Información Caso Yuliana Samboní
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Muchos creían que Rafael Uribe Noguera -un hombre apuesto, soltero y de buena
familia- podría eludir su responsabilidad, como había sucedido en el pasado en
Colombia en tantos otros casos que involucraban a personas de clase alta "bien
conectadas".
El hecho de que se señalara a los hermanos del asesino -Francisco y Catalina-
como encubridores (todavía deben ser juzgados) y que el guarda de seguridad
del edificio en el que murió Yuliana se suicidara en extrañas circunstancias a
los pocos días de la muerte de la niña, no hizo sino aumentar los temores de que
no se llegara a esclarecer lo sucedido.
Secuestrada y asesinada
En la mañana del domingo 4 de diciembre de 2016, Rafael Uribe Noguera
salió en su camioneta de su residencia en el barrio de Chapinero Alto en
dirección a Bosque Calderón, una humilde barriada de construcciones
informales situada a unos pocos kilómetros de distancia.
Al llegar allí, aparcó, abrió la puerta de su auto y entabló conversación con Yuliana
Samboní, quien estaba jugando en la calle junto a su primo.
La niña de 7 años vivía en ese lugar con su hermana pequeña y sus padres
-Juvencio y Nelly-, quienes meses atrás habían decidido mudarse a la gran ciudad
desde el empobrecido Departamento del Cauca -en el oeste del país- en busca
de una vida mejor.
Tras intercambiar unas palabras, Uribe Noguera agarró a la Yuliana por el brazo y
la introdujo a la fuerza en su camioneta, abandonando el lugar a toda velocidad.
Nada más producirse el rapto, los familiares de la pequeña contactaron a la
policía, que inició una extensa operación de búsqueda.
Gracias a las descripciones de vecinos de Bosque Calderón y a las grabaciones
de unas cámaras de seguridad, se pudo identificar al dueño del automóvil en el
que la niña había sido secuestrada.
Según reveló la autopsia, había sido violada, torturada y asfixiada hasta la muerte.
Fue en esa clínica en la que dos días después, postrado en su cama y llevándose
las manos a la cabeza, Uribe Noguera oyó los cargos que las autoridades
presentaron en su contra: secuestro simple, acceso carnal violento, tortura y
feminicidio agravado.
Con el paso de los días se fueron conociendo otros detalles del caso, que
apuntaban a que Francisco y Catalina Uribe podían haber ayudado a su hermano
a alterar la escena del crimen y a eliminar pruebas -como los mensajes de texto
del celular del sospechoso-, lo que hizo aumentar la indignación popular.
Colombia: condenan a casi 52 años de prisión a Rafael Uribe Noguera por rapto,
violación y muerte de la niña Yuliana Samboní
Los hermanos del asesino están a la espera de ser enjuiciados por presunto
encubrimiento.
Dos países
"En este caso, por los detalles que se conocen, parece que la familia de Uribe
Noguera pensaba que estaba en la vieja Colombia", me cuenta el periodista
colombiano de BBC Mundo Juan Carlos Pérez Salazar.
"Hay un dicho muy viejo en el país que dice que 'la justicia es para los de ruana',
que son los campesinos. O sea, que solo se aplica la justicia a la gente pobre".
Según Pérez Salazar, "en este caso había detalles que apuntaban a que podía
haber impunidad y que hacían pensar que la familia del asesino creía que
estaba por encima de la ley".
Pérez Salazar cree que esto demuestra que "pese a los grandes problemas de
desigualdad, violencia y clasismo que todavía existen, Colombia es de alguna
manera un país nuevo que está en proceso de cambio".
Para el periodista de BBC Mundo, este caso también es un reflejo de dos de los
grandes males que todavía aquejan a Colombia, como son el racismo y el
machismo.
Niños desprotegidos
El hecho de que la víctima de Rafael Uribe Noguera fuera una niña de tan solo 7
años de edad también puso de relieve otro grave problema al que tienen que
hacer frente las autoridades: el de la violencia contra los menores.
"Alrededor del 2,5% de asesinatos en el país tiene a los niños como víctimas. Eso
significa que hay muchas más Yulianas de las que no se habla", explica Luz Alcira
Granada, responsable de derechos de la niñez en Colombia de la
organización Save the Children.
"Lo triste es que se perdiera una vida como la de Yuliana, una vida sesgada por
un hombre que creía que podía hacer lo que quería porque era una niña pobre e
indígena. Pero su caso sentó precedente y esperamos que sirva para que haya
justicia para otras niñas".
Hermanos a juicio
Según la fiscalía, el día del crimen, Francisco y Catalina Uribe en un principio, no
alertaron a la policía de que su hermano podía encontrarse en el departamento
familiar en el que se halló el cuerpo de Yuliana.
"No hay duda de que la forma de actuar los hermanos generó y sigue generando
muchas sospechas", explica Ernesto Cortés, editor del diario colombiano El
Tiempo.
"Ambos son abogados y conocen el mundillo que se mueve tras los estrados
judiciales y eso generó mucha inquina", señala.
Según Cortés, en este caso todavía hay un eslabón perdido, que es saber "qué
sucedió con el vigilante del edificio que se suicidó una semana después del
crimen".
"Las circunstancias en las que murió son extrañas, sobre todo porque era un
testigo clave", explica el periodista. "La familia (del vigilante) ha dicho que estuvo
muy presionado, que hubo amenazas de implicarlo y mandarlo a la cárcel si no
contaba la verdad".
"Creo que Yuliana, como otras mujeres y niñas que han sido violentadas en el
pasado, pasará a convertirse en un símbolo, en una figura a la que vamos a
recurrir cuando hablemos de crímenes emblemáticos, pero no creo que (su caso)
haya producido un cambio, excepto por la rapidez con la que se condenó al
asesino".