Los CRIPTOJUDÍOS DE CARTAGENA DE INDIAS

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Anuario Colombiano de Historia

Social y de la Cultura 29. 2002

Los CRIPTOJUDÍOS DE CARTAGENA DE INDIAS:


UN ESLABÓN EN LA DIÁSPORA CONVERSA
(1635-1649) ·

Ricardo Escobar
Collége de France

Resumen:

La diáspora conversa instalada en el Nuevo Mundo - y particularmente aquella que


frecuentó el puertodeCartagenade Indias-integraun vasto sistema de redes solidarias
d.seminadas a escala planetaria. La observación comparada de la represión contra los
judaizantes, emprendida por los tribunales del Santo Oficio de Lima, Cartagena y
México durante la primera mitad del siglo XVII, nos descubre la amplitud e interrelación
de las redes marranas, así como las particularidades regionales de lapraxis inquisitorial.
Palabras claves: judíoconverso, Tribunal de Inquisición, herejía, red de conversos,
tortura, relajación.

Abstraet: The Criptojew of Cartagena de Indias a Link ofthe Converse Diaspora


The converse diaspora installed in the new world -and particular1y the one that visited
the pon of Cartagena of Indias - integrates a vast system of solidarity networks
disseminated ata planetary scale. Thecomparing observation ofthe repression against
Judaists, undertaken by the tribunal s ofthe Inquisition ofLima, Caracas and Mexico
in the XVII century, shows us the extent to which and interrelationship ofthe Jewish
networks same as the regional particularities ofthe inquisitorial praxis.
Keywords: a converse Jew, Tribunal ofthe Inquisition, heresy, converse networks,
torture, relaxation

No obstante la pérdida del grueso de la documentación original del Santo Oficio


de la Inquisición de Cartagena de Indias, los grandes fondos conservados en el
Archivo Histórico Nacional de España (relaciones de causas, procesos, libros de

•Este estudio forma parte demi tesis doctoral : « Inquisición y Judaizantesen Cartagena
de Indias», en curso de elaboración en la E.H.E.S.S (École des Hautes Etudes en Sciences
Sociales) de París, bajo la dirección del Profesor Charles Amie\.
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hacienda y correspondencia) permiten acceder a un corpus fragmentado pero abun-


dante sobre los judeoconversos del Nuevo Reino de Granada y la zona del Caribe.
Asimismo, parte de la correspondencia cruzada entre el Tribunal cartagenero y el
Consejo de la Suprema, radicado en Madrid, al igual que los legajos concernientes a
las Visitas, ofrecen un panorama detallado de la evolución de la política inquisitorial
y la vida cotidiana de ese Santo Oficio. A las dificultades originales que enfrentó el
Tribunal neogranadino, desbordado por la inmensidad de su territorio y disminuído
por la dificultad de encontrar entre la población cartagenera el personal idóneo para
su funcionamiento, vinieron a sumarse los enfrentamientos con las autoridades civiles
y religiosas así como la venalidad de una parte del cuerpo inquisitorial (anomalías
ampliamente denunciadas por los visitadores Martín del Real y Pedro Medina Rico
a mediados del siglo XVII).
A la luz de esta serie de irregularidades, la visión que se puede decantar de la
documentación incoada en ese tribunal en lo que toca a la herejía judaizante obliga
a la mayor prudencia, reflejando a menudo el grado de influencia del discurso
inquisitorial en talo cual funcionario, o la naturaleza de sus relaciones con conversos,
sin olvidar la incidencia de coyunturas que pudieron propiciar una represión de mayor
o menor intensidad, luego, en definitiva, una visibilidad irregular y subjetiva del
fenómeno criptojudío. Ante estas reservas privilegiamos en este breve ensayo una
perspectiva que englobara el conjunto del Santo Oficio americano, consolidando las
informaciones cartageneras con las de los tribunales de México y Lima; un primer y
no exaustivo estudio permitió, en primera instancia, detectar algunos casos que
habían escapado al Tribunal cartagenero a pesar de tratarse de delitos de herejía
cometidos bajo sujurisdicción. De otro lado, la riqueza de las informaciones obtenidas
gracias a esta experiencia nos descubrió la complejidad de los lazos comerciales,
religiosos y familiares desarrollados por los cristianos nuevos (tanto al interior del
mundo converso hispanoamericano como en dirección de las juderías europeas), al
igual que nos permitió observar algunas variantes en el ejercicio represivo de los
tribunales americanos. Como la historia del marranismo americano conoció suertes
diversas a lo largo de la prolongada existencia de los tres tribunales preferimos
circunscribir esta reflexión a los años 1635-1649, período que señala el auge del
criptojudaísmo y la agudización de su represión a escala continental durante los
procesos contra las llamadas "Complicidades Grandes".
Acompañando los primeros conquistadores que ocupan el espacio americano,
la diáspora judeoconversa se disemina en toda la extensión del continente, tejiendo
progresivamente un sistema solidario de ~edes (prolongación a menudo de aquellas
que clandestinamente articulan la vida criptojudía en España y Portugal), y adoptando
regionalmente diversas modalidades de asociación y de prácticas religiosas. En
MéXiCOy en Lima, la implantación de núcleos familiares de criptojudíos permite el
ejercicio de un marranismo a la imagen del practicado en la Península Ibérica,
agrupados en círculos relativamente independientes alrededor de guías espirituales
o "dogmatistas". Producto de este ejercicio familiar del criptojudaísmo, que permite
una temprana iniciación en la tradición religiosa así como un control colectivo de
cualquier veleidad de asimilación, en Nueva España se puede constatar no sólo la

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preservación de las prácticas ibéricas sino también la aparición de marranos "criollos":


algunas de las familias que llegaron a este Virreinato a comienzos del siglo XVII, como
los Enríquez, los Váez, los Tejoso o los Rivera perpetúan la religión criptojudía a través
de una descendencia nacida en el Nuevo Mundo.
Mucho menos afirmados en un proyecto de sedentarización familiar como el
observado en México (yen menor medida en el Perú), los conversos instalados en el
puerto de Cartagena de Indias, en gran parte ligados al comercio de esclavas, se
caracterizan por una gran movilidad y vivir en general separados de un núcleo familiar
judaizante. Si en México el papel de la mujer en la transmisión de la herencia religiosa
fue determinante, y, en consecuencia, la presencia femenina es numerosa entre los
acusados (y aún entre los condenados a la hoguera), en Cartagena de Indias
únicamente tres mujeres fueron encausadas por criptojudaísmo (una cuarta conversa,
María de la O, reconciliada anteriormente en Toledo, fue acusada en Tunja de violar
las prohibiciones impuestas a los castigados por criptojudaísmo)'.
Aunque desde 1510 la necesidad de mano de obra en los territorios conquistados
hizo que la Corona otorgara licencias particulares autorizando la importación de
esclavos, la agudización de la crisis demográfica indígena obligó a que se implementara
un sistema de grandes asientos que rigió el comercio negrero en el Nuevo Mundo entre
1595 y 1789. El primero de estos asientos es otorgado, entre 1595 y 1640, a los tratantes
portugueses (casi en su totalidad de origen converso), período que registra oficial-
mente la entrada de 159.963 esclavos', cifra que obviamente no toma en cuenta la
práctica generalizada del contrabando. La posición estratégica de Cartagena de
Indias, ligada geográficamente al Istmo yen consecuencia al Perú, su infraestructura
portuaria que permite una reducción notable de pérdidas, y la importante circulación
de metales (las minas de oro de Buriticá son las más importantes del continente),
promovieron la designación de la ciudad caribeña como principal puerto negrero
americano, de donde eran redistribuidos posteriormente los esclavos hacia el virreinato
peruano y las Antillas. Tal como señala Pierre Chaunu', la aparición de una importante
corriente de emigraciónjudeo-portuguesa en Tierra Firme sucede a los descubrimien-
tos de oro, la importación de esclavos y el desarrollo de transacciones económicas;
los procesos contra tres comerciantes de Zaragoza y Santafé, enAntioquia, confirman
la presencia de cristianos nuevos en aquellas zonas donde la explotación aurífera se
acompañaba inevitablemente de la importación de esclavos.
Si la unión de los reinos ibéricos, en 1580, permite la entrada masiva de
criptojudíos portugueses a España, la concesión del primer asiento al cristiano nuevo
portugués Pedro GómezReynel, en 1595, introduce Cartagena de Indias en la dinámica
económica de los tratantes conversos en el Nuevo Mundo. La preponderancia de los

I Durante la Complicidad Grande de 1636, Juan del Campo acusó María de la O. de ser
judía, testimonio que sin embargo no desencadenó ningún procedimiento contra esta reconci-
liada: Archivo Histórico Nacional (en adelante A.H.N), Madrid, Sección Inquisición (en
adelante Inq.), libro 1021, f' 18r.
2 Jorge Palacios Preciado, « La esclavitud y la sociedad esclavista », en Nueva Historia
de Colombia. Bogotá: Planeta, 1989, pp. 153-174.
JPierreChaunu,Sevilleetl'Amérique(XVle-XVlfesiecle). Paris: Flammarion, 1977,p.185.

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cristianos nuevos portugueses en el trato de esclavos, aún bajo el sistema de licencias


que precedió al de asientos, hizo naturalmente de Cartagena de Indias uno de sus
puertos privilegiados para entrar al Nuevo Mundo, utilizando los enclaves portugue-
ses en Africa para burlar la vigilancia de las autoridades americanas. Situación que
denunciaba en 1610 la Casa de Contratación, quejándose que desde que se había
otorgado el asiento a Gómez Reynel, los navíos negreros permitían la llegada ilícita de
gran número de portugueses que se quedaban en Indias: "teniendo V.M. cerrada la
puerta a los vasallos de la Corona de Castilla para pasar a Indias si no es con licencia
expresa e información de limpieza y naturaleza y otros requisitos, esta gente [los
portugueses] la tiene abierta siendo toda sospechosa de todas maneras:". Efectiva-
mente, este itinerario aparece de manera recurrente en los "discursos de vida" de los
acusados cartageneros (y de no pocos peruanos que habían llegado por Cartagena
de Indias), algunos de los cuales se habían conocido y judaizado en Angola y Santo
Tomé antes de desembarcar en el Nuevo Reino con una cargazón de esclavos.
Aunque la documentación mexicana señala algunos casos correspondientes
a este período, el seguimiento de los cristianos nuevos que pasaron por Cartagena
de Indias a finales del XVI y comienzos del XVII, desprovisto en la época de un
tribunal propio, aparece particularmente dificil. Sabemos, sin embargo, gracias a los
trabajos de la historiadora EvaA. Uchmany, que Francisco López Enríquez,juzgado
por el Tribunal mexicano, había vivido en Cartagena de Indias hacia 1590 (es decir
veinte años antes de la fundación del Tribunal), donde había iniciado en eljudaísmo
a su cuñado, Luis Díaz Lucena, en compañía de Vicente de Acosta, un políglota
venido de Amsterdam que había naufragado en las costas de Panamá; López
Enríquez, ligado al asentista Gómez Reynel, participó igualmente en la negociación
de la Bula de perdón otorgada por Clemente VIII a los conversos portugueses, en
16045• Según Uchmany, a causa de las denuncias formuladas ante el tribunal
mexicano, Domingo López y Luis Díaz Lucena son capturados en Cartagena de
Indias y enviados ante el Tribunal limeño, donde fueron condenados en 16056.
Vivieron igualmente en el puerto neogranadino, antes de emigrar a México, los
judaizantes Feliciano Valencia y Manuel Gil, poeta capturado en Filipinas en 1597,
quien se convirtió en espía del Santo Oficio mexicano; las declaraciones de Valencia

4 Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio negrero. Sevilla: 1977, p. 101.


