de interés en el destino de las flores y su
relación con los corderos. La ira del Principito culmina en llanto.
El Principito le revela al Aviador que a en su planeta existía una flor muy
especial, muy hermosa pero a la vez vanidosa y orgullosa. La flor despierta el
ingenuo amor del Principito, pero al mismo tiempo, lo confunde. El amor del
Principito hacia la flor se llena de dudas.
El Principito decide dejar su planeta, y decide aprovechar el vuelo de una
bandada de pájaros para dejar su mundo. Antes de irse, limpia los volcanes,
poda los baobabs y se despide de la flor, la cual le dice que lo ama y le pide
disculpas por no haberse hecho entender, al tiempo que le recrimina al
Principito haber sido tan tonto como ella. La flor apura al Principito para que
parta sin que la vea llorar.
El Principito inicia un periplo por otros asteroides. El primero que visita está
habitado por un rey, quien aparenta ostentar un gran poder pero que al mismo
tiempo evidencia carecer de súbditos para ejercerlo. Le pide al Principito que se
quede con él, pero el Principito decide continuar su viaje.
El segundo planeta que visita el Principito estaba habitado por un vanidoso,
cuyo único deseo es que lo aclamen y lo admiren. El Principito, antes de dejarlo,
le pregunta para qué le sirve que lo admiren, sin obtener respuesta.
El siguiente planeta visitado por el Principito estaba habitado por un bebedor,
un ebrio que bebe para olvidar que tiene vergüenza de beber, lo cual deja al
Principito perplejo.
El Principito visita luego un planeta habitado por un hombre de negocios, quien
trafica con las estrellas: la cuenta, las registra, en fin, las posee. El Principito le
increpa que eso no es de ninguna utilidad para las estrellas, dejando al hombre
de negocios desconcertado.
El siguiente planeta estaba habitado por un farolero y su farol, el cual encendía
y apagaba velozmente, puesto que su planeta giraba con mucha rapidez. El
Principito lo deja con cierto pesar, pues le simpatiza este hombre que cumple su
deber sin cuestionarlo, y al mismo tiempo, lamenta perderse las sucesivas
puestas de sol que se producían en aquel mundo.
El sexto planeta estaba habitado por un geógrafo, rodeado de mapas y libros.
Confunde al Principito con un explorador, y le pide noticias y detalles de su
mundo. Al hablarle de la flor, el geógrafo le informa que las flores son efímeras,
es decir, están destinadas a desaparecer, lo cual despierta remordimientos en el
Principito, por haberla dejado sola.
El Principito llega por fin a la Tierra, planeta del cual se destacan su gran
cantidad de habitantes y el actuar sincronizado de los faroleros de todo el
mundo, ocupados en encender y apagar los faroles de todos los continentes.
Se hacen algunas precisiones sobre la cantidad de habitantes de la Tierra, que
en realidad pueden caber todos en una isla. El Principito se pregunta por la
gente, dado que ha caído en África, donde se encuentra con una serpiente que
habla en enigmas, aclarándole al Principito que a pesar de su apariencia, es más
poderosa que el dedo de un rey y que puede ayudarlo a volver a su planeta.
El Principito encuentra una flor solitaria, a la que pregunta por los hombres. La
flor, en toda su vida, no ha visto más que seis o siete, y considera que los
hombres viven molestos por no tener raíces.
El Principito escala una gran montaña, y descubre el eco, que lo lleva a
reflexionar acerca de la falta de originalidad de los hombres.
El Principito llega al fin a un camino, junto a un jardín lleno de rosas. Descubre
entonces que la flor que dejó en su planeta no era una flor única, sino una más
de las tantas rosas que existen. Esto lo entristece mucho.
Al fin, conoce a un zorro, quien también está en búsqueda de un amigo, un ser
al cual “domesticar”, es decir, alguien con quien formar un vínculo de amistad.
Ambos llegan a ser amigos, y en este proceso, el Principito descubrirá lo que
realmente hacía especial a su flor. El zorro y el Principito se separan, luego de
que el zorro le revela su secreto: sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es
invisible a los ojos.
Siguiendo su camino, el Principito se encuentra con un guardavía, quien le
explica su trabajo, consistente en agrupar pasajeros y embarcarlos en trenes. El
guardavía ignora los motivos que llevan a la gente a movilizarse de un lugar a
otro tan rápidamente.
El Principito conoce a un comerciante, un vendedor de píldoras que evitan la
sed. Esto proporciona tiempo extra que, desde el punto de vista del Principito,
bien podría emplearse en dirigirse a una fuente para beber.
El Aviador, quien no ha podido reparar su avión, dice al Principito que si no
consiguen agua, morirán de sed. El Principito replica que es bueno haber tenido
un amigo, aún si se va a morir. Ambos empiezan a buscar un pozo. El Principito
se queda dormido pensando en su flor, mientras el Aviador decide llevarlo en
sus brazos, hasta que logran encontrar un pozo.
El Principito y el Aviador satisfacen su sed, al tiempo que conversan sobre lo
extraños que son los hombres. El Principito ríe al ver los dibujos que ha hecho el
Aviador, y recuerda que está por cumplirse un año desde su llegada a la Tierra.
El Aviador deja al Principito, pues debe reparar su avión.
Al día siguiente, el Aviador regresa con el Principito, quien se encuentra muy
triste debido al paso que va a dar. Le recuerda al Aviador que debe mirar las
estrellas, porque el vivirá en una de ellas, con su flor. Le dice además que el
podrá oír su risa en todas las estrellas. El Aviador deja al Principito en el suelo,
para ser mordido por la serpiente y morir instantáneamente.
Pasados los años, el Aviador descubre que el Principito ha olvidado un bozal
dibujado para el cordero, de modo que es posible que en algún descuido, el
cordero se pueda soltar y comerse la flor. El Aviador mantiene la esperanza de
volver a ver al Principito, pidiendo al lector que le avise si alguna vez vuelve a la
Tierra.
Al leer el cuento del principito, nos recuerda el motivo del por qué y el para qué
vivimos. Nos habla del esfuerzo, el sacrificio, el tiempo dedicado a desarrollar
nuestras aptitudes, la lucha por alcanzar los ideales nobles, el afán por estrechar
lazos de amor y amistad, y que todo ello tiene una recompensa en forma de
satisfacción, alegría, esperanza e ilusión; pero no se ve, porque lo esencial y lo
que nos embellece es invisible a los ojos.
También notamos en esta obra que todos nos enfrentamos a momentos duros
en nuestra vida pero que hay que saber atajarlos, debemos tener claro que
incluso de las peores experiencias se pueden aprovechar muchas enseñanzas.
Otra cosa que nos hace notar es que debemos estar conscientes que todas
nuestras acciones tienen consecuencias. Algunas son más importantes que otras
e incluso pueden afectarnos a nosotros o no, pero debemos actuar con
precaución y con respeto, para nosotros y para el resto.