Ética Bancaria

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LA ETICA BANCARIA

Lo primero que hay que preguntarse es si existe algo tal como la ética
bancaria, últimamente he leído una gran cantidad de artículos en los que se
describen muchas irregularidades en la gestión de los servicios que ofrecen las
instituciones bancarias. Se lee que es preciso que se regulen las conductas
éticas, que se siga un código deontológico el cual sea seguido por el vendedor.
Es una realidad hoy en día existe la necesidad de una ética bancaria que
apoye al usuario.

Quien no ha escuchado en alguna ocasión que la actual crisis financiera que


nos aqueja es un problema de falta de ética del sistema financiero
internacional, que la especulación es un acto que no va con una tendencia
ética. Y con este argumento vuelven a darnos vueltas en la cabeza las ideas de
que hacen falta principios y reclamar un comportamiento financiero ético, pero
sigo cuestionando ¿qué es en realidad una ética bancaria?

Lo primero que se me ocurre decir es que la ética es una reflexión acerca de la


conducta de las personas, el sujeto ético es el ser humano, de modo que quien
tiene que conocer los principios y aquello que es conveniente y bueno para el
sujeto es tanto el usuario como el vendedor, porque antes de cualquier
institución o empresa están las personas. El gran problema ha sido que las
instituciones bancarias tienen un fin que queda muy lejos de asegurar el
bienestar y el bienser de la persona, lo que interesa es la ganancia, la utilidad,
hacer más dinero sin importar cómo, de tal forma que la ética se corrompe
puesto que la ética no se puede generar en el sentido de realizar una buena
conducta y declarar principios en los cuales la persona quede mediatizada.
Existe un dictum clásico de la ética que reza de la siguiente manera. “la
persona es siempre un fin en ella misma y jamás un medio”. La ética bancaria
ha de comenzar por definirse como un servicio ético para las personas quienes
además depositan su confianza en los bancos entregando el fruto de su
trabajo, quizá esto último es lo más penoso, que cuando los bancos
nos fraudean o defraudan nos cobran comisiones por el uso de todos los
servicios que ellos mismos nos ofrecen como inocuos —incluso poco les falta
por cobrar el aire que respiramos dentro de las sucursales—, nos sentimos
atropellados, porque como personas no somos respetados, nos ven cara de
instrumento y de utilidad. Todo esto violenta la dignidad de la persona.

Que las instituciones bancarias se den cuenta que la ética es rentable ya es un


paso, pero una vez más ven a la ética como un instrumento para competir en la
feroz viña del liberalismo económico, la ética bancaria no debe usarse para que
se les dote de un sello que los acuse como empresas éticamente
responsables, tener una vitrina con la misión, visión y los valores del banco,
nunca será suficiente sino se comienza por comprender que la persona es un
fin, y que el sistema bancario está para darle servicio a las personas y no para
utilizarlas. ¿A quién no le da coraje que nos vean cara de signo de peso?

ÉTICA BANCARIA Y BANCA ÉTICA.

