Resumen Resiliencia

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UNIDAD ACADÉMICA

“AZCAPOTZALCO”

RESUMEN
APEGO, DESARROLLO INFANTIL Y RESILIENCIA
IDEAS PRINCIPALES

Autor:
Jonathan Omar Pineda Jiménez

Licenciatura en Psicología G-LPSI203

Asignatura:
Desarrollo Psicológico de la Infancia y la Adolescencia

Profesor: Cristina Sánchez de Ita

Miércoles 29 de abril de 2020


INTRODUCCIÓN
La exploración sobre el proceso evolutivo del ser humano (ontogenea) y su
relación con la conducta del niño fueron de poco valor para los investigadores del
desarrollo durante buena parte del siglo XX, como ejemplo tenemos a René Spitz
que en sus términos decía:
“Deseo afirmar categóricamente que discrepo de las
especulaciones de ciertos autores que pretenden que el infante da
muestras de desagrado ya in útero. No hay medio de saber lo que
expresa la conducta del feto. Encuentro igualmente inaceptables las
especulaciones sobre la percepción sensorial del niño durante el
parto o sobre la actividad psíquica en el recién nacido durante las
primeras semanas y meses que siguen al nacimiento”.
(Spitz, R. El primer año de vida del niño.1969, p. 40.
Fondo de cultura económica. México).
Que probablemente el desinterés fue por la discusión histórica entre lo nato
y lo aprendido que al igual que la dicotomía cuerpo–mente y la distinción entre el
carácter objetivo y subjetivo de los fenómenos conductuales han determinado el
desarrollo histórico de las ciencias del comportamiento.
El desarrollo de la etología humana nos ha permitido identificar y reconocer
el mundo del desarrollo fetal y su vinculación afectiva con el mundo externo. A tal
punto, que alrededor de la vigesimoquinta semana de gestación podemos percibir
claramente cómo el nuevo ser humano responde a los olores, las palabras,
canciones y caricias de sus progenitores, de modo que resulta difícil a lo biológico
esa respuesta, producto del apego creado.
LA CONSTRUCCIÓN ETOLÓGICA DEL SUJETO
Muchos dicen que el día del nacimiento es el inicio de la vida, otros dicen
que es el comienzo de la muerte, pero luego de los planteamientos desarrollados
en los apartados anteriores, podemos concluir que el doloroso y complicado
proceso de parto en nuestras mujeres no sólo es consecuencia del “retardo
biológico” causado por la neotenia, sino una “mudanza ecológica”.
En el momento mismo del nacimiento, la impregnación se fortalece a través
de una nueva forma de expresión emocional, debido a que la vinculación química
instaurada durante la ontogénesis ahora es acompañada de las otras modalidades
sensoriales y de la diferenciación que el niño hace entre el olor, voz y caricias de
su madre.
Spitz realizó experimentos sobre la Gestalt visual con bebés entre el primer
y tercer mes de edad, utilizando máscaras y estímulos que cumplieran con el
criterio de Gestalt signo, encontrando una respuesta positiva por parte del infante
manifestada a través de su sonrisa.
APEGO Y DESARROLLO NEUROLÓGICO
A propósito de la modificación neurobiológica como consecuencia del
apego, las futuras investigaciones sobre las células glias del cerebro, en especial
de la “oligo”, que se encarga de la mielinización en el desarrollo, podrán esclarecer
la relación entre el apego y el desarrollo neuropsicológico de nuestra especie. En
términos generales, la mielina es una lipoproteína aislante de las fibras nerviosas,
no es indispensable para la comunicación nerviosa; pero sin ella la conducción
neural es más lenta.

“La mielinización de las neuronas motoras y sensitivas periféricas comienza


a los tres meses de vida fetal en el ser humano, justo cuando se fortalece el
vínculo químico base del apego entre madre e hijo que comentamos hace unos
párrafos. Durante la segunda mitad de la ontogénesis, comienza la mielinización
de las vías auditivas, propioceptivas y las vestibulares. De ahí, que sea válido
pensar en la capacidad que tiene el neonato de percibir este tipo de información
proveniente de la madre”.

