3.-El Fundamento Del Hogar Cristiano

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La construcción del hogar cristiano:

El fundamento del hogar cristiano


Por Gustavo Acevedo

Un hombre lloraba amargamente en un cementerio junto a un monumento. Entre


sollozos, gritaba: ¡Por qué te fuiste! ¡Por qué te fuiste! De repente, otro se le acercó
y le preguntó: ¿Por quién lloras? ¿Murió tu padre?

El hombre, meneando la cabeza, indicó que no. ¿Murió tu madre? -le preguntó el
extraño. No, dijo el hombre. Finalmente, confundido, le preguntó la persona: ¿Por
qué lloras tanto, entonces? ¿Quién murió, que tanto lamentas su muerte? Mirando
entre sus lágrimas, el hombre le dijo: El primer esposo de mi mujer.

Al parecer, el hogar de este hombre no fue un jardín de felicidad matrimonial.


Aunque nos reímos de historias como ésta, traen a nuestra atención un tema de
suma importancia - el tema del matrimonio.

En el mundo actual, muchas personas consideran que el matrimonio es una


costumbre anticuada, una reliquia de la sociedad de antaño, e incluso se considera
una prisión. Se nos habla de las supuestas ventajas del amor libre, del divorcio y de
las relaciones no tradicionales como la homosexualidad.

Frente a estos ataques al concepto tradicional de la familia,

¿cómo ha de responder el creyente? ¿Es el matrimonio algo que Dios realmente


considera importante, o es simplemente una costumbre que podemos dejar atrás,
como dejamos las modas de las décadas pasadas?

Si notaron el título del mensaje de hoy, creo que ya se habrán dado cuenta de la
conclusión a la que llegaremos.

Creo, sin embargo, que hay mucho más que aprender acerca de este tema. Todos
traemos ciertas actitudes e ideas acerca del matrimonio, y debemos de permitir que
la Palabra de Dios sature nuestra mente para así transformar nuestras actitudes y
nuestro vivir.

Mi oración es que eso nos suceda en esta noche.

Para dar forma a nuestra meditación consideraremos primero la naturaleza del


matrimonio.

¿Qué significa el estar casado?

En segundo lugar, hablaremos en términos prácticos acerca del mantenimiento del


matrimonio.
Vemos primero que

I. La relación matrimonial es un pacto, no un contrato bilateral

Cuando alquilamos una casa, compramos un carro a pagos o entramos a un nuevo


trabajo, es usual firmar un contrato. Este contrato explica las responsabilidades de
las dos partes que entran en acuerdo, y también describe las condiciones para
romper el contrato. Dicho sea de paso que es muy importante leer cuidadosamente
las condiciones de cualquier contrato antes de firmarlo.

Muchas personas, sin embargo, piensan que la boda es algo así como un contrato.
Mientras me caigas bien, mientras satisfagas mis necesidades y no engordes
mucho, estaré contigo - hasta que alguien mejor se presente. La Biblia, sin
embargo, nos presenta otra perspectiva. Nos enseña que la relación matrimonial es
primordial y es divina. 

Leamos juntos Génesis 2:20-24.

2:20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del
campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.
2:21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste
dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
2:22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al
hombre.
2:23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne;
ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne.

La relación entre el hombre y su mujer es la primera relación que creó Dios. Él la


creó antes de la relación de hermanos, antes de la relación de padre o madre e hijo,
antes de la relación de hermanos o la de amigos. Es la primera relación humana en
la historia.

Notamos que esta relación está claramente delineada. Dios creó a Adán y Eva, no a
Adán y Esteban. Tampoco creó a Adán y Eva y María y Sandra. Esta relación
primordial es entre un hombre y una mujer.

Además de ser primordial, esta relación es divina. Fue creada por Dios, instituida
por él de una forma especial. Dios mismo dirigió la primera ceremonia de bodas,
cuando trajo a Adán su mujer Eva y se la presentó.

Estos hechos significan que Dios considera que la relación matrimonial es la más
importante que existe, fuera de nuestra relación con él.
Esto no significa que la persona que nunca se casa es de menos valor o de menor
importancia dentro de la familia de Dios. El Señor Jesús nunca se casó, y el apóstol
Pablo habla del valor que tienen los solteros por su mayor capacidad de dedicarse
al servicio del Señor. Algunos son llamados a casarse, y otros llamados a
mantenerse solteros para servir más plenamente al Señor.

