¿Hacia Dónde Se Dirigen Los Estadios Postmodernos Parami

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Titulo: ¿Hacia dónde se dirigen los Estadios Deportivos en el Período Postmoderno?

Dr. Juan Luis Paramio Salcines


Profesor Contratado Doctor de Planificación y Gestión Deportiva
Facultad de Formación del Profesorado y Educación, Universidad Autónoma de Madrid

Datos de la publicación:
Paramio, J.L. (2004) ¿Hacia dónde se dirigen los estadios postmodernos?, en Apunts,
Barcelona, n. 78, 41-50.
Resumen

Desde el nacimiento de la ‘primera generación de estadios deportivos’ modernos en Gran Bretaña


en el siglo XIX, los estadios han destacado por ser edificios donde con cierta frecuencia se han
plasmado los valores político-económicos, socio-culturales y deportivos de cada época así como las
condiciones del entorno urbano donde se ubicaban. Con la transición hacia un período postmoderno
(post-industrial), la influencia e interconexión de factores globales y locales ha contribuido a la
aparición y proliferación de lo que diferentes autores señalan como una ‘nueva (cuarta) generación’
de estadios y pabellones deportivos postmodernos.

Para comprender mejor el origen, el desarrollo y las variadas significaciones asociadas a esta nueva
hornada de estadios postmodernos, el artículo, basándose en una revisión bibliográfica
multidisciplinar, analiza inicialmente algunos de principales valores, identidades y significados que
han ido asociados a los estadios modernos. Para posteriormente, examinar de qué forma la
influencia e interconexión entre factores globales y locales ha tenido en la configuración actual de
los estadios (como nuevas catedrales del consumo, atracciones turísticas o iconos de las campañas
de promoción de las ciudades) en países occidentales. Transformaciones que son cada día más
habituales en muchos de los estadios deportivos contemporáneos, pero que no son aceptadas y
entendidas por parte de ciertos colectivos que ven peligrar la esencia de valores tradicionales de los
estadios modernos.

Abstract
Since their original creation in Great Britain in the XIX century, stadia have been one of the public
buildings that have better reflected the political, economic, social, cultural and sporting principles
of each historical period as well as the main features of the places where they have been located.

To provide a better understanding of the origin, development and meanings associated to what
different authors describe as the new (fourth) generation of ‘post-modern’ stadia, this paper,
grounded in a variety of academic disciplines, starts with an analysis of some of the main values
and meanings that have flourished in relationship with the world of modern stadia and arenas. It is
followed by the study of how global and local transformations have an influence on the new
generation of post-modern stadia and the new identities created around these buildings in western
countries (such as cathedrals of consumption, tourist attractions or leisure centres). Transformations
that have flourished in the last two decades, not without some criticism from specific groups who
are afraid of the loss of traditional values linked to modern stadia.

Palabras clave: Nueva Generación de Estadios Deportivos, Infraestructura Deportiva, Nuevos


Retos para la Gestión Deportiva
Keywords: New generation of Stadia, Sport Infrastructure, New challenges for the management of
Stadia

1
En el corazón de cada club hay un estadio; una estructura que ha albergado momentos
éxtasis y de “infartos” para los espectadores que regularmente asisten a los partidos
(Annett et al, 2000, p. 62)

El Real Madrid afrontó el reto de convertir su estadio en una unidad de negocio


multidisciplinar desde el año 2000...Uno de los retos se centraba en evolucionar desde ‘un
estadio de domingos a un centro de utilidad continua’ (González Tojo, 2004, p. 91)

Introducción

Estas dos citas nos pueden servir para reflejar, en cierta forma, la evolución que han sufrido
los estadios deportivos modernos hasta su actual configuración funcional y simbólica como
‘centros de ocio y entretenimiento’, ‘nuevas catedrales del consumo’ o ‘símbolos de
atracción turística’. En este sentido, y sin ánimo de exponer todas las características de los
estadios postmodernos si podemos decir que éstos han ido convertido en nuevos espacios
de glamour dentro de la actual oferta de servicios y productos de muchas ciudades
occidentales, equiparables a otros edificios como museos, centros de convenciones, parques
temáticos....etc. Al hilo de estos cambios, en la nueva hornada de estadios postmodernos
prevalece una mayor racionalización y regulación que en los estadios modernos (Bale,
1993). De tal modo que en los actuales estadios adquiere mayor relevancia factores como el
diseño arquitectónico, la mejora de la seguridad y el confort, la multifuncionalidad de los
espacios para organizar todo tipo de espectáculos de ocio y entretenimiento junto con la
búsqueda de una mayor rentabilización. El estadio postmoderno refleja, de este modo,
muchas de las posibilidades y límites que ha impuesto la globalización económica así como
la comercialización y profesionalización que han acontecido en el mundo del deporte en las
últimas décadas.

Mirando con cierta perspectiva histórica, la ‘primera generación’ de estadios deportivos


modernos se remonta a finales del siglo XIX en Gran Bretaña1. Proceso coincidente en el
tiempo y en el lugar, elementos de construcción social como nos recuerdan Martínez del
Castillo y Puig (1998) con el desarrollo de tres hechos relevantes como fueron la aparición
de la industrialización, el modelo político-económico capitalista ‘regulado’ y el deporte
moderno. El desarrollo de dicho modelo capitalista contribuyó a la transmisión de los

1 Para comprender el papel de los estadios modernos es necesario un acercamiento a los clásicos. Destacaron
los griegos por sus aportaciones semánticas (la palabra estadio equivale a una unidad de medida –192 metros
de largo) y arquitectónicas (construyeron los primeros estadios y a su vez influyeron en el diseño de edificios
romanos como el Anfiteatro Flavio (Colosseo) y el Circo Máximo).

2
principales valores del sistema productivo al mundo del deporte, proceso del cual los
estadios deportivos no podían quedar excluidos. Prueba de ello es la amplia trascendencia
simbólica, arquitectónica, política, económica, social y deportiva de los estadios (proceso
que se acentúa en la época actual).

