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Éxodo: Cantaré al Señor, sublime es su victoria (I-IV) Ex 15, 1-4. 8-13.

17-18
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
2Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
3El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».

4Los carros del Faraón los lanzó al mar,


ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes;
[5las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.

6Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,


tu diestra, Señor, tritura al enemigo;
7tu gran victoria destruye al adversario,
lanzas tu incendio, y los devora como paja.]

8Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,


las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.

9Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,


repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano».

10Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,


se hundieron como plomo en las aguas formidables.

11¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?


¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?

12Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;


13guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

[14Lo oyeron los pueblos y temblaron,


espasmos agarraron a los jefes filisteos,
15se turbaron los toros de Edom,
temblores agarraron a los carneros de Moab,
flaquearon todos los jefes cananeos;

16los asaltaron tu espanto y tu pavor,


los dejó petrificados la grandeza de tu brazo,
mientras pasaba tu pueblo, Señor,
mientras pasaba el pueblo que te habías comprado.]

17Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,


lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
18El Señor reina por siempre jamás.

Deuteronomio: Escuchad, cielos, y hablaré (I-IV) Dt 32, 1-12


1Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
2descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.

3Voy a proclamar el nombre del Señor:


dad gloria a nuestro Dios.
4Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

5Hijos degenerados, se portaron mal con él,


generación malvada y pervertida.
6¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

7Acuérdate de los días remotos,


considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán:

8Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad


y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
9la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

10Lo encontró en una tierra desierta,


en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

11Como el águila incita a su nidada,


revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

12El Señor solo los condujo,


no hubo dioses extraños con él.
Samuel: Mi corazón se regocija por el Señor (I-IV) 1Sam 2, 1-10
1Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
2No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.

3No multipliquéis discursos altivos,


no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.

4Se rompen los arcos de los valientes,


mientras los cobardes se ciñen de valor;
5los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.

6El Señor da la muerte y la vida,


hunde en el abismo y levanta;
7da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

8Él levanta del polvo al desvalido,


alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.

9Él guarda los pasos de sus amigos,


mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.

10El Señor desbarata a sus contrarios,


el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.

Crónicas: Bendito eres, Señor (I-IV) Dn 3, 26-29. 34-41


Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

27Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros


y todas tus obras son verdad,
28y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.

29Porque hemos pecado y cometido iniquidad


apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
34Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

35Por Abrahán, tu amigo;


por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
36a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

37Pero ahora, Señor, somos el más pequeño


de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

38En este momento no tenemos príncipes,


ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

39Por eso, acepta nuestro corazón contrito


y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.

40Que éste sea hoy nuestro sacrificio,


y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Tobit: Bendito sea Dios, que vive eternamente (I-IV) Tb 13,1-10


Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
2él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.

3Dadle gracias, Israelitas, ante los gentiles,


porque él nos dispersó entre ellos.
4Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro padre por todos los siglos.

5Él nos azota por nuestros delitos,


pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones
por donde estáis dispersados.

6Si volvéis a él de todo corazón


y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.

7Veréis lo que hará con vosotros,


le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.

8Yo le doy gracias en mi cautiverio,


anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.

Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.

9Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,


y me alegraré de su grandeza.
10Que todos alaben al Señor
y le den gracias en Jerusalén.

Tobit: Que todos alaben al Señor (I-IV) Tb 13, 10-13. 15-17)

Que todos alaben al Señor


y le den gracias en Jerusalén.
Jerusalén, ciudad santa,
él te castigó por las obras de tus hijos,
pero volverá a apiadarse del pueblo justo.

11Da gracias al Señor como es debido


y bendice al Rey de los siglos,
para que su templo
sea reconstruido con júbilo,
12para que él alegre en ti
a todos los desterrados,
y ame en ti a todos los desgraciados,
por los siglos de los siglos.

13Una luz esplendente iluminará


a todas las regiones de la tierra.
Vendrán a ti de lejos muchos pueblos,
y los habitantes del confín de la tierra
vendrán a visitar al Señor, tu Dios,
con ofrendas para el rey del cielo.

