Neville Goddard, La Fe Es Tu Fortuna
Neville Goddard, La Fe Es Tu Fortuna
Neville Goddard, La Fe Es Tu Fortuna
PRÓLOGO
Si una persona q uiere b eneficiarse de la lectura de este lib ro, es necesaria la comprensió n.
Ex isten dos grandes corrientes de pensamiento en el mundo. La gran masa de personas del mun-
do O ccidental está moldeada para una forma de pensar ex trov ertida: una v asta fab ricació n de
conocimientos, q ue son modificados constantemente mientras el indiv iduo continú a comb inando los
llamados conocimientos de su pró j imo.
U na peq ueñ a minorí a consigue separarse de estos pensamientos moldeados y escapar al á mb ito
del pensamiento en el q ue su propia consciencia gob ierna como una autoridad. Esta minorí a
desarrolla una actitud espiritual claramente definida h acia la v ida.
Este estado de consciencia puede conseguirse, sin duda, a trav és de la fe, pero el v erdadero
significado de la fe, y su potencial ilimitado, h an desempeñ ado un papel tan peq ueñ o en esta forma
de pensar ex trov ertida, q ue se h a conv ertido en un ob stá culo en nuestra época actual de la v ida. Es
prá cticamente desconocida para la gran may orí a.
La mej or manera de conseguir tener una idea clara de lo q ue es una consciencia gob ernada por
la fe es familiarizá ndoos í ntimamente con la literatura b í b lica del mundo. Esta es la ú nica literatura
q ue h a pasado la prueb a del tiempo. T odos los demá s escritos se conv ierten rá pidamente en
v erdades anticuadas. Cada afirmació n pronunciada o cada h ech o registrado en la gran masa de
escritos del mundo es una connotació n de la só lida literatura b í b lica.
El v erdadero mensaj e de este lib ro está formado por repetidas instrucciones directas sob re có mo
enfocar la literatura b í b lica y có mo interpretarla para llegar a tener una comprensió n clara de la fe y
de su influencia ilimitada en la consciencia indiv idual.
U n dato por sí solo, q ue se presenta enérgicamente en las enseñ anzas de Nev ille, h ab la de su
integridad, es decir, q ue se puede ay udar a la persona con un enfoq ue comprensib le de esta
literatura y de sus efectos en la consciencia, pero una v ez q ue se h a conseguido una comprensió n
suficiente, su interpretació n depende enteramente de ella. Para ir má s lej os en este punto, el autor
señ ala simplemente q ue sus propios escritos deb erí an ser estudiados repetidamente h asta q ue se
consiga un enfoq ue iluminado de la B ib lia.
En este estudio, es posib le q ue las lecturas y los significados decididos estén lej anos en el tiempo,
h aciendo q ue sea necesario fij ar definitiv amente las impresiones iniciales en la consciencia.
Es mediante la acumulació n de estos estados de consciencia fij ados, decididos con precisió n, q ue
el autor desarrolla gradualmente dentro de otro, q ue la comprensió n de la fe se desarrolla de
manera paralelamente a la comprensió n de uno mismo.
SC OT T R . ED W A RD S , licenciado en Ciencias,
Doctor en medicina, miemb ro del Colegio
Norteamericano de Ciruj anos.
En verdad os digo
q u e ant es de q u e ex ist iera A b rah am , Y O SO Y .
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JU A N 8 ,5 8
A N T E SD E A B R A H A M
“ E n el principio era la P alab ra, y la P alab ra estab a con D ios, y la P alab ra era D ios.”
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TÚ DECRETARÁS
E l h omb re pu ed e d ecretar u na cosa y entonces ocu rrirá .
E l ser h u mano siempre h a d ecretad o aq u ello q u e h a aparecid o en su mu nd o. A ctu al-
mente está d ecretand o lo q u e está apareciend o en su mu nd o y continu ará h acié nd olo
mientras sig a siend o consciente d e q u e es u n ser h u mano.
Jamá s h a aparecid o nad a en el mu nd o q u e el h omb re no h ay a d ecretad o q u e aparez -
ca. P u ed es neg ar esto, pero por mu ch o q u e lo intentes no pu ed es ref u tarlo, porq u e este
acto d e d ecretar se b asa en u n principio inmu tab le. E l ser h u mano no ord ena q u e las cosas
aparez can med iante su s palab ras, las cu ales, en la may orí a d e los casos, son u na conf esió n
d e su s d u d as y su s temores. D ecretar es alg o q u e se h ace en la consciencia.
T od a persona ex presa au tomá ticamente aq u ello q u e es consciente d e ser. Sin ning ú n
esf u erz o, o sin u tiliz ar palab ras, en cad a momento, la persona está ord ená nd ose a sí misma
ser y poseer aq u ello q u e es consciente d e ser y d e poseer. E ste principio inmu tab le d e
ex presió n está escenif icad o en tod as las B ib lias d el mu nd o. L os escritores d e nu estros lib ros
sag rad os eran mí sticos ilu minad os, maestros d el pasad o en el arte d e la psicolog í a. A l contar
la h istoria d el alma, personif icaron este principio impersonal en la f orma d e u n d ocu mento
h istó rico, tanto pata preserv arlo como para ocu ltarlo d e los oj os d e los no iniciad os.
A ctu almente, aq u ellas personas a las q u e les h a sid o conf iad o este g ran tesoro, es d ecir,
el clero d el mu nd o, h an olv id ad o q u e las B ib lias son d ramas psicoló g icos q u e representan la
consciencia d el h omb re; en su cieg o olv id o, ah ora enseñ an a su s seg u id ores a ad orar a su s
personaj es como si f u eran h omb res y mu j eres q u e realmente v iv ieron en el tiempo y el
espacio.
C u and o el ser h u mano v ea la B ib lia como u n g ran d rama psicoló g ico en el q u e tod os su s
personaj es y actores son la personif icació n d e las cu alid ad es y los atrib u tos d e su propia
consciencia, entonces, y só lo entonces, la B ib lia le rev elará la lu z d e su simb olog í a. E ste
principio impersonal d e la v id a q u e creó tod as las cosas está representad o como D ios.
D escu b rimos q u e este Señ or D ios, cread or d el C ielo y d e la T ierra, es la consciencia d e ser
d el h omb re. Si las personas estu v ieran menos limitad as por la ortod ox ia y ob serv aran d e u na
f orma má s intu itiv a, no pod rí an ev itar notar, al leer la B ib lia, q u e la consciencia d e ser es
rev elad a cientos d e v eces a lo larg o d e ese tex to. P or nomb rar u nas pocas: « E L YO SOY me h a
env iad o a v osotros» . « Q u é d ate tranq u ilo y sab e q u e Yo SOY D ios.» « Yo SOY el Señ or y no h ay
ning ú n D ios.» « Yo SOY el pastor.» « Yo SOY la pu erta.» « Yo SOY la resu rrecció n y la v id a.» « Yo SOY el
camino.» « Yo SOY el principio y el f in.»
Yo SOY; la consciencia d e ser no cond icionad a d el ser h u mano es rev elad a como el Señ or
y el cread or d e tod os los estad os cond icionad os d e y a ex istencia. Si el h omb re pu d iera
ab and onar su creencia en u n D ios separad o d e é l, reconociend o q u e su consciencia d e ser
es D ios ( consciencia q u e se f orma a imag en y semej anz a d e su id ea d e sí mismo) , trans-
f ormarí a su mu nd o, q u e d ej arí a d e ser u n d esierto esté ril para conv ertirse en u n terreno f é rtil
d e su ag rad o.
E l d í a en q u e el ser h u mano h ag a esto sab rá q u e é l y su P ad re son u no, pero su P ad re es
má s g rand e q u e é l. Sab rá q u e su consciencia d e ser es u na con aq u ello q u e é l es cons-
ciente d e ser, pero q u e su consciencia no cond icionad a d e ser es má s g rand e q u e su
estad o cond icionad o o su id ea d e sí mismo.
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EL PRINCIPIO DE LA VERDAD
« C onoceré is la v erd ad y la v erd ad os h ará lib res» .
L a v erd ad q u e lib era al h omb re es el conocimiento d e q u e su consciencia es la resu rrec-
ció n y la v id a, d e q u e su consciencia resu cita y d a v id a a tod o lo q u e é l es consciente d e
ser. F u era d e la consciencia, no ex isten ni la resu rrecció n ni la v id a.
C u and o el ser h u mano renu ncie a su creencia en u n D ios separad o d e é l y empiece a
reconocer q u e su consciencia d e ser es D ios, como h icieron Jesú s y los prof etas, entonces
transf ormará su mu nd o al d arse cu enta d e q u e « M i P ad re y y o somos u no, pero mi P ad re es
má s g rand e q u e y o» . Sab rá q u e su consciencia es D ios y q u e aq u ello q u e é l es consciente
d e ser es el h ij o q u e es testig o d e D ios, el P ad re.
E l q u e concib e u na id ea y la id ea conceb id a son u no, pero el q u e concib e es má s g ran-
d e q u e aq u ello q u e concib e. A ntes d e q u e ex istiera A b rah am, Yo SOY. SÍ, y o era consciente
d e ex istir antes d e ser consciente d e q u e soy u na persona, y el d í a en q u e d ej e d e ser
consciente d e q u e soy u na persona, seg u iré siend o consciente d e q u e ex isto.
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« E star au sente d el cu erpo y estar presente con el Señ or» no es para u nos pocos eleg id os; es
u n llamamiento g eneral a tod a la h u manid ad . E l cu erpo d el q u e se te está inv itand o a
escapar es tu id ea actu al d e ti mismo, con tod as su s limitaciones, mientras q u e el Señ or con
el q u e d eb es estar presente es tu consciencia d e ser.
P ara realiz ar esta proez a aparentemente imposib le, d eb es apartar tu atenció n d e tu pro-
b lema y colocarla en el simple h ech o d e ex istir. D ices en silencio, pero con sentimiento: « Yo
SOY» . N o cond iciones esta consciencia y sig u e d eclarand o: « Yo SOY — Yo SOY» . Simplemente,
siente q u e no tienes rostro ni f orma, y continú a h acié nd olo h asta q u e sientas q u e f lotas.
« F lotar» es u n estad o psicoló g ico q u e nieg a completamente lo f í sico. M ed iante la prá cti-
ca, en estad o d e relaj ació n y neg á nd ote d e b u ena g ana a reaccionar a las impresiones
sensoriales, es posib le d esarrollar u n estad o d e consciencia d e receptiv id ad pu ra. E sto es
alg o sorprend entemente f á cil d e log rar. E n este estad o d e d esapeg o ab solu to, u na clara
f irmez a d e pensamiento intencionad o pu ed e ser g rab ad a ind eleb lemente en tu conscien-
cia no mod if icad a. E ste estad o d e consciencia es necesario para u na au té ntica med i-
tació n.
E sta marav illosa ex periencia d e elev arte y f lotar es la señ al d e q u e está s au sente d el
cu erpo o d el prob lema y q u e ah ora está s presente en el Señ or. E n este estad o ex pand id o
só lo eres consciente d e ser el YO SO Y – YO SO Y; só lo eres consciente d e ex istir.
C u and o se log ra esta ex pansió n d e la consciencia, d entro d e esta prof u nd id ad inf orme
d e ti mismo, d eb es d ar f orma a la nu ev a id ea d eclarand o y sintiend o q u e eres aq u ello q u e
d eseab as ser antes d e entrar en este estad o. D escu b rirá s q u e d entro d e esa prof u nd id ad
inf orme d e ti mismo tod as las cosas parecen ser d iv inamente posib les. C u alq u ier cosa q u e
sinceramente sientas q u e eres mientras está s en este estad o ex pand id o se conv ierte, con el
tiempo, en tu ex presió n natu ral.
Y D ios d ij o: « H ay a u n f irmamento entre las ag u as» . Sí , q u e h ay a u na f irmez a o conv icció n
en med io d e esta consciencia ex pand id a, med iante el sab er y el sentir q u e YO SO Y eso, la
cosa d esead a.
C u and o d eclaras y sientes q u e eres la cosa d esead a, está s cristaliz and o esa lu z lí q u id a
inf orme q u e tú eres, coinv irtié nd ola en la imag en y semej anz a d e aq u ello q u e eres cons-
ciente d e ser.
A h ora q u e la ley d e tu ser te h a sid o rev elad a, comienz a h oy mismo a camb iar tu mu nd o
med iante la reev alu ació n d e ti mismo. D u rante d emasiad o tiempo, el h omb re se h a af erra-
d o a la creencia d e q u e nace d el d olor y d e q u e d eb e conseg u ir su salv ació n con el su d or
d e su f rente. D ios es impersonal y no h ace d if erencias entre las personas. M ientras el ser
h u mano continú e teniend o esta creencia d e d olor, seg u irá caminand o en u n mu nd o d e
tristez a y conf u sió n, porq u e el mu nd o, en tod os su s d etalles, es la consciencia d el ser h u ma-
no cristaliz ad a.
E n el L ib ro d e los N ú meros está escrito: « H ab í a g ig antes en las tierras y a nosotros nos pa-
reció q u e é ramos como saltamontes, y a ellos les pareció q u e nosotros é ramos como sal-
tamontes» .
H oy es el d í a, el ah ora eterno, en el q u e las cond iciones en el mu nd o h an alcanz ad o la
apariencia d e g ig antes. L os d esemplead os, los ej é rcitos d el enemig o, la competitiv id ad en
los neg ocios, etc., son los g ig antes q u e h acen q u e te sientas como u n saltamontes ind ef en-
so.
N os d icen q u e primero nos pareció q u e é ramos como saltamontes y q u e, d eb id o a este
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L a h istoria d e la traició n a Jesú s en el j ard í n d e G etsemaní ilu stra a la perf ecció n el d escu -
b rimiento d e este principio por parte d el h omb re. E n ella se nos cu enta q u e la mu ch e-
d u mb re, armad a con palos y antorch as, b u scab a a Jesú s en la oscu rid ad d e la noch e.
M ientras preg u ntab an d ó nd e estab a Jesú s ( la salv ació n) , la v oz respond ió : « YO SOY» , ante lo
cu al la mu ltitu d cay ó al su elo. A l recu perar la compostu ra, v olv ieron a ped ir q u e se les
mostrara el escond ite d el salv ad or y , u na v ez má s, el salv ad or d ij o: « O s h e d ich o q u e YO
SO Y. P or lo tanto, si me b u scá is, d ej ad tod o lo d emá s» .
E l h omb re, en la oscu rid ad d e la ig norancia h u mana, sale a b u scar a D ios, ay u d ad o por
la lu z parpad eante d e la sab id u rí a h u mana. C u and o se le rev ela q u e su YO SO Y, o cons-
ciencia d e ser, es su salv ad or, la conmoció n es tan g rand e q u e, mentalmente, cae al su elo,
porq u e tod as su s creencias se tamb alean al comprend er q u e su consciencia es su ú nico
salv ad or. E l conocimiento d e q u e su Yo SO Y es D ios ob lig a a la persona a d ej ar a tod as las
d emá s, porq u e le resu lta imposib le serv ir a d os d ioses. E l ser h u mano no pu ed e aceptar q u e
su consciencia d e ser es D ios y , al mismo tiempo, creer en otra d eid ad .
C on este d escu b rimiento, la orej a o la au d ició n d el h omb re ( la comprensió n) es cortad a
por la espad a d e la f e ( P ed ro) mientras q u e su oí d o perf ecto y d isciplinad o ( la comprensió n)
es restab lecid o por ( Jesú s) el conocimiento d e q u e el YO SO Y es el Señ or y el Salv ad or.
