Bendicion Del Agua
Bendicion Del Agua
Bendicion Del Agua
RITOS INICIALES
R. Amén.
Dios, que del agua y del Espíritu Santo, nos ha hecho nacer de nuevo en Cristo, esté con
todos vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Con esta bendición del agua, recordamos a Cristo, agua viva, así como el sacramento del
bautismo, en el cual nacimos de nuevo del agua y del Espíritu Santo. Siempre, pues, que
seamos rociados con esta agua o que nos santigüemos con ella al entrar en la iglesia o
dentro de nuestras casas, daremos gracias a Dios por su don inexplicable, y pediremos su
ayuda para vivir siempre de acuerdo con las exigencias del bautismo, sacramento de la
fe, que un día recibimos.
Luego uno de los presentes, o el mismo celebrante, hace una brevelectura de la sagrada
Escritura.
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba: -«El que tenga sed,
que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura: de sus entrañas
manarán torrentes de agua viva.» Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de
recibir los que creyeran en él. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
LECTURAS ALTERNATIVAS
Isaías 12:1-6; Sirach 15:71-6; 1 Juan SA-6; Revelación 7:13-17 y 22:1-5; Juan 133-15.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Oremos.
Después de una breve pausa de silencio, el celebrante, con las manos extendidas, dice la
oración de bendición:
R. Amén.
0 bien:
Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros, que, redimidos por tu Hijo, hemos
nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal; concédenos, te
pedimos, que todos los que reciban la aspersión de esta agua queden renovados en el
cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y
resurrección.
R. Amén.
I
C. Señor, Dios Todopoderoso, que eres la fuente y el principio de la vida del
cuerpo y del espíritu, dígnate bendecir + esta agua que vamos a utilizar con
fe para implorar el perdón de nuestros pecados y para alcanzar la protección
de tu gracia contra todas las enfermedades y asechanzas del enemigo.
Concédenos, Señor, por medio de tu misericordia, que el agua viva nos sirva
siempre de salvación, para que podamos acercarnos a Ti con un corazón
limpio y evitemos todo mal del alma y del cuerpo. Por Jesucristo nuestro
Señor.
R. Amén.
menosprecio y su desaparición.
El agua bendita es un sacramental, instituido por la Iglesia, y usada con fe y devoción, purifica al cristianos de
sus faltas veniales. Las bendiciones de personas y de cosas van acompañadas de algunos signos, y los
principales son la imposición de manos, la señal de la cruz, el agua bendita y la incensación (Bendicional 26). El
agua bendita es constituida por la bendición del sacerdote o del diácono (ib. 1224-1225), y como todos los
sacramentales, "tiende como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar
frecuencia se usa para bendecir a los fieles" y también a los objetos. "Evoca en los fieles el recuerdo de Cristo
que se dio a sí mismo el apelativo de "agua viva", y que instituyó para nosotros el bautismo, sacramento del
-Los judíos no bendecían el agua, considerándola, a diferencia de otros pueblos, una criatura bendita por sí
misma, y le daban un uso religioso como elemento de purificación. Una ablución total es prescrita antes de la
unción sacerdotal de Aaron y de sus hijos (Ex 29,4). Y después de la época de cautividad, el agua se empleaba
en Israel como un bautismo de conversión y purificación, semejante al de Juan el Bautista. Los que se
convertían, confesaban sus pecados, y mientras oraban, recibían del bautizador el agua purificadora (Mc 1,4.8;
mediante el agua. Tertuliano (+220) describe los ritos de purificación de personas, objetos y lugares mediante
el agua, que eran usuales entre los romanos (De baptismo V).
El libro de los Números habla de "un agua de expiación", que era ritualmente preparada y empleada (19,7-9). El
libro de los Salmos refleja este uso: "rocíame con el hisopo, y quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que
la nieve" (Sal 50,9). Y el Señor promete: "derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará; de todas
vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar" (Ez 36, 25). En la tradición bíblica de Israel son muchas las
indicaciones de veneración por el agua. El Espíritu divino planea sobre las aguas primordiales, dando vida por
Son las aguas en el diluvio universal las que dan muerte al pecado de la humanidad, y vida a los supervivientes,
que "se salvaron por el agua", como dice San Pedro. Ella es una figura del bautismo en Cristo (1 Pe 3,18-21).
Las aguas del Mar Rojo, a las que Moisés dedica un himno, dan muerte a los egipcios y vida a los israelitas,
anticipando así también el bautismo cristiano (1Cor 10,2). Golpeada por Moisés la Roca en el desierto, la
convierte en fuente, que da la vida a los que morían ya de sed (Núm 20,1-11); "y la Roca era Cristo" (1Cor 10,4),
de cuyo costado salió en la Cruz "sangre y agua" (Jn 19,34). Agar e Ismael, en el desierto, se salvan por el agua
que Dios les da (Gén 21,14), como también Naamán se libra por el agua de su lepra (2Re 5,1ss). El profeta
Ezequiel ve que del costado del Templo, al oriente, brota un agua viva que todo lo vivifica a su paso (47,1-12).