Generaciones sin fin


cantarán vítores en tu recinto,
y el nombre de la elegida
durará para siempre.

15Saldrás entonces con júbilo


al encuentro del pueblo justo,
porque todos se reunirán
para bendecir al Señor del mundo.

16Dichosos los que te aman,


dichosos los que te desean la paz.

17Bendice, alma mía, al Señor,


al rey soberano,
porque Jerusalén será reconstruida,
y allí, su templo para siempre.

Judit: Alabad a mi Dios con tambores (I-IV) Jdt 16,1-2.13-15


1¡Alabad a mi Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
2Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.

[3Los asirios de los montes del norte


vinieron con tropa innumerable;
su muchedumbre obstruía los torrentes,
y sus caballos cubrían las colinas.

4Hablaban de incendiar mis tierras,


de pasar mis jóvenes a espada,
de estrellar contra el suelo a los bebés,
de entregar como botín a mis niños
y de dar como presa a mis doncellas.

5El Señor Omnipotente


por mano de mujer los anuló.
6Que no fue derribado su caudillo
por jóvenes guerreros,
ni le hirieron hijos de titanes,
ni altivos gigantes lo vencieron;
lo subyugó Judit, hija de Merarí,
con sólo la hermosura de su rostro.

7Se despojó de sus vestidos de viuda,


para exaltar a los afligidos de Israel;
ungió su rostro de perfumes,
8prendió con una cinta sus cabellos,
ropa de lino vistió para seducirle.
9La sandalia de ella le robó los ojos,
su belleza cautivóle el alma...
¡y la cimitarra atravesó su cuello!

10Se pasmaron los persas con su audacia,


se turbaron los medos por su temeridad.

11Entonces clamaron mis humildes,


y ellos temblaron de miedo;
clamaron mis débiles,
y ellos quedaron aterrados;
alzaron su voz éstos,
y ellos se dieron a la fuga.

12Hijos de jovenzuelas los asaetearon,


como a hijos de desertores los hirieron,
perdieron en la batalla contra mi Señor.]

13Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:


Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.

14Que te sirva toda la creación,


porque tú lo mandaste, y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.

15Sacudirán las olas los cimientos de los montes,


las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.

Sabiduría: La vida de los justos está en manos del Señor (I-IV) Sb 9,1-6.9-11
Dios de los padres y Señor de misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
2y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
3y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.
4Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
5porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

6Pues, aunque uno sea perfecto


entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.

[7Tú me has escogido como rey de tu pueblo


y gobernante de tus hijos e hijas,
8me encargaste construirte un templo en tu monte santo
y un altar en la ciudad de tu morada,
copia del santuario que fundaste al principio.]

9Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,


que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.

10Mándala desde tus santos cielos,


y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.

11Porque ella conoce y entiende todas las cosas,


y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.

[12Así aceptarás mis obras,


juzgaré a tu pueblo con justicia
y seré digno del trono de mi padre.]

Sabiduría: Dios dio a los santos las recompensas de sus trabajos (I-IV)

Sabiduría: A tu pueblo, Señor (III) Sabiduría 16, 20-21.26;17, 1a: El Señor alimentó a su
pueblo con manjar de ángeles
A tu pueblo, Señor,
lo alimentaste con manjar de ángeles,
proporcionándole gratuitamente, desde el cielo,
pan a punto, de mil sabores,
a gusto de todos;

este sustento tuyo


demostraba a tus hijos tu dulzura,
pues servía al deseo de quien lo tomaba
y se convertía en lo que uno quería.
Para que aprendieran tus hijos queridos, Señor,
que no alimentan al hombre la variedad de frutos,
sino que es tu palabra
quien mantiene a los que creen en ti.
Tus juicios son grandiosos e inexplicables.

Eclesiástico: Dichoso el hombre que piensa en la sabiduría (I-IV)


Eclesiástico: Dichoso el hombre que se conserva íntegro (I-IV)

Eclesiástico: Sálvanos, Dios del universo (I-IV)

Eclesiástico: Escuchadme, hijos piadosos, y creceréis (I-IV) Eclesiástico 39, 13-16a:


Escuchadme, hijos piadosos, y creceréis
como rosal plantado junto a la corriente;
perfumad como incienso,
floreced como azucenas, difundid fragancia.

