Fake News Desinformacion en La Era de La Sociedad
Fake News Desinformacion en La Era de La Sociedad
Fake News Desinformacion en La Era de La Sociedad
DOI: http://dx.doi.org/10.12795/Ambitos.2019.i45.03
Resumen
Las nociones de verdad y mentira como valores del Periodismo se están viendo
afectadas a consecuencia del impacto de las nuevas tecnologías, ya que establecen la
instantaneidad como ritmo normal de la información y cualifican el rumor y las noticias
no verificadas como un valor lógico de la misma.
A lo largo del presente estudio pretendemos analizar cómo las plataformas en línea y
otros servicios de Internet han favorecido la proliferación de noticias que
intencionadamente inducen a error, dando lugar a informaciones periodísticas que
carecen de rigor y credibilidad y afectando a la percepción de la realidad por parte de la
ciudadanía.
Partiendo de la premisa de que el flujo constante de información aleja al Periodismo del
rigor informativo y la verificación, proponemos un estudio documental bibliográfico sobre
las redes sociales, las nuevas aplicaciones móviles y la difusión viral de noticias falsas,
Forma de citar:
González, M. A. (2019). Fake News: desinformación en la era de la sociedad de la información. Ámbitos. Revista Internacional
de Comunicación 45, pp. 29-52. doi: 10.12795/Ambitos.2019.i45.03
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González, M. A. Fake News: desinformación en la era de la sociedad de la información
estudio que combinaremos con el análisis cualitativo no experimental a fin de evidenciar
cómo la viralización que propician las redes sociales, y la mala praxis de algunos medios
de comunicación al publicar informaciones sin contrastar, dejan en evidencia la
credibilidad de los medios.
Para combatir la creciente tolerancia al engaño y la mentira se hace necesaria una
apuesta real por la alfabetización mediática de los ciudadanos y por potenciar la labor
del periodista profesional: ser testigo, descifrar e interpretar la realidad que nos rodea y
garantizar una información cierta y conforme a los criterios de transparencia, precisión
e imparcialidad.
Abstract
Notions of truth and lies as values of journalism are being affected as a result of the
impact of new technologies, since they establish instantaneousness as a normal rhythm
of information and qualify rumor and unverified news as a logical value of it.
The present study aims to analyze how online platforms and other Internet services have
favored the proliferation of news that are intentionally misleading, giving rise to
journalistic information that lacks rigor and credibility and affecting the perception of the
reality on the part of the citizenry.
Starting from the premise that the constant flow of information keeps journalism from
informative rigor and verification, we propose a bibliographic documentary study on
social networks, new mobile applications and the viral dissemination of false news, a
study that we will combine with qualitative analysis not experimental in order to show
how the viralisation that social networks cause, and the malpractice of some media to
publish information without contrast, leave evidence of the credibility of the media.
To combat the growing tolerance of deceit and lies, it is necessary to make a real bet for
the media literacy of citizens and to enhance the professional journalist's work: to be a
witness, to decipher and interpret the reality that surrounds us and to guarantee certain
and accurate information to the criteria of transparency, precision and impartiality.
Palabras clave: Fake News, redes sociales, whatsApp, difusión viral, información
1. INTRODUCCIÓN
Uno de los últimos bulos difundidos vía WhatsApp y redes sociales ha provocado que
miles de franceses se hayan sumado a las protestas convocadas por los Gilets Jaunes
(chalecos amarillos) en Francia. El motivo, una campaña de intoxicación sobre el Pacto
de Marrakech, un Pacto Mundial para las migraciones seguras, ordenadas y reguladas,
una declaración simbólica de Naciones Unidas que no impone ninguna obligación de
acogida, pero que un bulo ha convertido en una imposición de la ONU que “prevé la
llegada de 480 inmigrantes para destruir Europa”.
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“Emigrantes llegando por miles”, o hay que impedir que Macron firme porque “cuatro
millones de emigrantes van a llegar a Francia” son algunas de las incendiarias consignas
que circulan libremente por Internet y a las que algunos políticos han dado visos de
veracidad. Es el caso de Lydia Guirous, de los Republicanos, quien acusaba en su
Twitter a Macron de “traicionar a los franceses ratificando un pacto que amenaza nuestra
soberanía y nuestra integridad. Cada pueblo tiene derecho a escoger a quién desea
acoger” (Gil, 2018).