5 Eva Alexandra Uchmany, La vida entre el judaísmo y el cristianismo en la Nueva
España, 1580-1606., México: F.C.E., 1992, p. 171. Aunque López Enríquez y sus cuñados
comerciaban perlas y ébano, es probable que se ocuparan igualmente del tráfico de esclavos;
en 1597 Lopez intentó un proceso al Real Fisco mexicano para que le entregaran 9 esclavos
que pertenecían a Luis Díaz Lucena, y que habían sido confiscados a Francisco Rodríguez
Ledezma, otro tratante converso que frecuentaba Cartagena: Serie Real Fisco- Guías y
Catálogos; (elaborado por Roberto Villaseñor), Archivo General de la Nación (en adelante
A.G.N), México, (p.11), vol. 10, exp.9, f"234-257. Todos los documentos tocantes a los
tribunales de México y Lima pertenecen al fondo del Profesor Nathan Wachtel, quien
amablemente me permitió su libre consulta.
6Los vínculos que unían Díaz Lucena y Domingo López, que estaban casados con dos
hermanas de Francisco López Enríquez, no son señaladas, sin embargo, en la relaciones de
causas peruanas. A.H.N., libro 1029, f" 294r-296r, y 349v-353v.

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y Gil denuncian la presencia de varios judaizantes avecindados en Cartagena, la


mayoría ligados al tráfico de esclavos".
Aproximadamente a esta misma época corresponde la estadía en esa ciudad
de doña Catalina Maldonado, quien murió en el puerto caribeño, mujer del capitán
Luis de Mena, y denunciada por su sobrina, Margarita Rivera, encausada en México
en 16428•
Uno de los primeros procesos por criptojudaísmo que trató el Tribunal cartagenero,
en 1613, confirma la filiación de los judeoconversos con el comercio de esclavos: se
trataba del portugués Francisco Gómez de León, preso ese mismo año por el Comisario
de La Habana, quien se ocupaba de la importación de esclavos que traía de Guinea
a diferentes partes de las Indias; acusado de haber azotado un crucifijo estando en
Angola, Gómez de León fue reconciliado en 1617 y condenado a una severa pena de
ocho años de galeras. Esta proximidad entre cristianos nuevos y esclavos engendra
un interesante particularismo propio al área caribeña, tal como lo revelan los dos
esclavos negros acusados de judaizar por el Santo Oficio cartagenero (Manuel,
esclavo del capitán portugués Diego de la Torre, y Luis Paz), conversión que parece
indicar un proselitismo que no corresponde con las prácticas tradicionales del
judaísmo. En esa misma actitud liberal podría inscribirse el caso de María Núñez,
mulata de La Habana casada con el acusado Diego Núñez (unión que discrepa de la
usanza del matrimonio endógamo tradicional en el judaísmo ortodoxo), iniciada en la
ley de Moisés por la "dogmatista" mexicana Blanca Enríquez. Igualmente dentro de
los procesos contra la familia Enríquez aparece la información levantada contra Juana
del Bosque, "mulata blanca de 29 años, de buen cuerpo y buen parecer, cari redonda
y algo gruesa" nacida en Cartagena de Indias y residente en Veracruz, acusada de ser
"observante de la ley de Moisés", reconciliada en el auto de fe celebrado en México
en 1646 y condenada a la confiscación de bienes, sambenito y destierro", Para los
inquisidores del tribunal cartagenero, esta relación entre herejes y esclavos represen-
ta un peligro real de contaminación que perdura a lo largo del siglo XVII y probable-
mente durante el XVIII. En tales términos es señalado en la correspondencia enviada
por los inquisidores cartageneros a Madrid, escandalizados al descubrir aquellos
esclavos provenientes de los asientos caribeños "instruidos y enseñados en las
sectas de sus amos que las abrazan con temeridad"; denuncia que parece demostrar
no sólo la perseverancia de este fenómeno sino también cierta generalización, mucho
más importante seguramente que los pocos casos señalados por la documentación
inquisitorial 10.

7 Valencia y Gil fueron asociados en un negocio de 40 esclavos traídos de Cabo Verde


que llevaron de Cartagena a Veracruz, transacción efectuada hacia 1590, un lustro antes que
se otorgara el primer asiento a Gómez Reynel. Proceso contra Manuel Gil de la Guardia.
A.G.N., vol. 160, f' 53v, 67r, 105r.
8 Proceso contra Margarita Rivera. A.G.N., vol. 408, f'17r.
9 Seymour Liebman, The Inquisitores and theJews in the New World. Miami: University
ofMiami Press, 1974, p.49. Y A.G.N., vol. 1510, f' 129r.
10 Carta del 22 de mayo de 1691. A.H.N., Inq., libro 10 19, f'325r-325v.

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Paulatinamente, el tráfico de esclavos se convierte en el rubro más generalizado


(sin duda el más lucrativo) entre las actividades de los cristianos nuevos cartageneros;
es igualmente este comercio el que más los vincula a la comunidad criptojudía peruana
que se encargaba de la venta de los esclavos en ese rico virreinato (una interrelación
económica y a menudo familiar que sirvió a los inquisidores para reprimir casi
simultáneamente las dos comunidades). Una muestra de esta proximidad se refleja en
la trayectoria de Manuel Bautista Pérez, capturado enjulio de 1635 en Lima, guía de
un grupo de judaizantes de esa ciudad donde era conocido como el "Capitán grande",
quien había llegado a Cartagena de Indias con una armazón de negros procedente de
Guinea, donde se había desempeñado como factor entre 1617 y 1618. En la ciudad
neogranadina había contraído nupcias, en el año de 1627, con Guiomar Henríquez,
quien tenía dos familiares viviendo en Cartagena de Indias: Juan Váez, quien se había
casado igualmente en esa ciudad, y Pedro Rodríguez Duarte. Los negocios de Manuel
Bautista Pérez, quien había amasado una de la más importantes fortunas del Perú
gracias al tráfico de esclavos, lo obligaban a un contacto permanente con los
cristianos nuevos de Cartagena de Indias, particularmente con BIas de Paz Pinto, Luis
Gómez Barreto y Antonio Rodríguez Ferrerín".
Uno de los compañeros de infortunio de M.B. Pérez fue el portugués Manuel
Henríquez, relajado en el mismo auto de fe de 1639, quien había trabajado en Cartagena
de Indias cuidando los esclavos de Antonio Gómez de Acosta, donde había judaizado,
en el año de 1633, con Pedro López Montesinos, Pascual Díaz y Simón Osorio (quien
había estado en Francia), todos desconocidos del Tribunal cartagenero": Esta
relación entre los acusados limeños y cartageneros fue tan estrecha que una vez
terminadas las represiones contra las Complicidades Grandes, la distribución de los
bienes secuestrados (mercancías, inmuebles, esclavos y letras de deudores reparti-
dos entre Lima y Cartagena de Indias) suscitó no pocos problemas entre los dos
tribunales. Así lo señala la carta de ios inquisidores cartageneros, fechada en octubre
de 1643, quejándose del embargo que ejercía el Santo Oficio limeño sobre los bienes
de Juan Rodríguez Mesa y Manuel de Fonseca Enríquez. Varios otros casos de
asociación entre los acusados cartageneros y limeños aparecen a lo largo de este
legajo, confirmando la amplitud de las redes comerciales entre los cristianos nuevos
de estos dos territorios americanos".
Para evitar que el comercio entre los virreinatos escapara al control de la Casa
de Contratación, el intercambio entre Nueva España y Nueva Castilla fue prohibido
a comienzos del siglo XVII. Si algunos grandes comerciantes conversos de México,
como Simón V áez Sevilla, aprovecharon esta restricción para abrirse camino hacia el
Pacífico en búsqueda de nuevos mercados, la mayor parte de ellos se volcó hacia el
mercado interno de Nueva España. Sin embargo, a través del Caribe, el comercio de
tabaco y cacao fue explotado por algunos negociantes que establecieron sociedades

11 Proceso contra Manuel Bautista Pérez. A.H.N., Inq., legajo 1647, N° 13, f'29r, 93v,
141v, 249r, 152v.
12 Proceso contra Manuel Henríquez. A.H.N., Inq., legajo 1647, N° 11, f'56v, 57v, 60v-66v.

13 A.H.N., Inq., legajo 1602, W 1.

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Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

con judeoconversos residentes en la Gobernación de Venezuela. A pesar de que


Antonio Méndez Chillón, reconciliado en México en 1647, ocupó particularmente este
rubro, otros once cristianos nuevos de Maracaibo y Caracas son repertoriados en los
procesos mexicanos (mientras que el Tribunal cartagenero, de cuya égida dependía
la gobernación de Venezuela, únicamente encausó dos); por lo extraordinario de su
destino recordaremos la suerte del judaizante Juan Araújo, comerciante y tratarte de
negros residente en Veracruz que había sido formado en una escuela judía en Angola,
quien por una ironía de la historia, acaso cumpliendo con uno de aquellos ritos
católicos a que los obligaba la mirada inquisidora de la sociedad, murió bajo los
escombros de una iglesia que se desplomó durante un terremoto en Caracas!'.
El proceso contra Beatriz Enríquez, iniciado porel Tribunal mexicano en 1642, nos
ofrece una "fotografía" de las extensas ramificaciones de una típica familia conversa
de la época. La genealogía de esta procesada reconstituye cuatro generaciones de su
linaje, reflejando un itinerario acompasado por los eventos históricos que determina-
ron el éxodo de aquellos conversos desde Portugal hasta América. Los abuelos de
Beatriz habían nacido en el país lusitano, de donde emigraron a Sevilla luego de la
unificación de los reinos ibéricos, en 1580; la segunda generación, compuesta de ocho
personas, había visto el día en esta ciudad, cuna de varios criptojudíos que se habían
embarcado posteriormente en la aventura americana. Dejaremos de lado las vicisitu-
des de esta familia compuesta de cerca de cincuenta personas (acusadas de judaizar
en su totalidad por el tribunal mexicano), para concentramos en los casos que
interesan al Santo Oficio neogranadino. En esta generación sevillana se encontraba
la madre de Beatriz, Blanca Enríquez, reconocida "dogmatista" y soporte religioso de
la familia, que incluye otros personajes que frecuentaron el territorio bajo la jurisdic-
ción del Tribunal cartagenero: uno de los hermanos de Blanca fue Gaspar Núñez,
comerciante de perlas que vivió en Riohacha, cuyo hijo entró en la Orden de San
Francisco; Antonio Rodríguez, cuñado de Blanca, también había vivido en la ciudad
guaj ira junto con su hermano, Diego Núñez, antes de pasar a La Habana donde había
adoptado a la mulata María Núñez, enjuicida en 1652 por el Tribunal cartagenero.
La tercera generación, de la cual forma parte Beatriz, compuesta de cinco mujeres
y un varón, había nacido en México. Uno de sus sobrinos, Antonio Tinoco, había
estado en Cartagena de Indias y perecido durante un viaje que lo conducía a España.
Blanca Suárez, igualmente sobrina de Beatriz, había desposado Francisco López
Fonseca, portugués residente en México, hijo de unjudaizante relajado por el Tribunal
de Coimbra, y cuya madre vivía en la ciudad francesa de San Juan de Luz, que al igual
que otros poblados de la costa Atlántica gala abrigaba importantes comunidades
marranas. Las declaraciones de Francisco López Fonseca, recogidas en México
durante la represión del 42, condujeron a la prisión de su primo Rodrigo Téllez,

14 Procesos contra Antonio Méndez Chillón y Juan Cardoso. A.O.N., Real Fisco, vol.
43, f'13, 49,90,91, Yvol. 421, f'342, 346v. Juan de Araújo fue relajado en estatua en 1649
por el Tribunal mexicano, tal como 10 recordaba todavía veinte años más tarde el sambenito
con su nombre ypecados que colgaba en lanave de lacatedral: A.O.N., Vol151 O, f' 119. Debo
la copia del documento de Cardoso a la amabilidad de la Dra. Liliana Lewinski.