La ética empresarial se ha convertido en uno de los principales campos de


estudio de las organizaciones, tanto desde el punto de vista académico como
desde su aplicación al mundo empresarial (Forcadell y Aracil, 2017). Los
escándalos protagonizados por algunas empresas (Enron, Parmalat), y las
malas praxis que afectan a un número cada vez mayor de consumidores, han
sido los causantes del surgimiento de la denominada economía ética, cuyo
máximo representante es el premio Nobel de 1998, Amartya Sen. El sector
financiero, y en particular la banca, es especialmente sensible a la aplicación
de la ética empresarial. Por una parte, porque su papel como sector estratégico
de la economía es clave y determinante (Belás, 2012) y por otra, porque
durante los últimos años, y en especial desde la crisis financiera del 2008, ha
sido protagonista de numerosos casos de escándalos y malas prácticas
(Rosero y otros, 2013). Muchos bancos comerciales, en un ámbito mundial, se
han visto involucrados en escándalos públicos sobre problemas éticos
ocasionados por comportamientos poco profesionales y escasos de ética
como, por ejemplo, el lavado o blanqueo de dinero negro, la malversación de
fondos de grandes grupos financieros y su relación con el fraude fiscal a través
de paraísos fiscales, la colocación excesiva de créditos y otros productos
financieros que provoca quiebras bancarias y problemas con las cuentas y
depósitos de los clientes, o las irregularidades en la apertura de cuentas y
transferencias de fondos, entre otros (Rosero y otros, 2013; EBF, 2013). La
adopción de comportamientos éticos y el cumplimiento normativo y de códigos
éticos es fundamental en el funcionamiento de los bancos, pues estas or- 90
Oikonomics (N.º 10, noviembre de 2018) ISSN 2339-9546 Universitat Oberta
de Catalunya http://oikonomics.uoc.edu Revista de los Estudios de Economía y
Empresa Dossier Joan Ramon Sanchis Palacio Ética bancaria y banca ética.
Dos realidades distintas y posibles ganizaciones manejan un activo muy
sensible que es propiedad de sus clientes: el dinero (Bagus y Howden, 2013).
Tanto es así, que no solo se habla de la ética bancaria, sino incluso de la
existencia de bancos éticos; dos aspectos que son distintos. La Alianza Global
por una Banca con Valores (Global Alliance for Banking on Values, GABV),
creada en el 2009, está formada por una veintena de bancos líderes en banca
ética y sostenible en todo el mundo, y su objetivo es promover una alternativa a
un sistema financiero global en crisis (Sasia, 2012). Entre sus miembros se
encuentra Triodos Bank, uno de los bancos fundadores y actual presidente de
la GABV; el resto de los miembros son entidades de microcréditos, bancos y
cooperativas de crédito, dedicados a la financiación responsable. Entre todos,
suman activos por encima de los 40.000 millones de dólares, y dan servicio a
más de 10 millones de clientes en 20 países de todo el mundo. A pesar de los
múltiples escándalos relacionados con la ética que han afectado a los bancos,
y el papel clave que estos desempeñan en el sistema económico, los estudios
publicados sobre ética empresarial aplicada a la banca son realmente escasos
(Muñoz y otros, 2004; Forcadell y Aracil, 2017). Sin embargo, la necesidad de
recuperar parte de la imagen y reputación perdida, sobre todo durante la crisis
financiera del 2008, a través de la introducción de prácticas de responsabilidad
social empresarial (RSE) y de comportamientos éticos, es evidente (Hur y
otros, 2014). En este sentido, existen estudios que han demostrado que la
introducción de este tipo de prácticas contribuye de manera positiva a la
recuperación de la reputación empresarial y a la obtención de resultados
económicos para la organización (Ruiz y otros, 2014). 1. La ética aplicada a la
banca: ética bancaria como necesidad El concepto de ética empresarial
comienza a desarrollarse a partir de la segunda mitad del siglo XX, y llega a su
máximo apogeo a principios del siglo xxi, asociado a otros conceptos también
de actualidad como la RSE, el Gobierno corporativo, la sostenibilidad o la
ciudadanía corporativa (Zadek, 2000). Su desarrollo como campo de estudio
especializado se sitúa en los años setenta del siglo xx (De George, 1995), y
surge con un fuerte carácter multidisciplinar, recibiendo aportaciones desde la
gestión empresarial, pero también desde otros campos muy diversos, como la
teología y la filosofía. Sus primeras aplicaciones se centran en el
comportamiento de las grandes corporaciones y en la necesidad de la
separación entre la propiedad y la dirección. Durante la década de los ochenta
del siglo xx, se extiende con fuerza en el ámbito empresarial y comienzan a
surgir instituciones y publicaciones especializadas en esta materia, primero en
