Ines Quintero PDF
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Este reconocimiento tiene además una especial significación ya que proviene de una
comunidad de historiadores que, con sus obras y resultados, ha dado muestras fehacientes
de su decidido compromiso por irrumpir contra las convenciones historiográficas que
sirvieron de soporte al relato del surgimiento de la nación en México; que ha sido parte
activa en los debates que ha suscitado el análisis y estudio de la revolución mexicana; que
se ha abierto a nuevas tendencias y ha desarrollado originales y exigentes miradas sobre los
más diversos aspectos y períodos de la historia de México; que ha sido pieza fundamental
en el crecimiento y fortalecimiento de las instituciones académicas, contribuyendo de
manera decidida en la consolidación del ejercicio profesional de la Historia y que sigue
empeñada en producir conocimiento crítico y en propiciar el debate y la reflexión sobre los
problemas que entraña el oficio del historiador, especialmente en circunstancias tan
exigentes como las del presente.
Es por tanto, una oportunidad especialísima, estar aquí, con mi esposo, Rogelio Altez,
inspiradora compañía todos los días y en cualquier lugar y circunstancia, para compartir,
con ustedes, honorables miembros de esta Academia, con los colegas, profesores,
estudiantes y amigos, estas reflexiones sobre las relaciones entre la Historia y el poder en la
Venezuela de estos últimos años y, en particular, respecto a la polémica resolución que
determinó el cambio de nombre de la República de Venezuela, por el de República
Bolivariana de Venezuela. Expresión de los alcances y de la dimensión que el culto a
Bolívar, el uso y abuso político de sus ideas y de su actuación pública han significado y
siguen significando en nuestro país. Un tema que, desde hace ya varias décadas, ha sido
materia de exigente análisis y sostenida preocupación por parte de la historiografía
profesional venezolana.
1
Germán Carrera Damas. El culto a Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2008, p. 72.
2
G. Carrera Damas, Ob. Cit., p. 52.
3
Ibídem, p. 383.
ajenas al propio Libertador, sino que incluso contradicen el sentido con el cual se
plantearon en su momento.
En relación con la sostenida presencia del culto a Bolívar, resulta de interés destacar
el libro El divino Bolívar6 del historiador Elías Pino Iturrieta, en el cual se lleva a cabo un
acucioso análisis de lo que el autor llama una “patología relacionada con la liturgia
patriótica”7. A través de sus páginas es posible conocer las numerosas manifestaciones de
esta devoción bolivariana, las cuales pueden rastrearse en distintos momentos de nuestra
historia, en los más diversos escenarios y a través de distintos voceros, incluido el teniente
coronel Hugo Chávez Frías.
El recorrido realizado por Pino Iturrieta se inicia en vida del Libertador y da cuenta
de los momentos culminantes del culto, tanto en el siglo XIX como en el XX; atiende
también a sus custodios: la Academia Nacional de la Historia que durante mucho tiempo se
encargó de vigilar y fustigar cualquier obra que pusiera en tela de juicio las glorias del
Libertador, y la Sociedad Bolivariana de Venezuela, fundada en 1938 por el presidente
4
Son numerosos y diversos los estudios que han contribuido a analizar y explicar la complejidad, amplitud y
expresiones diversas del culto a la figura del Libertador, así como los diversos usos que se han hecho a través
del tiempo de sus ideas y propuestas políticas, hasta estos últimos años. Entre las obras representativas de este
esfuerzo intelectual pueden citarse de Manuel Caballero. Revolución, reacción y falsificación, Caracas,
Alfadil Ediciones, 2002; Por qué no soy bolivariano, Caracas, Alfadil Ediciones, 2006; Contra la abolición
de la historia, Editorial Alfa, 2008. Germán Carrera Damas. El bolivarianismo-militarismo, una ideología de
reemplazo, Caracas, Editorial Alfa, 2011 (la primera edición es del 2005); de Luis Castro Leiva. La Gran
Colombia una ilusión ilustrada, Caracas, Monte Ávila Editores, 1985 y De la patria boba a la teología
bolivariana, Caracas Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1991; Elías Pino Iturrieta. El divino Bolívar,
Caracas, Editorial Alfa, 2014 y Nada sino un hombre, Caracas, Editorial Alfa, 2007.
5
Una aproximación a la producción historiográfica venezolana sobre el período de la Independencia puede
verse en el artículo de Inés Quintero. “Historiografía e Independencia en Venezuela”, en Manuel Chust y José
Antonio Serrano (eds.), Debates sobre la Independencia Iberoamericana, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana
Veurvert, 2007, pp. 221-236.
6
Elías Pino Iturrieta. El divino Bolívar, Caracas, Editorial Alfa, 2014. (La primera edición se hizo en el 2003,
en España por editorial La Catarata, con el título El Divino Bolívar. Ensayo sobre una religión republicana)
7
E. Pino Iturrieta. Op.cit., p. 11.
Eleazar López Contreras, para hacer efectivo el ideario político del Libertador. Se ocupa,
igualmente, de presentar algunas de las manifestaciones populares del culto al Libertador y
concluye con una serie de reflexiones críticas sobre los muy diversas mecanismos mediante
los cuales Hugo Chávez Frías ha dado uso a las ideas y textos del Libertador, presentándose
como su continuador en la gesta de la libertad; destaca el autor muchos de sus excesos, así
como los aspectos que le son más peculiares y dañinos, entre los cuales subraya la
compañía de las Fuerzas Armadas8.