Alzad la voz en canto de alabanzas,


bendecid al Señor y sus obras,
exaltad la grandeza de su nombre
y alabadlo con himnos,
con cantos acompañados de instrumentos,
pronunciando aclamaciones:
"las obras de Dios son todas buenas".

Isaías: Al final de los días estará firme (I-IV) Cántico de Isaías (Is 2,2-5): El monte de
la casa del Señor en la cima de los montes
2
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
3
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:

Él nos instruirá en sus caminos


y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor".
4
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,


de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
5
Casa de Jacob, ven,
caminemos a la luz del Señor

Isaías: Te doy gracias, Señor (I-IV) (Is 12,1-6


Te doy gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.

2Él es mi Dios y salvador:


confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
3Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

4Aquel día diréis:


«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

5Tañed para el Señor, que hizo proezas,


anunciadlas a toda la tierra;
6gritad jubilosos, habitantes de Sión:
"Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel"».

Isaías: El pueblo que caminaba en tinieblas (II y III)

Isaías: Tenemos una ciudad fuerte (I-IV) (Is 26,1-4. 7-9. 12


Aquel día se cantará este canto en el país de Judá:]
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:

2Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,


que observa la lealtad;
3su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.

4Confiad siempre en el Señor,


porque el Señor es la Roca perpetua.

[5Doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada;


la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo,
6y la pisan los pies, los pies del humilde,
las pisadas de los pobres.]

7La senda del justo es recta.


Tú allanas el sendero del justo;
8en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.

9Mi alma te ansía de noche,


mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
[10Si se trata con clemencia al malvado,
no aprende justicia:
en tierra de honradez obra mal,
sin ver la grandeza del Señor.

11Señor, tu mano está alzada, pero no la miran;


que miren avergonzados tu celo por el pueblo,
que un fuego devore a tus enemigos.]

12Señor, tú nos darás la paz,


porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.

Isaías: Los lejanos, escuchad lo que he hecho (I-IV) Is 33,13-16


Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

14Temen en Sión los pecadores,


y un temblor agarra a los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

15El que procede con justicia y habla con rectitud


y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
16ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Isaías: Yo pensé, en medio de mis días (I-IV) (Is 38, 10-14. 17-20)
Yo pensé: "En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años".

11Yo pensé: "Ya no veré más al Señor


en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.

12Levantan y enrollan mi vida


como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama".

Día y noche me estás acabando,


13sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.

14Estoy piando como una golondrina,


gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

[15¿Qué le diré y qué pensaré


si él es quien lo hace?
Huye de mí el sueño
por la amargura de mi alma.

16Los que Dios protege, viven


y entre ellos vivirá mi espíritu.]

Me has curado, me has hecho revivir,


17la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.

18El abismo no te da gracias,


ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.

19Los vivos, los vivos son quienes te alaban:


como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

20Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas


todos nuestros días en la casa del Señor.

Isaías: Consolad, consolad a mi pueblo (I)

Isaías: Mirad, el Señor Dios llega con poder (I-IV) Is 40,10-17)


Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.

11Como un pastor que apacienta el rebaño,


su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.

12¿Quién ha medido a puñados el mar


o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes


y en la báscula las colinas?
13¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?

14¿Con quién se aconsejó para entenderlo,


para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?

15Mirad, las naciones son gotas de un cubo


y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
16el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.

17En su presencia, las naciones todas


como si no existieran,
valen para él nada y vacío.

Isaías: Cantad al Señor un cántico nuevo (I-IV) Is 42,10-16


Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene,
las costas y sus habitantes;

11alégrese el desierto con sus tiendas,


los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
12den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las costas.

13El Señor sale como un héroe,


excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.

14"Desde antiguo guardé silencio,


me callaba, aguantaba;
como parturienta, grito,
jadeo y resuello.

15Agostaré montes y collados,


secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
16conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran;
ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano".

