Derecho Romano Unidad Tres, Herrera Rodriguez Diana Laura.
Derecho Romano Unidad Tres, Herrera Rodriguez Diana Laura.
Derecho Romano Unidad Tres, Herrera Rodriguez Diana Laura.
MÉXICO.
UNIDAD III, SUCESIONES.
DERECHO ROMANO.
El heredero es el que por testamento o por ley, mediante el juicio de intestado, recibe
en todo o en parte una herencia o legado. Es a quien se transmiten los bienes
derechos y obligaciones del de cujus, en los términos del testamento o en la forma
en que disponga la ley, en su caso.
Sucesión legítima.
La llamada a heredar (delatio) no siempre es designada por el causante de la
sucesión. Para los casos en que tal institución por voluntad expresa del de cuius no
se realizó y aun existiendo testamento, este careciera de eficacia, la ley dispone a
las personas que adquirirán la herencia. En este caso, la sucesión se denomina
legítima o ab intestato.
Para el Derecho romano, los casos en los que opera la sucesión legítima son:
La Ley de las XII Tablas establece que “si muere intestado quien no tiene un
heredero suyo, tenga la herencia el agnado más próximo. Si no hay agnado, tenga
la herencia los gentiles” (si intestato moritur, cui suus heres nec escti, adgnatus
proximus familiam habeto, si adgnatus nec escit, gentiles familiam habento).
En esta categoría no entran los ascendientes del causante, en caso de vivir su padre
o abuelo, éstos no son llamados por no existir lazos agnaticios con ellos. No se
permitió la sucesión de los hijos a las madres, a menos que la mujer estuviera
casada cum manu con su padre y, por tanto, fuera considerada hija legítima del
marido y hermana de los hijos de éste (loco filiae).
La agnación femenina solo fue permitida con la lex Voconia del 169 a.C. en donde
las hermanas del causante podían heredar y no a otras agnadas (tías, sobrinas,
primas, etc.).
No se daba lugar a la sucesión por grados, ni por estirpe; si los parientes que
resultaron ser los más cercanos a la muerte del causante no efectuaban la aditio o
perdían la capacidad de hacerla, o morían, no heredaban los parientes de grado
inmediato inferior, sino que la delación de la herencia se hacía a los gentiles.
Gens.
Sucesión testamentaria.
Es un testamento que celebran los militares en vista de una inminente batalla (cum
belli causa). Se pronunciaba en forma oral ante los compañeros de armas para que
ellos los transmitieran en caso de muerte del testador Cayó en desuso a partir del
siglo II a.C. Per aes et libram, denominado así porque se utilizaba la mancipatio
para su celebración. El testador después de escribir en unas tablillas el testamento
(tabulae) y hallándose presentes cinco testigos, todos ciudadanos romanos púberes
y un portador de la balanza (libripens) celebra la venta (mancipat) de su familia por
mera formalidad jurídica, en cuyo acto pronuncia el comprador (familiae emptor) las
siguientes palabras: “Yo me encargo y tomo bajo mi tutela y salvaguardia tu familia
y tu dinero, y a fin de que por este medio puedas hacer testamento conforme a las
leyes, sea comprada para mí por esta moneda, a lo cual añade algunos y toca
enseguida la balanza con la moneda y la da al testador como precio de su
patrimonio”. Entonces el testador dice teniendo en la mano las tablas que contienen
el testamento: “Yo doy lego, testo, tal como está escrito en estas tablas y en esta
cera; y por lo tanto romanos, dadme testimonio de ello” (Gayo, 2.104).
Sin embargo, este testamento por ser oral y ser un acto bilateral que no permitía la
revocación, cayó pronto en desuso.
En el derecho honorario:
Bonorum possessio secundum tabulas.
1. Del derecho civil respecto de la unidad del acto en el que el testador presenta
el testamento a los testigos;
2. Del derecho honorario en cuanto al número de los siete testigos y sus sellos;
y,
3. Del derecho imperial en lo relativo a las firmas de los testigos y del propio
testador.
Además, consta de tres partes:
Podían realizar este testamento los soldados y marinos durante la duración del
servicio militar. En el 529 d.C., Justiniano limitó este derecho a aquellos que estaban
en efectiva expedición militar. El testamento militar era válido un año después de
haber sido licenciados por causa honesta, caducaba cuando se daba bajo causas
de afrenta pública. Se permitió testar ante un compañero de armas, escribiendo con
sangre su escudo o escribiendo con la punta de su lanza en la arena. Sin embargo,
el testador debía dejar en términos claros y precisos la institución del heredero.
