Vida Silvestre PDF
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Primer
semestre de 2011, Bogotá, Colombia, p. p. 51-87
Resumen
Se hace una revisión sobre el origen de la concepción de vida silvestre, rastreando su
significado desde el siglo XIV hasta el presente. Aunque existen en Inglaterra
referencias muy antiguas sobre la concepción de vida silvestre, es en Estados
Unidos donde nace y evoluciona dicho término. Al comparar las concepciones de la
vida silvestre en los Estados Unidos respecto a los países latinoamericanos, se
evidencia la enorme importancia cultural, educativa, política y social dada a tales
concepciones en el continente norteamericano en contraste con Latinoamérica,
particularmente Colombia, en donde no se dan tales manifestaciones. Igualmente, la
historia de la educación e investigación en educación sobre la vida silvestre en los
Estados Unidos revela una notoria inserción de esta temática tanto en los textos
divulgativos (educación no formal) como en la literatura científica y en los
currículos de educación básica y universitaria. En dicho país es posible conjeturar
un cambio evolutivo en la concepción de vida silvestre que, de acuerdo con nuestra
investigación, se inicia a finales del siglo XIX con un significado de fauna de caza
deportiva y culmina, hacia la década de 1970 con la inclusión de todos los reinos de
la naturaleza así como su hábitat e interrelaciones. En nuestro país, y en general
para Suramérica, es muy escasa la literatura especializada sobre vida silvestre, no
existiendo facultades o carreras con dicha temática a pesar de la enorme
biodiversidad de este continente. Algunas de las razones aducidas por el autor, que
explican esta situación, son la influencia de la visión taxonómica de la naturaleza,
privilegiada en Colombia por la Expedición Botánica, y la dificultad para incorporar
la educación ambiental en el contexto académico universitario. Se concluye
igualmente la escasa investigación en vida silvestre y el potencial que existe para
desarrollarla en el campo de las ciencias naturales y sociales, particularmente en el
campo de la educación. Finalmente se destaca la importancia de la vida silvestre
como un recurso de bienestar y supervivencia humana así como la necesidad de
concebirla desde un punto de vista ético y de derechos.
Palabras clave: Vida silvestre, concepciones, educación en vida silvestre, estado del
arte
Summary
A review is made on the origin of the conception of wildlife, tracking its meaning
1
Estudiante de Doctorado Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Profesor Departamento de
Biología Universidad Nacional de Colombia. Correo: [email protected]
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from the XIV century until the present. Although in England exist very old
references on the conception of wildlife, it is in United States where it was born and
evolves this term.
When comparing the conceptions of the wild life in the United States regarding the Latin
American countries, the enormous cultural, educational, politics and social importance, is
evidenced to such conceptions in the North American continent in contrast with Latin
America, particularly Colombia where such manifestations don't take place. Equally, the
history of the education and investigation in education about the wildlife in the United
States reveal a notorious insert of this thematic so much in the popularization texts (non
formal education) as in the scientific literature and in the curricula of basic and university
education. In USA it is possible to surmise an evolutionary change in the conception of
wildlife that, in accordance with our investigation, it began at the end of the XIX century
with a meaning of fauna of sport hunt (game species) and it culminated, toward the decade
of 1970 with the inclusion of all kingdom of the nature as well as its habitat and
interrelations. In our country, and in general for South America, it is very scarce the
specialized literature about wildlife, not existing faculties or careers with this thematic in
spite of the enormous biodiversity of this continent. Some of the reasons adduced by the
author that explain this situation are the influence of nature taxonomic vision, privileged in
Colombia by the Botanical Expedition, and the difficulty to incorporate the environmental
education in the university academic context. Likewise, it concludes the scarce
investigation in wild life and the potential that it exists to develop it in the field of the
natural and social sciences, particularly in the field of the education. Finally we emphasize
the importance of the wildlife as a resource of well-being and human survival as well as the
necessity to conceive it from an ethical and rights point of view.
INTRODUCCIÓN
Durante los últimos 50 años hemos asistido a uno de los episodios de extinción de especies
silvestres más importantes del mundo. Según los últimos reportes de la UICN (2008), de las
44.837 especies registradas en sus Listas Rojas, 804 ya se han extinguido, cifra que
ascendería a 1159 si se tienen en cuenta las 290 especies en peligro crítico de extinción. Un
38% del total de la lista (19.728 especies) se reportan además como amenazadas de
extinción (UICN, 2008). En Colombia, para el año 1999, el Instituto Von Humbolt reportaba
351 especies de macrofauna en peligro de extinción, distribuidas en 132 especies de
mamíferos, 163 especies de aves, 31 de reptiles y 25 de anfibios (Instituto de Investigación
de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, 1999). Para el 2002 esta cifra había
ascendido a 385 especies, con tendencia hacia el aumento (Ministerio del Medio Ambiente,
2002). Este fenómeno de pérdida de vida silvestre es tan descomunal que podría
catalogarse entre los seis eventos de mayor extinción masiva en la historia del planeta
(Glavin, 2007).
Muchos son los motivos que se pueden exponer para esta catástrofe: la pérdida de hábitat,
ocasionada principalmente por la tala extensiva de bosques, la caza comercial, la
ampliación de la frontera agrícola, el cambio climático y aspectos relacionados con la
educación.
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El término “vida silvestre” tiene varias connotaciones según el continente y/o país de que
se trate. Esta heterogeneidad de concepciones es de gran relevancia en la toma de
decisiones políticas y educativas pues dependiendo de ellas es posible favorecer o
perjudicar la preservación de la vida silvestre. Visto de esta manera, el fenómeno de la
extinción de especies estaría fuertemente ligado al desconocimiento del significado y de la
importancia de la vida silvestre, bien sea que ésta se tome como un componente
independiente del hombre o como un elemento esencial e imprescindible para su
supervivencia (Van Dyke, 2003).
