Reseña Critica
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De igual forma, cita estudios sobre el folclor, que explican como las expresiones culturales no
pueden enmarcarse en una frontera rígida, lo que hace imposible entender un fenómeno musical
nacido espontáneamente, desligado de las zonas vecinas y, menos aún, desarrollado y mantenido
en una región, de manera aislada. Imposible negar el papel del Rio Magdalena en el va y viene
cultural que repartió productos y cantos por toda la Costa Atlántica, dando como resultado la
dispersión de nuestra matriz hispánica que, unida a los aportes musicales negros e indígenas, les
ha dado forma a los cantos populares colombianos.
En el anterior sentido, la música vallenata les adeuda a los acordeoneros y cantores sabaneros y
guajiros, importantes composiciones y la difusión, no reconocidos, de los ritmos provincianos;
nombre simple pero que tendría, para ellos, mayor aglutinante regional.
Para finalizar, aunque se reconozca la importancia del Festival, en la difusión del vallenato, el
evento está fuertemente vinculado a los intereses de las casas disqueras y de las empresas de la
región y del país. Investigadores explican como las firmas y marcas comerciales, disqueras e
industrias licoreras, son las primeras beneficiarias de este negocio, mientras el pueblo vallenato
sólo participa como audiencia para el consumo de productos y marcas, amen del papel político
que año tras año, incrementa en un evento, que dista bastante e incluso contradice su objetivo
misional, de preservar el patrimonio cultural del género vallenato.
Como conclusión se avecina una amenaza para el género vallenato frente a la música popular
comercial, basta mirar como pierden la primera audiencia, ganada por la literatura y los viejos
compositores. Este público, fue destinatario colectivo; compartían la vecindad, el conocimiento
cultural de las situaciones narradas y la simpatía por los juglares, que les permitía empatizar y
comprender los mensajes de las canciones, situación poco conveniente para las pretensiones
masivas e internacionales de las casas disqueras, facilitada por los medios de comunicación y los
grandes espectáculos comerciales, que producen de la nada artistas y temas desechables, de baja
originalidad y calidad de contenidos e incluso sin valor artístico o musical. Muy a pesar de las
multitudes que congregan los autodenominados de la nueva ola del vallenato, dista bastante del
prestigio selectivo y valor patrimonial de la otrora música de acordeón, de nuestros juglares y
cantores.