Satanás y El Mundo Espiritual
Satanás y El Mundo Espiritual
Satanás y El Mundo Espiritual
Satanás
Serafines
Querubines
Ángeles
Demonios
Animales Espirituales
La Biblia es el único Libro en el mundo que nos da una perspectiva en dos mundos, el celestial
y el infernal. Hay cientos de escrituras que le revelan al hombre todo lo que él necesita saber acerca
del mundo espiritual.
Por mundo espiritual nos referimos a los varios seres espirituales que habitan el mundo material
a nuestro alrededor. Hay muchos tipos de seres espirituales revelados en las Escrituras. Las Escrituras
están llenas de lo sobrenatural. Hay sólo un paso del mundo natural al mundo espiritual.
Las palabras “ángel” y “ángeles” son utilizadas 285 veces en la Escritura. La palabra proviene
de las palabras griegas y hebreas que significan “mensajero”.
Se emplea como mensajero de Dios en la segunda persona de la trinidad que se les apareció a
los hombres.
Él es llamado “el ángel de Dios” (Gn. 21:17; 31:11; Ex. 3:2; Jue. 6:20; 13:9; Hch. 27:28).
“El ángel del Señor” (Gn. 16:7-11; 22:11, 15; Ex. 14:19; Nm. 22:22-35; Jue. 2:1, 4; 6:11-12,
21-22; 13:3-6, 13-21; 2 R. 1:3, 15; 19:35; 1 Cr. 21:12-30; Sal. 34:7; 35:5-6; Is. 37:26; Zac. 1:9-19; 3:1-
6; 12:8; Hch. 7:30-38).
“Su ángel, un ángel” (Gn. 24:7, 40; Ex. 23:20; 33:2; Nm. 20:16; 2 Cr. 32:21; Dn. 3:28; 6:22).
“El ángel, del ángel, al ángel” (Gn. 48:16; Ec. 5:6; Os. 12:4).
“Mi ángel” (Ex. 23:23; 32:34).
“El ángel de Su faz” (Is. 63:9).
Es claro que todos estos pasajes se refieren a las manifestaciones de Dios y no a un ángel
cualquiera. En todos los otros lugares en los que se encuentra “el ángel del Señor”, el término se
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refiere a los ángeles ordinarios, como en Mt. 1:20, 24; 2:13, 19; 28:2-5; Lc. 1:11-38; 2:9-21; Hch. 5:19;
7:26; 10:3; 12:7-23.
La palabra ángel se utiliza cuando se hace referencia a Cristo en Ap. 8:3-5; 10:1-11:3. Se
emplea para referirse a los hombres en Ap. 1:1, 20; 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14, 19:9, 10; 22:6-8, 16. En la
mayoría de los demás lugares en donde se utiliza es claro que se refiere a los ángeles comunes que son
seres espirituales así como a otras criaturas celestiales.
Éstos son mencionados solamente dos veces en la Escritura, pero su descripción demuestra que
son criaturas angelicales y seres celestiales:
“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas
llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus
rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo,
santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas
se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo... Y voló hacia mí uno de los
serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con
él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” (Is.
6:1-7)
Éstos son mencionados en varios pasajes, que son demasiado extensos como para citarlos; así
que daremos una breve descripción de ellos. Ezequiel los vio cuando se abrieron los cielos, y vio
visiones de Dios y de querubines.
Se parecen a los hombres, excepto que cada uno tiene cuatro rostros y cuatro alas y pies como
de becerro. Dos de sus alas se unen en las puntas, y las otras dos cubren sus cuerpos. Sus rostros son
como los de un hombre, un león, un toro y un águila. Su apariencia en general es como fuego y trueno.
Se mueven a la velocidad del rayo. Están conectados a ruedas que parecen como una rueda dentro de
otra rueda. Las ruedas son muy altas y parecen como de berilo y tienen muchos ojos adentro de ellas.
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Tienen un firmamento sobre sus cabezas del color del cristal. Arriba de este firmamento hay un
trono en el que se sienta Dios y Él tiene la apariencia de un hombre. El fuego y los relámpagos y la
gloria rodean el trono y hay un arco iris alrededor del trono (Ez. 1:5-28; 8:1-4; 10:1-22).
Un querubín sacó al hombre del Edén y cuidaba el árbol de la vida (Gn. 3:24).
Éstos son seres similares al querubín, excepto que sólo tienen una cabeza cada uno y está llena
de ojos adelante y atrás. Se parecen al serafín en que tienen seis alas. Uno tiene cara de león, otro
tiene cara de becerro, otro tiene cara de hombre y otro, como de águila volando. Ellos exclaman,
“Santo, santo, santo” a Dios día y noche (Ap. 4:6-9).
La palabra traducida como bestia en este pasaje es “zoa”, que significa criatura viviente. El zoa
es descrito en Ap. 4:6-5:14 como uno que tiene arpas y canta y adora a Dios. También pueden ser
vistas en otras escenas del libro de Apocalipsis diciendo y haciendo cosas como las que hace el hombre
(6:1-8; 7:11; 14:3, 9-11; 15:7; 19:4).
