Educación Emprendedora

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Paños Castro, J. (2017). Educación emprendedora y metodologías activas para su fomento.

Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 20 (3), 33-48. DOI:


http://dx.doi.org/10.6018/reifop.20.3.272221

Educación emprendedora y
metodologías activas para su fomento
Jessica Paños Castro

Universidad de Deusto

Resumen
El emprendimiento no solo se refiere a la creación de nuevas empresas y/o negocios. Hoy en
día a su vez es entendida como una competencia que engloba un conjunto de habilidades y
destrezas como son la creatividad, el liderazgo, el trabajo en equipo, la innovación, la toma de
decisiones…; todas ellas demandadas en el ámbito personal, social y profesional. Las
instituciones educativas deberían promover está competencia al verse contemplada en las
leyes educativas (Ley 2/2006; Ley 8/2013) y planes de estudios universitarios. Ahora bien, ¿qué
metodologías se deberían emplear para desarrollar está competencia?, ¿En qué consisten? y
¿qué competencias fomenta cada una de ellas? El objetivo de este artículo es responder a
estos interrogantes realizando una revisión bibliográfica de los últimos artículos publicados,
pero antes se hace un recorrido por el término emprendimiento para a continuación señalar
las habilidades y destrezas que engloba esta competencia, y el objetivo de la educación
emprendedora.

Palabras clave

Emprendimiento; educación emprendedora; competencias genéricas; métodos de enseñanza.

Entrepreneurship education and active methodologies for its promotion

Introducción
El emprendimiento hoy en día está de moda (Garavan y O´Cinneide, 1994; Arruti, 2016) no
solo en el ámbito económico, social y político, sino también en la educación. Así lo reflejan las
últimas leyes educativas promulgadas en España como son la Ley Orgánica para la mejora de la
Calidad Educativa (Ley 8/2013) y la Ley Orgánica de Educación (Ley 2/2006). No obstante,
conviene señalar que anteriormente otras leyes educativas ya se hacían eco del
emprendimiento. Así, en España la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (Ley 10/2002)
incorporó por primera vez la iniciativa emprendedora indicando que “el espíritu emprendedor
es necesario para hacer frente a la evolución de las demandas de empleo en el futuro” (Ley
10/2002, 2002, p. 45189). En el año 2013, la ley 14/2013 de apoyo a los emprendedores y a su
internacionalización subrayaba que “el personal docente que imparte las enseñanzas que
integran el sistema educativo deberá 3adquirir las competencias y habilidades relativas al

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emprendimiento” (Ley 14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y a su
internacionalización, 2013, p.78800).

Algo similar ha ocurrido en los demás países de la Unión Europea donde poco a poco se ha ido
incorporando en los currículos educativos aunque con una mayor presencia en los años 2009-
2010 (Comisión Europea, 2016b). De hecho, el emprendimiento no es un concepto novedoso
pero quizás, en estos tiempos de crisis económica, política, social y educativa se hace
indispensable generar un valor transformador desde las aulas (Jiménez, Elías y Silva, 2014). Es
preciso señalar que la generación más joven del siglo XXI es la generación más emprendedora
desde la revolución industrial (Kuratko, 2005). Según Volkmann (2004), el estudio del
emprendimiento, especialmente en Europa, es parcialmente joven aunque desde comienzos
del siglo XXI se está convirtiendo en una fuerte disciplina académica.

Volkmann (2004) subraya que las metodologías son un factor decisivo para el éxito de las
universidades emprendedoras pero a día de hoy escasean las investigaciones (Winslow,
Solomon y Tarabishy, 1999). Es por ello que la finalidad de este artículo es ofrecer un marco
teórico que aporte luz a los educadores de todas las etapas educativas, a académicos y a otras
partes interesadas a la hora de seleccionar las metodologías activas que mejor favorecen la
competencia de emprender. No obstante, este artículo también puede ser interesante para el
desarrollo de otras competencias y/o disciplinas dado que las metodologías expuestas al final
del documento no son exclusivamente de la competencia emprendedora. Además, tal y como
señala Fiet (2001b) es conveniente considerar la investigación sobre el emprendimiento y la
enseñanza para tomar decisiones acordes. Resumiendo, este análisis presenta principalmente
dos aportes a la literatura. Por un lado, proporcionar una revisión literaria, de reflexión y
divulgación. Y por otro lado, ofrecer de manera sintética una descripción de las principales
metodologías activas que fomentan la competencia emprendedora, relacionándolas con las
habilidades y destrezas que se trabajan.

