Izquierda Aristotélica
Izquierda Aristotélica
Izquierda Aristotélica
Materia y posibilidad en el
Al-Fárábí y Avicena
textos suyos, para ver sí se cumple. tal como la entiende Bloch, la rela-
ción que Avicena propone entre «materia y forma (potencialidad-poten-
Anales del .Swninario rL’ Mcta/A-ira. Nú¡n. Extra. Hotncnajc a 5. Róbarh-. Ed. (iomplutcnse. 1992
966 Ramón Guerrero, R.
cia)». que aquél apunta4 como tercer lugar central (Hauptstellen) en el que
Aristóteles fue desarrollado en sentido naturalista. Como, por otra parte.
para entender totalmente el pensamiento de Avicena parece necesario
hacer referencia al de su predecesor5, estudiaré también algunos textos en
que se halla lo más substancial de la doctrina de al-Fárábi.
Este estudio me permitirá corroborar cuanto ya expuse sobre Ave-
rroes: que no es posible hablar de una «izquierda aristotélica» en el sen-
tido en que lo hace Bloch a propósito del desarrollo que estos filósofos
hicieron del concepto aristotélico de materia. Si fuera posible hablar de
esa izquierda en este sentido, me parece que habria que incluir en ella a
un destacado miembro de la «derecha», a Tomás de Aquino, quien man-
tuvo una concepción de la materia muy cercana a la del filósofo cordo-
bés. según los textos que de Sto. Tomás recogí en mi ponencia sobre Ave-
rroes, habiendo recibido una gran influencia de éste, como recientemente
ha mostrado A. García Marqués <‘.
4. lbidem.
5. De hecho, históricamente se ha falseado a Avicena atribuyéndole originalidad
en muchos temas que ya habían sido tratados y expuestos por al-Fárábí.
6. Necesidad y substancia. Averroes y su proyección en Tomas de Aquino, Pamplona.
Funsa. 1989.
7. Risála fi hudúd a1-a.~va, ed. por M. Abu Rida: Rasáil al-Kindi al-falsafiyya, 1~.l
Cairo. vol. 1. 1950. p. 166: trad. esp. R. Ramón Guerrero y E. Tornero Poveda: Obras fi-
losóficas de al-Kindt. Madrid, Ed. Coloquio, 1986. p. 16.
8. Gr. E. L. Fackenbeim: «The possibility of the universe in al-Farabi. ibn Sin-a
De nuevo sobre la «izquierda aristotélica». Materia y posibilidad... 967
hay nada en vano. Por eso, la materia primera no puede existir indepen-
dientemente de una cierta forma. Así, la materia es principio y causa, pe-
ro sólo a la manera de substrato para sustentar la forma; en cambio, no
es agente ni fin, ni tiene existencia por si sola sin una forma»
La materia, por consiguiente, no puede existir por si misma, sino que
requiere de la forma para existir. Materia y forma, por tanto, se han de
dar conjuntamente, puesto que son concausas, como ya había sostenido
Aristóteles ¡2, Por necesitar la una de la otra, son los principios más im-
perfectos de los seres, aunque, a pesar de su radical imperfección, cada
una de ellas posee una perfección que le es propia: «La forma y la mate-
na primera son los más imperfectos de estos principios en cuanto al ser;
esto es asi porque cada una de ellas tiene falta de la otra para existir y
subsistir. La forma no puede subsistir a no ser en la materia y la materia
por si misma y por su naturaleza existe por razón de la forma y su ser
consiste en sustentar la forma. Cuando las formas no existen, tampoco
existe la materia, puesto que esta materia realmente no tiene forma algu-
na en si misma; por esto su existir independientemente de la forma es un
existir vano, y en las cosas naturales no puede existir nada en vano en
modo alguno. Así, cuando no existe la materia, no existe la forma, en tan-
to que la forma necesita de un substrato para subsistir Cada una de ellas
tiene una imperfección y una perfección propias que no tiene la otra.
