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Discurso de Incorporación como Académica Corresponsal

de la Academia Mexicana de la Historia, Correspondiente de la Real de Madrid

Ciudad de México, 6 de febrero de 2018

La Historia al servicio del poder:


Venezuela de República a Bolivariana

Gracias a la generosa amistad de dos entrañables colegas mexicanas, las doctoras


Virginia García Acosta y Virginia Guedea, quienes propusieron mi nombre a fin de que
fuese considerado para ingresar como Académica Corresponsal de la Academia Mexicana
de la Historia Correspondiente de la Real De Madrid y, gracias a la amable acogida que
esta propuesta tuvo entre los Individuos de Número de esta prestigiosa corporación, me
encuentro aquí hoy, para agradecer de viva voz, el inmenso honor que constituye este
extraordinario reconocimiento. Un reconocimiento que representa el más sentido, profundo
y significativo homenaje que puede otorgarse al esfuerzo sostenido, valiente y
comprometido de numerosos historiadores venezolanos que, en las últimas décadas, han
mantenido una posición contundentemente firme y crítica frente al uso político de la
historia que, de manera recurrente y abusiva, se lleva a cabo por parte de quienes ejercen el
poder en nuestro país.

Este reconocimiento tiene además una especial significación ya que proviene de una
comunidad de historiadores que, con sus obras y resultados, ha dado muestras fehacientes
de su decidido compromiso por irrumpir contra las convenciones historiográficas que
sirvieron de soporte al relato del surgimiento de la nación en México; que ha sido parte
activa en los debates que ha suscitado el análisis y estudio de la revolución mexicana; que
se ha abierto a nuevas tendencias y ha desarrollado originales y exigentes miradas sobre los
más diversos aspectos y períodos de la historia de México; que ha sido pieza fundamental
en el crecimiento y fortalecimiento de las instituciones académicas, contribuyendo de
manera decidida en la consolidación del ejercicio profesional de la Historia y que sigue
empeñada en producir conocimiento crítico y en propiciar el debate y la reflexión sobre los
problemas que entraña el oficio del historiador, especialmente en circunstancias tan
exigentes como las del presente.
Es por tanto, una oportunidad especialísima, estar aquí, con mi esposo, Rogelio Altez,
inspiradora compañía todos los días y en cualquier lugar y circunstancia, para compartir,
con ustedes, honorables miembros de esta Academia, con los colegas, profesores,
estudiantes y amigos, estas reflexiones sobre las relaciones entre la Historia y el poder en la
Venezuela de estos últimos años y, en particular, respecto a la polémica resolución que
determinó el cambio de nombre de la República de Venezuela, por el de República
Bolivariana de Venezuela. Expresión de los alcances y de la dimensión que el culto a
Bolívar, el uso y abuso político de sus ideas y de su actuación pública han significado y
siguen significando en nuestro país. Un tema que, desde hace ya varias décadas, ha sido
materia de exigente análisis y sostenida preocupación por parte de la historiografía
profesional venezolana.

El estudio sistemático de las implicaciones y consecuencias que ha tenido la


presencia sostenida de la acción y el pensamiento de Simón Bolívar como guía y conductor
de la vida de los venezolanos, fue realizado por el Dr. Germán Carrera Damas en su
conocido e insoslayable libro El culto a Bolívar. Esbozo para una historia de las ideas en
Venezuela, cuya primera edición se realizó en 1969, seguida de numerosas reimpresiones.

Allí, de manera rigurosa y elocuente, el Dr. Carrera, explica y analiza la “empresa de


deificación del héroe” mediante la cual se convierte a Bolívar en el ejemplo a seguir por la
sociedad venezolana, a través de la edificación de una “…segunda religión llamada a
completar en el orden cívico la función que la otra realiza en el orden espiritual y moral” 1.
Insiste Carrera Damas en la necesidad histórica del culto, a partir del análisis de las líneas
fundamentales en las cuales se expresa su eficacia y alcance simbólico “…al convertirlo en
factor de unidad nacional, como reivindicación del principio del orden; en factor de
gobierno, como manadero de inspiración política, y en factor de superación nacional, como
religión de la perfección moral y cívica del pueblo”2.

Concluye Carrera con la siguiente afirmación:


La múltiple aplicación del culto a Bolívar, no ha sido pues, función
solamente de una admiración uniforme y espontánea por su gloria. Ha sido
más que eso. Al estructurarse como un culto, la veneración por Bolívar se
convirtió en un factor de la vida política y social, además del principal
componente de la fórmula cultural del pueblo venezolano. Por una parte, la
dirección y la protección de ese culto por parte del Estado se tradujo en su
organización administrativa e institucional. Por otra, el programa ideológico
simbolizado por Bolívar ha prestado su prestigio a las más disímiles y
contrapuestas causas.3

El asunto es de especial entidad ya que sus implicaciones acompañan el proceso


histórico de formación y consolidación de la nación, mediante el uso interesado y
distorsionado de la obra y pensamiento de Simón Bolívar, para adecuarlo y otorgarle
contenidos y propósitos en circunstancias y condiciones históricas que, no solamente fueron

1
Germán Carrera Damas. El culto a Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2008, p. 72.
2
G. Carrera Damas, Ob. Cit., p. 52.
3
Ibídem, p. 383.
ajenas al propio Libertador, sino que incluso contradicen el sentido con el cual se
plantearon en su momento.

El importante estudio de Carrera, ha constituido un punto de referencia fundamental


en el desarrollo de una sólida tendencia historiográfica cuyo propósito ha sido analizar y
explicar de manera crítica y responsable el surgimiento y el sostenimiento de una práctica
política que ha idealizado de manera anacrónica la actuación pública e ideas del Libertador
para convertirlas en soporte y justificación de los más diversos proyectos políticos,
haciendo valer la premisa de que en sus cartas, proclamas y discursos se encuentran las
respuestas para los problemas de la nación, en cualquier momento de su historia4. Al mismo
tiempo, y como parte de esta misma preocupación desmitificadora, los historiadores
venezolanos contemporáneos han realizado, en estos últimos años, significativos aportes
que han contribuido a renovar el conocimiento de nuestra independencia, más allá de los
contenidos épicos e invariables de las llamadas Historias Patrias. Estos numerosos
resultados recogidos en libros, artículos y obras colectivas forman parte de la importante
revisión crítica sobre los procesos de Independencia que se ha llevado a cabo entre los
estudiosos de este tema, tanto en América Latina, como fuera de ella5.

En relación con la sostenida presencia del culto a Bolívar, resulta de interés destacar
el libro El divino Bolívar6 del historiador Elías Pino Iturrieta, en el cual se lleva a cabo un
acucioso análisis de lo que el autor llama una “patología relacionada con la liturgia
patriótica”7. A través de sus páginas es posible conocer las numerosas manifestaciones de
esta devoción bolivariana, las cuales pueden rastrearse en distintos momentos de nuestra
historia, en los más diversos escenarios y a través de distintos voceros, incluido el teniente
coronel Hugo Chávez Frías.

El recorrido realizado por Pino Iturrieta se inicia en vida del Libertador y da cuenta
de los momentos culminantes del culto, tanto en el siglo XIX como en el XX; atiende
también a sus custodios: la Academia Nacional de la Historia que durante mucho tiempo se
encargó de vigilar y fustigar cualquier obra que pusiera en tela de juicio las glorias del
Libertador, y la Sociedad Bolivariana de Venezuela, fundada en 1938 por el presidente

4
Son numerosos y diversos los estudios que han contribuido a analizar y explicar la complejidad, amplitud y
expresiones diversas del culto a la figura del Libertador, así como los diversos usos que se han hecho a través
del tiempo de sus ideas y propuestas políticas, hasta estos últimos años. Entre las obras representativas de este
esfuerzo intelectual pueden citarse de Manuel Caballero. Revolución, reacción y falsificación, Caracas,
Alfadil Ediciones, 2002; Por qué no soy bolivariano, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006; Contra la abolición
de la historia, Editorial Alfa, 2008. Germán Carrera Damas. El bolivarianismo-militarismo, una ideología de
reemplazo, Caracas, Editorial Alfa, 2011 (la primera edición es del 2005); de Luis Castro Leiva. La Gran
Colombia una ilusión ilustrada, Caracas, Monte Ávila Editores, 1985 y De la patria boba a la teología
bolivariana, Caracas Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1991; Elías Pino Iturrieta. El divino Bolívar,
Caracas, Editorial Alfa, 2014 y Nada sino un hombre, Caracas, Editorial Alfa, 2007.
5
Una aproximación a la producción historiográfica venezolana sobre el período de la Independencia puede
verse en el artículo de Inés Quintero. “Historiografía e Independencia en Venezuela”, en Manuel Chust y José
Antonio Serrano (eds.), Debates sobre la Independencia Iberoamericana, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana
Veurvert, 2007, pp. 221-236.
6
Elías Pino Iturrieta. El divino Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2014. (La primera edición se hizo en el 2003,
en España por editorial La Catarata, con el título El Divino Bolívar. Ensayo sobre una religión republicana)
7
E. Pino Iturrieta. Op.cit., p. 11.
Eleazar López Contreras, para hacer efectivo el ideario político del Libertador. Se ocupa,
igualmente, de presentar algunas de las manifestaciones populares del culto al Libertador y
concluye con una serie de reflexiones críticas sobre los muy diversas mecanismos mediante
los cuales Hugo Chávez Frías ha dado uso a las ideas y textos del Libertador, presentándose
como su continuador en la gesta de la libertad; destaca el autor muchos de sus excesos, así
como los aspectos que le son más peculiares y dañinos, entre los cuales subraya la
compañía de las Fuerzas Armadas8.