La metodología de este estudio es de carácter cualitativo basada en una revisión bibliográfica


utilizando el metabuscador Océano, herramienta de búsqueda de recursos bibliográficos que
incluye más de cien bases de datos de impacto tanto nacionales como internacionales. Los
descriptores utilizados para la búsqueda han sido los siguientes: “emprendimiento
metodologías”, “emprendimiento métodos”, “enseñanza emprendimiento”,
“entrepreneurship pedagogies”, “entrepreneurship teaching approaches”, “entrepreneurship
pedagogical methods”, “entrepreneurship methods” y “entrepreneurship methodologies”.
Después de realizar esta búsqueda, se llevó a cabo una revisión bibliográfica de los trabajos
que recogían las metodologías activas que ayudan a potenciar la competencia de emprender.
Previo al análisis de las metodologías, se presenta una pequeña contextualización del tema
exponiendo qué es el emprendimiento, la competencia emprendedora y la importancia de
ésta en la educación

¿Qué es emprender?
La palabra emprendimiento proviene del francés entrepreneur que significa pionero. Según
Fayolle, Gailly y Lassas-Clerc (2006), el emprendimiento tiene dos perspectivas. Por un lado, en

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términos de impacto directo que se refiere a la creación de nuevas empresas y/o empleo. Y
por otro lado, en términos de impacto indirecto. Esto es, el estímulo del espíritu emprendedor.
Estos mismos autores sostienen que el emprendimiento no está exclusivamente relacionado
con la creación de nuevas empresas o negocios. Esta idea se ver reforzada por autores como
Ruiz (2015), Kuratko (2005) y Kirby (2004) al afirmar que el emprendedor no necesariamente
debe convertirse en empresario. Dicho en otras palabras, el término es mucho más amplio que
el simple hecho de montar una empresa o negocio.

Damián (2013), por su parte, presenta un doble enfoque. Por un lado está el enfoque
utilitarista que hace referencia a la acción de montar una empresa y/o negocio. El segundo
enfoque es más bien social y amplio ya que se refiere al conjunto de competencias
transversales que cualquier persona puede emplear a lo largo de su vida para ser ciudadano
activo y obtener empleo pero no necesariamente para montar una empresa o negocio. Para la
Comisión Europea (2008) el emprendimiento es la capacidad de transformar las ideas en
acción. Esta se considera una competencia transversal y clave para todos los seres humanos,
útil en todos los ámbitos de la vida, tanto personal, social como profesional (Comisión
Europea, 2016a; Comisión Europea, 2008).

Resumiendo, el término emprender es un concepto amplio, polisémico y huidizo (Damián,


2013). Es más, es caótico, complejo y carece de cualquier noción de linealidad (Neck y Greene,
2011). Como se observa, actualmente no existe una definición estándar (Hoffmann, Fuglsang y
Vestergaard, 2012; Kirby, 2004).

El emprendimiento como competencia


Una competencia es “la capacidad para resolver problemas en cualquier situación y,
especialmente, cuando se trata de situaciones nuevas o diferentes a las ya conocidas, y en
diversos contextos de actuación” (Zabala y Arnau, 2014, p.9).

Así, el emprendimiento es considerado una competencia. Ahora bien, la amplitud de la


competencia ha hecho que se formule de distintas maneras. La Ley Orgánica para la Mejora de
la Calidad Educativa (Ley 8/2013) la denomina “sentido de iniciativa y espíritu emprendedor”,
la Ley Orgánica de Educación (Ley 2/2006) “autonomía e iniciativa personal”, la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos “actuar autónomamente” y la Unión Europea,
por el contrario, “espíritu emprendedor” (Ruiz, 2015). No solo la formulación varía sino
también la tipología. En el año 2002 el Consejo Europeo de Lisboa de la Unión Europea y la Ley
Orgánica de Educación (Ley 2/2006) la incluyeron como competencia básica, el Parlamento
Europeo y la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Ley 8/2013), en cambio, la
incorporaron como competencia clave, la Unión Europea como competencia transversal y el
proyecto Tuning (González y Wagenaar, 2003) como competencia genérica sistémica.

Una persona emprendedora posee un conjunto de habilidades, cualidades y comportamientos.


Como se detalla más adelante, actualmente existen discrepancias en los elementos distintivos
del emprendimiento como competencia (Comisión Europea, 2016a).