Pues por la forma se da la más perfecta de las dos entidades que constitu-
yen el cuerpo. ya que por ella su ser está en acto; por la materia se da la
más imperfecta de las dos. pues por ella su ser está en potencia. La forma
no existe para que la materia exista por ella, ni tampoco ha sido hecha
por causa de la materia; en cambio, la materia existe por razón de la for-
ma. es decir, para que la forma subsista por ella. Por esto la forma es más
excelente que la materia. Pero la materia aventaja a la forma en el hecho
de que no necesita estar en un substrato para existir, mientras que la for-
ma silo precisa. Además, la materia no tiene contrario ni privación que
la reciba, mientras que la forma tiene privación o contrario y lo que tiene
privación o contrario no puede existir siempre. Las formas se asemejan a
los accidentes, puesto que las formas subsisten en un substrato y los acci-
dentes también subsisten en un substrato; pero las formas se distinguen
de los accidentes en que los substratos de los accidentes no han sido esta-
blecidos por razón dc la existencia de los accidentes ni para sustentar-
los» ~.
14. K. al-inadína al-fádila. cd. A. Nader, Beirut. 1959. pp. 47-48; cd. R. Walzer, Ox-
lord, 1985. pp. 108-110. Trad. M, Alonso: La Ciudad Ideal, Madrid, Teenos. 1985, pp.
33-34.
15. Sobre los sentidos del término intelecto, cd. M. Bouyges, Beirut, 1938, p. 29. Trad.
cast. R. Ramón: Contribución a la historia de la filosofía árabe: Alma e intelecto como pro-
blemas fundamentales de la misma. Madrid. Ed. (le la Universidad Complutense, 1981.
p. 449.
970 Ramón Guerrero, R.
las que <los cuernos celestes> se distinguen unos de otros se sigue nece-
sanamente la existencia de muchas y diversas formas en la materia prí-
mera» ~‘.
Así, los cuerpos celestes y el Intelecto Agente son los que «dan» las
formas a la materia, una vez que ésta ha sido puesta y preparada por el
cuerpo celeste. Esta «donación» es la que explica el devenir en el mundo
de la generación y de la corrupción. La materia recibe, entonces, las for-
mas desde fuera. No hay lugar para una educción de las formas del seno
de la potencialidad de la materia. Todo devenir se explica por un riguroso
extrinsecismo: las formas substanciales proceden del cuerno celeste y del
Intelecto Agente. que las poseen en potencia en cl sentido en que explica
al-Fárábí. es decir, en tanto que pueden darlas a la materia. Esta no es
más que pura receptividad, cuyo ser radica en ser siempre para otro, al
carecer por si misma de ser: «La existencia de la materia prímera consiste
en ser siempre para otro distinto (li-gayri-hú). pues ella no tiene existencia
por razón de si misma en absoluto. Por eso, cuando no existe aquello por
cuya razón ella ha sido hecha (ma/tú ra). tampoco existe ella: y. por eso
también, cuando no existe una de estas formas, ella no existe. En conse-
cuencia, la materia primera no puede existir separada de una cierta for-
ma en ningún momento»24.
La materia, tal como la concibe al-Fárábi no posee, entonces, esa rea-
lidad eficiente (Wirk-Wirklichkeit) que Bloch quiere ver en la materia de
Avicena 25 La materia no es causa agente. sino sólo causa material, cons-
tituyente intrínseco potencial del ser, último grado de la realidad, aquél
que sólo es en virtud de la lérma que recibe desde fuera.
gents iii AIIarabi and Avicenna», en firme Omniiscienc’e and Oninipotenee in Medieval
Philasophv. cd. by T. Rudavsky. l)ordrecht. Reidel Publishing Company, 1985. pp. Sí-
94.
27. Siyá.sa. p. 56.
28. Sarh li-kitáb Aristútálís Ji 1- ‘ibára. cd. W. Kutsch & S. Marrow. Beirut, Dar el-
Machreq. 2.a cd.. 1971. pp. 18-19.
