Tía María Y CONGA
Tía María Y CONGA
Tía María Y CONGA
El gobierno, que anunció con entusiasmo la inversión de Tía María, y la propia Southern,
que opera hace años en el sur del Perú, no calcularon la masiva resistencia de los
agricultores y del pueblo de Islay a este proyecto. Y si bien en un inicio se intentó señalar
que se trataba de manipulación, lo cierto es que había un problema concreto, que es en
realidad cuando la masa se moviliza.
En setiembre del año pasado, los pobladores de Islay dijeron no a la Tía María, pero las
autoridades no sólo desconocieron esta consulta democrática, sino que convocaron a una
audiencia pública para aprobar el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) elaborado por la
empresa y avalado por el gobierno. Sin embargo, en abril cientos de agricultores y
pobladores de la zona tomaron la carretera Panamericana Sur durante 6 días, señalando que
el EIA no respondía al cuidado ambiental del valle. El Frente de Defensa del Pueblo de
Islay realizó cerca de 3 mil observaciones al EIA. El resultado fue que el gobierno declaró
la intangibilidad de las aguas superficiales y subterráneas del Río Tambo. Es decir, había
fundamento técnico.
Si bien es una victoria de los productores agrarios de Arequipa, aún sigue latente un
conflicto social, pues el proyecto Tía María sigue siendo impulsado. Es que al mismo
tiempo de calcular millonarias inversiones y beneficios fiscales, se debe valorizar
económicamente el impacto de un proyecto a tajo abierto. Es la única manera de saber si
sale más cara la lavada que la camisa.
El proyecto minero Tía María se encuentra ubicado al sur de Perú en el desierto cercano al valle de
Tambo, en el distrito de Cocachacra, provincia de Islay, de la región Arequipa. La población total
de la provincia de Islay alcanza los 52,034 habitantes. Según el propio estudio de impacto
ambiental, la economía de la población del distrito de Cocachacra, la más cercana al proyecto, se
concentra en tres principales actividades económicas: la actividad agrícola, que representa el
46.71% de la PEA, el sector de industrias manufactureras (principalmente la transformación de
materias primas agrícolas), ocupa el segundo lugar representando el 36.11% de la PEA y la
explotación de minas y canteras representa la tercera actividad económica de la población local..
Así, la población que se dedica las actividades agrícolas ascienden a más de 5,300 personas, de los
cuales el 90% residen en los distritos de Deán Valdivia, Cocachacra y Punta de Bombón
coincidentemente los distritos que concentran mayores niveles de pobreza. Según el EIA, la
explotación de canteras se encuentra en condición de informalidad, dado que no están
registradas.
En el año 2009 se generó la primera reacción del Frente producto de la intención manifestada de
la empresa de hacer uso de las aguas subterráneas para las operaciones de Tía María, mediante
pozos en la cuenca valle del Río Tambo, en la zona de Cocachacra. Las primeras reacciones de
rechazo contra el proyecto minero lograron articularse justamente porque se generalizó la
creencia que el proyecto afectaría gravemente la disponibilidad de agua, lo que a su vez tendría
impacto directo en la agricultura limitando la producción de arroz, caña de azúcar, etc.
A ello se suma la mala relación que existe entre la ciudadanía y la empresa Minera Yanacocha que
se ha convertido en un factor natural para ganar adeptos y empezar a tejer lazos interprovinciales
y departamentales, pues, Patria Roja y Tierra y Libertad no son movimientos que gocen de buen
respaldo ni siquiera al interior de la región. Tanto Santos como Arana son criticados duramente
por ello. Sin embargo, también hay que mencionar que el sustento de las protestas ha sido en
buena parte gracias a las rondas campesinas, que con todas sus diferencias y debilidades siguen
funcionando de manera autónoma y unitaria, en torno a la defensa del agua como recurso
fundamental para la vida y las actividades agropecuarias.
Con la vida útil del yacimiento Yanacocha en expiración, Conga constituía el proyecto
expansivo más importante de la empresa. Desde el 2004 en adelante, los proyectos
han sido bloqueados por la oposición de la población en Cerro Quilish (2004),
Carachugo II (2006), La Quinua Sur (2007), Solitario (2009) y, finalmente, Minas
Conga (2011). Aunque los funcionarios de Yanacocha no lo percibieron en su
momento, la ausencia de una estrategia de relacionamiento con la población, pero
sobre todo los accidentes ambientales en los que se vio involucrada, tendría altos
costos en el mediano plazo para el desarrollo de sus actividades económicas en el
departamento.
