Análisis de El Proceso Del Kafka

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Acta Poetica 24-2

OTONO
2003

Michael Lowy
Trad, de Esther Cohen y Melina Balcazar

De Mendel Beiliss, el judio paria,


a Joseph K., la victima universal.
Una interpretacion de El proceso de Kafka

En su notable ensayo sobre "la tradicion olvidada", publicado


en 1944 en la revista Jewish Social Studies, Hannah Arendt
presenta a Franz Kafka como uno de los mas importantes
ejemplos —junto con Heine, Chaplin y Bernard Lazare— de
la sensibilidad del paria rebelde en la historia de la cultura ju-
dia moderna. Es decir, desde un punto de vista que, a partir de
la experiencia del paria de la exclusion y de la opresion, pone
en cuestion los fundamentos de la sociedad politica existente.
De acuerdo con Arendt, El castillo es la obra de Kafka que
expresa de la manera mas imponente esta sensibilidad del pa-
ria rebelde, "la linica novela en donde Kafka discute la cues-
tion judia y la unica cuyo heroe es evidentemente un judio."
Ciertamente, K. no tiene ninguna caracteristica tipicamente
judia, pero se encuentra inmerso en situaciones y perplejida-
des "especificas de la vida judia."^ Es un "hombre de buena
voluntad", que no pide mas que el respeto de sus derechos y a

' Hannah Arendt, The Jew as Pariah. Jewish Identity and Politics in the
Modern Age, New York, Grove Press, p. 84.

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quien le gustaria convertirse simplemente en un habitante del
pueblo como los otros. No obstante, el se distingue de los
pueblerinos por su voluntad de determinar su propio destino,^
ya que estos se comportan como victimas pasivas de una "fa-
talidad".
La lectura arendtiana es interesante, pero demasiado judeo-
centrica: contrariamente a su asercion, nada en la novela indi-
ca que las "situaciones y perplejidades" de K. sean espe-
cificamente judias; por el contrario, se aplican a todo tipo de
extranjeros o inmigrantes. Aun mas discutible es la tentativa
de Arendt de traducir en terminos sionistas la filosofia politi-
ca de la novela: segun ella, Kafka seria un sionista que querria
abolir la condicion "anormal" de los judios, simbolizada por
el personaje de K. Lo menos que podemos decir es que tal in-
terpretacion es perfectamente arbitraria y no corresponde en
nada a la trama de la novela, sin hablar de la profunda ambi-
guedad de Kafka en relacion con el sionismo, que se resume en
una celebre nota de sus cuadernos en octavo: "no he logrado,
como los sionistas, atrapar el ultimo borde del chal de rezo que
se va".^
Apenas algunos meses mas tarde, H. Arendt publica en la
Partisan Review —en esa epoca un organo de la izquierda
antiestalinista— un nuevo ensayo sobre Kafka, que toma otra
vez los puntos fuertes del texto anterior, pero esta vez dentro
de una clave de lectura resueltamente universalista: K., el he-
roe de El Castillo, es un extranjero, un inmigrante que pelea
por el reconocimiento de sus derechos."^ Esta interpretacion tal
vez esta mas cercana al espiritu y a la letra de la novela, pero
la intuicion, tan rica y seductora, sobre el papel de la sensibili-
dad judfa y de paria rebelde en la obra de Kafka, desaparecio.
2 Id, p. 87.
^ Franz Kafka, Hochzeitsvorbereitungen aufdem Lande und andere Prosa aus
dem Nachlass, Frankfurt am Main, Fischer, 1976, p. 89.
•* Hannah Arendt, "Franz Kafka", Sechs Essays, Heidelberg, Lambert Schneider,
1984, pp. 130-145.

