Precursores de La Balistica

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Universidad de Panamá

Facultad de Derecho
Asignatura
Balística Forense
Ariana Villalobos
Cedula: 00-EC-0157-00227

PRECURSORES DE LA BALISTICA
FORENSE
Introducción
HISTORIA DE LA BALISTICA FORENSE

Cuando hoy en día surge una investigación relacionada con la utilización de armas
de fuego todos sabemos, de alguna manera, que no hay dos armas que dejen
idénticas marcas en la munición empleada, y que, mediante el estudio de las
huellas dejadas en el proyectil cuando éste se desliza por el ánima del cañón, o
las producidas en la vaina, por la rampa de alimentación, las paredes de la
recámara, espaldón, aguja percutora, extractor y expulsor, se puede llegar a
deducir el arma que realizó el disparo.
El primer intento con éxito del que se tiene constancia, en el descubrirse al autor
de un crimen realizado con un arma de fuego, data de comienzos del siglo XIX.
Corría el año 1835, y en la ciudad de Londres no había cuerpo de policía, tan solo
un pequeño grupo de ayudantes reclutados por Henry Fielding -juez de paz de
Westminster-, a los que se les conocía como los Bow Street Runners, que se
dedicaban a investigar los crímenes utilizando métodos poco ortodoxos, e incluso
alguna vez que otra no muy legales.
Henry Goddard, uno de estos peculiares investigadores, al observar un proyectil
extraído del cuerpo de una víctima de un asesinato, se percató de la existencia de
una llamativa protuberancia o abultamiento en la misma. Dado que por aquélla
época las armas de fuego eran de avancarga y los tiradores habitualmente hacían
mediante un molde o turquesa sus propias balas, nuestro avezado investigador
pensó que si encontraba el molde encontraría al asesino.
Con ésta idea, Goddard se lanzó a registrar las casas de los sospechosos, y
cuando procedía al registro de la vivienda de uno de ellos, al examinar el molde
con el que fabricaba las balas de plomo el morador de la misma, pudo observar
que en el interior de la turquesa había una pequeña hendidura.
Procedió a fabricar un proyectil y al compararlo con el que se había extraído del
cuerpo de la víctima pudo ver que los abultamientos de ambas eran idénticos.
Esto, y se supone que un poco de presión, hizo que el asesino confesara su
crimen.
En este primer caso, podemos decir que el rigor científico brilló por su ausencia,
sólo la suerte y la intuición se aliaron para llegar al acierto policial que convertiría a
Goddard -sin que tuviera conciencia de ello- en el precursor de lo que llegaría a
ser un nuevo método para la investigación de los crímenes cometidos con armas
de fuego.
Dejaremos pasar el tiempo y algunos casos resueltos con mayor o menor rigor
científico, hasta situarnos en la Alemania de 1898.
Un médico forense berlinés, el Dr. Paul Jeserich, asistía en calidad de experto al
tribunal de la ciudad alemana de Neuruppin en un caso de homicidio.
Durante el proceso le mostraron a Jeserich un proyectil extraído del cuerpo de la
víctima, y el revólver propiedad del acusado. Este doctor era partidario de la teoría
que afirmaba que el proyectil al recorrer el ánima del cañón y rozar con las estrías
de éste a gran presión, sufría una serie de marcas y por lo tanto si se realizaba
otro disparo con el arma del criminal, el deslizamiento por el ánima del cañón
produciría huellas en el proyectil iguales a las que tenía la extraída del cuerpo de
la víctima, siempre y cuando el arma empleada fuera la misma.
Con esta idea realizó un disparo de prueba, fotografió las dos balas, amplió las
fotos y sorpresa, se dio cuenta de que las marcas dejadas por las estrías y los
campos del ánima del cañón en el proyectil testigo, eran idénticas a las que tenía
el dubitado.
Comienza el siglo XX, y poco a poco otros investigadores fueron creando nuevos
métodos de investigación, que irían dando a conocer en sus asesoramientos a los
tribunales de justicia. Uno de ellos, Richard Kockel, que siendo director del
instituto forense de la ciudad de Leipzig, efectuó las primeras pruebas del
desarrollo del cuerpo del proyectil, realizando negativos del mismo en láminas de
cera y óxido de cinc.
Al profesor Balthazard le llamó la atención que en el culote de la vaina existieran
una serie de marcas y que éstas eran producidas al incidir sobre él la aguja
percutora en el momento del disparo. De igual manera observó que el espaldón
también producía una serie de marcas en el culote del cartucho vaina servida, e
incluso lo hacían el extractor y el expulsor. Balthazard había descubierto un
camino muy importante, pero a causa del comienzo de la I Guerra Mundial estas
investigaciones fueron abandonadas.
Llegado el año 1917 entra en escena uno de los grandes pioneros de la balística
forense: Charles E. Waite. Su historia se mezcla con la balística, cuando como
funcionario del ministerio público del estado de NuevaYork, asistió como ayudante
del Presidente de la Comisión de Investigación nombrada por el Gobernador del
Estado, encargada de revisar la no muy fiable sentencia dictada por un tribunal del
condado de Orleans en el proceso que investigó y juzgó el caso del doble
asesinato cometido en la noche del 21 de marzo de 1915 en una granja del
pequeño pueblo de West-Shelby, donde su propietario Charles B. Phelps y su ama
de llaves Margarett Walcott fueron asesinados a tiros con un arma del calibre .22.
Profesor Balthazard
Nació en París, Francia en 1872. Fue profesor de medicina forense, En 1910
escribió junto a Marcelle Lambert El cabello del hombre y los animales, abogando
por el estudio microscópico de las características y enfermedades del cabello para
identificar un crimen.
En 1912 planteo que habían huellas o marcas de identidad en los proyectiles
disparados por armas de fuego, que permitían la identificación de aquellos,
creando así el primer sistema de identificación de proyectiles
Este consistía en hacer rodar los proyectiles incriminados o de causa, y los
proyectiles testigos en una lámina delgada de estaño, teniendo que estar
totalmente lisa, apoyándose de un elemento plano de madera hace este
rodamiento, de forma tal que las características de alto y bajo relieve se
transmitieran, teniendo el inconveniente de moldear las macro características más
no las micro estrías. Posteriormente pasaba a fotografiar las láminas de estaño,
obteniendo fotografías planas de la circunferencia del proyectil, dándoles de tres a
cuatro aumentos de su tamaño original, pasando a buscar las coincidencias. Se
criticó su sistema por intervenir la mano del hombre por lo que no era
suficientemente creíble.

