Huidobro PDF
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VICENTE HUIDOBRO
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Y ya no podrás decirme: "Ese árbol está mal, no me gusta es~
cielo ... , los míos son mejores".
Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los mios y
no los tuyos y que no tienen por qué parecerse. Ya no podrás
aplastar a nadie con tus pretensiones exageradas de vieja chocha :·
regalona. Ya nos escapamos de tu trampa.
Adiós, viejecita encantadora; adiós, madre y madrastra, no reniego
ni te maldigo por los años de esclavitud a tu servicio. Elloe fueron
la más preciosa ensefianza. Lo único que de!leO es no olvidar nunc"
tus lecciones, pero ya tengo edad para andar solo por estos mundos.
Por los tuyos y por los mf01.
Una nueva era comienza. Al abrir sus puertas de jaspe, hinco
una rodilla en tiena y te saludo muy respetuosamente.
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YO
[Fragmento)
VICENTE HUIDOBRO
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Yo amo las grandes cumbres y los grandes abismos. Lo que da
vértigo.
Mirando a esas grandes montañas no se ve la cúspide.
Mirando a esos grandes abismos no se ve el fondo.
Por eso los miopes bufan.
Mientras menos ojos nos alcancen, más alto o más hondo vamos
En mi corta vida literaria he sido muy querido y muy odiado.
¿Puede darse mayor triunfo?
He tenido muc~os enen:.igos y muchos amigos.
He tenido enemigos que se han dado al trabajo, alentados por
la envidia, de ir a desacreditarme, uno por uno, ante muchos pobres
inocentes. Generalmente les ha salido mal el juego de la mano negra,
pues casi todos se quedan compadeciéndoloe y muchas veces me lo
cuentan a mf mismo.
A estos enemigos míos les he arrojado, como una pedazo de pan,
el desprecio que me ha sobrado de otros desprecios más importantes.
Cuando las locomotoras resbalan su majestad devorando las dis-
tancias, lnfinldad de quiltros salen a !adrarles. Tanto me han ladrado
a mí los quiltros literarios que tengo derecho a sentirme locomotora .• .
literaria.
Nunca he podido comprender la envidia. AcaBO sea porque mi
gran orgullo me impide envidiar a nadie.
¡Bendito orgullo!
Siempre he tenido la seguridad de que yo haré DÍ.i obra y llegaré
al Triunfo; por eso no temo gritar alabanzas con todos mis pulmones
a los que creo las merecen.
Si ellos hacen su obra, yo también haré la mía. Si ellos llegaran
al Triunfo, yo también estoy seguro de llegar.
Qué triste debe ser esto para los que se sienten sin fuerzas,
se sienten impotentes, para los eunucos del arte que se miran y no
ven nada. . . ¡Bien se les puede perdonar su envidia!
Algunas veces he sentido verdaderos disgustos literarios. Cuaodo
nombraron príncipe de los poetas franceses a Paul Fort y no a Francis
Jammcs o a Julcs Romain.
Cuando Rubén Darlo se ocupó en un artículo de la suntuosa
mediocridad de don Alberto del Solar. Y otras veces que no recuerdo.
Lo único que he comprobado basta ahora es que la estupidez
humana es inconmensurable, infillita, ll1'81ldiosa, elocuente, avasalla-
dora, apocalfptica.
Que basta ser imbécil para ser amado y respetado y escuchado,
para surgir, para ser diputado, senador. ministro, presidente, director
de diario y miembro de respetables academias. Loor a don Juan
Antonio Cavestany.
Que Dostoiesvski, Zola, Verlaine, Baudelaire, Poe, France,
D'Annunzio, Hermant, Darlo, siempre serán unos estúpidos, mientras
Sienkiewicz, Ohuet, lsaacs, Salgari, Braemen, Núñez de Arce y Quin-
tana serán genios. ¡Este párrafo viene a comprobar el párrafo anterior!
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Que si algún día se le ocurriera al mismísimo Dios la humorada
de escribir un libro de versos sin que los mortalca supieran que
eran suyos, esos versos serían muy inferiores a los de Homero, Virgilio,
Horacio, Dante, Milton y hasta los de Fray Luis de León, de Herrera,
Calderón y Lope. Todos caerían alli. Sería gracioso desde el mismísimo
seiíor don Marcelino Menéndez Pelayo, Faguet y Lemaitte hasta el
inofensivo y simpatiquisimo señor Omer Emeth.