Siguiendo a Gibb y Hannon (2007) se requieren las siguientes destrezas y habilidades:


búsqueda de oportunidades, iniciativa, compromiso, locus of control (hace referencia a la
valoración positiva de que los hechos dependan de uno mismo (Villa y Poblete, 2007)),
capacidad para trabajar en red, pensamiento estratégico, capacidad de negociación, capacidad

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de persuasión, orientación al logro, creatividad y asunción de riesgos. Según Villa y Poblete
(2007), la competencia “espíritu emprendedor” es una competencia sistémica que se relaciona
con el liderazgo, la innovación, la creatividad, la adaptación al entorno, la automotivación, la
toma de decisiones, la iniciativa y la visión de futuro. Kirby (2004), por su parte, lo asocia con la
creatividad, la necesidad de logro, el locus of control, la autonomía, la intuición y la asunción
de riesgos.

En una reciente investigación se recogen las áreas competenciales sobre la competencia


emprendedora. Se trata del marco EntreComp (Comisión Europea, 2016a) que abarca 3 áreas
competenciales (“ideas y oportunidades”, “recursos” y “acción”) integrando diferentes
competencias, como se aprecia en la tabla 1.

ÁREAS COMPETENCIAS

Ideas y oportunidades Búsqueda de oportunidades

Creatividad
Visión Valorar ideas
Pensamiento ético y sostenible
Recursos Autoeficacia y conciencia de uno mismo

Motivación y perseverancia
Movilización de recursos
Educación financiera y económica
Movilizar a otros
Acción Tener iniciativa

Planificación y gestión
Hacer frente a incertidumbres, riesgos y ambigüedades
Trabajar con otros
Aprendizaje mediante la experiencia
La educación emprendedora
Hasta hace poco tiempo se pensaba que el emprendimiento o ciertas dimensiones del mismo
no se podían enseñar (Kuratko, 2005). Dicho en otras palabras, que los emprendedores nacen
y no se hacen ya que es una cuestión de personalidad y una característica psicológica.
Actualmente, esta cuestión ya está resuelta dado que autores como Volkmann (2004), Kuratko
(2003, 2005), la Comisión Europea (2016a), Hindle (2007), y Henry, Hill y Leitch (2005) afirman
que las competencias emprendedoras se pueden enseñar y aprender en diferentes lugares y
modos. Si no fuera así, ¿cuál es el objetivo de la educación emprendedora? (Powell, 2013).
Además, tal y como afirma Kuratko “la cuestión de si el emprendimiento se puede enseñar o
no es obsoleta” (Kuratko, 2002, p.8). Evidentemente ciertas habilidades se adquieren de
manera no intencionada a través de las vivencias personales; como puede ocurrir con la
competencia emprendedora. Ahora bien, la educación juega un papel fundamental para
desarrollar la creatividad, el talento y la capacidad de innovación; características propias de la
persona emprendedora (Asociación Red GEM España, 2016). Así, la educación emprendedora
es definida como:

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La disciplina que engloba los conocimientos y habilidades “sobre” o “con el fin de que” el
emprendimiento en general sea reconocido como parte de los programas educativos
correspondientes a las enseñanzas primaria, secundaria o terciaria (superior) en las
instituciones educativas oficiales de cualquier país. (Coduras, Levie, Kelley, Saemundsson y
Schott, 2010, p.13).

Con todo ello, el profesorado juega un papel fundamental en todas las etapas educativas,
desde las edades más tempranas hasta la educación superior: “los profesores y profesoras
pasan a convertirse en el recurso crítico más valioso de nuestra sociedad, pues deben ser los
actores que deben protagonizar el cambio” (De la Fuente, Vera y Cardelle-Elawar, 2012,
p.958). De hecho, recientemente se viene hablando del término teacherpreneur que es una
combinación de profesor y emprendedor. Los teacherpreneurs son profesores con pasión,
seguros, flexibles, que rompen las reglas preestablecidas y cuentan con expertos en sus clases
(Arruti, 2013).