METODOLOGIA
y b) tener solo en cuenta información proveniente de los Estados Unidos (la más
voluminosa), Inglaterra (referente histórico de la concepción de vida silvestre), Canadá y
los países suramericanos. 7) La información que se consideró útil para el estudio de las
concepciones de la vida silvestre , después de aplicar los filtros, se sistematizó de acuerdo
con los siguientes categorías: a) estudios de la vida silvestre con una perspectiva histórica-
ontológica, b) estudios con una perspectiva taxonómica, c) estudios con una perspectiva de
Educación Ambiental, d) estudios con una perspectiva de legislación ambiental (manejo y
conservación) y e) estudios con una perspectiva de conocimiento escolar ecológico
(educación).
RESULTADOS
El termino “vida silvestre” nació y se desarrolló en los Estados Unidos de América a comienzos
del siglo XX, pero su origen puede rastrearse siglos atrás, en la Inglaterra medieval. Los
primeros referentes sobre la vida silvestre (aún no reconocida como tal sino como “game
species” o especies de caza deportiva) de esta isla se conocen a través de las antiguas leyes de
caza, salvaguardadas en los archivos notariales y bibliotecas del Estado. Se sabe, por ejemplo,
que desde 1389 a 1831 la ley inglesa restringió el acceso a la fauna silvestre a través de leyes
conocidas como “Actos de Requisito”, bajo los cuales solamente personas “capacitadas" podían
cazar (Kirby, 1933). El requisito principal de calificación era la propiedad de tierras, aunque la
riqueza y profesión de los interesados también contaban en estas primeras licencias. No
obstante, las leyes de caza se habían desarrollado independientemente de las leyes sobre
propiedad de los bosques siendo éstos los lugares privilegiados para los deportes de la
aristocracia, aún cuando sus terrenos no les pertenecieran (Kirby, 1933). Con el tiempo, este
método de proporcionar el monopolio de la caza deportiva a una clase social tuvo altibajos y en
algunos períodos franca decadencia.
El significado de vida silvestre en estas leyes era muy restringido ya que se refería
principalmente a animales (mamíferos y aves) de caza deportiva (Luek, 1989). Sin embargo,
ya se hacía la distinción entre lo que actualmente, aunque de manera incompleta,
entendemos como fauna silvestre y lo que también conocemos como fauna domesticada.
Así, durante el siglo XVIII, los derechos de propiedad distinguían dos clases de animales: 1)
De naturaleza doméstica (Domitae naturae) que eran mansos y domésticos como el ganado
vacuno, ovejas, y aves comestibles, y 2) De naturaleza salvaje (Ferae naturae), como venados,
perdices y lobos (Blackstone [1765-69], 1971). Los derechos de propiedad y responsabilidad de
las personas sobre los animales domésticos se conservaban, incluso cuando los animales se
apartaban de los terrenos del propietario al contrario de los derechos sobre las “ferae
naturae” que solo regían mientras el animal estuviera en predios del propietario de la tierra
o el animal era muerto por este. Si el animal lograba huir, se perdía el derecho de
propiedad que podía ser adquirido por otra persona. En la práctica, los derechos de
propiedad sobre la fauna silvestre se otorgaban únicamente a los terratenientes (Blackstone
[1765-69], 1971).
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El primer estatuto sobre caza de “fauna silvestre” en Inglaterra fue publicado en I390, cuando se
estableció la prohibición de tener perros de cacería y de matar venados, liebres, conejos y otros
especimenes de “fauna silvestre” a menos que se pagara un impuesto elevado, que por lo
general solo era posible para las clases altas (Kirby, 1933).
La ley de I390 dio lugar a otra serie de leyes parlamentarias dirigida a revisar, reforzar y
redefinir la caza deportiva. En ellas se legislaba sobre la caza furtiva, temporadas de caza y venta
de piezas silvestres. Dichas reformas culminaron en I67I con una medida que moldeó la ley
básica del sistema de caza por más de siglo y medio (Kirby, 1933). Según esta ley, la cacería fue
prohibida a personas que no pertenecieran a alguna de estas cuatro categorías: 1) personas que
tuvieran tierras o viviendas de su propiedad o de sus cónyuges y que generaran ganancias por
arriba de 100 libras al año; 2) aparceros o arrendatarios con contratos mínimos de 100 años; 3)
aquellas personas denominadas con el apelativo de “don” u otro apelativo de dignidad (Kirby,
1933, pp. 241); y 4) propietarios con franquicias. Un rasgo importante de esta ley era la
autorización legal que se les dio a los guardias de caza (guardabosques) para confiscar todos los
implementos de caza (armas, perros, redes, etc.) de los cazadores furtivos.
Hacia 1750 aparecen las primeras asociaciones independientes de protección de las especies
de caza silvestres y en 1752 se crea la primera Sociedad Nacional (“The Society of Noblemen
and Gentlemen for the Preservation of the Game”) para la preservación de las especies de caza
deportiva. En 1785, por ejemplo, ya era necesario un certificado de permiso para la caza legal.
Las sanciones impuestas sobre aquellos que infringían las leyes de caza eran por lo general muy
severas, por ej. la pena de muerte para los cazadores furtivos (Lueck, 1989).
A pesar de esto, el siglo XIX irrumpe con un renovado afán por la cacería, estimulado por los
valores tradicionales de la clase privilegiada que consideraba esta actividad como “la más
sagrada entre todas las demás”. Según expresiones de la época, la cacería era un deporte de
reyes “to be followed only by a superior order of men" (Kirbi, 1933, pp. 243). Por presión de los
terratenientes, los estatutos de calificación se abolieron en 1831, y los dueños de la tierra
adquirieron nuevamente la propiedad de la vida silvestre.
Con tal presión, Inglaterra se vio abocada a una disminución alarmante de la fauna silvestre
recurriendo entonces a su importación desde Francia (Kirbi, op.cit.). Por la misma época (1766),
se da inicio a las técnicas de cría y preservación, como recurso suplementario para mantener una
reserva de caza para la aristocracia. Actualmente los propietarios de la tierra continúan
controlando la legislación sobre la fauna y la flora, conservando, como en el pasado, los
privilegios para caza de vida silvestre en terrenos de su propiedad (Lueck 1989).