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residente en Santa Fe de Bogotá, y de su hermano, Manuel Oliveira, el comerciante


más importante de Quito. El testimonio de López Fonseca, quien fue iniciado al
judaísmo en la capital neogranadina, demuestra la existencia de una vida criptojudía
en esta ciudad donde, en compañía de Rodrigo Téllez, el padre de éste, y Gaspar Núñez
"maestro y rabí", había observado la ley de Moisés; este proceso, venido de un
Tribunal "exterior", nos descubre la práctica de la herejía judaizante en el corazón de
la Nueva Granada, confirmándonos la necesidad de ponderar las informaciones
incoadas en el excentrado e ineficaz Tribunal cartagenero. Un tercer hermano de López
Fonseca, Antonio Méndez, también había vivido en Santa Fe de Bogotá antes de
emigrar hacia la ciudad de Amsterdam "con mucha hacienda del dicho Rodrigo Téllez,
en donde se casó y allí guarda y observa la ley de Moisés y acude a las sinagogas?".
Pero volvamos a Beatriz Enríquez: otros dos personajes que nos interesan son
señalados en el relato que hace la procesada de su vida sentimental: cuenta la joven
acusada que, en la época en que su madre decidió casarla, varios pretendientes se
ofrecieron a desposar la "joven rubia de los ojos azules" que rondaba los veinte años;
uno de ellos fue Luis de Lemos Rodríguez, adinerado comerciante que vivía en Cartagena
de Indias, "hombre de buen corazón", como sentenciaba doña Blanca, es decir, en el
lenguaje de los criptojudíos, observante de la ley de Moisés, quien finalmente prefirió
desistir en su empeño. El elegido por doña Blanca fue Tomás Núñez de Peralta, rico
mercader que había hecho fortuna comerciando en Zacatecas, y cuyo hermano, Diego
Rodríguez de Peralta, había muerto en el trayecto entre Cartagena de Indias y España 16.

Amsterdam, una nueva referencia en el mundo judeoconverso

La observación de estas redes desarrolladas entre los conversos de los territo-


rios americanos anuncia lentamente la aparición en Europa de un polo de atracción,
comercial y religioso, para los judaizantes americanos y particularmente para los
cartageneros: la ciudad de Amsterdam, la "Jerusalén del Norte". A comienzos del siglo
XVII una comunidad judía de origen ibérico se constituye en Amsterdam (formada en
buena parte por los judeoconversos venidos de Amberes luego de la caída de este
puerto en manos españolas, en 1585, y de los criptojudíos que lograban huir del
territorio español), donde las autoridades le otorgan, a partir de 1616, la libertad de
culto. Rápidamente estos antiguos conversos "reconvertidos" al judaísmo inscriben
sus propios proyectos en el dinamismo económico de la ciudad holandesa, nuevo eje
de un capitalismo incipiente que reemplaza el poderío decadente de las ciudades
italianas. En la búsqueda interoceánica de nuevos mercados, las redes desarrolladas
por los judeoconversos instalados en el Nuevo Mundo hace de éstos los socios
privilegiados de un mercantilismo holandés en plena expansión y particularmente
interesado en el rico continente americano.

1; A.H.N., Inq., libro 1021, f"305-306v. y Catálogo de textos marginados novohispanos,

A.G.N., vol. 410, exp. 2, f" 389-392v.


16 Proceso contra Beatriz Enríquez. A.G.N., vol. 393, [293r], y proceso contra Tomás
Núñez, A.G.N., vol. 395, W5, f"540.

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Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

Paralelamente a la atracción económica, la ciudad holandesa ofrece a los criptojudíos


la posibilidad (la obligación, en la estricta lectura de las autoridades rabínicas) de exiliarse
de "tierras de idolatría" y emigrar hacia "tierras de libertad", como Arnsterdam, donde
pueden guardar abiertamente los preceptos propios de la ortodoxia judía 17. La lectura
de los procesos instruidos contra judaizantes por el Tribunal de Cartagena de Indias
permite constatar la importancia del puerto holandés, sea como punto de partida de
algunos conversos que pasaron por el Nuevo Reino, sea como destinación final. Así,
desde el año de 1626, los procesos inquisitoriales señalan la intención de ciertos
cristianos nuevos de expatriarse hacia la ciudad holandesa, como fue el caso de Luis
Franco, acusado de judaizar en Zaragoza, Antioquia, de quien aseguraban los testimo-
nios que andaba recogiendo precipitadamente sus bienes para viajar "a tierra donde
hubiese libertad de conciencia". Un pequeño núcleo familiar compartió la vida secreta
de Franco: el portugués Manuel Antonio Paz, anciano de 63 años preso en mayo de 1624;
Manuel Acosta, sobrino de Manuel Antonio, y principal testigo a cargo, quien confesó
haber estado en Arnsterdam donde judaizaba con otro de sus tíos, Antonio Hemández,
quien habia vivido en la villa de Tenerife, en la gobemacion de Santa Marta, antes de
partir hacia la ciudad holandesa".
De acuerdo a lo observado entre los judaizantes cartageneros, es probable que
buena parte de las relaciones comerciales con el puerto holandés sean el fruto de
negocio; particulares, logrados frecuentemente gracias a lazos familiares o de
amistad. Una segunda variante es revelada por los procesos contra la Complicidad
Grande descubierta en Cartagena de Indias en el año de 1636, documentación que
detalla cómo algunos acusados invertían una suma de 300 pesos anuales en la
Compañía de Indias Occidentales, llamada entre los judaizantes cartageneros la
Cofradía de Holanda. Aunque riñe ligéramente con la realidad, recordaremos la
descripción que el acusado cartagenero Duarte López Mesa, quien había vivido en
Amsterdam, hace de la dicha Compañía: " ... porque en la ciudad de Arnsterdam se
juntaban todos los días veinte y cuatro hombres a consejo en casa señalada, que
llaman de la Contratación, y los cinco de estos veinte y cuatro son portugueses, y los
demás holandeses, ingleses, danos de Dinamarca, franceses y otras naciones ... "19
Si en realidad el consejo estaba compuesto de 19 señores, la descripción de López
Mesa ilustra el interés de los conversos americanos por la Compañía holandesa". Uno

17 Tomás Trcviño, rico comerciante de México y riguroso practicante criptojudio,


consciente de su falta por vivir en tierras de idolatría, ayunaba para hacerse perdonar: "porque
había hecho voto de irse donde viven con libertad de conciencia ( ... ) ycomo no lo había cumplido
había conmutado dicho voto en dos ayunos cada semana". Proceso contra Tomás Treviño.
A.G.N., vol. 1495, exp. 5, (sin foliar).
18 Proceso contra Luis Franco. A.H.N., Inq., legajo 1620, N°5, fOlr-4r.
1" A.H.N., Inq., libro 1021, fOl5v.
20 Aunque Ricardo Lafuente Machaín avanza que la casi totalidad de acciones de la
Compañia fueron adquiridas por cristianos nuevos, la documentada investigación de Jonathan
Israel demuestra que esta tesis carece de fundamento, situando la inversión inicial de losj udios
de Amsterdam en solamente un 0.5%. Ricardo Lafuente Machaín, Los portugueses de Buenos
A ires. Buenos Aires: 193 1, p.13, Y Jonathan Israel, La República holandesa y el inundo
hispánico. Madrid: Nerca, 1997, pp. 119-122.

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de los que lograron escapar a la redada de 1636 fue el médico Menda López deICampo,
denunciado por varios de sus ca-acusados como uno de los guías espirituales de la
comunidad, y quien aparece como testigo en una transacción comercial efectuada en
Amsterdam; otros judíos de origen ibérico son reseñados en archivos notariales del
puerto holandés, particularmente en tomo al comercio de cacao y tabaco importados
de Venezuela". Gran escándalo provocó algunos años más tarde la denuncia contra
fray Matías Hernández, religioso de la orden de los Predicadores y calificador del
Tribunal de Cartagena de Indias, quien, según "la opinión de los más", era hijo del
judaizante prófugo Menda López del Campo".
El proceso incoado en 1639 contra Antonio de Montesinos ilustra a la perfección
la relación de los judíos instalados en las Provincias Unidas con la Nueva Granada;
acaso el mismo itinerario banal de otros herejes anónimos que pudieron pasar
desapercibidos a los ojos inquisitoriales. Preso por el Tribunal cartagenero durante
más de catorce meses, Montesinos es absuelto en diciembre de 1642 por falta de
pruebas. Este personaje, señalado sin mayor relieve en las relaciones de causas
enviadas a Madrid, es sin embargo el protagonista de una historia que conmocionó
la comunidad judía europea: según Montesinos, estando en el puerto de Honda, un
indio lo había conducido hasta un sitio donde encontraron una de la tribus perdidas
de Israel, narración retomada por el rabino Menasseh ben Israel y publicada en 1650·
bajo el título Esperanza de Israel", Dejando de lado la importancia de este libro,
traducido a varios idiomas y difundido aún en el mundo cristiano, es interesante
apreciar la doble vida de Montesinos, quien siendo habitante de Amsterdam (donde
había tomado el nombre de Aaron Levi), efectuaba viajes comerciales en el Nuevo
Reino, burlando sin mayores problemas la vigilancia del tribunal que sólamente se
interesó en él a causa de un homónimo denunciado en Cartagena". La presencia de
Montesinos en aquel puerto sobre el río Magdalena nos recuerda una vez más la
dificultad del tribunal cartagenero para controlar un territorio tan accidentado y vasto
como el que le había sido asignado, y la probable existencia de otros judaizantes
diseminados a lo largo y ancho de la Nueva Granada que escaparon a este Santo Oficio.
También procedente de Amsterdam fue capturado, en 1649, el tratante Luis
Méndez Chávez", quien había sido reconvertido al judaísmo y circuncidado en esa
ciudad. Preso en la gobernación de Venezuela, donde desembarcaba con una armazón
de esclavos (negocio financiado por judíos instalados en Amsterdam), el equipaje de

21 S . Hart, « Notarial deeds relative to portuguese jews », vol. 29, N°2, in Studia
Rosenthaliana, Amsterdam, 1995.
"A.H.N., Inq., libro 1019, f" 319.
2J Menasseh ben Israel, Espérancc d 'Israel, Paris, J. Vrin, 1979. Para Benjamín Braude
laexplotación de la historiade Montesinosaparece comouna maniobrade Menasseh ben Israel,
en una época marcada por unmesianismo exacerbado, afin de obtenerqueCromwell autorizara
el retorno de losjudíos a Inglaterra: Benjamin Braude, « Les contes persans de Menasseh ben
Israel,Polémique, apologétique etdissimulation Arnsterdamau Xvlléme siécle », inAnnales,
á

septembre-octobre 1994.
24 A.H.N., Inq., libro 1020, f" 158, Ylibro 1021, f"49.

25 A.H.N., Inq., libro 1021, f" 239v-243v. El Profesor Charles Amiel prepara un estudio

sobre Luis Méndez Chávez.