La aparición del lenguaje y su función organizadora del psiquismo humano


es reconocida por estudiosos del desarrollo como Vigotsky y Spitz, para citar sólo
dos de los clásicos. Este último, a pesar de no contemplar a la ontogénesis y al
nacimiento como un continuo etológico, sino como un proceso de construcción
objetal, se refiere a la evolución del lenguaje:

“Como fenómeno psicológico, la adquisición de la palabra nos proporciona


también información ulterior acerca del tránsito del infante, desde el estado de
pasividad hasta una actividad en la que la descarga como tal, se convierte en una
fuente de satisfacción”. Spitz, R.

APEGO Y CONDUCTA

Durante las últimas décadas se han ido acumulando gran cantidad de


datos, indicios e investigaciones que indican una relación causal entre la pérdida
de cuidados maternales en los primeros años de la vida y el desarrollo de
patologías conductuales, orgánicas y problemas de aprendizaje tanto en la niñez
como en la adolescencia e inclusive la vida adulta.

Poco después de los cinco meses de vida, el bebé muestra su preferencia


al objeto materno encargado de la lactancia, ya que al diferenciarlo de otras
personas, el niño evidencia una alta tendencia a necesitar de su compañía. Esta
afirmación corrobora lo expuesto en los anteriores párrafos en donde hablamos
del establecimiento del vínculo afectivo antes, durante y después del nacimiento.
Este mecanismo etológico perdura hasta aproximadamente el primer año de vida.
Entre los seis y los doce meses ocurre un proceso de “desprendimiento” paulatino
en el que el infante traslada sus cargas afectivas sobre otros objetos que
sustituyen por momentos a la madre Dichos objetos han sido imprentados por el
olor de la madre, asociados a sus palabras, gestos y caricias en lo que se
denomina función “oso de peluche”.

RESISTIR Y CONSTRUIR

Es evidente que los seres humanos son más estables, tranquilos y


potencializan mejor sus capacidades cuando piensan que tras ellos hay una o más
personas confiables a las cuales pueden acudir cuando surjan dificultades. A este
tipo de relación se le denomina “apego seguro” y el sujeto al cual queda el
individuo impregnado “figura de apego”. Así pues, los miembros de nuestra
especie se exponen a grandes problemas en el desarrollo cuando estas figuras se
van, nos dejan o sencillamente se rompen los vínculos. No obstante, tal y como lo
revisamos en el texto anterior, los niños poseen la capacidad de elaborar el duelo
por la figura perdida y prepararse para entablar nuevos lazos afectivos.
Aunque muchos de los estudios revisados hasta aquí demuestran
alteraciones en el desarrollo físico y/o psicológico de la mayoría de niños que han
sido abandonados, maltratados o simplemente presentan duelos no elaborados;
es claro que un porcentaje de ellos demuestran desempeños normales y
conductas socialmente aceptadas, que les permite ser funcionales en las
sociedades contemporáneas.

A este fenómeno se le conoce como resiliencia. En la actualidad, este es un


concepto clave en el ámbito de la salud mental, dado que resalta el estudio de las
condiciones en las que los seres humanos logran enfrentarse a los traumatismos,
conservando así su desarrollo emocional en condiciones óptimas.

La palabra resiliencia, se originó inicialmente al interior de la física. Su


significado es “soltura de reacción o elasticidad”, designa la capacidad del acero
para recuperar su forma inicial a pesar de los golpes que pueda recibir y de los
esfuerzos que puedan hacerse para deformarlo. La palabra proviene del latín
resalire, “saltar y volver a saltar, recomenzar”.

Al pasar a las ciencias sociales y del comportamiento humano, este término


se convirtió en: “la capacidad para triunfar, para vivir y desarrollar positivamente,
de manera socialmente aceptable, a pesar de la fatiga o de la adversidad, que
suelen implicar riesgo grave de desenlace negativo”.

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