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En otros terminos, le falta a la lectura arendtiana de Kafka
—en muchos sentidos pionera y esclarecedora— la mediacion
entre el momento judio y el momento universal.
Curiosamente, en el ensayo de la Jewish Social Studies, que
insiste sobre la "judeidad" de K., no se trata Elproceso. Y, sin
embargo, se hubiera podido argumentar que, en esta novela,
tambien esta —si no es que mas que en El castillo—, la cues-
tion de "situaciones y perplejidades" propiamente judias.
El silencio de Hannah Arendt sobre la dimension "judia" de El
proceso es tanto mas sorprendente cuanto se trata de la unica
novela en la que Kafka publico un fragmento —la parabola
"Ante la ley"— en una revista judfa e incluso sionista, Selbst-
wehr, editada por sus amigos judfos praguenses. En el segundo
artfculo sobre Kafka, el de la Partisan Review, Arendt discute
largamente El proceso pero, como en el caso de El castillo,
desde un punto de vista universalista. Regresare mas tarde a
este analisis que contiene elementos de gran interes, pero del
cual, una vez mas, toda referencia a los judfos como parias esta
ausente.
Dejo de lado las cuestiones que plantea la "metedura de
pata" de Hannah Arendt sobre El proceso o el sorprendente
contraste entre los dos textos de 1944. Mi objetivo en este
artfculo es simplemente tratar de tomar el hilo de su argumen-
to ahf donde se interrumpio. En otros terminos, me gustarfa
examinar El proceso a partir de la hipotesis —que me parece
profundamente justa— de la sensibilidad de paria rebelde de
Kafka y encontrar las mediaciones entre esta dimension "ju-
dfa" (implfcita) de la novela y su contenido autenticamente
universalista.
La hipotesis arendtiana —Kafka como "paria rebelde"—
permite evitar la trampa de las lecturas conformistas de El
proceso. Llamo "conformistas" a dos tipos de interpretacion
de la novela, que ocupan un lugar considerable en la literatura
secundaria:

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l)Las que designan al misterioso Tribunal que condena a
Joseph K. como una institucion divina, a cuyas decisiones hay
que someterse con resignacion. El ejemplo mas conocido es el
de Max Brod, excelente amigo y biografo de Kafka, pero muy
mediocre interprete de su obra, para quien el heroe / vfctima
de la novela serfa una especie de Job moderno, duramente
golpeado por una Justicia Divina inescrutable.
En su segundo artfculo sobre Kafka, Hannah Arendt some-
tio este tipo de exegesis a una crftica desfigurada; sin mencio-
nar a ningiin autor, ella ataca a un personaje generico designa-
do como "el lector de los anos veinte":

Kafka se propone como objetivo destruir ese mundo exageran-


do los contornos de su horrible estructura [...]. Pero el lector
de los anos veinte [...] no querfa escuchar la razon. Sus inter-
pretaciones de Kafka revelan mas sobre el mismo que sobre
Kafka; en su admiracion ingenua de un mundo que Kafka, en
su extrema clarividencia, habfa representado como intolerable-
mente siniestro, el lector revelaba su propia compatibilidad
con "el orden mundial", y revelaba que cerca estaban las su-
puestas elites y vanguardias de este orden mundial.^

2) Las que suponen la culpabilidad de Joseph K. y, por lo


tanto, la legitimidad de su condena. Por ejemplo, Erich Seller
—cuyos certeros analisis son totalmente dignos de interes—
llega a la conclusion siguiente, despues de una discusion de-
tallada de la parabola "Ante la ley":

Sin embargo, hay una certeza que se ha mantenido intacta en


la parabola asf como en el conjunto de la novela: la Ley existe
y Josef K. debio ofenderia terriblemente, ya que es ejecutado
al final con un cuchillo de camicero de dos filos —sf, de dos
filos— que le hundieron en el corazon y lo hicieron girar ahf
dos veces ^
Hannah Arendt, "Franz Kafka", op. cit., p. 130.
Erich Seller, Franz Kafka, Princeton University Press, 1982, pp. 79-80.

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Lo cual, aplicado a los acontecimientos del siglo xx, darfa
la siguiente moraleja de la historia: si tal o cual persona o, in-
cluso, algunos millones de personas son ejecutadas, es tal vez
porque han ofendido terriblemente a la Ley... De hecho, nada
en la novela da a entender que el pobre Joseph K. haya "ofen-
dido terriblemente a la Ley". (6Cual?)
Ciertamente, otros lectores mas atentos reconocen que nada
en el libro indica la culpabilidad del heroe; sin embargo, tal
vez en los capftulos que Kafka no tuvo tiempo de escribir se
encuentra "la explicacion de la falta de Joseph K. o al menos
las razones del proceso".^ Ahora bien, podemos especular
infmitamente sobre la novela que Kafka habrfa escrito —o
habrfa debido escribir—, pero en el manuscrito, tal como exis-
te, una de las ideas eje del texto es precisamente la ausencia
de toda "explicacion de las razones del proceso" y la negativa
obstinada de todas las instancias involucradas —policfas, ma-
gistrados, tribunales— de proporcionar una. Todas las tenta-
tivas de los interpretes para "culpabilizar" a Joseph K. se en-
frentan inevitablemente a la primera frase de la novela, que
afirma simplemente: "Posiblemente algun desconocido habfa
calumniado a Joseph K., pues sin que este hubiese hecho nada
punible, fue detenido una manana."^ Es importante observar
que esta frase no se presenta del todo como la opinion subje-
tiva del heroe —como en los numerosos pasajes de la novela
en donde clama por su inocencia—, sino como una infor-
macion "objetiva", tan factual como la frase siguiente: "La
cocinera de su patrona, la sefiora Grubach [...] no apareci6
aquella manana."^
^ Casten Schlingmann, Franz Kafka, Stuttgart, Reclam, 1995, p. 44.
^ Franz Kafka, El proceso, trad. R. Kruger, Mexico, Origen/Seix Barral, 1984,
p. 5
' La tentativa de ciertos investigadores de leer la frase "sin que 6ste hubiese
hecho nada punible" —en alemdn ohne das er... hdtte— como la prueba de que
se tratarfa del "punto de vista subjetivo de Josef K. y no de una constataci6n
objetiva del narrador" (cf. C. Schlingmann, op. cit., p. 38) me parece totalmente
arbitraria.