54
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

Méndez Chávez revela un impresionante arsenal litúrgico, desde la Biblia de Ferrara


y una docena de libros de oración editados en Amsterdam, hasta una amplia gama de
utensilios propios del culto judío. La riqueza de este embargo confirma la importancia
de la comunidad de Amsterdam en la perpetuación del judaísmo americano, y abre
interrogantes sobre la presencia en aquellas tierras de una muestra de práctica litúrgica
que no corresponde con la pobreza religiosa de los acusados señalada por la
documentación inquisi toria!.
La influencia de Arnsterdam en la zona del Caribe aumenta considerablemente
a partir de julio de 1634, año en que una expedición holandesa torna posesión de la isla
de Curazao. Estratégicamente situado frente a las costas venezolanas, Curazao se
convertirá, en la segunda mitad del siglo XVII26 y a todo lo largo del XVIII, en una punta
de lanza del comercio holandés en el Caribe, acogiendo entre sus colonos una
importante comunidadjudía de origen ibérico. El florecimiento cultural y económico
de esta comunidad corresponde sin embargo a un período posterior al que nos fijamos
en este estudio"; nos limitaremos aquí a señalar la importancia y persistencia de la
influencia holandesa en aquella área, recurrentemente denunciada en la documenta-
ción inquisitorial cartagenera hasta finales del siglo XVIII. Entonces, decididamente
en el ocaso del Santo Oficio, en la víspera de las primeras insurrecciones americanas
y al tiempo que se decomisan en las islas de Barlovento "92 tomos de las obras de
Voltaire", el enardecido obispo de Cuba se escandaliza todavía por el peligro de
aquellas "obras nuevas que vomita Arnsterdam, Leyden, Londres y otras bocas
semejantes, obras en realidad muy ponzoñosas?",

La represión de las "Complicidades Grandes" en América

Durante los reinados de Felipe III y Felipe IV el Estado español había observado
cierta tolerancia hacia los cristianos nuevos, particularmente gracias a la moderación
del Conde Duque de Olivares, personaje acusado de filohebraísmo a quien atribuían
aún la intención de negociar el retomo de los judíos a tierras ibéricas. La caída en
desgracia de Olivares luego de las rebeliones de Cataluña y Portugal, en 1640, y de la

2. Durante el asiento otorgado al genovés Domingo Grillo, en 1663, buena parte de los
esclavos llegaban a esta isla de donde eran trasladados a Cartagena. Se quejaban los inquisidores
cartageneros en carta al Consejo « del asiento que en estas Indias tienen los Grillos en la isla
de Curazao, población de holandeses y otras, entradas en este puerto ( ... ) gentes de diferentes
naciones y religión, guardan y observan su religión y se introducen en tierra adentro ». Carta
del 1° de abril de 1672, A.H.N., Inq., libro 1018, ro 64r.
27 Un estudio de la correspondencia judeo-portuguesa de Amsterdam durante el siglo
XVIII demuestra que la comunidad de Curazao ocupaba el cuarto lugar en importancia dentro
de la diáspora. Gérard Nahon, « Les rapports des communautés judéo-portugaises avec celle
d' Amsterdamau XVI/eme et XVIIIeme siécles », in Studia Rosenthaliana, vol. X, N°I, 1976.
Entre 1759 y 1802, la comunidad judía holandesa financiaba la emigración a las colonias
americanas: durante este período, 136 familias fueron enviadas a Surinam, 72 a Curazao y 15
a Jamaica. Gemeentearchief Amsterdam, P.LA. (334), 978, "Registro dos despachos".
zs José Toribio Medina, La Inquisición en Cartagena de Indias. Bogotá: Carlos Valencia
editores, 1978, p. 224; Y A.H.N., Inq., legajo 2192 W4.

55
ACHSC / 29/ Escobar

fallida campaña de 1643, señala igualmente el fin de la relativa pasividad que hasta
entonces había favorecido a los conversos. Si las condiciones para iniciar la represión
contra los portugueses son entonces claramente favorables, el viraje de la política del
Santo Oficio no aparece de manera evidente; en todo caso las fuentes inquisitoriales
no dejan entrever ningún tipo de orden del Consejo de la Suprema que sugiera una
ofensiva contra los cristianos nuevos portugueses sospechosos de herejía.
A pesar de las dificultades de los aislados tribunales americanos, en esas
colonias paradójicamente es donde va a desencadenarse la represión inquisitorial
contra los conversos portugueses. Si las tres grandes olas represivas contra los
criptojudíos del Nuevo Mundo se desatan en un lapso de siete años (1635-1642), el
tempo de esta ofensiva está marcado por coyunturas que separan la actividad del
Santo Oficio de Lima yCartagena de Indias, de la del Tribunal mexicano, ligeramente
desfasada cronológicamente e inscrita en un período posterior a la secesión portu-
guesa. Vista en una perspectiva general de la actividad inquisitorial, la relativa
autonomía de los tribunales americanos tampoco se inscribe en el ciclo de las
represiones masivas contra los judaizantes en la metrópoli: en el caso de Madrid,
donde se había forjado un sentimiento anti-portugués a causa del incremento de la
población lusitana y de su influencia creciente en la Corte, la persecución sólamente
se desata a partir de 1650.
Aunque el ocaso de Olivares despejaba el camino para iniciar la represión contra
los judaizantes portugueses, es probable que en las colonias americanas factores más
prosaicos hayan provocado el primer movimiento de este viraje en la política
inquisitorial. Si hasta 1633 la Corona había sostenido en buena medida los tribunales
hispanoamericanos asegurándoles la mitad del salario, esta subvención, extraída de
las tesorerías reales americanas, dependía en la práctica de la voluntad de los
burocrátas coloniales. Frente a esta sumisión económica ante las autoridades civiles
(con las que no faltaban discrepancias), los inquisidores americanos se vieron
probablemente empujados, luego de la desaparición de la subvención real, a incremen-
tar los procesos a fin de asegurarse una renta fija con el producto de los bienes
confiscados. Retomando las consideraciones que Mañozca alude para iniciar la
represión en Lima, el leit motiv de esta persecución masiva es el aumento de
portugueses en el Virreinato peruano y su colosal poder económico: "De sies a ocho
años a esta parte, es muy grande la cantidad de portugueses que han entrado en este
reino [donde] habíanse hecho señores del comercio'?", Si esta consideración era
probablemente válida para Cartagena, la represión en este puerto aparece indudable-
mente como una secuela de la ofensiva inquisitorial limeña, a pesar de que una vez
desatada la persecución, gracias a la cadena de denuncias, ésta adquiere una cierta
dinámica propia. Probablemente entonces, la tentación de asegurar las finanzas del
Samo Oficio, enfermo de déficit crónico, reprimiendo aquellos ricos comerciantes
sospechosos de herejía que pululaban en esos reinos, era grande. Para pasar al acto,
sin embargo, un requisito de talla aparecía imprescindible: la voluntad de un
inquisidor.

'9 Günter Bohrn, Historia de los judíos en Chile. Santiago de Chile: 1984, p.345.

56
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

El paradigma del funcionario inquisitorial en el Nuevo Mundo fue sin duda el


vizcaíno Juan de Mañozca y Zamora, hombre ambicioso ycarrierista que había crecido
bajo la tutela de su tío, Pedro Sáenz Mañozca, funcionario del tribunal mexicano y
padre de su primo, Juan Sáenz de Mañozca. La estadía de Juan de Mañozca y Zamora
en Cartagena de Indias, donde había desembarcado a finales de 1610 para fundar el
tribunal, fue marcada por los repetidos enfrentamientos con las autoridades civiles y
religiosas; llamado por el Consejo de la Suprema enjulio de 1621, su habilidad le
permitió no sólo que lo eximieran de las acusaciones formuladas contra él en Cartagena
de Indias sino además que lo ascendieran ~l cargo de inquisidor del tribunal limeño.
Llegó Mañozca a la ciudad de Los Reyes en 1624, donde desencadenó, a partir de 1635,
la represión contra la Complicidad Grande limeña que concluyó con el auto de fe del
23 de enero de 1639, en el cual 63 judaizantes fueron condenados a abjurar de
vehementi, 44 reconciliados y once condenados a la hoguera, siete de entre ellos
siendo quemados en persona. El pragmatismo y el afán de eficacidad de Mañozca
durante la represión de la Complicidad limeña 10 condujeron a "inventar" su propia
jurisdicción, mandando encarcelar varios judaizantes que se encontraban en Panamá
(territorio que en teoría dependía del Tribunal cartagenero), inciativa motivada
seguramente por la necesidad de actuar rápidamente a fin de evitar la fuga de los
denunciados, pero que revela igualmente la desconfianza de Mañozca hacia los
inquisidores neogranadinos. Luego de presidir el auto de 1639, Mañozca y Zamora
fue ascendido al Consejo General de la Inquisición, en Madrid, antes de ser trasladado
a México donde terminó su carrera como Arzobispo.
Cierto es que la labor de Mañozca y Zamora no hubiera podido mantenerse con
tanto brío durante su larga carrera inquisitorial sin la ayuda de su primo, Juan Sáenz
de Mañozca, quien empezó como fiscal en el Tribunal de Lima antes de ser enviado
a México. Apenas llegado a la capital de Nueva España, al inicio de los años 40, Sáenz
de Mañozca se convierte en el paladín de la lucha contra el marranismo mexicano
durante la serie de procesos que termina con el auto de fe celebrado en abril de 1649.
En 10 que toca a la lucha contra la herejíajudaizante, esta pareja de primos dejará una
huella profunda por su temible eficacidad en los tres tribunales americanos, porque
si el balance represivo cartagenero de Mañozca y Zamora es relativamente pobre
(probablemente a causa de sus enfrentamientos con la población y las dificultades
endémicas de ese tribunal), las testificaciones obtenidas durante el gran proceso
limeño fueron la base para desencadenar la represión de la Complicidad Grande
cartagenera de 1636.
Producto de las delaciones obtenidas durante la Complicidad limeña, 19 instruc-
ciones contra residentes en Cartagena de Indias fueron enviadas al Tribunal del
Caribe"; gracias a la voluntad de Juan Sáenz de Mañozca, quien de su propio fuero
tomó la decisión de enviar las testificaciones sin pasar por la Suprema, fue posible
lanzar la represión en este puerto. Dificil hubiera sido para los inquisidores cartageneros
no dar curso a las causas iniciadas por el Tribunal limeño, testificaciones que
continuarán llegando desde Nueva España, una vez instalado Juan Sáenz de Mañozca

)0 A.H.N., Inq., libro 1031, f'45r-45v.

