INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA Folleto
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA Folleto
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA Folleto
Dice Gianfranco Ravasi: “La Biblia es Cristo mismo, es decir “Palabra encarnada”.
O sea, Jesús, Palabra divina, se ha hecho palabras humanas. Era necesario que Dios desde su presencia
eterna actuara en la historia de los hombres de una manera más cercana. Por eso Dios que es infinito se
adapta a nuestro tiempo y espacio, es decir, Dios comparte de una forma más cercana la situación
histórica del hombre, con todas sus dilemas y sus dificultades, dolores y sufrimientos, compartiendo
toda nuestra naturaleza humana menos en el pecado. Pero Dios se da a entender a nosotros hablándonos
a lo largo de los siglos hablándonos en una lengua particular, desde nuestro entorno socio-cultural, es
decir, no sale de nuestra realidad y no está fuera de nuestro alcance.
La Biblia es para el creyente judío o cristiano algo más que un libro antiguo e interesante, según el
Concilio Vaticano II, la Biblia es el libro sagrado “del Padre que está en los cielos donde se dirige con
amor a sus hijos y habla con ellos” (DV 21).
La Biblia es Palabra de Dios, dirigida a sus hijos los hombres. Por esta razón debemos de ver la Biblia
como la Palabra de Dios cercana a nosotros. Hay una expresión que se utiliza en la Biblia ecuménica
para expresar esta cercanía “Dios Habla Hoy” este título que le han puesto quiere decir nos cuán
importante es nuestra lectura y nuestra interpretación para escuchar hoy nuevamente la voz de Dios
hablándonos.
La introducción a la Biblia se puede definir como aquella disciplina que examina todas las cuestiones
necesarias para la recta comprensión de los libros sagrados.
La introducción a la Biblia se dirige a especificar que la biblia es una obra divino-humana, es decir,
como Palabra de Dios, manifestada a la humanidad en y a través de hombres inspirados, y dejada a la
custodia, transmisión e interpretación de la Iglesia de Cristo. De manera que la introducción a la Biblia
se refiere a la Revelación de Dios a los Hombres y dirigida para la salvación eterna.
Dios ya se ha comunicado a nuestra vida pero aún muchos no le hemos escuchado claramente porque le
buscamos entre tanto ruido y entretenimiento que este mundo nos presenta. Otros quieren escucharlo
pero no lo entienden. Por eso recalco las palabras de VD “habla a los hombres como amigos”.
Recordemos |algunos textos del evangelio de San Juan donde Dios se nos comunica amorosamente
como amigos. La Palabra por quien «se hizo todo y sin ella nada se hizo» (Jn 1,3) y que se «hizo carne y
puso su morada entre nosotros y hemos contemplado su gloria» (Jn 1,14), es el mismo que existía «en el
principio» (Jn 1,1). En esto último podemos hacer alusión al comienzo del libro del Génesis (cf. Gn
1,1), se nos narra la vida íntima de Dios actuando bondadosamente en toda la creación.
Quiere decir que Dios no se ha reservado nada para sí, nos ha compartido hasta lo más íntimo que había
en Él a través de su Hijo Jesucristo. Y esta es la mayor expresión de Amor de Dios hacia los hombres.
Se nos presenta aquí el acto amoroso de Dios donde todos nos vemos involucrados hemos sido creados
por Él “Antes de formarte en el vientre de tu madre pensé en ti y antes de dar a luz te llame…” pero el
mensaje de San Juan es que Dios nos ha amado desde siempre porque Jesús el “Logos” (es decir la
Palabra). La Palabra a existido realmente desde siempre y que, desde siempre, él mismo es Dios. Jesús
ya existía antes de la creación y por lo mismo el amor de Dios a nuestras vidas es desde la eternidad.
