Líder Al Cual Admiro

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UNIVERSIDAD FILADELFIA DE MEXICO

CAMPUS PAPANTLA

DOCENTE:
LIC: ADALBERTO ISIDORO RODRÍGUEZ LOZANO

ASIGNATURA:
PRINCIPIOS DE LIDERAZGO

TEMA
EL LÍDER QUE ADMIRAS (ENSAYO PERSUASIVO)

LICENCIATURA

ADMINISTRACION DE EMPRESAS

ALUMNA

TERESA CABRERA AGUIRRE

SEXTO CUATRIMESTRE

06 DE JUNIO DEL 2020


Líder al cual admiro

Nelson Mandela
INTRODUCCIÓN
El liderazgo de Nelson Mandela se destaca por sus valores, unos valores sólidos y
firmes que demostró a lo largo de toda su vida. Personalmente, una de las cosas
más impactantes de este gran líder es como después de pasar 27 años en prisión,
fue capaz de perdonar y convertirse en presidente de su país. Durante esos 27
largos años no se rindió, él siguió en todo momento fiel a sus valores, estudió su
entorno, se estudió a sí mismo, buscó dentro de sí las fuerzas y la firmeza para
afrontar el posible liderazgo de su país. Desarrollando una capacidad de auto
liderazgo impresionante y un gran conocimiento de sí mismo para poder gestionar su
estado interno. Existen variedades de películas y cortos cinematográficos donde se
tocan el tema del liderazgo. Podría citar varias pero Invictus es, podría decir sin
temor a equivocarme, la más poderosa de todas, está basada en hechos reales, nos
narra el momento histórico donde el presidente Nelson Mandela y el capitán del
equipo rugby de Sudáfrica, hacen una alianza para trabajar en un objetivo común
como fue unir un país, profundamente dividido por tantos años, bajo el lema “un
equipo, un país”,

Un objetivo trascendental por que el esfuerzo fue para el beneficio de una nación.

La frase más significativa a través de la película fue ”yo soy el dueño de mi destino,
yo el capitán de mi alma”.

Cuando los springboks se convierten en campeones del mundial del rugby vemos
en la película todas las personas celebrando y abrazándose por igual, celebrando la
victoria del país donde todos conviven, al final toso querían lo mismo y dejaron de
verse por colores y comenzaron a verse todos como iguales.
Desarrollo
Yo hablare acerca de la película de Nelson Mandela, Desde que comienza la
película veo el optimismo de Mandela, así como la situación de enfrentamiento que
se vive en el país. La población negra rechaza al equipo nacional de rugby pues
consideran  que representa a la población blanca, hasta el punto de que la sección
de deportes del partido en el gobierno decide cambiar el nombre y los colores de
dicho equipo.

Desde el primer momento Mandela muestra un liderazgo diferente, se centra en las


cosas aparentemente pequeñas y se implica personalmente. Tiene
un objetivo fundamental: unir a la población en un mismo interés. Vemos en todo
momento un líder cercano, que conoce la situación de las familias de quienes
trabajan a su lado.

Convoca y comunica directamente al personal de su gabinete su decisión de que


pueden quedarse y trabajar con él, con ello impide los rumores, sus decisiones las
explica personalmente.

También corre riesgos cuando entra en la sala donde se ha decidió cambiar el


nombre y los colores del equipo de rugby y les pide que reconsideren su
decisión. Explica su postura, se implica.

El hecho de que se involucre de forma tan personal para que triunfe el equipo de


rugby no lo entienden sus colaboradoras/es. Con los problemas económicos y
sociales que el país tiene que afrontar, no conciben que dedique tanto tiempo al
rugby. Pero él lo tiene claro: es necesario que el país vibre con un objetivo común,
aunque este sea el deporte.

Para lograrlo habla con el capitán del equipo de rugby, le hace partícipe de su


interés por el equipo, le motiva y le transmite su decisión de apoyarles.
Le persuade, para que siga liderando al equipo, pero desde una nueva perspectiva:
la unificación del país. La implicación del capitán se demuestra cuando dice “ya no
somos sólo un equipo de rugby”. Implicar al capitán del equipo es fundamental para
lograr su objetivo, es una persona clave  y tiene autoridad sobre sus compañeros. El
Presidente emplea su capacidad de liderazgo para influir, para persuadir y motivar.
Cuando el 11 de febrero de 1990 Nelson Mandela salió de la cárcel, después de 27
años encerrado, lo hizo con el puño en alto. Su imagen emocionó a todos. Era
enorme la curiosidad que había por conocer la imagen y el estado en el que se
encontraba el preso más famoso del mundo. Los fotógrafos, que llevaban meses
esperando en la puerta de la cárcel, tenían dudas sobre si lo reconocerían si el
Gobierno sudafricano lo soltaba sin previo aviso. Uno de ellos preguntó a uno de los
guardias, que contestó: “Cuando lo vea sabrá quién es. No hay otro como él”.

