Virgen de Guadalupe

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Jueves 12 de Diciembre de 2019

Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América y Filipinas

Primera Lectura

Lectura del libro del Sirácide (Eclesiástico): 24,23-31

Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy
la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la
gracia del camino y de la verdad toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los
que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y
mi heredad, mejor que los panales.

Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed
de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no
pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO

Del salmo 66, 2-3. 5. 7-8.

R/. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

Ten piedad de nosotros y bendícenos;

vuelve, Señor, tus ojos a nosotros.

Que conozca la tierra tu bondad

y los pueblos tu obra salvadora. R/.

Las naciones con júbilo te canten,

porque juzgas al mundo con justicia:


con equidad tú juzgas a los pueblos

y riges en la tierra a las naciones. R/.

Que te alaben, Señor, todos los pueblos,

que los pueblos te aclamen todos juntos.

Que nos bendiga Dios

y que le rinda honor el mundo entero. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 4, 4-7

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos.

Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama:
"¡Abbá!!, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también
heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN

R/. Aleluya, aleluya.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador. R/.

Aleluya, Aleluya

Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,39-48.


En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y
entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la
creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.
Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi
salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

Reflexión:

Hacemos nuevamente un paréntesis en nuestra preparación de Adviento. En América el día de


hoy se celebra la fiesta Solemne de nuestra Señora de Guadalupe.

El Nican Mopohua (Aquí se narra, aquí se cuenta) relata con detalle las apariciones de la Virgen
a Juan Diego. En la sección de artículos de la App se presenta el texto completo para leerlo con
detenimiento. Es una narración muy hermosa. (La App muy pronto estará disponible).

En 1531, apenas 10 años después de haber sido conquistado el pueblo azteca por los
españoles, se aparece la Santísima Virgen a un hombre muy humilde, de clase indígena,
llamado Juan Diego.

El pueblo azteca llevaba diez años viviendo una situación difícil bajo el dominio español. Los
esfuerzos de evangelización que realizaba el entonces Obispo de la ciudad de México, Fray
Juan de Zumárraga, eran muy poco fructíferos, pues no confiaban en la religión que los
conquistadores querían enseñarles.

Fue entonces cuando un 9 de diciembre de 1531 la perfecta siempre Virgen María, bajo la
advocación de Guadalupe se le aparece a Juan Diego. Aquel 9 de diciembre muy temprano se
dirigía Juan Diego a la Ciudad de México para recibir instrucción catequética. Juan Diego vivía
en Cuautitlán y la distancia que recorría para llegar a la Ciudad de México era de poco más de
veinte kilómetros.

Aquel 9 de diciembre, una mañana fría, junto a un cerro llamado del Tepeyac se le aparece la
Virgen y, después de saludarlo por su nombre le pide que lleve un mensaje al Obispo. Le pidió
le dijera a Fray Juan de Zumárraga, que era su deseo que en ese cerro le hicieran “su casita”. La
Virgen le dijo a Juan Diego: “YO SOY LA MADRE DEL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE”.

Juan Diego, una persona muy humilde, sin mucha preparación accede no muy convencido de
esa encomienda, y al llegar a la Catedral, no le permiten ver al Obispo. Le dicen que en otra
ocasión le atenderá. Ante esa negativa, Juan Diego muy triste regresa a su casa en Cuautitlán, y
al pasar por el cerro del Tepeyac, nuevamente se encuentra con la Virgen. Le explica Juan
Diego que no le fue posible llevar su mensaje, ni siquiera lo recibió el Obispo.

La Virgen le dice que nuevamente, al día siguiente vaya a llevarle su petición. Juan Diego le
pide que envíe a una persona preparada, una persona que sea importante. El mismo se
autodenomina “poca cosa” y la Virgen le dice: “Es preciso seas tú”.

Al día siguiente, 10 de diciembre, va de nuevo con el Obispo, y después de mucho esperar, le


dice el Obispo a Juan Diego que le pida una señal a la Virgen para saber que realmente es
cierto el mensaje que Juan Diego le lleva.

De regreso Juan Diego, en el mismo cerro del Tepeyac le dice a la Virgen la respuesta del
Obispo, y la Santísima Virgen le dice que al día siguiente regrese. Que ella le dará la señal que
el Obispo le está pidiendo.