Dicho esto, podemos empezar subrayando que dentro y fuera de sus límites espaciales han
tenido lugar, con una cierta regularidad, muchos sucesos relevantes en la historia. Desde el
punto de vista simbólico, los estadios han sido uno de los escasos espacios que más han
contribuido a la formación, difusión y afianzamiento de identidades individuales y
grupales, han sido un lugar privilegiado para expresar pasiones y frustraciones individuales
y colectivas, han sido uno de los foros más utilizados por múltiples colectivos para dar a
conocer todo tipo de manifestaciones y reivindicaciones...etc.

Además del enorme simbolismo, el progresivo avance arquitectónico y tecnológico de los


estadios deportivos ha permitido la realización de inolvidables gestas deportivas
individuales y colectivas; muchas de ellas no exentas, por otro lado, de marcado contenido
político. Gestas deportivas que han generado, a su vez, la creación de una sólida atracción
topofílica y de topoidolatría entre los artífices (jugadores-atletas), los espectadores y los
propios estadios2. Multitud de estadios se han convertido en símbolos de igual significación
como el que han podido alcanzar ciertos clubes, selecciones o jugadores-atletas (foto 1.
Estadio de Wembley).

Los estadios también se han distinguido negativamente por su relación con la violencia.
Aunque este fenómeno no es algo realmente nuevo y limitado al contexto inglés
(identificados con el movimiento ‘hooligan’), desastres en vidas humanas como los
acontecidos en el estadio Heysel en Bruselas en 1985 con la muerte de treinta y nueve fans
o en el estadio Hillborough en Sheffield en 1989 con noventa y cinco aficionados muertos,
fueron simplemente la espoleta que contribuyó finalmente a incorporar en la agenda
política de países y de organismos nacionales e internacionales la mejora de la seguridad y
el control de los espectadores en los estadios3. Tragedias como las acontecidas en estadios

2 La relación que liga al ciudadano con un lugar genera cuatro reacciones: topofilia (amor), topoidolatría
(idolatría), topofobia (rechazo) y toponegligencia (indiferencia). En el caso de los estadios, dicho sentimiento
ha oscilado entre la topofilia y la topoidolatría.
3 Los estadios postmodernos están sujetos a un mayor número de medidas normativas para controlar y

mejorar la seguridad dentro y fuera de los estadios. No obstante, la violencia continúa y se ha trasladado fuera

3
de fútbol y las posteriores presiones legislativas incidiendo en la seguridad y el control de
los espectadores contribuyeron a acelerar el anunciado declive del estadio deportivo
moderno a la vez que activaron la edificación de una nueva generación de estadios
deportivos postmodernos. Desde entonces, colectivos con responsabilidad y relación con el
ámbito deportivo (entre otros, legisladores, gestores, promotores y arquitectos) han
comenzado a incidir más, de forma directa o indirecta, en los proyectos arquitectónicos y
en los planes de gestión de los estadios postmodernos de nueva planta, en elementos como
la mejora de la seguridad y el confort, la multifuncionalidad de los espacios para organizar
todo tipo de espectáculos de ocio y entretenimiento junto con la búsqueda de una mayor
rentabilización.

Todos estos factores que confluyen alrededor de los estadios postmodernos surgen en
relación con el desarrollo e interrelación de factores globales que afectan al modelo
político-económico y deportivo (entre otros, la gradual transición hacia un modelo
capitalista más ‘flexible y desregularizado’, la creciente profesionalización y
comercialización del deporte, las cada vez mayores exigencias institucionales en materia de
seguridad dentro y fuera de los estadios, el espectacular avance tecnológico y de las
telecomunicaciones, la mayor movilidad geográfica y ‘virtual’ que disfrutan los
ciudadanos, etc.) y locales (entre otros, la necesidad de rentabilizar los estadios, el
estancamiento (en ocasiones progresivo descenso) del número de espectadores en los
estadios, la búsqueda de una nueva identidad como centros de entretenimiento por parte de
muchas ciudades occidentales, las crecientes demandas de ocio y espectáculo en las
sociedades occidentales, etc.).

Como respuesta se observa un crecimiento exponencial en la edificación de una nueva


(cuarta) generación de estadios y pabellones (palacios o arenas) postmodernos. Proceso que
ha coincidido con la modernización de otros muchos estadios modernos legendarios para
adaptarse a las actuales exigencias legislativas, normativas4, de gestión y de ocio de los
ciudadanos. Transformaciones que se han ido realizando no sin ciertas resistencias por
parte de clubes profesionales, seguidores tradicionales, etc.

de los estadios antes y después de los partidos. Mirando con cierta retrospectiva, muchos de los casos de
violencia se han producido con ocasión de partidos entre equipos locales. Podemos destacar negativamente el
estadio Ibrox Park del club Rangers de Glasgow donde se produjó el primer caso de violencia con la muerte
de 26 espectadores en 1907.
4 Normativa propia de la edificación y construcción, defensa contra el fuego, prevención de la violencia...etc.

4
Los significados del estadio deportivo en el período moderno
Una de las posibles formas de analizar y entender los significados asociados a los estadios
deportivos modernos es a través de su relación con el modelo político-económico
capitalista ‘regulado’, con el entorno urbano donde se ubicaban junto con el significado del
deporte ‘moderno’. Muchos de los mensajes y significados que se han forjado en los
estadios (y que han quedado grabados en los anales de la historia)5 deben ser analizados en
un contexto amplio que considere la relación entre factores productivos, económicos,
políticos, socio-culturales o deportivos (por ejemplo, el modelo productivo imperante, la
historia del lugar, la clase social y el arraigo cultural de los asistentes, su condición sexual
y étnica, el significado y arraigo del club deportivo en la ciudad, la ideología de los
gobernantes, etc.) (Bale, 1989, 1993; Annett et al, 2000; Martínez del Castillo y Puig,
1998).

