Analisis Vigilar y Castigar

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STEPHANIE SILVANA SALAZAR VELÁZQUEZ

GRUPO: 2 8° CUATRIMESTRE

PROFESOR: JOSE ANGEL BRAVO FLORES

TRABAJO: ANALISIS DEL LIBRO “VIGILAR Y CASTIGAR” DE


MICHEL FOUCAULT
BREVE INTRODUCCION

Es un libro del filósofo e historiador francés Michel Foucault, publicado


originalmente en 1975. En él va a tratar la evolución de los métodos de castigo y la
vigilancia desde la sociedad medieval hasta la contemporánea. Expresa que la
sociedad ha pasado por procesos en lo que refiere a castigar y vigilar empezando
desde lo material, lo físico (tortura, suplicios y castigo) hasta llegar a lo intangible
(lo psicológico-alma).

Esta forma parte de un ritual que responde a dos exigencias purgar culpas de la
víctima y por otra parte hacer justicia, esta debe ser comprobada por todos para
que prevalezca su triunfo.
VIGILAR Y CASTIGAR

“Vigilar y castigar” (1975) pertenece al género de la filosofía, y al


subgénero de la criminología. Es un ensayo que comienza con la evolución de
los métodos de castigo y vigilancia desde la sociedad medieval a la
contemporánea: los suplicios, la humillación pública, la cárcel, la escuela, los
manicomios. Foucault inaugura una mirada genealógica de los procesos históricos
desde el análisis de los castigos como expresión del poder .Vigilar y castigar está
dividido en cuatro partes: Suplicio, Castigo, Disciplina y Prisión.

1. Suplicio

Según Foucault, desde la Edad Media el suplicio era un riguroso modelo de


demostración penal, cuyo objetivo era el de manifestar la verdad que se había
obtenido gracias al resto del proceso penal, y que hacía del culpable el pregonero
de su propia condena al llevar el castigo físicamente sobre su propio cuerpo
(paseo por las calles, cartel, lectura de la sentencia en los cruces). Además, el
suplicio también consistía en un ritual político, ya que en el derecho de la edad
clásica el crimen suponía sobre todo un ataque al soberano, que era aquel del que
emanaba la ley. Por tanto, la pena no sólo debía reparar el daño que se había
cometido, sino que suponía también una venganza a la ofensa que se había
hecho al rey. Sin embargo, entre los siglos XVII y XIX comienzan a desaparecer
los suplicios: el cuerpo como blanco mayor de la represión y el castigo como
teatro. Esto sucedió debido básicamente a dos procesos:

● La desaparición del espectáculo punitivo. Los días de ejecución y de suplicio


eran momentos propicios para que se cometieran desórdenes entre el público.
Además, con frecuencia el condenado llegaba a convertirse en objeto de
admiración. A partir del siglo XIX, el castigo pasa a ser la parte más oculta del
proceso penal.
● El relajamiento de la acción sobre el cuerpo del delincuente. Aunque las
nuevas penas (trabajos forzados, prisión, reclusión, deportación) también son
“físicas”, el cuerpo se toma en ellas como un medio para privar al delincuente dela
libertad pero a un nivel más psicológico. El objeto de la operación punitiva deja de
ser fundamentalmente el cuerpo y pasa a ser el alma. Deja de juzgarse
simplemente un hecho delictivo para pasar a juzgarse toda una serie de
pasiones, instintos, anomalías, inadaptaciones, etc. con las que se califica a los
individuos, los “delincuentes”, «no ya sobre lo que han hecho, sino sobre lo que
son, serán y pueden ser». Esto, además, supondrá la aparición de toda una serie
de expertos (psiquiatras, educadores, funcionarios...) alrededor del castigo.

2. Castigo

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII aparecen numerosas protestas en


contra de los suplicios, que se consideran tanto vergonzosos como peligrosos.
Estas críticas se basan sobre todo en el concepto de “humanidad” como algo que
se debe respetar incluso en el peor de los asesinos. Sin embargo, según Foucault,
estas críticas esconden algo más profundo: la búsqueda de una nueva
“economía del castigo”

Las nuevas penas que se buscan para desarrollar esta nueva tecnología del
castigo tienen que cumplir varias condiciones:

● Deben ser lo menos arbitrarias posible: el vínculo entre delito y castigo debe ser
inmediato

.● Hay que basarse en los intereses del posible delincuente: si el interés es la


fuerza que mueve al delito, hay que utilizar esa misma fuerza para evitarlo.

● Es necesaria una modulación temporal: Una pena definitiva supondría que el


trabajo que se invierte en el delincuente sería desaprovechado, pues el
delincuente regenerado no volvería a la sociedad

● El castigo afecta sobre todo a los posibles delincuentes; el culpable no es más


que uno de sus blancos. Además, los castigos pueden ser considerados como
una retribución que el culpable da a cada uno de sus conciudadanos por el crimen
que los ha perjudicado a todos.