Pero el día siguiente, 11 de diciembre, un tío de Juan Diego (Juan Bernardino) que vivía con él,
se encontraba enfermo de gravedad y por estar con sus cuidados no fue a cumplir el encargo
de la Virgen. Su tío se encontraba grave y muy de madrugada del día 12 de diciembre, Juan
Diego va a la ciudad de México a buscar un sacerdote para darle los últimos auxilios
sacramentales a su tío. Durante el camino pensó en tomar otro camino para no encontrarse
con la Virgen, pensando no tenía tiempo para su encargo, pues su tío estaba grave y
necesitaba del sacerdote.

Sin embargo la Virgen le sale al encuentro nuevamente a Juan Diego, el cual muy apenado le
explica su aflicción y su angustia. Le dice la Virgen “¿NO ESTOY AQUI YO, QUE SOY TU MADRE?
¿NO ESTAS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO?... QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, LA
ENFERMEDAD DE TU TIO, PORQUE DE ELLA NO MORIRA POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA
HA SANADO“. (Y luego en aquel mismo momento sanó su tío, como después se supo).
Continuó diciéndole la Virgen: “Sube a la cumbre del cerro donde te lo indique y corta las
flores que están ahí. Las envuelves en tu ayate y no se las des a nadie que no sea el Obispo. Era
época de invierno y en esas fechas no se daban las flores. Juan Diego pensó que esa sería la
señal.

Se dirigió Juan Diego a ver al Obispo y después de mucho esperar por fin lo recibió. Al
momento de estar con él y decirle le llevaba la señal que había pedido abrió su ayate para
entregarle las flores y en ese mismo instante, de manera milagrosa queda estampada la
imagen de la Virgen de Guadalupe en el ayate que traía Juan Diego.

El Obispo y cuantos estaban ahí presentes lloraron por tan excelsa manifestación de la Madre
de Dios.

Esa imagen estampada hace 488 años sigue intacta. Se ha intentado destruir con bombas que
no lo han logrado. Esta imagen es la única cuyo pintor es Dios mismo. Los descubrimientos que
se han encontrado en la imagen rebasan las explicaciones de la ciencia. Entre otras podemos
mencionar:

• Ningún pintor utilizaría una superficie de ixcle (fibra de maguey)

• La pintura no tiene ningún origen vegetal, ni mineral, ni animal, ni ningún otro elemento
conocido.

• En los ojos de la Virgen se ven reflejados las figuras de doce personas. Esto solo es posible
con un efecto fotográfico, no en una pintura

• Las estrellas estampadas en el manto de la Virgen contiene a la perfección el firmamento de


aquel día 12 de diciembre.

• La imagen corresponde a la narración del capítulo XII del Libro del Apocalipsis del apóstol San
Juan.

• El manto está lleno de códices y signos que transmitieron el mensaje de la Virgen al pueblo
azteca. Entre otros los siguientes:

o La Virgen tiene un moño en su vientre, signo de embarazo.

o La Virgen es de color morena, identificándose con el pueblo indígena

o La Virgen esta con una rodilla flexionada en señal de adoración de acuerdo a la cultura
azteca.

o El códice en el centro del manto, a la altura del vientre corresponde a lo que se conocía
como la fuente de la vida (Niño Dios).
Después de ver esta manifestación de Dios y del amor de la Virgen por nosotros podemos decir
al igual que Santa Isabel: ¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme?

Si Jesús nos dejó a su Madre como Madre nuestra, en aquellas palabras que le dijo al apóstol
San Juan “He ahí a tu Madre”, la Virgen se las repite a Juan Diego en quien estamos
representados todos los pueblos: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?”

Sin Santa María de Guadalupe, la evangelización en México y en América no hubiera sido


posible.

En la actualidad, más de veinte millones de personas visitan al año la Basílica de Guadalupe en


el cerro del Tepeyac. Visitar este lugar es visitar Tierra Santa. Caminar en el Tepeyac y
contemplar la imagen de nuestra Madre que nos ama y quiere que le amemos. Cada vez que
viajo a la ciudad de México voy a visitarla, porque en ese lugar el cielo y la tierra están unidos.
Quizá no es entendible para quien no ha tenido una experiencia de Dios.

Tenemos una Madre que nos ama y nos cuida. Veneremos en este día tan especial a nuestra
querida Madre del cielo.

Felicidades a todas las Lupitas hoy en su día.

Que tengan un día lleno de bendiciones y que la Santísima Virgen de Guadalupe nos cubra con
su manto maternal.

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