En fin, es el agua del Jordán, donde Jesús es bautizado, el comienzo del bautismo cristiano; es el agua, como
dice San Cirilo de Alejandría (+444), "el principio del Evangelio", como antes fue "el principio del mundo"
(Catequesis III,5). Se sirve Dios del agua en la piscina de Betsaida para sanar a los enfermos (Jn 5,1-9). Y
enseña Jesús a Nicodemo que los hombres nuevos han de nacer de nuevo "del agua y del Espíritu" (Jn 3,5).
-Los cristianos, pues, desde el principio veneran siempre el agua, viendo en esa criatura el inicio de la primera
creación y el comienzo de la creación nueva. Esta transformación del mundo por la gracia de Cristo es
elocuentemente anunciada en Caná, donde el Nuevo Adán convierte el agua en vino (Jn 2,1-11). En el pozo de
Jacob se manifiesta Jesús a la samaritana (Jn 4,6), y después a todo el pueblo, como fuente inagotable de una
agua que da la vida eterna: "si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (7,37-39).
San Cirilo de Alejandría considera el agua, en el orden de la naturaleza, como "el más hermoso de los cuatro
elementos" que constituyen el mundo (Catequesis III,5). Y en el orden de la gracia, sabemos que Dios elige el
agua no sólo como medio de salvación en el Bautismo, sino también como materia imprescindible de la
Eucaristía. Ya a mediados del siglo II, San Justino, al describir la celebración de la Eucaristía, testimonia que se
realiza con "pan, vino y agua" (I Apología 67). Tertuliano (+220) refiere el lavatorio de manos en la celebración
del sacrificio eucarístico (Apologia39), rito, por cierto, que sigue vigente en el Novus Ordo de la Misa (n. 24),
aunque no pocos sacerdotes lo omiten, rompiendo una tradición de al menos dieciocho siglos. "El sacerdote, a
un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto: Lava me, Domine, ab iniquitate mea, et a peccato meo
munda me".
No obstante la gran devoción de los cristianos hacia agua, criatura excelsa y sacramento de regeneración, la
Iglesia en un principio se mostró reacia a establecer el sacramental del agua bendita, precisamente porque
eran muchos los ritos paganos -egipcios, romanos, griegos, casi todos los pueblos antiguos, también la India-
que usaban el agua lustral profusamente en sus ritos sagrados, casi siempre con un sentido de purificación. En
esos ritos era antiquísimo el uso de la sal y de otros elementos que se mezclaban con el agua.
Al principio del siglo II se halla ya, sin embargo, en la Iglesia la primera fórmula conocida de bendición del
agua, mezclada con la sal, y está prescrita por el papa San Alejandro (105-115) para aspersión de las
habitaciones (A. Gastoué, Dict. Spiritualité IV, 1982). El agua bendita es, pues, uno de los muchos casos en que
la Iglesia, realizando históricamente un misterio de encarnación, cristianiza -asume, purifica y eleva- antiguos
ritos paganos, que también usaban el agua y la sal. Ninguna religión, ciertamente, tiene tantos motivos como el
Cristianismo para venerar el agua y para convertirla, con la gracia de Cristo, en uno de sus sacramentales más
preciosos. Posteriormente, esta tradición se expresa con relativa plenitud en las Constituciones Apostólicas
(380), en las que hallamos preciosas fórmulas de bendición del el agua bautismal (VII,43), y también del agua y
"Es el obispo el que bendice el agua o el aceite. Pero si él se encuentra ausente, que lo haga el presbítero,
asistido por el diácono. Pero si el obispo se encuentra allí, que el presbítero y el diácono lo asistan. Y que diga
así:
"Señor del universo, Dios que todo lo puedes, Creador de las aguas y dador del aceite, misericordioso y amigo
de los hombres, tú, que das el agua que sirve como bebida y para las purificaciones y "el aceite que alegra el
rostro" [Sal 103,15] para nuestro gozo y alegría [Sal 44,8.16], tú mismo, ahora, por Cristo, santifica esta agua y
este aceite, en nombre de aquel (o aquella) que los ha traído, y concédeles la fuerza de dar salud, de evitar las
enfermedades, de alejar los demonios, de proteger la casa, de apartar de cualquier asechanza. Por Cristo,
"nuestra esperanza" [1Tim 1,1], por quien te sean dados gloria, honor y veneración, en el Espíritu Santo, por los
siglos. Amén".
El sacramentario gelasiano antiguo (mediados del s. VII) contenía ocho fórmulas de bendición del agua.
Alcuino (+804) reunió cinco fórmulas, añadidas al sacramentario gregoriano-adrianeo, que el Papa Adriano
faciendamaquambenedictam del Ritual romano hasta el ritual De benedictionibus (1984), compuesto por la
-La bendición del agua puede hacerse en la Misa, según indica el Bendicional (1224): "La bendición y la
aspersión del agua se hace normalmente el domingo, según el rito descrito en el [actual] Misal Romano"
(apéndice 1: Rito para la bendición del agua y aspersión con el agua bendita). Tras un breve saludo, una de las
oraciones que el Misal ofrece, y que expresa los efectos propios del agua bendita, dice así:
"Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo, bendice +
esta agua, que vamos a usar con fe para implorar el perdón de nuestros pecados y
alcanzar la ayuda de tu gracia contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.