Coincidiendo con el desarrollo y expansión de la Revolución Industrial y del capitalismo


moderno ‘regulado’ en un país como Gran Bretaña, aparecen los primeros estadios
deportivos modernos. La evolución hacia lo que en este artículo se argumenta como los
estadios postmodernos se puede entender a lo largo de cuatro etapas, tal como nos sugieren
Bale y Annett et al.. En una primera fase, los estadios donde se jugaba al fútbol no tenían
límites espaciales y no respondían a los criterios racionalistas que imponía el modelo
productivo. Por lo que hay que esperar a una segunda etapa (finales del siglo XIX y
principios del siglo XX), para encontrar propiamente los primeros estadios modernos en
ciudades británicas. Concretamente fue en Liverpool donde se construyó en 1892 el primer
estadio, Goodison Park, dedicado exclusivamente a albergar los partidos de fútbol del club
Everton6.

Aunque lejos de los estándares actuales de comercialización, confort y seguridad que


caracterizan, entre otros factores, a los estadios postmodernos, encontramos los primeros
atisbos de comercialización así como la introducción de criterios de racionalización y
regulación en los primeros estadios modernos. Prueba de ello fue la instalación de gradas

5 Muchos de los elementos que se comentan en el texto se pueden apreciar en el Museo Nacional del Fútbol
de la ciudad inglesa de Preston.
6 Los clubes de fútbol han sido un importante pilar sobre el cual ha girado el desarrollo de los estadios

deportivos modernos en el continente europeo; aspecto éste que ha sido tratado ampliamente por Inglis (1989,
1990) y recientemente por Spampianatto (2004).

5
laterales permanentes, localidades cubiertas (tribunas) junto con vallas perimetrales en el
terreno de juego. Novedades que representaron los primeros avances arquitectónicos y de
gestión que se incorporaron en los estadios, sobre todo británicos. Al mismo tiempo, dichas
novedades conllevaron importantes repercusiones económicas (al pagar los espectadores se
conseguía mayor financiación para los clubes), socio-espaciales y deportivas (aumento
exponencial del número de espectadores, cierta separación entre los fans y entre éstos y los
jugadores y entrenadores junto con una segregación social entre los espectadores que
acudían a tribunas y el resto de los espectadores). Tal como sugieren Annett et al. (2000, p.
64), “estas medidas contribuyeron a sentar las bases de los primeros estadios (modernos)”.
Mientras esto acontecía en el contexto británico, hay que esperar a la década de los veinte y
treinta del siglo XX para que se inicie en el continente europeo la edificación de lo que se
puede entender como ‘segunda generación’ de estadios, principalmente pensados para el
fútbol (Inglis 1990). En España, destacaban por aquella época los estadios de San Mamés
(1913) o el de Mendizorroza (1924) con un aforo de casi 20.000 espectadores (LFNP,
2000).

Pasada la II Guerra Mundial y con el desarrollo del Estado del bienestar en numerosos
países europeos, muchos de ellos, a excepción de Gran Bretaña que mantenía sus primeros
estadios, algunos con un gran aforo7, se embarcaron en la edificación de la ‘tercera
generación de estadios’. Estadios que destacaron por incrementar su capacidad, confort y
seguridad para acomodar al elevado número de espectadores que acudía regularmente a los
recintos deportivos (ver tabla 1 de la asistencia de espectadores a los estadios ingleses).
Como sugiere Annett et al. (2000), la necesidad de albergar a un mayor número de
espectadores contribuyó a la edificación de mejores estadios y esto condujó a que más
espectadores acudieran con repercusiones económicas en los clubes de fútbol (por ejemplo,
el nuevo Bernabéu construido en 1947, en su actual ubicación, bajo la dirección facultativa
de los arquitectos Muñoz Monasterio y Alemany ya tenía una capacidad para 75.343
espectadores) (Beotas, 2004; González Tojo, 2004). Como se puede apreciar en la tabla 1,
fue precisamente a finales de la década de los cuarenta, cuando se produce el cenit en la
asistencia a los estadios ingleses.

7 Ya en 1908 la ciudad de Glasgow tenía los tres estadios con más aforo del mundo (Ibrox Park, Hampden

Park y Celtic Park). En concreto, Hampden Park ostentó durante varias décadas del siglo XX el record de
asistencia a un estadio (en 1937 alcanzó un aforo de 149,415 espectadores con ocasión de un partido de fútbol
entre Inglaterra y Escocia), hasta que en 1950 se construyó el estadio de Maracaná con una capacidad de
220.000 espectadores, casi todas en localidades de pie. Actualmente, las localidades de este tipo están
prohibidas en los estadios deportivos.

6
Con ciertas similitudes con el caso europeo, en Estados Unidos se producía un ‘boom’ en la
edificación de estadios y pabellones con gran capacidad (conocidos como arenas y
superdomes) para albergar los partidos de las principales ligas profesionales. Este hecho no
se debía exclusivamente a razones deportivas y económicas, sino al importante papel que
juegan los estadios en el estilo de vida y cultura norteamericana, resaltan Wilcox y
Andrews (2003). Tradicionalmente, los norteamericanos han valorado los estadios como
espacios para ocupar su tiempo libre con actividades de ocio (antecedente de la actual
identificación de los estadios postmodernos como catedrales del consumo). De la misma
forma, sus líderes han utilizado los estadios como forma de promocionar sus ciudades.
Aspecto que será comentado posteriormente.

La relevancia del diseño arquitectónico y tecnológico que se ha producido alrededor del


mundo de los estadios ha evolucionado a la par que lo han hecho los avances tecnológicos
(el empleo de nuevos materiales (paneles prefabricados, arquitectura textil, elementos
móviles, etc) y formas arquitectónicas distintas), las demandas del modelo político-
económico y las mayores exigencias organizativas de eventos deportivos relevantes;
especialmente los Campeonatos Europeos y Mundiales de fútbol y los Juegos Olímpicos.
Los estadios construidos para los Juegos de Roma 1960, Tokio 1964 y Munich 1972 han
sido reconocidos, en opinión de arquitectos como John y Sheard, como ejemplos de
arquitectura deportiva. La celebración de Campeonatos de Europa y del Mundo de fútbol
ha relanzado igualmente a la edificación de nuevos y avanzados estadios (entre otros,
Maracaná (1950); el Azteca (1970), el Stade de France en París (1998), el SaporoDome en
Japón (2002) o recientemente el Estadio de la Luz en Lisboa o el Estadio Dragón de Oporto
(2003)) así como a acelerar el proceso de modernización de otros muchos estadios (ver
Spampiannatto, 2004).