P ara q u e la persona pu ed a transf ormar su mu nd o, primero d eb e ech ar estos cimientos, o
tener esta comprensió n. YO SOY el Señ or. L a persona d eb e sab er q u e su consciencia d e ser
es D ios. H asta q u e esto esté f irmemente estab lecid o, d e manera q u e ning u na su g erencia o
arg u mento d e los d emá s pu ed a h acerle f laq u ear, se encontrará reg resand o a la esclav itud
de su antigua forma de ser. « Si no crees q ue Yo S OY É l, morirá s en tus pecados.» A menos q ue la
persona descub ra q ue su consciencia es la causa de todas las ex presiones de su v ida, continuará
b uscando la causa de su confusió n en el mundo de los efectos, y entonces morirá en su infructí fera
b ú sq ueda.
« Yo S OY la v id y v osotros sois las ramas.» La consciencia es la v ida, y aq uello q ue eres consciente de
ser es como las ramas a las q ue alimentas y mantienes v iv as. Del mismo modo q ue la rama no tiene
v ida si no está adh erida a la v id, las cosas no tienen v ida si tú no eres consciente de ellas. Así como
una rama se march ita y muere si la sav ia de la v id dej a de fluir h acia ella, tamb ién las cosas y las
cualidades desaparecen si retiras tu atenció n de ellas; porq ue tu atenció n es la sav ia de v ida q ue
sustenta la ex presió n de tu v ida.
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O s h e dich o q u e Y o SO Y ; p or lo t ant o,
si m e b u scá is a m í , dej ad q u e é st os se vay an.
JU A N 18 ,8
En cu ant o les dij o « Y O SO Y »
ret rocedieron y cay eron en la t ierra.
JU A N 18 ,6
¿ A Q U IÉ N B U SCAS?
Hoy en dí a se dicen tantas cosas sob re los Maestros, los Hermanos May ores, los Ex pertos y los inicia-
dos, q ue numerosos b uscadores de la v erdad está n siendo llev ados continuamente a conclusiones
erró neas al b uscar estas falsas luces Por un precio, la may orí a de estos seudo-maestros ofrece a sus
alumnos una iniciació n a los misterios, prometiéndoles orientació n y direcció n. La deb ilidad del ser
h umano por los lí deres, así como su culto a los í dolos, lo conv ierte en presa fá cil para estas escuelas y
estos maestros. La may orí a de estos estudiantes tiene b uena v oluntad y , después de añ os de espera
y sacrificios, acab a descub riendo q ue estab a siguiendo un espej ismo. Sienten q ue sus escuelas y sus
metros los h an decepcionado, y esta desilusió n v aldrá el esfuerzo y el precio q ue h an pagado por su
b ú sq ueda infructuosa. Entonces dej ará n de adorar al h omb re y , al h acerlo, descub rirá n q ue aq uello
q ue b uscan no se encuentra en otra persona, porq ue el R eino del Cielo está en su interior. Darse
cuenta de esto será su primera iniciació n v erdadera. La lecció n aprendida será ésta: Só lo h ay un
Maestro y ese Maestro es Dios, el Yo S OY, q ue está dentro de nosotros mismos.
« Yo S OY el Señ or tu Dios, q ue te conducirá fuera de la tierra de la oscuridad; fuera de la casa de la
esclav itud.» El Yo S OY, tu consciencia, es el Señ or y el Maestro y , aparte de tu consciencia, no h ay
ningú n Señ or ni ningú n Maestro. T ú eres el Señ or de todo aq uello de lo q ue eres consciente de ser.
Sab es q ue lo eres, ¿ no es v erdad? Sab er q ue eres algo es el Señ or y el Maestro de aq uello q ue
sab es q ue eres. Podrí an aislarte completamente de aq uello q ue eres consciente de ser; sin emb argo,
a pesar de todas las b arreras h umanas, podrí as atraer h acia ti, sin esfuerzo, todo lo q ue eres cons-
ciente de ser. La persona q ue es consciente de ser pob re no necesita la ay uda de nadie para
ex presar su pob reza. La persona q ue es consciente de estar enferma, aunq ue sea aislada en la zona
má s h erméticamente sellada y lib re de gérmenes del mundo, ex presarí a su enfermedad.
No h ay ninguna b arrera para Dios, porq ue Dios es tu consciencia de ser. Independientemente de
lo q ue seas consciente de ser, puedes ex presarlo sin esfuerzo, y lo h aces. Dej a de esperar a q ue
llegue un Maestro; él está contigo siempre. « Yo E S T OY contigo siempre, incluso h asta el fin del mundo.»
De v ez en cuando sab rá s q ue eres much as cosas, pero no necesitas ser nada para sab er q ue lo
eres. Si lo deseas, puedes desprenderte del cuerpo q ue tienes; al h acerlo, te dará s cuenta de q ue
eres una consciencia sin rostro, sin forma, y q ue no dependes de tu forma para ex presarte. Sab rá s
q ue eres y , ademá s, descub rirá s q ue el h ech o de sab er q ue eres es Dios, el Padre, q ue precedió a
todo aq uello q ue alguna v ez h as sab ido q ue eres. Antes de q ue ex istiera el mundo, tú eras conscien-
te de ex istir y , por lo tanto, decí as: « Yo S OY». Y el Yo S OY ex istirá después de q ue todo aq uello q ue sab es
q ue eres dej e de ser.
No ex isten los Maestros Ascendidos. Acab a con esa superstició n. Siempre estará s elev á ndote de un
niv el de consciencia ( maestro) a otro, y al h acerlo manifestará s el niv el ascendido, ex presando esa
consciencia recientemente adq uirida.
Dado q ue la consciencia es el Maestro y el Señ or, tú eres el Mago Maestro q ue h ace q ue se mani-
fieste aq uello q ue ah ora eres consciente de ser. « Porq ue Dios ( la consciencia) llama a aq uellas cosas
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q ue no ex isten como si ex istieran.» Las cosas q ue ah ora no ex isten será n v istas en cuanto seas
consciente de ser aq uello q ue ah ora no v es.
El elev arte de un niv el de consciencia a otro es la ú nica ascensió n q ue ex perimentará s j amá s.
Ninguna persona puede elev arte al niv el q ue deseas. El poder de ascender está dentro de ti; es tu
consciencia. T e apropias de la consciencia del niv el q ue deseas ex presar al declarar q ue ah ora está s
ex presando ese niv el. Eso es la ascensió n. Es ilimitada, porq ue j amá s agotará s tu capacidad de
ascender. Dale la espalda a la superstició n h umana de la ascensió n, con su creencia en los maes-
tros, y encuentra al maestro ú nico y eterno q ue está dentro de ti.
« El q ue está en ti es much o má s grande q ue el q ue está en el mundo.» Cree en esto. No continú es
en la ceguera, siguiendo el espej ismo de los maestros. T e aseguro q ue esa b ú sq ueda só lo puede
acab ar en la decepció n.
« Si me niegas ( tu consciencia de ser), y o tamb ién te negaré a ti.» « No tendrá s a ningú n otro Dios,
ex cepto a MI.» « Q uédate q uieto y sab e q ue Yo S OY Dios.» « Ponedme a prueb a, a v er si no os ab ro las
v entanas del Cielo y derramo sob re v osotros una b endició n, h asta q ue y a no h ay a sitio suficiente
para recib irla.»
¿ Crees q ue el Yo S OY es capaz de h acer eso? Entonces, declara q ue Yo S OY aq uello q ue q uieres
v er derramá ndose. Afirma q ue eres aq uello q ue deseas ser y q ue lo será s. No te lo daré por los
maestros, sino q ue, puesto q ue tú h as reconocido q ue Yo S OY ( tú ) eso, te lo daré, porq ue Yo S OY todas
las cosas para todos.
Jesú s no se permití a ser llamado el B uen Maestro. É l sab í a q ue só lo h ay un b uen maestro. Sab í a
q ue ése es Su Padre en el Cielo: la consciencia de ser. « El R eino de Dios» ( el B ien) y el R eino de los
Cielos está n dentro de ti.
T u creencia en los maestros es una confesió n de tu esclav itud. Só lo los esclav os tienen amos.
Camb ia tu concepto de ti mismo y , sin la ay uda de maestros ni de ninguna otra persona, transfor-
mará s automá ticamente tu mundo para q ue se adapte a tu nuev a idea de ti mismo.
En el Lib ro de los Nú meros se dice q ue h ub o una época en la q ue los seres h umanos se considera-
b an a sí mismos como saltamontes y , deb ido a esa idea de sí mismos, v ieron gigantes en las tierras.
Esto se aplica a las personas de la actualidad como se aplicab a en el dí a en q ue fue escrito. El
concepto q ue tiene una persona de sí misma es tan similar al caso de los saltamontes q ue automá ti-
camente h ace q ue las situaciones q ue le rodean parezcan gigantescas; en su ceguera, pide a gritos
a los maestros q ue le ay uden a luch ar contra sus gigantescos prob lemas.
Jesú s intentó mostrarle a la gente q ue la salv ació n estab a en su interior y le adv irtió q ue no b usca-
ra a un salv ador en los lugares o las personas. Si alguien v iene y te dice, « b usca aq uí o b usca ah í », no
le creas, porq ue el R eino de los Cielos está dentro de ti.
Jesú s no só lo no permitió q ue le llamaran el B uen Maestro, sino q ue adv irtió a sus seguidores: « No
saludéis a nadie por el camino». Dej ó claro q ue no deb erí an reconocer a ninguna autoridad o
persona superior q ue no fuera Dios, el Padre.
Jesú s estab leció la identidad del Padre como la consciencia de ser de la persona. « Mi Padre y y o
somos uno, pero mi Padre es má s grande q ue y o.» Yo S OY uno con todo aq uello q ue soy consciente
de ser. Yo S OY má s grande q ue aq uello q ue soy consciente de ser. El creador es siempre má s grande
q ue su creació n.
« Como Moisés lev antó la serpiente en el desierto, así tiene q ue ser lev antado el Hij o del Homb re.»
La serpiente simb oliza la idea actual q ue la persona tiene de sí misma, de ser como una lomb riz en la
tierra, v iv iendo en el desierto de la confusió n h umana. Del mismo modo q ue Moisés se lev antó de su
idea de sí mismo de « lomb riz de la tierra» para descub rir q ue Dios era su consciencia de ser, « El Yo
SO Y me h a env iado», tamb ién deb es lev antarte tú . El dí a q ue declares, como lo h izo Moisés, « Yo S OY
el q ue Yo S OY», ese dí a tu declaració n florecerá en el desierto.
T u consciencia es el mago maestro q ue h ace aparecer todas las cosas cuando se conv ierte en
aq uello q ue q uiere h acer aparecer. Este Señ or y Maestro q ue tú eres puede h acer q ue aparezca en
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Carne.»
Este Yo S OY q ue está en tu interior, lector, esta percepció n, esta consciencia de ser, es el Señ or, el
Dios de toda Carne. Yo S OY es El q ue deb erí a v enir; dej a de b uscar a otro. Mientras creas en un Dios
separado de ti, continuará s transfiriendo el poder de tu ex presió n a tus ideas, olv idando q ue tú eres
el q ue las concib e.
El poder de conceb ir y la cosa conceb ida son uno, pero el poder de conceb ir una idea es má s
grande q ue la idea. Jesú s descub rió esta gloriosa v erdad cuando declaró : « Mi Padre y Yo somos uno,
pero mi Padre es má s grande q ue y o». El poder q ue se concib e a sí mismo como un ser h umano es
má s grande q ue su idea. T odas las ideas son limitaciones de q uien las concib e.
« Antes de q ue ex istiera Ab rah am, Yo S OY.» « Antes de q ue ex istiera el mundo, Yo S OY.»
La consciencia precede a toda manifestació n y es el puntal sob re el q ue descansan todas las
manifestaciones. Para eliminar la manifestació n, lo ú nico q ue tienes q ue h acer tú , la persona q ue la
concib ió , es alej ar tu atenció n de esa idea. En lugar de « F uera de la v ista, fuera de la mente», en
realidad es « F uera de la mente, fuera de la v ista». La manifestació n seguirá siendo v isib le ú nicamente
mientras recib a la fuerza con la q ue la persona q ue la concib ió ( Yo S OY) la dotó inicialmente para
q ue la utilizara. Esto se aplica a todas las creaciones, desde el electró n infinitesimalmente peq ueñ o
h asta el univ erso infinitamente inmenso.
Q uédate q uieto y sab e q ue Yo S OY Dios. Sí , este mismo Yo S OY, tu consciencia de ser, es Dios, el
ú nico Dios. Yo S OY es el Señ or, el Dios de toda Carne, toda manifestació n.
Esta presencia, tu consciencia no condicionada, no tiene principio ni fin; las limitaciones ex isten
ú nicamente en la manifestació n. Cuando te des cuenta de q ue esta consciencia es tu y o eterno,
sab rá s q ue antes de q ue ex istiera Ab rah am, Yo S OY.
Empieza a entender por q ué se te dij o: « Ve y h az lo mismo». Empieza a identificarte ah ora con esta
presencia, esta consciencia, como la ú nica realidad. T odas las manifestaciones só lo ex isten en
apariencia. T ú , como ser h umano, no tienes má s realidad q ue aq uella q ue tu y o eterno, el Yo S OY,
cree q ue es.
« ¿ Q uién decí s q ue SO Y YO? » É sta no es una pregunta q ue se formuló h ace dos mil añ os. Es la eter-
na pregunta dirigida a la manifestació n por q uien la concib e. Es tu v erdadero y o, tu consciencia de
ser, preguntá ndote a ti, su actual concepto de sí mismo: « ¿ Q uién crees q ue es tu consciencia? » La
respuesta só lo puede ser definida dentro de ti, independientemente de la influencia de otra persona.
El Yo S OY ( tu y o v erdadero) no está interesado en la opinió n de las personas. T odo su interés reside
en tu conv icció n de ti mismo. ¿ Q ué dices del Yo S OY q ue está dentro de ti? ¿ Puedes responder y decir
« Yo S OY Cristo»? T u respuesta o tu grado de comprensió n determinará el lugar q ue ocupará s en la
v ida. ¿ Dices, o crees, q ue eres una persona de una determinada familia, raza, nació n, etc.? ¿ Since-
ramente crees eso de ti? Entonces la v ida, tu y o v erdadero, h ará q ue esas ideas aparezcan en tu
mundo y las v iv irá s como si fueran reales.
« Yo S OY la puerta.» « Yo S OY el camino.» « Yo S OY la resurrecció n y la v ida.» « Ningú n h omb re o manifes-
tació n v iene a mi Padre si no es a trav és de mí .»
El Yo S OY ( tu consciencia) es la ú nica puerta a trav és de la cual puede entrar algo a tu mundo.
Dej a de b uscar señ ales. Las señ ales llegan posteriormente; no preceden. Empieza por inv ertir la
afirmació n « Ver es creer», conv irtiéndola en « Creer es v er». Empieza a creer ah ora, no con una
confianza v acilante b asada en prueb as ex ternas engañ osas, sino con una confianza firme, b asada
en la ley inmutab le de q ue tú puedes ser aq uello q ue deseas ser. Descub rirá s q ue no eres una
v í ctima del destino, sino una v í ctima de la fe ( la tuy a).