● El castigo público debe ser una escuela y no una fiesta.

3. Disciplina

En esta tercera parte, Foucault pasa a hacer un análisis de los cambios


aparecidos en instituciones como hospitales, cuarteles, escuelas, etc., con el fin de
relacionar las nuevas formas de control de los individuos que aparecen en estos
escenarios con el análisis de la economía del castigo. Las disciplinas a partir del
siglo XVIII hay un descubrimiento de técnicas que permiten un control minucioso
del cuerpo y le imponen docilidad y que se recogen en reglamentos militares,
escolares y hospitalarios. Foucault denomina a estas técnicas “disciplinas”. Las
disciplinas basan su éxito en la utilización de instrumentos simples:

● Vigilancia jerárquica: La vigilancia debe ser una mirada que vea sin ser vista.
Por ejemplo, empezarán a construirse edificios que no estén hechos para ser
vistos (palacios) ni para ver el exterior (fortalezas), sino para permitir un control
interior. De esta forma se van constituyendo el hospital-edificio (como instrumento
de la acción médica), la escuela-edificio (como máquina-pedagógica), etc.

Por tanto, el castigo del poder disciplinario no tiende a la expiación, sino a la


normalización.

● Examen: El examen «es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite
calificar, clasificar y castigar». El examen, se basa en los siguientes
mecanismos:

● Tradicionalmente, el poder es lo que se ve, y aquello sobre lo que se ejerce


permanece en la sombra. Sin embargo, el poder disciplinario se ejerce haciéndose
invisible, y ejerce sobre quienes tienen una visibilidad obligatoria.

● El examen va acompañado de un sistema de registro y de acumulación


documental. De esta forma, el individuo se constituye en objeto descriptible,
analizable, que se estudia en sus rasgos particulares y en su evolución
individual; y por otra parte se constituye un sistema comparativo que permite el
estudio de fenómenos globales y la descripción de grupos

4. Panoptismo.

Según Foucault, los principios anteriores se materializan en el panóptico que


Jeremy Bentham diseñó como edificio perfecto para ejercer la vigilancia. El efecto
más importante del panóptico es inducir en el detenido un estado consciente y
permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder,
sin que ese poder se esté ejerciendo de manera efectiva en cada momento,
puesto que el prisionero no puede saber cuándo se le vigila y cuándo no. El
panóptico sirve también como laboratorio de técnicas para modificarla conducta o
reeducar a los individuos, por lo que no sólo es un aparato de poder, sino también
de saber.

4. Prisión

Aunque la prisión no era algo nuevo, en el paso del siglo XVIII al XIX comienza a
imponerse como castigo universal debido a que presenta ciertas ventajas respecto
a las anteriores formas de pena:

● En una sociedad en la que la libertad es el bien por excelencia, su privación


también aparece como un mal para todos, por lo que aparece como un castigo
“igualitario”.

● La prisión permite cuantificar exactamente la pena mediante el variable tiempo.

● La prisión asume un papel de aparato para transformar los individuos y para ello
reproduce, acentuados, todos los mecanismos disciplinarios que aparecen en la
sociedad. Los principios fundamentales sobre los que se asienta la prisión para
poder ejercer una educación total sobre el individuo son los siguientes:
● El aislamiento del condenado, que garantiza que el poder se ejercerá sobre él
con la máxima intensidad, ya que no podrá ser contrarrestado por ninguna otra
influencia.

● El trabajo, que está definido como un agente de la transformación penitenciaria.


No es la producción en sí lo que se considera intrínsecamente útil, sino los efectos
que ejerce sobre el penado, que se ha de transformar en un individuo que sigue
las normas generales de la sociedad industrial.

● La modulación de la pena, que permite cuantificar exactamente las penas y


graduarlas según las circunstancias. Además, la duración de la pena debe
ajustarse a la transformación del recluso a lo largo de dicha pena. Ahora bien, esto
implica que tiene que haber una autonomía del personal que administra la pena: el
director de la prisión, el cuidador y más adelante psicólogos o asistentes sociales.
Es su juicio, en un sentido de diagnóstico científico, el que debe llevar a la
modulación o incluso suspensión de la pena.

Instituciones que están destinadas precisamente a prevenir y evitar el delito:


reformatorios, instituciones de asistencia, cárceles, entre otros

● En la gradación continua de los aparatos de disciplina, la prisión no supone más


que un grado suplementario en la intensidad del mecanismo que actúa ya desde
las primeras sanciones. «En su función, este poder de castigar no es
esencialmente diferente del de curar o el de educar».

● En todas partes nos encontramos jueces de la normalidad: el profesor-juez, el


médico-juez, el trabajador social-juez

● El tejido carcelario de la sociedad es a la vez el instrumento para la formación


del saber que el poder necesita. Las ciencias humanas han sido posibles porque
se acomodan a esta forma específica de poder.

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