La reiterativa utilización de la figura y las ideas de Bolívar por parte de Chávez Frías,
ha sido atendida por otros historiadores venezolanos quienes, en diferentes ensayos y
artículos académicos, han analizado el uso político que ha hecho de la historia, desde los
inicios de su actuación pública y también desde su condición de jefe del Estado9. Se trata de
una práctica en la cual, no solamente se advierte la selección interesada y tergiversada de
los discursos del Libertador, sino que a ello se añade la utilización de otros personajes y
episodios de la historia de Venezuela, igualmente con fines políticos. Un ejercicio que el
historiador Manuel Caballero ha calificado certeramente de “falsificación de la historia”10.
En su análisis del problema, Caballero resalta el interesado intento por parte del
chavismo de reescribir la historia, pero no con propósitos clarificadores, sino desde una
vocación totalitaria, lo cual tiene importantes consecuencias para la sociedad:
8
Un fragmento del libro de Pino da cuenta de la dimensión y peligros que entraña la manera en que se realiza
la fusión entre el culto a Bolívar y los hombre de armas: “En la cabeza de Chávez ocupa gran espacio el papel
redentor de las milicias y la marcha de la sociedad entendida como una batalla. En su mensaje los hombres de
armas no están para cumplir un rol de cohabitación, la misión que recientemente habían desempeñado en la
evolución de la democracia venezolana, sino para reanudar las faenas de la Independencia. El vínculo de las
fuerzas armadas contemporáneas con los sucesos de la Guerra a Muerte puede ser en principio simbólico,
pero el volumen de la retórica empleada indica la intención de que las cosas pasen de la fantasía a la realidad.
Bolívar vuelve a redimirnos, como es usual, pero con las armas en la mano de los continuadores de su ejército
que sólo ha estado esperando las órdenes del comandante adecuado”. Ibídem, p. 210.
9
Además de los trabajos ya citados de Manuel Caballero, Germán Carrera Damas y Elías Pino Iturrieta,
también pueden verse los estudios realizados por otros historiadores e investigadores venezolanos entre los
cuales se encuentran: Ángel Almarza “Dos siglos de historia mal contadas” en Inés Quintero (coord.) El
relato invariable. Independencia, mito y nación, Caracas, Editorial Alfa, 2011, pp. 125-154; Rogelio Altez,
“Independencia, mito genésico y memoria esclerotizada, en Inés Quintero (coord.) El relato invariable, 2011,
pp. 19-56; Nelly Arenas y Luis Gómez Calcaño, El imaginario redentor de la Revolución de Octubre a la
Quinta República, Caracas, Cendes, UCV, 2000; Alejandro Gómez, “El papel de los intelectuales en la
Venezuela de Hugo Chávez: los historiadores a la palestra pública”, L’Ordinaire Latino-Américain, Nº 202,
Toulouse, octubre-diciembre, 2005, pp. 83-94; María Elena González De Luca, “Historia, usos, mitos,
demonios y magia revolucionaria”, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 11, Nº 2,
Caracas, 2005, pp. 159-186; Inés Quintero. “Bolívar dictador, Bolívar revolucionario” en El Bolívar de Marx,
Caracas, Editorial Alfa, 2007, pp. 27-47; Tomás Straka. La épica del desencanto. Bolivarianismo,
historiografía y política, Caracas, Editorial Alfa, 2009.
10
Manuel Caballero. Revolución, reacción y falsificación. Caracas, Alfadil Ediciones, 2002, p. 203.
11
Manuel Caballero. Ob. Cit., p. 209.
El tema ha sido objeto de riguroso análisis por otros historiadores fuera de nuestras
fronteras quienes se han interesado y han expresado su preocupación, tanto por el proceso
político que ha tenido lugar en Venezuela, como por lo que ha representado el uso de la
historia y su instrumentalización como recurso de legitimación del poder. Es el caso de la
Dra. Frédérique Langue quien, en sus numerosos y valiosos artículos, se ha ocupado de
realizar un detenido examen de las disputas por el pasado, el culto heroico, la reescritura de
la historia, el calendario conmemorativo y simbólico de la revolución, el mesianismo
político y el uso exacerbado de la figura de Simón Bolívar, en estos años de la llamada
“revolución bolivariana”12.
12
Algunos artículos recientes de la Dra. Frédérique Langue son los siguientes: “La Independencia de
Venezuela. Una historia mitificada y un paradigma heroico”, Anuario de Estudios Americanos, N° 66-2,
Sevilla, 2009, pp. 245-276; “De panteones cívicos e imaginarios políticos. Los usos del pasado en la
Revolución bolivariana”, En Francesca Ramos Pismataro, Carlos A. Romero y Hugo Ramírez Arcos (eds.),
Hugo Chávez: una década en el poder, Bogotá, Universidad del Rosario/Centro de Estudios Políticos e
Internacionales/Observatorio de Venezuela, 2010, pp. 761-781; “‘Levántate Simón, que no es tiempo de
morir’. Reinvención del Libertador e historia oficial en Venezuela”, Araucaria Revista Iberoamericana de
Filosofía, Política y Humanidades, N° 25, 2011. http://www-en.us.es/araucaria/nro25/nro25.htm; “Usos del
pasado y guerra de las memorias en la Venezuela de la “Segunda Independencia”, Polis [En línea], 34, 2013.
http://polis. revues.org/8953
13
Enrique Krauze. El poder y el delirio, Caracas, Editorial Alfa, 2008, p. 22.