Pablo enseñó que hay muchas cosas en el mundo invisible que se parecen a las que hay en el
mundo visible: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen CLARAMENTE
VISIBLES desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de LAS COSAS HECHAS, de
modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20).
Además, él enseñó que en su viaje al tercer cielo, él “oyó palabras inefables que no le es dado al
hombre expresar” (2 Co. 1-4). En otras palabras, los hombres hubieran pensado que estaba loco de
remate si les hubiera dicho lo que había visto y escuchado en el cielo. Fue mejor que no lo haya dicho,
pues él sabía que decirlo provocaría temor y rechazarían su mensaje del evangelio.
Los hombres tienen una concepción tan vaga del cielo y de los asuntos espirituales que es difícil
para ellos poder captar las realidades del mundo espiritual. Todo lo que sabemos es lo que la Biblia
nos revela; y, si tomamos literalmente lo que Pablo dijo en Ro. 1:20, podríamos con facilidad creer que
hay muchos tipos de criaturas celestiales, tantas como las que tenemos en la tierra. Él no estableció
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límites a la cantidad de seres invisibles que son claramente visibles por aquellas que han sido creadas
en la tierra; así que sería sabio que nosotros tampoco las limitemos.
Sí sabemos que hay caballos en el cielo, como lo demuestran las siguientes Escrituras: “Y
aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos;
y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel
y su gente de a caballo!” (2 R. 2:11-12).
Después, cuando el ejército sirio vino por Eliseo, él oró a Dios para que le revelara a su siervo
quién estaba del lado de ellos. Dios abrió los ojos del joven “y miró; y he aquí que el monte estaba
lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2 R. 6:13-17).
Zacarías vio caballos alazanes, con manchas y caballos blancos con jinetes. Él también vio
carrozas tiradas por caballos alazanes, overos rucios y blancos. Son llamados “los cuatro vientos de los
cielos” que hacen el trabajo de recorrer toda la tierra para Dios (Zac. 1:8-11; 6:1-8).
En Apocalipsis 19:11-21 vemos a los ejércitos del cielo en caballos blancos siguiendo a Cristo,
quien también cabalga en un caballo blanco, descendiendo del cielo para tomar a los gobiernos de este
mundo y reinar para siempre (Dn. 2:44; 7:13-14).
Si hay caballos en el cielo, bien puede haber todo tipo de animales, porque el cielo es llamado
“una mejor patria”, y estamos seguros que es, por lo menos, tan buena como lo es la tierra (He. 11:10-
16).
Sabemos que hay ciudades, calles, mansiones, ríos, árboles y otras cosas en el cielo porque así
lo dice la Escritura. Mientras más aceptemos las muchas escrituras sencillas acerca de lo que hay en el
mundo celestial, más real se nos hará la próxima vida.
Miguel es llamado “el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo” (los judíos, Dn.
10:21; 12:1). De él se dice en Ap. 12:7-9 que es el comandante de los ángeles de Dios que pelearán
contra el diablo y sus ángeles y que los echarán a tierra. Él es llamado uno “de los principales
príncipes” de Dios en Dn. 10:13. Si él es uno de ellos, entonces debe haber otros príncipes jefes o
arcángeles.
Gabriel es otro, de acuerdo a Dn. 8:16-19; 9:20-23; 10:8-11:1; Lc. 1:19, 26. Lucifer era uno de
los ángeles jefes y se le había dado el cargo de gobernar la tierra (Ez. 28:11-17; Is. 14:12-14).
En Col. 1:15-18 leemos de tronos, dominios, principados, y poderes en el cielo; así que deben
haber muchos ángeles jefes. Algunos de ellos se rebelaron junto con el diablo y ahora están bajo su
autoridad como gobernadores de ciertos reinos de este mundo (Dn. 10:13-11:1).
Como Dios, el Espíritu Santo y los otros seres angelicales tienen cuerpos espirituales
individuales reales y tangibles, almas y sentimientos individuales, emociones, pasiones y deseos y
espíritus individuales, como veremos a continuación:
(20) Manifiestan muchos otros actos personales que requieren de cuerpos. (Vea los puntos 4
y 5 a continuación).
(1) Tienen inteligencia y sabiduría (2 S. 14:20; 19:27; Mt. 24:35; Mr. 13:22; 1 P. 1:10).
(2) Tienen voluntad (Is. 14:12-14).
(3) También hablan idiomas (1 Co. 13:1).
(4) Adquieren conocimiento (1 Co. 4:9; 11:10; Ef. 3:10).
(5) Conocen los nombres de las personas (Gn. 21:17; 22:11; Lc. 1:13).
(6) Siguen instrucciones (Gn. 24:7, 40; Ex. 23:20; 32:34; 33:2).
(7) Conocen y guardan su lugar (2 P. 2:11).
(8) Ejercitan otras facultades espirituales. (Vea los puntos 4 y 5 a continuación).
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(27) Están organizados en ejércitos y pelean batallas (Sal. 68:17; 2 R. 6:17; Dn. 10:10-20; 2
Ts. 1:7-10; Jl. 2; Ap. 12).