El término binominal “wild life”, tal como lo conocemos ahora en español “vida silvestre”,
es de origen reciente, probablemente hacia finales del siglo XIX, reportándose oficialmente
en Norteamérica con la publicación en 1913 del libro "Our Vanishing Wild Life: Its
Extermination and Preservation (Nuestra vida silvestre en desaparición: su exterminio y
preservación) de William Hornaday (Hornaday, 1913). Esta publicación es de gran
importancia por varias razones: 1 Aunque el autor no hace explícito qué se entiende por
“wild life” (lo cual indica que probablemente, ya se utilizaba el término), el uso de éste,
dentro del texto, parece corresponder a dos significados: “fauna salvaje” , (“The American
bison is saved from being wholly extinct as a wild animal by the remnant of about 300 head in
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northern Athabasca, and 49 head in the Yellowstone Park”- Hornaday, 1913, pp 19-; “There are
circumstances under which the killing of a wild animal may be so wanton, so revolting and so
utterly reprehensible that the act may justly be classed as murder” -Hornaday, 1913 pp. 26-;
“There is on this earth not one wild-animal species—mammal, bird or reptile—that can long
withstand exploitation for commercial purposes” -Hornaday, 1913 pp. 142-) y también “especies
salvajes de caza” (“in any camp of sheep men, cattle men, lumbermen, miners, railway laborers or
excavators to own or use a rifle in hunting wild game”- Hornaday, 1913 pp. 84-; “Song-bird
slaughter is growing and spreading, with the decrease of the game birds” - Hornaday, 1913 pp. 7-;
“or permit them to be fed, on the flesh of wild game mammals or birds” - Hornaday, 1913 pp. 84),
etc. 2 Está centrado en un único reino, el animal, y no reporta los otros reinos (plantas,
hongos, protistas) en sus listas de vida silvestre. 3 Si bien aborda un capítulo sobre insectos,
estos no son identificados como vida silvestre, sino que son reportados como plagas de los
cultivos, de tal modo que no se plantea su protección. 4 Se adelanta a la clasificación actual
del convenio CITES2 al reportar especies amenazadas y en peligro de extinción.
El control de las actividades relacionadas con la vida silvestre por parte del Estado se inició
en 1896 con la Ley Geer, mediante la cual la Corte Suprema de los Estados Unidos prohibió
la exportación de especies de caza, dando a las agencias del Estado la autoridad para
regular la caza pesca y trampeo (Lueck, 1989). Dicha ley fue ratificada y ampliada mediante
la Ley Lacey, en 1900, la primera pieza fundamental en la política de protección de la vida
silvestre en los Estados Unidos. Mediante esta ley se prohíbe el transporte interestatal de
fauna silvestre y la importación de especies exóticas a su territorio. Igualmente suscribe un
convenio de protección de las aves migratorias con Inglaterra y Canadá (Lueck, op.cit).
La connotación de vida silvestre como especies de caza, tanto en las leyes como en la
literatura científica continúa durante las décadas siguientes, incorporando en algún
momento la división entre especies de caza mayor (osos, venados, bisontes) y caza menor
(zorros, ardillas, linces, etc.). Hacia la década de los 70´s se comienza a dar importancia a
las especies no incluidas en estas dos categorías, catalogándolas como “wildlife nongame
species” e incorporándolas en los programas de conservación a través de los “Wildlife
Nongame Programs” (Crawford, 1976). Es también importante el papel creciente de la
universidad en la reivindicación de las especies silvestres y el énfasis que comienza a darse
al habitat e interrelaciones ecológicas: “An integrated approach, in which game and nongame
species are placed within the perspective of an ecosystem, is essential for developing university
2
Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Nacida en 1973,
constituye un acuerdo internacional concertado entre los gobiernos. Tiene por finalidad velar por que el comercio
internacional de especimenes de animales y plantas silvestres no constituye una amenaza para su supervivencia –
(http://www.cites.org/esp/disc/what.shtml-)
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programs directed toward nongame wildlife” (Crawford, 1976). En una revisión de artículos
publicados desde 2000 en la Wild Life Society (Journals: Advanced Search, 2010), la mayor
parte de los títulos comprenden temas ecológicos, por ejemplo, habitats de vida silvestre en
relación con herbicidas (Miller y Miller, 2004); restauración de ecosistemas (Baker, 2006),
dinámica de la vegetación por herbivoría (Wisdom et al, 2006), apareciendo también
estudios relacionados con las creencias y actitudes hacia la vida silvestre (Fulton et al,
2004).
La tendencia después de los 90´s ha sido incluir dentro de la vida silvestre a otros
organismos: “The term wildlife has been used to refer to species of wild plants and animals (but
might not necessarily include organisms such as bacteria, víruses, moulds and other life forms which
are neither plant nor animal)” (Spellerberg, 1992, pp. 1).
De acuerdo con lo anterior, podemos resaltar algunos hechos relevantes al comparar las
concepciones sobre la vida silvestre y sus políticas de uso y protección tanto en Inglaterra
como en los Estados Unidos: En Inglaterra la concepción de vida silvestre tiene como
principal referencia las leyes de caza y los correspondientes permisos, vedados a las clases
menos favorecidas. En los Estados Unidos una de las primeras referencias (Hornaday, 1913)
es un llamado de alerta sobre el exterminio de la vida silvestre, una toma de conciencia y
una apología a la conservación, todo dentro de un marco científico y actitudinal. Así
mismo, el sentido de las normas sobre restricciones a la cacería en los Estados Unidos se
aplica a los cazadores comerciales y no, como en el caso de Inglaterra, a las clases
populares. En los Estados Unidos, las políticas de protección de la vida silvestre nacieron
de hombres acaudalados que deseaban, sin abandonar la caza deportiva, la conservación
del habitat y el paisaje. En Inglaterra, la nobleza, como principal motor de la actividad de
caza, no tuvo mayor injerencia en las políticas de protección: todo lo contrario, fue la
aristocracia quien redujo a cifras mínimas la diversidad silvestre de la isla. Y quizás la
diferencia más importante: mientras las leyes inglesas reconocen que la “propiedad” de la
vida silvestre, descansa principalmente en los dueños de tierra (Lueck, 1989), las leyes de
los Estados Unidos sostienen que es el Estado y no los dueños de la tierra, quien ejerce el
control y las políticas de protección de la vida silvestre.