Las fake news o noticias falsas se han convertido en una constante dentro del
Periodismo y en un verdadero problema a la hora de discernir la verisimilitud de una
información, hasta el punto de que la consultora Gartner (2017) sostiene en su último
informe de “Predicciones Tecnológicas para el 2018” que en el 2022 el público
occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas y que no habrá suficiente
capacidad, ni material ni tecnológica, para eliminarlas.
Los bulos no son un fenómeno nuevo dentro del Periodismo, de hecho, en “las gacetas
del siglo XVIII los bulos y libelos eran una herramienta de poder bien conocida por reyes
y válidos, y en el siglo XX los totalitarismos se sirvieron de falsedades como herramienta
de desinformación propagandística” (Fernández, 2014, p.20).
Sin embargo, gracias a Internet y las redes sociales el rumor cobra una dimensión nueva
en la que entra en juego factores como “velocidad, amplitud y universalidad, vectores
que potencian el auge de su difusión amparados en la participación, el anonimato, la
fuente oculta y la dificultad para borrar su rastro” (Alonso y Orta, 2015).
Las nuevas tecnologías permiten que se potencie la distribución de las noticias falsas y
que éstas, como afirma el diario La Tribuna (2018), se posesionen del espacio de las
redes sociales, hasta el punto de “dominar la conversación con alto rédito para obtener
el propósito que se ha dejado quien la difunde”. Su poder es tan grande que, según un
estudio realizado por la Asociación de Internautas (2018), el 70% de los españoles no
sabe distinguir entre una noticia verdadera y un rumor o un bulo, y “ello es debido a que
no existe la fórmula exacta para diferenciar entre la información cierta y la que no lo es”.
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compartimos información falsa para hacer daño, así como a la mala información que se
construye para dañar de forma consciente a través de la información.
El auge desmedido de las noticias falsas en las redes sociales empezó con la elección
de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos pero tiene visos de alargarse
mucho más que su mandato (Jané, 2017). Durante la carrera electoral entre Trump y
Hillary Clinton, la mentira distribuida masivamente por Internet se convirtió en una
normalidad, y lo que es más grave, en un “arma muy potente de propaganda” (Journell,
2017).
Hoy día, la búsqueda en Google del término fake news arroja un resultado de 836
millones de entradas y evidencia su magnitud, hasta el punto de llegar a ser elegida
“Palabra del año 2017” por el diccionario Collins y candidata a igual honor de la Fundéu
BBVA. Ante este panorama, se hace necesario que los guardianes de la verdad
controlen los canales de producción y distribución de la información, al tiempo que los
periodistas, como mediadores de la realidad circundante, deben encargarse de discernir
qué información es relevante, así como investigar y verificar su exactitud.
En esta misma línea se pronuncian López-Burrul et al. (2018) quienes determinan que
el reto de los periodistas es doble, por una parte, especificar el grado de confianza de
una fuente de información y, por el otro, combatir la viralización de la información falsa.
Las redes sociales han diseñado un panorama informativo descentralizado que afecta
de forma importante a la producción de información. Las noticias creadas por periodistas
conviven con las producidas por cualquier usuario (Van-Dijck, 2009; Flichy, 2010),
generándose un espacio de superabundancia informativa (Keane, 2013) que unido al
anonimato que favorecen las plataformas digitales genera el caldo de cultivo idóneo
para la proliferación de noticias falsas.
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Además, como recoge Casero Ripollés (2018), citando a Manovich (2011), la facilidad
de producción que poseen las redes sociales provoca que el contenido que circula a
través de ellas pueda ser manipulado para ensamblar, añadir o remover información,
abriéndose paso con ello a procesos de re-encuadre, de reasignación de sentido o de
recontextualización de la información que pueden alterar su significado.
Cada minuto, afirman Torres y Lorenzo (2018), “se realizan más de 3,5 millones de
búsquedas en Google, se producen 900.000 accesos a Facebook y se envían 156
millones de emails”. Sin embargo, una mayor cantidad de información no significa que
exista más calidad, como evidencia el hecho de que esta eclosión informativa ha
provocado que durante 2017 se detectaran 122 páginas webs dedicadas a publicar
noticias falsas.