(28) Regañan a los hombres (Nm. 22:22-35).
(29) Predican y hacen anunciaciones (Ap. 8:13; 14:6-11).
(30) Profetizan (Hch. 27:23-24; Lc. 1:13-35).
(31) Mueven objetos materiales (Mt. 28:2-6).
(32) Advierten a los hombres del peligro (Mt. 1:20-24; 2:13-19).
(33) Llevan el mensaje de Dios a los hombres (Dn. 9:21-27; 10:10-20; Lc. 1:10-38; 2:7-15).
(34) Traen el éxito a los hombres (Gn. 24:40; Ex. 23:20-23; Nm. 20:16).
(35) Libertan a los hombres de las prisiones (Hch. 5:19-20; 12:7-10).
(36) Ejecutan las plagas sobre los hombres (Hch. 12:23; Ap. 15:1-8).
(37) Tocan trompetas (Ap. 8:7-11:15).
(1) Fueron creados por Dios antes de crear la tierra (Job 38:4-7; Sal. 148:2-5; Col. 1:16).
(2) No deben ser adorados (Col. 2:16).
(3) Están organizados en principados y poderes con tronos (Col. 1:16; 2:16; Ro. 8:38; Ef.
6:10-18; 1 P. 3:22).
(4) Son innumerables (Lc. 2:13; He. 12:22)
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(1) Aquellos que están atados (Ap. 9:11, 14; 11:7; 17:8; 2 P. 2:4; Jud. 6-7).
(2) Aquellos que están sueltos todavía junto con Satanás y que serán lanzados a la tierra en
medio de la tribulación futura (Ap. 12:7-12).
(1) Fueron sujetados a Cristo y a los creyentes por la expiación, el nombre de Jesús y por el Espíritu
Santo (Mt. 8:16-17; 12:28; Mr. 16:17; Lc. 10:17; Hch. 19:15).
(2) Miles de ellos pueden entrar y tomar posesión de un hombre al mismo tiempo (Mr. 5:9).
(3) Deben ser discernidos, probados, resistidos y rechazados por los creyentes (1 Jn. 4:1-6; 1 Co.
12:10; Ef. 5:27; 6:10-18; 1 P. 5:8-9).
(4) Temen a Dios y tienen pavor del tormento que les aguarda en el futuro (Mt. 8:29; Stg. 2:19).
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(5) El lugar que les corresponde es el abismo (Lc. 8:31; Ap. 9:1-21).
(6) Tienen personalidades (Lc. 8:26-33).
(7) No tienen cuerpo (Mt. 12:43-45).
(8) Son los emisarios de Satanás (Mt. 12:26-29).
(9) Son numerosos (Mr. 5:9).
(10) Pueden entrar y tomar control de tanto hombres como bestias (Mr. 5:1-18).
(11) Buscan cuerpos dónde habitar (Mt. 12:43; Lc. 8:32).
(12) Emiten falsas profecías (1 R. 22:21-23).
(13) Las posesiones demoníacas y las influencias demoníacas son diferentes (Mt. 4:23-24 con 16:21-
23).
(14) Conocen su destino (Mt. 8:31-32).
(15) Conocen a aquellos que tienen poder sobre ellos (Hch. 19:13-17).
(16) Testifican de la deidad de Jesús (Mr. 1:24; 3:11).
(17) Infringen males físicos (Mt. 12:22; 17:15-18).
(18) Hacen la guerra contra los santos (Ef. 6:10-18).
(19) Influyen en los hombres (1 Ti. 4:1-5).
(20) Conocen el veredicto del juicio de Dios en su contra (Mt. 8:29)
(21) Todos los que no son creyentes están más o menos poseídos por ellos (Ef. 2:1-3).
(22) Los únicos recursos en su contra son la oración, el control del cuerpo, y toda la armadura de
Dios (Mt. 17:21; Ef. 6:10-18).
(23) El traficar o negociar con los espíritus demoníacos es prohibido en ambos Testamentos (Lv.
19:31; 20:6; Dt. 18:10; Is. 8:19-21; 1 Cr. 10:13-14; Lc. 4:41; Hch. 16:16; 1 Ti. 4:1-5; 2 P. 2:1-3;
1 Jn. 4:1-6).
(1) Jesús (Mt. 4:24; 8:16; Mr. 3:22; Lc. 4:41; 8:26-36; 13:11-16).
(2) Discípulos (Mt. 10:1-8; Mr. 6:7; 16:17; Lc. 10:17-20).
(3) Pedro (Hch. 5:16).
(4) Pablo (Hch. 16:16-18; 19:12).
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Hay espíritus demoníacos para cada enfermedad, característica de impiedad, y error doctrinal
conocido entre los hombres. Para librarse de ellos, es necesario echarlos fuera. Los gérmenes de
enfermedades, que están estrechamente aliados a los espíritus inmundos, son realmente formas
vivientes de corrupción que entran a los cuerpos de los hombres llevándoles a la muerte. Así como la
basura produce gusanos, así el hombre en su condición caída de corrupción produce gérmenes a través
de vivir una vida impura y a través del contacto con las corrupciones del mundo caído. Ellos son
agentes de Satanás que corrompen los cuerpos de sus víctimas.