Aq uello q ue b uscas puede entrar en el mundo de la manifestació n solamente a trav és de una
puerta. Yo S OY la puerta. T u consciencia es la puerta, de modo q ue deb es ser consciente de ser y
tener aq uello q ue deseas ser y tener. Cualq uier intento de realizar tus deseos de otras maneras y no
a trav és de la puerta de la consciencia te conv ierte en un ladró n para ti mismo. Cualq uier ex presió n
q ue no sea sentida es antinatural. Antes de q ue aparezca cualq uier cosa, Dios, Yo S OY, siente q ue es
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Yo S OY rico, pob re, sano, enfermo, lib re, confinado: todas éstas son impresiones o estados q ue
fueron sentidos antes de conv ertirse en ex presiones v isib les. T u mundo es tu consciencia materializa-
da. No pierdas el tiempo intentando camb iar lo ex terno: camb ia lo q ue h ay en tu interior ( o la
impresió n), y lo ex terior ( o la ex presió n) se ocupará de sí mismo. Cuando comprendas la v erdad de
esta afirmació n, sab rá s q ue h as encontrado la palab ra perdida o la llav e q ue ab re todas las puertas.
El Yo S OY ( tu consciencia) es la palab ra má gica perdida q ue se h a h ech o carne en semej anza de
aq uello q ue eres consciente de ser.
Yo S OY El. Ah ora mismo estoy eclipsá ndote a ti, lector, mi templo v iv iente, con mi presencia, in-
citá ndote a tener una nuev a ex presió n. T us deseos son mis palab ras pronunciadas. Mis palab ras son
espí ritu y son v erdad, y no regresará n a mí v ací as, sino q ue realizará n aq uello q ue las env ié a h acer.
No son algo q ue deb a resolv erse. Son las ropas q ue v isto Yo, tu ser sin rostro, sin forma. ¡ F í j ate b ien! Yo,
v estido con tu deseo, estoy ante la puerta ( tu consciencia) y llamo. Si oy es mi v oz y me ab res ( me
reconoces como tu salv ador) v endré a ti y cenaré contigo y tú conmigo.
Có mo ex actamente se v an a realizar mis palab ras, tus deseos, no es asunto tuy o. Mis palab ras
tienen una forma de h acer las cosas q ue tú no conoces. Su forma de actuar es algo q ue no se deb e
av eriguar. Lo ú nico q ue se req uiere de ti es q ue creas. Cree q ue tus deseos son las ropas q ue v iste tu
salv ador. T u creencia de q ue ah ora eres aq uello q ue deseas ser es una prueb a de tu aceptació n de
los regalos de la v ida. T ú h as ab ierto la puerta para q ue tu Señ or, v estido con tu deseo, entre en el
momento en q ue estab lezcas esta creencia.
Cuando recéis, creed q ue y a h ab éis recib ido y así será . T odas las cosas son posib les para el q ue
cree. Haz lo imposib le posib le a trav és de tu creencia, y lo imposib le ( para los demá s) se encarnará
en tu mundo.
T odas las personas h an tenido prueb as del poder de la fe. La fe q ue muev e montañ as es la fe en ti
mismo. Ninguna persona q ue carece de confianza en sí misma tiene fe en Dios. T u fe en Dios se mide
por tu confianza en ti mismo. Mi Padre y y o somos uno, el h omb re y su Dios son uno, la consciencia y
la manifestació n son una.
Y Dios dij o: « Hay a un firmamento entre las aguas». En medio de todas las dudas y las opiniones
camb iantes de los demá s, dej a q ue h ay a conv icció n, una creencia firme, y v erá s la tierra firme;
aq uello q ue crees aparecerá . La recompensa es para aq uel q ue resiste h asta el final. U na conv ic-
ció n no es una conv icció n si puede tamb alearse. T u deseo será como nub es sin lluv ia, a menos q ue
creas.
T u consciencia no condicionada o tu Yo S OY es la Virgen Marí a q ue no conoció v aró n y , sin em-
b argo, sin la ay uda del h omb re, concib ió y dio a luz a un h ij o. Marí a, la consciencia no condiciona-
da, deseó y luego fue consciente de ser el estado condicionado q ue ella deseab a ex presar, y esto
se h izo realidad de una forma desconocida para los demá s. Haz lo mismo; adopta la consciencia de
aq uello q ue deseas ser y tú tamb ién dará s a luz a tu salv ador. Cuando se h aga la anunciació n,
cuando tengas el anh elo o el deseo, deb es creer q ue es la palab ra h ab lada de Dios q ue está
b uscando encarnarse a trav és de ti. No le h ab les a nadie de esta cosa sagrada q ue h as conceb ido.
Guarda tu secreto dentro de ti y magnifica al Señ or, magnifica o cree q ue tu deseo es tu salv ador,
q ue está v iniendo para estar contigo.
Cuando esta creencia esté tan firmemente instalada q ue te sientas seguro de los resultados, tu
deseo se encarnará . Có mo se h ará , nadie lo sab e. Yo, tu deseo, tengo maneras de actuar q ue tú no
conoces; mis formas de actuar no se deb en av eriguar. T u deseo podrí a compararse a una semilla, y
las semillas contienen en su interior el poder y el plan para su ex presió n. T u consciencia es la tierra.
Estas semillas se plantan con éx ito ú nicamente si, después de h ab er declarado q ue eres y tienes
aq uello q ue deseas, esperas con confianza los resultados, sin tener pensamientos angustiosos.
Si me elev o en mi consciencia h asta la naturalidad de mi deseo, atraeré automá ticamente la
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manifestació n h acia mí . La consciencia es la puerta a trav és de la cual se rev ela la v ida. La cons-
ciencia siempre se está materializando.
Ser consciente de ser o poseer algo es ser o tener aq uello q ue eres consciente de ser o poseer. Por
lo tanto, elév ate a la consciencia de tu deseo y , automá ticamente, v erá s q ue se manifiesta.
Para h acerlo, deb es negar tu identidad actual. « Dej a q ue se niegue a sí mismo.» Niegas una cosa
al retirar tu atenció n de ella. Para q ue una cosa, un prob lema o el ego salga de la consciencia,
piensa en Dios, siendo Dios el Yo S OY.
Q uédate q uieto y sab e q ue Yo SO Y Dios. Cree, siente, q ue Yo S OY; sab e q ue el q ue conoce dentro
de ti, tu consciencia de ser, es Dios. Cierra los oj os y siente q ue no tienes rostro, no tienes forma y no
tienes figura. Enfoca esta q uietud como si fuera la cosa má s fá cil de lograr en este mundo. Esta acti-
tud te garantizará el éx ito.
Cuando todos los pensamientos sob re el prob lema o sob re ti mismo sean alej ados de la conscien-
cia porq ue ah ora está s ab sorto o perdido en el sentimiento de simplemente ser Yo S OY, entonces, en
ese estado informe, empieza a sentir q ue eres aq uello q ue deseas ser: « Yo S OY lo q ue Yo S OY».
En el momento en q ue alcanzas un cierto grado de intensidad, de modo q ue realmente puedes
sentir q ue eres una idea nuev a, este nuev o sentimiento o consciencia se estab lece y se manifestará
a su deb ido tiempo en el mundo de la forma. Esta nuev a percepció n se ex presará con la misma
naturalidad con q ue ah ora tú ex presas tu identidad actual. Para ex presar las cualidades de una
consciencia con naturalidad, deb es morar o v iv ir en dich a consciencia. Apró piate de ella llegando a
ser uno con ella. Sentir algo intensamente, y luego q uedarte con la confianza de q ue así es, h ace
q ue aq uello q ue h as sentido aparezca en tu mundo. « Yo estaré en mi puesto de guardia y v eré la
salv ació n del Señ or.» Me mantendré firme en mi sentimiento, conv encido de q ue es así , y v eré
aparecer mi deseo.
« U na persona no puede recib ir nada ( ninguna cosa) si no le es dada desde el Cielo.» R ecuerda
q ue el Cielo es tu consciencia; el R eino de los Cielos está dentro de ti. É ste es el motiv o por el cual se
te adv ierte q ue no deb es llamar Padre a cualq uier h omb re; tu consciencia es el Padre de todo lo
q ue eres. U na v ez má s, se te dice: « No saludéis a nadie por el camino». No v eas a ninguna persona
como una autoridad. ¿ Por q ué h ab rí as de pedir permiso a alguien para ex presarte, cuando sab es
q ue tu mundo, en todos sus detalles, se originó dentro de ti y es sostenido por ti como el ú nico centro
de ideas?
T odo tu mundo podrí a compararse a un espacio solidificado q ue reflej a las creencias y las acep-
taciones tal como son proy ectadas por una presencia informe, sin rostro: es decir, el Yo S OY. Si
reduces todo a sus sustancias primordiales, só lo q uedará s tú , una presencia sin dimensió n, q ue
concib e.
El q ue concib e es una ley aparte. Las ideas b aj o esa ley no deb en ser medidas por los logros del
pasado ni modificadas por las capacidades del presente porq ue, sin tomar el pensamiento, la idea
se ex presa de una forma desconocida para el h omb re.
Entra en tu interior secretamente y apró piate de la nuev a consciencia. Siente q ue eres eso, y las
antiguas limitaciones desaparecerá n por completo y con tanta facilidad como la niev e en un dí a
caluroso de v erano. Ni siq uiera recordará s las antiguas limitaciones; nunca formaron parte de esta
nuev a conciencia. El renacimiento al q ue se referí a Jesú s cuando le dij o a Nicodemo: « Deb es v olv er
a nacer», no era má s q ue pasar de un estado de consciencia a otro.
« Cualq uier cosa q ue pidá is en mi nomb re, y o la h aré.» Esto, ciertamente, no significa q ue deb as
pedir con palab ras, pronunciando con los lab ios los sonidos « Dios» o « Jesucristo», porq ue millones de
personas h an pedido de esa forma sin ob tener resultados. Pedir algo en Su nomb re es sentir q ue eres
eso. Yo S OY la presencia sin nomb re. Sentir q ue eres rico es pedir riq ueza en Su nomb re. El Yo S OY no
está condicionado. No es ni rico ni pob re, ni fuerte ni déb il. En otras palab ras, en É l no h ay griego ni
j udí o, no h ay esclav o ni lib re, no h ay h omb re ni muj er. T odas esas cosas son ideas o limitaciones de lo
ilimitado y , por lo tanto, nomb res de lo q ue no tiene nomb re. Sentir q ue eres cualq uier cosa es pedir
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al q ue no tiene nomb re, el Yo S OY, q ue ex prese ese nomb re o esa naturaleza. « Pedid lo q ue q uerá is
en mi nomb re apropiá ndoos de la naturaleza de la cosa deseada y y o os lo daré.»
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apareciera.
Déj ame aclarar lo q ue q uiero decir cuando digo « orden efectiv a». No deb es repetir como una
cotorra la afirmació n « Yo S OY lo q ue Yo S OY», porq ue esa repetició n v ana serí a estú pida e infructuosa.
Lo q ue h ace q ue la orden sea efectiv a no son las palab ras; lo q ue la h ace efectiv a es la consciencia
de ser eso. Cuando dices « Yo S OY», está s declarando q ue eres. Las palab ras lo q u e en la afirmació n « Yo
S OY lo q ue Yo S OY» indican aq uello q ue te gustarí a ser. El segundo « Yo S OY» en la frase es el grito de
v ictoria.
T odo este drama tiene lugar en el interior, con o sin el uso de palab ras. Q uédate q uieto y sab e
q ue tú eres. Esta q uietud se consigue ob serv ando al ob serv ador. R epite en silencio, pero con senti-
miento, « Yo S OY, Yo S OY», h asta q ue h ay as perdido toda consciencia del mundo y te conozcas só lo
como un ser. La consciencia, el sab er q ue eres, es Dios T odopoderoso, el Yo S OY. Cuando h ay as
logrado esto, defí nete como aq uello q ue deseas ser, sintiendo q ue eres lo deseado: Yo S OY eso. Esta
comprensió n de q ue eres la cosa deseada h ará q ue una emoció n recorra todo tu ser. Cuando se
estab lezca la conv icció n y realmente creas q ue eres aq uello q ue deseab as ser, entonces se pronun-
cia el segundo « Yo S OY» como un grito de v ictoria. Esta rev elació n mí stica de Moisés puede v erse
como tres pasos claros: Yo S OY, YO S OY lib re, ¡ realm ent e Yo S OY!
No importa cuá les sean las apariencias q ue h ay a tu alrededor. T odas las cosas dej an sitio para el
Señ or q ue llega. Yo S OY el señ or q ue llega en la apariencia de aq uello q ue soy consciente de ser.
T odos los h ab itantes de la T ierra no pueden detener mi llegada o cuestionar mi autoridad de ser
aq uello q ue Yo S OY consciente de q ue Yo S OY.
« Yo S OY la luz del mundo», cristalizá ndose en la forma de mi idea de mí mismo. La consciencia es la
luz eterna q ue se cristaliza ú nicamente a trav és de tu idea de ti mismo. Camb ia tu concepto de ti
mismo y automá ticamente camb iará s el mundo en el q ue v iv es. No intentes camb iar a las personas;
ellas só lo son mensaj eras q ue te dicen q uién eres. R ev alorí zate a ti mismo y ellas confirmará n el
camb io.
Ah ora te dará s cuenta de por q ué Jesú s se santificó en lugar de santificar a los demá s, por q ué
para los puros todas las cosas son puras, por q ué en Jesucristo ( la consciencia despierta) no h ay
condena. Despierta del sueñ o de la condena y demuestra el principio de la v ida. Dej a de j uzgar a los
demá s y dej a tamb ién de censurarte a ti mismo.
Escuch a la rev elació n del iluminado: “ Yo sé y estoy conv encido por el Señ or Jesucristo, de q ue de
suy o no h ay nada impuro; pero si alguno piensa q ue alguna cosa es impura, para él es impura” y, una
v e z m á s , « Dich oso el q ue permite algo y no se condena a sí mismo».
Dej a de preguntarte si eres digno o no eres digno de declarar q ue eres aq uello q ue deseas ser.
Será s condenado por el mundo ú nicamente en la medida en q ue te condenes a ti mismo.
No necesitas solucionar nada. Las ob ras está n acab adas. El principio por el cual todas las cosas se
h acen y sin el cual nada se h ace es eterno. T ú eres ese principio. T u consciencia de ser es la ley
eterna. Jamá s h as ex presado nada q ue no fueras consciente de ser y nunca lo h ará s. Adopta la
consciencia de aq uello q ue deseas ex presar. Declá ralo h asta q ue se conv ierta en una manifestació n
natural. Siéntelo y v iv e dentro de ese sentimiento h asta q ue forme parte de tu naturaleza.
He aq uí una fó rmula sencilla. R etira tu atenció n de tu idea actual de ti mismo y coló cala en tu
ideal, el ideal q ue h asta ah ora te h ab í a parecido q ue estab a fuera de tu alcance. Declara q ue eres
tu ideal, no como algo q ue llegará con el tiempo, sino como lo q ue eres en el presente inmediato.
Haz esto y tu mundo actual de limitaciones se desintegrará mientras tu nuev a afirmació n se elev a de
sus cenizas como el av e fénix .
« No temá is ni os asustéis ante esta inmensa multitud, porq ue la b atalla no es cosa v uestra, sino de
Dios.» No deb es luch ar contra tu prob lema; tu prob lema v iv irá ú nicamente mientras tú seas conscien-
te de él. R etira tu atenció n de tu prob lema y de la multitud de razones por las q ue no puedes
conseguir tu ideal. Concentra tu atenció n enteramente en la cosa deseada.