Pero debemos de recordar que Dios también ha hablado en otros tiempos y a través de otras personas
como: Abraham, Isaac, Jacob que son los patriarcas del pueblo de Israel, así, como también por medio
de otros personajes llenos de sabiduría. Pero de manera especial se ha comunicado en la historia de la
salvación, dejando oír su voz; con la potencia de su Espíritu, por medio de «los profetas» de Israel.
Entendemos entonces que Dios ha hablado a los hombres en todos los tiempos, pero la mayor expresión
de su Palabra es en Jesús, en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Pero
esto no quiere decir que Dios ya no siga comunicándose con nosotros, claro que si Dios sigue hablando
Hoy. La Palabra continuo siendo predicada por los apóstoles, obedeciendo al mandato de Jesús
resucitado: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15), sigue siendo
Palabra de Dios comunicada a los hombres.
3. La Inspiración Bíblica
El Concilio Vaticano II afirma que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, en cuanto ha sido escrita
bajo la inspiración del Espíritu Santo (DV 9).
Más el Espíritu no sólo impulsa a la acción, sino también nos hace hablar. Así como los profetas, son los
mensajeros que transmiten esta Palabra a los oídos del pueblo; y para esto son animados por el Espíritu
para que el pueblo comprenda la Palabra que explica las acciones de Dios. Veamos algunos ejemplos:
Es el Espíritu el que reposa sobre Ezequiel y le hace hablar (Ez 11, 5); Quien pone la Palabra de Dios en
boca de Isaías y en la de sus sucesores (Is 59, 21); el que llena a Miqueas de fuerza, de justicia y valor
(Mi 3, 8). Y no olvidemos el hecho importante que Pedro ve realizada el día de Pentecostés, se impulsa
a la acción y la Palabra de parte de Dios (Hch 2).
Del Nuevo Testamento podemos decir que hay una inspiración pastoral y profética. Jesús manda a sus
Apóstoles a predicar el Evangelio por esa razón también es el Espíritu Santo el que dirige a estos nuevos
Pastores y Profetas que son llamados “los Apóstoles” y discípulos.
Pongamos algunos ejemplos: Es el Espíritu el que dirige la acción misionera de Felipe (Hch 8, 29);
leamos la manera sorprendente de cómo el Espíritu utiliza al apóstol Pedro (Hch 10, 19ss; 11, 12); Pablo
al igual que Bernabé serán llamados por el Espíritu a una misión especial “los paganos” (Hch 13, 2-4;
16, 6ss).
Es el Espíritu que actúa según la promesa de Jesús, (Mt 10, 19 ss). Y es el Espíritu el que por medio de
los carismas otorga a los cristianos los diversos dones de la acción y de la Palabra que construyen la
comunidad (1 Cor 12, 4-11). Tanto en el AT como en el NT es el mismo Espíritu de Dios que inspira las
acciones y las Palabras vivas que iluminan y guían al Pueblo de Israel y a nuestra Iglesia en su marcha
hacia la salvación.
La Iglesia enseña, en su doctrina oficial, que la Biblia ha sido inspirada por Dios. Y sobré esto, el
Concilio Vaticano II hace cuatro afirmaciones:
Todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento han sido escritos por inspiración del Espíritu
Santo.
Los escritores inspirados son también verdaderos autores literarios de los libros sagrados
(Constitución Dei Verbum No. 11).
Por consiguiente, aquí nos encontramos con una doble afirmación que nos interesa y de la que
hablábamos ya en el tema anterior: que Dios es el autor de todos los libros, y estos libros tienen sus
autores humanos que son verdaderos autores literarios. ¿Cómo podemos unir ambas afirmaciones? Por
un lado, está claro que cuando afirmamos que Dios es verdadero autor de la Biblia, no nos referimos a la
sola intervención de su providencia. Porque en ese sentido podemos decir que de alguna manera Dios es
el autor de todo. Por lo tanto se trata de una intervención especial de Dios en el caso de los escritos
bíblicos: Por otro lado, hay que tener en cuenta que los autores humanos de la Biblia son verdaderos
autores, es decir, personas que han actuado con todas sus facultades al escribir sus obras. Entonces, ¿en
qué sentido se puede decir que Dios es verdadero autor de la Biblia?