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Lo que tienen en comun estos dos tipos de exegesis es que
neutralizan o borran la formidable dimension crftica de la no-
vela, cuyo tema central es, como bien lo comprendio Hannah
Arendt, "el funcionamiento de una disimulada maquina buro-
cratica en la cual el heroe fue atrapado de manera inocente".^^
Al describir este funcionamiento, Kafka se inspiro eviden-
temente en su experieneia de jurista / burocrata, empleado de la
Arbeiter-Unfall-Versicherung-Anstaltfiir das Konigreich Bohmen.
Como lo habfa constatado ya Max Brod y, despues de el,
muchos exegetas, la descripcion del funcionamiento opaco y
absurdo de las instancias burocraticas en El proceso debe mu-
cho a lo que se vive cotidianamente, sin duda, visto no desde
la perspectiva de la alta jerarqufa de la institucion, sino de los
humildes trabajadores vfctimas de los accidentes profesiona-
les, perdidos en el laberinto administrativo, a quienes Kafka
dirigfa su simpatfa.
Sin embargo, la trama de la novela se sitiia mas alia de este
primer nivel, relativamente benigno; basta con pensar en su
conclusion para darse cuenta de que lo que esta en juego es
dramatico de otra forma: no se trata solamente de la opacidad
burocratica, sino de la naturaleza inhumana y homicida de los
aparatos institucionales jurfdicos / estatales.
Si este fuera el caso^no podemos mas que sorprendernos
por el caracter profetico de la novela: Kafka parece designar,
con su imaginacion visionaria, la justicia de los Estados totali-
tarios, los procesos nazis o estalinistas. Bertolt Brecht, aunque
companero de ruta leal al movimiento comunista pro-sovieti-
co, observaba, en una conversacion con Walter Benjamin a
proposito de Kafka, en 1934 (es decir, incluso antes de los
Procesos de Moscii):

Kafka no tuvo sino un solo problema, el de la organizacion.


Lo que lo pasmo fue la angustia ante el Estado-hormiguero, el
'° Hannah Arendt, "Franz Kafka", op. cit., p. 128.

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modo en que los bombres se alienan por las formas de su vida
en comun. Y el previo ciertas formas de esta alienacion, como
por ejemplo los metodos de la GPU."

Este tipo de lectura es un legftimo homenaje a la clarividen-


cia del escritor praguense, pero ofrece poca luz sobre sus pro-
pias motivaciones y sus fuentes de inspiracion. Ademas, estas
referencias a posteriori a los Estados Uamados "de excepcion"
oscurecen lo que constituye una de las ideas eje de la novela:
la "excepcion", es decir, la destruccion del individuo por los
aparatos de Estado, en menosprecio de sus derechos, es la re-
gla (parafraseo una frase de Walter Benjamin). En otros termi-
nos: El proceso ataca la naturaleza alienada y opresiva del Es-
tado "normal", legal y constitucional. He aquf por que, desde
las primeras paginas de la novela, se dice claramente: "K. era
miembro de un Estado constitucional en el cual reinaba la paz
y el orden y las leyes eran cumplidas. ^Quienes eran aquellos
sujetos que osaban echarsele encima en su propia casa?"^^
Como sus amigos anarquistas praguenses, Kafka parece consi-
derar toda forma de Estado, el Estado como tal, como una je-
rarqufa autoritaria fundada en la ilusion y la mentira.
No es en un futuro imaginario, sino en hechos historicos
contemporaneos donde hay que buscar la fuente de inspiracion
para la trama de El proceso:^^ entre estos hechos, los grandes
procesos antisemitas de su epoca fueron un ejemplo flagrante
" Walter Benjamin, Essais sur Brecha, Paris, Maspero. 1969, p. 132. (Walter
Benjamin, Tentativas sobre Brecha, Madrid, Taurus, 1975). En un ensayo publi-
cado en 1974, J. P. Stern establece un paralelismo interesante —aunque un poco
forzado— entre El proceso de Kafka y la Iegislaci6n nazi o la prdctica de los tri-
bunales del III Reich. (J. P Stern, "The Law of the Trial", On Kafka: Semi-
centenary Perspectives, New York, Harper & Row, 1976.)
'^ Franz Kafka, El proceso, op. cit., p. 8.
'•^ Me apoyo aquf en las investigaciones de Rosemarie Ferenczi, cf. Kafka.
Suhjectivite, Histoire et Structures, Paris, Klincksiek, 1975, p. 62: "Kafka no qui-
so ser el profeta de las catdstrofes futuras, se Iimit6 a descifrar los aspectos de la
desdicha de su tiempo. Si sus descripciones parecen con frecuencia efectivamente
profeticas, se debe a que 6pocas ulteriores constituyen continuaciones 16gicas de
la de Kafka."