Desde el punto de vista político y simbólico, los estadios deportivos aportan otros
elementos interesantes para el estudio de la sociedad. Así, los estadios no han sido nunca
lugares ideológicamente neutros, contraviniendo la proclamada separación entre el deporte
y la política (González Aja, 2002). Con ocasión de la celebración de eventos deportivos de
cierta relevancia nacional e internacional, gobernantes de todo tipo de regímenes políticos
han aprovechado estos foros para la difusión y confrontación de todo tipo de ideologías.
Uno de los momentos históricos más recordados de manipulación política aconteció,

7
previamente a la celebración de los Juegos Olímpicos de 1936, tras la llegada al poder de
Hitler. Tras largos debates sobre la viabilidad del evento, el ‘Deutsches Stadium’ de Berlín,
con capacidad para 110.000 espectadores, fue utilizado para difundir los ideales nazis al
mundo (Guttman, 2002; Holt, 2002).

Con cierta analogía al caso alemán, gobiernos de todo tipo, incluso democráticos han
utilizado los estadios para la difusión de sus ideales político-económicos. En el caso de
España, el régimen franquista se valió de la asistencia regular de los ciudadanos a los
estadios para presenciar partidos de fútbol para fines tan diversos como la propagación y
exaltación de la identidad nacional o como mecanismo de control social y político. A pesar
de las diferencias políticas y sociales que existían entre muchos ciudadanos, la asistencia a
los estadios, ‘su pertenencia como socios a un club deportivo o su fidelidad a un equipo de
fútbol’, subraya el historiador Villalaín (1995, p. 36) sirvió para cohesionar a los
ciudadanos españoles por aquel entonces. Proceso que todavía se observa en la actualidad.

Los estadios de ciertos clubes de fútbol profesional destacan por el enorme simbolismo que
trasciende, incluso, el ámbito deportivo. Así, en España los graderíos de estadios como el
Nou Camp, Anoeta o San Mamés, coinciden antropólogos como Feixa (2003) o
MacClancy (2003), han sido el marco espacial que ha sido utilizado por ciertos grupos para
realizar exigencias de tipo político (foto 2. Estadio Nou Camp). Este mismo proceso de
reivindicación política, unido a otros elementos identitarios como la religión o la
procedencia política, social y geográfica sigue estando presente en los graderíos de los dos
principales equipos de fútbol de Glasgow (Rangers y Celtic)8 y Liverpool (Liverpool y
Everton) (Boyle, 1994; Williams y Giulianotti, 1994). Aunque con otras connotaciones,
esta misma rivalidad se observa en los estadios de ciudades como Sevilla, Valencia,
Barcelona o Madrid. Incluso, otros dos elementos identitarios como el género y la raza no
han faltado en el estudio de los estadios. Ambos aspectos han sido estudiados en los
estadios de fútbol británicos modernos; paradigmas de la afirmación y defensa de la
identidad masculina y nacional. Algunos estadios británicos se han caracterizado también

8 En el estadio del Celtic (Ibrox Park), sus seguidores, en su mayoría católicos, con ascendencia irlandesa y
por extensión, defensores de la autonomía de Irlanda con respecto a Gran Bretaña, se enarbola la bandera
irlandesa o proliferan mensajes a favor del grupo terrorista IRA. Por otro lado, en el estadio del Rangers sus
seguidores exhiben todo tipo de pancartas señalando su defensa de la Unidad británica y de la religión
protestante.

8
por ser lugares poco hospitalarios con espectadores de raza negra y asiática (foto 3. Estadio
Inglés).

¿Hacia dónde se dirigen los estadios deportivos en el período postmoderno?

Gran parte del simbolismo asociado a los estadios modernos aún pervive y es perceptible en
muchos estadios contemporáneos. Sin embargo, la influencia y rapidez de hechos relevantes,
que han ido aconteciendo en el ámbito urbano y global en las últimas décadas, ha contribuido
a la aparición de una ‘nueva (cuarta) generación de estadios (y pabellones) postmodernos’
que tiende a dar respuesta a las amenazas así como a las oportunidades del actual período
histórico. A la hora de caracterizar a los estadios postmodernos, y basándome en las
reflexiones de autores como Amendola (2001) y Harvey (1990) sobre los elementos que
definen a las ciudades postmodernas, podemos señalar que los estadios contemporáneos se
han transformado en uno de los nuevos espacios de glamour de la oferta de servicios de
muchas ciudades occidentales dentro de su configuración actual como ‘centros de consumo y
entretenimiento’. En este proceso, los estadios deportivos se equiparan con otros edificios
como aeropuertos, teatros, hoteles, centros de convenciones, centros comerciales o parques
temáticos. En ese papel y con la actual homogenización de proyectos que las ciudades
ofrecen, los promotores y gestores deportivos buscan la ‘arquitectura de firma’ como un
valor añadido y diferenciador de sus estadios. Es por lo que se ha producido una importante
atracción desde los responsables políticos y deportivos hacia grandes figuras de la
arquitectura, hasta ahora no interesadas en el mundo del deporte. Actualmente, muchos de
los grandes estadios y pabellones que se construyen llevan la firma de arquitectos e
ingenieros tan relevantes como, por ejemplo, Santiago Calatrava (figura crucial en el diseño
y realización de la cubierta del Estadio Olímpico de Atenas 2004 y de otras piezas
arquitectónicas de dicho evento) (fotos 4 y 5 del estadio Olímpico), Ricardo Bofill (encargado de
la construcción del nuevo estadio del Real Zaragoza), Norman Foster (responsable del
diseño y edificación del nuevo estadio de Wembley), Dominique Perrault (actualmente
redacta el proyecto arquitectónico del Centro de Tenis que forma parte de la candidatura de
Madrid a los Juegos del 2012), Arata Isozaki (autor del Palau Sant Jordi de Barcelona) (foto 6)
o Jacques Herzog (estadio Olímpico de Pekín 2008).

