Positivismo
Positivismo
Positivismo
Resumen
Abstract
Through this essay authors intend to expose some considerations related to the
place and presence of positivism, materialist dialectic and phenomenology as
approaches of the scientific method, and at the same time to identify its value to
the educative investigation. These three orientation lines are not considered as the
only ones or the most important one. It is just that they have a considerable space
in the researcher’s believes and in nowadays academic debate and they can be
bridges to assume new philosophical ideas. The reflection is made from a
perspective that leads to think over the Latin American reality and where basic
arguments of the interaction between philosophy and the scientific method are
expressed. This work has been carried out from the revision of a wide bibliography
that includes Master degree and PhD thesis and listening to different opinions from
outstanding people who take education as field of action. From very heterogeneous
perspectives the different social and philosophical and social thought tendencies of
the last centuries have been linked to the evolution of the scientific way to produce
knowledge, that’s why to think over it offers an opportunity to grasp the criteria
that can be useful for scientists. To have good philosophical arguments to justify
the researching actions makes a positive impact on the scientific activity.
1. Introducción
Una de las regiones del saber donde este trasvase recíproco se manifiesta es en la
concepción del método científico y muy, en especial, en las ciencias que estudian la
sociedad humana, entre ellas, las Ciencias de la Educación. Aquí, la presencia de
enfoques filosóficos alcanza tanto formas muy evidentes como formas más sutiles y
encubiertas, que actúan como expresión del tejido social y del rejuego de relaciones
de poder en las distintas épocas y contextos sociales.
2. El método científico
Martin Heidegger, al destacar la importancia del método científico, señala que “El
método no es una pieza de la indumentaria de la ciencia entre otras, sino la
instancia fundamental a partir de la cual se determina lo que puede llegar a ser
objeto y cómo puede llegar a serlo” (1975, p. 93).
Ya en Descartes se presenta con nitidez uno de los puntos débiles del pensamiento
moderno: la separación del sujeto y el objeto, una matriz donde el sujeto se
autoelimina a sí mismo (Delgado, 2002, p. 40), para lograr supuestamente alcanzar
un conocimiento objetivo sobre las propiedades objetivas del universo y, a través
de ese saber, se accede a la práctica de elaborar tecnologías para transformar el
mundo.
Con la eliminación del sujeto real, la ciencia floreció como saber “exacto” sobre el
mundo objetivo, y al no reconocer la subjetividad, el proyecto moderno cayó en la
negación del contenido axiológico del conocimiento.
Descartes presupone que es posible partir de ese conjunto de reglas ciertas que se
pueden seguir, y con ello arribar a fines cognoscitivos eficaces, para fundar una
ciencia de la certidumbre y del dominio del hombre sobre la naturaleza, es decir,
Así, pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que
las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no
empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre
gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que
es capaz. (Descartes, 1984, p. 79)
Así desde los orígenes de la modernidad en el siglo XVII se fue construyendo una
ideología conocida con la denominación de racionalidad clásica, que difundió una
percepción de confianza absoluta en la certeza del conocimiento científico; creencia
de certeza que en la actualidad participa de agudas controversias, pues conduce al
escenario ideal para que el sujeto social se sienta en posesión segura de la verdad,
seguridad que lo hace insensible al error (Morin, Ciurana y Motta, 2002, p. 22) y a
negar la diversidad de creencias científicas, e incluso del valor de las no científicas.
Esta ideología, nacida en los siglos XVII y XVIII, va a ser posteriormente asumida y
legitimada por la filosofía positivista en los siglos XIX y XX y se ha asentado con
firmeza en las creencias de los investigadores.
El positivismo, que aparece con Augusto Comte, en la primera mitad del siglo XIX,
fue la filosofía encargada de respaldar esta actitud teórica nacida del enfoque
cartesiano y entre sus contribuciones está la idea del estudio científico de la
sociedad humana, a fin de superar toda forma especulativa, lo que indica que la
realidad social humana debe ser comprendida científicamente.
Es importante señalar que desde el enfoque positivista han tenido lugar connotadas
aportaciones al conocimiento de la sociedad humana y a la ciencia en general, por
lo menos, desde el nivel de demandas al conocimiento, planteadas por las
necesidades sociales. Esto, le ha permitido tener un papel protagónico en el
desarrollo de la revolución operada en el conocimiento a lo largo del siglo XX.