Lo que significa, más bien, es que si estamos casados, tenemos que dar al
matrimonio el valor que se merece. Algunas personas piensan que sus hijos son
más importantes que su pareja. Sin embargo, Dios creó primero la relación de
pareja. Algún día los hijos se irán de la casa, pero el matrimonio es para siempre.

De hecho, la relación matrimonial es tan importante que sólo puede ser disuelta
bajo circunstancias extraordinarias.

Jesús nos enseña esto en Mateo 19:9. Leámoslo:

Mateo 19:9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

Así como lo es en el día de hoy, el divorcio era algo común en los días de Jesús. Él
declara que la única razón válida para el divorcio es la infidelidad. En este caso, la
persona que comete la infidelidad destruye la integridad del matrimonio, y la
persona traicionada tiene el derecho - aunque no la obligación - a divorciarse.

Debemos decir que puede haber casos - por ejemplo, de abuso físico - en que sea
conveniente una separación y el recurso a la ayuda de los líderes de la iglesia y de
las autoridades civiles. Según Jesús, sin embargo, la única ocasión en que se puede
disolver el matrimonio y empezar de nuevo, sin cometer pecado, es cuando el
matrimonio ya ha sido disuelto mediante la traición.

El matrimonio cristiano, entonces, no es un contrato que se puede romper a gusto


de los contrayentes. Es un pacto divino que se hace ante Dios, y que no se puede
quebrantar sin culpa. Es un pacto sagrado, pues refleja la relación entre Dios y su
pueblo. Es una relación que merece el más alto respeto y el más alto cuidado.

En muchos países, el matrimonio tiene dos aspectos - el aspecto civil y el aspecto


espiritual o religioso. Ante las autoridades civiles, el matrimonio tiene la calidad de
un contrato. Es importante cumplir con las leyes y casarse por lo civil, pero es
importante también para el creyente casarse ante Dios, pues es en la iglesia que se
considera al matrimonio como pacto. La pareja cristiana que se casa ante el juez,
pero no ante Dios, olvida lo que el matrimonio significa en realidad.

Si el matrimonio es tan importante,

¿Cómo deberá de vivir la pareja casada?


¿Es suficiente con simplemente no divorciarse?

Desgraciadamente, hay muchas parejas casadas que no disfrutan del gozo que
Dios creó dentro del matrimonio, simplemente porque no se han dado cuenta de lo
siguiente:

II. La relación matrimonial necesita mantenimiento para mantenerse fuerte

El matrimonio se fortalece cuando el esposo y su mujer reconocen que los roles que
Dios les ha asignado dentro de la relación matrimonial se completan el uno al otro.

En Génesis 2:20-24 encontramos que Dios ha dado a la esposa el papel de ayuda y


apoyo de su esposo. Ella deberá buscar formas de apoyar a su esposo, y no estar en
competencia con él.

Esto no significa que ella tiene menos valor o menos importancia que él. De hecho,
la misma palabra que aquí se traduce "ayuda" se usa en otro pasaje para hablar de
la forma en que Dios es "ayuda" del hombre, y jamás sacaríamos la conclusión de
que Dios es inferior al hombre.

La mujer es de igual valor y de igual posición ante Dios que el hombre, y en el cielo
desaparecerán las diferencias de papel que existen aquí en la tierra.

Ahora, sin embargo, mientras vivimos en esta tierra dentro de la familia, tenemos
que respetar estas diferencias de papel que Dios ha creado.

Es tarea de la mujer buscar formas de apoyar a su esposo, no estar en competencia


con él.

Es una desgracia que el machismo haya afectado tanto nuestro concepto del
matrimonio que se tenga que definir muy cuidadosamente lo que la Biblia dice.

El ser apoyo de su esposo no significa que la mujer no puede trabajar fuera del
hogar. No significa que no debe de tener educación. No significa que tiene que
pensar exactamente como su esposo, y que nunca puede hacerle sugerencias o
estar en desacuerdo con él.