14
E. Krauze. Ob. Cit., p. 19.
los muchos comentarios de este intercambio destaca la visión compartida por el grupo de
que se está, frente “…a la cúspide de una manipulación de la historia, que viene de muy
antiguo”15, cuyo propósito fundamental es legitimar el poder16. Ambas afirmaciones no
hacen sino reiterar lo que estos mismos historiadores han expuesto en sus obras y ensayos
sobre el tema.
Si bien son muchas y variadas las reflexiones que existen sobre el tema, resultan
esclarecedoras, por su relevancia y pertinencia, las puntualizaciones hechas por el
historiador alemán Georg Iggers, al instalar el panel “Usos y abusos de la historia. La
responsabilidad del historiador, pasado y presente”, en el Congreso Internacional de
Ciencias Históricas, celebrado en Oslo en el 2000:
15
El comentario es de Elías Pino Iturrieta. Ibídem, p. 219
16
En relación con la intención legitimadora del uso político de Bolívar, recoge Krauze el planteamiento hecho
por Carrera Damas: “¿Dónde encontrar ese principio de legitimidad? Obviamente (Chávez) acude al
pensamiento histórico, eso que hemos llamado la ‘segunda religión’ de los venezolano. Es decir, se justifica
diciendo que lo que se hace, se hace para cumplir con el mandato del padre fundador de la patria”, Ibídem, p.
220.
17
Georg Iggers, “Introductory remarks to the panel the uses and misuses of history”, Congreso Oslo 2000,
http://www.oslo2000.uio.no/program/papers/m3a/m3-iggers.pdf. (consultado el 8 de enero de 2018).
Tal como señalamos al comienzo, la sanción constitucional de la República
Bolivariana de Venezuela, en 1999, constituye referencia emblemática de la magnitud y
alcances que sigue teniendo el culto a Bolívar en nuestro país y de los extremos a los que
puede llegar el uso de la historia con fines netamente políticos.
Al iniciar su intervención ante la Constituyente citó el primer párrafo del discurso del
Libertador, en el acto de instalación del Congreso de Angostura en 1819: “Dichoso el
ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía nacional
para que ejerza su voluntad absoluta”19.
18
Tanto la convocatoria al referéndum como la realización de una Asamblea Nacional Constituyente fueron
objeto de fuertes polémicas referidas fundamentalmente a debatir si podía modificarse la Constitución de
1961 vigente para entonces si no estaba contemplado en ella ninguno de estos mecanismos para su reforma o
sustitución. Un buen resumen sobre este tema puede leerse en el artículo de Carlos García Soto “¿Cómo fue el
proceso constituyente de 1999”, http://historico.prodavinci.com/blogs/como-fue-el-proceso-constituyente-de-
1999-por-carlos-garcia-soto.
19
Discurso del ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías, Presidente de la República, 5 de agosto de 1999, Diario
de Debates, Asamblea Nacional Constituyente (ANC), p. 4.
Esta mención a Bolívar no es casual, y deja ver con absoluta transparencia la
resolución por parte del presidente Chávez de establecer una relación de continuidad entre
la acción del Libertador y el proceso revolucionario que, bajo su conducción, se estaba
iniciado en Venezuela. Si en 1819 Bolívar convocó a la soberanía a fin de presentar su
propuesta Constitucional para Colombia, en 1999, Hugo Chávez, siguiendo los pasos de
Bolívar, convocaba igualmente a la soberanía nacional para dar a conocer su propuesta de
Constitución Bolivariana:
20
Ibídem, pp. 5 y 6.
21
Ibídem, p. 8. En los párrafos que siguen reitera sus alusiones al Libertador y el momento presente:
“Estamos obligados a volar con Bolívar en esta edad que es una nueva edad republicana, una nueva edad
bolivariana”, p. 8. Y más adelante insiste sobre lo mismo “Es Bolívar que vuelve con su clara visión, con su
espada desenvainada, con su verbo y su doctrina”, p. 9
22
Las referencias a los distintos momentos de Simón Bolívar están desarrolladas en el mismo discurso en las
páginas 9, 10 y 11.
Independencia, para erigir la verdadera República Bolivariana. Es esta la argumentación en
la cual se basa el propósito refundador y también el cambio de nombre de la República. Un
fragmento del discurso resulta elocuente de la manera en la cual se interpreta la traición
cometida contra Bolívar y la necesidad imperiosa de proceder a reparar el agravio
cometido:
Hoy, con la llegada del pueblo, con ese retorno de Bolívar volando por
estas edades de hoy, ahora le toca morir a la que nació traicionando al cóndor
y enterrándolo en Santa Marta.
23
Ibídem, p.12.
lo cual condujo a la interrupción de su legado y, al mismo tiempo, se postula como la
oportunidad histórica de recuperar ese legado, de reparar esa perfidia a través de la
revolución bolivariana y bajo la dirección de Hugo Chávez Frías quien, de acuerdo a sus
propias palabras, se convertiría en “el último presidente de la IV República y porque
también, gracias a Dios y a nuestro pueblo, seré y espero que así sea, el primer Presidente
de la V República, el primer Presidente de la República Bolivariana que vuelve”24.