Es preciso señalar que la universidad hoy en día se ha sumado a la tercera misión, conocido
también como modelo de triple hélice (universidad-industria-gobierno). En otras palabras,
además de la enseñanza y la investigación, el nuevo papel de la universidad es contribuir a la
economía (Etzkowitz y Leydesdorff, 1998). Es más, el profesorado universitario debería
promover la formación emprendedora pero lamentablemente no ocurre así en muchos casos:
“El profesorado universitario tiende a primar la formación específica de cada disciplina en
detrimento de la formación emprendedora, entre otros motivos por una falta de
desconocimiento por su parte de cómo enseñar su disciplina de manera emprendedora”
(Ripollés, 2011, p.84). Una razón de peso podría ser porque en la literatura escasean los
buenos consejos (Hindle, 2007). Así, en el presente artículo, como se apuntaba en la
introducción, se pretende orientar a los docentes, académicos y otras partes interesadas en la
educación en esta cuestión.

Metodologías activas para el desarrollo de la competencia de emprender

Una metodología es:

Un conjunto de decisiones sobre los procedimientos a emprender y sobre los


recursos a utilizar en las diferentes fases de un plan de acción que, organizados y
secuenciados coherentemente con los objetivos pretendidos Jessica Paños Castro
38 Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado (REIFOP)
en cada uno de los momentos del proceso, nos permiten dar una respuesta a la
finalidad última de la tarea educativa. (De Miguel, 2005, p.36).

La mayoría de los autores clasifican las metodologías en dos grandes grupos. Por un lado, están
los métodos tradicionales, también conocidos como métodos pasivos. Y por otro lado, los
métodos innovadores, activos o basados en la acción (Samwel, 2010).

Una de las tareas de los docentes es saber programar y elegir las metodologías más adecuadas
para alcanzar una determinada competencia (Rosales, 2013; De Miguel, 2006). Es decir, las
metodologías son el vehículo para desarrollar las competencias (Fernández, 2006).

Es preciso redefinir las metodologías de enseñanza (Unión Europea, 2012) dado que el empleo
de las metodologías tradicionales, unidireccionales y pasivas para trabajar las competencias
están obsoletas (De la Fuente, Vera y Cardelle-Elawar, 2012; Comisión Europea, 2008; Honig,

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2004; Neck y Greene, 2011). Esto es, es necesario un cambio metodológico para extraer el
máximo rendimiento a la competencia emprendedora (Pellicer, Álvarez y Torrejón, 2013;
Bager, 2011). Por consiguiente, debemos usar metodologías activas donde el alumno adopte
un papel activo, participativo (Ripollés, 2011; Bager, 2011) y se sitúe en el centro del proceso
de enseñanza-aprendizaje (Kirby, 2004) , esto es, que sea él el protagonista y el profesor el
guía, asesor y/o facilitador, de lo contrario los alumnos difícilmente podrán desarrollar las
competencias emprendedoras (Comisión Europea, 2008; Garavan y O´Cinneide, 1994; Jones y
Iredale, 2010; Zahra y Welter, 2008; Hytti y O´Gorman, 2004; Ripollés, 2011; Jiménez, Elías y
Silva, 2014). Además, con el inicio del proceso de Bolonia, en 1999, el modelo basado en la
enseñanza derivó al centrado en el aprendizaje (Álvarez, 2016). Lamentablemente aún hay una
fuerte dependencia hacia el enfoque centrado en el profesor (Zahra y Welter, 2008) y al uso de
metodologías tradicionales (Jones y Iredale, 2010).

Como se apuntaba en la introducción, la mayor parte de los países de la Unión Europea han
incluido en sus currículums la educación emprendedora (Comisión Europea, 2016b). No
obstante, en estos documentos no se suele detallar qué metodologías utilizar. La literatura
tampoco ofrece directrices claras sobre la selección adecuada (Balan y Metcalfe, 2012). De
hecho, a nivel estatal la Orden ECD/65/2015 en el anexo II, orientaciones para facilitar el
desarrollo de estrategias metodológicas que permitan trabajar por competencias en el aula,
únicamente señala que “las metodologías que mejor favorecen la participación activa, la
experimentación y el aprendizaje funcional para el desarrollo de competencias son: el
aprendizaje por proyectos, el estudio de casos, los centros de interés y el aprendizaje basado
en problemas” (Orden ECD/65/2015, 2015, p.7003). A nivel autonómico sólo Castilla y León
dispone de directrices específicas en relación a las estrategias metodológicas dirigidas a
fomentar la cultura emprendedora. Así se indica en la resolución de 30 de agosto de 2013 en la
instrucción dos, orientaciones pedagógicas, en el apartado b, metodología: “El trabajo por
proyectos, el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje-servicio (ApS) y las estrategias
de aprendizaje cooperativo” (Resolución de 30 de agosto de 2013 por la que se establecen
orientaciones pedagógicas y se determinan las actuaciones dirigidas a fomentar la cultura
emprendedora, 2013, p.62084). En esta misma orden se señala la importancia de la
participación e implicación del alumno.