Un reciente estudio realizado por Pew Research Center (2018) demuestra que las redes
sociales se sitúan por encima de la prensa escrita como medio para acceder a las
noticias de actualidad entre los adultos estadounidenses, de manera que el 20% prefiere
informarse por redes sociales como Facebook o Twitter, que por los periódicos (16%).
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Además, el uso de las redes sociales y de mensajería como fuente informativa llega al
77%, según el informe Anual de la Profesión Periodística (2018); un 15% más que la
media europea (Ver Gráfico 2).
Las redes sociales “posibilitan un descubrimiento casual de las noticias que provoca que
los usuarios no tienen que ser buscadores activos para estar expuestos a las noticias”
(Casero Ripollés, 2018, p.968), lo cual contrasta con el modelo tradicional por el cual es
el receptor quien, de forma intencionada, acude a buscar la información. En este sentido,
indica Castells (2009) que las redes sociales han introducido el concepto de
autodistribución, el cual implica que son los propios usuarios quienes deciden a través
de qué canales inician la difusión de un contenido.
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verdad y objetividad. La fragmentación de los medios y la omnipresencia de las redes
han favorecido que la audiencia se encierre en sus particulares universos informativos
en base a su ideología preferida, afirma McIntyre, al tiempo que esos medios
alternativos de comunicación han sabido aprovecharlo desinformando y fabricando
noticias únicamente con el objetivo de ganar audiencia o favorecer su agenda
ideológica.
Es por todo ello que los medios de comunicación “han llegado a depender en ciertos
aspectos de los nuevos medios” (Owen, 2018). Los menores ingresos publicitarios, los
recortes en las redacciones de los periódicos y la desaparición de las unidades de
investigación han provocado que:
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
A lo largo del presente estudio nos marcamos como objetivo principal analizar cómo las
plataformas en línea, las redes sociales y otros servicios de Internet han favorecido la
proliferación de noticias que intencionadamente inducen a error, dando lugar a
informaciones periodísticas que carecen de rigor y credibilidad. De manera
complementaria, y como objetivo secundario, nos proponemos, además, identificar las
medidas que se están poniendo en marcha para corregir esta tendencia.
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la mirada activa que faculta al investigador a aprender acerca de una actividad en el
escenario natural donde se desarrolla (Kawulich, 2005) y el análisis cualitativo no
experimental, a fin de evidenciar cómo la viralización que propician las redes sociales y
la mala praxis informativa deja en evidencia la credibilidad de los medios.
En esta labor nos han sido de gran ayuda las webs de verificación informativa Maldito
Bulo, B de Bulo y Newtral, ya que estas plataformas contribuyen desde el rigor y la
credibilidad a desmentir las noticias falsas que circulan por Internet. También con este
objetivo hemos procedido a estudiar la herramienta de Fast-check implementada por
Google y el proyecto internacional de verificación The Trust Proyect, que exige el
cumplimiento de unos estándares básicos a fin de que las noticias cumplan unos
criterios mínimos de credibilidad y fidelidad.
3. RESULTADOS
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Un reciente estudio realizado por Vosoughi, Roy y Aral (2018), y publicado en la revista
Science, afirma que la información falsa se extiende hasta seis veces más rápido que la
verdad. De hecho, una noticia falsa tiene un 70% más de probabilidades de ser
retuiteada que una historia real, y este fenómeno se produce en base a dos mecanismos
convergentes: el efecto cascada y la polarización de grupos.
Según Carl Sunstein (2009), ambos factores provocan que la señal se refuerce cuanta
más gente la recibe, hasta llegar a un punto en que es casi imposible resistirse a ella; al
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tiempo que se produce una asimilación tendenciosa, es decir, nuestras opiniones se
fortalecen cuando las compartimos con personas afines y éstas nos las corroboran, pero
también cuando las discutimos con quienes discrepamos afianzándonos de nuevo en
su error y en nuestro acierto.