Para determinar si una sentencia expresa una hipótesis genuina, adopto lo que
puede llamarse un principio de verificación modificado. Porque no exijo por cierto
que una hipótesis empírica deba ser verificable en forma concluyente, sino que
haya alguna experiencia posible que sea pertinente para la determinación de su
verdad o falsedad. Si una presunta proposición no consigue satisfacer este
principio, y no es una tautología, entonces sostengo que es metafísica, y que por
ser metafísica no es ni verdadera ni falsa, sino literalmente sin sentido. Se hallará
que, de acuerdo con este criterio, gran parte de lo que habitualmente se considera
como filosofía es metafísica, y en particular que no puede afirmarse en forma
significativa que hay un mundo no empírico de valores, o que los hombres tienen
almas inmortales, o que hay un Dios trascendente (1967, pp. 17-18).
Es indiscutible que el positivismo ha dejado una huella positiva en el
perfeccionamiento de los métodos empíricos y estadísticos, para la búsqueda y
procesamiento de la información. Con el objetivo de superar la metafísica se sirvió
de las matemáticas para perfeccionar los sistemas estadísticos, los cuales tienen un
gran potencial en la identificación de tendencias sociales, estados de opinión o para
el diagnóstico de los procesos económicos y políticos de cualquier nación o grupo
social. Esto se logra muchas veces con resultados muy fiables en relación con sus
predicciones.
Por su parte, el positivismo instituyó una visión del método que olvida parte del
objeto real de la ciencia, al absolutizar la dimensión cuantitativa, ofrece
conocimientos parcelados, que no tienen en cuenta que los escenarios sociales y
naturales se caracterizan por la multiplicidad de dimensiones y, con ello, impide
asumir una comprensión de sistema.
Por eso, es necesario asumir una actitud crítica ante la recurrente tendencia de las
investigaciones educativas, a encerrar su “objeto”; percepción que enclaustra los
sujetos y procesos partícipes de la educación, a espacios incomunicados, como si
no fueran protagonistas en la conformación de estructuras objetivo-subjetivas,
vinculadas a contextos cada vez más crecientes de procesos de internacionalización
de la sociedad.
Sin embargo, a pesar de que las bases epistemológicas planteadas por Marx abren
el camino para entender lo cualitativo, la tradición marxista inicial no desarrolló los
instrumentos teóricos y metodológicos necesarios para la investigación que
permitieran interpretarlo, este fue el aporte de la fenomenología y posteriormente
de otras corrientes, entre las que se encuentra la llamada la Teoría Crítica,
desarrollada en la Escuela de Francfort, de influencia marxista.
Los autores del presente ensayo, a partir de reconocer que muchas de las creencias
epistemológicas del enfoque dialéctico materialista en la interpretación del
conocimiento, del método científico y la ciencia no son privativos del marxismo,
pues se pueden encontrar contenidos en otras concepciones teóricas y con la
consideración de que la dialéctica deja de ser dialéctica desde el momento en que
se trata de parcelar sus componentes, presentan algunos de sus elementos
constituyentes, así como argumentos de significado para la investigación educativa:
• Por su parte, esa dinámica, esa dialéctica de la educación, cobra mayor interés
por los retos que la sociedad contemporánea plantea, asociados a: el desarrollo de
nuevas tecnologías, el deterioro del medio, el tratamiento a la cuestión del género,
la democratización y la disparidad económica y cultural, etc.
• Esto implica reconocer que, desde una perspectiva contraria a la anterior, los
proyectos de investigación educativa pueden ser usados como herramientas para
justificar formas hegemónicas de dominación, ligadas al colonialismo y al capital
transnacional, por lo que también pueden ser usados para deshumanizar. En este
sentido, la dialéctica materialista es un arma para la crítica a esta tendencia.
El método fenomenológico exige alejarse de toda idea previa, teoría, modelo o tesis
interpretativa, a fin de evitar caer en prejuicios. Es la investigación de lo que se da
en la conciencia, con exclusión de postulados precedentes o tesis interpretativas ya
establecidas; así como de todo supuesto o convicción sobre la existencia o no
existencia de aquello que se da. Es atenerse a aprehender lo que se da a la
conciencia y no apelar a modelos, fórmulas y convicciones previas, para no incurrir
en parcialidades y en los conceptos obstáculos que puedan desviar la conciencia de
su ruta hacia la verdad.
Estas creencias, que de hecho son formas sutiles de hacer política y fabricar
ideologías de dominación, nada tienen que ver con el imperativo de formación de
sujetos políticos implicados con los destinos libertarios, tan significativos para la
región.