Poder Constitucional y Reforma Constitucional
Poder Constitucional y Reforma Constitucional
Poder Constitucional y Reforma Constitucional
Resumen
El concepto de Poder Constituyente está relacionado al concepto de Constitución
en semejanza a un creador y su creación. Tanto desde el punto de vista lógico
como histórico, el Poder Constituyente es una necesidad para la Constitución
escrita. Asimismo, la Constitución no puede ser pensada racionalmente si no es a
partir del Poder Constituyente y no hubiera podido imponerse históricamente sin
la afirmación práctica a finales del siglo XVIII del Poder Constituyente.
Ahora bien, en líneas generales, el Poder Constituyente debe ser entendido como
la facultad por la cual el pueblo, en cuanto titular de la soberanía, decide instituir
un orden constitucional. Reforzando dicha noción, Javier Pérez Royo2 argumenta
que el Poder Constituyente es un instrumento a través del cual la nación decide
organizarse políticamente y ordenarse jurídicamente, reclamando para sí misma
la posición de centro de poder originario, autónomo e incondicionado.
Por su parte, Ernest Böckenförde, nos indica que el Poder Constituyente "es
aquella fuerza y autoridad (política) capaz de crear, de sustentar y de cancelar la
Constitución en su pretensión normativa de validez. No es idéntico al poder
establecido del Estado, sino que lo precede".
El primer hito, que se da de 1808 a 1820, con sus altas y bajas, en este primer
periodo pueden distinguirse dos fases. La primera se extiende desde fines de
1808, cuando en Lima se divulga la crisis de la monarquía española, hasta
octubre de 1814, cuando se deja sin efecto la Constitución de Cádiz. La segunda
abarca desde principios de 1815, cuando se desarticuló la última institución
impulsada por la Constitución de 1812 que aún quedaba en pie –los cabildos
constitucionales.
El segundo hito guarda relación con la independencia del Perú, que fue
proclamada el 28 de julio de 1821 por José de San Martín. En los hechos, sin
embargo, el proceso de emancipación recién empezaba, pues una parte del
territorio aún se encontraba en manos del ejército realista. La independencia
definitiva solo se alcanzó el 9 de diciembre de 1824, cuando el ejército español
fue derrotado militarmente y el virrey José de La Serna firmó la capitulación, y
recién la América latina toda pudo disipar cualquier amenaza a su emancipación.
Si bien la Constitución de 1933 es una de las que más vigencia ha tenido, sin
embargo, su acatamiento efectivo fue bastante exiguo y se reduce, en el fondo, a
los periodos de los presidentes Bustamante y Rivero (1945- 1948), Ignacio Prado
(1956-1962) y Fernando Belaunde (1962-1968), todos ellos civiles y de origen
democrático.
El cuarto hito, modernización (1980 hasta el día de hoy), poco antes de que los
militares cumplieran diez años en el poder, sobrevino una dura crisis económica y
política –que se materializó en huelgas que paralizaron todo el país, en particular,
la del 19 de julio de 1977– que hizo inviable su continuidad. Se inició entonces un
proceso de negociación para restablecer la democracia, la que se acordó bajo la
condición de que se elaborara una nueva Constitución. El 28 de julio de 1980
entró en vigencia la Constitución de 1979, con el restablecimiento de la
democracia. Esta Constitución creó una acción abstracta de constitucionalidad,
cuyo conocimiento se previó que fuera de competencia exclusiva del Tribunal de
Garantías Constitucionales.
En diciembre de 2001, el Congreso mediante la Ley 27600 optó por una vía
distinta. Propuso la “reforma total” de la Constitución por parte del Congreso, lo
que motivó que se presentara una demanda de inconstitucionalidad contra ella, la
cual finalmente fue desestimada (Exp. 014-2002-AI/TC). Asimismo, dispuso
someter el texto aprobado a referéndum. Dicha ley, además, suprimió la firma de
Alberto Fujimori de la Constitución de 1993.
Para algunos la reforma parcial parece la salida más viable a fin de efectuar los
ajustes urgentes y necesarios. Es lo que ha venido sucediendo hasta ahora y lo
único a lo que, aparentemente, se puede aspirar. Otros, en cambio, consideran
que se requiere de un cambio profundo y por ello, debería convocarse a una
Asamblea Constituyente. A nuestro juicio, el país requiere un cambio
constitucional en algunos temas sustanciales.
Doctrina
Ricardo Guastini, nos plasma su idea doctrinaria sobre Poder Constitucional:
“En general, se puede convenir en que son normas fundamentales de cualquier
ordenamiento: a) las que determinan la llamada “forma de Estado”; b) las que
determinan la “forma de gobierno”; y c) las que disciplinan la producción
normativa. Es evidente que, desde este punto de vista, todo Estado tiene
necesariamente su propia Constitución. Puede tratarse de una Constitución liberal
o iliberal. Puede tratarse de un conjunto de normas escritas o consuetudinarias.