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« Dej adlo todo y seguidme.» Ante los ob stá culos aparentemente gigantescos, declara tu lib ertad.
La consciencia de lib ertad es el Padre de la lib ertad. Siempre tiene una manera de ex presarse q ue
ningú n ser h umano conoce. « Vosotros no tenéis necesidad de luch ar en esta b atalla: Deteneos,
estaos q uietos y v ed q ue la salv ació n del Señ or está con v osotros.»
¡ Con v osotros! Esa consciencia particular con la q ue te identificas es el Señ or del acuerdo. É l esta-
b lecerá , sin ay uda, eso q ue h a sido acordado en la T ierra. ¿ Puedes tú , ante el ej ército de motiv os por
los q ue una cosa no puede h acerse, llegar tranq uilamente a un acuerdo con el Señ or de q ue eso se
h aga? Ah ora q ue h as descub ierto q ue el Señ or es tu consciencia de ser, ¿ puedes darte cuenta de
q ue se h a ganado la b atalla? Por muy cerca q ue parezca estar el enemigo y por muy amenazador
q ue resulte, ¿ puedes seguir teniendo confianza, q uedá ndote tranq uilo, sab iendo q ue la v ictoria es
tuy a? Si puedes h acerlo, v erá s la salv ació n del Señ or.
R ecuerda q ue la recompensa es para el q ue resiste. Q uédate tranq uilo. Q uedarse tranq uilo es
tener la profunda conv icció n de q ue todo está b ien; de q ue y a está h ech o. No importa lo q ue oigas
o v eas, permaneces q uieto, consciente de q ue será s v ictorioso al final. T odas las cosas se consiguen
con estos acuerdos, y sin un acuerdo de este tipo no h ay nada q ue se pueda h acer. « Yo S OY el q ue
Yo S OY.»
En el Apocalipsis está escrito q ue aparecerá un nuev o Cielo y una nuev a T ierra. Cuando se le
mostró esta v isió n a Juan, se le dij o q ue escrib iera: « Está h ech o». El Cielo es tu consciencia y la T ierra
es su estado solidificado. Por lo tanto, deb es aceptar, como lo h izo Juan, q ue « Está h ech o».
Lo ú nico q ue tenéis q ue h acer los q ue b uscá is un camb io es elev aros h asta el niv el de aq uello q ue
deseá is; sin pensar en la forma de ex presió n, registra q ue y a se h a h ech o sintiendo la naturalidad de
ser eso.
He aq uí una analogí a q ue te puede ay udar a v er este misterio. Imagina q ue entras en un cine
j usto cuando la pelí cula está llegando al final. Lo ú nico q ue h as podido v er de la pelí cula h a sido el
final feliz. Puesto q ue q uerí as conocer toda la h istoria, te q uedas para v er la siguiente sesió n. En una
decepcionante secuencia, el h éroe es acusado con prueb as falsas, todo ello para prov ocar las
lá grimas del pú b lico. Pero tú , seguro en tu conocimiento del final, te mantienes tranq uilo porq ue
entiendes q ue, a pesar de la aparente direcció n q ue está tomando la pelí cula, el final y a está
decidido.
Asimismo, deb es ir h asta el final de aq uello q ue b uscas: v isualiza el final feliz sintiendo consciente-
mente q ue ex presas y posees aq uello q ue deseas ex presar y poseer. Y tú , mediante la fe, puesto q ue
y a conoces el final, tendrá s una confianza q ue nace de ese conocimiento. Ese conocimiento te
sostendrá durante el lapso de tiempo necesario para q ue se desarrolle la pelí cula. No pidas ay uda a
ninguna persona; siente q ue « Está h ech o», declarando conscientemente q ue ah ora eres aq uello q ue
esperas ser.
H á gase t u volu nt ad y no la m í a.
LU C A S 2 2 ,4 2
HÁ G AS E T U VOLU NT AD
« Há gase tu v oluntad y no la mí a.» Esta resignació n no es un fatalismo ciego; por el contrario, es la
toma de consciencia iluminada de q ue « Yo solo no puedo h acer nada; el Padre q ue está en mi
interior h ará el trab aj o». Cuando una persona desea algo, intenta h acer q ue algo q ue ah ora no
ex iste aparezca en el espacio y el tiempo. Con demasiada frecuencia no somos conscientes de lo
q ue en realidad estamos h aciendo. Inconscientemente, declaramos q ue no poseemos la capaci-
dad para ex presarnos. B asamos nuestro deseo en la esperanza de adq uirir las capacidades necesa-
rias en el futuro. « Yo no S OY, pero seré.»
Las personas no se dan cuenta de q ue la consciencia es el Padre q ue realiza el trab aj o, de modo
q ue intentan ex presar aq uello q ue no son conscientes de ser. Estos esfuerzos está n condenados al
fracaso; só lo el presente se ex presa. A menos q ue y o sea consciente de ser aq uello q ue b usco, no lo
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R ecuerda: el Yo S OY es el Señ or de todas las cosas. Nunca v uelv as a utilizar la v oluntad h umana q ue
declara: « Yo seré.» Deb es ser tan entregado como Jesú s y declarar: « Yo S OY eso.»
NING Ú N OT RO Di o s
« No tendrá s ningú n otro Dios aparte de mí .» Mientras el h omb re siga crey endo en un poder separado
de él, seguirá impidiéndose ser q uien es. Cada creencia en unos poderes separados de él, y a sea
para b ien o para mal, se conv ertirá en el molde del í dolo adorado.
Las creencias en el poder de los medicamentos para sanar, de las dietas para fortalecer, del
dinero para dar seguridad, son los falsos v alores a los v entaj istas q ue deb en ser ex pulsados del
T emplo. « T ú eres el T emplo del Dios Viv iente», un T emplo h ech o sin manos. Está escrito: « Mi casa es
llamada casa de oració n por todas las naciones, pero v osotros la h ab éis conv ertido en una cuev a
de ladrones».
Los ladrones q ue te rob an son tus propias creencias falsas. Es tu creencia en una cosa, y no la
cosa en sí misma, la q ue te ay uda. Só lo h ay un poder: Yo S OY É l. Deb ido a tu creencia en las cosas
ex ternas, les das poder al transferirles con tu pensamiento el poder q ue tú eres. Date cuenta de q ue
tú eres el poder q ue h as adj udicado, eq uiv ocadamente, a las condiciones ex ternas. La B ib lia
compara al h omb re dogmá tico con el camello q ue no pudo pasar por el oj o de una aguj a. El oj o de
la aguj a al q ue h ací a referencia era una peq ueñ a puerta en los muros de Jerusalén, tan estrech a
q ue un camello no podí a pasar por ella h asta q ue le q uitab an su carga. El h omb re rico, q ue es el
q ue llev a la carga de falsas ideas h umanas, no puede entrar en el R eino de los Cielos h asta q ue le
q uiten la carga, de la misma manera q ue el camello no podí a pasar por la peq ueñ a puerta.
El h omb re se siente tan seguro con las ley es, las opiniones y las creencias creadas por el h omb re,
q ue les atrib uy e una autoridad q ue no poseen. Satisfech o con la idea de q ue sus conocimientos lo
son todo, sigue sin ser consciente de q ue todas las apariencias ex ternas no son má s q ue estados
mentales ex teriorizados. Cuando se dé cuenta de q ue la consciencia de una cualidad ex terioriza
dich a cualidad sin la ay uda de ningú n otro poder, entonces podrá manifestar infalib lemente esa
cualidad. Esta comprensió n ex pulsa a los camb istas, o a los div ersos v alores, y estab lece el ú nico v alor
v erdadero: su propia consciencia.
« El Señ or está en su templo sagrado.» La consciencia h ab ita dentro de aq uello q ue es consciente
de ser. La persona q ue Yo S OY es el Señ or y su templo. Sab iendo q ue la consciencia se materializa, el
ser h umano deb e perdonar a todas las personas por ser lo q ue son. Deb e darse cuenta de q ue todas
ellas está n ex presando ( sin la ay uda de otros) aq uello q ue son conscientes de ser. Pedro, el h omb re
iluminado o disciplinado, sab í a q ue un camb io de la consciencia produce un camb io de la ex pre-
sió n. En lugar de compadecer a los mendigos de la v ida en la puerta del templo declaró : « No tengo
ni plata ni oro ( para ti), pero lo q ue tengo ( la consciencia de lib ertad), eso te doy ».
« R eav iv a el don q ue está dentro de ti.» Dej a de rogar y afirma ser aq uello q ue h as decidido ser.
Hazlo y tú tamb ién saldrá s de un salto de tu mundo lisiado y entrará s en el mundo de la lib ertad,
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cantando alab anzas al Señ or, Yo S OY. « Much o má s grande es el q ue está en ti q ue el q ue está en el
mundo.» Este es el grito de todo aq uel q ue descub re q ue su consciencia de ser es Dios. T u reconoci-
miento de este h ech o limpiará
automá ticamente tu templo, tu consciencia, de ladrones y asaltantes, dev olv iéndote ese dominio
sob re las cosas q ue perdiste en el momento en q ue olv idaste la orden: « No tendrá s ningú n otro Dios,
aparte de Mí . »
La b ase de toda ex presió n es la consciencia. Por much o q ue la persona lo intente, no podrá h allar
una causa de la manifestació n q ue no sea su consciencia de ser. El ser h umano cree q ue h a
encontrado la causa de la enfermedad en los gérmenes, la causa de la guerra en las ideologí as
polí ticas opuestas y en la codicia. T odos esos descub rimientos del h omb re, catalogados como la
esencia de la sab idurí a, son tonterí as a los oj os de Dios. Só lo h ay un poder y ese poder es Dios ( la
consciencia). Mata; da v ida; h iere; sana; h ace todas las cosas, b uenas, malas o indiferentes.
El ser h umano se muev e en un mundo q ue no es ni má s ni menos q ue su consciencia materializa-
da. Dado q ue no sab e esto, luch a contra sus reflej os mientras mantiene v iv a la luz y las imá genes q ue
proy ectan esos reflej os. « Yo S OY la luz del mundo.» El Yo S OY ( la consciencia) es la luz. Aq uello q ue soy
consciente de ser ( mi idea de mí mismo) -« y o soy rico», « y o estoy sano», « y o soy lib re»- son las imá ge-
nes. El mundo es el espej o q ue magnifica todo lo q ue Yo S OY consciente de ser.
Dej a de intentar camb iar el mundo, porq ue no es má s q ue un espej o. El intento del ser h umano de
camb iar el mundo por la fuerza es tan infructuoso como romper un espej o con la esperanza de
camb iar el rostro. Dej a el espej o y camb ia tu rostro. Dej a en paz al mundo y camb ia tus ideas sob re ti
mismo. Entonces, el reflej o será satisfactorio.
Lib ertad o encarcelamiento, satisfacció n o frustració n, só lo pueden ser diferenciados por la cons-
ciencia de ser. Independientemente de cuá l sea tu prob lema, de su duració n o su magnitud, una
cuidadosa atenció n a estas instrucciones, en un perí odo asomb rosamente corto, eliminará incluso tu
recuerdo del prob lema. Hazte esta pregunta: « ¿ Có mo me sentirí a si fuera lib re? » En cuanto te h agas
sinceramente esta pregunta, llegará la respuesta. Ninguna persona puede describ irle a otra la
satisfacció n de q ue se h ay a realizado su deseo. Cada una deb e ex perimentar en su interior el
sentimiento y la alegrí a de este camb io automá tico de la consciencia. El sentimiento o la emoció n
q ue le llega a uno en respuesta a su pregunta es el estado de consciencia Padre, o la Piedra Angular
sob re la q ue se construy e este camb io consciente. Nadie sab e ex actamente có mo se v a a encarnar
ese sentimiento, pero lo h ará ; el Padre ( la consciencia) tiene maneras de actuar q ue nadie conoce;
es la ley inalterab le.
T odas las cosas ex presan su naturaleza. Cuando v istes un sentimiento, éste se conv ierte en tu natu-
raleza. Puede tardar un instante o un añ o; eso depende enteramente del grado de conv icció n.
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Cuando las dudas desaparecen y puedes sentir « Yo S OY esto», empiezas a desarrollar el fruto o la
naturaleza de aq uello q ue sientes q ue eres. Cuando una persona se compra un somb rero nuev o o
un par de zapatos, cree q ue todo el mundo sab e q ue son nuev os, y se siente poco natural con este
artí culo recién adq uirido h asta q ue lo siente como parte de ella. Y esto mismo es aplicab le al h ech o
de v estir nuev os estados de consciencia. Cuando te h aces la pregunta « ¿ Có mo me sentirí a si mi
deseo estuv iera realizado en este momento? », la respuesta automá tica, h asta q ue esté adecua-
damente condicionada por el tiempo y el uso, en realidad es perturb adora. El perí odo de adapta-
ció n para realizar este potencial de la consciencia es comparab le a la nov edad de la prenda de
v estir. Al no sab er q ue la consciencia está representá ndose en las condiciones q ue h ay a tu alrede-
dor, tú , como la esposa de Lot, miras atrá s continuamente, v iendo tu prob lema y dej á ndote h ipnoti-
zar otra v ez por su aparente naturalidad.
Haz caso a las palab ras de Jesú s ( la salv ació n): « Déj alo todo y sí gueme». « Dej ad q ue los muertos
entierren a los muertos.» T u prob lema podrí a tenerte tan h ipnotizado por su aparente realidad y
naturalidad, q ue te resulta difí cil v estir el nuev o sentimiento o la consciencia de tu salv ador. Deb es
asumir este traj e si q uieres tener resultados.
La piedra ( la consciencia) q ue los constructores rech azaron ( no q uisieron v estir) es la piedra fun-
damental, y el ser h umano no puede colocar otros cimientos.
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CRUCI F I X I Ó N Y RESURRECCI Ó N
El misterio de la crucifix ió n y la resurrecció n está tan entretej ido q ue, para q ue pueda ser comprendi-
do plenamente, amb as cosas deb en ex plicarse j untas, porq ue una determina la otra. Este misterio
está simb olizado en la T ierra en los rituales del Viernes Santo y la Pascua. Hab rá s ob serv ado q ue el
aniv ersario de este acontecimiento có smico, anunciado cada añ o por la Iglesia, no tiene fech a fij a,
como otros los q ue señ alan nacimientos y muertes, sino q ue camb ia cada añ o, cay endo en cual-
q uier fech a entre el 2 2 de marzo y el 2 5 de ab ril.
El domingo de R esurrecció n es el siguiente a la primera luna llena de primav era del h emisferio
norte, y Viernes Santo el v iernes q ue lo procede. La mov ilidad de esta fech a deb erí a indicar a la
persona ob serv adora q ue deb e b uscar alguna interpretació n distinta de la comú nmente aceptada.
Esos dí as no marcan el aniv ersario de la muerte y la resurrecció n de una persona q ue v iv ió en la
T ierra.
Visto desde la T ierra, el Sol, en su paso por el norte, aparece en la estació n anual de la primav era
para atrav esar esa lí nea imaginaria q ue se llama Ecuador. Por eso dice el mí stico q ue será cruzado o
crucificado para q ue el h omb re pueda v iv ir. Es significativ o q ue poco después de q ue tenga lugar
este acontecimiento, toda la naturaleza empiece a surgir o a resucitar de su largo sueñ o inv ernal. Por
lo tanto, se podrí a concluir q ue esta alteració n de la naturaleza, en esta estació n del añ o, se deb e
directamente a este cruce. Así pues, se cree q ue el Sol deb e derramar su sangre en la Pascua de los
j udí os.