En los países latinoamericanos, el termino “wild life” de Hornaday (1913) (que luego en los
Estados Unidos pasó a wildlife -como palabra única- a partir de las publicaciones de la
Wildlife Society en 1937) podría traducirse literalmente como “vida salvaje” o “vida
silvestre”, frase binominal que no existe en el diccionario español. Si traducimos
directamente del Diccionario Thesaurus Ingles-Inglés (2010), wildlife es “all living things
(except people) that are undomesticated” (“todas las cosas vivientes, excepto el hombre, que no
son domesticadas”), mientras el Diccionario Oxford Inglés-Español (1994) la define como
fauna y flora, y también como natural.
En nuestro idioma español la palabra wildlife se convierte en una frase compuesta por dos
palabras: Vida, término extremadamente polisémico cuyo significado implica aspectos
científicos (biológicos, psicológicos, médicos), sociales, filosóficos, religiosos y culturales.
Dentro de un contexto biológico, el concepto de vida es complejo y puede referirse a una
lista de características o condiciones necesarias para que exista la vida, por ejemplo
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propiedades que diferencien entre procesos vivos y no vivos como la complejidad, los
niveles de organización, peculiaridad química, calidad, unidad y variabilidad, posesión de
un programa genético, selección natural, etc. (Kawasaki y El Hani, 2002; El Hani, 2008), o
bien a concepciones que van más allá de tales listados y que se basan en las teorías
científicas, por ejemplo, la teoría sintética de la evolución, la teoría de la autopoiesis y más
recientemente las teorías sobre vida artificial y la cibernética (El Hani, 2008).
La segunda palabra, Silvestre, hace referencia a “aquellos organismos que se crían sin cultivo
en selvas o campos” aplicando también el término a lo “Inculto, agreste y rústico” (Diccionario
Ilustrado Océano de la Lengua Española, 1997). Dicho diccionario, al igual que el Larousse
(Gran diccionario de la lengua española, 2009) no incluyen la frase binominal “vida
silvestre”. Sin embargo, podemos encontrar su definición en las publicaciones de leyes,
acuerdos y resoluciones ambientales de los países latinoamericanos.
Así por ejemplo, la Ley General de Vida Silvestre de México (2000) define a ésta como “los
organismos que subsisten sujetos a los procesos de evolución natural y que se desarrollan libremente
en su hábitat, incluyendo sus poblaciones menores e individuos que se encuentran bajo el control del
hombre, así como los ferales” (articulo 3 XLV, pag. 4).
En Costa Rica, la vida silvestre, según la Ley Nº 7317 de 1992, estaría conformada por “la
fauna continental e insular que vive en condiciones naturales, temporales o permanentemente en el
territorio nacional y la flora que vive en condiciones naturales en el país” (Artículo 1, pag. 1).
2811 de 1974 que trata de los recursos hidro-biológicos y en el Decreto 1974 del 31 de
Agosto de 1989, por el cual se reglamenta el artículo 310 del Decreto-Ley 2811 de 1974,
sobre Distritos de Manejo Integrado de los Recursos Naturales Renovables; y, finalmente,
en la Ley 99 de 1993, por la cual se crea el Ministerio del Medio Ambiente.
1. Fauna salvaje
Literatura científico-
Finales del (wild animals)
divulgativa sobre
siglo XIX, 2. Fauna salvaje Hornaday.
desaparición o
comienzos de caza (wild (1913).
pérdida de fauna
del siglo XX game, mammals
silvestre
or birds)
Promulgación de
leyes y creación de
T. Roosevelt
Parques y reservas Fauna salvaje de
1901-1908 Association,
para protección y caza.
(2010).
conservación de
fauna silvestre
Implementación de
las leyes sobre
Norteamérica Revista Wildlife
Cacería. Especies salvajes
Management
1937 - 1970 Publicaciones de caza mayor y
desde 1937
científico- de caza menor
hasta ahora
divulgativas
seriadas
Libros y artículos
promocionando la
vida al aire libre Crawford
(áreas de vida (1976).
Wildlife
1970 -1990 silvestre),
Nongame species
metodologías para Project Wild
el estudio de la vida (1986).
silvestre y
evaluaciones de
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actitudes y valores
sobre las especies
silvestres
Todos los reinos
(plantas,
animales,
protistos, hongos
Investigación en Spellerberg
1990 - actual y procariotes.
Universidades (1992).
Predominio de
publicaciones de
ecología de la
vida silvestre
La Tabla 1 sintetiza los referentes, esencialmente fauna, que se aplican para definir la vida
silvestre en Inglaterra, Norteamérica y algunos países latinoamericanos. Una primera
observación es el predominio en Inglaterra y temporalmente –hasta la década de los 70´s-
en Norteamérica, de la concepción de vida silvestre como animales de caza (game species).
Posteriormente, para el caso de Norteamérica, las revistas y libros dedicados a la vida
silvestre incluyen artículos sobre animales no declarados como especies de caza (nongame
species), luego artículos donde el término “vida silvestre” abarca a las especies de todos los
reinos de la naturaleza y finalmente a las especies silvestres concebidas como un sistema de
interrelaciones (Figura 1). No obstante, la concepción de vida silvestre como un conjunto de
organismos inmersos en relaciones de interdependencia ya era tema de discusión en la
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Figura 1
Evolución del concepto de vida silvestre en Norteamérica, inferida de los contenidos de
revistas y libros con temática central sobre la vida silvestre
Especies no
declaradas como
de caza
Finales siglo XX y Década de los 90´s
actual
Todos los reinos,
Todos los reinos incluyendo incluyendo protista,
los ecosistemas donde hongos y procariotes
habitan y las interrelaciones
a que están sujetos
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influyentes, fundada en 1977), mientras que los “Clubes de Caza y Pesca han estado
dedicados principalmente a la pesca y a las competencias de tiro y no se evidencia que
hayan tenido mayor ingerencia en las políticas ambientales (Hurlingham Club, Argentina.