Este mecanismo de circulación de información, propio del entorno digital, convive con la
difusión vertical practicada por los medios tradicionales, lo que provoca importantes
repercusiones sobre los contenidos que llegan a la audiencia, de forma que “los efectos
de la mediación inducida por los medios sociales provocan que las plataformas sociales
no sean una fuente de datos ideal para los ciudadanos que buscan una información
claramente estructurada” (Stier et al., 2018, p.68).
La arquitectura de cada plataforma digital es distinta (Nahon, 2016) y, por ello, cada una
tiene sus propias características diferenciales. Así, Facebook y Twitter convierten a los
ciudadanos en lo que Cremades (2007) denomina “nodos de red”, pues a través de su
interacción configuran conexiones consideradas de alto clustering, ya que son redes
densamente conectadas a nivel local, lo cual influye de forma proporcional en el proceso
de transmisión de la información.
En colaboración con portales como Snopes y Politifact, Facebook rastrea todo lo que
sucede en la red social para que no se vuelva a repetir el escándalo de las informaciones
falsas publicadas y que generaron gran debate sobre la victoria electoral de Donald
Trump. Además, la red social ha decidido formar a periodistas y usuarios y aplicar una
serie de filtros que permiten marcar una noticia en el timeline como “falsa”.
Según Alonso (2017), esa noticia irá a un borrador y será verificada por fact-checkers
profesionales, de forma que cuando alguien intente compartirla aparecerá un mensaje
que avisa que la historia ha sido cuestionada por al menos dos organizaciones, si el
usuario insiste en compartirla la plataforma le preguntará si está seguro y, si aun así,
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decide a publicarla en su perfil la publicación aparecerá con la marca “cuestionada” para
que sus contactos puedan verlo” (Ver Imagen 3).
Las noticias falsas se viralizan entre 10 y 20 veces más rápido que los hechos. Una
afirmación que se sustenta en el estudio llevado a cabo por Vosoughi, Roy y Aral (2018),
quienes analizaron 126.000 noticias publicadas en Twitter, las cuales fueron tuiteadas
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de forma acumulativa 4,5 millones de veces por, aproximadamente, 3 millones de
personas entre 2006 y 2017.
Entre sus conclusiones, Vosoughi, Roy y Aral (2018) apuntan a que la facilidad de
propagación de las noticias falsas reside en la propia psicología humana, las noticias
falsas son más novedosas y la gente quiere ser la primera en compartir informaciones.
No obstante, la medida no está dando los resultados esperados y aún son muchas las
noticias que escapan a sus controles de calidad, de hecho, con motivo del asesinato de
Laura Luelmo y en medio del debate sobre la prisión permanente revisable, comenzó a
circular el bulo de que el asesino de Marta del Castillo, Miguel Carcaño, saldría de prisión
en unos días. Instituciones Penitenciarias tuvo que salir a desmentir la noticia.
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Con objeto de apostar por la transparencia, Twitter ha anunciado la puesta en marcha
de una nueva herramienta (Transparency Center) que permitirá realizar seguimientos
sobre quiénes han sido los usuarios que han recibido impactos de alguna campaña, al
tiempo que incluirá informes sobre quién se publicita en esta red social, por cuánto
tiempo y cuáles son los contenidos de los anuncios.
3.1.2. WhatsApp
El Digital News Report (Newman, 2018), elaborado anualmente por el Instituto Reuters
de la Universidad de Oxford, asegura que el uso de WhatsApp para el consumo de
información se ha duplicado en los últimos cuatro años, coincidiendo con la crisis de
Facebook y el desplome de la prensa.
La aplicación de mensajería instantánea más popular del mundo, con más de 1.500
millones de usuarios en 180 países y que ha triplicado desde 2014 su uso informativo
(un tercio de los españoles utiliza la aplicación como principal fuente de información),
también se ha convertido en un nuevo canal para la proliferación de las noticias falsas.
Un caso similar se produjo también en México, donde una falsa información provocó
que una multitud se agolpara frente a la comisaría para linchar a dos hombres, detenidos
por alteración del orden, convencidos de que en realidad eran secuestradores de
menores.
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La noticia de su arresto se difundió rápidamente, gracias a un residente del pueblo que
comenzó a transmitir en directo por Facebook imágenes de lo que sucedía ante la
comisaría, al tiempo que otro residente usaba un altavoz para organizar una colecta
ciudadana y comprar combustible para quemar a los detenidos (Martínez, 2018).