29. Cf. E. L. Fackenheim: art, cit.. p..303.
30. La place ¿1W Fúrábí dans lécolé- philo.sophique musulmane. París, Adrien-Maison-
neuve. 1934. p. 78.
31. Uyún al-masáil. cd. en E. Dieterici: Oc.. p. 57. Trad. esp. M. Alonso: «Los
‘tlyún al-masáil’ de al-Fárábí». Al-Andalus, 24(1959> p. 259.
974 Ramón Guerrero, R.
nocida por Aristóteles, como señala Hloch 32, dado que al-Fárábí reconoce
que lo posible es algo en sí mismo y lo que en sí es anterior es siempre
anterior a lo que recibe de otro >3 Pero, en segundo lugar, establece una
nueva distinción entre lo necesario por sí. lo necesario por otro y lo mera-
mente posible. Necesario por sí es aquel ser en quien se da identidad de
esencia y existencia; necesario por otro es aquel ser que, llegado a la exis-
tencia. no puede dejarde se?4: meramente posible es el ser del mundo sublu-
nar. que puede ser y no ser Estos dos últimos dependen. para ser, de aquel:
«La Causa Primení, cuyo ser es por sí mismo, no sólo confiere el ser de lo
que no puede no ser, sino también el ser de lo que ruede no ser, de manera
que ninguno de los dos modos de existir llegue a ser a menos que se lo dé»35.
Así, la posibilidad estrictamente dicha queda relegada por al-Fárábí al
ámbito del mundo de la generación y de la corrupción, es decir, al ámbi-
to del ser compuesto de materia y forma, al del ser que puede no ser o ser
distinto de como es: «No pertenece a la naturaleza de lo posible el tener
un solo ser realizado, sino que puede existir de esa manera o puede no
existir: puede existir algo o puede existir su opuesto» 36, Y es aquí donde
lo posible está en relación con la materia.
Lo posible tiene una sola situación respecto a los contraríos: los dos
contrarios existen como posibles a la vez, pero sólo pueden tener existen-
cia real o bien en dos momentos diferentes, o en un solo momento bajo
dos aspectos diferentes, o como dos cosas distintas de las que cada una
de ellas existe como contraria a la otra. Una sola cosa sólo puede existir
como dos seres contrarios unícamente en dos situaciones: o en dos mo-
mentos distintos o en dos aspectos diferentes. Y si dos contraríos pueden
existir es sólo por la materia, por la que una vez será una cosa y otra vez
será otra contraria. La forma, en cambio, es aquello por lo que el posible
es solamente una cosa sin su contrario. Por esta razón dice al-Fárábí que
«lo posible es de dos modos. Uno es lo que hace posible que una cierta
cosa sea y no sea: es la materia. El segundo es lo que hace posible que
sea en sí misma y que no sea: es el compuesto de materia y forma» El ~.
II
38. Kitáb al-hurú/I cd, M. Mahdi. Dar el-Mashreq, 1969. § 93. p. 119.
39.Siyása. p. 58.
40. Historia útei pensamiento en el mundo islámico. Madrid. Alianza Universidad.
1981. vol. 1. pp. 190-191.
41. CÍr. M. Cruz Hernández: La Metafisica de Avicena Granada, Publicaciones de
la Universidad, 1949. pp. 92-96.
976 Ramón Guerrero, R.
no sólo cuando está unida a la forma: «Haz de saber que la materia, para
subsistir en acto, necesita estar unida a la forma»4{ «Puesto que la mate-
ria no puede permanecer sin forma, su subsistencia (qiwóm) no puede
provenir sólo de los primeros principios con los que se vincula, sino de
estos principios y de la forma. Y puesto que ante la forma que hace sub-
sistir a esta matería ahora, la materia ya subsistía sin ella, se sigue que su
subsistencia no viene de la forma sola, sino de ella y de los otros princi-
pios por mediación suya o por mediación de otra semejante a ella. Si la
materia procediera de los principios sólo, entonces podría pasar sin la
forma. Si sólo procediera de la forma, no habría sido precedida por la
forma... Y lo mismo que el movimiento es el más vil de los estados aquí.
igualmente la materia es la más vil de las esencias aqui»45.