En los siguientes párrafos de este apartado se detallan los resultados del análisis bibliográfico
realizado, esto es, las metodologías activas más usuales en los programas de emprendimiento.
Como se presenta más adelante, existe una amplia variedad de metodologías aunque algunas
son más efectivas y apropiadas que otras (Comisión Europea, 2008). Incluso la selección puede
variar en función del país (Zahra y Welter, 2008). La Educación emprendedora y metodologías
activas para su fomento Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado
(REIFOP) 39 selección de una u otra dependerá primeramente de los objetivos que queramos
lograr (Balan y Metcalfe, 2012; Hytti y O´Gorman, 2004) y de la composición del grupo (Koch,
2003).

Fiet (2001a) apunta que es necesario enseñar teoría para que los alumnos sepan hacer
predicciones y tomar decisiones consecuentes. Ahora bien, y como es lógico, este tipo de
clases pueden ser aburridas. Ante ello, subraya que las clases no tienen que ser predecibles y

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que el papel del profesor es limitado. De acuerdo con la investigación de Winslow, Solomon y
Tarabishy (1997), los métodos más empleados en las instituciones educativas fueron la
creación de planes de negocios (87%), el estudio de casos (78%) y las visitas de ponentes
(69%). Hytti y O´Gorman (2004), por su parte, realizaron un análisis sobre las metodologías que
se empleaban en 50 cursos sobre emprendimiento en Europa. Los resultados evidenciaron que
los métodos más utilizados fueron las simulaciones, los juegos, los métodos tradicionales
(lecciones magistrales), las competiciones, los workshops, las visitas, la creación de empresas y
el entrenamiento práctico. Samwel (2010) asimismo realizó un trabajo de campo revisando 21
artículos.

En una reciente investigación realizada por Ruskovaara y Pihkala (2013) se recogen los
siguientes datos en cuanto a los métodos más utilizados a partir de una muestra de 521
docentes: discusiones, relatos, presentaciones, entrevistas y escritos. Los juegos, por el
contrario, tenían un menor uso. Estos mismos autores señalan que las visitas fuera del aula son
más comunes que las visitas al centro. Asimismo, llama la atención la afirmación que plantean
al indicar que no existe suficiente información disponible sobre la relación entre los métodos y
los resultados obtenidos a través de la educación emprendedora.

A continuación se presenta la referencia a algunos autores que plantean algunas metodologías


para el desarrollo de la competencia emprendedora:

Tabla 2.
Relación de autores sobre las metodologías más adecuadas para estimular la competencia
emprendedora.

Metodologías más adecuadas para Relación de autores


estimular la competencia emprendedora

Estudio de casos Volkmann (2004)


Fayolle, Gailly y Lassas-Clerc (2006)
Zahra y Welter (2008)
Solomon, Duffy y Tarabishy (2002)
Jiménez (2015)
Koch (2003)
Juegos de negocios empresariales y simulaciones

Volkmann (2004)
Jiménez (2015)
Koch (2003)
Neck y Greene (2011)
Aprender haciendo (learning by doing) en situaciones reales

Fayolle, Gailly y Lassas-Clerc (2006)


Coduras et al. (2010)
Aprendizaje experiencial

Comisión Europea (2008)


Coduras et al. (2010)
Sherman, Sebora y Digman (2008)

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Charlas con emprendedores

Fayolle, Gailly y Lassas-Clerc (2006)


Solomon, Duffy y Tarabishy (2002)
Aprendizaje basado en el diseño (design-based learning)

Neck y Greene (2011)

Creación de planes de negocios


Solomon, Duffy y Tarabishy (2002)
Sherman, Sebora y Digman (2008)
Aprendizaje por proyectos

Jiménez (2015) Koch (2003)


Pellicer, Álvarez y Torrejón (2013)
Aprendizaje basado en problemas

Jiménez (2015)
Pellicer, Álvarez y Torrejón (2013)
Aprendizaje cooperativo

Jiménez (2015)
Pellicer, Álvarez y Torrejón (2013)

Según la Comisión Europea (2016b), las metodologías más comunes para el desarrollo de la
competencia emprendedora suelen ser el aprendizaje activo, el aprendizaje basado en
proyectos, el aprendizaje experiencial y las actividades fuera del aula. La Unión Europea
(2012), sin embargo, considera que el estudio de casos, las simulaciones de negocios, el
trabajo en grupo y los workshops son los métodos más efectivos. Mientras que el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte (2016) indica que el aprendizaje y servicio solidario o el
aprendizaje cooperativo cobran protagonismo en los programas de emprendimiento.