2010; Corporación Club de Caza y Tiro Los Patojos, Colombia. 2010)
Es difícil establecer una fecha exacta del inicio de la educación sobre la vida silvestre. A
nivel no formal puede mencionarse –para el caso de Norteamérica- la década de 1827 a
1838, período en el que John Audubon publicó sus cuatro volúmenes sobre Las Aves de
América (Havell Edition of Audubon Prints, 2010), obra que abrió el camino para la
divulgación de las especies silvestres de este continente, con ilustraciones y notas sobre sus
habitats (ver Tabla 2).
TABLA 2
El desarrollo de la educación y de la investigación educativa en torno a la vida silvestre
TABLA 2 (CONTINUACION)
El desarrollo de la educación y de la investigación educativa en torno a la vida silvestre
Universidades Formal
públicas y privadas. Youth and Wildlife:The
También autores Publicaciones Beliefs and Behaviors
independientes en revistas of Fifth and Sixth
científicas : Grade Students Miriam O.
Investigaciones Regarding Non- Westerbelt ,
sobre actitudes Domestic Animals Lynn G.
y valores hacia Llewellyn
la vida The Influence of (1985)
silvestre Knowledge on Young
people´s Perceptions
About Wildlife .. Final David E.
Project Reports to the LaHart (1978)
National Wildlife
federation
Human Conditioning
to Wildlife: Steps Harry C. Zinn,
Toward Theory and Michael J.
Research Manfredo,
Daniel J.
Decaer. (2008)
Knowledge, Affection
and Basic Attitudes Stephen R.
Toward Animals in Kellert, Joyce
American Society. K. Berry (1980)
Phase III.
Universidades Formal
públicas y privadas. Activities for studying Environmental
También autores Publicaciones wildlife, grade level 4-6 Education
independientes sobre Series, Bulletin
actividades no.247-b.
para Montgomery
enseñanza – County Public
aprendizaje Environmental Schools,
sobre la vida education and wildlife Rockville, Md.
Silvestre. conservation (1970)
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Alaska State
Multidisciplinary Department of
wildlife teaching Education,
activities Juneau. Div. of
Adult and
Vocational
Education
(1989)
William R.
Hernbrode
(Ed). (1978)
Ecología y Universidad
Conservación de la de Minnesota
Vida Silvestre
Universidad
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TABLA 2 (CONTINUACION)
El desarrollo de la educación y de la investigación educativa en torno a la vida silvestre
Autores, sociedades o
Fecha entidades educativas Tipo de Medios de Fuente
involucradas en la educación difusión consultada
educación sobre vida /autores
silvestre
COLOMBIA
Textos
universitarios de
ecología: Curtis
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y Barnes (1993);
Ville et al (1992);
Solomon y
Martin (2008)
Sutton y
Harmon (1977);
Odum (1987);
Begon et al.
(1995); Margalef
(1995).
Hacia 1870 muchos amantes del aire libre y observadores de aves de los Estados Unidos,
conscientes de los problemas relacionados con la pérdida de los bosques y la cacería
comercial, comenzaron a formar organizaciones de voluntarios e iniciar campañas
educativas en pro de la vida silvestre (Clay, 1976).
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En 1887 nace la revista Audubon, una de las publicaciones más antiguas de este tipo en el
mundo, cuyo objetivo era “discutir los problemas generales de la vida animal en relación con la
agricultura y el bienestar humano” (Berle Meter, 1987, pp. 4). En esta misma tónica, George
Bird Grinnell editó entre 1876 y 1911 el semanario Forest and Stream Magazine y una serie de
cuentos de tipo naturalista protagonizadas por un héroe ficticio llamado “Jack” (Mitchell,
1987) cuyas aventuras, complementadas y enriquecidas por dicho autor en exposiciones
multitudinarias dictadas en Clubes, Sociedades, Museos e Institutos, fueron educando al
público y a los políticos entre los que se contaba T. Roosevelt. La amistad de Grinnell con
Roosevelt dio muy buenos frutos. Como presidente, Roosevelt inició toda una serie de
reformas en la política ambiental, plantando “las semillas de muchos de los conceptos
progresistas de protección del medio ambiente” (Mitchell, 1987, pp 92). A lo largo de su
administración Roosevelt creó 150 reservas forestales, 51 refugios de vida silvestre y 5
parques nacionales (T. Roosevelt Association, 2010). Otro de los amigos de Roosevelt era
Gifford Pinchot, gran pionero de la educación sobre la vida silvestre y jefe del Servicio
Forestal de la Infantería de los Estados Unidos. Se le considera el padre de la nueva ética
conservacionista, filosofía que cristalizó con la memorable frase “el mayor bien para el mayor
número, por el mayor tiempo” (Van Dyke, 2003 pp. 10).
Para el caso de Inglaterra durante el intervalo 1900-1930 e inclusive hasta la década de los
70´s, es difícil encontrar información sobre libros y revistas relacionados con la vida
silvestre utilizando los motores de búsqueda habituales (Eric, Jstor, Biblioteca Virtual
Cervantes, Google.com, etc.). Conocemos dos magníficos textos, bellamente ilustrados de la
profesora Edith Holden, escritos en 1906 en Inglaterra. Dichos textos, antes de constituir un
material escrito para su edición fue ante todo un material didáctico para las estudiantes de
Solihull School, Inglaterra, en donde Holden dictaba clases de arte (Morning Heart, 2010).
Redescubiertos a mediados de los setentas, fueron editados como facsímiles en inglés y
español con los nombres “La felicidad de vivir con la naturaleza” (Holden, 1906, facsimil 1980)
y “Diario ilustrado sobre la naturaleza” (Holden, 1905, facsimil, 1989), alcanzando un éxito
rotundo de más de seis millones de copias vendidas hasta el 2000 (Morning Heart, 2010).