La materia, concebida así como la más vil de las esencias, debe ser
preparada por los primeros principios, esto es.. por los cuernos celestes,
como ya vimos en al-Fárábi. Y la disposición que le dan es la que hace
prevalecer la forma que mejor le conviene, concedida desde fuera, porque
la materia no es más que un receptáculo: «Las, .substancias que no son
cuerpos son las substancias más dignas de ser, salvo la materia. Porque
estas substancias incorporales son tres: materia, forma y substancia sepa-
rada, que no es cuerpo ni parte de cuerno... El primero de los seres (maw-
9údát) en merecer la existencia (wu9úd) es la substancia separada. distinta
del cuerpo; luego. la forma; luego el cuerpo; Itíego. la materia. Esta, aun-
que es causa del cuerpo, no es causa que le dé el ser, sino que es receptá-
42. Risála/¡ hudúd, ed. en Tis rasáil. Constantinopla. 1298 b.. p. 58.
43. Cf. A. M. (ioich on: La distinclion de 1 essence et cje 1 existence ci aprés ibn Síná
í’Avicennej. París. Desclée de Brouwer. 1937. pp.379-381.
44. Kitáb al-i,~árát wa-l-tanbíhát. cd, S. Dunya. Dar al.Macárif. 4 vols., 1960-1968.
vol. It, p. 214. Ibn Síná: Livre des directives ci remarques. trad. A. M. (ioichon. París. i.
Vrin, 1951, p. 266.
45. AI-Sifá. AI-Iláhiyyát. cd. G. Anawati el al.. El Cairo. 2 vols., 1960, II. pp. 411-412.
Avicenna Latinus: Liber de Philosophia Prima sive Seicutia Divina. cd, critique par 5.
Van Riet. Louvain. E. Peeters, 2 vols. 1977-1980. II. pp. 490-491.
De nuevo sobre la «izquierda aristotélica». Materia y posibilidad... 977
46. AI-tVaQát. El Cairo, 1331. p. 338; ed. M. Fajri. Beirut, 1985, p. 244.
47. Dánish Númc¡-i. trad. ingí. P. Morewedge: The Metaphysica olA vicenna (ibn Síná).
London. 1973, pp. 15-16.. Le Livre de Science tDánesh-nárné» trad. frane. par M. Achena
et II. Masse. Paris. Les Belles Lettres. 1955,, vol. 1, p. 95.
48. la MetafZsica de A vicena, p. 94. u. II.
49, A. al-iKúrát. pp. 214-218: trad. frane., pp. 266-267.
50. Al-lláhivyát. p. 413. Erad. lat., pp. 492-493.
51. Quaestio di.sputatc¡ De Virtutibus, art. 8. respondeo: «Alii autem dixerunt. formas
esse totaliter ab extrinseco. vel participatione idean¡m. ur posuit Plato, vel intelligentia
agente. ut posuit Avicenna. ci quod agentia naturalia disponunt solummodo mate-
r¡am ad formam». Cf E. (iilson: Lésprit de la philosophie médiévale, Paris, J. Vrin.
reimpresión de la 2.~ ed.. 1978. p. 144. n. 1.
97 s Ramón Guerrero, 1?.
que lo había señaladó con toda claridad L. Gardet: «L~eduction des for-
cuando las formas son infundidas en ella por el Intelecto Agente separa-
do, desde fuera. La materia no es más que potencialidad: sólo tiene posi-
bilidad de ser. De aquí que en Avicena la concepción de la materia esté
vinculada a su teoría de la posibilidad.