9
Pero no sólo el diseño es importante en el período actual, los gestores deportivos demandan a
los arquitectos otros aspectos como garantizar la seguridad y el confort9, la adaptabilidad a
todo tipo de espectáculos de ocio y entretenimiento así como aumentar la rentabilidad de
todos los espacios que se encuentran en los estadios (Beotas, 2004; Doña, 2003; González
Tojo, 2004; Vallverdú, 2004). Sirva de ejemplo de esta nueva generación de estadios, la
siguiente frase del director de Infraestructuras del Real Madrid refiriéndose a la reciente
remodelación del estadio Santiago Bernabeu “El Real Madrid afrontó el reto de convertir su
estadio en una unidad de negocio multidisciplinar” (González Tojo, 2004, p. 91). A nivel
general, el Real Madrid se define como una ‘entidad dedicada a la organización y gestión de
actividades deportivas y espectáculos’ (Uriel, 2003). Dicha filosofía se acerca más al modelo
arquitectónico y de gestión norteamericano, alejándose de algunos de los principios
arquitectónicos y funcionales que habían prevalecido en los estadios modernos.

La importancia del estadio deportivo en el período actual se observa cuantitativamente tras el


aumento en la construcción y modernización de numerosos estadios en ciudades occidentales
desde la década de los noventa del siglo XX (Noll y Zimbalist, 1997, 2000; Paramio, 2001).
En dicha década, se construyeron más de veintiséis nuevos estadios en ciudades como
Chicago, San Francisco o Washington. Cifra que se ha disparado en la última década con la
finalización de treinta y tres nuevos pabellones y estadios, tal como señala Shank (2002)10.
Sin salir de dicho país, y a pesar de los importantes recortes presupuestarios en las
aportaciones dinerarias por parte del gobierno federal a los ayuntamientos durante los
mandatos de Reagan y Bush, Noll y Zimbalist señalan que, entre el año 1997 y el 2006, otras
ciudades destinarán más de siete billones de dólares para la edificación de nuevos estadios y
arenas capaces de albergar equipos profesionales. En Estados Unidos, un estadio empieza a
considerarse desfasado tras diez años de uso y explotación y es a partir de este momento

9 Dentro de la actual conmoción por la seguridad dentro de los espacios públicos tras los sucesos acontecidos en
ciudades como Nueva York y Madrid, los estadios deportivos son uno de los escenarios elegidos para realizar
actos terroristas. Prueba de ello sucedió en abril del 2004 con ocasión del derby entre el Manchester United y el
Liverpool cuando ciudadanos de origen norteafricano e iraquí planeaban volar el estadio de Old Trafford
durante dicho derby (El Mundo, 8 de mayo de 2004). Esta preocupación ha conducido a una mayor
racionalización de los espacios deportivos. Entre otras consideraciones, diferentes legislaciones deportivas
internacionales señalan la obligatoriedad de dotar a los estadios de asientos para todos los espectadores. Dicha
medida ha conducido a la reducción del aforo tradicional (el estadio Bernabéu ha pasado de 112.000
espectadores en 1996 a 77.500 espectadores sentados con localidades numeradas en 1998) y como
consecuencia, los gestores se ven obligados a adoptar medidas para aumentar los ingresos.
10 Este ‘boom constructivo’ en el contexto americano se puede entender en relación con el papel central que

juegan los propietarios de las franquicias de equipos de las cuatro ligas profesionales a la hora de presionar a los
líderes políticos de las ciudades donde se ubican para conseguir mejores condiciones económicas (Ammon y
Stotlar, 2003; Baade y Dye, 1988; Baade, 1996; Baim, 1992; Noll y Zimbalist, 1997, 2000; Shank, 2002;
Wilcox y Andrews, 2003).

10
cuando los propietarios de las franquicias exigen a los líderes locales la modernización del
estadio o la construcción de uno nuevo con el fin de generar mayores recursos económicos.
Si no se cumplen dichas exigencias, los propietarios amenazan con trasladarse a otras
ciudades que si están dispuestas a satisfacer sus deseos. Ante esta disyuntiva y con el fin de
evitar la pérdida de la franquicia, los propietarios de los clubes junto con los políticos de las
ciudades donde se ubican están continuamente buscando nuevas vías de financiación y
explotación comercial de los estadios que abarcan desde el patrocinio por parte de
multinacionales de estadios pasando por la construcción y posterior venta de un mayor
número de asientos y de palcos de lujo (Wilcox y Andrews, 2003) (foto 7 Estadio Ericsson)11.
En este proceso, el estadio adquiere una gran importancia como moneda de cambio entre los
políticos y los dueños de las franquicias.

En el continente europeo, destacaría los casos de Gran Bretaña, de España y Portugal en


cuanto a la edificación de estadios de nueva planta y a la modernización de otros más
antiguos. Estadios que buscan homologarse con algunos de los rasgos tradicionalmente
asociados a los estadios y arenas norteamericanos. Tras las recomendaciones surgidas del
informe Taylor en 1990 tras la tragedia del estadio de Hillsborough, las autoridades
británicas empezaron a presionar a los clubes profesionales de fútbol ingleses y escoceses
para que mejorasen las condiciones de seguridad así como para que transformasen todos los
graderíos en asientos de sus caducos estadios, provenientes muchos de ellos de principios del
siglo XX (Duke, 1994; Churman, 1995). La obligación de disponer de asientos en todos los
estadios se consideraba como factor clave para incrementar la seguridad y el control del
público. De los 92 clubes de fútbol existentes, cuarenta y cinco han mejorado las condiciones
de sus estadios, mientras el resto han optado por trasladarse a nuevos estadios para satisfacer
las exigencias legislativas. Este proceso de modernización y de adaptación a las exigencias
actuales de los estadios británicos, no exento de grandes resistencias por parte de los clubes y
de los seguidores tradicionales, se ha visto acelerado por la presentación, fallida tras serle
otorgada a Alemania, de la candidatura de Inglaterra a albergar el Campeonato del Mundo de
Fútbol del 2006 (World Cup 2006 Campaign, 1997).