La reiterativa utilización de la figura y las ideas de Bolívar por parte de Chávez Frías,
ha sido atendida por otros historiadores venezolanos quienes, en diferentes ensayos y
artículos académicos, han analizado el uso político que ha hecho de la historia, desde los
inicios de su actuación pública y también desde su condición de jefe del Estado9. Se trata de
una práctica en la cual, no solamente se advierte la selección interesada y tergiversada de
los discursos del Libertador, sino que a ello se añade la utilización de otros personajes y
episodios de la historia de Venezuela, igualmente con fines políticos. Un ejercicio que el
historiador Manuel Caballero ha calificado certeramente de “falsificación de la historia”10.
En su análisis del problema, Caballero resalta el interesado intento por parte del
chavismo de reescribir la historia, pero no con propósitos clarificadores, sino desde una
vocación totalitaria, lo cual tiene importantes consecuencias para la sociedad:

Lo característico del totalitarismo es que esa falsificación [de la


historia] proviene de la voluntad de imponer una ideología oficial, única y
obligatoria al conjunto de la sociedad, no para explicar la historia a la luz de
una concepción particular, sino para hacerla entrar a la fuerza en un esquema
inamovible, dogmático11.

8
Un fragmento del libro de Pino da cuenta de la dimensión y peligros que entraña la manera en que se realiza
la fusión entre el culto a Bolívar y los hombre de armas: “En la cabeza de Chávez ocupa gran espacio el papel
redentor de las milicias y la marcha de la sociedad entendida como una batalla. En su mensaje los hombres de
armas no están para cumplir un rol de cohabitación, la misión que recientemente habían desempeñado en la
evolución de la democracia venezolana, sino para reanudar las faenas de la Independencia. El vínculo de las
fuerzas armadas contemporáneas con los sucesos de la Guerra a Muerte puede ser en principio simbólico,
pero el volumen de la retórica empleada indica la intención de que las cosas pasen de la fantasía a la realidad.
Bolívar vuelve a redimirnos, como es usual, pero con las armas en la mano de los continuadores de su ejército
que sólo ha estado esperando las órdenes del comandante adecuado”. Ibídem, p. 210.
9
Además de los trabajos ya citados de Manuel Caballero, Germán Carrera Damas y Elías Pino Iturrieta,
también pueden verse los estudios realizados por otros historiadores e investigadores venezolanos entre los
cuales se encuentran: Ángel Almarza “Dos siglos de historia mal contadas” en Inés Quintero (coord.) El
relato invariable. Independencia, mito y nación, Caracas, Editorial Alfa, 2011, pp. 125-154; Rogelio Altez,
“Independencia, mito genésico y memoria esclerotizada, en Inés Quintero (coord.) El relato invariable, 2011,
pp. 19-56; Nelly Arenas y Luis Gómez Calcaño, El imaginario redentor de la Revolución de Octubre a la
Quinta República, Caracas, Cendes, UCV, 2000; Alejandro Gómez, “El papel de los intelectuales en la
Venezuela de Hugo Chávez: los historiadores a la palestra pública”, L’Ordinaire Latino-Américain, Nº 202,
Toulouse, octubre-diciembre, 2005, pp. 83-94; María Elena González De Luca, “Historia, usos, mitos,
demonios y magia revolucionaria”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 11, Nº 2,
Caracas, 2005, pp. 159-186; Inés Quintero. “Bolívar dictador, Bolívar revolucionario” en El Bolívar de Marx,
Caracas, Editorial Alfa, 2007, pp. 27-47; Tomás Straka. La épica del desencanto. Bolivarianismo,
historiografía y política, Caracas, Editorial Alfa, 2009.
10
Manuel Caballero. Revolución, reacción y falsificación. Caracas, Alfadil Ediciones, 2002, p. 203.
11
Manuel Caballero. Ob. Cit., p. 209.
El tema ha sido objeto de riguroso análisis por otros historiadores fuera de nuestras
fronteras quienes se han interesado y han expresado su preocupación, tanto por el proceso
político que ha tenido lugar en Venezuela, como por lo que ha representado el uso de la
historia y su instrumentalización como recurso de legitimación del poder. Es el caso de la
Dra. Frédérique Langue quien, en sus numerosos y valiosos artículos, se ha ocupado de
realizar un detenido examen de las disputas por el pasado, el culto heroico, la reescritura de
la historia, el calendario conmemorativo y simbólico de la revolución, el mesianismo
político y el uso exacerbado de la figura de Simón Bolívar, en estos años de la llamada
“revolución bolivariana”12.

Es también digno de mención por la profundidad y calidad de sus reflexiones, el libro


del Dr. Enrique Krauze, El Poder y el Delirio en el cual, con las herramientas y recursos de
la exigente metodología de la historia del presente, analiza la compleja realidad venezolana,
luego de visitar a nuestro país en el 2007 y el 2008. No esconde Krauze su legítima
preocupación al responder a la pregunta “¿Por qué como latinoamericano escribo sobre
Venezuela?” Su respuesta es como sigue:

Porque el ácido del autoritarismo ideológico avanza a punta de petróleo,


dólares y propaganda, sobre la tenue superficie democrática de nuestra
región. Chávez se presenta a sí mismo como el heraldo del futuro; del
‘socialismo del siglo XXI’, la nueva encarnación de la esperanza continental.
Pero a partir de la experiencia totalitaria del siglo XX (reflejada ya
embrionariamente, en usos y costumbres del régimen venezolano), el futuro
que anuncia no es sino una máscara del pasado, del pasado más oscuro y
cerrado13.

Como historiador mexicano, el Dr. Krauze se declara particularmente sensible a las


manipulaciones que se hacen de la historia, ya que, según su propio testimonio, junto a
Cuba, México tenía el campeonato en distorsión histórica. Sin embargo, termina por llegar
a la conclusión de que en la Venezuela chavista se “…ha desvirtuado, falsificado y
utilizado la historia a extremos pocas veces vistos”14.

Estos extremos, referidos de manera específica al uso de la historia como propaganda


política, son analizados por el autor en un diálogo sostenido con los historiadores
venezolanos German Carrera Damas, Elías Pino Iturrrieta y Simón Alberto Consalvi. Entre

12
Algunos artículos recientes de la Dra. Frédérique Langue son los siguientes: “La Independencia de
Venezuela. Una historia mitificada y un paradigma heroico”, Anuario de Estudios Americanos, N° 66-2,
Sevilla, 2009, pp. 245-276; “De panteones cívicos e imaginarios políticos. Los usos del pasado en la
Revolución bolivariana”, En Francesca Ramos Pismataro, Carlos A. Romero y Hugo Ramírez Arcos (eds.),
Hugo Chávez: una década en el poder, Bogotá, Universidad del Rosario/Centro de Estudios Políticos e
Internacionales/Observatorio de Venezuela, 2010, pp. 761-781; “‘Levántate Simón, que no es tiempo de
morir’. Reinvención del Libertador e historia oficial en Venezuela”, Araucaria Revista Iberoamericana de
Filosofía, Política y Humanidades, N° 25, 2011. http://www-en.us.es/araucaria/nro25/nro25.htm; “Usos del
pasado y guerra de las memorias en la Venezuela de la “Segunda Independencia”, Polis [En línea], 34, 2013.
http://polis. revues.org/8953
13
Enrique Krauze. El poder y el delirio, Caracas, Editorial Alfa, 2008, p. 22.
14
E. Krauze. Ob. Cit., p. 19.
los muchos comentarios de este intercambio destaca la visión compartida por el grupo de
que se está, frente “…a la cúspide de una manipulación de la historia, que viene de muy
antiguo”15, cuyo propósito fundamental es legitimar el poder16. Ambas afirmaciones no
hacen sino reiterar lo que estos mismos historiadores han expuesto en sus obras y ensayos
sobre el tema.

El problema de los usos de la historia que, sin duda, ha tenido en Venezuela


expresiones exacerbadas por lo que ha representado históricamente el culto a Bolívar y por
la fuerte beligerancia y aguda polarización que la dinámica política actual ha generado en la
sociedad y, especialmente, entre los historiadores no es, obviamente, un problema que nos
particulariza. Como es ampliamente sabido, este tema ha merecido recurrente atención por
parte de la historiografía ya que constituye asunto esencial del ejercicio profesional de la
historia, no solamente para realizar el análisis crítico de sus muy diversas expresiones, sino
también para alertar a la sociedad respecto a sus peligrosas implicaciones y a las muy
disímiles circunstancias y condiciones en las cuales se pone de manifiesto.

Si bien son muchas y variadas las reflexiones que existen sobre el tema, resultan
esclarecedoras, por su relevancia y pertinencia, las puntualizaciones hechas por el
historiador alemán Georg Iggers, al instalar el panel “Usos y abusos de la historia. La
responsabilidad del historiador, pasado y presente”, en el Congreso Internacional de
Ciencias Históricas, celebrado en Oslo en el 2000:

La suposición subyacente al panel es que los enfoques honestos a la


historia son posibles y que el ethos profesional del historiador lo llama a
resistir las interpretaciones erróneas del pasado. Sin embargo, la relación
entre los usos y abusos de la historia es muy compleja. El uso indebido
sugiere que el pasado es instrumentalizado y distorsionado por motivos
políticos o de otro tipo. También significa que hay un pasado real que no debe
ser distorsionado17.

Es pues, desde este espíritu de “resistencia” a las interpretaciones distorsionadas del


pasado, que hemos seleccionado el polémico tema del cambio de nombre de Venezuela,
teniendo igualmente presente la dificultad metodológica que entraña abordar un hecho
histórico en el cual estamos sensiblemente involucrados. Nos anima, sin embargo, el
propósito de contribuir a la discusión de un problema que tiene una enorme relevancia, no
solo en Venezuela, sino en el convulso y agitado ambiente político que se vive actualmente
en distintos países de América Latina.

15
El comentario es de Elías Pino Iturrieta. Ibídem, p. 219
16
En relación con la intención legitimadora del uso político de Bolívar, recoge Krauze el planteamiento hecho
por Carrera Damas: “¿Dónde encontrar ese principio de legitimidad? Obviamente (Chávez) acude al
pensamiento histórico, eso que hemos llamado la ‘segunda religión’ de los venezolano. Es decir, se justifica
diciendo que lo que se hace, se hace para cumplir con el mandato del padre fundador de la patria”, Ibídem, p.
220.
17
Georg Iggers, “Introductory remarks to the panel the uses and misuses of history”, Congreso Oslo 2000,
http://www.oslo2000.uio.no/program/papers/m3a/m3-iggers.pdf. (consultado el 8 de enero de 2018).
Tal como señalamos al comienzo, la sanción constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela, en 1999, constituye referencia emblemática de la magnitud y
alcances que sigue teniendo el culto a Bolívar en nuestro país y de los extremos a los que
puede llegar el uso de la historia con fines netamente políticos.

