Storni, Mistral, Ibarbourou Encuentros en La Creación
Storni, Mistral, Ibarbourou Encuentros en La Creación
Storni, Mistral, Ibarbourou Encuentros en La Creación
Nº 28
Lorena Garrido
Universidad de Victoria de Wellington, Nueva Zelandia
Junto con mostrar la postura poética de cada una de ellas, mi objetivo es destacar su
visión como mujeres, que creo era marcadamente feminista. Por supuesto, el feminismo
como tal no llegaba aún a Latinoamérica y la posición de estas mujeres no era radical ni
era sustentada por ningún argumento teórico. Sin embargo, como veremos a
continuación, cada una a su modo se rebeló en contra del orden hegemónico patriarcal
imperante, si no a través de su vida, a través de su poesía, en la que cada una, y por
medio de distintos recursos, denunció y criticó la situación de la mujer. ¿Hay alguna
relación entre la poesía de estas mujeres y su ponencia para este curso? ¿Qué elementos
comunes hay entre los discursos de estas escritoras? Analizaré brevemente la ponencia
de cada una de ellas para luego referirme a los intercambios personales y literarios entre
las visiones de estas poetas.
Juana de Ibarbourou
La primera en exponer fue Juana de Ibarbourou, quien era a la vez, como uruguaya, la
anfitriona de la conferencia. En el momento en que se produce este encuentro,
Ibarbourou ya había publicado tres libros de poemas: Las lenguas de diamante (1919),
Raíz Salvaje (1922) y La rosa de los vientos (1930). En ellos, hay una constante
preocupación por la muerte, la naturaleza y, por supuesto, el amor, temas comunes a
todas las poetas de su época y también a las que la precedieron. La transgresión de
Ibarbourou se relaciona más con sus poemas eróticos, en los que “la naturaleza aparece
como el elemento regulador de la pasión desbordante de la hablante lírica. Nunca antes
una mujer había cantado tan abiertamente el erotismo del amor” (Rosenbaum 1945:
231). Sin embargo, ella controlaba esta pasión si no por medio de la naturaleza, por
medio de adjetivos que en su oposición le restaban erotismo a su mensaje como “puro
impudor”, “casta impudicia”. Hay claramente en Ibarbourou una dualidad de discurso
que creemos refleja la contradicción entre la autoimagen de la mujer y la impuesta por
el discurso patriarcal. Algunos autores, como María Teresa Aedo (1996), han
identificado en la escritura de Ibarbourou una conciencia de la relación saber-poder (en
términos de Foucault) del discurso que demuestra al tratar de denunciar el sometimiento
al que se encuentra la mujer mediante una técnica de alternancia de distintos discursos.
Así, por una parte escribe: “qué pena tan honda me da ser mujer” pero en otras censura
sus deseos. ¿Qué tanto de esta intención aparece en el discurso de Ibarbourou leído en la
Universidad de Montevideo?
Como punto de partida, es necesario considerar que entonces, tal y como afirmaran
Sandra Guilbert y Susan Gubar (1979), era común, y casi necesario para las escritoras,
rebajar sus palabras. Ibarbourou comienza su discurso, titulado Casi en pantuflas,
precisamente, afirmando lo difícil que es referirse a su obra poética al carecer ésta de
trascendencia. No parece haber, de este modo, ningún indicio de feminismo en la
introducción de su ponencia; de hecho, al definir la labor del poeta (al cual considera un
medium entre una voz superior y la poesía), lo define como un hombre, usando el
genérico que incluye y diluye la existencia de la mujer. Hasta ese momento, Ibarbourou
no transgrede el discurso patriarcal en ninguno de sus aspectos: rebaja su trabajo al ser
mujer, no considera hacer ningún aporte intelectual, define al poeta como un hombre.
Pero aquí es donde se produce un giro importante en su línea argumental: “Y se llame
Wilde, o Verlaine, o Darío, o Baudelaire, o Rimbaud o D´Annunzio y sea un
vagabundo, un vicioso, un bebedor, un ególatra. Lo mismo es para la humanidad
reverente, y lo mismo, sobre todas las brumas, triunfa su llama” (1968: 1138). Es decir,
según Ibarbourou, la gente suele darle al poeta una áurea de santidad que no posee,
especialmente el poeta por antonomasia, un hombre. Y lo que es más, por el hecho de
ser poeta y hombre, su capacidad creadora no es cuestionada ni su vida es puesta en tela
de juicio. Ibarbourou refuerza esta idea con el ejemplo de Verlaine:
Hubiera sido curioso preguntarle a Verlaine, que sobre las mesas de los cafés y
entre ajenjo y ajenjo escribía sus poemas, cómo realizaba su obra. El pobre ser,
tartamudo de alcohol, con los ojos turbios y el entendimiento turbado, se hubiera
encogido de hombros, más elocuente en su respuesta muda que en la pretensión
de explicarse con cien palabras hipantes y tartajosas (1138).