En 1937 se inicia en los Estados Unidos la edición del Journal of Wildlife Management (JWM),
una de las revistas líderes en ciencia, manejo y conservación de la vida silvestre en el
mundo. En 1958 la revista se amplía con la edición de Wildlife Monographs, suplemento
dedicado a la revisión y divulgación científica de especies silvestres y sus problemas
específicos (The Wildlife Society, 2010).
Puede decirse que la educación sobre la vida silvestre en sus inicios estuvo confinada, en
los países del norte, a las ediciones privadas, las más veces lujosas, y a conferencias de un
puñado de amantes de la naturaleza quienes, en su mayor parte financiaron sus obras con
recursos propios. Posteriormente, y sin perder la mirada conservacionista, se han seguido
editando estupendas obras, de carácter literario, filosófico y naturalista, pero esencialmente
críticas que, sin lugar a dudas, han influido y cambiado la mentalidad de los
norteamericanos (y de muchos lectores en todo el mundo). Resaltamos “Almanaque del
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Como se mencionó en el capitulo anterior, los primeros estudios sobre vida silvestre son de
corte naturalista con una evolución hacia la incorporación del medio ambiente y la ecología.
A partir de los 70´s, viene un periodo de proliferación de investigaciones de corte didáctico,
relacionadas con la planificación de actividades al aire libre, manejo de recursos y
evaluación de actitudes y valores de los estudiantes sobre la vida silvestre (Alaska State
Department of Education, 1989; Westervelt y Llewellyn, 1985; Kellert S. R. 1986.). Algunos
de estos documentos, realizados sobre muestras bastante considerables mostraban, por
ejemplo, un rechazo generalizado a la caza deportiva (Westervelt y Llewellyn, 1985);
muchos otros mostraban la importancia de incorporar en las clases el habitat y las
interrelaciones de la vida silvestre (Hernbrode , 1978; Tunstall et al, 1998; Leedy, 1978).
Gran parte de los documentos publicados después de 1980 tuvieron como modelo a uno de
los más ambiciosos programas interdisciplinarios de educación sobre la vida silvestre para
profesores de educación básica secundaria, editado con el título Project Wild (1986, con
ediciones en 1983 y 1985), respaldado por 24 Departamentos estatales de educación. En este
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documento, la concepción de vida silvestre incluye una gama amplia de organismos: “For
instructional purposes in Project WILD, wildlife is defined as any non-domesticated animal. Wildlife
may be small organisms only visible to people if seen through a microscope, or as large as a great
blue whale. Wildlife includes, but is not limited to, insects, spiders, birds, reptiles, fish, amphibians,
and mammals, if non-domesticated” (Project Wild, 1986 pp. VII, Preface).
En este período se popularizaron igualmente los libros guía sobre técnicas de observación
de fauna y metodologías para encontrar indicios de presencia de vida silvestre (Chinery,
1979, Smith, 1982; Johnson, 1997, Elbroch, 2003,). En ellos se enfatiza el desarrollo de
habilidades de observación de fauna silvestre bien sea de manera directa o bien mediante el
reconocimiento y análisis de huellas y otros indicios (heces, pelos, egagrópilas, etc.). Estas
guías están dirigidas principalmente a profesores y estudiantes que tengan actividades al
aire libre y muchas de las técnicas tienen aplicabilidad en el trópico (Smith, 1982).
Esta situación resulta insólita, teniendo en cuenta las inquietudes del Ministerio de
Educación Nacional cuando a comienzos de los 90´s inquiría sobre las razones del escaso
impacto de la educación ambiental en Colombia (Torres, 1998). Algunas de las conclusiones
del estudio de esta autora hacen referencia precisamente a la carencia de investigación en
educación ambiental, a los problemas de conceptualización y a la falta de claridad sobre los
procesos pedagógicos y didácticos. Hoy, doce años después de dicho estudio, muchos de
los problemas enunciados siguen vigentes –caso de la claridad en los conceptos del medio
ambiente, - situación que pone de relieve la poca importancia que el Estado concede a la
problemática ambiental. Pensamos, sin embargo, que, además de las razones enunciadas en
el mencionado estudio (Torres, 1998), existirían otras razones de fondo para este descuido.
En el caso concreto de la vida silvestre, su desconocimiento en los medios académicos
podría explicarse de manera similar a la dificultad que tuvo la educación ambiental para
incorporarse a la academia: juntas, educación ambiental y educación en vida silvestre,
nacieron y crecieron fuera del contexto escolar a partir de iniciativas de organismos no
gubernamentales, clubes y sociedades privadas; pero a diferencia de los Estados Unidos,
donde muchos de los defensores de la vida silvestre también incursionaron en la docencia y
en la política, en Latinoamérica, ante la falta de estos promotores, ha habido
consuetudinariamente una fuerte resistencia de la escuela para incorporar temáticas y
perspectivas, difíciles de integrar en los marcos académicos (García Díaz, 1994). Así por
ejemplo, la educación sobre la vida silvestre, difundida a comienzos del siglo XIX en
Norteamérica mediante textos de lujo y conferencias de tipo local, y posteriormente,
después de 1930, mediante difusión de revistas científicas especializadas y creación de
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carrera de Biología, año 1965, estuvieron fuertemente influidos por la tradición taxonómica
(principalmente botánica, y en menor escala zoológica) proveniente de la Expedición
Botánica (Restrepo, 1986), dando como resultado un pensum con unidades temáticas
cargadas hacia estas áreas: Biosistemática, Herbario, Ornitología, Mastozoología,
Herpetología y Entomología (Correa de Restrepo, 2005); el resto de asignaturas, para el caso
concreto de la Carrera de Biología de la Universidad Nacional, con excepción de la
ecología, fueron en su mayor parte dictadas por bacteriólogos ante la ausencia de biólogos
profesionales, estando ausente en todos los casos la perspectiva de la vida silvestre.
Es indudable que hay una fuerte conexión entre nuestra calidad de vida y la vida silvestre.