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de la injusticia de Estado. Los mas celebres fueron el proceso
Tisza (Hungria, 1882), el proceso Dreyfus (Francia, 1894-
1899), el proceso Hilsner (Checoslovaquia, 1899-1900) y el
proceso Beiliss (Rusia, 1912-1913). A pesar de las diferencias
entre las formas de Estado —absolutismo, monarquia constitu-
cional, republica— el sistema judiciario condeno, incluso a la
pena de muerte, a vfctimas inocentes cuyo linico crimen fue el
de ser judfos.
El caso Tisza —un proceso, por asesinato ritual, contra
quince miembros de la pequena comunidad judfa de un pueblo
al norte de Hungria en 1882-1883— no parece haber tocado
a Kafka directamente, pero, en su correspondencia con Felice
Bauer se encuentra una referencia al libro de Arnold Zweig,
Ritualmord im Ungarn (Berlin, 1914), un drama historico en
cinco actos dedicado a este caso. El proceso Dreyfus no se
menciona mas que raramente en sus escritos —por ejemplo, en
una carta de 1922 a Max Brod—}^ pero se puede estar casi se-
guros de que, como todo ciudadano europeo —j sobre todo ju-
dfo!— de esa generacion, conocfa los principales episodios de
este acontecimiento traumatico. En cuanto al proceso Hilsner,
a pesar de su poca edad (en 1899 tenia 16 anos), Kafka no dejo
de captar el alcance inquietante del suceso. El joven judfo
checo Leopold Hilsner, condenado a la pena de muerte por
"homicidio ritual", a pesar de la ausencia de pruebas, salv6 su
vida gracias a una campana Uevada a cabo por el dirigente po-
lftico dem6crata Thomas Masaryk (futuro presidente de la Re-
publica checoslovaca); cuando se reviso el proceso, su pena
fue conmutada a cadena perpetua. En una conversacion referi-
da por Gustav Janouch, Kafka menciona que este episodio fue
como el punto de partida, durante sus discusiones con su ami-
go y colega de liceo, Hugo Bergmann, de su toma de concien-
cia de la condicion del judfo: "un individuo despreciado, con-
'•* Franz Kafka, Briefe 1902-1924, Frankfurt am Main, Fischer Taschenbuch
Verlag, 1975, p. 402.

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siderado por el mundo circundante como un extranjero sola-
mente tolerado'V^ en otros terminos, un paria...
Ciertamente, los testimonios de Janouch son dudosos, pero,
en la correspondencia de Kafka con Milena, se tiene una refe-
rencia directa al caso Hilsner como ejemplo paradigmatico de
la irracionalidad de los prejuicios antisemitas: "No imagino
como los pueblos... han podido Uegar a la idea de muerte ri-
tual"; en una suerte de espectaculo fantasmagorico, "vemos
a 'Hilsner' cometer su fechorfa paso a paso". Dicho sea entre
parentesis, encontramos en esta misma correspondencia varias
otras referencias al antisemitismo, por el que todos los judfos
"hacen figuras de negros" y constituyen una "raza de infeccio-