Esto no ocurre con las mujeres, e Ibarbourou siente que al pedírsele que defina su poesía
se la está cuestionando, y lo confirma al decir que se sabe atrapada en una “época de
realidad impositiva y rotunda”. Por eso al referirse a su manera de crear confiesa una
vida sencilla, que la aleja del estereotipo del poeta hombre. Para Ibarbourou, como para
las otras dos escritoras, tal y como veremos más adelante, el acto de creación poética
ocurre en soledad, en un ambiente simple y cotidiano:
Con estas palabras Ibarbourou protege sus afirmaciones de las críticas, porque tal vez
todo sea mentira, tal vez todo lo que ha dicho no sea más que una “felonía”. Tal como
insinúa en el título Casi en pantuflas, pareciera que nos abre las puertas a su mundo
íntimo, pero no lo hace completamente. Parece confesarse, pero no lo hace. Critica el
discurso establecido y se retracta.
Alfonsina Storni
La mentira es para Storni, lo que la felonía para Ibarbourou: una forma de escape de un
mundo injusto y difícil, representando así la posibilidad de vivir en un mundo paralelo.
Desde ese momento, Alfonsina Storni aprende a ocultar lo que escribe. La poesía se
hace parte de su vida, pero siempre de una vida paralela, privada y solitaria. Como ella
misma lo describe en su ponencia:
Desde entonces los bolsillos de mi delantal, los corpiños de mis enaguas, están
llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan
(1077).
Al igual que Ibarbourou, rebaja su propia escritura, actitud común en las escritoras de
entonces. Además, Storni se justifica diciendo que lo escribió para “no morir”,
relacionando así la escritura con una forma de evasión de un mundo ingrato. Es
interesante que, luego de esta aclaración, ella misma lea uno de sus poemas, en el que
dice ser la primera de una larga cadena de mujeres en su familia que rompió con las
ataduras de un mundo represivo. A pesar de ello, lo introduce con una pregunta, que
tiene como propósito restar credibilidad a sus versos, haciéndolos menos “agresivos”:
¿Era verdad lo que expresé más tarde, en mi tercer libro de versos, Irremediablemente
también malo diciendo:
En este poema Storni declara que su poesía es una forma de liberar no sólo a ella, sino
incluso a su madre y todas las mujeres de la “casa materna”. Con su oficio de poeta
transforma su voz en la voz de otras mujeres. Es lo que ocurre con todas las escritoras,
pero particularmente con las poetas, porque, y usando las palabras de Cixous y Clément:
“la poesía existe sólo sacando fuerzas del inconsciente, y el inconsciente, el otro país sin
límites, es donde sobrevive la mujer reprimida” (1986: 98).
¿Mi poesía, era, pues, rebeldía, desacomodo, antigua voz trabada, sed de justicia,
amor del amor enamorado, o una cajita de música que llevaba en la mano, y
sonaba sola, cuando quería sin clave para herirla? ¿No es, por otra parte, el
poeta, un fenómeno que en sí mismo ofrece pocas variantes, una antena
sutilísima que recibe voces que le llegan no se sabe dónde y que traduce no se
sabe cómo? (1079).
Gabriela Mistral
De nuestras tres poetas, Gabriela Mistral es la que alcanzó mayor notoriedad como
escritora al recibir el Premio Nobel de Literatura en el año 1945. Mistral es, en su
escritura, la menos feminista de las tres poetas. En sus poemas nunca aspira al amor
físico de un hombre como Ibarbourou; de hecho, sus poemas más conocidos son los
escritos a los niños y que reflejan una imagen de madre y maestra. Por ello, llama la
atención que, a pesar de ser la menos feminista en su escritura, su ponencia es la que
contiene la crítica más directa al sistema patriarcal.
Con gran ironía advierte, siguiendo la imagen estereotípica de la mujer, que puede ser
que no hagan lo que se les pide, para luego agregar que siente que las llaman a juicio,
coincidiendo en este punto con la observación hecha por Ibarbourou. Por ello, cuando
va a introducir el tema de cómo compone sus versos dice con sarcasmo: “Ahora voy a
obedecer al Ministro”, para luego hablar de cómo escribe, diciendo: “los hombres son
tanto o más vanidosos que las mujeres. Las mujeres no escribimos solemnemente. Yo
escribo en una tablita y el escritorio nunca me ha servido para nada”. En este punto
concuerda con Ibarbourou, quien, como ya he mencionado, declara que su Torre de
marfil es una simple habitación con mucha luz.