Hay muchos tipos de espíritus demoníacos, ángeles caídos y otros seres espirituales
mencionados en la Escritura. Es seguro que no fueron creados como seres malignos. Originalmente
fueron creados perfectos y sin pecado y se convirtieron en seres caídos e inmundos. Hasta se dice del
príncipe de demonios que “perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado,
HASTA que se halló en ti maldad” (Ez. 28:11-17).
Dios no podía crear y de hecho no creó nada pecaminoso. Todo lo que es malvado y rebelde en
los ámbitos espiritual y humano está allí por libre albedrío.
Los ángeles caídos y los demonios todos son rebeldes conectados al planeta tierra. Todos han
pecado con la rebelión original en la tierra bajo Lucifer, o no estarían confinados en prisiones bajo la
tierra o trabajando en la tierra ahora contra Dios.
De cualquier forma, no son parte de la creación de Adán que fue creada en los seis días de Gn.
1:3-2:25. Ellos son seres sobrenaturales, como queda claro en su descripción. No se sabe si hay
muchas otras clases de criaturas confinadas a la tierra en la actualidad, pero ciertos pasajes enseñan que
hay algunos en el corazón de la tierra.
Tenemos mención del hecho que “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11).
La eternidad revelará todos los tipos de criaturas que están bajo la tierra, pero ahora es revelado
que hay algunas, y que todas tienen rodillas y lenguas; así que deben ser criaturas reales con cuerpos
espirituales, almas y espíritus.
Todas las criaturas que hemos mencionado hasta ahora son criaturas inteligentes, así como lo
son las que están ahora encerradas en el abismo.
En otras palabras, se revela suficiente en la Escritura como para dar una idea clara de la
existencia de criaturas reales—algunas pecaminosas y otras santas; algunas rebeldes confinadas en
prisiones por el pecado y otras aún libres; y algunas rebeldes y otras aún fieles a Dios.
Se mencionan dos tipos de criaturas en Ap. 9 como unas que en este momento se encuentran
atrapadas en el abismo y saldrán en el humo del abismo cuando sea abierto en la tribulación: Primero,
“El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían
como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas; tenían cabello como cabello de mujer; sus
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dientes eran como de leones; tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el
estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; tenían colas como de escorpiones, y
también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses. Y tienen
por rey sobre ellos al ángel del abismo” (Ap. 9:1-12).
Segundo, “Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones... sus jinetes, los
cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas
de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre... sus colas, semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban” (Ap. 9:13-21).
El lenguaje es demasiado detallado y literal como para asumir que signifique otra cosa que no
sean las descripciones literales de criaturas reales que ahora están confinadas al abismo sin fondo. Si
existen tales criaturas, entonces toda nuestra incredulidad en su existencia y nuestras constantes
explicaciones para hacerla descripción más sencilla no harán que ellas sean menos reales ni que
desaparezcan.
El hombre tiene espíritu, alma y cuerpo, lo que le da contacto con y le permite operar en tanto el
mundo material como el espiritual. Hay un cuerpo natural y hay un cuerpo espiritual (1 Co. 15:44).
Uno es gobernado por las leyes físicas y el otro por las leyes espirituales.
El cuerpo del hombre es una casa terrenal para el alma y el espíritu. El alma y el espíritu
diseñan y el cuerpo ejecuta. El hombre, a través de su cuerpo, tiene consciencia del mundo que le
rodea; a través de su alma, tiene consciencia de sí mismo, y a través de su espíritu, tiene consciencia de
Dios. Por ello, los miembros del cuerpo se convierten en instrumentos, ya sea del pecado o de la
justicia.
El cuerpo es la única parte que fue hecha del polvo y es la única parte que volverá al polvo (Gn.
2:7; Ec. 3:19-21).
La muerte física es meramente la separación del alma y el espíritu del cuerpo (Stg. 2:26). El
cuerpo, entonces, es llamado a dormir y no sabe nada en la tumba.
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El alma y el espíritu nunca duermen, sino que siempre están conscientes entre la muerte y la
resurrección. Todos los pasajes usados por algunos para enseñar el sueño del alma realmente se
refieren al cuerpo. El alma y el espíritu son inmortales. Pedro dice que el hombre interior, “es
incorruptible” (1 P. 3:4).
Las siguientes Escrituras también demuestran la inmortalidad del alma y el espíritu: Sal. 22:26;
Lc. 16:19-31; 20:38; Jn. 11:25-26; 2 Co. 5:8; Fil. 1:21-23; He. 12:23.
La inmortalidad del alma debe ser cierta porque si no lo es entonces todas las promesas de vida
eterna para los creyentes tampoco podrían ser ciertas al respecto de la vida y la muerte.