La propuesta fue planteada por Hugo Chávez el 5 de agosto de 1999 en su discurso


ante la Asamblea Nacional Constituyente, al momento de presentar sus Ideas
fundamentales para la Constitución Bolivariana de la V República, documento en el cual
esbozó el contenido y los argumentos que justificaban su proyecto constitucional.

Es importante precisar que la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente


fue una de las ofertas fundamentales de su campaña electoral y también uno de los primeros
actos de su gobierno ya que, el mismo día de su juramentación como Presidente
Constitucional, el 2 de febrero de 1999, firmó el decreto No. 3, convocando un referéndum
consultivo para que “el pueblo” se pronunciara sobre la realización de una Asamblea
Nacional Constituyente. El referéndum se llevó a cabo el 25 de abril y tres meses después,
el 25 de julio, se hicieron las elecciones para designar a los miembros de la Constituyente18.
Los resultados favorecieron a los candidatos del Polo Patriótico, alianza que apoyó su
candidatura a la presidencia. Esta alianza oficialista obtuvo el 62% de los sufragios lo cual
les proporcionó 125 diputados, es decir un 95% de la representación, mientras que los
candidatos de la oposición se vieron favorecidos por el 22,1% de los votos, obteniendo una
representación de solo 6 diputados.

Fue ante esa Asamblea Nacional Constituyente, compuesta mayoritariamente por


diputados del Polo Patriótico, que el presidente expuso su proyecto de Constitución
Bolivariana para la V República. El propósito esencial del discurso fue insistir en su
determinación de iniciar el proceso de refundación de la República, para lo cual resultaba
insoslayable crear y sancionar las bases de un nuevo ordenamiento jurídico para el Estado
venezolano, inspirado en la acción y doctrina del Libertador. Estuvo clara, desde el
comienzo, la determinación de fijar una ruptura definitiva con el pasado para dar inicio a
una nueva etapa de la Historia de Venezuela, recurriendo a la palabra de Simón Bolívar a
fin que sirviese de soporte y apoyo a la mudanza.

Al iniciar su intervención ante la Constituyente citó el primer párrafo del discurso del
Libertador, en el acto de instalación del Congreso de Angostura en 1819: “Dichoso el
ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía nacional
para que ejerza su voluntad absoluta”19.

18
Tanto la convocatoria al referéndum como la realización de una Asamblea Nacional Constituyente fueron
objeto de fuertes polémicas referidas fundamentalmente a debatir si podía modificarse la Constitución de
1961 vigente para entonces si no estaba contemplado en ella ninguno de estos mecanismos para su reforma o
sustitución. Un buen resumen sobre este tema puede leerse en el artículo de Carlos García Soto “¿Cómo fue el
proceso constituyente de 1999”, http://historico.prodavinci.com/blogs/como-fue-el-proceso-constituyente-de-
1999-por-carlos-garcia-soto.
19
Discurso del ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, Presidente de la República, 5 de agosto de 1999, Diario
de Debates, Asamblea Nacional Constituyente (ANC), p. 4.
Esta mención a Bolívar no es casual, y deja ver con absoluta transparencia la
resolución por parte del presidente Chávez de establecer una relación de continuidad entre
la acción del Libertador y el proceso revolucionario que, bajo su conducción, se estaba
iniciado en Venezuela. Si en 1819 Bolívar convocó a la soberanía a fin de presentar su
propuesta Constitucional para Colombia, en 1999, Hugo Chávez, siguiendo los pasos de
Bolívar, convocaba igualmente a la soberanía nacional para dar a conocer su propuesta de
Constitución Bolivariana:

Ciento ochenta años después, en esta Caracas bolivariana, yo me atrevo


a decir, parodiando al Padre y trayendo su inspiración eterna: “Glorioso el
pueblo que rompiendo las cadenas de cuatro décadas y levantándose sobre sus
cenizas y empuñando con firmeza la espada de su razón, cabalga de nuevo el
potro brioso de la revolución (…).

Se trata de una verdadera revolución y de un pueblo que la galopa, eso


sí es verdad, y este acto de hoy, esta primera sesión de la soberanísima
Asamblea Nacional Constituyente a la cual tengo la inmensa honra de asistir,
y agradezco a ustedes su invitación, esta instalación de la Asamblea
Constituyente es un acto revolucionario20.

La revolución que estaba comenzando tenía, pues, su origen e inspiración en Simón


Bolívar y en el renacimiento del pueblo venezolano. Fue entonces de especial utilidad, en
ese momento, recurrir al poema Un canto para Bolívar del poeta chileno Pablo Neruda:
“…Es Bolívar, que despierta cada 100 años, cuando despiertan los pueblos. Es de allí que
viene esta revolución”, concluyó Chávez21.

Es Bolívar, en cualquiera de sus distintas circunstancias: el Bolívar de 1812, crítico


de las Repúblicas aéreas; el Bolívar de 1813, cuando organiza la República y ejerce el
mando supremo; el Bolívar de Angostura, en 1819, al definir “las normas fundamentales de
un gobierno popular más perfecto”; el de la Constitución para Bolivia en 1826:
“republicano, pidiendo libertad, pidiendo igualdad y sembrando la invención del poder
electoral”; el de la Convención de Ocaña, que rogaba a los legisladores “leyes inexorables”;
el Bolívar de 1830, clamando por la unión en su última proclama. Es Bolívar convertido en
guía y conductor de la revolución bolivariana22.

Se trata de un momento histórico en el cual el imperativo de refundar la República,


no solamente tienen su fundamentación en las ideas del Libertador, sino que además,
constituye un acto ineludible de reparación histórica contra la traición al proyecto
bolivariano de la Gran Colombia. Se trata, por tanto, de aniquilar a la llamada Cuarta
República, que nació sobre las cenizas del Libertador y traicionó los ideales de la

20
Ibídem, pp. 5 y 6.
21
Ibídem, p. 8. En los párrafos que siguen reitera sus alusiones al Libertador y el momento presente:
“Estamos obligados a volar con Bolívar en esta edad que es una nueva edad republicana, una nueva edad
bolivariana”, p. 8. Y más adelante insiste sobre lo mismo “Es Bolívar que vuelve con su clara visión, con su
espada desenvainada, con su verbo y su doctrina”, p. 9
22
Las referencias a los distintos momentos de Simón Bolívar están desarrolladas en el mismo discurso en las
páginas 9, 10 y 11.
Independencia, para erigir la verdadera República Bolivariana. Es esta la argumentación en
la cual se basa el propósito refundador y también el cambio de nombre de la República. Un
fragmento del discurso resulta elocuente de la manera en la cual se interpreta la traición
cometida contra Bolívar y la necesidad imperiosa de proceder a reparar el agravio
cometido:

Es Bolívar que con sus cenizas da origen al nacimiento de la República


antibolivariana de 1830; la de la Cosiata. Se cae la Gran República, se cae el
sueño de Angostura y Bolívar se va a la tumba, y con su tumba, al mismo
tiempo están enterrando a Bolívar en Santa Marta y (al mismo tiempo) está
naciendo la República de la oligarquía conservadora que echó atrás los
postulados de la revolución y que produjo, entonces, un siglo XIX lleno de
violencia, de estertores intestinos que, de verdad, disolvieron la nación,
disolvieron la unidad del pueblo y disolvieron la República.

Hoy, así como aquella Cuarta República nació sobre la traición a


Bolívar y a la revolución de Independencia, así como esa Cuarta República
nació al amparo del balazo de Berruecos y a la traición, así como esa Cuarta
República nació con los aplausos de la oligarquía conservadora, así como esa
Cuarta República nació con el último aliento de Santa Marta, hoy le
corresponde ahora morir a la Cuarta República con el aleteo del cóndor que
volvió volando de las pasadas edades.

Hoy, con la llegada del pueblo, con ese retorno de Bolívar volando por
estas edades de hoy, ahora le toca morir a la que nació traicionando al cóndor
y enterrándolo en Santa Marta.

Hoy muere la Cuarta República y se levanta la República Bolivariana.


De allá viene esta revolución, de los siglos que se quedaron atrás desde 1810,
desde 1811, desde 1813, desde 1818, 19, desde 1826, desde 183023.

De acuerdo a la lectura de la historia que se desprende del párrafo precedente, existe


un vacío que se inició con la muerte de Bolívar y la traición a sus ideales, de forma tal que,
desde 1830 hasta 1999, todo ha sido oprobio, violencia, destrucción, desunión, disolución.
Una interpretación de la historia que se nutre directamente de los discursos y valoraciones
historiográficas del siglo XIX elaboradas al calor del surgimiento del culto al Libertador, en
el contexto de la repatriación de sus restos en 1842, y de su deificación como el padre
fundador, momento en el cual la disolución de Colombia fue interpretada de manera
simplista y maniquea, como un acto de traición al proyecto de Bolívar; lectura que se
mantuvo y consolidó en los años siguientes, complementada con una valoración negativa
del siglo XIX como un período carente de realizaciones, frente a los indiscutibles logros de
la Independencia, alcanzados bajo la conducción del Padre de la Patria.

El desiderátum refundador de la República Bolivariana como propuesta política se


justifica, entonces, como reparación frente a la traición que se cometió contra el Libertador,

23
Ibídem, p.12.
lo cual condujo a la interrupción de su legado y, al mismo tiempo, se postula como la
oportunidad histórica de recuperar ese legado, de reparar esa perfidia a través de la
revolución bolivariana y bajo la dirección de Hugo Chávez Frías quien, de acuerdo a sus
propias palabras, se convertiría en “el último presidente de la IV República y porque
también, gracias a Dios y a nuestro pueblo, seré y espero que así sea, el primer Presidente
de la V República, el primer Presidente de la República Bolivariana que vuelve”24.

La ruptura no podía ser solamente declarativa, sino que debía quedar consagrada en
una nueva Carta Magna, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela25. El
cambio de nombre representaba, por tanto, un recurso simbólico fundamental de la
revolución, un hito referencial que permitiría marcar un antes y un después en la Historia de
Venezuela. Para Chávez se trataba de un punto de honor, y así lo hará valer cuando tenga
lugar el debate final del texto constitucional.