El año 2000 Yanacocha hizo pública intención de extender el complejo minero al cerro
Quilish, ubicado a escasos kilómetros de la ciudad de Cajamarca. Luego de tres años
de disputas legales el Ministerio de Energía y Minas (MEM) concedió el permiso para
la explotación la empresa movilizó maquinaria a la zona a mediados de 2004. La
historia es conocida: a inicios de septiembre la ciudadanía inició una movilización
indefinida con el objetivo de impedir la instalación de maquinarias y luego de cerca de
15 días el MEM emitió una resolución directoral que suspendía el permiso otorgado a
Yanacocha para explotar la zona. La “gesta por Quilish” tendría consecuencias
importantes tanto para la “oposición” como para empresa misma.
Por otra parte, la empresa cayó en cuenta que para permanecer en la Cajamarca y
explotar su cartera de proyectos la estrategia de relacionamiento con la comunidad
debía ser reformulada. A partir de 2006 Yanacocha destino más de 267 millones de
soles a través del Fondo Solidaridad con Cajamarca para proyectos de desarrollo en
la región en áreas de salud, nutrición, educación e infraestructura. En torno específico
al proyecto Conga – el cual constituía su posibilidad de expansiva más importante – la
empresa desarrolló una nueva estrategia de comunicación y relacionamiento con las
comunidades que se encontraban dentro del área de influencia a través de charlas
informativas constantes sobre la estrategia de mitigación de los impactos ambientales
del proyecto y la firma de pre acuerdos para la realización de obras de infraestructura,
servicios y trabajo. Tras dos años la estrategia dio resultados: las 32 comunidades
aprobaron el EIA del proyecto en la audiencia pública celebrada en San Nicolás de
Chailhuagón, la cual contó con la participación aproximada de tres mil personas. Así,
la empresa empleó el proceso de participación ciudadana del EIA para cosechar, y
mostrar, apoyo popular al proyecto.
Sin embargo, las voces de oposición llegaron desde fuera. Una serie de
organizaciones sociales entre las cuales destaca el Frente de Defensa Ambiental de
Cajamarca y sobre todo la Plataforma Interinstitucional de Celendín (cuyos líderes
estuvieron presentes en las movilizaciones del Quilish) cumplieron un papel
determinante en cuestionar la viabilidad del proyecto y oponerse a su realización. En
su mayoría integrados por actores urbanos con vínculos a las zonas rurales, esta élite
local realizó trabajo político en las comunidades cercanas al proyecto pero fuera del
área de influencia (establecida por la propia empresa) las cuales también corrían el
riesgo de ser impactadas por la actividad extractiva.
EL CONFLICTO El incremento de la actividad minera en el Perú está causando tensiones con las
poblaciones locales que los rechazan, piden un menor daño al entorno, o participar de los
beneficios. El Gobierno de Ollanta Humala aún no ha encontrado una solución para desbloquear
uno de los más importantes proyecto, la explotación aurífera de Conga. El proyecto Conga en
Cajamarca está paralizado –a petición del Gobierno– desde el pasado mes de diciembre, cuando
surgieron las protestas por los posibles perjuicios en una cabecera de cuenca y porque en el
pasado la empresa Yanacocha incumplió compromisos medioambientales en esa región. En abril,
después que los peritos extranjeros formularon recomendaciones para un ajuste del proyecto
Conga, el presidente Humala anunció que su Gobierno impulsaba una “nueva minería, amigable
con el entorno, que respete las condiciones ambientales que los peruanos exigimos”.
Ubicación de planta
Depósitos en quebradas
Los yacimientos del proyecto minero, La Tapada y Tía María, estarán ubicados a 3 km y 7 km
de distancia del valle. Además, las instalaciones de procesamiento se encontrarán en el
desierto ubicado a una distancia de 11 km hacia el norte del Valle. 20 Durante las operaciones
de lixiviación, el proyecto usará dos geomembranas, así como sensores y capas de protección
para asegurar que no haya impacto alguno en el subsuelo. 21
En cuanto a un posible riesgo de contaminación del aire, a causa del polvo producido por la
operación minera, que eventualmente podría perjudicar la agricultura de la zona, el segundo
Estudio de Impacto Ambiental (EIA) precisa que el resquebrajamiento de la roca se hará
mediante un plan de voladuras que maximice su eficiencia minimizando la carga explosiva.
Las voladuras se harán solo en los turnos de día, considerando que la dirección predominante
del viento es contraria al valle. 22 Además, el estudio ha previsto que para el almacenamiento
del mineral se colocará un domo para evitar que se propague el polvo. 23