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PLAN GENERAL DE TRABAJO

CURSO 2017-2018

COLECTIVO: PLAZA MENÉNDEZ PELAYO

1. Características socio-económicas del área a cubrir

Las tres facultades que integran el ámbito de trabajo del colectivo Menéndez Pelayo son las de
Derecho, Filología y Filosofía, cuya composición por número de alumnos y docentes se
desglosa a continuación:

Facultad de Derecho

Docentes………..345 (curso 2013-2014)

Estudiantes…….8059 (curso 2013-2014)

(de los cuales)

• Pregrado……. 7312 (curso 2013-2014)

• Posgrado…….747 (curso 2013-2014)

Máster: 2366

Doctorado: 5117

• Titulados en total…… 1389 (curso 2013-2014)

Facultad de Filología

Docentes………..319 (curso 2013-2014)

Estudiantes…….4281 (curso 2013-2014)

(de los cuales)

• Pregrado……. 3066 (curso 2013-2014)

• Posgrado…….1215 (curso 2013-2014)


Máster: 4376

Doctorado: 7787

• Titulados en total…… 427 (curso 2013-2014)

Facultad de Filosofía

Docentes………..79 (curso 2013-2014)

Estudiantes…….1123 (curso 2013-2014)

(de los cuales)

• Pregrado……. 774 (curso 2013-2014)

• Posgrado…….349 (curso 2013-2014)

Máster: 876

Doctorado: 2627

• Titulados en total…… 114 (curso 2013-2014)

Los precios de las matrículas se ordenan en torno al grado de experimentalidad que se


atribuye a cada grado. Las facultades de derecho, filología y filosofía se sitúan todas ellas
dentro del llamado Nivel 3 de experimentalidad, el más rebajado y por lo tanto el menos caro.
Esto no obsta para que los precios totales sigan siendo, y mucho más si se compara con grados
idénticos en otros territorios de España, definitivamente abusivos para la mayoría del
alumnado. Así, el coste por crédito de una primera matrícula en cualquiera de las carreras
antedichas se fija en 23,09 euros, en 43,21 si es la segunda matrícula, en 82,30 si la tercera y
113,71 euros para la cuarta matrícula y sucesivas. Lo cual hace, habida cuenta de que cada
curso consta de 60 créditos (diez asignaturas), un total anual de 1385 euros para la primera
matrícula, 2592 para la segunda, etc. La exorbitancia de los presentes datos pone
manifiestamente en ridículo el estatus de universidad pública que ostenta la institución que los
ocasiona y alberga.

No hay datos oficiales, por otra parte, en lo relativo a la composición por sexos del
profesorado y el alumnado en nuestras facultades, tal vez porque históricamente se haya
considerado irrelevante. No obstante, resulta evidente que no se precisan datos oficiales para
reconocer un claro desequilibrio en la composición por sexos de estas tres facultades, y muy
señaladamente en las de filología y filosofía, donde el alumnado suele componerse
mayoritariamente por mujeres y el profesorado, en cambio, mayoritariamente por hombres.
Ponemos entre paréntesis las posibles causas de esta desnivelación, que acaso tengan que ver
con razones culturales o convencionales que escapan a este informe. En todo caso, es cierto
que por lo que concierne a la facultad de derecho la composición por sexos del alumnado
tiende a equilibrarse en mayor medida, aunque la tendencia de las mujeres a desaparecer en
los altos cargos docentes (ocupación de cátedras, principalmente), se mantiene intacto, como
de hecho ocurre en el resto de las facultades, con muy raras excepciones.

La condición del material del que disponemos en nuestras facultades difiere significativamente
entre derecho, por una parte, y filología y filosofía, por otra, e incluso dentro de estas dos
últimas facultades se perciben altibajos. La razón de estos notables desajustes estriba en el
empleo que desde hace años se viene haciendo indistintamente, por parte de las facultades de
filología y filosofía, de varios edificios de nuestro entorno. De esta forma, las asignaturas
impartidas en el histórico edificio A participan como es natural de sus instalaciones envejecidas
y de sus torturados cuartos de baño, de sus inveteradas paredes en otro tiempo blancas y de
sus añosas fachadas, con tanta frecuencia objeto de reiterados actos vandálicos. Por su lado,
las asignaturas que se imparten en los restantes edificios (el D y el E; en menor medida el B)
participan de sus modernas instalaciones, de sus sofisticadas pantallas de televisión y
equipamientos tecnológicos de último modelo, de sus amplios recintos de esparcimiento y de
su calculada asepsia. La facultad de derecho, por último, no presenta grandes carencias
infraestructurales.