La ruptura no podía ser solamente declarativa, sino que debía quedar consagrada en
una nueva Carta Magna, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela25. El
cambio de nombre representaba, por tanto, un recurso simbólico fundamental de la
revolución, un hito referencial que permitiría marcar un antes y un después en la Historia de
Venezuela. Para Chávez se trataba de un punto de honor, y así lo hará valer cuando tenga
lugar el debate final del texto constitucional.
24
Ibídem, p. 19.
25
El proyecto constitucional que entregó el presidente Hugo Chávez a la consideración de la Asamblea
Nacional Constituyente incorporó en el Capítulo II, De la República, varios artículos sin numeración en los
cuales se contempla el nuevo nombre: Artículo.- Venezuela se declara República Bolivariana,
irrevocablemente libre e independiente, y fundamenta su patrimonio moral, así como los valores de libertad,
igualdad, justicia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Artículo.- El gobierno de
la República Bolivariana de Venezuela es democrático, social, responsable, participativo y alternativo”.
Comandante Hugo Chávez Frías, Presidente de la República de Venezuela. Ideas fundamentales para la
Constitución Bolivariana de la V República, Caracas, 5 de agosto de 1999, p. 5.
26
El diputado Escarrá se limitó a destacar como parte de un apretado resumen sobre la Historia Constitucional
de Venezuela, lo que llamó el “ciclo bolivariano”, del cual formarían parte las propuestas de Angostura, la
Constitución de 1821, y lo que se ha dado en llamar “la dictadura bolivariana” pero que, rescatando el
Derecho Romano, el expositor calificó como Magistratura Excepcional, período que culmina en 1830, con “el
tránsito hacia la inmortalidad”. Luego, al presentar los puntos centrales que debería incorporar el Preámbulo
de la Constitución, planteó la necesidad de reforzar la Doctrina Bolivariana como orientación de todo el
régimen constitucional. Una tercera mención estuvo presente en la descripción del Título IV del
Anteproyecto. Al referirse a la incorporación de una sección sobre Relaciones Internacionales destacó de
manera específica el desarrollo del “… ideal de Simón Bolívar de conformar una nación de Repúblicas, frase
marmórea incluida a lo largo de todo su pensamiento, pero expresada con determinación en la conocida y
famosa carta al chileno O’Higgins”. Intervención del Diputado Hermann Escarrá, Sesión del 12 de octubre de
1999, Diario de Debates, ANC, pp. 3-4.
refundación de la República27. Concluida la presentación, el anteproyecto fue distribuido
entre los diputados y, una semana más tarde, el 19 de octubre, se llevó a cabo la plenaria
para discutir el contenido del texto constitucional.
27
En su exposición ante la Asamblea Nacional Constituyente el diputado Escarrá se refirió a la refundación
de la República, más bien como ruptura con el sistema político surgido en 1958 y la Constitución de 1961,
más que con la traición a Bolívar del año 1830. Al respecto las palabras de Escarrá fueron las siguientes: “La
democracia se deslegitimó en las manos de las cúpulas de los partidos; las instituciones sociales y políticas se
deslegitimaron, y por eso hemos tenido que decir, no con fatuidad sino con sinceridad, que este proceso es de
refundación de la República. No es un eufemismo, no es un concepto académico. Estamos refundando la
República. Ninguno de nosotros puede no refundar la República. Si este documento es incapaz de revisar los
actos existenciales de la República de Venezuela, nosotros habremos fracasado, y le habremos dado la espalda
al mandato del pueblo. Si eso es así, entonces el texto tiene que sustituir esencialmente a una deslegitimación
objetivada en un texto constitucional que es el de 1961”. Intervención del Diputado H. Escarrá, Sesión del 12
de octubre, Diario de Debates, ANC, p. 5.
28
Intervención del diputado Eliezer Otaiza, Sesión del 19 de octubre de 1999, Diario de Debates, ANC, p. 5.
29
El constituyente Ángel Landaeta consideró que la palabra bolivariana debía ser incluida “…para preservar y
para abrir caminos, señalar rumbos en los reales y verdaderos filosóficos de nuestra patria.” (Ibídem, p. 25).
También el diputado Ildefonso Finol apoyó el cambio de nombre con la siguiente argumentación: “En el
mundo después de El Salvador, Jesús de Nazaret, el título más honroso que se le ha dado a un hombre es El
Libertador, y fue a Simón Bolívar, nuestro padre, y nosotros todavía dudamos en colocarle su apellido a
nuestro nombre. Me parece un absurdo, me parece una resistencia ideológica mental al cambio, y creo, que
nosotros tenemos la oportunidad histórica de honrar a quien ha sido mancillado y burlado por esas Repúblicas
que hoy queremos enterrar para siempre” (Ibídem, p. 27).