Cuatro meses después de escuchar el discurso del presidente y de recibir su propuesta


constitucional, el 12 de octubre, se presentó ante la Constituyente el borrador del
anteproyecto de la nueva Constitución, redactado por la comisión especial que tuvo a su
cargo esta labor. La exposición estuvo a cargo del Dr. Hermann Escarrá, presidente de la
comisión.

Después de realizar una introducción referida a la Historia Constitucional de


Venezuela, se ocupó de hacer una descripción detallada y argumentada de las partes y
contenidos del anteproyecto que se entregaría para su discusión a los miembros de la
Asamblea. No fueron especialmente abundantes las referencias a Simón Bolívar ni a la
doctrina bolivariana26, no se hizo mención alguna al cambio de nombre sugerido por el
presidente y tampoco formó parte de la exposición de motivos el ideal bolivariano como
norte e inspiración de la nueva Carta Magna, ni como referente de la propuesta de

24
Ibídem, p. 19.
25
El proyecto constitucional que entregó el presidente Hugo Chávez a la consideración de la Asamblea
Nacional Constituyente incorporó en el Capítulo II, De la República, varios artículos sin numeración en los
cuales se contempla el nuevo nombre: Artículo.- Venezuela se declara República Bolivariana,
irrevocablemente libre e independiente, y fundamenta su patrimonio moral, así como los valores de libertad,
igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Artículo.- El gobierno de
la República Bolivariana de Venezuela es democrático, social, responsable, participativo y alternativo”.
Comandante Hugo Chávez Frías, Presidente de la República de Venezuela. Ideas fundamentales para la
Constitución Bolivariana de la V República, Caracas, 5 de agosto de 1999, p. 5.
26
El diputado Escarrá se limitó a destacar como parte de un apretado resumen sobre la Historia Constitucional
de Venezuela, lo que llamó el “ciclo bolivariano”, del cual formarían parte las propuestas de Angostura, la
Constitución de 1821, y lo que se ha dado en llamar “la dictadura bolivariana” pero que, rescatando el
Derecho Romano, el expositor calificó como Magistratura Excepcional, período que culmina en 1830, con “el
tránsito hacia la inmortalidad”. Luego, al presentar los puntos centrales que debería incorporar el Preámbulo
de la Constitución, planteó la necesidad de reforzar la Doctrina Bolivariana como orientación de todo el
régimen constitucional. Una tercera mención estuvo presente en la descripción del Título IV del
Anteproyecto. Al referirse a la incorporación de una sección sobre Relaciones Internacionales destacó de
manera específica el desarrollo del “… ideal de Simón Bolívar de conformar una nación de Repúblicas, frase
marmórea incluida a lo largo de todo su pensamiento, pero expresada con determinación en la conocida y
famosa carta al chileno O’Higgins”. Intervención del Diputado Hermann Escarrá, Sesión del 12 de octubre de
1999, Diario de Debates, ANC, pp. 3-4.
refundación de la República27. Concluida la presentación, el anteproyecto fue distribuido
entre los diputados y, una semana más tarde, el 19 de octubre, se llevó a cabo la plenaria
para discutir el contenido del texto constitucional.

Al instalarse la sesión y dar lectura a los primeros artículos de la Constitución, no se


contempló la incorporación de la República Bolivariana de Venezuela, tal como estaba
sugerido en el proyecto del presidente. La acotación la hizo el diputado del Polo Patriótico
Eliezer Otaiza, quien solicitó que cuando se nombrara a la República en el artículo 3ro de la
Constitución, se dijera República Bolivariana de Venezuela28. Hubo varios diputados,
igualmente de la bancada oficialista, dispuestos a secundar esta proposición29, otros
consideraron conveniente incluir la palabra bolivariana como parte de la definición de la
República, sin cambiar el nombre30. También hubo quienes se pronunciaron en contra31.

Finalmente se aprobó redactar el artículo en los siguientes términos: “Venezuela


inspirada en el pensamiento y la acción del Libertador Simón Bolívar, es para siempre e
irrevocablemente una República libre, soberana e independiente de todo dominación,
protección e intromisión extranjera…”32. De esta manera no se modificaba el nombre al

27
En su exposición ante la Asamblea Nacional Constituyente el diputado Escarrá se refirió a la refundación
de la República, más bien como ruptura con el sistema político surgido en 1958 y la Constitución de 1961,
más que con la traición a Bolívar del año 1830. Al respecto las palabras de Escarrá fueron las siguientes: “La
democracia se deslegitimó en las manos de las cúpulas de los partidos; las instituciones sociales y políticas se
deslegitimaron, y por eso hemos tenido que decir, no con fatuidad sino con sinceridad, que este proceso es de
refundación de la República. No es un eufemismo, no es un concepto académico. Estamos refundando la
República. Ninguno de nosotros puede no refundar la República. Si este documento es incapaz de revisar los
actos existenciales de la República de Venezuela, nosotros habremos fracasado, y le habremos dado la espalda
al mandato del pueblo. Si eso es así, entonces el texto tiene que sustituir esencialmente a una deslegitimación
objetivada en un texto constitucional que es el de 1961”. Intervención del Diputado H. Escarrá, Sesión del 12
de octubre, Diario de Debates, ANC, p. 5.
28
Intervención del diputado Eliezer Otaiza, Sesión del 19 de octubre de 1999, Diario de Debates, ANC, p. 5.
29
El constituyente Ángel Landaeta consideró que la palabra bolivariana debía ser incluida “…para preservar y
para abrir caminos, señalar rumbos en los reales y verdaderos filosóficos de nuestra patria.” (Ibídem, p. 25).
También el diputado Ildefonso Finol apoyó el cambio de nombre con la siguiente argumentación: “En el
mundo después de El Salvador, Jesús de Nazaret, el título más honroso que se le ha dado a un hombre es El
Libertador, y fue a Simón Bolívar, nuestro padre, y nosotros todavía dudamos en colocarle su apellido a
nuestro nombre. Me parece un absurdo, me parece una resistencia ideológica mental al cambio, y creo, que
nosotros tenemos la oportunidad histórica de honrar a quien ha sido mancillado y burlado por esas Repúblicas
que hoy queremos enterrar para siempre” (Ibídem, p. 27).
30
El diputado David de Lima propuso añadir la palabra bolivariana al contenido del artículo de forma tal que
dijese “La República de Venezuela es para siembre, e irrevocablemente libre, bolivariana, soberana e
independiente de toda dominación, protección o intromisión extranjera” (Sesión del 19 de octubre, Diario de
Debates, ANC, p. 24). Mientras que el diputado Vinicio Romero, consideró que el artículo debía decir “La
República de Venezuela, bolivariana por razones históricas y principistas, es para siempre e
irremediablemente, libre, soberana e independiente.” (Ibídem, p. 26)
31
Los diputados Alberto Franceschi y Jorge Olavarría ambos representantes de la oposición, manifestaron su
rechazo a la propuesta de Otaiza. El primero expuso que debía dejársele el mismo nombre de República de
Venezuela, tal como lo había hecho el propio Libertador (Sesión del 19 de octubre, Diario de Debates, ANC,
p. 23.) Olavarría, por su parte, argumentó que resultaba un contrasentido declarar una república que fuese
federal y bolivariana al mismo tiempo: “Si Venezuela se declara una República Bolivariana no puede ser una
República Federal y si se declara una República Federal no puede ser una República Bolivariana” ( Ibídem, p.
25).
32
La proposición fue hecha por el diputado Manuel Vadell y contó con el apoyo de la mayoría. Ibídem, p. 26.
país, pero se hacía mención expresa al pensamiento y acción de Simón Bolívar como fuente
de inspiración del texto constitucional.

El cambio de nombre, a pesar de la insistencia de Otaiza quien intervino en una


segunda oportunidad para tratar de convencer a los diputados33, no contó con la aprobación
de la plenaria, sometido a votación, obtuvo solamente 38 votos34.

Esta posición se vio modificada de un todo, en la sesión del 12 de noviembre, cuando


se sometió a segunda discusión el contenido de la nueva Constitución y en ello tuvo un
peso decisivo la intervención directa del presidente. Los hechos ocurrieron así.

Inmediatamente después de llegar de una gira oficial por los países de Asia y Europa
y en conocimiento de los resultados del debate ocurrido en la Asamblea, el presidente
ofreció una rueda de prensa desde el Palacio de Miraflores en la cual hizo mención a la
Gran Colombia y al sueño de Bolívar explicando, nuevamente, que estaba allí el origen de
su propuesta de República Bolivariana de Venezuela; se dirigió entones a los amigos de la
Asamblea Constituyente para insistirles en su “…solicitud de que la nueva República sea
declarada República Bolivariana”35.

Pocos días después, el 10 de noviembre, justo antes de que se diera inicio a la


segunda discusión del texto constitucional, tuvo lugar una reunión a puerta cerrada en la
residencia presidencial. A esta reunión fueron convocados los principales dirigentes del
Polo Patriótico y la Junta Directiva de la Asamblea Nacional Constituyente, el propósito
esencial era dirimir las diferencias surgidas en la redacción del primer borrador de la nueva
Carta Magna, que incluía, entre otros aspectos, el cambio de nombre del país. Los
resultados del encuentro tuvieron un impacto decisivo al debatir, por segunda vez, el
cambio de nombre de la República, como se verá de seguidas.