Y cuando por otra humorada del señor Satanáii supieran el nombre
del autor ¡qué azoramiento más trágicamente cómico, qué disculpas
más resaladas! Claro, el señor Menénde:z Pelayo lo había leído muy
a la ligera por estar ocupadísimo en un profundo estudio sobre Pereda
y el senor r'aguet había hablado de referencias, pues su juicio sobre
Musset lo terua embotado y hasta el inocentísimo 5eñor Omec Emeth
se habría pasado por alto las mejores partea, pues en esos días se
encontraba muy atareado, buscando galicismos, para un artículo sobre
Hurtado Borne.
¡No ha1>ria un solo valiente que, al menos por despecho, dijera
que preieria con mucho las t'leurs du Mal de Baudelaire o cualquiera
de los Poémes Saturniens de Verlainel
Los mismos ataques que, en poesía, recibiría Dios si se pusiera
a filosofar, sin su firma. Aquello no serviría para nada por no seguir
las huel.las de Aristóteles, de San Agustín, Santo Tomás, Alberto Magno.
del reverendislmo padre Suárez y hasta no laltaría algún mochito que
se 11oon.l11r11 del padre Ginebra.
Hoy no creo tirmemente en nada, estoy convencido que los
filósofos sólo dan palos de ciego y que la verdadera verdad sólo está en
la médula cerebral de Dios Nuestro Señor suponiendo que Dios exista.
Qwero ser un gran Sinoero toda mi vida y vivir convencido de que
yo soy tonto para los tontos e inteligente para los inteligentes.
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EL ARTE DEL SUGERIMIENTO
VICENTE HUIDOBRO
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¡Ah! Si en Chile no se temiera tanto al ridículo. Si no se hiciera
caso alguno a las risas clownescas de la impotencia.
¿Que al principio la lucha es ardua? Claro.
Pero poco a poco se irá formando el ambiente, poco a poco se
Irá depurando el aire, cultivando el buen gusto. Poco a poco se
irán sutilizando los espíritus y se les hará pensar y entender los
refinamientos poéticos, saborear las quintaesencias exquisitas.
Cierto que en este país todavía se lrilla a yeguas. Pero no importa.
Ya algunos admiten maquinarias modernas y aprenden a manejar he-
rramfontas europeaa.
Todos aprenderán después.
El fin principal que debe perseguir todo escritor es el de la
originolidad. Una originalidad inteligente. No calificada inteligente por
los críticos gruesos y secos de espíritu, ramplones o abufonados sino
por los otros artistas, por los verdaderos poetas, por los que son capaces
de sentir y hacer esas sutilezas refinadas propias de cpíritua ultrafinos .
Por eso debemos atacar la crítica en todas partes y principalmente
en Chile.
Sólo debe existir un comentario poético, de artista a artista.
No de ramplón o de ignorante a culto y quintaesenciado.
La desigualdad engendra el error y la incomprensión .
¿Qué resultaría de un crítico sobre cuestiones de gallinas que
se pusiera a disertar sobre Arte?
Lo que leemos todos los días en tantos diarios y revistas.
Persigamos la originalidad sin hacer caso y sín temor al ridículo
de los que tienen el cerebro sólo para ponerle tongo.
¿ Cómo se consigue la originalidad?
Recogiéndonos en nosotros mismos, analizando con un prisma
nuestro yo, volviéndonos los ojos hacia adentro.
El arte del sugerimiento es uno de tantos como hay en el simbo-
lismo. Como la poesía metafísica.
¿Qué el simbolismo ya murió? Ni vive, ni ha muerto; es una
de tantas maneras como hay en el Arte.
El arte del sugerimiento ayuda mucho para la concisión y puede
dar a la frase cierta ondulación, cierta gracia y exactitud precisa
y ciertos repentes felices y sorpre&ivos.
El sugerimiento libra de los lazos de unión entre una idea y
otra, lazos perfectamente ínnecesarios, pues el lector los hace instintiva-
mente en su ·cerebro.
Un ejemplo:
Le dais a un retórico como tema algo sobre el Cementerio y
os diría:
La tristeza del Cementerio me llena de dolor y de oscuros pensa-
mientos y maquinalmente evoco todo lo que tiene relación con él.
Me acuerdo de Hamlet cuando tomó la calavera de Yorick y lloró
sobre su recuerdo, pienso en Don Juan cuando dialogó con la estatua
del comendador ... , etc., etc. . . y si queréis podéis agregar al señor
Gómez García que hace votar a los muertos.
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Le dais el mismo tema a otro escritor, si queréis más moderno,
y os diría:
La gran tristeza evocativa de los cementerios. Hamlet, Yorick,
Don Juan, Gómez García.
Ha suprimido todas las ligaduras intermedias y os ha dado la
misma idea exacta; con más soltura, gracia y concisión.