No obstante, es probable que el proceso contra el zapatero


judfo Mendel Beiliss (Kiev, 1913, tambien por una acusacion
de "homicidio ritual") lo haya sacudido aun mas; la revista
Selbstwehr, a la que estaba suscrito, se obsesiono con el caso,
que manifestaba de manera sorprendente la condicion de "pa-
ria" de los judfos en el Imperio ruso: su ausencia de derechos,
su exclusion social, su persecucion por el Estado. Se sabe que,
entre los papeles que Kafka quemo poco antes de su muerte, se
encontraba un relato sobre Mendel Beiliss. ^^
El papel de los procesos antisemitas y, particularmente, de
este ultimo como fuente de El proceso, no es mas que una hi-
potesis, pero es tanto mas plausible cuando, a partir de 1910,
luego de su encuentro con el teatro yidish y de su amistad con

'5 G. Janouch, Kafka und seine Welt, Wien, Verlag Hans Deutsch, 1965, p. 55.
Sobre el caso Hilsner y su impacto en la opini6n checa, ver Rosemarie Ferenczi,
op. cit., pp. 46-58.
'* Franz Kafka, Cartas a Milena.
'^ Max Brod, Franz Kafka: eine Biographie, Frankfurt am Main, S. Fischer,
1954, p. 248. Brod cita el testimonio de Dora Dymant, la ultima compaiiera
de Kafka: "Entre sus papeles quemados, se encontraba, segiin Dora, un relato de
Kafka que tenfa por tema el proceso por homicidio ritual contra Beiliss en
Odessa." Con referencia a este tema, ver Arnold J. Band, "Kafka and the Beiliss
Affair", Comparative Litterature, vol. 32, n° 2 (spring 1980).

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el actor Itzhak Lowy, Kafka se vio presa de un interes crecien-
te por el judafsmo, la cultura yidish y el sionismo —que se
traduce, entre otras cosas, por el envfo de sus escritos a publi-
caciones judfas como Selbstwehr o Der Jude, la revista de
Martin Buber.
Sin embargo, Kafka comprendio estos procesos no solo
como judfo, sino tambien como espfritu universal antiauto-
ritario: descubre en la experiencia judfa la quintaesencia de la
experiencia humana en la epoca moderna. En El proceso, el
heroe, Joseph K., no tiene nacionalidad o religion determinada:
la eleccion misma de una simple inicial en el lugar del nombre
del personaje refuerza su identidad universal; es el represen-
tante por excelencia de las vfctimas de la maquina legal del
Estado.
En un comentario reciente sobre el concepto de paria en
Hannah Arendt, Eleni Varikas pone en evidencia su alcance
crftico general y paradigmatico: "La experiencia marginal de
los parias se convierte desde este punto de vista en ejemplar.
Producto y sfntoma de un entendimiento polftico que, siguien-
do la tradicion occidental dominante, 'no trataba mas que de
manera accesoria la pluralidad humana'."'^ El paria esclarece
no solo las disfunciones y las derivas, sino tambien la natura-
leza y los lfmites de la democracia historica, es decir, del Esta-
do democratico": de este "Estado de derecho" (Rechstaat) que
hace irrupcion temprano en la manana en casa de ciudadanos
inocentes para arrestarlos, como en el primer parrafo de El
proceso de Kafka.
Aquf se encuentra la logica de universalizacion a partir de
la experiencia judfa que se habfa identificado siguiendo las
dos lecturas sucesivas de El castillo que hace Hannah Arendt.
En esta reinterpretacion universalista de los procesos anti-
semi tas, su simpatfa por las ideas libertarias desempeno tal
'^ Hannah Arendt y Karl Jaspers, "Lettre du 4 mars 1951", Correspondence
1926-1969, Paris, Payot, 1985, p. 244.