Este testamento no solo era especial en cuanto a su forma, sino que a partir del
Principado se permitió incumplir en su favor algunos de los principios que regían en
la sucesión testamentaria ordinaria, entre ellos:
Requiere además de los siete testigos, un tabulario que redactara por escrito la
manifestación del testador o bien un octavo testigo.
En época de peste.
Era válido aun y cuando la presencia de los siete testigos no fuera simultánea.
Del padre en favor de los hijos.
Podía ser oral siempre y cuando lo atestiguaran dos personas o por escrito, siempre
que el testador de puño y letra escribiera el nombre de los herederos y la fecha.
A favor de la Iglesia o de la pía causa.
Adquisición de la herencia.
Sustituciones hereditarias
Sustitución vulgar.
La institución del heredero está sujeta a una condición suspensiva; en el caso que
el heredero repudie, premuera o sea incapaz, el testador nombra al heredero
sustituto. Se aplica el principio de “si no hay heredero” (si heres non est). El testador
puede sustituir a uno o a varios coherederos. Es un llamamiento posterior al
nombramiento de heredero y puede tener un contenido patrimonial distinto.
Sustitución pupilar.
Sustitución quiasipupilar.
Creada por Justiniano para el caso que el heredero fuera un enfermo mental, el
testador nombra un sustituto para el caso que el descendiente no recupere la razón.
El heredero sustituto solo adquiere los bienes adquiridos por la herencia del pater
familias y no el patrimonio obtenido directamente por el enfermo mental.
Desheredación.
Por tanto, en el Derecho romano era considerada nula toda cláusula en la que el
testador declarase de antemano que no modificaría su testamento (cláusula
derogatoria), así como la stipulatio poenae dirigida a asegurar tal compromiso.
La revocación del testamento fue regulada de distinta manera por el derecho civil,
el derecho honorario y el derecho imperial. De acuerdo con el Derecho preclásico,
un testamento solo podía revocarse por otro posterior, revocando ineludiblemente
el testamento anterior. Aún en el caso que en el nuevo testamento no se modificara
la institución del heredero, quedando quizá algunas disposiciones en pie, era
necesario otorgar un nuevo testamento. Si el nuevo testamento resultaba invalido,
el heredero no podía aceptar la herencia y debía atenerse a las reglas de la sucesión
ab intestato.
El Derecho honorario priorizaba la intención del testador que las solemnidades con
las que se debían realizar los testamentos, por lo que, si el testador decidía
destrozar las tablillas del testamento, romper los sellos o tachar el nombre del
heredero, era clara su decisión de revocar el testamento, sin necesidad que el de
cuius otorgara nuevo testamento. Con Justiniano aparecen dos formas de
revocación.
La primera denominada apud acta, la cual se podía realizar transcurridos diez años
desde su otorgamiento, previa declaración ante autoridad pública y tres testigos.
Honorio y Valentiniano II declararon nulos todos los testamentos que a los diez años
de su fecha de expedición no se hubiera realizado, disposición no acogida por
Justiniano. Era posible revocar algunas disposiciones testamentarias a través de
codicilos y de la creación de fideicomisos.
Interpretación del testamento.
La eficacia del testamento tiene su fundamento en la voluntad del disponente.
Los juristas elaboran una serie de reglas sobre la interpretación de las cláusulas
testamentarias en las que debe prevalecer siempre la voluntad del testador. En la
jurisprudencia republicana se da la mayor relevancia a la voluntas defuncti, y según
Tuberón "las palabras son sólo un medio de expresión de esa voluntad".
Celso, afirma que "la intención del que testa es anterior y de mayor relevancia que
la voz". En relación con las condiciones que se ponen en los testamentos, Ulpiano,
afirma que "tiene preferencia la voluntad del difunto que es la que impera las
condiciones". Esta prevalencia de la voluntad perdura hasta Justiniano, el cual
reconoce que siempre seguimos los vestigios de la voluntad del testador.
Herencia yacente y herencia vacante.
Es posible que entre el momento de la llamada y la aceptación transcurra un espacio
de tiempo más o menos largo. En este período de tiempo entre la delación y la
aceptación se produce un vacío en la titularidad de las relaciones hereditarias, la
cual no puede atribuirse ya al causante puesto que ha muerto, ni al heredero porque
aún no ha aceptado: en este período de tiempo se dice en Derecho romano que la
herencia está yacente.
Se llega finalmente a admitir que es la misma herencia yacente la que hace las
veces de titular, y son varios los textos donde se la considera como dueña (D. 41,
1, 61 pr.). Incluso en Derecho justinianeo parece configurarse como una persona
jurídica.