El alma del hombre es el asiento de sus afectos, emociones, apetitos, deseos, y todos los
sentimientos (Mt. 26:38; Jn. 12:27; He. 10:38). La palabra hebrea para alma es “nephesh” y se presenta
en el original 754 veces. Se traduce como alma 366 veces. Siempre debiera ser traducida como alma,
sin embargo, hay numerosos lugares en los que se traduce de diferentes maneras y formas. La forma en
que Dios usa la palabra “nephesh” es la guía para poder averiguar su significado. Si la definición
anterior de alma se tiene en mente al estudiar cada lugar en el que hallamos “nephesh”, todos los
pasajes estarán claros. Lo que sigue a continuación es un listado de las formas en que se traduce:
(1) Se usa de los animales inferiores en veintidós ocasiones, porque también tienen
sentimientos, emociones, apetitos, afectos y deseos. Se presenta como “vivientes, vida” (Gn. 1:20;
9:4); “ser viviente, animales vivientes, criatura” (Gn. 1:21, 24; 2:19; 9:10, 12; Lv. 11:46); “cosa” (Lv.
11:10; Ez. 47:9); “bestia” (Lv. 24:18); “alma” (Job 12:10); “aliento” (Job 41:21); y “peces” (Is. 19:10).
(2) Se usa tanto para los hombres como para los animales inferiores en siete oportunidades,
porque todos seres vivientes tienen vida, sentimientos y apetitos (Gn. 9:15-16; Lv. 17:11, 14; Nm.
31:28).
(3) Se usa del hombre como persona individual en cincuenta y tres oportunidades y se
presenta como “alma” treinta y seis veces (Gn. 2:7; 12:5; 46:15, 18, 22, 25-27); “persona” (Gn. 14:21;
36:6; Ex. 16:16; Lv. 27:2); y “personas” (Nm. 31:35).
(4) Se usa del hombre como aquel que ejercita ciertos poderes y desempeña ciertos actos
aproximadamente unas ochentiuna veces (Gn. 27:4, 19, 25, 31, etc.).
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(5) Se usa más de 250 veces acerca del hombre como poseyendo apetitos, deseos,
sentimientos, pasiones y afectos. La palabra alma se usa en: secar (Nm. 11:6); desear (Dt. 12:15, 20-
21; 14:26); tener fastidio (Nm. 21:5); no querer (Job 6:7); aborrecer (Job 33:20); tener necesidad (Pr.
13:25); apetito (Is. 29:8); saciarse (Dt. 23:24); comilón (Is. 56:11); apegarse (Gn. 34:3); angustia (Gn.
42:21); abominar, menospreciar (Lv. 26:11, 15, 30, 43); desanimar (Nm. 21:4); buscar (Dt. 4:29); amar
(Dt. 6:5; 11:13; 13:3); servir (Dt. 10:12); angustiarse, mortal angustia (Jue. 10:16; 16:16); amargura,
derramado (1 S. 1:10, 15); aborrecido (2 S. 5:8); hastiar y entristecer (Job 10:1; 14:22).
Las palabras y frases tales como: tomad consejo, convertir, levantado, habitar con bienestar;
consumido de tristeza, en adversidades, esperar, alabarse, jactarse, gloriarse, gozoso, clamar, estar
sediento, derribar, bendito, confiar, satisfacer, castiga, disciplina, corrige, desmayar, derretir, disolver,
lleno de escarnio, acallar, fortalecer, afligir, y alabar son usados en Salmos con relación al alma (Sal.
13:2; 19:7; 24:4; 25:13; 31:7-9; 33:20; 34:2; 35:7; 42:1-6; 49:18; 57:1; 63:5; 69:10; 107:5, 26; 123:4;
131:2).
(6) Se usa 294 veces en referencia al hombre como un mortal que está sujeto a la muerte y
que tiene alma y vida (Gn. 9:5; 12:13; 19:20; Lv. 17:11; etc.).
(7) Se usa del alma que va al Seol (Sal. 16:10; 86:13; Pr. 23:14) y al abismo (Job 33:18, 28,
30; Sal. 35:7; Is. 38:17).
La palabra griega en el Nuevo Testamento para alma es “psuche”, y es equivalente a la palabra
hebrea “nephesh” mencionada arriba. “Psuque” es la única palabra traducida como “alma” en el Nuevo
Testamento. Se presenta como “alma” cincuenta y ocho veces; como “vida”, cuarenta veces; “mente”,
tres veces, y “corazón”, “nosotros”, y “usted”. A continuación encontrará un listado de las formas en
que es traducido:
(1) Se usa para los animales inferiores en dos oportunidades (Ap. 8:9; 16:3).
(2) Se usa del hombre como individuo (Hch. 2:41, 43; 3:23; 7:14; 27:37).
(3) Se usa de la vida del hombre que puede salvarse o perderse. En este sentido se presenta
como “vida” (Mt. 2:20; 6:25; 16:25) y “alma” (Mt. 10:28; 16:26; Mr. 8:36-37; 1 T. 5:23;
He. 4:12; 10:9).
(4) Se usa de los sentimientos tanto de Cristo (Mt. 26:38) como de Dios (Mt. 12:18; He.