Es sabido que una de las tesis metafisicas por la que más se caracteri-
za él pensamiento de Avicena es su concepción del ser del que todo ~,
hombre tiene una intuición intelectual inmediata ~<>, que constituye el ob-
jeto de la ciencia de la Metafísica61. Al elaborar la concepción del ser
desde la perspectiva existencial, es decir, en tanto que subraya la diferen-
cta que hay entre esencia y existencia, Avicena distingue. como antes lo
había hecho al-Fárábi, las dos primeras categorias en que se divide el ser:
el ser necesario y el ser posible. El fundamento de esta distinción es, co-
mo en su predecesor. la necesidad de dar satisfacción a la radical separa-
ción que existe entre Dios y sus criaturas.
Al igual que al-Fárábi, definirá el concepto de posibilidad en termínos
de indiferencia de una esencia para existir. El ser posible es aquel que
puede existir o no existir, aquel cuya existencia comienza a ser, aquel que
indica una relación de dependencia de quien se ha recibido el ser, como
señala Garcia Marqués 62 por lo que exige una causa externa que le haga
existir. El ser necesario, en cambio, es aquel que no puede no existir, por
lo que su existencia se identitica con su esencia y es incausado: «Deci-
mos, pues, que las cosas que caen bajo la existencia (tadjul fE l-wuVúd)
pueden dividirse en la mente en dos: unas son aquellas que, consideradas
en sí mismas, no tienen una existencia necesaria; está claro que no son
imposibles, pues de otro modo no caerian bajo la existencia; esto es lo
que cae bajo lo posible. Otras son aquellas que, consideradas en si mts-
mas, su existencia es necesaria» <~.
58. «Quelques aspects de la pensée avicennienne dans ses rapports ayee l’ortodo-
xíe musulmane». Revue Thomiste, 1939. p. 560.
59. Cli M. Cruz Hernández: «La noción de ‘ser en Avicena». Pensamiento. 15
(1959) 83-98.
60. Cf A. Garcia Marqués: Oc., pp. 21-24.
61. Cf Ilcihivvát. p. 13: trad. lat.. p. 12. Na~át, p. 235. Dánish Náma-i, trad. ingí. cit.,
p. 13: trad. frane.. p. 92. Sobre el sentido que en este último texto tiene el término «el
ser absoluto». cf nota 2 de P. Morewedge en p. 112.
62. Oc., p. 26.
63. llúhiyvát. p. 37: trad. lat,. p. 43.
64. (Y Goichon: Dístinetion. p. 157,
980 Ramón Guerrero. R.
de ser necesario: el ser necesario por si mismo y el ser necesario por otro
pero posible por sí mismo. El primero seria aquel cuya no existencia se-
ría imposible. El segundo. aquel cuya existencia la debe a otro. Así, todo
lo que existe actualmente es necesario en cualquiera de estos dos senti-
dos. En cambio, el ser posible nunca existirá en acto a menos que haya
sido hecho existente por otro, con lo cual deja dc ser posible y se convier-
te en ser necesario en el segundo de los dos sentidos. Aquí está la diferen-
cia que Avicena introduce con respecto a al-Fárábi: para éste, el ser posi-
ble ení el ser del mundo sublunar, y el ser necesario, en sus dos acepcio-
nes. estaba reservado al inundo supralunar; para Avicena. en cambio, to-
do ser que actualmente exista. sea supralunar o sublunar, es necesario, y
todos los seres que sean por razón de otro, incluso los seres supralunares
y eternos, son seres posibles«~.