11 Wilcox y Andrews (2003, p. 9) se refieren a los grandes desembolsos que ha tenido que realizar la ciudad

de Washington para mantener la s franquicias de sus tres equipos profesionales. En el caso del estadio
cubierto Kent Cooke (nombrado posteriormente Estadio Fed Ex) y que acoge a los Washington Redskins, fue
construido en 1997 con un aforo de más de 80.000 espectadores, e incluye 208 palcos de lujo y 15.000
asientos personalizados (club seats). Esto es solo un pequeño ejemplo de la capacidad de explotación
comercial de los estadios norteamericanos.

11
En el contexto español, la primera gran modernización de los principales estadios de fútbol
tuvó lugar con ocasión del Mundial de Fútbol de 1982. Posteriormente, con la transformación
de muchos clubes profesionales en Sociedades Anónimas Deportivas se han ido
construyendo nuevos estadios como Anoeta (1993), Los Pajaritos en Soria (1994) o el nuevo
Carlos Tartiere en Oviedo (1999-2000). Eventos deportivos como la presentación de la
candidatura olímpica de Sevilla a los Juegos Olímpicos del 2004 (con el llamado ‘Olímpico’
en 1999), la Universiada de Palma de 1999 (estadio de Son Moix) (foto 8. Estadio Son Moix) o
recientemente los Juegos del Mediterráneo 2005 en Almería han contribuido a la
construcción de nuevos estadios (Paramio y Rodríguez Díaz, 2003). A esto se unen las
recientes transformaciones acometidas en el Nou Camp, Bernabéu o el Villamarín para
adaptarlos a las exigencias actuales (LNFP, 2000). En el caso portugués, la celebración de la
Eurocopa (2004) ha acelerado la construcción de siete estadios y a la modernización de otros
tres estadios.

Desde el punto de vista arquitectónico y de gestión, la tendencia actual pasa por construir los
nuevos estadios no solamente para un uso deportivo monotemático, sino que se conciben
para albergar todo tipo de usos y servicios de ocio y entretenimiento, siguiendo el modelo
norteamericano (Ammon y Stotlar, 2003; John y Sheard, 2001; González Tojo, 2004;
Vallverdú, 2004). Sin embargo, aunque los estadios europeos han mejorado sustancialmente
en aspectos como la seguridad, el confort o la funcionalidad, todavía una parte importante
está lejos de los servicios y productos que se ofrecen en los estadios norteamericanos.
Aspecto éste que nos permite introducir el siguiente epígrafe (foto n. 9. Coors Field).

¿Son los estadios deportivos postmodernos las nuevas catedrales ‘laicas’ de consumo?
Para responder a esta pregunta, es interesante revisar las aportaciones de autores como
Ritzer, Amendola, Bryman, Harvey o Doña. Todos ellos coinciden, en cierta forma, a la hora
de señalar que las transformaciones que han experimentado los estadios modernos responden
a la necesidad de dar respuesta a los principios del actual modelo político-económico
neoliberal que impera en la economía global y por extensión, en el mundo del deporte. Estas
transformaciones del modelo político-económico actual inciden también en la identidad
tradicional de muchas ciudades occidentales (Gibson, 2003; Paramio, 2001).

En este análisis, son interesantes las aportaciones de autores de áreas diversas. Sociólogos
como Ritzer (2002) y Bryman (2002) han analizado las características de lugares como

12
parques temáticos o cadenas de restaurantes de comida rápida para comprobar si realmente la
gestión de éstos y otros edificios como podrían ser los estadios postmodernos siguen muchos
de los principios racionalistas que han impregnado el éxito empresarial de cadenas como
MacDonald o Disney. Salvando ciertas diferencias, se aprecia que muchos de los estadios
contemporáneos, principalmente en el contexto norteamericano y gradualmente en el
contexto europeo, han ido incorporando elementos y principios racionalistas descritos por
ambos autores. En concreto, principios racionalistas por lo que se rige la gestión de los
parques temáticos y cadenas de restaurantes de comida rápida (por ejemplo, la búsqueda de
una mayor eficacia, la tematización de los servicios y productos de todo tipo y sobre todo, el
aumento de la explotación comercial de todos los espacios) son cada vez más evidentes en
los estadios postmodernos12.

Siguiendo con el análisis, Doña resalta que los estadios actuales comparten con los centros de
ocio y comerciales la forma de consumir y de emplear el (escaso) tiempo libre; a la vez que
son lugares donde, a pesar del creciente individualismo que caracteriza a los centros urbanos
contemporáneos, reúnen a un número mayor de personas. Estadios, sobre todo aquellos de
gran capacidad como Wembley, Bernabeu o Camp Nou, se han convertido en espacios
públicos ‘protegidos’ indispensables para crear una sensación de comunidad, pertenencia y
de interacción social. Mientras esto ocurre, los actuales estadios ofrecen similares servicios y
productos a los centros de ocio, ya que concentran en sus límites muchas de las actividades
de ocio de masas de hoy en día (gimnasios, cines, supermercado, tiendas de productos
deportivos y de todo tipo, museos de fútbol...), servicios de restauración (restaurantes
temáticos, cadenas de comida rápida,...), zonas de negocio (zonas de reunión, palcos para
empresas y particulares) e incluso servicios de alojamiento (hoteles, apartamentos...). Doña
(2003, p. 76) comenta que una mejor explotación comercial de los espacios de un estadio
podría representar en ingresos alrededor del 10% del presupuesto medio de un club de fútbol
de primera división. Servicios y productos que se resaltan en campañas de marketing de
estadios y pabellones como el Globe Arena de Estocolmo (ver www.globearenas.se) donde
se ofrecen todo tipo de opciones para comer, beber, dormir y estar entretenido o el Palau Sant
Jordi de Barcelona donde el mensaje incide en la flexibilidad del recinto ‘donde todo es
posible’ (Vallverdú, 2004) (foto n. 10. Estadio Don Valley de Sheffield). Al mismo tiempo, el

12Ritzer identifica a las ‘catedrales del consumo’ con aquellos lugares donde no sólo se pueden consumir cosas,
sino que son lugares que están diseñados y estructurados para dirigir el consumo e incluso en ocasiones
coaccionarte para aumentarlo.