En un mandato o invitación de Dios al escritor para que escriba, dejándole luego solo a su suerte o a
sus propios recursos en la composición de su obra.
En un especial cuidado por parte del Espíritu Santo para que el autor no se equivoque, ya que eso es
más bien lo propio de la infalibilidad del Papa o de un Concilio Ecuménico.
Aquí al que llamamos autor instrumental es al profeta o al hagiógrafo (El escritor sagrado) y el
Autor principal es Dios.
Es el hombre utilizado por Dios, y es Dios utilizando al hombre. El autor instrumental actúa únicamente
en virtud de la iniciativa recibida por el Autor principal, nunca trabajara por o para sí mismo. Es por eso
que el resultado de esta mutua cooperación tanto de agente principal y agente instrumental se atribuye a
los dos, el propio de cada uno.
La capacidad del autor principal tiene un carácter permanente en cuanto es Dios mismo, mientras el
autor instrumental tiene un carácter pasajero, cesa su trabajo cuando el autor principal deja de usar el
instrumento. Pero las dos causas actúan simultáneamente en producción del mismo efecto “La Palabra
de Dios”.
Apliquemos todo esto – por poner un ejemplo- a la pluma que tiene el escritor en la mano: el
instrumento de la pluma es elevado por el movimiento de la mano del hombre a escribir una serie de
signos con significado espiritual, pero una vez la mano deje de realizar su movimiento la pluma deja de
escribir. Cesa su trabajo cuando el agente principal (Dios-mano) deja de usar el instrumento (hombre-
lápiz).
“Pues deben de saber ante todo que ninguna profecía de la Escritura es objeto de interpretación propia
personal, ya que nunca ha sido proferida por humana voluntad, sino que movidos por el Espíritu Santo
hablaron aquellos hombres de parte de Dios” (2 Pe 1, 16-21). Este pasaje nos confirma que Dios ha
escrito la Biblia por inspiración del Espíritu pero con la ayuda de los hombres.
Lucas habla expresamente de su fatiga y diligencia (Lc 1, 1-4), quiere decir que la inspiración del
Espíritu Santo no evita el trabajo humano, sino que lo estimulan y lo dirigen. Es por ello que la Sagrada
Escritura debe de ser leída e interpretada con la ayuda del mismo Espíritu Santo, por cuyo medio ha sido
escrita, para poder descubrir el sentido exacto de los textos sagrados.
Efectivamente, los autores sagrados escriben lo que Dios les revela, luego de haberlo comprendido y
formulado en su mente, su inteligencia, su imaginación y su sensibilidad humana, y con las formas de
expresión de la cultura y época en que viven. Presentan el contenido de la revelación divina por medio
de las palabras humanas. La acción inspiradora de Dios no les ahorró el esfuerzo ni anuló ciertas
limitaciones, propias de los autores no inspirados: imperfecciones gramaticales, deficiente capacidad de
expresión, de la lengua empleada, aceptación de las ideas de su tiempo sobre los astros, las plantas y
sobre la vida humana, y que para la ciencia actual resultan erróneas.
Este griego bíblico, es un poco más simplificado, era la lengua común de todo el ambiente mediterráneo,
y se habló casi durante ocho siglos, ayudó mucho a la difusión del cristianismo, pues era como el inglés
en la actualidad.
Casi todo el Antiguo Testamento se escribió en hebreo y algunas partes en arameo. Ambos se parecen
mucho. El arameo, lengua de la región siro-arábiga, pasó a ser lengua internacional de la diplomacia y el
comercio en el siglo VII antes de Cristo. En los tiempos del rey persa Darío I (521 -485 A.C), el arameo
fue la lengua utilizada la para unir las relaciones entre los diversos países que componían el imperio
persa.