Resumiendo, existe una gran variedad de métodos de enseñanza-aprendizaje para trabajar la


competencia emprendedora (Seikkula-Leino, Ruskovaara, Ikavalko, Mattila y Rytkola, 2010).
Aunque los métodos tradicionales están profundamente arraigados (Fiet, 2001b) son
preferibles las metodologías interactivas, orientadas a la acción y poco convencionales (Zahra y
Welter, 2008; Winslow, Solomon y Tarabishy, 1997). Dicho en otras palabras, la competencia
emprendedora no se puede enseñar eficazmente utilizando métodos tradicionales (Hoffmann,
Fuglsang y Vestergaard, 2012) dado que los estudiantes son más pasivos y se les prepara para
ser emprendedores (Arasti, Kiani y Imanipour, 2012). Sin embargo, hasta la fecha no hay
suficientes investigaciones que describan el impacto o la efectividad de cada metodología para
la enseñanza del emprendimiento (Winslow, Solomon y Tarabishy, 1999). De hecho, el
emprendimiento al ser tan caótico y al tener diferentes definiciones, las metodologías también
adoptan esta representación (Solomon, 2007).
Con el objetivo de evitar confusiones y de ofrecer orientaciones sobre las metodologías
activas, en la siguiente tabla se muestran las principales metodologías que hacen hincapié en
la competencia emprendedora, ofreciendo un referente teórico y un análisis de las principales
competencias que desarrolla cada método y que guarda relación con la competencia
emprendedora, como se ha recogido en el apartado tres.
Tabla 3

pág. 8
Metodología Descripción
Estudio de casos Metodología que consiste en analizar,
gestionar, tomar decisiones y buscar
soluciones eficaces a problemáticas reales
de actualidad o simuladas (De Miguel, 2006;
Jiménez, 2015; Labrador y Andreu, 2008;
Fernández, 2006; Zabala y Arnau, 2014) y
que está abierta a distintas interpretaciones
(Coloma, Jiménez y Sáez, 2007). El objetivo
es acercar al alumno a su futura profesión
(Labrador y Andreu, 2008).
Competencias que se trabajan y que están relacionadas con la competencia emprendedora
Pensamiento crítico (Jiménez, 2015; Zabala y Arnau, 2014)
- Comunicación oral y escrita (Jiménez, 2015; De Miguel, 2006)
- Resolución de problemas (Jiménez, 2015; Zabala y Arnau, 2014)
- Trabajo en equipo (Jiménez, 2015; Zabala y Arnau, 2014)
- Planificación (Coloma, Jiménez y Sáez, 2007; De Miguel, 2006)
- Toma de decisiones (Coloma, Jiménez y Sáez, 2007; Zabala y Arnau, 2014)
- Visión de futuro (Coloma, Jiménez y Sáez, 2007)
- Motivación para el logro (Coloma, Jiménez y Sáez, 2007)
- Iniciativa (De Miguel, 2006)
- Responsabilidad (De Miguel, 2006)
- Autonomía (De Miguel, 2006)
- Comunicación interpersonal (Zabala y Arnau, 2014)
Simulaciones y juegos Metodología que permite acercar al alumno a
experiencias y desafíos reales (Jiménez, 2015).
- Creatividad (Jiménez, 2015)
- Iniciativa (Jiménez, 2015)
- Capacidades interpersonales (Fernández, 2006)
- Toma de decisiones (Zabala y Arnau, 2014)
- Autonomía (Zabala y Arnau, 2014)
Aprendizaje Basado en Proyectos Metodología que consiste en diseñar, elaborar y
realizar un proyecto con el objetivo de resolver
problemas auténticos o abordar una tarea (De Miguel,
2006; Jiménez, 2015)
- Pensamiento crítico (Jiménez, 2015)
- Trabajo en equipo (Jiménez, 2015; De Miguel, 2006)
- Comunicación oral y escrita (Jiménez, 2015; De Miguel, 2006)
- Pensamiento creativo (Fernández, 2006)
- Toma de decisiones (De Miguel, 2006)
- Iniciativa (De Miguel, 2006) - Planificación (De Miguel, 2006)
- Responsabilidad (De Miguel, 2006)
Aprendizaje cooperativo Trabajo en grupos reducidos (Jiménez, 2015) para
lograr metas comunes (Labrador y Andreu, 2008). No
se debe confundir el aprendizaje cooperativo con el
trabajo en grupo. Este último suele tender a ser
competitivo (Coloma, Jiménez y Sáez, 2007). El
aprendizaje cooperativo, por el contrario, es en
colaboración entre iguales (Coloma, Jiménez y Sáez,
2007; Labrador y Andreu, 2008). Esto es, se da una
estrategia de corresponsabilidad para lograr metas