La convocatoria reunió a una multitud que forzó la reja de la comisaría, sacó a los
detenidos, los golpeó salvajemente y los quemó vivos con gasolina (Ver Imagen 5).
En España los bulos también son bastante frecuentes. La mayoría suelen presentar
unas pautas comunes que los estructuran y los hacen reconocibles y que, según la
community manager de la Policía Nacional pueden resumirse en: son anónimos, hacen
referencia a una fuente de confianza, están redactados de forma atemporal y en
castellano neutro a fin de favorecer su difusión en países de habla hispana, y suelen
tener un gancho (miedo, morbo, etc.) que incita a la petición de reenvío para alertar o
concienciar a otras personas.
Para desactivar sus efectos, es habitual que Policía, Guardia Civil y asociaciones de
consumidores denuncien su existencia a través de este mismo canal (Ver Imagen 6), y,
en esta lucha, también los ciudadanos “han adquirido un nuevo rol activo para ayudar a
los medios a reducir la desinformación y avisar de la circulación de noticias falsas”
(Palomo y Sedano, 2018, p.1396).
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Por su parte, la plataforma de mensajería, en una clara apuesta para luchar contra las
noticias falsas, ha limitado a cinco el número de veces que se puede reenviar un
mensaje, una de las funciones más utilizadas de la aplicación.
El concepto de noticia falsa puede llegar a ser polisémico, es decir, abarca desde
aquellas informaciones que todo el mundo sabe que es mentira, hasta aquellas
publicadas con datos falsos y que se han saltado los controles de calidad de un
determinado medio de comunicación.
Según Rochlin (2017), una noticia falsa se puede definir como un titular y una historia
deliberadamente falsa publicada en una web que quiere parecer un sitio de noticias
reales. En los últimos años han proliferado los portales de noticias falsas, que se
caracterizan por emitir informaciones inconcebibles.
El caso más conocido es El Mundo Today, una página de humor cuyo contenido es pura
ficción con objeto de arrancar más de una risa, pero cuyo estilo “ha sentado un
precedente para que otros copien su estilo y rebasen la barrera de lo cómico en busca
de idear falsas noticias que se hagan virales” (Sedano, 2018).
A pesar de que reconoce abiertamente publicar noticias ficticias (Ver Imagen 7), muchos
medios de comunicación se han hecho eco de las mismas, dando por buenas
informaciones inverosímiles.
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También la web Hay Noticia, dedicada a crear fake news humorísticas, ha logrado
viralizar algunas de sus piezas. Es el caso de “Mujer lleva 28 años haciéndose pasar
por ciega para no saludar a la gente”, que ha sido traducida a 14 idiomas diferentes y
se ha llegado a publicar en 24 países, lo cual ha provocado que numerosos portales
internacionales hayan tenido que desmentir la noticia (Ver Imagen 8).
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Elaborar noticias falsas nunca había sido tan lucrativo. Cuando un bulo se viraliza los
nuevos tabloides digitales se hacen de oro gracias a las plataformas de publicidad
automática de Google y otras compañías menores como TAboola, OpenX o SunMedia
(Peinado y Muela, 2018).
Un experto en este tipo de prácticas es la web Digital Sevilla, uno de los diarios online
líderes de la provincia de Sevilla (comScore, 2018) que ha logrado de promedio 160.000
usuarios únicos en España en los últimos doce meses y que según Peinado y Muela
(2018), “no presenta diferencias respecto a una web de periodismo sometido a los
controles de rigor tradicionales”. Su éxito reside en titulares “llamativos, incluso
irrespetuoso y faltón” (Fernández, 2018), ya que el objetivo es atraer la atención de la
gente, lo cual les reportará un gran número de clics y, por ende, un mayor beneficio
económico.
Fuera de nuestras fronteras, otros diarios online se caracterizan por publicar noticias
falsas. Tal es el caso de The Onion (EEUU), The Shovel (Australia), Waterford Wishpers
News (Irlanda), The Lapine (Canadá), The Daily Mash (Reino Unido), Le Gorafi
(Francia), Der Postillon (Alemania) o la publicación india Faking News, que deja muy
clara la intención del diario.