EE. UU. y posteriormente en Europa. Universitat Oberta de Catalunya ISSN
2339-9546 (N.º 10, noviembre de 2018) Oikonomics 91 Revista de los Estudios
de Economía y Empresa http://oikonomics.uoc.edu Dossier Joan Ramon
Sanchis Palacio Ética bancaria y banca ética. Dos realidades distintas y
posibles La introducción de la ética como un elemento destacado en la toma de
decisiones de las organizaciones no se produce solo por la presión social, sino
sobre todo porque las empresas han visto en ella una herramienta estratégica
para la mejora de sus beneficios económicos, sobre todo a través del
marketing. Los comportamientos éticos contribuyen a la mejora de la imagen y
de la reputación de las empresas, lo que afecta positivamente a sus ventas e
ingresos (de los Ríos y otros, 2012). Como señalan algunos autores, las
empresas excelentes convergen hacia la ética (Peters, 2005). Podemos definir
la ética como un conjunto de principios, normas y reglas de conducta que rigen
el comportamiento de las personas y los grupos (Carroll, 1991). Su inclusión
como pautas de comportamiento empresarial y económico se remonta a los
trabajos de los primeros economistas, como Adam Smith o Marshall (Windsor,
2006). Existen diferentes definiciones sobre ética empresarial, aunque la mayor
parte ponen el énfasis en la filosofía o el significado moral (Epstein, 1987), y
señalan la diferencia entre lo bueno y lo malo (Crane y Matten, 2007). Fetiniuc
y Luchian (2014) definen la ética bancaria como el sistema de reglas y
estándares de conducta para las instituciones bancarias y su personal
colaborador. De esta definición, se deduce que la ética bancaria abarca dos
niveles: la ética corporativa, que comprende los criterios y normas de conducta
del banco como institución; y la ética bancaria, que afecta a la conducta de los
empleados bancarios. Esta última presenta a su vez una doble dimensión,
interna y externa (Romero, 2006). La ética bancaria interna comprende el
conjunto de normas y reglas que afectan a las relaciones entre los stakeholders
internos del banco (gerentes, propietarios y empleados), y tiene como fin
resolver los posibles conflictos internos que se puedan producir entre ellos. Por
su parte, la ética bancaria externa afecta a las relaciones de los stakeholders
internos con los externos, en especial, la relación de los empleados bancarios
con sus clientes, y tiene como finalidad evitar fraudes y malas prácticas
(Guzmán y Vera, 2016). Los principios básicos de la ética bancaria son
(Bozovic, 2007): 1) el principio de la confianza mutua entre el banco y sus
clientes, a través del cual se establecen los acuerdos contractuales; 2) el
principio de interés y beneficio mutuo, según el cual ninguno de los socios en
una relación de negocios debe sentirse engañado; 3) el principio de buenas
intenciones, que significa que no hay intención de tratar de hacer negocios de
forma inmoral, como por ejemplo el fraude, robo o cualquier otra manipulación
no deseada; 4) el principio del compromiso empresarial y la tolerancia de
negocios se refiere a la armonización de conflictos de intereses entre los
participantes en el proceso; 5) el principio de la mejora de la conducta ética de
negocios es la disponibilidad del socio para aceptar el error que se cometió
como resultado de sus propias acciones; 6) el principio de la
desmonopolización de la posición propia, como el comportamiento
monopolístico en el mercado, que no 92 Oikonomics (N.º 10, noviembre de
2018) ISSN 2339-9546 Universitat Oberta de Catalunya
http://oikonomics.uoc.edu Revista de los Estudios de Economía y Empresa
Dossier Joan Ramon Sanchis Palacio Ética bancaria y banca ética. Dos
realidades distintas y posibles contiene ningún valor ético; y 7) el principio del
conflicto entre los intereses comerciales de los participantes, que se refiere a la
incapacidad para relacionarse con los intereses personales comunes, mientras
se tienen los mismos valores éticos presentes (Tran, 2014). Rosero y otros
(2013) contemplan tres áreas o componentes diferentes dentro de la ética
bancaria: 1) el comercio ético en los mercados financieros (bolsas de valores),
cuyo comportamiento depende de las normas por las que se regulan estos
mercados y de la posible información asimétrica que pueda existir; 2) las reglas
y normas que se establecen para mantener relaciones comerciales con sus
clientes, y que tienen que ver con las estrategias comerciales que siguen los
bancos para captar y atraer a clientes y para su fidelización; y 3) los dilemas
personales de los empleados bancarios que desempeñan sus tareas en las dos
áreas anteriores, y cuyo comportamiento está condicionado por los objetivos o
retos que la entidad les asigna (Ziemba y Swieszczak, 2013). 2. La banca ética:
una realidad cada vez más patente Cuestión distinta es la existencia de la
denominada banca ética, también denominada banca social, banca en valores,
banca responsable o banca sostenible, que suele utilizarse para definir una
banca comprometida con los valores éticos y sociales, frente a la denominada
banca convencional (Sasia, 2012; Soler y Melián, 2012; Soler Roig, 2013).
Aunque no existe un registro público específico sobre banca ética, ni tampoco
tiene una regulación diferente a la banca convencional, posee unas
características que definen su comportamiento y que la diferencian del otro tipo
de banca. De la Cuesta (2006) señala como elementos diferenciadores: 1)
exclusión financiera y racionamiento del crédito: las dificultades para que las
pymes puedan acceder a créditos, por ser consideradas como empresas de
alto riesgo crediticio, o la exclusión por zonas geográficas o por segmentos en
los que el banco no tiene interés en actuar porque la rentabilidad no es
suficientemente alta; 2) fomento del sobreendeudamiento: práctica
generalizada que promueve un mayor consumo a través de nuevos productos
crediticios como las tarjetas de crédito a personas de segmentos vulnerables
(jóvenes, personas excluidas, pensionistas, inmigrantes, etc.); y 3) conflicto de
intereses y manipulación de los mercados de valores. En este sentido, los
principales asuntos que la banca ética está incorporando en su agenda de
sostenibilidad giran en torno a cuatro pilares fundamentales (Castro y Romero,
2011): incrementar la inclusión financiera facilitando el acceso al crédito y a los
productos/servicios financieros básicos a aquellos colectivos que han quedado
excluidos de los circuitos financieros clásicos o habituales; garantizar el acceso
de las pymes a la financiación; controlar los impactos derivados de la
financiación de Universitat Oberta de Catalunya ISSN 2339-9546 (N.º 10,
noviembre de 2018) Oikonomics 93 Revista de los Estudios de Economía y
Empresa http://oikonomics.uoc.edu Dossier Joan Ramon Sanchis Palacio Ética
bancaria y banca ética. Dos realidades distintas y posibles grandes proyectos
en ámbitos como el medioambiente, los derechos humanos, la corrupción, etc.;
y fomentar la inversión socialmente responsable como componente
fundamental para una adecuada responsabilidad social empresarial. Los
aspectos que caracterizan a la banca ética, según M. de la Cuesta y N. del Río
(2001), son: la máxima participación social; la posibilidad de seleccionar el
destino de las inversiones no solo bajo el criterio de rentabilidad y riesgos, sino
por temas sociales; la gestión eficaz y profesional de la actividad empresarial
que supone el nuevo instrumento financiero; la transparencia como valor
fundamental, tanto en la gestión administrativa como en la toma de decisiones;
la existencia de un código ético (normativas morales y éticas de procesos); y la
colocación del activo en proyectos con valor añadido social. Se podrían añadir
además otros aspectos relacionados con el comportamiento interno de los
bancos éticos, como son la menor diferencia salarial (no superior a la escala
1:10) y la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, aunque
estos aspectos varían según modelos de banca ética. De todo lo anterior, se
puede definir un banco ético como «la institución que invierte o presta dinero,
exclusivamente, con finalidad social o ética, sin renunciar necesariamente a
finalidades estrictamente financieras» (San Emeterio y Retolaza, 2003, pág.
136). Así, las principales diferencias entre un banco convencional y un banco
ético son las siguientes: el primero busca obtener beneficios económicos,
mientras que el segundo busca objetivos tanto económicos como sociales;
mientras que el primero prefiere la rentabilidad y la seguridad, el segundo
busca el uso ético de su dinero; en el primero, el universo de inversión y
financiación es ilimitado y está orientado a las empresas que generan mayor
rentabilidad económica, mientras que en el segundo está restringido a las
empresas socialmente responsables; la transparencia en el primero es escasa
y poco clara, mientras que en el segundo es absoluta; las condiciones
crediticias en el primero se sustentan en avales o garantías patrimoniales,
mientras que el segundo busca más la viabilidad de los proyectos y su impacto
social; en cuanto al diseño de los productos y servicios financieros, el primero
los adapta más a las necesidades de la propia entidad, mientras que el
segundo los adapta a las necesidades o preferencias de sus clientes; y la toma
de decisiones en el primero se basa en directivos y gestores, mientras que en
el segundo participan todos los stakeholders, incluidos los trabajadores y los
clientes (Castro y Romero, 2011). La banca ética nace en los años sesenta del