57
ACHSC / 29/ Escobar

en el Tribunal mexicano. Fue así como a partir de una denuncia contra Juan Rodríguez
Mesa, recogida precisamente por los inquisidores limeños y enviada con extrema
diligencia a sus colegas neogranadinos, la máquina inquisitorial cartagenera se puso
en marcha. Capturado el15 de marzo de 1636, Rodríguez Mesa, sin duda el comerciante
converso más poderoso de esa ciudad, era igualmente considerado como eljudaizante
más versado en materias de religión, al punto de ser tratado de "rabino" por el fiscal
Juan Ortiz, quien lo acusaba de ser el encargado de rezar las oraciones de Serna y
Amida, y de poseer una "recopilación de la Biblia" (probablemente se trataba de un
ejemplar de la Biblia de Ferrara)".
El acta de acusación contra BIas de Paz Pinto, otra de las personalidades
destacadas de esta Complicidad, refleja bien la vida esquizofrénica de los criptojudíos:
hombre reconocido como ferviente católico en la ciudad, donde era "estimado y
querido por ser aficionado a componer altares y colgar iglesias", Paz Pinto fue acusado
por el fiscal Ortiz de ser "capataz de los judíos", de ultrajes a símbolos católicos", y
de haber utilizado su casa como sitio de culto de los judaizantes. A propósito de estas
"sinagogas", el testigo de la fiscalía cuenta la manera como se encontraban los
acusados en casa de Paz Pinto, cerradas las puertas y ventanas y los esclavos puestos
a trechos, con cuidado de no dejar entrar a nadie, "y que eran ordinarias estas juntas
que causaban escándalo y murmuraciones en la ciudad", denuncia que dormía entre
los papeles inquisitoriales y que sólamente fue utilizada por los inquisidores una vez
recibidas las denuncias despachadas desde Lima. Esta apatía inquisitorial parece
inscribirse en una cierta tolerancia hacia los judaizantes (y un rechazo de la institución
inquisitorial) de parte de la población cartagenera, aparentemente al corriente de las
reuniones, y que a pesar del escándalo que según el testigo parecían suscitar no
habían provocado otras testificaciones.
La suerte de estas dos personalidades de la Complicidad que habían pasado de
Africa a Cartagena de Indias, ligados a la Compañía de Indias Occidentales y
proveedores de esclavos de Manuel Bautista Pérez, su socio en Lima, ilustra bien el
destino aleatorio que resultaba del castigo inquisitorial: Juan Rodríguez Mesa,
sometido al tormento, confesó contra sí y contra 31 cómplices, siendo posteriormente
condenado a tres años de cárcel, confiscación de sus bienes y destierro de la Indias;
la relativa benevolencia de la pena no fue óbice para que Rodríguez Mesa continuara
su errancia de criptojudío por territorios americanos, tal como lo señala la denuncia

31 Rodríguez Mesa ya había sido denunciado por el esclavo Diego López, sin que ese
testimonio hubiera provocado ningún procedimiento. La denuncia que lo condenó venía de
Jorge de Silva, uno de sus primos de Lima y asociado en el comercio de negros. A.H.N., Inq.,
libre 1021, f" 9-14; y libro 1030, f"455r.
"Va más lejos el fiscal Ortiz, enmarcando la actitud de Paz Pinto dentro de un complot
mundial, que obedecía a "los consejos contenidos en la carta que los judíos de Constantinopla
escribieron a los de Toledo, en que les dicen que profanen los templos e imágenes de ellos".
A.H.N., legajo 160 1, N° 18. La tesis del complot universal avanzada en esta misiva que, con
variaciones en el destinatario, es reseñada desde 1489, será posteriormente uti lizada por los
movimientos anti-semitas en la segunda mitad del siglo X IX: Norman Cohn, Histoire d 'un
nivthe. Paris: 1967.

58
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

hecha en México por Margarita Rivera, quien aseguraba que Rodríguez Mesa seguía
guardando la ley de Moisés, jactándose además entre los judaizantes mexicanos que
antes de su encarcelación en Cartagena de Indias había logrado salvar treinta mil
pesos que tenía un hermano suyo en España". Otro fue el destino de su compañero
BIas de Paz Pinto: sometido igualmente al tormento, Paz Pinto confesó a la tercera
vuelta de cordel contra sí y contra cómplices de Cartagena de Indias y Lima; las
secuelas del potro, sin embargo, le produjeron finalmente la muerte, el19 de febrero
del 37, luego de haber recibido los óleos de manos de Pedro Claver.
De los primeros 22 inculpados por la Complicidad Grande cartagenera que
salieron en el auto de fe del 25 de marzo de 1638,7 fueron reconciliados (es decir que
una vez aceptada la falta eran reintegrados en el seno de la iglesia), y sus bienes fueron
confiscados, secuestro que dejó cerca de 200.000 pesos en las arcas inquisitoriales'";
14 vieron su causa suspendida y uno fue absuelto, el clérigo José Ortega, víctima en
realidad de un complot urdido por los acusados peruanos". Sin embargo, producto
de nuevas testificaciones enviadas de Lima, otros 5 judaizantes fueron reconciliados
en 1642 y uno absuelto. Algunos años más tarde, gracias a nuevas denuncias
recogidas en México, otros 4 acusados de judaizar fueron juzgados por el Santo Oficio
cartagenero entre 1651 y 1653.
En Nueva España la represión inquisitorial contra los judaizantes se había
mantienido a un ritmo de mediana intensidad hasta 1642, gracias en particular a la
moderación del Virrey Duque de Escalona, a quien sus detractores acusaban no sólo
de simpatía hacia los portugueses sino también de tener orígenes conversos; el
nombramiento del cristiano nuevo portugués Simón Váez Azevedo como Provisor de
abastecimiento y municiones demuestra en todo caso la estima que el Virrey Escalona
les manifestaba". Una situación que cambia radicalmente en mayo de 1642, cuando
el obispo Juan de Palafox ordena la arrestación del Virrey Escalona, nombrándose de
facto como sucesor. A diferencia de las grandes represiones en Lima y Cartagena de
Indias, la mexicana está fuertemente influenciada por la sublevación portuguesa que,
en ese Virreinato, sirve de pretexto para que el nuevo gobernante desate una campaña
contra los lusitanos, prohibiéndoles aún la residencia en el puerto de Veracruz, donde,
aducía Palafox, eran más los portugueses que los castellanos, y se corría el riesgo de
una sublevación como la que se había urdido en Cartagena de Indias". Una vez
preparado el terreno por Palafox, la tarea de los Mañozca se facilitó: con el apoyo de
su tío, Juan Sáenz de Mañozcaremovió los papeles del tribunal mexicano que guardaba
testificaciones y denuncias que no habían interesado a sus predecesores. Atiborra-

33 Proceso contra Margarita Rivera. A.G.N., vol. 408, f" 262v.


34José Toribio Medina, op. cit., p. 117.
35 Uno de los que levantó falso testimonio ante el Tribunal peruano fue Juan de Acevedo,

quien había sido iniciado al judaísmo en Angola antes de pasar a Cartagena, donde había
judaizado con Manuel de Sosa, Rodríguez Camero y Rodríguez Mesa. A.H.N., Inq., libro 1030,
f' 450v.
36Jonathan Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial. México:
F.C.E., 1996, p. 208.
37 Ibid, p.213

59
ACHSC / 29/ Escobar

das las cárceles de acusados, un primer auto de fe, celebrado en 1646, reconcilió a 38
condenados; 21 en 164 7; 8 en 1648. Luego de siete años de persecución, la pareja de
defensores de la fe en el Nuevo Mundo presidió el más grande auto de fe realizado
en el continente, el9 de abril de 1649: sobre 109 condenados, 57 fueron relajados en
efigie y 13 en persona, entre estos últimos Tomás Treviño de Sobremonte, acusado
de relapsía (ya había sido reconciliado en 1624), quien, por "pertinaz", fue quemado
vivo".

Delito religioso y delito político

Si en general la presencia portuguesa en América nunca fue vista con buenos


ojos por las autoridades españolas, su lealtad a la Corona parecía particularmente
sospechosa en el sur del continente; en esos términos lo presenta la carta de la Casa
de Contratación enviada enjunio de 1610, señalando que en Cartagena de Indias "son
ahora tantos los portugueses que son más que los castellanos, y los más conversos,
y gente que por religión y naturaleza tienen odio a Castilla, y estando llenos de
grandísimas sumas de esclavos, en viendo ocasión darán entrada a los enemigos de
manera que se queden con la tierra'?".

Además de la numerosa y precoz presencia portuguesa en esos territorios, las


razones que produjeron esta escalada represiva en Lima y Cartagena de Indias podrían
hallarse en el peligro representado por la proximidad del Brasil, donde los holandeses,
apoyados por algunos judíos de Amsterdam, se habían instalado desde 1624; a los
ojos de las autoridades españolas, el ejemplo brasileño podría impulsar los criptojudíos
de las colonias hispanoamericanas a intentar establecer una libertad de culto a la
imagen del Brasil holandés. La estrategia ofensiva contra el imperio colonial español
emprendida por los holandeses y acrecentada luego de la ruptura de la tregua, en 1621,
gozaba de simpatías entre los conversos suramericanos, como vimos, algunas veces
ligados a la Compañía de Indias Occidentales que ya había atacado los puertos de
Guayaquil y El Callao, en el Pacífico, y Puerto Araya en las costas venezolanas; para
el tribunal limeño un peligro particular representaba la proximidad del puerto de
Buenos Aires con el Brasil, cercanía que facilitaba la entrada de portugueses que
subían por Tucumán hacia elA!to Perú y hacia Lima". Una animosidad particular

J8 Al corriente seguramente de las represiones en Lima y Cartagena, los criptojudíos


mexicanos temían la llegada de Sáenz de Mañozca. Premonitoriamente, el judaizante Tomás
Treviño se quejaba « que había venido un inquisidor muy riguroso, yque no le convenía estar
en esta tierra ». Proceso contra Tomás Treviño de Sobremonte. A.G.N., vol. 1495, exp. 5, (sin
foliar).
39 Antonio Domínguez Ortiz, Losjudeoconversos en España y América. Madrid: Istmo,
1976,p.141.
40 Este fue el itinerario de Juan Vicente, quemado en Cartagenaen 1626. La trágica vida
de este converso, enjuiciado sucesivamente por tres tribunales, es uno de los capítulos de la
última publicación del Profesor Nathan Wachtel sobre el marranismo americano: Nathan
Wachtel, La Foi du Souvenir. Paris: Seuil, 2001.

60
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

reinaba pues entre las autoridades de Nueva Granada y Nueva Castilla hacia los
cristianos nuevos, sospechosos de ser aliados potenciales del enemigo holandés, en
el momento en que estalló la complicidad limeña de135. Aunque son el producto de
un solo testimonio (y acaso de la sicosis antiportuguesa), las declaraciones recogidas
contra Isabel Antonia, hija del capitán portugués Antonio Morón, encausada por el
tribunal limeño, afirmaban que se había perforado un hueco en el almacén de polvora
del Virrey Conde de Chinchón para volar la ciudad, "y que se comunicaban con los
holandeses que los aguardaban?".
En Cartagena de Indias ciertas veleidades sediciosas parecen igualmente
entreverse en la actitud de algunos acusados, quienes, de facto, al tiempo que
invertían en la Compañía de Indias Occidentales, colaboraban económicamente al
financiamiento de las armadas que levantaba la empresa holandesa, que siempre
combinó negocios y guerra en su estrategia anti-española. El principal de entre ellos
fue Juan Rodríguez Mesa, acusado de ser el tesorero local de la Compañía de Indias
Occidentales (o Cofradía de Holanda), y encargado de guardar el libro que servía de
asentamiento a los cofrades, acusándolo igualmente de tener correspondencia con
unjudío residente en Holanda a quien remitía regularmente el dinero recolectado "que
contribuía para hacer armadas contra este puerto y el del Brasil":"; una motivación que
se repite en las declaraciones del acusado Luis Femández Suárez, quien aseguraba
que "todos estaban asentados [en la Cofradía de Holanda] y enviaban dinero para el
sustento de las armadas que de allí salían contra el Rey de España?". Las confesiones
bajo la tortura de Duarte López Mesa ilustran el vigor de esta empresa de colaboración
con el enemigo holandés: recordaba Duarte López Mesa haber oído decir a un mozo
portugués que" ... si Dios fuese servido de que su padre saliese por cónsul de la dicha
Cofradía de Holanda, tenía esperanza de que había de hacer tantos males como a su
padre le habían hecho en Lisboa y que tenía esperanzas que en breve tiempo serían
los de la Compañía de Holanda señores de las Indias y que habrían de dejar al rey de
España como un labrador. .. ''. Detrás de las palabras del joven portugués se insinúa
un doble sentimiento frente a la monarquía que se ensañaba contra los suyos desde
hacía más de un siglo: a la utopía liberadora que anuncia la tolerancia holandesa se
yuxtapone una segunda, vengadora.
Otro de los cofrades cartageneros fue Manuel Alvarez Prieto, quien optó por
declararse judío y querer morir como tal, confesando estar "sentado por judío en la
cofradía de los judíos de Holanda, y que en el derecho de ella quiere morir guardando
la Ley de Moisés, porque es judío y como tal quiere morir, y que se remite a la dicha
Cofradía?". Dificil de aprehender a través de estas declaraciones de Alvarez Prieto
el sentido que daban los cofrades a la Compañía, impregnadas, en apariencia, de total
incoherencia: la asociación entre la ley de Moisés y la Cofradía de Holanda, entre
negocios y creencias, no deja de parecer sorprendente; la pertenencia a una comu-

" Lucía García de Proodian, Los Judíos en América, Madrid, 1966, p. 93.
42 A.H.N., Inq., libro 1020, f' 13.