En otras ocasiones, las noticias falsas proceden de los propios periodistas, quienes
engañan a sus empresas y, por ende, a la audiencia. El último caso conocido ha sido el
del periodista alemán Claas Relotius, ganador, entre otros, del premio al Periodista del
Año 2014 de la CNN. Relotius ha admitido haber inventado datos y testimonios en al
menos 14 de sus informaciones publicadas en la revista Der Spiegel.
Para luchar contra las fake news y los bulos cualquier sistema es bueno y son muchas
las iniciativas que se están desarrollando en este sentido. Así, Google ha desarrollado
un método de etiquetado denominado “Fact Check” que permite cotejar fragmentos de
texto con las publicaciones presentes en su catálogo de búsquedas, ha establecido
acuerdos con compañías de verificación para luchar contra los bulos y ha mejorado el
sistema de filtrado de resultados que realiza su algoritmo.
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falsas y su fuente. El programa, que de momento sólo alcanza el 65% de fiabilidad y es
capaz de deducir automáticamente el sesgo político de una noticia en el 70% de los
casos, se basa en la comprobación de los datos, la recurrencia y la procedencia de las
informaciones y asigna relevancia tanto al medio como a la información (Jané, 2018).
En esta misma línea, en enero de 2018 la periodista Ana Pastor puso en marcha
Newtral, una compañía de contenido visual que, entre otras áreas de negocio, está
orientada a la verificación de noticias y la innovación en el periodismo a través del fact-
checking de hechos. En realidad, Newtral/El Objetivo lleva desde 2013 realizando
verificación de contenidos a través del programa “El Objetivo” de La Sexta y “ha sido el
primer medio español en formar parte de la International Fact-Checking Network, la red
internacional de verificadores independientes” (El Plural, 2019).
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fin de reafimar el compromiso del periodismo con la transparencia, la precisión, la
inclusión y la imparcialidad.
The Trust Project funciona como un indicador de veracidad que amplía la información
contextual de las noticias, de manera que se puede saber quién ha publicado un artículo,
qué citas y referencias incorpora y cuáles son los estándares éticos en los que se
sustenta.
Sus principios son una adaptación de los presentados por la Comisión Hutchins en 1947
en relación con la prensa libre y socialmente responsable, y supone un compromiso en
la equidad y exactitud, explicación de la misión, fuentes de financiación y la organización
que respalda a los medios, acceso a los métodos de obtención de la información, así
como garantizar la diversidad de voces y perspectivas, entre otros.
§ Tipo de trabajo: Identificación del género periodístico y etiquetado que distinga los
textos de opinión, análisis o publicitarios de las noticias.
§ Métodos de trabajo: Por qué los reporteros decidieron seguir una historia y cómo
abordaron el proceso.
§ Identificar cuándo la historia surgió en un lugar sobre el que el medio cuenta con un
profundo conocimiento sobre el contexto local o de la comunidad a la que se dirige.
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González, M. A. Fake News: desinformación en la era de la sociedad de la información
4. CONCLUSIONES
A todo ello, hay que sumar el hecho de que las redes sociales no son artefactos neutra-
les, sino que su arquitectura digital está integrada por protocolos técnicos que permiten,
constriñen e influencian el comportamiento de los usuarios, generando unas u otras
prácticas comunicativas (Bossetta, 2018), un rasgo que obliga al desarrollo de mecanis-
mos para verificar todos los contenidos que se reciben mediante las herramientas deri-
vadas de la Web 2.0.
Las noticias falsas y los debates sobre la posverdad son algunos de los retos a los que
se enfrentan los periodistas en los tiempos contemporáneos y frente a ello es preciso
que la práctica del Periodismo adquiera nuevos valores y perspectivas, sobre todo en
un contexto donde el número de visitas recibidas es más importante que la calidad de
las noticias publicadas gracias a redes de publicidad digital como Audience Network,
Taboola, OpenX o SunMedia, en las que prima la audiencia en términos numéricos.
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González, M. A Fake News: desinformación en la era de la sociedad de la información
mediático y cuya misión es aclarar y arrojar luz a todas las informaciones construidas
de forma no adecuada o falsa en los medios de comunicación de España.
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