Si estos dí as marcaran la muerte y la resurrecció n de un h omb re, serí an fij os, para q ue cay eran en
las mismas fech as todos los añ os, como la may or parte de los h ech os h istó ricos. Pero, ob v iamente,
ese no es el caso. Estas fech as no pretendí an señ alar los aniv ersarios de la muerte y la resurrecció n
de Jesú s, el h omb re. Las escrituras son dramas psicoló gicos y rev elará n su significado ú nicamente
cuando son interpretadas psicoló gicamente. Estas fech as se h an aj ustado para h acerlas coincidir
con el camb io có smico q ue tiene lugar en esta época del añ o, señ alando la muerte del v iej o añ o y
el inicio o la resurrecció n de un nuev o añ o, o de la primav era. Estas fech as sí simb olizan la muerte y la
resurrecció n del Señ or; pero ese Señ or no es un h omb re: es tu consciencia de ser. Está escrito q ue É l
dio Su Vida para q ue tú puedas v iv ir: « Yo h e v enido para q ue v osotros tengá is la v ida y para q ue
podá is tenerla en má s ab undancia». La consciencia se mata a sí misma al separarse de aq uello q ue
es consciente de ser, para q ue pueda v iv ir siendo aq uello q ue desea ser.
La primav era es la época del añ o en q ue millones de semillas, q ue h an estado enterradas en la
tierra durante todo el inv ierno, b rotan repentinamente, h aciéndose v isib les para q ue el ser h umano
pueda v iv ir. Y puesto q ue el drama mí stico de la crucifix ió n y la resurrecció n está en la naturaleza de
este camb io anual, se celeb ra en esta estació n del añ o, en la primav era, aunq ue en realidad está
teniendo lugar en cada momento del tiempo. El ser q ue es crucificado es tu consciencia de ser. La
cruz es tu idea de ti mismo. La resurrecció n es la elev ació n de la idea de ti mismo, q ue se h ace
v isib le.
Lej os de ser un dí a de luto, el Viernes Santo deb erí a ser un dí a de regocij o, porq ue no puede
h ab er resurrecció n o ex presió n a menos q ue h ay a primero una crucifix ió n o impresió n. La cosa q ue
h a de resucitar en tu caso es aq uello q ue deseas ser. Para h acer esto, deb es sentir q ue eres lo q ue
deseas ser. Deb es sentir « Yo S OY la resurrecció n y la v ida del deseo». El Yo S OY ( tu consciencia de ser) es
el poder q ue resucita y da v ida a aq uello q ue, en tu consciencia, deseas ser.
« Si dos de v osotros se ponen de acuerdo, eso se estab lecerá en la T ierra.» Los dos q ue se ponen
de acuerdo son la cosa deseada y tú ( tu consciencia - la consciencia q ue desea). Cuando se llega
a este acuerdo, se completa la crucifix ió n; dos se h an cruzado o crucificado. El Yo S OY y E S O ( la cons-
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ciencia y aq uello q ue eres consciente de ser) se h an unido y son uno. El Yo S OY, ah ora clav ado o
fij ado en la creencia de q ue Yo S OY es fusió n. Jesú s, o el Yo S OY, está clav ado en la cruz de eso. El
clav o q ue te une a la cruz es el clav o del sentimiento. La unió n mí stica ah ora se h a consumado y el
resultado será el nacimiento de un h ij o, o la resurrecció n de un h ij o q ue da fe de su Padre. La
consciencia está unida a aq uello q ue es consciente de ser. El mundo de la ex presió n es el h ij o q ue
confirma esta unió n. El dí a q ue dej es de ser consciente de ser eso q ue ah ora eres consciente de ser,
ese dí a tu h ij o, o ex presió n, morirá y regresará al seno de su padre, la conciencia sin rostro, sin forma.
T odas las ex presiones son el resultado de estas uniones mí sticas. De modo q ue los sacerdotes
está n en lo cierto cuando dicen q ue los v erdaderos matrimonios se h acen en el Cielo y só lo pueden
ser disueltos en el Cielo. Pero déj ame q ue aclare esta afirmació n diciéndote q ue el Cielo no es un
lugar; es un estado de consciencia. El R eino de los Cielos está dentro de ti. En el Cielo ( la concien-
cia), Dios es tocado por aq uello q ue es consciente de ser. « ¿ Q uién me h a tocado? Porq ue h e
sentido q ue de mí h a salido la v irtud.» En el momento en q ue ocurre este tocar ( sentimiento), h ay un
h ij o o un « salir de mí » h acia la v isib ilidad q ue tiene lugar.
El dí a en q ue el ser h umano siente « Yo S OY lib re», « Yo S OY rico», « Yo S OY fuerte», Dios ( el Yo S OY) es
tocado o crucificado por esas cualidades o v irtudes. Los resultados de ese tocar o crucificar se v erá n
en el nacimiento o la resurrecció n de las cualidades sentidas, porq ue la persona deb e tener una
confirmació n v isib le de todo lo q ue es consciente de ser. Ah ora sab rá s por q ué el ser h umano o la
manifestació n siempre está n h ech os a imagen de Dios. T u percepció n imagina y ex presa en lo fí sico
todo lo q ue eres consciente de ser.
« Yo SO Y el Señ or, y aparte de mí no h ay ningú n otro Dios.» Yo S OY la R esurrecció n y la Vida. T e
fij ará s en la creencia de q ue eres aq uello q ue deseas ser. Antes de tener cualq uier prueb a v isib le de
q ue lo eres, desde la profunda conv icció n q ue h as sentido q ue se fij ab a dentro de ti, sab rá s q ue lo
eres. Y entonces, sin esperar a la confirmació n de tus sentidos, gritará s: « Está terminado». Luego, con
una fe nacida del conocimiento de esta ley inmutab le, será s como alguien muerto y enterrado; te
q uedará s q uieto y no te mov erá s en tu conv icció n y tendrá s confianza en q ue resucitará s las
cualidades q ue h as fij ado y q ue está s sintiendo dentro de ti.
Y com o llevam os la im agen del t errest re,
llevarem os t am b ié n la im agen del celest e.
I COR. 15 ,4 9
T u consciencia o tu Yo S OY podrí an compararse a una pelí cula sensib le. En estado v irgen, es po-
tencialmente ilimitada. Puedes impresionar o grab ar un mensaj e de amor o un h imno de odio, una
marav illosa sinfoní a o una pieza de j azz discordante. No importa cuá l pueda ser la naturaleza de la
impresió n; tu Yo S OY recib irá y confirmará de b uena gana, sin decir un murmullo, todas las impresio-
nes.
A la consciencia se h ace referencia en Isaí as 5 3,3 7 .
« Despreciado, desh ech o de la h umanidad, h omb re de dolores, av ezado al sufrimiento, como
uno ante el cual se oculta el rostro, era despreciado y no era estimado.»
« Con todo, eran nuestros sufrimientos los q ue llev ab a, cargab a con nuestros dolores, mientras
nosotros le creí amos azotado, h erido por Dios y h umillado.»
« Pero estab a h erido por nuestras trasgresiones, golpeado por nuestras iniq uidades: el castigo,
precio de nuestra paz, caí a sob re él, y a causa de sus llagas h emos sido curados.»
« T odos nosotros, como ov ej as, nos h emos descarriado; cada cual sigue su propio camino. Y el
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las puedas dej ar entrar. T ú eres consciente de un deseo; el deseo es algo de lo q ue eres consciente
ah ora. T u deseo, aunq ue es inv isib le, deb e ser afirmado por ti para q ue sea algo real. « Dios llama a la
ex istencia a las cosas q ue no ex isten ( q ue no se v en). »
Al afirmar q ue Yo SO Y la cosa deseada, dej o entrar al salv ador. « Yo estoy ante la puerta y llamo; si
alguno oy e mi v oz y me ab re, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. » Cada deseo es la
llamada a la puerta del salv ador. Esta llamada es oí da por todos. La persona ab re la puerta cuando
afirma « Yo S OY él». Asegú rate de dej ar entrar a tu salv ador. Dej a q ue la cosa deseada se presione
sob re ti h asta q ue estés impresionado con la actualidad de tu salv ador; luego, pronuncia el grito de
v ictoria: « Está terminado».
LA CIRCU NCIS IÓ N
La circuncisió n es la operació n q ue retira el v elo q ue oculta la cab eza de la creació n. El acto fí sico
no tiene nada q ue v er con el acto espiritual. El mundo entero podrí a ser circuncidado fí sicamente y ,
sin emb argo, seguir siendo impuro y siendo el guí a ciego de los ciegos. A los q ue son circuncidados
espiritualmente se les h a retirado el mal de la oscuridad y sab en q ue son Cristo, la luz del mundo.
Ah ora déj ame q ue te practiq ue a ti, lector, la operació n espiritual. Este acto se realiza en el
octav o dí a después del nacimiento, no porq ue ese dí a tenga algú n significado especial, o porq ue
difiera de alguna manera de los demá s dí as, sino porq ue el och o es la figura q ue no tiene principio ni
fin. Ademá s los antiguos simb olizab an el octav o nú mero o la octav a letra como un env oltorio o v elo
dentro y detrá s del cual se encontrab a enterrado el misterio de la creació n. Así pues, el secreto de la
operació n en el octav o dí a, está de acuerdo con la naturaleza del acto, q ue es rev elar la cab eza
eterna de la creació n, ese algo inmutab le en el q ue todas las cosas comienzan y acab an y q ue, sin
emb argo, sigue siendo su ser eterno cuando todas las cosas dej an de ex istir. Este algo misterioso es tu
consciencia de ser.
En este momento, eres consciente de ex istir, pero tamb ién eres consciente de ser alguien. Ese
alguien es el v elo q ue oculta al ser q ue eres realmente. Primero eres consciente de ex istir, luego eres
consciente de ser una persona. Después de q ue el v elo de persona sea colocado sob re tu ser sin
rostro, tomas consciencia de ser miemb ro de una determinada raza, nació n, familia, credo, etc. El
v elo q ue deb e ser lev antado en la circuncisió n espiritual es el v elo de la persona. Pero para q ue esto
pueda h acerse, primero deb es cortar las adh esiones de raza, nació n, familia, etc. « En Cristo no h ay
griego ni j udí o, no h ay esclav o ni lib re, no h ay h omb re ni muj er.»* « Deb es dej ar a tu padre, a tu
madre, a tu h ermano y seguirme.» Para h acer esto, tienes q ue dej ar de identificarte con estas
div isiones y ser indiferente a ese tipo de afirmaciones. La indiferencia es el cuch illo q ue corta. El
sentimiento es el lazo q ue une. Cuando puedas v er a la h umanidad como una grandiosa h erman-
dad, sin distinciones de raza o credo, entonces sab rá s q ue h as cortado esas adh esiones. U na v ez
cortados esos lazos, lo ú nico q ue ah ora te separa de tu v erdadero ser es tu creencia de q ue eres una
persona.
Para retirar este ú ltimo v elo, deb es ab andonar tu idea de q ue eres una persona, sab iendo q ue
simplemente ex istes. En lugar de la consciencia de « Yo S OY una persona», dej a q ue esté simplemente
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el « Yo S OY»: sin rostro, sin forma y sin figura. Eres circuncidado espiritualmente cuando ab andonas la
consciencia de ser h umano y tu consciencia no condicionada de ser le es rev elada como la cab eza
eterna de la creació n, una presencia sin forma, sin rostro, q ue todo lo sab e. Entonces, sin v elo y
despierto, declarará s y sab rá s q ue Yo S OY Dios y , aparte de mí , esta consciencia, no h ay ningú n Dios.
Este misterio se cuenta simb ó licamente en la h istoria de la B ib lia en la q ue Jesú s lav a los pies de
sus discí pulos. Está escrito q ue Jesú s dej ó de lado su ropa y agarró una toalla y se env olv ió con ella.
Luego, después de lav ar los pies de los discí pulos, los secó con la toalla con la q ue estab a env uelto.
Pedro protestó porq ue no q uerí a q ue le lav aran los pies y se le dij o q ue si sus pies no eran lav ados, no
tendrí a parte con Jesú s. Pedro, al oí r esto, replicó : « Señ or, no só lo los pies, sino tamb ién las manos y la
cab eza». Jesú s le respondió diciendo: « El q ue se h a b añ ado no necesita lav arse má s q ue los pies,
pues está completamente limpio».
El sentido comú n le dirí a al lector q ue una persona no tiene todo el cuerpo limpio por el mero
h ech o de q ue le lav en los pies. Por lo tanto, o b ien deb erí a descartar esta h istoria ser fantasiosa, o
b ien b uscar su significado oculto. T odas las h istorias de la B ib lia son un drama psicoló gico q ue tiene
lugar en la consciencia del h omb re, y ésta no es una ex cepció n. Este lav ado de los pies de los
discí pulos es la h istoria mí stica de la circuncisió n espiritual o la rev elació n de los secretos del Señ or.
Jesú s es llamado « el Señ or». T e h an dich o q ue el nomb re del Señ or es Yo S OY - Je Suis. « Yo S OY el Señ or,
ése es mi nomb re», ( Isaí as 4 2 ,8 .) La h istoria cuenta q ue Jesú s estab a desnudo, salv o por una toalla
q ue cub rí a sus partes o secretos. Jesú s o el Señ or simb oliza tu consciencia de ser, cuy os secretos
oculta la toalla ( la consciencia de la persona). El pie simb oliza la comprensió n, q ue el Señ or deb e lav ar
para eliminar todas las creencias o ideas h umanas sob re uno mismo. Cuando la toalla es retirada
para secar los pies, los secretos del Señ or son rev elados. En pocas palab ras, el h ech o de retirar la
creencia de q ue eres una persona dej a v er q ue tu consciencia es la cab eza de la creació n. La
persona es el prepucio q ue oculta la cab eza de la creació n. Yo S OY el Señ or q ue el v elo de la
persona oculta.
« No estéis angustiados. Creed en Dios, creed tamb ién en mí . En la casa de mi Padre h ay much as
moradas; si no fuera así , os Io h ab rí a dich o. Voy a prepararos un sitio. Volv eré y os tomaré conmigo,
para q ue donde y o estoy , estéis v osotros tamb ién.» El Mí en el q ue deb es creer es tu consciencia, el
Yo S OY: es Dios. Es tamb ién la casa del Padre q ue contiene en su interior todos los estados de cons-
ciencia imaginab les. Cada estado de consciencia condicionado es llamado « mi morada».
Esta conv ersació n tiene lugar dentro de ti. T u Yo S OY, la c o n sc i e n c i a no condicionada, es el
Jesucristo q ue le h ab la al Yo condicionado, la consciencia de Juan Pérez. « Yo S OY Juan», desde el
punto de v ista mí stico, es dos seres; es decir, Cristo y Juan. De modo q ue v oy a preparar un lugar para
ti, pasando de actual estado de consciencia al estado deseado. Es una promesa q ue le h ace tu
Cristo, o tu consciencia de ser, a tu idea actual de ti mismo, para q ue ab andones tu conciencia
actual y te apropies de otra.
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El h omb re es tan esclav o del tiempo q ue, si después de h ab erse apropiado de un estado de
consciencia q ue actualmente no es v isto por el mundo, y si el estado del q ue se h a apropiado no se
encarna inmediatamente, pierde la fe en su declaració n inv isib le. Sin dilació n, la ab andona y v uelv e
a su anterior estado de ser está tico. Deb ido a esta limitació n del ser h umano, h e descub ierto q ue
resulta muy ú til emplear un lapso de tiempo determinado para realizar este v iaj e a la morada
preparada.