• En los tiempos en que se fue escribiendo la Biblia no existían los libros tal como los conocemos, pero
sí ya se escribía y se utilizaba otro tipo de material distinto del papel. En épocas antiguas se escribió
sobre piedra, pero apenas unas cuantas letras, por ejemplo, las tablas de la ley de Moisés: «Cuando el
Señor acabó de hablar con él, dio a Moisés en el monte Sinaí, las dos tablas de piedra, escritas por el
mismo dedo de Dios» (ver Éxodo 31, 18).
El cuero y el papiro
Códices y pergaminos
• Desde el siglo II d. C., se empezaron a hacer en Egipto «códices» de papiro ya que los rollos eran
grandes e incómodos. Las hojas de papiro se cortaban y cosían por la mitad como nuestros libros
actuales. Se conservan códices de papiro con textos del Antiguo y Nuevo Testamento del siglo II y III d.
C. También se fue usando el pergamino, fabricado con cuero de animales (vaca, cabra u oveja) que era
más cómodo para escribir en él. Fue descubierto por ahí del siglo II d.C. en la ciudad de Pérgamo,
Grecia, de allí su nombre. A mediados del siglo IV d. C. sustituyó al papiro. También se usó la «vitela»
(vitela quiere decir ternera) un pergamino más fino para los manuscritos de lujo y empleado a partir del
siglo XIII.
El papel
• El uso del papel no llegó a Europa sino hasta el siglo VIII pero el primer libro impreso que se conoce
de la Biblia, se llamó la Biblia de Gutenberg (llamada así por el apellido del señor que inventó la
imprenta) impresa hacia el año 1455, en latín (la Vulgata). Se hicieron ejemplares tanto en papel como
en vitela.
El Antiguo Testamento que tiene 46 libros. Es el conjunto de libros inspirados y reconocidos como
tales que se refiere al tiempo antes de la venida de Cristo al mundo, que nacieron en el pueblo hebreo.
El Nuevo Testamento que tiene 27 libros. Es el conjunto de libros inspirados y reconocidos como
tales, que nos hablan de Cristo y de los primeros tiempos de la vida de la Iglesia. Podemos ver nuestra
Biblia e irnos al índice para que nos demos cuenta de sus diversos libros reunidos en uno solo.
b. Canon
Por “canon bíblico” se entiende el conjunto de todos los escritos que componen la Biblia; o sea el listado
o catálogo completo de los escritos inspirados.
La palabra canon se aplica en los primeros siglos en sentido de “regla”, de acuerdo al vivir cristiano;
“regla de la fe” o “regla de la verdad”. En el siglo IV se utilizara el término en sentido de “catálogo”,
como “el canon veraz de los libros inspirados por Dios”.
Entonces el listado de todos los escritos inspirados se llama “canon”. Alonso Choklel dirá: “Catálogo
de los libros sagrados que se consideran inspirados por Dios y contienen la norma de fe y moral.
Canon de la escritura es la lista de los libros que componen la biblia”.
c. Libros canónicos
Es el canon de la Biblia en este sentido pueden describirse como la colección de los libros del AT y NT
recogidos por la Santa Madre Iglesia, porque están escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen
a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia (DV 11). Es decir entendemos
como canon a todos los 73 libros que vemos en el listado de nuestras Biblias y por supuesto todo su
contenido, pues confirmamos en cada uno de ellos su inspiración divina.
Los protocanónicos: son aquellos escritos bíblicos que han sido aceptados como canónicos (inspirados)
por los hermanos separados. Es igual que decir libros canónicos. Dejo en claro, los libros que ellos
aceptan nosotros también los tenemos y ellos no tienen un libro más que nosotros o un libro diferente al
que nosotros veamos en nuestras Biblias.