13
acento en la flexibilidad de uso se acentúa con la incorporación de avances tecnológicos
como cubiertas y asientos retráctiles, terrenos de juego móviles y desmontables, pantallas
gigantes de video,...etc (un ejemplo de estos avances es el recientemente construido Arena
ausfSchalke) (http://www.arena-aufschalke.de/)

Al aumentar la flexibilidad de uso de los estadios postmodernos, éstos se convierten en


centros de negocio multidisciplinar, pero sin perder de vista el producto deportivo. Valga de
muestra el caso del Palau Sant Jordi de Barcelona donde en su informe de gestión sobre los
catorce años de explotación del pabellón se resalta que se han celebrado 4.104 actividades en
dicho período. Lo sorprendente es que sólo el 28% de los actos tuvieron un sentido
deportivo; el resto se completaba con actos diversos (39,7%), musicales (26,8%) y familiares
(5,6%) (Vallverdú, 2004). Estos datos nos sirven para cuestionar la monotemización de los
estadios modernos, principalmente concebidos para el fútbol.

En esta gradual y no siempre fácil transición funcional de los estadios, los estadios de fútbol,
sobre todo aquellos que pertenecen a los principales clubes profesionales, se han incorporado
recientemente. Al explicar la reciente remodelación del Estadio Bernabeu, el responsable de
infraestructuras del club, González Tojo decía que el Real Madrid afrontó el reto de convertir
su estadio (de un estadio de domingos) a “un centro de utilidad continua” (González Tojo,
2004, p. 91). Al igual que en los centros anteriormente mencionados, sus gestores han
incorporado muchos de los servicios anteriormente nombrados. Con dicha transformación,
los tradicionales ‘socios’ y seguidores, propios de los estadios modernos, pasan a ser
sustituidos en su valoración en los estadios postmodernos, como ‘accionistas’ y clientes.
Aspecto éste que genera tensiones entre los seguidores tradicionales porque consideran que
soslaya su afiliación e identificación con los clubes.

Si bien durante buena parte del período moderno, las campañas de marketing se dirigían a
atender las necesidades de los espectadores que acudían al estadio, pero sin considerar a los
espectadores virtuales, en una economía cada vez más globalizada, los clubes profesionales
consideran esencial establecer alianzas estratégicas con importantes grupos multimedia (por
ejemplo, BSkyB, Canal Plus, ESPN...) o de telecomunicaciones (Siemens) para aumentar su
cuota de mercado y por extensión, su cuenta de resultados. Estos acuerdos están teniendo
importantes repercusiones sobre la propia esencia del juego (por ejemplo, en Inglaterra BSky
B impone los días y las horas de los partidos según su interés comercial), la asistencia de los

14
espectadores a los estadios, permiten captar nuevos clientes ‘virtuales’ en un ámbito de
influencia global y a la vez generar más ingresos para los gestores. En este sentido, el
desarrollo de las telecomunicaciones (televisión por satélite con canales temáticos de deporte,
de sistemas de televisión de pago (por satélite y cable)) abre nuevas líneas de negocio13. Esto
tiene su repercusión en los estadios donde se incorporan un número mayor de seguidores
‘virtuales’, pero con un bajo nivel de atracción topofílica hacia los estadios si los
comparamos con los seguidores tradicionales. Tras el acuerdo del Manchester United con
Vodafone y la cadena BSky, numerosos seguidores virtuales (principalmente del continente
asiático) pueden seguir sus partidos y sus jugadores mediáticos, sin que físicamente asistan al
estadio de Old Trafford (cifra que sitúa en el 98% de su masa actual de seguidores). Este
mismo fenómeno es extensible a otros equipos como el Real Madrid o el Barcelona.

Si con la globalización, la asistencia ‘virtual’ de espectadores se acrecienta, se produce un


estancamiento y en algunos casos, declive, de la asistencia ‘física’ de los espectadores
tradicionales. Como un ejemplo de esta tendencia, es interesante el estudio longitudinal
realizado por Rollin y Rollin (2000) sobre la asistencia de espectadores a los estadios
ingleses desde el período de posguerra hasta la actualidad con el desarrollo de la espectacular
Premier League inglesa en 1992 (tabla 1). A pesar de la espectacularidad del juego, la calidad
de los jugadores y de la imagen de la competición, la asistencia a los estadios británicos no
aumenta en consonancia con las expectativas generadas. Este hecho, extensible a otros países
europeos14, se justifica por la existencia de mayores opciones de ocio, los fenómenos de
violencia asociados a deportes como el fútbol que disuaden a colectivos como familias u
otros grupos, el incremento de las entradas....etc.

Conclusiones
Cada sociedad produce un espacio (estadio deportivo) que responde a las características
propias del período histórico. Con la transición hacia un modelo político-económico neoliberal,
el estadio postmoderno refleja muchas de las posibilidades y límites que nos ofrece la
globalización. Proceso del cual no son ajenas las ciudades occidentales, donde se ubican los
13 Por otro lado, cadenas como ISL, Kirch o ITV digital se han visto negativamente influenciadas por el aumento

del pago de los derechos televisivos.