«Ser posible» no se opone, propiamente. a «ser en acto», porque aun
en el caso del ser posible que ya existe su esencia permanece siendo posi-
ble en tanto no modifica su conlenido inteligible ni su neutralidad res-
pecto a ser o no ser66, sino a «ser imposible». Y precisamente por esto no
hay identidad entre potencia y posibilidad: siendo la potencia el princi-
pio de un cambio, ha pasado a designar también la posibilidad como po-
tencia pasiva, que es capaz de recibir y de padecer: «(Los Filósofos)
transfirieron el nombre de potencia Ñuwwa,~ a la posibilidad amkán» lla-
maron ‘ser en potencia’ a la cosa cuya existencia está en el limite de la
posibilidad, y llamaron ‘potencia pasiva’ a la posibilidad que tiene una
cosa para recibir o padecen> 67
Sin embargo, Avicena se sitúa en el plano de la existencia y por ello
su idea de posibilidad es entendida como posibilidad de ser, de existir Y
en este sentido se identifica con el ser en potencia, por lo que ha de haber
una condición necesaria para que se dé el comenzar a ser del ser posible:
«Puesto que es posible que una cosa sea actualizada mientras que aún no
existe. se llama potencia a su posibilidad de ser, que es la inexistencia en
el tiempo dado. Por esto se dice de toda cosa que esta en potencia o en
acto. Es preciso que la posibilidad de ser de todo aquello que puede ser
pero aún no es. sea algo real. Pero si por su posibilidad de ser no es nada
real, entonces la cosa tendría posibilidad de no ser; por tanto, no tendria
posibilidad: luego. no sería posible que existiera y no existiría nunca. En
consecuencia, ser posible es ya algo. dc modo que, cuando la cosa esté ya
realizada, el estado de ser posible no permanece»66.
Es decir, la mera posibilidad de ser es ya algo. Y lo es, porque posee
65. Cf H. A. Davidson: ProoJÁ for Eterni¡y. (reation and ¡he Existence of God in Me-
dieval Islamie and.Iewi.’h Philosophy. New York-- Oxiord. Oxford University Press. 1987,
pp. 291-292.
66. A. Garcia Marqués: Oc.. p. 29.
67. lláhivvát. p. 171: trad, lat., Pp. 195-196.
68. Dánish Náma-i, trad. ingí., PP. 45-46: trad. franc.. p. 133,
De nuevo sobre la «izquierda aristotélica». Materia y pasibilidad.. 981
dad de ser no es una substancia que no esté en un sujeto, sino una inten-
ción (ma’na~ en un sujeto y que adviene a un sujeto. Así, a la posibilidad
de ser <‘imkán al-wu9úd) nosotros la llamamos potencia de ser (quwwat al-
wuyúd), y a lo que sustenta la potencia de ser lo llamamos sujeto, hylé,
materia, etc~ según las diferentes consideraciones. Por consiguiente, la
materia ha precedido a todo lo que comienza a ser»74.
Hay, pues, una dialéctica de lo posible y lo necesario’5, que está ex-
presada en la misma necesidad de la posibilidad, como se deduce de la
afirmación aviceniana de que «todo lo que comienza a ser necesita, antes
de su devenir, ser posible en si>06. Y esta dialéctica lleva a postular como
condición de esa necesidad un principio que garantice la posibilidad de
ser, principio que no es sino la materia, la hylé. el sujeto, o como quiera
que se le denomine en virtud de los diversos aspectos desde los que pue-
de ser contemplado. La materia, entonces, es la condición previa de todo
lo real. Esto implica la eternidad de la materia, pero no su ser inengen-
drada, increada, ya que para Avicena la prioridad de la potencia pasiva
no debe entenderse en sentido absoluto: «Estos puntos que hemos referi-
do sugieren que la potencia. absolutamente, es anterior al acto y que ella
no lo precede solamente en el tiempo. Esta es una opinión hacia la que se
han inclinado muchos antiguos... Pero nosotros decimos: En lo que con-
cierne a las cosas particulares. generables y cormptible~, lo que han di-
cho es exacto: la potencia en ellos es anterior con prioridad de tiempo.
Pero en las cosas universales y eternas que son tncorruptibles, incluso si
son paniculares, la potencia no les es absolutamente anterior. Además, la
potencia es posterior a estas condiciones desde todo punto de vista. Y es-
to es así porque la potencia, dado que ella no subsiste por sí misma, debe
necesariamente subsistir en una substancia de la que necesita para ser en
acto. Pues si ella no llegase a ser en acto, no podría estar preparada para
recibir algo. Porque lo que no es absolutamente nada, no puede recibir
nada»”.