Los deutero-canónicos: Son aquellos libros canónicos sobre cuya inspiración se ha discutido alguna
vez, en algún tiempo y en alguna comunidad cristiana. Son los libros que los hermanos separados no
utilizan por que en algún momento de la historia ellos y sus comunidades dudaron de que fueran
inspirados por Dios.
Son siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento:
Tobías
Judit
Sabiduría
Eclesiastés
Baruc
1 y 2 Macabeos
Más tres secciones de los libros protocanonicos: Ester 10, 4-16; Daniel 3, 24-90; y Daniel 13-14.
Entre los católicos son libros “todos plenamente canónicos”, SIN DISTINCIÓN entre inspirados de
primera clase” o “inspirados de segunda clase”. Aunque algunos libros hayan sido añadidos
definitivamente al canon en época tardía.
El Antiguo Testamento es entonces la alianza entre Dios y los hombres, tal como la descubrió el pueblo
judío. También se conoce con el nombre de Antiguo Testamento el conjunto de libros que expresan esta
relación de alianza.
El Nuevo Testamento es la nueva alianza o nuevo pacto, la nueva forma de relación con el Señor que los
creyentes descubrieron en la vida y las palabras de Jesús; y también, el Nuevo Testamento es el conjunto
de libros que nos hablan de esta nueva alianza. De todo esto hablaremos más cuando estudiemos el
Antiguo y el Nuevo Testamento con sus libros. Lo importante es saber que nosotros los cristianos,
veneramos los libros del Antiguo Testamento como Escritura santa que preparó la venida de Jesús al
pueblo de la alianza y que nosotros conocemos por el Nuevo Testamento. Ambos testamentos
completan la Biblia.
En cuanto a las divisiones internas de los libros, actualmente se ha universalizado la distribución de cada
libro bíblico en secciones llamadas capítulos, los cuales constan de otras unidades menores denominadas
versículos.
La división en capítulos y versículos de la Biblia, tal y como aparecen hoy día, adquirieron su forma
definitiva entre siglos XIII y XVI en las Biblias cristianas (y de ahí pasaron a también a la Biblia
Hebrea).
Tal división es de Origen Cristiano y no tiene tampoco un fundamento teológico ni científico, sino
simplemente práctico.
La fijación de los capítulos fue obra de Esteban Langton, canciller de la universidad de París y arzobispo
de Canterbury (1228).
La distribución de versículos se debe al judío converso, después dominico, Sante Pagnini. Sin embargo,
la solución que acabó por imponerse la división actual de todo el AT se remonta a la edición latina de la
Biblia hecha por Roberto Estienne 1555, (en cuanto al NT fue en 1551).
Hay números que están a la par del texto bíblico es una guía que nos da referencia, en que otro lugar
podemos encontrar un texto similar, al que acabamos de leer.
Ejemplo Lucas 1, 12-15 Se lee Lucas capitulo uno versículo doce al quince
Ejemplo Lucas 1, 12-15. 18-20 Se lee Lucas capitulo uno versículo doce al quince y
dieciocho al veinte
Ejemplo Lucas 1, 12-15; 2, 3-5 Se lee Lucas capitulo uno versículo doce al quince y
capitulo dos versículo tres al cinco
Ejemplo Lucas 1, 12ss Se lee Lucas capitulo uno versículo doce y siguientes
8 Género Literario
Por “género literario” se entiende “la manera en que un escritor emplea el lenguaje”, buscando una
manera de expresar algo.
Sin darnos cuenta de ello, nosotros mismos empleamos frecuentemente, al hablar o escribir, distintos
géneros literarios.