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vez un papel no despreciable. Gracias a diversos testimonios
convergentes, se sabe que Kafka habia frecuentado a menudo,
entre 1909 y 1912, reuniones publicas de ciertos medios anar-
quistas o anarco-sindicalistas praguenses; sus lecturas de esta
epoca documentan, tambien, esta simpatia.'^ La cuestion de la
"injusticia de Estado" ocupa un lugar importante en esta cul-
tura libertaria que rememora, el primero de mayo de todos los
anos, a los "martires de Chicago", dirigentes anarco-sindica-
listas ejecutados en 1899 bajo una falsa acusacion. Mas re-
cientemente (1910), otro asunto habfa suscitado la indigna-
cion de los medios anarquistas en el mundo entero: la condena
a muerte y ejecucion de Francisco Ferrer, el eminente pedago-
go libertario, fundador de la Escuela Moderna, acusado sin ra-
zon de haber inspirado una sublevacion anarco-sindicalista en
Barcelona. Segun el testimonio de Michal Mares, Kafka ha-
brfa participado en una manifestacion praguense de protesta
contra la ejecucion de Ferrer por la monarqufa espanola.
Ciertamente, las novelas de Kafka no son portadoras de
ningun "mensaje" polftico o doctrinario, pero expresan cierto
estado de animo antiautodtario, una sensibilidad libertaria, un
distanciamiento crftico e ironico frente a las jerarqufas de po-
der burocraticas y jurfdicas.
^Como se presenta entonces esta jerarqufa en El procesol
Esencialmente, desde el punto de vista subjetivo de la vfctima,
es decir, de Joseph K. —enriquecido con algunas informacio-
nes proporcionadas por los personajes que se pretenden cerca-
nos al Tribunal: el pintor o el abogado.
Joseph K. es entonces detenido una mafiana bella, aparente-
mente vfctima de una calumnia. Se podrfa interpretar esta afir-
macion como una referencia indirecta a los procesos antise-
mitas, pero la problematica de la calumnia no es seguida en la
novela. Se le niega cualquier explicacion de este tipo, y su de-
" Refiero a mi artfculo "Franz Kafka et le socialistne libertaire", Refractions,
num. 3, 1998-1999.

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tenci6n no toma la forma de un encarcelamiento, sino mas bien
de una especie de amenaza suspendida sobre su cabeza, ya que
se le permite dedicarse a sus ocupaciones. Es juzgado por un
Tribunal que le prohfbe todo acceso a sus jueces y que no reco-
noce la defensa, sino que apenas la "tolera". Este Tribunal,
cuya jerarqufa se extiende infinitamente y cuyo comportamien-
to es inexplicable e imprevisible, se pretende infalible y se
mantiene fuera del alcance de los acusados. Despues de un
procedimiento que se mantiene totalmente opaco, envfa a un par
de verdugos a ejecutar al desgraciado Joseph K. El verdadero
caracter de tal justicia es captado ironicamente por una alego-
rfa: el cuadro del pintor de los tribunales, Titorelli, que repre-
senta a la diosa de la Justicia bajo las caracterfsticas de una
diosa de la Victoria o, mas bien, cuando se ilumina mejor el
cuadro, de una diosa de la Caza.
La ley esta practicamente ausente en este "proceso". Es algo
desconocido, imposible de conocer e, incluso, inexistente.
Su ausencia se compensa por la presencia —la omnipresencia
misma— de una poderosa organizacion legal, que dispone del
poder de vida y de muerte sobre los individuos. En uno de los
momentos mas fuertes de la novela, Joseph K. la denuncia con
indignacion:

Una organizacion que no solo da trabajo a unos guardianes


corruptos, a unos inspectores necios y petulantes y a unos jue-
ces de instrucci6n cuya mejor cualidad es la de ser mediocres,
sino que, ademas, mantiene a una magistratura de grados su-
periores y supremos, con toda la caterva inevitable y sin nu-
mero de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros servicios
auxiliares, probablemente incluso verdugos (no me asusta la
palabra). ^Y que sentido tiene, senores, esta gran organiza-
cion? Consiste en arrestar personas inocentes y en instruir
contra ellas un proceso absurdo...^^

2° Franz Kafka, El proceso, Madrid, Alianza, 2000, p. 50.

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Considerando la dramatica conclusion de la novela, esta re-
ferencia al verdugo es significativa: muestra la clarividencia
del heroe, a pesar de su peligrosa subestimacibn del Tribunal;
ademas, en el momento en que conversa con Titorelli, Joseph
K. resume asi su triste opinion sobre la institucion judiciaria:
"un solo verdugo podria sustituir a todo el tribunal".
Joseph K. Ueva a solas su combate contra el Tribunal —qui-
zas eSfuna de las razones de su derrota—, pero es consciente de
lo lejos que esta de ser la unica victima de esta "justicia": sabe
que se procede de la misma forma "con otros como conmigo".
En el momento de su visita al Tribunal, encuentra a otros acu-
sados humillados, amedrentados, que se comportan como men-

Esta descripcion del funcionamiento de las instituciones ju-


diciarias, ^es realista? Me parece que la pregunta esta mal
planteada. Hannah Arendt habla, en el pasaje antes citado, de
"exageraciones" de Kafka, pero se podria preguntar si la reali-
dad del siglo XX no ha sobrepasado, y por mucho, las imagenes
mas negras de la novela. Ciertamente, el estilo de Kafka no tie-
ne nada que ver con los canones clasicos del realismo literario,
de Balzac a Thomas Mann: la atmosfera de la novela tiene una
extrafia consistencia onirica, que articula detalles precisos y
concretos con situaciones absurdas, como en ciertos suenos,
o pesadillas. Georges Lukacs, en uno de sus peores libros, Sig-
nificacion actual del realismo critico (1955), comparo a Kafka
con Thomas Mann para concluir con el caracter profundamen-
te no "realista" —y, por lo tanto, sin interes para una cultura de
izquierda— del primero.-^^ Aparentemente, esta opinion la
compartia la burocracia estaliniana checa, para la cual el nom-
bre de Kafka era tabii, y que no quiso publicar jamas a este es-
critor sulfuroso.

