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Existen investigaciones que han logrado establecer algunos factores neuropsicológicos que
fomentan la conducta pedófila. Según Tapiero menciona que existen señales neurobiológicas
que son comunes en pedófilos, por ejemplo, la menor cantidad de sustancia gris en el cerebro.
Los cuales muestran que la pedofilia puede ser explicada a partir de características del lóbulo
frontal y temporal, independiente de las distintas funciones.
Becerra (2009) resalta que una disfunción en la corteza pre frontal y el lóbulo temporal es
determinante en la tendencia a realizar actos pedófilos, debido a que a nivel neuropsicológico
los pedófilos poseen deficiencias funcionales en áreas como el lóbulo frontal, el sistema
límbico, el hipotálamo y la amígdala debido a que no existe un elemento regulador o inhibidor
de la conducta, las emociones y el raciocinio.
Se menciona que existe evidencia de que la pedofilia podría llegar a ser el resultado de
alteraciones en el desarrollo neurológico, ya que existen informes sobre déficits como
inteligencia inferior, inhibición de respuesta alterada, disminución de aprendizaje verbal,
menor capacidad de razonamiento cognitivo. También se menciona que la etiología de la
pedofilia es incierta, comprendiendo factores psicosociales y biológicos.
Según Tenbergen hay dos tipos de clasificaciones, la disfunción general y las deficiencias
cognitivas especificadas acentuadas. En el primer tipo se incluyen a acosadores de niños tanto
pedófilos e individuos que no lo son, entre sus características están: coeficiente intelectual
debajo de la media poblacional, niveles bajos de logros académicos y baja capacidad laboral.
En el segundo tipo estos individuos presentan fluidez y memoria verbal y espacial,
reconocimiento de emociones y empatía, capacidad de atención y funciones ejecutivas.
Las primeras teorías desde la psicología se trataban de explicar el origen de la conducta del
pedófilo, donde se establecía que el niño que era abusado sexualmente, en la etapa adulta
sería un abusador infantil también. los nuevos hallazgos biológicos proponen diversos factores
que podrían estar involucrados en el origen de la pedofilia como la activación de la corteza
prefrontal y orbitofrontal, encargadas de inhibir distintos impulsos incluyendo el sexual