Ahora esto mismo aplicado a la poesla sutil, y aunque con un
procedimiento algo distinto, evocaréis inmediatamente una idea simple
o una imagen poética que percibiréis más pronto cuanto más estéis
refinados.
Por eso la percepción de esa poesía lejana, vaga, que podríamos
llamar de horizonte, la percepción de esa poesía que se resbala, que
se esfuma, que pasa, está en razón directa con la sensibilidad del lector.
Recordad siempre aquel sabio concepto de Mallarmé:
"Pienso que sólo es necesaria una alusión. La contemplación de
los obje1os, la imagen que surge de los ensuellos susclcados por ellos,
son el canto. Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes
del goce del poema, que consiste en adivinarlo poco a poco. El per-
fecto uso de ese misterio constituye el símbolo: evocar poco a poco
un objeto para patentizar un estado de alma o, por el contrario,
escoger un objeto para deducir de él un estado de alma por una serie
de adivinaciones. . . Si un ser de una inteligencia mediana y de una
cultura literaria insuficiente abre por casualidad un libro así escrito,
y pretende gozar con su lectura no consigue su objeto".
Y no olvidéis tampoco aquellos versos de Verlaine:
Rien de plus cher que la e/ron.son grise
Ou /'lndécis au Prb:is se jaint.
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en 1928 (Presentación de válvula) y, en general, es una constante
de la ~tica contemporánea (Véase, por ejemplo, cap. 79, 109 y
otros de Rayuela de Julio Cortázar; cfr. además Joaé María Cas-
tellet: La hora del lector. Barcelona: Seix Barral, 1975),
Huidobro publica "El arte del sugerimiento" en su libro Pasando
y pa.sando. . . Crónicas y comentarioo. Santiago: Imprenta y En-
cuadernación Chile, 1914. Tomamos el texto de Obras Completas
(Santiago: Editorial Aodté3 Bello, 1976), tomo l. pp. 691-ó93.
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EL FUTURISMO
VICENTE HUIDOBRO
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asalto contra las fuerzas desconocidas para hacerlas rendirse ante
el hombre.
8Y Estamos sobre el promontorio más alto de los siglos. . . ¿ Por
qué mirar atrás, desde el momento en que nos es necesario romper
tos vetos misteriosos de tos imposibles? El Tiempo y et Espacio
han muerto ayer. Vivimos ya en lo absoluto, puesto que hemos creado
la eterna velocidad omnipresente.
9'? Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo,-,
el militarismo, el patriotismo, la acci6n destructora de los anarquistas,
las hermosas Ideas que matan y el deaprecio a la mujer.
loY Deseamos demoler los museos y las bibliotecas, combatir la
moralidad y todas las cobardías oportunistas y utilitaristas.
1 lY Cantaremos a las grandes multitudes agitadas por el tra-
bajo, el placer o la rebeldía; a las resacas multicolores y polifónicas
de las revoluciones en las capitales modernas; a la vibración nocturna
de loo ar,;enaleo y las minas bajo sus violentas lunas el~ctricas: a las
glotonas estaciones que se tragan serpientes fumadoras; a las fábrica~
colgadas de las nubes por la maromas de sus humos: a los ouent~~
corno saltos de gimnastas tendidos sobre el diab61ico cabrillear de
los ríos bañados por el sol; a los paquebotes aventureros husmeando
el hori?.Onte; a las locomotoras de amplio petial que piafan p0r los
rieles cual enormes caballos de acero embridados por la~os tuhos.
y al vuelo resbaladizo de los aeroplanos, cuya hélice tiene chirridos
de bandera y aplausos de multitud entusiasta.
Todo eso de cantar la temeridad, el valor, la audacia, el paso
gimnástico, la bofetada, es demasiado viejo. Lea si no, el señor Mari•
netti, La Odisea y La 11/ada, La Erreida o cualquiera de las Odas de
Pfndaro a los triunfadores en los juegos oJfmpicos y encontrará allí
toda su gran novedad.
Ahora, eso de declararle guerra a la mujer, aparte de ser una
cobardía impropia de hombres tan vigorosos como los futuristas, es
una gran ridiculez.
Como ha dicho muy bien Rubén Darlo ¿Qué es más bello, una
mujer desnuda o la tempestad? ¿Un lirio o un cañonazo?
Sin embargo, el señor Marinetti prefiere un automóvil a la oagana
desnudez de una mujer. Es esta una cualidad de niño chico: el
trencito ante todo. Agú Marinetti.
Marinetti prefiere una fábrica a un museo lleno de cuadros her-
mosos. . . (sin· ser pintura cubista) .