Id., p. 65.
Georges LukScs, Significacion actual del realismo critico, Mexico, ERA.

105
No obstante, el filosofo marxista hungaro parece haber revi-
sado su posicion. He aquf una curiosa historia que conto a sus
discfpulos hungaros y que me trasmitieron despues de su muer-
te: luego de la invasion sovietica y de la cafda de la Republica
hungara de los Consejos Obreros, presidida por Imre Nagy en
1956, este y sus principales ministros —entre ellos Lukacs, ex
ministro de la Cultura— fueron intemados en un castillo/forta-
leza en alguna parte en Rumania, en espera de ser juzgados.
Al no tener acceso al acta de acusacion, no sabfan de que cri-
men los hacfan responsables, por lo que se encontraban en im-
posibilidad de defenderse. Tampoco conocfan la naturaleza del
Tribunal encargado de juzgarlos: ^magistrados hungaros? ^la
nueva direccion del partido? ^el politburo sovietico? ^o, sim-
plemente, una comision mixta de policfas polfticas hungara y
rusa? Varios meses mas tarde, algunos salieron de ahf para ser
ejecutados —como fue el caso de Imre Nagy— mientras que
otros, como Lukacs, fueron puestos en libertad bajo el benefi-
cio de la duda. Ahora bien, parece que un dfa, durante esta lar-
ga e inquietante espera, Lukacs, con ocasion de un paseo por el
patio, se volvio hacia su esposa para hacerla partfcipe de la si-
guiente confidencia: Kafka war doch ein Realist (Kafka fue,
despues de tddo, un realista).
"Realista" o no, Kafka logro dar cuenta, como nadie antes
que el, y probablemente ni despues, del funcionamiento de la
maquina judiciaria del Estado moderno desde el punto de vis-
ta de sus victimas. Si desde la perspectiva objetiva del sociolo-
go —por ejemplo, Max Weber— el aparato burocratico jurfdi-
co aparece como un sistema organizado, racional, impersonal,
previsible e incomparablemente eficaz, desde la vision subjeti-
va de la vfctima, que es la de Kafka en la novela, se percibe
como un engranaje opaco, impersonal, incomprensible e im-
placable.
La universalidad de la novela y su fuerte carga de subjetivi-
dad —en la perspectiva de aquellos "de abajo", que caen bajo

106
las ruedas del carro triunfal de la "justicia"— estan tal vez en-
tre las razones que hicieron de El proceso una de las obras li-
terarias que han sorprendido mas la imaginacion polftica del
siglo XX.
i,C6mo resistir al engranaje homicida de la justicia de Esta-
do? Para los amigos sionistas de Kafka, era necesario que los
parias judfos organizaran su defensa propia (Selbstwehr) como
primer paso hacia una dignidad recobrada. Para sus amigos
anarquistas praguenses, la unica defensa era la accion directa
de los oprimidos contra los poderes opresores. Kafka simpati-
zaba probablemente con estas opiniones, pero lo que muestra
en El proceso es menos optimista y mas "realista": la derrota
y la resignacion de la vfctima.
La primera reaccion de Joseph K. a la amenaza jurfdica es
la resistencia, la rebelion (individual): denuncia, protesta y
manifiesta, con sarcasmo e ironfa, su desprecio por la institu-
cion encargada de juzgado. Tiende tambien a subestimar el
peligro. Los personajes a quienes pide ayuda le aconsejan la
sumision: "uno no puede defenderse contra este Tribunal; hay
que confesar" (das Gestdndnis machen), le explica Leni, la
sirvienta del abogado. En cuanto al abogado mismo, su adver-
tencia a K. es simplemente "adaptarse (abzufinden) a las con-
diciones existentes" y no moverse: "jLo importante era no 11a-
mar la atencion! jObrar con calma, aunque esto fuese contra
los propios deseos!"^-' Joseph K. rechaza estos consejos "ami-
gables"; no tiene sino desprecio por las naturalezas sumisas y
serviles, descritas como "caninas".
El perro es, en varias novelas de Kafka, la figura alegorica
de la servidumbre voluntaria, del comportamiento de aquellos
que se acuestan a los pies de sus superiores jerarquicos y que
obedecen ciegamente la voz de sus amos. Asf, en El proceso,
el abogado Huld "se humilla de manera completamente cani-
na frente al Tribunal". En el nivel jerarquico inferior, el co-
2^ Franz Kafka, op. cit., p. 126.