El acto ha de preceder a toda potencia. La materia, como potencia de
ser, como aquello en lo que reside la posibilidad de llegar a ser, no existe
74. lbidem, y>. 182: trad. lat.. pp. 209-210. Siger de Bravante se hizo eco de esta con-
cepción aviceniana en su Quaestiones super Librum dc’ Causis. cd. A. Marlasca. Lou-
vain. Publications Universitaires, 1972, al afirmar en y>. 92 lo siguiente: «Sed vult Avi-
cenna tractatu suac Metaphysicae quod definitionem cuiuslibet causad ingreditur
possibile esse et non esse. Hoc autem non eontingit sine materia. nam materia est hoc
per quod res potest esse et non esse».
75. Así la ha denominado y estudiado G. Verbekc en su Introduction doctrinale a la
edición citada del Avicenna Latinus. vol. 1. pp. 42*.62*,
76. lláhiyyát. y>. 181 «kull ká’in yahtáÑu ilá an yaki7in. qabí kawni-hi, mumkin al-
wu?úd fi nafsi-hi». Trad. lat., y>. 208: «Omne cn’m quod incipit esse, antequam sit. tic-
cesse est uf sit possibile in se».
77. lláhivvát. pp. 182-183: trad. lat., pp. 210-211.
De nuevo sobre la «izquierda aristotélica». Materia y posibi(idad... 983
sich selbst der Potenz nach unó sei existierend>,. Trad. cast.. y>. 75: «De ahi que la ma-
tena esté constituida de modo que se puede decir que estriba en si misma en virtud de
la potencia y que es existente». Blocb. al copiar la versión alemana de M. Horten. y>.
147. eh mi na la frase fi nal, que da senti do al «existir» dc 1 a materia: «... und sci cxi stie—
rend aktuell sei sie jcdoch nur durch (lic Wesensform o.
84. Sarh kitc2b harf al-lám. cd. A. Badawi en .4ri.stúind al-’a,ah. El Cairo. 1947. y>.
23,
85. Oc., y>. 481: «energish geladen gab ihn Avicenna weiter», Trad. y>. 12.
86. lbidcm, y>. 492: «beginnender Stoff-Erhóhung». riad. y>. 27.
87. Por lo que se refiere a otro aspecto del pensamiento avicenicíno. señalado tam-
bién por Bloch como punto capital en el desarrollo dc la izquierda aristotélica. oc., y>.
494. trad., y>. 30, el de las relaciones entre cuerpo y alma. me limito a recoger la opi-
nión emitida por 6. Verbeke en su introducción a la edición del Avicenna Latinus:
Liber de anima seu Sextus de naturalibus, 1V-y. édition crifique par S. Van Riet. Lou-
vain. E. Onientalistes. 1968. donde, en la página 29*, nota 102. dice: «Le spiritualisme
de la psychologie dAvicenne ne peut étre mis en question. et pourtant 1 la été dans
un ouvrage de M. Ernst Bloch. Avicenne und dic Ari.stotelische LinAr L’ouvrage (le M,
Bloch nc presente. á nos yeux. aucune valeur scientifique».
De nuevo sobre la «izquierda aristotélica». Materia y posibilidad... 985
el sentido de «No hay más que una sola realidad absoluta». Esto permi-
tió a todos los filósofos árabes reconocer la existencia de dos caminos o
vías para acceder a la Verdad: la vía de la religión y la de la razón, inde-
pendientes entre sí, pero conducentes al mismo fin. Sin negar la otra.
ellos optaron por la vía de la razón, y fruto de esta opción y de la lectura
naturalismo
de Aristóteles y de otros filósofos griegos que hicieron, fue el
impreso en su filosofía y. de alguna manera, la secularízación de ésta
dentro de un mundo esencialmente religioso.