En la sesión del 12 de noviembre, el mismo diputado Eliezer Otaiza planteó


nuevamente la necesidad de incluir en el texto constitucional el nombre de República
Bolivariana de Venezuela, aun cuando había sido rechazado en la primera discusión. Una
vez más, varios diputados expusieron su rechazo a la propuesta, alegando distintas razones,
incluidos los altos costos que esta decisión tendría para el país36.
33
En su segunda intervención Otaiza insistió en que lo más importante era rescatar el pensamiento, la acción
y la filosofía de Simón Bolívar: “…Este proyecto hoy tiene una vigencia y una contundencia para el resto del
Continente, y del mundo, por eso creo necesario que retomemos el pensamiento, la acción bolivariana, y no le
tengamos miedo. De aquí en adelante seremos reconocidos donde lleguemos como los Bolivarianos, por la
acción de El Libertador Simón Bolívar”33. (Sesión del 19 de octubre, Diario de Debates ANC, p. 29).
34
Concluida la consulta, el diputado Ildefonso Finol, solicitó que se dejara constancia en el acta de los
constituyentes que votaron a favor del cambio de nombre. El Presidente de la Asamblea respondió que estaba
fuera de orden, “eso es un chantaje”, fueron sus palabras, para lo cual hubo aplausos entre los concurrentes.
La proposición no fue aprobada (Sesión del 19 de octubre, Diario de Debates ANC, p. 37.)
35
Intervención del Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, con motivo de presentar al país el resultado de
su viaje por Asia y Europa, 30 de octubre de 1999, El Nacional, Caracas, 31 de octubre, 1999.
36
El diputado José León Tapia insistió en que era totalmente innecesario, además el bolivarianismo tenía que
ver fundamentalmente con la Gran Colombia, por tanto no se correspondía con el momento presente. Sobre
este mismo punto, el diputado Elio Gómez Grillo manifestó que “…llamar a Venezuela República
Bolivariana, es antibolivariano, porque para Bolívar la República Bolivariana era La Gran Colombia:
Insistió entonces Otaiza en su proposición para lo cual solicitó permiso a la
Presidencia de la Asamblea a fin de citar in extenso a “un revolucionario que hace pocos
días nos habló a todos los constituyentes”. Acto seguido leyó varios fragmentos del
discurso presentado por Chávez ante la Asamblea el 5 de agosto, cuando expuso su
propuesta de Constitución, destacando esencialmente aquellos referidos a la relación
existente entre la revolución y el ideario bolivariano. Concluyó su intervención pidiendo
que se hiciese una votación no nominal, sino esencial:

Quien la sienta, por favor, que levante la mano. Yo no obligo a nadie.


Levanten la mano y apunten justamente a la cúpula de esta esfera y ahí verán
el nombre del Libertador. Es justamente el nombre del Libertador que
acaricia toda la patria. Por eso estoy pidiendo que se cambie el nombre de la
República, señor Presidente.37

Al concluir su exposición, hubo tres intervenciones más, todas ellas para descartar el
cambio de nombre38. Concluido el debate, el presidente sometió a votación la propuesta del
diputado Otaiza, la cual fue aprobada, seguida de aplausos39. El constituyente Jorge
Olavarría solicitó que se rectificara la votación; se volvió a votar y nuevamente salió
aprobada. Acto seguido, el diputado Escarrá, consignó su voto salvado. Concluyó así el
debate sobre el primer artículo de la Constitución en el cual quedó consagrado el nombre de
República Bolivariana de Venezuela, tal como había sido contemplado en el proyecto
presentado por el presidente.

El artículo quedó redactado de la siguiente manera:


“Artículo 1°: La República Bolivariana de Venezuela es
irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y
sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de
Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la
independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial
y la autodeterminación nacional40.

Venezuela, Ecuador y Colombia, y no era Venezuela solamente”. El constituyente Antoni Di Giampaolo


también se pronunció contra el cambio, expresando que la Constitución bien podía llamarse Bolivariana en el
Preámbulo y “…ser recordada como la Constitución Bolivariana, sin necesidad de cambiar el nombre a la
República”. A lo cual añadió que el asunto podía llegar a entenderse “como una imposición, e incluso como
un capricho”. Sesión del 12 de noviembre, Diario de Debates, ANC, p. 5.
37
Intervención de Eliezer Otaiza, Sesión del 12 de noviembre, Diario de Debates, ANC, p. 6.
38
El diputado Saúl Ortega manifestó que el tema había sido ampliamente debatido y ya se habían tomado las
decisiones al respecto; el constituyente Manuel Quijada intervino para apoyar las exposiciones hechas por los
diputados Tapias y Di Giampaolo y, para finalizar, hizo uso del derecho de palabra el diputado Hermann
Escarrá quien se dirigió a los presentes muy brevemente, cerrando su intervención con estas palabras:
“…todos los presentes somos venezolanos y queremos que nuestra República se llame Venezuela, aunque
esté inspirada en el más grande hombre que ha dado la humanidad que es Simón Bolívar”. Sesión del 12 de
noviembre, Diario de Debates, ANC, pp. 6 y 7.
39
Sesión del 12 de noviembre, Diario de Debates, ANC, p. 7.
40
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 17 de noviembre de 1999, Asamblea Nacional
Constituyente, p. 1. Como puede apreciarse el texto es casi idéntico al presentado por el presidente Chávez en
sus Ideas fundamentales para la Constitución Bolivariana de la V República, ver nota 24.
No hubo por parte de los constituyentes, incluso de aquellos que se opusieron a la
propuesta, ninguna mención que estableciera algún juicio crítico sobre los argumentos
expuestos por el presidente respecto al imperativo político que constituía reparar la traición
cometida contra Bolívar en 1830, premisa fundamental que sirvió de justificación para
sancionar constitucionalmente la refundación de la República y el cambio de nombre.
Tampoco hubo en el debate ninguna consideración que hiciera alguna advertencia o que
pusiera en entredicho asociar el texto constitucional a la doctrina de Simón Bolívar. Todo
lo contrario: una aquiescencia y obsecuencia general aprobó la redacción de una nueva
Carta Magna fundamentada sobre el ideario y patrimonio del Libertador.

Todo ello demuestra, sin duda, la continuidad y fortaleza del culto a Bolívar, pero
también y de manera especial, la determinación política por parte del presidente Hugo
Chávez de presionar y obtener de la Asamblea Nacional Constituyente, la aprobación y
sanción del nuevo nombre para el país como referente icónico de la refundación de la
República y del inicio de un nuevo tiempo, el de la Revolución Bolivariana, aprovechando
la clara mayoría con que contaba en ella. Aun cuando hubo desde la propia Asamblea
posiciones en contra, como fue el caso del diputado Hermann Escarrá quien además de
salvar su voto, promovió una enmienda contra el cambio de nombre de la República41, ésta
no tuvo ningún resultado, tampoco tuvo entre sus propósitos cuestionar las razones
históricas esgrimidas por el presidente.

Desde que se planteó por primera vez la posibilidad del cambio de nombre de la
República, luego de la primera intervención del presidente ante la Asamblea Nacional
Constituyente, se produjeron las primeras advertencias sobre la inutilidad, insensatez, y
arbitrariedad que constituía la propuesta, además de la manipulación y distorsión histórica
que le servía de fundamento. Este debate se vio exacerbado, meses más tarde, cuando
finalmente se le dio su aprobación en la sesión del 12 de noviembre.

El día anterior, ya se tenía conocimiento de que el cambio de nombre sería aprobado


por los constituyentes, como resultado del acuerdo al cual se había llegado en la reunión
realizada en la residencia presidencial. Ese mismo día, en la Junta General de la Academia
Nacional de la Historia se discutió la materia. En el debate, el Segundo Vicedirector Elías
Pino Iturrieta, expuso lo delicado que representaba el tema “…para la memoria del país, la
tradición y la historia”; insistió especialmente en lo que tal decisión representaba como
“…mutilación del proceso histórico venezolano al desechar el período anterior y subestimar
el proceso posterior a la Independencia”, así como el anacronismo que constituía “…pensar
que lo que Bolívar propuso en 1811 o en 1830, le podía servir a la República en el siglo
XXI”. Estas consideraciones obtuvieron el apoyo de la mayoría de los presentes. También
el historiador Manuel Alfredo Rodríguez argumentó que resultaba “absurdo e irracional
ligar el nombre de un país a las actuaciones de un prócer, por más iluminado que éste haya
sido” del mismo modo que pretender, en pleno siglo XX, que el país “…se ciña al
pensamiento cambiante de Bolívar en el siglo pasado es el disparate más aberrante”42.

41
Declaraciones de Hermann Escarrá en El Universal, Caracas, 19 de noviembre 1999.
42
Acta de la Junta General del día 11 de noviembre del 1999, Libro de actas de la Junta General de la
Academia Nacional de la Historia, año 1999, Archivo de la Academia Nacional de la Historia. s/n.
Se acordó finalmente, por razones de urgencia y ante la inminente sesión que estaba
prevista para el día siguiente, enviar una carta abierta al presidente de la Asamblea
Nacional Constituyente, expresándole el criterio de la corporación respecto a este delicado
tema. De acuerdo a lo expresado en la comunicación, se le hacía saber a la Asamblea que
“…el cambio de nombre propuesto no tiene justificación alguna, además de crear
innumerables problemas de muy diverso orden, económico entre otros, en nuestro país y en
el mundo. Cambiar su nombre equivaldría a romper con toda una tradición que nace
justamente a partir de la obra de quien se quiere honrar”43. No se recibió ninguna respuesta.

Fueron numerosos los artículos de opinión, las declaraciones, comunicados y


comentarios realizados por historiadores, abogados, escritores e intelectuales que
expresaron y argumentaron sus reparos a la resolución tomada por la Constituyente, a
petición del jefe del Estado44.

Nada de lo que se escribió y argumentó tuvo el menor efecto o propició la posibilidad


de adelantar un debate que tuviese como resultado algún tipo de rectificación o
reconsideración. La primera respuesta fue de descalificación y rechazo por parte del propio
presidente quien, desde su programa televisivo y en cadena nacional fustigó a sus críticos:
“Plomo parejo contra la oposición a la Asamblea Nacional Constituyente y a la nueva
constitución de la República Bolivariana de Venezuela”. Frente a las críticas hechas por la
Academia Nacional de la Historia, y por uno de sus directivos, el Dr. Elías Pino Iturrieta,
sus palabras fueron: “Hay intelectuales que parecen analfabetas”; su recomendación fue
que “recorrieran el país y el mundo para verificar la vigencia del ideario del Libertador”45.