Henry Goddard
En 1925, Goddard escribió un artículo para la artillería del ejército titulado Balística
forense en el que describía el uso del microscopio de comparación con respecto a
las investigaciones de armas de fuego. Generalmente se le atribuye la concepción
del término balística forense, aunque luego admitió que era un nombre inadecuado
para la ciencia. En abril de 1925, el Mayor Goddard estableció la Oficina de
Balística Forense en la ciudad de Nueva York con CE Waite, Philip O. Gravelle y
John H. Fisher. La Oficina se formó para proporcionar servicios de identificación
de armas de fuego en todo Estados Unidos. Goddard investigó, fue autor y habló
extensamente sobre el tema de balística forense e identificación de armas de
fuego, convirtiéndose en el pionero de renombre internacional en balística forense.
La Oficina de Balística Forense fue el primer laboratorio de criminalística
independiente de los Estados Unidos, que dirigió Goddard, y donde se reunieron
pruebas de balística, huellas dactilares, análisis de sangre y trazas bajo un mismo
techo. Cuando el laboratorio comenzó a publicar el American Journal of Police
Science , que fue editado por el coronel Goddard, el director del FBI, J. Edgar
Hoover , animó encarecidamente a sus agentes especiales a cargo a que se
suscribieran y proporcionó artículos sobre temas de huellas dactilares y
responsabilidades de la Oficina a la revista. Al año siguiente, la Oficina contribuyó
con tres artículos para la serie de la revista titulada Protección organizada contra
el crimen organizado. Hoover también envió a varios representantes a un simposio
patrocinado por Goddard sobre detección científica de delitos. También fue asesor
del FBI cuando establecieron un laboratorio forense similar.

Charles E. Waite
El científico forense Charles E. Waite participó en una serie de avances históricos
en la ciencia de la balística a lo largo de su carrera. Fue la primera persona en
compilar un catálogo de información sobre armas de fuego y formó parte del grupo
de científicos que adaptaron el microscopio de comparación para su uso en
comparación balística. Waite también fue cofundador de la Oficina de Balística
Forense.
¿Quién invento el primer microscopio de comparación balístico?

Primero se inventó microscopio calibrador con una mayor precisión que el


fabricado anteriormente por Poser. Permitía medir con muchísima más precisión
los campos intermedios, las estrías, y la orientación de las mismas.
Con éste nuevo microscopio Gravelle pudo observar gran cantidad de proyectiles
disparados por distintas armas de un mismo modelo. Pero no estaba del todo
satisfecho, puesto que para comparar un proyectil con otro había que observarlos
por separado, y ello suponía mayor imprecisión que examinándolos
simultáneamente. Luego de pensar se le ocurrió la idea que daría a la balística
uno de los fundamentos científicos más importantes.
Tomó dos de los microscopios calibradores y los unió mediante un dispositivo
óptico gracias al cual se podían observar dos proyectiles juntos superponiéndolos
en una sola imagen y lograr que ambas giraran de manera que se pudieran
comprobar viendo las coincidencias y diferencias que hubiera en las mismas. El
microscopio comparativo de Gravelle veía la luz.
Para estas fechas se unió al equipo de Waite un nuevo miembro, el doctor Calvin
Goddard que al poco tiempo de manejar el microscopio comparativo podía
distinguir si una bala dubitada y una testigo habían sido disparadas por la misma
arma. Y eso no era todo. Goddard siguiendo el camino que había iniciado el
profesor Balthazard, comenzó a observar el culote de las vainas disparadas
encontrando que las lesiones producidas por las máquinas empleadas en la
fabricación de la aguja percutora o del bloque de cierre del arma que había
realizado el disparo, coincidían con las lesiones que aparecían en el culote de la
vaina empleada.
Entonces el primer microscopio de comparación balística fue creado por Gravelle
en el 1925.

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