4J Proceso contra Luis Fernández Suárez. A.H.N., Inq., legajo 1620, N° 11, f" 20r.

44 Proceso contra Manuel Alvarcz Prieto. A.H.N., Inq., legajo 1620, N° 15, f' 39v.

61
ACHSC/ 29/ Escobar

nidad religiosa trascienden en la Cofradía neogranadina los principios de la Compañía


de Indias, motivada por objetivos exclusivamente comerciales y militares.

El desinterés del Tribunal frente al delito político (por definición, al menos en


teoría, fuera de sujurisdicción), limitó seguramente la instrucción para indagar sobre
la intención de los cofrades cartageneros, inscritos en una lógica ofensiva (al menos
de colaboración con el enemigo) frente al Estado que los oprime, y que se distingue
del pasivo marranismo mexicano que parecía adaptarse a largo término a la clandes-
tinidad como modus vivendi. Lo cierto es que esta actitud particular de los criptojudíos
suramericanos, en la que el delito religioso se dobla de uno de carácter político,
suscitaron la crítica de comentaristas metropolitanos. En esa línea se inscriben las
crónicas del aragonés Pellicer, quien haciendo eco de los procesos levantados por los
tribunales de Lima y Cartagena de Indias y dado que los judaizantes portugueses de
esas tierras no sólo delinquían contra la fe sino contra los intereses de España, pedían
al monarca, en 1640, "pusiera enmienda al mal y castigase los delitos políticos como
ellos castigaban los religiosos?". La carta del inquisidor cartagenero Ortiz, enviada
a Madrid el año siguiente, seguramente confirmó los temores de Pellicer, reconocido
detractor de los cristianos nuevos: relata Ortiz en esa correspondencia la conspiración
urdida a comienzos de 1640 por un grupo de 1500 portugueses venido del Brasil que
había querido tomarse el puerto y la flota que allí estaba anclada. Armada la ciudad
aliado del obispo, el clero y los ministros de la Inquisición, los defensores de la ciudad
lograron finalmente dar cuenta de la intentona de los portugueses hasta que llegó la
armada de Portobelo"

Las relaciones entre inquisidores y judeoconversos

A las dificultades originales del Santo Oficio cartagenero que señalamos


inicialmente, se agregó durante los años 30 el enfrentamiento del inquisidor Asas y
Argos con el gobernador Francisco de Murga, quien, de otro lado, aliado al Cabildo,
presionaba para que trasladaran el Tribunal a Santa Fe de Bogotá. En esta pugna entre
autoridades inquisitoriales y civiles, el gobernador Murga era ampliamente respalda-
do por la población de la ciudad que rechazaba al Tribunal, tal como se quejaban los
propios inquisidores en carta dirigida a Madrid: "Como quiera que la más de la gente
de esta tierra nos tiene odio tan mortal que a cada uno de nosotros nos quisiera ver
conforme a sus deseos?". Gracias al respaldo del Consejo de Indias, el gobernador
Murga logró que Asas y Argos fuera llamado a Madrid de donde salió trasladado al
Tribunal de México, en abril de 1637.
Frente a las denuncias que llegaban de Cartagena de Indias, el Consejo de la
Suprema decidió enviar al visitador Martín del Real, quien llegó a esa ciudad en julio de

45 Julio Caro Baroja, Los judíos en la España moderna y contemporánea, Tomo Ir.
Madrid: Istmo, 1986, p.52.
46 José Toribio Medina, op. cit., p.121.

47 Ibid., p. 102.

62
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

1643. Dejaremos de lado los avatares de esta visita, para simplemente recordar un hecho
acaso único en los anales de la Inquisición como fue la iniciativa del inquisidor
Villadiego, violentamente enfrentado al visitador, de formar un tribunal paralelo que
funcionó en su casa durante dos meses "creando nuevos y diferentes oficiales,
despachando títulos como si fuera Inquisidor General" .Llamado a comparecer a España,
Villadiego fue reemplazado porel inquisidor JuanPereira, quien continuó el hostigamien-
to al visitador del Real, y a quien pronosticaba en un soneto de su inspiración:

"Pero confianza en Dios


que ha de humillar su soberbia
de tal modo que no quede
para sacristán de la iglesia?",

En reemplazo de Martín del Real, quien partió a España en octubre de 1645, fue
nombrado don Pedro Medina Rico. A este visitador debemos el informe detallado de
la situación del Tribunal cartagenero; para no profundizar en la venalidad de los
funcionarios del Santo Oficio de ese puerto nos limitaremos a recordar los 115 cargos
que Medina Rico levantó contra el inquisidor Pereira y los 68 contra Villadiego, informe
que también critica con severidad los procederes del notario del secreto, del receptor,
del alcaide, del portero, del notario de secuestro y del procurador del Real Fisco.
Entre las irregularidades señaladas por Medina Rico es importante recordar los
lazos de amistad entre algunos inquisidores y cristianos nuevos, relación que
probablemente jugó en la voluntad de represión y en la aplicación de las penas. Buena
muestra de estas relaciones era laque unía los portugueses Luis Gómez Barreto y BIas
de Paz Pinto a los inquisidores V élez de Asas y Argos, Cortázar y Velásquez de
Contreras, quienes fueron recibidos como huéspedes privilegiados en las fincas de
los primeros con ágapes que tuvieron lugar apenas unos meses antes que estallara
la Complicidad Grande, donde se verían enfrentados a juzgar sus anfitriones. La
trayectoria de Gómez Barreto ilustra a la perfección el ascenso social de los conversos
cartageneros: luego de haber comerciado azúcar entre Brasil y Portugal, Gómez Barreto
se había ocupado transportando esclavos de Santo Tomé y Angola hacia Santa Marta
y Cartagena de Indias, donde finalmente se había establecido a finales del XVI y tenido
una hija mulata, siendo posteriormente alcalde ordinario de la ciudad en varias
ocasiones y Depositario General durante 40 años. Su posición económica seguramen-
te le había facilitado entablar relaciones con los inquisidores: una "buena y sencilla
amistad" lo unía al notario del secreto, Juan de Uriarte, así como al inquisidor Ugarte
de Saravia y a su vecino Assaz y Argos, quien lo visitaba con frecuencia".
Otra relación a destacar era la que, según el informe del visitador, ligaba el
inquisidor Juan Bautista Villadiego "con personas infectas, entendiéndolo por
portuguesas", crítica que no deja de sorprender hacia aquél, hasta entonces, leal

48A.H.N., Inq., legajo 1603, exp.2, W5, f' 1-5.


49Proceso contra Luis Górnez Barreto. A.H.N., Inq., legajo 1620, exp N° 18, f' 17v-18r.
y Lucía García de Proodian, op. cit., pp. 62, 210-211.

63
ACHSC / 29/ Escobar

inquisidor, que había servido anteriormente como espía del Santo Oficio español entre
los judíos de Bayona y Ruán. Denuncia igualmente el visitador Medina Rico cómo el
inquisidor Villadiego profesaba "una amistad íntima y comunicación muy familiar y
frecuente con Manuel Franco y su hermano Luis, penitenciados por esta Inquisición,
y lo regalaban y lo invitaban a comer ( ... ) y solía darles mercaderías para que vendieran
en Zaragoza y le remitiesen lo procedido"; era este inquisidor igualmente regalado por
otro portugués, Luis Jorge (de quien no aparecen noticias en las relaciones de causa)
50. Al inquisidor Juan Pereira se le acusaba por el "afecto que tiene y suele tener a los

portugueses", y de haberle dado el título de notario del Santo Oficio a Gabriel Pereira,
vecino de la ciudad de Zaragoza, portugués de nación, y "reputado por infecto";
imputaban igualmente a este inquisidor el haber liberado y quitado el hábito peniten-
cial a Pedro Duarte (pariente de Manuel Bautista Pérez), judaizante reconciliado en
1641, "contra hecho y derecho, instrucciones y estilo del Santo Oficio" 51.
Menos contradictorios fueron los papeles en el Tribunal peruano. Si un asomo
de amistad unía el alcaide de las cárceles secretas limeñas con algunas de las cabezas
de la Complicidad Grande descubierta en esa ciudad, allí las autoridades inquisitoriales
pusieron coto al problema destituyéndolo al tiempo que condenaban a una dura pena
de galeras a su ayudante, quien había servido de mensajero entre los presos", En
México, las relaciones entre funcionarios del Santo Oficio y cristianos nuevos - que
la historiadora Solange Alberro enmarca dentro de una "solidaridad de clase?" -, iban
desde los festines ofrecidos por el cristiano nuevo Antonio Váez Azevedo, con la
asistencia de los inquisidores, hasta las relaciones íntimas que mantenía la acusada
Rafaela Enríquez con el secretario Eugenio de Saravia; una proximidad que seguramen-
te explica la dificultad de dar curso a denuncias que se habían ido acumulando entre
los papeles inquisitoriales, hasta que el recién llegado Juan Sáenz de Mañozca se
decidiera a utilizarlas a partir de 1642. No obstante, si es evidente a la lectura de la
documentación mexicana la existencia de relaciones entre algunos acusados e
inquisidores, éstas no tuvieron una mayor influencia en el desarrollo de la represión,
aparte quizás algunas modestas intervenciones que no cambiaron el curso de los
procesos (como la posibilidad de preparar la concordancia de testimonios, que se
revelará poco efectiva, o, en el caso de Rafaela Enríquez, haberla eximido de la "cata
y cala" a la entrada en la cárcel); de cualquier manera la familiaridad mexicana aparece
de una dimensión mucho menor que en el caso cartagenero
Estas muestras de solidaridad de una parte del cuerpo inquisitorial mexicano con
los detenidos (circunscrita efectivamente a las familias de los comerciantes más
poderosos) se extendían, acaso de una manera mucho más sólida, a la élite política
"cristiana vieja". Parece ser un hecho común que en el Nuevo Mundo personalidades

50 A.H.N., Inq., legajo 1603, N°4, f'1-23. Sobre la labor de espía de Villadiego, ver el
artículo de Charles Amiel,« L'inquisition et les mouchards », in Legenre humain. París: hiver
1987-1988, pp.297-31 O.
51 A.H.N., Inq., legajo 1603, W 4, f'23-34v.
52 Paulino Castañeda y Pilar Hernández, La Inquisición de Lima, Tomo 11. Madrid:
Deimos, 1995, p. 39 J.
53 Solange Alberro, Inquisición y Sociedad en México. México: F.C.E., 1993, p. 46.