Otros voceros del Polo Patriótico, al igual que Chávez, rechazaron las críticas que se
hicieron al cambio de nombre y expresaron sus puntos de vista, a fin de apoyar la
resolución tomada por la Asamblea46. Eliezer Otaiza, insistió a través de una entrevista

43
“Carta abierta al señor Luis Miquilena, Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, 11 de
noviembre de 1999; Acta de la Junta General del 11 de noviembre de 1999, Libro de Actas de la Junta
General de la Academia Nacional de la Historia, año 1999, Archivo de la Academia Nacional de la Historia.
44
Las ideas expresadas por Pino Iturrieta en la sesión de la Academia Nacional de la Historia fueron
expresadas con mayor amplitud en un artículo titulado “La tropelía de la República Bolivariana”, El
Universal, Caracas, 16 de noviembre de 1999, p. 1-4; Manuel Caballero en su entrega del 22 de noviembre en
El Universal titulada “Los enemigos de Bolívar” también se refirió a lo que presentaba “…borrar 480 años de
la historia dela formación de la Nación venezolana para sustituirla por los veinte años donde actuó de manera
sobresaliente un líder convertido luego en semidios”. Otros artículos en contra del cambio de nombre fueron
publicados por Simón Alberto Consalvi “Sin tranquilidad en el sepulcro” y por el escritor Alberto Barrera
Tyszka, “El evangelio según Chávez”, El Nacional, Caracas, 21 de noviembre, 1999. El periódico El Globo
publicó un largo reportaje al abogado Román Duque Corredor, el 15 de noviembre, sobre el mismo tema bajo
el título “Irrespetuoso capricho la República Bolivariana”. Hubo también un comunicado titulado “Juntos por
el NO” en el cual se rechaza “… el uso utilitario del nombre del Libertador para convertirlo en parte de una
operación política oportunista”. El Universal, Caracas, 1ro de diciembre, 1999.
45
“El presidente contraataca a través de su programa radial”, El Nacional, Caracas, 15 de noviembre de 1999.
46
Isaías Rodríguez, diputado y miembro de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional Constituyente, en su
artículo “El Bolívar de la Constitución”, no solamente le dio su abierto a poyo a la nueva Carta Magna, con la
cual se le había dado vida a Bolívar, sino que se refirió a los detractores de la Constitución como intelectuales
animados por “el odio”, “el dogmatismo”, y “la mezquindad”. El Universal, Caracas, 13 de diciembre de
1999. El profesor universitario Rigoberto Lanz, también claramente identificado con el Polo Patriótico,
concedida al periodista Ernesto Villegas que tanto la Constitución como el cambio de
nombre formaban parte de un “proyecto político”; este bautismo reivindicaba los valores
asociados a la figura de Simón Bolívar y también pretendía “…hacerle frente a una política
neoliberal que tiende a desaparecer las fronteras y a unificar las culturas”47.

El 15 de diciembre, tal como estuvo contemplado en el calendario aprobado desde


que se inició el proceso constituyente, la nueva Carta Magna fue sometida a un referéndum
nacional para su aprobación definitiva. El proceso de consulta tuvo lugar en medio de
fuertes aguaceros torrenciales los cuales ocasionaron una espantosa tragedia en la parte
central de la costa norte del país y especialmente en el Estado Vargas. Ninguna de las
advertencias que se hicieron frente a las dimensiones de las lluvias que estaban teniendo
lugar desde los primeros días de diciembre y que, de acuerdo a las informaciones
meteorológicas estaba previsto que se intensificaran en los días siguientes, fueron
consideradas por el presidente ni por las autoridades responsables de este tipo de
contingencias. El referéndum se llevó adelante en la fecha prevista, a fin de ponerle punto
final a la sanción constitucional de la refundación de la República. La nueva constitución
fue aprobada con un 71,7% de los votos emitidos. La abstención fue del 55,2 % del
electorado.

La República Bolivariana de Venezuela nació, pues, en medio de un desastre de


terribles proporciones. Los deslizamientos de tierras, los aludes torrenciales y el
desbordamiento de quebradas, afectaron un área cercana a los 240 Km2, causando la
pérdida de gran parte de la infraestructura vial, la destrucción de 2.776 viviendas y la
muerte de 700 personas. Este hecho ha sido considerado por Rogelio Altez como “…una de
las mayores catástrofes” en la Historia de Venezuela48.

El recorrido realizado hasta aquí deja ver de qué manera la sanción constitucional de
la República Bolivariana de Venezuela, nombre que recoge y resume la propuesta de
refundación de la República promovida por el presidente Hugo Chávez Frías, fue el
resultado de una lectura maniquea, tergiversada e interesada del proceso histórico que dio
lugar a la desmembración de la unidad colombiana la cual, no solamente fue recuperada y
utilizada por Chávez para justificar el nacimiento de una nueva etapa en la Historia de

elaboró un remitido público para dar su apoyo al texto constitucional. “Diez razones políticas para votar Sí”,
El Nacional, Caracas, 12 de diciembre de 1999.
47
“La República Bolivariana es un proyecto político”, El Universal, Caracas, 16 de noviembre de 1999.
48
El impacto de la tragedia, sus dimensiones y devastadores consecuencias, han sido objeto de acuciosas y
responsables investigaciones realizadas por Rogelio Altez, desde las perspectiva metodológica del estudio
histórico y social de los desastres, una línea de investigación fundada en México por la Dra. Virginia García
Acosta, cuyos importantes desarrollos y resultados en América Latina, constituyen referencia insoslayable en
la región y fuera de ella. Entre las publicaciones de Rogelio Altez sobre el tema pueden citarse: “Historia sin
memoria: la cotidiana recurrencia de eventos desastrosos en el estado Vargas-Venezuela”, Revista Geográfica
Venezolana, Número Especial 2005, pp. 313-342; “Vivir en el post-desastre. Reflexiones sobre los
aprendizajes de una tragedia aún vigente. El Caso Vargas-Venezuela”, en Rogelio Altez y Yolanda Barrientos
(Coordinadores), Perspectivas venezolanas sobre riesgos: Reflexiones y Experiencias, Caracas, Universidad
Experimental Libertador, 2008, pp. 225-271; “Muertes bajo sospecha: investigación sobre el número de
fallecidos en el desastre del estado Vargas, Venezuela, en 1999”, Cuadernos de Medicina Forense, 13 (50),
2007, pp. 255-268; “Más allá del desastre. Reproducción de la vulnerabilidad en el estado Vargas
(Venezuela)”, Cahiers des Amériques Latines, 65 (3), 2010, pp. 123-143.
Venezuela -la de la revolución bolivariana- sino que se ofreció a los venezolanos como el
momento en el cual, finalmente, se logró reparar la traición cometida contra el padre de la
Patria y recuperar su legado, sus ideas y pensamientos como guía e inspiración para la
resolución de los problemas más acuciantes de los venezolanos. Esta nueva etapa,
revolucionaria y bolivariana, además de constituir un momento de ruptura con el pasado,
tenía como conductor a Hugo Chávez Frías quien se presentó ante el país como el genuino
intérprete de la palabra del Libertador y como el hombre capaz de darle continuidad a su
gesta libertaria.

Se instaura entonces una práctica política, mediante la cual, las instituciones del
Estado y/o las instancias de representación popular se colocan al servicio de quien detenta
el poder con el propósito de que respondan a los objetivos de SU proyecto político, -en este
caso la revolución bolivariana-, utilizando para ello un principio de legitimación
incuestionable: la palabra y doctrina del Libertador. Se corrobora, una vez más, el uso de la
historia al servicio del poder.

Esta práctica, establecida con el cambio de nombre del país y la sanción de una nueva
constitución, clara expresión de la voluntad política de romper con el pasado y de dar inicio
a una nueva etapa en la Historia de Venezuela, se mantuvo en los años sucesivos,
recurriendo de manera sostenida al uso político de la historia, no sólo mediante la
profundización a extremos nunca vistos del ideario bolivariano, sino incorporando otros
personajes, hechos y procesos de nuestra historia, a fin de ofrecer una interpretación
ajustada a los intereses del partido de gobierno, poniendo a su servicio las instituciones del
Estado.

La lista es larga y digna de estudios particulares para cada uno de los casos. Algunos
de los más emblemáticos han sido: la incorporación del adjetivo “bolivariano” a numerosos
estados y municipios del país; la colocación del nombre de Simón Bolívar y de otros
próceres de la Independencia a los programas sociales y educativos del gobierno a fin de
presentarlos asociados a los logros y bondades de la revolución bolivariana; la utilización
del Panteón Nacional, creado en el siglo XIX, con la finalidad de incorporar nuevos héroes
que se presentan como referentes icónicos de la revolución; el cambio de la Ley de
Símbolos Patrios el 9 de marzo del 2006, para ajustarlos a la realidad revolucionaria del
país; la creación por decreto presidencial, en octubre del 2007, del Centro Nacional de
Historia como ente rector del conocimiento y la memoria histórica de los venezolanos, cuya
finalidad es elaborar y difundir los contenidos de la nueva “historia oficial”; el decreto del
28 de enero de 2008 ordenando la formación de una comisión especial para realizar la
investigación científica e histórica que permita despejar las dudas en torno a la muerte de
Simón Bolívar; posteriormente, la noche del 15 de julio de 2010, se realizó la inhumación
de los restos del Libertador con el mismo fin. El 12 de abril de 2010 se publicó el decreto
de traslado de los Archivos de Francisco de Miranda y Simón Bolívar al Archivo General
de la Nación, por constituir “las bases ideológicas de la Revolución Bolivariana y contener
la documentación fundamental del legado revolucionario del libertador para los pueblos de
nuestra América y el Mundo”; la presentación en cadena nacional el 24 de julio del 2012
del verdadero rostro del Libertador como resultado de una investigación especial que se
hizo a partir de sus restos; la elaboración y distribución gratuita y masiva, desde septiembre
del 2011, de millones de manuales de enseñanza para educación básica y media, bajo el
título de Colección Bicentenario, en los cuales se reproduce la interpretación y valoración
de los hechos de la historia, en abierta y clara correspondencia con los intereses del
proyecto político del chavismo, como son la satanización del pasado colonial, la
exacerbación del culto a Bolívar y de las glorias de la Independencia, la descalificación de
los años de la democracia representativa, y la visión apologética del gobierno de Hugo
Chávez Frías.