En cierta ocasión, alguien llegó a una oficina de consejos matrimoniales y notó que
había dos filas para entrar - una para esposos sumisos y otra para esposos
dominantes.

La fila de esposos sumisos era larguísima, mientras que en la fila para esposos
dominantes sólo había un hombre. El visitante se acercó al hombre y le preguntó:
¿Por qué estás en esta fila cuando todo el mundo está en la otra? El hombre le
respondió, Es que mi esposa me dijo que me parara aquí.
Bueno, el esposo sumiso nunca es respetado. Pero la respuesta no es que se
convierta en mandón en vez de sumiso, sino que más bien su esposa aprenda el
camino de la sumisión bíblica.  

Mujeres, les voy a decir que Dios ha puesto dentro de cada hombre el potencial
para ser un gran padre, un gran esposo y un gran hombre. El trabajo de la mujer es
el de apoyar, animar y ayudar al hombre que Dios le ha dado para que pueda
desarrollar al máximo su potencial.

Y ¿qué de los hombres?

¿Qué podemos hacer nosotros para mantener y mejorar la calidad de la relación


matrimonial?

Aprendemos en dos pasajes muy importantes, 1 Pedro 3:7 y Efesios 5:25-28, que el
esposo es responsable del bienestar de su esposa, y deberá amarla y no usarla:

1 Pedro 3:7:

Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer
como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que
vuestras oraciones no tengan estorbo.

Efesios 5:25-28:

5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella,
5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha
ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

Muchos hombres, tristemente, tratan a su mujer como si fuera una sirvienta en


lugar de socio y pareja en el hogar. Lejos de tomar esta actitud, el hombre cristiano
ha sido llamado a amar a su esposa como se ama a sí mismo, y cuidarla como
cuida a su propio cuerpo.

Obviamente, esto significa que debe protegerla de cualquier peligro. En el mundo


actual, sin embargo, habrá pocos animales salvajes u otros peligros físicos que
amenacen el bienestar de la mujer. Los peligros que existen son, más bien,
emocionales y espirituales.
Dios ha creado a la mujer como la flor. Es más bella y más delicada que el hombre.
Por este motivo, las palabras bruscas, la falta de aprecio y la falta de amor pueden
afectarla mucho más que a uno.

¿Cómo pueden los esposos cuidar el bienestar de sus esposas?

En primer lugar, respetando y cuidándola como lo delicada que es. El hombre


cristiano nunca se vale de su fuerza física superior para obligar a su mujer a hacer
lo que ella no quiere. No trata de humillarla o de controlarla. Más bien, la protege y
la aprecia.

En segundo lugar, el hombre debe de estar consciente de las necesidades


emocionales de su mujer. Muchas veces, cuando llegan los niños, desaparecen la
conversación y la comunicación entre la pareja. Esto es algo que hay que proteger y
cuidar.

Una forma de hacer esto es ponerse de acuerdo con otra pareja para que se turnen
en cuidar a los niños. Mientras ellos se quedan con los niños una o dos veces al
mes, ustedes como pareja salgan a comerse un helado o tomarse un café, y
conversen como lo hacían cuando eran novios. La base de una buena relación
matrimonial es una buena amistad, y la conversación es la base de la amistad.

Un hombre llegó cierto día a su pastor y le dijo: Pastor, tengo que hacerle una
confesión que me es muy penosa. Resulta que, por los treinta años que tenemos de
casados, mi esposa y yo hemos peleado todos los días.

El pastor, sorprendido, le dijo: ¿Todos los días? -Sí, -le respondió el hombre-, todos
los días. -¿Se pelearon hoy antes de venir a la iglesia? -Sí, le contestó. -¿En qué se
terminó la pelea? -Ella se arrodilló ante mí. -¿Qué te dijo? -Me dijo: ¡Sal de debajo
de la cama y pelea como hombre!

Ése no es el modelo divino para el matrimonio feliz. Más bien, Dios desea que
fundemos nuestro hogar sobre un matrimonio que refleja su plan, un matrimonio
sólido y bien fundamentado, un matrimonio completo porque la pareja busca
llenar el papel que Dios le da.

Si estás casado, decide hoy que acciones debes de tomar en esta semana para que
tu matrimonio refleje el propósito original de Dios, y busca su bendición para tu
hogar.

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