30
El diputado David de Lima propuso añadir la palabra bolivariana al contenido del artículo de forma tal que
dijese “La República de Venezuela es para siembre, e irrevocablemente libre, bolivariana, soberana e
independiente de toda dominación, protección o intromisión extranjera” (Sesión del 19 de octubre, Diario de
Debates, ANC, p. 24). Mientras que el diputado Vinicio Romero, consideró que el artículo debía decir “La
República de Venezuela, bolivariana por razones históricas y principistas, es para siempre e
irremediablemente, libre, soberana e independiente.” (Ibídem, p. 26)
31
Los diputados Alberto Franceschi y Jorge Olavarría ambos representantes de la oposición, manifestaron su
rechazo a la propuesta de Otaiza. El primero expuso que debía dejársele el mismo nombre de República de
Venezuela, tal como lo había hecho el propio Libertador (Sesión del 19 de octubre, Diario de Debates, ANC,
p. 23.) Olavarría, por su parte, argumentó que resultaba un contrasentido declarar una república que fuese
federal y bolivariana al mismo tiempo: “Si Venezuela se declara una República Bolivariana no puede ser una
República Federal y si se declara una República Federal no puede ser una República Bolivariana” ( Ibídem, p.
25).
32
La proposición fue hecha por el diputado Manuel Vadell y contó con el apoyo de la mayoría. Ibídem, p. 26.
país, pero se hacía mención expresa al pensamiento y acción de Simón Bolívar como fuente
de inspiración del texto constitucional.
Inmediatamente después de llegar de una gira oficial por los países de Asia y Europa
y en conocimiento de los resultados del debate ocurrido en la Asamblea, el presidente
ofreció una rueda de prensa desde el Palacio de Miraflores en la cual hizo mención a la
Gran Colombia y al sueño de Bolívar explicando, nuevamente, que estaba allí el origen de
su propuesta de República Bolivariana de Venezuela; se dirigió entones a los amigos de la
Asamblea Constituyente para insistirles en su “…solicitud de que la nueva República sea
declarada República Bolivariana”35.
Al concluir su exposición, hubo tres intervenciones más, todas ellas para descartar el
cambio de nombre38. Concluido el debate, el presidente sometió a votación la propuesta del
diputado Otaiza, la cual fue aprobada, seguida de aplausos39. El constituyente Jorge
Olavarría solicitó que se rectificara la votación; se volvió a votar y nuevamente salió
aprobada. Acto seguido, el diputado Escarrá, consignó su voto salvado. Concluyó así el
debate sobre el primer artículo de la Constitución en el cual quedó consagrado el nombre de
República Bolivariana de Venezuela, tal como había sido contemplado en el proyecto
presentado por el presidente.
Todo ello demuestra, sin duda, la continuidad y fortaleza del culto a Bolívar, pero
también y de manera especial, la determinación política por parte del presidente Hugo
Chávez de presionar y obtener de la Asamblea Nacional Constituyente, la aprobación y
sanción del nuevo nombre para el país como referente icónico de la refundación de la
República y del inicio de un nuevo tiempo, el de la Revolución Bolivariana, aprovechando
la clara mayoría con que contaba en ella. Aun cuando hubo desde la propia Asamblea
posiciones en contra, como fue el caso del diputado Hermann Escarrá quien además de
salvar su voto, promovió una enmienda contra el cambio de nombre de la República41, ésta
no tuvo ningún resultado, tampoco tuvo entre sus propósitos cuestionar las razones
históricas esgrimidas por el presidente.
Desde que se planteó por primera vez la posibilidad del cambio de nombre de la
República, luego de la primera intervención del presidente ante la Asamblea Nacional
Constituyente, se produjeron las primeras advertencias sobre la inutilidad, insensatez, y
arbitrariedad que constituía la propuesta, además de la manipulación y distorsión histórica
que le servía de fundamento. Este debate se vio exacerbado, meses más tarde, cuando
finalmente se le dio su aprobación en la sesión del 12 de noviembre.
41
Declaraciones de Hermann Escarrá en El Universal, Caracas, 19 de noviembre 1999.
42
Acta de la Junta General del día 11 de noviembre del 1999, Libro de actas de la Junta General de la
Academia Nacional de la Historia, año 1999, Archivo de la Academia Nacional de la Historia. s/n.
Se acordó finalmente, por razones de urgencia y ante la inminente sesión que estaba
prevista para el día siguiente, enviar una carta abierta al presidente de la Asamblea
Nacional Constituyente, expresándole el criterio de la corporación respecto a este delicado
tema. De acuerdo a lo expresado en la comunicación, se le hacía saber a la Asamblea que
“…el cambio de nombre propuesto no tiene justificación alguna, además de crear
innumerables problemas de muy diverso orden, económico entre otros, en nuestro país y en
el mundo. Cambiar su nombre equivaldría a romper con toda una tradición que nace
justamente a partir de la obra de quien se quiere honrar”43. No se recibió ninguna respuesta.
Otros voceros del Polo Patriótico, al igual que Chávez, rechazaron las críticas que se
hicieron al cambio de nombre y expresaron sus puntos de vista, a fin de apoyar la
resolución tomada por la Asamblea46. Eliezer Otaiza, insistió a través de una entrevista
43
“Carta abierta al señor Luis Miquilena, Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, 11 de
noviembre de 1999; Acta de la Junta General del 11 de noviembre de 1999, Libro de Actas de la Junta
General de la Academia Nacional de la Historia, año 1999, Archivo de la Academia Nacional de la Historia.