64
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

de la aristocracia local dieran capitales a los avisados comerciantes portugueses,


quienes, gracias al dinamismo de sus negocios, se encargaban de hacer fructificar. Asi
lo denuncia un testigo presentado durante el proceso efectuado en México para
recuperar los bienes de Simón Váez de Sevilla: "en las provincias de las Indias y
particularmente en México, las más de las personas que tienen calidad dan partidas
a los hombres de negocios que les hacen buenos réditos". A la sombra de esos
negocios una complicidad de hecho terminaba por germinar, tal como se desprende
de la acusación levantada por el fiscal del Real Fisco mexicano contra el conde de
Peñalva, por "haber prevenido de la prisión inminente a Simón V áez, el13 de julio del
42, diciéndole que sabía con certidumbre que lo iban a prender al día siguiente y que
viera qué hacienda podía salvar del secuestro?", Igualmente en Cartagena de Indias
el capitán Me1chor Núñez de Pozas denunció haber visto al portugués Francisco
Rodríguez de Solís (uno de los incriminados en la Complicidad Grande) "rogar al
maestre del campo, Francisco de Murga, gobernador que fue de sta ciudad, interce-
diendo por hombres de su nación?",

Los procedimientos inquisitoriales

Las condenas y la aplicación de las penas que en ellas se fijaron durante este
período, al igual que la ejecución del procedimiento inquisitorial (como el recurso al
tormento), señalan igualmente peculiaridades en la práxis de los tribunales america-
nos. Comparando los procedimientos aplicados durante estas tres represiones se
puede apreciar que en Cartagena de Indias (yen menor medida en Lima) el recurso a
la tortura fue frecuentemente utilizado: de los 22 encausados durante la Complicidad
cartagenera de 1636, 14 fueron sometidos al tormento". Sin embargo, al final de las
causas, las condenas revelan una relativa moderación del tribunal neogranadino. El
proceso contra Luis Gómez Barreto demuestra la actitud ambigua de los inquisidores
cartageneros durante la represión contra la Complicidad, quienes, acaso presionados
por el flujo de informaciones que llegaban del Tribunal limeño, se veían obligados a
seguir los procedimientos ordenados por los códigos inquisitoriales, entre ellos
(como en la justicia civil de la época) el recurso al tormento. Sometido a tormento,
Gómez Barreto sufrió la fractura del brazo "con mucha efusión de sangre", en vista de
lo cual los inquisidores decidieron acabar la sesión y otorgarle la absolución
(levantándole igualmente el secuestro de sus bienes). Este procedimiento fue des-
aprobado por el Consejo de la Suprema que ordenó, luego de la visita de Medina Rico,
la revisión de la sentencia de 1638. En 1649 el fiscal del Consejo ordena la re apertura
del proceso, señalando las fallas del primero, entre otras, la evidente implicación de
Gómez Barreto en la Complidad Grande; critica igualmente la ausencia de examen

54 A.G.N., Real Fisco, volumen 58, F 259v.


<5 Lucía García de Proodian, op. cit., p. 62.
56 Esta constatación es señalada igualmente por Liebman, quien agrega que en México
lascondenas agaleras fueron más numerosas. Seymour B. Liebrnan, op.cit., p. 22. El visitador
Pedro Medina Rico criticó al Inquisidor Juan Pereira de haber dado tormento a Sebastián
Rodríguez sobre la base de un sólo testigo, A.H.N., Inq., legajo 1603, N°4, F34v.

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médico a fin de detectar señas de circuncisión en el reo (práctica primordial y


sistemática en todos los otros tribunales cuando se trataba de judaizantes, pero poco
utilizada en Cartagena de Indias durante la primera mitad del siglo XVII). Al término
de su segundo juicio, Gómez Barreta fue condenado en 1652 a salir en auto de fe con
hábito penitencial, abjuración, secuestro de la mitad de sus bienes y destierro de las
Indias".
En México la precocidad de las confesiones, particularmente de algunos círculos
de mujeres judaizantes como las Rivera y las Enriquez, confirmaron a partir de las
primeras audiencias las denuncias contra gran número de acusados, quienes, en
general, y probablemente comprendiendo que el Tribunal poseía una detallada
información, prefirieron confesar sus faltas; evidentemente no fue ésta la defensa
empleada por los acusados de relapsía, pero contra quienes, extrañamente, los
inquisidores mexicanos rara vez acudieron al recurso del tormento. Tal fue el caso de
Tomás Treviño de Sobrernonte, reconciliado en México en 1625, yen contra de quien
aparecían varias denuncias desde mediados del 42; sin embargo, Treviño sólo es
apresado en 1644, y a pesar de ser incriminado detalladamente por sus prácticas
criptojudías, aún por su propio hijo, jamás fue sometido al tormento, siendo enviado
a la hoguera sobre la base de las acusaciones de terceros".
Otras dos ricas fuentes de información fueron hábilmente explotadas por los
inquisidores de Nueva España: la conversión de algunos judaizantes que, p.obable-
mente receptivos al discurso inquisitorial y obligados por consiguiente a la denuncia,
decidieron colaborar con el Santo Oficio. Este fue el caso de Gaspar Robles, cuyas
denuncias detalladas sobre aquel mundo criptojudío mexicano que había conocido
del interior y que, siguiendo las instrucciones de los inquisidores, continuaba a
frecuentar, sirven de base para desencadenar la represión de 1642; también había sido
colaborador del Santo Oficio Manuel Gil de la Guardia, quien como recordamos había
sido tratante de esclavos en Cartagena de Indias antes de emigrar a Nueva España,
donde frecuentó el círculo del celebre "dogmatista" Luis de Carvajal como cómplice,
y luego como delator. Otra fuente que se reveló igualmente rica fue la información
recogida por los "soplones" instalados en la cárceles secretas, como Gaspar de Alfar,
preso por falso cura, quien con el fin de ganar la benevolencia del tribunal se ocupó
durante años a recoger los detalles de la vida de sus compañeros de infortunio,
algunos de los cuales continuaban a practicar secretamente en la cárcel la religión
prohibida, intercambiándose ingenuamente informaciones que fueron a engrosar el
sumario del fiscal".

"Procesos contra Luis Gómez Barreta. A.H.N., Inq., legajo 1620, expediente N° 18, Nos.
1y 2. En 1672 el Consejo aprobó la ventadel cargo de Depositario que pertenecía a Gómez Barreta,
dividendos que fueron a engrosar las arcas inquisitoriales. A.H.N., Inq., libro 10 18, F85.
;8 El martirio de Treviño, así como el de Francisco Maldonado de Silva (Elie Nazareo),
en Lima, son señalados desde mediados del siglo XVII por Menasseh ben Israel. Esperance
de Israel, op. cit., p. 163.
59 Una transcripción parcial de los cuadernos de Alfar fue publicada por Boleslao Lewin:
Confidencias de dos cripta judíos en las cárceles del Santo Oficio. Buenos Aires: 1975.

66
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

La condena a relajación pronunciada en Lima contra Manuel Bautista Pérez


(aquel rico comerciante de esclavos que se había casado en Cartagena de Indias)
aparece como un ejemplo de extrema severidad en la aplicación de las leyes
inquisitoriales. A pesar de mantenerse "negativo" durante la aplicación del tormento,
sobre este reo no pesaba la acusación de relapsía dado que no había sido condenado
anteriormente por el Santo Oficio. La abundancia de testimonios en su contra y su poca
voluntad de colaboración con el tribunal (aparentemente con el fin de no incriminar
a su esposa) fueron por lo visto suficientes para que los inquisidores peruanos lo
condenaran a la hoguera, sentencia cumplida en el auto de fe de 1639. Igual suerte
corrió su cuñado Sebastián Duarte (que también había vivido en Cartagena), quien
luego de haber confesado "de sí y de otros", había decidido retractarse bajo
instrucciones de Manuel Bautista Pérez. La relación de los procesos pendientes,
enviada por el Tribunal limeño al Consejo de la Suprema en mayo de 1638, mereció
varios comentarios del fiscal de esta instancia superior radicada en España. Se extraña
el fiscal en su respuesta a los inquisidores peruanos que se condene a relajar
únicamente sobre la base de tres testigos, como fue el caso en los procesos contra
Juan Rodríguez Silva, Jorge Espinosa y Tomás de Lima. Le parece igualmente que es
"rigor" la condena a relajación contra Luis de Lima, quien había confesado "contra
sí y cómplices", antes de retractarse; más acorde, dice el funcionario madrileño, sería
una pena acomodada al delito de "diminutos y revocantes": prisión irremisible, cien
a doscientos azotes y tres a seis años de galeras. Pensaba finalmente el fiscal que el
caso del médico Francisco Maldonado de Silva, condenado a relaj arúnicamente sobre
la base de la denuncia de su hermano, merecía que se hubieran hecho más diligencias
para sacarlo de su pertinacia'",
El balance represivo comparado de las tres complicidades pone de manifiesto
la relativa mesura del Tribunal cartagenero, distanciado en todo caso de los centena-
res de reconciliados y las decenas de relajados y condenados a galeras de México y
Lima. La facilidad del recurso al tormento en Cartagena de Indias (que, a pesar de que
en general seguía los códigos inquisitoriales que dosificaban cada sesión, se
ej ecutaban con tal brutalidad que podían conducir el torturado a la muerte) contrasta
con la benevolencia relativa de las condenas, como fue el caso durante la Complicidad:
en general algunos años de prisión, destierro temporal y secuestro de bienes. En
México, gracias probablemente a la abundancia y precocidad de confesiones y
testimonios que los inquisidores lograron recoger contra los acusados, el tormento
fue raro. Pero allí, una vez comprobada la culpabilidad del acusado, la mano no les
tembló a los inquisidores para enviar el condenado a la hoguera.
La contradictoria relación entre tormento y condenas a relajación que revelan
los tribunales de México y Cartagena de Indias recuerda la paradoj a señalada por Jean-
Pierre Dedieu en relación a la primera época de la represión contra los judaizantes
españoles: de la acción inquisitorial expeditiva que conducía sin mayor instrucción

60 Paulino Castañeda y Pilar Hernández, op. cit., p. 307. El análisis detallado de la vida
y martirio de Maldonado de Silva se encuentra en el artículo de Nathan Wachtel « Le ciel face
a face», In Alma/es, Juillet-Aoüt 1999, pp. 875-914.

67
ACHSC /29/ Escobar

los acusados a la hoguera, la aplicación de la tortura apareció como una garantía


suplementaria para el acusado." A pesar de encontrarse seriamente incriminados,
gracias a haberse mantenido "negativos" durante la aplicación del tormento, algunos
acusados cartageneros fueron sobreseídos y la causa fue suspendida (lo que
conducía a una suerte de libertad condicional), decisión que contrasta con la dureza
del Tribunal limeño que mandó quemar a Manuel Bautista Pérez por haber asumido
la misma actitud. Una de las sentencias del Tribunal peruano que el fiscal de la Suprema
criticó por su severidad fue la de Juan Rodríguez de Silva, tratante de negros que se
ocupaba de la distribución en el Perú de los esclavos que le mandaba su primo
instalado en Cartagena, Juan Rodríguez Mesa. Seguramente con el fin de proteger a
sus familiares, Rodríguez de Silva se mantuvo igualmente "negativo" durante el
tormento que le aplicaron los inquisidores peruanos, quienes ya sabían por Jorge de
Silva, su hermano, y por Rodriguez Mesa, que los tres habían judaizado en Cartagena
hacia 1633; una lealtad que le costó la condena a ser relajado. El domingo 23 de enero
de 1639, a las cuatro de mañana, estando ya preparado en su celda con las insignias
de relajado, Rodríguez de Silva pidió audiencia para confesar sus faltas y denunciar
a su hermano y a su primo. Demasiado tarde para los inquisidores peruanos, que aún
para el Consejo de la Suprema, aparecían rigurosos al extremo: implacables ante los
ruegos del condenado yjuzgando que seguía siendo "ficto confitente", los servidores
del Santo Oficio limeño hicieron que se ejecutara la sentencia, quemándolo en
persona".
Pudimos observar en este breve ensayo cómo la coyuntura político-económica
del siglo XVII inscribe la problemática concerniente al marranismo en un contexto que
desborda jurisdicciones inquisitoriales y fronteras; a pesar de enfrentar la persecu-
ción del Santo Oficio en los territorios españoles, los cristianos nuevos acompañan
el desarrollo de un capitalismo en ciernes que los grandes descubrimientos emplaza
en dimensiones planetarias. Gracias a sus redes comerciales, los "hombres de la
Nación", diseminados a escala transcontinental, se imponen como relevo imprescin-
dible en la dinámica del mercatilismo: de la islas Molucas a la ciudad imperial de Potosí,
de Amsterdam a los territorios del "Gran Turco", de Goa a Cartagena de Indias. Los
judeoconversos cartageneros, comerciantes privilegiados por la introducción de
esclavos que monopolizaba la ciudad caribeña, constituyen una pieza más de esa
imbricada diáspora que favorece naturalmente las relaciones aseguradas por la
fidelidad a una religión compartida, recuerdo difuso por el aislamiento y la represión
que empuja a la solidaridad frente al anatema, precario preterito prohibido que
contribuye a cerrar otros lazos: étnicos, familiares, comerciales. Evoquemos los
intercambios triangulares de Luis Gómez Barreto y Juan Rodríguez Mesa, penitenciados
durante la Complicidad cartagenera, quienes gozaban de una vasta red de socios
conversos, desde aquellos instalados en San Pablo de Luanda, en Angola, que
proporcionaban la mano de obra negra, y Juan Rodríguez Bueno, reconocido comer-

61 Jean-Pierre Dedieu, "Les quatre temps de l' Inquisition", in L 'Inquisition Espagnole,


obra dirigida por Bartolomé Bennassar. Paris: Hachette, 1979, p. 35.
62 A.H.N., Inquisición, libro 1031, f" 99v- 103v.