En Venezuela, como lo han expresado numerosos historiadores dentro y fuera del


país, la historia forma parte esencial del debate político y los historiadores, querámoslo o
no, estamos en el medio de la tormenta49, no hay manera de ser indiferentes frente a una
voluntad política que, de manera ininterrumpida, beligerante, militante y con los enormes
recursos del Estado, insiste en utilizar la historia para colocarla al servicio del poder, al
punto incluso de recurrir a ella como instrumento de legitimación para sancionar el cambio
de nombre del país.

Antes de concluir, quiero saludar la presencia de un grupo de jóvenes historiadores


venezolanos formados en la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela,
todos ellos iniciaron su actividad profesional en este difícil y exigente momento que se vive
en Venezuela. Ángel Almarza, Miguel Dorta, Rosángel Vargas y Pedro Correa están
actualmente en México completando su proceso de formación y buscando nuevos
horizontes profesionales, como muchísimos otros venezolanos en distintas partes del
mundo. Juntos participamos en varios seminarios y proyectos de investigación cuya
finalidad fue someter a la mirada crítica de los historiadores algunas de las convenciones
historiográficas más representativas del proceso de Independencia; también abordamos la
manera en que muchas de ellas han sido utilizadas e incorporadas al discurso oficial de la
revolución. No quiero pasar por alto la ocasión para reconocer y agradecer la fortaleza,
constancia y compromiso que sigue estando presente en ellos y en muchos otros jóvenes
historiadores venezolanos, convencidos, donde quiera que estén, de la importancia que
reviste insistir y sostener una práctica historiográfica honesta, crítica e independiente.

Como dije al comienzo, también está aquí mi esposo, Rogelio Altez. No podía ser de
otra manera. Rogelio también es historiador, y además antropólogo. Riguroso, agudo e
implacable en sus reflexiones sobre la realidad venezolana, su densidad analítica y su
indoblegable perspectiva crítica son fuente de motivación e inspiración, en todo momento,
y de manera especial en circunstancias como esta, en la cual su apoyo, sus atinados
comentarios y sus valiosas sugerencias, además de enriquecedoras siempre son
insustituibles. Gracias mi sol.

49
En su libro El poder y el delirio, el doctor Enrique Krauze se refirió a la situación en la cual se encontraban
los historiadores en Venezuela, esto fue en el 2008; y lo calificaba como un “período de exigencia extrema,
terrible y fascinante a la vez.” Manifestaba igualmente su preocupación por la clara intención de Chávez de
“…apoderarse de la verdad histórica, y no sólo de reescribirla sino de encarnarla”. Concluía diciendo que
“…sólo los historiadores pueden refutarlo, sólo ellos pueden restaurar la verdad de los hechos y la
historicidad de los procesos, aunque sus libros alcancen a miles no a millones. En Venezuela a disputa por el
pasado, es la disputa del porvenir”. p. 114.
Para concluir estas palabras, quiero agradecer a la Academia Mexicana de la Historia
el inmenso honor y compromiso que constituye haberme seleccionado para formar parte
como individuo correspondiente de esta destacada y prestigiosa institución, y también por
permitirme la oportunidad de compartir estas reflexiones que tienen su origen en la enorme
exigencia y la terrible preocupación con la cual vivimos, muchos historiadores
venezolanos, el atroz asedio al que se encuentra sometida la sociedad venezolana. Una
embestida sistemática e implacable que se realiza desde las instituciones del Estado, sin
descanso, con inmensos recursos y mediante los más diversos medios, con el único objetivo
de difundir una lectura tergiversada, falsa, maniquea y terriblemente ideologizada de la
Historia de Venezuela para imponerla como la única y verdadera visión de nuestro pasado.

Como venezolana no tengo dudas respecto a las complejas y exigentes circunstancias


en las cuales nos encontramos, tampoco tengo dudas, como historiadora, respecto al
compromiso irrenunciable e ineludible en el que estamos de seguir propiciando,
fomentando, defendiendo y practicando una lectura responsable, crítica y plural de nuestra
historia, y también de nuestro presente. Es desde esta convicción inconmovible que me he
dirigido a ustedes esta tarde.

Muchas gracias.
RESPUESTA AL DISCURSO DE INGRESO DE INÉS QUINTERO
Academia Mexicana de la Historia, 6 de febrero de 2018
Virginia García Acosta

Es un gusto y un honor participar esta tarde, en la Academia Mexicana de la Historia,


para dar respuesta al discurso de ingreso, como miembro corresponsal, de la Dra. Inés
Mercedes Quintero Montiel, distinguida historiadora venezolana, miembro desde hace años
y directora en turno desde 2015 de nuestra homóloga en ese país, la Academia Nacional de
la Historia de Venezuela.

Debo admitir, de inicio, que es una delicia leer los textos de Inés Quintero. Es tan
arrobante como cuando se le escucha bordar, con gran entusiasmo, los argumentos que
sostiene en sus disertaciones. Inés Quintero escribe como habla: con claridad, contundencia
e implacable lógica.

Tenemos ahora como miembro corresponsal extranjero de la Academia Mexicana de


la Historia a una eminente académica que obtuvo el doctorado en Historia en la
Universidad Central de Venezuela en 2005, con una tesis publicada en 2009 bajo el título
de El marquesado del Toro, nobleza y sociedad en la provincia de Venezuela.

En el campo de la investigación, ha participado como investigadora y coordinadora


en una gran cantidad de proyectos, tanto en la misma ANH, como a partir de convenios
interinstitucionales de corte internacional, particularmente con universidades
latinoamericanas y españolas.

De sus investigaciones se ha derivado su amplísima producción bibliográfica, que


incluye 33 libros de autoría individual, como coautora y como coordinadora. A ellos se
suman más de un centenar de capítulos o artículos que ha dado a conocer como autora o co-
autora. Todo ello ha sido publicado tanto en su propio país como parte de su compromiso
con la historia y la historiografía venezolana, como en otros países de Hispanoamérica y
Europa (Alemania, España. Francia, Hungría).

El reconocimiento a su trabajo se ha hecho también patente en la invitación a


participar en una serie de obras de referencia que, siempre con el estilo serio y crítico que
caracteriza su producción, se ha vertido en obras de carácter nacional, como la Gran
Enciclopedia de Venezuela o el Diccionario de Historia de Venezuela, y de carácter
internacional como la Encyclopedia of Latin American History, en la que se incluyeron sus
artículos referidos a distintos tópicos de la historia de Venezuela.

Además de haber sido parte de una gran cantidad de eventos académicos y de


extensión, por invitación y en diferentes partes del mundo, Inés Quintero ha sido una activa
coordinadora y organizadora de numerosas reuniones de trabajo a las que ha convocado a
especialistas procedentes de distintos países, para discutir y analizar cuestiones referentes a
la historia e historiografía de Venezuela e Hispanoamérica en particular.
De manera paralela, ha desarrollado una larga e intensa labor de docencia y de
formación de nuevos historiadores, particularmente en posgrado en la Universidad Central
de Venezuela, pero también en instituciones europeas como la Universidad de Oxford.

A lo largo de su carrera académica ha sido merecedora de diversos premios y


distinciones, y ha recibido importantes apoyos para el desarrollo de sus trabajos. Entre ellos
se cuentan el Premio Ateneo Jovellanos de Investigación Histórica Iberoamericana-Filipina
(accésit en 2007) y el Premio de Investigación en Ciencias Sociales (1995); el haber
ocupado Cátedras como la Andrés Bello (St. Antony’s College, Oxford, 2003-2004) y la
Cátedra de Historia (Caracas, 2002) y haber sido merecedora de la Beca de Investigación
Fullbright (1992). Durante la vigencia del Sistema Nacional de Promoción al Investigador,
obtuvo sucesivamente los reconocimientos correspondientes y ascendentes de 1990 a 2009,
año este último en que fue suspendido.

Dentro de los aportes y mayores logros historiográficos de Inés Quintero se pueden


mencionar los siguientes:

a) contribuir a desmitificar y realizar una mirada crítica sobre los procesos de


independencia hispanoamericanos, especialmente del caso venezolano. De ello han
formado parte sus libros La criolla principal, María Antonia Bolívar, la hermana del
Libertador (2003, 2009, 2016) y El marquesado del Toro, nobleza y sociedad en la
provincia de Venezuela (2009) que fue su tesis doctoral;

b) coadyuvar, como buena parte de la historiografía latinoamericana


contemporánea, a desmontar la idea de que los primeros movimientos juntistas de 1808 y
1810 fueron el origen de nuestras independencias. Varios artículos dan cuenta de ello, así
como el libro La conjura de los mantuanos (2002, 2008), que se refiere al intento juntista de
1808 considerado como prolegómeno de la independencia;

c) aportar a la comprensión crítica de la independencia venezolana con las


biografías de Antonio José de Sucre y de Francisco de Miranda, enfatizando sus
trayectorias y contexto para dejar de lado la visión heroica que los ha deshumanizado y
convertido en figuras míticas de la historia de ese país. Las publicaciones son: Antonio José
de Sucre. Biografía política (1998), reeditada con algunas modificaciones en 2007 como El
sucesor de Bolívar; en el segundo caso, apareció una primera edición en el 2006 Biografía
de Francisco de Miranda y en 2014 una versión más amplia titulada El hijo de la panadera.

d) En un sentido similar, se encuentran sus esfuerzos en el campo de la historia


de las mujeres, recuperando sus voces con un doble propósito: desmitificar la idea clásica
de las heroínas e incorporar al relato historiográfico la vida femenina. De ello dan cuenta
sus trabajos sobre Manuela Sáenz y María Antonia Bolívar, así como el libro La palabra
ignorada: la mujer testigo oculto de la historia (2008, 2016)

La colaboración de Inés Quintero con los historiadores mexicanos ha sido diversa.


Además de haber participado en actividades organizadas en las Universidades Michoacana
y Veracruzana, el Archivo Histórico del Municipio de Colima y la propia Universidad
Nacional Autónoma de México, ha colaborado en publicaciones emanadas de prestigiosas
editoriales del país como la propia UNAM y el Fondo de Cultura Económica.