« Espera só lo un poco.»
T odos h emos clasificado los diferentes dí as de la semana, los meses del añ o y las estaciones. Con
esto q uiero decir q ue tú y y o h emos dich o, una y otra v ez: « Hoy parece domingo», o « lunes», o
« sá b ado». T amb ién h emos dich o en medio del v erano: « Parece q ue fuera otoñ o». Esta es una prueb a
positiv a de q ue tú y y o tenemos unos sentimientos claros asociados a estos diferentes dí as, meses y
estaciones del añ o. Deb ido a estas asociaciones, podemos mantenernos conscientemente, en
cualq uier momento, en el dí a o la estació n q ue h ay amos elegido. No definas egoí stamente este
lapso en dí as y h oras porq ue estés ansioso por recib ir lo deseado. Simplemente deb es mantenerte en
la conv icció n de q ue y a está h ech o ( puesto q ue el tiempo es puramente relativ o, deb erí a ser
eliminado por completo) y de q ue tu deseo se realizará .
Esta capacidad de permanecer en cualq uier momento en el tiempo nos permite emplear el
tiempo en nuestro v iaj e h acia la mansió n deseada. Ah ora y o ( la consciencia) v oy a un momento en
el tiempo y , ah í , preparo el lugar. Si v oy a ese momento en el tiempo y preparo un lugar, regresaré a
este momento del tiempo del q ue h e salido, y te recogeré y te llev aré conmigo a ese lugar q ue h e
preparado, para q ue donde Yo S OY, tú tamb ién puedas ser.
Permí teme q ue te dé un ej emplo de este v iaj e. Supó n q ue tienes un intenso deseo. Como la ma-
y orí a de la gente q ue está esclav izada por el tiempo, es posib le q ue sientas q ue no podrá s realizar
un deseo tan grande en un lapso de tiempo limitado. Pero si reconoces q ue todas las cosas son
posib les para Dios, si crees q ue Dios es el YO q ue está dentro de ti, o tu consciencia de ser, entonces
puedes decir: « Como Juan no puedo h acer nada, pero puesto q ue todas las cosas son posib les para
Dios, y sé q ue Dios es mi consciencia de ser, puedo realizar mi deseo en poco tiempo. Có mo se v a a
realizar mi deseo, no lo sé ( como Juan), pero por la ley de mi ser, sé q ue se realizará ».
Con esta creencia firmemente estab lecida, decide cuá l serí a el lapso de tiempo relativ o, racional,
en el q ue ese deseo se podrí a realizar. U na v ez má s, permí teme q ue te recuerde q ue no deb es
acortar ese lapso porq ue estés ansioso por recib ir tu deseo; h az q ue sea un lapso de tiempo natural.
Nadie puede decirte cuá l ese lapso de tiempo. Só lo tú puedes decir cuá l serí a ese lapso para ti. El
lapso de tiempo es relativ o; es decir, dos personas no estab lecerí an la misma medida de tiempo para
la realizació n de su deseo.
El tiempo siempre está condicionado por la idea q ue la persona tiene de sí misma. La confianza
en ti mismo, como está condicionada por la consciencia, siempre acorta el lapso de tiempo. Si
estuv ieras acostumb rado a los grandes logros, te darí as un lapso de tiempo much o má s corto para
realizar tu deseo q ue el q ue se darí a una persona formada en la derrota.
Si h oy fuera miércoles y decidieras q ue serí a b astante posib le q ue tu deseo encarne una nuev a
realizació n de ti el domingo, entonces el domingo es el momento en el tiempo q ue v isitarí as. Para
realizar esta v isita, cierras el miércoles y dej as entrar al domingo. Esto se consigue simplemente
sintiendo q ue h oy es domingo. Empieza a oí r las campanas de la iglesia; empieza a sentir la tranq uili-
dad de ese dí a y todo lo q ue el domingo significa para ti; siente realmente q ue es domingo. Cuando
h ay as logrado esto, siente la alegrí a de h ab er recib ido eso q ue el miércoles no era má s q ue un
deseo. Siente la emoció n ab soluta de h ab erlo recib ido, y luego regresa al miércoles, el momento en
el tiempo q ue dej aste atrá s. Al h acer esto, h as creado un v ací o en la consciencia pasando del
miércoles al domingo. La naturaleza, q ue detesta los v ací os, se apresura a llenarlo, creando así un
molde a semej anza de aq uello q ue potencialmente creas, es decir, la dich a de h ab er realizado tu
deseo definido.
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Cuando regreses al miércoles estará s lleno de una ex pectativ a alegre, porq ue h ab rá s estab lecido
la consciencia de aq uello q ue deb e tener lugar el siguiente domingo. Mientras pasas por el lapso del
j uev es, el v iernes y el sá b ado, nada te altera, independientemente de las circunstancias, porq ue y a
h as predeterminado lo q ue será s en el Sab at y ésa sigue siendo una conv icció n inalterab le.
Hab iendo ido antes a preparar el lugar, h as regresado a Juan y ah ora está s llev á ndolo contigo, a
trav és del lapso de tres dí as, h acia el lugar preparado para q ue él pueda compartir tu alegrí a
contigo, porq ue donde YO E S T OY podéis estar v osotros tamb ién.
EL DlO S T R INO
Hab iendo descub ierto q ue Dios es nuestra consciencia de ser y q ue esta realidad no condicionada,
inmutab le ( el Yo S OY), es el ú nico creador, v eamos por q ué la B ib lia h ab la de una trinidad como
creadora del mundo. En el v erso 2 6 del primer capí tulo del Génesis, se afirma: « Y Dios dij o: " Hagamos aI
h omb re a nuestra imagen" ». Las iglesias se refieren a esta p lu ra l id a d de Dioses como Dios Padre,
Dios Hij o y Dios Espí ritu Santo. Jamá s h an intentado ex plicar lo q ue q uieren decir con « Dios Padre, Dios
Hij o y Dios Espí ritu Santo», porq ue no sab en nada acerca de este misterio.
Padre, Hij o y Espí ritu Santo son los tres aspectos o condiciones de la consciencia de ser, no
condicionada, llamada Dios. La consciencia de ser precede a la consciencia de ser algo. Esa
conciencia no condicionada q ue precede a todos los
estados de consciencia es Dios: Yo S OY. LOS tres aspectos condicionados o div isiones de sí misma
pueden ex plicarse mej or de esta manera.
La actitud receptiv a de la mente es ese aspecto q ue recib e impresiones y , por lo tanto, puede
compararse al ú tero o a la Madre.
Aq uello q ue h ace la impresió n es el aspecto masculino o q ue presiona y , por lo tanto, es conocido
como el Padre.
La impresió n, con el tiempo, se conv ierte en una ex presió n, la cual es siempre la imagen y seme-
j anza de la impresió n; por lo tanto, se dice q ue este aspecto materializado es el Hij o q ue da fe de su
Padre-Madre. La comprensió n de este misterio de la trinidad permite a la persona q ue lo comprende
transformar por completo su mundo y crearlo a su propio gusto.
He aq uí una aplicació n prá ctica de este misterio. Siéntate en silencio y decide q ue es lo q ue má s
te gustarí a ex presar o poseer. Cuando lo h ay as decidido, cierra los oj os y alej a tu atenció n comple-
tamente de aq uello q ue negarí a la realizació n de la cosa deseada. A continuació n, adopta una
actitud mental receptiv a y j uega al j uego de suponer, imaginando có mo te sentirí as si realizaras tu
deseo ah ora. Empieza por escuch ar como si el espacio te estuv iera h ab lando y diciéndote q ue
ah ora eres aq uello q ue deseas ser.
Esta actitud receptiv a es el estado de consciencia q ue deb es adoptar para q ue se pueda realizar
una impresió n. Cuando h ay as alcanzado este estado de á nimo flex ib le e impresionab le, entonces
empieza a grab ar en ti el h ech o de q ue eres eso q ue deseas ser, afirmando y sintiendo q ue ah ora
está s ex presando y posey endo aq uello q ue h ab í as decidido ser y tener. Continú a con esta actitud
h asta q ue se realice la impresió n. Cuando contemplas ser y poseer aq uello q ue h as decidido ser y
tener, notará s q ue, con cada inh alació n de tu respiració n, una emoció n alegre recorre todo tu ser.
Esta emoció n aumenta en intensidad cuando sientes cada v ez má s la alegrí a de ser aq uello q ue
está s afirmando ser. Luego, en una ú ltima inh alació n profunda, todo tu ser ex plosionará con la
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LA ORACIÓ N
La oració n es la ex periencia má s marav illosa q ue una persona puede tener. A diferencia de los
susurros diarios de la gran may orí a de la h umanidad de todas las regiones q ue, con sus v anas
repeticiones, espera q ue Dios la oiga, la oració n es el éx tasis de una b oda espiritual q ue tiene lugar en
la profunda y silenciosa q uietud de la consciencia. En su v erdadero sentido, la oració n es la ceremo-
nia de matrimonio con Dios. Del mismo modo q ue, el dí a de su b oda, una much ach a renuncia al
apellido de su familia para adoptar el apellido del marido, asimismo la persona q ue reza deb e
renunciar a su nomb re o naturaleza actual y adoptar la naturaleza de aq uello por lo q ue reza.
Los ev angelios h an instruido claramente a las personas sob re la realizació n de esta ceremonia de
la siguiente manera: " Cuando reces, entra en tu interior en secreto y cierra la puerta y , tu Padre, q ue
v e en lo secreto, te recompensará ab iertamente». Entrar en tu interior es entrar en los aposentos
nupciales. Del mismo modo q ue en la noch e de b odas só lo se permite q ue entren el nov io y la nov ia
en una h ab itació n tan sagrada como es la suite nupcial, tampoco se permite q ue nadie, ex cepto la
persona q ue reza y aq uello por lo q ue reza, entre en el momento sagrado de la oració n. De la misma
manera q ue al entrar en la suite nupcial el nov io y la nov ia cierran la puerta al mundo ex terior,
tamb ién la persona q ue entra en el momento sagrado de la oració n deb e cerrar la puerta de los
sentidos y dej ar el mundo q ue le rodea ab solutamente fuera. Esto se logra alej ando la atenció n com-
pletamente de todas las cosas q ue no sean aq uello de lo q ue ah ora está s enamorado ( la cosa
deseada).
La segunda fase de esta ceremonia espiritual está definida en estas palab ras: « Cuando recéis,
creed q ue h ab éis recib ido y recib iréis». Cuando crees alegremente ser y poseer aq uello q ue deseas
ser y tener, h as dado este segundo paso y , por lo tanto, está s realizando espiritualmente actos de
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matrimonio y generació n.
T u actitud mental receptiv a mientras rezas o contemplas podrí a compararse a una nov ia o a un
ú tero, porq ue es ese aspecto de la mente el q ue recib e las impresiones. Aq uello q ue contemplas ser
es el nov io, porq ue es el nomb re o la naturaleza q ue adoptas y , por lo tanto, es aq uello q ue dej a su
fecundació n. De modo q ue uno renuncia a la solterí a o a su actual naturaleza cuando adopta el
nomb re y la naturaleza de la fecundació n.
Perdido en la contemplació n y h ab iendo adoptado el nomb re y la naturaleza de la cosa con-
templada, todo tu ser se emociona con la alegrí a de ser eso. Esta emoció n q ue recorre todo tu ser
cuando te apropias de la consciencia de tu deseo es la prueb a de q ue está s casada y h as sido
fecundada. Cuando regresas de esta meditació n silenciosa, la puerta se ab re una v ez má s al mundo
q ue dej aste atrá s. Pero esta v ez regresas como una nov ia emb arazada. Entras en el mundo siendo
un ser transformado y , aunq ue só lo tú sab es de este marav illoso romance, muy pronto el mundo v erá
las señ ales de tu emb arazo, porq ue empezará s a ex presar aq uello q ue en tus momentos de silencio
sentiste q ue eras.
La madre del mundo, o la nov ia del Señ or, se llama ex presamente Marí a, o agua, porq ue el agua
pierde su identidad cuando adopta la naturaleza de aq uello con lo q ue se mezcla. Asimismo, Marí a,
la actitud mental receptiv a, deb e perder su identidad al adoptar la naturaleza de la cosa deseada.
Ú nicamente cuando uno está dispuesto a renunciar a sus limitaciones y a su identidad del presente,
puede uno conv ertirse en aq uello q ue desea ser. La oració n es la fó rmula mediante la cual se realizan
esos div orcios y esos matrimonios.
« Si dos de v osotros se ponen de acuerdo, eso se estab lecerá en la T ierra.» Los dos q ue se ponen de
acuerdo son tú , q ue eres la nov ia, y la cosa deseada, q ue es el nov io. Cuando se logre este acuerdo,
nacerá un niñ o q ue dará fe de esta unió n. Empezará s a ex presar y a poseer aq uello q ue eres
consciente de ser. R ezar es, por lo tanto, reconocer q ue eres aq uello q ue deseas ser, en lugar de
rogarle a Dios q ue te dé aq uello q ue deseas.
Millones de plegarias se q uedan sin responder a diario porq ue el ser h umano le reza a un Dios
q ue no ex iste. Puesto q ue la consciencia es Dios, uno deb e b uscar en la consciencia la cosa deseada
adoptando la consciencia de la cualidad q ue uno desea. Só lo cuando uno h ace esto, sus plegarias
son respondidas. Ser consciente de ser pob re mientras uno reza para tener riq ueza es ser recompen-
sado con aq uello q ue uno es consciente de ser: es decir, con pob reza. Para q ue las oraciones
tengan éx ito deb en ser afirmadas y apropiadas. Adopta la consciencia positiv a de la cosa deseada.
Cuando tengas tu deseo definido, entra silenciosamente en tu interior y cierra la puerta detrá s de
ti. Piérdete en tu deseo; siente q ue eres uno con él; mantente en esta fij ació n h asta q ue h ay as
ab sorb ido la v ida y el nomb re afirmando y sintiendo q ue eres y tienes lo q ue deseab as. Cuando
salgas de tu momento de oració n, deb es h acerlo siendo consciente de ser y poseer aq uello q ue
h asta ese momento deseab as.
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LO S DO CE DI SCÍ P ULO S
Los doce discí pulos representan las doce cualidades de la mente q ue pueden ser controladas y
disciplinadas por el ser h umano. Si son disciplinadas, ob edecerá n en todo momento las ó rdenes de
q uien las h a disciplinado.
Estas doce cualidades en el ser h umano son potenciales de todas las mentes. Cuando está n
indisciplinadas, sus actos recuerdan má s a los actos de una pandilla q ue a los de un ej ército entre-
nado y disciplinado. El origen de todas las tormentas y confusiones en las q ue está sumergido el ser
h umano puede h allarse directamente en esas doce caracterí sticas mal relacionadas de la mente
h umana en su actual estado inactiv idad. Hasta q ue sean despertadas y disciplinadas, permitirá n q ue
cada rumor y cada emoció n sensual les afecten.
Cuando las doce está n disciplinadas y se tiene un control sob re, el q ue ej erce este control les
dirá : « A partir de ah ora no os llamaré esclav as, sino amigas». Sab e q ue, a partir de ese momento,
cada atrib uto de la mente adq uirido y disciplinado será su amigo y le protegerá .