Estas normas, si son escritas, pueden estar o no recogidas en un único
documento. Pero, en todo caso, todos los Estados están provistos de una
Constitución de cualquier tipo. Este concepto de Constitución es característico del
positivismo jurídico moderno, y es el que habitualmente se adopta hoy día por los
estudiosos del derecho público. A diferencia del originario, este concepto de
Constitución (“Constitución” en sentido liberal) es un concepto políticamente
“neutro”: una Constitución es tal con independencia de su contenido político
(liberal, iliberal, democrático, autocrático, etcétera).”
Sobre la base de esta idea de nación, Sieyes desarrolló su teoría del Poder
Constituyente. En primer término, explicó lo que debe entenderse por
“constitución política” de una nación y “como definir sus justas relaciones con la
propia nación”. Afirmó que la constitución de un cuerpo es la organización, las
formas y las leyes propias para el cumplimiento de las funciones a las que ha sido
destinado, y sostuvo que es evidente que “todo gobierno comisionado debe tener
su constitución”. Esta Constitución, compuesta por las leyes llamadas
fundamentales, según Sieyes, “no es obra del poder constituido, sino del poder
constituyente”, razón por la cual dichas leyes no pueden ser modificadas por los
cuerpos que existen y actúan a través de ellas.
Jurisprudencia
El Tribunal Constitucional ha realizado las siguientes afirmaciones respecto al
significado de la Reforma de la Constitución:
1. Que el poder de reforma de la Constitución, por muy especial y singular que
sea su condición, no deja de ser un auténtico poder constituido y, por lo tanto,
limitado.
2. Que el carácter de poder constituido de la reforma constitucional viene
asociado a la presencia de determinados límites en su ejercicio.
3. Que el que se asuma que el poder de reforma constitucional tiene
connotaciones formales, no significa que se excluya la legitimidad de aquellas
reformas a las que la doctrina califica de informales o de auténticas “mutaciones
constitucionales”. El Tribunal Constitucional también sostiene que se trata de
distinguir entre mutación (reforma informal legítima) y desvirtuación (manipulación
fraudulenta) del texto constitucional.
4. Que, los límites que caracterizan al órgano reformador pueden ser formales y
materiales.
5. Que los límites formales se encuentran referidos a todos y cada uno de los
requisitos objetivamente reconocidos por la Constitución para que la reforma
prospere. El Tribunal afirma que, en esta perspectiva, pueden vislumbrarse
diversas variables:
“i. En primer lugar, la Constitución individualiza al órgano investido con la
capacidad para ejercer la potestad modificatoria. En el caso del Perú, como de la
mayoría de países, éste órgano es, en principio, el Congreso de la República, en
calidad de poder constituido.
ii. En segundo lugar, la Constitución describe cual es el procedimiento que ha de
seguir el órgano legitimado, lo que a su vez ha de comprender el número de
legislaturas empleadas, el sistema de votación a utilizar, la habilitación o
prohibición de observaciones en el proyecto, etc.
iii. En tercer lugar, es la misma norma fundamental la que se encarga de
establecer si el proyecto de reforma constitucional es sometido o no a una
ratificación por parte del pueblo, que de esta forma participa en el proceso de
reforma de la norma fundamental.”
6. Que los límites materiales se refieren a los contenidos de la Constitución, y que
con ellos se indica la presencia de parámetros de identidad o esencia
constitucional, inmunes a toda posibilidad de reforma.
7. Que los límites materiales están constituidos por aquellos principios supremos
del ordenamiento constitucional que no pueden ser tocados por la obra del poder
reformador de la Constitución. Según el Tribunal, estos límites materiales pueden
ser de dos clases:
“i. Límites materiales expresos, llamados también cláusulas pétreas, son aquellos
en los que la propia Constitución, expresamente, determina que ciertos
contenidos o principios nucleares del ordenamiento constitucional están
exceptuados de cualquier intento de reforma. Caso, por ejemplo, del artículo 89º
de la Constitución de Francia de 1958, el artículo 139º de la Constitución italiana
de 1947 o el artículo 119º de la Constitución panameña; y, en el caso peruano, el
artículo 183º de la Constitución de 1839, el artículo 142º de la Constitución de
1933.
ii. Límites materiales implícitos, son aquellos principios supremos de la
Constitución contenidos en la fórmula política del Estado y que no pueden ser
modificados, aun cuando la Constitución no diga nada sobre la posibilidad o no de
su reforma, ya que una modificación que los alcance sencillamente implicaría la
“destrucción” de la Constitución. Tales son los casos de los principios referidos a
la dignidad del hombre, soberanía del pueblo, Estado democrático de derecho,
forma republicana de gobierno y, en general, régimen político y forma de Estado.”
