Richard Rorty
Richard Rorty
Richard Rorty
Biografía
Pasó el inicio de su carrera tratando de conciliar sus creencias e intereses personales con la búsqueda
platónica de la verdad.
Los pragmáticos generalmente sostienen que la importancia de una idea debe ser medida por su utilidad o
eficacia para lidiar con un problema dado. Esta noción se remite, especialmente, a William James, quien, en
su libro Pragmatismo, estableció que las ideas deben ser consideradas no cómo válidas en sí mismas sino
como "guías para la acción".
Conceptos principales:
Las críticas de Rorty se centraron en cuestionar la filosofía basada en la metafísica que parece obsesionada
con ponerse en un lugar privilegiado desde el cual someter y limitar toda la realidad bajo el juicio soberano
de una razón omnipotente (crítica que inauguró con su best seller de 1979 La filosofía y el espejo de la
naturaleza). Ese modo de hacer filosofía es el que para Rorty termina divorciándose de la realidad y es el
que, finalmente, genera una filosofía que sólo habla de sí misma y que gira sobre sí misma en una especie de
metalenguaje. Rorty aclaró que el problema lo tienen incluso aquellos que quieren escapar a la metafísica
(como Derrida) y que asumen esta tarea con un dramatismo innecesario. "Derrida habla como si este
elegante dilema de manual fuese real", como si este problema estuviera "haciendo la vida imposible no sólo
a los ingeniosos aficionados a los juegos de palabras como él, sino al conjunto de la sociedad"
Filosofía literaria
El lado más irónico de Rorty aparece cuando desacraliza el lenguaje de la filosofía y lo empieza a considerar
como un lenguaje más, incluso homologándolo con la literatura. Por ejemplo, planteó que, en vez de pensar
un tratado sistemático sobre la moral, en la propia literatura ya es posible encontrar fuentes que sirven para
inspirar moralmente. Para ello tomó como modelo a Henry James, Marcel Proust y el poeta americano Walt
Whitman (Rorty tenía una cátedra de literatura en Stanford).
Pero estos temas literarios están relacionados con la fuente de la cual se nutre Rorty: el filósofo Ludwig
Wittgenstein. Partiendo de lo anterior encontramos frases como: "La física y metafísica que han sido
importantes y revolucionarias han sido siempre 'literarias' en el sentido de que han abordado el problema de
introducir una nueva jerga y han dejado de lado los 'juegos de lenguaje' vigentes" (Essays on Heidegger and
others: philosophical papers, 1991, página 99)
Para Rorty, la expresión 'juegos de lenguaje' le permite hacer comprender que la filosofía de corte metafísico
(la que estudia las grandes preguntas que buscan distinguir y zanjar lo verdadero de lo aparente) está
destinada al fracaso por culpa de interrogantes e intenciones que no conducen a nada. Finalmente, para
Rorty y para Wittgenstein, los humanos simplemente nos movemos en el lenguaje y en las prácticas sociales
que lo generan: Preguntarse por los límites o si existe una entidad fuera del tiempo que sostiene y le da
sentido a esos 'juegos de lenguaje' es, o bien, una práctica inútil, o bien, sólo un juego más. Ideas como estas
son las que hicieron de Rorty un pragmatista que actuaba como una suerte de terapeuta (como
Wittgenstein) dedicado a quitarle a los filósofos el afán de preguntarse por asuntos inefables que están más
allá de la temporalidad. En lugar de enredarse en eso, Rorty pensaba que el fin de toda investigación debiera
ser "hacernos más felices permitiéndonos afrontar con más éxito el entorno físico y la convivencia".
Rorty concuerda que el lenguaje ideal que se venía pensando era sistemático, puramente descriptivo y con
limitaciones5, el cual estaba influido por los supuestos teóricos de la metafísica, filosofía analítica y el
positivismo a los cuales él mostró oposición al igual que de la noción de verdad objetiva.
El filósofo estadounidense apoya la idea del lenguaje ordinario, que se preocupa por lo que podemos saber
acerca de la gente a partir de su manera de hablar y concuerda que “el significado de una palabra no es un
dato, no es un referente inmediato, fijo, de diccionario, sino que depende de las circunstancias de una
situación de habla.” (Escalante, 1999, p.170)
Por esta razón los supuestos teóricos de la filosofía del lenguaje ordinario permitieron ampliar el panorama
para que otros autores pudiesen “investigar qué es lo que una sociedad considera bueno, según los distintos
usos que le da a la palabra, las situaciones en lo que tiene sentido usarla.” (Escalante, 1999, p.171)
Según Rorty (1990) el giro lingüístico significó pasar de hablar de representaciones mentales privadas a
comenzar a hablar de que toda representación es lingüística y, por lo tanto, el modelo trascendental de
argumentación se convirtió en una estrategia para responder a la cuestión “¿De qué manera o qué
condiciones debe cumplir el lenguaje para representar el mundo y expresar verdades sobre él? (Sierra M,
1990, p. 14)
Para Rorty el giro lingüístico, no sólo es un cambio de la visión filosófica del lenguaje sino también un cambio
en las narrativas que giran en torno a él, rechazando la noción que se tiene de verdad objetiva, expresando
que el lenguaje es contingente y “resultado de «miles de pequeñas mutaciones»” (Rorty, cap. 1 1991 citado
por Adolfo Vásquez Rocca 2005) y por lo tanto fruto de representaciones del mundo real y de la
perseverante búsqueda por conocer la verdad a través de la interpretación.
“En términos de Richard Rorty: “La verdad se hace y no se descubre”, “la verdad es algo que se construye en
vez de algo que se halla”. Los filósofos que privilegian el discurso científico suelen creer que la verdad es algo
que se encuentra a través de una objetividad desprejuiciada de las cosas.” (Scavino, 1999, p. 29)