Isaías: Es verdad, tú eres un Dios escondido (I-IV)  (Is 45,15-25


Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
16Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
17mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.

18Así dice el Señor, creador del cielo


-él es Dios-,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
"Yo soy el Señor, y no hay otro".

19No te hablé a escondidas,


en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
"Buscadme en el vacío".

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia


y declara lo que es justo.
20Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera
y rezan a un dios que no puede salvar.

21Declarad, aducid pruebas,


que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
-No hay otro Dios fuera de mí-.

Yo soy un Dios justo y salvador,


y no hay ninguno más.

22Volveos hacia mí para salvaros,


confines de la tierra,
pues yo soy Dios, y no hay otro.

23Yo juro por mi nombre,


de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
"Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua";
24dirán: "Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder".

A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él;
25con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Isaías: Así dice el Señor, redentor y santo (I) 49, 7-13:
Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel,
al despreciado, al aborrecido de las naciones,
al esclavo de los tiranos:

"Te verán los reyes, y se alzarán,


los príncipes, y se postrarán;
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel te ha elegido".

Así dice el Señor:


"En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: "Salid",
a los que están en tinieblas: "Venid a la luz".

Aún por los caminos pastarán,


tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.

Miradlos venir de lejos;


miradlos, del norte y del poniente,
y los otros del país de Sin.

Exulta, cielo; alégrate, tierra;


romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados".

Isaías: Vosotros os llamaréis sacerdotes del Señor (I-IV) Isaías 61, 6-9
Vosotros os llamaréis "Sacerdotes del Señor",
dirán de vosotros:
"Ministros de nuestro Dios".
Comeréis la opulencia de los pueblos,
y tomaréis posesión de sus riquezas.

A cambio de su vergüenza y sonrojo,


obtendrán una porción doble;
poseerán el doble en su país,
y gozarán de alegría perpetua.

Porque yo, el Señor, amo la justicia,


detesto la rapiña y el crimen;
les daré su salario fielmente
y haré con ellos un pacto perpetuo.

Su estirpe será celebre entre las naciones,


y sus vástagos entre los pueblos,
los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.

Isaías: Desbordo de gozo con el Señor (I-IV) Is 61,10 - 62,5


10Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone le corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

11Como el suelo echa sus brotes,


como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.

1Por amor de Sión no callaré,


por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.

2Los pueblos verán tu justicia,


y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.

3Serás corona fúlgida en la mano del Señor


y diadema real en la palma de tu Dios.

4Ya no te llamarán "Abandonada",


ni a tu tierra "Devastada";
a ti te llamarán "Mi favorita",
y a tu tierra "Desposada",
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.

5Como un joven se casa con su novia,


así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Isaías: Festejad a Jerusalén, gozad con ella (I-IV)

Jeremías: Escucha, Judá, la palabra del Señor (I-IV)


Jeremías: Mis ojos se deshacen en lágrimas (I-IV)
Jeremías: Bendito quien confía en el Señor (I-IV)
Jeremías: Escuchad, pueblos, la palabra del Señor (I-IV)
Ezequiel: Os recogeré de entre las naciones (I-IV)
Daniel: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres (I-IV)
Daniel: Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor (I-IV)
Habacuc: Señor, he oído tu fama (I-IV)
Sofonías: Esperad, oráculo del Señor (II)
Oseas: Vamos a volver al Señor (II)
Lamentaciones: Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado (II)
Lucas: Magnificat (I-IV)
Lucas: Benedictus (I-IV)
Lucas: Nunc Dimittis (I-IV)
Efesios: Bendito seas, Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo (I-IV)
Filipenses: Cristo, a pesar de su condición divina (I-IV)
Colosenses: Damos gracias a Dios Padre (I-IV)
I Timoteo: Alabad al Señor, todas las naciones (I y IV)
I Pedro: Cristo padeció por nosotros (I-IV)
Apocalipsis: Eres digno, Señor, Dios nuestro (I-IV)
Apocalipsis: Gracias te damos, Señor Dios omnipotente (I-IV)
Apocalipsis: Grandes y maravillosas son tus obras (I-IV)
Apocalipsis: La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (I-IV)

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