44
Las ideas expresadas por Pino Iturrieta en la sesión de la Academia Nacional de la Historia fueron
expresadas con mayor amplitud en un artículo titulado “La tropelía de la República Bolivariana”, El
Universal, Caracas, 16 de noviembre de 1999, p. 1-4; Manuel Caballero en su entrega del 22 de noviembre en
El Universal titulada “Los enemigos de Bolívar” también se refirió a lo que presentaba “…borrar 480 años de
la historia dela formación de la Nación venezolana para sustituirla por los veinte años donde actuó de manera
sobresaliente un líder convertido luego en semidios”. Otros artículos en contra del cambio de nombre fueron
publicados por Simón Alberto Consalvi “Sin tranquilidad en el sepulcro” y por el escritor Alberto Barrera
Tyszka, “El evangelio según Chávez”, El Nacional, Caracas, 21 de noviembre, 1999. El periódico El Globo
publicó un largo reportaje al abogado Román Duque Corredor, el 15 de noviembre, sobre el mismo tema bajo
el título “Irrespetuoso capricho la República Bolivariana”. Hubo también un comunicado titulado “Juntos por
el NO” en el cual se rechaza “… el uso utilitario del nombre del Libertador para convertirlo en parte de una
operación política oportunista”. El Universal, Caracas, 1ro de diciembre, 1999.
45
“El presidente contraataca a través de su programa radial”, El Nacional, Caracas, 15 de noviembre de 1999.
46
Isaías Rodríguez, diputado y miembro de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional Constituyente, en su
artículo “El Bolívar de la Constitución”, no solamente le dio su abierto a poyo a la nueva Carta Magna, con la
cual se le había dado vida a Bolívar, sino que se refirió a los detractores de la Constitución como intelectuales
animados por “el odio”, “el dogmatismo”, y “la mezquindad”. El Universal, Caracas, 13 de diciembre de
1999. El profesor universitario Rigoberto Lanz, también claramente identificado con el Polo Patriótico,
concedida al periodista Ernesto Villegas que tanto la Constitución como el cambio de
nombre formaban parte de un “proyecto político”; este bautismo reivindicaba los valores
asociados a la figura de Simón Bolívar y también pretendía “…hacerle frente a una política
neoliberal que tiende a desaparecer las fronteras y a unificar las culturas”47.
El recorrido realizado hasta aquí deja ver de qué manera la sanción constitucional de
la República Bolivariana de Venezuela, nombre que recoge y resume la propuesta de
refundación de la República promovida por el presidente Hugo Chávez Frías, fue el
resultado de una lectura maniquea, tergiversada e interesada del proceso histórico que dio
lugar a la desmembración de la unidad colombiana la cual, no solamente fue recuperada y
utilizada por Chávez para justificar el nacimiento de una nueva etapa en la Historia de
elaboró un remitido público para dar su apoyo al texto constitucional. “Diez razones políticas para votar Sí”,
El Nacional, Caracas, 12 de diciembre de 1999.
47
“La República Bolivariana es un proyecto político”, El Universal, Caracas, 16 de noviembre de 1999.
48
El impacto de la tragedia, sus dimensiones y devastadores consecuencias, han sido objeto de acuciosas y
responsables investigaciones realizadas por Rogelio Altez, desde las perspectiva metodológica del estudio
histórico y social de los desastres, una línea de investigación fundada en México por la Dra. Virginia García
Acosta, cuyos importantes desarrollos y resultados en América Latina, constituyen referencia insoslayable en
la región y fuera de ella. Entre las publicaciones de Rogelio Altez sobre el tema pueden citarse: “Historia sin
memoria: la cotidiana recurrencia de eventos desastrosos en el estado Vargas-Venezuela”, Revista Geográfica
Venezolana, Número Especial 2005, pp. 313-342; “Vivir en el post-desastre. Reflexiones sobre los
aprendizajes de una tragedia aún vigente. El Caso Vargas-Venezuela”, en Rogelio Altez y Yolanda Barrientos
(Coordinadores), Perspectivas venezolanas sobre riesgos: Reflexiones y Experiencias, Caracas, Universidad
Experimental Libertador, 2008, pp. 225-271; “Muertes bajo sospecha: investigación sobre el número de
fallecidos en el desastre del estado Vargas, Venezuela, en 1999”, Cuadernos de Medicina Forense, 13 (50),
2007, pp. 255-268; “Más allá del desastre. Reproducción de la vulnerabilidad en el estado Vargas
(Venezuela)”, Cahiers des Amériques Latines, 65 (3), 2010, pp. 123-143.
Venezuela -la de la revolución bolivariana- sino que se ofreció a los venezolanos como el
momento en el cual, finalmente, se logró reparar la traición cometida contra el padre de la
Patria y recuperar su legado, sus ideas y pensamientos como guía e inspiración para la
resolución de los problemas más acuciantes de los venezolanos. Esta nueva etapa,
revolucionaria y bolivariana, además de constituir un momento de ruptura con el pasado,
tenía como conductor a Hugo Chávez Frías quien se presentó ante el país como el genuino
intérprete de la palabra del Libertador y como el hombre capaz de darle continuidad a su
gesta libertaria.
Se instaura entonces una práctica política, mediante la cual, las instituciones del
Estado y/o las instancias de representación popular se colocan al servicio de quien detenta
el poder con el propósito de que respondan a los objetivos de SU proyecto político, -en este
caso la revolución bolivariana-, utilizando para ello un principio de legitimación
incuestionable: la palabra y doctrina del Libertador. Se corrobora, una vez más, el uso de la
historia al servicio del poder.