Los nomb res de las doce cualidades rev elan sus naturalezas. No se les da estos nomb res h asta q ue
son llamados a ser discí pulos. Estos son: Simó n, q ue má s tarde fue llamado Pedro, Andrés, Santiago,
Juan, F elipe, B artolomé, T omá s, Mateo, Santiago, h ij o de Alfeo, T adeo, Simó n el Cananita y Judas.
La primera cualidad q ue deb e ser llamada y disciplinada es Simó n, o el atrib uto del oí do. Esta
facultad, cuando es elev ada al niv el de un discí pulo, permite q ue só lo lleguen a la consciencia
aq uellas impresiones q ue el oí do le h a ordenado q ue dej e entrar. No importa lo q ue la sab idurí a de
la persona pueda sugerir o la ev idencia de sus sentidos pueda transmitir; si dich as sugerencias e ideas
no está n de acuerdo con lo q ue oy e, permanece inmutab le. Esta h a sido instruida por su Señ or y
entiende q ue cada sugerencia q ue permite q ue pase por su puerta, al llegar a su Señ or y Maestro ( su
consciencia), dej ará su impresió n ah í y , con el tiempo, esa impresió n se conv ertirá en una ex presió n.
La instrucció n a Simó n es q ue deb erí a permitir ú nicamente la entrada de v isitantes dignos y h ono-
rab les a la casa ( la consciencia) de su Señ or. Ningú n error puede tapar u ocultar a su Maestro,
porq ue cada ex presió n de la v ida le dice a su Señ or a q uién h a prestado atenció n consciente o
inconscientemente.
Cuando Simó n, por sus ob ras, demuestra q ue es un discí pulo sincero y fiel, entonces recib e el
nomb re de Pedro o la piedra, el discí pulo impasib le, el q ue no puede ser sob ornado o coaccionado
por ningú n v isitante. Su Señ or lo h a llamado Simó n Pedro, el q ue escuch a fielmente las ó rdenes de su
Señ or y decide q ué ó rdenes no escuch a.
Es este Simó n Pedro q uien descub re q ue el Yo S OY es Cristo y , por su descub rimiento, se le dan las
llav es del Cielo y se conv ierte en la piedra fundamental sob re la cual descansa el T emplo de Dios.
Los edificios deb en tener cimientos firmes y solo el oí r disciplinado, al sab er q ue el Yo S OY es Cristo,
puede mantenerse firme e impasib le en el conocimiento de q ue Yo S OY Cristo y aparte de Mí no h ay
ningú n otro salv ador.
La segunda cualidad llamada a ser un discí pulo es Andrés, o la v alentí a. Cuando se desarrolla la
primera cualidad, la fe en uno mismo, automá ticamente h ace q ue nazca su h erma, la v alentí a. La fe
en uno mismo, q ue no pide la ay uda del h omb re, sino q ue se apropia en silencio y por sí sola de la
consciencia de la cualidad deseada ( a pesar de la razó n o de la ev idencia de sus sentidos, q ue le
indican lo contrario) sigue siendo fiel, esperando pacientemente con el conocimiento de q ue su
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afirmació n inv isib le, si se mantiene, deb e realizarse. Esta fe desarrolla una v alentí a y una fortaleza de
cará cter q ue está n má s allá de lo q ue pueda llegar a imaginar la persona in d isc i pl in a da cuy a fe
está en las cosas v isib les.
La fe de la persona indisciplinada no puede llamarse v erdaderamente fe. Porq ue si le q uitamos a
una persona los ej ércitos, las medicinas o la sab idurí a en las q ue pone su fe, la fe y la v alentí a
desaparecen con ella. Pero a la persona disciplinada le podemos arreb atar el mundo entero y , sin
emb argo, seguirá teniendo fe, con el conocimiento de q ue el estado de consciencia en el q ue mora
se encarnará a su deb ido tiempo. Esta v alentí a es el h ermano de Pedro, Andrés, el discí pulo q ue
sab e lo q ue es atrev erse, h acer y guardar silencio.
Las siguientes dos cualidades q ue son llamadas tamb ién está n relacionadas. Son los h ermanos
Santiago y Juan, Santiago el j usto, el j uez recto, y su h ermano Juan, el amado. Para q ue la j usticia
sea sab ia, deb e ser administrada con amor, poniendo siempre la otra mej illa y respondiendo en todo
momento al mal con el b ien, al odio con amor, a la v iolencia con no-v iolencia.
Cuando el discí pulo Santiago, sí mb olo de un j uicio disciplinado, es elev ado al alto cargo de j uez
supremo, se le deb e poner una v enda en los oj os para q ue no sea influido por la carne y no j uzgue
por las apariencias. El j uicio disciplinado es administrado por alguien q ue no está influido por las
apariencias. El q ue llamó a estos h ermanos a ser sus discí pulos se mantiene fiel a su orden de oí r
ú nicamente aq uello q ue le h an ordenado oí r, es decir, el B ien. La persona q ue tiene la cualidad de
una mente disciplinada es incapaz de oí r y aceptar como cierta cualq uier cosa, sob re ella o sob re
otra persona, q ue, al oí rla, no llene su corazó n con amor.
Estos dos discí pulos o aspectos de la mente son uno e inseparab les cuando son despertados.
Alguien tan disciplinado perdona a todas las personas por ser como son. Puesto q ue es un j uez sab io,
sab e q ue cada persona ex presa a la perfecció n aq uello q ue, como ser h umano, es consciente de
ser. Sab e q ue sob re los cimientos inmutab les de la consciencia descansan todas las manifestaciones
y q ue los camb ios de ex presió n pueden producirse ú nicamente mediante un camb io en la cons-
ciencia.
Sin condena ni crí ticas, estas cualidades disciplinadas de la mente permiten q ue todo el mundo
sea como es. No ob stante, aunq ue permite q ue todas las personas tengan esta lib ertad de escoger,
siempre está n v igilantes para v er q ue predigan y h agan ( pura sí mismas y para los demá s) solamente
aq uellas cosas q ue, cuando son ex presadas, glorifican, dignifican y dan alegrí a a q uien las ex presa.
La q uinta cualidad llamada a ser un discí pulo es F elipe. Este pidió q ue le mostraran al Padre. La
persona despierta sab e q ue el Padre es el estado de consciencia en el q ue h ab ita el ser h umano y
q ue ese estado o Padre só lo puede v erse cuando es ex presado. Sab e q ue está h ech a a la perfecta
imagen o semej anza de esa consciencia con la q ue se identifica. De modo q ue declara: « Nadie h a
v isto j amá s a mi Padre, pero y o, el h ij o, q ue moro en su seno, lo h e rev elado. Por lo tanto, cuando me
v eis a mí , el h ij o, v eis a mi Padre, porq ue h e v enido para dar fe de mi Padre». Mi Padre y y o, la
consciencia y su ex presió n, Dios y el h omb re, son uno.
Este aspecto de la mente, cuando se disciplina, persiste h asta q ue las ideas, las amb iciones y los
deseos se conv ierten en realidades encarnadas. É sta es la cualidad q ue afirma: « Pero en mi carne
v eré a Dios». Sab e có mo conv ertir la palab ra en carne, có mo dar forma a lo informe.
El sex to discí pulo se llama B artolomé. Esta cualidad es la facultad imaginativ a, una cualidad de la
mente q ue cuando está despierta te diferencia de las masas. U na imaginació n despierta coloca al
q ue h a despertado por encima de la persona media, dá ndole la apariencia de un ray o de luz en un
mundo de oscuridad. Ninguna cualidad separa tanto a una persona de otra como la imaginació n
disciplinada. Es como separar el trigo de la paj a. Los q ue má s h an aportado a la sociedad son
nuestros artistas, cientí ficos, inv entores y otras personas con una imaginació n v iv ida.
Si h icieran un estudio para determinar por q ué much os h omb res y muj eres fracasan en los añ os
posteriores a la univ ersidad, mientras q ue otros triunfan, encontrarí amos q ue la imaginació n h ab í a
j ugado un papel importante. U n estudio de ese tipo mostrarí a q ue es la imaginació n o la falta de ella
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cias». Simó n de Cana, o Simó n de la tierra de la lech e y la miel, cuando es llamado a ser discí pulo, es
la prueb a de q ue alguien q ue posee esta facultad es consciente de la ab undancia de la v ida.
Puede decir con el salmista Dav id: « Me preparas una mesa en presencia de mis enemigos, perfumas
con ungü ento mi cab eza y me llenas la copa a reb osar». Este aspecto disciplinado de la mente es
incapaz de oí r nada q ue no sean b uenas noticias y , por lo tanto, está b ien cualificada para predicar
el Ev angeIio o el B uen h ech izo.* ( N. de la T .: Aq uí el autor h ace un j uego de palab ras. « Ev angelio» en
inglés es « Gospel» y « B uen h ech izo» es « Good-spell»).
La duodécima y ú ltima de las cualidades disciplinadas de la mente se llama Judas. Cuando esta
cualidad está despierta, la persona sab e q ue deb e dej ar de ser lo q ue es para poder conv enirse en
lo q ue desea ser. Así , se dice de este discí pulo q ue se suicidó , q ue es la manera q ue tiene el mí stico
de decirle al iniciado q ue Judas es el aspecto disciplinado del desprendimiento. Este sab e q ue su Yo
S OY, O consciencia, es su salv ador, de modo q ue dej a ir a todos los demá s salv adores. Esta cualidad,
cuando está disciplinada, le da a la persona la fuerza para soltar.
La persona q ue h a llamado a Judas a la ex istencia h a aprendido a alej ar su atenció n de los pro-
b lemas o las limitaciones y a ponerla en aq uello q ue es la solució n o el salv ador. « El q ue no nace de
nuev o no puede entrar en el R eino de los Cielos.» « Nadie tiene may or amor q ue el q ue da la v ida por
un amigo.» Cuando la persona se da cuenta de q ue la cualidad deseada, si se realiza, le salv ará y
será su amiga, renuncia de b uena gana a su v ida ( su concepto actual de sí misma) por su amiga,
apartando su consciencia de aq uello q ue es consciente de ser y adoptando la consciencia de
aq uello q ue desea ser.
Cuando el h omb re despierte de su estado indisciplinado, Judas, un discí pulo al q ue el mundo, en
su ignorancia, h a desacreditado, será colocado en un lugar elev ado, porq ue Dios es amor y nadie
tiene may or amor q ue este, q ue dej ar su v ida por un amigo. La persona no se conv ertirá en aq uello
q ue desea ser h asta q ue ab andone eso q ue ah ora es consciente de ser; y Judas es el q ue consigue
esto a trav és del suicidio o el desprendimiento.
Estas son las doce cualidades q ue le fueron dadas al h omb re en la creació n del mundo. El deb er
del ser h umano es elev arlas al niv el de discí pulas. Cuando logre esto, dirá : « He acab ado la ob ra q ue
me encomendaste y te h e glorificado en la T ierra. Ah ora, Padre, glorifí came tú j unto a ti con la gloria
q ue tení a contigo antes de ex istir el mundo».
LUZ LI Q UI DA
Psí q uicamente, este mundo es como un océano de luz q ue contiene en su interior todas las cosas,
incluido el ser h umano, como cuerpos palpitantes env ueltos en luz lí q uida. La h istoria b í b lica del
Diluv io es el estado en el q ue v iv e el h omb re. En realidad está env uelto en un océano de luz lí q uida en
el q ue se muev e una gran cantidad de seres de luz.
La h istoria del Diluv io sigue representá ndose en la actualidad. El ser h umano es el Arca q ue con-
tiene en su interior los principios masculino-femenino de todo ser v iv o. La paloma, o la idea, q ue es
env iada para q ue encuentre tierra firme el intento del ser h umano de encarnar sus ideas. Las ideas
del ser h umano recuerdan a las av es en v uelo: como la paloma del relato b í b lico, regresan a él sin
encontrar un lugar donde descansar. Si la persona no permite q ue estas b ú sq uedas infructuosas la
desanimen, un dí a el av e regresará con una ramita v erde. Cuando h ay a adoptado la consciencia de
la cosa deseada, se conv encerá de q ue es así , y sentirá y sab rá q ue es aq uello de lo q ue se h a
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esperes, la cosa sentida se conv ertirá en tu ex presió n. La v ida no h ace diferencias entre las personas
ni destruy e nada; continú a manteniendo v iv o aq uello q ue la persona es consciente de ser. Las cosas
desaparecerá n ú nicamente cuando la persona camb ie su consciencia. Por much o q ue lo q uieras
negar, sigue siendo un h ech o q ue la consciencia es la ú nica realidad y q ue las cosas no son má s q ue
un reflej o de aq uello q ue eres consciente de ser. El estado celestial q ue b uscas lo encontrará s
ú nicamente en la consciencia, porq ue el R eino de los Cielos está dentro de ti.
T u consciencia es la ú nica realidad v iv a, la cab eza eterna de la creació n. Aq uello q ue eres cons-
ciente de ser es el cuerpo temporal q ue v istes. Alej ar tu atenció n de lo q ue eres consciente de ser es
decapitar al cuerpo, pero del mismo modo q ue un pollo o una serpiente continú a saltando y
palpitando durante un rato después de q ue se la h ay a cortado la cab eza, tamb ién las cualidades y
condiciones parecen v iv ir durante un tiempo después de q ue h ay as retirado tu atenció n de ellas.
El h omb re, al no conocer esta ley de la consciencia, piensa constantemente en sus condiciones
h ab ituales anteriores y , al prestarles atenció n, coloca sob re esos cuerpos muertos la cab eza eterna
de la creació n. De ese modo los reanima y los resucita. Deb es dej ar en paz a esos cuerpos muertos y
dej ar q ue los muertos entierren a los muertos. U na v ez q ue la persona h a puesto la mano en el arado
( es decir, cuando h a adoptado la consciencia de la cualidad deseada), si mira atrá s lo ú nico q ue
conseguirá será frustrar su oportunidad de entrar en el R eino de los Cielos.
Puesto q ue la v oluntad del Cielo siempre se h ace en la T ierra, actualmente está s v iv iendo en el
Cielo q ue h as estab lecido dentro de ti, porq ue tu Cielo se rev ela en esta T ierra. El R eino de los Cielos
realmente está cerca. Ah ora es el momento aceptado, así q ue crea un nuev o Cielo, entra en un
nuev o estado de consciencia y aparecerá una nuev a T ierra.
PESCAR
Está e sc r i to q ue los discí pulos estuv ieron pescando toda la noch e y no pescaron nada. Entonces
apareció Jesú s en escena y les dij o q ue ech aran sus redes otra v ez, pero q ue esta v ez las ech aran al
lado derech o. Pedro ob edeció a la v oz de Jesú s y ech ó sus redes una v ez má s al agua. Ah í donde
unos minutos antes no h ab í a h ab ido ningú n pez en el agua, las redes casi se rompieron por la
cantidad de peces cogidos.
El ser h umano, pescando durante la noch e de la ignorancia h umana, intenta realizar sus de-
seos mediante el esfuerzo, y la luch a, y al final descub re q ue su b ú sq ueda h a sido infructuosa.
Cuando descub ra q ue su consciencia de ser es
Cristo Jesú s, ob edecerá a su v oz y dej ará q ue dirij a su pesca.
Ech ará el anzuelo al lado derech o; aplicará la ley de la forma correcta y b uscará en su consciencia
aq uello q ue desea. Al encontrarlo ah í , sab rá q ue se multiplicará en el mundo de la forma.
Las personas q ue h an tenido el gusto de pescar sab en lo emocionante q ue es sentir al pez en el
anzuelo. La mordida del pez v a seguida de su j uego y después de ese j uego se saca al pez del agua.