Desde un punto de vista de explotación y consumo, la vida silvestre es considerada un
recurso natural renovable de importancia similar a la del agua, el aire y el suelo
(Maldonado, 2004). Se considera que aproximadamente un millón y medio de especies
silvestres tienen un valor utilitario para el hombre a través del mercado (Díaz-Martín,
1993). Este punto de vista utilitario ya era fuertemente criticado por Aldo Leopold, uno de
los más grandes naturalistas de Norteamérica, fundador de las cátedras de Ecología y
Manejo de la vida silvestre, cuando a comienzos de la década de los 30 y basándose en sus
estudios y experiencia obtenida en el Servicio Forestal donde trabajó durante muchos años,
manifestó su inconformidad con la “ética” de la conservación de la vida silvestre concebida
como recurso, no solo por ser una ética inadecuada sino también falsa (Van Dyke, 2003). La
“tierra” (land), según Leopold, no era como la representaba la ética naturalista de ese
tiempo “una colección de diversas mercancías separadas que podían cosecharse independientemente
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sino todo lo contrario, un sistema de procesos interdependientes” (Leopold, 1966 en Van Dyke,
2003, pp. 4), y el resultado de esos procesos, cuando funcionaban apropiadamente, era la
producción sostenida de los productos primarios, como el suelo, el agua, la madera, la
flora, la fauna y el forraje para los animales silvestres y domésticos. Aunque la visión de
Leopold se sustentaba en las concepciones científicas y en su experiencia en el manejo de
vida silvestre, se dio cuenta que debería haber también una transformación ética tanto en
los directores de recursos como en el público. Leopold estaba convencido que no había una
sola manera para el manejo de los recursos, sino “una mejor manera”. Tal manejo reconocía
que “la tierra” tenía un valor intrínseco per se e incorporaba el sentido ético que reconocía
dicho valor y propendía por la salud de la tierra y la productividad continua. Sin estos
valores, “el consumismo humano frustraría la mejor información científica y el más ilustre manejo”
(Leopold, en Van Dyke, 2003, pp. 4).
Desde otra perspectiva, los valores “utilitaristas” se pueden dividir en dos grandes grupos:
los valores directos o bienes privados y los indirectos o bienes públicos (Maldonado, 2004).
Los valores directos se asignan a los productos silvestres que son cosechados y usados por
el hombre y pueden dividirse a su vez en valores de uso de tipo consuntivo y de tipo
productivo. Los primeros se aplican a los bienes como los bosques, que son consumidos
localmente, pero que no tienen un papel en la economía nacional e internacional; los
segundos, se asignan a las poblaciones que son cosechadas del medio natural y tiene un
mercado nacional o internacional.
Los valores indirectos, considerados como los más complejos e importantes, proveen
beneficios económicos sin intervención directa sobre las poblaciones silvestres. Dentro de
ellos encontramos valores de tipo no consuntivo, dados por los servicios ambientales que
prestan los ecosistemas, como la productividad ecosistémica (capacidad de fijar energía
solar), regulación del clima, retención de agua y nutrientes, ecoturismo y recreación.
Márquez (1996, pp. 2) relaciona estos valores con los llamados ecosistemas estratégicos, es
decir, “áreas específicas del territorio donde se concentran funciones naturales, de las que dependen,
de manera especial y significativa, bienes y servicios ecológicos vitales para el mantenimiento de la
sociedad y de la naturaleza”. Dichos “servicios” vienen dados por su contribución a la
producción de agua limpia, oxígeno, la absorción de dióxido de carbono, la producción de
barreras naturales que actúan eficazmente contra los efectos de inundaciones, mareas,
huracanes, derrumbes y aludes. Las especies de vida silvestre actúan además como
magníficos bioindicadores que predicen daños potenciales para la supervivencia humana y
la calidad de la salud (Rubiano, 1989). El funcionamiento normal de las redes tróficas en los
ecosistemas incluye plantas, herbívoros, carnívoros, omnívoros y descomponedores, todos
ellos silvestres. La formación de suelo supone la interrelación entre la roca y los organismos
vivos a través del ciclo de bio-geoelementos, en donde las plantas, hongos y bacterias,
todos ellos de tipo silvestre, juegan el rol principal.
De mucho tiempo atrás es conocida la importancia de las plantas como medicina para el
hombre. Sin ir más allá, China emplea cerca de 5000 plantas medicinales, México tiene
registradas unas 4.500 y Colombia, con 2600 especies ocupa un tercer lugar (Muñetón,
2009). Sobra decir que la inmensa mayoría son plantas silvestres.
En 1985, Bill Devall and George Sessions proponían en su libro Deep Ecology algunos
principios relacionados con estos derechos, por ejemplo, los relacionados con la abundancia
y diversidad de todas las formas vivientes. Según Nash (1989, en Spellemberg, 1992), el
concepto sobre los “derechos de la naturaleza” proviene del concepto más antiguo de
"Derechos Naturales": la idea de que ciertos segmentos de la sociedad, personas
individuales, o incluso animales u objetos inanimados, poseen los derechos a continuar con
su existencia en virtud del hecho de que ya existen.
Pero no se trata solamente del derecho a la existencia sino de todo lo que atañe a las
necesidades a llenar para una calidad de vida silvestre “satisfactoria” (sensu los
satisfactores de Jessup y Pulido, 1988). En un medio silvestre inalterado y/o protegido, v.gr.
los parques nacionales y reservas, tales derechos son inherentes a la categorización del área
protegida. El problema se presenta en áreas rurales, agrícolas o ganaderas en donde el
Estado no garantiza la supervivencia ni la calidad del hábitat de la vida silvestre. De
manera local, Egon et al (2005), establecieron tres criterios de calidad de vida silvestre para
granjas de agricultura orgánica de Dinamarca, cuyo principal uso era el cultivo de cereales.