Emplear el hiperónimo de clase media como caracterización global de la población


universitaria, tanto en nuestras facultades de referencia como en las restantes facultades de la
universidad pública española, es probablemente la forma menos desacertada para dar una
visión fidedigna de la extracción de clase de los alumnos en derecho, filología y filosofía. En
este caso clase media quiere decir un fractal significativamente mayoritario de la población
urbana española que, en torno a una familia nuclear y en base a una estabilidad laboral más o
menos garantizada a medio o largo plazo, es capaz de generar unos ahorros lo suficientemente
elevados como para realizar una inversión relativamente alta en sus uno o dos hijos promedio.
Pero es precisamente en virtud de su medianía que la clase media alberga en su seno
subclases entre las que existen importantes alternancias: de esta forma, la clase media más
acomodada será aquella que, capaz de sufragar íntegramente los costos universitarios de la
formación de sus hijos, acudiendo si fuera preciso a profesores particulares y academias, se
orientará mayoritariamente a ramas del conocimientos cuyo futuro laboral es seguro y
prestigioso (como corresponde, en nuestro caso, al grado en derecho); la clase media más
desfavorecida, por su lado, será la que apele en mayor medida a los programas de becas y
ayudas públicas que gestiona la universidad y otros organismos estatales, y la que albergará un
mayor número de jóvenes que compaginan trabajo con estudios, empleos estos que muy rara
vez tendrán que ver con su formación específica, sobre todo por la falta de orientación
pragmática de sus estudios (es, para nuestros intereses, el caso de filología y filosofía). Con
todo, puede decirse que la crisis contemporánea de la clase media supone asimismo la crisis
de la clase universitaria pública.

Mención aparte merece el sector de los trabajadores de universidad. En el ámbito del


profesorado, nuestras facultades de referencia parecen reproducir las condiciones de toda la
universidad Complutense, incluso de toda la universidad pública española: un fuerte contraste
entre las posiciones laboral y económicamente desahogadas de los profesores a tiempo
completo y de los catedráticos y la fuerte precariedad laboral de los profesores asociados y
más aún de los ayudantes, cuyas labores no difieren de las de un becario al uso (tampoco lo
hace su salario). Estas condiciones obligan en numerosos casos a que profesores e
investigadores se vean forzados a mantener otro empleo fuera de la esfera universitaria, lo
que revierte negativamente en la calidad y dedicación de su trabajo docente. No son
infrecuentes las quejas por aulas masificadas o por asignaturas para las que faltan profesores.

El personal de administración y servicios (tales como secretaría, conserjería y el resto de


puestos administrativos que contribuyen a la gestión de nuestras facultades) ocupa puestos de
funcionarios adquiridos a través de convocatorias públicas, razón por la que su situación
laboral y económica tiende a la estabilidad. En caso de duda, no deje de consultarse su
convenio laboral, aquí disponible:

https://www.ucm.es/data/cont/docs/3-2015-03-10-Acuerdo%20II%20PAS%20F.pdf

No ocurre lo mismo con los responsables de los siguientes servicios: limpieza, reprografía,
cafetería. Todos estos dependen enteramente de empresas exteriores a la universidad que
fijan algún tipo de acuerdo con la universidad o con las diferentes facultades. El que las
empresas encargadas (Soldene, Clece) sean diversas hace también que el nivel de presencia
sindical entre sus trabajadores sea igualmente diverso (Cobas y CCOO parecen ser los
sindicatos de mayor presencia entre ellas).
3. Actividad financiera

Complemento a la clásica e indispensable recogida de cuotas mensuales, el colectivo no pasará


por alto en ningún momento las posibilidades que se le presenten para llevar a cabo las
actividades financieras que se consideren oportunas y que puedan reportar beneficios
económicos. Estas iniciativas recaudatorias adquirirán verosímilmente la forma de ventas de
dulces y bebidas en ocasiones señaladas, como es el caso de las fiestas universitarias más
populares, o en eventos como la selectividad y sus análogos. Para el éxito de estas iniciativas
se confiará en nuestra capacidad de organizarlas con la debida antelación y con la colaboración
del resto de colectivos de la universidad, así como en nuestra capacidad de burlar a las fuerzas
del orden. No se excluyen, como es natural, otros medios financieros que se sugieran y
aprueben durante el curso.

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