Esta práctica, establecida con el cambio de nombre del país y la sanción de una nueva
constitución, clara expresión de la voluntad política de romper con el pasado y de dar inicio
a una nueva etapa en la Historia de Venezuela, se mantuvo en los años sucesivos,
recurriendo de manera sostenida al uso político de la historia, no sólo mediante la
profundización a extremos nunca vistos del ideario bolivariano, sino incorporando otros
personajes, hechos y procesos de nuestra historia, a fin de ofrecer una interpretación
ajustada a los intereses del partido de gobierno, poniendo a su servicio las instituciones del
Estado.
La lista es larga y digna de estudios particulares para cada uno de los casos. Algunos
de los más emblemáticos han sido: la incorporación del adjetivo “bolivariano” a numerosos
estados y municipios del país; la colocación del nombre de Simón Bolívar y de otros
próceres de la Independencia a los programas sociales y educativos del gobierno a fin de
presentarlos asociados a los logros y bondades de la revolución bolivariana; la utilización
del Panteón Nacional, creado en el siglo XIX, con la finalidad de incorporar nuevos héroes
que se presentan como referentes icónicos de la revolución; el cambio de la Ley de
Símbolos Patrios el 9 de marzo del 2006, para ajustarlos a la realidad revolucionaria del
país; la creación por decreto presidencial, en octubre del 2007, del Centro Nacional de
Historia como ente rector del conocimiento y la memoria histórica de los venezolanos, cuya
finalidad es elaborar y difundir los contenidos de la nueva “historia oficial”; el decreto del
28 de enero de 2008 ordenando la formación de una comisión especial para realizar la
investigación científica e histórica que permita despejar las dudas en torno a la muerte de
Simón Bolívar; posteriormente, la noche del 15 de julio de 2010, se realizó la inhumación
de los restos del Libertador con el mismo fin. El 12 de abril de 2010 se publicó el decreto
de traslado de los Archivos de Francisco de Miranda y Simón Bolívar al Archivo General
de la Nación, por constituir “las bases ideológicas de la Revolución Bolivariana y contener
la documentación fundamental del legado revolucionario del libertador para los pueblos de
nuestra América y el Mundo”; la presentación en cadena nacional el 24 de julio del 2012
del verdadero rostro del Libertador como resultado de una investigación especial que se
hizo a partir de sus restos; la elaboración y distribución gratuita y masiva, desde septiembre
del 2011, de millones de manuales de enseñanza para educación básica y media, bajo el
título de Colección Bicentenario, en los cuales se reproduce la interpretación y valoración
de los hechos de la historia, en abierta y clara correspondencia con los intereses del
proyecto político del chavismo, como son la satanización del pasado colonial, la
exacerbación del culto a Bolívar y de las glorias de la Independencia, la descalificación de
los años de la democracia representativa, y la visión apologética del gobierno de Hugo
Chávez Frías.
Como dije al comienzo, también está aquí mi esposo, Rogelio Altez. No podía ser de
otra manera. Rogelio también es historiador, y además antropólogo. Riguroso, agudo e
implacable en sus reflexiones sobre la realidad venezolana, su densidad analítica y su
indoblegable perspectiva crítica son fuente de motivación e inspiración, en todo momento,
y de manera especial en circunstancias como esta, en la cual su apoyo, sus atinados
comentarios y sus valiosas sugerencias, además de enriquecedoras siempre son
insustituibles. Gracias mi sol.
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En su libro El poder y el delirio, el doctor Enrique Krauze se refirió a la situación en la cual se encontraban
los historiadores en Venezuela, esto fue en el 2008; y lo calificaba como un “período de exigencia extrema,
terrible y fascinante a la vez.” Manifestaba igualmente su preocupación por la clara intención de Chávez de
“…apoderarse de la verdad histórica, y no sólo de reescribirla sino de encarnarla”. Concluía diciendo que
“…sólo los historiadores pueden refutarlo, sólo ellos pueden restaurar la verdad de los hechos y la
historicidad de los procesos, aunque sus libros alcancen a miles no a millones. En Venezuela a disputa por el
pasado, es la disputa del porvenir”. p. 114.
Para concluir estas palabras, quiero agradecer a la Academia Mexicana de la Historia
el inmenso honor y compromiso que constituye haberme seleccionado para formar parte
como individuo correspondiente de esta destacada y prestigiosa institución, y también por
permitirme la oportunidad de compartir estas reflexiones que tienen su origen en la enorme
exigencia y la terrible preocupación con la cual vivimos, muchos historiadores
venezolanos, el atroz asedio al que se encuentra sometida la sociedad venezolana. Una
embestida sistemática e implacable que se realiza desde las instituciones del Estado, sin
descanso, con inmensos recursos y mediante los más diversos medios, con el único objetivo
de difundir una lectura tergiversada, falsa, maniquea y terriblemente ideologizada de la
Historia de Venezuela para imponerla como la única y verdadera visión de nuestro pasado.
Muchas gracias.