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merciante Block se pone de rodillas a los pies de Huld y se
comporta como el "perro del abogado".'^'*
Ahora bien, en el ultimo capftulo de la novela, el comporta-
miento de Joseph K. cambia radicalmente. Despues de una bre-
ve veleidad de resistencia —"No sigo."— decide, luego de la
aparicion misteriosa de su vecina, la senorita Burstner, que toda
resistencia "es iniitil" y se entrega a los verdugos con com-
placencia (Entgegenkommen), es decir, "en perfecto acuerdo"
(vollem Einvestdndnis) con sus objetivos. No solo esta resigna-
do a su destino, parece querer cooperar activamente en su cas-
tigo. Es solamente por falta de fuerzas que no cumple con lo
que considera como su "deber": tomar el cuchillo en sus manos
y ejecutarse el mismo. Sin embargo, en el momento en que los
verdugos le hunden el cuchillo en el corazon, llega aun a arti-
cular, antes de entregar el alma: "jComo un perro!", es decir, de
manera sumisa, en estado de servidumbre voluntaria.-^^
^Como explicar el cambio en la actitud de Joseph K.? Iniitil
serfa especular sobre los capftulos no redactados. La conclu-
sion de la novela proporciona pocas explicaciones. Unica-
mente se oye un extrafio dialogo interno del personaje que
no es particularmente esclarecedor: "^Tengo que demostrar
que ni siquiera un proceso de un aiio me ha servido de lec-
cion? ^Tengo que acabar como un hombre de pocas luces?"
(begriffstutziger)^^
Hannah Arendt propone en su artfculo de la Partisan Review
una explicacion fundada en el sentimiento de culpa interio-
rizado por Joseph K.:

En El proceso, la subordinacion no se obtiene por la fuerza,


sino mas bien por el sentimiento creciente de culpa que se sus-

24 Id., p. 199.
2^ Utilizo este termino en su sentido politico fuerte: el del c61ebre libro de
Etienne La Boetie —una obra tal vez desconocida para Kafka, pero quiza no para
sus amigos anarquistas praguenses.
^^ Franz Kafka, op. cit., p. 231.

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cita en el acusado K. por la acusacion vacia e infundada. [...]
El funcionamiento de la disimulada maquina burocratica en la
cual el heroe es atrapado inocentemente, se acompana de un
desarrollo interno que es puesto en marcha por el sentimiento
de culpa [...] El desarrollo interno del heroe y el funciona-
miento de la maquina se encuentran finalmente en la ultima
escena, la de la ejecucion, donde K. permite sin resistencia o,
incluso, protesta, que se lo lleven y lo ^^

La hipotesis es interesante y plausible. El unico problema


es que nada indica, en este impresionante ultimo capitulo de
El proceso —apenas seis o siete paginas, redactadas desde el
comienzo de la escritura de la novela— que Joseph K. se con-
sidere culpable. La cuestion de la culpa no es evocada en nin-
gun momento en esas paginas densas y enigmaticas. Simple-
mente, despues de haber reglado sus pasos al mismo ritmo
que los de sus dos verdugos, K. considera que su "deber" es
sacrificarse. ^Deberiamos ver en esta escena una referencia
cn'ptica a la servidumbre voluntaria de los soldados que, en
agosto de 1914, partian con alegria y entusiasmo al frente, im-
pacientes por sacrificar su vida por la patria? Recordemos
simplemente que Franz Kafka —que habfa participado en
1909-1912 en las reuniones piiblicas del Club antimilitarista
Vilem Korber— comenzo a redactar El proceso en agosto de
1914, apenas algunos dias despues del principio de la Primera
Guerra Mundial...
Sea lo que sea, la conclusion de la novela es a la vez "pesi-
mista" y resueltamente anticonformista. Expresa la sensibili-
dad de paria rebelde de Kafka tan bien descrita por Hannah
Arendt. El autor manifiesta en sus paginas, al mismo tiempo,
compasion por la victima y critica contra su sumision volunta-
ria. Podemos leerlas como un llamado a la resistencia...

Hannah Arendt, "Franz Kafka", op. cit., p. 4.

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