Fabula Corta La Madre Wuang
Fabula Corta La Madre Wuang
Fabula Corta La Madre Wuang
Cuentan que en la montaña de Hefu, en China, se levantaba un templo donde vivía la madre
Wang. Esta mujer elaboraba vino y cerveza para ganarse la vida.
La madre Wang recibía muy a menudo la visita de un maestro monje taoísta, que acudía hasta el
templo y tenía la costumbre de beber vino y cerveza sin que la madre Wang le pidiera nada a
cambio.
Al cabo de un tiempo, el monje se dio cuenta de que debía agradecer a la mujer estas bebidas, y le
dijo:
– Como no tengo dinero para pagar el vino y la cerveza, cavaré para ti un pozo.
El monje empezó a cavar un pozo, pero en lugar de agua, el pozo daba vino, un vino excelente. De
esta forma, la madre Wang ya no tuvo que elaborar el vino. Solo tenía que sacarlo del pozo, y con
él, conseguía dinero al venderlo. De hecho, consiguió reunir una gran fortuna.
– Uy, es excelente- respondió la mujer- El problema es que, como ya no fabrico vino, no tengo
pieles de frutas con las que alimentar a mis cerdos.
El monje no dijo nada. Se levantó, tomó un pincel y escribió en el muro de la vivienda de madre
Wang unas palabras que aún hoy pueden leerse:
‘El agua del pozo se vende por vino y la mujer se queja de que no tiene alimento para sus cerdos’.
El monje partió y no regresó jamás y el pozo comenzó desde entonces a dar solo agua.
Esta historia escrita hace tanto tiempo por el fabulista chino Jiang Yingke nos habla de todos estos
valores:
– El valor de la humildad.
– La gratitud.
– El esfuerzo.
Estarás de acuerdo en esto: cuanto más se tiene, más se quiere. El que menos tiene, sin embargo,
se conforma. Así es: la sed del avaricioso no tiene límites, tal y como nos cuenta el escritor chino
en esta fábula. Pero, vamos a reflexionar sobre todos los temas que trata:
– Cuanto más tienes, más quieres: La madre Wang tuvo la suerte de recibir un maravilloso regalo:
el monje cavó un pozo que daba vino y ella ya no tenía que elaborarlo. Podría haber destinado ese
tiempo en otras cosas, para proporcionar, por ejemplo, comida para sus cerdos. Pero esperó a que
el monje le volviera a hacer otro regalo. Quería más de forma gratuita, sin esforzarse ni tener que
trabajar.
– El valor de la gratitud: En lugar de estar profundamente agradecida con el monje, lo primero que
hizo la madre Wang fue ‘quejarse’. Le había regalado un pozo con el que ganó mucho dinero, pero
ahora tenía ‘otro problema’. Sin duda, una gran falta de gratitud que recuerda este refrán español
tan famoso: ‘A caballo regalado no le mires el dental’. Es decir, que si te hacen un regalo, no le
busques defectos.
– La avaricia rompe el saco: De nuevo utilizamos un refrán español para explicar las consecuencias
de la avaricia sin medida. El avaricioso no tiene freno. Siempre va a querer más y más, hasta que
todo se estropee y pierda al fin lo que tenía.
– Cómo podía haber frenado la madre Wang la avaricia: Sin duda, la humildad y la gratitud son las
dos herramientas que podrían haber llevado a la madre Wang a disfrutar de su regalo. Si en lugar
de usar el pozo sin más y descansar, hubiera buscado la forma de solucionar el problema con sus
cerdos, y si hubiera sido agradecida sin más ante la pregunta del monje, no lo hubiera perdido
todo.