Pongamos un ejemplo concreto que puede ayudarnos. Cada mañana la mayoría de nosotros compramos
un periódico y damos un vistazo al titular principal de la primera página. De manera vistosa este título
podría ser un enorme letrero negro que ocupa por entero la primera página: ¡Guerra! Aquella única
palabra es una “forma literaria”, que eficazmente comunica un mensaje al lector. Luego el lector podría
darle vuelta a las páginas buscando editorial que comenta el titulo y sus probables consecuencias como:
“duración, daños, intervención de su propio país en la guerra, etc.” Más adelante encuentra únicamente
un análisis de los mercados financieros y/o accionarios; una importante “forma literaria” de
comunicación para los que están capacitados para comprender el significado de los números…
Otro ejemplo concreto: el que ha sido testigo de un accidente en que ha muerto un niño, relatará el
mismo hecho de modo muy distinto a la policía y a los padres de la víctima, o a su propia mujer. Tres
géneros literarios diferentes (según la persona a quien se relata el accidente: policía, papás del niño,
esposa del testigo) en cada uno de los cuales las mismas cosas se dicen de distinta manera.
Diversas personas usan frecuentemente diversos “géneros literarios”. Hay quien narra con tal precisión y
otro que exagera un tanto las cosas, a fin de captar en su relato algo vivo del acontecimiento. Los que
buscan una crítica en el primer caso (precisión) dirán que al que habla no le importa nada de lo ocurrido;
en el segundo (exagera), que miente. En realidad, se trata de dos lenguajes distintos.
Las distintas maneras de escribir que tenían los autores de la época eran: Narrativo, apocalíptico,
sapiencial, poético, profético, epistolar e histórico etc.
Algunos subgéneros literarios serían: acción de gracias, alianza, guerra, himno, infancia de héroes,
leyenda, anécdota, bienaventuranza, canción, carta, escatología, maldición, oráculo, parábola, liturgia,
salmo, acción, visión…
“Si no se tiene en cuenta estas diferencias, es fácil confundir el sentido de lo que se dice”
Estos errores han sido frecuentes particularmente en lo que se refiere a los relatos históricos (pero no en
lo absoluto). Se han querido interpretar las narraciones de acuerdo con nuestras ideas actuales. “No es
fácil entender el AT y el NT que nos introduce en un mundo totalmente distinto que el nuestro, y que
está separado de nosotros por un intervalo de 2000 a 3000 años.
La narración, por ej. De la creación, cuyo fondo nos dice que todo procede de la mano de Dios.
La narración sobre Adán y Eva el fondo nos trata al hombre.
Pongamos otro ej. (Éxodo 17, 8-13) se describe la batalla que el pueblo hubo que librar contra los
amalecitas. Sobre el monte estaba Moisés con los brazos extendidos. Si dejaba caer los brazos, Israel era
derrotado; cuando los levantaba, vencía Israel. La batalla duro mucho tiempo que por la tarde estaba tan
cansado que dos hombres tuvieron de sostenerle los brazos.
Lo que Israel expresa es lo que sucedía en los campos de batalla del pueblo contra sus enemigos. La
victoria no se debía a sus armas o sus soldados sino al caudillo Moisés puesto por Dios que llevaba al
pueblo a la victoria.
A cada persona le corresponde Entregarse a la narración tal como lo tenemos adelante. Metámonos en
ella. Podremos estar seguros de que la parte auténtica del acontecimiento penetrará nuestra vida. El que
vive los relatos, vive la historia de Israel.
También el que sabe de literalidad sabe que a la postre no es eso lo que importa; lo importante es Dios,
que dirige su llamado al corazón del hombre.
9 La Interpretación Bíblica
«Y comenzando por Moisés y recorriendo todos los profetas, Jesús les interpretó todo lo que las
Escrituras decían sobre él» (Lucas 24, 27)
¡Yo no sé cómo interpretar la Biblia! ¿Qué puedo hacer para entenderla y que su mensaje me sirva
para mi vida cristiana?
«El intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con
atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar a conocer con dichas palabras...»
Para alimentar nuestra fe con la Sagrada Escritura necesitamos descubrir qué es lo que Dios ha querido
comunicarnos, y para ello es necesario conocer lo que el autor sagrado ha querido decirnos. Esta tarea
ha de hacerse de acuerdo con ciertos principios fundamentales que deben ser tenidos en cuenta, tanto
por el que estudia la Biblia, como por todo aquel creyente que se acerca al texto para hacerlo vida y
conducirse como cristiano ante Dios.