En lo úníco en que estoy de acuerdo con Marinetti es en la
proclamaci6n del verso libre. Y esto antes Jo hicieron a la maravilla
Maria Krysiruka, Gustave Kahn y Viclé-Griffin.
(Algunos confunden el verso libre francés, al que aquf se refiere,
y que es una mezcla de ritmos armoniosa en su conjunto y de versos
perfectamente rimados en consonante o asonante, con el verso libre
o blanco español que es siempre de Igual nt1mero de sílabas y sin rima).
No puede negarse que hay en el fondo de todo esto un muy
plausible anhelo furibundo de rebelión.
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Era necesaria una revolución contra tantos imbéciles que llaman
herejía a toda opinión que no esté bien con sus ideas adoquinadas
en el cerebro, bien encuadradas y tradicionalistas.
Y nosotros proclamamos el verso libre aunque Verlaine haya
dicho a María Krysinska: esto en nti tiempo se llamaba prosa.
Lo que es lírico y armónico será verso siempre a pesar de
Verlaine y de todo el mundo.
El verso libre sólo ha roto con el pesado y monótono compás
antiguo. Decir que eso no es verdadero verso, sería casi como decir
que no es verdadera música la música wagneriana o mejor la de
Debussy.
Esto no quiere decir que el verso antiguo no pueda estar lleno
de encantos y armonías.
Gabriel Alomar encerró la idea de futurista más bien en la
personali2aeión. en la individualidad que no teme manifestarse tal
como es, en una palabra, en el yo inconfundible. Por lo tanto la
doctrina de Alomar viene a negar toda escuela.
No así Marinetti que ha instituido el Futurismo en una verdadera
escuela y aue, por lo tanto, no da su debida importancia al yo.
Es lamentable.
Alomar adivina el futurista en el hombre que siente un l(Tan
impulso de más allá, de suprasensible, de ultraespiritual que le insufla
chispazos de vida nueva. La esperanza del advenimiento de una huma-
nidad mejor.
Alomar dt::e: "El Futurismo na es un sistema ocasional o una
escuela de momento, propia de las decadencias o de las transiciones,
no: es toda una selección humana, que va renovando a través de los
siglos las propias creencias y los propios ideales, imbuyéndolos sobre
el mundo en un apostolado eterno. Es, en fin, la convivencia con las
generaciones del porvenir, la previsión, el presentimiento, la precreen-
cia de las fórmulas futuras".
El Futurismo de Marinetti es. sin duda, más impulsivo, más
sonado, más loco. Marinetti grita: "Finalmente, la mitología e l'ideale
místico sono ruperati.
. . . Ma noi non vogliano piu sapere del pasato, noi, giovani e
forti futuristi".
El de Alomar es más razonado, menos de réclame y más serena-
mente lógico.
Pero a· Vasseur toca la gloria de ser el primer futurista ... ¡qué
gloria!
El dijo mucho antes que los otros dos más o menos la misma tan
decantada idea, sólo que él la llamó auguralismo:
"Para el poeta augural, como el filósofo pragmatista, lo esencial
no es el pasado estratificado en hechos, sino el devenir y de éste,
el acto de creación, de renovación, más que el de cristalización, lo
que va siendo, lo que va a ser, no lo que ya es".
Todo es lo mismo con diferentes palabras, con mayor o menor
claridad, con más o menos arte fraseológico, seg(ín quien habla.
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Marinetti ha sabido hacerse más réclame, llenarse de discípulos
y meter bulla por donde pasa.
Entre sus discípulos son los más notables Lucini, Paolo Buzzi,
Palazzeschl, Jovoni, Cavacchíoli y algunos otros.
Marlnettl es indiscutiblemente un gran poeta y un gran escritor;
él es autor de Le Roi Bambanee un amasijo de lo más cómico y trágico
que pueda darse, de Mafarka, lo novela más brutalmente inmoral que
ha llegado a mis manos. Aquellas escenas de la guerra de Africu, en
Abisinia, repugnan. Uno de sus libros de versos se llama La Conquista
de las Estrellas y el otro Las Muñecas Eléctricas.
En el manifiesto que hemos comentado puede verse su manera
de escribir rápida, nerviosa y vibrante.
Su poesía "A Mon Pegase", el automóvil, principia así:
Dleu vBtbnent d'une race d'acier,
Automobile ivre d'espace,
Qui piétines d'angoisse, fe mors au.:c dent, nridenlesl
O fqrmidable monstre ¡.,ponais cwx y<1ux de forge . ..
4.5
ARTE POETICA
VICENTE HUIDOBRO
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