Por todo lo anterior, pero en particular por haber sido una defensora y practicante de
la investigación y la enseñanza de una historia libre, comprometida e informada,
consideramos un honor que Inés Quintero sea ahora la 43ava miembro corresponsal
extranjero; la 11ava mujer entre ellos, la 6ª latinoamericana y la 2ª venezolana, al lado de
nuestro colega Germán Carrera Damas. Carrera Damas ingresó con un discurso titulado
“Sobre la responsabilidad social del historiador venezolano contemporáneo”, en el cual
hace alusión a varios de los temas que, como veremos a continuación, constituyen el eje del
discurso de Inés. Entre ellos están los siguientes: la ética profesional en el ejercicio del
oficio de historiador, el conocimiento crítico de lo histórico, la doble condición del
historiador como intelectual formador y transmisor de la conciencia histórica y,
particularmente, la de ser, como él lo califica, “curador de la conciencia histórica socio-
individual”. Fue éste, precisamente, el que eligió Enrique Krauze, académico de número
que diera respuesta a este discurso para titularla como: “Curador de la conciencia
histórica”, destacando de inicio “el papel crucial que juegan los historiadores en
Venezuela”.

El compromiso de “sostener una práctica historiográfica honesta, crítica e


independiente”, de “seguir propiciando y practicando una lectura crítica y plural de nuestra
historia” constituye el eje rector del discurso que nos ha leído Inés. Un discurso que, con
base en datos concretos y documentados, hace referencia a lo que ella denomina “uso de la
historia con fines netamente políticos”, “uso político de la historia”, “Historia al servicio
del poder”, que es el título que eligió para el mismo. Relata los hechos que la fundamentan
en el caso específico del cambio de denominación de su país: de República de Venezuela a
República Bolivariana y en el de la promulgación de una nueva constitución: la
Constitución Bolivariana. Un proceso que ocurrió a lo largo de 1999. Culminó, no puedo
dejar de mencionarlo por mi profesional formación profesional como historiadora de los
desastres, como también lo señala Inés por su relación con el autor que mejor ha analizado
el caso, el día mismo en que ocurrió el conocido como “desastre de Vargas” o “la tragedia
de Vargas”, deslizamientos de tierra, aludes torrenciales y desbordamientos que provocaron
la muerte de 700 personas, “´una de las mayores catástrofes en la Historia
hidrometeorológica de Venezuela.” “La República Bolivariana de Venezuela nació”,
enfatiza Inés Quintero, “en medio de un desastre de terribles proporciones” en muchos
sentidos.

Haré referencia a continuación a dos aspectos que encuentro nos ofrece para
reflexionar el discurso de Inés Quintero: el de la historia crítica versus la historia de bronce
y el del cuestionamiento de la utilidad de la historia bajo la premisa de “historia ¿para
qué?”

HISTORIA CRÍTICA E HISTORIA DE BRONCE


En el ensayo “De la múltiple utilización de la historia”, que fuera publicado
originalmente en su libro Todo es historia, quien fuera miembro de número de esta AMH
ocupando el sillón número 6 entre 1972 y 2003, Don Luis González y González, se
preguntaba “¿Es liberadora la historia crítica?” y nos decía: “la historia crítica parece medio
hermana de la novela policial: descubre cadáveres y persigue delincuentes. Quizá su mayor
abogado haya sido Voltaire, autor de la tesis: nunca se nos recordarán bastante los crímenes
y las desgracias de otras épocas”, o de las épocas que vivimos, diría Inés Quintero.

En ese mismo ensayo, Don Luis caracteriza a la historia de bronce como “la historia
pragmática por excelencia […] a la que Nietzsche llama reverencial, otros didáctica,
conservadora, moralizante […] Sus características son bien conocidas: recoge los
acontecimientos que suelen celebrarse en fiestas patrias, en el culto religioso, y en el seno
de las instituciones […] presenta los hechos desligados de causas, como simples
monumentos dignos de imitación”. Es ésta la historia que rechaza abiertamente Inés
Quintero en su discurso, aquélla que en “su modalidad pragmático-política tuvo un autor de
primer orden: Nicolás de Maquiavelo”. Se trata de la historia oficial, que todo justifica a
conveniencia, que corresponde precisamente al tema general del discurso de Inés Quintero:
la historia al servicio del poder.

¿Qué busca Inés? El relato histórico debe ser producto de la investigación científica
seria y comprometida, cuyas fuentes sean verdaderas “médiums”, como las caracterizó don
Luis González señalando que “El clionauta reconstruye las acciones humanas del pasado
por medio de cicatrices terrestres, cadáveres, tumbas, monumentos, leyendas y dichos de
transmisión oral, supervivencias”. En el caso del discurso que hoy hemos escuchado, las
médiums son básicamente los de “la Galaxia de Gutenberg” diría don Luis: Médiums a los
cuales, al estilo del historiador alemán decimonónico Leopold von Ranke, convendría
someter a un severo escrutinio “para discernir su origen, develar los fines expresos u
ocultos de sus creadores, y descubrir las alteraciones hechas por sus sucesivos lectores y
manipuladores [para] explicar el sentido real de los acontecimientos y evitar apreciaciones
subjetivas”. Y, como enseñó Ruggiero Romano, “relacionarlos con el contexto donde estos
se inscriben”.

Inés Quintero usa en su discurso las siguientes fuentes:


a) bibliográficas: particularmente el libro El culto a Bolívar de Carrera Damas y
otros textos alrededor de ello de Ángel Almarza, Rogelio Altez, Nelly Arenas,
Manuel Caballero, Luis Castro Leiva, Alejandro Gómez, Luis Gómez Calcaño,
María Elena González De Luca, Elías Pino Iturrieta y Tomás Straka; así como
libros o artículos sobre la historia política de Venezuela de la propia pluma de
Quintero, de Carlos García Soto, Enrique Krauze y Frédérique Langue;

b) documentos oficiales: discursos, el Diario de debates de la Asamblea Nacional


Constituyente, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de
1999 y las Actas de la Junta General de la ANH

c) hemerográficas: noticias, reportajes o editoriales particularmente de El


Universal y también de El Globo.

El historiador británico Edward Hallett Carr, en su libro ¿Qué es la historia?, con


respecto al uso de las fuentes por parte del historiador, nos dice: “Claro que datos y
documentos son esenciales para el historiador. Pero hay que guardarse de convertirlos en
fetiches.” Y nos advierte del siguiente peligro:
Si el historiador ve necesariamente el periodo histórico que investiga con ojos de su
época, y si estudia los problemas del pasado como clave para la comprensión de los
presentes, ¿no caerá en una concepción puramente pragmática de los hechos, manteniendo
que el criterio de la interpretación recta ha de ser su adecuación a algún propósito de ahora?
Según esta hipótesis, los hechos de la historia no son nada, y la interpretación lo es todo.

HISTORIA ¿PARA QUÉ?


En 1980 se reunieron en La Paz, Baja California, a convocatoria de la historiadora
Alejandra Moreno Toscano, un grupo de historiadores para responder a la pregunta de “La
historia ¿para qué?”. Con sus respuestas se conformó el libro titulado al igual que la
mencionada pregunta. Los autores suman una lista de 10 distinguidos académicos, de los
cuales por cierto sólo tres aún están entre nosotros (José Joaquín Blanco, Enrique
Florescano y Héctor Aguilar Camín). De sus respuestas, todas “coinciden en atribuirle
utilidad a la historia científica”. Para los motivos que en este momento nos ocupan, me
permito referir un par de las respuestas que esa excelente publicación, que en 2014 contaba
ya con 24 reimpresiones, la primera edición data de 1980:

Carlos Pereyra, en su artículo titulado igualmente “Historia, ¿para qué? señala que
Ninguna actividad intelectual ha logrado mejor que la historia dar conciencia de la
propia identidad a una comunidad […] Ninguna respuesta a las preguntas que hoy pueden
formularse respecto a la situación presente es posible en ausencia del saber histórico.
Mientras más confusa y caótica aparece una coyuntura dada […] más contundente es el
peso de la investigación histórica en el esfuerzo por despejar tal caos y confusión.

Por su parte, Arnaldo Córdova, estudioso de la historia política de México, afirmó en


su artículo “La historia, maestra de la política” que la historia:

Es el hogar de la conciencia de un pueblo, el contexto objetivo de su modo de pensar,


de sus creencias, de su visión de la realidad, de su ideología […] No hay historia
independiente de la conciencia colectiva del hombre […] El presente es precisamente
dimensión histórica y no un momento de la historia.

Y para cerrar con broche de oro con relación al texto que Inés Quintero nos ha
presentado hoy, cito una frase de Enrique Florescano extraída de su artículo “De la
memoria del poder a la historia como explicación”. Nos dice que “en todo tiempo y lugar la
recuperación del pasado antes que científica, ha sido primordialmente política: una
incorporación intencionada y selectiva del pasado”.

El también historiador Juan Brom, uno de cuyos libros nos dice en su solo título de
quién estamos hablando (De niño judío alemán a comunista mexicano: Una autobiografía
política, publicado en 2009), tituló un capítulo de su libro Para comprender la historia,
publicado originalmente en 1972, precisamente “Historia, ¿para qué?”. Seguramente en él
está inspirada aquella idea de Moreno Toscano y del título del libro antes comentado. En
ese capítulo Brom nos dice, también en relación a los temas en comento esta tarde, lo
siguiente:
Muchos pueblos [o individuos] manifiestan su creencia de ser llamados a realizar
hazañas especiales, generalmente como dominadores […] Una expresión clara de estas
ideas se encuentra en la frase bíblica “pueblo escogido”, en la autodesignación de “hombres
verdaderos” que se aplican muchos grupos [e individuos].

No podemos olvidar aquello que Fernand Braudel llamaba “las responsabilidades de


la historia”, frase con la que tituló la lección inaugural leída el 1º de diciembre de 1950 en
el College de France: “responsabilidades terribles pero al mismo tiempo exaltantes […] ´La
historia es hija de su tiempo.´ ¡Qué mejor ejemplo de esta frase que el discurso que hoy nos
ha regalado Inés!.”

Bienvenida Inés Mercedes Quintero Montiel a la Academia Mexicana de la Historia,


correspondiente de la Real de Madrid. Tu trayectoria da cuenta de que tienes bien
dominado el “oficio de historiar”, habiendo elegido la senda de hacer historia crítica,
comprometida y plural.

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