Suncubos
Suncubos
Suncubos
Una de las razas de vampiros más conocidas son los Súcubos, básicamente demonios que
asumen la forma de una mujer irresistible y visitan a los hombres en sueños para alimentarse.
En este contexto, pueden ser vistos como la versión femenina de los Íncubos.
En este breve artículo iremos recorriendo la leyenda de los Súcubos, así como su origen y
significado.
La palabra Súcubo es una contracción del latín succubus, que significa «yazgo debajo», y
succubare, «yacer debajo». Esto responde a una de las principales características de los
Súcubos: la seducción a través de una actitud sumisa, conforme a los estándares medievales,
esencialmente lo que una mujer debía ser en relación al hombre.
Esto no quiere decir que los Súcubos sean mansas mujeres vampiro, sino que utilizan ese
comportamiento como estrategia para aproximarse y ganar la confianza de sus presas.
Volviendo a la cuestión lingüística: un Súcubo es una vampiresa que adopta una actitud de
sumisión como estrategia. Quizás por eso su nombre responde al mismo término que los
romanos empleaban para definir a las mujeres que se dedicaban al oficio más antiguo, y
quizás el más ingrato: succubas: «las que yacen debajo».
En la Edad Media se creía que los pensaba que los Súcubos atacaban con especial énfasis a las
personas de carácter sensible, o que estuviesen sujetas a ciertas privaciones, sobre todo
físicas. En este sentido, los monjes eran sus víctimas predilectas.
Algunos exégetas han querido ver en la figura del Súcubo una explicación medianamente
racional para las elaboradas fantasías producto de la reclusión de la vida monástica.
Pero los cierto es que los Súcubos gozan de excelente salud, aún hoy, donde la mayoría de la
gente evita los monasterios. No es descabellado emparejar algunas características de los
Súcubos con las de la Gente Sombra, y dentro de este apartado todas aquellas criaturas
asociadas a la parálisis del sueño.
De hecho, en el libro de Ludovico María Sinistrari: De Daemonialitate et Incubis et Succubis,
cuyo título significa literalmente: De los demonios, íncubos y súcubos, se detalla la principal
sensación que antecede a la aparición de un Súcubo, la coincide con el testimonio de muchas
personas que, en la actualidad, aseguran haber tenido algún tipo de experiencia con la Gente
Sombra; esto es, la sensación de que algo invisible les respira en la cara justo antes de
quedarse dormidos.
Todavía hoy se discute sobre qué se alimenta un Súcubo, si esencialmente de la energía vital
de su presa o bien de su sangre, entre otros fluidos que, por prudencia, no mencionaremos
aquí.
En el Malleus Maleficarum, por ejemplo, se conjetura que los Súcubos recolectaban este tipo
de fluidos de los monjes, recordemos, sujetos a fabulosas privaciones, para realizar siniestros
rituales que los autores del libro se abstienen de comentar.
Esto responde a la teoría de que los demonios son incapaces de reproducirse entre sí, y que
requieren de la colaboración, voluntaria o no, de hombres y mujeres mortales para la
gestación de híbridos más o menos temibles.
Se dice también que las víctimas ya no pueden dejar de pensar en sus Súcubos, y que su
recuerdo se mantiene vivo y horroroso a través de los días, haciendo imposible que estos
espíritus desdichados funcionen en la vida social. Los estados melancólicos provocados por los
Súcubos han sido extensamente comentados, y casi todos coinciden con las sensaciones que
experimenta alguien que ha sido abandonado por la persona amada.
Varios eruditos sitúan a Lilith como la primera Súcubo; quizás olvidando que este mito se
construye sobre la idea de que Lilith se resistía a adoptar una posición pasiva en relación a
Adán.
Quizás el ejemplar más popular de esta raza de vampiros sea Abrahel: la reina de los súcubos.
El inicio de su leyenda merece un párrafo aparte.
Luego de la primera Cruzada, cuando las tradiciones árabes comenzaron a filtrarse hacia
occidente, algunos caballeros comenzaron a afirmar que en el desierto se hallaba un demonio
femenino particularmente cruel y, al mismo tiempo, atractivo, llamado Um al Dua. Se lo
describe emitiendo una fragancia narcótica y cabalgando sobre un asno blanco. Todos
aquellos que cayeron bajo el influjo de sus aromas, sostuvieron los pocos afortunados que
consiguieron escapar, se arrojaban en sus brazos y eran encontrados al amanecer, exánimes y
delirando, cuando no directamente muertos.
Cada tanto, dice la tradición, llegaban a las precarias aldeas del desierto unos caminantes de
apariencia desgraciada, con la mirada perdida, famélicos, balbuceando extrañas historias
sobre mujeres bellísimas y besos amargos. Éstos son los despojos que Abrahel, y su corte de
Súcubos, van dejando sobre las arenas interminables como testimonio de su paso.