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Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

ciante cristiano-nuevo que aseguraba el abastecimiento de vituallas desde Sevilla,


hasta los correligionarios que completaban el circuito en tierras americanas: Manuel
Bautista Pérez, quien redistribuía los esclavos en el Perú, o el mexicano Simón Váez
Sevilla, sin duda el hombre de negocios converso más rico de América, quien gracias
al comercio con Filipinas había logrado apuntalar un sistema de intercambios abierto
hacia los dos océanos.
Aunque los tribunales americanos guardan los lineamientos generales de la
política inquisitorial impuestos para el conjunto del Imperio, el seguimiento de la
represión contra las "Complicidades Grandes" americanas permite observar cómo su
aplicacion práctica en aquellas colonias ofrece una gama de declinaciones. Una
diversidad que obedece a la combinación de coyunturas que influencian la globalidad
de los territorios españoles (la secesión de Portugal, en 1640, y la caída en desgracia
del Conde Duque de Olivares), con movimientos de orden local, regional o continental
que forzaron una agudización de la represión (el aumento de portugueses en
Cartagena y Lima, la ofensiva holandesa en Brasil y la colaboración de conversos en
esa empresa). A la grupa de estas coyunturas favorables se manifiesta le tenacidad
de algunos inquisidores: la voluntad de los Mañozca, protagonistas indiscutibles de
la persecución contra las complicidades americanas, quienes desde 1635 ordenaron
las primeras redadas en Lima (impulsando la represión del año siguiente en Cartagena),
y que metódicamente y gracias a la experiencia adquirida a 10 largo de varias décadas
desenmascarando al hereje, continuaban catorce años más tarde la cruzada contra la
"herética pravedad y apostasía", cuando presidieron en México el más grande auto
de fe celebrado en América.
Si el transplante del dispositivo inquisitorial al continente americano revela el
anacronismo de esta institución frente al mestizaje de un mundo en construcción y
deconstrucción, su injerto en la mentalidad de la población poco ortodoxa que abrigaba
la voluptuosa Cartagena de Indias, fue particularmente dificil. Complej idad que paradó-
j icamente marca igualmente la actitud de sus perseguidos, prisioneros finalmente ambos
de la nostalgia de un mundo anclado en el pasado que dificilmente encontraría un lugar
en la inmensidad de aquellos espacios de proporciones hasta entonces impensadas, en
aquella población exhuberante y cosmopolita que atracó en el fondeadero del Caribe;
lejos del mundo hermético propio aljudaísmo medieval (separado del no-judío y atado
a una cultura mesiánica), el mestizaje que impone la vida americana borra paulatinamente
las fronteras, forja híbridos y sincretismos, como en aquellos judaizantes cartageneros
amancebados con mulatas (padres a menudo de mulatos de religión incierta), e
iniciadores de esclavos en la práctica de su religión. La relativa ineficacidaddel Tribunal
cartagenero permite suponer que las causas contra judaizantes instruidas en ese Santo
Oficio no son más que la parte emergente de un iceberg de dimensiones imprecisas. Si
los procesos contra los grandes comerciantes desaparecen del panorama inquisitorial
en la segunda mitad del siglo XVII, los casos de aquellos discretos criptojudíos
desperdigados por todo el territorio neogranadino que casi por azar cayeron entre las
manos de los comisarios inquisitoriales, desde Popayán hasta Maracaibo, Honda,
Pamplona o Tunja parecen indicar que una inmigración a varios niveles se desplegaba
paralelamente a la de los grandes tratantes del Caribe.

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ACHSC / 29/ Escobar

Para algunos de los judaizantes que escaparon al castigo inquisitorial, el


aislamiento y el temor terminaron probablemente por acorralarlos en su diferencia
hasta conducirlos a la asimilación. Todas las contradicciones de la política española
en la erradicación de la herejía se reflejan sin embargo en la perennización de los
estatutos de pureza de sangre que, de facto, reconocían el fracaso del Santo Oficio
en la cristianización de los heterodoxos, estigmatizándolos genéticamente, indepen-
dientemente de la sinceridad de su conversión. Un anatema imborrable que evidencia
el caso de Luis Franco (aquel tratante reconciliado de Zaragoza), quien a pesar de
haber sido denunciado en 1626 por prepararse a emigrar a Holanda, parecía haberse
instalado definitivamente en el Nuevo Reino, donde tenía dos hijos con la mulata
Isabel Górnez; en 1647, Franco es nuevamente enjuiciado, no ya por delitos contra la
fe, sino por haber querido "limpiarse" falsificando el documento de su primera
condena a fin de obtener el cargo de Teniente de Fiscal en la población antioqueña".
Para aquellos que lograron escapar a "tierras de libertad", como la ciudad de
Amsterdam, el fin del aislamiento y de la persecución descubrirá las contradicciones
de la cultura marrana con la ortodoxia judía, complej idad ejemplarmente representada
en el pensamiento iconoclasta de Spinoza, quien será excluido de la comunidad por
las autoridades rabínicas holandesas. Más allá de las polémicas teológicas generadas
por algunos espíritus de excepción (Uriel da Costa, Juan de Prado) pertenecientes a
la élite de origen marrano, la fuerte influencia del pasado ibérico entre los "judíos-
nuevos" de Arnsterdam revela una paradójica "mimesis del antagonismo": no deja de
ser una extraordinaria ironía de la historia el descubrir aquellas antiguas víctimas de
la Inquisición adoptando la concepción exclusivista propia al universo ibérico,
argumentación recurrente en los escritos de Menasseh ben Israel (aquel rabino que
anunciaba el descubrimiento de una de las tribus perdidas de Israel en las cercanías
de Honda), empeñado en resaltar la pureza de sangre y la nobleza de los judíos; una
lógica sectaria que servirá aún para redefinir el grupo sefardita frente al askenazi, que
siempre será considerado como de una estirpe inferior".
Si bien es cierto que los tres tribunales enfrentaron problemas comunes, como
la inmensidad de sus jurisdicciones y la venalidad de algunos de sus servidores, la
documentación inquisitorial y los balances comparados de la actividad represiva
señalan la originalidad del Tribunal cartagenero. La escogencia de este puerto de gran
valor estratégico pero carente de la base social indispensable para sostener la
superestructura inquisitorial, sin universidades que pudieran proveer el tribunal de

63 A. M. Splendiani, J .E. Sánchez Bohórquez, E.e. Luque, Cincuenta años de Inquisición


en el Tribunal de Cartagena de Indias. Santafé de Bogotá: Ceja, 1997, Tomo 11/, p.p. 204-
206. Este excelente edición fue una referencia permanente que me permitió confrontar (y, en
ocasiones, revisar) mis propias transcripciones de relaciones de causas. Y proceso contra Luis
Franco, A.H.N., Inq., legajo 1620, N° 5.
64 YosefKaplan, Les Nouveaux-Juifs d'Amsterdam. Paris: Chandeigne, 1999, p.p. 87-
121. Esta curiosa fijación con la sangre como signo de pertenencia aparece en las palabras de
la "dogmatista" mexicana Blanca Enríquez, quien avanzaba, refiriéndose a una de las descen-
dientes de los Carvajal: "aunque no es observante, tiene sangre de los nuestros". Proceso contra
Beatriz Enríquez, A.O.N., vol. 393, [f"282r].

70
Los Criptojudíos de Cartagena de Indias

cuadros calificados, y rodeados de una población volátil, cosmopolita y hostil,


condenaban al fracaso la voluntad - cuando la hubo - de los inquisidores que pasaron
por ese puerto. Mal augurio anunciaba la lectura del Edicto de Fe, acto fundador y
simbólico del Santo Oficio, celebrada en Cartagena de Indias el último día de
noviembre de 1610, trunca ceremonia desvirtuda por la soldadesca alborotada en las
puertas de la iglesia, "gente libre y mal disciplinada, soldados de presidio y galeras
que poblaban la ciudad ", que interrumpieron la ceremonia hasta que el gobernador
y el general de galeras salieron a calmar los amotinados.
El mediocre balance represivo de Juan de Mañozca y Zamora durante su estadía
en Cartagena de Indias (antes que demostrara en Lima y México todas sus capacida-
des) anuncia las dificultades que enfrentarían sus sucesores y que terminaron por
revelarse como males endémicos de este Tribunal: casi setenta años más tarde el
inquisidor Valera urgía la Suprema para que se trasladara el Santo Oficio a Santa Fe
de Bogotá, lejos del bochorno de aquel trópico "de ordinario de los caniculares de
Andalucía", territorio de hombres "de pocas o ningunas letras", de aquellas casas del
Tribunal amenazadas de ruina que guardaban lo que el comején había dejado de los
papeles del Santo Oficio, del desafecto de gobernadores y obispos". Más de una
certeza se estrelló contra ese mundo advenedizo y libertino que servía de escala a la
Carrera de Indias: ahí está, para la muestra, la singular metamorfosis de Juan Bautista
Villadiego, curtido funcionario que había mostrado convicción y perseverancia
sirviendo como espía del Santo Oficio español en las juderías de Bayona y Ruán, antes
de devenir el seguro asociado y amigo sincero de sus antiguas víctimas en la época
en que fue inquisidor de la ciudad neogranadina. Conversión pragmática al afán de
lucro que animó tantos viajeros que desembarcaron a "hacer América" en aquel puerto
neogranadino, contaminando los espíritus más probados en la defensa del Cristo. No
fueron los inquisidores los únicos que se entregaron a ese mundo insólito, pero si,
por su función, los más notorios, dejando una acumulacion de delitos jamás vista en
otro tribunal de la cristiandad, redundante letanía de cargos recogida por el visitador
Medina Rico a lo largo de centenares de folios enviados a Madrid. Todos parecieron
sucumbir: del receptor al alcaide, del secretario al nuncio. Tampoco escapó el clero,
que aceptó la magia como una verdad de a puño, como si la razón de la Iglesia hubiera
perdido su órbita en ese rincón del mar de las Antillas: cuántas noches no vieron los
feligreses incrédulos salir de las cárceles secretas la prisionera Paula Eguiluz, la
hechicera penitenciada, la "diabólica presa", portada en vilo en una silla de manos
para aliviar la humanidad minada del Obispo. No en vano el visitador Medina Rico se
había quejado de ese puerto que parecía extraviado en el tiempo, donde ni siquiera
había reloj: "sólo hay que los soldados de guardia, con una campana que tienen, dan
las horas cuando les parece ... ''.

6; Carta de Francisco Valera del 8/10/1683. A.H .N., lnq., libro 10 19, f" 148r-151 r.

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