RESPUESTA AL DISCURSO DE INGRESO DE INÉS QUINTERO
Academia Mexicana de la Historia, 6 de febrero de 2018
Virginia García Acosta
Debo admitir, de inicio, que es una delicia leer los textos de Inés Quintero. Es tan
arrobante como cuando se le escucha bordar, con gran entusiasmo, los argumentos que
sostiene en sus disertaciones. Inés Quintero escribe como habla: con claridad, contundencia
e implacable lógica.
Por todo lo anterior, pero en particular por haber sido una defensora y practicante de
la investigación y la enseñanza de una historia libre, comprometida e informada,
consideramos un honor que Inés Quintero sea ahora la 43ava miembro corresponsal
extranjero; la 11ava mujer entre ellos, la 6ª latinoamericana y la 2ª venezolana, al lado de
nuestro colega Germán Carrera Damas. Carrera Damas ingresó con un discurso titulado
“Sobre la responsabilidad social del historiador venezolano contemporáneo”, en el cual
hace alusión a varios de los temas que, como veremos a continuación, constituyen el eje del
discurso de Inés. Entre ellos están los siguientes: la ética profesional en el ejercicio del
oficio de historiador, el conocimiento crítico de lo histórico, la doble condición del
historiador como intelectual formador y transmisor de la conciencia histórica y,
particularmente, la de ser, como él lo califica, “curador de la conciencia histórica socio-
individual”. Fue éste, precisamente, el que eligió Enrique Krauze, académico de número
que diera respuesta a este discurso para titularla como: “Curador de la conciencia
histórica”, destacando de inicio “el papel crucial que juegan los historiadores en
Venezuela”.
Haré referencia a continuación a dos aspectos que encuentro nos ofrece para
reflexionar el discurso de Inés Quintero: el de la historia crítica versus la historia de bronce
y el del cuestionamiento de la utilidad de la historia bajo la premisa de “historia ¿para
qué?”
En ese mismo ensayo, Don Luis caracteriza a la historia de bronce como “la historia
pragmática por excelencia […] a la que Nietzsche llama reverencial, otros didáctica,
conservadora, moralizante […] Sus características son bien conocidas: recoge los
acontecimientos que suelen celebrarse en fiestas patrias, en el culto religioso, y en el seno
de las instituciones […] presenta los hechos desligados de causas, como simples
monumentos dignos de imitación”. Es ésta la historia que rechaza abiertamente Inés
Quintero en su discurso, aquélla que en “su modalidad pragmático-política tuvo un autor de
primer orden: Nicolás de Maquiavelo”. Se trata de la historia oficial, que todo justifica a
conveniencia, que corresponde precisamente al tema general del discurso de Inés Quintero:
la historia al servicio del poder.
¿Qué busca Inés? El relato histórico debe ser producto de la investigación científica
seria y comprometida, cuyas fuentes sean verdaderas “médiums”, como las caracterizó don
Luis González señalando que “El clionauta reconstruye las acciones humanas del pasado
por medio de cicatrices terrestres, cadáveres, tumbas, monumentos, leyendas y dichos de
transmisión oral, supervivencias”. En el caso del discurso que hoy hemos escuchado, las
médiums son básicamente los de “la Galaxia de Gutenberg” diría don Luis: Médiums a los
cuales, al estilo del historiador alemán decimonónico Leopold von Ranke, convendría
someter a un severo escrutinio “para discernir su origen, develar los fines expresos u
ocultos de sus creadores, y descubrir las alteraciones hechas por sus sucesivos lectores y
manipuladores [para] explicar el sentido real de los acontecimientos y evitar apreciaciones
subjetivas”. Y, como enseñó Ruggiero Romano, “relacionarlos con el contexto donde estos
se inscriben”.
Carlos Pereyra, en su artículo titulado igualmente “Historia, ¿para qué? señala que
Ninguna actividad intelectual ha logrado mejor que la historia dar conciencia de la
propia identidad a una comunidad […] Ninguna respuesta a las preguntas que hoy pueden
formularse respecto a la situación presente es posible en ausencia del saber histórico.
Mientras más confusa y caótica aparece una coyuntura dada […] más contundente es el
peso de la investigación histórica en el esfuerzo por despejar tal caos y confusión.
Y para cerrar con broche de oro con relación al texto que Inés Quintero nos ha
presentado hoy, cito una frase de Enrique Florescano extraída de su artículo “De la
memoria del poder a la historia como explicación”. Nos dice que “en todo tiempo y lugar la
recuperación del pasado antes que científica, ha sido primordialmente política: una
incorporación intencionada y selectiva del pasado”.
El también historiador Juan Brom, uno de cuyos libros nos dice en su solo título de
quién estamos hablando (De niño judío alemán a comunista mexicano: Una autobiografía
política, publicado en 2009), tituló un capítulo de su libro Para comprender la historia,
publicado originalmente en 1972, precisamente “Historia, ¿para qué?”. Seguramente en él
está inspirada aquella idea de Moreno Toscano y del título del libro antes comentado. En
ese capítulo Brom nos dice, también en relación a los temas en comento esta tarde, lo
siguiente:
Muchos pueblos [o individuos] manifiestan su creencia de ser llamados a realizar
hazañas especiales, generalmente como dominadores […] Una expresión clara de estas
ideas se encuentra en la frase bíblica “pueblo escogido”, en la autodesignación de “hombres
verdaderos” que se aplican muchos grupos [e individuos].