Cuando comienza a hablar sobre los temas de su poesía, revela la nostalgia de su patria,
lo que reflejaría, posteriormente en su libro Tala de 1938 en poemas como “País de la
Ausencia”, “La extranjera” y “El fantasma”. La razón de escribir es la misma que en
Storni: una forma de conectarse con el yo perdido, con la infancia y también con la
patria, la cual Mistral evitó en vida, debido a los constantes problemas que tenía en
Chile, por ser “demasiado sincera”:
Para Mistral, el lenguaje poético es un lenguaje universal del cual las mujeres han
estado excluidas por siglos. La poesía es una forma de volver a la infancia, de
conectarla a un mundo donde la discriminación del orden patriarcal y el discurso
occidental no era notoria, menos para Mistral, que creció entre las montañas del norte de
Chile en un mundo constituido únicamente por mujeres: su madre y su hermana. La
represión y discriminación que sufriría después en su país por su fuerza al tratar de
ganar un espacio reservado sólo para hombres, era aún algo desconocido. Mistral
reconoce y denuncia la marginalización sufrida por la mujer en la literatura y lo hace en
este párrafo.
Con este discurso, Gabriela Mistral deja clara su postura frente a la escritura y la poesía
y su visión me parece que revela una conciencia feminista que servirá de ejemplo para
las generaciones de escritoras posteriores.
Intercambios
En este punto analizaré brevemente los intercambios que se producen entre estas poetas:
cómo se refieren a las otras, qué relación hay entre ellas y qué elementos comunes
podemos extraer de estas ponencias.
Primero, todas reconocen la labor de las otras y demuestran su admiración y respeto por
sus obras. Juana de Ibarbourou en esta ponencia llama a Mistral “Gabriela, la grande”,
porque “ella es América entera” (1316). Ibarbourou admiraba a Mistral con la que tuvo
una relación amistosa. Su relación con Storni no fue muy cercana, debido a la gran
diferencia de personalidad de ambas. Alfonsina Storni, por su parte, se refiere a ambas,
Ibarbourou y Mistral, en su ponencia: “Mi presencia aquí quiere significar un homenaje
a la uruguaya y a la chilena: a Gabriela y a Juana, y en ellas mi adhesión a la mujer
escritora de América, mi fervor por su heroísmo cuya borra conozco” (1075). Storni
siente que por ser poetas y mujeres, hay un nexo que las une. Con Mistral tuvieron una
relación cercana. De hecho, ambas dedicaron poemas a la otra y manifestaron
públicamente su mutua admiración. Las dos tenían mucho en común: origen humilde,
autodidactas, profesoras en gran parte de sus vidas, mujeres solas, rechazadas en los
ambientes de elite y literarios de sus países. Mistral dice de Storni en su ponencia:
Alfonsina no ha sido otra que la jugarreta deliciosa del sueño de una noche de
verano. Cuando más soltará sólo una pequeña prenda de la masa de sus secretos.
Se burlará de nosotros y hará bien, porque nació para ello. La inteligencia afilada
como el alfiler que la japonesa lleva en el moño, sacudió a Alfonsina, hermana
siamés mía, por virtud de la cordillera (285).
Por lo anterior, podemos concluir que las tres se saben portadoras de un poder, de una
voz que intenta representar la voz de otras mujeres. Las tres conciben su poesía como
una forma de escape, y el acto de la creación como una maternidad. Storni, Ibarbourou y
Mistral utilizaron distintas maneras de hacerse escuchar y, sin saberlo, plantaron la
semilla de toda la poesía femenina latinoamericana posterior.
Creo que es importante volver a los orígenes, a las precursoras y mirar sus textos desde
otra perspectiva. Darles la oportunidad que no tuvieron en vida y dejarles hablar sin
censura porque, como dice Mistral:
Nuestra raza todavía no comprende eso que podría llamarse la guarda de los
grandes muertos, el honrarlos cotidianamente y el amarlos para que nos
perdonen la mano manca que tuvimos al darles la gloria (1999: 145).
Bibliografía
Aedo, María Teresa. 1996. “Hablar y oír, saber y poder: la poesía de Juana de
Ibarbourou desde Las lenguas de diamante hasta Mensajes del escriba”. Revista
Chilena de Literatura 49: 47-64.
Cixous, Hélène y Clément, Catherine. 1986. The newly born woman. Minneapolis:
University of Minnesota Press. Trans. Wing, B.
Guilbert, Sandra y Gubart, Susan. 1979. The Madwoman in the Attic. The woman writer
and the Nineteenth Century Literary Imagination. New Haven: Yale University Press.
Ibarbourou, Juana de. 1968. Obras Completas. Dora Isella Russell (comp.). Madrid:
Aguilar.
Jack, Dana C. 1993. Silencing the Self: Women and Depression. New York: Harper
Paperbacks.
Mistral, Gabriela. 2004. Antología de Poesía y Prosa. Jaime Quezada (comp.) Santiago
de Chile: Ministerio de Educación-Fondo de Cultura Económica.
Rosenbaum, Sidonia. 1945. Modern women poets of Spanish America: The precursors:
Delmira Agustini, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou. New York:
Hispanic Institute.
Mistral, Gabriela. 1999. La tierra tiene la actitud de una mujer. Seleccción de textos de
Gabriela Mistral. Pedro Pablo Zegers (comp.). Santiago: Ril Editores.