8. Que, desde una perspectiva doctrinaria, la reforma constitucional es siempre
parcial. Para sustentar esta afirmación el Tribunal cita a Carl Schmitt en los
siguientes términos: “(…). Como expresa Carl Schmitt (Teoría de la Constitución,
Alianza Editorial, Madrid 1982, Pág. 119), “Una facultad de ‘reformar la
Constitución’, atribuida a una normación legal-constitucional, significa que una o
varias regulaciones legal constitucionales pueden ser sustituidas por otras
regulaciones legal constitucionales, pero sólo bajo el supuesto que queden
garantizadas la identidad y continuidad de la Constitución considerada como un
todo: La facultad de reformar la Constitución contiene pues, tan solo la facultad de
practicar, en las prescripciones legal-constitucionales, reformas, adiciones,
refundiciones, supresiones, etc., pero manteniendo la Constitución; no la facultad
de dar una nueva Constitución, ni tampoco la de reformar, ensanchar o sustituir
por otro el propio fundamento de esta competencia de revisión constitucional”.
9. Que el artículo 206 de la Constitución Política del Perú no señala los alcances
de la reforma constitucional, por lo que, tratándose de una competencia jurídica,
debe entenderse que la reforma sólo puede tener alcances parciales.
10. Que el artículo 32 de la Constitución Política del Perú constitucionaliza que la
reforma pueda ser total.
11. Que, en cuanto a la reforma total o parcial, a juicio del Tribunal, el factor
numérico de los artículos no es necesariamente el factor determinante para
decidir si se trata de una reforma parcial o total, y tampoco lo es el simple cambio
de redacción, pues el contenido puede permanecer igual. Por tanto, el Tribunal
considera que ha de analizarse si el contenido esencial de la Constitución vigente
permanece o es cambiado, según el contenido del texto propuesto: si se varía en
este nuevo texto lo que en doctrina se llama “núcleo duro” de la Constitución (o la
Constitución histórica) será una reforma total, aunque no se modifiquen todos los
artículos de la Constitución vigente.
12. Que, cuando el Tribunal alude a una reforma total, ésta será aquella que
modifica los principios y presupuestos básicos de la organización política,
económica y social, que sirven de fundamento o núcleo duro a la Constitución de
1993; en cambio, cuando se refiera a una reforma parcial, ésta será aquella que
no modifica tales principios y fundamentos.
13. Que, si la competencia de reformar parcialmente la Constitución tiene límites,
de cuya observancia depende su validez, éstos no pueden extenderse a la
hipótesis de la reforma total.28 14. Que una cosa es que el Congreso de la
República, en cuanto poder constituido, no pueda ejercer la función constituyente
y, por lo tanto, se encuentre impedido de aprobar per se una Constitución,
sustituyendo a la que le atribuye sus propias competencias; y otra cosa muy
distinta es que, en cuanto órgano de representación de la voluntad general, pueda
proponer un “proyecto” de Constitución, para que sea el Poder Constituyente
quien decida, en cuanto fuente originaria del poder, si la acepta o rechaza.
15. Que, si bien la decisión de instaurar un distinto orden constitucional puede
realizarse mediante una Asamblea Constituyente soberana, o con la instalación
de una Asamblea Constituyente, pero condicionando su obra a la aprobación del
Poder Constituyente, ello no impide que, en un ordenamiento como el peruano,
donde se ha constitucionalizado la función constituyente, el proyecto de una
Constitución pueda ser elaborado por el Congreso de la República, para
posteriormente someterlo a la decisión del soberano, a través del referéndum.
CONCLUSIONES
La Constitución es la primera norma del Estado que define el sistema de fuentes
formales del Derecho, de modo que sólo será válida una norma que se dicte
conforme a lo dispuesto por la Constitución. El Tribunal Constitucional ha
precisado que la Constitución también incide en el sistema de fuentes en la
medida en que regula el proceso de producción jurídica atribuyendo poderes
normativos a distintos sujetos y asignando un valor específico a las normas
creadas por éstos. A partir de ello, el Tribunal concluye que la Constitución es la
norma normarum del ordenamiento, aunque no todas las normas sobre la
producción jurídica están contenidas en ella.
Carpio, E. (2015). Evolución del constitucionalismo peruano. Lima – Perú: Universidad San Martín
de Porres.
Peralta, R. (2010). Sobre el poder constituyente y la rigidez constitucional. Lima – Perú: Pontificia
Universidad Católica del Perú.
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articulo-reforma-constitucional-o-nueva-constitucion-S1405919318300428
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