La Historia de Japon Resumida

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La historia de japon

La historia de Japón es la sucesión de hechos acontecidos dentro del archipiélago japonés. Algunos
de estos hechos aparecen aislados e influenciados por la naturaleza geográfica de Japón como
nación insular, en tanto que otra serie de hechos, obedece a influencias foráneas como en el caso
del Imperio chino, el cual definió su idioma, su escritura y, también, su cultura política. Asimismo,
otra de las influencias foráneas fue la de origen occidental, lo que convirtió al país en una nación
industrial, ejerciendo con ello una esfera de influencia y una expansión territorial sobre el área del
Pacífico. No obstante, dicho expansionismo se detuvo tras la Segunda Guerra Mundial y el país se
posicionó en un esquema de nación industrial con vínculos a su tradición cultural.

La aparición de los primeros habitantes humanos en el archipiélago japonés data del Paleolítico
aproximadamente 35 000 años atrás.1 Entre los años 11 000 y 500 a. C. dichos habitantes
desarrollaron un tipo de cerámica, llamado «Jōmon», considerada la más antigua del mundo.2
Posteriormente apareció una cultura conocida como «Yayoi», que utilizaba herramientas de metal
y cultivaba arroz. En ella existían varios cacicazgos, aunque sobresaldría el de Yamato.3 En siglos
posteriores los gobernantes de Yamato afianzaron su posición y comenzaron a expandirse por el
archipiélago bajo un sistema centralizado, doblegando a las diversas tribus existentes, alegando su
descendencia divina. Al mismo tiempo, el gobierno central comenzó a asimilar costumbres de
Corea y de China. La rápida imposición de tradiciones foráneas produjo una tensión en la sociedad
japonesa y en el año 794 la corte imperial fundó una nueva capital, Heian-kyō (actual Kioto),
dando origen a una cultura propia altamente sofisticada proveniente de la aristocracia. No
obstante, en las provincias el sistema centralizado fue un fracaso y se inició un proceso de
privatización de tierras, dando como consecuencia un colapso de la administración pública y la
ruptura del orden público. La aristocracia comenzó a necesitar la ayuda de guerreros para la
protección de sus propiedades, dando origen a la clase samurái.

Minamoto no Yoritomo asumió en 1192 el liderazgo de Japón, instaurando la figura del shogunato
como una institución militar permanente que gobernaría de facto durante casi 700 años. El
estallido de la Guerra Ōnin en 1467 provocó una cadena de guerras que se extendieron por Japón,
periodo que culminó en 1573, cuando Oda Nobunaga comenzó a unificar el país, pero no pudo
terminar la tarea debido a que fue traicionado por uno de sus principales generales. Toyotomi
Hideyoshi vengó su muerte y culminó la unificación en 1590. A su muerte, el país volvió a dividirse
en dos bandos, los que apoyaban a su hijo Hideyori y los que apoyaban a uno de los daimyō
principales, Tokugawa Ieyasu. Ambos bandos se enfrentaron durante la batalla de Sekigahara, de
la cual Ieyasu salió con la victoria, siendo nombrado oficialmente shōgun en 1603, instaurando el
shogunato Tokugawa. El período Edo se caracterizó por ser pacífico, y por la decisión de cerrar las
fronteras para evitar el contacto con el exterior. El aislamiento terminó en 1853 cuando el
comodoro Matthew Perry obligó a Japón a abrir sus puertas y firmar una serie de tratados con las
potencias extranjeras (llamados «Tratados Desiguales»), lo que ocasionó malestar entre algunos
samuráis, quienes apoyaron al emperador para que retomara su protagonismo en la política.

El último shōgun Tokugawa renunció en 1868, dando comienzo a la era Meiji, llamada así en honor
al emperador reinante que asumió el poder político. Se inició la modernización del país
abandonando el sistema feudal y el de los samurái, la capital fue trasladada a Tokio, se inició un
fuerte proceso de occidentalización y Japón emergería como el primer país asiático industrializado.
Surgió un proceso de expansionismo territorial hacia naciones vecinas, lo que los llevó a
enfrentarse militarmente al Imperio ruso y al Imperio Chino. A la muerte del emperador Meiji,
Japón se había convertido en un estado moderno, industrializado, con un gobierno central y como
potencia dentro de Asia, rivalizando con Occidente. Hubo una explosión social debido al
crecimiento económico y poblacional y comenzó a ganar terreno el extremismo político y hacia la
década de 1930 se aceleró la expansión militar, confrontando con China por segunda vez. Tras el
estallido de la guerra en Europa, Japón aprovechó la situación para la anexión de otras zonas de
Asia. Durante el año 1941 las relaciones diplomáticas entre Japón y los Estados Unidos eran
tensas, ya que el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt había bloqueado los
suministros petrolíferos a Japón y había congelado todos los créditos japoneses en los Estados
Unidos. El 7 de diciembre de 1941 Japón atacó Pearl Harbor, con lo que este país entró a la
Segunda Guerra Mundial como parte de las «Potencias del Eje». A pesar de una serie de victorias
iniciales, derrotas frente a los Aliados en batallas como la de Midway cambiaron los papeles en el
escenario del Pacífico. Después de los terribles bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki
Japón presentó su rendición incondicional, por lo que estuvo ocupado por fuerzas
estadounidenses, las cuales desmantelaron el ejército, liberaron las zonas ocupadas, el poder
político del Emperador fue suprimido y el primer ministro sería elegido por el parlamento.

En 1952 Japón recuperó su soberanía tras la firma del Tratado de San Francisco y creció
económicamente con la ayuda de la comunidad internacional. Políticamente, el Partido Liberal
Democrático, de tendencia conservadora, estuvo gobernando de manera casi ininterrumpida
durante la posguerra. Con el inicio de la era Heisei, Japón sufrió una recesión económica en la
década de 1990 y socialmente se enfrentó a un descenso de la natalidad y al rápido
envejecimiento de la población. En los primeros años del siglo XXI, Japón ha comenzado a
reformar las prácticas que regían desde la posguerra a la sociedad, al gobierno y a la economía.

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