10:38). Se usa para los sentimientos, emociones, deseos, apetitos, y pasiones de los
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hombres, tales como el “amor” (Mt. 22:36:37); adoración (Lc. 1:46); tristeza (Lc. 2:35);
consuelo (Lc. 12:19); reposo (Lc. 12:19); turbación (Jn. 12:27); temor (Hch. 3:23);
unidad (Hch. 4:32); mal (Ro. 2:9); sumisión (Ro. 13:1); vida (1 Co. 15:45); esperanza
(He. 6:19); deseos carnales (1 P. 2:11); aflicción (2 P. 2:8); y otras cosas que demuestran
que el alma es la que siente. Vea también Mt. 11:29; Lc. 21:19.
El espíritu del hombre es el intelecto, la mente, la consciencia y otras facultades que lo hacen
un agente moral libre y un ser racional. La palabra hebrea “ruach”, que se traduce espíritu aparece 389
veces y se traduce como tal 237 veces. En las 152 veces restantes, se traduce de veintidós maneras
distintas. El significado raíz de “ruach” es una fuerza invisible; puesto que esta fuerza tiene tantas
manifestaciones, es necesario presentar varias de ellas para que armonicen apropiadamente con las
distintas ideas. Es la vida invisible que viene de Dios y que regresa a Dios (Ec. 3:19-20). Las distintas
formas en que se usa “ruach” son las siguientes:
(1) Se usa acerca de Dios como un ser invisible (Sal. 143:10; Is. 30;1).
(2) Se usa del Espíritu Santo (Gn. 1:2; Is. 48:16; 61:1).
(3) Se usa de la parte invisible del hombre (Ec. 3:19; Nm. 16:22; 27:16). Se usa de la mente
del hombre (Gn. 26:35; Pr. 29:11; Ez. 11:5; 20:32; Dn. 5:20; Hab. 1:11). Las cosas que se
hablan del espíritu del hombre nos permiten entender a cuál parte del hombre se refiere. El
espíritu del hombre puede estar agitado (Gn. 41:8); ser revivido (Gn. 5:27); y puede estar en
angustia (Ex. 6:9). Puede dársele voluntad (Ex. 35:21); puede estar celoso (Nm. 5:14, 30);
puede ser endurecido (Dt. 2:30) y puede estar atribulado (1 S. 1:15). Puede ser despertado (2 Cr.
36:22); puede ser sin engaño (Sal. 32:3); ser contrito (Sal. 34:18); ser quebrantado (Sal. 51:17);
puede desmayar (Sal. 77:3); puede ser firme (Sal. 78:8); puede ser provocado (Sal. 106:33);
puede ser impaciente (Pr. 14:29); puede ser altivo (Pr. 16:18); puede ser humilde (Pr. 16:19);
puede enseñorearse (Pr. 16:32); puede ser angustiado (Pr. 18:14; Is 61:3); puede ser afligido
(Ec. 1:14); puede ser paciente (Ec. 7:8); puede ser orgulloso (Ec. 7:8); y puede hacérsele
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entender (Job 20:3; 32:8). Puede ser apremiado (Job 32:18); escudriñado (Sal. 77:6); puede
guardar secretos (Pr. 11:13); y puede caer en error (Is. 29:24).
(4) “Ruach” se utiliza para los ángeles y otros seres espirituales (Sal. 104:4; Ez. 1; Lv.
19:31; 20:6; Zac. 6:5).
El alma y el espíritu constituyen al hombre interior “que es incorruptible” (1 P. 3:4). Están tan
intrínsecamente relacionados, que es difícil distinguir las ínfimas diferencias entre ellos; pero hay una
diferencia, y queda clara en 1 Ts. 5:23; He. 4:12.
En general, podríamos decir que el espíritu del hombre es el que sabe (1 Co. 2:11) y el alma del
hombre es la que siente, como pudimos constatar anteriormente. Ambos forman un cuerpo espiritual
real y tangible que cabe dentro del cuerpo físico, como queda demostrado en las escrituras anteriores
del hombre.
Él es una persona real. Jesucristo y los apóstoles trataron con él y guerrearon contra él (Mt. 4:1-
11; 1 Jn. 3:8; Hch. 10:38; Lc. 13:16; Ef. 6:10-18; 1 Ts. 2:18; 1 P. 5:8-9; Stg. 4:7).
Los apóstoles le advirtieron a los hombres de un demonio personal y le dijeron a los santos que
lo resistieran y se pararan firmes contra sus argucias (Ef. 4:27; 6:11; Stg. 4:7; 1 P. 5:8-9).
Se hace referencia a Satanás utilizando pronombres personales singulares (Mt. 4:7-11; 12:26);
él hace declaraciones personales (Zac. 3:1-2; Job 1:6-12; 2:1-7); hay conversaciones personales con él
(Is. 14:12-14; Mt. 1:1-10; Jud. 9); se hace una descripción personal de él (Ez. 28:11-17; Is. 14:12-14);
se le adscriben nombres personales, acciones, y atributos como podemos ver a continuación:
Algunos de sus muchos nombres y títulos son: Lucifer (Is. 14:12-14); Diablo y Satanás (Ap.