El guardia de la cárcel estaba en lo cierto. Alto, delgado y radiante con un traje gris a
medida y corbata azul, salió del cautiverio con el aspecto de un rey. Así lo
recuerda John Carlin en el libro que acaba publicar, La sonrisa de Mandela que no
duda en decir de él que es el jefe de Estado más unánimemente admirado de la
historia. El mundo entero hoy le llora, blancos y negros por igual. Nelson Mandela es
la última leyenda del siglo XX, un líder cuyo comportamiento puede servir de ejemplo
para directivos y profesionales del siglo XXI, sobre todo por su capacidad para
afrontar la adversidad. 

Razones de su indiscutible liderazgo.

1. Empatía para conectar. Una anécdota que recuerda Carlin, corresponsal durante
varios años de The Independent en Sudáfrica, es la habilidad de Mandela le sucede
lo mismo a Bill Clinton para recordar el nombre de todas las personas que ha
conocido. Sin duda, es un plus añadido a cualquier liderazgo, que hace sentir
importante a la persona a la que tiene enfrente. Un líder no intimida, acoge. Y eso lo
consiguió con creces: cuando en 1994 fue elegido presidente de Sudáfrica reunió a
la clase política mundial en los Edificios de la Unión en la capital del país, en el
mismo lugar que durante 84 años había sido la sede del gobierno blanco, que había
privado a los negros de sus derechos.

2. Inmensa paciencia. La precipitación y las miras cortoplacistas suelen ser malas


consejeras, sobre todo en tiempos adversos. Mandela se rebeló contra la tiranía,
soportando los años de encierro con paciencia. Y cuando salió a la calle alzó el
puño, solo uno, en un gesto claramente desafiante. Tenía todavía mucho por lo que
luchar. Su liberación era solo un paso y quedaba mucho camino por recorrer para
acabar con la división racial. Eso sí, cinco años más tarde cuando ganó las
elecciones y el éxito ya era tangible, levantó los dos puños. Se había convertido en
el líder de todas las razas.
3. Capacidad para perdonar. Cuando salió elegido presidente de la nación, fue sabio
al saber perdonar a los blancos, que durante años fueron sus enemigos. Se rodeó,
sin resentimiento alguno y con máximo respeto, de colaboradores que habían
trabajado con el anterior gobierno. Ese respeto, que se manifestaba de forma natural
sin necesidad de ningún servicio de coach alrededor, tuvo como resultado una
fidelidad absoluta de todos aquellos que trabajaron a su lado.

4. Mandato con caducidad. Nada más salir elegido presidente le puso fecha al
momento de su salida. Un mandato de cinco años y nada más. Un líder tiene que
saber cuándo irse, seguramente para poder hacerlo por la puerta grande. Esta
decisión supone un ejercicio absoluto de las fortalezas y de las debilidades de cada
uno. Sabía que no era imprescindible y era conocedor de sus limitaciones. Cuando
finalizara su primer mandato, en 1999, ya tendría 81 años y sus capacidades ya no
serían óptimas para desempeñar el cargo. La historia le tenía reservado el
indiscutible puesto de líder moral.

5. Aprender de los errores. La vida de Mandela estuvo plagada de fracasos y de


errores, sobre todo a nivel personal, pero hizo que no se volvieran en su contra.
Supo afrontarlos con transparencia y con unos inquebrantables principios. Aprendió
de los fallos –de hecho su primer discurso como hombre libre fue, como recuerda
John Carlin, un auténtico fiasco–, y lo mismo que los acontecimientos posteriores a
su salida de prisión. Aprendió e hizo aflorar su integridad, coraje, además del
encanto, el poder de persuasión y su cautivadora sonrisa. Un líder ha de saber
sonreír.

6. Cautela y generosidad. Al igual que hizo con los afrikáner, los fieles del anterior
gobierno, a los que respetó y mantuvo en sus puestos, ya que sostenía que lo único
que la gente desea es paz y seguridad para sí misma y para los suyos, fue cauteloso
con los cambios, sobre todo en lo concerniente a la modificación de símbolos,
monumentos y nombres de calles del anterior régimen de apartheid. No quiso, a
pesar de todo lo que había sufrido, humillar a sus compatriotas blancos, y mostró
una gran comprensión por los valores afrikáners.

7. Un gran visionario. Supo utilizar todos los resortes para conseguir su fin: unir a
negros y blancos. Y hubo un momento mágico en su carrera: la final del campeonato
del mundo de rugby, el deporte de los blancos, en el verano de 1995, celebrada en
el Johanesburgo Ellis Park. El estadio, hasta ese momento, era un santuario para los
blancos y durante ese partido se convirtió en un templo de la unidad del país. La
victoria del equipo nacional, los Springboks, se convirtió en el símbolo de la paz
política en Sudáfrica. Este acontecimiento fue el origen de la película Invictus,
dirigida por Clint Eastwood. Mandela fue un visionario, ya que fue consciente del
potencial unificador y patriótico que genera el deporte. Decidió organizar el
campeonato para que los seguidores afrikáners del rugby lo fueran también del
nuevo gobierno. Y consiguió que los negros, que rechazaban el rugby por ser el
deporte de los enemigos, apoyaran a los Springboks. No lo tuvo fácil. Recibió
abucheos, sobre todo de los suyos, a los que recomendó amplitud de miras para
construir una nación. Para ello, aseguró, que todos tenían que pagar un precio, y
que los auténticos líderes deberían promover esa corriente. Se ganó a todos.

