1 43025 La Inercia Del Silencio PDF
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SARA BÚHO
La inercia del silencio es un lugar donde ni el movimiento
ni la quietud tienen voz propia; donde tanto el amor
como el desamor se intuyen.
16,50 € 10249174
La inercia
www.lunwerg.com del silencio
SARA BÚHO
Impreso en España
Í N D I C E
L U Z
D E S C E N S O
Mamá, papá, abuelos.
Gracias por quedaros
a entender mis silencios.
Sois mi suerte.
En estas páginas están guardadas las palabras de una niña que creció
asustada, y las de la mujer que se atrevió a entender sus miedos hablando
con ella.
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El vencejo es un ave que pasa la mayor parte de su vida en el aire.
Sus largas alas le dificultan volver a alzar el vuelo cuando cae al suelo.
El único modo que tiene de volver a volar es
dejarse caer
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N I D O
A lo largo de mi vida he estado mucho tiempo sola, callada,
en silencio. Con música, pero en silencio. Dicen que la soledad
alimenta el mundo interior de las personas, pero creo que lo
que realmente consigue es marchitarlas. Toda esta tristeza está
camuflada porque lo que el resto ve es que eres una persona
especial, diferente, rara. Y al final, eso es lo único que
te queda: parecer especial.
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Suena «Esta vida loca» y
ella llora junto a la ventana,
al lado del radiocasete.
Los niños juegan en el patio
pero no logro caerles bien,
creo que notan mi desconcierto
y les da miedo.
A veces me insultan,
otras simplemente me dejan estar.
Suena «Esta vida loca» y
no sé cuánto hace que se separaron.
Poco, muy poco, seguro.
Suena «Esta vida loca» una y otra vez
y poco a poco dejo de reconocer
cada rincón de ese hogar
que parecía no serlo más.
Mis peluches siguen adornando sus espacios,
todas las muñecas ordenadas meticulosamente
dejan de parecerme bonitas.
Todo parece ensombrecido.
Tengo la aprobación de las niñas mayores,
pero eso no hace que me sienta menos sola.
Suena «Esta vida loca» y
ella sigue llorando junto a la ventana.
Mis primeros recuerdos nítidos
son observando la tristeza.
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Hay fotos que me hacen comprobar
que, siendo niña, a veces fui feliz.
Cada cumpleaños era una fiesta
y pienso en lo injusto que es
que yo no logre visualizar esos momentos.
Globos, risas, disfraces.
En la mayoría de las imágenes salgo muy seria,
creo que llevaba el silencio dentro
desde antes de nacer.
Pero en otras sonrío:
en la playa,
en la piscina,
con los abuelos,
vestida de gitana en la feria.
Todos parecen estar muy felices
de que yo exista.
Después de la separación,
todos parecen poner más esfuerzo aún en celebrarme.
Pero yo no sé qué celebro.
Recuerdo la apatía,
el no querer subirme a los columpios,
el no querer saltar por el tobogán,
el no querer estar con otros niños.
Cada vez tenía más miedos,
me escondía más.
Pero me subía al columpio,
saltaba del tobogán,
y jugaba con otros niños.
Fingía sin querer
buscando el modo de que todo
volviera a ser igual que antes
aunque no recordara exactamente cómo.
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Ella no soporta su tristeza,
y a mí me da miedo.
Espero a oscuras
a que decida volver
y ya no grite,
y ya no llore,
y ya no sufra.
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Mamá, ¿me traerás una sorpresa a la salida?
Ella besa mi frente y dulcemente asiente.
Es todo lo que podías hacer,
ahora lo sé.
Descubrimos a la vez
que el mundo no es aquel lugar cálido que nos prometieron.
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