Debe comenzar con la crítica textual, que es la ciencia que trata de reconstruir el texto original
bíblico, tal vez alterado por haberse copiado tantas veces. Esta ciencia buscará con la mayor
exactitud posible el texto más próximo al original.
Luego hará la crítica literaria, estudiando quién es el autor, cuál es su estilo, las características
lingüísticas, de su tiempo y de su medio ambiente, qué fuentes ha utilizado, ya sean libros o
documentos, en qué época escribió, a quiénes dirige su obra, cuál es el fin o el objetivo que se
propone, qué género literario emplea. Con este método se puede conocer mejor la Intención del
autor y el sentido de lo escrito. Especial mención merecen los «géneros literarios» como instrumento
de interpretación de la Sagrada Escritura.
Luego hace la crítica histórica, que analiza el valor que tienen los libros bíblicos en cuantos
documentos históricos y trata de proporcionarnos una visión del mundo en el que los autores
sagrados redactaron los textos bíblicos y la manera de vivir y pensar de sus lectores u oyentes
inmediatos.
«La Escritura se ha de leer en el mismo Espíritu con que fue escrita; por lo tanto, para descubrir
el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y la unidad de
toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe» (Dei Verbum No 12c).
La Iglesia ha recibido los libros bíblicos con el compromiso de conservarlos e interpretarlos. Según el
pensamiento católico, la Iglesia tiene derecho a hacer un juicio definitivo sobré el sentido que
corresponde a cada texto bíblico, Es verdad que de hecho, el Magisterio de la iglesia sólo ha definido el
significado de muy pocos pasajes. Pero la posibilidad de hacerlo está reconocida por todos los teólogos
y fue proclamada por última vez, en el Concilio Vaticano II.
10.2 ¿Qué hicieron los creyentes antes de poner por escrito los textos bíblicos?
Por la Tradición no sólo se transmiten palabras, sino también realidades, algo que va más allá de lo que
las palabras puedan decirnos: la realidad del misterio de Cristo. Por eso, Tradición y Biblia se reclaman,
se necesitan, se apoyan mutuamente.
«Esta Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo; es decir,
crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las con-
templan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios
que viven, cuando las proclaman los Obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la
verdad. La Iglesia camina a través de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se
cumplan en ella las palabras de Dios» (Dei Verbum 8 b).
Si hemos visto lo que significa la Tradición y la Biblia, no podemos dejar a un lado la importancia del
Magisterio de la Iglesia, al cual se le ha confiado el oficio de interpretar rectamente la Sagrada Escritura.
Ya de eso hablábamos un poco al tratar de la interpretación bíblica. Al Magisterio le compete buscar el
sentido auténtico de la Palabra de Dios contenida en la Escritura y la Tradición. La Biblia, la Tradición y
el Magisterio están unidos. ¡Es importante leer la Palabra de Dios y atender lo que nos enseña la Iglesia
en su Magisterio! La Escritura tiene una dignidad excepcional, ¡es la Palabra de Dios!. Pero,
recordemos, está «sumergida» en una Tradición viva, que es su centro y manifestación más autorizada.
La interpretación bíblica no queda al criterio de los creyentes por sí solos, ni aun los más sabios. El
Magisterio de la Iglesia tiene el derecho y el deber de decir la última palabra. Pero antes de
pronunciarla, necesita interrogar a la Biblia, a la luz de la ciencia y de la vida de la Iglesia, y escuchar
humildemente la fe del pueblo de Dios.
A nuestros pastores y teólogos se les encomienda esta delicada tarea, que nos ayuda a nosotros en
nuestro quehacer catequético o evangelizados Allí tendremos orientaciones seguras para entender y vivir
mejor la Palabra de Dios.