8. Seductor nato. Todos los que le conocían caían rendidos ante sus encantos. Es
algo habitual entre los grandes líderes. Hasta la reina de Inglaterra le permitía que le
llamara Elizabeth. Es más, ningún encargado de protocolo se atrevió nunca a
reprenderle la familiaridad con la que trataba a la más soberana de todos los
monarcas. Que nadie piense que tal osadía era una falta de respeto hacia la reina
Isabel. Mandela trataba a todo el mundo con respeto, al margen del estatus social
que tuvieran, incluidos aquellos que tramaban atentar contra él. Tenía la habilidad de
ponerse en la piel del otro.

9. Habilidad para negociar. El deseo de alcanzar un acuerdo satisfactorio para todas


las partes es algo que distingue a un líder. El éxito de cualquier operación hoy día,
ya sea una transacción mercantil, un acuerdo político o cualquier cuestión
doméstica, pasa por saber crear alianzas, pactar y crear compromisos. Lo
importante es que todos cedan para que todos salgan ganando. Y se resistía a tener
todo el protagonismo, que se le concedía a nivel mundial, como el artífice del éxito
de la transición en Sudáfrica. Llegó a escribir: “Tengo tantos fallos como el que más.
Se agradecen los cumplidos, siempre que no se presente al presidente como un
superhombre...” Mandela valoraba el trabajo en equipo y sobre todo tenía siempre
muy presente a sus clientes, que no eran otros que los millones de seguidores que
hoy le lloran.

10. Ejemplo y constancia. Mandela, dicen los que le conocieron, no tenía dobleces.


Se presentaba como un hombre íntegro, y a lo largo de su vida no se desvió del
camino que se marcó. Cuando decía que era generoso, se mostraba como tal.
Es un líder cercano, emotivo, emplea la inteligencia emocional, pero no se deja
arrastrar por ella, sus decisiones las basa en la razón, en el objetivo que persigue.
Vemos a lo largo de la película que saca lo mejor de cada persona, fuerza a los
guardaespaldas a trabajar juntos, pero explicando sus razones, ejerce el liderazgo,
no se oculta detrás de órdenes indirectas.

Invictus es una obra que permite ver la acción de un líder, su implicación en las
cosas pequeñas, en esas que aparentemente no tienen importancia para lograr
grandes objetivos. Podemos decir que Mandela ejerce un liderazgo emocional, es
decir, tiene capacidad de comunicación, planifica, establece metas y
objetivos, conoce sus fortalezas y debilidades, es innovador, se informa, se apoya
en las/los demás. Es un líder resonante, empatiza con los sentimientos de las
personas, expresa sus emociones y logra conectar con quienes le rodean.
El optimismo y el entusiasmo que demuestra contagia y propicia el cambio.
Conclusión
Nelson Mandela fue un líder con carisma, supo dirigir a su país dando ejemplo en
una situación difícil de sobrellevar, se trazó unos objetivos y unas metas claras a
conseguir de manera estratégica. Mandela se convirtió en un líder adaptado a las
circunstancias que se le presentaron en su rol de líder político, conocía el mundo en
el que le había tocado vivir, sus problemas y sus potencialidades y a pesar de que la
tarea que debía culminar era ardua y difícil, Mandela siempre supo hacia donde se
dirigía y de qué manera lo hacía. Uso su poder con sabiduría y sin ningún tipo de
arrogancia, sin desfallecer en su labor a pesar de las adversidades.

Para llevar a cabo su gestión, el presidente basó su estrategia en el deporte,


persuadiendo al capitán del equipo de rugby de su país quien fue pieza clave en el
desarrollo de la misma, para afrontar y ponerle fin a los problemas que encerraban a
la nación.

Nelson Mandela nos muestra que si bien existen diversas formas de liderazgo, la
más relevante es aquella que consigue que todos sus seguidores sean capaces
de hacer más de lo que creían posible.  El líder debe ser capaz de transformar a la
sociedad en la cual se encuentra inmerso, influyendo y persuadiendo a sus
seguidores pero siempre teniendo en cuenta valores y principios éticos y de la
misma manera fomentando el trabajo en equipo, la colaboración y la cooperación
conjunta.  Mandela se convierte pues en un vivo ejemplo de un líder positivo en
acción, configurando todas y cada una de las habilidades y competencias que debe
poseer el líder para lograr propósitos y beneficios colectivos.

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