Un primer criterio fue la cobertura de hierbas silvestres (incluyendo “malezas”) puesto que
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los demás biotipos (árboles y arbustos) habían sido eliminados. Dichas malezas (y los
factores que las controlan) resultaron ser el factor más decisivo para la calidad de flora y
fauna silvestres, más cuando no había aplicación de pesticidas. Muchos estudios citados
por los autores confirman la interrelación general entre la cobertura de malezas y la
abundancia y diversidad de fauna, incluyendo artrópodos beneficiosos, escarabajos y
arañas, todos ellos comida preferida para las aves propias de cultivos y barbechos, por
ejemplo, alondras, avefrías, perdices grises, faisanes y mamíferos pequeños.
Otro criterio fue el área total (en porcentaje) de biotopos3 no cultivados. En tierras agrícolas,
la falta de cultivos en algunas áreas resulta ser un elemento esencial e indispensable para el
establecimiento y mantenimiento de vegetación perenne y de la mayoría de las especies
animales silvestres, particularmente aquellas de interés conservacionista.
CONCLUSIONES
1. El presente estado del arte revela aspectos clave sobre las diferencias en la manera en
que los norteamericanos y latinoamericanos concebimos la vida silvestre, la importancia
que le damos, su irrupción y trascendencia en el sistema educativo e investigativo y su
divulgación a través de la literatura científica y publicitaria. Al mismo tiempo plantea
algunas preguntas relacionadas con la escasa trascendencia de la vida silvestre en la
educación colombiana y la necesidad de futuras investigaciones. Si nos desplazamos a los
albores del siglo XX, vemos como en los Estados Unidos fue decisivo el papel de los
políticos, académicos y hombres pudientes, para el nacimiento de leyes para la protección
de las especies silvestres y de los paisajes que las sustentan. Estos individuos inculcaron, a
través de sus escritos, conferencias y gestiones administrativas, una conciencia ambiental y
de pertenencia de los vastos recursos naturales de esta nación, no solo para las clases
privilegiadas sino para todos los grupos sociales Decisiones históricas, como la creación de
los primeros parques y reservas naturales del mundo, dan cuentan del inicio temprano de
una cultura conservacionista y del desarrollo de una sensibilización hacia la vida silvestre
3
Se entiende como biotopo a un área de condiciones ambientales uniformes que provee espacio vital a un
conjunto de flora y fauna. El biotopo es casi sinónimo del término hábitat con la diferencia que hábitat se refiere a
las especies o poblaciones mientras que biotopo se refiere a las comunidades biológicas
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que aún persiste. Así, en 1871 se funda el primer Parque Nacional de los Estados Unidos
(Yellowstone, con 898.300 hectáreas) mientras en Colombia, solo hasta 1960 se funda el
primer Parque Nacional Natural (Cueva de los Guácharos) con tan solo 9.000 ha. Aunque
no es claro el porqué de estas diferencias, más aún cuando Colombia tiene el privilegio de
estar entra las cinco naciones con mayor biodiversidad del mundo, nos atrevemos a
plantear dos hipótesis que merecen revisarse en futuras investigaciones: 1º la influencia de
una visión taxonómica de la naturaleza, principalmente en el área vegetal, promovida por
la Expedición Botánica la cual centró sus investigaciones en la clasificación de plantas y
animales dejando de lado las temáticas de ecología, conservación y sensibilización. 2º las
dificultades que ha tenido la educación ambiental, y dentro de ella la educación sobre la
vida silvestre, para incorporarse en el ámbito académico universitario. Ello debido,
probablemente, a sus inicios y desarrollo dentro de un marco no formal propio de ONGs
(UICN, UNESCO, etc.) por fuera del marco académico. La escasa presencia de la temática
ambiental en gran parte de las carreras universitarias, particularmente de la educación en
vida silvestre, avala esta hipótesis.
3. Aunque existe literatura sobre la importancia de la vida silvestre y sus derechos éticos,
es muy poco lo que se ha investigado en Colombia sobre las interrelaciones sociales,
culturales y económicas de la vida silvestre con el hombre. Hay un enorme campo de
investigación por desarrollar en áreas de ciencias naturales tales como “bioindicadores de
calidad de vida silvestre”, “vida silvestre en centros urbanos”, “vida silvestre en rastrojos y
barbechos”, “influencia de los pesticidas en cercas vivas y otros relictos de vida silvestre,
“campos abandonados”, “relaciones entre la cobertura de malezas silvestre y la diversidad
de fauna silvestre” etc., etc., y en áreas de ciencias de la educación tales como “actitudes
sobre la vida silvestre en estudiantes de educación básica, secundaria y universitaria”,
“concepciones sobre la vida silvestre en varios ámbitos educativos”, “modelos didácticos
para la educación en vida silvestre”, etc., etc.
histórica, cultural y educacional, etc., (ver Márquez, 1996) se han investigado muy poco en
Colombia.
6. El concepto de vida silvestre tiene un enorme potencial para las políticas ambientales,
educativas, sociales y económicas. Su función para el desarrollo de la vida humana abarca
roles científicos, ecológicos, culturales, pedagógicos, recreativos, religiosos, artísticos, éticos
y estéticos, donde la escala de valores que tienen las personas influye decisivamente en las
dos pautas a seguir, esto es, hacia la preservación de este componente del planeta (bien sea
que se asuma como un derecho ético per se o como un recurso esencial para la
supervivencia humana) o hacia su destrucción y desaparición. Cuando hablamos de vida
silvestre estamos implicando no solo los aspectos formales sobre biología o taxonomía sino
la manera como abordamos esta concepción en una perspectiva social, histórica, ética y de
actitudes y valores. Y es precisamente a la sociedad, a través de su estamento educativo, a
quien corresponde emprender un nuevo tipo de relación con la vida silvestre; en palabras
de Aldo Leopold (Leopold, 1949): “Una ética de la tierra no puede, por supuesto, evitar la
alteración, el manejo y el uso de esos “recursos”, pero sí afirma su derecho a su continua existencia y,
por lo menos en ciertos lugares, a que su existencia continúe en un estado natural. En suma, una
ética de la tierra cambia el papel del Homo sapiens: de conquistador de la comunidad de la tierra al de
simple miembro y ciudadano de ella. Esto implica el respeto por sus compañeros-miembros y también
el respeto por la comunidad como tal”.
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