siglo xx como una herramienta al servicio de las personas excluidas del
sistema financiero, con el fin de proporcionarles financiación para emprender
proyectos o negocios de impacto social. Así, los primeros bancos éticos van
dirigidos a grupos de personas marginadas o en exclusión social, como las
mujeres y las personas de raza negra. Posteriormente, los bancos éticos se
van extendiendo, tanto geográfica como socialmente, y a fina- 94 Oikonomics
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Dossier Joan Ramon Sanchis Palacio Ética bancaria y banca ética. Dos
realidades distintas y posibles les de los sesenta y comienzos de los setenta
empiezan a constituirse los primeros bancos éticos en Europa. Hoy día, la
banca ética es una realidad contrastada y consolidada y, lo más importante, ha
demostrado que la banca puede ser viable manteniendo criterios éticos y
sociales. No es necesario especular con el dinero de los clientes para ser
rentable desde el punto de vista financiero, y se puede ser rentable desde el
punto de vista financiero y social de manera paulatina. Bajo este argumento,
cualquier banco podría adoptar criterios éticos en su funcionamiento sin poner
en peligro su viabilidad económica, por lo cual conviene señalar que el objetivo
debería ser que toda la banca fuera ética, y no tener que diferenciar entre una
banca que es ética y otra que no lo es. Los bancos éticos se basan en los
principios de la economía solidaria, que son: 1) igualdad: sistemas de
retribución con pocas diferencias salariales; 2) empleo: empleo estable y de
calidad y acceso al empleo de los colectivos con mayor riesgo de exclusión; 3)
sostenibilidad: protección del medio ambiente y uso adecuado de los recursos
naturales; 4) cooperación: colaboración tanto dentro de la organización (entre
las personas) como fuera (con otras organizaciones); 5) responsabilidad social:
compromiso con el entorno; y 6) ánimo de lucro limitado: reinvertir parte de los
beneficios económicos en la sociedad. A través de estos seis principios
básicos, los bancos éticos establecen unos códigos de conducta que están
basados en dos características principales: la transparencia y la inversión
socialmente responsable. Son bancos que utilizan el dinero de los depositantes
para invertir en proyectos sociales y medioambientales, y en ningún caso
financian actividades fraudulentas, ilegítimas o no éticas, como la fabricación
de armamento, el blanqueo de dinero negro, la especulación o el abuso del
trabajo. Además, todas sus inversiones son públicas, de manera que cualquier
ciudadano puede acceder a esta información y comprobar a qué están
destinando su dinero este tipo de bancos (Sanchis, 2016). Conclusiones La
ética bancaria representa un campo de estudio de gran interés en la actualidad,
por las implicaciones de la crisis financiera del 2008 y por los numerosos y
destacados casos de malas prácticas y abusos que se han producido dentro
del sector bancario. La necesidad de recuperar la imagen y la reputación
perdidas obliga a las entidades del sector bancario y financiero a adoptar
nuevas medidas basadas en la ética empresarial. Los bancos éticos son los
únicos que mantienen una alta reputación e imagen, por lo que se han
convertido en un referente para seguir por parte de la banca convencional. La
banca ética correspondería a ejemplos de buenas prácticas dentro del sector
bancario. Este tipo de entidades bancarias se Universitat Oberta de Catalunya
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Estudios de Economía y Empresa http://oikonomics.uoc.edu Dossier Joan
Ramon Sanchis Palacio Ética bancaria y banca ética. Dos realidades distintas y
posibles ha ido extendiendo en un ámbito mundial, en la medida en que han ido
surgiendo nuevos casos de malas prácticas. También se ha producido un
crecimiento considerable del número de clientes y de operaciones financieras
llevadas a cabo en bancos éticos, aunque la cuota de mercado de esta clase
de bancos sigue siendo insignificante en comparación con la banca
convencional. Si se quiere extender la ética en el sector bancario, no solo se ha
de potenciar la creación y el desarrollo de bancos éticos, sino que además se
ha de potenciar la aplicación de los criterios éticos a los bancos
convencionales, junto con la transparencia y el buen gobierno corporativo. Solo
así se podrá extender la ética al conjunto del sistema bancario. Mientras se
hable de bancos éticos, significará que existen bancos que no son éticos, lo
que será negativo para los consumidores y para la sociedad en su conjunto.
También la sociedad y los ciudadanos han de adquirir conciencia y convertirse
en consumidores financieros responsables.

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