12:9); Beelzebú (Mt. 10:25; 12:24); Belial (2 Co. 6:15); Adversario (1 P. 5:8-9); Dragón (Ap. 12:3-12;
13:1-4; 20:1-3); Serpiente (2 Co. 11:3; Ap. 12:9); el dios de este siglo (2 Co. 4:4); el príncipe de este
mundo (Jn. 12:31); el príncipe de la potestad del aire (Ef. 2:1-3); el acusador de nuestros hermanos
(Ap. 12:10); el enemigo (Mt. 13:39); el tentador (Mt. 4:3); el malo (Mt. 13:19, 38); y el maligno (1 Jn.
5:18).
Él es un ángel de verdad con un cuerpo espiritual personal, un alma personal, un espíritu
personal. Él es descrito como una criatura por demás hermosa que cayó por el orgullo personal a causa
de su belleza (Ez. 28:11-17; 1 Ti. 3:6). Él ha sido visto con cuerpo (1 Cr. 21:1; Job 1:6-12; 2:1-7; Sal.
109:6; Zac. 3:1-2; Mt. 4:1-11; Ap. 20:1-3). Él será atado físicamente con una cadena y echado a una
prisión (Ap. 20:1-3). Él tiene un corazón (Is. 14:12-14); orgullo (Ez. 28:17; 1 Ti. 3:6); habla (Job 1:6-
12; 2:1-7; Mt. 4:1-11); tiene conocimiento (Job 1:6-12; 2:1-7; Mt. 4:1-11; Ap. 12:12); poder (Job 1:6-
22; 2:1-7; Hch. 10:38; 2 Ts. 2:8-12; Hch. 26:18; Ap. 13:1-4); tiene un reino (Mr. 3:22-26); deseos (Lc.
22:31); tiene dónde habitar (Ap. 2:13); deseos (Jn. 8:44; Ef. 2:1-3); acceso al cielo (Job 1:6-12; 2:1-7;
Ap. 12:9-12); y muchas otras partes del cuerpo humano, pasiones del alma, y facultades del espíritu. Él
va de un lugar a otro con un cuerpo como cualquiera lo hace (Job 1:6-12; 2:1-7; Mt. 4:10-11; Mr. 4:15),
y hace muchas cosas que otros pueden hacer, demostrando que él es una persona real con cuerpo, alma
y espíritu, como veremos.
Él es un poderoso gobernante celestial y terrenal (Ef. 2:2; 6:10-18; 2 Co. 4:4; Jn. 12:31). Él
gobierna las actividades de negocios, sociales, políticas y religiosas de la mayoría de la humanidad. Su
ámbito está dividido en principados y poderes organizados en los lugares celestiales (Ef. 6:10-12; Dn.
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10:12-11:1; Mt. 12:24-30). Sus súbditos son los ángeles caídos, hombres caídos y demonios de varios
tipos (Mt 25:41: Ap. 12:7-12; Jn. 8:44; 1 Jn. 3:8-10; Stg. 2:19). Él debe ser una persona para poder
gobernar tan vasto dominio de agentes morales libres. Él es la cabeza de la religión del hombre y es un
líder en los asuntos religiosos (Ap. 2:9; 3:9; 2 Co. 11:14).
Él fue creado por Cristo junto con todos los otros principados y poderes en el cielo y en la tierra
(Co. 1:15-18; Job 38:4-7). Definitivamente, en Ez. 28:11-17 se dice que él fue un ser creado.
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti
maldad.” Entonces, entendemos que él no siempre fue el diablo ni el adversario de Dios. Él fue creado
perfecto y sin mancha y después se convirtió en enemigo de Dios y del hombre cuando pecó al tratar de
exaltarse a sí mismo por encima de Dios.
Según Is. 14:12-14; Ez. 28:11-17; Lc. 10:18; 2 P. 3:4-8; Jer. 4:23-26; y otros pasajes, Satanás,
conocido como Lucifer, tuvo un reino en la tierra mucho antes de los seis días de Gn. 1:3-2:25 y de la
creación de Adán. Estos pasajes revelan que él, a través del orgullo, cayó y dirigió una invasión del
cielo y fue derrotado. Entonces la tierra quedó bajo la maldición y toda la vida fue destruida por el
primer diluvio, como podemos constatar en Gn. 1:2.
Tenemos varias escrituras muy claras que describen la caída de Satanás. Él cayó por el orgullo
de su propia hermosura (Ez. 28:11-17; 1 Ti. 3:6) y porque él trató de exaltarse a sí mismo por encima
de Dios (Is. 14:12-14).
3. EL TRABAJO DE SATANÁS
En tiempos del Antiguo Testamento, su trabajo principal consistía de ocasionar la caída del
hombre e impedir la venida del Mesías para poder evitar su propia derrota y destino fatal. En el Nuevo
Testamento, su trabajo es anular la obra de Cristo en las vidas de los hombres. En general su trabajo
ahora es:
(1) Engañar a todos los hombres (Ap. 12:9; 20:1-10; 2 Co. 11:14).
(2) Dominar a todos los espíritus y humanos rebeldes (1 Jn. 3:8-10; 1 Ti. 5:15; Ef. 6:10-18;
Mt. 9:34).