pág. 9
grupales (De Miguel, 2006) dado que uno alcanza sus
objetivos si, y sólo si, los demás consiguen los suyos.
Gracias a la zona de desarrollo próximo el sujeto
puede adquirir nuevos contenidos, resolver problemas
y realizar tareas (De Miguel, 2006).

Discusión y conclusiones
Actualmente, el emprendimiento está presente en diferentes contextos; no solo en el ámbito
económico sino también en el ámbito social, personal y educativo. En lo referente a este
último, en España por primera vez la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (Ley 10/2002)
incluyó el espíritu emprendedor en el sistema educativo, y posteriormente lo hizo la Ley
Orgánica de Educación (Ley 2/2006), hasta la actual ley educativa, la Ley Orgánica para la
Mejora de la Calidad Educativa (Ley 8/2013). Los demás países de la Unión Europea, más o
menos, han seguido la misma dirección aunque a distinto ritmo.
Siendo las cosas así, los docentes hoy en día deberían integrar la competencia emprendedora
en todas las etapas educativas, desde la educación básica obligatoria hasta la educación
superior, esto es, deberían ser facilitadores de la cultura emprendedora. Es evidente que si
queremos lograr una cultura emprendedora la formación en emprendimiento es necesaria.
Así, las instituciones educativas no deberían quedarse pasivas y deberían adaptarse a las
nuevas demandas del siglo XXI respondiendo ante los cambios. De esta manera, se ofrecería a
los alumnos una educación de calidad, que les capacite para resolver problemas ante
situaciones reales y así, desarrollen al máximo sus potencialidades.

Como resultado del artículo se deduce que no existe unanimidad sobre el término
emprendimiento ni sobre las competencias que éste engloba, ni siquiera sobre qué métodos
de enseñanza emplear. Lo que sí queda reflejado es que las metodologías pasivas,
unidireccionales y centradas en el profesor no son eficaces per se. Además, ningún método por
si solo es suficiente para dar respuesta a las competencias (Zabala y Arnau, 2014).
Dependiendo de las competencias que se quieran trabajar se utilizara una u otra metodología,
incluso más de una también (De Miguel, 2005).

Indiscutiblemente las metodologías son el vehículo para desarrollar las competencias.


Independientemente de la competencia que se quiera trabajar, estas deberían ser activas,
centradas en el estudiante, participativas, donde se les ofrezca a los alumnos múltiples
situaciones contextualizadas, reales y variadas. Evidentemente, para adquirir las competencias
el alumno tiene que experimentarlas en primera persona. Con todo ello, las instituciones
educativas deberían ir ayudando en esta dirección y apuntar por el cambio metodológico
activo y participativo en sus aulas.
En relación a la competencia emprendedora, tras el análisis bibliográfico realizado, las
metodologías más empleadas para su fomento son muy variadas, desde el estudio de casos,
hasta el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos, las
simulaciones y juegos, el aprendizaje cooperativo,…como se apuntaba a lo largo del artículo.

Referencias:

pág. 10
Álvarez, P.R. (2016). Competencias genéricas en la enseñanza universitaria. De la tutoría
formativa a la integración curricular. Málaga: Ediciones Aljibe.
Arasti, Z., Kiani, M. y Imanipour, N. (2012). A Study of Teaching Methods in Entrepreneurship
Education for Graduate Students. Higher Education Studies, 2(1), 2-10.
Arruti, A. (2016). El desarrollo del perfil del teacherpreneur o profesor-emprendedor en el
currículum del Grado de Educación Primaria: ¿un concepto de moda o una realidad? Contextos
educativos, 19, 177-194.
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