Legados.
Hay cuatro clases de legados: por vindicación, o sea de derecho real, por
damnación, o sea de obligación, a modo de permiso, o sea de tolerancia, y por
precepción, o sea de preferencia" (Gayo, 2.192).
De las cuatro clases, las más importantes son el legado vindicatorio y el damnatorio.
La forma del legado era "doy y lego". También es válida la fórmula "Toma, quédate
con o coge". Dar se refiere aquí, más que al acto de entrega o transmisión de la
propiedad, al resultado de adquisición del objeto legado. Y se llama por vindicación,
porque tan pronto es aceptada la herencia la cosa se hace de la propiedad civil del
legatario.
La cosa se hace del legatario sin intervención del heredero, y aquél dispone
de la acción reivindicatoria como propietario civil.
El testador sólo puede legar por vindicación lo que es de su propiedad civil
en el momento de hacer testamento y en el de su muerte.
La forma del legado era: "que mi heredero esté obligado a transmitir" (dare
damnas esto. Ejemplo: "que mi heredero esté obligado a transmitir mi esclavo
Estico".
La forma es: "que mi heredero quede obligado a permitir", (damna esto sinere). La
finalidad de este tipo de legado era el respeto, impuesto por el testador al heredero,
de una situación de hecho establecida a favor del legatario.
Los diversos tipos de legados tienden a unificarse en las dos formas más
importantes: con efectos reales, o legado vindicatorio, y con efectos obligatorios, o
damnatorio.
Objeto de los legados.
En el legado intervienen tres sujetos: el testador o el que lega, el heredero o
gravado, y el legatario o beneficiado con el legado. En el derecho clásico, el que
lega es el que hace el testamento; en derecho justinianeo, el legado puede hacerse
también en un codicilo, como consecuencia de su equiparación al fideicomiso.
Legatario es el que resulta beneficiado con el legado. En el caso de legado indirecto,
el legatario puede ser una persona distinta del mencionado por el disponente.
Existían tipos de legados con objeto indeterminado:
Dies cedens
El dies cedens es aquél que, por regla general coincide con la muerte del testador.
A partir de este momento el legatario adquiría el derecho al legado y podía ya
transmitirlo a sus herederos, salvo que el legado estuviera sometido a condición o
a término, en cuyo caso el dies cedens se retrasa hasta que se cumpla la condición
o llega el término. El dies cedens asegura una cierta situación jurídica: en este
sentido se dice que el legatario securus erit.
Dies veniens
Condición
Término
Modo o carga
Otra de las modalidades a las que se podía sujetar el testamento era el modo
(modus) en el cual, el testador imponía una carga a una persona beneficiada por un
acto de liberalidad, como los legados o las donaciones. El testador podía imponer
una carga al heredero o legatario, y que, a diferencia de la condición suspensiva, el
acto de liberalidad no quedaba en suspenso. Para asegurarse del cumplimiento de
la carga se solicitaba al beneficiario que garantizara su cumplimiento mediante una
caución.
Fideicomisos (fideicommisium).
La base del fideicomiso es la buena fe del heredero, quien debía cumplir con esta
carga después de la muerte del testador, por ello en un principio el fideicomiso solo
generaba un deber moral. Augusto concedió una actio o petitio fideicommissaria en
favor del beneficiario del fideicomiso, utilizado solo para casos excepcionales ante
los cónsules, más tarde Claudio establece que esta acción se interponga ante los
praetores fideicommissarii sobre cualquier problema relativo a los fideicomisos.
Sustitución fideicomisaria.
Codicilo (codicilli).
Del latín codicilli (diminutivo de codex). Son cartas o notas informales que el testador
dejaba escritas en tablas o papiros en donde expresaba ciertas disposiciones de
última voluntad, siempre que no se tratare de la institución del heredero o de una
desheredación, ya que para ello se requería otorgar un nuevo testamento bajo el
principio que la herencia no puede ser dada ni quitada mediante codicilos (codicillis
hereditas neque dari neque adimi potes).
Los codicilos se dividen según su objeto o los efectos que producen, entre ellos:
Codicilo ab intestato.
No se establece la institución del heredero, pero se puede estipular que quien reciba
la herencia debe cumplir con determinados mandatos, como el de constituir un
fideicomiso
Codicilos confirmados.
Codicilos no confirmados.
Bibliografía.
Bravo González, Agustín y Bravo Valdés Beatriz, Derecho Romano Segundo Curso,
Porrúa, 2006.