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(3) Causar las enfermedades y males, así como los padecimientos mentales y físicos en la
raza humana (Lc. 13:16; Hch 10:38; Jn. 10:10).
(4) Sacar partido de todas las adversidades de los hombres para aumentar las rebeliones de
los hombres y tenerlos cautivos (2 Co. 2:11; 1 Ti. 1:20; 5:11-15).
(5) Tentar a los hombres (Mr. 1:13; 1 Co. 7:5).
(6) Provocar al pecado (1 Cr. 21:1).
(7) Causar ofensas (Mt. 16:23).
(8) Transformarse a sí mismo en ángel de luz (2 Co. 11:14).
(9) Resistir a otros (Zac. 3:1-2).
(10) Entrar en unión con otros contra Dios (Lc. 22:3; Jn. 13:2).
(11) Enviar mensajeros para derrotar a los santos (2 Co. 12:11).
(12) Obstaculizar el evangelio (1 Ts. 2:18; Hch. 13:10; 2 Co. 4:4).
(13) Robarle la Palabra de Dios a la gente para que no puedan creerla (Mt. 13:19; Lc. 8:12).
(14) Obrar milagros (2 Ts. 2:9).
(15) Batallar con los mensajeros de Dios y a veces tenerlos cautivos (Dn. 10:12-21; Jud. 9).
(16) Bloquear las respuestas a las oraciones (Dn. 10:12-21).
(17) Poner trampas para que los hombres caigan en pecado (1 Ti. 3:7; 2 Ti. 1:26).
(18) Hacer guerra contra los santos (Ef. 6:10-18).
(19) Causar distracciones y ceguera a los hombres hacia el evangelio (2 Co. 4:4).
(20) Causar doble ánimo (Stg. 1:5-9), duda e incredulidad (Ro. 14:23; Gn. 3:4-5), oscuridad y
opresión (2 Co. 4:4; 2 P. 1:4-9), muerte y debilidad (He. 6:1; 9:14), retraso y falta de
compromiso (Hch. 24:25; 26:28), y divisiones y contiendas (1 P. 5:8; 1 Co. 3:1-3).
4. EL CARÁCTER DE SATANÁS
(1) Él es el enemigo de todo lo bueno y el acusador de Dios y el hombre (Mt. 13:28; Ap.
12:9-12; Ez. 28:11-17); el padre de mentira (Jn. 8:44); un asesino (Jn. 8:44); el sembrador de discordia
(Mt. 13:39); el adversario (1 P. 5:8-9); el primer pecador, el primer rebelde, y el primero en
consagrarse a sí mismo a la auto-gratificación y a librar guerra contra toda la sociedad (Is. 14:12-14;
Ez. 28:11-17; Ap. 12:9; 20:7-10).
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(2) Él es astuto (2 Co. 2:11; 11:14; Ef. 6:11-12); malvado (Jn. 8:44; 1 Jn. 3:8; 5:18; Mt.
13:19, 38); maligno (Lc. 8:12-15; 1 P. 5:8-9; 2 Co. 4:4); y cobarde (Stg. 4:7). Él es el tentador (Mt. 4:1-
11); un ladrón (Jn. 10:10); y no tiene principios a la hora de sacar provecho de los hombres en sus
debilidades (2 Co. 2:11; 11:3; Mt. 4:1-11; Lc. 22:40); al tentar a los hombres después de grandes éxitos
(Jn. 6:15); al sugerir el uso de las cosas correctas de forma equivocada y en el momento equivocado
(Mt. 4:1-11); al difamar a Dios delante de los hombres y viceversa (Gn. 3:1-10; Job 1:6-12; 2:1-7); al
aparecer como ángel de luz para engañar (2 Co. 11:14); y al engañar a sus seguidores al respecto de su
fin (2 Ts. 2:8-12; Ap. 12:9; 20:7-10).
(3) Él es presumido (Job 1:6-12; 2:1-7); orgulloso (Ez. 28:17; 1 Ti. 3:6); engañoso (2 Co.
11:14; Ap. 12:9; 20:10); feroz y cruel (Lc. 8:29; 9:39; 1 P. 5:8-9); y agresivo (Ef. 4:27; 6:10-18; 1 P.
5:8-9). Nunca se ha sabido que él sea misericordioso, bueno, amoroso, bondadoso, gentil, paciente,
tolerante o que tenga alguno de los dones de Dios desde que se convirtió en el enemigo de Dios y el
hombre.
(4) Él es comparado con un cazador (Sal. 91:3); con aves (Mt. 13:4, 19); con un lobo (Jn.
10:12); con un destructor (Jn. 10:10); con un león rugiente (1 P. 5:8-9); con una serpiente (Ap. 12:9;
20:3); con un dragón (Ap. 12:3-12); y con otras cosas en la Escritura.
5. LA CONDENA DE SATANÁS
Su condena se predice en Gn. 3:15; Is. 24:21-23; 25:6-8; Mt. 25:41; Ap. 12:7-12; 20:3-10
siendo ésta el lago de fuego para siempre.