Concédenos, Señor, por tu misericordia, que las aguas vivas siempre broten
salvadoras, para que podamos acercarnos a ti con el corazón limpio y evitemos
todo peligro de alma y cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén".
Prevé este Rito que donde "la costumbre popular" lo aconseje, se conserve "el
rito de mezclar sal en el agua bendita", bendiciendo previamente la sal. Una vez
bendecida el agua, el sacerdote se rocía a sí mismo con el hisopo y puede luego
recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles. En el Tiempo de Pascua, por su
carácter bautismal, este Rito es recomendado especialmente.
"Señor, Padre santo, dirige tu mirada sobre nosotros que, redimidos por tu Hijo,
hemos nacido de nuevo del agua y del Espíritu Santo en la fuente bautismal;
concédenos, te pedimos [ + ], que todos los que reciban la aspersión de esta agua
queden renovados en el cuerpo y en el alma y te sirvan con limpieza de vida. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén".
Es de notar que en tanto que el Misal Romano bendice la misma agua con
fórmula expresa y con el signo de la cruz, la bendición del Bendicional no realiza
una bendición directa del agua como criatura, y no lleva el signo de la cruz, que
le he añadido yo [ + ] en cumplimiento del Decreto de 2002, al que ya aludí (223).
Por eso estimo más recomendable el uso de la fórmula bendicional que ofrece
el Misal Romano del Novus Ordo, más fiel a la tradición.
-Las pilas de agua bendita en las parroquias y las agua benditeras en los
conventos y en las casas de familia han formado parte del mundo cristiano de
la gracia durante siglos, pero hoy han desaparecido casi por completo en las
Iglesias más o menos descristianizadas. En ellas la gran mayoría de los
bautizados son alejados habituales -concretamente de la Eucaristía y de la
Penitencia sacramental-, y si menosprecian los sacramentos, a fortiori ignoran y
desprecian los sacramentales. Son pelagianos, que para seguir "el camino
abierto por Jesús" solamente se apoyan en su voluntad, no en los sacramentos,
que para ellos vienen a ser ritos mágicos. O son vagamente gnósticos, muy
débilmente adictos a las fabulaciones de alguna ideología del Cristianismo,
desvinculada completamente de Escritura, Tradición y Magisterio.
"Creí, y por eso hablé" (2Cor 4,13). No creí, y por eso callé.
“Dios, tú que eres Todopoderoso, eres el origen del alma, de la vida, del cuerpo y del espíritu;
Bendice el día de hoy esta agua que coloco frente a ti, agua que utilizaré solo con fe para pedir por
el perdón de todos mis pecados.
Esta agua divina que hoy quiero bendecir en tu nombre me servirá para alcanzar tu gracia y
protegerme de quien quiera hacerme daño, cuidarme de la enfermedades y alejarme del mal.
Concédeme señor, en nombre de tu gran misericordia el poder de bendecir esta agua y que se
vuelva sanadora, para limpiar mi corazón de todos los miedos y pecados cometidos.
Alegame de todos los peligros, aleja mi alma y cuerpo y otórgame un espíritu limpio.
Por Jesucristo,
Amén.” (Realizar la señal de la cruz sobre el agua y rezar un Padre Nuestro)
“Dios nuestro señor, para la salvación divina del humano hiciste brotar agua sobre los sagrados
sacramentos, todo para otorgar nueva vida.
Dios, tú que eres generoso escucha el día de hoy mis plegarias y con tu poder bendice esta agua,
agua que a partir de hoy será efecto de tu gran poder, de tu gran misericordia y de tu amor hacía
nosotros.
Esta agua será utilizada para alejar todos los espíritus malignos y limpiar nuestro cuerpo y alma
de todos los pecados hasta hoy cometidos.
Te pido señor, en tu nombre, que nos hagas participes de tu inmenso coraje y nos ayudes a
mantenernos firmes siempre por ti.
Por Dios nuestro señor,
Amén.”
“Señor Jesucristo, el día de hoy nos hemos reunidos para celebrar tu resurrección y nos
disponemos a pasear por nuestro nuevo hogar esta agua, como ofrenda por tu gran corazón y amor
hacía nosotros.
Te invitamos a purificar nuestros cuerpos y corazones para que podamos vivir en total armonía,
ayudamos a dejar los rencores atrás, la infelicidad y el egoísmo.
Hoy decidimos entregarnos a ti y al mismo tiempo pedir por la bendición de nuestra familia y
nuevo hogar, para que los malos espíritus se mantengan alejados y nuestra familia este siempre
unida; caminando de tu mano y del amor que solo tú nos puedes dar.
Amén.”