Algo parecido ocurre en la consciencia del h omb re cuando pesca en b usca de las manifestaciones
de la v ida.
Los pescadores sab en q ue si q uieren pescar un pez grande deb en h acerlo en aguas profundas. Si
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q uieres ob tener much o de la v ida, deb es dej ar atrá s las aguas superficiales, con sus numerosos
arrecifes y b arreras, y lanzarte a las azules aguas profundas donde j uegan los grandes. Para atrapar
las grandes manifestaciones de la v ida deb es entrar en estados de consciencia má s profundos y má s
lib res. Las grandes ex presiones de la v ida v iv en ú nicamente en esas profundidades.
Esta es una fó rmula sencilla para tener una pesca ex itosa. Primero, decide q ué es lo q ue q uieres
ex presar o poseer. Esto es esencial. Deb es sab er claramente lo q ue q uieres de la v ida para poder
pescarlo. Después de tomar tu decisió n, aléj ate del mundo de los sentidos, retira tu atenció n del
prob lema y poní a en el mero h ech o de ex istir, repitiendo en silencio pero con sentimiento: « Yo S OY».
Cuando alej es tu atenció n del mundo q ue te rodea y la colocas en el Yo S OY, de manera q ue te
pierdas en el sentimiento de simplemente ex istir, te encontrará s deslizando el ancla q ue te atab a a
las superficialidades de tu prob lema y , sin ningú n esfuerzo, descub rirá s q ue está s av anzando h acia
las profundidades.
La sensació n q ue acompañ a a este acto es una sensació n de ex pansió n. Sentirá s q ue te elev as
y te ex pandes, como si realmente estuv ieras creciendo. No temas a esta ex periencia de flotar y
crecer, porq ue no v as a perder nada, ex cepto tus limitaciones. Pero rus limitaciones v an a desapare-
cer cuando te alej es de ellas, porq ue só lo v iv en en tu consciencia.
En esta consciencia profunda y ex pandida, sentirá s q ue eres una poderosa fuerza pulsante tan
profunda y rí tmica como el mar. Esta sensació n de ex pansió n es la señ al de q ue ah ora está s en las
profundas aguas azules, donde nadan los peces grandes. Imagina q ue el pez q ue decides pescar es
la salud y la lib ertad. Empiezas a pescar en estas profundidades informes y pulsantes de ti en b usca
de esas cualidades o estados de consciencia, y lo h aces sintiendo « Yo S OY una persona sana», « Yo
S OY lib re». Continú as afirmando y sintiendo q ue está s sano y eres lib re h asta q ue la conv icció n de q ue
eres eso te posee.
Cuando la conv icció n nazca dentro de ti, de manera q ue todas las dudas desaparezcan y sepas
y sientas q ue te h as lib erado de las limitaciones del pasado, sab rá s q ue h as atrapado esos peces. La
alegrí a q ue recorre todo tu ser al sentir q ue eres aq uello q ue deseas ser es igual a la emoció n del
pescador cuando atrapa a sus peces.
A continuació n v iene el j uego del pez. Esto se consigue regresando al mundo de los sentidos.
Cuando ab res los oj os al mundo q ue te rodea, la conv icció n y la consciencia de q ue está s sano y
eres lib re deb erí an estar tan instaladas en tu interior q ue todo tu ser se emocione con la ex pecta-
tion.Luego, mientras recorres el necesario lapso de tiempo q ue tornará n las cosas sentidas en
encarnarse, sentirá s una emoció n secreta porq ue sab es q ue dentro de poco tendrá s eso q ue
ninguna persona puede v er, pero q ue tú sientes y sab es q ue eres.
En un instante, cuando no estés pensando, mientras caminas fielmente con esta consciencia,
empezará s a ex presar y a poseer eso q ue eres consciente de ser y poseer, ex perimentando con los
pescadores la dich a de pescar al gran pez. Ah ora, sal a pescar las manifestaciones de la v ida,
ech ando rus redes en el lado correcto.
SÉ O Í DO S Q UE O Y EN
Q ue estas palab ras penetren en v uestros odios: El Hij o del Homb re v a a ser entregado en manos de
los h omb res.” No seas como esas personas q ue tienen oj os q ue no v en y oí dos q ue no oy en. Dej a q ue
estas rev elaciones penetren profundamente en tus oí dos, porq ue después de q ue el Hij o ( la idea)
h ay a sido conceb ido, el h omb re, con sus v alores falsos ( la razó n), intentará ex plicar las razones de la
ex presió n del Hij o y , al h acerlo, la h ará pedazos.
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Cuando las personas está n de acuerdo en q ue algo es h umanamente imposib le y q ue, por lo
tanto, no se puede h acer, si alguien realiza esa cosa imposib le, los sab ios q ue dij eron q ue eso no
podí a h acerse empezará n a decirte por q ué y có mo h a ocurrido. Cuando h ay an acab ado rasgan-
do la tú nica sin costuras ( las causas de la manifestació n), estará n tan lej os de la v erdad como
cuando proclamaron q ue era imposib le. Mientras el ser h umano b usq ue la causa de la ex presió n
fuera de q uien la ex presa, b uscará en v ano.
Durante miles de añ os, se le h a dich o al ser h umano: « Yo S OY la resurrecció n y la v ida», « Ninguna
manifestació n llega a mí si y o no la atraigo», pero no q uiere creerlo. Prefiere creer q ue las causas
está n fuera de él. En cuanto aq uello q ue no era v isto se h ace v isib le, el h omb re está listo para
ex plicar la causa y el propó sito de su aparició n. Así pues, el Hij o del Homb re ( la idea q ue desea la
manifestació n) está siendo destruido constantemente en manos ( ex plicació n razonab le o sab idurí a)
del h omb re.
Ah ora q ue tu consciencia te h a sido rev elada como la causa de toda ex presió n, no regreses a la
oscuridad de Egipto con sus much os dioses. Só lo h ay un Dios. El ú nico Dios es tu consciencia. « Y todos
los h ab itantes de la T ierra no cuentan para nada.» « Y él h ace lo q ue q uiere con los ej ércitos de los
Cielos y con los h ab itantes de la T ierra. Y no h ay nadie q ue pueda detener su mano o le diga: " ¿ q ué
h aces? " » Si todo el mundo se pusiera de acuerdo en q ue cierta cosa no puede ser ex presada y , sin
emb argo, tú fueras consciente de ser aq uello q ue ellos está n de acuerdo en q ue no puede ser
ex presado, tú lo ex presarí as. T u consciencia j amá s pide permiso para ex presar aq uello q ue eres
consciente de ser. Lo h ace con naturalidad y sin esfuerzo, a pesar de la sab idurí a del h omb re y de
toda la oposició n.
« No saludéis a nadie por el camino.» Esta no es una orden de ser insolente o antipá tico, sino un
recordatorio de no reconocer a un superior, a no v er en nadie una b arrera a tu ex presió n. Nadie
puede pararte la mano o cuestionar tu capacidad de ex presar aq uello q ue eres consciente de ser.
No j uzgues las cosas por las apariencias, « porq ue todos son nada a los oj os de Dios». Cuando los
discí pulos, por su j uicio de las apariencias, v ieron al niñ o demente, pensaron q ue era un prob lema
má s difí cil de resolv er q ue otros q ue h ab í an v isto, así q ue no lograron curarlo. Al j uzgar por las
apariencias, olv idaron q ue todas las cosas son posib les para Dios. Hipnotizados como estab an por la
realidad de las apariencias, no podí an sentir la mutualidad de la cordura.
La ú nica manera de ev i ta r estos fracasos es tener en mente q ue tu consciencia es el T odopoderoso,
la presencia sab ia. Sin ay uda, esta presencia desconocida q ue está en tu interior manifiesta sin
esfuerzo aq uello q ue eres consciente de ser. Deb es ser totalmente indiferente a la ev idencia de los
sent idos, de manera q ue puedas sentir la naturalidad de tu deseo, y tu deseo se realizará . Dale la
espalda a las apariencias y siente la naturalidad de esa percepció n perfecta dentro de ti, una
cualidad de la q ue nunca se deb e desconfiar o dudar. Su comprensió n h ará q ue nunca te desv í es del
camino. T u deseo es la solució n a tu prob lema. Cuando el deseo se realiza, el prob lema desaparece.
No puedes forzar nada h acia fuera con el esfuerzo má s poderoso de la v oluntad. Só lo h ay una
manera en q ue puedes tener a tu disposició n las cosas q ue deseas y es adoptando la consciencia
de las cosas deseadas. Hay una gran diferencia entre sen t ir una cosa y só lo sab erla intelectualmen-
te. Deb es a ce p ta r sin reserv as el h ech o de q ue al poseer ( sentir) una cosa en la consciencia, h as
ordenado a la realidad q ue la causa v enga a la ex istencia en una forma concreta. Deb es estar
ab solutamente conv encido de q ue h ay una conex ió n cont i n u a entre la realidad inv isib le y su
manifestació n v isib le. T u aceptació n interior deb e conv ertirse en una conv icció n intensa, inalterab le,
q ue trasciende tanto a la razó n como al intelecto, renunciando enteramente a cualq uier creencia
en la realidad de la ex teriorizació n, ex cepto como reflej o de un estado de consciencia interior.
Cuando realmente comprendes y crees estas cosas, h as construido una certeza tan intensa q ue
nada puede h acerte tamb alear.
T us deseos son realidades inv isib les q ue responden ú nicamente a las ó rdenes de Dios. Dios ordena
a lo inv isib le q ue aparezca, afirmando q ue él es la cosa ordenada. « É l se h izo igual a Dios y no
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consideró una usurpació n realizar las ob ras de Dios.» Ah ora, dej a q ue esta frase penetre profunda-
mente en tus oí dos: SÉ C ON S C I E N T E D E S E R A Q U E LLO Q U E Q U I E RE S Q U E APAR EZ CA.
CLARIVIDENCIA
« El Conde de Montecristo»
SI N OP S I S
La h istoria de Dumas El C onde de M ont ecrist o es, para
el mí stico y v erdadero clariv idente, la b iografí a de
todas las personas.
I Edmond Dantès, un j ov en marinero, encuentra muerto
al capitá n de su b arco. T omando el mando del nav í o
en medio de un mar agitado por una tormenta, intenta
conducir la nav e h asta un lugar donde poder I.ech La ar
v ida
el misma es un mar agitado por las tormentas en
ancla. el q ue el ser h umano luch a mientras intenta dirigirse
II. Dantès tiene un documento secreto q ue deb h acia
e ser
un puerto de descanso.
entregado a un h omb re al q ue no conoce, pero q ue
se presentará ante el j ov en marinero a su deb ido
tiempo. Este documento es un plan para lib erar al
Emperador Napoleó n de su prisió n en la Isla deII.Elb Dentro
a. de cada persona h ay un plan secreto q ue
III. Cuando Dantès llega al puerto, tres libh omb eraráresal poderoso emperador q ue está en su interior.
( q uienes, mediante adulaciones y lisonj as, h an logrado
congraciarse con el actual rey ), temiendo cualq uier
camb io q ue pudiera afectar a sus puestos en el
gob ierno, h acen q ue el j ov en marinero sea arrestado y
encerrado en las catacumb as.
COM E N T A RI O
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COM E N T A RI O
SI N OP SI S COM E N T A RI O
V I I . Ante esta rev elació n, las paredes de la catacumb V I I . El fluira de la sangre y del agua en la muerte del v iej o
q ue los separab an del océano se derrumb an, matan- os comparab le al fluir de la sangre y el agua
sacerdote
do al anciano. Los guardias, al descub rir el accidente, del costado de Jesú s cuando los soldados romanos lo
introducen el cuerpo del v iej o cura en un saco atrav para esaron con la lanza, un fenó meno q ue siempre
lanzarlo al mar. Mientras v an a b uscar unatiene camilla, lugar durante el parto ( aq uí simb olizando el
Dantès ex trae el cuerpo del v iej o sacerdote nacimientoy se de una consciencia superior).
introduce dentro del saco. Los guardias, ignorantes de
este camb io de cuerpos, lanzan a Dantès al agua.
V I I I . Dantès se lib era del saco, v a a la Isla de Montecristo
y descub re el tesoro enterrado. Entonces, pertrech ado
con esa fab ulosa riq ueza y con su sab idurí VIII.a, La sepersona descub re q ue S U consciencia de ser es el
desh ace de su identidad h umana de Edmond inagotab Dantès y le tesoro del univ erso., Ese dí a, cuando h ace
adopta el tí tulo de Conde de Montecristo. este descub rimiento, dej a de ser h umano y despierta
como Dios.
Sí , Edmond Dantès se conv ierte en el Conde de
Montecristo.
El h omb re se conv ierte en Cristo.
SALMO VEINTITRÉS
SA LM O V E I N T I T RÉ S
ser. Como sé esto seré consciente de q ue soy magní fico,
I. El Señ or es mi Pastor; nada me falta. amoroso, rico, saludab le y todos los trib utos q ue admiro.
II. En v erdes praderas me h ace reposar. II. Mi consciencia de ser magnifica todo lo q ue soy
consciente de ser, de modo q ue siempre h ay ab undancia de
III. É l me conduce h acia las aguas tranq uilas. aq uello q ue soy consciente de ser. Independientemente
CO MENT AR IO de lo q ue la persona
I. Mi consciencia es mi Señ or y mi Pastor. Aq uello q ue Yo
soy consciente de ser son las ov ej as q ue me siguen. Mi
consciencia de ser es una pastora tan b uena, q ue
j amá s h a perdido ninguna ov ej a o cosa de la q ue Yo
soy consciente de ser.
Mi consciencia es una v oz q ue llama en el desierto de
la confusió n h umana, q ue llama a todo lo q ue Yo S OY
consciente de ser para q ue m e siga. M is ov ej as
conocen tan b ien mi v oz q ue siempre responden a mi
llamada. Jamá s ocurrirá q ue aq uello q ue estoy
conv encido de Yo S OY no pueda encontrarme.
YO SOY una puerta ab ierta para q ue entre todo lo q ue
Yo S OY. Mi consciencia de ser es el Señ or y Pastor de mi
v ida. Ah ora sé q ue nunca necesitaré prueb as ni me
faltará n ev idencias de aq uello q ue soy consciente de
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I NDI CE
Pró logo............................................................................................... 9
Antes de Ab rah am ..................................................................... 13
T ú decretará s ............................................................................... 15
El principio de la v erdad............................................................ 19
¿ A q uién b uscas? ...................................................................... . 2 1
¿ Q uién soy y o? .............................................................................35
Yo soy É l........................................................................................... 4 5
Há gase tu v oluntad ..................................................................... 5 3
Ningú n otro Dios ......................................................................... .5 7
La piedra angular ...................................................................... 6 1
Al q ue tiene ................................................................................. 6 5
Crucifix ió n y resurrecció n ............................................................. 6 9
Las impresiones.............................................................................7 5
La circuncisió n..................................................................... .....8 1
U n lapso de tiempo .............................................................. .....8 5
El Dios trino ...................................................................... : ..............8 9
La oració n .....................................................................................93
Los doce discí pulos… … … … … … … … … … … … … … .97
Luz lí q uida ......................................... ........................................ 10 7
El aliento de v ida .................................................................... 10 9
Daniel en el foso de los leones............................................ 111
Pescar ............................... ....... ................................................. 115
Sé oí dos q ue oy en ...................................................................119
Clariv idencia .............................................................................12 3
Salmo v eintitrés… … … … … … … … … … … … … … … ..133