14 Según datos de opinión sobre los clubes de fútbol realizada por la Fundación de Estudios Sociológicos (2004), un

87% de los aficionados ven partidos de fútbol varias veces al mes, mientras que sólo un 21% suele acudir varias
veces al estadio y casi la mitad de la población (41%) reconoce que no acude nunca a los estadios. Al mismo
tiempo, se constata un cambio de tendencia en el tipo de espectadores al acudir más mujeres a través de peñas
exclusivamente femeninas. Este dato es similar al contexto inglés, donde el 12% de los espectadores actuales son
mujeres.

15
estadios, y el deporte. Ante esta interrelación entre factores globales y locales, la nueva
generación de estadios ha adquirido nuevas identidades que trascienden el ámbito deportivo
como centros de ocio y entretenimiento, catedrales del consumo, elementos de atracción
turística o nuevos iconos de las estrategias de marketing de las ciudades.

Si bien los estadios modernos ya incorporaban una progresiva regulación y racionalización,


algunos de los principios racionalistas que Bryman y Ritzer señalan como elementos claves del
éxito de gestión de cadenas como Disney o MacDonald son cada vez más evidentes en el
diseño y gestión de los estadios postmodernos. En este sentido, y con la comercialización del
deporte contemporáneo, el estadio postmoderno pasa a ser un ‘nuevo producto’de explotación
comercial. Los propietarios de los estadios saben que los ingresos no provienen exclusivamente
de la venta de entradas en los estadios o de los derechos televisivos como sucedía hasta la
década de los ochenta y noventa, sino que una parte cada vez más importante proviene de la
comercialización de los espacios dedicados a la restauración, venta de productos y símbolos
propios de los clubes profesionales...; áreas que hasta ahora, entre las que se encontraban los
estadios, estaban ciertamente poco comercializadas. Esto ha ido cambiando rápidamente y
actualmente, el estadio ha adquirido un nuevo valor comercial, en ocasiones, asociado al valor
de marca de un club deportivo. No obstante, solamente un número limitado de clubes como el
Real Madrid o del Manchester United15 consigue más beneficios por la explotación de todos los
elementos asociados a sus marcas que por la asistencia de los seguidores a los estadios. La
complejidad de su gestión conlleva el que pocos estadios sean realmente rentables. Bajo esta
prerrogativa, la viabilidad de cualquier estadio dependerá de la calidad de los eventos de todo
tipo que se ofrezcan así como de la calidad de la experiencia que perciba el espectador.

A modo de epílogo, muchas de las transformaciones que se han ido produciendo en torno a los
estadios postmodernos no son bien valoradas por todos los colectivos. Entre los que más
resistencias ofrecen destacan los fans tradicionales, que cuestionan la pérdida de muchos de los
valores tradicionales asociados a los estadios modernos. Críticas que son extensibles al mundo
académico que resaltan que el carácter mercantilista de los estadios tras su transformación en
un nuevo producto comercial y de entretenimiento (Coakley, 2001; Bale, 1993). Aspectos
todos ellos que necesitan ser investigados con mayor profundidad en el futuro.

15El Manchester United ha sido pionero en la utilización de estrategias de marketing agresivas que abarcan desde la
comercialización de sus productos a través de tiendas franquicias, el lanzamiento de palcos VIP en 1968 o del
aprovechamiento de las nuevas tecnologías para conseguir nuevos ingresos atípicos

16
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Fotos

Foto 1. Entrada previa a un partido de fútbol de los seguidores del Arsenal y del Chelsea en el estadio de
Wembley. Fuente: Postal del Museo del Fútbol de Preston
Foto 2. Graderío de Estadio Inglés Moderno; Fuente: Postal del Museo del Fútbol de Preston
Foto 3. Vista Aérea del Nou Camp de Barcelona; Fuente: Foto propia
Foto 4: Estadio Olímpico de Atenas (Agosto 2004); Fuente: Foto propia
Foto 5: Estadio Olímpico de Atenas (Agosto 2004); Fuente: Foto propia
Foto 6. Vista Aérea del Anillo Olímpico de Barcelona; Fuente: Foto Propia
Foto 7. Estadio Ericsson, Charlotte, Carolina del Norte, Estados Unidos; Origen: Fotografía escaneada
del Libro Espacios Deportivos de Paraninfo
Foto 8. Vista Aérea de Son Moix; Origen: Foto propia
Foto 9. Estadio Coors Field, Colorado, Estados Unidos; Origen: Fotografía escaneada del Libro Espacios
Deportivos de Paraninfo
Foto 10. Publicidad del Estadio Don Valley Stadium de Sheffield; Origen: Folleto Publicitario del
propio Estadio

Tabla 1

18
Año Primera Segunda Tercera División Cuarta Asistencia
División División División Total
1946 15 11 5,6 3,8 35,6
1948 17,9 11,3 6,9 5 41, 2
1955 14,1 9 5,6 4,2 33,1
1965 12,4 6,9 4,7 3 27,2
1967 15,2 7,4 4 3,3 30,1
1970 13,9 7 4,3 2,7 28,1
1974 12,6 6,9 4 1,9 25,6
1981 10,4 4,7 2,8 1,9 20
1982 9,2 4,9 2,9 1,5 18,7
1985 9 3,5 2,4 1,4 16,5
1987 8 5,3 2,7 1,7 17,9
1988 7,8 5,8 3 1,7 18,5
1990 8,6 6,2 2,8 1,7 19,5
1991 9,9 5,8 2,9 1,6 20,4
Creación de la Premier League Inglesa en 1992

1992 9,7 5,8 3,4 1,5 20,6


1994 11,2 6 3 1,5 21,8
1996 10,8 6,9 3,1 1,8 22,7
1998 11,6 7,5 4,1 2,1 25,4
2000 12,4 7,9 3,4 2,1 26
Tabla 1. Datos de la Asistencia de los Espectadores a los Estadios Ingleses de las cuatro categorías a lo largo del
período moderno (seleccionando algunos años relevantes) y desde la constitución de la Premier League en 1992 (en
millones de espectadores); Fuente: Rollin y Rollin (2000)

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